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Paradojas de la constitución sexual masculina. SILVIA BLEICHMAR.

Antes se interpretaba cualquier fantasía de masculinización (incorporación de la virilidad desde


otro hombre) como fantasmas homosexuales. Generaba angustia y sufrimiento el de hacer notar
estos aspectos “homosexuales inconscientes”.

Los deseos no dan cuenta de una “identidad inconsciente” desconocida para el sujeto. No hay un
sujeto debajo del sujeto. Nadie es inconsciente. No se es egoísta por tener una moción egoísta y el
inconsciente no separa hetero de homo.

Esto conlleva un nuevo desarrollo psicoanalítico sobre la sexualidad masculina (no trabajado por el
hombre=Hombre). Cada caso de clínica que se aleja de la teoría, es considerado singularidad y no
se realiza una teorización de la masculinidad. Hoy, los debates sobre las posiciones de hombres y
mujeres desarticulan la vieja teoría. La angustia de castración no puede serlo todo. La ecuación
pene-virilidad es un punto de partida, no de llegada. Dinero-potencia es un articulador narcisista
más actual.

Del caso se sustrae un deseo de masculinización a través de la incorporación del pene paterno.
Pudo interpretarse luego del pasaje de pasivo a activo (mediante el desprendimiento de la madre)
incluyendo una identificación masculina. No es deseo de pene desde el deseo homosexual. Abre la
posibilidad a la heterosexualidad: incorporando el pene paterno y ejerciendo su sadismo genital se
separa de la madre.

Madre prehistórica sufre la derrota narcisista de la diferencia sexual. Ese objeto primordial,
atravesado por la castración. Discontinuidad marcada por la ambivalencia y por otra variable: el
padre sexuado.

Primero, el niño es pasivo ante el deseo sexual de padres. Es autoerótico (goce no intersubjetivo,
encuentra representación de su cuerpo, parte aislada, en otros). Es activo en cuanto a meta,
pasivo en relación al otro. Aún no hay sujeto del yo. Inconsciente no volcado a objeto. Es a través
de la represión pulsional que se forma un sujeto deseante paradójicamente al servicio de la
defensa. Antes de esto, suponemos, la proximidad del cuerpo del padre inscriben
representaciones residuales más allá de la “pulsación” materna (ingreso de pulsión ajena). Además
el “padre” oficia de separador del vínculo fusional, pero no aún del instaurador de la prohibición,
del ideal del yo ni la moral. Es la propia prohibición del adulto (SY) la que atempera la devoción del
mismo por el niño y lo separa.

Del lado del niño no es aún la castración la que opera, sino la idea de perder el amor de madre y
por tanto todo. La interdicción del padre cae en el Edipo completo.

Entonces el pasaje de pasivo a activo ocurre con el descubrimiento de la diferencia anatómica. Cae
el objeto materno. Identificación / elección de objeto. El pene sería la herramienta de unión con el
objeto. La idea de castración es la pérdida de la posibilidad del vínculo. Por qué no agota la tensión
de forma autoerótica? Porque a través del pene y no de todo el cuerpo?

Entonces, como funciona esa identificación al padre para poder ejercer la potencia genital para
con el objeto?

Según Freud, por biología y linealidad: hostilidad al de igual sexo por competencia. Pero también
amorosas y erótica (sublimada) para la identificación.

Pero agregamos un tercer tiempo entre identificación de género e identificación al super yo


paterno (final de Edipo) para ejercer la masculinidad.

Entonces la pregunta no es solo como construye su identidad de género sino su potencia genital y
como esto reafirma o descalifica su identidad sexual. Hay tres tiempos:

1- Identidad de género sin carácter genital. Indica un posicionamiento en la bipartición


(nena-nene, nombre, etc.) que coexiste con el polimorfismo perverso (a posteriori será
diversidad) y es anterior a la diferencia anatómica. Es ofrecida por el otro. Humanizante.
Apropiación y consolidación en etapas sucesivas, núcleo yoico de identificaciones
posteriores.
2- Diferencia anatómica. El pene no es suficiente para construir su genitalidad masculina y
potencia fálica. Esta se inviste recibiéndola de otro hombre y con la significación que el
pene cobra para la madre. Incorporación del pene paterno e instauración de la angustia
homosexual del hombre. Y la valoración maternal del pene (variable).
3- Identificaciones secundarias. Qué clase de hombre se es. Prohibiciones y mandatos.

Luego la pubertad resignificará todo esto.

Volvemos. La identificación al rival requiere también de un enlace amoroso. Desde el principio hay
homosexualidad. Freud teorizó sobre la ambivalencia hacia ambos padres. El padre tiene carácter
pulsante en los cuidados precoces en el autoerotismo. Determina una aspiración erótica primaria
hacia el padre también. Más tarde la identificación al padre guarda un elemento homosexual de
aquella constitución a través de la masculinización aludida.

Distinguimos entre identidad previa a la diferencia. Diversidad y diferencia. La Identificación de


género se produce antes de la genitalidad / diferencia anatómica. Esto ayuda a distinguir género
de sexo. Género en el campo de las n posibilidades heredadas de la sociedad y de padre y madre.

Luego esta diversidad se ubica en el rango de la diferencia. Explica porque la homosexualidad no


tiene necesaria relación con la feminización amanerada. No hay linealidad.

Ahora, para la “masculinidad” hace falta la introyección del objeto con el que se identifica, para la
apropiación simbólica. Esto plantea un conflicto no respondido por la simpleza de la reducción de
la presencia del pene. Ser como el padre en tanto sujeto sexuado, portador de pene, potencia (y
no solo autoerótico masturbatorio) es un proceso complejo. La introyección ata al fantasma de la
homosexualidad. No es una consecuencia biológica la bisexualidad. Pasivo desde el inicio, se hace
activo a través de la incorporación fantasmática del pene masculino adulto, cuya potencia somete
analmente al sujeto.

A modo de resumen.

El enigma de la masculinidad a través del ritual de penetración. Primero pasivo para luego ser
activo para incorporar el atributo de la potencia. Ese atributo debe ser ofrecido por el padre.

Habla de un hueco en la teoría. Actuada o fantaseada, la homosexualidad aparece como


constitutiva de la masculinidad. Desde dos vertientes: la pasividad hacia la madre hacia la actividad
hacia el objeto requiere la identificación sexuada masculina, que a su vez necesita de la
incorporación fantasmática del atributo de la actividad genital masculina paterna. Esto surge de
los restos libidinales del vínculo originario con el padre.

Ergo, para ser “hombre” el niño debe incorporar el objeto-símbolo de la potencia otorgado por
otro hombre al tiempo que se rehúsa el deseo homosexual que tal introyección (constitutivo de la
masculinidad en el desarrollo psíquico) significaría. Se trata de la valoración del objeto
conceptuado desde la diferenciación anatómica (conlleva el investimento fálico del pene más allá
del carácter biológico como objeto a ser ofrecido). La castración tendría sentido desde ahí, el
deseo de brindar el objeto de placer y potencia.

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