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9 estrategias para desarrollar la

Inteligencia Emocional

Siguiendo con el ciclo de artículos que empezamos la semana pasada, orientados a


tratar diversos temas en torno a la Educación relativa a emociones, en este artículo
hablaremos sobre la Inteligencia Emocional; que relación guarda con la Educación
Emocional, cómo se define y de qué manera podemos ayudar a desarrollarla, tanto en
nosotros mismos como en los más pequeños.

La Inteligencia Emocional es un término que cada vez más cobra mayor relevancia en
la educación de nuestros hijos e hijas, pues ha demostrado ampliamente tanto su
efecto protector en relación a diversos trastornos, como su utilidad y relevancia en
ayudarnos a llevar una vida sana y plena, tanto en nuestra infancia como en la vida
adulta.
La Inteligencia Emocional (IE a partir de ahora), se define como la habilidad para
controlar las emociones propias y las de los demás, así como para discriminarlas y
usar esta información como guía de nuestra conducta, incluyendo (Mayer, Salovey,
Caruso, & Sitarenios, 2001):
 Percepción emocional: la habilidad para identificar las emociones
 Facilitación emocional: la capacidad para aprovechar la información emocional
y mejorar los pensamientos
 Comprensión emocional: la destreza para identificar y comprender la
información emocional
 Regulación emocional en las relaciones sociales y crecimiento personal e
interpersonal

Estas habilidades, se aprenden y se


desarrollan en cada persona en función de
las oportunidades y las experiencias que va
viviendo. Tal y como comentábamos la
semana pasada, el aprendizaje emocional
implica aprender a identificar lo que sentimos,
para después poder poner
en práctica recursos y herramientas para
poder modular o gestionar dichas emociones.
Tal entrenamiento, no puede darse en
algunos ambientes y en otros no. Es decir, el
entrenamiento en IE debe darse a lo largo de
todas las etapas evolutivas de los infantes, y
en todos los ámbitos, pues es solo a través de
la consistencia y coherencia en el estilo educativo que un aprendizaje de este calibre
puede llegar a cristalizar.
La vorágine que llamamos sociedad actual, no presenta las condiciones idóneas para
un aprendizaje de este tipo. Todo lo que nos rodea pone el punto de interés en
aquellas cosas materiales, volátiles y faltas de valor, valor real, pues lo que interesa
es la creación de un consumidor. Y los buenos consumidores, como tú ya debes
saber, no piensan. No se cuestionan cosas. No se miran, ni aprenden a gestionar sus
pensamientos y emociones. Pues si así fuera, no consumirían todo lo que nuestra
sociedad necesita para seguir funcionando.

La influencia de los medios de comunicación, el uso


excesivo e inapropiado de tecnología, el ritmo de la vida
cambiante y acelerado con el que viven la mayoría de
personas adultas, se transmite a los niños y niñas de
nuestra sociedad. La presión por la obtención de buenos
resultados, se traduce en que cada vez, nuestras hijas e
hijos pasan más tiempo ocupados, realizando deberes o
actividades, que sin una guía adecuada, pueden resultar
contraproducentes. El no poder disfrutar de
una socialización rica, no dirigida, libre, les priva de poder experimentar experiencias
que potencien su crecimiento personal. Por si no fuera poco, nuestros pequeños cada
vez tienen más medios y recursos para empezar a interactuar con el mundo a una
edad más temprana, más información que procesar y herramientas a dominar.
Delante de este panorama, no es de extrañar que cada vez más les cueste
centrarse, focalizar la atención y tomar decisiones teniendo en cuenta a los demás y,
principalmente, a sí mismos.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, a continuación planteamos
algunas estrategias que esperamos puedan resultar útiles para ayudar a desarrollar las
diferentes habilidades que se engloban dentro del concepto de Inteligencia Emocional,
pues tal y como vimos en el artículo de la semana pasada, un correcto desarrollo de
todos los aspectos relacionados con la educación emocional, dota a nuestras hijas e
hijos, de herramientas cruciales para poder actuar de una manera adaptativa en este
mundo que les dejaremos en herencia.

9 estrategias para desarrollar la


Inteligencia Emocional

1.- Predicar con nuestro ejemplo


Nunca podremos pedirle a un niño que haga algo que nosotros mismos no hacemos.
Nuestras hijas e hijos, son el reflejo de lo que nosotros somos. Es inviable intentar
inculcar inteligencia emocional, sin poseerla. Es inviable transmitir calma, estando
nervioso. Como lo es enseñar a escuchar, a uno mismo y a los demás, cuando no
tenemos tiempo para hacerlo nosotros mismos. Así que, si queremos cambiar esta
situación, si queremos enseñar Inteligencia Emocional, debemos practicarla. La
salubridad mental pasa, en buena medida, por dedicar tiempo y esfuerzo en
identificar que emociones estamos sintiendo en cada momento, y gestionarlas.
Escucharnos, aceptar aquello que nos da la vida y trabajar por aquello que nos
importa.
2.- Dedicar tiempo
El transmitir a un infante la importancia del aquí y ahora, remarcando que la evitación
de aquello que nos pasa, ya sea a nivel interno o externo, nunca nos va a ayudar,
requiere tiempo y esfuerzo. Arrojar luz sobre cualquier proceso emocional que estén
viviendo nuestros hijos e hijas, es un trabajo arduo que no entiende de atajos o
resúmenes; requiere de tiempo y dedicación. El hacerles entender que pensar en que
nos deparará el futuro, preocuparnos por lo que fue o será, no conlleva nada bueno,
pues no es donde podemos actuar, donde podemos cambiar las cosas, es
importantísimo. Pero para poder enseñarlo, primero he de aprenderlo y llevarlo a
cabo. Y después he de dedicar tiempo, esfuerzo y paciencia para poder transmitirlo.

3.- Enseñarles a reconocer las emociones


Tanto las suyas propias como la de los demás. A partir de los dos años es
recomendable iniciar a los niños en el campo del reconocimiento de las emociones, ya
que es cuando empieza la interacción con sus iguales y con los adultos, de una
manera más directa.

Una buena manera de empezar es enseñarles fotografías de rostros o dibujos, que


representen las diferentes emociones. Cada vez que se vean afectados por alguna
emoción es una oportunidad para enseñar a reconocer dichas emociones;
preguntándoles qué les pasa, por qué creen ellos que se sienten así, haciendo
hincapié en la transitoriedad de la emoción…y también haciéndoles reflexionar sobre
las emociones y sentimientos de los demás. Dicho proceso, que se afianzará a
medida que vayan creciendo, es vital para que aprendan a reconocer sus propias
emociones, así como las de los demás, y sobre todo, comenzar a desarrollar la
habilidad de la empatía.

4.- Fomentar interacciones libres

El juego libre es la mejor manera de que nuestros pequeños puedan poner en práctica
las enseñanzas y recursos que van aprendiendo en relación a la gestión emocional.
Interacción pura y dura, no reglada por adultos o por actividades, es donde se dan las
condiciones necesarias para aprender todo lo concerniente sobre la Inteligencia
Emocional. Bajar al parque y dejarles jugar con quien quieran y con lo que quieran.
Obviamente, la idea es dejarlos jugar a su aire, pero controlar el juego y estar por
ellos, listos para actuar y mediar delante de cualquier situación que se preste, pues de
buen seguro se darán situaciones en las que se necesitará la guía de un adulto para
gestionar las emociones elicitadas, tal como se hace un terapia con un psicólogo
infantil.
5.- Enseñarles a afrontar las emociones
¿De qué manera? Con ejemplos. Los niños funcionan con aprendizajes tipo ensayo y
error, así que resulta vital que sepamos discernir entre qué conductas han de ser
reforzadas y cuáles no. Por ejemplo, las rabietas; normalmente éstas no son más que
una demanda de atención. No entrar a negociar con ellos hasta que se tranquilicen es
necesario para después poder enseñarles que hay otras maneras de expresar
malestar o enfado, como por ejemplo decir qué es lo que les molesta en voz alta. Otro
ejemplo es la gestión delante de la frustración que se genera al no poder conseguir lo
que se quiere; el aprender a perder, ya sea en el ámbito deportivo o en cualquier otro,
sólo se dará gracias a una intervención educativa consciente por parte de los adultos
de referencia. Que aprendan a expresar sus sentimientos de una manera adaptativa
desde bien pequeños, es crucial para que, una vez lleguen a la edad adulta, no
presenten conductas desadaptativas.

6.- Trabajar la empatía


Para desarrollar una dimensión tan importante como esta es necesario razonar con
ellos continuamente mediante diferentes preguntas: “¿Cómo crees que se siente tu
amigo tras lo que le has hecho? ¿Por qué crees que está llorando tu hermana?
¿Crees que la profesora estará hoy contenta?” El que puedan ir razonando sobre lo
que les pasa a las personas de su entorno, les permitirá ir adquiriendo los diferentes
elementos de la empatía (compartir la perspectiva del otro, no emitir juicios, reconocer
las emociones del otro y poder comunicárselo).
7.- Desarrollar su comunicación

Hablar con los niños, hacerles preguntas, razonar, jugar, poner ejemplos… es algo
imprescindible en su educación. Debemos favorecer continuamente el que puedan
expresarse, poner en voz alta su opinión y sus sentimientos, que aprendan a dialogar.
Por otro lado, desde muy pequeños deben saber respetar al otro mientras éste esta
hablando, pero no solo eso, deben aprender a escuchar activamente. De ahí que sea
recomendable hablarles despacio, frente a frente y terminando las frases con un
“¿has entendido?”, “¿estás de acuerdo con lo que he dicho?”. Una vez más, debemos
predicar con el ejemplo: si no los escuchamos activamente cuando ellos nos hablan,
será muy difícil que ellos hagan lo propio con nosotros.

8.- Siempre mostrarnos disponibles


A lo largo de sus vidas, otras emociones irán cobrando más peso a medida que vayan
creciendo. Emociones y sentimientos tales como la ansiedad, la vergüenza, el amor,
el deseo… irán apareciendo y es importantísimo que nos mantengamos al tanto y
dispuestos a tratar de cualquier tema delicado, desde la sinceridad y honestidad,
erigiéndonos en su guía, para que puedan enfrentarse a estos sentimientos con
seguridad, aceptándolos como lo que son.

9.- Permitir la expresión de emociones


fomentar la inteligencia emocional es esencial que podamos facilitar a los niños y
niñas la confianza apropiada para que puedan expresar todo aquello que sientan, ya
sean emociones, sentimientos o recuerdos, vividos como positivos o negativos. El
hogar y la familia son los primeros escenarios donde los infantes desarrollaran los
primeros pasos en sus vidas, y si les ofrecemos seguridades y facilidades para que
puedan expresarse y comunicarse, también lo harán a medida que crezcan y en el
resto de contextos donde se desarrollen.

Saber comunicarse y reconocer emociones propias y ajenas son, sin duda,


habilidades imprescindibles para el correcto funcionamiento humano en nuestra
sociedad. Sólo desde el trabajo personal en éstos ámbitos, podemos los adultos
ayudar a esas personitas en desarrollo que son nuestras hijas e hijos a aprender de
manera satisfactoria todo el compendio de habilidades que engloba la Inteligencia
Emocional, cruciales para poder acabar viviendo una vida plena, sana y feliz en base
a nuestros valores.

VIDEO: CÓMO CONTROLAR LAS


EMOCIONES
https://youtu.be/jguf43YfP7w

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