Está en la página 1de 3

Melanie Klein fue una psicoanalista británica de origen austriaco, pionera

del psicoanálisis infantil. Ella hizo hincapié al estudio de la vida psíquica de


la primerísima infancia, marcada por la relación entre madre e hijo. A su
vez, ella elaboró la técnica del juego para psicoanalizar a los niños. Planteó
su propia interpretación del complejo de Edipo y destacó la importancia
de la agresividad y la destructividad.
Ella explica que los niños desde su nacimiento van a tener un yo
débil, precario y poco organizado con ciertos mecanismos de defensa
(principalmente la introyección y la proyección) que le van a permitir su
desarrollo psíquico en cuanto a las preformas del aparato psíquico y de los
objetos. Además el niño debe enfrentar la fuente interna de ansiedad
(trauma del nacimiento) y posteriormente las fuentes externas de
ansiedad (hambre, calor, etc.). Así mismo menciona que las primeras
experiencias como por ejemplo la alimentación servirán para organizar las
operaciones psíquicas. Entonces las buenas experiencias (Satisfacción,
gratificación), se relacionan con la pulsión de vida o libidinal y las malas
experiencias (Frustración, displacer) con la pulsión de muerte.
Se consideran 3 conceptos para la comprensión del desarrollo del niño: El
tipo de objeto con que el niño interactúa, los mecanismos de defensa que
utiliza y las fantasías inconscientes.
Las “posiciones” constituyen los polos entre los cuales oscila la
psíquis. Se definen a través de la posición del niño en relación al objeto:
características del objeto, características de la ansiedad, métodos
defensivos en relación a dicha ansiedad. Existen dos posiciones la ezquizo-
paranoide y la depresiva.
La posición equizo-paranoide va desde el nacimiento a los 3 a 4
meses de vida. Aquí el yo es débil y rudimentario se encuentra escindido,
dividido, fragmentado y la relación que el niño establece será con objetos
parciales, es decir “buenos” o “malos”, un pecho bueno y gratificante, y un
pecho malo que amenaza y es odiado, por lo que las fantasías de este
período oscilan entre la persecución y la gratificación ilimitada. La
ansiedad de esta posición es intensa y de tipo persecutorio y los
mecanismos defensivos predominantes son la introyección, la proyección,
la idealización, la negación y la identificación proyectiva; y la
predominancia pulsional es la de muerte.
La posición depresiva va desde los 4 meses hasta los 12 -18 meses
de vida. La madre es percibida ya como un objeto total y esto a su vez da
comienzo al llamado complejo de Edipo. El yo está más integrado y sus
relaciones se dan con objetos totales, la angustia es menos intensa, los
mecanismos son los mismos que en la anterior posición pero más
atenuados y organizados, la ansiedad dominante es depresiva, el niño
puede tolerar mejor la pulsión de muerte en su interior decreciendo la
escisión así como sus temores paranoides, el yo comienza a comprender
que el objeto de amor es el mismo que el objeto de odio. Ya no se
relaciona solo con un pecho, sino con la madre. En esta posición Klein
introduce la ambivalencia, en donde se plantea que la madre puede ser
“buena” y ser “mala”, que puede estar presente y ausentarse, que la
puede amar y a odiar al mismo tiempo.
Las defensas maníacas son mecanismos destinados a impedir la
vivencia de ansiedades depresivas. Se tratan de la culpa, la omnipotencia y
la idealización. La función de estas defensas es ir contra todo sentimiento
de dependencia evitándolos, negándolos o invirtiéndolos.
Si el niño no logra ver a la madre como un objeto total, corre el riesgo de
evolucionar hacia una psicosis. En el caso inverso podrá superar ese
estado de destrucción mediante la posición depresiva.
Melanie Klein también explica el concepto de simbolismo
inconciente: un símbolo representa algo que ha sido reprimido de la
conciencia, y surge como resultado del conflicto entre tendencias
represoras y lo reprimido (sólo lo reprimido puede ser simbolizado). A su
vez, dentro de la primera realidad del niño, se encuentra la fantasía en
donde es incapaz de percibir los objetos como símbolos; cuando el niño
pasa a la segunda posición, ahí lo logra. El simbolismo es fundamento de
la sublimación y del talento, y permite construir una relación entre el
objeto con el mundo externo y la realidad. Las fantasías son expresiones
de las pulsiones, son creadas por el yo, y tienen influencias por las
experiencias de gratificación o frustración.
Para Melanie Klein el Edipo es temprano y el Super Yo por ende también.
La estructura siempre está allí (Yo inconciente). En el Edipo de Klein el
objeto interno no se confunde con los objetos externos reales que le
dieron origen
Klein introduce el termino fantasía Inconsciente, la cual define como
la expresión mental de los impulsos instintivos que existen desde el
nacimiento y que son una función del yo, el yo va a entablar relaciones
con los objetos tanto en la fantasía como en la realidad. Para Klein, la
fantasía y la realidad se encuentran inevitablemente unidas a las
experiencias reales y en continua interacción entre ellas.
Klein Le atribuyó al juego de los niños una importancia que no se le había
concedido en psicoanálisis hasta ese momento. Lo consideró más que una
forma de explorar y controlar el mundo externo, como un medio de
controlar y expresar sus angustias a través de la manifestación y
elaboración de las fantasías. Concluyó que en condiciones adecuadas, el
juego de los niños, así como todas sus comunicaciones verbales, pueden
cumplir una función similar a las asociaciones libres de los adultos.

También podría gustarte