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La calidad puede ser definida como “el juicio global del cliente sobre las características
y prestaciones de los bienes y servicios comercializados por la empresa confieren y su
aptitud para satisfacer las necesidades, expresadas o implícitas por el comprador final”,
,como “adecuación al uso” Juran (1974), “conformidad con los requerimientos o
especificaciones establecidos por el cliente” (Crosby, 1979) y como “satisfacción del
cliente” (Feigenbaum, 1961).
Pero dichas aproximaciones al término quedarían incompletas si no se hace referencia
a la calidad de procesos, materias primas, o los recursos humanos vinculados a la
actividad de la empresa, lo que significa que ésta afecta al entorno empresarial en su
concepto global, involucrando todos los aspectos de su actividad.
El proceso de globalización ha producido, entre otros efectos, un conocimiento más
profundo, por parte del consumidor final, de la oferta internacional de bienes y
servicios. Esta circunstancia no solo obliga a las compañías a realizar mayores y
mejores esfuerzos para poder vender, sino que además exige más inversiones para
cumplir con la normativa legal al uso.
Esto significa que cualquier compañía que actúe o se posicione estratégicamente y de
una forma más o menos estable en los mercados internacionales está obligada a velar
por el riguroso cumplimento de los parámetros exigidos en materia de calidad (a lo que
va unida, indefectiblemente la seguridad), si no quiere verse abocada al fracaso
comercial.
¿Por qué se necesita la calidad? En primer lugar por razones comerciales ya que su
ausencia siempre va a derivar en la imposibilidad de competir en igualdad de
condiciones con las empresas del sector y la caída de ingresos motivada en la “no
venta” de los productos y/o servicios. Además también entran en juego razones
técnicas, ya que la calidad implica poder ofrecer productos técnicamente mejores o con
mejores prestaciones.
Otro motivo es de índole interna. Ya que una empresa que cuente con un sistema de
calidad implantado funciona mejor que otra que carece de el. Finalmente también
existen razones externas. Existe un componente de la calidad que es exigido por ley y
tutelado por las distintas administraciones, otro porcentaje de la misma es exigido por
los propios clientes de la empresa.
D. Desde el punto de vista del consumidor final se puede afirmar que la gran
competencia existente en la actualidad ha provocado un aumento considerable de la
gama de productos lanzados al mercado, además de una unificación progresiva de los
hábitos de consumo El comprador ahora sabe más y en consecuencia exige unos
parámetros mínimos de calidad
En este sentido las empresas se han visto obligadas a introducir cambios de gestión, y
en muchos casos, requieren al consumidor su participación en la creación y el
desarrollo del producto desde sus primeras fases, adaptándolo a sus gustos y
verdaderas necesidades. Esta nueva forma de hacer requiere de cuidadosas
investigaciones sobre las motivaciones de compra, servicios a prestar etc, por lo que la
información adquiere, si cabe, una mayor relevancia para la empresa, que además
deberá detectar los atributos clave que definen el producto y su diferenciación con la
competencia.
Cuando se habla de cliente se debe matizar que éste se encuentra en ámbitos muy
distintos, pudiendo tratarse de otras empresas, de una persona física, un servicio
público, la propia administración o un servicio privado.
En este sentido muchas empresas no logran identificar una categoría más, que es la
del cliente interno, o lo que más genericamente se puede definir como la dependencia
entre los distintos departamentos. Así, parece evidente que un fallo cometido en la
transmisión de un dato de un área de la empresa a otra genera un error que tiene
implicaciones muy diversas, o lo que es lo mismo, la calidad interna se transmite luego
al exterior.
Conciencia de la Necesidad de la Calidad en la Empresa
En una Primera Fase, previa a concreción escrita del Plan, la empresa debe determinar
que sistemas Gestión de la Calidad va a implantar a nivel interno, definiendo LA
POLÍTICA DE CALIDAD , FIJANDO LOS OBJETIVOS, DETERMINANDO LAS
PRINCIPALES RESPONSABILIDADES Y ANALIZANDO LOS RIESGOS.
En este sentido es lógico pensar que el Plan no se puede plantear como algo cerrado,
sino que se caracteriza por su flexibilidad ya que si la compañía decide el
posicionamiento estratégico de nuevos productos estará obligada a examinar de nuevo
la normativa de calidad aplicable a las mercancías objeto de venta, y en consecuencia,
a calcular el coste de su implementación, además de conocer los plazos para cumplir
con los requisitos legales exigidos por la norma.