Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1986
AW6
Liberaciôn cristiana y democracia
Presentaciôn
1Traducciôn del Capitulo VII de Démocratie et libération chrétienne, Lethielleux, Paris, 1985
2Se reconoce aqui uno de los temas principales de la obra de Emmanuel Levinas. Consultar
por ejemplo Humanisme de Vautre homme, Essais, Fata Morna, Ed. Bruno Roy,
(Montpellier), 1972.
gracia - me invita a inscribir mi autonomîa en la aceptaciôn de la dignidad,
igual a la mïa, que reconozco en el otro.
Ahora bien, el reconocimiento de la dignidad del otro es inséparable
del reconocimiento y de la promociôn de sus derechos. Los derechos
inaliénables del otro hacen surgir dos aspectos de un mismo deber que yo
tengo a su respecto: obrar a la promociôn de sus derechos; obrar a su
edifîcaciôn como persona.
Superamos asi las perspectivas de una antropologîa puramente
fïlosôfïca, para desembocar en el orden de la gracia. En efecto, para el
cristiano el amor con el que amamos al prôjimo es participaciôn en el amor
de Dios, y el prôjimo que nosotros amamos recibe este amor como un don de
Dios, el cual debe a su vez comunicar3. Es el mismo amor de Dios, recibido,
que transforma la vision que tengo de mi mismo y que el prôjimo tiene de él.
Aûn mâs: la vision de "convertidc" que tengo del prôjimo revoluciona,
"convierte" la vision que él tiene de si mismo, que tiene de mï y que tiene de
cada uno de los otros. De esta manera comienza a aparecer mejor lo que la
tradiciôn catôlica puede aportar de original a la profundizaciôn de la
réflexion sobre la justicia, los derechos del hombre y sus deberes.
JUSTICIA Y UNIVERSALIDAD
El orden en la Ciudad
3Juan PABLO II desarrolla este tema a lo largo de la Enciclica Dives in misericordia, 1980.
4Se puede encontrar un buen punto de partida para el estudio de la justicia en la
Antigùedad griega en T. A. Sinclair, Histoire de la pensée politique grecque, Bibliothèque
historique, Ed. Payot, Paris, 1953; George H. Sabine, A history ofpolitical theory, 3a éd., Ed.
G.G. Harrap, Londres, 1971.
a la Ciudad, generaba una relaciôn unilatéral, de arriba hacia abajo, entre
los magistrados, guardianes de las instituciones de la Ciudad, y los
ciudadanos. El hombre no era realmente hombre sino en razôn de su
condiciôn de ciudadano. El bârbaro y el esclavo no accedîan verdaderamente
a la humanidad.
El hombre y el cosmos
6 Esto es aûn mâs sorprendente considerando que el problema fue despertado por Platon en
Ménon (81 e-85 b), donde el joven esclavo, en el que se verifica la doctrina de la
reminiscencia, se révéla "geômetra sin él saberlo" (L. Robin).
7Cfr République, III, 415 a; VIII, 546 e-547 a; estos temas aparecen en Hésiode, en Les
travaux et les jours, 109-201.
8Cfr République, III, 416 a.
9 Cfr République, V, 461 e, III, 409 e-410 a.
10
La libertad absoluta
nPara que la autoridad sea légitima, y que la obediencia sea libre y no servil, es hecesario,
por un lado, que el principe admita que la sociedad que él gobierna esta constituida por
hombres de igual naturaleza a la suya, y por otra parte, que estos mismos hombres admitan
al principe como su gobernante. Un principe que objetivase a sus gobernados séria un
tirano; una sociedad que no consintiese al gobernante séria anârquicâ. Philibert SECRETAN
aclarô bien la naturaleza eminentemente racional del poder polîtico. Ver Autorité, pouvoir,
puissance. Principes de philosophie réflexive, Ed. L'âge d'homme, s.l.n.d., (Lausanne, 1969);
Vérité et pouvoir, id., ibid., 1968.
12Los Antiguos distinguïan dominum (que signifîca frecuentemente la propiedad; cfr dominio)
e imperium (que evoca el poder; cfr potestas). Cfr Julien Freund. L'essence du politique,
Coll. Philosophie politique, I, Ed. Sirey, Paris, 1965, p. 282; Robert Derathe. Jean-Jaques
Rousseau et la Science politique de son temps, Bibliothèque d'histoire de la Philosophie, 2e
éd., Ed. Vrin, Paris, 1970, p.382-384; Michel VlLLEY, Le droit et les droits de Vhomme, Coll.
Questions, P.U.F., Paris, 1983, p. 130, 147.
13 Se reconoce aqui la alusiôn a Jean Bodin y a su célèbre concepciôn de la soberania:
"Summa in cives legibusque soluta potestas". Sin forzar el sentido de las palabras, se puede
decir que el poder "relacional" es un "poder relativo", es decir condicionado, limitado,
dependiente.
14 Un ambiente anâlogo se encuentra frecuentemente, hoy, en los paises con régimen
autoritario.
12
DE LA PERSECUCION AL ENTENDIMIENTO
La desobediencia civil
Lo espiritual y lo temporal
17 En relaciôn con los dos polos aquï citados, ver respectivamente: ROUSSEAU, Du contrat
social, 4, 8, (capïtulo sobre la religion civil), cfr p. 112 ; Jûrgen Moltmann, Théologiepolitque
de la libération, publicado en Figures et idoles de l'espérance, ( Bièvres, noviembre 1971), en
los Cahiers de Villemétrie, nos 88-89-90, noviembre-diciembre 1971 - enero-abril 1972, p.
12-18.
18 Estas controversias no han perdido nada de su vivacidad, y reaparecen hoy en la
obstinaciôn de ciértos medios laicos (cfr "las bases", los lobbies de information, los
tecnôcratas de la pastoral, etc.) a oponerse a la jerarquîa eclesiâstica y a querer vaciar esta
de todo poder magisterial. Ver H. DE LUBAC, La postérité spirituelle de Joachim de Flore. I. De
Joaquim à Schelling ; II. De Saint-Simon à nos jours, Coll. Le Sycomore. Série Horizon, 3,
Culture et vérité, Namur et Ed. P. Lethielleux, Paris, 1979 et 1081. La actualidad de dichas
controversias aparece también en los debates sobre la "teologia de la liberaciôn".
14
21 El estudio de Gerhard E. Lenski lleva como tïtulo Power and Privilège ; citado p. 93, n° 21.
Ver por ejemplo p. 67s. ; 256-266 ; 305-308 ; etc. .
22 Texto sorprendente de S. Tomâs, en la Summa theologica, II-II, qu. 64, art. 2 ; qu. 65,
art. 1.
16
DE LA PRÂCTICA A LA REFLEXION
La experiencia histôrica
26 A. Hayen examina esta cuestiôn en Saint Thomas d'Aquin et la vie de l'Eglise, Coll. Essais
philosophiques, 6, Publications universitaires de Louvain et Desclée de Brouwer, Paris,
1953, p. 11.
19
27 La importancia del platonismo en la Edad Media fue principalmente puesta en relieve por
los trabajos'de R. Klibansky.
20
2»F. Van Steenberghen nos ha enviado una excelente sïntesis sobre Le thomisme, Coll. Que
sais-je?, n°587, P.U.F., Paris, 1983. El autor agradece a F. Van Steenberghen por las
valiosas.sugestiones aportadas a los efectos de la puesta a punto de este texto.
21
De la causalidad a la participaciôn
29 Sobre las cuestiones capitales que tratamos aqui, ver principalmente, mâs alla de sus
divergencias de interpretaciôn, Louis De Raeymaeker, Philosophie de l'être, Bibliothèque
philosophique de Lovain, 1, 3e éd., Ed. Nauwelaerts, Louvain, 1970, passim, y especialmente
p. 289-300 ; 377-378 ; 273-286 ; Fernand Van Steenberghen, Ontologie, Cours publiés par
l'Institut supérieur de Philosophie, 4e éd., Louvain, 1966, p. 260 ; M.D. Chenu, S. Thomas
d'Aquin et la théologie, citado supra, p. 123, n° 12 ; cf. p. 117 ; Etienne GlLSON, Le thomisme.
Introduction à la philosophie de S. Thomas d'Aquin, Etudes de Philosophie médiévale, I, 5e
éd., Ed. Vrin, Parid, 1948, p. 182 et passim.
30 Sobre la analogia, ver L. De Raeymaeker, La philosophie de l'être, p. 53-69 ; 380-382 ; F.
Van Steenberghen, Ontologie, p. 44-48 ; 171-174 ; E. Gilson, Le thomisme, p. 153-155 ;
182 s.
22
La universalidad
33 Ver por ejemplo en la Summa theologica, II-II, qu.57, art.3, ad 2m ; art. 4 ; qu. 58, art. 7,
ad 3m. Las notas publicadas en apéndice en la Edition de la Revue des Jeunes son una
referencia de particular utilidad.
24
Optimismo
34 Mânes, gnôstico del siglo III, habïa desarrollado un dualismo radical, en el cual se
enfrentaban dos principios absolutos: uno del bien y otro del mal.
35 Cfr Denzinger a la rûbrica "Homo lapsus" del indice sistemâtico.
25
36 San Bernardo sabia evidentemente muy bien que el hombre fue creado "a imagen de
Dios", y que es un ser inteligente y libre, responsable de sus actos delante de Dios. Pero sera
necesario esperar la obra de Santo Tomâs para que esta posiciôn sea sostenida por una
sôlida antropologîa fïlosônca.
37La obra de Santo Tomâs comporta una amplia aproximaciôn al problema de la histona,
que despejô Max Seckler, en Le salut et l'histoire, citado supra, p. 62, n° 16.
26
NATURALEZA Y PROVIDENCIA
38 Para esclarecer el sentido de esta palabra nos hemos remitido a la preciosa obra de Paul
Foulquiéet Raymond Saint-Jean, Dictionaire de la langue philosophique, P.U.F., Paris, 1962,
s.v.
27
39 Sobre este punto, ver Jean Touchard et collaborateurs, Histoire des idées politiques, t. I,
p. 48-55 ; 80-92. Cfr p. 36, n° 16.
28
40 Ver Anti-Dûring, traducciôn de J. Molitor, Ed. Costes, Paris, 1931, Cfr I, 170 s.
30
41 Hegel ha con frecuencia abordado el tema del trabajo. Limitémonos aqui a la referencia de
la célèbre Dialéctica del Senor y del Esclavo. Ella aparece particularmente en La
phénoménologie de l'Esprit. Cfr. la traducciôn de Jean Hyppolite, en la Coll. Philosophie de
l'Esprit, Ed. Aubier, 1939, t. I, p. 161-166. Ver también supra, p. 29, n° 4.
31
53Es uno de los temas principales explorados por M. Seckler, en Le salut et l'histoire, citado
supra, p. 62, n° 16.
35
54 Se reconoce aquî uno de los temas desarrollados por Harvey Cox en La cité séculière.
Essai théologique sur la sécularisation et l'urbanisation, trad. de Simone de Trooz, Cahiers de
l'actualité religieuse, 23, Ed. Casterman, Tournai, 1968.
36
Gestores y no propietarios
55
Cfr A. POSE, Philosophie dupouvoir, citado p. 149, n° 15.
38
Ni teocracia ni cesaropapismo
La vicaria
que las tesis polïticas propuestas por Santo Tomâs debïan ser esclarecidas
por otras tesis que estân en el corazôn de su teorïa del conocimiento, de su
metafïsica, de su antropologîa, de su sicologïa, de su moral. Es aqui donde, a
nuestro juicio, hay que buscar las justificaciones mâs sôlidas que ofrece el
tomismo a la autonomîa de la polîtica y a la problemâtica de los derechos del
hombre.
Caligula, y entonces razonaron con justicia". Cada Ciudad debe tener sus
dioses: sin religion civil, no hay unidad en la Ciudad.
Ya en el Antiguo Testamento es vigorosamente subrayada la
trascendencia de Dios, que no cesan de recordar los profetas. No obstante, el
pueblo elegido, llamado a servir a Dios, quiere con frecuencia apropiârselo.
De donde surgen particularmente las controversias entre Cristo y los Zelotas
sobre la relaciôn entre religion y nacionalismo judïo. El Dios de los cristianos
revelado en Jesucristo se substrae de todo acaparamiento por una nation.
Quiere ser de primera entrada un Dios sin patria. El Dios de los cristianos
no es un Dios "particular"; Uama a todos los hombres, cualquiera que sea su
origen o su condiciôn social.
Sin embargo, a partir de Constantino y del Edicto de Milan (313), se
observa que el emperador tiende cada vez mâs a hacer del cristianismo una
religion civil65. De ahi resultarân las multiples formas de compétition y de
compromiso que marcan la historia de la Iglesia. Unas veces se asiste a
embates de cesaropapismo: el poder civil se injiere en las cuestiones
eclesiâsticas. Otras, la historia testimonia embates de teocracia: la jerarquïa
eclesial se injiere en las cuestiones civiles y el poder polïtico tiene una
excesiva influencia del clero. Este doble movimiento ya aparece en la obra de
Eusebio de Cesarea en el siglo IV; dominarâ, mâs tarde, la Querella de las
Investiduras; caracterizarâ, mâs ampliamente, los interminables conflictos
del Sacerdocio y del Imperio.
No obstante, mâs alla de una real rivalidad de poder, excelentemente
analizada por Lenski66, y sin querer ignorar cierto numéro de episodios mâs
o menos sôrdidos, sorprende la constancia obstinada de la cual ha hecho
prueba la Iglesia para preservar su identidad y para guardar, contra viento y
marea, la independencia indispensable a su misiôn espiritual67. La Iglesia de
Roma ha en gran medida contribuido a protéger las Iglesias locales contra el
dominio de los principes y del poder secular.
Région y religion
68 Ver entre otros, Thomas Mûnzer, théologien de la révolution, éd. Julliard, Paris, 1964.
Sobre E. Bloch y los problemas aquî tratados, ver Laënnec Hurbon, Ernst Bloch Utopie et
espérance, Coll. Horizon philosophique, Ed. du Cerf, Paris, 1974.
45
IALINEACIÔN O PARTICIPACIÔN?
70 Sobre "el espîritu de la Reforma luterana" recurrimos siempre con provecho a la pequefia
obra de Jean-Edouard Spenle, La pensée allemande de Luther à Nietzsche, Coll. Armand
Colin, Section philosophique, n° 171, 5e éd., Librairie Armand Colin, Paris, 1955,
especialmente pp. 7-46.
71 Ver Mein Kampf Mon Combat, traducciôn de J. Gaudefroy-Demombynes et A. Calmettes,
Nouvelles Éditions Latines, Paris, s.d., pp. 113, 116, 438 s. La "doctrina de la seguridad
nacional" tiene raîces protestantes caracteristicas.
47
72 Ver sobre este punto Franz Grégoire, Etudes hégéliennes, citado p. 32, n° 9,
especialmente pp. 81, 142-146 y 187-190.
73 Seguimos de muy cerca, aquî, a Franz Grégoire, Aux sources de la pensée de Marx,
citado p. 29, n° 3. Ver p. 154. Cfr también supra, p. 91.
48
cQué antropocentrismo?
JESUS, EL MEDIADOR
75 Con respecto a Karl Barth, remitirse a Paul Géradin, L'option théologique de Karl Barth, en
la Nouvelle Revue théologique, t. 96, 1974, pp. 399-405.
76 Ver p. 157 s.
50
"Preocupaciôn" y "anticipation"
82 Esta cristologïa coloca en su verdadera luz los temas abordados por Martin HEIDEGGER en
Sein und Zeit, 8e éd., Max Niemeyer Verlag, Tûbingen, 1957. - Retomaremos dicho texto
estudiando la obra de Paulo Freire, pâg. 217 ; cfr en particular la cita pp. 216-218.
83 Contre les hérésies, libro 5, 14, 1, en la ediciôn crîtica de Adelin ROUSSEAU, Louis
DOUTRELEAU, Charles MERCIER, t. II: Texte et traduction, Coll. Sources chrétiennes, n° 153,
Éd. du Cerf, Paris, 1969, p. 183. Es el P. Adelin Rousseau, sabio traductor de Ireneo, quien
llamô nuestra atenciôn sobre este pasaje aportando el siguiente comentario: "La idea de
Ireneo es esta: la prueba de que la carne resucitarâ un dïa, es que el Verbo la ha asumido al
encarnarse; si la carne no debia resucitar un dïa, Jamâs el Verbo la hubiera asumido! Para
Ireneo, la realidad de la resurrecciôn futura de nuestra carne se arraiga en la realidad de la
encarnaciôn del Hijo de Dios... En resumen, la carne esta prometida a la salvaciôn, sino el
Verbo de Dios no se hubiese hecho carne".
84 El hombre, "pastor del ser", es uno de los temas centrales de la filosofîa de Heidegger.
Sobre la relaciôn entre Heidegger y santo Tomâs de Aquino sobre la cuestiôn del ser, ver
Cornelio FABRO, Participation et Causalité selon Saint Thomas d'Aquin, Éd. Nauwelaerts,
Paris, 1961, pp. 13-83.
54
aquellos que son reconocidos como imâgenes de Dios, puesto que Cristo se
identificô con cada uno de ellos (cfr Mt 25, 31-46).
Un lugar de esperanza
Prometeo y Leviatân
opciôn libre de tal manera que pueda retirarlo como pude acordarlo. Dentro
de esta perspectiva, la problemâtica de los derechos del hombre émana de
una cierta voluntad, de una tal libertad, de una tal inteligencia. Esta forma
de procéder se defiende, pero trae consigo limites severos.
Por otro lado, a partir del momento en que, desde una perspectiva de
filosofîa de la participaciôn, admitimos que la existencia es recibida y
compartida por una multitud de personas, es decir de libertados,
reconocemos en el otro a sujetos receptores de derechos que son personas
con el mismo titulo que, pero de otro modo que nosotros.
Mientras ciertos voluntaristas se preguntan si se debe otorgar - ab
extrinseco - a tal individuo (o a tal pueblo, tal raza, etc.) la misma dignidad
que a nosotros mismos, nosotros nos preguntamos aquî cômo promover la
dignidad intrinseca de tal individuo, raza o pueblo. Desde esta segunda
perspectiva, podemos preparar un terreno sôlido sobre el cual puede
fundarse el diâlogo y la colaboraciôn entre todos los hombres de buena
voluntad.
La paz
Justicia y liberaciôn
90 Ver nuestro estudio sobre "La paix, don de Dieu confié aux hommes", citado supra, p. 22
n° 1. Los Documents ofthe World Council ofChurches presentados por la "Commission of the
Churches on International Affairs", y de la Roman Catholic Church, presentados por la
"Commission pontificale Justice et Paix", fueron reunidos con el tîtulo Peace and
Disarmament, este volumen que data de 1982, fue publicado por el W.C.C., Genève, y por la
C.P.J.P., Ciudad del Vaticano.
91 Los grandes textos son aqui la Epîstola a los Romanos, la Epîstola a los Gâlatas, la
Epîstola de Santiago, sin olvidar las controversias de Jesûs con los escribas y los fariseos
(cfr por ejemplo Mt 23, 1-36).
62
Por cierto, lo que viene de ser dicho no puede jamâs ser totalmente
realizado en la historia. Tenemos aquî una proposition de paz, de justicia, de
libertad. Pero acontece con estas incitaciones a la acciôn polîtica en la
historia como con todo llamado evangélico: la cuestiôn es siempre saber "si
tû quieres" (Mt 19, 17.21). ^Aceptamos entrar en esta perspectiva?
Liberândonos de nosotros mismos, liberados de nosotros mismos y
particularmente de nuestras pasiones, ^estamos dispuestos a ir hacia el otro
desarmados, sin sospechar que sea nuestro agresor?
La ambigûedad es en efecto inhérente a la condiciôn de todos los
hombres. No podemos jamâs estar enfrente del otro en la transparencia total
de una mirada que sea completamente pura y libre. Yo solo puedo liberarme
64
LA EFICACIA HISTORICA DE LA FE
Ortodoxia, ortopraxia
ciertamente posible sobre las bases filosôficas que hemos evocado; ella es
también posible sobre las bases provenientes de motivaciones teologales. A
la luz de estas ûltimas, todos los temas claves de la vida polîtica se prestan a
una relectura que enriquece el sentido de los mismos y amplifica su alcance.
Este desafïo secular es inhérente al Evangelio, y por esta razôn
podemos estimar que el anticonformismo de los cristianos de Polonia, de
America latina o de algunos paîses de Âfrica esta mâs cerca del espîritu
evangélico que el conformismo militante que se predica algunas veces en
ciertas Iglesias de Occidente94.
Todo compromiso cristiano procède en fin de cuentas de un principio
de pobreza para con el otro, pero este principio esta ligado a la esperanza. El
cristiano, en la medida que esta abierto a los otros, esta evidentemente
abierto a sus contemporâneos. Pero esta abierto también al futuro: esta
abierto también a aquellos que vendrân mâs adelante. Apunta
intencionalmente en su acciôn de hoy a aquellos que nacerân mafiana.
Construye un futuro teniendo en mente a aquellos que vendrân después de
él. Es aquî que la prospectiva aclara un poco el misterio de la esperanza, y
que la solicitud toma forma en la anticipation. El cristiano no es en modo
alguno el interprète de una historia predeterminada, como aquella en la que
las ideologïas anuncian el desarrollo, sino el constructor de un futuro que no
conoce, pero del que debe preocuparse.
Reencontramos aqui el problema de la ortodoxia y de la ortopraxia. Si
no hay un testimonio cristiano que pase por la acciôn histôrica, toda forma
de testimonio implica una dimension de riesgo y de îndole provisoria. Esta,
por tanto, expuesta a la révision crîtica y a ser superada. En efecto, para ser
auténtico, este testimonio cristiano debe ser eficaz, y esta eficacia de los
cristianos debe ser discernible en la historia.
94 Se ha abordado este tema en las pp. 84 a 108, donde examinamos las relaciones entre
comunismo y cristianismo; y pp. 109 a 125 donde tratamos el ateïsmo tecnocrâtico.
66