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Por todo esto el análisis de costos relevantes ante uno u otro curso de acción y el uso de
modernas técnicas de gestión no ocupaban un sitio preferencial en el proceso decisorio, y la
estabilidad relativa de la demanda "tapaba" las posible ineficiencias en la asignación de recursos
de estos entes productivos. En consecuencia, no se le prestaba la atención que obviamente
creemos que merece el tema.
Es así que aparecen con vigor términos como reingeniería, tercerización, flexibilización
laboral, y muchos otros, asociados a la necesidad de ganar competitividad y adecuar las
operaciones de las empresas al nuevo escenario. Con la mención de múltiples técnicas de gestión
apuntamos a dejar ejemplificado, a través de estos ejemplos, el fenómeno contemporáneo de un
aluvión de nuevos enfoques de la gestión de las empresas, que nos hace replantear
permanentemente tanto los objetivos como el esquema decisorio. Esto hace más complejo el
Tablero de Comando que informe acerca de las variables relevantes para nuestras
organizaciones.
Comenzamos haciendo referencia a esta técnica, que es uno de los aspectos de la Gestión
Estratégica de Costos, tratada en detalle en el punto 5.a de este Digesto. El concepto fundamental
para intentar maximizar el resultado en épocas recientes ha sido el análisis del concepto del valor
agregado, que comienza con los pagos hechos a proveedores (compras) y termina con los costos
pagados por el consumidor (ventas); se entendía que la clave era maximizar la diferencia entre
ambos.
A diferencia del concepto de valor agregado, la idea de “cadena de valores” enfoca el tema
asumiendo que una empresa es solo una parte de un conjunto mayor de actividades en el sistema
de entrega de bienes; además, como dos firmas, aun en un mismo ramo de la industria, no
compiten exactamente en el mismo conjunto de mercados con los mismos proveedores, la
cadena total de valores es exclusiva para cada compañía. Este enfoque nos indica que el criterio
de valor agregado arranca demasiado tarde y termina demasiado pronto y no nos permite por lo
tanto explotar al máximo el vínculo con los Proveedores y con los clientes.
Con referencia a este tema lamentablemente creemos que en muchos de nuestros entes
hay un desconocimiento total de sus implicancias y sus ventajas, aunque sabemos que no es fácil
construir lo que Shank llama cadena de valor ampliada, que implica analizar el posicionamiento de
cada empresa desde que se genera el primer insumo hasta que se entrega el producto terminado
al consumidor.
Pero las ventajas que brinda poder analizar las fortalezas y debilidades en un esquema de
este tipo más que compensan las dificultades de su construcción; sin embargo, la mayoría de
nuestros empresarios están atados aun al concepto de valor agregado, que es el utilizado desde
hace mucho tiempo, y la herramienta de gestión no está aún muy difundida entre ellos.
2. Gestión de la Calidad
Para referirnos al tema Calidad podemos comenzar por expresar que cuando el mercado
tiene pocos oferentes este no parece ser un tema primordial, pero cuando se abre a nuevos
actores, la calidad pasa a ser un concepto clave en la competitividad de las empresas.
Haciendo un breve resumen de los enfoques típicos referidos a este tema podemos
mencionar dos vertientes: el enfoque clásico o tradicional el cual asume que las equivocaciones
son inevitables y resulta demasiado caro rectificar todos los defectos, y en contraste la filosofía de
gestión de la calidad total la cual defiende la idea que cero defectos debería ser el objetivo. El
esquema clásico a su vez nos dice que el costo más bajo se alcanza en un nivel de defectos
mayor que cero donde cualquier incremento adicional en este esfuerzo cuesta más que la
correspondiente reducción en los costos por fallos, la gestión de la calidad total mantiene en tanto
que el costo más bajo se obtiene en el nivel de cero defectos.
1. Costos de prevención: los recursos invertidos para evitar una calidad deficiente.
2. Costos de evaluación: relacionados con la medición de los niveles de calidad de la planta.
3. Costos internos derivados de las fallas: los consumidos para resolver problemas vinculados
con una calidad deficiente, antes de que el producto salga de la planta.
4. Costos externos derivados de las fallas: vinculados con la entrega al cliente de un producto
defectuoso, y que incluye un costo muy significativo y difícil de cuantificar: la mala disposición
del cliente, y la eventual pérdida del mismo, o aún de otros, a partir de las malas referencias
generadas por la mala atención del primero.
En los informes contables tradicionales, y la mayor parte del costo resultante de la mala
calidad, permanece oculto; las empresas gastan mucho más en costos internos y externos
derivados de las fallas que en prevención y evaluación, es decir que gastan en calidad, pero en el
lugar inadecuado. Si se invirtiese más en prevención, se podrían obtener ahorros sustanciales en
los costos derivados de las fallas.
En las normas ISO se la define como “el conjunto de las especificaciones y características
de un producto o servicio referidas a su capacidad de satisfacer las necesidades que se conocen
o presuponen” (ISO 9004-2). Cabe asociarla con el conjunto de propiedades y características de
un producto que son apropiadas para cumplir las exigencias del mercado al que va destinado, y el
grado de adecuación de un determinado producto o servicio a las expectativas del usuario, o a
ciertos parámetros tecnológicos o científicos expresados mediante normas concretas.
Usualmente se alude a “productos” para referirse a los bienes tangibles o intangibles, pero
ese término podría incluir, genéricamente, a la salida de cualquier proceso: el resultado de la
transformación de los insumos recibidos del exterior por un sistema productivo cualquiera. En
cualquier caso el usuario, la persona que recibe el beneficio del bien o servicio, está
verdaderamente interesado en la calidad del producto o servicio.
La satisfacción del cliente con el producto se alcanza cuando las características de este
último cubren las necesidades del cliente; es la razón que impulsa a comprar siempre el mismo
bien y a acudir de nuevo a la misma empresa de servicio.
Las deficiencias dan como resultado quejas, reclamos, devoluciones, etc. Algunas de ellas
repercuten en los clientes externos y constituyen una amenaza para las futuras ventas; otras, por
el contrario, solo afectan a los clientes internos y son, fundamentalmente, una fuente de costos
para la calidad.
Hoy entendemos a la función Calidad como el conjunto de actividades mediante las cuales
se alcanza la aptitud al uso, con independencia de donde se lleven a cabo estas actividades.
Gestionar la Calidad supone coordinar todos los recursos disponibles a fin de conseguir unos
objetivos. El objetivo de la calidad es la satisfacción del cliente y del proveedor al mínimo costo
combinado.
Es preciso descubrir las necesidades de los clientes, desarrollar las características del
producto que respondan a sus necesidades, y diseñar los procesos capaces de producir los
productos que respondan a los estándares adecuados.
El control de calidad es el proceso de regulación a través del cual se mide la calidad real, se
compara con los estándares y se actúa sobre las desviaciones. Sus objetivos son detectar las
perturbaciones o fallos esporádicos, conocer las causar del cambio e implantar la acción correctora
que establezca la situación en los niveles indicados por el estándar. El autocontrol es la forma mejor
y más económica de realizar el control; una misma persona produce y mide la calidad, detecta
deficiencias y las corrige.
En la década del ´50 aparecen Juran y Deming, considerados dos pioneros del movimiento
de la calidad, inspiradores del milagro industrial de Japón iniciado en esta década. En los años
´60 toma cuerpo el Control estadístico de procesos, que consistía en el desarrollo y aplicación de
técnicas estadísticas, por el procedimiento de muestreos, para disminuir los costos de inspección.
En la década de los ´80 nace el TQM (Total Quality Management) y el desarrollo del
Mejoramiento Continuo (Kaizen) como una estrategia para lograr la Calidad Total al servicio del
cliente. La expresión “Calidad” significa entonces: conjunto de atributos, propiedades y
condiciones de productos y servicios, destinados a la satisfacción del cliente; y es “Total” porque
debe ser lograda con la participación de todos los miembros de la organización y la integración
con todos los recursos disponibles, incluyendo el contexto, el mercado y los clientes, los
proveedores, los competidores, el estado, etc.
Deming, a su vez, presenta una técnica sistemática para resolver problemas de calidad
durante el proceso de fabricación, que se conoció como el “ciclo de Deming”: planear, hacer,
evaluar, accionar. Define a la calidad de conformidad con las necesidades del consumidor, y
como ellas están en permanente cambio, también las especificaciones de calidad deben ser
alteradas constantemente.
Crosby, por su parte, asocia la calidad al concepto de “cero defectos”, idea que fue lanzada
en 1961, bajo el precepto “hágalo bien la primera vez”. Para este autor, la prevención es la
principal causa generadora de calidad, y considera a las técnicas no preventivas como la
inspección y el control poco eficaces. Menciona la idea de formar equipos de mejora de calidad
con representantes de todos los departamentos, e introduce el concepto de “Quality Management”
como la maximización de la calidad de productos y servicios a través de la participación de toda la
empresa. Sostiene que los clientes son el centro de atención y que hay que anticiparse a sus
necesidades.
Según Ruben Roberto Rico, en su libro "Total Quality Management", la calidad es “la suma
de los valores agregados que se incorporan al producto y/o servicio a lo largo del proceso
(condición necesaria pero no suficiente) y que los clientes extraen de ellos, es decir, es el valor
final a través del cual los clientes satisfacen sus necesidades y/o expectativas”. Define qué es la
Calidad Total tanto para la organización como para el cliente. Para el cliente, la Calidad Total se
alcanza cuando el producto o servicio llega a satisfacer plenamente sus necesidades y
expectativas.
La calidad es importante por el elevado costo que implica hacer las cosas mal, repetir trabajos,
corregir errores, etc.; y por la ventaja competitiva que produce brindar a los clientes la Calidad en
bienes y servicios que ellos reciben como tal. Dentro del concepto de clientes se incluye tanto a
los clientes externos (clientes finales, proveedores, gobiernos, e instituciones) como a los clientes
internos (cada una de las unidades operativas que reciben y/o suministran productos y/o servicios,
más los Directores, y Socios o Accionistas).
Según Carlos Mallo y José Merlo, en el libro “Control de Gestión y Control Presupuestario”,
generalmente se reconocen dos tipos de calidad: calidad de diseño y calidad de conformidad. La
calidad de diseño es una función de las especificaciones de un producto, mientras que la calidad
de conformidad es una medida de cómo un producto satisface sus requerimientos o
especificaciones. De los dos tipos de calidad, la calidad de conformidad debería recibir mayor
énfasis. Es la no conformidad con los requerimientos lo que crea mayores problemas en las
empresas. Los costos de calidad son los costes asociados con la identificación, reparación y
prevención de defectos. Estos costos pueden clasificarse en cuatro categorías, que él denomina:
“Costes de prevención”, “Costes de evaluación”, “Costes de fallos internos” y “Costes de fallos
externos”. Los mismos han sido ejemplificados más arriba.
3. Reingeniería
Un Proceso de negocios es un conjunto de actividades que recibe uno o más insumos y crea
un producto o servicio de valor para el cliente. Generalmente, por la influencia de las ideas de
Adam Smith, los hombres no se orientan a los procesos sino a las tareas, personas, materiales,
etc. Al dividir los trabajos y asignar a cada uno un especialista, las empresas se concentraron en
labores individuales, perdiendo de vista el verdadero objetivo que es el servicio al cliente.
Dentro de los principios de Reingeniería enunciados por Hammer, los más destacados son:
Organizar por objetivos, no por tareas, vincular actividades paralelas en lugar de integrarlas en
sus resultados, asignar poder de decisión donde se ejecute el trabajo y establecer controles en el
proceso.
La Reingeniería tiene como objetivo los procesos, no se rediseñan los departamentos, sino
el trabajo que realizan las personas. Una vez que los procesos se identifican, es necesario
resolver cuáles necesitan reingeniería y el orden en que se deben rediseñar. En general, se
aplican tres criterios a fin de seleccionar: ¿Qué procesos se encuentran en mayores dificultades?
¿Cuáles ejercen un mayor impacto en los clientes de la empresa? ¿Qué procesos de la empresa
son en este momento más apropiados para la reingeniería?
Según Parro, en su libro “Reingeniería, empezar de nuevo”, éste método se destaca por su
potencia para ayudar a las organizaciones de todo tipo a obtener reducciones de costo y tiempo,
como también importantes mejoras en la calidad, flexibilidad, servicio u otros objetivos del
negocio. El rediseño de los procesos es de aplicación a todas las actividades industriales,
administrativas y de servicios, no sólo de empresas manufactureras, si bien en éstas puede ser
más fácil puesto que a través de la ingeniería industrial se ha trabajado tradicionalmente en la
medición y mejoramiento de las operaciones.
Uno de los problemas con el que tienen que enfrentarse las compañías hoy en día, es con
el de la burocracia; la manera de eliminarla y aplanar la organización, es rediseñar los procesos
de manera que no estén fragmentados. La característica más común de los procesos
rediseñados, es que desaparece el trabajo en serie: muchas tareas que antes eran distintas se
integran y comprimen en una sola, aunque es factible, que en determinadas oportunidades no se
puedan comprimir todos los pasos de un proceso largo en uno solo.
Los beneficios de los procesos integrados, son grandes. Eliminar pasajes laterales significa
acabar con los errores, las demoras y las repeticiones que ellos crean. Los procesos integrados
reducen también costos de fabricación indirectos, como ser menor costo de supervisión. Otro de
los beneficios es el de mejor control, ya que como los procesos integrados necesitan menos
personas, se facilitan la asignación de responsabilidad y el seguimiento de desempeño.
Los trabajadores toman sus propias decisiones. Entre los beneficios de integrarse tanto
vertical como horizontalmente, pueden mencionarse menos demoras, costos indirectos más
bajos, mejor reacción de la clientela, y más facultades para los trabajadores. Los pasos del
proceso se ejecutan en orden natural, y muchas tareas se hacen simultáneamente, reduciendo el
tiempo que transcurre entre los primeros pasos y los últimos pasos de un proceso.
Teniendo en cuenta la atención especial que requiere el cliente, las compañías deberán
rediseñar las estructuras de modo tal que los procesos tengan la menor cantidad de pasos
posibles, por lo tanto menor costo y tiempo de duración, y mayor agilidad, todo ello con la
consecuente eliminación de tareas y puestos innecesarios.
Uno de los puntos más importantes a tener en cuenta es el camino que recorre el proceso.
El recorrido del mismo debería ser lo más lineal posible por cuanto todo sinuosidad implica
ineficiencia y pérdida de tiempo en pasos que generan costos pero que no generan valor
agregado. Este aspecto de la Reingeniería, llevada a su extreme, nos pone frente a la disyuntiva
de resignar controles, ya que el paradigma de esta técnica es evitar duplicaciones, y aún
controles, innecesarios.
Una buena relación con los proveedores, dará como resultado una mejor administración de
stocks, más ágil y menos costosa, además de más segura en cuanto al reaprovisionamiento. La
compañía debe lograr consenso de modo tal de asegurarse que satisfagan las necesidades de la
empresa sin imponerles trabas que perjudiquen el rendimiento interno. Un concepto ligado a todo
lo relativo a las relaciones con los proveedores es el de “Just in Time”.
Por otro lado, la reingeniería abarca también a los dueños del ente y a las personas como
integrantes de un equipo. Respecto a los primeros, una organización que no satisface a sus
propietarios, es porque no está cumpliendo con los objetivos básicos (rentabilidad y permanencia).
Las segundas, son el recurso fundamental de toda organización. Lo primero que debe lograr la
compañía, es su concientización, comenzando por los niveles de dirección.
Cualquier organización debe comenzar con la concientización del personal; sin ello no se
puede avanzar correctamente en el camino del cambio. Se deberá reorientar al personal a través
de cursos de actualización para nuevas funciones, y convencerlo de la importancia de la
reorganización para que colabore en el cambio.
En el punto 5 de la parte del Digesto dedicada a Gestión y Costos, nos hemos referido
ampliamente al A.B.C. (“Activity Based Costing” o Costeo Basado en Actividades), que comenzó a
utilizarse hace dos décadas, generando la necesidad de implantar métodos de análisis y gestión
diferentes de los tradicionales; de ese modo nació el A.B.M. (“Activity Based Management” o
Gestión Basada en Actividades).
Consiste en el uso de herramientas de costeo por actividades por los responsables de los
procesos para alcanzar la mejora de las operaciones. Propone que los Gerentes, o responsables
por funciones, sean reemplazados por responsables de procesos, de manera análoga a lo postulado
por la Reingeniería.
Para el análisis de los procesos se necesita información sobre las actividades, y ésta, en el
marco del A.B.C., se concreta a través del costo de los factores generadores de costo (los llamados
“cost drivers” aludidos en el punto 5); esto permite evaluar la conveniencia de realización o no de
cada actividad. El A.B.M. Conduce así a la búsqueda permanente de mejora en los procesos,
mediante la supresión de actividades estériles, y rediseño de las demás para alcanzar mayor
agregación de valor al cliente.
Para avanzar desde el A.B.C hacia la Gestión Basada en Actividades, será preciso:
Diseñar un modelo de actividades altamente desagregado con el objeto de reducir costos
Comprometer a los administradores a través de informes de performance
Analizar los precios de los productos y racionalizar la producción
Administrar procesos, eliminando todas las actividades improductivas para aumentar de ese
modo la rentabilidad
El A.B.M. analiza las actividades con el objeto de identificar oportunidades de mejora, ahonda
en los inductores de costos para analizar los factores que causan lo estéril, y evalúa las acciones
que deberían ser realizadas para agregar valor al producto o servicio ante el cliente.
La implantación del A.B.M. debería hacerse en etapas, para sucesivos procesos, encarando
para cada uno de ellos, las iniciativas de mejoras ((de procesos, con reducción de costos y
reingeniería), la toma de decisiones (basadas en estudios de costos de productos, e inversiones,
con aplicación de costos objetivo), y medidas de rendimiento (Presupuestos, Medidas de
rendimiento de las actividades, y análisis de los Beneficios).
La utilidad del A.B.M. consiste en brindar a los Directores información apta para gestionar las
actividades y procesos del negocio proporcionando una visión integrada de las relaciones entre las
funciones, y la mejora en la toma de decisiones, sin descuidar la posibilidad de que coexista con
técnicas tradicionales de monitoreo de la gestión.
Obviamente supone incurrir en costos de implantación, lo que puede operar como una
limitación, y deberá ser resuelto en el marco propio de una ecuación que pondere los costos frente a
los beneficios esperados, modalidad propia de cualquier aplicación de herramientas de Gestión.
Esto es así porque la aplicación “sistemática” supondrá la emisión y análisis frecuente de
información de costos para soportar la toma de decisiones operativas, sobre productos y procesos,
con un feedback oportuno.
Sin embargo, se le reconoce como aporte el énfasis por lo que es su idea fuerza: el papel que
tienen en toda organización las múltiples restricciones que afectan su desempeño, a través del cual
desarrolla un enfoque específico para administrarlas como soporte de un mejoramiento continuo.
Desde los autores de Contabilidad de Gestión se han formulado severas críticas al planteo de
la “Contabilidad del Throughput”, a partir del hecho de que, en realidad, lo que hace es un planteo
de la Mezcla de Productos análogo al de Análisis Marginal (ver el capítulo pertinente de este
Digesto), con la enorme simplificación de asumir que todos los costos de conversión de los
materiales en productos son fijos; dicho en otras palabras: un análisis impreciso de la Mezcla.
El Costeo Objetivo o Costo Meta es un mecanismo integrado para unir las distintas áreas
funcionales de una empresa en un sistema coherente, relacionado al Planeamiento Estratégico.
Su análisis parte del planteo de que: Precio de venta - Beneficio Objetivo = Costo Objetivo
Costo Objetivo es la diferencia entre el Precio de Venta requerido para capturar una
determinada participación de mercado y el Beneficio deseado por unidad; la meta de reducción de
costos es definida como la diferencia entre el Beneficio Meta y el Benéfico Estimado. Para ello se
buscan oportunidades para reducción de costos a través del rediseño de productos.
El “Target Costing” está orientado hacia el futuro; focaliza la atención de los diseñadores
sobre las implicaciones del costo de las decisiones de diseño, y ayuda a los Gerentes a evaluar la
rentabilidad de un Producto antes de ser producido. Se trata de un modelo en el cual se determina
un Costo basado en precios, en lugar de un precio basado en el costo.
Muchas compañías establecen el precio de un nuevo producto como la suma de los costos
y el beneficio deseado; según el planteo del Target Costing esto es irrelevante, pues el
consumidor no ve como tarea suya asegurar un beneficio a los productores; el único modo serio
de establecer un precio es comenzar conociendo cuánto está dispuesto a pagar el mercado.
La fijación del precio de venta objetivo del producto, tendrá en cuenta: el concepto del
producto, las características del mercado, el segmento de consumidores al que apuntaremos, el
ciclo de vida del producto, el volumen de venta esperado, y las reacciones previsibles por parte de
los competidores.
La determinación del margen de beneficio meta, surgirá del Plan estratégico de la empresa,
el Plan de beneficios a mediano plazo, el cual se supone que implica un compromiso para
alcanzar el objetivo, a partir de la participación en el desarrollo del presupuesto, que habrá dado
lugar a la asignación de metas de beneficio por producto a partir del total.
La determinación del costo meta (objetivo a alcanzar) surgirá de deducir al precio posible el
margen de beneficio deseado, plasmado en el Presupuesto de la empresa.
La revisión de costos actuales de productos similares, será un primer paso para encarar el
ajuste para considerar todas las reducciones aun no alcanzadas, calculando un costo objetivo
para el modelo corriente, como tal se dijo, en función del Precio esperado y el Beneficio meta.
Así nos encontraremos frente a una reducción requerida para alcanzar el costo meta, lo
cual tendrá naturalmente cuestiones críticas de implantación, y requerirá: una adecuada
mentalización del personal afectado para el trabajo en equipo, instrumental técnico y sistema
informativo de apoyo y determinadas condicionales organizacionales y comportamentales.
El planteo del “Costo Objetivo” arranca desde el Precio hacia abajo, hasta arribar al diseño
del producto posible, en tanto que los mecanismos de “Costos Standard” parten de la
especificación del producto hacia arriba, para arribar a un precio requerido para satisfacer
objetivos de rentabilidad.
El impacto habitual del costeo objetivo consiste en que integra las distintas funciones de la
empresa para que el costeo objetivo funcione fluidamente, enfatiza la continua reestimación de los
costos de producción, y requiere un énfasis constante en el alcance del beneficio, que estimula la
comunicación entre las diversas funciones de la empresa.
Parece factible y enriquecedora la aplicación combinada del “Target Costing” con “Value
Chain” (Cadena de Valor), tratado en otro acápite, como asimismo con otras prácticas novedosas
de gestión, como el Costeo y el Gerenciamiento Basados en Actividades.
Pero las necesidades y expectativas del comprador evolucionan. Con el avance tecnológico
se ha avanzado hacia la sofisticación, complementada con la segmentación de mercados que
procura el marketing, buscando nichos de mercado en los que tenga cabida un producto de una
marca en particular.
Esa evolución hace que la vida útil de los “productos” sea cada vez más corta, a veces
efímera. Cuando a mediados del siglo pasado se lanzaba al mercado una nueva bebida gaseosa, se
lo hacía con el propósito de instalar su marca en el mercado para varias décadas; pero hoy, si se
lanza una gaseosa en particular, ésta puede ser la respuesta a una acción diferenciadora Ed un
competidor, y el horizonte del nuevo “producto” puede alcanzar algunos meses, o, en el mejor de los
casos, unos pocos años.
Existen varios factores por los cuales las etapas del ciclo debido de los productos tienden a
reducirse en su duración:
Factores tecnológicos
Acción de la competencia
Cambios de comportamiento del consumidor
Entonces surge como consecuencia un problema en le asignación delos costos: El corto ciclo
de vida de los productos nos hace reflexionar acerca de que los mismos deben recuperar todos
los costos del Ciclo de Vida y proveer un Beneficio aceptable.
Este ciclo de vida, por ejemplo, puede ser de 4 ó 5 años, menos que el plazo por el que
solemos amortizar contablemente las maquinarias (10 años); entonces, una depreciación contable
del 10 % anual será insuficiente para determinar el costo de los productos: el costo de la máquina
debería ser absorbido por la suma de las unidades previstas de los productos a ser fabricados con
la misma; esto supondrá, posiblemente, amortizarla de manera variable, a lo largo de pocos años.
Naturalmente la performance puede mejorar mediante rediseño, cambio de precios,
reducción de costos y cambio de la Mezcla de Productos, encontrando caminos para aprovechar
los recursos de manera más eficiente. El Costeo Basado en Actividades (“A.B.C.”) puede facilitar
el planeamiento del ciclo de vida útil del producto, con una cuidadosa selección de los “Cost
Drivers”.
Las consecuencias de pensar en los costos para el ciclo de vida del producto son diversas:
por un lado, amortizar contablemente los equipos productivos más aceleradamente, pero, por el
contrario, asumir, por más que las prácticas contables usualmente no lo hagan, que la
investigación de mercados, el desarrollo, la publicidad de lanzamiento, y muchos otros costos que
se relacionan con el lanzamiento o relanzamiento de un producto, y deberían amortizarse, al igual
que la maquinaria, en la vida útil del producto, vale decir, en función de los niveles de actividad
previstos.
8. Tablero de Comando
De los conceptos que se verterán a continuación, una dosis significativa tiene que ver con
el contenido de dicho trabajo, como asimismo con el planteo que Norton y Kaplan (autores de la
escuela del A.B.C.) han formulado en una obra de gran difusión, el “Balanced Scorecard” (Tablero
de Comando Balanceado).
Es así que, según los estilos de conducción de las diferentes organizaciones, a dicha visión
sintética se la enriquece con una serie de aspectos adicionales, que pasan por dos vertientes
principales: las comparaciones y análisis de desvíos, y el suministro de información más detallada
sobre indicadores de gestión relacionados con los componentes físicos y los componentes
monetarios de los rubros de resultados, financieros y patrimoniales de cada una de las funciones
de la organización.
En un típico Tablero de Comando no pueden estar ausentes datos referidos a una serie de
aspectos, entre los que podríamos brindar algunos ejemplos, a simple modo ilustrativo, pues no
es objeto del presente trabajo bucear detalladamente en el contenido del Tablero de Comando.
Según la rama de actividad, será usual hallar asimismo detales acerca de la evolución de
los componentes físicos y monetarios de cada una de las funciones de la empresa. En el aspecto
financiero, nos encontraremos con el detalle del flujo de fondos, comparado con el respectivo
presupuesto, y segregado por línea de negocios, y por cada una de las funciones de la empresa.
Otro punto estrechamente conectado con los anteriores es el seguimiento del Plan de
Inversiones en Bienes de Uso, como asimismo las mejoras y reparaciones, tanto desde el punto
de vista del cumplimiento efectivo de los planes trazados como del ajuste de las erogaciones a los
presupuestos.
Una práctica seria, en relación con este último aspecto, consiste en realizar un seguimiento
de las inversiones realizadas contra lo planeado, en cuanto a su Tasa de Retorno y Período de
Recupero de la Inversión inicial.
Sin extendernos más sobre el tema, es importante citar también la tendencia actual a
sistematizar el seguimiento de la marcha de los mercados y de nuestros competidores, y, en la
medida de lo posible, obtener datos que nos faciliten la concreción de lo que se conoce como
"benchmarking" para las distintas actividades de nuestra Organización.
A lo largo del trabajo al que se hizo referencia, y en continuidad con otro presentado en
1997 en el Congreso Internacional celebrado en Acapulco (publicado en D 6 G, Profesional y
Empresaria), se ha ido revisando los conceptos subyacentes en la expresión "Análisis de la
Cadena de Valor", sus objetivos y metodología, incluyendo una comparación con la "Contabilidad
de Gestión tradicional" desde la visión de sus propulsores.
Concretamente, será bueno prever, entre los datos sistemáticamente incluidos en nuestro
Tablero de Comando la información necesaria para apreciar los ingresos y costos de nuestros
clientes y de nuestros proveedores, y el efecto de los vínculos establecidos con ellos.
También será trascendente contar con la información que sea accesible para conocer las
Cadenas de Valor de nuestros competidores, lo cual incluye, entre otras cosas, el conocimiento
de sus propias actividades y resultados.
Todo lo antedicho está relacionado estrechamente con la habilidad que desarrollemos para
investigar los datos de la realidad, de nuestros mercados y los de nuestros proveedores, por
conocimiento directo, por fuentes de información secundarias que nos aporten estadísticas y
cantidades y valores de plaza, y por encuestas que diseños para construir la base de datos
sistemática que sea preciso para hacer un uso inteligente de nuestras potencialidades.
De igual modo, entonces, que aludimos a datos referidos a las relaciones con clientes y
proveedores, incluiremos en el Tablero de Comando los datos sistemáticos que sirvan para
monitorear permanentemente la manera en que cada función de nuestra organización
complementa su accionar con las restantes.
Vale subrayar, con resumen que, trabajar activamente en el Análisis de nuestras Cadenas
de Valor, implica integrar verticalmente los esfuerzos con nuestros proveedores, con nuestros
clientes, y entre los procesos de nuestra propia organización, para que los resultados del conjunto
sean mejores, y para ello, seamos cada vez más competitivos.
Para ser fieles a lo propuesto, vele la pena prestar una atención particular a las propuestas
de los autores del “Balanced Scorecard”, quienes conciben a los Tableros de comando como “la
representación gráfica de los indicadores esenciales para la toma de decisiones". La esencia de
esta herramienta es que permite darnos información centralizada de las áreas estratégicas y no
estratégicas de la empresa.
Dos autores norteamericanos ya citados, Robert Kaplan y David Norton han elaborado todo
un sistema gerencial denominado Tablero de Comando, en el cual la esencia radica en diseñar la
estrategia tomando cuatro perspectivas: Cliente, Negocio Interno, Innovación y Aprendizaje, y
Perspectiva Financiera.
El diseño debe estar orientado al cliente: de acuerdo a esta metodología, uno de los puntos
importantes es que los gerentes traduzcan su misión en cuanto a los clientes. Para ello, es
imprescindible que se establezca claramente el target al que se dirige y los indicadores de
desempeño. Con esta perspectiva, la organización se ve obligada a redefinir los estándares de
manera que se ajusten a las necesidades del cliente.
Muchas veces la empresa cree que está llegando satisfactoriamente a su cliente meta,
pero la realidad es otra. De ahí, la importancia de tener bien claro las expectativas que tiene el
cliente de nuestro producto. Dentro de esta perspectiva, se deben establecer objetivos de acuerdo
a lo que requiere el cliente, los cuales variarán de acuerdo al tipo de organización y el target
establecido. En la mayoría de los casos, los aspectos a evaluar son el registro de ventas, índice
de precios, satisfacción del cliente y participación en el mercado.
La perspectiva interna plantea que se debe establecer la excelencia en cada uno de los
departamentos que integran la organización. En lo primero que debe centrarse es en enfocar las
operaciones internas críticas que permiten satisfacer el cliente. Asimismo, debe enfatizar en la
competencia principal de la empresa y la tecnología requerida para alcanzar el liderazgo del
mercado.
Para elaborar una planificación estratégica exitosa, destaca la importancia que tiene el
hecho de llevar a cabo continuas mediciones que reflejen el impacto de las medidas y las
acciones de los empleados, pues no siempre los resultados se pueden imputar a aspectos
internos. De ahí que para su realización, los sistemas de información adquieren un rol
protagónico, pues son los que al final van a suministrar todos los datos que permitan
posteriormente detectar las fallas y corregirlas.
Al respecto, las empresas tienen que incluir dentro de sus valores y formas de medición la
capacidad de innovar y mejorar con el tiempo, pues será la única forma de asegurar el éxito.
De esta forma, la empresa podrá conocer la efectividad y claridad organizacional con la que
trabaja, a la vez que tendrá la posibilidad de tangibilizar la innovación como valor.
Ahora bien, estas son las características básicas que no podemos dejar de lado a la hora
del diseño: debe ser sintético, la presentación debe ser sinóptica (cuadros), la información debe
ser graficable, debe contener indicadores de tendencias y ser comparable con otros períodos, y
debe reflejar relaciones temporales.
2: Un enlace a los resultados financieros: Los objetivos del negocio y sus respectivos indicadores,
deben reflejar la composición sistémica de la estrategia, a través de cuatro perspectivas:
Financiera, Clientes, Procesos Internos, y Aprendizaje y Crecimiento. Los resultados deben
traducirse finalmente en logros financieros que conlleven a la maximización del valor creado por el
negocio para sus accionistas.
9. Outsourcing
Uno de los principales temas de análisis en las empresas en estos últimos años con el
auge de la reingeniería, ha sido el de decidir si algunos procesos, ya sea productivos o de
servicios dentro de la compañía, debían seguir siendo realizados por personal propio de la
empresa o adquirir el servicio o producto a un tercero.
Hemos escuchado seguramente en infinidad de ocasiones cómo las empresas se han ido
deshaciendo de innumerables actividades dentro de su estructura, defendiendo esta decisión con
un sinnúmero de argumentos que exceden el objetivo de este trabajo, lo que nos proponemos
aquí es ejemplificar desde el punto de vista de nuestra disciplina como han sido utilizados los
conceptos de costos para apoyar el curso de acción a seguir.
Existe una relación indudable entre el planteo del outsourcing, y las técnicas desarrolladas
para seleccionar entre Las alternativas de comprar o producir (tratadas en el capítulo de Análisis
Marginal de este Digesto. Una empresa tomaría la decisión equivocada si sus decisores están
atados a una concepción errónea del costo, sin plantearse que existen distintos costos para
distintos objetivos; el costo completo nos sirve para valuar inventarios y quizás para estimar un
probable precio de venta, pero para otro tipo de acciones evidentemente nos lleva a seguir en
muchos casos caminos equivocados ‘por ejemplo si analizamos la tercerización sin tener en
cuenta que los costos fijos pueden o no ser evitables.
Además como estamos evaluando escenarios futuros, lo que debemos tomar en cuenta
son únicamente lo que Horngreen llama costos relevantes que son ni más ni menos que los
costos esperados que van a diferir entre los distintos cursos de acción a elegir; el cálculo de
costos no debe basarse en experiencias históricas; lo fundamental es estudiar cuáles son los
conceptos que van a ser distintos de acuerdo a la alternativa que elija.
La posible discontinuación de una línea de producción estaría regida por el mismo tipo de
reflexiones. Una primera visión nos llevaría (si no esperamos una reactivación de la demanda)
rápidamente a la decisión de clausurar definitivamente la línea que nos está dando pérdida. Sin
embargo un análisis más fino nos permite ver que, si la contribución marginal es positiva, aparece
la siguiente pregunta, ¿son todos los costos fijos evitables?, de no ser así puede ocurrir que mi
decisión de eliminar definitivamente este producto me deje en peores condiciones que antes.
Puede suceder incluso que quizás un producto podría reemplazarse por otro de mayor
contribución por cada peso vendido que me permitiera absorber de una manera más eficiente sus
costos fijos propios, en tal caso los costos de la máquina no responderían en absoluto al concepto
de “costos evitables”, y el análisis se reduciría a la definición de la mezcla óptima en función de la
contribución marginal por unidad del factor escaso (las horas de la máquina).
Cabe preguntarse también si las decisiones a tomar se basan en información cierta, o si,
en cambio, los datos asumidos como premisa para el análisis realizado no son más que
información de una determinada coyuntura. Este cuestionamiento se refiere tanto a los datos
referidos a los componentes monetarios (precios unitarios de adquisición de los insumos que
forman parte del costo variable unitario de producción, costo unitario de adquisición, y costos
fijos), sino también a los componentes físicos de la elaboración, y, mucho más grave, el nivel de
actividad para el caso de que el volumen demandado por el mercado fuese distinto del previsto.
En tal caso habría que construir un esquema de análisis que tuviera en cuenta la evolución
prevista para cada una de las variables que intervienen en el análisis. Como mínimo, habría que
considerar escenarios diferentes posibles, y sus grados de probabilidad, en lugar de adoptar una
decisión en un marco determinista. Pero, planteado el problema en su dimensión temporal, se
requeriría adoptar supuestos acerca de la evolución de las variables en juego en un cierto
horizonte, para proceder luego a cuantificar los resultados esperados Eso supone, ni más ni
menos, evaluar un proyecto consistente en reemplazar una producción propia por la adquisición
del producto.
En el trabajo presentado con los colegas Mastromónaco y Trelles Bergés (Córdoba, 2001),
antes citado) se exponía que en la medida en que la decisión planteada se refiere sólo a la
adquisición versus la producción, no parecería relevante el precio de venta, y el rumbo propuesto
nos llevará a la necesidad de proyectar la evolución de los volúmenes de producción, los precios
de adquisición de los insumos, la evolución previsible en la eficiencia de producción, la proyección
de los Costos Fijos para el caso de continuar produciendo, las perspectivas en cuanto a la
evolución de los tipos de cambio, y, además, la proyección del capital de trabajo para una y otra
alternativa.
Faltaría analizar la sensibilidad del proyecto de tercerización ante cambios en las múltiples
variables en consideración, ya mencionadas más arriba (volúmenes y componentes físicos y
monetarios de los costos). Queda aún por analizar la necesidad de introducir al precio de venta en
el análisis, pero no para seleccionar entre las alternativas de producción o adquisición planteadas,
sino al solo efecto de conocer la tasa interna de retorno del proyecto en su conjunto versus algún
proyecto alternativo, que bien pudiera usar alguno de los Bienes de Uso cuya disposición estamos
introduciendo en el análisis planteado más arriba.
Lo expresado sugiere un análisis del tipo “selección de mezcla de productos” para el uso de
la capacidad de producción de los recursos físicos comunes a este proyecto y las alternativas
existentes, hasta necesitar una revisión de las múltiples restricciones que podemos tener en este
y otro proyecto. Finalmente, y en resumen, cabe precisar que tenemos que formularnos el estudio
de un Proyecto de Inversión, considerando los costos de oportunidad provenientes de proyectos
alternativos, y realizando el análisis de sensibilidad de uno y otro (o sea del diferencial) ante
cambios en las múltiples variables consideradas.
En nuestro país durante muchos años se ha escuchado la frase producir para crecer, cita
que aun hoy es muy utilizada y que sería indiscutible si podemos vender lo que realmente
estamos fabricando, cosa que evidentemente no es así, pero aquí interviene otro concepto
establecido como un clásico en nuestro medio "es bueno tener inventarios para no perder una
venta", lo cual evitaría tener lo que Horngreen llama costo de agotamiento, o sea el costo en que
se incurre en el futuro por no haber podido satisfacer a un cliente hoy. Lo que no se contempla en
este razonamiento es la comparación entre ese costo de agotamiento y el que se incurre por
mantener un inventario excesivo, cosa esta última reconocida por la mayoría de los autores
actuales como una de las principales desventajas comparativas en referencia a los competidores.
En el “Just in time” se analizan los elementos que explican el tiempo entre el inicio del
proceso de producción del producto y el tiempo en que está listo para despacharlo a un cliente.
Este intervalo se lo conoce como tiempo de producción y consta de los siguientes elementos
Tiempo de procesamiento
Tiempo de inspección
Tiempo de desplazamiento (Para desplazar un producto desde un departamento de
producción al otro y desde y hacia el almacén.
Tiempo de espera o tiempo en cola
Tiempo de almacenamiento.
Al analizar estos cinco elementos, solo el primero constituye la producción real del
producto, podría tomarse como tiempo con valor agregado, y los restantes sin valor agregado.
Como alternativa, el tiempo sin valor agregado puede considerarse como tiempo perdido.
Pueden practicarse las siguientes estrategias para reducir el tiempo perdido: el tiempo de
inspección puede reducirse mejorando la calidad; reducir el tiempo de desplazamiento comprende
el diseño de disposición de la planta de manera que los departamentos estén físicamente cerca.
Además podría involucrar el diseño del producto de modo que demande menos movimiento
durante el proceso de producción.
El tiempo en cola o el tiempo de espera pueden reducirse mediante una mejor coordinación
entre los departamentos de producción. El tiempo de almacenamiento puede reducirse al trabajar
con los proveedores para garantizar que las materias primas se entreguen a tiempo. De esta
forma se reducirá la necesidad de adquirir inventario en exceso como colchón de seguridad
reduciendo así los defectos y el costo de mantener productos en stock.
Según Carlos Mallo y José Merlo, la metodología de producción Just-in-Time tiene como
objetivo un procesamiento continuo, sin interrupciones, de la producción. Conseguir este objetivo
supone la minimización del tiempo total necesario desde el comienzo de la fabricación hasta la
facturación de un producto.
El tiempo total para cualquier producto manufacturado incluye tiempo de valor añadido y
tiempo que no añade valor. El tiempo de valor añadido es igual al tiempo de proceso (el trabajo se
efectúa sobre los materiales o componentes), y el tiempo que no añade valor representa el tiempo
de preparación de máquinas, el tiempo que el producto aguarda a ser transportado o
inspeccionado o se encuentra a la espera de continuar el procesamiento. Por ello, en un sistema
ideal JIT, el tiempo total para un producto o componente es igual al tiempo de proceso.
Según Ruben Roberto Rico, la filosofía del JIT involucra: comprender la naturaleza del
proceso y la importancia de su utilización, ambiente propicio: la organización en su conjunto debe
asumirla como un valor compartido, diseño metodológico cuidadoso: por todo lo que implica
eliminar actividades y procesos que no agregan valor, ni mejoran tiempos.
El JIT va más allá que un programa de reducción de costos, pudiendo lograr entre otros
aspectos: aumentar la productividad administrativa, de la mano de obra y la capacidad de
máquinas y equipos; reducir el tiempo y el costo de realización de un proceso, el tiempo de
producción, el costo del defecto de fabricación, el costo de materiales comprados, el costo por
mantenimiento de inventarios y el costo por ocupación de bienes muebles e inmuebles.
El “JIT” no puede implantarse sin un compromiso con la Gestión de Calidad Total, la idea
es una “calidad perfecta”, es decir, un proceso productivo libre de defectos, a diferencia de la
doctrina tradicional, denominada “nivel aceptable de calidad”. Esta permite o tolera que se
produzcan defectos, siempre que no exceden un nivel predeterminado.
El Just in Time parte del concepto que se debe hacer las cosas bien desde el primer
momento, evita los costos de la no calidad por fallas internas y externas. Por otro lado, tiene como
finalidad, evitar retrasos o cuellos de botella por fallas en las maquinarias, por lo cual propone la
descentralización de la responsabilidad del mantenimiento en los operarios que manejan las
máquinas. Esto conlleva a una mayor responsabilidad y sentimiento de pertenencia, sentimiento
buscado al intentar aplicar la reingeniería de procesos.
La característica más conocida del JIT es la de stock cero, ya que se considera que los
inventarios esconden problemas de diversas características como ser ruptura, incertidumbre en la
entrega de los proveedores, mala calidad, costos como el de oportunidad, el de almacenamiento o
el de logística de los inventarios, etc. Esto está relacionado con el hecho de reducir al máximo los
ciclos de fabricación de los productos, eliminando de esta manera las actividades no
indispensables. De esta forma, se reduce la necesidad de espacio, se consigue mejorar la
calidad, y por sobre todas las cosas, las compañías dejan de fabricar sobrestock, para privilegiar
los pedidos reales de los clientes.
El “JIT” se basa en el uso del “kanban” que no sólo se trata de una tarjeta, sino que es un
sistema simple, esencialmente manual, que gestiona el flujo de la producción enviando señales al
proceso que precede cuando se queda sin artículos indicando la necesidad de fabricarlos. El
proceso precedente no fabricará si no recibe el “kanban” del proceso siguiente.
El “kanban” contiene informaciones tales como: código y descripción del ítem, centro de
origen, centro de destino, cantidad de fabricación, lugar de almacenamiento, punto de recogida,
capacidad del contenedor, etc.
Para la implementación del “JIT”, se llevan a cabo numerosas fases, entre las cuales
podemos encontrar: a) la educación preliminar, por medio de la cual se informa al personal clave,
b) el compromiso de la alta dirección, c) la decisión acerca de sí la empresa está en condiciones o
no de asumir los profundos cambios que significa la adopción del JIT, d) selección del equipo, etc.
Pero el aspecto central, lo que implica un cambio profundo en la cultura organizacional, es el
respeto por todos los trabajadores, y en particular, por aquel que se encuentra al pie de la
máquina. Y ello resulta ser lo más rentable porque se aumenta la calidad y la productividad
(salidas o “output” sobre las entradas o “input”), mediante programas de sugerencias y círculos de
calidad.
Todo este proceso debe enmarcarse dentro de la filosofía “Kaizen”. Mesaoki Imai desarrolla
la Teoría del “Kaizen” como la parte humana de la Reingeniería, la cual pretende un mejoramiento
continuo en el personal de la organización desde la gerencia de línea y hasta los niveles
operativos, pero con un fuerte énfasis en la vida del colaborador, sea en su lugar de trabajo o en
su vida social y familiar. El autor sostiene que no hay un momento de la vida que no se pueda
aprender y mejorar.
La última fase para implantar el JIT es la relación con los clientes, sin la cual no es posible
lograr el máximo beneficio del mismo, ya que si no se limitaría al entorno interno de la empresa.
La implantación del JIT en nuestro país, implica la necesidad de imponer una nueva cultura
organizativa y una adaptación y no un mero transplante de modelos sin contemplar nuestra propia
realidad. Implica, por otro lado, una forma de eliminar la incertidumbre a través de la
estructuración de los procesos de manera que los clientes y proveedores planifiquen juntos su
respectivo trabajo. Si bien, en general, se enfoca aplicación del JIT a empresas manufactureras,
se entiende que es perfectamente aplicable en empresas de servicio, o en aquellas
organizaciones que comercializan bienes intangibles.