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“2015 -AÑO DEL BICENTENARIO DEL CONGRESO DE LOS PUEBLOS LIBRES-”

Boletín Público Normativo


AÑO 22 Nº 575
BUENOS AIRES, 13 DE OCTUBRE DE 2015.-

SUMARIO

“MARCO GENERAL PARA EL DISEÑO Y EJECUCION DE PROGRAMAS


DE TRATAMIENTO.”
Apruébase.

CUDAP: EXP-S04:0055639/2015M.J. y D.H.


Resolución D.N. Nº 1551 Buenos Aires, 31 de agosto de 2015.-

VISTO, la premisa de esta Dirección Nacional de llevar a cabo una gestión


indiscutiblemente técnica que institucionalice de manera metodológica y empírica, los
instrumentos que se tornan de vital importancia para la toma de decisiones en materia
de administración penitenciaria, y;

CONSIDERANDO:
Que a través de la ejecución de programas se emplean herramientas en pos a
disminuir los índices de violencia en los establecimientos penitenciarios, diseñar
políticas destinadas a reducir la reincidencia criminal y a promover el desistimiento del
delito con la finalidad de mejorar la seguridad pública.
Que resulta ineludible establecer un marco general para todos los programas
destinados a la población penal.
Que para ello, habrán de establecerse los principios rectores para cada programa
a implementarse se encuentre regido por el mismo espíritu, coherencia técnica y
científica, con el objeto de dotarlos un significado único a la lógica penológica
empleada en el medio penitenciario y para quienes laboran en actividades
criminológicas.
Que todo programa, quedará sujeto a los objetivos generales y específico que
persiga, siguiendo los lineamientos establecidos en el “Marco General para el Diseño y
Ejecución de Programas de Tratamiento”
Que habiéndose puesto en ejecución programas de clasificación inicial por
riesgo y de seguridad dinámica, ambos como prueba piloto, se evaluaron resultados
positivos.
Que conforme se expuso en las resoluciones que dieron lugar a su
implementación, corresponde avanzar hacia un modelo de clasificación fundada, entre
otros principios, por el de riesgo, necesidades y responsividad.
Que si bien, la Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad N° 24.660
ha sido redactada para un sistema penitenciario que aloje mayoritariamente a internos
condenados, la duración de los procesos hace que en el Servicio Penitenciario Federal,
prácticamente el 70% de los internos bajo su jurisdicción son procesados.

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Que se han de distinguir, en principio aquellos que versen sobre régimen


penitenciario, los cuales tienen la finalidad de garantizar el orden y la seguridad de
todos los públicos que acceden a un establecimiento con el fin de disminuir los riesgos
en la vida y la salud; y por el otro, aquellos de carácter tratamental, destinados a
disminuir la reincidencia y promover el desistimiento del delito.
Que la redacción de dicho instrumento, se formuló siguiendo la doctrina de
autores de nota de países como Inglaterra, Canadá, Francia y España entre otros y las
recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas, en los términos
descriptos en la “Guía de introducción a la prevención de la reincidencia y la
reintegración social de delincuentes”. (serie de guías de justicia penal producida por la
oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito – 2010 – Dedicada al
personal penitenciario y supervisores de la libertad condicional).
Que para su adecuada interpretación, deberán ser definidos algunos términos
técnicos de uso corriente en el vocabulario propio de quienes trabajan en ámbitos
penitenciarios y en criminología aplicada.
Que en ese contexto, resulta menester arbitrar los medios del caso para aprobar
el aludido instrumento y formular las definiciones que sean necesarias.
Que en ese sentido, se encuentran suficientes las razones de oportunidad, merito
y conveniencia para el dictado del acto administrativo.
Que de conformidad a las atribuciones conferidas por el artículo 14 de la Ley
Orgánica del SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL Nº 17.236 (texto según Ley
Nº 20.416), es competencia del suscripto el dictado de la presente.

Por ello,
El Director Nacional del Servicio Penitenciario Federal
R E S U E L V E:
ARTICULO 1º.- APRUÉBASE el “Marco General para el Diseño y Ejecución de
Programas de Tratamiento” que como anexo I, forma parte integrante de la presente, al
que habrán de sujetarse para todos los programas destinados a la población penal,
distinguiendo por un lado, aquellos que versen sobre régimen penitenciario, los cuales
tienen la finalidad de garantizar el orden y la seguridad de todos los públicos que
acceden a un establecimiento con el fin de disminuir los riesgos en la vida y la salud –
obligatorios por Ley-; y por el otro aquellos de carácter tratamental, destinados a
disminuir la reincidencia y promover el desistimiento del delito.
ARTICULO 2º.- INSTRUYASE a la totalidad del personal a fin que a partir de la
fecha, adecuen los programas a las directivas impartidas, cumpliéndose cada uno de
los principios enumerados en el documento adjunto.
ARTICULO 3º.- INSTRUYASE al SERVICIO DE MONITOREO E INSPECCIÓN
DE ESTABLECIMIENTOS PENITENCIARIOS, a los fines que en un plazo no
superior a treinta (30) días, elabore los estándares que permitan realizar de la medición
de los programas tratamentales.
ARTICULO 4º.- De Forma.
Emiliano BLANCO
DIRECTOR NACIONAL
SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL

------------------
Lo que se comunica al Servicio Penitenciario Federal, por Resolución del señor
Director Nacional.-
Alcaide Mayor D. Gabriel E. AQUINO
SUBDIRECTOR DE SECRETARIA GENERAL
A CARGO DE LA DIRECCION DE SECRETARIA GENERAL

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ANEXO I

MARCO GENERAL PARA EL DISEÑO Y EJECUCIÓN DE PROGRAMAS DE


TRATAMIENTO

El presente documento establece un marco general de contenido para


todos los programas destinados a la población penal, distinguiendo por un lado,
aquellos que versen sobre régimen penitenciario, los cuales tienen la finalidad de
garantizar el orden y la seguridad de todos las personas que acceden a un
establecimiento con el fin de disminuir los riesgos de vida –obligatorio por Ley; y por
el otro aquellos de carácter tratamental, destinados a reducir los factores de
vulnerabilidad que presenta el interno, disminuir la reincidencia, promover el
desistimiento del delito, y atender a la seguridad pública.
Además establece los principios rectores que se han de respetar para
que, sin perjuicio de que en cada zona los funcionarios puedan adecuar los
contenidos a sus necesidades y características de los alojados, todos los programas
estén regidos por el mismo espíritu, coherencia técnica y científica. Asimismo se
persigue darle un significado único a la lógica penológica empleada en el medio
penitenciario y para quienes laboran en actividades criminológicas.
Como recomienda la Guía de Introducción a la Prevención de la
Reincidencia y la Reintegración Social de Delincuentes de Naciones Unidas,
distintos factores intervienen para alcanzar el desistimiento delictivo, desde la
adquisición de destrezas para desempeñarse laboralmente en el medio libre, hasta
incorporar rutinas y tener la perseverancia de cumplirlas o procesar las
consecuencias de actos de confrontación y medir los probables efectos, mejorar el
umbral de tolerancia a la frustración, evitar situaciones que lo acerquen al delito,
entre otros. Todos estos componentes asociados van a hacer lo suyo para que el
individuo decida no volver a delinquir.
Los programas basados en la teoría del desistimiento enfatizan el cambio
a largo plazo por sobre el control a corto plazo, reconociendo que es improbable que
ese progreso sea directo o contínuo. Se concentran en apoyar a los internos para
que estos se vean a sí mismos de una manera nueva y positiva y con perspectivas y
expectativas de futuro.
Este enfoque asume que la reintegración social exitosa de una persona
que ha sido condenada es posible si se da una combinación de motivación y capital
humano y social. Al decir de la guía propuesta por Naciones Unidas, capital humano
se refiere a la capacidad del individuo para efectuar cambios y alcanzar metas y

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capital social a las posibilidades de inserción laboral y contar con una familia que lo
apoya u otras relaciones personales.
1.- Consideraciones generales:

1.1 Los programas podrán estar destinados a atender cuestiones de


régimen1 o de tratamiento penitenciario2. Los primeros son obligatorios y los
siguientes tienen carácter voluntario. En todos los casos deberá motivarse la activa
participación y cooperación de los destinatarios.
1.2 Todo programa deberá enunciar los objetivos generales y los objetivos
específicos que persigue. Como regla general los programas tratamentales deberán
propender a que los receptores desistan del delito, eviten la reincidencia, adquieran
habilidades sociales y herramientas aptas para la competencia social y la
coexistencia humana.
1.3 Siempre deberán comenzar describiendo el marco teórico en el que
se fundamenta, y a excepción de aquellos casos en los cuales se desarrollen
abordajes novedosos deberán indicar la doctrina de autores extranjeros y vernáculos
asociada y las experiencias de campo e investigaciones que se hayan desarrollado.
1.4 Los programas deben establecer las formas en que se van a evaluar y
los momentos en que se podrán realizar correcciones o mejoras. Indefectiblemente
deberán establecer el tiempo en que podrá validarse empíricamente y los métodos
que se emplearán para que tengan consistencia científica.
1.5. Considerando el carácter interdisciplinario del tratamiento
penitenciario y el carácter científico de la criminología, todo informe y dictamen
profesional deberá contener fundamentación objetiva, rigor científico propio de la
competencia del especialista y fundamentarse en cuestiones manifiestas, evidentes
e inobjetables y desplazar todas aquellas observaciones intuitivas que no resulten de
carácter incontrastable.
1.6 Para evitar imprecisiones, cuando se empleen términos cuya
interpretación pueda llegar a ocasionar dudas, es necesario que se agregue un
glosario con definiciones claras.
1.7 El diseño y ejecución de los programas para promover el desistimiento
delictivo y la disminución de la reincidencia se realizarán con el empleo de

1
Régimen penitenciario: es el conjunto de principios de conducción mínimos y exigibles para mantener la seguridad, el
orden, preservar la vida y la salud propia y de terceros y las normas para alcanzar objetivos educativos, culturales, sociales,
disciplinarios, sanitarios, comunicacionales, laborales y de convivencia intramuros.
2
Tratamiento penitenciario: es la aplicación programada e individual de asistencias e intervenciones profesionales
interdisciplinarias que, voluntaria y consentidamente recibe un interno, destinado a que adquiera la capacidad de comprender
y respetar la ley, desistir del delito, evitar la recaída, la reincidencia y adquirir competencia social para alcanzar la
coexistencia humana.

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instrumentos de criminología aplicada, metódica y científicamente justificados, bajo


la base de estudios empíricos e interdisciplinarios, buscando el cumplimiento de
objetivos claros, técnicamente sencillos, simples y posibles.
1.8 Todo programa debe enunciar el lugar físico en que se aplicará, así
como todos los recursos materiales y humanos describiendo las especialidades de
los integrantes del equipo actuante. La descripción deberá referirse a los aspectos
cuantitativos y cualitativos y planteará las funciones y responsabilidades que
corresponderá a cada funcionario. También deberá acompañar un análisis sobre los
costos que insumirá.
1.9 Los programas pueden ser transversales3y/o especiales4. Los
programas destinados a que los alojados cumplan con la carga de respetar los
criterios del mismo son obligatorios por Ley y transversales. Estos programas, que
tienen como punto de partida un módulo cognitivo conductual básico de pocas
sesiones, apunta a que se disminuyan los riesgos para sí, para terceros y faciliten la
convivencia de todas las partes.
Los programas especiales deberán describir claramente el perfil de los
destinatarios, los objetivos preventivos que persiguen, las condiciones de exclusión
del programa una vez que fueron incorporados y las normas que los beneficiarios
deberán cumplir para permanecer en el programa. En todos los casos los internos
deberán ser notificados y consentir las reglas a las que deberán estar
sometidos.Muy especialmente el programa deberá enunciar las formas en que se
han de determinar los avances o retrocesos en el régimen y la evolución de cada
destinatario en el mismo.
1.10 En razón a que la Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la
Libertad N° 24.660, establece que deberá procurarse la adecuada reinserción social
de las personas privadas de la libertad, resulta esencial que los tratamientos se
realicen acudiendo a metodologías prosociales5 y transmitir formas de capital
humano, cultural, social y material.
1.11 Los programas tratamentales deben dirigirse a que los internos
destinatarios adquieran un repertorio adecuado de habilidades socio-cognitivas

3
Los programas de aplicación transversal están dirigidos a todas las personas privadas de la libertad, sin distinción de
situaciones diferenciales específicas, más que las necesarias a criterio de las autoridades del establecimiento.
4
Son programas especiales lo que están dirigidos a atender personas con problemáticas propias de quienes cometieron delitos
específicos o de mayor riesgo comunitario. Toda vez que se proponga un programa especial deberá indicarse y justificarse
hacia quién está dirigido, los requisitos que deberá cumplir y el proceso de selección que se seguirá para el ingreso al
programa.
5
Apoyo social – técnicas prosociales: el apoyo social es el proceso de transmitir varias formas de capital humano, cultural,
social y material. Puede ofrecerse en relaciones cercanas pero también puede ser una propiedad (cultural o estructural) de
instituciones sociales.

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necesarias para la competencia social6, En el ámbito penitenciario, se pretende que


los internos adquieran las herramientas para adquirir competencia social7.
1. 12 Los programas tratamentales deben tender a enseñarle al interno
“cómo pensar”, pero no “qué pensar”, de forma tal que puedan recapacitar lo que
han de hacer y lo que no. Además propiciarán a crear la habilidad para pensar de
modo claro lo que obtiene como resultado una prevención de la disfunción.
1.13 Los programas tratamentales deberán generar en los internos
habilidades para que puedan crear un pensamiento alternativo y la capacidad para
desarrollar diferentes soluciones para un problema dado. También la capacidad de
pensar en las consecuencias de los comportamientos o cursos de acción.
1.14 Los programas deberán tener una aplicación oportuna, posible,
pertinente y ser conducentes a un objetivo prefijado (principio de planificación del
tratamiento). La intervención temprana evita que las conductas no deseadas en el
medio en donde se produzcan se conviertan en perdurables o ante la falta de
reprobación y aceptación se perciban por el autor como aceptables y generen la
reconfirmación de las mismas.

2) Principios rectores de los programas:


Todo programa deberá regirse, indefectiblemente por los siguientes
principios:
a).- Principio de voluntad
b).- Principio de información
b).- Principio de individualidad y programación
c).- Principio de prospectiva
d).- Principio de riesgo8
e).- Principio de necesidad
f).- Principio de responsividad
g).- Principio de normalidad

a).- Principio de voluntad:


El tratamiento penitenciario tiene el carácter de voluntario9,es decir que el
mismo siempre requerirá de la aceptación del destinatario.Sólo son obligatorias las
cargas relacionadas con el régimen penitenciario por indicarlo la Ley.
Si bien el tratamiento es voluntario para los internos, para la
administración penitenciaria es obligatorio ofertar, ofrecer, sensibilizar y buscar el
apoyo del interno, su cooperación y responsabilidad, para que participe actívamente
de las intervenciones relacionadas con su tratamiento penitenciario. Para ello, las
autoridades de los establecimientos deberán arbitrar los medios para acreditar los
medios, formas y medidas que promovieron para informar a cada interno, dejando
constancia escrita del eventual desistimiento o negativa del mismo.
6
Pues es sabido que un funcionamiento cognitivo inadecuado es un factor que contribuye al delito, pues lo hace más
vulnerable a las influencias criminógenas y de riesgo.
7
Competencia social: conjunto de recursos cognitivos para poder desempeñarse en actividades laborales, convivir y respetar
al grupo al se integre y coexistir huma y normativamente en el medio social.
8
Los principios de riesgo, de necesidad y de responsividad corresponde a programas de cuarta generación.
9
Artículo 5° Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad

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b).- Principio de información:


Todo interno debe ser informado adecuadamente sobre los programas de
los que podrá participar para su beneficio. En todos los casos en que acepte
participar de un programa de tratamiento individual o grupal deberá ser advertido y
notificado fehacientemente que, el solo hecho de participar de un programa no
implica ningún beneficio adicional ni mejora al momento de considerar beneficios en
alguna etapa de la ejecución. Este último aspecto, evitará generar expectativas y
disminuir eventuales vicios de simulación en la efectiva aplicación y progreso de
cualquiera de las partes que intervengan, sea por parte de los internos/pacientes o
de los profesionales tratantes.
Los profesionales responsables de la aplicación de los programas
deberán emitir dictamenes técnicos, en los tiempos que cada programa determine
sobre cada participante, en el cual los cuerpos interdisciplinarios evaluarán mejoras
o perjuicios en las posibilidades de desistimiento o de no reincidencia o de
reinserción social. Las observaciones formuladas por los profesionales tratantes, en
cuanto a la evolución o involución en el programa, serán puestas a conocimiento del
interno.

c).-Principio de individualidad y programación:


Todo programa de tratamiento deberá ser individual y acorde a las
necesidades de cada persona tratada. Sin perjuicio de ello podrán implementarse
programas grupales.Además, toda intervención asistencial e interdisciplinaria que
tenga por finalidad cumplir con el artículo primero de la Ley de Ejecución de la Pena
Privativa de la Libertad deberá ser programada.
La programación del tratamiento, garantiza que el interno pueda continuar
el mismo en cualquier establecimiento penal en el que esté alojado. Por ello, de ahí
en más, la evolución del interno, será acorde al esfuerzo, participación y compromiso
demostrado por el sujeto, que será evaluado en los informes criminológicos y
plasmado en las decisiones que adopten los organismos colegiados.

d).- Principio de prospectiva:


Todo programa de tratamiento en el medio penitenciario deberá tener un
carácter prospectivo, es decir que deberá realizarse pensando en el momento en el
que el destinatario recuperará su libertad.
Por lo tanto, considerando la planificación del tratamiento y la
individualidad del mismo, deberán preverse todas las situaciones que podrían

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derivarse de las influencias conjugadas y armónicas al momento de la libertad. Para


ello se trabajará desde el ingreso del interno en la detección de su problemática y
factores de riesgo.

e).- Principio de riesgo:

El principio del riesgo se compone de dos premisas: a).- La primera es


que el comportamiento delictivo puede predecirse. La intervención que se realiza
sobre determinado infractor de la ley debe ser acorde al nivel de riesgo que éste
presente.
La predicción del comportamiento delictivo se construye a través de la
utilización de instrumentos actuariales de medición de riesgo de reincidencia. Estos
instrumentos parten de la base de la existencia de factores de riesgo, conductas,
comportamientos o situaciones específicas de la vida del evaluado que aumentan la
probabilidad de que, en un futuro cercano, vaya a reincidir en la comisión de delitos.
Por lo anterior, el resultado de la evolución no es binaria (riesgoso/no riesgoso), sino
que probabilística10 (bajo riesgo, riesgo medio, alto riesgo).
Cabe mencionar que este proceso por el cual se evalúa el riesgo de
reincidencia de un determinado individuo, no sólo permite clasificar al interno según
su nivel de riesgo, sino que entrega información clave para individualizar qué
factores en la vida del sujeto se encuentran asociadas a su carrera delictiva. Así,
conociendo qué factores impactan en el sujeto, se puede construir una intervención
específica para dicho sujeto, orientada a reducir estos factores de riesgo, de manera
que, una vez que el individuo vuelva al medio libre, no incurra en conductas de
riesgo que lo lleven a cometer nuevos delitos.
b).- El segundo aspecto del principio de riesgo, establece que aquellos
infractores de la ley que, al ser evaluados, arrojan un nivel bajo de riesgo de
reincidencia no se ven favorecidos por intervenciones de este tipo. De hecho, al
contrario, la intervención de este tipo de cohorte, incluso puede llegar a ser
perjudicial. Este hallazgo permite racionalizar los recursos respecto de aquellos
sujetos que requieren de un mayor control.

10
El uso de estos instrumentos es una novedad, pues se pasó de sistemas de predicciones basadas en el juicio subjetivo del
psicólogo o psiquiatra, a instrumentos actuariales que objetivan o estandarizan la evaluación al establecer un parámetro
común respecto de todos los evaluados: El sujeto en cuestión tiene o no tiene factores de riesgo.
Además, los factores de riesgo no son escogidos al azar, sino que se logran establecer luego, a través de investigaciones,
detectándose si existe una relación causal con algunas conductas delictivas.

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A través de los estudios se generaron resultados y posiciones de avance


entre las distintas generaciones, se fueron esbozando los siguientes postulados11:

• Cuando los infractores de bajo riesgo son colocados en intervenciones más


intensas, es probable que estén expuestos a infractores de elevado riesgo de
reincidencia, y se sabe que los pares son un factor de riesgo importante12.
• Por definición, los infractores de bajo riesgo son más pro-sociales, y cuando
son colocados en un programa muy estructurado y restrictivo, se afectan los
factores que los hacen tener un menor riesgo.
• Hoy se atiende aspectos referidos a la victimización, vulnerabilidad, ansiedad,
autoestima, problemas de habilidades de crianza, situaciones médicas
específicas.
• Otra explicación es el rendimiento intelectual y la madurez del individuo.
Según esos autores, rara vez se evalúan esos factores de disposición a
responder cuando se forman los grupos de tratamiento; y puede ocurrir que
los infractores de bajo riesgo queden a merced de infractores de alto riesgo
más sofisticados y predadores.
• Finalmente, cuando un individuo con bajo riesgo de reincidencia es colocado
en un programa intensivo, en el cual se relaciona con pares con mayor riesgo
de reincidencia, el sujeto refuerza la percepción de ser un “delincuente” lo que
impacta en su identidad.

f).- Principio de necesidad:


Este principio, tiene que ver con lo que Andrews y Bonta denominan
“necesidades criminógenas”. De acuerdo a estos autores todas las personas,
infractores como no infractores, poseen ciertas necesidades o carencias, por
ejemplo, algunos infractores de la ley con alto riesgo de reincidencia pueden
necesitar encontrar un lugar donde vivir luego de haber cumplido su condena, o bien
“pueden tener baja autoestima, jaquecas crónicas o cavidades en sus dientes”.
El modelo RNR (riesgo-necesidad-responsividad) plantea la necesidad de
identificar cuáles de estas carencias son criminógenas y cuáles no. En otras
palabras, si el objetivo de la intervención es reducir la reincidencia de los infractores
de ley, entonces, la intervención debe determinar cuál de las carencias del sujeto

11
Parte de la explicación de este hallazgo es atribuida a Lowenkamp y Latessa (2004). En la década del 70 Odonell también
realiza notables aportes.
12
Este principio da fundamento a los sistemas de primera generación.

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evaluado tienen una relación directa con su historial delictivo, o bien incidan en
situaciones de riesgo que puedan derivar en la comisión de nuevos delitos.
Esta aproximación, introduce una nueva dinámica a la hora de construir
programas de intervención: Por un lado reconfigura el papel de la intervención penal
buscando la utilización eficiente de los recursos, y por ende, impactando en aquellas
concepciones asistencialistas de la intervención rehabilitadora. No sólo busca la
obtención de resultados, sino que además acota los resultados a los objetivos de
reducción del riesgo de reincidencia y, por lo mismo, busca una nueva legitimidad
para la rehabilitación. Por otra parte, también evita que las intervenciones se ocupen
en ciertas carencias que, si bien son relevantes desde el punto de vista de asistencia
social, al no tener relación con el riesgo de reincidencia, no incidan en resultados
visibles, y revivan los viejos temores y críticas de la sociedad en contra de las
intervenciones.

g).- Principio de responsividad:


Este principio se refiere al hecho que las intervenciones de aprendizaje
social son las formas más efectivas de enseñar nuevos comportamientos a las
personas, con independencia del tipo de comportamiento. Las estrategias de
aprendizaje cognitivo social operan de acuerdo a dos principios, uno de carácter
“general” y otro más “especifico”.

El primero dice que “el programa de intervención debe ser entregado en


un estilo y modo que sea consistente con las habilidades y los estilos de aprendizaje
del infractor”. También llamado “principio de la estructura” pretende influenciar la
dirección del cambio hacia las actitudes y comportamientos pro-sociales a través del
modelaje, refuerzo y resolución de problemas entre otros13.

Por lo anterior, para Andrews y Bonta las mejores herramientas provienen


de las aproximaciones cognitivas-conductuales y del aprendizaje cognoscitivo social.
En términos sencillos este principio apunta a que la intervención no puede ser
entregada de una forma idéntica para todos los grupos de infractores.

13
SOCIALIZACIÓN: es el proceso prolongado a lo largo de toda la vida, mediante el cual los seres humanos reciben los
hábitos, valores y actitudes necesarios para vivir de manera activa e integrada en la sociedad. Desde que se nace hasta que se
muere es se producen procesos de socialización. Se comienza a socializar un bebe cuando ya desde los primeros días de su
vida, se le enseña a “respetar” una serie de horarios de alimentación y también una persona mayor ha de socializarse o
“resocializarse” para aprender a vivir de una manera diferente tras jubilarse de su empleo o mudarse o cambiar su medio de
vida, etc.En el medio penitenciario, el proceso de socialización puede realizarse a través de técnicas cognitivo conductuales o
por medio del cumplimiento de metodologías que apelen al cumplimiento del régimen.

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Es más, cuando se trata a distintos tipos de infractores no sólo se analiza


el nivel de riesgo, sino la edad, el sexo, la etnia y las discapacidades socio-
cognitivas. Asimismo la reducción de conductas de riesgo de ciertos tipos de delitos
va a requerir necesariamente intervenciones diferentes.

En lo que respecta al aspecto “específico”, aparece el “principio de la


relación” que trata de establecer una alianza de trabajo cálida, respetuosa y
colaboradora con el receptor del tratamiento, siguiendo la línea del principio general,
se ocupa de resaltar la importancia de identificar los estilos de personalidad y
cognición del sujeto que recibe la intervención.

Es decir que esta suerte de adaptabilidad que sugiere el principio de


responsividad –o disposición a responder- no sólo opera a la hora de construir la
intervención, sino que también este debe ser un elemento a considerar a la hora de
entregar dicha intervención a una persona específica. De esta forma se rescata la
individualidad de cada uno de los infractores de ley que reciben una intervención, y
busca entregar un servicio que realmente los respete como personas.

Como conclusión, se puede afirmar que la evaluación de riesgos, implica


conocer la probabilidad relativa de un ofensor a la reincidencia y que el principio
sugiere que el tratamiento específico debe hacer mayor hincapié en los ofensores de
mediano y alto riesgo, y no en los ofensores de bajo riesgo.

Además, requiere que se evalúen las características positivas en la vida


de los ofensores -habilidades, fortalezas y recursos sociales- los cuales deben ser
incluidos en una evaluación global del riesgo de reincidencia.

Es probable que los individuos tengan muchas necesidades de


tratamiento, pero no todas esas necesidades están asociadas con el
comportamiento infractor. La investigación ha reconocido 8 factores centrales de
riesgo/necesidad (necesidades criminógenas):

PRINCIPALES FACTORES INDICADORES METAS DE LA


DE RIESGO/NECESIDAD INTERVENCIÓN
1.- Historial del comportamiento Problemáticas en la etapa de Abordaje sobre la franja de
antisocial prevención primaria, conductas compensación. Motivación a
antigregarias. través de programas pro-
sociales.
2.- Pauta de personalidad Impulsividad, búsqueda de Construcción de habilidades
antisocial placer en acciones para el manejo de si mismo,
riesgosas, agresividad e enseñar habilidades de
irritación manejo de la ira
3.- Actitudes pro-criminales Racionalizaciones para la Contrarrestar las
comisión de delitos, racionalizaciones con
actitudes negativas hacia la actitudes pro-sociales;
ley construcción de una
identidad prosocial
4.- Apoyo social para el delito Amigos criminales, Fomentar que establezcan
aislamiento de personas pro- lazos sociales (sostenes

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sociales afectivos) positivos y pro-


sociales

5.- Abuso de sustancias Consumo abusivo de alcohol Reducir el consumo abusivo


y/u otras drogas de drogas,y fomentar
alternativas sobre el cuidado
de la salud
6.- Relaciones y Monitoreo y estrategias de Enseñar habilidades
circunstancias familiares disciplina de los padres parentales, fomentar el
inapropiadas, relación vínculo y el cuidado de otros
familiar débil
7.- Educación/trabajo Desempeño bajo, bajos Fomentar las habilidades
niveles de satisfacción para el trabajo/estudio,
fomento de relaciones
interpersonales dentro del
contexto del trabajo y la
escuela
8.- Actividades recreativas Ausencia de participación en Fomentar la participación en
pro-sociales actividades recreativas/de actividades recreativas pro-
ocio pro-sociales sociales, enseñar
pasatiempos y deportes pro-
sociales

NECESIDADES NO CRIMINÓGENAS INDICADORES

Autoestima y victimización Sentimientos débiles de autoestima y


autovalía
Ansiedades y tensión personal Ansiedad, sentirse deprimido

Trastorno mental mayor Esquizofrenia, trastorno bipolar


Problemas médicos específicos. Aspectos de salud

g).- Principio de normalidad:


Este principio implica respetar las diferencias socioculturales que traen
las personas al ingreso a sistema penal y las formas de interactuar entre ellas. Pero
siempre ponderar las normativas, los derechos y las obligaciones reconocidos por la
Constitución Nacional y las Leyes, y los intercambios socialmente aceptados y
tolerados, cuidando no naturalizar prácticas y conductas humanas disfuncionales.

CONSIDERACIONES PARA LA APLICACIÓN DEL MODELO RIESGO-


NECESIDAD-RESPONSIVIDAD (RNR)
La evaluación del riesgo es una parte central de todo tratamiento
penitenciario. Existen diversas situaciones donde esto ocurre. Por poner meramente
algunos ejemplos cotidianos, cada vez que, en el ingreso de un interno o en el
transcurso del tratamiento, se decide un alojamiento, o cada vez que un juez solicita
un informe con motivo de la evaluación previa a una eventual concesión de salidas
transitorias, libertad asistida, cuando se actualizan informes criminológicos o cuando
se decide respecto de las medidas de seguridad que se aplican en determinado
pabellón, etc., interviene una evaluación del riesgo de infracciones o ilícitos, ya sea

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intramuros como extramuros. El nivel de precisión de dicha evaluación condiciona


qué tan adecuada y acertada es la decisión que se toma, lo que la vuelve de una
importancia fundamental.
Existen diversas modalidades de evaluación del riesgo, las cuales pueden
agruparse en dos grupos que reciben los nombres de “clínica” y de “actuarial”. La
predicción o estimación clínica es aquella empleada antiguamente y que se basa
meramente en el criterio que decida adoptar profesional interviniente de manera
inestructurada, ya sea un técnico penitenciario, psicólogo, criminólogo, médico
forense, etc. En contraste, los métodos o técnicas actuariales se basan en el análisis
estructurado con criterios explícitos y definidos, mediante indicadores objetivos y
operacionalizados, enfatizando el registro continuado e histórico de los sucesos
relevantes para evaluar la adecuación y precisión de los enunciados sostenidos,
revisando críticamente los criterios usados.
Asimismo, recibe el nombre de técnica clínico-actuarial aquella que se
rige por los principios actuariales y se combina con la técnica clínica en aquellos
aspectos de la evaluación respecto de los cuales no se disponen criterios o
procedimientos actuariales.La importancia del método actuarial (y del clínico-
actuarial) se desprende de que implica un mayor nivel de confiabilidad respecto de
los métodos clínicos.
Andrews y Bonta (1994) han denominado métodos de primera generación
a los métodos clínicos, y han denominado métodos de segunda, tercera y cuarta
generación a los clínicos actuariales, según incorporen, junto a las escalas de riesgo
(segunda generación) las de necesidades (tercera) y la “gestión del caso” (cuarta).
La característica clave del enfoque clínico es que las razones para la decisión son
subjetivas, a veces intuitivas, y guiadas por ‘sentimientos instintivos’, pero que no
están validados empíricamente” (Andrews y Bonta, p.312).
Es inherente al método actuarial la permanente evaluación de sus
resultados y su ajuste basado en los resultados empíricos registrados en el tiempo.

Factores de riesgo estáticos y dinámicos:


Los documentos internacionales concuerdan que la prevención de la
reincidencia y el desistimiento requieren para su logro de minuciosos estudios sobre
los factores generadores de riesgo que atentan contra la evitación de nuevas
conductas delictivas o de actitudes que paulatinamente aproximen al sujeto a
ingresar nuevamente en la vida criminal.
Estos estudios se basan en la evaluación específica de necesidades
criminógenas en base a la aplicación de instrumentos técnicos que distinguen entre

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factores estáticos (elementos predictores de reincidencia) y factores dinámicos


(áreas susceptibles de intervención especializada). Particularmente corresponde
recordar el sistema OASys (Offender Assessment System).
La prevención de la reincidencia requiere intervenciones efectivas basadas en
la comprensión de los factores que representan un riesgo para los delincuentes y les dificultan
el éxito de su reintegro social Conforme lo dicho, algunos factores de riesgo son dinámicos, en
el sentido de que son dóciles al cambio,mientras que otros factores de riesgo no lo son.
Las variables utilizadas, corresponden a (estáticos):
• La edad actual
• La edad en la primera condena
• El número total de condenas previas
• El número de condenas anteriores de prisión
• La naturaleza y la gravedad del (de los) delito (s)
• El tiempo total empleado en la cárcel.
Las puntuaciones de riesgo, evaluadas sobre la base de variables
estáticas, correlaciona altamente la reincidencia posterior y nuevo encarcelamiento.
Una ventaja evidente de la utilización de los tipos de las variables
mencionadas anteriormente es que la evaluación del riesgo podría automatizarse y
realizarse en grandes grupos de ofensores y entonces, la información sobre nivel de
riesgo individual de los infractores penales tiene una utilidad práctica para el manejo
interno de toma de decisiones, ya que:
• Guia las decisiones sobre solturas anticipadas y bajo qué condiciones.
• Permite la focalización de recursos hacia los más propensos a reincidir
y, por el contrario, evita el desperdicio de recursos en aquellas personas que
probablemente no volverían a delinquir
• Mejora la validez de la información relativa a los resultados de la eficacia
de los programas y servicios (es decir, proporcionando tasas de referencia respecto
de reincidencia).
Existen otros factores dinámicos, relacionados a la situación personal del
ofensor que también pueden ser considerados. Son “dinámicos” porque pueden
cambiar en el tiempo, pero no la historia criminal. Por ejemplo, un ofensor puede ser
más o menos adicto a la droga, o puede conseguir o perder un empleo. Se
considera más dificultoso medir a los factores dinámicos que a las variables de
historia criminal porque la información debe ser compilada de diferentes fuentes y
frecuentemente requieren interpretación, y nunca han sido recopiladas de forma
uniforme.
La herramienta canadiense Level of Supervision Inventory (más conocida
como LSI) fue el ejemplo de evaluación del riesgo dinámico, a pesar de que
incorpora tanto variables estáticas y dinámicas.
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Las variables dinámicas son:


• Actitud antisocial/orientación
• Compañías antisociales
• Alcohol/drogas
• Problemas financieros
• Dificultades familiares/matrimonio
• Problemas de vivienda
• Ausencia pro-social de ocio/actividades de recreación.

A partir de la revisión de LSI, conocido como LSI-R fue posible identificar


los objetivos de cambio que pueden ser abordados con el fin de reducir el riesgo,
algo que las medidas actuariales no hacen. Sin embargo, la desventaja es que las
evaluaciones que utilizan esta herramienta requieren evaluaciones individualizadas
de los ofensores, que implican un costo mayor y su toma necesita más tiempo.
Los factores dinámicos pueden ser subdivididos de diferentes maneras.
Una división se relaciona a los factores de necesidad social y tiene que ver con las
circunstancias del ofensor, tales como el alojamiento y finanzas, mientras que los
factores personales incluyen temas emocionales y cognitivos. Una segunda división
se refiere a la posibilidad de cambios del factor: esto produce un rango desde los
factores dinámicos estables, los cuales poseen poca posibilidad de cambio a los
factores dinámicos agudos, que pueden cambiar rápidamente. Una complicación de
la terminología es que algunos factores sociales y personales, tales como vivencias
en la niñez de bajo coeficiente intelectual, son lógicamente o prácticamente
imposibles de modificar, con un origen en el pasado de la constitución mental y
física del infractor penal esto debe ser referido a los factores estáticos.
En la práctica penitenciaria cuando hablamos del surgimiento del modelo
de riesgo, en realidad nos estamos refiriendo a la aparición de una serie de
intervenciones que se basan en el modelo de intervención creado y desarrollado por
los psicólogos canadienses Don Andrews y James Bonta durante los años 80: El
modelo de Riesgo, Necesidad y Responsividad (Risk-Need-Responsivity) antes
mencionado.
Los principios teóricos subyacentes a los tratamientos basados en riesgo,
necesidad y responsividad sostienen que los infractores no incorporaron pautas de
socialización adecuadas y por lo tanto carecen de valores, actitudes, errores de
razonamiento y habilidades sociales, las cuales pueden ser enseñadas a través de
programas específicos.
Lo relevante del trabajo de Andrews y Bonta se encuentra en lo que ellos
denominaron como “principios de intervención efectiva”, los que no se restringen
únicamente a los principios de Riesgo, Necesidad y Responsividad, que le dan su

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nombre, pues apuntaban a la elaboración de un modelo que pudiera entregar al


infractor de ley un servicio humano.
Conforme lo dicho, lo central del modelo se encuentra en los principios de
Riesgo, Necesidad y Responsividad (“RNR”), que en palabras de sus propios
autores significan14:
“1. Principio de Riesgo: Destinar servicios de intervención intensiva a los
infractores de ley con alto riesgo de reincidir, disminuir las intervenciones a aquellos
que se evalúe como de bajo riesgo.
2. Principio de Necesidad: Enfocar el tratamiento a las necesidades
criminógenas del individuo.
3. Principio de Responsividad: Proveer el tratamiento en un estilo y forma
que responda a los estilos y habilidades de aprendizaje del infractor de ley.”

Que el modelo se haya centrado en estos tres principios tiene diversas


consecuencias. Por ejemplo, la referencia al principio del riesgo lleva implícita una
opción metodológica que en su tiempo era novedosa: el abandono de modelos
clínicos de predicción y la incorporación de instrumentos actuariales que tuvieran
una base teórica psicológica. En este sentido, ya no sólo existen instrumentos
generales para evaluar el riesgo de reincidencia, sino que estos instrumentos se han
especializado según la naturaleza del tipo de reincidencia que se desea evaluar.

14
ANDREWS, Donald, y BONTA, James, “Rehabilitating criminal justice policy and practice”, Psychology, Public Policy,
and Law, vol. 16, nº 1 (2010), p. 44.

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