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República Bolivariana de Venezuela

Ministerios del Poder Popular para la Educación


Universidad Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora
UNELLEZ-APURE
SUBPROYECTO: Derecho Registral y Notarial
MODULO II

INFORME CRÍTICO REFLEXIVO

Facilitador(a): Participante:
José Gutiérrez Astrid Rubimar Lugo C.I 29.34.809

San Fernando 2022


DOCUMENTOS PÚBLICOS Y PRIVADOS
PÚBLICOS: Son documentos públicos los otorgados por un funcionario público
o depositario de la fe pública, dentro de los límites de su competencia y de
acuerdo con las formalidades prescriptas por la ley.

Es el autorizado por notario o empleado público con las solemnidades


requeridas legalmente. Entre éstos se distinguen los documentos notariales o
autorizados por notario; los documentos judiciales, o los actos del órgano
jurisdiccional que se materializan en escritos firmados por aquél o por quien o
quienes lo representan; y los documentos administrativos o expedidos por los
funcionarios de cualquiera de las Administraciones Públicas en las funciones
de su cargo. Los documentos que no gozan de alguna de las referidas
autorizaciones son documentos privados. También se incluyen entre estos
últimos los públicos que no reúnen los requisitos exigidos legalmente para ser
tales; es decir, son también documentos privados los documentos públicos
defectuosos. Como documentos privados, aunque con rasgos singularizantes
que los aproximan a los públicos, se encuentran los libros de los comerciantes.

Un documento o instrumento público es aquel documento expedido o


autorizado por un funcionario público o fedatario público competente y que da
fe de su contenido por sí mismo.

Algunos ejemplos de los Documentos Públicos son:

 REGISTRO DE NACIMIENTO. ...


 REGISTRO DE MATRIMONIO. ...
 REGISTRO DE DEFUNCION. ...
 REGISTRO DE DIVORCIO. ...
 Fe de Vida.

En mi análisis me gustaría resaltar el concepto de lo que es Documento


Público: Es importante que a la hora de examinar el concepto legal de
Documento Público, precisando sus funciones y elementos que lo integran,
tengamos un conocimiento previo de lo que es y se entiende por documento. El
diccionario de la Real Academia de la Lengua Española señala, entre las
diversas acepciones de la palabra documento, la que significa "escrito que
ilustra acerca de algún hecho, principalmente de los históricos" y "escrito en
que constan datos fidedignos o susceptibles de ser empleados como tales para
probar algo". Vemos pues, que el término documento aparece ligado a la
escritura o, dicho de manera más precisa, al soporte de papel escrito. Esta
idea se recoge también por otros diccionarios, sean o no jurídicos, que se
refieren al documento como carta, escrito, escritura o instrumento con que se
prueba, confirma, demuestra o justifica una cosa o, al menos, que se alude con
ese propósito. En consecuencia, podemos decir que el documento es, en
términos generales, un instrumento escrito que contiene la relación o
constatación de un hecho o circunstancias relativas a hechos o personas.

Ahora bien, para que podamos hablar de documento en términos jurídicos es


precisa la concurrencia de tres elementos:

Un contenido, es decir, un pensamiento humano susceptible de tener


relevancia jurídica.

Un vehículo de expresión donde plasmar ese pensamiento, pasando a ser el


documento una realidad del mundo exterior, que incorpora unos signos o
grafía.

Posibilidad de imputar o atribuir a un sujeto determinado la autoría del


documento. La forma principal de conseguir esa imputación es la firma
manuscrita en los documentos de papel. Hay que reconocer, sin embargo, que
la firma no es un requisito o elemento indispensable del documento, puesto
que esa imputación de autoría puede conseguirse por otros medios, como es
por ejemplo el reconocimiento de la parte.
Desde lo expuesto y atendiendo al criterio de la autoría, pueden distinguirse
tres clases o grupos de documentos:

Documentos públicos, es decir, los autorizados por funcionarios que tengan


legalmente atribuida la facultad de dar fe pública, judicial, notarial o
administrativa, siempre que actúen en el ámbito de sus competencias y con los
requisitos exigidos por la Ley en cada caso.

Documentos oficiales, esto es, los expedidos y firmados por funcionarios o


empleados públicos, en el ejercicio de sus funciones públicas y conforme a su
legislación específica. La diferencia con los públicos estriba en que éstos no
tienen atribuida la facultad de dar fe pública.

Documentos privados, es decir, todos aquellos en los que no hay intervención


de funcionarios como tales, ni en funciones de fedatario ni en otra distinta.

Por tanto, para que un documento pueda ser calificado de público se necesitan
los siguientes requisitos:

Que sea autorizado por funcionario, es decir, por persona que reúna la
calificación jurídica de tal.

Que dicho funcionario tenga atribuida la facultad de dar fe pública.

Y que además actúe (el mencionado funcionario) en el ámbito de sus


competencias y con cumplimiento de los requisitos exigidos por la Ley en cada
caso.

A sensu contrario, no tendrán la calificación de documento público:

Los que no procedan de funcionario que actúe como tal. Estos serán
documentos privados.

Los que procedan de funcionario que, aún actuando en el ámbito de sus


funciones, carece de la facultad de dar fe pública. Estos serán los llamados
documentos oficiales, muy numerosos en la práctica, particularmente en el
ámbito administrativo.
Los que procediendo de funcionarios dotados de fe pública, están realizados
en el ejercicio de funciones distintas de la dación de fe. Nos encontramos aquí
con documentos oficiales y documentos de carácter notarial, judicial o
administrativo, tales como notas, partes, etc.

Existen tres clases de Documentos Públicos, se dividen en:

Documentos públicos judiciales. Los emanados de los Letrados de la


Administración de Justicia -antiguos secretarios judiciales-, encargados de la fe
pública judicial, es decir, de dar fe de los actos que se desarrollan en el ámbito
de los procedimientos judiciales.

Documentos públicos administrativos u oficiales. Los que autorizan los


Secretarios y demás funcionarios con facultad certificante de las
Administraciones Públicas, respecto de los actos administrativos de éstas.

Documentos públicos notariales. A los que también se refiere el artículo


317.2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, siendo los autorizados por los Notarios,
a quienes se atribuye la fe pública extrajudicial, con un doble contenido.

PRIVADOS: El Documento Privado admitido o reconocido adquiere la


condición de auténtico y queda equiparado al Documento Público según el
artículo 1225 del Código Civil. En la jurisprudencia son frecuentes los
pronunciamientos en que se confirma expresamente tal equiparación, así por
ejemplo en sentencias del Tribunal Supremo de 8 de julio de 1988 LA LEY 74-
1/1988 y STS de 17 de febrero de 1992 LA LEY 2963/1992.

Y esta equiparación "inter partes" Documento Público-Documento Privado


reconocido, sitúa a uno y otro en pie de igualdad probatoria, sin prevalencias
apriorísticas del primero sobre el segundo, de modo que es la jurisprudencia
quien salva las posibles contradicciones entre ellos en función de la
particularidad de cada caso. Y así por ejemplo, la sentencia del Tribunal
Supremo de 14 de junio de 1989 LA LEY 661-1/1989 considera que el
Documento Privado completa en el caso la escritura pública otorgada en la
misma fecha y fija los exactos términos del vínculo obligatorio entre las partes;
y la Sentencia TS (Sala Primera, de lo Civil) de 31 Diciembre 1992 rechaza la
preminencia de borrador sin firma sobre el documento público.

Respecto a los efectos del Documento Privado reconocido frente a terceros,


los elevados riesgos de fraude justifican que no se extienda al mismo el efecto
de probar frente a tercero el hecho que motiva su otorgamiento y la fecha de
éste. Únicamente esta última se tendrá por cierta a partir de uno u otro de los
eventos que previene el artículo 1227 del Código Civil, esto es, desde el día en
que el Documento Privado hubiese sido incorporado o inscrito en un registro
público, o desde la muerte de cualquiera de los que lo firmaron, o desde el día
en que se entregase a un funcionario público por razón de su oficio, siendo, por
tanto, estos eventos los que aportan una certidumbre cronológica, de datación,
que el documento por sí solo no tiene. Pero, fijada la fecha de acuerdo o
conforme con el precepto legal citado, la veracidad del contenido del
documento frente a terceros queda sometida a la libre apreciación del juzgador
de instancia. Todo ello significa, en definitiva, que frente a terceros el
documento privado por sí solo carece de valor de prueba legal (en este
sentido, sentencias del Tribunal Supremo de 3 de marzo de 1990 LA LEY 364-
1/1990 y 26 de septiembre de 1991 LA LEY 2741/1991, entre otras muchas).

Mi análisis: Así mismo el Documento Privado se define como el autorizado por


las partes interesadas, pero no por funcionario competente, prueba contra
quien lo escribe o sus herederos.

El Código Civil sin embargo, a diferencia de lo que hace con el Documento


Público, no da una definición de Documento Privado, limitándose a señalar que
tendrá el mismo valor que la escritura pública entre los que lo hubiesen suscrito
y sus causahabientes (artículo 1225 CC).
Por su parte la Ley de Enjuiciamiento Civil, después de declararlo como medio
de prueba en el artículo 299 LEC, lo define en el artículo 324 LEC de modo
negativo, es decir, limitándose a señalar que, a efectos de prueba, son
documentos privados aquellos que no se hallen en ninguno de los casos del
artículo 317 LEC. Esto es:

Tratarse de resoluciones y diligencias de actuaciones judiciales y testimonios


que de las mismas expidan los Letrados de la Administración de Justicia -
antiguos Secretarios Judiciales-.

Ser autorizados por notario con arreglo a derecho.

Ser intervenidos por Corredores de Comercio Colegiados o certificados por


éstos en las operaciones en que hubiesen intervenido.

Tratarse de certificaciones que expidan los Registradores de la Propiedad y


Mercantiles de los asientos registrales.

Ser expedidos por funcionarios públicos legalmente facultados para dar fe en lo


que se refiere al ejercicio de sus funciones o con referencia a archivos y
registros de órganos del Estado, de las Administraciones públicas o de otras
entidades de Derecho público.

Y aunque es imposible su clasificación, pues no existe un criterio sistematizado


al no exigirse ningún requisito de forma, sí que podemos apuntar que suelen
dividirse en dos órdenes:

Los negóciales, bilaterales o unilaterales receptivitos, formalmente siempre


autónomos.
Los no negóciales o latos, unilaterales no receptivitos, que se forman para usos
de control de su propio autor y pueden ser utilizados contra él como medios de
prueba. Pueden ser formalmente autónomos o accesorios.

Y en cuanto a sus requisitos, el artículo 1225 del Código Civil exige


expresamente su firma. Esto no supone, sin embargo, que la firma sea
requisito que condicione la cualidad documental en sí, pues no existe precepto
legal alguno que así lo exija, ni excluye al documento no firmado por su
otorgante de la posibilidad de ser judicialmente probados por cualquiera de los
medios admitidos en Derecho. De hecho, el requisito de la firma no se
contempla en el artículo 326 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, ni es necesaria
en todos los supuestos, pero sí cuando contenga una declaración de voluntad
o la constitución de una obligación, pues aún cuando el documento sea
probado como auténtico, sin firma faltará la expresión del consentimiento.

DOCUMENTOS AUTENTICADOS

Es importante tener claro, que todo documento público es auténtico pero no


todo documento auténtico es público. Explicando esto, se puede afirmar junto a
Brewer-Carías, que el documento es público, porque lo forma o interviene en
su formación un funcionario público facultado por la Ley para autorizarlo y dar
certeza de los hechos jurídicos que él ha realizado, visto u oído; y el
documento auténtico que son aquéllos formados únicamente por los
particulares que después de formados y sólo debido a la intervención a
posteriori del funcionario, es que se obtiene certeza de quienes son sus
autores y de que el acto se realizó.

La Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, puntualizó en la


sentencia N° 65, de fecha 27 de abril de 2000, las diferencias entre documento
público y documento auténtico, a saber: “…En este orden de ideas, del
contenido del artículo 1.357 del Código Civil, es preciso hacer la siguiente
distinción: documentos públicos, son aquellos que deben estar revestidos, al
momento de su otorgamiento, de todas las solemnidades que la Ley establece
al efecto, y en cuya formación interviene un funcionario con la facultad de darle
fe pública. La que alcanzara inclusive su contenido. Este documento público es
también auténtico.

Mi análisis: Ahora bien, existe otra categoría de instrumentos que se reputan


auténticos, son aquellos que aun cuando deben ser otorgados ante un
funcionario que de fe pública, este solo dejara constancia de que los
interesados se identificaron ante él y firmaron en su presencia, este personero
no interviene en ningún modo en la elaboración del documento; tampoco deja
constancia del contenido mismo. La redacción del citado artículo 1.357 del
Código Civil, pudiera llevar a pensar que el documento público y el auténtico,
son análogos, esto no es así y debe entenderse que el documento público por
estar revestido de todas las formalidades para su perfeccionamiento, es
también un documento autentico. Sin embargo, el documento autenticado es
aquel se presenta ante un funcionario revestido para otorgar fe pública
(notario), a fin de que deje constancia que los firmantes se identificaron en su
presencia y ante él suscribieron el instrumento, ya redactado previamente.

DOCUMENTOS PROTOCOLIZADOS

La protocolización es el acto por el cual un notario o corredor incorpora los


documentos y actas que autoriza a un "protocolo notarial", que a su vez
constituye una serie ordenada de escrituras matrices dotadas de formalidades
específicas determinadas por la ley, que posteriormente pueden ser
convertidas en escrituras públicas.

La protocolización consiste en incorporar en el protocolo por medio de escritura


pública las actuaciones, expedientes o documentos que la ley o el juez
ordenen insertar en él para su guarda y conservación, o que cualquiera
persona le presente al notario con los mismos fines (Art. 56 decreto ley 960 de
1970). 
Mi análisis: Por la protocolización no adquiere el documento protocolizado
mayor fuerza o firmeza de la que originariamente tenga.

El artículo 58 del decreto ley 960 de 1970, expresa que: ?Cuando las
actuaciones o documentos que deban protocolizarse estén sujetos al registro,
esta formalidad se cumplirá previamente a la protocolización:

REQUISITOS:

Documento de identidad de quien realiza la protocolización.

Documento autentico u original de la sentencia o acto que desee protocolizar el


cual deberá estar foliado.

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