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Análisis semiótico Contemporáneo

La hipermodernidad en la nueva década ha introducido una nueva sintaxis de los


objetos, resignificando su valor. En tendamos que la lectura que percibíamos de la
realidad ya no es la misma, ahora la mayor parte de la realidad se valida a través
de la instantaneidad y el consumismo.

Desde ese punto de vista, la moda no es tanto signo de ambiciones de clase como
salida del mundo de la tradición; es uno de los espejos donde se ve lo que constituye
nuestro destino histórico más singular: la negación del poder inmemorial del pasado
tradicional, la fiebre moderna de las novedades, la celebración del presente social.
La moda se halla al mando de nuestras sociedades; en menos de medio siglo la
seducción y lo efímero han llegado a convertirse en los principios organizativos de
la vida colectiva moderna; vivimos en sociedades dominadas por la frivolidad, último
eslabón de la aventura plurisecular capitalista-democrática-individualista. ¿Hay que
sentirse preocupado? ¿Anuncia este hecho un lento pero inexorable declive de
Occidente? ¿Hay que reconocer en ello el signo de la decadencia del ideal
democrático? Nada más banal, más comúnmente extendido que estigmatizar, por
otra parte no sin alguna razón, el nuevo régimen de democracias carentes de
grandes proyectos colectivos movilizadores, aturdidas por los goces privados del
consumo, infantilizadas por la cultura-minuto, la publicidad, la política-espectáculo.
El reino último de la seducción, se dice, aunque la cultura, conduce al
embrutecimiento generalizado, al hundimiento del ciudadano libre y responsable; el
lamento sobre la moda es el hecho intelectual más compartido. Nosotros no hemos
cedido ante esas sirenas. La interpretación del mundo moderno que aquí
proponemos es una interpretación adversa, paradójica, revelando, más allá de las
«perversiones» de la moda, su poder globalmente positivo, tanto frente a las
instituciones democráticas como frente a la autonomía de las conciencias. La moda
no ha acabado de sorprendernos: cualesquiera que sean sus aspectos nefastos en
cuanto a la vitalidad del espíritu y de las democracias, se presenta ante todo
como el agente por excelencia de la espiral individualista y de la consolidación de
las sociedades liberales.

Los medios de comunicación influyen sobre el individuo difundiendo valoraciones


sobre actitudes permitidas o criticadas. Además, según diversos estudios la
exposición progresiva y constante a determinados mensajes puede hacer que
modifiquemos nuestra actitud u opinión de la realidad por la que presentan los
medios.

Los procesos de influencia social han sido ampliamente estudiados desde la


Psicología y la Sociología, las cuales mantienen que lo social es adquirido a raíz de
la interacción e influencia de la sociedad sobre el individuo, es decir, que no es
innato.

Desde estas disciplinas se han realizado multitud de experimentos para someter a


prueba estas hipótesis. Algunos de ellos son los estudios de obediencia a la
autoridad del psicólogo Milgram, o el famoso experimento de la cárcel de Zimbardo
sobre la desindividuación de la persona al estar en grupo.

Algunos de los procesos de influencia social estudiados son:

La conformidad social: este proceso se debe a la influencia de la mayoría a la hora


de manifestar o mantener una opinión. El individuo puede temer manifestar una
opinión contraria al grupo por miedo al rechazo o una sanción.

La innovación: se refiere a la influencia de la minoría en la modificación de actitudes


anteriormente mayoritarias.
La obediencia a la autoridad: estudia cómo la influencia y la conformidad se
consiguen a través del miedo o simplemente porque se le otorga un status más alto
a una persona. Este proceso aumenta si la autoridad está presente y si otras
personas de igual posición obedecen.

Los procesos de influencia social son necesarios para la convivencia y armonía de


la sociedad pero es importante no llevar estas actitudes al límite y aceptar las cosas
sin reflexionar sobre ello.

Al final, las decisiones de cada persona son individuales basadas en aspectos


racionales y emocionales, que son propios de cada uno, aunque estén influidos por
la sociedad y experiencias que se viven.

Es diferente la plástica o textura que se logra en un silencio sin demasiado


contrastes, en donde surge a partir de sonidos que apenas destacan entre ellos.
Este tipo de silencios, dependiendo de la historia y su entorno y duración, suelen
expresar un poco más de intimidad o reflexión interna, ya sea de la historia en sí o
de los personajes. Como las películas que suelen tener tiempos en donde el entorno
existe sin interacción con los personajes, secuencias enteras de bosques en plena
lluvia o el mar. O escenas donde sí están presentes personajes dentro de un
espacio o atmósfera, pero el espacio físico produce mayores sonidos que el
personaje en sí y este a su vez está presente sin ningún diálogo o con frases
mínimas. En una construcción audiovisual, un silencio que se manifiesta entre
susurros de una pareja, o después de un beso, es mucho más tenue (en cuanto a
la variable de contraste) y carga un 32 significado diferente al silencio emanado
entre explosiones, dentro de una historia audiovisual. Cada uno de estas variables
modifican de alguna manera al silencio. No están aisladas, ya que en una escena o
historia audiovisual (y también en la realidad cotidiana) nunca está presente solo
una de las variables. Sin embargo, aunque es la combinación de todas las variables
la que moldea al silencio, en algunas ocasiones, una de ellas tiene un peso mayor
y puede influir un poco más que las demás para el silencio, ya sea de manera
definitiva o momentánea.
Desde ese punto de vista, la moda no es tanto signo de ambiciones de clase como
salida del mundo de la tradición; es uno de los espejos donde se ve lo que constituye
nuestro destino histórico más singular: la negación del poder inmemorial del pasado
tradicional, la fiebre moderna de las novedades, la celebración del presente social.
La moda se halla al mando de nuestras sociedades; en menos de medio siglo la
seducción y lo efímero han llegado a convertirse en los principios organizativos de
la vida colectiva moderna; vivimos en sociedades dominadas por la frivolidad, último
eslabón de la aventura plurisecular capitalista-democrática-individualista. ¿Hay que
sentirse preocupado? ¿Anuncia este hecho un lento pero inexorable declive de
Occidente? ¿Hay que reconocer en ello el signo de la decadencia del ideal
democrático? Nada más banal, más comúnmente extendido que estigmatizar, por
otra parte no sin alguna razón, el nuevo régimen de democracias carentes de
grandes proyectos colectivos movilizadores, aturdidas por los goces privados del
consumo, infantilizadas por la cultura-minuto, la publicidad, la política-espectáculo.
El reino último de la seducción, se dice, aunque la cultura, conduce al
embrutecimiento generalizado, al hundimiento del ciudadano libre y responsable; el
lamento sobre la moda es el hecho intelectual más compartido. Nosotros no hemos
cedido ante esas sirenas. La interpretación del mundo moderno que aquí
proponemos es una interpretación adversa, paradójica, revelando, más allá de las
«perversiones» de la moda, su poder globalmente positivo, tanto frente a las
instituciones democráticas como frente a la autonomía de las conciencias. La moda
no ha acabado de sorprendernos: cualesquiera que sean sus aspectos nefastos en
cuanto a la vitalidad del espíritu y de las democracias, se presenta ante todo

como el agente por excelencia de la espiral individualista y de la consolidación de


las sociedades liberales.

Los medios de comunicación influyen sobre el individuo difundiendo valoraciones


sobre actitudes permitidas o criticadas. Además, según diversos estudios la
exposición progresiva y constante a determinados mensajes puede hacer que
modifiquemos nuestra actitud u opinión de la realidad por la que presentan los
medios.

Los procesos de influencia social han sido ampliamente estudiados desde la


Psicología y la Sociología, las cuales mantienen que lo social es adquirido a raíz de
la interacción e influencia de la sociedad sobre el individuo, es decir, que no es
innato.

Desde estas disciplinas se han realizado multitud de experimentos para someter a


prueba estas hipótesis. Algunos de ellos son los estudios de obediencia a la
autoridad del psicólogo Milgram, o el famoso experimento de la cárcel de Zimbardo
sobre la desindividuación de la persona al estar en grupo.

Algunos de los procesos de influencia social estudiados son:

La conformidad social: este proceso se debe a la influencia de la mayoría a la hora


de manifestar o mantener una opinión. El individuo puede temer manifestar una
opinión contraria al grupo por miedo al rechazo o una sanción.

La innovación: se refiere a la influencia de la minoría en la modificación de actitudes


anteriormente mayoritarias.

Desde ese punto de vista, la moda no es tanto signo de ambiciones de clase como
salida del mundo de la tradición; es uno de los espejos donde se ve lo que constituye
nuestro destino histórico más singular: la negación del poder inmemorial del pasado
tradicional, la fiebre moderna de las novedades, la celebración del presente social.
La moda se halla al mando de nuestras sociedades; en menos de medio siglo la
seducción y lo efímero han llegado a convertirse en los principios organizativos de
la vida colectiva moderna; vivimos en sociedades dominadas por la frivolidad, último
eslabón de la aventura plurisecular capitalista-democrática-individualista. ¿Hay que
sentirse preocupado? ¿Anuncia este hecho un lento pero inexorable declive de
Occidente? ¿Hay que reconocer en ello el signo de la decadencia del ideal
democrático? Nada más banal, más comúnmente extendido que estigmatizar, por
otra parte no sin alguna razón, el nuevo régimen de democracias carentes de
grandes proyectos colectivos movilizadores, aturdidas por los goces privados del
consumo, infantilizadas por la cultura-minuto, la publicidad, la política-espectáculo.
El reino último de la seducción, se dice, aunque la cultura, conduce al
embrutecimiento generalizado, al hundimiento del ciudadano libre y responsable; el
lamento sobre la moda es el hecho intelectual más compartido. Nosotros no hemos
cedido ante esas sirenas. La interpretación del mundo moderno que aquí
proponemos es una interpretación adversa, paradójica, revelando, más allá de las
«perversiones» de la moda, su poder globalmente positivo, tanto frente a las
instituciones democráticas como frente a la autonomía de las conciencias. La moda
no ha acabado de sorprendernos: cualesquiera que sean sus aspectos nefastos en
cuanto a la vitalidad del espíritu y de las democracias, se presenta ante todo

como el agente por excelencia de la espiral individualista y de la consolidación de


las sociedades liberales.

Los medios de comunicación influyen sobre el individuo difundiendo valoraciones


sobre actitudes permitidas o criticadas. Además, según diversos estudios la
exposición progresiva y constante a determinados mensajes puede hacer que
modifiquemos nuestra actitud u opinión de la realidad por la que presentan los
medios.

Los procesos de influencia social han sido ampliamente estudiados desde la


Psicología y la Sociología, las cuales mantienen que lo social es adquirido a raíz de
la interacción e influencia de la sociedad sobre el individuo, es decir, que no es
innato.
Desde estas disciplinas se han realizado multitud de experimentos para someter a
prueba estas hipótesis. Algunos de ellos son los estudios de obediencia a la
autoridad del psicólogo Milgram, o el famoso experimento de la cárcel de Zimbardo
sobre la desindividuación de la persona al estar en grupo.

Algunos de los procesos de influencia social estudiados son:

La conformidad social: este proceso se debe a la influencia de la mayoría a la hora


de manifestar o mantener una opinión. El individuo puede temer manifestar una
opinión contraria al grupo por miedo al rechazo o una sanción.

La innovación: se refiere a la influencia de la minoría en la modificación de actitudes


anteriormente mayoritarias.

La obediencia a la autoridad: estudia cómo la influencia y la conformidad se


consiguen a través del miedo o simplemente porque se le otorga un status más alto
a una persona. Este proceso aumenta si la autoridad está presente y si otras
personas de igual posición obedecen.

Los procesos de influencia social son necesarios para la convivencia y armonía de


la sociedad pero es importante no llevar estas actitudes al límite y aceptar las cosas
sin reflexionar sobre ello.

Al final, las decisiones de cada persona son individuales basadas en aspectos


racionales y emocionales, que son propios de cada uno, aunque estén influidos por
la sociedad y experiencias que se viven.

Es diferente la plástica o textura que se logra en un silencio sin demasiado


contrastes, en donde surge a partir de sonidos que apenas destacan entre ellos.
Este tipo de silencios, dependiendo de la historia y su entorno y duración, suelen
expresar un poco más de intimidad o reflexión interna, ya sea de la historia en sí o
de los personajes. Como las películas que suelen tener tiempos en donde el entorno
existe sin interacción con los personajes, secuencias enteras de bosques en plena
lluvia o el mar. O escenas donde sí están presentes personajes dentro de un
espacio o atmósfera, pero el espacio físico produce mayores sonidos que el
personaje en sí y este a su vez está presente sin ningún diálogo o con frases
mínimas. En una construcción audiovisual, un silencio que se manifiesta entre
susurros de una pareja, o después de un beso, es mucho más tenue (en cuanto a
la variable de contraste) y carga un 32 significado diferente al silencio emanado
entre explosiones, dentro de una historia audiovisual. Cada uno de estas variables
modifican de alguna manera al silencio. No están aisladas, ya que en una escena o
historia audiovisual (y también en la realidad cotidiana) nunca está presente solo
una de las variables. Sin embargo, aunque es la combinación de todas las variables
la que moldea al silencio, en algunas ocasiones, una de ellas tiene un peso mayor
y puede influir un poco más que las demás para el silencio, ya sea de manera
definitiva o momentánea.

La obediencia a la autoridad: estudia cómo la influencia y la conformidad se


consiguen a través del miedo o simplemente porque se le otorga un status más alto
a una persona. Este proceso aumenta si la autoridad está presente y si otras
personas de igual posición obedecen.

Los procesos de influencia social son necesarios para la convivencia y armonía de


la sociedad pero es importante no llevar estas actitudes al límite y aceptar las cosas
sin reflexionar sobre ello.

Al final, las decisiones de cada persona son individuales basadas en aspectos


racionales y emocionales, que son propios de cada uno, aunque estén influidos por
la sociedad y experiencias que se viven.
Es diferente la plástica o textura que se logra en un silencio sin demasiado
contrastes, en donde surge a partir de sonidos que apenas destacan entre ellos.
Este tipo de silencios, dependiendo de la historia y su entorno y duración, suelen
expresar un poco más de intimidad o reflexión interna, ya sea de la historia en sí o
de los personajes. Como las películas que suelen tener tiempos en donde el entorno
existe sin interacción con los personajes, secuencias enteras de bosques en plena
lluvia o el mar. O escenas donde sí están presentes personajes dentro de un
espacio o atmósfera, pero el espacio físico produce mayores sonidos que el
personaje en sí y este a su vez está presente sin ningún diálogo o con frases
mínimas. En una construcción audiovisual, un silencio que se manifiesta entre
susurros de una pareja, o después de un beso, es mucho más tenue (en cuanto a
la variable de contraste) y carga un 32 significado diferente al silencio emanado
entre explosiones, dentro de una historia audiovisual. Cada uno de estas variables
modifican de alguna manera al silencio. No están aisladas, ya que en una escena o
historia audiovisual (y también en la realidad cotidiana) nunca está presente solo
una de las variables. Sin embargo, aunque es la combinación de todas las variables
la que moldea al silencio, en algunas ocasiones, una de ellas tiene un peso mayor
y puede influir un poco más que las demás para el silencio, ya sea de manera
definitiva o momentánea.
La hipermodernidad en la nueva década ha introducido una nueva sintaxis de los
objetos, resignificando su valor. En tendamos que la lectura que percibíamos de la
realidad ya no es la misma, ahora la mayor parte de la realidad se valida a través
de la instantaneidad y el consumismo.

Desde ese punto de vista, la moda no es tanto signo de ambiciones de clase como
salida del mundo de la tradición; es uno de los espejos donde se ve lo que constituye
nuestro destino histórico más singular: la negación del poder inmemorial del pasado
tradicional, la fiebre moderna de las novedades, la celebración del presente social.
La moda se halla al mando de nuestras sociedades; en menos de medio siglo la
seducción y lo efímero han llegado a convertirse en los principios organizativos de
la vida colectiva moderna; vivimos en sociedades dominadas por la frivolidad, último
eslabón de la aventura plurisecular capitalista-democrática-individualista. ¿Hay que
sentirse preocupado? ¿Anuncia este hecho un lento pero inexorable declive de
Occidente? ¿Hay que reconocer en ello el signo de la decadencia del ideal
democrático? Nada más banal, más comúnmente extendido que estigmatizar, por
otra parte no sin alguna razón, el nuevo régimen de democracias carentes de
grandes proyectos colectivos movilizadores, aturdidas por los goces privados del
consumo, infantilizadas por la cultura-minuto, la publicidad, la política-espectáculo.
El reino último de la seducción, se dice, aunque la cultura, conduce al
embrutecimiento generalizado, al hundimiento del ciudadano libre y responsable; el
lamento sobre la moda es el hecho intelectual más compartido. Nosotros no hemos
cedido ante esas sirenas. La interpretación del mundo moderno que aquí
proponemos es una interpretación adversa, paradójica, revelando, más allá de las
«perversiones» de la moda, su poder globalmente positivo, tanto frente a las
instituciones democráticas como frente a la autonomía de las conciencias. La moda
no ha acabado de sorprendernos: cualesquiera que sean sus aspectos nefastos en
cuanto a la vitalidad del espíritu y de las democracias, se presenta ante todo

como el agente por excelencia de la espiral individualista y de la consolidación de


las sociedades liberales.
Los medios de comunicación influyen sobre el individuo difundiendo valoraciones
sobre actitudes permitidas o criticadas. Además, según diversos estudios la
exposición progresiva y constante a determinados mensajes puede hacer que
modifiquemos nuestra actitud u opinión de la realidad por la que presentan los
medios.

Los procesos de influencia social han sido ampliamente estudiados desde la


Psicología y la Sociología, las cuales mantienen que lo social es adquirido a raíz de
la interacción e influencia de la sociedad sobre el individuo, es decir, que no es
innato.

Desde estas disciplinas se han realizado multitud de experimentos para someter a


prueba estas hipótesis. Algunos de ellos son los estudios de obediencia a la
autoridad del psicólogo Milgram, o el famoso experimento de la cárcel de Zimbardo
sobre la desindividuación de la persona al estar en grupo.

Algunos de los procesos de influencia social estudiados son:

La conformidad social: este proceso se debe a la influencia de la mayoría a la hora


de manifestar o mantener una opinión. El individuo puede temer manifestar una
opinión contraria al grupo por miedo al rechazo o una sanción.

La innovación: se refiere a la influencia de la minoría en la modificación de actitudes


anteriormente mayoritarias.

La obediencia a la autoridad: estudia cómo la influencia y la conformidad se


consiguen a través del miedo o simplemente porque se le otorga un status más alto
a una persona. Este proceso aumenta si la autoridad está presente y si otras
personas de igual posición obedecen.
Los procesos de influencia social son necesarios para la convivencia y armonía de
la sociedad pero es importante no llevar estas actitudes al límite y aceptar las cosas
sin reflexionar sobre ello.

Al final, las decisiones de cada persona son individuales basadas en aspectos


racionales y emocionales, que son propios de cada uno, aunque estén influidos por
la sociedad y experiencias que se viven.

Es diferente la plástica o textura que se logra en un silencio sin demasiado


contrastes, en donde surge a partir de sonidos que apenas destacan entre ellos.
Este tipo de silencios, dependiendo de la historia y su entorno y duración, suelen
expresar un poco más de intimidad o reflexión interna, ya sea de la historia en sí o
de los personajes. Como las películas que suelen tener tiempos en donde el entorno
existe sin interacción con los personajes, secuencias enteras de bosques en plena
lluvia o el mar. O escenas donde sí están presentes personajes dentro de un
espacio o atmósfera, pero el espacio físico produce mayores sonidos que el
personaje en sí y este a su vez está presente sin ningún diálogo o con frases
mínimas. En una construcción audiovisual, un silencio que se manifiesta entre
susurros de una pareja, o después de un beso, es mucho más tenue (en cuanto a
la variable de contraste) y carga un 32 significado diferente al silencio emanado
entre explosiones, dentro de una historia audiovisual. Cada uno de estas variables
modifican de alguna manera al silencio. No están aisladas, ya que en una escena o
historia audiovisual (y también en la realidad cotidiana) nunca está presente solo
una de las variables. Sin embargo, aunque es la combinación de todas las variables
la que moldea al silencio, en algunas ocasiones, una de ellas tiene un peso mayor
y puede influir un poco más que las demás para el silencio, ya sea de manera
definitiva o momentánea.

Desde ese punto de vista, la moda no es tanto signo de ambiciones de clase como
salida del mundo de la tradición; es uno de los espejos donde se ve lo que constituye
nuestro destino histórico más singular: la negación del poder inmemorial del pasado
tradicional, la fiebre moderna de las novedades, la celebración del presente social.
La moda se halla al mando de nuestras sociedades; en menos de medio siglo la
seducción y lo efímero han llegado a convertirse en los principios organizativos de
la vida colectiva moderna; vivimos en sociedades dominadas por la frivolidad, último
eslabón de la aventura plurisecular capitalista-democrática-individualista. ¿Hay que
sentirse preocupado? ¿Anuncia este hecho un lento pero inexorable declive de
Occidente? ¿Hay que reconocer en ello el signo de la decadencia del ideal
democrático? Nada más banal, más comúnmente extendido que estigmatizar, por
otra parte no sin alguna razón, el nuevo régimen de democracias carentes de
grandes proyectos colectivos movilizadores, aturdidas por los goces privados del
consumo, infantilizadas por la cultura-minuto, la publicidad, la política-espectáculo.
El reino último de la seducción, se dice, aunque la cultura, conduce al
embrutecimiento generalizado, al hundimiento del ciudadano libre y responsable; el
lamento sobre la moda es el hecho intelectual más compartido. Nosotros no hemos
cedido ante esas sirenas. La interpretación del mundo moderno que aquí
proponemos es una interpretación adversa, paradójica, revelando, más allá de las
«perversiones» de la moda, su poder globalmente positivo, tanto frente a las
instituciones democráticas como frente a la autonomía de las conciencias. La moda
no ha acabado de sorprendernos: cualesquiera que sean sus aspectos nefastos en
cuanto a la vitalidad del espíritu y de las democracias, se presenta ante todo

como el agente por excelencia de la espiral individualista y de la consolidación de


las sociedades liberales.

Los medios de comunicación influyen sobre el individuo difundiendo valoraciones


sobre actitudes permitidas o criticadas. Además, según diversos estudios la
exposición progresiva y constante a determinados mensajes puede hacer que
modifiquemos nuestra actitud u opinión de la realidad por la que presentan los
medios.
Los procesos de influencia social han sido ampliamente estudiados desde la
Psicología y la Sociología, las cuales mantienen que lo social es adquirido a raíz de
la interacción e influencia de la sociedad sobre el individuo, es decir, que no es
innato.

Desde estas disciplinas se han realizado multitud de experimentos para someter a


prueba estas hipótesis. Algunos de ellos son los estudios de obediencia a la
autoridad del psicólogo Milgram, o el famoso experimento de la cárcel de Zimbardo
sobre la desindividuación de la persona al estar en grupo.

Algunos de los procesos de influencia social estudiados son:

La conformidad social: este proceso se debe a la influencia de la mayoría a la hora


de manifestar o mantener una opinión. El individuo puede temer manifestar una
opinión contraria al grupo por miedo al rechazo o una sanción.

La innovación: se refiere a la influencia de la minoría en la modificación de actitudes


anteriormente mayoritarias.

Desde ese punto de vista, la moda no es tanto signo de ambiciones de clase como
salida del mundo de la tradición; es uno de los espejos donde se ve lo que constituye
nuestro destino histórico más singular: la negación del poder inmemorial del pasado
tradicional, la fiebre moderna de las novedades, la celebración del presente social.
La moda se halla al mando de nuestras sociedades; en menos de medio siglo la
seducción y lo efímero han llegado a convertirse en los principios organizativos de
la vida colectiva moderna; vivimos en sociedades dominadas por la frivolidad, último
eslabón de la aventura plurisecular capitalista-democrática-individualista. ¿Hay que
sentirse preocupado? ¿Anuncia este hecho un lento pero inexorable declive de
Occidente? ¿Hay que reconocer en ello el signo de la decadencia del ideal
democrático? Nada más banal, más comúnmente extendido que estigmatizar, por
otra parte no sin alguna razón, el nuevo régimen de democracias carentes de
grandes proyectos colectivos movilizadores, aturdidas por los goces privados del
consumo, infantilizadas por la cultura-minuto, la publicidad, la política-espectáculo.
El reino último de la seducción, se dice, aunque la cultura, conduce al
embrutecimiento generalizado, al hundimiento del ciudadano libre y responsable; el
lamento sobre la moda es el hecho intelectual más compartido. Nosotros no hemos
cedido ante esas sirenas. La interpretación del mundo moderno que aquí
proponemos es una interpretación adversa, paradójica, revelando, más allá de las
«perversiones» de la moda, su poder globalmente positivo, tanto frente a las
instituciones democráticas como frente a la autonomía de las conciencias. La moda
no ha acabado de sorprendernos: cualesquiera que sean sus aspectos nefastos en
cuanto a la vitalidad del espíritu y de las democracias, se presenta ante todo

como el agente por excelencia de la espiral individualista y de la consolidación de


las sociedades liberales.

Los medios de comunicación influyen sobre el individuo difundiendo valoraciones


sobre actitudes permitidas o criticadas. Además, según diversos estudios la
exposición progresiva y constante a determinados mensajes puede hacer que
modifiquemos nuestra actitud u opinión de la realidad por la que presentan los
medios.

Los procesos de influencia social han sido ampliamente estudiados desde la


Psicología y la Sociología, las cuales mantienen que lo social es adquirido a raíz de
la interacción e influencia de la sociedad sobre el individuo, es decir, que no es
innato.

Desde estas disciplinas se han realizado multitud de experimentos para someter a


prueba estas hipótesis. Algunos de ellos son los estudios de obediencia a la
autoridad del psicólogo Milgram, o el famoso experimento de la cárcel de Zimbardo
sobre la desindividuación de la persona al estar en grupo.

Algunos de los procesos de influencia social estudiados son:

La conformidad social: este proceso se debe a la influencia de la mayoría a la hora


de manifestar o mantener una opinión. El individuo puede temer manifestar una
opinión contraria al grupo por miedo al rechazo o una sanción.

La innovación: se refiere a la influencia de la minoría en la modificación de actitudes


anteriormente mayoritarias.

La obediencia a la autoridad: estudia cómo la influencia y la conformidad se


consiguen a través del miedo o simplemente porque se le otorga un status más alto
a una persona. Este proceso aumenta si la autoridad está presente y si otras
personas de igual posición obedecen.

Los procesos de influencia social son necesarios para la convivencia y armonía de


la sociedad pero es importante no llevar estas actitudes al límite y aceptar las cosas
sin reflexionar sobre ello.

Al final, las decisiones de cada persona son individuales basadas en aspectos


racionales y emocionales, que son propios de cada uno, aunque estén influidos por
la sociedad y experiencias que se viven.

Es diferente la plástica o textura que se logra en un silencio sin demasiado


contrastes, en donde surge a partir de sonidos que apenas destacan entre ellos.
Este tipo de silencios, dependiendo de la historia y su entorno y duración, suelen
expresar un poco más de intimidad o reflexión interna, ya sea de la historia en sí o
de los personajes. Como las películas que suelen tener tiempos en donde el entorno
existe sin interacción con los personajes, secuencias enteras de bosques en plena
lluvia o el mar. O escenas donde sí están presentes personajes dentro de un
espacio o atmósfera, pero el espacio físico produce mayores sonidos que el
personaje en sí y este a su vez está presente sin ningún diálogo o con frases
mínimas. En una construcción audiovisual, un silencio que se manifiesta entre
susurros de una pareja, o después de un beso, es mucho más tenue (en cuanto a
la variable de contraste) y carga un 32 significado diferente al silencio emanado
entre explosiones, dentro de una historia audiovisual. Cada uno de estas variables
modifican de alguna manera al silencio. No están aisladas, ya que en una escena o
historia audiovisual (y también en la realidad cotidiana) nunca está presente solo
una de las variables. Sin embargo, aunque es la combinación de todas las variables
la que moldea al silencio, en algunas ocasiones, una de ellas tiene un peso mayor
y puede influir un poco más que las demás para el silencio, ya sea de manera
definitiva o momentánea.

La obediencia a la autoridad: estudia cómo la influencia y la conformidad se


consiguen a través del miedo o simplemente porque se le otorga un status más alto
a una persona. Este proceso aumenta si la autoridad está presente y si otras
personas de igual posición obedecen.

Los procesos de influencia social son necesarios para la convivencia y armonía de


la sociedad pero es importante no llevar estas actitudes al límite y aceptar las cosas
sin reflexionar sobre ello.

Al final, las decisiones de cada persona son individuales basadas en aspectos


racionales y emocionales, que son propios de cada uno, aunque estén influidos por
la sociedad y experiencias que se viven.

Es diferente la plástica o textura que se logra en un silencio sin demasiado


contrastes, en donde surge a partir de sonidos que apenas destacan entre ellos.
Este tipo de silencios, dependiendo de la historia y su entorno y duración, suelen
expresar un poco más de intimidad o reflexión interna, ya sea de la historia en sí o
de los personajes. Como las películas que suelen tener tiempos en donde el entorno
existe sin interacción con los personajes, secuencias enteras de bosques en plena
lluvia o el mar. O escenas donde sí están presentes personajes dentro de un
espacio o atmósfera, pero el espacio físico produce mayores sonidos que el
personaje en sí y este a su vez está presente sin ningún diálogo o con frases
mínimas. En una construcción audiovisual, un silencio que se manifiesta entre
susurros de una pareja, o después de un beso, es mucho más tenue (en cuanto a
la variable de contraste) y carga un 32 significado diferente al silencio emanado
entre explosiones, dentro de una historia audiovisual. Cada uno de estas variables
modifican de alguna manera al silencio. No están aisladas, ya que en una escena o
historia audiovisual (y también en la realidad cotidiana) nunca está presente solo
una de las variables. Sin embargo, aunque es la combinación de todas las variables
la que moldea al silencio, en algunas ocasiones, una de ellas tiene un peso mayor
y puede influir un poco más que las demás para el silencio, ya sea de manera
definitiva o momentánea.

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