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DISERTACION
S ODRE l!:L O n.fGEN D:& LA

IISCLAPINID

DE LOS NEGROS,
MOTIVOS QUE LA HAN PERPETUADO, VENTAJAS
QUE SE LE .ATI\.li!UYEN Y MEDIOS QUE PODRlAN
ADOPTAl\SE PARA HACER PROSPERAR NUES-
TR.I'.S COLONIAS SIN LA ESCLAVITUD
DE LOS NEGROS.

LBidct en la real academia l}iatritense de


derecho espw1ol y pdblico , el día 2
de abril de 1 8o2.
POR E!. DOCTOR

D. ISIDORO DE ./.JNTILLON,
SU INDlPlDUO EXENTO, Y IIIIEJirBl/.0 D./l.
Y ARIOS CUERPOS LIT ERARIOS.

Púhlicase ahora con notas en apoyo é ilus•


tracion de la misma doctrina.

~.N LA J:llrRliNT A DE ¡od BUS QUt: TS.

JÜ:IO.

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..

• • • • • • tUIS TALlA I'AN!JO

'Z! B lfl P E R E T .A LA C R 1 .~l 1 S !

PIRG. /P.NIHD. Ll». 2.

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ADVERTENC IA

SOBRE ESTA EDICIO l

Nueyc m'ios hace que en el dia dos .


tle abril lul'c el honor de ahogar por la
libcrtau de los IH·gros y por los derechos
jmprescriptibles del hombre , rodeado de
mis tlulces amigos y amados compaíicros
de la acadrmia de Sauta B:írbara de J\h-
drid . En una corte donde reinaba el mas
absoluto y mas l11ccnsaclo despotismo , t·n
donde se premiaba rl espionage y ln tk-
lacwn como las nccimws heroicas ~e pre,..
mian en una república , en donde c:2~i tor
das las corpmociones de mas autorid:~d ,
todos Jos agcutcs del gobierno tenian de-
clarada guerra á l:t razon y proscrito al
filósofo que osase invocarla , lmbo ¿ quieu
lo creyera? un congresd de j6venes hon-
nHlos , que arro:;trando lns drcelrs, lo~
destierros y toda lo indigoacion dd fa-
vorito y de los miJJistros diseuti:m li1re-
111entc cuestiones muy delicadas de moral
y de poHtica, raciocinaban sobre la li-
bertad del ciudadnno y sobre la consti-
tucion de las; sociedades ; y sin acordan.-
1 .,

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de las cacleJ1a:i ni de los calnbozos, su len•
guagc en Perst'polis era el de unos dbcí-
pulos de Sócrates rn Aténas. Aquella aca-
demia en Mndrid podia compnraxse al pe~
qur1ío c:lJltou de Palmira en los inmensos
<.le si 1 tos de la Siria. Recibid vosotros ¡ o
JlOJllhres eternamente queridos para mi !,
cunlquiera que sea hoy vuestra suerte en
tlwuio de bs convulsion~?s de uua patria
dcsgrnciada , recibid la memoria y el rcco-
Jwcillliento de vuestro antiguo compañc~
ru , c11 cuya im:Jginncion ,iamas ~e ptTSI'11-
tan rrcuenlos uws alagüeíios qu los de
nue~tru íntimo trato , de IHlCbtro eutusias-
mo por el bien y la l'elicidad de los hom-
bres, de nuestros votos por la destrucdon
,te un gobicr110 tan opresor como inscJ{~
sato y por la mejora d las institncicnlt'S
y de lus leyes, tle u11cs1ru consagraciou tu
1)n por la santa íllosol'ía, á U('Specho de
una situncion ¡m·caria y del azolf' siem~·
}Jre levnutndo de la tiranía recclo5a.
No creia yo ni ('Sperab:~ cunmlo en
('1 a1ío cle 1 tloz lef eu la ncaúeJilia Je . an-
ta HSI"IJ'lra mi discttrso ~;obre 1a e dad~
tud de Jos negros , e¡ ue podría pnsur c·n
nlgu11 rientpo tic uu des~hogo cnt,·r :Hu!~
gns conformes en prinl'ipio$ y sentíndcn-
tos , y nH(IlOS c¡ue po lrin comlmit:ar.'' d
i> íulko JlOr el coJttlucto ütdcstrutOli hlt: de

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la imprenta. Pero tampoco pensé nuncll,
ni aun en los delirios de la esperanza mas
lisongera , que en España nueve aÍlos d('S-
pues llegaria á reconocerse y proclamarse
la soberanía del pueblo, odgen fecundo
de todo~ los derechos del hombre en so-
ciedad , ni que el augusto congreso de sus
represenlantes daria al mundo el magní-
fico espcct:ículo de una sesion solemnr,
dedicada á romper los grillos de la escla-
vitud bárbara con que hemos afligido por
espacio ue tres siglos á los míseros habi-.
tuutes de las márgenes del Nigcr y del
Sencgal. ¡ Que contraste entre los subli-
mes y patri6ticos di$cursos pronunciados
en las c6rLcs con esla ocasion memor:J-
Lle , y bs hediondas arengas de prnsti-
tucion y de servilidad que formaban to-
da la elocuencia de los cortesanos de Cár-
l os IV ! Tan vergonzosa y amarga como
es la memoria de nuestra abyrccion y srr-
vidumbre pasada es gloriosa la perspeeti-
vn de nuestros esfuerzos y conntos prc~
sente' para trepar por el sendero de la ra-
zon al templo elevado de l::t lih('rt · d. ¡Oia-
lá consigamos vencer los terribles encllli~
gos que en el mismo seno de la pntria
embara:tnn nuestra mnrch:.1 :.Jtrevidn ! Estos
enemigos, ú manera del drngon del hm>rto
de las Hesperidas , amen:Man devorar al

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patriota decidido que se acerql.le :í bs ,
puertas de aquel santuario , cerr~<las por
la mano férrea de los tiranos y de sus
interesados agentes, y que pretenda coger
las mauzanas de oro de la felicidad so-
cial y política ; felicidacl de que pende en
gran parte el bien estar de los hombres
durante el corto período de su e:istencia
sobre la tierra.
La sesion de las córtes del dos de ahril
de r 8 r 1 me ha movido pues á publicar,
ya qne la imprenta es libre por la ley,
el discurso que acerca del mismo objeto
digo en dos ele abril de r8oz. Su con-
truido no es ménos interesante á la reli-
gi'm qne á la humanidad ; mi intencion no
pudo ser mas pura cuando le escriL.í ni nds
fines mas rectos · al imprimirle , <:on la
Jdicion de algunas notas. Lo demas que-
da á la censura de la opinion pública , juez
supremo é irrecusable, cuya voz triunfa
turde ó temprano de los clamores de la
ignorancia y de las calumnias enmascara-
das del interes. r~ Si yo hubiera consulta-
" do ( diré ahora , como decia un escritor
"respetable por sn filantropía y S<;JS des- .
"gracias) , si yo hubiera consultarlo lo que
"en otros días se llamaba amor de la glo-
" ria , y seguido el espíritu de la antigua
"literatura , hubiera podido gastar algunos

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" mes~s en pulir esta disertacion ; pero
"he creído que siendo necesaria al presen-
" te seria acaso inátil y demasiado tardía
"dentro de nlgun tiempo. Hemos llegado
~' á una época en que los amantes de las
~'letras deben tratar lo primero de ser
~ thiles ; en que se debe precipita r la pro-
" pagacion de las verdades que el pueblo
"puede compren der, no sea que sobreven-
" gan movimientos retr6grados ; y en que
" por consiguiente siendo preciso ocuparse
" mas en cosas que en palabras , la es-
" crupulosidad en el estilo y en la per-
~' feccion de los coloridos se mirada justa-
" mente como señal de una vanidad mi-
" serable y de aristocracia literaria . Si re-
" sucitase cierto fil6sofo célebre se nvergon-
" zaria de pasar veinte años en hacer epi-
" gramas sobre las leyes ; escribiría pa~
" el pueblo , porque la revolucion no puc:-
" de mantenerse mas que por el pueblo,
, y por el pueblo instruid o; es decir que
, escribiría buenamente , segun su corazon,
" y no pondría en tortura sus ideas para
, que saliesen mas brillant es!'
Palma en Mallorca zo de julio de ¡ 8. I · -
I. de A.

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SEiJO RES:

r. Cuando queramos pasar revista por


los diferentes derechos naturales y sociales
del hombre , cuando queramos examinar
$US facultades , observarémos con dolor que

estas y aquellos han sido ménos respe•'l-


dos y mas combatido" , á proporcio n que
son mas preciosos y mas imprescri ptibler.
En todos los paises del mundo, en todo:~
los gobiernos que sucesivamente han di-
rigido la especie humana , el despotismo,
la ignorancia y la supcrsticion se han con.
jurado para atacar b felicidad del mayor
número de nuestros semejantes. La natu-
xaleza , en vano ha reclamado sus indes.
tructibles privilegios ; la fuerza de los
oprc¡ores y el enbrutecimicnto de los ven•

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cidos han desoido su robusta voz ; aque-
llos han srguido oprimiendo y gozando,
y estos callando y sufrienclo ignominiosa-
mente. Y si algun hombre ménos débil
lw. querido acordarse de su vergonzoso
estado, si abriendo el c6digo de la razou
y viendo en él esculpidos con caractéres
sagrados sus grandes y desconocidos de-
rechos se inflamó de un tanto celo por
el bien .de sus sem('jantes , si se llenó <le
tma justa indignacion contra los tiranos,
si laazó un grito valiente en favor de la
ltPmanidad oprimida , la insolencia de lo¡¡
déspotas y la estlipida sumision de los es·
rhvos le sofocaron , y presto quedó redu•
. cido :í llorar en oscuro silencio los ma-
les de nuc3lra raza. Así, oprimir por una
parte , sufrir habitualmente por otra , tal
es el hol'l'oroso y desconsol~dor retrato de
toda la historia. Al considerar esto , hu-
ha quien llevando las cosas al cstremo se
Q.rrebató á una reficxion dolorosa ; y es,
que si los miserias de la sociedad no han
de tener fin , &1 h:m da ser prrpctuns, vn.-

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~
liera mas que el hombre sensible car ~
ei"ra de razon : á lo ménoi cmt6nces so~
podando el yugo de hierro que le opri~
me ~ desconoceria la injusticia del que se
lo impone , ignoraría los derechos de que
se le priva~ y cuyo conocimiento parece
no haber grabado en su corazon la na~
turalcza ~ sibo pata agravar mas sus des~
dichas.
u. Yo quisiera no encontrar en los
:males de lo3 pueblos tan multiplicadas
pruebas de esta triste· verdad ; pero des~
gl'aciachmcn~e se me presentan :i cada :)á-
gina. La libcrmd in di vi dual , d derecho
1
de gozar de su trabajo 1 de disponer t "

su persona ~ de escoger el género de ocu-


]):lcion mas conveniente 1 el de recho do
existir polfticamente 1 este dcrerho 1 orf
gen y fuente de todos los demas 1 sin el
cual el hombre es nada , pues ni aun
tiene seguridad de su existencia íisica,
este derecho tan íntimamt<ntc unido con
los primeros elementos de nuestr:t fclici~
dad , con los sentimientos mas universa·

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les de nuestro amor propio , poderoso m6•
vil de laa acciones ; este derecho sacro~
santo, inseparahle por esencia de la na~
turaleza del hombre , ha sido l. quien lo
diría ? el mas desconocido , el mas sacrí·
legamentc burlado en todos ]os siglos. Sus
escandalosas infracciones han sido conti·
nuas. .Ábranse las cr6nicns de las gran-
des naciones, regístrense, aun superfici<:~l~
mente , sus leyes y sus hechos ; á cada
paso, en cada línea se ve escrito el nom-
bre injusto de esclavo, acompaiiánd.ole una
lar;a lista de los monstruosos y autorila·
dos derechos de un seiior.
ur. Ningun gobierno, ninguna socie~
Jad política ha sido tan s:íhin 6 tan jus-
ta, que haya. observado con religioso es~
cnípulo el santo dogma ele la libertad
del ciudadano. Vosotros , señores , como
yo , h:.thcis oido ponderar desde vuestra
Ili11e~ la liberlad y el espíritu de iguol-
dad de Grecia y Roma , y cuando veis al
género humano dividido en dos castas ene~
migas, de hombr<;:s que ~oznn y de hom·

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hres que padecen , sirt duda vol veis, co~
mo para consolaros , vuestra vista hácia
aquellos dos pueblos antiguos. re Sin em-
" bargo , es cierto que en Esparta una
,; aristocracia de treinta mil nobles tenia
, bajo un yugo horroroso ú doscientos mil
"esclavos ; que par:t impedir la demasia-
" da pobJacion de aquel género de negros,
''los j6venes lacedemonios iban de noche
":.í la caza de los ilotas , como de hes-
" tias feroces ; que en Aténas , en el sarr-
" tuario de la libertad, babia cuatro es-
" clavos pot· un hombre libre; que 10
"habia ni una sola casa donde aquellos
~'pretendidos ciemocratas no ejerciesen el
" régimen d · p6tico de nuestros colono:s
" de América, con una crueldad digna
"de los tiranos ; que de cuatro millonc3
"de hombres que debieron poblar la an-
" tigun Grecia (*) mas de tres millones

(*) La Grecia , comprendrda La Ma-


t:eclonia, tenia 3850 leguas cuadradas; por
t:onsiguicntc esluha poblada rí razon de ,,úJ
'limas por ll'guu cuadrada.

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,, etan esclavos ; que la desigualdad pub-
" ti ca 'y civil era el dogma de los pue-
" blos y de los legisladores , que estnha
" consagrado por Licurgo y Solon, profc-
" sado por Arist61eles , por el divino Pla-
" ton, por los generales Y- embajadores de
"Aténas , Espnrla y Roma , que en Po•
"libio , Tito Livio y Tucidides hablan
" como los embajadores de Atila 6 de
"Tchingiskan ; y que en Romn rrinaron
"las mismas costumbres, en los que se
"llaman bellos tiempos de la repúhUcn."
aJH el marido vendía á su muger, el
padre á su bijo ; el esclavo no era perso-
r1a , y se consideraba como jumento , á
, quien no se le hacia injuria azotÚ!Idole•
nrg:índole el sustento fí~ico y aun quitán-
dole la vida; el deudor insolvente era
reducido á la esclavitud; y las leyes au-
túrizaban qne nn hombre lihre se debpo-
j:tse' á su nrlJitrio del imprescriptible é ina·
gcnable derecho de In libertad. Franquean-
do muchos mc(lios de 1wc('r esclavos , po-
eos y diJ'icik• de recuperar la libertad,

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'l
los romano!! , por un refinamiento de ti·
ranía , quisieron aumentar los goces y las
riquezas del corto número de señores, re-
concentrando en sus manos montones de
siervos. Cuando yo examino á sangre fria
estas costumbres , estos establecimientos de
Grecia y Roma, dejo la ilúsion que me
hacia mirar con respeto tan injustos go-
biernos , y me siento inclinado á abra-
zar el parecer de un fil6sofo de nuestros
dias , que los mira como muy semejantes
al de los mamelucos en Egipto ó al del
dey de Argel , y cree que no falta \
los antiguo¡ griegos y romanos, tan vo~
cifer<ldos , mas que el nombre de Hunos
y Vándalos, para ser un verdadero re-
trato de todos los caractéres que distin-
guen :í las naciones feroces de la media
edad. (r)
IV. La ruina del imperio romano no
prodt~o la de la esclavitud. Los bárbaros,
que sobre la destruida grandeza del pue~
hlo rey establecieron su poder , autoriza-
ron, b:~o dift!rentes formns, b .ervidum-

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bre de lós vencidos ; y en presencia de
una religion, que mira á todos los hom•
bt·cs como iguales al pie del altar , que
predica como uno de sus primeros dogm:ts
la caridad y el amor , millares de ciuda~
danos anastraron las cadenas del feuda-
lismo , de la gleba , de la mano muerta
&c. ; vocablos funestos con que se engrue~
só entonces el diccionario de la opresio.n.
El despotismo de los reyes, que por su
inleres, no por el bien de los súbditos,
enervaron el poder de los grandes , las lu-
t es de la filosofía y de la razon que se
empezaron á escuchar con ménos despre·
cio , acaso tambi n los prect>ptos de una
religion benéfica y amiga de In igualuad,
cuando la supersticion ó la co,licia de al-
gunos de sus ministros no la desfigura ó
altera , proc)ujeron en esta esencialísíma
parte del bien estar de los homhn•s una
fdit rcvolucion ; y entre el catálogo de
males que afligen aun actualmente á los
pueblos del m~di od ia y del centro de Eu 4

l'{Jpa, no se eHcucutra y::~ el nombre es-

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9
c::mdaloso de h esclnvitnd doméstica. El
norte de la reglan del mundo que habi-
tamos , dondr entre los hielos y la os-
curidad se había refugiado el monstruo,
proscrito de nuestras provincias, no tarda-
rá ' ert verse libre de la ignominia de ha-
berle acogido. La Dinamarca no tiene ya
esclavos. Esperémos para consuelo y por el
honor de la especie , que la Rusia , ese
país donde aun tres cuartas partes de sus
habitantes son escbvas , echará al fin por
tierra esta detestable insti~ucion , vol \'t>rá
la libcrtml á los siervos , y abriéndos"
as( un manantial p<.>rcnne de pobl::u:ion y
riqueza quitará á la Europa el remonli-
miento de que qnedcn todnvia dentro de
so seno vestigios de un establecimiento in-
justo y repugnante á la razon.
v. Pero ¿quien lo creyera? Miéntras
la Europa se declaraba por la libc·rtad,
miéntrns se proscribía la esclavitud , mit.J·
tras la naturaleza reclamaba por todns pnr~
te~ sus derechos, bs leyes fomentaban, la
política promovía, y los intereses s6rdi·
ll

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10
dos del comercio defendlan con descare
otro género de esclavitud , la mas injus-
ta , odiosa é inescusahle , que hace la des-
esperacion de los unos y es la vergüen-
za de los otros, que lleva los europeos
á hollar por precio vil en las orillas bár-
baras del Senegal los derechos i m prescri p-
tibles de la humanidad y de la razon;
el comercio y la esclavitud de los negros.
( 2) Este tráfico infame , borron y mancha
indeleble de la cultura europea , este mer~
cado sacrílego contra el cual nunca ha tro-
TJ.ado , mas de lo que debiera , una re-
ligion á cuyos ojos es abominable , hace
días que cscit11 la compnsion y arranca las
lágrimas del hombre sensible , indigna al
f116sofo, y avc1·güenza á los gobiernos ilus-
trados. Vosotros me habeis encargado que
os hable de él. Y o soy muy inferior á
tan grande é intcresanle objeto, pero me
c.-nsidero como el eco de la humanidad
ofendida; y tan augusto título , defensa
tan preciosa , dan brio á mi espfritu , y
llenan de un .santo entusiasmo mi ima-

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1 Nacional de Colombia
lt

.~inacion. Os ruego sin embargo que di·


simuleis sus estravíos.
vr. No empezaré m1 discurso amon-
tonando razones en favor de la lilwrtad,
y demostrando con argumentos iJJcontra:>-
tahles toda la absurdidad , toda la in-
justicia de la esclavitud. Montesquieu uo
J>Udo resolverse á tratar con seriedad es-
ta cue¡¡tion. (3) Si él crey6, y con ra-
zon , que se degradaba y hacia poco ho-
nor á los hombres empeñándose en com-
batir tan sac.:rílega institucion, mas ju~ta­
mente podré yo persuadírmdo cuando ha·
hlo á un congreso de ciudadanos ilustra-
dos acerca de la mas horrorosa , la ll1:ts
vil de todas las esclavitudes. Si alguno
se atreviese todavía, en medio del grito
de la naturale.ta y de las luces del si
glo , á defender este infame sistema,
no merecería mas contestacion, dice un
escritor sensible , que el desprecio del fi-
lósofo y el puúul del negro. Así pa~o :í
indagar el orígen de esta esclavitud, que
dcsnu~bla
r el África ' rie 0<ra con Sáll"'l't
o de e

:.l \'1

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u
millares de infelices la América , y cu 4

hre de ignominia á la Europa.

l.
/ vn. Una reunion prodigiosa de can•
sas físicas y morales concurri6 á dar orí-
gen á la esclavitud de los negros. Des-
de tiempos, cuya memoria no existe,
el África interior tenia la costumbre in-
fame de vender sus habitantes i y sobre
todo en la costa de Guinea estaba auto-
l'izada la esclavitud por várias causas.(*)
~omo los antiguos europeos jamas nave-

( •) Es indudably, que la esclat•itud


existe en toda el Africa. Si consultamos
la historia , no& enseria que en la anti-
güedad mas remota estuvo en uso entre
casi todas las naciones del mundo ent6n-
ces conocido. El .África sola parece ha-
l;er conservado sus esclavos generalmente
rrt todas partes, aun en Egiptó , parque
el estado á que se hallaban reducidos los
cophtos ántes de lrt invasion de los fran-
ceses , era una verdadera esclavitud. De-
grandpré, Voyage á la cote o. d' Afriqu:.',
cap. 3·

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t3
garon por aquellos parages , porque creían
intransit:J.hle la zona t6rrida, no sacaroq
partido de estas miserables víctimas de la
barbarie , y se escusaron el remordimien-
to de aumentar el número de sus escla-
vos con hombres arrancados de entre las
arenas y tigres del Afric:J..
VIII. Cuando los portugueses á mitad
del siglo xv llegaron con sus navegacio-
nes hasta la zona tórrida , la preocupa-
cían recibida entre los antiguos y perpe-
tuada en sus obras de que era inhabi-
table para la especie humana la parte ma::.
calm·osa y aruiente del globo , los desa-
nimó y los detuvo en su navegacion ul-
terior. Las observaciones que ellos mis-
mos hicieron , cuando se acercaron por
primera vez á aquella region desconod-
da , parecian confirmar la opinion de los
antiguos sobre la accion violenta de los
rayos rectos 6 directos del sol. Hasta el
rio Senegal h:J.bi:m hallado la costa de
África habitada por pueblos casi seme-
jantes á los moros de Bebería , pero ouan..

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14
do pas:xron al sur de aquel rio , se les
) presentó la especie humana bajo nueva for-
ma. Vieron hombres que tenían la piel
negra como el ébano , cabellos cortos y en-
sortijados , narices chatas , labios gruesos,
y todas las facciones particulares que dis-
tinguen la raza de los negros. Atribuye-
l'On sin duda esta variacion e~raordina­
ria á la influencia del calor , y comenza-
ron á temer que acercándose mas á la
línea sentirían efectos mas terribles.
tx. El comercio de los portugesea con
ias regiones recientemente descubiertas se
reducía á cera , marfil , maderas de tintes
y granos de oro que los rios acarreaban~
separándolos sin d1.1da de las ricas minas
en que suponen abunda , hasta la super-
ficie de la tierra , el interior del África,
especialmente hácia el paralelo 1 2 de la-
titud boreal en el país llamado Banbouck.
Por lo que hace á los habitantes , aque-
llos que caían en manos de los intole-
rantes portugueses , eran reducidos á cscla-
vítud, como enemigos del nombre cris-

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15
tiano. Hácia el año J 442 , algunos de es-
tos prisioneros fueron redimidos por sus
parientes , que dieron en cambio no so-
lo hombres de cabellos crespos y del todo
negros, sino tambien polvo de oro. La co-
dicia de este metal precioso , entónces mas
que nunca desmesurada y violenta entre
los europeos , y la grande útilidad que des-
de 1uego se conoció podrian prestar en el
cultivo y otras industrias los negros, em-
}Jleados al principio en Portugal y en la
isla de Madera , inspiraron el deseo de
descubrir los paises de donde venían y
de poseer el oro que allí se encuentra. La
}Jerspectiva de grandes riquezas acalló los
terrores pánicos de pasar la lfnea. ( •) Juan
r
11 á fines del siglo XV promoviÓ COn des-
treza este espíritu de conquista y descu-
brimiento que se apoderaba de la nacion.
Por fin los portugueses atrave¡¡aron el
ecuador , vieron por primera vez las es-

(*) Forster, Voyages dans le Nord,


t. 2. pág. 3·

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r6
trellas del hemisferio austral , llevaron sus
descubrimientos hasta mas alH del Benin
y Congo , edificaron varios fuertes ; y
establecieron colonias en la costa de Gui~
nea , que luego hal1ia de ser el almacen
de los esclavos , y el teatro del vil mer-
cado cil que el europeo los compra.
x. Al mismo tiempo que los pottugue~
srs adelantaban tan prodigiosamente sus
conquistas en la costa de África , el in~
mortal Colon, genio inquieto y osado des-
cuhria , conducido por un error feliz , en
b otra parte del atlántico ecuatorial un
archipiélago de ricas y pobladas islas, que
fueron sqbyuga.das por los espaíioles, a-
briendo el camino á un inmenso conli-
nente con quien confinan, y dando ma-
teria en algunos puntos á nuevos críme-
nes y á todos los horrores de la oodi~
ci:1 desenfrenada, á pesnr del tierno cui-
da~.o.v con que nuestras leyes miraron des~
ele luego la proteccion y amparo de los
indios. ( 4) Las grandes Antillas, espe-
cialmente la fertílisitn a i•h P:•_.,m1nla, en,

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17
medio de los generosos desvelos~ de las
henéficus disposiciones de su descubridor
y tlc 1as autoridades de la metrópoli,
no tanlaron en convertirse en sepulcro de
sus inocente.> moradores ; y las ventajas
naturales de que gozáran en paz largos si-
glos, fueron un título para avivar mas la
J·abia de algunos seres desconocidos para
ellos , que mezclados con otros generosos
y humanos capitanes , y predicando una
J'eligion de paz , les ofrecían con sorpre-
~a el robo ó ln mue1 te. /
xr. N o son estas, tiernas y arhitu-
rias pinturas de Ariosto , ni son exnge-
l'acioncs de estrangeros enemigos de la
gloria del nombre español ; son tcsti mo-
nios de un santo y virtuoso personage
que Yió lo que refiere , que denunció enér-
gic:Jmente el crímen á la faz del mas dés-
JlOta de los reyes y de los mas av:Jros
ministros , y que at·m:~do con la dulzura
de una rcligion que se profanaba sacrí-
legamente, se honró con el peligroso tí-
tulo de protector de los lndios , cuando el

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tS
interes de la Europa y el grito ndulnclor de
los sofistas se esforzaban á negarles el con-
notaJo de hombres , y á representarles co-
mo seres de especie inferior. Puede Yer-
se en nuestro Argensola ( •) la rclacion
que hizo Bartolomé de Las-Casas á Cár~
los v al tiempo que estaba celebt·ando las
córtes de Zaragoza en 1518. Leánse tam-
bien las noticias publicadas , en un libt o
impreso , por el mismo Las-Casas oLispa
de Chiapa, si es que, como dice el citado
analista de Aragon, hay alg¡m lector que
la prosiga con paciencia y sin lágrimas
xn. Aunque confesemos que Las-Casus
nbult6 notablemente los crúnenes que de-
nunciaba , porque , segun la espresion de
Argensola re el fervor le calen taLa el in-
genio" purcce indudable el fondo de su
relacion , cuando se la despoja de las
exageraciones acaloradas que manifiesta por
si misma. Él la hacia delante de gentes
que podían desmentirle y que tenían in-

( •) Analci de Aragon. lib. 1. cap. 59·

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'9
teres en sacarle embustero·, si hubiera di-
cho cosas sustancialmente falsas. Es pre~
ciso , seiíores , que sea entt"ramente insen·
sihle aqu 1 cuya sangre no se hiele al oi
tales cscesos , que no fueron los últimos,
ni solos, ni cometidos esclusivamente por
los pobladores españoles. Los aventureros
que causaron aquellos 6strngos, no con·.
tentos con haber despoblado bs islas,
trataron de reducir á escl¡lYitud los pocos
inJios que quedaban ; y los repartimien·
tos , <pte sucedieron á los primeros furo~
res, eran un derecho ó una autorizac~on
de esclavizar á los infelices naturales , y
de hacerles morir lentamente á fuerza de
privaciones , de trabajos duros , y de ma-
los tratamientos. Las-Casas atacó este nue-
vo invento dd despotismo , y predicó en
las córtes de Valladolid el santo dogma
de la libertad de los hombres. Algunos
castellanos , de cuyos corazones la pie-
dad no estab3. proscrita , escucharon con
atencion los clamores del apóstol de la~:
nuevas t·egiones. Trataron seriamente de

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remedi~w las · injusticias que comba tia con
tanta vehemencia; pero queriendo combi-
nar la justicia con su i ntercs hallaban un
grande ostáculo para el alí vio de los in-
dios. Estos en corto ntímero, naturalmen~
te perezosos y débiles, no trabajarían en
las plantaciones , si se les daba libertad;
y por otra parte ni los calores ahrasadp-
1res de la zona tórrida, ni el orgullo de
conquistndorcs convidaban á los europeos
á cultivar· por si mismos en las islas los
frutos preciosos que de ellas se sacaban,
ó { cstracr el oro de las entr::uías d<,! la ,
tierra. Atacado f,as-Casas por este argu-
mento, tu\'o la fatal ocurrencia de per-
suadir al Emprrador, que Psclavos nrgros
comprados á los portugueses podrían sus-
tituirse á los indios , con LanLas mayores
ventajas cuanto aquellos eran mas robus-
tos y nerviosos , y el trabajo de uno de
. los primeros equivalía al de cuatro de los
segundos. Agrad6 el proyecto á Cárlos v;
y cuntro mil negros que se comput6 ne-
cesitaban entónce5 las Antillas conduci-

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21
dos alH por mer·caderes genoveses, fue-
ron los precursores, la muestra de tantos
millares de infelices como habían de se-
guir regando con su sangre el suelo Ame·
ricano. Tal fué el orfg<'n de la esclavi-
tud de los negros. Un esceso de piedad
parcial condenó entónces la mitad del Áfri·
ca á la mas triste de las condiciones; y por
una imprcvision deplorable, queriendo Las-
Casas di smiunir los males del nue;vo hcmis~
ferio , promovió en el antiguo el escan-
daloso tdfico del hombre comprado· Y'
vendido por el hombre. ( 5)
XIII. Por muchos ~u1os los cspaÍiolcs so..
los y los portug ueses ejercieron el co..:
merc.io de negros, porqne Nan los úni~
cos interesados en sostenr·rlo. En el si-
glo xvn participó de e te Jcrímen toda
la Europa comerciante. · Unos piratas bien
conociüos en la historia por su arrojo y
valentía , con el nombre de filihust,;rcs
ó forbante~ , se establcci ron en las An-
tillas menores , en las islas de los Cari·
bes , y desde ellas sali:m á atacar con fu-

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t2
ror á los nav{os portugueses y c~pntíolcst
l'icamente cargados con los tesoros del nue-
vo mundo. Homicidas y asesinos por há-
hi Lo , trataron de esterminar al pueblo
sencillo y fiel que los liabia acogido ge-
nerosamente. Aprol)aron <'Sl<' Infernal pro-
yecto algunas naciones de Europa que se
llaman cultas y de quien<'s cr:~n la es~
coria los filibusteres , y las islas en bre-
ve quedaron drspohladas. CuauJo, rles1•ucs
de los primeros furores., se pensó en ha-
cer útiles tan grandes crímenes, hom-
brrs especuladores , viendo que allí no !n-
bia oro , se propusieron cstahh ccr en las
islas devastadas el en! tivo de eiNtas pro ...
ducciones que no sufre el clima de En-
ropa, y que yn son intli spensahles al lu·
jo y corrupcion de los europeos. Se presen·
taba sin embargo un terrible ostáculo , ]a
falta de cultivadores. Sus pacíficos habi-
tam~s habían desaparecido á efectos de l::t
rabia feroz y de la meditada y fria serio
de atrocidades que cometieron los fllihu_s~
teres. Acostumbrados estos á gozar con prc ..

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!l3
tnrn y sin trabajo, no podían habituarse
.á un género de ocupncion demasiado pa-
cifico, y cuyos frutos habían de ser len-
tos. Recurrieron pues á los negros ; las
playas del Áfdca proveyeron de esclavos
para cnt6nces, y para reemplazar los mu-
chos que pcrecian. Los ingleses, france3es
y daneses establecieron fuertes y factorías
en la costa de Guinea ; las aguas del at-
lántico llevah:m y 11 ·an periódicamente
hur¡ues cargados de víctimas humanas; y
en 1odo el csp:tcio del inmenso continen-
te de América solo ha habido una pcqt,e--
fta 1·egion de hé1·ocs que se haya libra-
do , desde el principio , del remordimien-
Lo de esta injusticia, y del escándalo de
lo posteridad. La misma Pensilvania ha
tenido esclavos. ( 6 )
XIV. Los portugeses compra~ sus ne-
gros en el pais de Angola, único resto
de ' su antigua dominacion que se est.:n ..
dia desde Ceuta al mar ROJO. Los holan-
deses envían cada año 25 ó 30 lmques
y compran rlc 6 á 7 ~ esdaYos 6 31·

1
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~4

go méno~. Los ingleses en 195 buqGes


trasportan anualmente 40~. Los franceses,
ántcs de la revolucion, 1 3 6 x4 ~. Los
dinamar(ruesrs, en sus dos factorias de
Cristianshurgo y Frederisburgo, x2oo,
que venden á los estran~~ros, porque 111)
se prcselltan buques dane~;ps para Ue,'át-
selos. La Espa1a los recibe regulnrmen:
te de mano de los genov<'ses ó inglese11.
En 1777 y 78 adquirió de los portugue-
ses bs prquet1as isha de Fernando Po
y Annobon cerca de la línea, con el iin
de h:1cer por si misma y directamente el
tráfico de esdavos ; pero no tuvo efecto
el establecimiento que se proyectó en ellu.
La insnluhridad de su clima lo storhó.
:xv. El conwrcio de esclavos se hace
principalmente er.. la costa occidental d 1
África: ])icn que se compran algunos en
la ,oricnt:ll , di vid ida ent1 e los árabes,
1''- ·tugm'ses y holandeses. En ::~quella se sa-
can 6 del norte 6 del sur de la línea.
Al N. tl'nfican los ingleses en l0s rios Se 4

uegal, Cambia, Ca;;.alllance y Cacheo, Sier-

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raleona y costas de los G1 anos, de Jos
Dientes y del Oro. Los esclavos de es-
ta última costa se reputan por los mas
robustos de Guinea. Guerreros y muy
enérgicos, soportan el yugo duro con im-
paciencia. En Juda, Cubo Fbrmoso, rios
Calbari y Gabun, compran juntamente in-
gleses y portugeses. Al sur del ecuador,
en la costa de Angola, haci::tn el tdtico
casi esclusi vo los franceses; y des pues c1ue
lo han abandonado gloriosamente, sin Ju~
d:l les habrán sucedido los intolerantes y
crueles vecinos qn(' poseen desde el siglo
xv la parte meridional de la costa, pro-
longada de.3de 8 hasta 1 8!? de latitud aus-
tral, y donde se hallan las poblaciones
de San Pahlo de Loanda y San Felipe d~
Benguela. Los eschvos congas que com-
ponen la mayor parte de los que se cont-
pran e u Angola, son robustos, duros 1.
el trabajo, y sin cont1·adiccion los mejo-
res de las colonias europeas. Dulces y
tranquilos, parecen nacidos para la amarga
su~rte que les sigue toda la vida. Siem-
3

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u6
}Jre contentos con su miserable condicion,
su único deseo en las islas es tener ta-
h:tco y algunas bananas que cultivan; y
en poseyendo estos artículos, trabajan ale-
gremente, cantan mucho, y nada mas
apetecen.
xvr. Generalmente los esclavos mani·
ficstan mayor inteligencia y mas adelan·
tada civilizacion cuanto vienen mas del
norte. Las costumbres de los negros con-
gas son un poco sal vagcs, pero infinita-
mente suprriores á lo que eran los hotcn·
totes. Cuando Gama do116 el cabo de Bue-
na Esperanza, se hallaban estos y aun lo
están, ménos civilizados que los congos,
los cuales lo C'sL:ín ménos qur los de la
costa de Oro, y estos ménos que los marro-
gules; de donde se puede inferir que el
)Úrica ha sido civilizada por el norte, su·
:Juesto que lós pueblos de ac¡uella parte
del 1 ••undo son siempre mas salvages á
medida que se hallan mas al sur.
xvn. Se computa que llegan á 8o~ las
infclitci víctimas que salcu anualmente ·

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1
del Africa para las colonias de América.
Puede calcularse que cada esclavo, toman-
do un precio medio entre el superior y
el inferior, cuesta 29 rs; así; t6o millo-
nes de renles es la suma de lo que re-
ciben anualmente aquellas bárbaras regio-
nes por un sacrificio tan horrible. El va-
lor no se paga en metálico, sino en ma-
nufacturas de Europa y otros géneros de
mero caprid10. ¡Tan barata y frinmente
<>e comercia con la sangre humana! Sin
embargo es preciso añadir para mayot· it~­
nominia de los qm~ intcrvjeneu ea este es-
candaloso mercndo, que los precios cita-
dos se pngan solamente en las costas mas
frecuentadas por los europeos, y donde
]a continua concurrencia de compmdores
ha convidado á los vendrdores á levan-
tar el valor del género. En aquellos pa-
rages á que no arriban tan frecuentcmen ...:
las naos de Europa , la cosa mas ligera,
el artículo mas despreciable, parece su.
ficicntc rccom pe nsa por la vida y l i ber-
tac.l de uu hombre Eu el ViaB·e de Et~·
1 3*

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!!&
trecasteaux se lee que hallándo~e t~qllel
general en el cabo de Buena Esperanza
el afio de 1 791 , babia en la rada un na-
vfo negrero (*) recien llagado de Mozam-
hiquc: 400 negros que formaban su car-
ga estaban ent6nces en tierra. Estos in-
felices, la mayor parte atacados ya del
escorbuto, lo5 cuales, dentro de poco,
desde tres cuartos reducidos en qua es-
taban amontonados iban á embarcarse pa-
ta mantener en las islas con sus sudor1..
el lujo de algun rico americano, habían
sido vendidos en un pais donde se es- .
timan mucho los perros. La gente que
trafican de la vida de estos miserables,
dice el redactor del vinge, no se a"er-
güenzan de confesar que les sucede muy
frecuentemente adquirir dos y tres negros
por un perro hermoso. e"*)
i Á tal estre-
_no de degradacion se ha llegado allf,
que por satisfacer el capricho mas estra-

(*) Buqu..: destinado al trrífico de negros.


("*) P oyage de Entrecasteaw~:, tom. 1•
pág. 79·

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!9
vagante se condena :( la esclavitud y lÍ
la serie mas penosa de sufrimientos á un
ser racional! Pero apartemos la vista de
tan espantoso retrato.
•'
II.
xvm. Calculando la continua estrac~
don de negros para América, y re-
flexionando que l1ace ya tres siglos que
1
el Africa da cultivadores á las Antillas,
desde luego se estraúará como aquellos
¡Jaises pueden ya ofrecer escl:Jvos, y co•
mo no se han convertido en una espan-
tosa soledad. Sin embargo la costa de
Guinea todavía es el teatro de este in-
fame comercio; todavía se presentan en
sus playas sin escasez notable vfclimas
humanas. Causa.s ménos poderosas de des-
pohlacion y de ruina han reducido á <;Ie-
sjertos naciones cultas, donde el género
de vitla, las costumbres y las leyes cons-
piran á aumentar el número de hombres.
¿ En que consi ste pues que la Guinea, cu-
YO$ naturales viven de la caza y pe¡;ca,

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30
donde la agricultura ~e mira como una
ocupacion ignoble, propio ejercicio de laS~
mugeres, y de cuyo suelo se computa es-
tar solo cultivada l::t céntcsima parte, ten-
ga bastante poblacion para continuar dan-
do á la faz del universo el escandaloso
espectáculo de millares de hombres arran-
cados para siempt'e de sus orillas? Veá-
moslo.
xrx. Es preciso para esto contar con
que la Guinea no es ya el semillero de
donde se sacan los esclavos , es solo el
teatro donde se hacen las ventas. Aque-
lla larga costa ha sufrido los efectos con-
siguientes á la estraccion de esclavos que
hizo á los principios , de su mismo se-
no; se ha despoblado casi enteramente,
y se ha hecho muy rara la especie hu-
mana. Apénas están habitadas mas que:
las orillas de los ríos, lagos y fuentes.
J.Jegrandpré, oficial de la marina fran-
cesa, bien conocedor de aquellas costas,
calcula que los tres reinos de Malembe,
Cabende y Loango , de los cuales cada

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~!
uno se puede considerar como igual en
estension á una provincia de Francia, a.
pénas tendrán entre los tres una pobl::t.
cion de seiscientos mil habitantes; m1me·
ro bien escaso si se considera que nllí es
general la poligamiá, y las mugeres pro~
digiosamente fecundas . Así la Guinea no
puede dar ya esclavos; agotada su pohla~
ciou, se hn recurrido á los paises limítrofes.
E stos por su parte se han despoblado ; con
lo que ha sido preciso penetrar en lo in·
terior, y buscar en el centro del África
paises vírgenes donde se hallan hombres
que ofrecer en la costa, dcspues de una
penosa travesía de cientos de leguas por
tristes y áridos desiertos, que abrasan y
hacen inhabitables la naturaleza de su
suelo y la violencia de los rayos direc-
tos del solr
xx. De esta manera la codicia injus-
ta y las frias especulaciones comerci<.. es
de Europa han influido ya en la desgra-
cia y ruina de paises remotos, de naci~
ncs desconocidas , de las que hasta el no m-

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3•
bre y situacion se ignoran. Este t"s el p11 ..
so funesto dr la devastacion; y dcsgra-
ciadamrntc pnra la especie hnmana, este
ha sido siempre el carácter de los euro-
p¡•os rn los pnrages á doncle han llegado.
Dcva~t:ubs las Antillas, rccunieron :í ln
costa O. de Áfric:1 por escl:lvos; agotada
esta, fUl(se agntando el interior. Tan tris-
tes y horrorosas escenas se repiten en dis-
tintos paises, con los mismos síntomas y
el mismo progreso. Lo qtte los ingleses,
franceses y otros europeos hit'icron rn l:'t·
Antillas, han hecho los holnndeses en el
caho de Buena Bspr.ranza. Ellos con su
crue!Jad,•s han anil[Uilado la dulce y hn-
nwnfsima nacían dr los hotentotes, en ta-
Jc:s términos que hoy cu un país de dos-
cil'ntas leguas de largo y trelnta de inte-
rior npéuas quedan ocho mil hahitnutcs.
T)c,;truida esta raza de hombres pacíJicos,
~><- 'tan acercado á los Boschis, mas nér-
gicos y méuos fáciles de suhyugar. Han
qUi<•strado perros de presa para estermi-
narlos. Entretanto conocen ya la falta de

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33
brazos en el cultivo, que resulta de tan-
ta devastacion, y han tenido que recm~
rit· á sacarlos de Mozambique y Mada-
gnscnr que cultiven la parte meriodional
1

del Africa.
xxr. / Los comerciantes de esclavos se
asocian en cara va11as, y van :í buscar-
los doscientas 6 trescicn tas leguas en lo
interior. Estos infelices en tan penoso
y largo viage vienen cargados con el
ngua y clernns subsistencils precisas. Su
.:onducclon no se hace de 1 mismo mo-
do. Veinte nwrcnder s solos conducen un
comiderable nólllcr·o de escluvos. Cinco ó
seis de estos conductores caminan de-
laute, llcvundo atados los esclavos con
un braman le .delgado, escepto las mu-
gercs que van sueltas. Como los cauli-
nos son tan c~trechos que apénas puede
pasar por llos un hombre , es difíd1
que huyan. Muchos no . hacen resisten~,.~ a.
y vienen á venderse alegremente ; en
premio de su estupidt'z no '':.lll atndoi,
y viven com9 camaraJi's entrt los co·

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3J
mcrciantes. Cuando nigun esclavo quie·
re resistir, le atan los brazos tras de las
espaldas tan apretadamente que á muchos
de estos desg raciados les quedan las ma-
nos casi ptiva<.las de sentimiento, y á ve-
Cl'S dos días despues de desatados no pue-
den todavía hacer uso alguno de sus bra-
zos. Hay esclavos que no solamente re-
sisten, sino que llegan á desatarse, y
otros que defienden su libertad y com-
baten con los comerciantes. Á estos, en
castigo de su enPrgía, les pasan por el
cuello una horquilla de madera, cuyos
brazos están abiertos precisa mente tanto
como grueso es el cuello, y de modo
que no quepa la cabeza: esta horquilla
tiene dos ahujeros que reciben una cla-
vija de hierro, la cual pasa al traves de
b nuca, miéntras el est remo de reu-
"1ion de los dos ganchos cae en la gar-
grutta; de esta suerte , al menor movi-
miento que haga el esclavo, basta un ges·
to para echarle al suelo y aun para so-
focarle. Un cautivo conducido de este

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35
modo no puede hacer la menor redsten-
tencia; es preciso dejarse llevar. El co-
merciante toma el cabo de la horquilla,
y anda delante del infeliz forzado á se..
guirle. Por la noche sujetan el cabo á
un árbol, y el esclavo se consume en
vanos esfuerzos, si acaso es bastante lo-
co para pensar en escaparse. La clavi-
ja que le oprime está de tal modo re-
machada, que los europeos, al comprar
un esclavo, creen mas fácil cortar uno
de los brazos con la sierra, que desha-
cerla. ¡Tan grandes precauciones han to-
mado los traficantes en sangre humana pa-
ra sujetar su presa s6lidamentc! ...
xxn. Nuoca los europeos c·ompran un
esclavo , sin que el cirujano le visite án-
tes y registre todas las partes de su cuer-
po , con mas escrupulosidad que la que
un picador gasta en reconocer un cab~ .
llo. Ojos , dientes , manos , piernas , ar-
ticulaciones, nada se escapa de este exá-
men menudo y que tanto ofende h vis-
ta de un hombre delicado. Efecti vamen-

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36
te ; ¿ como ver sin desagrado :l un ciru-
jano brutal , que se acerca fríamente á
una mugar tímida y hermosa , y que re-
gistra con la indiferencia de la especula-
don bellezas formadas para abrasar los
aentidos y para introducir en el corazon
las mas violentas y tiernas emociones 7
xxm. Cuando un capitan europeo se
conviene con el precio y calidad del es-
clavo, queda este encerrado aquella no-
che en una prision que llaman bomba,
para ser trasferido á bordo la mañana
siguiente. La bomba está tan sólidamente
cerrada que es imposible escaparse de ella:
la noche que los esclavos la ocupan es
una r¡oche de lágrimas y dcsespcracion.
El cuarto del capitan está siempre sobre
aquella prision , y solo media un delga-
do techo ó pavimento. n: Muchas veces,
:.. dice en su viage un capitan negrero, me
, he dispertado yo al ruido de sus so-
" llozos. Míranse aquellos infelices en el
"momento de dejar para siempre su pa-
" tria ; saben que e& la última noche que

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37
" p::tsadn sobre ltt tietra ert que n::tcie-
'' ron. Un porvenir tan vago como el in·
" mcnso océano que ven por la vez pri-
'' mera al momento de su llegada , les
" quita el conocimiento ó la provision de
" lo que van á ser. Muchos se aban-
" donan á temores bien fundados. Algunos
" me han asegurado despu s , que creían
"tocar ya en sus ti! timos instantes, y que
" esperaban ser devorados en llegando al
"buque. Sus sollozos y sus canciones lú-
" gubres han introducido la turbacion en
" mi alma en medio de la noche , y he
"compadecido sus crueles angustias. Me
" levantaba entónces , y procur-aba dar-
" les ánimo. Alguna vez he logrndo tran-
" quiJizarlos , acariciándolos , hablándoles
"con afabilidad y presentándoles alimen-
" tos y licores fuertes ; pero hay algu-
" nos tnn penetrados del temor de S1
" devorados, que todos los cuidados y aten-
" ciones las miran como una nueva prue-
" ba de que los europeos temen que se
"pong:m flacos , y <JUe Jos quieren gordos

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38
"'para comerlos con mas gusto.'' Y en
efecto es preciso confesa¡· que tienen so-
brado fundamento para reputar por an-
trop6fagos á los seres maléficos que con
aparato tan terrible los arrancan inhu~
manamenle de su patria.
xxrv. Ya dije que la esclavitud es muy
antigua en Áfrira; pero los distintos me..
dios para hacer esclavos que ahora se co·
nocen y autorizan en aquella parte del
mundo , todos igualmente injustos, son
fruto del lujo y comercio que los europeos
han introducido allí. Las superfiuidades
que les proporcionan han llegado á ser pa-
r~ aquellos salvages necesidades verdade-:
ras, y nada omiten por adquirirlas. Aun·
que el comercio no hubiera hecho otro mal
al África que despoblarla , debía consi-
derarse como un azote; pero ha producido
·tras consecuencias mas funestas; ha pcr-
pell.tado la esclavitud; y ha destruido
en aquellos pueblos todos los sentimientos.
de paz y fraternidad , encendiendo y fo-
mentando una sel'ie de guerras tan couti·

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39
nua , que el Africa en el dia e! un vasto
campo de batalla donde las naciones se
aniquilan , los pueblos se destruyen , por
tener esclavos que vender. ( 7) Por efecto
de una falsa lógica , en otros siglos co•
mun aun entre las naciones cultas, el ven-
'
cido se cree en Africa que es esclavo del
vencedor ; así un medio de adquirir es•
clavos , es hacer la guerra. Los reyes, pa-
ra quienes la sangre de sus vasallos ha si·
do caai siempre de poco precio , promue-
ven de propósito estas guerras con que se
hacen ricos, ofreciendo esclavos á los cor-
redores que los llevan á la costa de Gui-
nea. Desde antiguo se incurria. t::unbien en
la esclavitud cometiendo delitos graves;
pero cuando la busca de esclavos ha sida
un fondo de riqueza para los reyes , es-
tos han impuesto la pena ·de esclavitud
por _los crímenes mas ligeros. Su c6di,q
criminal está erizado de frívolas prohibi-
ciones , acampanadas de una pena que án-
tes se reservaba para los delitos mas tras•
ccndentales. Estaba tambien introducidlt

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40
a!ltiguo.mente la costumbre de hacer escla-
vo al que por reconocimien to ú otro mo-
tivo se reducía voluntariam ente á tan tris-
te condicion : hoy qnc no son comunes
estos sacrificios voluntarios , y que la ven-
ta segura de esclavos proporciona goces y
superfiuidad es que se codician con vehe-
mencia , la fuerza suple. R égulos tÍ hom-
bres poderosos rodean de repente por la
noche una aldea desprevenida , meten en
sacos los niños, y ponen mordazas :í los
demas habitantes para que no griten~
trasportándo los aceleradame nte á grandes
distancias , donde reciben de contado el
precio de su rapitia.
xxvl Mungo Parclc , vi:lgero ingles
que en los años 1795 , 96 y 97 ha reco-
nocido una parte del interior del Áfri-
ca , confirma con lo que él mismo ha vis-
1 la verdad de todos estos hechos. En-

tre los bárbaros y fanáticos moros , co-


mo entre los dulces y hospitalarios negros,
goza grande estension la esclavitud, y es-
t~n autorizados igualmente los medios in-

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-41
justos de perpetuarla. En el pais de los
mundingas , las tres cuartas partes de los
habitantes gimen en la esclavitud ; y en
una grande hambre que allí se padeció,
fué · testigo Parclc de que algunas ma-
tlres acosadas por la necesidad vendían sus
hijos con una fria indiferencia, sin mas
precio que el alimento para 30 ó 40
días que les suministraba algun rico.
xxvr. Una costumbre antigua de casi
toda el Africa quita al propietario de un
esclavo nacido en su casa la facultad de
venderle. Dcspues crue los europeos han
e:.citado en aquel pais el deseo de sus gé-
neros y su perfiuidades se elude tambi cn
esta costumbre, que daba al esclavo na..
cido en la esclavitud cif'rta seguridad so-
bre su suerte y una sombra de derechos.
Para burlarla , dos propietarios se hacen
un ag ravio supuesto ¡ en su virLud son
· condenados á una multa que se pagan
en e.>clavos. El que los adquiere puede
ya venderlos; una vez que pasando á su
uomi io ' pcnlicron la calidau de escla4
~

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42
vos nacidos en casa , que e~torbaba le)
venta. ( 8)
xxTn. Otro de los medios de adqui·
rir esclavos, acaso el mas bárbaro de
todos , es el que los tratantes en negros
llaman derecho de empuñar. Este consis-
te en apoderarse de un hombre libre y
hacerle esclavo. Lo ejercen en Angola
los príncipes del pais sobre cualquiera que
no es igual suyo , y los capitanes eu-
ropeos sobre cualquier negro dentro de
los límites de un territorio que se les
$elida en la costa miéntras hacen el tra•
tado. Un derecho tan bárbaro , una vio·
Jacion tan escandalosa de l::t propiedad per-
sonal , se practica frecuentemente. Vienen
suuchos negros con los mercaderes del in-
teriOl' del pais, llevados de la simple
curiosidad ; estos los venden , los hacen
tmpuñar , y despues dicen en su país que
han muerto de este 6 aquel modo! Lo mas
estraiío es que los capitanes de fas nacio-
nes cultas de Europa , léjos de retraer,
.nlientcn á los corredores á tan crimina-

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43
les imposturas, y no rechacen con hor-
ror semejantes proposiciones ; pues si es
una. gran desgracia. para un pais , el que
se permita por sus instituciones priYar
legalmente :í un hombre de su libertad,
('S el cúmulo del crímen y de la infa-
mia aumentar la atrocidad de las leyes,
stljetando á la esclavitud hombres sobre
los cuales no dan aquellas derecho algu-
guno. El infeliz empwíado está bien dis-
ante de pensar en la suerte que le espe-
ra. El tr:üuor que le quiere vender bus-
ca un pretcsto para traerle á la presen-
cia de un blanco ; regularmente con la es-
cusa de beber aguardiente , y lo manifies-
ta al ca pi Lan , quien en una mirada de-
he jn?.gar si el esclaYo le conviene por
el precio. Si lo acepta, se acercan sui
satélites á la inocente víctima y saltan
de improviso sobre ella cogiéndole los
brazos , de modo que por grande fuerza
que tenga , debe sucumbir al número de
los que le asaltan. Están ya prestos el fa-
tal collar. y la cadena , y en un abril
4

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4-f
ele ojos el infeliz pierde pnr3. sicn1pre , sin
saberlo , su libertad ; se ve cautivo y car·
gado de cadenas. Visítale luego el ciruja..
no , p6nesele en la bomba , y de allí
pasa á bordo , á mezclar sus impotentes
lágrimas y su vana indignacion con las
de tanto¡¡ otros miserables que dividirán
con él sus amargUI·as en el nuevo hcmis . .
ferio
xxvui . A pesar de tantos medios ini~
cuos como la codicia ha inventado para
multiplicar el número de cscJa, os, es pre ..
ciso que llegue á faltar esta mina de hom~
bres. El África va ya quedando despo-
blada; cada lustro irá aumentándose el
vado, y este vendrá á ser muy pronto
tan horroroso, que los africanos saldrán
ent6nces de su cruel impreYision, y no
querrán oftecer esclavos cuando les falten
hombres. Esta época se halla tanto rué-
nos distante, cuanto es positivo que á pro-
porcion qne la compra de esclavos se ha-
ga mas en lo interior, traerá ménos cuen-
ta á los propietarios el yeuder. Par:¡ en-

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45
tender esto, sup6ngnse que el propietario
del esclavo no percibe sino una pequeña
parte del precio que da el europeo ; lo
demas queda en los reyes por cuyas tier~
l'as pasan las caravan as, á las cuales im-
ponen crecidos derecho s, y en los mu-
chos agentes intermed ios desde el dueiío
que vende en su casa hasta el corredor
que vende en el puerto : y como estos
gastos y derechos que quedan en mauos
agenas serán tantos mas cuanto de mas lé-
JOS Yengan los esclavos , se sigue que así
como se penetre muy adentro del Áfri-
ca para buscarlo s, lo que pagan los eu•
ropcos quedará en los agentes, conducto-
l'es y derechos de paso, y el primer pro-
pielario , percibiendo muy poco 6 casi na.
da, no tendrá interes y no venderá , cesan-
do entónces de todo punto el comercio in-
fome de hombres comprados por sus se.
.¡:nejantes.
xxrx. Este momento que llegará aca-
so ántes de lo que calculan los comercian-
tes de Europa • salo podrá retardar se al~

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46
gunos años, si los europeos mudan d~
conducta respecto á sus esclavos; si oyen-
do, ya que no e] grito de la humanidad,
siquiera la voz de su interes, los tratan
con otra dulzura , otros miramientos que
h:Jsta aquí ; si en fin ya que nunca po-
drán ser sus bienhechores, á Jo ménos de-
jan de ser sus verdugos. Entónces se evi-
tará en mucha parte la espantosa mortan-
dad de negros en l as islas de América,
se logrará la reproduccion de estos seres
infelices, y se c,onscguirá as.í un ahorro 1
de peticiones al Africa , que empieza ya
á ser avara en ofrecer sus habitantes.
, xxx. Regularmente los esclavos hacen
su travesfa al América. en peqneiíos buques
que llevan de 200 á 300, porque como
su adquisicion se va haciendo difícil, bu-
ques mas grandes tendri:m que esperar
mucho tiempo en las costas de África pa-
ra completar su cargamento. En la em-
harcacion suelen ser atacados de escorbu-
to y viruela , cuya última dolencia , por
una singularidad bien digna de que la me·

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47
didna examine la c:ms::t, solo la padecen
los negros del N. del ecuador despues d"
los 14 años, pues los del S. de la lí-
nea toda su vida están libres de ella.
En medio del interes que tienen los co·
merciantcs en conservar sanos sus escla~
vos , los tratan en la travesía con la ma-
yor dureza . Enteramente desnudo~ y ca-
15i privados de la luz en el encierro que
habitan, su alimento no pasa de un po-
co de arroz y habas. Los holandeses, in·
¡:;H•ses y daneses los llevan ademas car-
gados de cadenas.¡ Efecto de esta cruel-
dad, de aquellas enfermedades, y de la
profunda melancolía que los ocupa, es sin
duda la muerte de una quinta parte de
esclavos que está calculado perecen en el
trán~ito del África tí las islas; de modo
que --de 500 esclavos que se embarquen,
las Antillas no reciben mas que 400 vi-
''os. ,
XXXI. N o se puede pintar sin horror,
dice el elgante historiador de bs dos In-
dias , la condicion de los negros en el

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46
archipiélago americano. Sellados en el bra-
zo 6 en la tetilla con la marca de su
eschn itud, sufren el tratamiento mas cru~l:
su alimento es escaso y mal sano: en
Ja durrza de su cama mas bien se des-
concierta que reposa el cuerpo , y su ves-
tido es un conjuntQ de roidos andrajo!!
que anuncia á primem 1vista la opresion
y miseóa del que lo lleva. Los amos es-
peculan sobre el esceso de su trabajo : su
crueldad iguala á su avanc1a; y no te-:
men ni evitan la muerte de los que ll...
man arados vivos si el fruto que sacan
de sus sudores cubre los gasLos de la com-
pra. Sus frios é interesados cálculos han
llegado á poner por axioma, que para sa-
lir ventajosos en C'l comercio de esclavos,
deben esos á los 18 meses de su llega-
da á las Indias haberles dejado ya librea
las dos terceras partes del coste.
xnn. Tantas y tan duras cabm¡da-
como agravan las cadenas, ya de si in-
sopor.tables, de la esclavitud, el azote
siempre levantado del tirano que le~ ha-

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49
c2 trabajar, la imposibilidad casi absolu-
ta de reproducirse en los negros á q1lie~
nes sus grandes privaciones y h stit:1osa
condidon alejan de los placeres mas con-
-'oladores é irresistibles de la naturaleza,
son las verdaderos causas de la incrcible
mortandad de estos en las islas. Segun
algunos calculan, muere cada ano una sép-
tima parte de esclavos; :¡egun otros, de
los que llegan anualm ente u¡uere la mi-
tad á ]ps tres aiíos, y á lo mas una cuar-
-- parte deja posteridad. La codicia de
algunos dueiíos, cuyo corazon sin duda
se form6 para ocupar el cuerpo de un ti-
gre, llega hasta imponer el ordinario tra~
bajo, con violencia y ferocidad, á los mi-
serables negros, cuando atacados del piart
y mal de est6mago , doi enfermedades
que les son comunes, se ven poseidos
de una aversion por todo lo que es ejer-
cicio tan irresistible que perfieren perder
la vida á palos á l¡t ocupacion p1as li-
gera. Parte por efecto de estas enferme-
aades' de las cuales b primera casi ja·

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50
mas se comunica :í los blancos, y parte
por el duro tratamiento que esperimen.
tan, es cierto que de 8 á 9 millones de
negros que en diferentes épocas han re~
cihido las colonias americanas, apénas que-
dan hoy un millon y 400 ó 500 mil.
xxxm. Los hombres que han medita-
do sobre la suerte de estas víctimas de
nuestra codicia , ven una gran diferencia
en el tratamiento que reciben de las di.s-
tintas naciones de Europa. Observan , que
los mas inhtunanos son los ingleses y hv-
landeses, pues estos las sacrifican á su ava-
ricia desmesurada, y aquellos las miran
corno instrumentos físicos que no se de-
ben destruir sin necesidad, pero con quie-
nes creen degradarse si se familiarizan , si
les hablan ó les rien; que los españole¡
y portugueses las asocian á su indolencia
y placeres (9); y que los franceses, ménos
desdeñosos, les conceden cierta suerte de
moralidad , y así lo manifiestan en su
trato.
/
,XXXIV. Siendo estas observaciones exa().

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'51
tas, parece que donde la condicion de los
negros se presentaba con mas dulzura era
en bs colonia3 frrancesas ántes de la re-
volucion; pues óiganse sin embargo los
fundados cálculos que hace sobre la mor-
tandad de esclavos en la parte francesa
de Santo D::>mingo el citado Degrandpré.
rq Ademas del Senegal, (copio sus palahrns)
, costa de Oro , Benin y Gabon , paises
~'todos que daban negros á Santo Domin-
" go, la Francia enviaba todos los anos de
"diferentes puertos 30 buques solo á la.
" costa de Angola, que por lo ménos car-
" gaban 15~ esclavos. Si se traen ahora
" á cuenta los negros que se han lleva-
" do de los diferentes puntos de África
}'á Santo Domingo, desde que se empe-
~' zaron á cultivar las Antillas, el núme-
~' ro de hijos que debieron tener, los ne-
~' gros que ademas introduce el centraban-
" do y la despoblacion que ocurrió al tiem·
"po del descubrimiento de aquella isla,
" y se compara el producto de estos datos
" con la po1lacion actual, el resultado

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5~
,, será horrible... La suma de los naci . .
" mientas é importaciones á Santo Do~
" mingo de cincuenta aiíos á esta parto
, llega á dos millones y 200~ almas; la
"pohlacion de la misma isla al princi-
" pio de la última guerra no pasaba de
" 7 00~ personas de todos colores ; con que
"se perdteron un millon y seo~ indi-
" viduos, que agregados á los indios des~
" truidos desde la conquista son dos mi-
" llones y medio de hombres en una sola
"isla, sacrificados al uso del azucar y ca-
" fé. De este dlculo se sig ue que la mor-
" tan dad anual ha sido de 3 o~ almas, y
s' que la suma de los nacimientos é. im-
" portaciones no pasa de 44~ anualmente.
~' Puede calcularse que las importaciones
" francesas y de contrabando ascienden por
"año á 303; de modo que la suma de
'' estas no hace mas que igualar la de las
" muertes , y no quedan á favor de la
" colonia mas que 1 4~ , suma igual á In.
"de los nacimientos. Se preguntará, ¿ co-
q' mo 700~ individuos pueden perder 30\il

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53
~y no producir ID:!Is que I 40? Es preci...
" so confesarlo con vergüenza : nucstn!
"crueldad es la causa." Haciendo igual
dlculo en las otras colonias europeas , sal-
dría el desagradable resultado del gran-
de número de hombres que cuestan las
Américas al África. /
xxxv. Si los ducfios consultasen su ver-
dadero y sólido in te res, si llegasen á com-
prender cuanto les importa cor1servar sus
esclavos y minorar todo lo posible las es-
Ltacciones de la mina ya rnénos copiosa
del África; aun cuando carecif'sen de sen-
timientos de piedad, procurarían hacer
mas dulce el yugo de esdaYitud. Alimen-
tando ; vistiendo mejor, ali \"iaudo del es-
cesivo trabajo á los negros, lograrían ha-
cerles desear la vida, cuando ahora en
fuerza de sus dolores y desesperacion pre-
fieren y se procuran la mta'rte. La sen-
sibilidad de sus órganos para la rnús~­
ca y su pasion por este arte encantador,
~ería en manos hábiles un medio para
dulcii1car sus continuas pen:lli. Fomen-

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5-~
tando juegos, bailes y :fiestas en que dl.·
virtiesen sus cuitas, se lograría distrael'-
los de la memoria siempre continua y siem-
pre amarga de su triste condicion. La du-
reza de los trabajos que ahora exigen loil
colonos de las negras es causa de que el
fruto de sus placeres 6 no llegue á tér-
mino, 6 sobreviva poco al parto. Hay
t~mhien madres que por privar de los
hijos á sus bárbaros señores, ]os ahogan
en sus brazos , los hacen víctimas de sn
dcsesperacion. Ninguna puede criarlos,
pues agoviadas bajo el peso de tantas pri-
vaciones , solo pueden ofrecer á sus hijos
un pecho exausto y bañado con sus lágri-
mas. Un colono calculador, que quisiera
fomentar la multiplicadon de sus escla-
vos , procuraría tratar á las negras con In
mayot· dulzura durante su prcÍlez y tiem-
po inmediato al parto ; y se estimularían
aqu ·llas miserables á darle hijos títiles,
si les prometiese la libertad siempre que
p<!íÍ\'Sen un cietio mímero de ellos y los
criasen hasta seis aíío.>.

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55
xxxvr. Pl'OCUl'ando así la conservacion
y reproduccion de los negros, se logra,
ria perpetuar su raza en las Américas; sll
posteridad pagnria bien á los colonos las
condescendencias y miramientos que ha-
brían tenido con sus padres , y hombres
nacidos en las mismas plantaciones, hechos
desde el nacer al trabajo y al género de
vida que habían de seguir acaso hasta su
muerte, seguramente serian preferibles á
esclavos es patriados, y á quienes de una
estrem:a indolencia y de una grande li-
bertad se hace pasar de repente a un tra~
}Jajo duro y á la mas violenta sumision.
Esta sustitucion de cultiYadores naturales
á estrangero.s se lograria mas prontamen~
te , cuidando con esmero la crianza de lo¡¡
negros que nacen en las islas, reconcen-
trando en los talleres y plantaciones esa.
muchedumbre de esclavos que el lujo é
insolencia de sus duefios hace pasear por
las ciudades de Europa, para ostenta1· su
fausto y orgullo , y sobre todo pro4
curando que los cargamcntm; de negro• ·

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se.
fuesen de i¿ual número de perscma:;
de ámhos sexos, con lo que se facilia:·
rían los placeres de la procreacion, y los
matdmonios serian mas continuos y un
orígen tanto mas inagotable de consuelos
para aquellos infelices, cuanto por lo co-
man son afectísimos á sus esposas, lall
cuales les pagan con un cariño tierno has-
ta la muerte, si no Se dejan llevar dé
la vanidad de ser amadas por los blan-
cos. Desgraciadamente tienen estos h:ícia
ellas una inclinacion n as viva de lo que
convendda á la tranquilidad de los negros .
• xxxvrr. Cuanto llevamos propuesto, sé
ha düigido solamente á indicar medios
de minorar la mort::mdad de esclavos y
hacet· mas soportable h triste condicion
de los que arrastran las cadenas. Todo es-
to se entiende en el caso que subsista
tan .ignotniniosn esclavitud. Por lo demas,
todos los gobiernos europeos deben apre-
surarse á quit:tr de si el remordiuüeuto
de autorizarla y á merecer el apl'eéio d~
1-:-s hom1Jrcs sensibles, ro m pie. do üe una

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57
vez y con un golpe de sabiduría y hu-
manidad el hilo de tan enorme serie de
injusticias como la Europa ha cometido
desde el descubrimiento de América. Es-
ta es la mayor, la mas culp:1ble de to-
das; ningun sófisma, ningun raciocinio esw
pecioso, ninguna opinion absurda (*) pue-
den justificar lo que desaprueba la r:.zon,
lo que repugna á la naturaleza, lo que
ofende y llena de
escándalo á la huma-
nidad. Es preciso pues, dar por el pie
á la esclavitud de los negros; es una o-
hligaciou de los gobiernos el destruirla
y un deber de los fil6sofos el reclamar
con vehemencia su aniquilacion, aunque
de resultas de este golp indispensable
debiese la Europa renunciar á un co-
mercio , que no tiene mas base que la
injusticia , ni mas objeto que el lujo.

(•) Se sabe que algunos sofistas ja-


ncítu·os han hecho la apolop;{a de la es-
cluvillld de los negros, sosteniendo que
estos son de una raza maldita, y des•
cendientes del criminal Caú~.
~

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1II.
xxxvuJ. Pero no, no es preciso nb::m·
donar producciones que el hábito nos ha
hecho tan queridas. Podemos sacarlas del
África, cuando la falta de esclavos pre~
cisase á la Europa á desamparar las An·
tillas y algunos otros establecimientos de
tierra firme. Desde la embocadura del Se-
negal hasta la del Coanza, el África pre-
senta una costa fértil , y que tanto por
su clima como por su suelo rendiría a-
gradecida los frutos y plantas que busca
el lujo de la Europa, algunos de los cua~
les ya produce naturalmente. En todo a-
quel largo espacio la 11aturaleza se ha
complacido en mostrar su fértilidad; y
si se escepttía el pais comprendido entre los
ríos Calbari y Gabon, que cubierto de
espesos bosques mas es habitado por hes~
tías feroces que por hombres , y cuyo sue-
lo sumamente arenoso absorve en uu
instante toda la humedad que resulta de
las copiosas lluvias, cualquier otro pun-

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59
to de aquella costa podrá escogerse para
formar una floreciente colonia, que nos
daría h9 mismas producciones que las Amé-
ricas , sin la amargura de deberlas al su-
dor de esclavos.
xxxrx. Mas en ninguna parte de la
costa del África se presentan iguales pro-
porciones para hacer semejante estable-
cimicnto que en Angola ; en esa mi.>ma
playa , que ahora solo se frecuenta con
el deLestable objeto de arrancar negros.
,:,u suelo, toda vía nuevo , por todas par-
tes se ve cargado de despojos del reino
vegetal. El clima es soberbio, nunca su-
jeto á hur~canes ni aun á ligeras ráfagas
de viento. Las naos ancladas en la cos-
ta abierta nunca esperimentan averías ó
malos tiempos. Las lluvias bastante ra-
ras, jamas son abundantes , caen irregu-
larrneute , sin ser como en otras partes
periódicas , pero rosadas muy fuertes su-
plen al desenvolvimiento de la vegetacion,
Lo que se llama invierno consiste en los
meses de mayo, junio y julio , en que
s*

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6o
se esperimenta ménos calor; las noches
son cnt6nces frescas , pero no frias , y
hs brisas de mar templan en todas el
c:alor del dia. Rios , anoyos y lagos muy
pcscosos cubren todo el país. En las mon-
tanas coronadas de árboles, igualmente que
en los Jlanos , corre en rebaños la caza.
El agua en todas partes es buena , y
la tierra produce por si misma y sin cui-
dado lo que en otros paises no se le ar-
l'anca mas que á fuerza de brazos . Los
frutos sal vagcs de alli valen tanto COI~ov
los que el cultivo perfecciona en nues-
tros campos. Son salvagcs y crecen sin
cullura en Angola , á mas de otros , los
limones , naranjas , ananas , pimientos , las
bananas que adquieren el último grado de
madurez y de bondad, la regaliza , dos
especies de guisantes , la caña de azocar
que se hace muy gruesa , sabrosa y jugo-
sa , el coco , (este árbol prccio~ísimo que
proporciona al mismo tiempo refresco y
alimento) , las patatas dulces &c. Las le-
gumbres de Europa parece no se reprodu-

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6r
cen , aunque crecen desmedidamente. El
trigo prospera y algunas espigas contie~
nen hasta 52 granos. Esta tierra tan fér-
til pide muy pocos cuidados ; basta re-
moverla hasta una pulgada de profundi-
dad , y en seguida cubrir el grano lo
preciso para libertarle de las aves ; la
naturaleza hace el resto. Asf la agricul-
tura está allf en manos de las mugeres,
y no esceden los trabajos del campo á sus
débiles fuerzas. Los hombres naturalmente
perezosos se ocupan en pescar, cazar, ha-
cer el comercio, y estraer vino de palma.
Aunque actualmente no se hallan en aque-
lla costa ni vacas , ni caballos , ni asnos,
instrumentos tan útiles del trabajo , y
cuya falta hace preciso en las Antillas el
crecido número de negros , debe creerse
que prosperarán cuando se trasporten á
ellas , pues en la vecina colonia portu-
guesa de san Pablo hay grandes rebaiíos
de bueyes , y en varias partes del .Áfri-
ca todas las dichas especies no son raras.-
Las montaña• son ferruginosas; el cobre

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6~
casi se halla á flor de tierra, pero los
negros ignoran el arte de sacar estos me-
tales, en cuya ignorancia los mantienen
los europeos. Los portugueses han halla-
do en san Pablo minas muy abundantes de
oro y plata. Preguntados los negros por·
que no hacian iguales escavacioncs y se
enriquecían fácilmente , han daJo una res-
puPsta muy sábia. rt: Nosotros no podemos
" comer el oro , y como su uso es des-
" conocido en nuestra tierra , poseerlo se-
" ría inútil , y acaso escitaria la codicia
" de las naciones europeas , que vendrían
"á conquistamos. Tampoco sabemos con-
" ducir para ello los trabajos nece~arios;
" y los pocos negros que han escapado
, felizmente de la colonia portuguesa, re-
" firiéndonos los tratamientos que han es ..
"per.imentado, nos han infundido un justo
" horror por las minas." ( *) 1

( *) Esta descripcion de la costa d~


.Angola la hemos estractado del ~Jiage de
D egrandpré , cap. J,

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63
XL. Todas las referidas circunstancias
prueban la gran fácilidad con que se po-
drían formar colonias florecientes en la
costa de Angola , cuya estension de N.
á S. es de cerca de 240 leguas, (*)sacan•
do de ellas las mismas producciones que
de las Antillas. Ganarían en esta traslacion
nuestro comercio , y sobre todo nuestras
manufactlll'as. Como allí son desconocidas
las especies numéricas , seguiría todo ha-
ciéndose por cambios , ha.hria el mismo
uespacho de nuestros nrtefactos que el que
tenemos ahora por esclavos, y que teniaa
los franceses cuando los bus~ban ántes de
la revolucion; y con el mismo cargamen-
to traeríamos , en vez de hombres, fru4
tos de retorno. Á medida que los euro-
peos se fuesen multiplicando en estos nue•
vos establecimientos, llenarían el consumG

1
(*) D esde 6°. 44' sur hasta T2°· 44
Así su estension de N. á S. exactamen-
te e& de 2 40 legua& de zo al grado.

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64
de los objetos que suministra el comer· -
cio de Europa~ y reemplazarian el d('fi-
cit que habría ocasionado la pér'dida de
las Antillas~ á cuyas espensas se engran-
decerían estas nuevas posesiones. T1os mis-
mos consumos se aumentarían prodigio-
samente en proporcion de la fortuua que
hiciesen los naturales, quienes~ entrega-
dos á si mi3mos, gozarían enlónces del
fruto de sus ahorros~ y no se verian for-
zados á sacrificarlos al enriquecimiento de
un dueño que detestan. Y aun pre.~cill
diendo de otras ventajas comerciales y po-
líticas, el hombre moral, el hombre sen-
sible, al gustar las producciones de aque-
lla parte del mundo, no se diría ya con re-
mordimiento. re El que plantó esle café lo
" regó con las lágrimas de la desesperacion,
" arrancadas por la ¡nemoria· de una es-
" posa y de un hijo querido~ de quienes
" se le separó en su patria~ para venir
" sobre una tierra estrangera á saciar la
"codicia de un bárbaro que le compra y
" le emplea como bestia de carga, y que

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6s
" aun le acaricia ménos porque le cues-
~' ta mas barato. " ( 1 o)
xu. Ningun obstáculo se presenta en la
ejecucion de tan gloriosa empresa. Toda
la costa está preparada para establecimien-
tos, y el país lleno de habitantes dados
al comercio, y para quienes nuestras mer-
cancías son ya verdaderas necesjdades. Un
largo hábito de ver los europeos ha sus-
tituido la aficion y la amistad á la pre-
vencion poco favorable que inspiran al
1,.inci pi o los estrangeros ; ellos lJablan
ya el frunces, están acostumbrados á ser-
vir, son industriosos, tranquilos, dulces,
y demasiado cobardes para oponerse :í la
fundacion de una colonia. Aunque jgno-
ranles, nada tienen de encaprichados. El
disgusto y el poco apego que manifies-
tan á muchas de sus costumbres, y la fá-
cilidad de prestarse á cualquier novedad,
son presagio feliz de que seda entre ellos
fácil una reforma sábia , 6 el sistema me-
jor de conocimientos que se quiera intro-
ducir. Sin duda aquellos hombres, natu-

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66
ralmente imitadores , mirarían como dio~
ses benéficos á los que viniendo á ocu-
par con ellos sus tierras les ensc.iíasen á
cultivarlas , en vez de cspatriarlos plll·a
siempre.
XLII. Pero , se dice , que son perezo-
:50s... ¿ Como pueden ser acusados de in-
dolencia los que desempeñan todo el tra-
bajo de los establecimientos europeos en
la co3ta , por el módico salario de cin-
co pies de tela azul por semana? Si por
otra parte no manifiestan una superior ac •• -
vidad , es porque la fértilidad prodigiosa
del país suministra sin trabajo mas de lo
que ellos necesitan ; ¿ y á que fin traba-
jarían mas en su actual constitucion, cuan-
do no han de tener recompensa de su tra-
bajo, y no les ha de resultar mas que tm
esceso de producciones de que no halla-
l'ian salida?
XLIII. Aríaden algunos que son antro-
p6fagos... pero esta acusacion que á lo
mas podrin recaer sobre los habitantes del
interior del Africa , está ya desmentida

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67
por los viages de Levaillant y Parck.
En cuanto á los negros congos 6 habitan-
tes de Angola , se sabe positivamente que
son dulces y que aborrecen el derrama-
miento de sangre. El carácter tímido
que les distingue , es un nuevo dato en
favor de su humanidad. ( 11)
XLIV. Para conYencer á un congo, ,po-
cas palabras bastarían r~ Tú, podria de-
" decírsele, cultivas la tierra para ven-
~' derme patatas , cotTes los bosques para
" traerme frutos. Pues bien , cultívala y
~'haz que produzca azucar y café ; yo
, seré seguro comprador. Entónces en vez
"de venderme cautivos, no me darás mas
"que el fruto de tu tral>ajo; yo mismo
"cultivaré contigo un terreno que á nadie
, " pertenece, pagaré á los que me ayuden,
"tendrás la misma cantidad de mercancías
~'que ántes ; y para lograrlas, no te verás
"precisado á venderme tus semejantes."
¿ Podrá pensar ningun hombre justo y libre
de preocupa ciones, que gentes sencillas y
rectas, como son los salvages, dudatian

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68
en aceptar · tales proposiciones ? ~ ¿ Pu~"'
~' hlos que venden sus hijos, pregunta un
, historiador filósofo ¿no consentiría n fú-
" cilmen te en cultivar sus tierras, y en
~' vend.ernos sus productos? "
XLV. Todo asegura f, liz éxito en el
cultivo de este pais ; la fácil ida d. de
emplear el arado, una tierra nueva, una
fértilidad admirable , un hermoso clima,
paragcs saludables , escogiéndolos bien des-
de el principio, y uuos naturales co-
merciantes por genio y habituados á o-
bedecernos , todo prepara una halagüeúa
perspectiva de prosperidad á la primera
nacion europea que verifique el gran pro-
yecto de abolir por este medio la ver-
gonzosa cscl:J.vitud. de los negros, y que
1
haga en bs costas de Africa lo que Baca,
Triptolemo y Cécropc hicieron siglos pa-
sados en la Grecia. (x 2)
XLVI. Los ingleses que n~ ticn~n nin-
gun vasallo indio en sus ricas colonias de
América y los franceses que tienen muy
pocos, son las dos unciones que ri vulP.¡ '

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69
en poder y sabiduría, deben disputarse
1a gloria de este primer establecimiento
en África. Pero los españoles que tienen
1 z 6 r 5 millones de vasallos indios en

la América, los mas sumisos del univer-


so, podemos manlener nuestras posesio~
nes aun sin la existencia de los negros. El
trabajo de indios libres y alentados á ]a
ocupacion y al cultivo por la dulzura y
humanidad con que se les trate, ¿no po-
drá reempbznr el de manos esclavas, trai-
tlas desde el centro del África?
XLVII· Acaso se creerá que los indios
son demasiado débiles para que jamas lme-
d~ esperarse de sus pocas fu erzas el tra-
bajo que ofrecen los brazos nerviosos del
negro. r~ Pero • la robustez de los indios,
, segun la ohsenacion de La-Condamine
, y otros viageros, está en razou dircc-
;, ta de lo que trabajan, y la déhilid:::d
, de sus fuerzas ménos parece proceder de
;' alguna influenria física del clima, que
;, de la indolencia á que están entregados,
~' del ningun uso que hacen de las faculta-

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70
'' des y vigor del cuerpo. En todas pal'..
"tes donde los americanos se han acostum~
" brado por grados al trabajo, han lle·
"gado á hacerse robustos de cuerpo y
" capaces de ejecutar cosas que parecen no
" solamente superiores á una constituciou
" tan débil, la que se suponía particu·
" lar á su clima, sino á todo lo que po·
"dia esperarse de los naturales de Áfri-
" ca y Europa." ( *)
XLVIII. Dirá algun otro que los indios
son de una estrema incapacidad , imíti·
les para todo , y que ~caso ni aun per·
tenecen á la clase de racionales. Esta ha
sido la voz de ln. ignorancia y de nues-
'
tro orgullo desmcdiJo. Oigase la modeci•
tísima respuesta que da don Bernardo
Ward, escritor tan juicioso como lleno
de ideas humanas. ( **) re Sí miramos lo
" que eran los indio.> ántes de conocer

(*) Robertson, Ilist. d 1 Amerique tom,


. pdg. 231.
(**) Proyecto econ6mico; parte 2 cap. s~

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7I
~'á los europeos , algunas luces habi::m de
~'tener para formar poblaciones y ciuda-
" des , construir grandes edilicios , fundar
"imperios pode1·osos , vivir bajo de ciertas
"leyes civiles y militares , tener su géne~
" ro de culto , é idea á su modo de la di·
" vinidad ; y aun ahora vemos que todas
, las artes y oficios las ejercitan á imi·
, tacion con gran destreza , hasta la pin·
~' tura , música &c., y parece que todo
., esto no es ~le irracionales. Pero doy ca~
" so que hoy sean tales como se represen-
:;, tan , ya sea porque los haya reduci-
;' do á la barbarie una larga opresi.on
, (como sucede á los grit>gos modernos
, descendientes de aquellos grandes ca-
~' pitanes , filósofos y estadistas de la an~
~' tigüedad que fueron maestros del mun-
~' do) 6 sea porque tengan ménos alean·
;, ces por su natural <:onstitucion : nada
" de esto se opone á que sean vasallos
;, útiles, pues vemos que aun aquí en Eu-
" ropa , entre l:!s naciones mas cultas,
" los hombres mas útiles son los que

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fl!
" tienen ménos luces , como los labrado..
~' res , pastores &c.
xLJJC, Es pues incontestable que los in·
dios podrían suplir en nuestras Américas
el trab11jo de los negros , princi¡.m1mente
si se les tratase con ménos dureza y ar-
bitrariedad que hasta aquí ; sl se pusiesen
en vigor las escelentes leyes , hechas en
su favor por nuestros monnrcas, pero hoy
inúliles, porque los agentes de la auto·
ridad les han sustituido prácticas injust~ul
y opresoras; si se les ense1íase el cultivo
y otras industrias , ya por medio de sus
mismos caciqu s , ya por el de curas y
misioneros dulces y populares , y sobre
todo si se les interesase en el trabajo,
dándoles tierras en propiedad , no en una
propiedad precaria y de nombre, sino co11
seguddadcs inviolables y exencion de tri·
hutos en los primeros a!Íos de su pose·
sion. ( t 3)
L. Ent6nces los indios serian, lo que
deben ser, el grande tesoto , l::t verdade-
ra mina de América. Su trabajo, .susti-

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73
thldo al de los negros , á mas de la
inapreciable ventaja moral de librarnos
de una injusticia, nos acarrearía dos bie,_
nes políticos que la economía civil ten-
drá siempre en gran consideracion. 1. o
Que como nosotros no hacemos el comer-
cio directo de esclavos , sino que los re-
cibimos de las otras naciones de Euro..
pa ; dejando de ne{;esitarlos ~ dependería-
mos méno~ de ellas , y habría un pre-
t,sto ménos para el co:nercio ilícito con
,el conti nt>nte americano : 2. 0 Que los fru~
:tos comunes con las otl"a3 posesiones eu-
ropeas, como el azucar , tabaco y ca•
cao , nos saldrían mas baratos que á los
c¡trangeros que para su cultivo se valen
de negros , pues á mas del suhido pre ..
cio que estos les cuestan y de los que
se tlesgracian ó se escapan , su manutcn ..
cion en ropa y comestibles no deja de cos•
tar bastante , y todo se ha de sacar del
género ; pero el indio vi ve de poco , y no
tendria que cargar al fruto m el interes
ni el capital de su precio. Él trabajari
6

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74
para si y por si , y aunque traJ1ajase mé~
nos que el negro, la mejor calidad de
nuestras tierras compensaría estas venta-
jas. Así podría vender mas barato que
el labrador ingles y frunces , y nosotros
por consiguiente venderíamos en Emopa
con mas equidad que las otras nacio-
nes.
Lt. Si este pensamiento no parase en
voto estéril de un amigo de la huma-
nidad, si en algunos tiempos lograse lla-
mar la atencion del gobierno que hasta
ahora ha poseido tan imí.lilmente y á cos-,
ta de tantos sacrificios el vasto continen-
te de América, podría recibir una esten-
sion incalculable, entablando un trato a-
mistoso y estableciendo buena correspon-
dencia con los indios hr:1vos, con quie-
nes desde la tur1ulenta (poca <1c nues-
tras primeras conquistas mantenemos guer-
ra perpetua , gast:mdo inmensos cautlalrs,
haciendo odioso el nomlJre rspaúol , y
devastando mas y mas las pose~ioncs amc-
l"Íc:mas. ¡ Así hubiéramos seguido en es-

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75
ta parte el ejemplo que los franceses é
ingleses nos han dado en el Cnllad:í y
otras posesiones setentrionales ! Lleg:m-
d o :í consolidar relaciones amistosas con
aquellas numerosas y enérgicas tribus,
hs afLcionaríamos á nuestros géneros, y
}JOr adquirit· los productos de nuestra
industria 6 clima, cebo de su gula ó
curiosidad, cuhi varian frutos del pais,
que buscaríamos; y sin necesidad ele ne-
gros se aumentaría inmcmarnentc la ma-
~a de bs producciones del nue,·o hemis-
ferio. Ent6nces, cuando mucho.s actos de
.mocleracion y buena fe hubieran dismi-
nuido en el corazon de estos homhrcs li-
hrcs el odio encarnizado que nos tienen
nhora, misioneros dulces, introducidos en
i>llS cabaiías, contribuirían :i humanarlos,
inspirarlPs gusto al trabajo, y darles lu-
ces para el cultivo.
LII. Pero, cuando ni la traslacion de
las colonias europeas a] África , ni la sus-
titucion, especialmente en las posesiones
eispaií.olas y portuguesas, del trabajo de
6*

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76
los indios al de los negros, tengan la suer..
te de verificarse, ¿ las potencias de Euro·
pa no podrán, conservando las Antillas~
sacar las mismas producciones, haciéndo-
las cultivar por manos libres ? ¿ El he-
} nelicio de la libertad ha de estar siem-
pre proscrito de los habitantes del Áfri-
ca ? ¿ Continuarán arrastrando eternamen-
te las cadenas de la esclavitud ? Y con-
cediéndoles nosotros el derecho de ciuda-
danos, ¿ harémos mas que restituirles lo
que la naturaleza les di6, y de que le$
hemos priv:1do injustamente ? Esta sábia
legisladora del género humano, como de
todo el universo, ha esculpido en el co·
razon de los hombres el inviolable prín-
ci pi o de la igualdad y libertad, y sus
derechos no se alteran ó disminuyen se-
gun la diversidad de colores. El color ne-
g ro de los africanos no es otra cosa que
una crasa sustancia gelatinosa que media
entre la epídérmis y la piel, es una me--
ra modificacion física, que depende, aca-
60 mas que de otra causa, del cscesi \' O

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77
calor del Africa (*); y así como la blan-
cura de los habitantes de la zona gla-
cial no influye seguramente en que sean

( •) Los anatomistas indagarán mas


profundamente , cual es la parte ó mem-
brana del cuerpo donde reside este hu-
mor qrte tiñe la piel del negro. Parece
lo mas cierto que esta varíedad de la es-
pecie tiene por causa la accion podero-
sa ~el calor. Así las regiones del Asia
y Llfrica donde se hallan negros están
6 en la misma zona tórrida ó en las abra-
sadas regiones proximas á ella. En gene-
ral, cons{(ltwuio las modificaciones y va-
riedades del color del hombre , se ve que
la blancura está en razon directa del frio
de los paises que habita. En las parte$
de América, correspondientes al antiguo
hemisferio, no hay negros en iguales la-
titudes, por que la accion del calor es
allí ménos poderosa; y d1jerentes causas
físicas hacen que sea mucho mas fria la
América que el continente antiguo. Ro~
bertson, Hist. d' Amerique. tom. z. pág.
2 5 z. Lf caso tambiel} el a gua , el aire y
los alimentos del Africa concurren con el
sol á la fúrmacio¡' del color negro de lo.s
nctturcdes. ( z3)

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78
felices del mismo modo el color ne ...
gro no debe influir sobre la desgracia do
los que nacen en la t6rrida.
LIII. No falta quien está persuadido
que los negros, incapaces de razon y Yir-
tud, jamas podrán tener las cualidades de
un ciudadauo. Este supuesto es falso. Los
negros aun en el estado actual de em-
brutecimie nto á que los reduce la escla-
vitud, son mucho mas advertidos y ma-
nifiestan mayor aptitud para aprender las
cosas que se les ensetían, que los ame-
ricanos; ellos mismos se creen de una na-
turaleza superior á los indios, á quienes
miran con desprecio .(*) Por oLra parte
está probado que la piedad 6 inhumani-
dnd de sus dueúos regula su carácter mo-
l·al. En la Historia filos6fica de las dos In-
dias pueden verse ejemplos de heroísmo
y de reconocimiento hácia dueños huma-
nos y compasivo s, que igualan á los ne-
gros con los esparciata s, y que demucs~

( •) Ulloa; Noticias americanas.

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79
tran que ascendiente tienen sobre su co-
razon los beneficios. Finalmente no debe
juzgarse del carácter de los negros por
lo que hoy son. La esclavitud enerva y
gasta todos los resortes del alma; y ha-
ce siglos dijo ya un fil6sofo que la na-
turaleza ha negado á los esclavos la fa~
cultad de pensar. Júzguese por lo que se-
rian si los hubiesen criado padres libres,
y respirado desde su infancia el aire de
la lihertad ; y reflexi6nese, como obser-
va un pensador sabio ( *) que si la es-
clavitud pasase de los negros á los blan-
cos, sus descendientes serian, despues de
algunas generaciones , lo que los negros
son hoy. ( 15)
LTV. El interes mismo de la Europa
exige fuertemente que se restituya la Ji~
bertad á hombres tan largo tiempo de~
gradados. Es una verdad confirmada por
el conocimiento del corazon humano y por

( •) Rerherches sllr les Etals-Unis,


tom. 4· pág. I 33·

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8o
la historia de todos los siglos, que no se
puede t·eusar la libertad ó el derecho de '
ciudadanos á una clase de hombres, si~
ponerlos , por decirlo así, en un estado da
guerra con los que gozan de este bene..
ficio; y si los escluidos componen un nú-
mero suficiente para pedir satisfaccion, es
de presumir que no sufrirán siempre con
tranquilidad una injusticia semejante. Este
axioma de moral y poHtica nos ensena lo
que podemos esperar de los negros, si no
nos apresuramos á restituirles la libertad. Se
sabe, que tan poltrones y cobardes como
se manifiestan en los lances ordinarios de
la vida , son enérgicos , desesperados é in-
alterables cuando la escesiva crueldad los
hostiga. Cada dia se ven ejemplos horro-
rosos de su cólera y temible resentimien ..
to contra algunos amos , que mirando la
cornpasion coma débilidad, se complacen
en tener siempre levantada sobre estos in,
felices la vara de la tiranía. Algunos , ins-
truidos desde su infancia en el arte de
envenenar , matan con tósigos) Yíl acti.,.

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8t
vos, ya lentos lns bestia!! 6 los hijos d~
su opresor, siendo á veces su desespe~a.
don tnn estremada, que para que no se
sospeche que son ellos los autores de las
muertes que van sucediendo, dan tambien
veneno á sus mugeres é hijo;, sacrifican.
do los sentimientos naturales al gusto de
l'Ongar sus tormentos. Otros, como los na~
turales de la lllfina, acaban serenamenta
sus sufrimientos con un suicidio volunta-
rio, creídos que volverán á resucitar so ..
hre su tierra ; la cual ellos consideran
como el pais mss hermoso del mundo.
Tanta energía en actos y venganzas p:lf..
ticulares anuncia, que si la Europa se obs-
tina en perpetuar su esclavitud , los ne-
gros cansados en fin de tan larga opresion,
se reunirán á recobrar por fuerza sus de-
recho~ ; y si en la moral como en la fí-
sica la re::~ccion es igual y correspondien-
te á la accion , toda la sangre de los
blancos no será bastante para saciar la ra-
bia de los · oprimidos , y para espiar su~
crímenes juntamente con los d~ sus prede ..

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32
cesares. Sf , no hay que dudarlo ; los ne~
gros hallarán al fin un gefe valeroso que
los vengue y asegure su independencia
con la fuerza ; y es temible que este nue~
vo Espartaco no halle Crasos tan fácil·
mente.
LV. En estos últimos años parece que
la Europa va conociendo la fuerza de tan
fundados temores, y oye ya con atencion
la voz de la justicia. En el ano 1789
el senado británico nombró una junta en-
cargada de oir las deposiciones de los ar-
madores de los plantadores y de los ami-
gos de la humanidad, para decidir en el
grande negocio de la esclavitud de los
negros. Sociedades numerosas de filantro-
pos se f01·maron en la América setentrio-
nal y en las plazas mas comerciantes de
la Gran~Bretaúa, y el mismo 1\f. Pitt
se declaró abiertamente contra el trata-
do de esclavos; pero tan felices auspicios
dieron vanísimos res u] tados. La Inglater-
ra sigue aun .fomentando este infame co-
roerci~ , y manteniendo á espensas de san-

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83
gre afric:ma las plantaciones de sus colo~
1lias. ( 1 6 ) Los Estados-U nidos han sido
los primeros en dar el grande ejemplo de
soltar las cadenas á los negros( 1 7) ; y
la Francia, convertida en república , des-
pues de algunas condescendencias indig-
nas, despues de algunos decretos arran-
cados por el influjo y soborno de los co-
lonos, declar6 al fin á la faz de la Eu-
ropa que los negros eran libres, y que
el dogma sagrado de la igoolcb.d é in-
dependencia comprendía, como á todos los
hombres, :í las mas tristes víctimas de
la injusticia de nuestras leyes.
LVI. Sin embargo es un problema, si
conviene dar la libertad generalmente á
todos los esclavos actuales, ó si este gran
beneficio dehe reset·varse para su desct'n•
dencia. Parece que unos hombres no ins-
truidos en el precio 6 buen uso que de-
lJe hacerse de la libertad, abusarán de
ella por su misma ruina. Criados en la·
ignorancia y en la persuasion de que na-
da tienen que perder ni que esperar, con-

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84
~ider:mdo el tt·abajo como una consecuen-
cia de la esclavitud, acaso despues de con·
seguir la libertad se entregarían á la inac·
cjon ó á la pereza , terminando en el opro-
bio y la miseria, 6 bus carian en el saqueo
y en la muerte de los blancos un cebo á su
codicia y um satisfaccion sangrienta de sus
pasadas humillaciones. El ejemplo dema-
siado reciente y demasiado horrible de lo
sucedido en la colonia francesa de Santo
Domingo hace mas justos estos temores.
Casi todos los blancos han perecido á im·
pulsos del furor de los negros y demas
hombres llamados de color . una serie de
horrores, la espantosa anarqula han su-
cedido á b época de la libertad; y la E u·
ropa espern con impaciencia el éxito de
una espedicion dirigida á someter los es-
clavos; que, sea cualquiera su éxito, no se
verificará sin mucho derramamiento ·de
sangre, y sin ]a ruina de una de las mas
ricas posesiones del nuevo mundo. ( 1 8)
Lvu. Es pues muy humano y muy
justo el plan d~ aquellos filósofos, que

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85
juzgan que la Europa dt"he sin demora
abrazar el principio inviolable de la li-
bertad de los negros, pero que al con-
cederla use de todas las precauciones, de
todas las lentitudes que exigen la segu-
ridad de sus conciudadanos en las colo-
nias y el mismo interes bien entendido
de los negros; que se establezcan escue-
las públicas donde sean instruidos los ni-
ños negros de ámbos sexos, fijando en una
época como :í los 2 5 aiíos la concesion
de la libertad, y sirviendo entre tanto á
sus amos ( 19) ; y que cuando hubiesen
alcanzado la independencia , no se trate de
volverlos al África, como algunos han
pensado , porque acostumbrados al suelo
clima y costumbres de América, se ve-
rian en África muy embarazados para
'Vivir, y la libertad les seria allí mas
cruel que faé en América :í sus ascen-
dientes la esclavitud , sino que se les
señale un pequeño campo para que le
()Ultiven. Acostumbrados estos hombres
infelices á la ocupacion, ·y no tcnicnd()

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86
una porcion bastante vasta para su sub•
sistcncín, venderían sus sudores á quien
quisiera comprárselos. Vol viéndoles la li-
bertad, cáiclese J.e someterlos á nuestras
leyes y co~tumbres, y ofrecerles nuestrai
superfiuidades ; dénseles una patria , in-
tereses qne combinar , producciones qne
pedir á la tierra y consumos an:ílogos á
su gusto , y no faltarán á nuestras colo-
nias brazos , que aliviados de sus cade-
nas s r:ín mas robustos y mas activos.
LVIII. Es ya tiempo, se1íores , de po-
ner fin á este discurso , que la grande
e¡; tension y dignidad de la materia han
herho largo, y no me parece poderlo ter-
minar mejor que con a1gunns iJ.caa de Mr.
s~·hwarls ' autor de las reflexiones sobre
la esclavitud de los negros.
LIX. r~Todo legislador , dlce , todo
')miembro particular de un cuerpo le gis-
"lativo, está sujeto á las leyes de la mo-
" ral natural. Una ley h~usta que ofcn·
'' de el derecho de los hombres ó nacio-
" i1al s ó estrangeros ; es on crimen co-

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87
" metido por el legislador., y son c6m-
" plices en él todos los miembros del cuer•
" po legislnti vo que han suscrito á esta
"ley. Tolerar una ley injusta. cuando se
"la puede destruir, es tambicn un crí...
~' men; pero en esto no exige la moral
~' de los legisladores mas de Jo que pres-
" cribe á los particulares, cuando les im~
"pone el deber de reparar una injusti-
" cia. E ste deber es absoluto en si mis-
:' mo, pero hay circunstancbs en que la
"moral exige solamente la voluntad de
" cumplirle, y de'ja :í la prudencia la e-
" lcccion de los medios y del tiempo. Ast
, en la reparndon de una injusticia, el le-
" gislador puede tener consideracion al in~
"teres del que la ha sufrido , y este in~
"teres puede traer en el modo de repa~­
" rarla precauciones que acarreen demo-
" ras. Se debe tamhien atender á la tran-
" tranquilidad pública , y las medidas nc-
" cesarias para consen!arla pueden pedit<
;, que se suspendon las ope1·aciones mas
;, títiles."

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68
LX. lo demn~ , es imposible que
~~ P~r
"sea siempre útil á un hombre y ménos
"á una clase perpetua de , hombres el cs ..
"tar privados de los derechos naturales
" de la humanidad ; y una asociacion en
" que la tranquilidad general exigiese la
"' violacion de los derechos de los ciu-
'~ dad:mo:> ó de los estrangeros no seri::t
"' una sociedad de hombres , sino una so ..
'~ ciedad de mal vados."
LXI. ~
Sin embargo , si existen indi..
" cios en cierto modo seguros de que un
" hombre no puede ejerce1' sus derechos,
" y que tii se le confin su éjercicio abu-
"' sará de ellos contra los otros , ó se
'J servirá de los mismos en petjuicio pro•
'J pio , cnt6uc s la sociedad puede mirar-
" le como si hubiera perdido sus dere·
'J chos , ó como si nunca los hubiese ad-
" quirido. Por esta rozon b:ly algunos de-
" rechos naturales de que los impúberes,
" los menores , los imbéciles , los locos
''están privados. Del mismo modo si por
~' su educacion , por el embrutecimiento

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BIJ
"contraido en la esclavitud , por la cor-
" rupcion de costumbres , conse~.:uenci:! nc-
" ce~aria de los vicios y del ejemplo de
" sus dueños, los esclavos de las colonias
, europeas se han hecho incapaces de cum-
" plir las funciones de hombres libres,
"se puede (á lo ménos hasta el tiempo
" en que la libertad les haya vuelto lo
, que la esclavitud les hizo perder) tra-
" t:u·los como á aquellos hombres que la
" desgracia 6 la enfermedad ha priv:alo de
" una parte de sus facultades, :í quienes
"no puede dejarse el ejercicio t>ntero de sus
, derechos , sin esponerlos á hacer mal á
, otros ó :í perjudicarse ellos mismos , y
~'que nect>sitan no solo de la protrccion
"de las leyes, sino del cuidado de la hu~
~' manidad."

Madrid 2 de abril de 1 8oz.

ISIDORO DB ANTILLON,

Puede leerse en la academia . .-. NAll..1NJó ·


7

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PRO PO SIC ION E S.

PRIIJ!ERA.

Los gobiernos de Europa deben m


justicia dar la libertad á los esclavos ne•
grtJs de .dmérica.

!iE"GUNDA,

El tiempo y circunstancias en que si}


les debe dar , y los preliminares que de-
ben preceder á la concesion de tan justo
beneficio , se han de arrcg·lar por la sa-
biduria de los gobiernos.

Pueden prosperar nuestras ~olonias y


suministrarnos las mismas produccium.s,
aunque nos quitemos el remordimiento de
esta vergonzosa esclavitud.
Las defenderá en la real academia de
Santa Bárbara don Isidoro de .dntillon,
el dü¡, 2 de abril de I802•
Si el negro y el europeo no nos ofi·e~
ciescn la prueba , seria incomprmsiLle co... '
7*

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92
mo un hombre puede tener la audacia dt
hacer esclavo á Ju semejanU , y como es·
te no solo es bastante débil para cansen•
tirlo , sino tambien bastante atroz para
vender su posteridad , sobre la cual no
tiene derecho alguno. Si todos los seres
humanos nacen independientes en el seno
de la naturaleza , si este es el primero
'Y mas sagrado de sus beneficios; ¿por..
que la dzferencia de color y la poca ca.
pacidad intelectual del negro han autori·
zado de alguna manera un abuso tan
enorme de nuestras fuerzas ? ¿ Basta ser
poderosos para ser injustos y opresores?
¿ Autorizarémos nuestra tiran/a sobre aque·
/los seres débiles y tímidos , porque no se
han sustraído de ella como los bdrbaros,
pero valientes americanos ?

CLAR.KSON. L etters on the slave trade.

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93
NOTAS DEL AUTOR,
J;:N I8JI.

Un pensador profundo, aunque distan-


te de dar por legítimo el derecho de
escbvizar , sostiene que á la esclavitud
debieron las repúblicas antiguas el goce
verdadero de las facultades de su sohe-
rau(a, facultades que , segun su opinion,
nunca pueden ejercerse por medio Je re~
presentantcs. Si sus raciocinios son elocrten-
tes sofismas; debemos confesar que no es
fácil responder á ellos, discurriendo de
buena fe. ~Entre los griegos ~ dice, todo
lo que el pueblo tenia que hacer lo ha-
cia por si mismo, y estaba de continuo
congregado en la plaza. Habitaba un cli-
¡na dulce , no era codicioso, los escla-
vos desempenahan sus labores , la liber-
tad era Stl gran negocio. Careciendo de las
mismas ventajas ¿ como se han de con-
servar los mismos derechos ?. . . Vosotros,
pueblos modernos , cuidais mas de vues-
tra ganancia que de vuestra libertad , y
lemeis mucho ménos la cscb.vitud que la

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94
miseria." r~ Que ! ¿ la libertad no se man •
tieue sino con el apoyo de la esclavitud?
Puede ser. Los dos estremos se tocan. To-
do lo que no está en la naturaleza tiene
sus inconvenientes , y mas que todo, la
sociedad civil. Ha y posiciones desgracia-
das en que no es posible conservar su li-
bertad sino á espeasas de la de los otros,
y en que el ciudadano no puede ser per-
fectamente libre sin que el esclavo sea
estremnmente esdavo. Tal era la posicion
de Esparta. Vosotros, pueblos de la Eu-
ropa moderna , es verdad que no teneis
esclavos, pero lo sois; pagais su libertad
con la vuestra. ,

No puedo resistirme al placer de co~


pinr aquí las sigllientes palabras del su-
blime autor del Esquisse d'ttn tableatl
Ju storique des progres de l1esprit hu-
muin. ~ El siglo XVI fué la época que
mas se manch6 con grandes atrocidades.
Vi6se ent6nces restablecida en el nuevo
mondo la antigua esclavitud, pero mas
bárbara , mas fecunda en crímenes con-
tra la natura lela; la codicia mercantil co-
merciando con la sangre de los hombres,
vendiéndolos como n1ercancí~s despues de

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95
haberlos comprado por la traicion , el la-
trocinio 6 el asesinato, y arrancándolos de
un hemisferio para condenarlos en otro,
entre la humillacion y los ultra.ies, al su-
plicio prolongado de una cruel y lenta
destruccion." e~: ¿ No son acaso ( dice lleno
de indignacion otro filósofo ) , no son aca-
so los pueblos civilizados de Europa los
que de tres siglos acá llenan de sus in-
jt6sticias la tierra; los que bajo pretes-
tos de comercio, deXJastadas las Indias su-
jetan todavía el Africa á la mas bárba-
ra de las esclavitudes?... ¡ Y aun t>spera-
mos ele ellos la mejora y perfeccion de
nuestra especie !. .. ¿La libertad podrá
nacer en el seno de los tiranos ? ¿ni la
jnsticia ser obra de manos despojadoras
'Y avaras?

(3)

De cualquier manera que se miren las


cosas, el derecho del señor sobre el es-
clavo es nulo, no solo porque es ilegíti-
mo, sino porgue es absurdo y carece de
siP;ni.ficacion. Estas palabras, esclavitud y
dr'rccho , son contradictorias, y se esclu-
yen mutuamente. En los pensamientos de
1m hombre célebre~ lib J . 0 cap. 4·

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( 4) (" '1 E 1~ ' f

Ningun c6digo ha llevado tan ade·


]ante los sentimientos y respeto de' b hu-
manidad, como. el de la Recopilacicn de
las leyes de .lndias, con que la España ha
gobernado desde su descubrimiento hasta
nuestros dias sus inmensas pose~lones de ul.-
tramar, procurando asegurar la proteccion
y el a m paro de lns indios. N un ca serán,
pues, de cuenta de la generosa metrópo-
li los escesos que algunos particulares co-
metieron al principio de las conquistas.
Ni acaso era posible evitarlos , conside-
rando las circunstancias del tiempo, y la
naturaleza del co1•azon humano. Sin re-
currir á apologías (que por regular son
sospechosas y no pocas veces son exage-
r:ula~ ) , puede consultarse acerca de este
hum:mísímo sistema de nuestras leyes de
Indias el Diario de c6rtes tom. 5 pág.
7 r y siguientes, sesion de 2 3 de enero
último.
r.: Los viCios de Hernan Cortés, dice á
este prop6sito un hombre elocuente, ( y
lo mismo puede entenderse y con mas
razon de muchos conquistadores europeos
de aquella época ) , los vicios de Cortés
son los de su tiempo y los de su situa-
cion; las virtudes son suyas. Dadlc otra

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97
·época, otra educadon , otras costumbres;
ponedle al frente de la escuadra que va
·á pelear contra J erjes , contadle entre
los esparciatas que se presentan en el es-
trecho de las Term6pílas, y Cortés se-
rá un grande hombre bajo todos aspec-
tos. César nacido en el siglo xvr y gene-
n i en Méjico no hubiera sido mejor que
Cortés. Para escusar las faltas que se le
achacan, es preciso preguntarse á si mis-
mo ¿ que se puede esperar de un hom-
bre que da los primeros pasos en una re-
gion desconocida, y que se vr precisado
á procurar por su seguridad? Seria muy
injusto confundirle con el fuudador pa-
cífico que conoce el pais, y que dispo-
ne á su arbitrio de los medios, del es-
pacio y del tiempo ... "

(5)
Algun tiempo despues de c3crita esta di-
sertacion lleg6 á mis manos por fortu-
na una JJiemoria de Mr. Gregoire lei-
da en el instituto nacional de Francia,
con el título de Apología de Bartolomé
de Las-Casas.EI autor envi6 iumediata-
DH'nte un ejemplar á la academia de la
lúsloria de Madrid. Como individuo de

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98
aquel cuerpo respetable la leí desde lue~
go , y admiré la vasta erudicion con
que prueba Gregoire no haber sido Las-
Casas, segun se ha creído generalmente,
el primer promovedor del comercio de lo_s
negros para cultivar las islas y tierra-firme
de América, pues que segun el testimonio
de nuestros mismos historiadores se ha-
Haba ya introducido y propagado ántes
de las cót tes de Valladolid y de los es-
critos en que abogó por los indios el
obispo de Chiapa. Pareciómc esta memo-
•ria digna del aprecio y considcracion pú-
blica; y la traduje al castellano, acom-
paúacla de algunas notas acerca de la vi-
da y carácter de Las-Casas, á quien, en
medio de las calumnias que han espar-
cido sobre sus venerables cenizas el cie-
go orgnllo y el sórdido interes, no han
dejado de hacer justicia varios historiado-
I'es españoles de la mejor nota. La tira-
nía de la imprenta me obligó á man-
tener oculto este trabajo , que yo mira-
ba siempre como desahogo de la sensibi-
lidad , y como desagravio de Ia fama de
un hombre virtuoso. Ahora que la im-
prenta es libre , no puedt> llenar en el
momento mis deseos de publicarla, ha~
hiendo quedado el manuscrito en M::.drid
con mis demas libros y papeles al tiem~

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99
po que abandoné aquella corte en prin-
cipios de junio de 1 8o8. Recibe eutre-
t:mto' ¡o tú apostol de b humanidad! es-
ta indicacion, como homenage profundo y
tierno de todos los que, como yo, esti -
man roas á un bienhechor de sus seme-
jantes , que á los celebrados conquistado-
res , azotes de nuestra e.specie , á quie-
nes durante su fortuna tanto se adu-
la y tan bajamente se idolatra , pa-
t•a maldecir luego su memoria, cuando
ya no existen. Te han echado en cara los
fanáticos y los egoístas el esceso de ce~
lo , la exageracion en las pinturas, y
las declamaciones muy sobrecargadas; co-
mo si á una imaginacion vivamente
herida de los males y de sus funes-
tas consecuencia.s fuese posible detener
su carrera en los límites que la fria y
tranquila discusion prescribiría. Tu nom-
bre será eternamente bendito en los ana-
les de la virtud. Las lágrimas de los in-
dios que rrgaron tu sepulcro, y el sen-
timiento cordial de todos los hombres bue-
nos , debieron ser, para tus mánes sen-
sibles, recompensa mas dulce que los envi-
diados laureles de los vencedores del mun-
¡Jo. En ti queda el recuerdo alagüeño de
los beneficios con que aliviaste las amar-
guras de los oprimidos: en aquellos la

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lOO
execrable memoria de las cadenas con qua
o¡Jrimieron á sus semejantes.

(6)
De toda la superficie que compren...
den los Estaclos-Unidos, solo los territo-
rios de Nc"JJ-Hanpshire y JV[assasuchet
han deiado de estar manchados desde el
.principio de su colonizo.cion con la bár-
bara esclavitud de los negros. Estos dos
distritos nunca h;m tenido leyes que la
autorizasen. El austero puritanismo que
reina en el Connccticud ~o podía tampo-
co conciliarse con ella; y así casi todos
los colonos dieron luego libertad á sus es-
clavos.
Hasta mas de mitad del siglo pasa-
do la Pcnsilvania ha tenido esclavos ne-
gros. En 1758 fué cuando la asamblea
general de los cuáqueros decretó un:ínima-
nlente escomulgar á todo miembro de aque-
lla sociedad religiosa que persistiese en
conservarlos. En r 780, á peticion prin-
cipalmente de los mismos, la asamblea
general de Ja provincia aboli6 para siem-
1• pre la esclavitud. En los estados al sur
de la bahía D elaware es donde ha habido
si mpre mas abundancia de negros y mé-
nos inclinacion á darles libertad. Sumer-

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I CJI

gidos sus habitantes en el lujo y la in-


dolencia, han creído necesario el sudor
del esclavo para disfrutar, sin trahajo,
el hermoso teneno que han debido á la
naturaleza. Véase la interesante obra del
célebre y desgraciado Brissot , intitula-
da Nouveau voyage dans les Etats- Unis
d'Amerique, carta xxm. t

(7)
Sobre nosotros mismos ejerce su m-
flujo moral la esclavitud de los negros en
América.
Muchas de las opiniones tiránicas que
influyen en gr·an manera sobre las des-
gracias de la culta Europn, cree el sen ..
sible autor de los E studios de la natu-
rale::.a , que han nacido y se propr.gan
desde nuestras colouias llc AmériGt , foco
permanente de esclavitud, miéntras estén
regadas con el sudor de los negros. r· Des-
de allí , dice , Ge comunican á la Eu-
ropa por medio del comercio , al modo
que la peste viene de E gipto con sus pro-
ducciones; y como en nuestras cestas no
hay establecida cuarentena para las ,gen ..
tes de ultramar, infectadas por 1 na~
cimiento , por el hábito y el interes del
dogma de la esclavitud, y la depraya-

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!
cion del alma es todavía mas contagio-
sa que la del cuerpo, se necesita aLso~
lutamente , aun bajo este solo aspecto,
que desaparezca en nuestras colonias la es.,
clavitud del pueblo negro; no sea que
algun dia , por el ascendiente de· la opi-,
nion de particulares ricos, se es tienda ha~ ...
ta sobre el pueblo blanco y pobre de La
metrópoli ... "
(8)
Parece que en todas partes se han
ngntado las tretas infernales de la codi·
cía insensible para aumentar el somercío
{'Scandaloso de carne humana. A lo que
diLe el testo sobre sus criminales invcn~
ciones en África, puede aíÍadirse lo que ,,
refiere Brissot de la América setentrional.
E3tando prohibida en v:írias provincias de
los Estados-U u idos la importacion de es~
clavos negros, algunos inhumanos espt>cu-
ladores se dedicaban á robar los que esta·
ban libres , para venderlos en paises don-
de tenían precio fijo. Varios marinos estran·
geros quitaban sus negros á los propieta-
rios americanos en las invasiones de la
costa , y con perjuicio del dueóo y del
esclavo los llevaban á vender á las An-
tillas, en donde de un yugo dulce y mo.
derado pasa1an á una tiranía espantosa.

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103
Al fin de la guerra de la independencia
americana ha habido hombres tan b:ír-
baros que sacaban de los campos, prin-
cipalmente, á los niños, á las mugeres
de los negros &c. , los llevaban bajo di-
ferentes pretestos á bordo , y allí los en-
cadenaban los capitanes mercantes , y los
trasportaban á las islas. Levantaron el gri-
to de índignacion contra estos honores
varias sociedades filantr6picas, y logra-
ron que se publicasen leyes severas con-
tra los culpables. - Üb os comerciantes
americanos continuaban indirecta y clan- ,
destinamente el comrrdo infame de escla-
vos , ya prohibido por el gobierno. Un
negociante carga , por ejemplo , en Bos-
ton para Guinea, allí compra ó roba los
negros , va á .venderlos en las Antillas,
toma en estas azucar y melote, y v ic-
ne con su nuevo ~argumento :í los Es-
tados- Unidos, burlando así las leyes pro-
tectoras y tiantas que honran el código de
aquellas felices provincias.
Habiendo decretado en 1780 la as:un-·
blea general de los cuáqueros de Pensil-
vania que todos los hijos de esclavos ne-
gros fuesen libres en Üegando á 28 años ;
iupo eludir la codicia en gr:m parte el
efecto benéfico de estas humanas pro-
videncias. 1\luchos dueúos , para hurl:n~

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104
los efectos de la ley, enviaban los hijos de
sus negros á las provincias inmediatas,
bajo diferentes pretestos, pero en realidad
para poder venderlos ántes que. recobrasen
HJ libertad en la edad prescrita. Los le-
gisladores de Pensil vauia ocurrieron con pe-
nas y amenazas al remedio de tan abomi-
nables ahusos ; no se si con fruto._ Lo
cierto es que estos y otros mil ejemplos
de perversidad, de que podría formarse
una lista interminable , prueban incontes-
tablem~nte cuan arduo y difícil es el em-
pciio de hacer á los hombres rectos y
justos , cuando en el camino de la mal-
'dad y de los crímenes halla sus ventajas
el interes iudi,"i.dual. ¡ Reflexion triste para
los pocos l buenos que aman la justicia y
la virtud cou entusiasmo!

En confirmacion del mejor tl'atamien-


to que dan los espauoles á sus esclavos,
drhc tenerse presente que los negros de
Gcorgia 'se escapan de continuo á las Flo-
1 idus donde ) esperimentan mas humanidad
y consideracion por su desgraciada suerte.
y, el Viage á los Estados-Unidos pol' Bris-
sot , tom. 2. 0 carta 2 2. Ya en el tom. 1. 0
carta 1. a habla hablado ventajosamente del

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105
sistema de manumlSlon adoptado en la
Habana y otras posesiones espa!lolns , y
de su influencia eficaz sobre la Íllteligen-
cia , las cualidades mor:tles , la poblacion
y la industria agrícola y mercantil de los
mismos negros.

(ro)
¿ En que consiste (dice Brissot) , que
en nuestras capitales , donde la delicadeza
de los sentimientos iguala algunas veces á
la de las sensaciones codiciadas con mus
anbia, hay tan pocas personas que al sa-
borearse con el azúcar y el café se acuer-
den de los latigazos que nuestra golosina
cuesta á los negros , para rc¡)!'oducir los
cañas cuyo jugo se éonsume 1 y para cul-
tivar el arbolillo cuy as hojas puestas en
infusion dan una bebida, ya ca~i necr-
saria al lujo y al capricho? A la vcrdatl
los hombres instruidos y sensibles, que
nnnca son en gran número, parece difícil
que puedan dejar de contristarse con la
idea de los escesivos sudores, lágrimas y
crueldades , sin las cuales no se consigue11
nr¡uclbs producciones, y que todo e~ tos
¡nales dejen de presentarse á su imagina-
cien bjo mil formas. Sabido es que los
individuos de clases muy 1:espetables, aun
8

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zo6
los mas devotos, son apasionadísimos del
chocolate ; no reflexionando quizá que así
contribuyen y participan del crÍinen mas
enorme á que el sol haya jamas asistido
con su luz. En efecto, al consumir el ca-
cao y el azúcar ¿,no es cierto que pagan
sueldo á los hombres ciegos ó perversos que
toman directamente parte en unos delitos,
sin los cuales hasta ahora no se han llega·
do á reproducir los frutos coloniales ? Y
sin embargo, ¡ con que frinldad, con que
indiferencia tan culpables se mira general-
mente la cuestion <le b suerte de los ne-
gros! El humaní8ilno cuáquero americano
\V'oolman ; autor de las Consideraciones
sobre la esclavitud de los negros 1 de tal
manera ( aiíade Brissot) aborrecía este co...
rnercio infame , que jamas quiso gustar los
frutos cuya produccion se debía [t las ma-
nos esclav:1s del i n!eliz africano. l?'oyage
Llans les Etuts-Unis, lettre XXI.

( 11)
Si el negro reducido á su actual con-
dícion , es mas falso , mas vi cioso y mas
corrompido que el blanco, cúlpe~e á la
esclavitud que le ha degradado . Sus crí-
menes y sus vicios deben imputarse á sus
tiranos. ~'Los esclavos todo lo pierden con

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167
las cadénas , hasta el dest>O de sacudirlas!
Jlegan á querer su esclavitud , cotno los
comp::tñeros de UHses amaban su embrute-
cimiento. Si hay hombres, pl1es, que pa-
recen destinados por la naturaleza para
esclavos , es porque ha habido esclavos
contra la naturaleza . La fuerza y la tiranía
hicieron los primeros esclavos: su cobardía
los perpetúa.''

El doctor Thornton , enérgico ami-


go de la libertad en los Estados-Unidos,
teniendo por cierto que seria imposible es-
perar una síncera union entre los blancos
y los negros en la América ruiéntras sea
tan grande su difercucia de color, por mas
que se suavice la condicivn de estos tÍlti-
mos elevándolos 6. la clase de hombres li-
bres, se ocupaba hácia el aúo de 1783
en un proyecto para restituir los negro:> á
IIU patria , c.>stablecerlos allí , estimularles
ú cultivar el azúcar, el café , el algodon
&c., á fundar tibricas y á ponerse e,n
relaciones comerciales con Jos c.>uropeos. El
mismo se proponía cond udr :í los IJegr'ls
que re11u'grase11 del América al Africa;
habia tomado V<trias medidns para el fe-
lit: éxito de su humnn'simo plnll , lo co-
fllUnicó al cuer¡Jo legislativo de Massasu•
B"

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zoS
chet , y estaba perstHldido que cuando se
publicase su designio le seguirian millares
de negros. Parece sin embargo que el plan
de Mr. Thornton no pasó de un sueiío
filantrópico.
Los ingleses formaron en aúos pasados
una colonia en Sierra-Leona con la in-
tencion laudable de civilizar los negros y
restituirlos á la libertad. Ignoramos en que
estado de prosperidad se encuentra aquel
establecimiento , en la costa occidental del
.África ; establecimiento que será mas acre-
edor á los elogios del hombre sensible,
si los ingleses en su fundacion se han di-
rigido ménos por miras mercantiles que
por principios de caridad universal.

Por los t.~ltimos decretos de las cÓl'•


tes se han dado en España providencias
muy liberales á favor de los indios ; exi-
miéndolos de varios tributos gravosísimos
y amparando con particular cuidado sus
propiedades. Eu el diario de sus sesiones
tom. 3. 0 pág. 75 puede tambien verse la
mocion de un diputado, quien tratando de
la naturaleza y poquedad de los indios y
de su propension al ocio , á la oscuridad

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109
y al retiro , opinaba que uno de los me~
jores medios para escitarlos al trabajo y
al honor , en el caso de dárseles repre-
sentacion en el congreso nacional del im-
perio espaiíol (como parece justo) seria
¡·estringir este derecho á los indios po-
seedores de una suma de 2000 á 2500
duros t'C pues que en aquellas clases no es
"dado venir á esta fortuna por otro ca~
" mino que el de la aplicacion, de la hue ..
"na fe en sus negocios y contratos' r
" de la probada honradez de su conducta. "

Smnuel Smith, autor del Ensayo so-


bre las causas de la variedad de los co~
lores y figuras de la especie humana, pre-
tende que el color es el resultado de las
localidades climatéricas y físicas de un país.
Si el negro tiene el color mas oscuro que
el cafre , y el color de este guarda un
medio entre el del negro y el del indio,
la razon es la siguiente. Bajo del ecuador
los vientos siguen el curso del sol , llegan
á la costa oriental del Africa refrescados
por los ¡¡.¡ares inmensos que les ~ranquean
paso , y hacen á los paises de A.1ar , Zan-
guebor y Monomotapa comparativarnente
t-emplados; pero despues de haber atrave ..

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no
sado el continente del Africa por espacio
de tres mil millas, y haberse penetrado
de todos los fuegos de un desierto ardien-
te , vienen á caer abrasados sobre la ca-
beza de los habitantes del Senegal y de
la Guinea.
Pero los negros no se diferencian so-
lamente en el color y en un simple tegu-
mento de las otras razas de la especie
humana: su diferencia esencial consiste en
las dimensiones principales de la annazon
huesosa , como demostró el sábio natu-
ralista Lacepede en un discm-so , cuyo es-
tracto puede verse en mis Lecciones de
Geografía, leccion xtv. En efecto la natu-
1·aleza ha impreso en la osamenta de la
ca:beza del negro caractércs lJIUY decisivos
que la distinguen de la de los restantes
linages de hombres , y especialmente de
los europeos. _ Si sobre una cabeza hu-
mana se tira una línea desde el agugero
auditivo al cortante de los dientes incisi-
vos, y desde este último punto se tira otra
línea al ananque de la frente , las dos lí-
neas formarán un ángulo bien conocido
por los naturalistas , desde Gilmper, bajo
la denominacion de ángulo facial. Este
ángulo en todas las estatuas grieg;ts , que
son el modelo de la hermosura perfecta,
c;.onsta de cerca de 90 grados , es decir,

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le falta poco para la medida de un án-
gulo recto. A proporcion que el rostro hu-
lit -
mano se altera y desnaturaliza , la a bcr-
tura del ángulo facial disminuye, siendo
de unos 85 grados en el europeo, el geor-
giano , &c. Los negros son de todas las
castas conocidas de hombres los que tie-
nen mas agudo su ángulo facial , pues no
abraza mas que unos 70 grados. Este es
el carácter que verdaderamente los distin-
gue de los demas miembros de la especie
humana; sin que por eso dejen ellos mis-
mos de diferenciarse entre si por las fac-
ciones de sus caras, tanto como por la for-
ma de sus gobiernos, la estravagancia de
sus costumbres y supersticiones , y la di-
ver;;idad de sus lenguas.

(I 5)
Aun en el estado de esclavitud y de.
gradacion en que los negros esclavos se
hallan hoy; cuando se les da alguna ins-
truccion, cuando no mirándolos absoluta-
mente como h(>stias de carga se ha tra-
tado de. inspirarles la virtud y los cono-
cimientos, desmienten con su moral y su
industria las calu11mias que sus tiranos pu-
blican contra ellos , y no se percibe di-
ferencia notable ~ntre la memoria de una.

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II!
caheza negra y ensortiiada, y la de una
caheza lisa y blanca. Véase lo que dice
Brissot acerca del aprovechamiento de los
niiíos y nüías negras, educados en las
escuelas de Filadelfia. El mismo Brissot
n:•.fiere li::tber tratado en la América seten-
trional á un negro que profesaba la me-
dicina con mucha aceptacion , ganando a-
nu~ll mente 64ooo reales en este ejercicio,
y hahla de otro que poseia singular fáci-
Jidad para los cálculos mas complicados.
Nouveatt Voyage dans les Etats-Unis Let-
tre XXJP. Put-de establecerse pues por
principio general, que la capacidad de los
negros puede estendersc á todo , y que
solo nec~sitan de instruccion y de libertad.

Últimamente la Inglaterra no solo ha


decretado la abolicion de la esclavitut.l de
los negros , sino que ha tomado parti-
culat· empeño en que se haga general es-
ta abolicion en toda Europa. La Esparía
va á tener parte en esta gloriosa revo-
lucion de principios, que tanto honra
las luces y la humanidad de los pueblos
modernos. En la. sesion memorable que
el dia dos de abril pr6.dmo celebraron
las córtcs generales y estrnordinarias del

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II3
reino, el diputad o D. Agustin Argüéll es
hizo la siguiente proposicion:
re Que sin detenerse V. JJI. en las
,.eclamaciones de los que puedan estar in~
teresados en q~te se continzíe en Am(ri~
ca la introduccion de esclavos de Afri·
ca, decrete el congreso abolido para siem•
pre tan infame tráfico ; y que desde el
dia en que se publique el decreto no pue-.
dan comprarse ni introducirse en ningu•
na de las posesiones que componen la mo-.
narquia en ámbos hemisferios bajo de nin·
gun pretesto esclavos de .África, aun cuan..
do se adquieran directamente de alguna
potencia de Europa 6 Améric a.
Que el consejo de regencia comuni--
que sin pérdida de momento al gobier•
no de S. ll:l. B. el decreto , á fin de
que procediendo de acuerdo en medida tan
fil an:tr6pica pueda conseguirse en toda la
estension el grande objeto que se ha pro-
puesto lu nacion inglesa en el célebre bill
de la abolicion del comeraio de esclavos."
E11 seguida e} mismo autor de la pro•
posidon , cuya elocuencia varonil y fi ..
losófica siempre se ha dirigido al triunfo
de la razon y de la humani dad contra la
ignoran cia y el fanatism o, ..espuso al con·
greso las siguientes reflexiones.
r~ Los término s en que se hulla conce..

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II4
"hida mi propos1cton manifiestan que no
"se trata en ella de manumitir los es-
'' clavos de las posesiones de América,
"asunto que exige la mayor circunspec-
" cion, atendido el doloroso eje m piar acae-
" ddo en Santo Domingo. En ella me
" limito por ahora á que se prohiba so-
~' lamente el comercio de esclavos. Para
" tranquilizar á algunos señores que ha-
" yan podido dar á la proposicion sentido
~'diferente, espondré á V. M. mis ideas.
" El tráfico , seiíor , de esclavos , no solo
t' es opuesto á la pureza y liberalidad de
" los sentimientos de la nacion espa11ola,
"sino al espíritu de su religion. Comer-
" ciar con la sangre de nuestros hermanos
" es horrendo , es atroz, es inhumano;
" y no puede el congreso nacional vacilar
'' un momento entre comprometer sus su-
" blimes principios ó el interes de algunos
"particulares. Pero todavía se puede ase-
" gurar que ni el de estos será pcrju-
" dicado. Entre varias reflexiones alegadas
"por los que sostuvieron tan digna y glo-
" riosamente en Inglaterra la abolicion de
" este comercio, una de ellas era profc~
"tizar que los mismos plantadores y due-
" i'íos de esclavos esperimentari;¡n un be-
" ncficio con la aholicion , á causa de que
"no pudiendo introducir en adelante nue·

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115
"vos negras habrian de darles mejor tra-
" to , para conservar los individuos ; de
" lo que se seguüia necesariamente qu~
:'mejorada la condicion de aquellos in-
" felices, se multiplicarían entre si con
"ventaja suya y de sus dueños. A pe~
"sar de que el tiempo corrido desde la.
" abolícion es todavía corto, estoy segu-
" ro que la esperiencia ha justificado 1~
"profecía. Esto mismo suceded á los du~
"tíos de nuestros ingenios y á otros agri-:
" cultores de la Habana, Puerto-Rico, Cos~
"ta-firme &c., y aun no puede dudarse que
" la prohibicion seri:~ un medio de in-
" clinarlos á mejorar el cultivo por otrQ
"método mas análogo al que reclama la
" agricultura , y mas digno de los súb~
, ditos de una nacion que pelea por su
, libertad é independencia. Todavía mas,
"La oposicion que puedan hacer los in-
" teresados nada conseguiria , atendida la
" liberalidad del congreso respecto de la
" mejoras de América. Seria infructuosa~
" como lo ha sido la que hicieron en In-
" glaterra los opulentos plantadores y tra-
" ficantes de Liverpool y otras partes, que.
" se conjuraron abiertamente por espacio
"de 20 años contra el digno é infatigable
;, Wilberforce, autor del bill de abolicion.
, Jama5 olvidaré, señor, la memorable

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u6
" noche del 5 de febrero de I 8o7 en que
"tuve la dulce satisfaccion de presenciar
" en la cámara de los lores el triunfo de
" las luces y la filosofía ; noche en que
"se aprobó el hill de abolicion del co-
" mercio de esclavos. En consecuencia de
'' tan filantrópica resolucion se formó en
'' Lóndres una asociacion compuesta de los
" defensores de aquel hill y v:irias otra9
''personas respetables, para desagraviar
" por cuantos medios fuese posible é in-
" demnizar á las naciones de Africa del ul-
" trage y vt>jámcn que han sufrido con tan
" infame tráfico. Su objeto es formar es-
,, t;..blecimientos científicos y artísticos en
"los mismos parages que eran :íntes el
" mercado de la especie humana, lleván-
'' doles de esta suerte toda esp cie de cul-
" tura y civilizacion ; y su profullda sabi-
" duria ha esceptuado solo la propaganda
'' religiosa , no fuese que so color de re-
" ligion se abusase , como se ha hecho
"muchas veces , de este santo ministerio,
" prefiriendo dejar á los progresos de la
"ilustracion un triunfo que solo puede con-
" seguirse con el convencimiento y los me-
" dios suaves. Convencido el gobierno de
"Inglaterra de que el objeto del hill no
" podia conseguirse miéntras la naciones
:l' de Europa . y América pudiei€11 hacer

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l17
~por si este tráfico 6 prestar su nom ..
"bre á los comerciantes ingleses , resolvi6
" interponer su mediacion para con las po ..
"tencías amigllS, á fin de que se adoptase
" la abolicion por sus gobiernos. Creo que
·" aquel gabinete había dado pasos con Sue~
" cia y Dinamarca ántes de };¡ c.ctual guer~
"ra; y sino ha hecho al de V. M. igual
, propodcion , será porque en aquella épo-
" ca tenfamos la desgracia de estar sepa-
" radas , y en el dia portrue le ocuparán
, atenciones de mayor urgencia. Por tan-
" to , seiíor, no desperdicie V. M. una
" coyuntura tan fcl iz de dar á conocer la
"elevacion y grandeza de sus miras , an-
." ticip1nuo~e ~ seguir el digno ejemplo de
"su aliada , para no perdr•r el mérito de
, conceder espontaneamcnte á la humanidau
~'el desagravio que reclama en la abolicion
"del comercio de escla' os."
Esla mocion tan juiciosa como huma-
na prO;JOlle á la nacion española el cami•
no gmtlual 1que debe seguir en la aboli-
cion de la ('sclavilutl de Jos negros , se-
cando el manantial de esta escla' itud con
Ja prohihícion de importaciones ulteríores,
ántes de soltar las cadenas de los esclavos
ya establecidos en América; asunto muy
delicado y en que procediendo con méno:;
prurlenc!11 pudiera cansarse la desgraci~

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u8
1:le los dueno5 y de los siervos. ~ t::ts re
voluciones de b política , dice Saint-Picr-
1'<" , deben ser periódicas como las de la
n;.~turaleza." La supresion del comercio de
negros en los términos propuestos por el
diputado Argüelles , recomendada por la
·re!igion y la humanidad , no puede csd-
.tar reclamaciones de nuestros comercian-
1.cS que no se dedican en general á seme~
junte tráfico. Y aun en la misma HaLa-
na, donde mucha parte de las produccio-
nes se debe al tt·abajo de los negros, no
• ria. imposible, aunque sí difícil , subro-
garles otros brazos , removiendo varios
obstáculos legales que actualtnente se in-
tt•rponen , como se insinuó en una me..,
moría del encargado del ministerio ue ha-
cienda de Indias , inserta en el diario de
córtes tom. 5· 0 pág. zz5.
En la misma sesion de las r6rtes de do
de abril pt•opu~o el diputado Garcia Her-
reros, que sobre prohiLirse ]a impor1acion
·de los negros se declarasen libres los hi-
jos de los esclavos ya establrcidos en h
América ; pues de lo con Lra rio , aunque
proscrito el comercio, se perpetuaria la es_,
c!avitud. Opúsose á esta adicion benéfica
otro diputado, fund:índose en que la es-
clavitud, como quiera, es una propiedad,
y toda propiedad es sagrada y merece

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119
indemnizacion. Pero yo le responderia con
Erissot r.: ¿ Que viene á ser una propiedad,
~'fundada evidentemente sobre el robo?
"¿ Vale algo una propiedad contraria á
., las leyes divinas, y humanas!" Y cuando
fuera lícito á un hombre venP,erse :í si
mismo y lo hiciese de buena voluntad,
su enagcnadon ¿podrá :::rrastror por con•
secuencia la esclavitud de sus hijos ? Ellos
nacen hombres y libres. Su libertad les per~
tencce esclusi \amente , y nadie puede co-
artada sino ellos mismos. Decir que zm
hombre nace esclavo, es lo mismo que
decir que 110 nace hombre. Estos son prin-
cipios constantes, tan antiguos como la
razon ; y nunca pueden dt>sconocerse, si
se con su! tan los sen ti rnientos inseparables
de la naturaleza humana.
Todos los espanoles amantes de la glo-
ria y del honor de su patria esperan con
impaciencia el informe de la comision nom-
brada p3ra eX31llinar este asunto intere~
6ante, cuyo término esperamos que ha de
ser la libertad de tantas yíctirnas como
estamos consngrando en el nuevo mundo
á nuestro lu.1o y á nuestros errores. La
misma cormsion debe tombien informal'
acerca de las proposiciones siguientes del
di puta do Akol'er , proposit:iones aun mas
trascendentahs á favor de lus negros que la

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120

mocion de D. Agustín Argiiéllés. - ~Con ..


trariándose lu esclavitud al derecho na•
tural , estando ya proscrita aun por las
leyes ciuiles de las naciones cultas , pug-
nando con las máximas. liberales de nues-
tro actual gobierno , siendo impolitica y
desastrosa de que tenemos funestos y re-
cientes ejemplares , y no pasando de preo-
crpacion su decantada útilidad al serví~
cio de las fincas de algHnos hacendados,
debe abolirse enteramente. Pero para no
perjudicar en sus intereses á los attua-
les dueños de esclavos, se hará la abo-
licion conforme á las proposiciones st-
guientes.
Primera_ Se prohibe el comercio de
esclavos, y nadie en adelante podrá ven·
der ni comprar esclavo alguno ; bajo lee
pena de nulidad del acto y pérdida del
precio exhibido por el esclavo, el que que-
dard libre .
Segunda- Los esclavos actuales, para
nQ defraudar á sus dueños del dinero
que les costaron , permanecerán en su con-
dicion servil, bien que a[ú,iada en la for-
ma que se espresa adelante hasta que con-
sigan sr~ libertad.
Tercera_ Los !lljos de los esclavos na
nacerán esclavos , lo que se i!ltroduce en
Ja~.:or de l" libertad , que es preferente al

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121
tl.ereclw que hasta ahora han tenido los
<JnlOS .
Cuarta- Los esclavos serán tratados
del mismo modo que los criados libres,
sin mas diferencia entre estos y aquellos
1ue la precision que tendrcín los prime-
ros de servir á sus dueiios durante w es-
clavitud ; esto es, que no podrán variar
de amo.
Quinta_ Los esclavos ganarán salario
proporcionado d. su trabajo y aptitud, bien
que menor del que ganarían siendo li-
bres, y cuya tasa se deja al juicio pru-
dente de la justicia territorial.
Sesta _Siempre que el esclavo ó ya
porr¡ue ahorre de sus salarios 6 bien por-
que haya quien le dé el dinero , exhi-
ba á srt amo lo que le costó, no podrá
este resistirse á la libertad.
SépLima _Si el e~·clavo vale ménos de
lo que cost6 porque se haya imitilizarfo
6 envejecido , esto será lo que exhiba pa-
1·a adquirir su libertad; pero si vale mas
de lo que cost6, por haberse perfeccio-
narlo , no exhibirá sino lo que costó , lo
cual se introduce tambien en favor de la
libertad.
OctaYa-:- Si el esclavo se inútiliza por
enfermedad 6 edad avanzada, dejará de
ganar salario; pero el cano estará en obli-
9

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t ~2

gacion de mantenerlo durante la inhá-


bilidad , ora sea perpetua , ora temporal.

Apénas fué proclamada la independen-


cia de los Estados- Unidos , pareció in con~
secuente que nnos hombres armados pa-
ra defender su libertad la robasen á sus
semejantes. Así el congreso en r774 pro-
nunci6 que la esclavitud de los negros
era incompatible con las bases del repu-
blicanismo. Pero aunque los americanos
están persuadidos mas que ninguna otra
nacion de que todos los hombres nacen
libres é iguales , aunque se dirigen ge-
neralmente por este dogma de la igual-
dad , y aunque los cuáqueros, guiados por
sus principios religiosos, han combatido
con entusiasmo la esclavitud africana, sa-
crificando á tan buena causa sus intere-
ses particulares; sin embargo el egoismo,
cuyo partido es ·numeroso, ha luchado
por sostener en las provincias meridiona-
les la imposibilidad de cultivar el suelo
sin manos esclavas , y la necesidad de au-
mentar su número, reclutando mas y mas
negros en Africa. Los esfuerzos violentos
de rste partido olJligaron al célebre con-
greso nacional, en que se estableció el

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1!!3
JJUevo sistema federal de los Estados-Uní..,_
dos , á separat·se en alguna manera del
gran principio de la libertad universal y
de las precedentes declaraciones dt::l con-
greso, decretando que basta veinte aiíos
despues no se verificase la abolicion total
de la esclavitud. Quiso, en esto imitar á
Solon , que no hizo las i:nejores leyes po...
sibles , sino las mas convenientes á las
circunstaneias. Es verdad que aun eu los
estados donde permaneci ó la e:;clavitlld , la
esteusion ge.neral de las ideas sobr·e la li-
bertad! hacia mas dulce la condicion de
los esclavos y mas suave su trato .que
eu lo restante de América.
Los progresos de la misma revolucion
de ideas act!rca de la suerte y libertad
de los. 'negros en la "América setentJ io-
nal, se debieron principalm ente y se de-
ben al cdo constante de las sociedades
filantr6picas formadas en Filadelfia y Nue-
va-York; lr.s cuales no solamente se ocu-
pan en destruir la esclavitud y el comer-
cio dl! nC'gros y en proteger á estos de
todas las vejaciones , sino tarnbien en ins-
truir y en aconsejar á los que han sido
manmnitid os, hacerlos capaces de ejercer
y gozar la libertad ci \ il, despertar su
industria, darles ocupa dones convenientes
á la edad , al sexo , á los talentos y de-
9•

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124
mas circunstancias, y finalmente p1·ocu~
rar á sus hijos una educacion conforme
al género de vida que deben llevar. Véa-
¡;e sobre sus operacümes y proyectos be-
néficos el interesante Viage de Brissot,
carta 2 4. _ El mismo Brissot en la car-
ta 25 trata estensamente de la abundan 4

cía del azdcar de una especie de arce,


muy comun en la América setentrionalt
que sustituyéndose, como parece que pu-
diera , al azúca1· de caña contribuida á
facilitar con mas prontitud la abolicion
de la esclavitud de los negros en todo
el Norte del nuevo hemisferio.

(zB)

De resultas de los decretos de la asam-


blea nacional francesa acerca de la liber-
tad de los esclavos en América, se sus-
citó una guerra civil en Santo Domingo
entre los blancos , y los negros y mula-
tos. Despues de muchos combates insig-
nificantes, el dia 21 de junio de 1793
tres mil esclavos sostenidos por los mu-
latos entraron en Caho~Frances, y ase-
~inaron indisl intamentc á todos los blan-
cos, hombres, mugeres y niños. Redu-
cida luego la isla á una colonia de ne-
gros , c¡uc á guisa de animales :feroces so-

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f25
Jo hallaban placer en la desolaoion y en
los estragos , qued6 privada por ent6nces
de la civilitacion y de la cultura euro~
pea. H echa la paz de Amiens, la Ingla-
terra , que miraba la pr6ximidad y el
ejemplo de aquellos negros dominadores
como muy peligrosa á sus mismas pose.-
siones, auxilió á los franceses, que con
una escuadra poderosa se dirigieron á re-
ducir y sujetar los sublevados y á pa-
cificar la colonia. Pero esta espedicion
muy costQsa y sangrienta tuvo un fin de-
sastrado. Santo D omingo permanece toda-
vía bajo el imperio de los negros , cuyo
gefe ha tomado el título de Emperador
de Hayti , sin que hayan ces:Jdo hasta el
oD día ni las guerras civiles entre los mis-
mos negros , ni las escenas de ferocidad
y 'derramamiento de sangre en aquellas
fértiles pero desventuradas campiiías , pri-
mer establecimiento de nuestros antepaw
¡ados eu el nuevo mundo.

Con la enseñanza y despues con la U...


bertad podrán quizá elevarse los negros
á un grado de cultura y de inteligencia
que ahora parece inconcebible. No hay
en cd 8jénerQ humano clase alguna de

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1 z.6
gentes ni pueblos" á quienes esté cerrado
para si~mpre el santuario de la razon; y
tal nacion que hoy se encuentra en el em~
hrutecin;tiento y estupidez, fué en las eda-
des remotas templo y refugio de las cie!l-
cias. Esta proposicion seria mas cierta,
~i se adoptase la opinion de un filósofo,
;qut: establece con argumentos respetable:;
los principios de la civilizacion del mun-
do y de los conocimientos astronómicos
y físicos en las fuentes del Nilo , entre
los pueblos negros de la Abisinia y Nu·
hia.

NóTA.

N. B. No podemos concluir esta m11- (_)


1eria , sin decir algo de las humanísimas
=ideas que acerca de la misma esparció en
sus escritos el filantrópico autor de .los
Votos de un solitario, Bernardino de Saint-
Pierre.
r~ La libertad de los negros en Amé-
rica (dice) será tanto ménos difícil de ve-
rificarse, cuanto el cultivo en las islas
de América es mu~..-ho ménos penoso y dis-
pendioso que en Europa. No se necesi-
-tan ni arados pesados , ni rastrillos , ni
tiros de caballos , ni labores triples pa. .
·ra plantar el cazahe, el . maíz, la p::rta..-

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127
ta, el café , la caña de azLkar , el ani} , el
algodonero y el árbol del cacao, como para
nuestros trigos , vinas , linos y cáiíamos.
Las campitlas de las islas se cultivan CO·
mó nuestros jardines , con azadas y aza·
dones; bastando para casi todas sus co-
sechas las mugeres y los niiíos. r.: Es ver-
dad que los ingenios de azúcar exigen
grandes gastos en edificios y el concur-
so de muchos trabajadores ; y de aquí han
inferido los partidarios de la esclavitud
la necesidad de emplear en las islas obra·
dores de esclavos negros. Esta consecuen-
cia débil es su argumento mas fuerte con-
tra la libertad de los afücanos. Pero á
fe que en Europa no se necesitan obra-
dores de esclwo:~ para mantener y dar
movimiento á las fábricas de curtidos, de
tapices, de papel, de armas y de alfileres,
que exigen grande concurso de brazos, y
mas ind ivisihilidad en sus operaciones que
:as de azúcar. Por otra parte, el propieta-
l·io de un ingenio de ::rzúcar no es menes~
ter que cultive todas las cañas de su dis-
trito para recoger solo él la cosecha, así
como el poseedor de un lugar en Borgo-
ña no necesita que sean suyos los viiiedos
de las costeras inmediatas. Los que en
Europa fabrican telas no cultivan el lino
y el c:h1amo, ni los fabricantes de papel

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t28
recogen el trapo por las ca1Jes, ni los im-
presores y encuadernadores de libtos se
ocupan en manufacturar el papel. De la
reparticion de las diferentes artes entre
manos libres ha provenido su perfeccion
en la Europa. Tan necesarias son á los
JH'Ogresos de la industria las pt queñas pro-
piedades artistas , como las territoriales
al de la agricultura. Si los fabricantes de
nzúcar en las colonias estuviesen encarga-
dos únicamente de su elaboracion , y los
agricultores del cultivo de la caña , no se-
úa necesario refinar en Europa el a;HÍcar de
las islas ... Las va:>tas habitaciones de las
Antillas di vididas en propiedades cortas , y
hechas libres , serian tan industriosas y me
atrevo á decir mas agradables, por la fá- ~
cilidad de su cultivo y la temperatum de
su cielo, que las granjas y casas de cam-
po de Francia , donde son tan duros los
inviernos; ofreciendo mucha ocupacion y
empleo á tantos paisanos y jornaleros co-
tuo en algunas prpvincias de Europa se
l1allan sin faenas ni subsistencia. Los ha-
bitantes de nuestras colonias serian mas ri-
cos, mas distinguidos y mas felices, cuan..
do en vez de esclavos estrangeros tuviesen
á sus compatriotas por arrendadores, y en
lugar de habitaciones poseyesen señoríos.
~Algunos hombres de mala fe han pre:-

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129
tendido que los europeos no podrian cul-
tivar las tierras ardorosas de América; pe~
ro con los hechos se les responde fácil-
mente. Bartolomé de Las-Casas lle\'Ó á San-
to Domingo labradores de su pais, que
hubieran prosperado en aquella isla , á no
haber sido destruidos por los caribes, ir-
ritados de las atrocidades y robos de otros
europeos que les precedieron en la misma
colonia. Diariamen te vemos en los puer-
tos de nut>stros establecimientos ultramar!·
nos, donde el calor es mas fuerte que en
lo interior de las tierras , á nuestros ma-
rineros , carpinteros y picapedreros ocu-
1 pados en trabajos mas duros que los del
cultivo del café , algodon y cacao, para
r: los cuales bastan las manos mas débiles ..•
Los filibusteres en la misma isla de San-
to Domingo se servían para fatigas ma-
yores que las que ahora se encomiendan
á esclavos , de criados j6venes blancos,
á quienes daban plena libertad al cabo de
algunos meses ... Los antiguos indios que
cultivaban las Antillas y b3 tierras de
Méjico y del Perú tenían mucho mas dé-
bil temperamento que sus conquistado-
res. Y finalmente ¿ no vemos que por de-
bida reaccion de la justicia divina, los eu-
ropeos sufren en marruecos una esclavitud
mas cruel que la de los negros , bajo el

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130
cielo del Africa mas abrasado que el d(t
América?"
rr Entretanto seria muy útil contri-
huir por todos medios á que la metr6poli
se haga mas y mas independiente de las
Américas ~ de donde saca hoy la mayor
parte de algunos artículos que son de con-
sumo diario. Tales son principalmente el
azLÍcar , el café~ el tabaco y el algodon."
r~ Podria fomentarse la multiplicacion
de las colmenas~ y reemplazarse el azúcar
por la miel, que tanto amaban los anti-
guos ~ que es la quinta esencia de las flo-
res, y que dcjaria mucha ri<1ueza en nues-
tras campiiias ~ donde mil plantas producen
en vano sus !lceites etéreos._ (*)Quizá po--
dría tambien reemplazar al café alguna t[;
su¡¡tancia vegetal de nuestros climas. ~ Ya
que este fruto de lujo ha llegado á ser
un alimento de necesidad para muchos
pueblos de Europa ~ convendria que se
hallase un equivalente mas sustancial en
nuestro territorio ; así como si un j6ven

(*) ¿Y porque no podría servir tarn-


bien de suplemento en Espana el a:;;zícar
de uva ? Quien dude de ello , vea la di-
sertacion Jummosa que sobre este punto pu-
hlic6 en ll'ladrid el célebre qufmico y mi
'lJenerado maestro Do¡¡ Luis Prou,st.

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131
pierde su caudal y su tiempo en correr
tras de una manceba , se le reduce á la
economía y :i sus deberes casándole con
una muger honrada."_ El uso del tabaco
es de los mas estravagantes y de los mas
difíciles de destruir , así como el mas ge~
neral en el mundo , pues aunque vino de
:América y los sah·ages nos ensenaron á
fumar , hoy se funu ya desde la Norue-
ga hasta la China , y desdE' Arcángel has-
ta el p::lis de los hotentotes. Sin embargo
como esta planta crece en Francia ( *) y
de escelente calidad , podemos , cuando se
qui.,ra , promover su cultivo en nuestro
mismo suelo y hacer de su consumo uno
de los mas ventajosos ingresos para nues-
r,¡¡ tra agricultura, sin nece~idad de recurrir
á las Américas." Fuera de desear que pu-
diera tambien connaturalizarse la caiía de
azticar y el café. Si la Sicilia y otras par-
tes de Italia serian susceptibles de e~ta cla-
se de pbntas , ( **) no así la Francia don-
de se opone el clima. :">
Sobre esta materia debe tenerse prc~

(*) Lo mismo en España.


( **) En Esparta el aZlÍcar es ya una
cosecha , pues en la costa de Gmrzada se
hallan desde antiguo plantaciones de ca-
ñas , y tambien ingenios para fubricarlo.

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132
sente una observacion general , y es e~ que
la naturaleza ha hecho capaz á toda ln
tierra de producir do quiera las mismas
:;ustancias ~ con la sola diferencia de v.ariar
los vegetales que las contienen, segun las
latitudes. Los salvages del Canadá hacen
azúcar con el jugo de los arces , y los ne~
gros de Africa hacen vino con el de sus
palmas. El sabor de la avellana se halla en
la nuez gruesa del coco ~ y el de muchas
yerbas arom~licas de nuestras campiñas en
los árboles de la especería de las Malu-
cas. En general , la naturaleza ha puesto
las consonancias de los ál"boles de la zona
t6rrida en los chaparros y en las yerbas de
las zonas templadas, y hasta en los mus-
gos y hongos de la zona glacial. ~ Ha co- •J
locado en el mediodía los frutos al abri-
go del calor, elevándolos sobre los árbo-
les i y yendo hácia el norte los pone nl
cubierto del fáo, situándolos en lugar in-
ferior, á saber, sobre las yerbas, las cua-
6, les por otra parte no temen el invierno,
pues no viven mas que un verano. Por
consiguiente en las clases humildes , en las
plantas anuales y espontáneas , es donde
podrlamos hallar producciones equivalen-
trs á los grandes vegetales del mediodía."_
El algodon , tan usual ya en el pueblo,
da una prueba nueva de estas compensa·

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'33
ciones : crece en lo3 bosques del 1Úrica y
ele la América meridional sobre grandes
árboles espinosos ; en las Indias orientales
sobre grandes arbolillos , y en Malta é is-
bs del Archipiélago sobre una planta her-
bácea. Nosotros podríamos suplir su uso con
el del lino, yerba anual cuyo orígen es
del Egipto, y que ha bastado por mu-
chos siglos, con la lana de nuestras ove-
jas , para vestirnos hasta con lujo , dándo-
nos trages mas saludables y no ménos
elegantes que el algodon ( *). Se sabe que
las damas grieg:1s y romanas , que se ves-
tian con tanta gracia , no llev:1ban en to-
do tiempo mas que tragrs de telas finas
de lana y de lino.
r.: Lo repito. Es una gran falta en po..
lítica que la materia primera del vestido
del pueh lo esté hoy en sus colonias de
,América, como el azúcar, el cacao y el café
de su desayuno, y el tabaco de que hace con-
$llmo tan general. Solo faltaba que se tra-
jese de alH el trigo, para que la Europa
quedase en una entera dependencia del nue-
vo mundo. Así se vi6 por las reclamacio-
nes violentas de los comerciantes france-

( ~) Rl algodon es de cosecha de Es-


pmía en la costa de Granada, reino de
Valmcia , úlas ds Mallorca, lviza &c.

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!34
l!CSen favor del tratado inhumano de ne . .
gros contra los decretos de la asamblea
nacional , que los puertos marítimos de
Francia , mas distinguidos por su comer·
cio , habian dejado de ser franceses pará
hacerse americanos."
P. S. 4menidades naturales de la3
Esparías, por don .IJ1ariano La gasea, pág.
I 6. ~ El panizo negro es natural de b
~'India oriental , como lo son tambien el
~' arroz, el naranjo , el limonero , lime•
" ro , cidro , azamboero y otras plantas,
"las cuales fructifican abundatltemente eu
~'nuestras producbs meridionales . E.;ta
" obsen·acion indica que dehemos espe1·o.r
" se connaturalicen tambicn en los mismoa
" parages el te , café, gengibrc , canl.amo·
~' mo , galanga y otras muchísimas p!ar~
"tas útiles de las indias."

1 •

FIN.

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( (

BIBLIOTECA NACIONAL DE COLOMBIA

11111111111 1111111111111 11 11111111


BNCOW~3~

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