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Tema: La importancia para el cristiano de obedecer el gran mandamiento

Objetivo: Animar a cada creyente a crecer en su amor a Dios


Texto base: Mateo 22:36-38
Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Este es el primero y grande mandamiento.
(Mateo 22:36-38)
Introducción
Hoy día se usa la palabra amor de una forma muy ligera. Podemos decir que
amamos a nuestra familia, a nuestro gato, ir de compras, estar solos... Sin
embargo, en la Biblia el amor es algo primordial que nace en el corazón de
Dios. El versículo de 1 Juan 4:8 dice que Dios es amor. Esto quiere decir que
el amor es la esencia de Dios y viene de él.
En el texto base de esta prédica, Jesús conversaba con unos fariseos. Los que
pertenecían a la secta religiosa de los fariseos intentaban tenderle una
trampa con la pregunta sobre el gran mandamiento de la ley. Al parecer,
deseaban entablar un debate con Jesús sobre la ley y su importancia.
Jesús no se dejó entretener por ellos. Él sabía que los fariseos daban especial
importancia al aspecto exterior, a la apariencia de la piedad. Jesús fue directo
al grano: lo que realmente le importa a Dios es la actitud del corazón. Si
hacemos o decimos las cosas para impresionar a los demás, para Dios no
tiene valor. Lo que vale es tener un corazón tan lleno de amor hacia él, que
se vive el día a día buscando agradarle y hacer su voluntad.
Jesús les recordó el "shemá", la oración más importante de la religión judía,
la cual es muy probable que ellos recitaran cada día.
Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de
todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
(Deuteronomio 6:4-5)
Amando a Dios con todo el corazón, el alma y la mente
Ahora bien, ¿qué significa amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma
y con toda la mente? En realidad, es una decisión que se toma, no un
sentimiento que va y viene según las circunstancias. Es un amor que surge de
una experiencia real y transformadora con Dios que lleva a amar a Dios de
forma tan firme y fuerte que se busca hacer su voluntad y obedecerle en
todas las áreas de la vida.
Amar a Dios implica obedecer sus mandamientos, tal como leemos en Juan
14:21:
¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los
obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me
manifestaré a él
(Juan 14:21)
Quien ama a Dios vive una vida de obediencia porque Dios es su tesoro más
grande, la persona más importante, aquel por el cual se vive. Como todas las
relaciones, el amor a Dios se debe cultivar. ¿Por qué? Porque el amor crece
según conocemos mejor a Dios y pasamos tiempo con él. Claro que quien
ama a Dios de esa forma tan real y profunda, anhela pasar tiempo con su
Padre celestial.
Es un tipo de amor que se nota, pues nos lleva a estar vigilantes en cuanto a
nuestras elecciones cotidianas. No nos dejamos llevar por la emoción del
momento o la presión de los demás. La meta es parecernos más a Jesús y
vivir una vida que alegra el corazón de Dios.
Ahora bien, ¿cómo se refleja ese amor a Dios en nuestro día a día? Algunas
formas prácticas en las que podemos mostrar nuestro amor por Dios son:
1. La toma de decisiones
Una persona que ama a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda
la mente, toma sus decisiones conforme a lo que agrada a Dios. Su
motivación no es complacer a los demás, sino obedecer a Dios de todo
corazón y hacer las cosas que le agradan a él. Las decisiones que toma
reflejan quién es el Rey de su corazón.
2. El uso del tiempo
Pasa tiempo con Dios cada día en alabanza, oración y leyendo la Palabra para
fortalecer su fe. También administra su tiempo de forma sabia, pues sabe
que es un regalo de Dios. Se enfoca en cosas que fortalecen su fe o que le
ayudan a desarrollarse y crecer como ser humano. Toma tiempo para Dios,
para su familia, para sus amigos, para trabajar, para estar a solas, para
disfrutar de la naturaleza y para jugar o tener tiempo de ocio.
3. El uso de los recursos
Todo lo que tiene lo ve como provisión de Dios y usa cada uno de esos
recursos para la gloria de Dios. Por ejemplo, abre su hogar a otras personas
para que vengan a estudiar la Palabra o simplemente para tomar un café y
pasar un ratito agradable. Da de su dinero para el establecimiento de la
iglesia en su país y alrededor del mundo.
Quien ama a Dios con todo su ser, sabe que todo lo bueno viene de Dios y
que la provisión de Dios debe ser usada para su gloria. Por eso, busca
bendecir a otras personas, sin acaparar todo para sí mismo. Según recibe
bendiciones de Dios, las administra de forma sabia y usa una buena porción
para bendecir a otros.
4. La elección de libros, películas, actividades de ocio
La vida no es solo trabajar, es importante tener pasatiempos y divertirse.
Pero todo debe hacerse conscientes de que Dios nos ve y que él desea que
llenemos nuestra mente con cosas buenas que nos acercan a él y a su
propósito para nuestra vida. Por eso, el amor a Dios también se reflejará en
lo que elegimos durante nuestro tiempo de ocio.
¿Cómo nos divertimos? ¿Qué dejamos entrar en nuestras mentes?
¿Toleramos los mensajes de odio, el racismo, la pornografía o cosas que no
agradan a Dios? Debemos ser selectivos con nuestro tiempo de ocio y usarlo
para compartir tiempos de calidad con amigos y familiares, o para nutrir
nuestro intelecto con temas que nos ayudan a ser mejores personas y que
son agradables a Dios.
Conclusión
Estos son solo unos pocos ejemplos de cómo el amar a Dios con el corazón, el
alma y la mente influye en nuestro diario vivir. ¿Por qué? Porque amar a Dios
de esa forma es decidir que él reine sobre cada una de nuestras elecciones.
En lugar de buscar lo que deseamos nosotros mismos, nos enfocamos en lo
que agrada a Dios.
¿Cómo te ves? ¿Cuán profundo es tu amor por Dios? ¿Qué áreas de tu vida
has rendido a Dios? ¿En cuáles te estás resistiendo? Decide hoy amar a Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Permite que él
sea el Rey de tu vida en su totalidad y verás cómo tu vida se llenará de más
paz al saber que vives cada día de la mano del Señor.

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