Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Inteligencia Emocional
La Inteligencia Emocional es un término que cada vez más cobra mayor relevancia en
la educación de nuestros hijos e hijas, pues ha demostrado ampliamente tanto su
efecto protector en relación a diversos trastornos, como su utilidad y relevancia en
ayudarnos a llevar una vida sana y plena, tanto en nuestra infancia como en la vida
adulta.
La Inteligencia Emocional (IE a partir de ahora), se define como la habilidad para
controlar las emociones propias y las de los demás, así como para discriminarlas y
usar esta información como guía de nuestra conducta, incluyendo (Mayer, Salovey,
Caruso, & Sitarenios, 2001):
Percepción emocional: la habilidad para identificar las emociones
Facilitación emocional: la capacidad para aprovechar la información emocional
y mejorar los pensamientos
Comprensión emocional: la destreza para identificar y comprender la
información emocional
Regulación emocional en las relaciones sociales y crecimiento personal e
interpersonal
El juego libre es la mejor manera de que nuestros pequeños puedan poner en práctica
las enseñanzas y recursos que van aprendiendo en relación a la gestión emocional.
Interacción pura y dura, no reglada por adultos o por actividades, es donde se dan las
condiciones necesarias para aprender todo lo concerniente sobre la Inteligencia
Emocional. Bajar al parque y dejarles jugar con quien quieran y con lo que quieran.
Obviamente, la idea es dejarlos jugar a su aire, pero controlar el juego y estar por
ellos, listos para actuar y mediar delante de cualquier situación que se preste, pues de
buen seguro se darán situaciones en las que se necesitará la guía de un adulto para
gestionar las emociones elicitadas, tal como se hace un terapia con un psicólogo
infantil.
5.- Enseñarles a afrontar las emociones
¿De qué manera? Con ejemplos. Los niños funcionan con aprendizajes tipo ensayo y
error, así que resulta vital que sepamos discernir entre qué conductas han de ser
reforzadas y cuáles no. Por ejemplo, las rabietas; normalmente éstas no son más que
una demanda de atención. No entrar a negociar con ellos hasta que se tranquilicen es
necesario para después poder enseñarles que hay otras maneras de expresar
malestar o enfado, como por ejemplo decir qué es lo que les molesta en voz alta. Otro
ejemplo es la gestión delante de la frustración que se genera al no poder conseguir lo
que se quiere; el aprender a perder, ya sea en el ámbito deportivo o en cualquier otro,
sólo se dará gracias a una intervención educativa consciente por parte de los adultos
de referencia. Que aprendan a expresar sus sentimientos de una manera adaptativa
desde bien pequeños, es crucial para que, una vez lleguen a la edad adulta, no
presenten conductas desadaptativas.
Hablar con los niños, hacerles preguntas, razonar, jugar, poner ejemplos… es algo
imprescindible en su educación. Debemos favorecer continuamente el que puedan
expresarse, poner en voz alta su opinión y sus sentimientos, que aprendan a dialogar.
Por otro lado, desde muy pequeños deben saber respetar al otro mientras éste esta
hablando, pero no solo eso, deben aprender a escuchar activamente. De ahí que sea
recomendable hablarles despacio, frente a frente y terminando las frases con un
“¿has entendido?”, “¿estás de acuerdo con lo que he dicho?”. Una vez más, debemos
predicar con el ejemplo: si no los escuchamos activamente cuando ellos nos hablan,
será muy difícil que ellos hagan lo propio con nosotros.