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EL MUNDO INTERNO: MELANIE KLEIN

Internal world
El modelo kleiniano
The kleinian model

Sus estudios son sobre el desarrollo infantil y las innovaciones en el campo de


la técnica analítica permiten que el psicoanálisis se extienda en las
investigaciones de como afrontar el cuidado de la psicosis. Sus estudios
permitieron el surgimiento de nuevos estudiosos como Ronald Fairbairn,
Donald Winnicott, Otto Kernberg.
En el caso de Klein, la mente viene considerada como un mundo interno, un
contenedor de objetos, considerándose como una persona dinámicamente
concreta, que: ama, odia, destruye, devora, envidia, etc. Totales o parciales,
buenos o malos, los objetos internos o interiorizados (madre, padre, hermanos,
partes del cuerpo propio o de los padres, especialmente los sexuales, corporales y
excretadas, dando lugar a la clínica kleiniana: la angustia, la escisión, la
fragmentación, la proyección, la idealización, la depresión, la culpa y las
fantasias.

El yo es considerado existente fin del nacimiento, de una parte actúa con y


sobre los objetos que son actores de los mecanismos de introyección y
proyección. Por otra parte actúa como Sé, como persona total y asume sus
acciones.
De la primera relación objetal la Klein infiere la presencia de un Super-
yo, desde el primer año de vida y anticipa la aparición del complejo de
edipo.

Además, los objetos y las relaciones objetales constituyen siempre la


columna vertebral de los dos aspectos fundamentales del funcionamiento
mental: la posición esquizo-paranoide y la depresiva.
La técnica del juego y la interpretación
The game technique and interpretation

Klein trabaja con niños menores de tres años (Rita tenía 2 años y 8 meses),
donde utiliza el juego del niño como el discurso del adulto en análisis, en
particular a la par de la narración de un sueño.

Resulta así que el juego puede ser interpretado a la base de la misma,


presupuestos usados por Freud para explicar la formación del sueño. Aunque
Klein no fue la primera en utilizar el juego (Hermine von Hug Hellmuth y
Ana Freud) si fue la primera en entenderlo como directo e inmediata
expresión de los procesos inconscientes.
Ella proponía una serie de jueguetes escogidos cuidadosamente, no
especializados ni automáticos, por lo tanto utilizaba agua y plastilina de
modo que el niño pudiera fácilmente proyectar sobre ellos personas o
cosas de su mundo interior afectivo.

Melanie piensa en instaurar con el niño una relación analítica no diferente


a la de los adultos. Sostiene que: a) el niño manifiesta una relación de
transferencia con el terapéuta, mientras que para Ana Freud era
imposible, manteniéndose vigente la primera relación con los padres; b) No
es necesario preparaciones previas al análisis, con el fin de crear una
actitud emotiva favorable del niño hacia el terapéuta.
En cuanto al primer punto, para Klein los niños antes de los tres años han
interiorizado la figura de los padres, no como son en realidad, pero si como
figuras escisas (idealizadas y extremamente buenas o al contrario malas y
perseguidoras) y por lo tanto la transferencia se realiza a partir de este
imaginario.

En cuanto al segundo punto, el niño percibe desde el principio el beneficio de la


relación analítica y es bueno que surjan las pulsiones agresivas hacia el
terapéuta mismo, para poder elaborar y atenuar el miedo.
El uso extendido de la interpretación simbólica termina con la
devaluación de las asociaciones libres, que en cambio conducen a una
gama más amplia de significados y no definibles a priori. Ella justifica esto
al afirmar la necesidad de enfrentar de inmediato la dinámica
inconsciente, de lo contrario fallaremos en nuestro propósito, que es
establecer la situación analítica y reducir la angustia en el niño.
Por ejemplo: “Richard un niño de nueve años con cierto nivel de madurez
verbal y del Yo, interpretará sin ambigüedad, mediante ecuación simbólica,
el temor de que el ladrón entre por la ventana rompiendo los vidrios, como
miedo a que el papá con su genital hiera a su madre;

el temor de que los barcos ingleses permanecieran atrapados en el


Mediterráneo (un tema recurrente en tiempo de guerra), como el temor de
que el pene de su padre quedara atrapado en el vientre de su madre.

También se ve que cada pensamiento abstracto se remonta a un objeto


concurrente: el deseo de Richard de ser grande y fuerte, al pene grande de su
padre”.
Dinámicas del mundo interno
Dynamics of the internal world

Klein trae de vuelta la génesis del comportamiento normal y patológico: si en el


adulto Freud encuentra al niño, en el niño Klein termina encontrando al niño,
dice Segal (1979). Y en el niño hay relaciones objetales articuladas, aunque en
formas imaginativas.

En Klein es constante la idea que no hay procesos psíquicos en todo momento de


la vida desde meros estados emocionales desprovistos de idearios correlativos, o
mejor sin objetos. Es así que ella no considera necesario postular una fase de
narcisismo primario al inicio de la vida, como lo hace Ana Freud.

Para Klein correlativamente a cada estímulo, a cada emoción, se hace presente


cualcosa, se anima es decir es presente aunque en fantasía, un objeto.
Klein presenta una novedad y dice:

“La hipótesis de una etapa que dura varios meses, antes de las relaciones objetales,
implica que en el niño, salvo la libido fijada a su cuerpo, no hay impulsos,
fantasías, ansiedades y defensas, o que estos no están relacionados con un objeto,
por lo que operarían in vacuo. El análisis de niños muy pequeños me hizo
comprender que no hay impulso, una situación de angustia o proceso psíquico que
no involucre objetos, externos o internos; que en resumen, las relaciones de objeto
están en el centro de la vida psíquica. También me hizo comprender que el amor y
el odio, las fantasías, la angustia y las defensas están activas desde el principio
y que están inextricablemente vinculados ab initio a las relaciones de objeto.
Estos instintos me permitieron ver muchos fenómenos bajo una nueva luz” (Klein,
1952b).
La fantasía
The fantasy

Las fantasías hunden sus raíces en las necesidades primarias del niño (de
alimentación, de cuidados) en el ámbito de la relación con la madre.

El primer objeto de fantasía del neonato es el seno, del cual él tiene una serie
de precogniciones correlatas al estímulo del hambre;

Si el seno es ausente, junto a la sensación dolorosa se activa la presencia de un


objeto malo, de un seno que no se da, que se niega. Y porque el seno se ha
convertido en un objeto malo, el lactante lo ataca, o pure se dirige a otros
objetos, como sucede en una fase de destete.
En el fantasma, los objetos internos adquieren las características de los agentes
activos, dotados de voluntad propia, y se relacionan entre sí y con el yo, dando
lugar a escenarios reales.

Este es el mapa de una psíque infantil poblada de monstruos, bestias


salvajes, brujas o hadas, así como “una geografía interna” (Lacan, 1948) del
cuerpo materno, hecha de penes, excrementos, vaginas, niños y con los
personajes del ser devorador, perturbador, venenoso.
Teoría de las posiciones
Position theory

Los procesos complejos relativos al desarrollo, encuentran sistematización y


clarificación en la teoría de las posiciones. A partir del trabajo de 1935, se presenta el
contributo a la psicogénesis de los estados maniaco-depresivos, Klein expone su
definición de desarrollo.

Según Klein hay suficiente yo al nacer como para sentir ansiedad, utilizar
mecanismos de defensa y establecer primitivas relaciones objetales en la fantasía y
en la realidad.

Al principio el yo está muy desorganizado, pero de acuerdo con la orientación


general del crecimiento fisiológico y psicológico tiene desde el comienzo la
tendencia a integrarse. A veces, bajo el impacto del instinto de muerte y de una
ansiedad intolerable, esta tendencia pierde toda efectividad y se produce una
desintegración defensiva.
El yo inmaduro del bebé está expuesto desde el nacimiento a la ansiedad
provocada por la innata polaridad de los instintos, el conflicto inmediato entre
instinto de vida e instinto de muerte. También está expuesto al impacto de la
realidad externa, que le produce situaciones de ansiedad, por ejemplo el trauma
del nacimiento, pero también de la vida.

Cuando se ve enfrentado a la ansiedad que le produce el instinto de muerte, el


yo lo deflexiona (es una proyección, en parte en la conversión del instinto de
muerte en agresión).

El yo se escinde y proyecta fuera su parte que contiene el instinto de muerte,


poniéndola en el objeto externo original: el pecho. Es así como el pecho, al
que se siente conteniendo gran parte del instinto de muerte, llega a
experimentarse como malo amenazador para el yo, dando origen a un
sentimiento de Persecución.
Al mismo tiempo se establece una relación con el objeto ideal. Así como se
proyecta fuera el instinto de muerte, para evitar la ansiedad que surge de
contenerlo, así también se proyecta la libido, a fin de crear un objeto que
satisfaga el impulso instintivo del yo a conservar la vida. Lo mismo que pasa
con el instinto de muerte, pasa con la libido. El yo proyecta parte de ella fuera, y
la restante la utiliza para establecer una relación libidinal con ese objeto ideal. El
yo tiene relación con dos objetos: el objeto primario, el pecho, está en esta
etapa disociado en dos partes, el pecho ideal y el persecutorio.

La fantasía del objeto ideal se fusiona con experiencias gratificadoras de ser


amado y amamantado por la madre externa real, que a su vez confirma
dicha fantasía. En forma similar la fantasía de persecución se fusiona con
experiencias reales de privación y dolor, atribuídas por el bebé a los objetos
persecutorios. Así, la gratificación, no sólo satisface la necesidad de bienestar,
amor y nutrición; también se le necesita para mantener a raya la alteradora
persecusión.
El objetivo del bebé es tratar de adquirir y guardar dentro de sí al objeto
ideal, e identificarse con éste, que es para él quien dá la vida y la protege, y
mantener fuera el objeto malo y las partes del yo que contienen el instinto
de muerte.

La ansiedad predominante de la posición esquizo-paranoide es que el objeto u


objetos persecutorios se introducirán en el yo y avasallarán y aniquilarán tanto
el objeto ideal como al Yo.

La ansiedad predominante es paranoide.

El estado del yo y de sus objetos se caracterizan por la escisión, que es


esquizoide.
Contra la ansiedad de ser aniquilado, el yo desarrolla una serie de
mecanismos de defensa, siendo probablemente primero la introyección y la
proyección.

El yo se esfuerza por introyectar lo bueno y proyectar lo malo. Además, hay


casos en que se proyecta lo bueno, para mantenerlo a salvo de lo que se siente
como abrumadora maldad interna, y situaciones en que se introyectan los
perseguidores e incluso se hace una identificación con ellos, en un intento de
controlarlos.

La escisión se vincula con la creciente idealización del objeto ideal, cuyo


propósito es mantenerlo bien alejado del objeto persecutorio y hacerlo
invulnerable. Esta idealización extrema se vincula también con la negación
mágica omnipotente. Cuando la persecusión es tan intensa que se hace
insoportable, se puede negar completamente.
Este tipo de idealización y negación omnipotente de la persecusión se ve a
menudo en el análisis de pacientes esquizoides, que en su infancia fueron
“bebés perfectos”, que nunca protestaban ni lloraban, como si toda
experiencia hubiera sido buena para ellos. En la vida adulta, estos mecanismo
conducen a una falta de discriminación entre lo bueno y lo malo y a tener
fijaciones en objetos malos que deben ser idealizados.

Otro mecanismo de defensa es la identificación proyectiva, en esta se


escinden y apartan partes del Yo y objetos internos y se los proyecta en el
objeto externo, que queda entonces poseído y controlado por las partes
proyectadas, e identificadas con ellas. Puede ser dirigida hacia el objeto ideal
para evitar la separación, o hacia el objeto malo para obtener control de la
fuente de peligro.
La identificación proyectiva comienza en cuanto se instala la posición esquizo-
paranoide en relación con el pecho, pero persiste y muy a menudo se intensifica
cuando se percibe a la madre como objeto total y la identificación proyectiva
penetra en todo su cuerpo.

Ejemplo: Análisis de una niña de cinco años ilustra algunos aspectos de la


identificación proyectiva (Segal H., 1965, 33).
“Hacia el final de una sesión que tuvo lugar pocas semanas antes de una larga
interrupción, derramó goma de pegar sobre el piso del cuarto de juegos y sobre sus
zapatos. En esa época el contenido de las sesiones giraba especialmente alrededor
de los embarazos. Le interpreté que quería pegarse al suelo para no tener que irse al
final de la sesión, que representaba la interrupción del tratamiento. Confirmó
verbalmente esta interpretación, y a continuación se puso a embadurnar con la
goma, ensuciando más, y haciendo un verdadero “revoltijo”. Con gran satisfacción
me dijo: “Pero también es un vómito, ahí encima de tu piso”. Le interpreté que no
solo quería pegarse al interior de la habitación, sino también al inferior de mi
cuerpo donde crecían nuevos bebés, y ensuciar y hacer un “revoltijo” en mi interior
con el vómito. Al día siguiente me trajo un gran geranio rojo. Y señalando el tallo y
los numeroso brotes que lo rodeaban, me dijo: “¿Ves? Todos estos bebés salen del
tallo. Este es un regalo para ti”. Le interpreté que ahora quería darme el pene y
todos los bebitos que salen de él para compensar el “revoltijo” que sentía que había
hecho con mis bebés y el interior de mi cuerpo el día anterior”.
“Más tarde, durante esa misma sesión, la paciente volvió a tomar la goma de
pegar y dijo que iba a dibujar un animal en el piso, un foxglove (la paciente
confunde foxglove (dedalera-flor con fox (zorro). Después vaciló, y dijo: “No, el
foxglove (dedalera) es una flor”. Lo que quería decir era fox (zorro). No sabía el
nombre de la flor que me había regalado. “Puede ser un floxglove, también”.
Mientras pintaba el zorro en el piso, usando la goma de pegar como pintura,
siguió hablando de zorros. “Entran arrastrándose sin que nadie se dé cuenta.
Tienen boca grande y dientes grandes y comen pollitos y huevos”. Y agregó, con
gran satistacción: “Este era un zorro muy resbaladizo, porque nadie lo podía ver
sobre el piso y la gente se resbalaba y se rompía las piernas”.
“De modo que la flor foxglove que me había ofrecido era una expresión de su
parte de “zorra resbaladiza”. Era su parte “zorra resbaladiza”, mala, dañina
(identificada también con el pene de su padre), lo que quería deslizar dentro de mi
para que siguiera viviendo en mi interior y destruyera mis huevos y mis bebés. Al
hacerlo conseguía librarse de una parte de sí misma que no le gustaba y de la que
se sentía culpable, y al mismo tiempo, en su fantasía tomaba posesión del cuerpo
de su madre-analista y destruía a los otros bebés, como había estado haciendo con
su vómito en la sesión anterior. Como se había librado de su parte mala, podría
sentirse buena, la nenita buena que ofrece una flor a su analista, cuando en
realidad la está dañando secretamente. El “zorro resbaladizo” que nadie podía ver
convertía así en simbolo también de su hipocresía”.
Al día siguiente le asustaba entrar en la habitación; entró cautelosamente,
examinó el piso y abrió de mala gana su cajón. En esta etapa de su análisis, ésta
era una conducta desusada y recordaba un período anterior en que temía al león
de juguete de su cajón. Para ella la fantasía implicaba en la identificación
proyectiva era algo muy real. Al día siguiente de pintar el zorro resbaladizo, el
cuarto de juegos y el cajón – que representaba mi cuerpo – se había convertido
en un lugar que contenía un animal peligroso. Cuando le interpreté esto,
recordó que había tenido una pesadilla en la que aparecía un animal enorme. Su
ansiedad disminuyó, y abrió su cajón de juguetes.

Para ella, hasta este punto, yo contenía una parte peligrosa de ella misma, de la
que ahora se sentía completamente disociada; sus asociaciones con el sueño
mostraron también que muy poco después yo me había convertido por entero
en el zorro peligroso mismo. Esto se vio más tarde en la misma sesión, cuando
dijo que el animal peligroso de su sueño tenía “anteojos, como tú, y la misma
boca grandota”.
El bebé normal no pasa la mayor parte del tiempo en estado de ansiedad. Por
el contrario, en circunstancias favorables pasa la mayor parte del tiempo
durmiendo, mamando, disfrutando de placeres reales o alucinados, y de este
modo asimilando gradualmente su objeto ideal e integrando su yo. Pero todos
los bebés tienen períodos de ansiedad, y las ansiedades y defensas que
constituyen el nùcleo de la posición esquizo-paranoide son parte normal del
desarrollo humano.

La posición esquizo-paranoide precede la posición depresiva y las dos se


presentan en el primer año de vida.
Los elementos de la posición esquizo-paranoide

1) Angustia. Es persecutoria; es un temor a morir, la llama temor sin nombre.

2) Objeto. Es parcial. El objeto si satisface es bueno y cuando demora es malo. El


niño no entiende que la madre que lo frustra, es la misma que lo satisface. El
primer objeto con que el niño tiene contacto es con el pecho y luego la madre.

3) Yo. Cuando las experiencias buenas predominan sobre las malas, el yo llega a
creer que el objeto ideal prevalece sobre los objetos persecutorios, y que su
propio instinto de vida predomina sobre su propio instinto de muerte. Estas dos
creencias, en la bondad del objeto y en la bondad del yo, van juntas, ya que el yo
continuamente proyecta fuera sus propios instintos, distorsionando así los objetos, y
también introyecta sus objetos identificándose con ellos. El yo se identifica
repetidamente con el objeto ideal, adquiriendo asi mayor fuerza y mayor capacidad
para enfrentarse con ansiedades sin recurrir a violentos mecanismos de defensa.
4) Super-yo. Es arcaico y punitivo (agresivo).

5) Defensas. No solo son mecanismos para proteger al yo de ansiedades


inmediatas y abrumadoras, sino también como etapas progresivas del
desarrollo.

6) Fantasias. Son persecutorias.

7) Pulsiones. En ella predominan las de muerte.


Posición depresiva

Es la fase del desarrollo en que el bebé reconoce un objeto total y se


relaciona con dicho objeto. Este es un momento crucil del desarrollo infantil,
que el lego advierte claramente. Todos los que rodean al bebé perciben en él un
cambio y lo consideran un progreso enorme, advierten y comentan que ahora el
bebé reconoce a su madre y otras personas del ambiente.

Cuando el bebé reconoce a la madre se puede decir que la percibe como


objeto total.

En esta posición depresiva se intensifican los procesos de introyección. Esto


se debe a la disminución de los mecanismos proyectivos, y en parte a que el bebé
descubra cuánto depende de su objeto, a quien ve ahora como persona
independiente que puede alejarse de él.
La posición depresiva comienza en la fase oral del desarrollo, en que el
amor y la necesidad provocan el deseo de devorar.

La posición depresiva nunca se elabora completamente. Siempre tenemos


ansiedades relacionadas con la ambivalencia y la culpa y situaciones de
pérdida que reavivan experiencias depresivas.
Ansiedad. Es que el objeto u objetos malos lleguen a destruir al yo. Estas
brotan de la ambivalencia y el motivo principal, es que el bebé con sus propios
impulsos destructivos hayan destruido o llegue a destruir al objeto amado de
quien depende totalmente.

Yo. Se convierte un yo total. Se escinde cada vez menos en sus componentes


buenos y malos. Es mas integrado, tiene prueba de realidad, es mas maduro
fisiológica y psicológicamente. Recuerda gratificaciones anteriores en
momentos que la madre parece frustrarlo.

Objeto. Es total

Super-yo. Los objetos ideales y persecutorios introyectados durante la posición


esquizo-paranoide forman las primeras raíces del super-yo. También se
convierte en persecutorio por sus elevadas exigencias de perfección.

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