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Relaciones semánticas: Definición, tipos, ejemplos

Las relaciones semánticas están presentes en prácticamente cualquier


texto que podamos imaginar. Ya sea porque acercan o porque alejan dos
palabras, se convierten en un recurso muy útil para enriquecer nuestra escritura.
Por esa razón hemos elaborado un post dedicado a ellas. Aquí
descubrirás qué son de la manera más sencilla posible. Además, incluiremos
ejemplos de cada una para que el aprendizaje sea completo. Y para que
compruebes si has entendido bien te dejamos unos ejercicios al final.
¿Qué es la semántica?
La semántica es la rama lingüística que se ocupa de estudiar el
significado. Es, por lo tanto, la disciplina que analiza el sentido de las palabras de
manera aislada, pero también en un determinado contexto o en relación con otras.
Así pues, cuando hablamos del nivel semántico nos referimos a lo que significa
el término en cuestión y al plano del significado en general.Esta rama de estudio
posee dos visiones. Una histórica, en la cual se toma en cuenta la evolución del
sentido de una palabra. Y una sincrónica, que se enfoca en el sentido que tiene en
un momento concreto de la historia.
¿Qué son las relaciones semánticas?
Las relaciones semánticas son todas las conexiones que puede haber
entre dos palabras en relación con su significado. Esas conexiones pueden darse
por dos vías: debido a la cercanía o por la lejanía. Sea cual sea, el vínculo que
funciona como base es el sentido. Precisamente por eso se dice que son
semánticas, puesto que el área tomada en cuenta es el significado. No se parte ni
de la forma ni de la función gramatical de las palabras.
¿Cuántas relaciones semánticas hay?
Dentro del español hay un total de ocho relaciones semánticas distintas.
Todas ellas suelen estar presentes en muchos otros idiomas, por lo que
no se trata de un fenómeno exclusivo del nuestro. Pero sí cabe resaltar que la
lengua española es particularmente rica en estas relaciones.
Más arriba señalábamos que las relaciones semánticas pueden aparecer
por dos vías diferentes. Es así como obtenemos la clasificación siguiente:
Relaciones semánticas de cercanía: sinónimos, hipónimos, hiperónimos.
Relaciones semánticas de lejanía: antónimos, parónimos, homónimos,
palabras polisémicas, homófonos.
Todos esos elementos son los que forman los diferentes tipos de
relaciones semánticas. De ellos nos encargaremos en el próximo apartado.
Tipos de relaciones semánticas
Para entender cada tipo de relación semántica es necesario abordarlo por
separado. Si no, corremos el riesgo de confundir uno con otro, debido a que
pueden llegar a parecerse bastante.
Por ese motivo los definiremos uno por uno, a la vez que te brindamos
una muestra para que comprendas mejor en qué consisten. También señalaremos,
cuando sea necesario, las conexiones entre ellos.
¿Qué son los homónimos?
Los homónimos son palabras que comparten forma y sonido, pero
difieren en su significado y origen.
Así pues, hablamos de términos que tomamos como uno solo debido a
que comparten su escritura, cuando en realidad son catalogados como dos o más
palabras por separado.
Esa distinción se hace precisamente porque provienen de un origen
diferente, y han acabado adquiriendo la misma forma escrita por la evolución del
idioma.
De ello se desprende también el hecho de que tengan sentidos tan
distintos. Veamos un ejemplo de esto con “vino”, que engloba dos homónimos:
“Vino” como un tipo de bebida muy conocido. Es, de hecho, una de las
más antiguas. Su consumo estuvo presente incluso en la civilización griega.
“Vino” como derivado del verbo impersonal “venir”. Dicho de otra
manera, es una de sus conjugaciones posibles. Corresponde a la tercera persona
del singular en tiempo pretérito (modo indicativo).
Tal como podemos apreciar, ninguno de los dos se relaciona a nivel
semántico. Y ni siquiera pertenecen a la misma categoría gramatical: el primero
es un sustantivo; el segundo, un verbo.
¿Qué es la sinonimia?
La sinonimia es una relación de parentesco entre dos palabras en relación
con su significado.
En consecuencia, ambas poseen un sentido idéntico; o al menos lo
bastante parecido como para que podamos reemplazar una por otra dentro de una
oración.
Eso nos da la posibilidad de evitar repeticiones al escribir, lo que podría
entorpecer la fluidez del texto. Por ese motivo son un recurso que nos conviene
conocer.
Uno de los casos más populares de sinonimia es el de “conversar” y
“hablar”, que se refieren al proceso de comunicación entre dos individuos:
“María Alejandra y Camilo se dedicaron a hablar durante varias horas.
No fue sino hasta la medianoche cuando se percataron de que ya era muy tarde,
por lo que se despidieron”.
“María Alejandra y Camilo se dedicaron a conversar durante varias
horas. No fue sino hasta la medianoche cuando se percataron de que ya era muy
tarde, por lo que se despidieron”.
Entre ambos ejemplos cambiamos tan solo una palabra. No
obstante, como comparten su significado, el mensaje original sigue intacto.
¿Qué son los parónimos?
Los parónimos son aquellos términos que se parecen bastante en su
forma, sin llegar a ser idénticos del todo.
O sea que no son lo mismo que los homónimos, que tienen una escritura
igual. Por el contrario, entre un parónimo y otro puede haber letras distintas que
permiten diferenciarlos.
Sin embargo, a veces el parecido es tal que acabamos confundiéndolos.
Sobre todo cuando la diferencia es mínima, como ocurre con “compresión” y
“comprensión”:
“Compresión” se refiere a la acción de reducir las propiedades de alguna
cosa. Tiene mucho uso dentro del lenguaje informático.
“Comprensión” hace referencia a la capacidad de entender un
determinado tema, o a la cualidad de tener empatía hacia alguien más.
Notemos que cada uno significa algo distinto.
De esa manera, la diferencia entre parónimos está no solamente a nivel
escrito, sino también en lo semántico. Por lo tanto, confundir uno con otro puede
arruinar el mensaje que queremos dar.
¿Qué son los hiperónimos?
Los hiperónimos son una clase de palabras que agrupan a otras debido a
uno o varios rasgos en común.
Esos rasgos están presentes en el sentido del hiperónimo. Debido a eso,
al utilizarlo estamos haciendo una alusión implícita a los otros términos.
Las características en cuestión puede ser de cualquier tipo. Fijémonos en
las de “ave”:
Alas.
Plumaje.
Reproducción a través de huevos.
Esas tres son las más definitorias de ese hiperónimo. Pues bien, partiendo
de ellas podemos incluir muchos animales:
Gorrión.
Lechuza.
Búho.
Tucán.
Loro.
Gallina.
Todos ellos albergan las tres características, así que están incluidos en
“ave”. Al mencionar esa palabra los implicamos de forma indirecta.
Ese ejemplo se basa en rasgos físicos. Pero realmente pueden ser de
cualquier categoría que se nos ocurra.
¿Qué son los hipónimos?
Los hipónimos son todas las palabras englobadas en un hiperónimo.
La cantidad total de hipónimos puede ser muy variada. Algunos
hiperónimos incluyen unos pocos, mientras que otros agrupan listas bastante
largas.
Como ejemplo de los que engloban pocos hipónimos tenemos “día”, que
contiene siete:
Lunes.
Martes.
Miércoles.
Jueves.
Viernes.
Sábado.
Domingo.
El rasgo en común en este caso es que todos ellos representan un día de
la semana.
Si tomamos todo eso y lo aplicamos al ejemplo del apartado anterior,
“gorrión”, “lechuza”, “búho”, “tucán”, “loro” y “gallina” serían los hipónimos; y
ave, el hiperónimo.
Definición de la polisemia
La polisemia es la cualidad de una palabra para tener muchos
significados.
Esa definición nos haría pensar en que se trata de lo mismo que los
homónimos. No obstante, hay una diferencia fundamental:
Los homónimos son dos términos. En consecuencia, se les incluye en el
diccionario por separado, puesto que representan palabras diferentes. Casi
siempre se les añade un número o índice para distinguirlos.
La polisemia se refiere a una sola palabra con muchísimos sentidos. A
causa de ello, en el diccionario aparece como un solo término, con cada
significado señalado.
Para ilustrar esta relación semántica podemos tomar “cura”. En este
vocablo encontramos los significados siguientes:
‘Sacerdote’: “Los habitantes solicitaron al Gobierno un nuevo cura para
su parroquia. Querían uno más joven, ya que el actual era demasiado anciano”.
‘Sanación de una dolencia’: “En Japón habían desarrollado una cura para
ese mal. Lastimosamente, el enfermo no tenía suficiente dinero como para viajar
hasta allí”.
Podemos notar que los significados no son los mismos. Sin embargo,
ambos derivan de la misma palabra latina, cura.
Es decir, hay un origen en común.
Ese detalle nos hace considerarlos un solo término. Y es un rasgo que
nunca veremos en los homónimos.
¿Qué son los homófonos?
Los homófonos son palabras que se pronuncian de la misma forma pero
van escritas de maneras distintas.
Este fenómeno se debe a que en el idioma español hay varias
consonantes que comparten su sonido. Eso nos impide diferenciar un homófono
de otro a la hora de escribirlos.
Definición de homófonos
Un caso que seguramente todos hemos visto es el de “tuvo” y “tubo”. A
simple vista lo único distinto es que uno tiene “v” y el otro, una “b”. Y a pesar de
ser tan sutil, se refieren a dos cosas completamente diferentes:
“Tuvo” es un verbo que se deriva de “tener”, cuyo sentido es el de poseer
algo. Se corresponde con la tercera persona del singular en tiempo pretérito
(modo indicativo).
“Tubo” es un sustantivo que se refiere a una pieza que permite el
transporte de líquidos, como por ejemplo el agua.
Esa comparación nos deja claro que confundir un término con otro
cambiaría el mensaje por completo. Así, tenemos que guiarnos por el contexto de
la oración para saber cuál se está usando.
¿Qué son los antónimos?
Los antónimos son palabras cuyo significado es directamente contrario al
de otras.
Eso los convierte en opuestos, al menos en lo que se refiere al sentido.
En cambio, a nivel gramatical siempre tendrán la misma categoría, O sea, serán
dos sustantivos, dos verbos, etc.
Esta es una de las relaciones semánticas más fáciles de entender, quizás
incluso más que los sinónimos. La explicación es que cuesta menos trabajo
imaginar un término opuesto que uno similar.
Ilustremos lo anterior utilizando “ama” y su antónimo dentro de una
oración:
“Ella ama a sus hijos”: el mensaje aquí es positivo. Se nos habla de una
madre cariñosa, que es la cualidad esperada en cualquier figura maternal.
“Ella odia a sus hijos”: aquí vemos que el mensaje ha cambiado
totalmente. Ya la madre no es cariñosa, sino despreciable. Y todo se logra
simplemente reemplazando la palabra con su antónimo.
Por otro lado, no hay una utilidad específica para los antónimos en la
escritura. Aun así, pueden servirnos cuando queramos hacer contrastes en un
párrafo o un texto.

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