Está en la página 1de 61

Poemas de una niña

Daniela Jaimes-Borges
POEMAS DE UNA NIÑA
© De los textos, Daniela Jaimes-Borges
© De la presente edición, El Taller Blanco Ediciones

Impreso en Cali, Colombia, enero de 2021.

Correo: eltallerblancoed@gmail.com
Facebook: El Taller Blanco Ediciones
Twitter: @BlancoTaller
Instagram: @eltallerblanco.e

Poemas de una niña, de Daniela Jaimes-Borges, se distribuye


bajo una Licencia Creative Commons AtribuciónNoComercial-
SinDerivadas 4.0 Internacional.
DANIELA JAIMES-BORGES
POEMAS DE UNA NIÑA

COLECCIÓN VOZ AISLADA


El Taller Blanco Ediciones
Si yo hiciera mi mundo todo sería un disparate. Porque todo sería lo
que no es. Y entonces al revés, lo que es no sería y lo que no podría
ser sí sería.
LEWIS CARROLL

¡Bueno —pensó Alicia—, después de una caída así, ya puedo rodar


por las escaleras que sean! ¡Qué valiente, van a pensar que soy en
casa! ¡No chistaría ni aunque me cayera del tejado!»
LEWIS CARROLL
BOCA ARRIBA

Boca arriba viene un nombre


estoy naciendo sin saber

las piernas y la voz de quien me tiene,


dudan,
dicen no poder ocuparse.

No lloro
después de un año,
no como,
en el plato de carne no hay amor,
no camino,
las ruedas del coche son mis piernas,
tengo asma
como una pelota cerrada,
luego
tengo fiebre.

El aire se queda retenido en mi asma


después de la fiebre.

Las palabras idolatrar


extrañar, lego, ropa
columpio,
las guardé en las cartas
con las que aprendí a escribir-te
—Mi niña sí es inteligente
decías,
y mi cuerpo se iba plegando más al alma
que descubría sin saber cómo llamar
a ese remolino en la nuca conteniendo el abrazo
de duelo.

El aire pasaba con rapidez por mis


23 kilos
mientras caminaba a tu lado con la cabeza
baja
y les decías a tus compañeros
7

[
C
i
que yo contaba las líneas del piso
de aquel tribunal.

Esa fue tu primera evasión.

Sabías que caminaba así porque era una jirafa


de cuello corto
durmiendo en las lápidas,
boca arriba,
esperando volver a nacer,
ser mi vientre, mi madre y mi hija,
sobre mis primeros libros de Sófocles

Ya acostumbrada la jirafa
a ceder un día de escuela,
iba por los pasillos de tu trabajo
llenos de presos, militares y grietas,
aunque nunca conocí esa “justicia”,
aquel recinto no te dio tiempo para deshacerte
de tu lugar en mí

y nunca conocí tu justicia.

Me siento a ratos de tres años y me invento


un nombre al que llaman
para darle una rebanada de pan
con alivio,
pero tengo más de treinta
y el titanio sostiene el torso,
jamás la cabeza
que se turna abajo y un poco más abajo.
Siempre tengo tanta hambre.

¿Qué vamos a hacer para conocernos?


el péndulo es tu memoria,
el agua y el cielo coinciden
a veces
y lloras y me abrazas,
yo aprendo a decir te amo
alto
—muy alto—
8

[
C
i
en los ojos de alguien
que esté de turno en tu voz.

¿Será que Pompeya nos pueda curar?


hay museos para la desolación
vesubios que sólo danzan
podemos morar ahí,
esperar otras cosas por las que
olvidar,
contemplarnos con todos los posibles intentos
hasta declinar la angustia,
saber que no nos merecemos.

Ya puedo caminar,
llorar,
el asma y la fiebre
son una roca helada,
eché a andar la roca para romperle las madres
a sus hijos imposibles,
los que aún no lloran
(no pueden)
porque su hambre es también mi hambre
y no sabemos cantar.

Una amiga me dice,


cuando abandono palabras,
que lo único que no debo olvidar
es el vocablo amor
y mi fiebre regresa,
respiro después de correr
por el ojal de una burbuja
y me cuesta salir, decirle:
el amor es esta dificultad desagradable, este sacrificio
que mantiene la mengua

quisiera olvidarme.

Me has hecho morir tanto


y regreso a la posición de parto
y me llamo hija y madre.

[
C
i
t
Cuando nazco colecciono los obituarios de resina
que escribo cada vez
que emprendo el camino
hacia las casas profundas.

Mi regreso te ama por dos


por lo que no pudiste darme y por lo que
quise siempre de ti.
Voy a evadir
seré una escritora que cuente la vida de una urbanización
donde viven familias
que no existirán,
inventaré canciones de cuna y diré que son tuyas,
seré una buena actriz y elegiré un personaje con demasiados hijos
para reírme
y antes de que se me ocurra nacer,
boca arriba,
para amarte más,
se nublarán mis ojos
para que el pánico de parecernos
sea
mi mayor valentía.

10

[
C
i
t
QUISIERA

Quisiera entonar los himnos de Novalis.


Con tal consuelo avanza
la vida hacia lo eterno.
Recordar que la espuma es otra piel,
pero la vida avanza
y mi eternidad es suya.

Si me quedo dormida
escuchándote, Rubén,
si me recuerdas todos los días,
estaré.

Pero el olvido va hacia lo eterno


y la noche
sin consuelo,
dejándonos atrás.

11

[
C
i
t
BUSCANDO A ALICIA

Buscando a Alicia
me tropecé
con un niño en el quinto piso de mi edificio,
con su gato grande que me hablaba
y se dejaba acariciar.
El gato me advirtió que todo pasado
había sido un juego de cartas,
que por mi edad,
no supe defender.
Subimos a lo más alto del edificio
y apareció otro gato,
no, no: era una liebre,
la que aleja de mí su canción
y me pareció festivo,
algo eterno en un minúsculo
paso hacia la verdad,
no me dijo nada más que
—ve, anda.
Conocí niños, muchos niños más
entonces en mi edificio,
y ninguno conocía a Alicia,
apenas me decían que Alicia no era yo,
que rompiéramos el récord
de carreras por las azoteas,
para sentir el aire que sí vuela.
Hicimos maromas,
hasta que un papagayo,
a lo lejos,
descendió al piso,
dándonos sus puntas,
sus brillos de papel vidrioso,
su hilo fino,
su llegada.
Al poco tiempo los niños se fueron.
Me quedé ahí,
frente al papagayo
que encendía una punta
que me llevaría a las estrellas
12
[
C
i
y ya no era más buscar a Alicia,
era el ascenso
y otra alegría.

13

[
C
i
t
DESAMPARADA

La desamparada
vive debajo de la mesa,
su familia está comiendo,
hay velitas para su cumpleaños.
La desamparada
espera el abrazo,
sólo perdona al tiempo
porque es el culpable.
La desamparada se ilusiona
cuando en casa alguien le deja pan
en el horno,
hasta que sabe que no era para ella.
La desamparada
construye su casa
en la caridad
de otros,
esa morada de papel
que puede desplomarse
en los pliegues de sus costillas.
La desamparada
está remendada
por el fino hilo de las sobras
que le pudo pelear a un perro.
La desamparada
nunca está sola,
se acompaña de un dulce
que la anestesie de su enfermedad
y de su dolorosa cura.
La desamparada
ya no sabe de fe,
porque la hiel perfuma su sangre.
La desamparada
le dice adiós a todo esto
que es algo que no existe.

14

[
C
i
t
INERTE

Inerte el cuerpo
las manos cerradas
como la primera vez que nací,
salivando todo
para darme cuenta
de que el dolor
es algo
que ya no deliro.

15

[
C
i
t
CHARCO

Sirvo un charco a mi lado


lloro,
me levanto,
camino,
recito,
vuelvo.
Hay
más aroma
entre más respiro.
Veo menos
y muero
cuando alguien
olvida
quererme.

16

[
C
i
t
ACERA

En la acera sólo quedan circulitos colorados,


han matado al cerdo en la puerta de mi casa,
las quejas del animal entraron por debajo
por donde apenas pasa el aire.
Tejo en el balcón con las cenizas
que va dejando el fuego
mi almuerzo de hoy,
un recuerdo.

17

[
C
i
t
CONEJO

Esta agua que cae en círculos


desde su paraguas
es un gran juego
para brincar sobre los charcos
y sus largos bigotes
me pasan
haciendo cosquillas.
Cuando me repongo siempre le pregunto
si quiere venir a mi fiesta,
antes que mi madre,
antes que los amigos,
a la hora exacta del té.
Extraño, cabizbajo, responde:
—debemos seguir,
nadie más vendrá.

¡No estoy dormida ni despierta!

Al día siguiente vuelve puntual,


todos los años viene.
Nunca he visto amigos, ni a mi madre,
es una fiesta.

18

[
C
i
t
LIEBRE

Liebre de paso,
aleja de mí tu canción,
llévate tu sombra,
no me libres,
no me acompañes,
no te derrames,
ya no cantes,
hay suficiente espacio
para ti
en otra tierra.

19

[
C
i
t
ESPADACHÍN

Yo no sabía que el conejo estaba ahí,


la liebre tampoco,
(esa liebre que es lo salvaje
en el corazón de un conejo)
cuando buscaba a Alicia.
En el cielo había caracoles blanquísimos
y un espadachín tieso
a un costado del paisaje.
Todos corrieron
sin advertirme.
Salvaban sus cabezas y sus patas,
dejando el camino libre
entre la espada y yo.
Salté furtiva con el bullicio
hacia un riachuelo
y desemboqué en otro pequeño bosque
sin miedo,
con mi cabeza,
sola.

20

[
C
i
t
COLIBRÍ

Una vez tuve un colibrí al que conocí por sus vueltas, por sus
regresos. Me percaté de que envidiaba su naturaleza. No me
gusta lo permanente.
Una vez sospeché si era posible retenerlo conmigo un poco más
de lo que él podía darme desde su certero pico, desde ese vértice
que negaba la quietud: colibrí-viento, colibrí-repentino-, colibrí-
tan tímido.
Una vez, después de tantas veces, me pregunté, ¿cómo duerme,
acaso no se asienta nunca?, ¿su paseo en el aire sólo es una
verdad suspendida en el paisaje?
Una vez vino a mis manos y lo sentí cansado, lo tomé con
doloroso miedo. A los pocos segundos, creí que dormía. No quise
preguntar más.

21

[
C
i
t
MEDICINA

Aún no sé por qué no tuve una madre


que se disculpara
por confundir la medicina
con tajitos de amor.

22

[
C
i
t
DISTANCIA

¿Desde qué distancia


a punto de no ver sutiles vistazos
se agota la transición?

y entran los claros-oscuros

1—¿Imaginas un día de sol?


2—Es cierto.
1—No existe.

23

[
C
i
t
UN JUGUETE

a Raúl

Con una caja de cartón


hacía una casa,
un planeta
y un robot.
Sólo con pararla
diferente
se convertía
en cosas distintas,
lejos de los peces
y el salitre.
En la caja también me escondía
cuando Raúl contaba
hasta 10
y pasaba,
para buscarme,
sobre sus caballos y jinetes de piedras
marcados, para distinguirlos,
con una pintura de uñas
y su voz de narrador de carreras.
Nunca me encontró,
aún después de la muerte,
espero ahí
y cuento millones.

24

[
C
i
t
REFUGIOS

Estos refugios
obedecen a la tierra
que se abre
—el hilo blanco—
la zanja
que se ha negado a retroceder
metiéndonos de a poco.

¡Empecínate tierra!
dije,
vuelve a tu antojo,
acoge a tus muertos,
escríbeles una canción.

25

[
C
i
t
EL CARRETE

Sale de la gaveta,
sube a un florero,
pasa por el borde de la aguja
de la máquina de coser.
Entra y toma las bobinas de hilos,
vence sus miedos.
Es verdaderamente un carrete
y le cosen una alfombra,
parte del piso de su cuarto
está cubierto de él.

26

[
C
i
t
QUIERO

Quiero que mis perros me esperen,


detrás de la puerta,
con sus patas delanteras
firmes.

Quiero que duerman antes


y sacudan su lengua,
después de haber bebido el agua
que les dejé.

Quiero llegar y verlos,


en el lugar de siempre
tosiendo fuerte,
soltando a pedazos el pelaje.

Quiero que se vayan acercando a mí,


granizo de perros,
y caigan a mis pies
descoloridos
y nada firmes.
Quiero ver a las bestias soñando
y yo convirtiéndome
en el perro más grueso:
absoluto.

27

[
C
i
t
CARRETA

Un trabajador conducía su carreta


llena de arena y ladrillos,
el Sombrerero también quiso
subirse.
Ambos descendieron
por los finísimos estacionamientos
empolvados de blanco
hasta llegar a aguas
poco profundas.
Construyeron una casa
con jardines verdes
pintados
y nos invitaron a celebrar
sobre la mesa de humo
fumando todos de la misma
pipa.
Satisfechos
el Sombrerero nos dotó de sabiduría:
—Todo es tiempo,
—Hoy no es suficiente.
Ahora pienso que no existe
lo que he vivido,
acaso queda
esperar la primera hoja
del árbol pintado.

28

[
C
i
t
CAJA

Una caja con bastones de chocolates,


la última en el estante más variado de una farmacia,
llegó con cierta pena a su destino,
no era necesaria la envoltura,
los ribetes y las palabras que la ornamentaban,
con colores diseminados y mucha textura,
eran suficientes,
como la piñata elegida
para ovacionar de pie el primer añito
de una niña con los pies difuntos,
revestidos con barras que se arquean
para enderezar
hasta la terquedad maternal,
que apuesta a que el próximo año,
las barras se conviertan en el listón
que apuñalará una nueva piñata
para dar a luz,
quizás,
por segunda vez:
tantos caramelos
y juguetes de plástico,
sin defectos.
La que recibe el regalo
da las gracias,
con parca sonrisa, aspirando
más de dos hálitos
muy seguidos,
que se asemejan
a un pez
raramente hermoso
de aguas abisales.

29

[
C
i
t
ELLOS

Los que olvidan


mueren de hambre,
pierden las ganas
antes de descender,
antes de servirles
se esconden,
ya no les das
un café tibio,
apenas unas galletas que vencieron ayer,
un jabón con escamas,
botones sueltos
sin hilos
como la memoria
que ELLOS perdieron.

30

[
C
i
t
UNA CASA

Life tries to keep you


how far have we come...
PAUL HOOVER

Una casa no se queda sola porque alguien se ha ido, ni siquiera


está sola por los pájaros en los que se creyeron y ya no la visitan.
Una casa es en sí misma la prisión de algún apego perenne,
destinado a derramarnos sus gotas detrás del derrumbe porque
otros la habitan, y por eso siempre se larga con uno, con sus
gavetas y puentes de almohadas, buscando la tierra nueva, sin
salitre.
Una casa es un recuerdo repentino cuando no te sabes en ese
lugar en el que estuviste sintiéndolo todo afuera. La cobija del
placer y del asombro. Una casa se apacigua cuando escribimos
que nos vamos porque ya ella ha hecho su maleta.
Una casa no eres tú, ni yo, es una inmensa repatriación de uno
aunque nos parezca remoto. Y en esa casa estamos
balanceándonos después de crecer cerca de los columpios que la
abuela empujaba para liberarnos de los errores que todo afán de
padre, comete.
Las bolsas de los caramelos, las grietas de las ventanas
enrojecidas, la piel desnuda de alguna reja que alguien evitó
pintar, la lámpara de siempre y los vasos incompletos por la furia
de los inocentes. Toda vajilla nueva ha de ser de palo.
La casa es el placer de no vernos, porque una casa no debe tener
espejos, ni fotos, ni palabras; una casa está siempre a la espera
de su desorden, de sus muebles, pero para rechazarlo todo, pues
lo que realmente nos contiene es la pureza de ese nombre que le
dimos a la casa cuando cosimos el árbol más próximo a ella.
Una casa no es uno, ni ella nosotros. Ya lo digo, me lo dijo, repito.
Una casa es umbral cuando la vida entera es predecible. Una casa
no es un lugar para mentirse.

31

[
C
i
t
MANIJAS

Antes de la lluvia
la marea estaba en esta casa
rompiendo las manijas
destrozando la oportunidad de quedarnos
para siempre
en este lugar
que hoy me acusas de prender
sin fuego.
Antes de la marea y la lluvia
yo estaba en esta casa
una sobra de mí
que se repite en los charcos:
el pánico
después del amor.

32

[
C
i
t
ESTO

Esto no es un poema,
el poema tiene un ritmo y una descendencia,
espíritu y lenguaje,
y el poeta tiene un cuerpo incierto.

Esto no es un poema,
es mi impotencia que no sabe
qué hacer con las palabras
que las rehago,
que las deshago,
y no puedo escribir.

Esto no es un poema,
digo lo que no puedo,
pienso y digo lo que no puedo.

Esto no es un poema
acaso un caballo que surge
yendo sobre lo que le molesta.

Esto no es un poema,
un poema insiste
por la misma fracción de tenerse
de darse.

Esto no es un poema,
es mi resistencia,
es mi fragmentación
y su despedida.

33

[
C
i
t
JUEGOS

Lo único que nos obliga


a compartir la felicidad
es la sombra ajena.

Con la madre al lado


sólo se puede
desvelar
el sueño que vendrá
sin ella.

Toda desgracia
es primero
un recuerdo obstinado
de lo que será
siempre.

34

[
C
i
t
Todos queremos revivir
una memoria
porque nos da miedo
(mucho temor)
recordar solos.

A un paso de perderme
expongo mi cabeza
y protesto:
no soy un caracol.

Dice aquella… esa, mi madre,


que jamás ha perdido la memoria
sólo que ya nada le preocupa.

35

[
C
i
t
Cuán altaneras pueden ser mis carnes
sangre salada
infartada sangre en el último soplo de mi temblor.

Lo que quiero sacar


no está en mi estómago
y si lo está
no pasa por mi boca.

Yo veía en mi abuela
una esperanza
cansada
de servirle a la vida.

36

[
C
i
t
La pequeña hoja
se asomaba
al tiempo que mi infancia
despertaba.

Siempre tuve la brevedad


de no saber defenderme.

Fui creciendo
mi cadena era breve
y ya no cabía
con la otra que también
ladraba.

37

[
C
i
t
LA HERMANA
Pero, si no soy la misma, la siguiente pregunta es ¿quién demonios
soy? ¡Ah, este es el gran enigma! (…) Imaginó cómo sería, en el
futuro, esta pequeña hermana suya, cómo sería Alicia cuando se
convirtiera en una mujer. Y pensó que Alicia conservaría, a lo largo
de los años, el mismo corazón sencillo y entusiasta de su niñez…
LEWIS CARROLL
HE VISTO

He visto algunos hombres marchar sin rumbo.


Los he visto renunciar y volver al punto de origen.
Golpearse y seguir para llegar más lejos.
He visto hombres ir con más calma. Cayendo.
Los he visto jugando con tierra, seduciendo el aire.
Incompletos siguiendo un espejo para descubrir el mundo.
Sentimentales sin pensar en las consecuencias.
He visto hombres despedirse sin reconocer su voz.
Volver sin regreso.

II

Esperando otra alma que se despida, oscureciendo su vejez.


Renaciendo cuando su mujer enferma.
He visto hombres sembrando árboles porque no tuvieron hijos.
Los he visto alucinados, inventando imposibles de sí.
He visto hombres que deciden morir mil veces, antes de ser
marionetas

III

He visto hombres que pasan de un carrusel a unas piernas.


Los he visto romperse frente a la virtud reciente.
Los he visto escapar atados a su cobardía.
He visto hombres que intentan adivinar nuestros nombres y
apenas los susurran muy de lejos.

43

[
C
i
t
UNA MUJER

Una mujer se calla cuando salen sus pezones.


Una mujer se calla cuando un aprendiz aprende con ella.
Una mujer se calla cuando el amor es un ruido.
Una mujer se calla cuando el lobo no es el de los cuentos.
Una mujer se calla cuando ve pasar a los huérfanos debajo
de una gallina.
Una mujer se calla cuando no la muerden los celos.
Una mujer se calla cuando el vacío tiene forma de voluntad.
Una mujer se calla cuando golpean otra puerta.

44

[
C
i
t
UN HOMBRE

No hay un hombre capaz de flotar en el universo


sin atajar los juegos infinitos que se hacen
persiguiendo a la muerte.
No hay un hombre capaz de vivir en un universo
sin que se arrepienta de su realidad,
de sus sueños,
y su mazo de cartas.
No hay un hombre capaz de hacerse,
flotar otra vez,
rendirse,
sin haber perdido la mano de su madre
cuando la vio partir
hacia el libro más profundo.
Resulta imposible entonces
que esta sea una realidad
apenas,
el hombre,
intenta decir
y empieza a temer.

45

[
C
i
t
DESCONOZCO

Desconozco la brevedad.
He sido fuerte arrastrando el pasado,
tanta longitud.
He alcanzado mi cuerpo para regresarlo a su sombra,
ya nada lo persigue.
Me sigo esperando en la continuidad del aire
junto a recuerdos felices que
me he inventado para no confundir la vida con la realidad.
He llegado.
Todas las maneras de volver o irse están ahí, pero
inmóvil, reconozco el fracaso.
y en ausencia de todos, me pido perdón.

46

[
C
i
t
ME IMAGINAS

Me imaginas flotando
detrás de tu aliento,
salpicada por la madera de tu boca,
la resistencia que no me dejó partir,
el breve anuncio,
la llegada,
esa bestia suelta rompiéndolo todo,
una comida en salsa para levantarnos
del agua y del dolor,
para sentirnos a salvo de nada.
Y ya no me verás flotando,
ni detrás de tu aliento,
estaré al lado de otros nombres,
lejos.
Te daré el pan de las culpas,
una parte de mi mano para que me saques
de tu recuerdo.

47

[
C
i
t
¿CÓMO?

¿Cómo puede ser este


mi primer día del último mes?
¿Cómo la franja de un acorde bajo
quiere extenderse?
¿Cómo la pena anda buscando
soledad en frutos de aire?
¿Cómo puedo tanto
amar a nadie?
¿Cómo la vida me repite
el cansancio de ustedes
hacia mí?
¿cómo puedo saber de oscuridades
llegar hasta al fondo,
si desde acá,
ya nada puedo ver?

48

[
C
i
t
REINA DE CORAZONES

—Mi amor, comparte.


—¿Por qué tengo siempre
que compartir?
—Que le corten la cabeza.

—¿Qué dibujas?

—En una hoja en blanco


puedo hacer lo que quiera:
pintar al sol y hacerlo desaparecer,
ruedos de faldas y vestido de nubes,
casas de huéspedes invisibles.
—Que le corten la cabeza.

—Yo llenaría el vaso con agua.

—Yo lloro y lo lleno todo.

—Que le corten la cabeza.

—Haré guirnaldas con las Margaritas.


—Que le corten la cabeza.

—Un día después de tu regreso, aparecerán los perros furiosos.

—Los perros estarán dormidos y yo seré el perro absoluto.

—Que le corten la cabeza.

—No hay nada más importante que la casa para no mentirnos.

—Que le corten la cabeza.

49
[
C
i
—No hay un hombre capaz de soltarse en el universo
de un mazo de cartas.
—Que le corten la cabeza

—Quiero jugar con la caja de cartón.


Con ella hago abanicos cuadrados
que soplan flores blancas,
nubes cálidas con sus pedacitos,
un carruaje que me saque…
—Que le corten la cabeza.

—Mi liebre, mi conejo y mi sombrerero me dan todos diferentes


horas.
—Que le corten la cabeza.

Me quedé descabezada, sin saber ya quién era, pero tampoco


me inquietaba.
No ser penumbra ante cualquier corte
es lo único importante.

50

[
C
i
t
YO TE DIJE

a Josué

Yo te dije
los finales no existen
y lloraste
pero tú sabes,
los finales son ciegos
son el humo de las madrugadas,
la lluvia, las invenciones, los pájaros en la ventana
nuestro árbol en fuga,

pero lloraste
y entonces te pedí
—camina conmigo.
Ahora lo sabes,
seguimos donde hemos estado,
detenidas apenas.
Los finales son ciegos
son el humo de las madrugadas:
la lluvia, las invenciones, los pájaros,
nuestra ventana.
Ahora empiezo a llorar
y tú caminas conmigo
y recordamos las fotos
y el mismo perfume.

51

[
C
i
t
TEMO

Temo volver a mi habitación,


mi perro se acostará en la cama,
lamiendo heridas que no le fueron fieles,
escondiendo en cruz sus costillas
detrás de una piedra que sabe rezar.
En la cama,
acompañados de nuevos nervios,
moriremos a ratos
de desamor,
el tercer cuerpo.

52

[
C
i
t
JUEGOS II

Eterno rumor se llamaría


mi vida
si quisiera esperarte.

Vengamos al amanecer
desde antes
y cómo arde la luz.

Si mi vida se convierte en manifiesto


pasará por las filas
de los hombres
impostergables.

53

[
C
i
t
Mientras la vida se angustie
una corriente de lágrimas
volverá.

Hacer familias
imaginarias
fundar los abrazos y sus rostros
contener el nido.

Cuando me tomes por los pies


trata de contemplar la dulzura
que dejaron atrás.

54

[
C
i
t
ÍNDICE

Boca arriba/6
Quisiera/11
Buscando a Alicia/12
Desamparada/14
Inerte/15
Charco/16
Acera/17
Conejo/18
Liebre/19
Espadachín/20
Colibrí/21
Medicina/22
Distancia/23
Un juguete/24
Refugios/25
El carrete/26
Quiero/27
Carreta/28
Caja/29
Ellos/30
Una casa/31
Manijas/32
Esto/33
Juegos/34
Todos queremos revivir/35
Cuán altaneras pueden ser mis carnes/36
La pequeña hoja/37

LA HERMANA

He visto/43
Una mujer/44
Un hombre/45
Desconozco/46
Me imaginas/47
¿Cómo?/48
Reina de corazones/49
Yo te dije/51
Temo/52
Juegos II/53
Mientras la vida se angustie/54
Daniela Jaimes-Borges
Caracas, Venezuela, 1981.

Profesora de Artes Escénicas (UPEL) y magíster en Estudios


Literarios por la Universidad Central de Venezuela. Profesora de
Lengua Española y Literatura en la Escuela de Idiomas Modernos de
la misma universidad desde el 2008. Dramaturga, actriz.
Merecedora del Premio de Autores Inéditos Monte Ávila Editores,
2009, mención Dramaturgia, por su libro Breves. Premio Municipal
de Literatura, 2011, mención Dramaturgia, por el mismo libro.
Ganadora de la beca Panorama Sur, Argentina, 2012. Su obra ha
sido traducida al inglés y portugués. Su trabajo ha sido publicado en
antologías nacionales y revistas digitales dentro y fuera de
Venezuela. Desde el 2016 lleva a cabo el proyecto audio-poético Voz
de otra Voz.
Poesía
COLECCIÓN Voz Aislada

El ciervo/Yolanda Pantin
Ojiva/Néstor Mendoza
Piedra a piedra/Hernán Vargascarreño
Manos/Edda Armas
Umbrales donde apenas llega la luz /Rafael-José Díaz
Alambique/María Teresa Ogliastri
Monólogo de Jonás/Rómulo Bustos Aguirre
Anábasis/Adalber Salas Hernández
Primero inventaré el bosque/Ela Cuavas
Ruido de clavículas/Jacqueline Goldberg
Estadios/Juan G. Ramírez
Mecánica/Víctor Manuel Pinto
Tema de miseria/Tibisay Vargas Rojas
Escozor/Bibiana Collado Cabrera
Casa giratoria/Henry Alexander Gómez
Desmesura/Víctor Rivera
Agonía de los días terrestres/Ricardo Montiel
Litorales/Jorge Iván Jaramillo Hincapié
Textos por fuera/Eleonora Requena
sed plural/William Jiménez
Habrá una casa/Igor Barreto
Geometría de la grieta/Jairo Rojas Rojas
El único refugio son los párpados/Marta Jazmín García
El tiempo de la espera/ Joel Bracho Ghersi
Visión de carne/ Carlos A. Colón Ruiz
La dicha de lo inacabado/Carlos Vicéns
Límbica/Vanesa Almada Noguerón
En esa línea del encierro en el Yo que alguna vez supo iniciar
Alejandra Pizarnik, con bisagras chirriantes, allí, en esa dirección
se ubican los poemas de Daniela Jaimes-Borges. En sus textos un
cuerpo deja al descubierto sus emotividades y dolencias. Una
verdadera indagación en la vida privada, utilizando un lenguaje
que se distingue por su honestidad a toda prueba. Lo interesante,
al final de la lectura, son las interrogaciones y los «aciertos»
íntimos que el lenguaje de la poeta es capaz de precisar con el
escalpelo de lo nominal. El libro sin vacilaciones construye un
personaje con dos cabezas: la de una niña y su hermana que es ella
misma. La escritura poética por momentos se declara impotente:
Esto no es un poema,/es mi impotencia que no sabe/qué hacer con
las palabras. Y es que la verdadera escritura es lo que sobrevive al
error, al tropiezo constante, en nuestro esfuerzo por conocernos.

IGOR BARRET O

COLECCIÓN Voz Aislada

También podría gustarte