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CONSECUENCIAS DIRECTAS DEL DESÁNIMO

Como toda emoción, es natural sentirla, reconocerla y darle el lugar para que se
exprese. Sin embargo, si se sostiene en el tiempo, puede ser la antesala de la tristeza
profunda y un desencadenante de una posterior depresión.
El desánimo se manifiesta con algunas consecuencias directas sobre el desempeño
vital. Aquí, una síntesis de tres rasgos característicos, y sugerencias para abordarlos:
1.- Cansancio.
La irrupción de un problema, o una situación sostenida en el tiempo hacen que se
padezca un estado de agotamiento muy pronunciado. Es necesario estar atentos para que
no pase a la fase de estrés, con consecuencias mayores. 
Recursos: Distingue el cansancio de la tristeza y la depresión.

2.- Pérdida de rumbo. 


Si algo caracteriza al desánimo es la sensación de que no tiene sentido la vida
que llevas. Esta confusión en el rumbo trae aparejada una pesadumbre,
negatividad y pensamientos obsesivos de la que es muy difícil apartarse
rápidamente. 
Recursos:  Busca auto motivarte en pequeñas cosas cotidianas. Apóyate en tus
afectos directos, sin necesidad de tener que ocultar lo que sientes. 
3.- Pensamientos negativos. 
Para salir del desánimo es conveniente empezar a tomar consciencia de la
cantidad de pensamientos no apropiados que te dices a ti mismo. 
Recursos: Frenar los pensamientos es una tarea titánica; más bien, es
conveniente gestionarlos. Ante cada pensamiento negativo, frena en el
momento y expresa -interna o externamente- exactamente el opuesto. Borra de
tu diccionario los “pero…”, “es que…”, “no se…” y reemplázalos por
construcciones verbales y gestuales que te apoyen a salir adelante. 

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