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d’onore
Lorena Fuentes
Serie Ley del Silencio IV
La amistad lo es todo,
la amistad vale tanto casi como
la familia
Uomo d’onore
Lorena Fuentes
Todos los derechos reservados
© Lorena Fuentes, 2021
Edición y revisión: Isaura Tapia
Diseño de cubierta: Lorena Fuentes
Diseño Interior: Lorena Fuentes
Primera edición: octubre 2021
ISBN: 9798748078696
Sello: Independently published
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del
copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o
parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la
fotocopia y el tratamiento informático.
Tabla de Contenido
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS
SOBRE LA AUTORA
NOTA DE LA AUTORA: Este tipo de historia no es apta para todos, tiene
violencia y lenguaje explícito, por lo cual se recomienda no leer a menos de 21
años o personas sensibles.
Dedicatoria
Amar a alguien que sabes que ni te mira puede resultar doloroso, estoy
destinada a ser una mujer de la mafia, la madre de alguna familia, mi destino fue
sellado desde que nací, así como el de muchas que nacemos en el seno de la
Cosa Nostra. Mi padre decidió que me convertiría en la esposa de Matteo
Spadaro, todo está listo para que suceda cuando cumpla los diecinueve años,
apenas tengo quince y él me mira como si fuera una niña de unos nueve.
Entiendo que él ha visto miles de sábanas y cuerpos femeninos. La virginidad
es importante, es la prueba de la educación que tus padres te dan. Lo sé, claro
que lo sé, que en los varones no importa. Sin embargo, un hombre de honor debe
respetar y venerar a su pareja, serle fiel, ya que uno que sea infiel a la mujer que
cuida a sus hijos, no es fiel a ninguna organización.
Mis hermanas mayores saben cuáles son sus deberes, mi madre se encargó de
que tuviéramos la educación correcta. Allegra, mi hermana mayor por diez años,
está casada con Adriano, il sottocapo de mi padre, es el hijo que este no tuvo,
aunque muchos creemos que Valentino, su ahijado, puede tomar el puesto de
Don, cuando mi papá muera. Beatrice está comprometida con un político veinte
años mayor que ella, pronto se va a casar con Marco Puzo por supuesto que es
un corrupto que le debe favores a la mafia, este matrimonio es una transacción
comercial, ya que con ese acto mi padre afianza su ayuda en asuntos de los que
no tengo idea, pero que estoy segura ayudarán a la familia y la organización.
“Las mujeres nunca podrán intervenir en los negocios de los hombres…” Se
lo he escuchado tanto a mi padre como a Dante Spadaro en las cenas familiares.
El papel de la esposa es el hogar.
Por eso es que muchas veces envidio a Valentina Lombardo, la monarquía de
La Cosa Nostra como muchos se burlan, ellos han dejado que su hija menor viva
en paz, se rumorea que será la esposa de Angelo Vitale, solo porque su padre es
uno de los grandes amigos de Il Capo di tutti i capi, Vito Lombardo. Es de
conocimiento general que Angelo es amigo de Maurizio, el hermano de
Valentina.
Todos conocen a Vito con el sobrenombre Diabolik de su admirado personaje
de cómic italiano. Y los hermanos Lombardo —Alessandro que es ahora es
caporegimen y Maurizio que es un numerale—, son el premio mayor para todas
las mujeres de la mafia, pero ninguno de los dos se compara a él.
Matteo Spadaro.
Sus cerca de dos metros de altura, su piel bronceada, sus ojos de color negro,
su cabello casi de color ébano, su sonrisa que es capaz de desarmar a cualquier
mujer, tengo que respirar muy lento, recuperar los latidos de mi corazón el cual
parece que va a salirse de mi pecho. Y lo sé; lo sé, soy una niña consentida que
cree que está enamorada, pero de verdad lo estoy completamente, me pertenece,
soy suya desde el mismo día que anunciaron nuestro compromiso. Por supuesto,
él solo sonrió con lástima y me observó de arriba abajo, él, un hombre de casi
treinta comprometido con una joven a la cual le dobla la edad. Sin embargo,
nuestras familias saben que soy perfecta para él y que estoy educada para ser una
mujer de la mafia.
Nuestra familia no pertenece a las cinco que están a lo alto del concilio,
somos unos asociados, pero los más respetados. Los negocios son primero, hasta
para nosotras que somos mujeres, mi padre no tuvo herederos, sin embargo,
Adriano Bianco ha demostrado que puede ser ese hijo que no tuvo, es su ahijado
y algo que toman los italianos muy en serio, es el sagrado vínculo del
padrinazgo.
Mi madre entra a mi habitación y me informa:
—Los Spadaro están aquí.
Exhalo nerviosa y cierro los ojos por unos segundos, cuando vuelvo a abrirlos
me observo en el espejo. Hoy es mi cumpleaños número dieciséis, faltan tres
años para convertirme en la mujer de Matteo, cuento los días para saber que
estaré entre sus brazos.
—Ya bajo… —musito.
—Chiara —murmura molesta mi madre—, tengo que advertirte que la ha
traído, se ha atrevido a traerla.
Violleta Scordato, todos dentro de nuestra sociedad la tienen como una mujer
fácil y que no vale la pena. Desde hace unos meses se corren rumores de que
Matteo la está viendo, pero atreverse a traerla es mucho, esto es un insulto a
todos nosotros. Me levanto y aliso mi vestido, escondo mi corazón roto tratando
de sonreír, poniéndome la máscara de la italiana perfecta, se me da fácil, pues
algo que sé hacer desde niña es fingir que estoy bien, cuando en realidad es todo
lo contrario.
—Seguro tiene alguna buena razón para traerla.
—¡Por Dios, Chiara! —chilla mi madre irritada—. Esto es una falta de
respeto intolerable para nuestra familia.
No contesto, no quiero amargarme más un día que debería ser feliz, pero
ahora me temo lo peor. Bajamos y casi todas las familias más importantes de la
organización están aquí, menos los Lombardo que pasan días fuera de Sicilia por
negocios. Todos me felicitan, me entregan sobres con dinero en efectivo, hasta
que mis padres prácticamente me arrastran hasta donde está él, se encuentra de
espaldas discutiendo con su padre. Sin embargo, logro escuchar cuando le
asegura:
—Nunca haré a Chiara San Filippo mi esposa, padre. —Respira hondo y
Dante me observa percatándose de mi llegada—. No estoy interesado en criar a
una niña consentida.
Tres, dos y uno… Me quedo paralizada, mis padres se tensan a cada lado.
Observo a Violleta Scordato alejada y puedo darme cuenta qué ve en ella, todo
lo que en este momento yo no puedo ofrecerle. Me aclaro la garganta y tanto
padre como hijo nos prestan atención.
—Pequeña, feliz cumple… —me habla Dante, pero lo interrumpo.
—Tampoco quiero ser tu esposa, Matteo, pero a diferencia de ti, no tengo
elección.
—¡Chiara! —exclama mi madre horrorizada.
Levanto mi rostro, sus ojos negros se cruzan con los míos de color de
avellana y esboza una sonrisa burlona. Por dentro siento una opresión que no me
deja ni respirar, pero nunca me dejaré humillar por nadie. Le echo un vistazo a
Violleta y sonrío.
—Que sean muy felices… —Alzo mi rostro y dibujo en mi rostro la misma
sonrisa mordaz—. Espero que el compromiso se rompa ahora mismo, para que
puedas casarte con esa. —Señalo en su dirección y la miro de arriba abajo, soy
mejor mil veces—. Dante… —Me giro con la frente en alto y un corazón roto en
mil pedazos.
Si alguna vez imaginé que podría tener un amor platónico, no les miento,
nunca pensé que sería Matteo, porque no puedo dejar de mentir que sus dos
metros de altura y sus ojos negros me enamoraron desde hace años, cuando no
me era permitido amar. No obstante, soy una San Filippo y si él no puede verlo,
pues espero que tenga una vida larga y feliz junto a la mujer que ha escogido.
La cena de mi cumpleaños es la más amarga que puedo tener, cuando todos se
van, salgo corriendo a mi habitación. Me sigue Beatrice, me lanzo sobre mi
cama a llorar como nunca imaginé.
—¡Chiara! —me llama con voz preocupada y siento cómo se hunde la cama
por su peso—. Verás que nuestro padre…
—No, no, no… —sollozo y levanto mi rostro, observo a mi hermana que me
mira con lástima—. Matteo Spadaro ha muerto para mí.
Sentencio con la seguridad de que cuando me encuentre con él, voy a guardar
mis sentimientos, no demostraré que me ha humillado, pero sobre todas las
cosas, con el tiempo voy a demostrarle que nadie, absolutamente nadie,
desprecia a Chiara San Filippo.
Capítulo 1
MATTEO SPADARO
Actualidad
Detonaciones, disparos y todo lo que era tranquilo hasta hace un segundo, se
vuelve un caos. Los hermanos Lombardo se lanzan como unos linces sobre su
familia mientras ayudo a Salvatore a llevar a Alessio dentro de la casa.
—Estoy bien —nos asegura.
De su hombro emana sangre, se levanta tocándose y niega.
—¡Maldición! —vocifera Salvatore mientras sostiene a su mejor amigo—.
No es hora de hacerte el héroe, Alessio, estás herido.
—Me importa una mierda —contesta.
Alessandro aparece junto a Maurizio, las chicas y los niños. Se queda
mirándonos y exhala cansado.
—Las llevaremos a mi despacho, Giovanna sabe lo que tiene que hacer —nos
informa.
—Pero, Alessandro, por favor —rebate Giovanna asustada.
—Ve con Maurizio —le ordena, sé que debe estar pensando que ella espera a
su tercer hijo.
—Alessandro… —lo llama.
Su voz y toda ella demuestran que tiene miedo, entiendo completamente su
desesperación. El menor de los hermanos Lombardo toma a las mujeres y todos
cuidamos su espalda. Alessio entra con ellos y le murmura algo a Salvatore. Nos
quedamos junto a unos pocos numerales cuidando la puerta. Esta parte de la
finca es segura y parece que están a salvo, ya que el jardín parece una guerra.
—Quien sea voy a asesinarlo con mis propias manos —amenaza Alessandro
—. En mi casa nadie rompe la paz.
Salvatore me echa un vistazo mientras no dejo de ver los dos flancos por
donde pueden atacarnos. Maurizio sale sin Alessio, ahora comprendo que el
mejor amigo de Luciani no va a dejar a las mujeres tan fácilmente.
—¿Estarán bien? —pregunto.
—Lo estarán —asegura Alessandro.
Salimos y cuando cruzamos el pasillo que nos lleva al salón un grupo de
hombres comando se atraviesan.
—¡Maldita sea, son polis! —grita Salvatore.
Los cuatro nos miramos y asentimos al mismo tiempo. Sin miedo a nada
comenzamos a disparar. Esto nunca había sucedido, últimamente creíamos que
estábamos a salvo de la ley, hemos comprado a muchos políticos y la unión con
la ‘Ndrangheta ha dado buenos resultados.
Nuestros numerales no dejan de luchar por nosotros y eso es algo que nunca
dejaré de agradecer. Ellos están provistos de escudos y chalecos antibalas,
mientras nosotros tenemos trajes italianos hechos a la medida, pero nada eso nos
impedirá matarlos a todos y después sentarnos sobre sus cadáveres a tomar una
copa de un buen vino tinto.
Detonaciones de explosivos y disparos, muchos hombres caídos, pero hemos
llevado a los ilusos a nuestros terrenos. Alessandro ha logrado llamar a nuestros
aliados, cuando nos damos cuenta de que es parte de la policía italiana y su jefe
es nada más y nada menos que Flavio Ginoble.
—¡Alto al fuego! —grita.
Alessandro se abalanza sobre él y lo golpea, mientras nuestros numerales los
apuntan. Solo que no saben qué tipo de enemigo ha despertado. Flavio es uno de
nuestros hombres, así que ha cruzado el límite que lo mantenía con vida. En los
negocios no hay nada más divertido que cuando un policía no recuerda cuál es su
lugar. No hay nada escrito que nos diga que no pueda matarse a un policía. Es
como el refrán siciliano:
“Togliersi una pietra dalla scarpa”. [1]
—¿A qué coño juegas? —pregunta Maurizio cuando logra quitarle a su
hermano de encima.
—O tiran sus malditas armas o van a terminar con las cabezas empaladas y
mostradas en Palermo para que recuerden a la policía que con Alessandro
Lombardo nadie se mete.
Alessandro les advierte y yo sonrío.
—Era una pequeña broma a ver si estaban preparados —se burla Flavio
desafiándolo—. El FBI está pisándote de los talones.
Salvatore suelta una carcajada para mi asombro, esto no es una prueba, esto
es un desafío y Flavio desea demostrar algo. Sabía que aquí estarían ellos con
sus familias, lo más sagrado para Alessandro son su mujer y sus hijos, en el
preciso momento que se le ocurrió esa idea.
—Estás muerto, maldito —se burla Salvatore.
—Soy parte de la Cosa Nostra, no pueden…
—¡Neutralícenlos! —ordena Alessandro.
Una nueva ráfaga de disparos es liberada para que logremos lo que deseamos.
Alessandro se acerca a uno de los polis y para nuestra sorpresa saca un cuchillo,
el hombre tiembla cuando se posiciona detrás de él y lo toma por el cabello.
Flavio Ginoble está de rodillas frente a todos sus hombres. Sonrío cuando lo
degüella de un solo movimiento, preciso, certero, limpio… hermoso, la sangre
brota de su garganta y al terminar lo tira en el suelo, con un pañuelo que saca de
su traje, va limpiando la hoja mientras se acerca al maldito traidor. El ambiente
es tenso, con el pesar de la violencia que Lombardo irradia.
—Te pagaba para obtener información, nada más. —Lo apunta con el
cuchillo—. Nunca entenderán el poder que poseo, pero esta noche te lo voy a
demostrar.
Salvatore me da un codazo.
—De fiesta infantil a carnicería policial, un día con los Lombardo siempre es
divertido.
Pongo los ojos en blanco, pero esto es algo más y sé que no es Flavio Ginoble
tratando de desafiarnos, esto tiene un trasfondo, creo que a larga todo nos traerá
problemas.
*****
Torturar es lo de Maurizio, creo que a lo largo de los años Alessandro y yo
hemos tenido que aprender a ser más calmados, más analíticos, sabemos mostrar
nuestro lado oscuro cuando debemos para así demostrar que con nosotros no se
juega, pero en este tiempo con los hermanos y Salvatore, todos nos dimos cuenta
de que el menor de los Lombardo es un artista de la tortura.
Flavio está inconsciente en la silla mientras Maurizio se acerca a Ale, todo
sabemos que vendrá por instrucciones. Se prepara para hacer lo que su jefe le
indique, así como todos, podremos tener voz de mando, pero Il Capo di tutti
Capi es quien tiene la última palabra.
—No puedo creerlo, que Adriano… —murmura Maurizio.
Niego, si esto es cierto los San Filippo están en problemas. A mi mente se
viene una morena de ojos marrones, Chiara es el error más grande de mi vida.
Tengo que hacerme responsable de ella.
—¿Le dará un golpe a su propio suegro? —pregunto tratando de colocar el
beneficio de la duda.
—Hemos visto cosas peores a lo largo de los años —contesta seguro
Alessandro. «Espero que los San Filippo no sean traidores», pienso—. De Igual
forma espero que Adriano esté haciéndolo por sí solo, porque…
—Chiara está bajo mi protección —les advierto.
Los hermanos asienten, no sé de dónde salió eso, pero lo único de lo que
estoy seguro es de que si la Familia San Filippo es una traidora, por ella soy
capaz de irme al mismo infierno.
Maurizio se aclara la garganta.
—Algo no me cuadra, puedo torturarlo un poco más, pero… —Se rasca la
barbilla—. No sé, Flavio puede estar inculpándolos…
—Matteo, llama a Gianluca y ponlo en altavoz —me ordena Ale.
Asiento, el móvil cae directo a la contestadora, hasta que escuchamos los
gritos de Giovanna. Maldita mujer que no se puede quedar en la casa,
Alessandro tiene la paciencia de un santo para la esposa que escogió.
—Let me go! You fucking idiot! —Que hable en inglés solo puede significar
una cosa, está fuera de sí—. Soy Giovanna Lombardo.
Alessandro pone los ojos en blanco, se gira y cuando su mujer aparece se
acerca a ella para tomarla del brazo.
—Regresa a arriba —le ordena.
—Tienen a Chiara —informa en voz alta, se asoma y me mira—. Adriano
Bianco se ha alzado contra su padre y la tiene.
Cierro los ojos y maldigo mentalmente.
—Voy por ella.
Camino decidido, sin embargo, al pasar al lado de Alessandro me detiene y
niega mirándome a los ojos.
—Vamos, pero hay que reorganizarnos.
Exhalo cansado.
—Ella es mi problema ahora —afirmo provocando una sonrisa en Giovanna.
—¡Ay, por Cristo! —exclama cuando logra ver y se encuentra con Flavio.
—Ve a arriba —repite la orden Alessandro—. Y que no vuelva a suceder…
—Los negocios son de hombres —se mofa soltándose—, pues espero que los
hombres muevan su culo para rescatar a la familia San Filippo.
Se gira y todos la observamos mientras se pierde, los numerales están
acostumbrados a que ella meta sus narices en nuestros asuntos, pero al mismo
tiempo tratan de alejarla. Cuando se ha ido, les advierto:
—Tienen una hora para idear algo, no pienso perderla antes de tenerla…
Alessandro asiente y da dos órdenes, la primera que maten a Flavio Ginoble y
la segunda que debemos reagruparnos para ayudar a la familia San Filippo.
Capítulo 2
CHIARA
Ni siquiera dormimos, porque el desastre que causó Adriano Bianco trajo como
consecuencia que una de las cinco familias deba reestructurarse. Alessandro está
gritando más que nunca, ha perdido completamente los estribos ya que, además,
atentó contra su familia y contra nosotros.
—Matteo, necesito saber quién más está detrás de esto…
Asiento y le contesto:
—Supongo que sabes que no soy yo…
Me fulmina con la mirada y se sienta en el sillón, pasamos meses difíciles,
pensamos que por fin habíamos limpiado la organización, pero supongo que no
sabemos quién es el verdadero traidor. Lo que no sabe él, es que todo en la mafia
es un maldito boomerang que se devuelve cuando menos lo piensas, para hacerte
pagar todo lo que haces.
—¿Qué sabes de Leonardi? —me pregunta.
—Ha presentado sus respetos, ha puesto a disposición sus hombres al igual
que el chico.
Asiente.
—Massimo es igual que Santino, es fiel a nosotros. Está de regreso de
Filicudi y me ha avisado que trae a más hombres.
La puerta se abre, los dos nos giramos, Maurizio y Salvatore entran riéndose,
a pesar de llevar ropa negra esta aún está mojada y sabemos que es sangre. Estos
dos hombres comparten la misma pasión, torturar.
—Maurizio… —lo llama Alessandro—. ¿Qué me traes?
Este sonríe y se sienta justo a mi lado, mientras Salvatore se queda a un lado
mirando su cuchillo.
—Adriano está asociado con unos idiotas de Corleone, así que no te
preocupes, que a los que han cantado como canarios los hemos engañado y les
hicimos creer que están a salvo, pero si esto es cierto, son los mismos que están
detrás de la muerte de Santino y ahora de Gianluca.
Me levanto y me quedo mirando a Alessandro.
—Me retiro, mañana vendré y luego me iré con Chiara.
Maurizio se ríe burlándose.
—Pensé que te había dicho que no —comenta con sorna.
—No tiene opción.
Salvatore suelta una carcajada y mofándose:
—Yo que tú duermo con un ojo abierto, la chica demostró que es capaz de
todo.
Cuando giro me encuentro a Alessandro riéndose también, los tres idiotas se
están burlando de mí. Exhalo cansado y me siento de nuevo.
—Ya que estamos los cuatro, puedes ofrecernos un buen coñac —le sugiero.
—No faltaba más —contesta Maurizio y se levanta—. No te preocupes,
hermanito, que sé muy bien dónde lo escondes…
El mencionado pone los ojos en blanco.
—Te sugiero que la dejes unos días aquí, además, creo que a estas alturas
tienes que haberte dado cuenta de que no la tienes fácil con Chiara —señala
Alessandro.
—Lo sé…
Maurizio le entrega un vaso a su hermano mientras Salvatore me entrega el
mío y tomo el asiento que dejó hace segundos el menor de los Lombardo.
—¿Estás enamorado de ella? —averigua Maurizio.
Y no tengo una respuesta para esa pregunta, sé que siento algo por Chiara,
que hace tiempo la considero algo más. Ella fue uno de esos pensamientos que
me sorprendieron cuando estuve a punto de morir, pero hace tiempo entregué mi
corazón y fui traicionado. Estoy seguro de que la chica es diferente, que no es
Violleta, solo que… que definitivamente estoy seguro que pueda amar de nuevo.
—No sé qué es lo que siento por Chiara, pero lo único de lo que estoy seguro
es que no supe reconocerla cuando tuve la oportunidad.
—Bueno, tengo que recordarte que Chiara ahora está bajo mi protección y la
de Giovanna, así que por tu bien, espero que sepas comportarte porque no sé
cómo vaya a reaccionar mi esposa.
Sonrío.
—Una vez te dije que me casaría con una mujer que tuviera las pelotas que
tiene tu esposa, pues creo que la he encontrado.
—Entonces es momento de que luches por ella.
Asiento y me tomo de un solo trago el coñac, coloco el vaso sobre el
escritorio y me levanto. Es momento de que regrese a mi casa, ya que en pocas
horas tenemos que estar activos. Además, desde que Wolfang me secuestró no
tengo paz, sé que es cuestión de tiempo que aparezca y trate de asesinarme, pero
antes lo haré pagar todo lentamente.
Los dos tenemos asuntos pendientes, nunca me imaginé que después de que
lo acogiera como a un hermano, siempre fuera él, el único que me había
traicionado. Violleta Scordato solo fue una pieza en el enorme tablero de ajedrez
que el maldito juega contra mí. Hace mucho tiempo aprendí que en esta vida
estaba solo, sin embargo, desde que asumí ser el Don de mi familia y trabajar
con los Lombardo, entendí que muchas veces sí es posible encontrar amigos en
este mundo.
*****
Mis hombres y las familias que integran la mía son fieles a los Spadaro, mis
ancestros provienen de una de las islas de Sicilia, nos establecimos en Palermo
por asuntos de negocios, pero de vez en cuando siempre volvemos a casa.
No he dormido en toda la noche pensando en lo que sucederá hoy en casa de
Alessandro, sé muy bien que Chiara se opondrá a venir a aquí, sin embargo,
pienso que para poder descubrir lo que siento por ella, necesito convivir y tenerla
a mi lado. No soy un hombre que ruega, así que va a tener que amoldarse a mis
modos, porque a final de cuentas me pertenece y solo es cuestión de que la tenga
en mi cama todas las noches para que se dé cuenta de ello.
Cierro los ojos imaginando sus labios en mi polla y me masturbo, imagino
que entro en su boca y sus ojos se escuecen cada vez que me clavo hasta que no
pueda respirar. Y en todo lo que pienso es tenerla debajo de mi cuerpo, poder
tocarla y hacerla mía, que me suplique que la haga llegar al placer. Me corro con
su nombre en mis labios, me levanto para tomar un baño y vestirme.
Tomo uno de mis trajes y recuerdo que debo ir a la ciudad para enviar a hacer
algunos con mi sastre en Roma, creo que Chiara se distraerá si puedo llevarla a
un viaje por el Mediterráneo, que olvide lo que sucedió en su casa y pueda
acostumbrarse a mi presencia.
Bajo hasta el comedor y me encuentro a mi primo Andrea tomando una taza
de café, tomo siento a la cabecera de la mesa.
—Tenemos problemas, la familia de la chica no desea que te acerques a ella.
Pongo los ojos en blanco.
—Su madre va a tener que aceptarlo, lo quiera o no, Chiara es mía.
Andrea niega.
—Suponiendo que todo lo que se dice ella es cierto, sería buena idea que
buscaras a una persona más idónea para ser tu compañera.
Fijo mi mirada en él, lo fulmino con ella y se remueve incómodo ya que sabe
que ha cometido el peor error de su vida, decirme qué debo hacer cuando no
debe.
—¿Qué se dice de ella? —pregunto alzando mi taza de ristretto.
—Matteo, te conozco desde hace muchos años y sé que nada de lo que te diga
te hará cambiar de opinión, pero se corre el rumor de que es igual que Violleta,
que estuvo con varios numerales de su familia y por supuesto que era el dolor de
cabeza su padre.
Asiento, tengo ganas de partirle la cara y me levanto, ajusto los gemelos de
mi camisa mientras lo observo.
—Chiara nunca será como Violleta, al próximo que vuelva a hablar de ella le
pegas un tiro, porque será la señora de Spadaro y es algo que debió hacerse hace
mucho tiempo.
No lo dejo decir nada más, cuando salgo me envía todo lo que ha averiguado
del ataque de anoche. Sé que solo hace su trabajo, por algo es mi consiglieri, sin
embargo, hay asuntos en los que no debe entrometerse y mi próxima relación
con Chiara es uno de ellos.
Me subo a mi auto, una de las cosas que más disfruto en el mundo es la
velocidad, me encanta apretar el acelerador hasta el fundo y perderme en las
carreteras serpenteadas de Sicilia.
Este es un Lamborghini, una serie limitada del modelo Aventador, su motor
V12 es increíble. Ya deseo tener a Chiara a mi lado mientras recorro las
autopistas. Nunca imaginé que después de Violleta podría si quiera pensar en
tener a una mujer a mi lado, pero esta chiquilla que me puso en mi lugar en su
momento cuando tuvo que alejarse de mí, ha sabido cómo meterse dentro de mí.
No supe reconocer a mi Bella cuando la tuve en frente de mí, pero, así como
la Bestia, haré todo lo que esté en mis manos para tenerla a mi lado.
El mundo me pertenece y Chiara San Filippo no será la excepción.
Capítulo 4
CHIARA
—No puedes seguir aquí —me reclama mi madre entre dientes—, tampoco
puedes acercarte a Matteo Spadaro.
Cuando vino a verme para avisarme que el funeral de mi padre será en una
semana, no pensé que se atrevería a tanto. No pienso volver, en el momento en
que esquivó mi mirada avergonzada cuando Adriano me dijo que era la puta de
la familia, ocasionó un dolor que me traspasó el alma. Al menos tengo la
satisfacción de que asesiné al maldito con mis propias manos, pero el que más
me duele por supuesto es la decepción.
—No puedes pedirme nada, madre, recuerda que soy la puta de la familia y
deberías saber que hago lo que deseo.
Palidece, consideraba a mi mamá mi mejor amiga.
—¡Chiara! —chilla y me toma por el brazo—. No puedes ser tan estúpida
como para acostarte con Matteo Spadaro, él te rechazó cuando debió ser tu
esposo.
Pongo los ojos en blanco y me río, mi madre reacciona de una manera que me
deja sin palabras. Me da una bofetada y caigo sobre el mueble. En ese preciso
instante entra Matteo que la asesina con su mirada.
Me levanto y le grito:
—¡Estoy muerta para ustedes! —Spadaro camina hacia mí—. ¡Muerta!
Repito y abre sus ojos sorprendida, siempre fuimos ella y yo, nunca he
escondido lo que soy. Mi padre me respetaba porque era capaz de mostrarme tal
cual, aunque digan que fui su dolor de cabeza más grande.
—Chiara… —musita haciéndose la víctima.
—Ya escuchó, señora, Chiara no irá con usted. —Matteo se acerca y se
posiciona a mi lado, me ayuda a levantarme y toma mi mano. Una corriente
eléctrica me traspasa, tan solo un toque y es capaz de estremecerme de los pies a
la cabeza—. Dadas las circunstancias de su familia, soy la mejor opción para
todos ustedes, así que esa actitud digna no le queda, su hija será mi mujer y
nadie podrá evitarlo. —Alza sus hombros—. Esto es lo que deseaban mi padre y
Gianluca.
Me suelto y comienzo reírme, pero se convierte en una carcajada estridente.
Giovanna entra en ese preciso momento y todos me observan como si me
hubiera vuelto loca.
—¿Recuerdas mi cumpleaños? —le pregunto a Matteo—. Porque yo sí y no
olvido tus palabras en las que asegurabas que nunca sería tu esposa. —Los
observo a ambos—. En este momento, no deseo tener cerca a ninguna de los dos.
Matteo palidece, pero como buen maestro del engaño vuelve a tener su rostro
impasible.
—Alessandro y yo hemos decidido… —Comienza a decirme Matteo, pero lo
interrumpen.
—Alessandro no ha decidido nada —lo desmiente Giovanna.
Pongo los ojos en blanco.
—Lo único de lo que estoy segura en este preciso momento es de que no
volveré a casa de los San Filippo y tampoco me iré contigo. —Lo miro en un
claro desafío—. Acabo de perder al único ser humano que me ha amado, así que
necesito estar con las personas que me ayudarán a superarlo. —Sonrío triste y
me dirijo a mi madre—: No te preocupes, voy a ser la hija perfecta para
mantener las apariencias, pero al terminar el funeral, no quiero saber más de
ustedes.
—Entonces no recibirás más dinero de nosotros —advierte ella.
Alzo mis hombros.
—No me importa.
—¡No creo que los Lombardo cumplan todos tus caprichos! —me grita
desesperada.
—No asegure nada, Chiara es una de nosotros ahora… —afirma Giovanna.
Salgo del salón mientras los escucho discutir, voy hasta el patio y me
encuentro con Marena que juega con Vito. No soy tan unida a ella como lo soy
con Giovanna, sin embargo, me gusta su compañía, muchas veces me sorprende
la madurez que posee. Percibe mi presencia y alza su mirada, sonríe, puedo
apreciar que el gesto es genuino.
—¿Ya se fue tu madre? —me pregunta.
Exhalo cansada y me siento a su lado.
—Está discutiendo con Gio y Matteo…
Pone los ojos en blanco.
—Supongo que le informaste que no volverías a casa —comenta dándole
papilla al niño—. No tienes por qué volver, aquí tienes un lugar, te lo hemos
dicho.
Asiento y suelto un sollozo.
—No puedo creer que mi familia…
—Muchas veces son ellos los primeros que nos traicionan, solo mira lo que
hizo mi tío…
Ella y yo crecimos en este mundo, sabemos cuál es nuestro lugar. A diferencia
de mí, Marena fue educada para otra misión de vida, pero la mía fue convertirme
en una matriarca de alguna familia importante.
—Marena, ¿podrías dejarme a solas con Chiara?
La voz de Matteo me hace temblar, nunca he llorado en público y desde la
muerte de mi padre algo abrieron en mí. Ella me sonríe y se levanta con Vito, se
acerca para darme un beso en coronilla y me susurra:
—Nos tienes, eres una de nosotras.
Esas palabras me calman, sé que puedo contar con Giovanna y con Marena,
pero se suponía que no debía estar llorando en este momento. Matteo espera
hasta que se aleja y se sienta a mi lado, me quedo mirando al frente.
—Sé que no soy lo que alguna vez pensaste, pero te estoy ofreciendo la
manera de salvar tu culo —espeta molesto y me toma del mentón para obligarme
a mirarlo, sus ojos castaños me traspasan y quiero golpearlo—. Todos
cometemos errores, no soy un Romeo, tampoco soy un hombre normal, pero tú
tampoco eres cualquier mujer. —Esboza una sonrisa—. Mi padre sabía que eras
la mujer para mí, no supe verlo en su momento, sin embargo, ahora lo puedo
notar, así que debes entender que no tienes escapatoria, porque serás la señora
Spadaro tarde o temprano.
Me zafo de su agarre.
—¿Sabes, Matteo? —reviro y presta toda su atención—. Cuando me enamoré
de ti, pensaba que eras para mí, pero aquella afirmación de hace años partió mi
corazón en miles de malditos pedazos y supe que eras un idiota, ahora me tratan
como lo hacían con ella, soy una puta según mi familia, ¿te vas a casar con una?
Se levanta y me toma del brazo con fuerza, me hala llevándome hasta
pegarme a su cuerpo, su aroma se cuela por mis fosas nasales cuando respiro
hondo. Puedo ver su pecho bronceado a través de la abertura de su camisa.
Matteo Spadaro huele a peligro y sangre combinado con pasión. Sé que soy una
loca, pero estoy segura de que este hombre es capaz de partirme el cuello si lo
engaño y también es capaz de hacerme volar.
—No vuelvas a llamarte puta en mi presencia —me ordena—. Recoge lo que
tengas, te vienes esta misma noche a mi casa. —Me sorprende cuando saca del
bolsillo de su pantalón un anillo, toma mi mano y lo desliza en mi dedo anular
—. Eres mi prometida, Chiara, y quiero que tomes tu lugar.
Me quedo estupefacta por unos segundos y trato de recobrar el control.
—¿Cuál es mi lugar? —averiguo.
—Ser mi mujer… —Se acerca lentamente y sus labios rozan los míos, cierro
los ojos esperando su beso y se ríe, el muy maldito se ríe burlándose de mí,
vuelvo a abrirlos y puedo ver la diversión reflejada en los suyos—. Va ser todo
un placer domesticarte.
—Eres un maldito…
—El maldito que te hará su mujer cada noche hasta el fin de tus días.
Se va dejándome con la palabra en la boca, maldigo mentalmente. No tengo
opción, he llegado al punto en que necesito de la protección Matteo para
sobrevivir. Mi madre va a quitarme todo y, para ser sincera, no sé ni freír un
huevo. Observo el anillo en mi mano, estoy aceptando al hombre que amo y odio
al mismo tiempo, porque no puedo negar que todavía siento ese amor juvenil que
nunca pudo ser.
De lo único que estoy segura es de que lo haré rogarme, será mi manera de
vengarme.
*****
—No tienes que irte —me asegura Giovanna.
Sonrío acariciando su vientre y mirando a Valentina —a esta edad me
imaginaba llena de niños—, la verdad es que es lo único que puedo hacer y es
que honestamente no tengo escapatoria. Fuimos educadas de forma diferente, a
mí me enseñaron a obedecer y saber diferenciar lo que me conviene de lo que
no. Llevo a mi cultura demasiado hondo.
—Tengo, aceptemos que ahora no tengo nada y si deseo que mi familia no
sufra por lo que hizo Adriano, me toca casarme con Matteo.
Ella pone los ojos en blanco cansada, se sienta en la cama para dormir a
Valentina.
—Adoro a Matteo, no voy a negar que mi idea era que ustedes estuvieran
juntos, pero ahora no sé si es lo mejor para ti.
Me siento a su lado y me quedo mirando al frente.
—Lo amo, Giovanna, pero me da terror que solo sea una obsesión para él,
que todo esto se acabe después de que le abra las piernas. —Respiro hondo—.
Los hombres de honor fueron educados para respetar a sus esposas, mas no para
amarlas.
—Alessandro me ama y estoy segura de que Matteo siente algo por ti.
—Los Lombardo son la excepción de la regla para todo, permíteme decirte
que cuando se supo que te habías casado con Alessandro, te convertiste en la
mujer más odiada de la organización.
Resopla.
—Son tonterías, Alessandro dista mucho de ser perfecto y si no me amara
como lo hace, ya me hubiera golpeado y matado.
—Bueno, tus padres te educaron para ser una señorita y no una mujer de
mafia, sin embargo, te has adaptado muy bien a tu puesto.
Suspira.
—Chiara, ten en cuenta algo… puedes quedarte aquí, tienes opciones y te las
estoy dando, Alessandro le ha dejado claro a Matteo que estás bajo nuestra
protección, pero te lo recuerdo porque parece que te niegas a entenderlo. —
Suelta un sollozo—. Yo no tengo más familia que ustedes, no tengo hermanos, a
mi madre se la ha tragado la tierra y sabes muy bien lo que sucedió con mi
padre. —Me quedo observándola, todo el peso de su historia ha ensombrecido su
rostro, todavía no puedo creer lo cruel que ha sido la vida con ella—. Marena y
tú son muy importantes para mí.
—Gracias, Giovanna, y ten por seguro que ustedes lo son para mí, pero me
toca aceptar mi destino, el mismo que fue planeado para mí al nacer.
Capítulo 5
GIOVANNA LOMBARDO
Chiara entra a mi casa y se queda mirando todo, lleva un hermoso vestido que
tapa sus piernas kilométricas, pero deja al descubierto toda su espalda. Su
cabello está recogido en una coleta alta. No sé cómo explicarlo, pero sé que ella
pertenece a este lugar.
¿Cómo no supe verlo?
Violleta abrió una ventana, una vía para entrar a mi corazón y como Adán
probé de la manzana prohibida pensando que estaba enamorado. La realidad es
que nada de lo que sentí por ella, se compara a lo que estoy sintiendo cada vez
que esta morena está cerca.
Me acerco sigilosamente a Chiara, colocando mis manos sobre sus hombros
desnudos, bajando en una caricia hasta las suyas, las entrelazo para abrazarla por
la cintura desde atrás. Suelta un suspiro y susurro en su oído:
—Estamos tan cerca y me muero por besarte… —Una mano sube y acaricio
con mis dedos su cuello—. Nunca me he sincerado de esta manera, pero te deseo
a mi lado, busco confiar en ti, necesito hacerlo y no me importa nada más que
tú… —Dejo un beso entre su oreja y su cuello—. Solo tú. —Su aroma es
embriagante—. Comienzo a perder la razón imaginándote, imaginándonos…
—Matteo… —balbucea mi nombre.
—Eres mía, Chiara, y no supe verlo cuando debía.
Se zafa de mi agarre y gira para mirarme, puedo ver en sus ojos la rabia que
le causan esas palabras. Entiendo que me odie, pero poco a poco irá cediendo,
puedo también leer esa lucha interna, me ama y al mismo tiempo desea hacerme
pagar.
—¿Dónde dormiré? —pregunta.
La tomo de la cintura y ella sostiene su respiración, el maldito escote me
muestra el nacimiento de sus senos. Acaricio el canalillo entre estos y me acerco
a sus labios.
—En mi cama —contesto.
Se ríe.
—Deberías esperar a la noche de bodas —se burla alejándose de nuevo.
Cierro los ojos y exhalo cansado, no estoy dispuesto a soportar sus niñerías y
creo que para la edad que tiene debería dejar esa actitud infantil.
—Vas a dormir en mi cama, en mi habitación y listo. —Me acerco a ella y la
tomo del brazo fuertemente—. No soy un niño y tampoco un hombre al que vas
a manipular con tus berrinches de niña consentida.
Me fulmina con la mirada mientras en su rostro esboza lentamente una
sonrisa.
—Como quieras, querido…
Se gira y va directo al salón, me masajeo la sien con mis manos. Cuando dejo
de escuchar sus pasos doy órdenes para que sus cosas estén en mi habitación.
Tengo asuntos que atender, ya lo haré con ella en su momento.
*****
Abro la puerta y cada célula de mi piel se enciende al encontrar a Chiara en
lencería mientras coloca crema hidratante en su piel. El batín de seda está
completamente abierto, me permite ver el valle de sus senos, la ropa no deja
nada a la imaginación y mi polla se despierta.
Al verme se lo cierra, se anuda la cinta alrededor de su cintura lo que provoca
que sonría. Me desanudo la corbata y la tiro en el piso, cierro la puerta.
—No te escuché —susurra nerviosa.
—¿Por qué te cubres? —pregunto dándome vuelta mientras me quito los
gemelos—. Deberías acostumbrarte, te veré así todos los días por el resto de
nuestras vidas.
Me desabotono con calma hasta despojarme de la camisa, abro el cinturón
bajo su atenta mirada. Muerde su labio inferior, me acerco lentamente y la tomo
por la cintura. Desato el nudo, abro su batín y mis manos recorren sus costados.
—Matteo… —gime cerrando los ojos.
Me acerco a su cuello y lo lamo, lo beso subiendo lentamente. Jadea echando
su cabeza hacia atrás y disfruto la sensación de poder que me da el que su cuerpo
reaccione ante mí.
—Eres perfecta, Chiara, y muero por tenerte…
—No —pronuncia de golpe y se suelta alejándose de mí—, no voy a abrirte
las piernas tan fácilmente, a pesar de lo que toda la maldita sociedad se encarga
de repetir, no soy una puta que cae rendida ante Matteo Spadaro.
Esa maldita palabra en sus labios me saca de mis casillas, trata de alejarse y
poner distancia, pero soy más rápido. La tomo por el brazo y ella gime de dolor
cuando clavo mis dedos, así que me controlo para no lastimarla.
—No vuelvas a repetir que eres una puta.
Trata de reírse y suelta un sollozo.
—Todos piensan que lo soy, así que no dudaría que tú también lo hicieras.
—Chiara, yo no…
—Me convertí en todo lo que odiaba.
Niego con mi cabeza sin entenderla, no me deja hablar cuando se abalanza
sobre mí y me besa con pasión desmedida. Me olvido de lo que estaba por
decirle y la levanto, Chiara enreda sus piernas a mi alrededor, todo se enciende y
a ciegas la llevo a la cama, porque me temo que, si dejo de corresponderle, huirá
lejos de mí.
He disfrutado de mi soledad por mucho tiempo, pero esta noche no pienso
dormir. La acuesto y ella gime cuando me muevo frotando mi polla contra su
coño. Mis manos viajan a sus tetas y las aprieto con fuerza, alza sus caderas en
respuesta. Me aventuro a romper el contacto de nuestros labios, sus ojos están
oscuros y sus labios hinchados, muerdo el inferior hasta sentir el sabor metálico
de su sangre. Desciendo dejando un reguero de besos, bajo las copas de su
brasier descubriendo sus pezones, tomo uno entre mis labios y lo muerdo.
Chiara gime, sus uñas se clavan en mis hombros mientras no despega su
mirada de la mía. Esto es todo lo que siempre quise, llevo meses masturbándome
pensando en ella. Lamo, chupo y muerdo sus pezones hasta que quedan
sensibles. Sin embargo, mi mente desea más, darle una clase magistral de placer,
disfrutar de cada rincón de su condenado cuerpo. Lamo su abdomen hasta llegar
al nacimiento de su monte de Venus, desgarro su tanga.
—¡Matteo! —jadea entre excitada y sorprendida.
Mi boca abre los labios de su coño y los míos van directo a su clítoris, lo
succiono provocando un grito de placer. Su humedad me hace saber que me
desea tanto como yo a ella, no puedo evitarlo, esta mujer es mi dulce favorito,
ese que no podía comer cuando me apetecía, pero ahora sí. Saboreo su sexo, mi
lengua la penetra mientras mi pulgar acaricia su botón, todo en coordinación.
Sus jadeos, sus gemidos y cada sonido que sale de su boca es exquisito,
levanta su cadera tratando de tener un poco más de placer y se lo doy cuando mis
dedos entran en su coño, tengo que controlarme al sentir lo apretado que está.
Deseo que se vuelva loca, que disfrute de todo lo que le doy. Chiara explota en
un orgasmo, gritando palabras obscenas. Me encanta verla desenfrenada y
sediento bebo de ella.
Cuando su cadera deja de moverse contra mi rostro, me pongo de rodillas
frente a ella y me abro el pantalón. Sus ojos se abren cuando me levanto y me lo
quito junto a mi bóxer, muerde su labio inferior. Ella se quita lo poco que tiene y
al terminar abre sus piernas, comienza a tocarse mientras observa que me pajeo.
—¿Vas a follarme? —me pregunta divertida.
Me encanta su descaro, subo a la cama y me poso frente a su cuerpo. Tomo su
mano y la llevo hasta mi boca, saboreo su esencia y Chiara gime. Su respiración
se entrecorta cuando chupo uno a uno sus dedos.
—Te voy a follar toda la noche y todo el día, porque necesito sacarte de mi
mente y sentirte realmente.
Abre sus piernas y tengo que reprimir el deseo de entrar.
—No soy virgen, si eso era lo que esperabas —me desafía—. No soy Marena
que fue educada para ser monja y no te iba a esperar toda la vida.
—¡Esa boquita!, me encantará follarla.
Gime y la penetro de una sola estocada, Chiara aguanta la respiración y me
quedo quieto tratando de acostumbrarme a su coño. A pesar de no ser virgen se
siente completamente apretada, sus músculos se contraen tratando de
acostumbrarse a mi intromisión.
—¡Maldita sea! —gimo—. Vas a ser mi perdición.
Me muevo mientras beso sus labios, la penetro con fuerza y beso cada parte
de su cuerpo, sin embargo, quiero dejar algo que le recuerde que es mía. Chupo
su cuello hasta dejarle una marca, no protesta, sus gemidos me alientan y mis
manos se posan en su cadera. Me quedo mirándola mientras entro y salgo de su
coño, ella me observa ebria del placer, sus labios entreabiertos, sus manos
acarician mi espalda y de vez en cuando sus uñas se clavan rasgando mi piel.
Vuelve a correrse y necesito más de ella, me giro con Chiara, quien suelta un
grito de sorpresa. Busco mi polla y la penetro, gime clavando sus uñas en mi
pecho. Comienza a moverse como una maldita amazona. Acaricio sus tetas
mientras se mueve.
—Eres mía, repítelo —le ordeno.
Ella me observa con una sonrisa y un brillo retador en la mirada, comienza a
subir y bajar, se escapa de mi garganta un sonido gutural. Necesito escucharla
decir que es mía, que me pertenece.
—¡Dilo! —demando clavándome profundo en su coño.
Gime lanzando su cabeza hacia atrás, lo hago varias veces y no obtengo nada.
Sé que me va a costar domarla, pero su cuerpo me pertenece. Alzo mis caderas
para penetrarla, su torso cae sobre el mío.
—Eres mía…
—Más, ¡por favor! —me suplica.
Muerde mi hombro y la complazco llevándola a un nuevo orgasmo, me dejo
ir derramándome dentro. Me abraza, espirando aceleradamente y mi mente se
vacía, pero mi cuerpo desea más de ella y la tomaré toda la noche. Cuando nos
calmamos, la sujeto del cabello y la obligo a mirarme.
—Tarde o temprano aceptarás que eres mía —afirmo.
Esboza una sonrisa.
—El mismo día en que te des cuenta de que me perteneces —me desafía.
Se acerca para besarme, la detengo halándola y cierra sus ojos gimiendo. Mi
polla se endurece de nuevo dentro de su coño. La pego a mis labios y la beso
salvajemente, me muerde, correspondo de la misma manera mientras ella se
frota en mi pelvis conmigo dentro.
La follo hasta que creo estar saciado de Chiara. Se duerme entre mis brazos,
no sé si sentí la misma paz con Violleta, tampoco deseo compararla con ella.
Todo esto me confunde, nunca he sido indeciso, sé que voy a respetar a la
mujer que esté a mi lado, pero a la única que pensé amar fue a la traidora de
Violleta, siento algo por Chiara, no supe ver que mi padre siempre tuvo la razón,
que me educó para ser un buen esposo, que tenía la razón al escogerla para mí.
La mujer que esté a mi lado debe tener este fuego que ella posee, me gusta
cómo es capaz de retarme y al mismo tiempo entregarse. Sé que me odia por
todo el rechazo que tuve para con ella, pero cuando trataban de meterla por mis
ojos apenas era una cría que aprendía a atar sus zapatos, creo que de alguna
forma todavía lo es.
El tiempo dirá, aunque su destino está sellado al mío, en menos de una
semana Chiara San Filippo será la señora Spadaro.
Capítulo 8
CHIARA
Despierto entre los brazos de Matteo, me giro y me quedo mirándolo. Debí ser
fuerte y no acostarme con él, pero, ¡maldita sea!, ¿quién en su sano juicio puede
resistirse a él? Trato de moverme, sin embargo, él me abraza más fuerte.
—¿Dónde vas? —pregunta somnoliento.
—Esto no puede suceder de nuevo…
Se ríe y abre los ojos, su mano trata de acariciarme, sin embargo, me alejo
tratando de razonar. Giro y me quedo quieta mirando el techo.
—Chiara, no tengo deseo discutir, no hoy, no después de hacerte mía.
Suelto una carcajada.
—¿Tuya? —lo desafío—. Matteo, no soy tuya, abrirte las piernas y gozar de
ti no significa que te pertenezco.
Me toma de la barbilla, gira mi rostro y su otra mano aprieta mi cuello, siento
un dolor inmenso. Sus ojos se oscurecen volviéndose casi de color negro. Me
excita y al mismo tiempo me asusta.
—No juegues conmigo, no voy a permitirlo —advierte con voz siniestra.
Liberándome de su agarre me siento en la cama, poniendo espacio entre él y
yo, dejando que la distancia me dé la valentía que necesito.
—Tampoco voy a permitir que juegues conmigo, Matteo —contesto
envalentonada—. Seré tu mujer, te estás adueñando de mi vida, de mi libertad,
pero no voy a darte mi espíritu.
—Pensaba que me amabas —rebate con un tono de voz que no logro
descifrar.
Me levanto de la cama completamente desnuda y giro para contestar. Sus ojos
me observan de arriba abajo abrasándome al mismo tiempo que de su garganta
se escapa un sonido gutural.
—Te amo, claro que te amo y no voy a negar que eres el hombre con el cual
pensé pasar el resto de mi vida, pero que te ame no me ciega, sé que te excito,
que me deseas, pero eso no es todo para pasar el resto de nuestra vida juntos.
—Chiara…
—Tú me respetas, pero yo te amo —afirmo con la voz rota—. Sé que no me
faltará nada, que vas a honrarme, que no vas a fallarme. —Respiro hondo
alejando el dolor—. Sin embargo, no sé si me llegues a amar, nada me lo
asegura.
—En este momento no puedo ofrecerte amor, sé que necesitas escuchar esa
palabra para ser feliz, pero no puedo, no sé si algún día pueda volver a hacerlo.
Niego.
—Entonces no me pidas ser sumisa y atenta, estaré de tu mano fingiendo ser
el matrimonio feliz, te cumpliré como esposa, pero te voy a pertenecer el día que
me ames, si ese día no llega, te voy a respetar, Matteo, no te voy a fallar…
pero…
—Chiara…
—No, no quiero hablar más, no deseo escuchar nada más.
—Serás mi esposa.
Asiento.
—Y hasta ese día necesito que me des privacidad, quiero una habitación para
mí, no me estoy negando a nada, solo necesito acostumbrarme a mi nueva
verdad.
—Pensé que serías feliz teniéndome…
—¿Te tengo? —pregunto.
—Me tienes, Chiara.
—No, Matteo, no te tengo y espero que lo entiendas.
—Maldita sea, Chiara…
—Chi vuol essere amato, conviene che ami.[3] —musito.
Salgo de la habitación entrando al cuarto de baño, no sin antes pasar el
seguro. Abro las llaves de la ducha y lloro en silencio. En ocasiones deseas algo
tanto que el universo te lo da, pero a veces llega de una manera que no deseas,
porque Matteo está ahí afuera asegurándome que es mío, pero no me vale, no es
lo que deseo, no así, necesito más.
Ojalá pudiera ver lo que siento, he esperado por años este momento y ahora
que lo tengo no estoy segura de si es lo que realmente he anhelado.
¿Ahora esto es mi vida? Una persona que no tiene hogar, que va entregarse a
otro sin saber si realmente va a funcionar, si es lo que desea. Esto es una historia
más de la Bella y la Bestia —como me dijo aquella noche en casa de los
Lombardo—, aunque si cree que soy como ella, frágil como una rosa, está
equivocado, porque él puede ser una bestia, esclavo de sus impulsos, pero no
voy a permitir que me arrastre con él.
Amare e non essere amato è tempo perso.[4]
*****
Desayunamos en perfecto silencio, él mirando las páginas del periódico y yo
mirando el plato completamente consternada.
—En el funeral de tu padre anunciaremos nuestro compromiso —informa
doblando Il Siciliano, el titular habla sobre el supuesto infarto que sufrió papá—.
Creo que es lo mejor, así todos sabrán que los San Filippo ahora están bajo mi
protección.
—Está bien —contesto jugando con el queso.
—He pedido que muden mis cosas, solo por el tiempo que seas mi prometida,
tú y yo seremos esposos en papel y en el lecho.
Pico mi fruta, solo levanto mi mirada sorprendida, pero necesito ser cruel con
él y respondo:
—Vale.
—Chiara, no te comportes como una niña malcriada, me tienes, esto no es de
la forma que soñaste, lo sé, pero me tienes y te veo, claro que te veo y sé que
cometí errores, pero nunca es tarde para hacer las cosas bien.
Suelto un resoplido.
—Comienza a hacerlas, porque este compromiso, la manera de obligarme a
casarme contigo, no es hacer las cosas bien.
Da un golpe en la mesa que me hace saltar.
—Lo hago porque se dicen cosas de ti que no deseo creer, aun así, no les
estoy prestando atención, te hago mi mujer para salvar a tu familia, pero también
porque ¡maldita sea, me vuelves loco desde haces meses!, porque estuviste ahí
cuando no podía levantarme.
—Matteo, por si no lo sabes se llama amor, es lo que haría cualquier persona
que ama a otra y, en cuanto a los rumores… —exhalo cansada—. Estuve con un
numerale de mi padre, nadie más, era una niña malcriada, dolida por tu maldito
rechazo, estuve con él y está muerto, mi padre se encargó de eso.
—¿Son mentiras? —pregunta sorprendido.
—Lo son, soy la culpable de esos rumores, siendo una zorra ningún hombre
me vería, porque no deseaba casarme con nadie.
—¿Por qué? —averigua.
Suelto una carcajada, me levanto para su sorpresa. No voy a seguir jugando a
esto, no me interesa si necesita una esposa o si me ve, en este momento mi
cabeza solo piensa en mi familia destruida, mi padre y hermana muertos.
—Porque me da la gana, Matteo, porque había decidido estar soltera, esto…
—Lo señalo—. Tu casa, tus reglas, tú dominando mi espacio, lo soñé, pero no
soy sumisa, ni soy idiota, conozco mi maldito puesto y lo creas o no, sé que debo
ser la esposa perfecta. —Respiro hondo—. No escarbes en mi pasado, no te
reprocho el tuyo, nunca lo hice, nunca lo haré.
Me retiro y escucho:
—No te juzgo, te protejo…
No pienso responderle, no deseo seguir haciéndome daño. Sé que en algún
momento tendré que ceder, que me olvidaré de lo que me hace daño y que podré
ver que estoy con el hombre con el cual soñé. Mientras unas mujeres sueñan con
el príncipe azul, nosotras, las mujeres de la mafia, anhelamos encontrar al
hombre de honor que nos ame y venere hasta el final de nuestros días.
*****
Llegamos a casa de los Lombardo y me voy a la sala de té que ha
transformado Giovanna en su lugar de soledad. Hay un concilio en pocas horas,
el cual mantendrá a todos ocupados. Al abrir la puerta no puedo evitar sonreír,
Marena juega con los niños, ahora Luciano es el hermano y primo mayor, verlo
interactuar con Valentina y Vito es precioso, los cuida como un halcón, al
parecer es algo de familia ya que su padre y tío se comportan así con las
personas que aman.
Valentina es mi ahijada, cuando Giovanna me lo pidió acepté, lo cierto es que
nadie en mi familia comprendía la amistad que nació entre ella y yo.
—Llegaste —susurra detrás de mí, Gio.
—Sí…
—¿Estás bien? —pregunta colocándose a mi lado.
—Mamma, Mamma —la llama Valentina.
Marena se levanta, la chica es preciosa, tiene una cabellera de color dorado
que llega debajo de su trasero, además, irradia una luz que deja ver su alma pura.
Camina dejando a los bebés sobre la manta y al llegar a donde estamos paradas
me abraza. Correspondo, aunque no estoy acostumbrada a este tipo de
demostraciones de afecto, mi madre nos crio recordándonos nuestros deberes.
Allegra mi hermana mayor muy pocas veces me demostraba que me quería y
Beatrice, la mediana, parece tener un témpano de hielo por corazón.
—¿Estás bien?
Me hace la misma pregunta, pero no tengo respuesta. Sin saberlo comienzo a
llorar sobrepasada, las chicas me abrazan y me quedo sin palabras. Respiro
hondo tratando de calmarme, casi puedo escuchar la voz de mi madre:
«Una mujer de la mafia se traga sus emociones, es fuerte y no se doblega
ante nadie».
Desde los quince años hago lo mismo, me trago mis emociones, callo, no
lloro en público, las veces que lo he hecho es delante de estas dos mujeres. Ellas
son la familia que escogí, las amigas que nunca pensé tener. Me llevan al mismo
mueble en el que lloré la primera vez y se sientan a mi lado.
—Mi padre murió, mi hermana también y vivo con el hombre que amo, sin
embargo, es un matrimonio arreglado, justo como iba a ser al principio, solo que
ahora no lo idealizo, sé que Matteo es un ser que tiene un pasado, pero él me
juzga por el mío.
—¡Por Dios! —exclama Giovanna—. ¿Qué ha pasado?
Y sin ningún tipo de censura, les cuento nuestra primera noche, lo que
hicimos y las discusiones, después del desayuno me siguió y me empotró contra
la puerta de la habitación, me rompió el vestido y me folló con fuerza, me
aseguró que era de él, me resistí a pronunciarlo, a pesar de que mi cuerpo le
decía la verdad.
—Creo que debes darle tiempo —sugiere Marena—, Maurizio pensaba que
solo deseaba follarme y, míranos ahora, estamos casados y con un hijo.
—Alessandro luchó en contra sus sentimientos por meses… —agrega Gio.
—Ellos no conocen el amor, se lo dije una vez a Giovanna, en nuestro mundo
un poco de luz es como un milagro, no lo defiendo y la verdad es que Matteo me
da miedo muchas veces, pero toda la historia con esa mujer y lo que ha
descubierto, imagino que es normal que deba desconfiar de todo.
Suspiro.
—No me aferraré a eso, no soy Violleta Scordato, no llegué virgen al
matrimonio como ustedes. —Marena se sonroja—. ¿Estuviste con Maurizio
antes?
Giovanna suelta una risita.
—Sí, lo amaba tanto que no dudé, muy a pesar de que mi padre deseaba que
fuera monja, mírame, solo tienes que ver a tu alrededor, el amor es como escalar
una montaña, siempre vas a encontrar algún obstáculo para llegar a la cima,
ahora tu mundo es un caos y nosotras te entendemos, pero no dejes que eso te
atormente.
—Sí, Chiara, llegará el momento en que los dos van a acostumbrarse y él verá
a la mujer que tiene en frente, no te ciegues, él salió corriendo a rescatarte
cuando sucedió todo, te protegió sin saber si eras una traidora, si eso no es amor,
no sé qué puede ser. Y tú solo te cierras porque necesitas escuchar una palabra.
—¿En serio? —pregunto sorprendida.
—Sí, Matteo puede ser cualquier cosa, pero me ha demostrado ser
transparente con sus sentimientos, él ve el fuego en tu interior y eso es lo que no
vio en aquel tiempo —comenta Giovanna.
—Soy más joven que ustedes, pero creo que al amor llega en el momento
justo, he leído tantos libros, que creo que hay personas que se topan en varias
ocasiones a lo largo de sus vidas, me recuerdan tanto a Lizzie y al señor Darcy
de Orgullo y Prejucio, muchas veces el tiempo no es el correcto, tú lo amabas a
los quince, pero no era momento para que los dos estuvieran juntos, sin
embargo, ahora sí lo es, tienes que ceder un poco, porque creo que Matteo lucha
con lo que siente por ti y al mismo tiempo con su miedo a ser traicionado.
Exhalo.
—Lo intentaré.
Las chicas cambian el tema y hablan sobre mi boda, Giovanna me cuenta que
Maurizio la ayudó a planificar la suya con Alessandro, mientras que ella fue la
que preparó la boda de Marena, los hermanos Lombardo decidieron
celebraciones privadas, sin embargo, Matteo desea una con bombos y platillos,
imagino que para apagar las habladurías y poder limpiar mi nombre de los
chismes.
—Aquí nos tienes, siempre contarás con nosotras —me asegura Giovanna.
Suspiro.
Jugamos con los niños mientras el concilio se realiza, cuando escuchamos el
sonido de un disparo nos sobresaltamos, pero sabemos que han encontrado al
traidor. Por un instante revivo el momento en el que asesiné a mi cuñado, sin
sentir remordimiento, lo volvería a hacer, mataría por las personas que amo.
Fui el niño que mi padre no pudo tener, era unida a él, por eso me duele saber
que murió pensando que era una zorra. En algún momento Alessio viene por
nosotras para salir de compras y me asegura que Matteo ha dado su autorización.
Pongo los ojos en blanco y contesto:
—No soy una niña, a ver si comprende eso…
Alessio solo sonríe, el foggiani se ha ganado nuestro respeto y cariño, para
nosotras es parte de la familia.
Capítulo 9
MATTEO
El decálogo del perfecto mafioso, los derechos y deberes para formar parte de la
Cosa Nostra, la mafia siciliana, era uno de los documentos que mi padre Dante
Spadaro cargaba siempre consigo. En el maletín de piel que siempre llevaba con
él, podías encontrar una hoja escrita a máquina y en mayúsculas, con el escueto
y preciso título de Derechos y Deberes. Abajo, una lista con los diez
mandamientos, las reglas que jamás se pueden transgredir para tutelar la
organización y para garantizar la fidelidad, obediencia, moderación y sobriedad
que caracterizan a un "hombre de honor".
El primer mandamiento prohíbe "prestar dinero directamente a un amigo" y
sugiere, si es necesario, hacerlo a través de una tercera persona. El segundo es
que "no desearás a la mujer del prójimo".
El tercer mandamiento prohíbe cualquier tipo de relación con la policía y,
además, el verdadero "hombre de honor" tampoco se deja ver por bares y
círculos sociales, como explica el cuarto. Y, si el deber le llama, tiene que estar
disponible en cualquier momento, incluso, cita el quinto mandamiento, "si su
mujer está a punto de parir".
El decálogo mafioso demanda a los hombres de la Cosa Nostra rectitud y el
respeto de manera categórica de todas las citas. En el séptimo, tras prohibir
desear a la mujer del prójimo, se exige "el respeto a la esposa". El octavo obliga
a "decir la verdad" a cualquier pregunta y en cualquier situación.
Mientras, el noveno hace referencia a una de las normas de la decencia
mafiosa: se puede matar, extorsionar, traficar, pero nunca robar el dinero de otras
personas o de otros clanes mafiosos.
El mandamiento más complejo es el último, en el que se dan indicaciones
precisas sobre quién puede formar parte de la Cosa Nostra o, más bien, quién no
podrá jamás entrar en la familia. La organización no permite la entrada de quien
tiene un familiar en las fuerzas del orden, quien ha traicionado sentimentalmente
a la mujer, tiene un mal comportamiento o no demuestra valores morales.
Alessandro da inicio al concilio dando un discurso de bienvenida, sin
embargo, al terminar me da la palabra y leo cada uno de los mandamientos. Al
terminar hago énfasis en el último:
—Desde la muerte de Vito y la nueva reorganización hemos visto con
desagrado los intentos que han resultado fallidos en contra de nuestro Capo di
tutti Capi, quiero dejar constancia del juramento que hice cuando apenas era un
crío y que compartí con Alessandro. —Abro el papel y puedo transportarme a
aquella noche oscura, frente a mí estaban Vito y mi padre—. Juro ser fiel a la
Cosa Nostra y, si la traiciono, que se quemen mis carnes como se quema esta
estampita. —Saco la estampita de Santa Rosalía, una aguja para pinchar mi dedo
y dejo que caigan unas gotas de sangre sobre ella, al terminar saco un
encendedor—. Soy fiel a ti, mi familia es fiel a ti, a la Cosa Nostra y todo lo que
nos hace llamar hombres de honor.
Quemo la estampita y la coloco en medio de la mesa, todos se me quedan
observando pues una vez más estoy demostrando lo que soy, soy fiel a
Alessandro Lombardo, su amistad vale para mí. Aprendí que es real, que a pesar
de vivir en este mundo tan asqueroso podemos contar con personas que valen la
pena.
Maurizio se levanta y se queda en silencio varios segundos, sabemos que si
fuera por él estaría abriendo en canal a todos para averiguar quién osó perpetrar
la paz de los Lombardo.
—Adriano Bianco no ha actuado solo, todos sabemos a lo que nos exponemos
al trabajar con policías, nuestro padre nos enseñó que a los amigos debemos
tenerlos cerca, pero a lo enemigos más cerca. —Sonríe—. Además, ¿dónde dice
que no podemos matar a los policías? —Risas—. Aquí el asunto es que ese día
no solo casi asesinan a mi familia. —Fulmina a todos con la mirada—. Adriano
asesinó a Gianluca San Filippo, misteriosamente solo un miembro de las cinco
familias se mantiene al margen de todo lo que sucede.
Alessandro asiente en dirección de Fabio Leonardi, abro los ojos sorprendido
por el giro que ha tomado la reunión. Sus hombres lo apuntan con las armas, se
accionan las de la familia Leonardi y me levanto.
—Fabio da la orden de que bajen las armas —le advierto.
Alessandro se levanta y se acerca a Fabio quien tiembla a verlo, niego ya que
era uno de los grandes amigos de mi padre. Está aquí por los favores recibidos y
me paga traicionándonos. Lombardo mira su reloj y sonríe.
—A menos que equivoque, toda tu familia está ya muerta. —Fabio se
remueve.
—¡Maldito! —murmura y uno de los numerales lo golpea.
Alessandro se ríe.
—Han hecho todo lo posible para destruirnos, así que sé que es alguien muy
cercano, de adentro, muy, muy temeroso de ser descubierto, así como trabajan en
joderme, yo lo hago para devolverles el golpe mil veces más fuerte y todo me
llevó a una sola persona. —Se acerca y le da una palmada en el rostro—. A ti…
—Por favor, ten clemencia, solo hacía lo que muchos no se atreven.
Esas palabras son la sentencia de muerte de Fabio Leonardi, me levanto y sin
pensarlo saco mi arma. Fui yo quien lo trajo a la mesa del concilio y seré yo
quien le quite la vida. Apunto en su sien, Alessandro asiente en mi dirección y
disparo. El cuerpo sin vida de Fabio cae sobre la mesa derramando sobre ella la
sangre del traidor.
—La clemencia no existe, no debe existir para los traidores —enuncia
Alessandro—. Pude haber perdonado, pero aquel que comete delitos que rompen
nuestro código de honor, nunca se ha perdonado, así que piensen bien antes de
quebrantarlos, así como lo hacen, simplemente se convierten en un peligro para
nosotros.
Maurizio lo interrumpe, por ser el segundo al mando muestra respeto a
Alessandro y se acerca a mí y me susurra:
—Lo descubrimos anoche y supusimos que no debíamos interrumpir tu luna
de miel. —Me da dos palmadas y luego grita—: Por ahora seremos cuatros
familias las que tomaremos las decisiones, hasta encontrar y exterminar toda
aquella fruta podrida que tenga la organización.
Se escuchan voces de protesta.
—Hay hombres de honor que se pasan toda la vida preparando un supremo
acto de traición, Fabio ha estado detrás de muchos atentados —interrumpe
Alessandro—. La traición es la mayor ofensa, me lo enseñó mi padre cuando me
preparaba para asumir el cargo. La familia del traidor debía asumir las
consecuencias, su círculo de amistades y todo su mundo debían ser destruidos,
esa es la manera de dejar en claro que los traidores no son aceptados en nuestra
organización.
Y sin pensarlo expreso en voz alta:
—Hay muchos hombres dispuestos a jugarse la vida a cambio de un
beneficio, pero otros se lo piensan dos veces antes de poner en peligro a sus
seres queridos. —Alessandro asiente y es momento de dejar claro algo—: Chiara
San Filippo se convertirá en mi esposa, los San Filippo están bajo mi protección
hasta que Marco Puzo pueda asumir el cargo como Don, ¿queda claro?
Nadie se atreve a responder, saben que no me ando con juegos. Al terminar
salimos y dejamos a los hombres limpiando el desastre. Las mujeres han ido de
compras, ahora comprendo la insistencia de Alessandro en que dejara ir a Chiara
con ellas. Nos dirigimos al jardín y me siento una de las sillas del comedor que
ahí se encuentra. Todavía no puedo creer lo que acaba de suceder.
—Mi papá me enseñó que la amistad lo vale todo, incluso tiene el mismo
valor que la familia —comenta Alessandro sentándose frente a mí—. Este
tiempo me has demostrado ser mi amigo, sabemos que no tienes nada que ver.
Niego en silencio.
—Yo lo propuse, pensé que era la mejor opción y… era uno de los traidores.
—Cierro mis ojos—. Alessandro, sabes que yo nunca…
—Me traicionarías —interrumpe afirmando eso y siento alivio—. Matteo,
anoche Alessio junto a varios hombres barrieron Sicilia entera buscando quién
era el maldito, yo llevaba un tiempo sospechando de Fabio.
—Te debo la vida, nunca traería el peligro a la organización —le aseguro.
—Todos nos debemos algo, pero quiero que sepas que tú y Salvatore son mis
hermanos, al igual que Maurizio, daría la vida por ustedes, y Fabio supo
engañarte a ti, así como Adriano lo hizo con Gianluca, nuestros padres nos
educaron para negociar, para no pensar antes de actuar, escuchar antes de hablar
y ser hombres que cumplan con cada maldito mandamiento de la organización,
pero si algo he descubierto este último tiempo siendo el Capi di tutti Capo, es
que quien menos piensas puede ser un traidor.
Asiento con mi cabeza mientras exhalo todo el aire contenido de mis
pulmones.
—¿En algún momento tendremos paz? —pregunto.
Maurizio llega sentándose entre los dos y saca la cajetilla de cigarrillos.
Extrae uno y lo enciende mientras nos mantenemos en silencio. Desde que
descubrí la traición de Wolfang y Violleta, ya no me sorprende nada y es que la
gente es capaz de venderse por cualquier cosa.
—La verdad no lo sé, pero anoche me divertí torturando y espero seguir
haciéndolo, porque casi tocan a mi hijo y a mi mujer, así que seré el maldito
diablo —contesta Maurizio—. No creo que Marco Puzo sea un buen Don, pero
para eso estás tú, querido Matteo, para enseñarle, ya que la política es igual de
sucia que nuestro mundo.
—Mi padre era un hombre de honor que a lo largo de su vida era diferenciado
de los demás jefes por su justicia e imparcialidad, su ayuda a los necesitados y su
implacable castigo a todos aquellos que se atrevían a oponerse a su voluntad, al
igual que su padre —les recuerdo tomando un cigarrillo—. Nosotros fuimos
educados por verdaderos hombres de honor, por eso valoro su amistad y es por
eso que nunca te voy a traicionar, temo que al paso que vamos no logremos
nunca restructurarnos.
—Muéstrame al jugador y te podré mostrar a un perdedor, muéstrame a un
traidor y te mostraré un cadáver —formula con decisión Alessandro—. No me
importa ser el último Don, pero haré de nuestra organización una digna de los
años dorados.
Maurizio sonríe.
—Don Lombardo.
Niego y me levanto de la mesa.
—Tengo todavía un asunto pendiente con Wolfang y mis informantes me han
avisado que está en el país, no quiero seguir trayéndole problemas a la
organización, creo que tendrás que encontrar a otro consiglieri.
—Tu problema con la Bravtá es nuestro, así que sigues estando en tu puesto,
no pienso alejarte como consejero, un error lo comete cualquiera.
«No uno que pudo valer tu vida», contesto en mi mente.
—¿Cómo sé que no desconfías de mí? —pregunto.
—Fácil, así como yo sé que nunca me traicionarías.
Alessandro me sorprende por sus palabras, ni siquiera contesto. Cambiamos
de tema radicalmente cuando las damas entran. Chiara está distante, a pesar de
pasar la noche juntos, en la mañana me pidió estar en una habitación aparte
mientras se convierte en mi mujer. Su rechazo es como un puñal, pero la dejo en
paz sabiendo que no pasará mucho tiempo para que se convierta en mi esposa.
Capítulo 10
CHIARA
Mi madre es una mujer de armas tomar, fue educada para ser un ama de casa
perfecta, su mundo puede estar roto, pero ella no lo va a demostrar. Ha hecho un
funeral digno de un mandatario de estado, tengo que destacar mi padre era más
que un don de la mafia, mi familia por años ha sido la cara limpia ante la
sociedad, nosotros tenemos las conexiones políticas, mi padre era capaz de ser
un ciudadano ejemplar ante la sociedad y un asesino a sangre fría en la
oscuridad, la versión oficial es que ha muerto de un infarto y su última voluntad
fue que su féretro estuviera cerrado.
Estoy sentada en la fila delantera en medio de mi madre y mi hermana
Beatrice, ayer mamá cremó los restos de Allegra sin nadie, estuvo sola, lo que se
traduce en que fue una traidora a la sangre, temo por el destino de mis sobrinos,
sé muy bien que Marcella San Filippo puede ser capaz de cualquier cosa, por lo
que no me extrañaría que ellos desaparecieran.
Debo confesar que este es un dolor que no he sentido nunca, uno que me
ahoga y que debo tragarme para ser perfecta, no estaba preparada para ver a mi
padre ahí dentro del cofre y saber que nunca más lo veré, que no volveré a
escuchar su voz, que no pasaremos tiempo en su despacho él con sus negocios y
yo aprendiendo de cada uno de sus consejos. Veo bajarse a Alessandro junto a
Giovanna de su automóvil, Matteo está muy cerca vigilándome como un halcón.
El sacerdote comienza a hablar y todos los recuerdos felices que tengo junto a mi
papá pasan por mi mente, suelto un sollozo y mi hermana toma mi mano
apretándola fuerte, debe ser un acto de solidaridad, cierro los ojos y respiro
hondo. Mi madre me ha informado que debo dar unas palabras y no sé si pueda
hacerlo, vuelvo a abrirlos pensando en todos los momentos que he vivido con mi
padre y que debo hacerlo.
Me levanto y Matteo se acerca para acompañarme, tomo su mano y sé que
esto es una declaración, soy la futura señora Spadaro. Mi madre está oculta bajo
un manto negro, todo un espectáculo su atuendo, observo el féretro y cierro los
ojos.
—Mi padre era un gran hombre, siempre quiso a un hijo varón y tuvo tres
preciosas hijas, eso nos decía con amor. —Trago el nudo de emociones que me
embarga—. A veces no nos detenemos a pensar que la vida es un segundo, que
hoy estamos y mañana no. Sin embargo, él vivió cada día como si fuera el último
de su existencia. —Cierro los ojos—. Papá, sé que todos vamos a extrañarte,
sobre todo yo, extrañaré cada tarde que pasamos juntos en tu despacho, ahora
atesoraré cada momento, cada consejo y cada palabra. —Suelto un sollozo y
Matteo me toma de la mano y me aferro al hombre que amo para no
derrumbarme—. Ojalá tuviera el poder de devolver el tiempo, para darte un
último abrazo.
Cuando abro los ojos me sorprendo al ver entre los presentes a Valentino
Montalbano. Siento un mareo, pero Matteo me sostiene entre sus brazos.
«Maldita sea, estoy soñando», digo en mi mente cuando se quita sus lentes de sol
y se queda mirándome, todo me da vueltas.
—Te tengo, pequeña, te tengo… —me susurra mi prometido.
—Necesito que esto acabe —musito con dolor.
—Entonces haz que acabe.
Asiento y trato de recomponerme, toma mi mano para llevarme de vuelta a mi
silla. El sepelio continúa y antes de descender el ataúd, las tres nos acercamos
para dejar una rosa roja, mi madre coloca dos y sé que es por Allegra. El
momento más duro ha llegado y si de algo estoy segura, era del amor tan
inmenso que sentían mis padres. Mi hermana sostiene a mi madre y yo la imito
ya que por primera vez pierde el control de sus emociones, llorando sin
consuelo. Me quedo mirando el acto hasta que simplemente la distancia no nos
deja ver más el ataúd. Nos alejamos y subimos al automóvil, doy gracias que
Matteo no haya subido y cuando arrancamos, le reclamo a mi madre:
—Me mintieron, me aseguraron que Valentino estaba muerto…
Mi madre se levanta el velo y se queda mirándome con decepción. Me duele,
claro que me duele ahora ser la oveja negra de la familia y que demuestren su
desagrado, creo que el único que realmente me amó en esta familia fue mi papá.
—Gianluca no pudo hacerlo, era su ahijado de bautismo y sabes que lo educó
después de la muerte de su padre. —Niega—. Valentino sabía muy bien que no
debía volver a acercarse a ti, no debió venir.
—¿Te estás escuchando? —pregunto.
—Chiara, por favor —me ruega mi hermana.
—Cállate, Beatrice —le ordeno—. Ustedes han decidido por nosotras desde
que nacimos, mira cómo terminó Allegra y no hablemos de Beatrice que oculta
su infelicidad, pero la estrategia que usaron terminó con mi padre muerto.
Mi madre me da una bofetada, acaricio mi rostro y me contengo por respeto.
—¡Cállate! —grita ella—. Tu padre sabía lo que hacía y ahora tienes lo que
tanto quisiste, no me digas que no estás feliz al convertirte en la esposa de
Matteo Spadaro, ni pienses en acercarte a Valentino, no vas a joder a la familia
de nuevo.
Niego y sonrío, tristemente amo a Matteo de la misma manera en que deseo
hacerle pagar todas las humillaciones.
—Madre, no te preocupes que me educaste muy bien, no voy a joder el futuro
de mi familia por nadie. —Respiro hondo para tomar valor y le advierto—:
Ahora las cosas cambiarán y te recuerdo que tengo el poder de destruirlos, los
hijos de Allegra y Adriano quedarán bajo mi custodia, estoy harta de que sigas
decidiendo por mí, ahora exijo yo.
—Chiara, no eres quién para exigir nada —me interrumpe ofendida mientras
mi hermana me observa sorprendida—. Todavía soy tu madre.
Me río amargamente.
—Soy la que abrirá las piernas para que los San Filippo puedan seguir en la
organización, soy la que te mantendrá, los negocios los llevaré junto a Matteo y
Marco será la cara pública. —Cierro los ojos—. Eres mi madre y la abuela de los
niños, cuando vayas a visitarlos tienes que avisarme un día antes para no estar en
la casa, pero considérate muerta para mí.
—Alleva corvi e un giorno ti cavaranno gli occhi[5]
Y como digna siciliana declara ese proverbio, sin embargo, no pienso caer
más en su juego. El auto se detiene en la casa y las tres bajamos, Matteo se une a
nosotras para la recepción, recibimos a todos incluyendo a Valentino. Si algo
hizo bien mi madre fue educarme para esto y estoy haciendo muy bien mi papel.
*****
Ahogada con las emociones salgo de la casa y saco de mi bolso de mano la
cajetilla de cigarrillos. Lo enciendo con manos temblorosas, todos me dan el
pésame y me felicitan por mi próxima boda. Cierro los ojos cuando le doy la
primera calada, escucho su voz y mi cuerpo se tensa.
—Veo que no has perdido el hábito de escapar cuando todo te sobrepasa. —
Mi corazón late apresurado y cierro los ojos—. Amada mía…
Quiero morir, literalmente esto me va a traer problemas. Conozco a Valentino
y ahora que mi padre no está creerá que podemos volver. Siento deseos de huir,
todo lo que vivo es una pesadilla y esas dos palabras las pronunció cuando me
quitó la virginidad. Me giro lentamente y abro los ojos, ahí está Valentino.
—Valentino —pronuncio su nombre.
Sonríe mientras se balancea con sus manos metidas en los bolsillos de sus
pantalones. Se nota que ya no es un simple soldado, un numerale que no vale
nada.
—Estás hermosa —me halaga—, estás hecha toda una mujer. —Niego con mi
cabeza, ya sé por dónde irán sus palabras—. Pensé mucho en si era correcto
venir o no, pero tu padre me dio una segunda oportunidad, solo que a un precio
muy alto.
Sonrío.
—No deberías estar aquí —señalo—. Ese precio todavía está en pie, tu vida
por no acercarte a mí.
—Lo sé, pero me ganó la desesperación de saber si estabas bien, si
necesitabas algo y la verdad es que necesitaba volver a verte. —Pasa su lengua
por sus labios, no es Matteo, pero es muy guapo, el típico siciliano, moreno, alto,
ojos verdes y con la elegancia de un hombre de honor—. Todos tenemos
debilidades y tú eres la mía.
—Valentino, no debes acercarte a mí.
—Huye conmigo. —Sus palabras me hacen abrir los ojos—. Tengo ganas de
besarte, de abrazarte, de demostrarte que te amo como aquel amor de verano, por
aquel entonces no tenía nada y ahora te puedo bajar el cielo, fúgate conmigo, la
vida pasa lentamente desde que tuve que dejarte, pero ahora que tu padre ha
muerto, sé que puedo regresar el tiempo y hacerte mía.
Me río y no es por burlarme, la verdad es que no es justo cómo han movido
los hilos de mi vida.
—Es muy fácil decir algo así, pero la verdad es que sabes muy bien que
nunca te amé. —Valentino sonríe manteniendo la distancia entre los dos—.
Siempre estuve enamorada del hombre, justo con el cual me voy a casar.
—Chiara, te conozco mejor que nadie y sé que tu vida sigue igual que antes,
que no eres feliz con nada, quiero asegurarme de que sepas que tienes la opción
de elegir, que si me eliges haré lo imposible para hacerte feliz, me jugaré todo y
la verdad es que aún te amo, no sé si soy un iluso, pero me enamoré de la chica
con el corazón roto, la que se metió en mi cama y no tuvo miedo de pedirme que
le robara la virginidad.
—Solo trataba de olvidarlo —aseguro en respuesta—, me alegra saber que
sigues con vida, porque vivía con el peso de tu muerte sobre mis hombros, pero
para mí sigues estando muerto.
—Igual eres mía, tu virginidad me pertenece.
Me río.
—Los hombres de la mafia tienen que aprender que algunas mujeres no
tenemos dueño.
—Chiara, he vuelto por ti, pronto lo entenderás.
Exhalo cansada y le contesto:
—Te usé, hice lo que deseé contigo y no, no eres mi dueño, yo solo le
pertenezco a él, lo nuestro era solo sexo, sentía cariño por ti, pero nada más. —
Suspiro—. Para mí eres un bonito recuerdo, sin embargo, eso no significa que te
haya amado.
Valentino niega sonriendo.
—Siempre me gustó que fueras capaz de desafiarme, solo te recuerdo que
haré todo para tenerte de nuevo —me advierte.
Voy a contestarle, solo que me callo cuando Matteo sale y se queda
mirándonos, se acerca con un plato lleno de comida. Me da un beso en la
coronilla y saluda con un gesto a Valentino.
—No sabía que se conocen —comenta—. Valentino Montalbano es uno de
nuestros asociados.
Asiento.
—Mi padre era su padrino bautismal —respondo—. Nos conocemos desde
hace años y la verdad tenía mucho tiempo sin verlo.
—Chiara, recuerda lo que te acabo de decir —me recuerda y se despide.
Me quedo mirándolo hasta que desaparece, Matteo me quita el bolso de la
mano y me habla con voz amenazadora:
—¿Fue él?
Su pregunta me hace fruncir el ceño y alzo mi rostro para mirarlo.
—¿Fue él qué? —indago con tono cortante.
—Sabes muy bien a lo que me refiero, fue él quien te quitó la virginidad.
No me pregunta, ya que de hecho su voz y su gesto han cambiado, porque la
oscuridad se ha apoderado de él.
—Matteo, ya me tienes, estoy cumpliendo el papel para el que fui educada,
mi pasado es mío, soy incapaz de sacarte el tuyo en cara.
Tira el plato con fuerza y me toma de la muñeca, me hala hacia él. Sus ojos se
han oscurecido llenos de rabia, sé que le cuesta confiar. Posa su mano libre en mi
cuello y me aprieta lentamente.
—No sé perdonar, Chiara, y si tengo que partir tu lindo cuello, no dudes que
lo haré…
Abro los ojos cuando pega sus labios a los míos y en un beso salvaje me
come la boca. Se escapa un gemido de mi garganta, no puedo creerlo, me excita
esto. Me besa sin decoro, la mano que me sujetaba la muñeca me suelta y va a
uno de mis senos. Al terminar, me lleva dentro para alimentarme y no se aleja de
mí, ni siquiera cuando Giovanna y Marena tratan de que nos deje a solas.
Matteo tiene mi corazón y mi cuerpo, es el dueño de mi entera existencia y lo
sé, sé que este amor puede ser mi destrucción, pero no puedo negar que amarlo
no fue una opción, fue lo que me tocaba. Al subirnos al automóvil toma mi mano
y la coloca en su muslo. Me quedo mirándolo mientras maneja, escucho la
canción de Fabrizio Moro, Portami via y cuando se da cuenta de que no lo he
dejado de mirar, se lleva mi mano a sus labios y expresa:
—Deja de pensar en lo que pudo haber pasado y vive la oportunidad de estar
juntos. —Sonríe—. Te lo dije, tal vez la bestia que hay en mí no supo ver a la
bella que tenía frente a él.
Suspiro y cierro los ojos, me quedo callada y volteo mi rostro para mirar el
mar Mediterráneo camino a su casa, pensando en todo lo que he descubierto,
todo lo que ha sucedido en cuatro días y que no me deja procesar el cambio de
ciento ochenta grados que mi vida ha dado.
Capítulo 11
MATTEO
Estoy sentada leyendo un libro que me prestó Giovanna, pero estoy fastidiada
de la trama falsa de la mafia. Me levanto de la cama, sé que desde hace dos días
Matteo no viene a dormir a casa, los hombres vigilan constantemente las
entradas. La servidumbre me trata con cierto recelo, me siento prisionera en el
lugar que será mi nuevo hogar.
Suspiro, recojo mi cabello en un moño alto y decido buscar algo que ponerme
para ir a casa de los Lombardo. Creo que ha llegado el momento de demostrar
que esto no me está afectando, mi vida parecía un castillo de naipes que se
destruyó luego de la muerte del rey —mi padre—, mi ropa ya ha sido trasladada
en su totalidad aquí. Tomo un pantalón de vestir negro y un body de encaje con
un bléiser del mismo color, me desvisto y me coloco la prenda de lencería.
Escucho la puerta abrirse y cerrarse, los pasos acercarse por lo que me
apresuro a vestirme.
—¡Maldita sea! —gruñe entre dientes Matteo.
Cierro los ojos nerviosa, mi corazón se desangró mucho tiempo por el amor
que sentía por él. Respiro hondo y me giro con el pantalón en mi mano. Abro los
ojos cuando lo observo, su camisa está manchada de sangre, se me hace un nudo
en la garganta llena de terror.
—¿Estás herido? —pregunto asustada.
Niega con su cabeza mientras se acerca a mí, mi corazón se acelera y mi
cuerpo traicionero se vuelve una gelatina. Este hombre es capaz de volverme
masa inestable, mi verdad es que he estado enamorada de él y no era mío, ahora
que estamos juntos me cuesta creerlo, porque el despecho y el dolor me ciegan.
Me toma por la cintura y me pega a su cuerpo, retengo la respiración cuando su
mano sujeta mi mentón para subirme el rostro. Sus ojos están oscuros, sé que
dentro de su alma hay oscuridad. Matteo es letal, es veneno para mi resistencia,
para mí, porque muero por él.
—¿Te preocuparías por mí?
Su voz es melodiosa y con un toque de seducción, pero su pregunta ya tiene
respuesta: las veces que lo visité en su casa luego de su secuestro. Respiro hondo
tomando valentía, porque me toca tener valor para confesarle mi verdad.
—Me preocupas, te amo y te he amado por lo que parecen cientos de años…
Suelta el aire contenido en sus pulmones y me besa con urgencia, no me
resisto y me entrego a lo que siento. Me alza haciendo que mis piernas lo rodeen,
percibo que nos movemos y me pega contra la pared del vestidor. Sus labios se
mueven con hambre, sus manos me acarician con necesidad y correspondo,
porque este es mi sueño hecho realidad, Matteo entregándose a mí.
Rompe el contacto bajando su mirada a la pieza de lencería que tengo puesta,
la rasga exponiendo mi cuerpo y su mano atrapa uno de mis pechos.
—Eres mía —asegura con voz ronca—. Me perteneces…
Asiento y trago el nudo de emociones que se forma en mi garganta. Tomo su
rostro con mis manos y su mirada me traspasa.
—Soy tuya, Matteo, te pertenezco desde hace mucho tiempo… —Exhala el
aire de sus pulmones y me atrevo a decirle—: Pero no seré tu juguete sexual, soy
tuya porque te amo, no voy a permitir a nadie más entre nosotros y te mataré si
te acercas a otra mujer.
Sonríe y lleva sus labios tentadoramente a mi pezón, no me dice nada, todo lo
demuestra cuando comienza a darme placer. Todo se me olvida cuando lo
muerde y grito su nombre, mis manos vuelan a su pantalón, lo abro desesperada
por sacar su polla. Cuando muevo mi mano, gime y lo llevo hasta mi abertura.
Él es la única llama capaz de encenderme.
Matteo es pasión, pero también es peligro, muerte y sangre.
Me penetra lentamente y gimo, su mirada busca la mía. Me folla contra la
pared, esto es primitivo, es una necesidad, no obstante, es lo que necesitamos.
Exploto en un orgasmo que me hace temblar y él se derrama dentro en mi
interior.
Sin hablarme y todavía dentro de mi cuerpo nos dirige al baño y me sienta
sobre el lavabo, sale de mí y se queda observando cómo su semen escurre de mi
sexo. Exhala como si tuviera todo el peso del mundo sobre sus hombros. Matteo
es un enigma que muchas veces me muero por descifrar, quiero descubrir qué
hay dentro de su mente, deseo que me diga al menos que soy importante para él.
Se aleja para abrir las llaves del jacuzzi, lo deja llenando y se desviste ante
mis ojos. Muerdo mi labio cuando se da vuelta, Matteo Spadaro es un maldito
Adonis, una escultura, y es entonces cuando veo las heridas que le causaron
durante su secuestro. Me bajo y lo abrazos desde atrás, su cuerpo se tensa,
intento alejarme de él pensando que no me desea cerca, atrapa mis manos y me
jala para pegarme más.
—No estoy acostumbrado a decir lo que siento. —Su voz sale atropellada—.
Eres importante para mí y… —Se gira para mirarme—. Estoy en tus manos,
Chiara, tú tienes el control sobre mí, no sé amar, porque cuando lo hice me
traicionaron, pero te pertenezco.
—Matteo —pronuncio su nombre porque es lo único que me sale, me siento
sobrepasada por sus palabras.
—Tengo miedo de que me traiciones. —Coloca su mano en mi cuello y lo
aprieta sin llegar a hacerme daño—. Te mataría, Chiara, te asesinaría así eso me
destruya.
Me besa y trato de comprender la magnitud de su confesión, porque si eso no
es una declaración, no sé qué otra cosa pueda ser. Se separa de mí, entra al
jacuzzi y me ofrece la mano para entrar, la tomo y nos sentamos, yo delante de
él, recargo mi cabeza en su pecho y me quedo ahí, tratando de entender esto que
tenemos.
—Valentino Montalbano está detrás de la muerte de tu padre…
Me tenso cuando escucho sus palabras, cierro los ojos y no puedo creerlo, mi
padre le perdonó la vida y así le pagó.
—¿Lo vas a matar? —pregunto.
—Sí, sin embargo, antes debía decírtelo —responde—. Son negocios, pero
esto te corresponde saberlo.
Cierro los ojos y respiro hondo, reconozco este acto, pues como su mujer no
tengo derecho a estar informada de nada. La vida es una ruleta rusa cuando estás
en la mafia y lo sé, aprendí que cualquier puede traicionarte, hasta la propia
familia. Esto es un juego de estrategia que lleva a cometer crímenes incluso
sobre las personas que amas.
—Hazlo —sentencio—, Valentino ha estado muerto para mí desde hace
mucho tiempo.
Matteo me gira sentándome sobre sus piernas, puedo sentir su erección. Me
toma por el cuello y acaricio su rostro.
—No quiero seguir jugando —confieso—, me entregaré a ti, seré lo que
estaba destinada a ser, te amo con toda mi alma. —Toma mi muñeca apretándola
con fuerza—. Yo no soy ella, no puedo pagar por los pecados de otra mujer.
—Chiara…
Me muevo sobre su polla y gime, necesito que entienda que esto es
verdadero, que no hay marcha atrás. Si tengo que demostrar que lo amo, lo haré,
solo necesito que confíe en mí, alza su cadera y su capullo se posiciona en la
entrada de mi sexo, bajo lentamente hasta tenerlo completamente dentro. Los
dos contenemos la respiración, me sostengo de sus hombros y musito su nombre
cuando comienza a moverse dentro de mí.
Todos los sentimientos que tengo por él se exteriorizan en forma de lágrimas.
Matteo las lame y me susurra:
—Enséñame a amar de nuevo, Chiara, muéstrame que puedo ser feliz a tu
lado…
Me separo quedándome quieta mientras lo observo, este hombre es lo que
siempre soñé y ahora lo tengo a mi lado. Lo beso hasta olvidarme de mis propios
temores, comprendiendo que solo tiene miedo a ser lastimado de nuevo.
*****
Estoy entre sus brazos, pero lo siento tan cercano y lejos a la vez, intento
descifrar lo que trata de decirme con sus caricias. Matteo siempre fue
inalcanzable, era ese amor imposible al que me aferré.
—Necesito que nos casemos cuanto antes —me dice rompiendo el silencio—,
tienes que ser mi esposa cuando mate a Valentino Montalbano.
Cierro los ojos y me tenso a su lado.
—Lo que quieras —contesto.
Me alejo de él sentándome en la cama. Respiro hondo y me levanto, me
coloco la bata y él observa mis actos sin entenderme.
—¿A dónde vas? —averigua.
—¿Vas matar a Valentino por su traición o porque fue mi primer hombre? —
le pregunto molesta.
—Chiara…
—Contesta, Matteo —exijo—, porque a ti te molesta que hubiera tenido a
alguien antes de que llegaras, pero te recuerdo que fuiste tú quien me rechazó
hace diez malditos años,
Se levanta y se acerca a mí tan rápido que me sorprendo, me toma por la
muñeca apretándome.
—No me desafíes, sabes que no soy un hombre de juegos —advierte.
Me río y abre los ojos sorprendido.
—A ver, no era virgen, supéralo —respondo con una sonrisa en mis labios—.
¿Vas a matar a todos los hombres con lo que me acosté?
Su respuesta me sorprende, me besa con rabia, muerde mi labio hasta
hacerme sangrar y se separa.
—¿Qué quieres de mí? —pregunta.
—Que me ames, maldita sea, que olvides el maldito pasado y que me mires
realmente, porque si vamos a ser rivales, terminarás matándome o yo a ti, porque
solo quiero convertirme en tu paz, pero deseo la verdad y necesito que me digas
¿si vas a asesinar a Valentino por mí o por su traición?
—Chiara, yo te miro…
—No lo haces… —Se me rompe la voz—. Piensas que voy a traicionarte…
Niega con su cabeza y me abraza, suelto un sollozo cuando siento el calor que
me transmite su cuerpo.
—No puedo aceptar el hecho de que otro estuvo dentro de ti —confiesa.
—No tengo la culpa, ninguno de los dos podemos borrar el pasado…
Toma mi rostro entre sus manos observándome de una manera que me hace
temblar, cierro los ojos aguantando las ganas de llorar.
—Abre los ojos… —pide en un susurro y obedezco—. Eres lo más bonito
que va a sucederme, porque si tu amor ha aguardado tanto tiempo para ser
correspondido, es un amor de verdad, no está en mi naturaleza decir palabras
bonitas, pero te demostraré con hechos que confío en ti, cuidaré de ti, te
protegeré y espero algún día hacerlo con nuestros hijos.
—Matteo…
—Tú y yo escribiremos nuestra historia, solamente nosotros, y nadie puede
juzgarnos, porque esto es nuestro. —Cierro los ojos—. Respira lento, sopesa mis
palabras, hace diez años no era nuestro momento, pero vivamos el aquí y el
ahora. Mírame, por favor, cara mia… —Abro los ojos y hay un brillo especial en
los suyos—. Lo voy a matar porque ha traicionado a la organización, solo por
eso y espero que me creas.
—Te creo…
—Te dije que la bestia no supo reconocer a su bella, ahora solo puedo decirte
que cuando te tengo cerca hay algo en mí que arde, que cuando supe que estabas
en peligro necesité ir por ti, que ahora que probé tu cuerpo me he vuelto adicto a
ti. —Besa mi coronilla—. Mi mente se hace muchas preguntas, tal vez fui un
idiota hace diez años, pero ahora sé que eres la mujer con la que deseo pasar el
resto de mi vida.
Capítulo 15
MATTEO
Sicilia entera arde en llamas mientras buscamos a los traidores, por las calles de
Palermo corren ríos de sangre, somos titulares en periódicos y noticieros. La
Cosa Nostra está asesinando a todos, demostrando su poder. Volvimos a lo
clásico, estamos atentando contra ellos de manera pública, evidenciando a
empresarios y políticos, dejando claro que la única prenda que aceptaremos es la
sangre.
Estoy en la parte de atrás del auto, mi primo y yo estamos esperando que
Luca salga y los hombres se hagan con él. Me entrega la portada de La Sicilia y
sonrío al leer el titular:
LA COSA NOSTRA, NUEVO ATENTADO.
El juez Carlo Saturno asesinado en la entrada de su edificio,
esta nueva ola de asesinatos nos recuerda los atentados a los jueces de los años
noventa, la mafia siciliana luego de años en el anonimato, ha vuelto con fuerza
para demostrar que Sicilia le pertenece.
—Esto no puede ser bueno —comenta Andrea.
—Esto es lo que debimos hacer desde que Valerio se atrevió a tanto…
—¿Qué esperamos? —pregunta.
—Eso… —Señalo.
Abro la puerta y me bajo para que Luca Montalbano me vea mientras mis
hombres le disparan a los suyos y él recibe un tiro en el hombro. Gritos son la
antesala a las personas corriendo despavoridas, estamos en pleno centro de
Palermo, cuando mis numerales lo sostienen se percata de mi presencia, saco la
cajetilla de cigarrillos de mi bolsillo para extraer uno, lo enciendo y le doy una
calada, cuando termino expulso el aire sonriendo, puedo escuchar claramente
cuando me grita:
—¡Maldito!
Lo suben a uno de los autos, fumo de nuevo y vuelvo al mío.
—¿Has perdido la cabeza? —me pregunta mi consejero.
—No, pero voy a perderla…
—Matteo, no puedes asesinar a Luca Montalbano.
Suelto una carcajada.
—Debo y puedo. Andrea… —lo llamo.
—¿Qué? —espeta molesto.
—No hagas que olvide que eres mi primo y te pegue un tiro, sabes que no me
gusta que me cuestionen y mucho menos que me desobedezcan…
—Lo siento, lo siento… —musita más asustado que arrepentido.
—Llévanos a la base de operaciones —le ordeno al chofer.
Arranca el auto y envío un mensaje a Alessandro, le informo que lo tenemos.
Su respuesta es que nos vemos en el lugar acordado. Andrea se tensa a mi lado,
pero lo que no recuerda es que puedo oler la traición y algo me hace confirmar
que tengo que asesinar a mi propio primo.
*****
Estoy sentando en mi escritorio, aquí es el lugar en donde soy el rey y señor.
Mi familia tiene un negocio formal de armas para los gobiernos del mundo, pero
también somos mercenarios y le vendemos al mejor postor, sin importarnos
nada. En las profundidades de este lugar está mi reino de terror, el mismo que
antes fue de mi padre, este edificio guarda la sangre de muchos que han tratado
de traicionarnos.
La puerta se abre y Alessandro entra, mi secretaria sabe que él es el único que
puede osar hacer algo así. Junto a él están Maurizio y Salvatore, hace mucho
tiempo que no confiaba en nadie, pero ellos…, ellos son otra historia.
—¿Lo tienes? —confirma Ale.
Asiento levantándome.
—Está abajo.
Maurizio choca su puño contra su mano y sonríe.
—Solo te pido un poco de diversión —advierte señalándome.
Salvatore suelta una carcajada.
—Es mío… —contesto.
Maurizio pone cara de niño que no soporta que le quiten lo que es de él, pero
lo siento, necesito vengar a Gianluca por Chiara.
—Antes de que se diviertan tengo que saber dónde está su hermano —nos
advierte Alessandro.
Se sienta mientras Salvatore juguetea con un pisapapeles de mi escritorio,
Maurizio se sienta en el otro sillón.
—Le quitas la diversión a todo —murmura el menor de los Lombardo.
Exhalo cansado.
—Todavía no puedo creer que todo apuntaba a Valerio, pero resulta que todo
estaba sucediendo desde el mismo seno de la organización —comento—.
Observo alrededor, no sé por qué, pero creo que aquí no es seguro hablar.
Alessandro frunce el ceño.
—¿Sospechas algo? —averigua Salvatore.
Recuerdo que puede ayudarme a encontrar micrófonos, así que les envío un
mensaje de texto a los tres.
Creo que Andrea me está traicionando.
El foggiani alza su rostro y sonríe maquiavélicamente. Este es el hombre que
le juró lealtad a Alessandro, a su hermano y al que le debo la vida, porque
irónicamente Prieto fue quien me ayudó a tener una oportunidad más.
—No, pero siempre es bueno tener cuidado —contesto mientras tecleo.
Salvatore:
Puedo matarlo…
Matteo:
Necesito seguirlo.
Maurizio:
Eso dalo por hecho.
—Tienes razón —afirma Alessandro—. Si debo destruir toda Sicilia para
demostrar mi poder, lo haré.
Asiento, conversamos teniendo cuidado de no hablar de más. En el momento
en que me avisan que todo está listo bajamos, cuando mi padre compró este
edificio justo debajo de unas catacumbas se aseguró de tener una fachada para su
verdadero negocio. Al salir entramos al pequeño cuarto de tortura, Luca
Montalbano está sentado, esposado a una mesa.
Cuando abro la puerta palidece al verme junto a los hermanos Lombardo y a
Luciani. Sonrío con seguridad, esta vez la pelota está de nuestro lado.
—Así que tu hermano ha mordido la mano que le dio de comer —canturreo
tranquilo, dominando mi espacio.
—No les diré nada —responde tratando de ser indiferente, pero fracasando
estrepitosamente, su cuerpo tiembla.
Maurizio va hasta la mesa y comienza a hurgar entre todo lo que
normalmente uso para torturar. El hecho de que no me ensucie las manos
regularmente, no significa que no sepa lo que hago. Toma una pinza, nos la
muestra abriéndola y cerrándola, Luca se paraliza y en sus ojos brilla el pánico.
—Yo que tú hablaba, porque sabes de lo que es capaz Maurizio, pero no
tienes idea de lo que soy capaz yo —lo amenazo—. A mí me gusta que la agonía
sea larga en ocasiones como esta. —Me acerco a él y saco mi encendedor, lo
abro para prenderlo y me percato de que se estremece cuando la llama se asoma,
la paso fugazmente por su rostro y meto el dedo en su herida en su hombro, al
hacerlo el hombre grita—. Me gusta ver cómo se retuercen mientras lo hago.
—¡Joder! —murmura Salvatore.
Saco mi dedo y cierro mi encendedor, lo regreso a mi bolsillo y tomo un
pañuelo con el que me limpio la sangre.
—¡¡Habla!! —ordena Alessandro.
—¡No les diré nada, son unos malditos! —contesta en un pésimo intento de
valor.
Me río.
—Maurizio, enséñanos para qué sirven esas pinzas —le pido.
—Te estabas tardando. Aunque estoy muy ofendido porque hace falta música
para crear ambiente. —Una sonrisa macabra cruza por su rostro.
Maurizio se acerca a Luca, saca una navaja, le rompe el pantalón y sin ningún
tipo de asco le toma los testículos entre gritos. Coloca la pinza, y el hombre grita
de dolor cuando el acero corta la piel de su escroto. El menor de los Lombardo
se ríe y me acerco yo de nuevo.
—¿Duele? —pregunto tomándolo del cabello, lágrimas corren por sus
mejillas—. Valentino no podrá esconderse, lo vamos a encontrar.
Luca me escupe en el rostro.
—Se nota que no aprendiste nada de tu secuestro, están jodidos, pueden
destruirnos, pero le hemos entregado sus secretos a la roja y a todo aquel que
desee destruirlos.
Me limpio el rostro con el pañuelo, voy hasta la mesa y tomo una navaja, la
examino contra la luz. Regreso sobre mis pasos, le abro la camisa y sé que
podría sacarle la verdad a golpes, pero de esta forma es más divertido. Dibujo
sobre su pecho letra por letra, primero la te, luego la erre y así sucesivamente
hasta formar la palabra:
TRADITORE[8].
Sus gritos se ahogan en este lugar, percibo cómo se orina en mis pies. Lo
observo con asco y busco en la mesa una toalla, me limpio el zapato.
—Tendré que tirar estos zapatos —escupo con malestar exagerado, observo
un soplete y sonrío—. Retomando tu discurso, claro que aprendí del secuestro, y
eso fue que las alimañas como ustedes siempre terminan descubiertas y que
tengo verdaderos amigos.
Observo a los tres hombres que movieron cielo y tierra para que regresara.
Enciendo el artefacto y la llama sale. Regreso y me quedo mirándolo, puedo ver
el terror reflejado en sus ojos, me río burlándome de él. Mientras recorro el trazo
de la letra te con la llama, escucho su alarido de dolor hasta que se desmaya, el
olor a carne humana quemada entra mis fosas nasales. Al terminar, me quedo
mirando su cuerpo inconsciente frente a mí.
—¡Joder, tengo una erección! —suspira Maurizio recolocándose el pantalón.
Salvatore estalla en una carcajada, me giro y sonrío mientras niego
cabeceando. Alessandro siempre se mantiene estoico, pero sabe que esto es algo
que debemos hacer y muchas veces lo vi hacerlo.
—Necesito que hable —espeta molesto—. Acaba de afirmar que no es solo la
organización, tenemos a la Bratvá en nuestra contra.
—Ya cometió el primer error, si seguimos así terminará por hablar —le
aseguro.
Alessandro asiente.
—Haz que hable, yo iré a casa…
—Te entiendo.
—¿Ustedes se quedan? —les pregunta a Maurizio y a Salvatore.
—Me quedo —contesta Maurizio.
—Te acompaño, tenemos cosas de que hablar que luego lo sabrán ustedes —
responde Salvatore—. Mañana te buscaré en tu oficina.
—Gracias —murmuro.
Esa palabra encierra todo lo que no les he dicho a los tres desde hace muchos
meses, salen del cuarto y Maurizio busca un cubo con agua, se lo lanza a Luca.
Este se despierta y me quedo mirándolo. Fiel a la fama que me antecede y
haciendo un homenaje a mis gustos, el menor de los Lombardo coge un teaser y
le da una pequeña descarga eléctrica. Grita, porque mojado debe ser brutal el
choque. Maurizio se ríe burlándose.
—No es muy machito cuando lo torturamos —se mofa divertido—. A ver, si
hablas prometo que no te pondré a Barney, aunque esa música me pone a tono.
—Prefiero morir antes de hablar.
Nos reímos al unísono.
—Ya hablaste, solo que ahora necesitamos que termines de hacerlo.
Luca se me queda mirando, en un ataque de valentía me grita:
—Chiara es la puta de mi hermano, ellos nunca se han alejado, tienes a tu
propia traidora en casa.
Me abalanzo sobre él y lo golpeo, sé que miente porque confío en ella, porque
pude ver en sus ojos que no le importa que Valentino muera. Lo golpeo hasta que
mis manos comienzan a sangrar y su rostro se desfigura. Maurizio me toma de
los hombros y me aleja, porque todavía queda escuchar la verdad de sus labios.
—¡Cálmate! —me ordena y me saca de la habitación.
Algunos de mis numerales están custodiando el lugar. Me zafo de su agarre y
lo desafío con mi mirada.
—No voy a permitir que hablen así de ella —le advierto.
—Te entiendo, pero solo lo hace para provocarte —contesta tratando de
hacerme ver lo que pasa—, no pierdas los estribos. La pelota está de nuestro lado
ahora, no está a su favor, matar a Luca sería un golpe que hará salir a Valentino.
—Lo sé…
Exhalo cansado.
—Matteo, Chiara te ama y lo sé por todo lo que me cuenta Marena. —Sonríe
—. Ella no es para nada alguien fácil, tiene una pinta de ser toda una fiera, pero
te ama…
Respiro mirando el techo y le confieso:
—Me cuesta confiar, hasta en ustedes.
Me da una palmada.
—Mi hermano casi muere por salvarte, cualquiera de nosotros daría la vida
por ti y, sí, te entiendo, después de Angelo no sé confiar, pero en ustedes sí lo
hago.
Me alejo y entro de nuevo, tomo el soplete y dejo salir mi vena artística
volviendo a quemarlo. No sé por qué grita, si viera la obra en que se está
convirtiendo su cuerpo se sentiría orgulloso de ser arte, en fin, llora y se lamenta
hasta quedar inconsciente. Salgo junto a Maurizio, cuando me topo con mi primo
Andrea quien me informa que Valentino Montalbano lo ha contactado, era lo que
necesitaba para confirmar que tengo a un traidor en mi propia familia.
Montalbano pide encontrarnos y me hará llegar con Andrea la información del
lugar, el día y la hora, pero necesita una prueba de que su hermano está vivo. Le
envío una foto a mi primo, quien palidece al ver lo que he hecho ¡otro que no
valora mis cualidades!, pongo la mano sobre su hombro ejerciendo un poco de
presión.
—Los traidores tendrán el mismo destino de todos los que han muerto.
—¿Qué tratas de decirme? —indaga Andrea mirándome y luego a Maurizio.
—Que no tendré piedad con nadie…
Salimos, recibo un mensaje de Chiara quien se encuentra con Giovanna
comprando el vestido de novia y me informa que nos veremos en casa. Doy
órdenes a los hombres que la protegen de que nadie se le acerque y a los que
están con Luca que lo muevan al centro de operaciones de los Lombardo, si con
esa prueba lo consigo, su hermano pronto saldrá de su agujero y yo tendré la
oportunidad de asesinarlo con mis propias manos.
Capítulo 16
SALVATORE LUCIANI
Giovanna llega a mi nueva casa junto a Marena, con ellas viene una chica que
no reconozco. En pocas horas es mi unión con Matteo, sin embargo, desde hace
más de una semana que pasa días sin verme.
Sé que Palermo es un pandemonio en este momento, las dos chicas están
cumpliendo el papel que hubieran cumplido mis dos hermanas. Beatrice apenas
me dirige la palabra y Allegra debe estar en algún lugar descansando —espero
que su alma encuentre la salvación—, ellas me saludan y la joven se mantiene al
lado de Marena.
—Ella es Rosa, es nuestra protegida —me informa la rubia—, se lo debía a su
hermano.
Asiento.
—Bienvenida y llegas justo a tiempo para mi boda.
Ella solo sonríe, lleva un hermoso vestido color naranja que resalta el color de
su piel. Me acerco porque su cabello color ébano tapa su hermoso rostro y
cuando intento tocarla, toma mi mano con terror y espeta:
—No…
—Eres hermosa, no deberías ocultarte…
—Chiara —me llama Giovanna mientras la chica ríe con amargura.
—¿Esto lo consideras hermoso? —increpa descubriendo una cicatriz que
surca su rostro—. No es hermoso.
Marena se acerca y la abraza.
—Todas llevamos distintos tipos de cicatrices —le asegura.
Respiro hondo y sonrío, no tengo idea quién es ella, pero la manera en que la
rubia la protege me hace pensar que es alguien que tiene que ver con ese
momento oscuro de su vida. Sonrío y le digo:
—Aquí, para mí y para todos eres hermosa, no tienes por qué ocultarte. —Le
quito el cabello del rostro y sonrío—. Eres preciosa…
Ella niega y exhala cansada, se aleja de nosotras y le pide a Marena salir a
caminar por los jardines. La deja irse mientras me siento en la cama, las chicas
son mis amigas y lo más cercano que tengo a una familia. En dos horas me
casaré con Matteo Spadaro, no puedo creer que lo que tanto anhelé, hoy sea real.
—¿Cómo te sientes? —me pregunta Giovanna.
Suspiro.
—Feliz, pero tengo miedo de que este matrimonio no sea lo que siempre
soñé. —Marena me observa.
—¿No eres feliz? —averigua la rubia.
Cierro los ojos, ¿qué es la felicidad? No la conozco, pensaba que ir a comprar
ropa era lo que me hacía ser feliz, sin embargo, me di cuenta de que tuve una
vida vacía, sí, ahora comprendo que fui una niña consentida y si lo que siento
por Matteo es solo un capricho, como aseguró Valentino, él me asesinará
cumpliendo sus amenazas. Me permito dudar, pero sé que lo amo, que nunca
pensé amar a alguien así y espero que podamos dejar atrás el veneno de los celos
e intentar ser felices.
—No sé lo que soy, por años esperé este momento y ahora que llega no sé qué
puede suceder —contesto—, Matteo no confía en mí, cada vez que tiene
oportunidad me recuerda que puede matarme si lo traiciono. —Niego con mi
cabeza—. Lo amé en silencio y en secreto, era como si estuviera prohibido
manifestar que amaba al hombre que me rechazó, pero ahora que vivo a su lado,
que duermo a su lado y que comparto con él…
—Tienes dudas de si lo amas —me interrumpe Giovanna—. Te dije una vez
que tenías opciones, que nos tenías a nosotras y vuelvo a recalcarlo, si piensas
que no serás feliz con este matrimonio, solo dímelo, que paro todo este circo en
un instante.
Les sonrío a las dos y tomo las manos de cada una. Suelto todo el aire de mis
pulmones como si así pudiera botar todos mis miedos.
—Gracias por ofrecerme su amistad, no saben lo mucho que aprecio que me
apoyen en este momento.
—Chiara —me llama Marena—, lo que te dice Giovanna es cierto, tienes
opciones.
Asiento y sonrío.
—Voy a arriesgarme…
Ellas niegan y sin decir nada más, me ayudan a prepararme. Cuando escogí el
vestido supe que era para mí, tiene corte sirena con un escote corazón. Las
chicas me colocan el velo frente al espejo y me quedo mirándome por un buen
rato.
—Estás preciosa —murmura Giovanna.
Respiro profundo cuando Marena me entrega el ramo de rosas. Las dos se
miran y Giovanna se aleja, cuando me giro observo que tiene dos cajitas en su
mano.
—Este es nuestro regalo, en cuanto lo vimos Marena y yo pensamos en ti. —
Me enseña la otra—. Este es un regalo de Matteo, quien me preguntó cómo era
tu vestido ya que deseaba regalarte algo.
Me acerco y tomo la que ellas me han comprado, cuando la abro sonrío, es un
hermoso brazalete con signos de infinitos entrelazados.
—Nuestra amistad es infinita, no lo olvides —expresa Marena sacando la
pieza y le ofrezco mi muñeca.
—Gracias… —musito emocionada, Giovanna abre el estuche del regalo de
Matteo y sostengo la respiración al ver que son unos pendientes, la eme de su
inicial entrelazada con la ce de la mía—. Dios mío…
—Te ama, tal vez solo necesites enseñarle a confiar en ti y a que vea que todo
lo que sucedió fue una pesadilla.
Me ayudan a quitarme lo que previamente escogí y me colocan mis nuevos
regalos. Las palabras de Giovanna me dan esperanza, me llevan a pensar que
podemos ser felices y que solo tengo que demostrarle que lo amo desde niña, sé
que es una locura, pero nunca he dudado de lo que siento y ahora que estamos
juntos, solo puedo confirmar que siempre fue el hombre que he amado. Toco una
de mis orejas, esto es real y está sucediendo, me casaré con Matteo Spadaro en
pocos minutos. Tocan a la puerta y Alessandro se asoma.
—Es hora, chicas. —Entra y se acerca a mí—. ¿Me darías el honor de
entregarte en el altar?
Ahogo un sollozo, mi papá no está y todo ha sucedido tan rápido que no logro
todavía aceptar mi nueva realidad.
—Sí…
Sonríe y me ofrece el brazo, respiro hondo. Salimos y de camino nos topamos
con mi madre que trata de aproximarse, pero giro el rostro rechazando el
acercamiento. Seguimos nuestro andar y cuando estoy frente a la pequeña capilla
cierro los ojos y llega un pensamiento a mi cabeza.
«Lo amo, soy parte él y él parte de mí».
—¿Lista?
—Lo estoy…
El Ave María comienza a sonar y los dos entramos, cuando miro al frente creo
que estoy soñando. Matteo vestido con chaqué y una corbata azul claro, su
cabello todo patinado y poco a poco va dibujándose una sonrisa en su rostro que
hace que se acelere mi corazón.
Cuando ya estoy acercándome los acordes cambian y reconozco la melodía,
es la canción de la Bella y la Bestia. Creo que voy a desmayarme cuando al fin
llegamos, Matteo se acerca y toma mi mano, la lleva lentamente hasta sus labios
para dejar un delicado beso.
—Hermosa, eres la mujer más hermosa del mundo…
—Matteo…
Sonríe y me lleva hasta el altar, me quedo mirándolo mientras el sacerdote
inicia la ceremonia. De repente se acerca y me susurra:
—Brillas, Chiara, brillas y me arrepiento porque no lo supe ver…
Me atrevo a besarlo y cualquiera que nos mire, pero no conozca nuestra
historia, creería que estamos completamente enamorados. Todo transcurre
tranquilamente, hacemos los votos tradicionales, puede que yo le haya jurado
amor eterno, sin embargo, sé que él no me ama y esa es mi dura verdad. Cuando
nos declaran marido y mujer afuera se escuchan detonaciones.
Me quedo mirándolo, todo sucede muy rápido. Los Lombardo se lanzan sobre
sus mujeres y para mi asombro Salvatore hace lo mismo con Rosa. Matteo se
antepone delante de mí y las puertas de la capilla se abren. Contengo la
respiración cuando Valentino entra con una sonrisa en los labios.
—¡Bravo, bravo! —grita aplaudiendo—. Aquí tengo todo lo que estaba
buscando, a la mujer que amo y a los hombres que voy a asesinar.
Matteo se tensa y niego con mi cabeza, Valentino se ha vuelto loco, mientras
tanto los numerales se forman protegiéndonos.
—Chiara —me llama Matteo cuando doy un paso al frente y me toma del
brazo.
Lo miro y luego miro al frente, Valentino sonríe imaginado que voy a correr a
su lado y solo deseo pegarle un tiro.
—¿Qué haces aquí? —pregunto.
Se ríe burlándose de mí, todos me observan como si me hubiera vuelto loca.
Sin embargo, sé lo que hago y a quién me estoy enfrentando.
—Extraño nuestros momentos en cada amanecer, así que ¡aquí estoy,
atreviéndome a buscarte para convertirme de nuevo en tu gran amor! —grita
fuera de sí—. Demuéstrales a todos que soy el único que te conoce, esperaba
paciente para volverte a ver y aquí estoy, escógeme, Chiara, entrégame tu
corazón de nuevo.
Matteo me sostiene cuando bajo un escalón en dirección a Montalbano, me
giro y le susurro:
—Confía en mí… —le ruego.
—¿Qué intentas hacer? —pregunta en un hilo de voz.
—Te amo…
Abre los ojos cuando me suelto y camino en dirección a Valentino que
comienza a carcajearse, solo puedo verlo y sentir que lo aborrezco.
Matteo me sigue y me toma por la cintura, grito molesta:
—Te voy a matar, Valentino…
Quien fue mi amante abre los ojos y todos lo que han venido a la boda están
disfrutando de un espectáculo.
—¡Disparen! —ordena Alessandro.
Matteo me arrastra hacia atrás al mismo tiempo que me resisto con deseo de
correr hacia Valentino y matarlo con mis propias manos. Me entrega a Alessio
quien trata de llevarme, gritos, las mujeres corriendo, los niños en el piso, el día
que iba ser el más feliz de mi vida se está convirtiendo en escena de horror,
afuera comienza a llover. Valentino se abre paso hasta Matteo, veo todo como si
fuera en cámara lenta. Ale le lanza un revolver a mi esposo, pero Valentino lo
apunta. Mi única reacción es darle un codazo en la boca del estómago a Alessio,
para luego pisarlo, me suelta y corro lo más rápido.
—¡¡Chiara!!
Alguien me llama, pero solo observo cómo Valentino dispara y llego justo a
tiempo. Siento que soy impulsada y un dolor lacerante me hace tocar mi
abdomen, bajo la mirada y percibo cómo una mancha roja se extiende por la tela.
—Chiara… —Matteo me toma entre sus brazos al desplomarme, toso cuando
lo observo—. Chiara, ¿qué has hecho?
—Salvarte —toso alzando mi mano y mi visión comienza a nublarse—, solo
deseaba demostrarte que te amo.
—Chiara, por favor, no me dejes…
Y sonrío por esa súplica, si él supiera que antes de que le suceda algo prefiero
morir. Matteo me carga, varios hombres lo rodean, cuando llegamos a la sacristía
escucho a lo lejos la voz de Giovanna desesperada y todo comienza a darme
vueltas.
—No puedes soltarme, no puedes dejarme… —me ruega—, no puedo
perderte, Chiara…
Sujeta mi mano y me dejo ir. Matteo hace diez años me soltó y mi error fue
buscar en otro ese amor, pero en este momento hay algo que me lleva. Siento sus
labios en los míos y escucho el susurro de su voz:
—No me dejes, Chiara, no lo hagas…
Capítulo 18
MATTEO
Paso día y noche con Chiara, nos han informado que no hay nada que hacer, que
no hay actividad cerebral, que ella se ha ido, sin embargo, me aferro a la idea de
que su amor por mí es más poderoso que la maldita ciencia, que va a volver a
mí, que podremos vivir lo que ella siempre soñó, un maldito cuento de hadas y
que seremos felices hasta la eternidad.
Esto debe ser amor, porque no le encuentro explicación a lo que siento desde
hace meses, solo pienso en Chiara, vivo por saber de ella, por complacerla,
aunque sea seco y hasta agresivo, solo es Chiara la única capaz de hacerme
sentir vivo.
Me acuesto a su lado y la abrazo con cuidado de no hacerle daño, respiro
hondo llenándome con su aroma dulce, sé que no soy hombre de palabras, pero
en este momento me aferro a la idea de que puede escucharme:
—Dime que no te voy a perder, no puedes marcharte y dejarme aquí, necesito
que vivas por nosotros, ahora que te tengo no puedo… —sollozo—. Chiara, te
amo, te amo y ahora lo veo, que todo ese rechazo que alguna vez sentí era el
miedo de enamorarme de ti, pero desde que te vi aquella vez con Giovanna, algo
cambió en mí, era como si tú estuvieras ahí para demostrarme que solo tenía
miedo de encontrar el verdadero amor. —Tomo su mano y la llevo a mi pecho—.
Mi corazón late por ti, solo por ti y me niego, me niego a perderte ahora que
tengo, eres mía, pero soy tuyo en cuerpo y alma…
Lloro en silencio, no puedo permitir que la historia de mi amor sea llena de
tragedia, si la pierdo creo que volveré al frío invierno en el que estuve antes de
darme cuenta de que ella estaba para mí.
Chiara es la mujer perfecta para estar a mi lado.
—No quiero vivir estar pensando constantemente imaginándote,
escuchándote o sintiéndote, porque aunque no lo digo, te amo, Chiara… —La
abrazo—. Vuelve, amor mío, te lo ruego, vivamos juntos lo que soñaste, lo que
necesito —lloro—, te ruego y nunca le he rogado nadie, ni a Dios. —Acaricio su
rostro y muero por besar sus labios de nuevo—. No quería amarte y sé que
tuviste que odiarme, porque lo eché a perder, pero me tienes… Regresa a mí…
Y lloro pidiéndole perdón a Chiara por todos los errores del pasado, porque es
mi culpa por no escuchar a mi padre, por obsesionarme con Violleta, por pensar
que no iba a encontrar a una mujer que fuera lo suficientemente buena para mí,
sin imaginar que la tenía en frente, que siempre estuvo ahí, esperando paciente a
que la mirara, que me diera cuenta de su valor y que era todo lo que necesitaba.
Recuerdo aquel baile, aquel momento que supe verla, sus nervios, los míos y
por supuesto, los momentos en que ella me acompañó cuando convalecía, sus
visitas, sus cestas llenas de comida, su sonrisa cuando me miraba.
He sido el hijo de puta más grande con la única mujer que me ha amado
realmente. Tomo su mano y rezo, le ruego a Dios que me la regrese, si los
milagros existen, que este sea el que me dará.
«No me la quites, Dios, porque si le hubiera dicho que la amo tal vez nuestra
historia sería una llena de recuerdos, acepto que me asustaba no decirlo bien,
por favor, te lo ruego, Dios, necesito a Chiara, por favor… No dejes que
muera».
—Perdóname, amor mío. —La abrazo fuerte—. Vive por nosotros, te lo
ruego, vuelve y prometo que todo será diferente, no quiero dormir en una cama
llena de un millón de clavos sin ti.
*****
Ha llegado el momento de la ejecución de Valentino y como lo prometió
Alessandro seré su verdugo. Estamos reunidas las cuatro familias sobrevivientes,
Massimo Vella es el más joven de nosotros y está herido, pero se encuentra aquí
demostrando su fidelidad a la Cosa Nostra. Marco, el cuñado de Chiara está
presente, pálido al ver que el maldito traidor prácticamente está muerto.
—Es una lástima tener que repetir este maldito discurso. —Inicia Alessandro
su disertación—. Tengo dos años siendo il capo di tutti capi de la organización,
recibiendo ataques constantes desde entonces y todos, absolutamente todos los
he ganado. —Señala a Valentino—. Si aún hay alguien que cree que puede
destruirme, solo mire lo que hacemos con los traidores. Valentino Montalbano,
por tu traición tu castigo ha sido la muerte, toda tu familia ha muerto, ¿te
arrepientes de tus pecados?
—Son unos malditos, nos veremos en el infierno —murmura riéndose.
Alessandro se acerca a mí y me da dos palmadas, pienso en Chiara y todo el
dolor que siento por culpa de este maldito.
—¿Puedes hacerlo? —averigua.
—Es lo único en lo que pienso.
Mi amigo y jefe asiente en mi dirección, me deshago de la chaqueta de mi
traje y camino rumbo a la mesa de instrumentos. Doblo las mangas de mi camisa
mientras observo todo lo que tengo en frente, tomo un hacha de leñador. Hago
todo con calma, metódico, controlado, respirando, lo que no saben es que esto es
la antesala al infierno que pienso desatar. Regreso sobre mis pasos y me detengo
frente a Valentino.
—Te dije que iba a ser yo, que te iba a hacer pagar todo.
—Hazlo, igual nunca vas a ser feliz con ella —escupe.
Tiro el hacha y comienzo a golpearlo, grita de dolor. Cada golpe es mi agonía
hablando y ahora sé qué tan ciego puede volverte este sentimiento. Vuelvo a
tomar el hacha y corto la soga que lo sostiene. Cae de rodillas ante mí, no puede
sostenerse y se desploma de lado gimiendo. Lo tomo por el cabello y lo obligo a
mirarme.
—Mírame —le ordeno y abre los ojos—. Es momento de que conozcas a tu
verdugo.
Se ríe.
—Hazlo, ¿o tienes miedo de que nunca te perdone?
Lo arrojo al suelo de nuevo, sé que algún día mi fin será igual. Paso el hacha
de una mano a otra y Valentino se arrastra cuando nota que no estoy jugando,
que voy a asesinarlo. Maurizio se acerca y lo patea, todos los miembros de las
cuatro familias lo hacen. Marco se acerca con duda hasta que finalmente lo hace.
El menor de los Lombardo lo arrastra ante mí, Valentino me observa con
rabia y de un solo movimiento lo decapito. Su cabeza queda en las manos de
Maurizio mientras su cuerpo se desploma cayendo contra el piso, pero no es
suficiente, un alma llena de dolor no tiene límites, para asombro de todos lo
pateo y sin mirar a los lados hago del hacha mi amante y con frenesí la impacto
sobre su tronco hasta picar su cuerpo en pedazos, nadie me detiene y hago lo
impensable, hurgo entre su vísceras sacando su corazón.
Lo muestro ante todos como si fuera un trofeo y luego lo llevo a mi rostro,
recordando las palabras dichas a Valentino, honrando la promesa de una muerte
digna de un verdugo de la mafia le doy una mordida al órgano. Todos me
observan como si me hubiese vuelto loco, pero cada hombre que está en este
lugar tiene un grado de psicopatía. Marco Puzo se desmaya cuando expulso el
pedazo y me acerco a Alessandro.
Si un miembro de una familia mafiosa no está capacitado para vengar su
propio honor ofendido, deja de ser considerado un hombre de honor. Aquel que
no está preparado para responder con acciones violentas a las ofensas, será
siempre objeto de tales vejaciones. Respeto y violencia van de la mano, al igual
que van unidos respeto y protección. Quien no es capaz de responder con
violencia será siempre ultrajado y quien recurra a la justicia será considerado un
espía, un infame. El asesinato es el instrumento de honor por excelencia, que
consiente a su autor ganar el control sobre la gente.
—He cumplido.
—El honor es tuyo, Matteo Spadaro. —Coloca su mano en mi hombro—. Has
demostrado que por tu familia eres capaz de todo.
—Soy leal a ti y la organización —afirmo.
Alessandro sin ningún miramiento me abraza, haciéndome saber que puedo
contar con él, que estaremos juntos. Esta es la nueva Cosa Nostra, la que
mantiene el valor y los decálogos de un mafioso.
Los cimientos de la mafia tradicional se encuentran en el amor por la propia
familia y en su defensa y protección, el mayor ejemplo que tengo es el amor
entre los hermanos Lombardo, el amor a sus mujeres y cómo son capaces de
todo por proteger a sus seres queridos. Mi padre me enseñó que el mafioso se
considera a sí mismo como el verdadero y único hombre y su comportamiento es
por definición un comportamiento honorífico. Es el único capaz de defender los
valores de su familia o de una familia amiga. Este debe hacerse respetar sin
necesidad de recurrir a la ley, aunque tenga que quebrantarla. Este código de
honor no solo está presente en el modo de actuar un mafioso, sino que es
conocido por la cultura siciliana tradicional. Cada jefe de familia deberá vivir
bajo tres preceptos:
Todos dicen que vivo atrapado en el pasado, con la amargura del cuento de
hadas que terminó con la muerte de Violleta. Mi padre se revolcaría en su tumba
por saber que pierdo la vida por una puta italiana, pero es lo que he estado
haciendo a la largo de estos años.
Los hombres me hablan de la muerte de la familia Montalbano, mis
protectores en estas tierras me creen perdido, pero a diferencia de ellos, creo que
la venganza es un plato que se cuece lento, mientras ellos ponen a arder Sicilia y
hacen correr ríos de sangre, yo me quedo observando sus puntos débiles.
Lo más importante para los Lombardo es su familia, sus mujeres y sus hijos,
pero qué sucedería si me hago con Alessandro, sería como un efecto dominó,
todas las fichas caerían llevándome a mi objetivo principal que es destruirlos.
Matteo era el principio para un fin, sabía que, al asesinarlo, les daría un gran
golpe a las cinco familias, él fue educado para ser el mafioso ideal, su padre
tenía la idea de que eran hombres de honor, que ellos eran mejores que muchas
familias, eran leales como nadie, por eso fue fácil fingir, cuando en realidad
siempre ayudé a Valerio.
Entramos hasta las raíces de la organización, he ejecutado los planes más
atroces. La violación de Valentina Lombardo, pensamos que aquello sería el
final de los malditos que han destruido la vida de tantas personas. Violleta fue un
milagro entre mis planes, pensaba que, destruyendo a los Spadaro, podría llegar
más rápido a ellos, pero perdí tanto que me destruyeron.
El italiano habla con rapidez mientras tomo el primer café de la mañana,
necesito saber un punto débil hasta que me dice:
—Hay una nueva mujer con los Lombardo, no es de aquí, nuestros
informantes nos dicen que la ha traído el foggiani.
—¿Tienen fotos? —pregunto.
—Sí.
Me entrega un sobre y logro ver a Giovanna y a Marena junto a una mujer
morena, frunzo el ceño ya que me parece conocida. Tomo la siguiente fotografía
y maldigo carcajeándome.
—Maldito Valerio, tu red de mierda sigue tejiéndome alrededor de los
Lombardo.
El italiano no sabe lo que digo, porque lo hago en ruso. Rosita Tapia, la hija
del maldito Juan Andrés Tapia, gobernador del estado de Jalisco y nada más y
nada menos que la hermana del amante de Valerio. Ella es del interés de los
mexicanos y los rusos, es el único testigo que haría refundir en la cárcel al capo
mexicano y a Víktor.
Acaricio mi barbilla, observo a un guardaespaldas que la sigue de cerca e
intuyo que es el encargado de cuidarlas. Las tres salen de una clínica privada en
Palermo, señalo a la foto y le ordeno:
—Deseo un informe detallado de las mujeres, ¿qué hacen? ¿A dónde van?
Estudien cada movimiento y lo deseo lo antes posibles.
—Sí, señor —obedece y se levanta de la mesa, pero antes de retirarse me
advierte—: Creo que es momento de moverse.
También creo lo mismo, pensándolo mejor necesito algo más que me lleve a
mi verdadero objetivo.
—Iré a Palermo, ahí tengo un pequeño piso. —Tomo un sorbo de mi espresso
—. Te informaré cuando llegue.
—Estaremos en contacto —me indica.
—También necesito un informe detallado de Alessandro Lombardo, mueve lo
que tengas que mover, policías, numerales que se vendan por dinero, quiero
saber cuándo y dónde puedo hacerme con él.
Sale sin decirme nada más. Estos días de retiro frente al mar Mediterráneo me
han regalado el suficiente tiempo para darme cuenta de que estaba haciendo las
cosas mal. Si me hago con Alessandro, llegaré a Matteo y mataré a dos pájaros
de un solo tiro. Los malditos que mataron a mi papá en una espantosa explosión
en Roma y al hombre que me robó a la mujer que amaba.
*****
El piso está limpio, al menos las personas encargadas de la higiene y orden
del lugar hacían su trabajo. Desde aquí puedo lograr más objetivos, encadenada a
una silla está una puta abierta para mí, ha sido un regalo. Una linda virgen que
voy a follar hasta saciarme, tiene unas tetas y unos labios de vicio, mirarla me
pone la polla dura, me acerco y ella se estremece al mirarme.
—Voy a follarte la boca y luego a romperte ese coñito —me burlo mientras
lamo sus lágrimas—. Si eres una buena puta, te voy a regalar ropa y joyas.
Niega con su cabeza.
—Prefiero que me dejes volver al convento.
Suelto una carcajada.
—¿Convento? ¿Acaso Dios existe? —La señalo—. Mírate, ahora vas a
conocer el mismo infierno.
—Esto es una prueba —me contesta.
Me burlo, qué estúpidas pueden llegar a ser las personas creyendo que existe
un ser inmortal e invisible que puede cuidarlas y protegerlas. Me alejo de ella
para salir de la habitación, primero los negocios y luego la diversión. Cojo el
teléfono satelital y le marco a Víktor, puede que no desee ayudarme, pero ahora
que los Lombardo tienen a su puta favorita, estoy seguro de que cambiará de
opinión.
—No estoy para juegos —me contesta el móvil.
—Tengo noticias que cambiarán tus planes de no joder a Lombardo.
Se ríe.
—¿Qué tiene Alessandro que yo no posea? —pregunta divertido—. ¿Putas?
Porque de esas tengo por montón, ahorita estoy enterrado en el culo de una
negra. —Se ríe—. Habla.
—Rosa Tapia.
Y exhala todo el aire contenido de sus pulmones, cuando se la entregó a
Valerio lo hizo de mala gana, no sin antes marcarla, le dejó un recordatorio de
que esa libertad era momentánea.
—Estaba en Londres…
—Está en Palermo en casa del mismísimo Alessandro Lombardo.
Escucho ruido de fondo y un sollozo, este es el único maldito que respondería
el teléfono mientras folla.
—Necesito pruebas, porque es la única manera en que te ayudaría.
—Lo sé, pero las cosas han cambiado, si te consigo a Rosita, tú me das a
Alessandro y, por supuesto, a Matteo.
—Hecho.
Y con el intercambio perfecto, cuelgo la llamada. Sin perder tiempo vuelvo a
la habitación, la chica al verme abre los ojos, comienzo a desvestirme frente a su
cuerpo, me pajeo delante de ella y como un niño desesperado por un gelato, le
follo la boca hasta que vomita y me burlo de su desesperación.
Capítulo 21
CHIARA
Todo me da vueltas, desde que desperté creo que estoy viviendo una pesadilla.
No recuerdo nada, solo que me puse al frente de Matteo y que mi vestido se
llenó de sangre. Soñé escucharlo que me amaba, pero como la canción de
Rihanna, Love me on the brain, pago un precio muy alto por su amor.
Él se mantiene a mi lado, sin saber qué decirme, cuando es incapaz de darme
lo único que he deseado toda mi vida y ahora entiendo que estoy condenada a un
matrimonio sin amor, puede que haya deseo y respeto, pero Matteo no me ama y
es algo que acabo de comprender después de volver.
—Quiero ir a casa —le ruego—, si voy a recuperarme, no importa dónde lo
haga y deseo que sea ahí.
Se levanta del sofá cama y cuando se acerca a mí creo que voy a quedarme
sin respiración. Me da un beso en la coronilla y deseo llorar.
—Lo que desees.
Y en cuestión de minutos me ayuda a vestirme, me saca del maldito hospital
en sus brazos, pego la cabeza en su pecho escuchando los latidos de su corazón.
Me han hecho miles de exámenes, los médicos aseguran que me han dado una
oportunidad de vivir y que soy un milagro, qué suerte la mía, Dios me ha
enviado de nuevo al lado de un hombre que no me ama.
—A casa —le ordena al conductor.
Las chicas me han visitado junto a Rosita que resultó ser dulce, también una
persona muy abierta, aunque intente esconder ese hermoso rostro. Ella lleva
cicatrices que nunca se borrarán y algo me dice que las tres comparten más de lo
que desean decirme. Dormito entre los brazos de Matteo. Todo parece perfecto
entre nosotros cuando en realidad ninguno de los dos es feliz. Suspiro y me
despierto intuyendo que pronto llegaremos a su finca.
—Deseo dormir sola —manifiesto con miedo.
Toma mi barbilla entre sus manos y me obliga a mirarlo, quiero llorar y sé
que tengo que cumplir mi papel como esposa, tengo que traer herederos que
perpetúen la tradición en la cual los dos salimos.
—No me desafíes de nuevo, Chiara —pide con voz dulce—, no quiero ser la
bestia, deseo ser el hombre contigo. —Roza su nariz con la mía y sostengo la
respiración, nunca ha sido así conmigo—. Comencemos de nuevo.
—¿Qué quieres decir? —pregunto.
—Eres preciosa. —Sus labios rozan los míos provocando que cierre los ojos
—. Lleguemos a casa y hablemos, prometo que voy a intentar hacer las cosas
bien.
Me da un beso casto que hace vibrar cada célula de mi ser, cuando finalmente
llegamos toda la servidumbre nos espera a los pies de la escalera que nos llevará
a la residencia, yo permanezco en sus brazos, sonríe y me dice con voz ronca:
—Bienvenida a casa, señora a Spadaro. —Me da un beso que me corta el
aliento y el personal nos aplaude, creo que estoy viviendo en un mundo paralelo,
que esto es mentira y no puedo creerlo. Cuando rompe la conexión sube y
atraviesa el portal de nuestro hogar, una vez hecho esto susurra en mi oído—:
Este es el comienzo de todo.
*****
Después de colocar la cabeza en la almohada, me quedé dormida enseguida.
La cama está caliente y mullida, no como la del hospital. Soñé con niños
corriendo por el jardín trasero, que estaba lleno de rosas blancas y ellos me
llamaban mamá. Todos vestíamos de blanco, parecía algo idílico, pero cuando
Matteo apareció mi vientre se cubría de sangre haciéndome saber que estaba
muriendo.
Abro los ojos sintiéndome completamente asustada, me cuesta darme cuenta
de que estoy a salvo, que estoy con vida. Abro mi blusa para observar la cicatriz
que surca mi abdomen. Cierro los ojos para respirar profundo por unos
segundos, este tiempo como adulta me ha enseñado que nunca estaré a salvo,
que podrá sucederme cualquier cosa. Percibo cómo la cama se hunde y toma mi
mano.
—Estás despierta —afirma emocionado y sus labios rozan sutilmente el dorso
de mi mano hasta dejar un beso, abro lo ojos y me encuentro con los suyos que
brillan de una manera especial—. ¿Te sientes bien? —pregunta con voz
preocupada.
Al despertar en el hospital, lo vi llorando mientras sostenía mi mano. Su
rostro estaba lleno de sangre y sus manos también, Matteo de alguna manera
parecía un ángel vengador. Pasaron horas hasta que pude verlo nuevamente y lo
primero que hizo fue susurrarme un gracias mientras besaba mi frente. Todo
estaba confuso para mí, estuve inconsciente una semana, me daban por muerta.
—¿Y Valentino? —averiguo con miedo.
—Muerto —contesta seguro—, como toda la familia Montalbano.
—Gracias —musito.
Matteo se acerca y para mi sorpresa me abraza, instintivamente busco refugio
en su pecho. Su corazón late apresurado como si tuviera miedo de esto, yo
también tengo miedo, porque estar cerca está haciéndome daño.
—Chiara, no sé si escuchabas cuando estabas inconsciente, pero tengo que
confesarte algo. —Retengo la respiración con miedo de que suelte mi mano para
dejarme ir, porque se dio cuenta de que lo nuestro no puede ser—. Sin embargo,
voy a repetirte lo que te dije, porque estar a punto de perderte me mostró que mi
desconfianza solo me estaba volviendo ciego.
—Matteo…
—Shhh… —Coloca sus dedos en mis labios para callarme—. Mírame —me
pide con voz tierna, tengo miedo de hacerlo, pero como la mujer valiente que
siempre he sido, lo hago—. Violleta y las personas en las que creí me
traicionaron, confiar para mí es algo imposible.
—No soy ella —lo interrumpo tratando de alejarme, pero se aferra a mí.
—Quiero conocerte mejor, volver a lo que nos negué, porque traerte aquí
como lo hice no fue lo correcto. —Niega cerrando los ojos—. No lo vi, estaba
ciego porque pienso que todos van a traicionarme, sin embargo, te interpusiste
entre una bala y yo demostrándome que ese amor es real.
—Yo…
Me besa callándome y creo estoy viviendo un sueño, no puedo creerlo.
Matteo me tiene entre sus brazos, está intentando mostrarme a su verdadero yo,
cuando rompe la conexión de nuestros labios pega su frente a la mía.
—Eres tú, Chiara, ahora lo veo, que eres la mujer de mi vida. —Suelto un
sollozo—. No llores, te dije que el monstruo que soy no supo verte, pero la
verdad es que solo tenía miedo a que me traicionaran de nuevo. —Toma mi
mano en donde están mis anillos, anoche después de que dejaron de hacerme
exámenes se sacó una cadena en donde los llevaba colgando. Los besa y sonríe
—. El amor duele a veces, el destino es cruel y me equivoqué contigo, pero
nunca es tarde para tratar de hacer las cosas bien.
—¿Qué tratas de decirme? —pregunto con miedo.
—Si lo hago todo bien quizás algún día me perdones, porque todo el daño que
te causé fue sin culpa. —Acaricia su nariz con la mía—. Mientras estuviste
conectada, solo deseaba escuchar tu voz, me estaba ahogando y volviéndome
loco, porque la simple posibilidad de perderte me dolía, Chiara, te amo y quiero
olvidar todo, déjame mostrarte al verdadero Matteo, deja que te adore como
mereces.
Y no puedo evitarlo, me sujeto a la pretina de su camisa llorando. Sus
palabras son como un sueño.
—No llores, amor mío, porque yo te esperaba y por fin te encontré. —Toma
mi barbilla entre sus dedos.
—¡Pellízcame! —le pido.
Se ríe.
—Creo que puedo hacer algo mejor.
Me besa y me hace olvidar, bebe de mis lágrimas. Me susurra que es mío, que
nos pertenecemos. Nos acostamos y nos quedamos mirándonos, acaricia mi
cabello y sus ojos brillan de una manera especial. De vez en cuando toma mi
mano para besar los anillos, si esto es cielo, tal vez estoy muerta y esto es lo que
deseo vivir en él. Matteo sonríe y confirmo que tiene la sonrisa más hermosa del
mundo, en un acto de valentía me acerco a él y me abraza.
—Esto es verdad —musito.
—Sí, que trataras de dar tu vida por la mía. —Se ríe—. Nunca vuelvas a
hacerlo, porque no valgo nada sin ti.
Suspiro, beso su pecho y me pega tratando de unirnos. Me quejo, mi herida
duele y me aleja.
—Te miro y puedo decir que te he amado desde siempre, podría morir y
esperarte en otra vida, porque te amaré por miles de años.
—Me estoy atreviendo, te amo, te voy a cuidar y no hago promesas en vano,
porque voy a alejar el miedo para poder amarte —promete.
—Matteo…
—Chiara, eres la mujer perfecta para mí y a veces somos ciegos, y es hasta
que nos toca creer que vamos a perder lo que tenemos, que nos damos cuenta de
su valor. —Respira hondo—. Te acercaste, te metiste en mi vida, cuando me
leías mientras estaba convaleciente, escuchaba tu llanto cuando creías que
dormía, pero confiar es mi más grande miedo.
—Confía en mí, no voy a traicionarte.
Exhala asustado al mismo tiempo que retengo la respiración.
—Creo en tu amor por mí, nunca creí que fueras tú lo que siempre esperé. —
Me besa la coronilla—. Te amo, cierra los ojos y descansa, que voy a cuidar de
tus sueños.
Respiro hondo y me abrazo a su cuerpo, coloco su mano en mi pecho y me
relajo. Los dos nos quedamos en silencio, mi corazón late como si fuera a
salírseme mientras mis pensamientos están en él.
—Viviré para hacerte feliz, lo prometo.
No hablo, solo me quedo ahí disfrutando de la magia del momento, mirando
la luz y viendo cómo se va disipando la oscuridad que me abrazaba.
—Chiara… —me llama cuando comienzan a cerrarse mis ojos—. Repararé lo
que rompí, porque te necesito.
Suspiro cerrando mis ojos, dejo que el calor de sus brazos me envuelva con su
amor. Estoy viviendo el sueño, me encuentro aterrada, pero cuando amas a
alguien abres tu corazón incluso con riesgo a ser lastimado, aunque el amor es
perfecto, quienes amamos no lo somos. Sin embargo, las palabras de Matteo se
sienten reales.
Dejo que el sueño me lleve, me encuentro en ese estado en que todavía estoy
consciente de mi alrededor, cuando lo escucho.
—Te voy a dar amor, porque has esperado mucho tiempo por ello.
—Te amo —suspiro.
Capítulo 22
ROSITA TAPIA
Mi vida ha sido una tragedia desde que nací, fui la hija no deseada de mi padre,
la bastarda que tuvo que reconocer, su esposa me odió desde que llegué y
siempre me recordó cuál era mi lugar, muy separado al de Juan, el único que me
amó y cuidaba de mí.
Ante los ojos de la sociedad el gobernador Juan Andrés Tapia y su esposa
Regina Salinas de Tapia eran el matrimonio perfecto, bendecidos con dos hijos,
mi padre era el rey del cobre y tenía una de las corporaciones más grandes del
país, ella la hija del heredero del imperio del tequila, pero mi papá era de todo
menos un santo, soy fruto de una relación prohibida con su secretaria, a veces
pienso que de alguna manera me amaba, porque Regina a modo de burla me
decía que me rescataron de un destino cruel.
Ahora me río, porque aquella noche en la hacienda de mi padre todo cambió,
mi hermano y yo pagamos la deuda que él tenía. A Regina la asesinaron frente a
mis ojos, mi hermano fue marcado con los hierros del ganado en el pecho y a
mí…, a mí me violaron frente a ellos dos y cuando mancillaron mi honor,
Antonio “El Chapo” Guzmán, uno de los hombres más peligrosos del mundo
tomó una coa con la que los jornaleros cortan el agave y mató a mi padre.
Desde entonces comenzó mi pesadilla, el hombre nos llevó con él, muy lejos,
a Tijuana —desde ahí, en la frontera, era más fácil controlar sus negocios y
recibir a sus socios—, ahí fui su mujer, era el trofeo que exhibía como el mayor
de los premios. Una noche conocí a Valerio, me prestó a él y este me violó
dándome una golpiza, pero fue él quien salvó a Juan de una muerte segura,
llevaba meses secuestrado en el calabozo, lo habían obligado a violar y matar
mujeres, poco a poco mi verdugo nos succionaba el alma —mi hermano se vio
forzado a violarme—, cada vez que nos hacía daño nos dejaba vacíos,
respirábamos y hacíamos cosas, pero era por inercia, por aquel entonces me sentí
muerta en vida.
Mi pesadilla solo estaba comenzando, no podía creerlo, porque seis meses
después y tres luego de que Juanito se fuera a Italia, llegaron otros socios y ahí
comenzó mi verdadero infierno, esa noche conocí al mismo diablo, bajo mi ropa
oculto las cicatrices, mi rostro es un recordatorio. Víktor Rostavili es ese terror
nocturno, esa pesadilla recurrente, cuando me vendieron a él, supe que lo que
había vivido era una historia de suspenso, que iba a conocer el verdadero horror.
Odié a Valerio, pero de alguna manera me salvó, me ayudó a alejarme de
Víktor, a un costo muy alto, eso sí, nunca podría volver a ver a mi hermano,
debía desaparecer y él se encargaría de lo demás, era un trato justo.
Recuerdo cuando llegué a Londres, tenía una cicatriz fresca, me había robado
mi belleza y me aseguró que volvería a él. Me costó hacer mi vida de nuevo,
lejos de los recuerdos, de mi hermano y de lo que creía era mi mundo entero.
Y si me encuentra, si me encuentra me hará volver con él…
Coloco los audífonos en mis orejas y busco a Andrea Bocelli, me encanta
escucharlo cantar, pero siempre he amado la canción Bésame Mucho. Tomo el
libro de Isabel Allende y comienzo a leer mientras los hombres de los Lombardo
me vigilan, de vez en cuando sé que Alessio me echa un vistazo cuando estoy
fuera, desde que el rubio lleno de tatuajes, que parece dios nórdico me dejó con
mis nuevos ángeles protectores, no ha venido, he soñado con él, que me
rescataba de las garras de Víktor antes de que desfigurara mi rostro. Sin pensarlo
empiezo a tararear, antes mi voz era lo que más me gustaba, me aplaudían y mi
padre presumía de mis habilidades.
Bésame, bésame mucho
Como si fuera esta la noche
La última vez.
Bésame, bésame mucho
Que tengo miedo a tenerte.
Y perderte después.
Quiero tenerte muy cerca
Mirarme en tus ojos
Verte junto a mí
Piensa que tal vez mañana
Yo ya estaré lejos
Muy lejos de aquí
Y todos están preparándose para una guerra que no entiendo, todo esto de la
mafia parece sacado de una película, El Padrino, era la favorita de mi hermano y
la verdad que las miles de veces que la vi con él, siempre pensé que Michael
Corleone estaba destinado a la desgracia, a diferencia de su padre que murió en
paz, este lo hizo solo. Por lo que veo Alessandro es una combinación entre Vito
y Michael, su familia lo es todo, como lo era para el patriarca en la primera
película y no tiene piedad como el hijo en la transición final.
Tengo miedo de volver con Víktor, prefiero estar entre criminales y sentirme
protegida, que volver al maldito infierno.
El dios nórdico cada vez que puede es capaz de robarme las palabras, ver el
dolor en él luego de perder a su amigo, me hizo comprender que estas personas
realmente tienen sentimientos y que luchan por sus ideales, por más bizarros que
puedan parecernos a los demás. Lo vi dormir mientras estaba sedado, parecía
apacible y hasta inofensivo, pero me da terror cada vez que me toca, en cada
momento que se acerca. Su proximidad me da paz y al mismo tiempo una
inquietud que no logro comprender.
Salgo de la habitación, supongo que ellas necesitan de mí. Nunca tuve
amigas, a veces me cohíbo y soy tosca con ellas. La primera vez que vi a Chiara,
fue justo a horas de su boda y de ese episodio tan horrible, mi cicatriz es un
recordatorio del momento en el que fui un pedazo de basura, alguien que no
valía, al menos para esa persona y que ella tratara de verme el rostro me dio
coraje, cuando las tres parecen sacadas de la revista VOGUE. Sin embargo, estos
días cortitos me han servido para conocerlas.
Marena es tímida y dulce, su amor es maternal y al mismo tiempo te transmite
paz.
Giovanna es un como una tormenta, pero al mismo tiempo es un remanso de
tranquilidad, contradictorio, lo sé, pero ella es capaz de todo y a veces me río a
escondidas cuando se le enfrenta a Alessandro.
Chiara es un poco parecida a mí, atrapada con el destino que le trazaron sus
padres. Tiene un corazón noble y al mismo tiempo sé que es capaz de todo por
las personas que ama.
Creo que las tres complementan a sus esposos, siempre he sido una lectora
empedernida, ellos me recuerdan tanto a esas novelas del llamado dark romance,
donde el amor es capaz de dar luz a las almas más oscuras.
Camino mirando el colgante que me ha regalado Salvatore y voy distraída
pensando en que desearía conocer más al dios nórdico. Choco con alguien, no
tengo que adivinar quién es, mi cuerpo lo percibe, toma mi rostro y susurra:
—Rosa… —Cierro los ojos y tiemblo—. No me temas, solo quiero
cuidarte…
Suspiro.
—¿Por qué? —indago, quiero saber qué es lo que lo ata a mí.
—Porque a las cosas bonitas hay que atesorarlas, también es válido para las
personas.
—¿Y tú crees que soy bonita? —pregunto.
No sé si reírme o llorar, en Londres hasta los niños que cuidaba me veían con
asco y ahora estas personas me hacen sentir que soy la Rosa Tapia que era feliz
en Jalisco.
—Eres hermosa. —Sube mi rostro y acaricia con sus dedos mis labios—. La
belleza no es solo lo física, Rosa, también es lo interno y puedo asegurarte que la
belleza de tu alma, resalta la exterior.
Se acerca a mí peligrosamente, estoy muriendo lento, ya que nunca había
deseado tanto que alguien me besara. Su nariz acaricia la mía y estoy a punto de
tener un infarto.
—Rosa, déjame llevarme el sabor de tus labios… —me ruega—, déjame
besarte para que te quedes en mí… —Suspiro—. ¿Eso es un sí…?
Y no respondo, pero es un sí y él parece entenderlo. Salvatore me besa y por
primera vez lo hacen dulce y bonito para mí. Este hombre tan tosco y tan grande
es capaz de ser sutil, delicado y mi corazón late apresurado como un caballo
desbocado. Mi lengua sale tímida a responderle, escucho que de su garganta se
escapa un sonido gutural y así, así es como me he imaginado toda la vida los
besos que le dan los protagonistas a las chicas de los libros. Cuando se aleja creo
que voy a caerme, me ataja entre sus brazos y me abraza.
—Volveré por más besos, Rosa, y también por ti —susurra en mi oído—, y
como la canción, te voy a besar mucho.
Al romper el abrazo sonrío.
—Cuídate —le pido bajito.
—Lo haré.
Me promete y se aleja. Cuando bajo todos están sentados y alguien les está
colocando alguna cosa.
—Rosa —me llama Giovanna—. Tienes que venir, es para protegernos.
—¿Qué es eso? —pregunto.
—Un chip de rastreo.
Me quedo mirándolos, esta gente al parecer lleva al extremo todo. Busco con
la mirada a Salvatore quien asiente en mi dirección. Me acerco a Marena y me
siento a su lado, ella toma mi mano cuando un doctor hace un corte en su pierna
y le coloca el aparato. A cada uno nos los colocan en lugares diferentes. Al
terminar, me quedo sentada esperando alguna acción, todos me observan cuando
Salvatore se acerca y me toma la mano, no se la retiro y escondo mi mirada
avergonzada por la atención.
—Regresaré por esos besos.
Siento que la sangre se me sube a la cabeza, se acerca y deja un beso en mi
mejilla. Se levanta y lo veo partir. Cierro los ojos y pienso:
«Dios, me enseñaron a creer en ti, fuiste mi sostén mientras vivía mi
pesadilla, permite que estos hombres regresen sanos y salvos, te lo ruego».
Capítulo 29
MATTEO
Toda despedida es dolorosa, pero parece que las chicas están convencidas de
que no vamos a volver. Y me hace preguntarme si alguno de nosotros va a
sobrevivir. Salimos con rumbo a un aeropuerto en Palermo.
Salvatore observa la ventana mientras Alessandro habla con Maurizio
dándole las indicaciones de todo lo que debe hacer. Cuando giro mi rostro ellas
están de pie mirando cómo nos perdemos en el camino que nos llevará a la
desolación. Exhalo cansado y veo cómo se desdibuja mi esposa.
—Dejé a mi esposa cuando apenas había dado a luz, puedo asegurarte que sé
cómo te sientes.
Alessandro me habla y giro mi rostro, sé que no es fácil. Dejaría cuanto tengo
y conozco por quedarme a su lado, mis principios y mi credo, dejaría de ser un
hombre de honor por Chiara, pero la lealtad lo es todo en este mundo.
—He aprendido a lo largo de los años, que la lealtad no es una palabra, es un
estilo de vida —expreso—. Estoy contigo.
—Lo sé, Matteo, y no sé cuántas veces voy a repetirte que estoy
completamente seguro de que eres uno de los hombres más leales que tengo.
—Tengo información sobre Wolfang, está en Palermo.
Salvatore choca su puño contra su mano y sonríe diabólicamente.
—¿Me van a dejar matarlo? —pregunta.
—Tenemos que ir con cuidado, lo conozco muy bien —les advierto—, sé que
todos tenemos deseo de sangre, que deseamos matarlo con nuestras propias
manos, pero Wolfang no da un paso sin antes estar seguro de que todo saldrá
bien.
—Me importa una mierda si es el mismísimo Hitler o Napoleón como
estratega, todos ellos terminaron muertos —me responde de mala gana Luciani
.
—¿Qué piensas que debemos hacer? —pregunta Alessandro.
—Dar un paso en falso significaría alertarlo, como les dije vamos a una de las
casas de los rusos, ahí manejan el tráfico de mujeres, darles un golpe con su
principal mercancía los hará enojarse y estoy seguro de que tanto Víktor como
Wolfang saldrán buscando venganza.
Maurizio se remueve.
—Mis instintos me dicen que esto no va a terminar bien —habla mirándonos
—. Debería ir yo y no tú, Alessandro.
—Está decidido —sentencia Ale, todos nos callamos—. Requiero que
protejas a la familia y eso incluye a Chiara y a Rosa, no necesito que sigas
cuestionando mis decisiones.
—Alessandro —reprocha su hermano preocupado.
—¡Basta, Maurizio! —Ninguno se atreve a hablar—. No tengo idea de qué le
hicimos exactamente a los rusos, si esto tiene que ver con Valerio, no tengo idea
a qué nos enfrentamos y necesito ser yo quién solucione esto.
—Puedo tratar de contactar con Víktor —le sugiero—. Tal vez te diga algo.
Niega con la cabeza.
—No, aprendí con Valerio que estos tipos están locos, los mueve el dinero y
sus intereses, necesito acabar con el problema de raíz.
—Si no le hubiese disparado yo mismo en la frente, pensaría que el maldito
de Valerio está vivo —agrega Salvatore.
—Maurizio, tienes que vigilar a Giovanna —le recuerda a su hermano, el
mayor de los Lombardo—. La dejé realmente alterada.
—Voy a proteger a todas las mujeres, lo prometo…
—Gracias —murmuro.
Maurizio respira hondo.
—Sé que soy un maldito, que dudé de ti y estoy arrepentido. —Se queda
viéndonos y agrega—: Alessandro y yo creemos que tenemos la suerte de
habernos cruzado con ustedes.
—La suerte es mía —contesta Salvatore—. Ustedes me han abierto las
puertas de su organización y de su casa, me dieron la oportunidad de conocer a
una familia, de ver qué es realmente el amor.
Todos guardamos silencio, a veces hay que decir ciertas cosas y este tipo de
manifestaciones normalmente me incomodan, pero la verdad es que Salvatore
está en lo cierto, la suerte es de nosotros. No somos diferentes a los hombres
poderosos o a los políticos, nos atenemos a las consecuencias de nuestros actos y
los actos de nuestros familiares. La diferencia radica en que aquí la traición es un
acto que se paga con sangre.
En momentos como estos, recuerdo mis inicios en la Cosa Nostra. La primera
vez que vi un arma y descubrí que mi papá era un hombre peligroso. La
organización bajo el mandato de Vito Lombardo, tuvo momentos buenos y
malos, sin embargo, la justicia en sus manos era implacable, los mayores
asesinatos de mafiosos y políticos se hicieron bajo sus órdenes. Alessandro
busca inclusión, no distingue entre familias y asociados, desea que todo sea un
ganar y ganar para todos.
Recuerdo las veces en que Wolfang se burlaba de mí, señalaba que quedaría
bajo el mando de un niño bonito. Sin embargo, también conocí los inicios de los
hermanos Lombardo, su padre a diferencia del mío los hizo escalar, probar su
valor para la organización. Creo que fue la manera correcta, porque si conoces
aquellos que son inferiores a ti, conoces al corazón de la organización.
Como Jefe de todos los Jefes ha demostrado aprenderse los nombres de sus
numareles, darle el valor a aquellos que lo ganan e impartir justicia con mano
dura. Ser su consiglieri ha sido uno de los honores más grandes de mi vida. La
limosina estaciona en el aeropuerto sacándome de mis pensamientos.
Todo sucede muy rápido, comienzan a disparar contra a nosotros.
—¡Qué carajo! —exclama Salvatore y abre la puerta para bajarse.
Lo detengo volviendo a trancarla.
—Lo rusos —les advierto.
Todos sacamos nuestras armas, esto es una emboscada. Alessandro asiente
hacia nosotros y nos da la orden directa de bajarnos. Lo hacemos y disparamos,
alrededor están los cuerpos de nuestros hombres, vamos a los extremos
contrarios para cubrirnos las espaldas. Maurizio comienza a dar órdenes, pero
nadie contesta y disparamos tratando de resguardarnos de las balas usando el
automóvil como escudo.
—¡Maldita sea, son demasiados! —maldice Maurizio.
—Necesito subirme a ese puto avión —le grita Alessandro.
—No vamos a poder con ellos —le informo mientras Salvatore trata de
disparar.
—¡Joder, me dieron! —profiere el foggiani.
—Es mejor que se rindan —grita un ruso burlándose—. Queremos a su jefe.
Todos miramos a Alessandro y observo a su hermano negar. Nunca lo
entregaremos, en un movimiento sorprendente el mayor de los Lombardo trata
de entregarse.
—¡Ni se te ocurra! —le grita Maurizio arrastrándose al asiento del piloto,
abre la puerta y saca el cadáver del chofer—. Entren, los voy a sacar de aquí.
Para sorpresa de todos, Alessandro tira el arma y levanta sus manos.
Inmediatamente cesa el fuego, todos miramos la escena como la vez en que
Giovanna se entregó a Mario. El menor de los hermanos maldice y se levanta, un
ruso le dispara y recibe el impacto en el hombro. Me levanto para disparar, pero
observo cómo Wolfang Nóvikov aparece y apunta directamente a Alessandro.
Todo sucede en cámara lenta, vemos cómo le da y cae, mi reacción es
ordenarle a Salvatore que agarre a Maurizio que grita y trata de correr para
salvar a su hermano. Subo al volante y tomo el control del asunto cuando me doy
cuenta de que estamos perdidos. Trato de maniobrar bajo una nueva ráfaga de
tiros, me dan en el hombro y una pierna y no entiendo por qué razón escogieron
este vehículo sin blindaje antibalas. Los gritos del menor de los Lombardo son
de odio, puedo ver por el retrovisor cómo atrapan a Alessandro. Tomo mi móvil
y aprieto un número que juré que nunca volvería a llamar. Lo llevo a mi oído y le
informo:
—Tienen a Alessandro, la guerra ha iniciado…
Capítulo 30
MAURIZIO
Giovanna parece un ánima en pena, Marena apenas prueba comida mientras que
Rosa y yo intentamos que ellas traten de comer al menos. Solo vi a Salvatore
cuando vino a buscarlas, pero al menos sé que Matteo por ahora está a salvo. No
puedo creer que sigamos viviendo una pesadilla, primero Marena, luego fue mi
propio esposo, yo, Alessio y ahora Alessandro.
A veces pensamos que Dios nos da una segunda oportunidad para no sufrir, el
mismo Alessandro parece un gato, tiene siete vidas y como diría mi padre si
estuviera vivo, le quedan pocas. No entiendo nada de lo que sucede, no
conocemos al enemigo, al menos no tengo idea a lo que se enfrentan. Durante
parte mi vida viví muchas de las guerras entre familias, patéticamente
terminaban con madres y viudas llorando, mucha sangre derramada y una falsa
paz que duraba en lo que los jefes de otras familias fallaban.
El periodo más largo que la organización estuvo en paz, fue después del
asesinato de Valentina Lombardo, muchos cuestionaron la decisión de Vito de
buscar a los verdaderos culpables. Supongo que de cierta manera tuvo razón,
para nadie es un secreto lo que sucedió con Giovanna, pero era parte de esa
guerra y cuando regresó con vida, fue como el final feliz que no tuvieron Romeo
y Julieta.
Estoy acostumbrada a esto, sé que mi madre pasó muchas noches sin dormir
esperando a que mi padre regresara, pero así como ella, fui educada para no
perder la compostura, la matriarca de una familia vela por sus hijos y los hijos de
los asociados, es una figura venerada y respetada.
—¿Te ha escrito? —le pregunta Giovanna a Marena.
—No —musita.
Exhala cansada.
—Voy a volverme loca —expresa con tristeza.
—Ustedes creen en Dios, deberíamos orar para que regresen a salvo.
Rosa les sugiere mientras me quedo mirando la cantidad de hombres que se
encuentran en la propiedad, todos pasean por la casa y fuera de ella con armas
completamente visibles. Hace mucho que no lo veía.
—Mi papá una vez nos contó que el mismo Vito fue secuestrado por
asociados enemigos, todos lo daban por muerto y mira lo mucho que vivió, los
Lombardo tienen una manera particular de escaparse de la muerte. —Sonrío—.
Debes confiar en que Alessandro estará bien.
Suelta un sollozo.
—Hace algunos meses lo vi en una cama casi sin vida, con un tubo saliendo
de su cuello y creían que no iba a hablar de nuevo, ahora que pensé que
viviríamos tranquilos, tengo otra razón para creer que voy a perderlo —reprocha.
Marena toma su mano.
—Tú estuviste con un pie al borde de la muerte y tu amor te devolvió a la
vida, Maurizio estuvo muerto y regresó a mí. —Sonríe—. Apuesto todo lo que
poseo a que Alessandro buscará la manera de volver a ti.
Massimo Vella se asoma y asiento en su dirección, me levanto con la excusa
de ir al baño. Me está esperando en el hall, eso quiere decir que tiene noticias.
—Están en Roma —me informa—, pero perdieron el rastro.
Cabeceo negando, no puedo decirle eso a Giovanna.
—No digas nada. —Asiente—. Sé que eres un Don y que no debería estar
ordenándote nada, pero hazlo por ella.
—Lo entiendo, señora.
—¿Y Matteo? —pregunto.
Su móvil suena y me lo entrega. Activo la llamada y me alejo.
—Matteo… —musito.
—Amor mío. —Escucho que respira hondo—. Prometo que al volver vamos
a ver el amanecer a diario, jugaré a seducirte y te haré el amor en el sillón de la
sala.
—Matteo…
—Tienes que ser fuerte, no sé cuánto tiempo voy a estar afuera, pero prometo
que trataré de volver.
—Eso espero, dime qué sabes de Alessandro. —Exhalo cansada—. Giovanna
está fuera de sí y me da miedo que se le ocurra tomar un avión para tratar de
rescatarlo.
—Nada, estamos barriendo con todo lo que encontramos de los rusos, pero
sin frutos…
—Matteo, no entiendo esta guerra. —Y me atrevo a emitir mi opinión—.
¿Qué le hicieron a la roja para molestarlos tanto?
Resopla.
—Los negocios…
—Sí, que se jodan los negocios, Alessandro está secuestrado y tú estás
exponiendo tu vida, puedes morirte mañana y no sabré la razón.
Escucho que maldice y que dice que soy una bendita mujer.
—No sé qué hicieron los Lombardo, pero yo me metí con la mujer de un ruso
y Salvatore por cuidarme mató al hijo del jefe de la roja.
—¡Joder! —gimo—. ¿Esto es por ella?
Se ríe amargamente.
—Todo lo malo que pasa en mi vida tiene su nombre…
Cierro los ojos.
—Rezaré para que regreses a mí, apenas he descubierto que me amas y no
puedo perderte.
—No lo harás, te amo, Chiara.
Cuelga la llamada, Massimo se aclara la garganta. Me giro para entregarle el
móvil.
—Gracias.
—Estoy redoblando la seguridad —me informa—, le voy a rogar que no
salgan ni siquiera al jardín.
Asiento, cuando regreso encuentro a Rosa bordando. Ella levanta la mirada y
me pregunta sin ningún tipo de filtro:
—¿Qué te dijo tu esposo?
—¿Cómo sabes que hablaba con él? —averiguo.
Se ríe.
—Vi que el chico te llamaba, supuse que era Maurizio o tu esposo, así que
puedes decirme. —Continúa bordando sin mirarme a la cara—. Es mejor que
traigan a Alessandro de vuelta o en esta casa tendremos dos sepelios.
Suspiro.
—Lo mismo pienso —concuerdo—. Están en Roma, siguiendo el rastro —
miento—, pero los hombres que tiene a Alessandro se mueven muy rápido.
—Nadie se merece pasar por lo que está viviendo Giovanna —suspira—.
¿Saben quién lo secuestró?
—La Bratvá —contesto mirándola.
Se pincha el dedo y se congela, niega mirándome y se echa llorar para mi
sorpresa.
—Víktor viene por mí…
—¿Qué dices?
Rosa se levanta y sale corriendo, paso mis manos por mi cabello sin entender
nada. Parece que todas nuestras vidas están conectadas de alguna manera.
Capítulo 32
MATTEO
Amor mío:
Si esta carta ha llegado a tus manos, he muerto, pero no quiero que pienses
que he sido egoísta, que he tomado la decisión de dejarte sola. Lo primero que
te pido es perdón, me hubiese gustado poder morir a tu lado, tal vez despedirme
de ti y estoy seguro de que los dos nos hubiéramos roto tratando de separarnos.
Hay amores que son cortos, pero que dejan un gran significado. Me costó
darme cuenta de que eras la mujer que me pertenecía, perdí mucho tiempo y no
pude hacerte feliz como me lo había propuesto, te aseguro que ese será mi
martirio en el infierno, porque ahí el diablo me atormentará con el sabor de tus
besos. Fuiste lo más puro y bonito que tuve en mi existencia.
Las decisiones que he tomado en mi vida han sido basadas en lo que creo, he
conocido la traición de mi propia familia, de los que consideré mis amigos y de
la mujer que alguna vez pensé que amaba. Mi padre me educó con el sentido de
la lealtad, los principios no escritos, que, sin embargo, él sí llevaba en su
maletín, esos mandamientos que tan orgullosamente defendemos eran como la
oración que repetía todas las mañanas, con eso crecí. El día que murió y tomé el
mando de mi familia, tu padre me dijo que sabía que estaba destinado a cosas
grandes, nunca imaginé llegar a ser el consiglieri del Jefe de todos los jefes de
la Cosa Nostra, de por sí sobre mis hombros caía la responsabilidad ser el Capo
de la familia Spadaro. Los hermanos Lombardo me recibieron con recelo y poco
a poco me gané su confianza, vi a Alessandro llorar por Giovanna, también
pude constatar la valentía de ella al entregarse a Mario. Estuve con Maurizio
cuando el dolor lo cegaba, lo hice ver que hay que aprender a pensar en frío.
Cuando el foggiani llegó, pensaba que era un traidor más, sin embargo,
Salvatore recibió balas por cuidarnos las espaldas. Éramos cuatro hombres con
caracteres diferentes, pero que sin siquiera intentarlo, nos hicimos amigos. Los
tres fueron capaces de buscarme y salvarme, les devolvería el favor, así mi vida
tenga que extinguirse.
Eso es la lealtad…
Y me dirás, ¿por qué no fui leal a ti? Tienes toda la razón en reprocharme
eso, pero el honor a la familia era todo y era mi deber mantenerlo. Necesito que
veas una cosa, eres la razón de todo, si tomé la decisión, fue para protegerte,
Wolfang no iba a detenerse hasta vengarse y mi gran temor era que llegara a ti.
Eres la razón por la que no estoy ahora, pero todo se sostiene en una la
palabra, AMOR, ese que me enseñaste que es paciente, que es capaz de superar
los miedos. Fuiste capaz de derrumbar mis paredes, de enseñarme qué es el
amor y te lo agradezco.
Te amo, Chiara, te amo tanto que doy mi vida para que puedas vivir.
Siempre serás la princesa de esta bestia.
Tuyo por la eternidad.
Matteo…
Epílogo
CHIARA
Un año después…
Fin…
Y la historia de los hermanos Lombardo llegará a su fin en el quinto libro de la Serie Ley del
Silencio…
Agradecimientos
A Dios y la Virgen, Santa Teresita del Niño Jesús por estar en mi vida
guiando mis pasos y llevando con cada respiro. Por concederme lo que con
fervor estos días les he pedido.
A mi familia por el apoyo infinito. Quiero agradecerle a mi mamá que es la
mujer de mi vida, gracias por estar en mi vida y ayudarme en todo.
A unas personitas que son muy especiales que son los que me ponen los pies
en la tierra, mis amigos.
A Joanna y a Isaura, hace un año comenzó este trío que coño, maricas,
ustedes son parte de mi día a día, los buenos días, los chistes, los chismes, se han
convertido en mi familia. Gracias por apoyarme, escucharme, por todo.
A Isaura, eres mi alma gemela en lo oscuro, gracias marica, gracias por tanto
y retarme, porque tú me haces explotar mis habilidades.
A Joa, maricaaaaaaaaaa, gracias por tanto y por ser ese apoyo cuando no veo
salidas.
A mis lectoras cero, Ceci, Sabrina, Génesis, Lucy, Glorialys, Joa y Pau. Son
las mejores, inserten emoji lleno de corazones.
Quiero darles las gracias a las siguientes cuentas por ayudarme en el
lanzamiento de este libro, son las mejores, aunque me llamen Cruella, Lucifer,
pero esa es Glorialys que las contagia con sus apodos. Algunas me conocen
años, otras desde Omertà y algunas desde Fuego, pero son las mejores: Joanna
de Con_un_Vino, Pau de Perséfone Books, Ceci de Coffee2019books, Nico de
Rayitodeluz, Génesis de Manicomio de los libros, Nalle de Lee libros con Naii,
Sabrina de Una loca lectora, Glorialys de Perdida entre páginas y Itzel de
Booksrc, Bet de Amorporloslibros, Antonieta de Millibroporleery Leidys
We.are.bibliophiles por siempre apoyarme cuando más lo necesito. Mis
Víctimas, oficialmente este libro es para ustedes.
Siempre voy agradecer a las cuentas de Instagram, creo que sin su trabajo
nosotros los autores no podríamos proyectarnos, gracias por todo su apoyo. En
especial a: Con_un_vino, Amorporloibros62, Pérdida entre páginas,
We.are.bibliophiles Leer es Increíble, Locas por la lectura, Libros Mentirosos,
Kinkybookshenry y Las Chicas del Reiki, Mil libros por leer, Libros que dejan
huella por todo lo que hacen por mí. Y a las nuevas chicas que están uniendo:
Surcando en Letras, Booksrc, Manicomio de Libros, Lee Libros Con Naii,
Perséfone Books, Reading Without Stopping, Blog Indie.
A los grupos Facebook: Lucy Amante de la Lectura, en especial a Lucy por
organizar las lecturas conjuntas, gracias por leerme y apurarme siempre para
publicar. La Caja de los Libros y Olimpo entre Libros, el año 2020 y parte del
2021 he vivido las mejores experiencias junto a ustedes.
Gracias por el apoyo que he recibido de ustedes mis lectoras, son las mejores
de verdad, nunca tendré palabras para apreciar su apoyo.
No por último a Irene, Dayana, Nela y Lilibeth sé que la falta de tiempo no
les ha permitido ser más mis lectoras cero, pero por siempre lo serán. Las amo.
¡Mil veces gracias!
Sobre la Autora
LORENA DEL VALLE FUENTES P. (Maracay, Venezuela,
1985) nació en la Ciudad Jardín de Venezuela, es Administradora mención
Tributaria y desde pequeña le gusta leer. Su primer libro fue Platero y yo, pero
se enamoró de la historia de niños que enseña a los adultos: El Principito, la
obra más famosa del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry.
Amante de las Artes en todas sus expresiones, pertenece al movimiento
Coral del Edo. Aragua y también al Movimiento Guías Scouts de Venezuela.
Siempre trazándose metas, entre ellas el proyecto de Leyendo con Lorena
Fuentes, donde tuvo la oportunidad de compartir entrevistando a grandes
autores de la rama de la literatura romántica.
Con Soy Tuya incursiona por primera vez en el mundo de la literatura que
tanto le deleita, manteniéndose en los primeros lugares de venta por más de
seis meses seguidos.
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Facebook: https://www.facebook.com/lorenafuentesescritora/
Instagram: @lorenafuentes2
Twitter: @lore2811
[1]
Quitarse una piedra del zapato.
[2]
¿Por qué lo escogiste a él y no a mí?
[3]
Quien quiere ser amado, le conviene amar.
[4]
Amar y no ser amado, es tiempo perdido.
[5]
Cría cuervos y un día te sacarán los ojos.
[6]
El nuevo amor va y viene, pero el viejo sigue.
[7]
es un río del Hades, el país de los muertos, por cuyas orillas vagaban los que no podían pagar a Caronte,
según la mayoría de las fuentes, durante 100 años. Era un afluente del Aqueronte (y trae el agua de la
Estigia) y era alimentado por las lágrimas de los ladrones, los pecadores y de todos aquellos de mala
conducta. Presumiblemente su padre era, como con los demás ríos, océano.
[8]
Traidor.
[9]
Es la mujer más hermosa del mundo.
[10]
Aquí estás a salvo.
[11]
Bella, he estado pensando en ti, pero ahora sé que los ángeles existen, porque he escuchado a uno cantar.
[12]
Hay honor entre mafiosos
[13]
Tu padre era un hombre honor y algún día tú también lo serás…