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Daniela Jaimes-Borges
POEMAS DE UNA NIÑA
© De los textos, Daniela Jaimes-Borges
© De la presente edición, El Taller Blanco Ediciones
Correo: eltallerblancoed@gmail.com
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Twitter: @BlancoTaller
Instagram: @eltallerblanco.e
No lloro
después de un año,
no como,
en el plato de carne no hay amor,
no camino,
las ruedas del coche son mis piernas,
tengo asma
como una pelota cerrada,
luego
tengo fiebre.
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que yo contaba las líneas del piso
de aquel tribunal.
Ya acostumbrada la jirafa
a ceder un día de escuela,
iba por los pasillos de tu trabajo
llenos de presos, militares y grietas,
aunque nunca conocí esa “justicia”,
aquel recinto no te dio tiempo para deshacerte
de tu lugar en mí
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en los ojos de alguien
que esté de turno en tu voz.
Ya puedo caminar,
llorar,
el asma y la fiebre
son una roca helada,
eché a andar la roca para romperle las madres
a sus hijos imposibles,
los que aún no lloran
(no pueden)
porque su hambre es también mi hambre
y no sabemos cantar.
quisiera olvidarme.
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Cuando nazco colecciono los obituarios de resina
que escribo cada vez
que emprendo el camino
hacia las casas profundas.
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QUISIERA
Si me quedo dormida
escuchándote, Rubén,
si me recuerdas todos los días,
estaré.
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BUSCANDO A ALICIA
Buscando a Alicia
me tropecé
con un niño en el quinto piso de mi edificio,
con su gato grande que me hablaba
y se dejaba acariciar.
El gato me advirtió que todo pasado
había sido un juego de cartas,
que por mi edad,
no supe defender.
Subimos a lo más alto del edificio
y apareció otro gato,
no, no: era una liebre,
la que aleja de mí su canción
y me pareció festivo,
algo eterno en un minúsculo
paso hacia la verdad,
no me dijo nada más que
—ve, anda.
Conocí niños, muchos niños más
entonces en mi edificio,
y ninguno conocía a Alicia,
apenas me decían que Alicia no era yo,
que rompiéramos el récord
de carreras por las azoteas,
para sentir el aire que sí vuela.
Hicimos maromas,
hasta que un papagayo,
a lo lejos,
descendió al piso,
dándonos sus puntas,
sus brillos de papel vidrioso,
su hilo fino,
su llegada.
Al poco tiempo los niños se fueron.
Me quedé ahí,
frente al papagayo
que encendía una punta
que me llevaría a las estrellas
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y ya no era más buscar a Alicia,
era el ascenso
y otra alegría.
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DESAMPARADA
La desamparada
vive debajo de la mesa,
su familia está comiendo,
hay velitas para su cumpleaños.
La desamparada
espera el abrazo,
sólo perdona al tiempo
porque es el culpable.
La desamparada se ilusiona
cuando en casa alguien le deja pan
en el horno,
hasta que sabe que no era para ella.
La desamparada
construye su casa
en la caridad
de otros,
esa morada de papel
que puede desplomarse
en los pliegues de sus costillas.
La desamparada
está remendada
por el fino hilo de las sobras
que le pudo pelear a un perro.
La desamparada
nunca está sola,
se acompaña de un dulce
que la anestesie de su enfermedad
y de su dolorosa cura.
La desamparada
ya no sabe de fe,
porque la hiel perfuma su sangre.
La desamparada
le dice adiós a todo esto
que es algo que no existe.
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INERTE
Inerte el cuerpo
las manos cerradas
como la primera vez que nací,
salivando todo
para darme cuenta
de que el dolor
es algo
que ya no deliro.
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CHARCO
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ACERA
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CONEJO
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LIEBRE
Liebre de paso,
aleja de mí tu canción,
llévate tu sombra,
no me libres,
no me acompañes,
no te derrames,
ya no cantes,
hay suficiente espacio
para ti
en otra tierra.
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ESPADACHÍN
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COLIBRÍ
Una vez tuve un colibrí al que conocí por sus vueltas, por sus
regresos. Me percaté de que envidiaba su naturaleza. No me
gusta lo permanente.
Una vez sospeché si era posible retenerlo conmigo un poco más
de lo que él podía darme desde su certero pico, desde ese vértice
que negaba la quietud: colibrí-viento, colibrí-repentino-, colibrí-
tan tímido.
Una vez, después de tantas veces, me pregunté, ¿cómo duerme,
acaso no se asienta nunca?, ¿su paseo en el aire sólo es una
verdad suspendida en el paisaje?
Una vez vino a mis manos y lo sentí cansado, lo tomé con
doloroso miedo. A los pocos segundos, creí que dormía. No quise
preguntar más.
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MEDICINA
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DISTANCIA
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UN JUGUETE
a Raúl
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REFUGIOS
Estos refugios
obedecen a la tierra
que se abre
—el hilo blanco—
la zanja
que se ha negado a retroceder
metiéndonos de a poco.
¡Empecínate tierra!
dije,
vuelve a tu antojo,
acoge a tus muertos,
escríbeles una canción.
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EL CARRETE
Sale de la gaveta,
sube a un florero,
pasa por el borde de la aguja
de la máquina de coser.
Entra y toma las bobinas de hilos,
vence sus miedos.
Es verdaderamente un carrete
y le cosen una alfombra,
parte del piso de su cuarto
está cubierto de él.
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QUIERO
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CARRETA
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CAJA
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ELLOS
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UNA CASA
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MANIJAS
Antes de la lluvia
la marea estaba en esta casa
rompiendo las manijas
destrozando la oportunidad de quedarnos
para siempre
en este lugar
que hoy me acusas de prender
sin fuego.
Antes de la marea y la lluvia
yo estaba en esta casa
una sobra de mí
que se repite en los charcos:
el pánico
después del amor.
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ESTO
Esto no es un poema,
el poema tiene un ritmo y una descendencia,
espíritu y lenguaje,
y el poeta tiene un cuerpo incierto.
Esto no es un poema,
es mi impotencia que no sabe
qué hacer con las palabras
que las rehago,
que las deshago,
y no puedo escribir.
Esto no es un poema,
digo lo que no puedo,
pienso y digo lo que no puedo.
Esto no es un poema
acaso un caballo que surge
yendo sobre lo que le molesta.
Esto no es un poema,
un poema insiste
por la misma fracción de tenerse
de darse.
Esto no es un poema,
es mi resistencia,
es mi fragmentación
y su despedida.
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JUEGOS
Toda desgracia
es primero
un recuerdo obstinado
de lo que será
siempre.
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Todos queremos revivir
una memoria
porque nos da miedo
(mucho temor)
recordar solos.
A un paso de perderme
expongo mi cabeza
y protesto:
no soy un caracol.
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Cuán altaneras pueden ser mis carnes
sangre salada
infartada sangre en el último soplo de mi temblor.
Yo veía en mi abuela
una esperanza
cansada
de servirle a la vida.
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La pequeña hoja
se asomaba
al tiempo que mi infancia
despertaba.
Fui creciendo
mi cadena era breve
y ya no cabía
con la otra que también
ladraba.
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LA HERMANA
Pero, si no soy la misma, la siguiente pregunta es ¿quién demonios
soy? ¡Ah, este es el gran enigma! (…) Imaginó cómo sería, en el
futuro, esta pequeña hermana suya, cómo sería Alicia cuando se
convirtiera en una mujer. Y pensó que Alicia conservaría, a lo largo
de los años, el mismo corazón sencillo y entusiasta de su niñez…
LEWIS CARROLL
HE VISTO
II
III
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UNA MUJER
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UN HOMBRE
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DESCONOZCO
Desconozco la brevedad.
He sido fuerte arrastrando el pasado,
tanta longitud.
He alcanzado mi cuerpo para regresarlo a su sombra,
ya nada lo persigue.
Me sigo esperando en la continuidad del aire
junto a recuerdos felices que
me he inventado para no confundir la vida con la realidad.
He llegado.
Todas las maneras de volver o irse están ahí, pero
inmóvil, reconozco el fracaso.
y en ausencia de todos, me pido perdón.
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ME IMAGINAS
Me imaginas flotando
detrás de tu aliento,
salpicada por la madera de tu boca,
la resistencia que no me dejó partir,
el breve anuncio,
la llegada,
esa bestia suelta rompiéndolo todo,
una comida en salsa para levantarnos
del agua y del dolor,
para sentirnos a salvo de nada.
Y ya no me verás flotando,
ni detrás de tu aliento,
estaré al lado de otros nombres,
lejos.
Te daré el pan de las culpas,
una parte de mi mano para que me saques
de tu recuerdo.
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¿CÓMO?
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REINA DE CORAZONES
—¿Qué dibujas?
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—No hay un hombre capaz de soltarse en el universo
de un mazo de cartas.
—Que le corten la cabeza
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YO TE DIJE
a Josué
Yo te dije
los finales no existen
y lloraste
pero tú sabes,
los finales son ciegos
son el humo de las madrugadas,
la lluvia, las invenciones, los pájaros en la ventana
nuestro árbol en fuga,
pero lloraste
y entonces te pedí
—camina conmigo.
Ahora lo sabes,
seguimos donde hemos estado,
detenidas apenas.
Los finales son ciegos
son el humo de las madrugadas:
la lluvia, las invenciones, los pájaros,
nuestra ventana.
Ahora empiezo a llorar
y tú caminas conmigo
y recordamos las fotos
y el mismo perfume.
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TEMO
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JUEGOS II
Vengamos al amanecer
desde antes
y cómo arde la luz.
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Mientras la vida se angustie
una corriente de lágrimas
volverá.
Hacer familias
imaginarias
fundar los abrazos y sus rostros
contener el nido.
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ÍNDICE
Boca arriba/6
Quisiera/11
Buscando a Alicia/12
Desamparada/14
Inerte/15
Charco/16
Acera/17
Conejo/18
Liebre/19
Espadachín/20
Colibrí/21
Medicina/22
Distancia/23
Un juguete/24
Refugios/25
El carrete/26
Quiero/27
Carreta/28
Caja/29
Ellos/30
Una casa/31
Manijas/32
Esto/33
Juegos/34
Todos queremos revivir/35
Cuán altaneras pueden ser mis carnes/36
La pequeña hoja/37
LA HERMANA
He visto/43
Una mujer/44
Un hombre/45
Desconozco/46
Me imaginas/47
¿Cómo?/48
Reina de corazones/49
Yo te dije/51
Temo/52
Juegos II/53
Mientras la vida se angustie/54
Daniela Jaimes-Borges
Caracas, Venezuela, 1981.
El ciervo/Yolanda Pantin
Ojiva/Néstor Mendoza
Piedra a piedra/Hernán Vargascarreño
Manos/Edda Armas
Umbrales donde apenas llega la luz /Rafael-José Díaz
Alambique/María Teresa Ogliastri
Monólogo de Jonás/Rómulo Bustos Aguirre
Anábasis/Adalber Salas Hernández
Primero inventaré el bosque/Ela Cuavas
Ruido de clavículas/Jacqueline Goldberg
Estadios/Juan G. Ramírez
Mecánica/Víctor Manuel Pinto
Tema de miseria/Tibisay Vargas Rojas
Escozor/Bibiana Collado Cabrera
Casa giratoria/Henry Alexander Gómez
Desmesura/Víctor Rivera
Agonía de los días terrestres/Ricardo Montiel
Litorales/Jorge Iván Jaramillo Hincapié
Textos por fuera/Eleonora Requena
sed plural/William Jiménez
Habrá una casa/Igor Barreto
Geometría de la grieta/Jairo Rojas Rojas
El único refugio son los párpados/Marta Jazmín García
El tiempo de la espera/ Joel Bracho Ghersi
Visión de carne/ Carlos A. Colón Ruiz
La dicha de lo inacabado/Carlos Vicéns
Límbica/Vanesa Almada Noguerón
En esa línea del encierro en el Yo que alguna vez supo iniciar
Alejandra Pizarnik, con bisagras chirriantes, allí, en esa dirección
se ubican los poemas de Daniela Jaimes-Borges. En sus textos un
cuerpo deja al descubierto sus emotividades y dolencias. Una
verdadera indagación en la vida privada, utilizando un lenguaje
que se distingue por su honestidad a toda prueba. Lo interesante,
al final de la lectura, son las interrogaciones y los «aciertos»
íntimos que el lenguaje de la poeta es capaz de precisar con el
escalpelo de lo nominal. El libro sin vacilaciones construye un
personaje con dos cabezas: la de una niña y su hermana que es ella
misma. La escritura poética por momentos se declara impotente:
Esto no es un poema,/es mi impotencia que no sabe/qué hacer con
las palabras. Y es que la verdadera escritura es lo que sobrevive al
error, al tropiezo constante, en nuestro esfuerzo por conocernos.
IGOR BARRET O