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La inteligencia emocional en los adolescentes es uno de los factores que tenemos que tener en
cuenta para su educación.
Esto explica que, a pesar de estar guiados por nuestros impulsos emocionales primarios,
tengamos la capacidad de hacer un procesamiento más profundo y preciso de las
situaciones. Ello nos permite elaborar y emitir respuestas más refinadas y razonadas. Es
precisamente esta habilidad la que constituye el núcleo central de la inteligencia emocional.
La adolescencia es una etapa crítica de nuestra vida que presenta enormes retos para nuestro
desarrollo personal. En estos años comenzamos a reclamar y construir nuestra independencia,
nuestros referentes dejan de ser los padres para pasar a serlo el grupo de pares .
A todo este complejo proceso de cambio se suma la vorágine emocional que experimentamos a
nivel subjetivo. Ese sube y baja de emociones intensas y desconocidas que muchas veces no
sabemos abordar puede complicarnos el tránsito por este periodo vital.
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¿Cómo desarrollar la inteligencia emocional en los adolescentes?
El punto de partida para una buena gestión emocional es saber identificar la emoción que
estamos experimentando y ser capaces de ponerle nombre. Contar con un vocabulario emocional
rico y variado nos permitirá comprender mejor los matices del sentimiento concreto que nos
aborda.
Para llevar a cabo esta tarea de inteligencia emocional con los adolescentes, podemos contar con
recursos tales como el emocionario , o cualquier otro similar que los ayude a ordenar y poner en
palabras su mundo interior.
Según esta teoría, al juzgar los actos de los demás, tendemos a pensar que son causados por su
personalidad y no tenemos en cuenta el contexto. Así, podemos afirmar que “yo te grité porque
estaba enfadado”.
Sin embargo, cuando se trata del otro, asumimos que “él me gritó porque es una persona
mala”. Debemos alentar a los adolescentes a realizar un análisis más profundo y reflexionar sobre
qué mueve por dentro a la otra persona.
Hay que recalcar en este punto la palabra decidir, pues no se trata de reprimir la emoción , si no
de ser capaz de actuar en lugar de reaccionar. No hay emociones buenas ni malas, sólo útiles e
inútiles en función de sus consecuencias.
Por tanto, debemos alentar a los jóvenes a que sean capaces de sobrepasar el impulso primario y
sopesar las consecuencias antes de pasar a la acción. De este modo, les enseñamos a usar sus
estados emocionales como guías de actuación y a ser responsables de sus decisiones.
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Habilidades sociales: decidir cómo actúo ante las emociones ajenas
Por último, para ayudar a forjar una buena inteligencia emocional en nuestros
adolescentes, hemos de fomentar en ellos el uso de la comunicación asertiva.
Dicha comunicación les permitirá expresarse libre y respetuosamente y defender sus derechos sin
pisar los del otro. También será la clave para aprender a gestionar conflictos y buscar soluciones
de un modo pacífico y beneficioso para ambas partes.
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¿Cómo trabajar la Inteligencia Emocional con adolescentes?
Autorregulación: En esta etapa, los jóvenes ya van adquiriendo una mayor comprensión de sus
estados afectivos, y hablan, con mayor facilidad, de sus estados mentales o sentimientos a la hora de
describir sus vivencias emocionales. También, son más consciente sobre los efectos que su expresión
emocional tiene sobre el entorno. Aunque por las características propias del momento, la adolescencia
no es un periodo en el que se puede alcanzar una total y plena autorregulación, podemos trabajar
actividades que les ayuden a interiorizar las bases de la misma:
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Proponer alguna actividad de éxito seguro, para que, más adelante, aspiren hacia metas que
exijan esfuerzos superiores. La atención y el refuerzo social por parte del profesor son muy
importantes para mantenerse en el camino.
Programar actividades en las que los alumnos pongan en marcha su toma de decisiones. La
autonomía que se genera, es una buena chispa que puede ayudarles a encender su
motivación.
Empatía: La empatía se relaciona de forma directa con la resolución pacífica de los conflictos. En la
adolescencia podemos encontrarnos con una gran diferencia entre unos y otros adolescentes con
respecto a su nivel de empatía. Por eso es bueno que podamos trabajar este aspecto. Las actividades
que podemos trabajar en el aula para fomentar su desarrollo están encaminadas a:
Asertividad: Lo ideal sería que, llegados a la adolescencia, los chicos ya hayan alcanzado un buen
nivel de asertividad, pero no siempre es posible y por este motivo, nunca es tarde para continuar
trabajando aspectos relacionados con este concepto:
Estas indicaciones esperamos que os sirvan como inspiración para poder crear actividades
adecuadas a las características propias del grupo de adolescentes con el que trabajáis día a día.