Ahora veamos dos razones por las que la función de nuestro corazón es tan importante. Los versículos anteriores nos muestran que nuestro corazón hace mucho más de lo que pensamos.
Además de sentir la amplia gama de emociones humanas, nuestro corazón piensa,
decide y percibe el bien del mal; pero hay dos razones por las cuales nuestro corazón es tan importante.
1.- Amamos con nuestro corazón
Jesús dijo en Marcos 12:30: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento” Si no tuviéramos un corazón, no podríamos sentir el amor. Dios nos creó con un corazón para que pudiéramos tener una relación amorosa con Él. Entonces, en un sentido muy real, nuestro corazón está en el centro de nuestra relación con Dios. 2.- Nuestro corazón es la puerta de nuestro ser. Además de ser el centro de nuestra relación con Dios, nuestro corazón es también la puerta de entrada de todo nuestro ser. Que nuestro corazón sea la puerta de entrada de todo nuestro ser significa que lo que permitimos entrar y salir está determinado por nuestro corazón. Por ejemplo, podemos cerrar nuestro corazón a ciertas personas y abrirlo a otras. Cuando consideramos nuestra experiencia de salvación, este punto se vuelve claro para nosotros. Cuando escuchamos cómo el Señor Jesús murió en la cruz por nuestros pecados, fuimos convencidos de nuestra pecaminosidad; al mismo tiempo, comenzamos a apreciar a Jesús y lo que hizo por nosotros. Sentimos la profundidad y la dulzura de Su amor por nosotros. Entonces abrimos las puertas de nuestro corazón para creer en Él y aceptarlo como nuestro Salvador. Fue nuestro corazón el primero que fue tocado y abierto para dejarlo entrar. 3.- El Corazón Y Nuestra Relación Con Dios ¡Fuimos creados por Dios de una manera tan maravillosa! Tenemos un espíritu para contactarlo, recibirlo y contenerlo como vida, y un corazón para amarlo. El Corazón Y La Biblia Él quiere ser nuestra vida y quiere que lo amemos con todo nuestro corazón. Nuestra relación con el Señor comienza en nuestro corazón. También es mantenido por nuestro corazón. Por eso es tan importante la condición de nuestro corazón. Con cualquier relación, cuando surge un problema, debemos abordarlo. No debemos pensar que el problema desaparecerá por sí solo. Tal vez tengamos cierta actitud hacia la otra persona, o ciertos pensamientos negativos sobre ella. Tal vez dijimos o hicimos algo que lastimó a la otra persona, pero no estamos dispuestos a enmendarnos. Dejar tales cosas sin resolver solo puede resultar en dañar la relación. De la misma manera, para que podamos estar en armonía con el Señor y disfrutar de una relación amorosa con Él, debemos abordar cualquier problema que surja entre nosotros y el Señor. Tales problemas siempre están de nuestro lado e involucran nuestro corazón. De hecho, muchas dificultades en nuestra vida cristiana que nos impiden progresar son realmente problemas en nuestro corazón, es decir, en nuestra mente, emoción, voluntad o conciencia. Por ejemplo, podemos tener un problema en nuestro corazón porque nuestros pensamientos sobre cierto asunto no concuerdan con los pensamientos del Señor. O tal vez los sentimientos que tenemos hacia alguien no se corresponden con los sentimientos del Señor. Quizá insistimos en seguir nuestro propio camino porque nuestra obstinada voluntad está endurecida. O podemos tener un problema en nuestra conciencia porque no hemos tratado con las cosas que han ofendido y disgustado al Señor. Con nuestro corazón en tal estado, ¿Cómo puede ser dulce y armoniosa nuestra relación con el Señor? Ahora podemos ver cuán importante es ser conscientes de la condición de nuestro corazón para mantener nuestra relación amorosa y cálida con el Señor. Versículo a memorizar En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona. Proverbios 27:19 NVI