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LOS ENEMIGOS DEL CRECIMIENTO PERSONAL Y COMUNITARIO:

LAS ENFERMEDADES DEL CRISTIANO

LOS ENEMIGOS DEL CRECIMIENTO PERSONAL Y COMUNITARIO:


LAS ENFERMEDADES DEL CRISTIANO

INTRODUCCIÓN

En esta pequeña enseñanza voy a compartir contigo sobre las "enfermedades del
cristiano", sobre los "obstáculos" que el diablo pone en el camino del creyente y las
comunidades.
Al hablar de estos peligros y del poder del diablo podríamos acabar llenos de miedo y
negatividad, y pensando que estamos perdidos; y para evitar esto conviene que antes de
enfrentarnos a este tema recordemos la realidad maravillosa de la Salvación que Dios ya nos ha
regalado.

Dios Padre te ama

Tú y yo estamos aquí porque Dios Padre nos ama sin límites, en todo momento, tal y
como somos, sin exigirnos nada a cambio, como una madre y un padre, o más:

Jer 31, 20 "las entrañas de Dios se mueven por mi"


Is 49, 14 - 16 "Dios me lleva grabado en sus manos"
Jer 1, 5 "antes de yo nacer El me amaba"

Hubo una vez una que mujer fue a pedir a un Jesuita oración por su hijo. Este había
cometido una larga lista de crímenes, entre los que había droga y cosas graves, pero sobre todo
lo que a ella le parecía más terrible era que él "no quería saber nada de Dios". Ella tenía el
miedo de que él muriera sin poder arrepentirse, por lo cual se condenaría.
El jesuita le dijo que cerrara los ojos, que se imaginara que su hijo moría sin
arrepentirse, y que le contara lo que ella veía. Ella contestó que veía a su hijo acercándose al
juicio de Dios, en donde San Pedro y Dios se apresuraban a condenarlo.
El jesuita le preguntó si podía decirle que era lo que su hijo sentía en ese momento del
juicio; y ella le dijo que él se sentía acongojado, después de todo él había pasado muchas penas
y sufrimientos.
El jesuita le preguntó: "¿Qué es lo que harías tú al verlo en ese estado?". Y ella
contestó: "Quiero correr para abrazarlo y tenerlo siempre junto a mí" (al decirlo extendió sus
brazos como para rodearlo, y empezó a llorar).
El sacerdote le preguntó entonces: "¿Crees que Dios ama a tu hijo tanto como tú?". Ella
asintió y él le volvió a preguntar: "¿Entonces, qué crees que hará Dios cuando lo vea así?". Ella
sonrió, y dijo: "hará lo mismo que yo".
Cerro entonces sus ojos y vio cómo Dios corría a recibir a su hijo y lo abrazaba.
("Sanando las ocho etapas de la vida" LINNS - FABRICANT)

El sacrificio de Cristo nos ha salvado ya

Dios Padre nos ama tanto que envió a Jesús, su Hijo, para que fuéramos salvos:

Jn 3, 16 - 17 "Dios envía a Cristo a salvar al mundo"

Había una vez un guarda-agujas que trabajaba para el ferrocarril. Su misión era cerrar

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un puente sobre un caudaloso río cuando iba a pasar el tren, accionando una palanca.
Este hombre estaba casado y tenía una única hija de tres años. Todo su corazón
pertenecía a esta niña avispada y graciosa.
Un día llego la hora de cerrar el puente y cuando lo iba a hacer, en el último momento
se fijó el hombre que la niña se había puesto a jugar justo en la base del puente, de modo que si
accionaba la palanca ella moriría. Por otro lado el tren venía y no había tiempo, tenía que
elegir entre su hija y los cientos de personas que venían en el tren. Si cerraba el puente su hija
moriría, si lo dejaba abierto cientos de hombres y mujeres morirían.
Al final accionó la palanca, la niña fue aplastada, y el tren pasó rápidamente, sin que
ninguno de los pasajeros se hubiesen dado cuenta que su vida había sido pagada con la sangre
de una inocente criatura.
Al llegar a la estación todos los pasajeros se enteraron de lo ocurrido, y uno de ellos
volvió a lugar del puente y echo una flor.
(Edgar, querido hermano de Costa Rica)

El puente de la salvación ha sido tendido con el sacrificio de Cristo. La sangre inocente


de Jesús y el sufrimiento del Padre ya han sido derramados por ti y por mí.
De modo que somos nación escogida, pueblo libre, preferido y santo.

Los mandamientos

Dios nos dio unos mandamientos de vida para que los siguiéramos, y pudiéramos llegar
a la plenitud:

Ef 5, 1 "imitad a Cristo"
Jn 14, 21 "haced mis mandamientos"

La Comunidad Cristiana

Del mismo modo El nos llamo a la comunidad y a la unión entre nosotros, los que hemos
aceptado sus enseñanzas:

Jn 17, 21 "oración de Cristo por la unidad"

Así nosotros hemos sido llamados a la Comunidad Cristiana Universal, y a nuestra


comunidad en particular, por Dios Padre, para que en ella crezcamos y demos frutos. La
comunidad es el medio que Dios elige para guiarnos, es así donde podemos crecer, servirle y
dar testimonio al mundo.
Tú COMUNIDAD no es cosa de hombres, sino que nació de esa oración de Jesús justo
antes de ser prendido. Tú COMUNIDAD es fruto de la oración de petición que Jesús hizo al
Padre, justo antes de soportar la pasión.
La COMUNIDAD es la gran obra del Espíritu Santo, con la cual el mundo puede ser
cambiado y que hará temblar las obras del maligno. Una COMUNIDAD viva es una luz potente
que desenmascara a Satanás, sus siervos y sus caminos.

Una COMUNIDAD CRISTIANA es un grupo de personas que han conocido el


Evangelio en su corazón, y avanzan hacia la meta gloriosa de la perfección en Dios Padre,

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guiados por las enseñanzas del Hijo, ungidos por el Espíritu Santo, y apoyándose unos a otros
con oraciones y actos materiales.

El actuar de Satanás

Satanás sabe el poder que tiene la Comunidad Cristiana y por ello intentará por todos
los medios entorpecer o destruir la obra de Dios. Su estrategia se basará en dos puntos
principales:
- poner obstáculos al crecimiento personal de cada miembro de la comunidad,
- y crear divisiones en la comunidad.
Si un cristiano no crece, decrece. Si los obstáculos de Satán le lograr parar irá
menguando en su búsqueda interior de Cristo, hasta enfriarse o quedarse muy tibio (y ya
sabemos lo que dice Dios a los tibios en Apocalipsis 3, 15 - 16). Se hará un CRISTIANO TIBIO
y se convertirá en OBSTÁCULO PARA LA COMUNIDAD.
Si en una comunidad hay división interna se destruirá sola; de modo que COMUNIDAD
DIVIDIDA = COMUNIDAD DESTRUIDA.
Satanás lanza sus ataque con fuerza y es bueno que conozcamos cuales son sus
instrumentos, para no hacernos CÓMPLICES de sus planes destructivos. Tenemos una doble
responsabilidad: una en nuestro crecimiento personal, y otra de ser instrumentos de unión
dentro de la comunidad.
La exigencia de Jesús a cada uno de nosotros es fuerte: si nos convertimos en agentes
del mal El nos negará ante el Padre (Mt 7, 21 - 23), pero si hacemos la voluntad del Padre nos
llamará hermanos (Mc 3, 34 - 35).

LOS INSTRUMENTOS DEL DIABLO

Los instrumentos del diablo para atacar a la comunidad son variados, y hacer una
recolección de ellos es difícil y depende de la experiencia personal de cada uno.
Hay unos que frenan el crecimiento personal y a través de esto dañan a la comunidad,
otros atacan directamente a la comunidad y su unión, pero al final todos revierten en minar la
comunidad y entorpecer el plan de Dios en cada persona.

Una clasificación sería la siguiente:

Instrumentos del Diablo para dividir la comunidad

- No darnos a los demás / no orar por los demás.


- Juzgar a los hermanos.
- Criticar.
- Exagerar y mentir.
- Crear "grupúsculos" dentro de la comunidad.
- Querer quedar bien / no hacer corrección fraterna.
- Desobedecer a los servidores.
- Crear dependencias excesivas.

Instrumentos del Diablo para frenar el crecimiento personal

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- Soberbia.
- Rencor.
- Dependencia excesiva.
- Egoísmo.
- Envidia.
- Miedo.
- La no valoración de uno mismo.
- Desprecio de servicios / sobrevaloración de otros.
- Vida desordenada.
- Vida sobrecargada.
- Pereza.

Estos instrumentos del diablo son las enfermedades del cristiano. Voy ahora a hacer un
rápido repaso de como se presenta cada una y del daño que hace:

No darnos a los demás / no orar por los otros

Al hacer esto no nos sacrificamos por los demás hermanos, no servimos ni ayudamos.
Contrariamos la llamada que nos hace Dios a ser uno en el Evangelio de San Juan 17, 21.
La comunidad es un CUERPO y tú un MIEMBRO NECESARIO; si no trabajas los
demás tendrán que realizar tu tarea o quedará la falta. Tú tienes un trabajo específico que nadie
podrá realizar y quedará sin hacer.
En la comunidad todos nos complementamos, de modo que tú eres necesario. Debemos
no vivir para nosotros mismos sino para el otro.

Cierra los ojos e imagina una casa muy bonita,... es preciosa con sus ventanales, su
chimenea, su portón de entrada, su jardín alrededor y sus paredes cubiertas de rosales,... pero
fíjate ahora en que le falta un ladrillo en la fachada principal, en la pared del salón,... intenta
ahora sentir el frío que entra a la casa por ese hueco,... el viento y la lluvia,... intenta ahora
encontrar ese ladrillo que falta,... está ahí muy cerca,... eres tú mismo.

Juzgar a los hermanos

Este juzgar muestra siempre soberbia, envidia, sentimiento de superioridad, falta de


conocimiento e interés por nuestro hermano, y sobre todo falta de amor.
Al juzgar me cierro a la gracia que Dios me manda por esa persona, ya que acabo
viendo sólo lo malo de él.
Jesús nos llama a amar y no juzgar (Mt 7, 1 y siguientes). Al aceptar al hermano como
es, dejo de juzgar y me convierto en transmisor del Amor de Dios.

Deberíamos aprender de los buenos profesionales de la medicina. Ellos saben lo difícil y


peligroso que es juzgar sobre las enfermedades.
Igual que un mal juicio de un médico sobre una enfermedad puede tener consecuencias
trágicas e irremediables, nuestros juicios destructivos que buscan humillar al hermano, y no
elevarlo a su posición de hijo de Dios, pueden tener consecuencias graves.

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Criticar, exagerar y mentir

Al criticar no miramos al hermano con los ojos de Jesús sino con los ojos del mundo.
Cuando murmuro daño al que escucha y le predispongo en contra de la persona a la que
critico; y tampoco ayudo a mi hermano criticado si es que tiene algo que corregir.
La crítica rompe como nada las relaciones entre los miembros de una comunidad.
La exageración y la mentira son cambios de la verdad y sirven para engañar. El
mentiroso daña a la comunidad y sobre todo al hermano sobre el que miente.
La palabra de Dios es clara con respecto a la crítica, la exageración y la mentira:

1 Pe 4, 15 "iguala al criticón con el asesino"


Lev 19, 16 "no difames a tu hermano"
Ap 21, 8 "la muerte es el fin del mentiroso"
Prov 6, 16 - 19 "seis cosas que abomina Dios"

La crítica, la exageración y la mentira se curan limpiando nuestro corazón y


controlando la lengua. Esta es un órgano pequeño pero peligroso, que nos puede llevar a la
perdición si no la dominamos, como se nos dice en Santiago 3, 2 - 9.
Por nuestro bien y por Amor a los hermanos debemos vivir siempre en la Verdad, y atar
nuestra lengua.
Muchas veces la lengua es nuestro caballo de Troya. Aguantamos fuertes ataques del
enemigo en nuestro cuerpo y en nuestra mente, y no le dejamos entrar. Y cuando parece que no
hay peligro dejamos suelta a nuestra lengua, y a través de ella se nos mete la destrucción.
Tanto el que habla como el que escucha tienen responsabilidades. El siguiente cuadro
resume las faltas posibles en el hablar y el escuchar:

PECADO POR ACCIÓN POR OMISIÓN POR FALSIFICACIÓN


Hablar Decir lo que no Callar lo que hay que Deformar la verdad o
hay que decir decir falsearla
Escuchar Escuchar lo que no Negarse a escuchar lo Escuchar parcial o
le importa que debe subjetivamente

Crear grupúsculos dentro de la comunidad

Los amiguismos, la raza, el nivel social, económico, o cultural, las ideas políticas e
incluso teológicas,... muchas veces son trampas que nos pone el diablo. Esto ocurre cuando dan
lugar a divisiones, sectarismos y creación de grupos exclusivos, que rompen la obra de Dios de
modo que la gente no puede decir: "¡Mirad como se aman¡".
Esto no es ninguna tontería, es un arma poderosa que rompe el cuerpo de Cristo. San
Pablo nos indica que no debemos dejar nacer estos "grupúsculos" en nuestras comunidades (1
Cor 3, 4 - 5).

Hace un año o así una joven me compartía que había dejado de ir a un grupo parroquial
por el enorme desengaño que se llevo al ver la actitud de los miembros con un joven creyente

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hispanoamericano. Ella vio como le rehuían, y escuchó las conversaciones

que tenían entre si los jóvenes de este grupo: "juntarte con ese significa que la gente te mire por
la calle". Y por todo ello sintió que allí no había amor y decidió irse.

Yo he nacido en una familia humilde, y desde siempre mis ideas sociales y políticas
fueron revolucionarias. En mi interior separé a los hombres en dos grupos: los ricos y
explotadores, y los pobres que son explotados; los malos y los buenos. Cuando conocí a Cristo
esto cambió para mi: todos los hombres eran mis hermanos, y no había buenos y malos.
Sin embargo una cosa es la teoría y otra la práctica. Cuando llegó aquella hermana al
grupo y la empecé a tratar: de familia acomodada, con finas costumbres, con ideas sociales y
políticas en principio muy distintas a las mías,... algo en mi interior me llevó a rechazarla y a
unirme a otros que sentían igual para criticarla. Aquel residuo de mi "hombre viejo" que
quedaba en mi fue utilizado por el diablo para crear la división.
Yo era ciego a lo que estaba ocurriendo y seguí los planes del "engañador", hasta que
en una salida a un pueblo de Cuenca (Villar del Humo) un verano, ya hace años, todo salió a la
luz. El primer día, ya al atardecer, subimos a un monte y empezamos a orar, éramos unos doce.
Después de la oración el sacerdote que estaba con nosotros nos dijo que compartiéramos cada
uno libremente. Esta hermana tomó la palabra y, casi llorando, explicó lo rechazada que se
sentía por algunas personas del grupo, y lo mal que se encontraba por esta causa.
Yo nada más hablar ella fui iluminado por el Señor, fue El mismo el que me dijo: "tú
eres uno de esos". Y admití en alto que yo era una de esas personas. A partir de ese instante mi
corazón se sano, y pude identificar la estratagema del diablo.
Hoy esa hermana y yo pertenecemos a una comunidad de alianza, y nuestro amor mutuo
aumenta día a día. Yo dejé de ser un obstáculo para ella y me convertí en "tubería" del Amor del
Dios vivo para mi hermana. Y del mismo modo ella es ahora modelo y punto de apoyo para mi.

Querer quedar bien / no hacer corrección fraterna

Algunas veces los cristianos nos acomodamos en una "paz falsa". Por miedo a cualquier
confrontación decimos siempre "sí" cuando alguien nos viene a preguntar, o cerramos los ojos
al ver algo que está haciendo un hermano y no nos convence.
Con esto no dejamos que Dios nos utilice como canales para guiar a sus hijos, y nos
convertimos en colaboradores para crear una comunidad tibia.
Tenemos la exigencia de Dios: "Exhortaos mutuamente" (Hebreos 3, 12 - 13), "corrige a
tu hermano" (Santiago 5, 19 - 20). Debemos ayudar al hermano corrigiéndole e indicándole,
siempre con amor.
La pena es dura para el que no muestra ese amor por el hermano, y la primera es la
propia tibieza: NO SE PUEDE TENER EL CORAZÓN ARDIENTE DE AMOR POR DIOS Y
OLVIDARSE DEL HERMANO.

Este era un padre que tenía dos hijos. Uno de ellos era ciego desde los quince años,
cuando desobedeciendo a su padre se emborrachó, y en ese estado tropezó, cayendo de modo
que sus ojos se dañaron. Era el mayor y aunque ciego era fuerte como una mula, además de
tozudo.
El otro era tres años menor: sosegado, obediente y listo.
El padre los quería un montón a los dos, a cada uno como era, aunque le gustaría que
abandonarán sus malas costumbres, sobre todo el mayor.

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Una vez, cinco años después del accidente del mayor, el padre tuvo que salir de viaje
por una semana. Les dejó al cuidado de la casa, situada en lo alto de una montaña, a los dos
pero especialmente al que veía.
El hermano mayor cuando el padre se fue empezó a hacer todo lo que le daba la gana,
ya que aunque era ciego se manejaba perfectamente en el recinto de la casa y los alrededores.
Se puso a beber como en los viejos tiempos y, cuando su hermano pretendió pararle, le golpeó
con fuerza.
Todo bebido salió fuera de la casa y ciego corrió por el campo. El hermano menor lo
siguió de lejos por temor a volver a ser golpeado.
Al estar bebido se desorientó, y ciego iba hacia el precipicio.
El hermano menor lo veía: "se va a caer", pensó. Pero se miró a si mismo, sus heridas y
magulladuras; recordó todas las veces que su hermano se había portado mal y había hecho
sufrir a su padre; y sobre todo recapacitó en que su hermano era mucho más fuerte que él, y se
dijo: "Si intento impedirle que vaya hacia el precipicio me golpeará y luego caerá igual, o peor,
es capaz de tirarme a mí. Y además casi se merece caer".
Ya estaba decidido a dejar a su hermano ciego a su suerte, cuando recordó las palabras
de su padre: "por favor, cuídamelo".
Entonces corrió y alcanzó a su hermano, y con fuerzas que no sabía de donde le venían
lo dominó.
De este modo su hermano no murió y cuando el padre volvió los encontró a los dos bien.
Al volver trajo consigo a un médico que pudo curar al hermano mayor de su ceguera.

Puede que a nuestro lado tengamos hermanos ciegos; puede que no del todo, pero si en
lo que respecta a algunos aspectos de la vida. No nos dejemos llevar por "el quedar bien" o la
cobardía, recordemos las palabras del Padre: "por favor, cuídamelo".

Desobedecer

Hoy en día se nos propone una libertad fundamentada en la ausencia de lazos y


compromisos. Ser libre es hacer lo que yo quiera, sin tener en cuenta ni causas ni
consecuencias.
Este tipo de libertad es autodestructiva (Lc 8, 27 - 29) y engañosa (Rom 6, 12). En
realidad consiste en un creerse libre pero vivir esclavizado por el pecado y las pasiones, ya que
el que no sirve al Señor del cielo, sirve al señor de este mundo, aún sin quererlo.
La obediencia de Cristo nos dio la salvación (Rom 5, 19). Cristo al morir y resucitar es
glorificado por Dios Padre, y recibe todo el poder, siendo proclamado Señor de la creación.
Jesús da la autoridad a sus pastores (1 Pe 5, 2 - 3), una autoridad distinta de la que ejercen los
grandes de este mundo (Lc 22, 24 - 26).
La desobediencia a nuestros pastores o servidores, de comunidad o grupo, nos daña a
nosotros mismos en nuestro crecimiento ya que Dios ha elegido a esas personas para ayudarnos
a avanzar, y daña a otros hermanos de la comunidad que percibiendo esa división se
desorientarán.
El pecado inicial del hombre fue la desobediencia, y es el más destructivo. Debemos
vivir en la obediencia, sobre todo como actitud interior, en el día a día. La solución es mirar a
Cristo y seguirle: se humillo y fue exaltado (Flp 2, 7 - 9) y nos salvó (Hb 5, 9).

Imagínate en el centro de un desierto desconocido para ti, no sabes nada, desconoces su

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tamaño, si hay agua o no, si hay animales peligrosos,... pero alguien te da un PLANO del
desierto, en el que se te indica como llegar al oasis, por donde ir, que lugares evitar,... esa
persona que te da el plano es de confianza para ti, un buen amigo, tu madre, tu padre o un
hermano,... ¿seguirás las indicaciones del plano o prefieres hacer tu camino sin contar con él?.
No seguir ese plano sería como morir y en la vida es igual, Dios nos ha indicado el
camino de la Vida, pero nosotros podemos elegir la desobediencia, nosotros podemos elegir la
muerte.

La dependencia excesiva

En mi vida cristiana me apoyo en muchas ocasiones en los hermanos. Eso está bien,
pero no debo caer en tener una dependencia excesiva con una o varias personas, debo enfocar
mi crecimiento para que cada vez más sea Cristo la piedra angular de mi vida. Sólo Jesús nos
da la Vida (Jn 6, 35), y hasta los cedros del Líbano pueden caer (Ez 31, 3 - 12). Sólo en Jesús
podemos estar seguros, El no falla.
En toda comunidad cristiana se debe tener esto muy claro, sobre todo por parte de los
servidores. Hay que llevar al hermano a apoyarse en Cristo, y no en la afectividad con uno o
varios miembros del grupo. Aunque esta relación afectiva es inevitable y buena, debemos
llevarle más allá, a lo mejor, al Amor de Cristo.

En mi corta experiencia en grupos cristianos he visto a más de una persona hundirse


por haberse apoyado en quien no debía y/o como no debía. Algunos incluso han llegado a irse
del grupo.
Recuerdo una hermana que vino a la comunidad muy necesitada de cariño. Era
divorciada, sus padres habían muerto recientemente, y se encontraba distanciada de sus
hermanos carnales. Además era sumamente sensible y enfermiza.
Llegó al grupo y todo el mundo se volcó en amor con ella, de pronto se encontró con
una gran familia que la quería. Ella se apoyó en todos, pero especialmente en varias personas
que formaban parte de un grupo de profundización.
Este pequeño grupo de crecimiento cada cierto tiempo tenía una convivencia cerrada,
habiendo además muchas otras convivencias y otras actividades abiertas a todo el mundo.
Pues bien, cuando este pequeño grupo hizo su convivencia, ella que estaba muy apoyada
en algunas de esas personas se sintió traicionada, y decidió no volver al grupo. Y por mucho
que algunas personas se interesaron por ella, llamándola y yendo a visitarla no volvió.

Puede parecer exagerado pero no lo es. Algunas veces una dependencia mal enfocada,
en personas poco maduras, tiene efectos destructivos.

Soberbia

Dios es amigo de los humildes, y los engreídos en los pensamientos de su corazón


cierran las puertas al Padre (Lc 1, 51 - 52).
Si soy soberbio desprecio al hermano y su consejo, e incluso a Dios y sus mandatos. La
SOBERBIA es un MURO que pongo a la acción de Dios.

Para vencer la soberbia debemos aceptar que todo lo que tenemos: bienes materiales,
intelectuales o espirituales, lo tenemos gratis por Cristo Jesús.

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Había una vez un león. Era el rey de la selva, el más grande, el más poderoso, nadie
aguantaba sin temblar su rugido.
Un día el león caminaba por sus posesiones y un pequeño ratón fue a caerse de un
árbol, justo delante del gran felino. El león lo agarró e iba a comérselo, cuando el ratón le
pidió: "Por favor no me mates. Soy muy pequeño y no te voy a quitar el hambre, no vale la pena.
Además si no me comes yo quedaré en deuda contigo, y algún día te ayudaré". El león se rió:
"Tú ayudarme a mi. ¡Ja¡, ¡Ja¡, ¡Ja¡", pero como le hizo gracia le soltó.
Dos días después el león cayó en una trampa de cuerdas de unos cazadores que habían
venido a la selva, y por mucho que intentó escapar no pudo romper sus ataduras. Ya estaba
desanimado y pensando lo peor cuando vio aparecer al pequeño ratoncillo, que en un momento
cortó las cuerdas y lo soltó. El león, recordando sus palabras del otro día, estaba avergonzado y
sólo pudo decir: "Gracias", y el ratón le respondió: "De nada, te lo debía".

Que tonta es la soberbia, ¿verdad?. Pero muy dañina.

Rencor

El rencor o los resentimientos no permiten que haya calor y sinceridad en nuestra


reunión y nuestra alabanza comunitaria.
Se fundamenta en la DUREZA DE CORAZÓN, y daña sobre todo al que lo tiene en su
interior.
Debo salir de mi orgullo y perdonar, no esperar a que el otro venga a pedir perdón (Mt
6, 12). Debo perdonar y olvidar, y para ello tengo que unirme a Dios, ya que no podría hacerlo
solo, con mis propias fuerzas (Mt 18, 21 - 22).
La mayoría de las veces guardamos rencor por cosas tontas, y aunque no fuera así no
vale la pena que oscurezcamos nuestra alma con el rencor, creando frío en nuestro interior y
alrededor de nosotros.
El enemigo te dice: "¿Cómo vas a perdonar eso?", "¿Pero no te das cuenta de cómo se
ha portado contigo?", "Es imperdonable". Jesús te dice: "Perdona setenta veces siete a tu
hermano", "Mira antes tus faltas que las de tu hermano". Tú decides con quien te quedas.

La siguiente oración fue encontrada en el campo de exterminio de Ravensbruk, en el que


murieron 92000 personas, entre mujeres y niños principalmente. Fue garabateada en un papel
de envoltura cerca de un niño muerto.
"Señor, acuérdate no sólo de los hombre y mujeres de buena voluntad, sino también de
los de mala voluntad. Pero no sólo recuerdes el sufrimiento al que nos han sometido. Recuerda
también los frutos que se han producido a partir de ese sufrimiento: nuestro compañerismo,
nuestra lealtad, nuestra sumisión, nuestra humildad, el valor, la generosidad, la grandeza de
corazón surgida de todo esto; y cuando vayan a ser juzgados, deja que todos estos frutos que
hemos producido sean su perdón".
("Sanando las ocho etapas de la vida", LINNS - FABRICANT)

Yo siento en mi corazón que la persona que escribió esto murió en paz. En una paz
fundamentada en un corazón sin rencor, limpio y vacío, salvo de Amor.

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Egoísmo

El egoísta atesora para si bienes materiales o intelectuales, o supuestos bienes


espirituales. El egoísta no ha entendido nada de lo que dijo Jesús.
En nosotros el egoísmo debe ser un pequeño residuo del pasado que debemos eliminar.
Si me preocupo sólo de mi mismo y mi salvación, si busco obtener bienes o dones
espirituales como si fueran salvoconductos hacia la vida eterna, eso será mi perdición
(Evangelio de San Lucas 12, 20 - 21).
Si en la comunidad somos egoístas nos convertimos en islas, y queriendo tenerlo todo
para nosotros acabaremos atacando y dañando a nuestros hermanos.

Hay un cuento que se titula "El Gigante Egoísta", yo lo leí de niño y me hizo llorar:
"Había una vez un gigante que era muy egoísta. Tenía un gran castillo rodeado de
preciosos jardines, y le encantaba pasear por sus dominios y oír el canto de los pájaros, y oler
las flores.
Un día en uno de sus paseos vio a varios niños del pueblo cercano jugando en sus
tierras, y corriendo fue a echarlos.
A los dos días los volvió a ver y los echó de nuevo, y se enfadó tanto que decidió hacer
un muro altísimo alrededor de sus tierras, con alambre de espino en lo alto.
El quería tener sus flores y sus pájaros para él solo. Eran suyos y no los quería
compartir.
Sin embargo el muro que hizo era tan alto que no dejaba pasar los rayos del sol. De este
modo, después del primer invierno, los hielos no se fueron de sus tierras, las flores no pudieron
nacer, y los pájaros no vinieron a cantar, ya que no había flores y hacía mucho frío.
El gigante se entristeció mucho, pero no se daba cuenta que el culpable era el muro que
el mismo había construido. Pensó que esto debía estar ocurriendo en todo el país, y no se
preocupó siquiera de mirar fuera para comprobarlo, además como el muro era muy alto no
llegaba para asomarse, y no quería abrir la puerta no fuera que se colase algún niño.
Pasaron los años y todo continuaba igual en las tierras del gigante,... bueno todo no,
cada vez hacía más frío. El gigante ya no salía del castillo, y por la tristeza y la soledad
envejeció enormemente.
Un día, cuando le quedaba ya poco de vida, mientras estaba intentando calentarse un
poco en su habitación, oyó un canto de pájaro. Su corazón palpitó de alegría y, aunque era muy
viejo, corrió hacia la ventana. Ahí estaba, que canto más bello, que lindos colores.
Salió a la calle y vio una flor: ¡Qué maravilla¡, pensó. De pronto se dio cuenta de que el
muro se había desmoronado en un punto: No todo iba a ser bueno en este día, se dijo para si
mismo. Y observó que por aquel agujero se habían colado dos pequeños que estaban jugando:
¡Dios mío, eso si que no¡, pensó. Echo una furia fue hacia ellos dispuesto a expulsarlos y ha
cerrar de nuevo el muro, pero al avanzar un rayo de sol le dio en la cara, y se dio cuenta que
había entrado a través del hueco, y observó que fuera de sus tierras era primavera.
Entonces se dio cuenta de que el culpable de aquel eterno invierno era el muro, o mejor
dicho el mismo que era un egoísta. Corriendo entró al castillo y sacó un enorme pico y dos
bolsas de caramelos, a cada niño le dio una bolsa y con el pico tiró el muro. En un momento su
jardín se llenó de flores y pájaros, y de niños que pedían caramelos, y el gigante desde ese día
fue feliz, y los que le conocieron dicen que en ese día rejuveneció cien años".

Envidia

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Por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo (Sabiduría 2, 24), y por la envidia
de los sacerdotes y fariseos murió Jesús.
Cuando en una comunidad hay envidias entre los hermanos, por los dones y
capacidades, ésta no podrá crecer. El envidioso normalmente es una persona con grandes
posibilidades, pero no las puede desarrollar ya que se le va la fuerza en su ambicionar los dones
de otros.
Para desterrar la envidia de mi corazón yo utilizo dos verdades:
- yo tengo un puesto reservado para mi por Dios desde la eternidad, y si yo no lo ocupo
nadie lo podrá hacer;
- todos los hermanos de la comunidad pertenecemos al mismo cuerpo, mi hermano es
una prolongación mía, y sus dones son míos de esta manera.
Si yo tengo un puesto esperándome no es lógico que me dedique a perder el tiempo en
mezquindades, como es la envidia. Esta bien el fijarse en el hermano, desear alcanzar ciertas
actitudes que él tiene, tenerle como modelo en alguna faceta de mi vida, y aceptar su consejo;
pero la actitud de la envidia no me ayuda a mejorar, sino todo lo contrario me hace estancar y
me quita visión de futuro. Además tengo una responsabilidad: hay un sitio en el Cuerpo de
Cristo que me está esperando.
"Los dones del hermano son una prolongación tuya". Cuando yo oí por primera vez esta
afirmación me chocó: yo siempre he sido muy competitivo, y siempre había ambicionado
algunos dones de otros. Al principio me fue difícil aceptar que ese don de comprensión y
escucha, ese carisma de discernimiento, o esa capacidad musical de mi hermano, era míos
también. Yo quería tenerlos "yo". El Señor me dijo: "Ya son tuyos". Cuando acepté esta palabra
de Dios fue toda una liberación: todo eran regalos del Señor para mi. Y además empecé a ver
como esos dones y otros que yo no soñaba se iban desarrollando en mi persona, pero no eran
míos, pertenecían al Cuerpo de Jesús, a cada uno de mis hermanos.

La envidia es destructiva, lo fue desde el principio de la humanidad como nos muestra la


historia de Caín y Abel (Gen 4, 1 - 16), y lo es hoy,... en tu vida y en la mía. Pide a Dios el don
de sentirte Cuerpo Único de Cristo junto con todos tus hermanos, pídele a Dios Padre que
expulse al espíritu de envidia de ti mismo y de tu comunidad, y pídeselo en el nombre de
Jesucristo nuestro Señor, por su Sacrificio en la Cruz, y por la intercesión de la Virgen María.

Miedo

El miedo es la DESCONFIANZA DE DIOS, es el primer signo que muestra la presencia


del diablo (Gen 3, 9 - 10).
El miedo muestra la falta de fe, e impide que seamos instrumentos divinos, o al menos lo
dificulta.
Leamos el Evangelio de San Mateo, capítulo 14, entre los versículos 24 y 32. Tiene
mucho que meditar pero vamos a fijarnos en lo que ocurre cuando Pedro está caminando sobre
las aguas hacia Jesús (versículo 30): "Pero Pedro, viendo el viento fuerte, temió, y comenzando
a hundirse, gritó: Señor, sálvame". Jesús estaba delante de Pedro, El le había dicho que viniera
sobre las aguas; todo el poder de Dios estaba presente. Pero Pedro teme y comienza a hundirse:
el miedo (= desconfianza de Dios) impide que el Señor nos pueda mostrar todo su poderío.
Algunas veces tenemos miedos parciales, es decir, confiamos en Dios en general, pero
en algunos aspectos de nuestra vida no nos fiamos de El y tenemos miedo. En este caso
frenamos la actuación de Dios para sanar o ayudarnos en esas facetas.
Lleva la confianza en Dios a todas las partes de tu vida, si no es como si contrataras un

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LOS ENEMIGOS DEL CRECIMIENTO PERSONAL Y COMUNITARIO:
LAS ENFERMEDADES DEL CRISTIANO

servicio de limpieza para tu casa y, cuando vienen a realizar su labor, dejas una o varias
habitaciones cerradas con llave. ¿Tú crees que las habitaciones estarán limpias cuando las
vuelvas a abrir?.

Yo tuve durante muchos años un miedo especial: el de formar una familia.


Cuando conocí a Jesús mi vida cambió, mis heridas se sanaron, y me convertí en un
hombre nuevo,... pero en lo que respectaba al tema de formar una familia había un problema,
era algo muy delicado, así que decidí dejarlo bajo mi especial dominio: yo tenía que elegir
adecuadamente a la persona, yo debía antes asegurarme de cual era mi vocación,... en fin eran
cosas serias así que era importante que yo estudiara adecuadamente todo antes de dar
cualquier paso. De este modo nada mejoró en este aspecto de mi vida.
Hasta que un día me di cuenta que todo eso era sencillamente MIEDO. No confiaba en
Dios lo suficiente como para dejar en sus manos ese tema tan importante. Entonces me
arriesgué y lo dejé en manos del Jefe: "Vamos a ver como lo haces", le dije; y la verdad es que
no me he arrepentido. JESÚS NUNCA FALLA.

La no valoración de uno mismo

El demonio nos intenta hundir por todos los medios: haciéndonos pensar que somos
pecadores irrecobrables, que no valemos, que somos tontos o viejos. Esto nos hiere, nos
paraliza en nuestro crecimiento personal y nos impide ayudar a otros.
Expulsa de ti el sentimiento de eterna culpabilidad, o de inferioridad. Tú tienes un
puesto en el Plan de Dios, tú sirves, tú vales, y las puertas de los infiernos pueden llegar a
temblar por lo que el Señor puede hacer a través de ti, si le dejas.
Dios te llama, no lo dudes, todo son excusas (Jer 1, 4 - 7).
Busca tu lugar, sin prisa pero sin pausa, esperando en Dios, pero con la seguridad de
que El tiene planes maravillosos para ti. No dejes que nadie te convenza de lo contrario, ni
siquiera tu mismo.

Un hombre encontró un huevo de águila.


Se lo llevó y lo colocó en el nido de una gallina de corral. El aguilucho fue incubado y
crecía con la nidada de pollos.
Durante toda su vida el águila hizo lo mismo que hacían los pollos, pensando que era un
pollo. Escarbaba la tierra en busca de gusanos e insectos, piando y cacareando. Incluso sacudía
las alas y volaba unos metros por el aire, al igual que los pollos. Después de todo, ¿no es así
como vuelan los pollos?
Pasaron los años y el águila se hizo mayor. Un día divisó muy por lo alto, en el límpido
cielo, una magnífica ave que flotaba elegante y majestuosamente por entre las corrientes de
aire, moviendo apenas sus poderosas alas doradas.
Mirando con asombro hacia arriba, le preguntó a una gallina que estaba junto a él:
"¿Qué es eso?".
"Es el águila, el rey de las aves", respondió la gallina. "Pero no pienses en ello; tú y yo
somos diferentes de él".

De modo que el águila no volvió a pensar en ello. Y murió creyendo que era una gallina
de corral.
("El canto del pájaro", ANTHONY DE MELLO)

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LOS ENEMIGOS DEL CRECIMIENTO PERSONAL Y COMUNITARIO:
LAS ENFERMEDADES DEL CRISTIANO

Desprecio de servicios / sobrevaloración de otros

(Rom 12, 1 - 8; 1 Cor 12, 14 - 21) Somos un cuerpo y muchos miembros, cada uno con
una valiosa función.
El que desprecia su servicio lo desatenderá, el que desprecia el de otros falta al amor, y
no se beneficiará adecuadamente de ellos.
No hay ministerios de mayor categoría. Pensar esto es tonto y aberrante, es como
pensar que la mano es más importante que el pie. Hay labores más vistosas, otras son invisibles
a los ojos de la gente sino es por sus frutos, que son algunas veces a largo plazo; pero todas
tienen igual valor.
Si tú quieres colaborar para hacer un Cuerpo de Cristo proporcionado y armonioso,
debes asumir tu ministerio sabiendo que todo procede de Dios y dando todas tus cualidades, y
debes valorar positivamente todos los ministerios aceptando en tu vida lo que éstos te regalan.
Tienes que buscar tu llamada, o mejor sencillamente escucharla, y aceptarla. Abre los
ojos, toma el ministerio al que Dios te llama, no busques el que te parece vistoso o bonito, hay
un puesto esperándote en donde te llama el Señor.

Si en un país todos fueran agricultores, o policías, o electricistas, o profesores,... ¿qué


ocurriría?. Sería un país absurdo y sin futuro.
¿Cuanto vale la labor del agricultor?, ¿y la del policía?, ¿y la del electricista?, ¿y la del
profesor?,...todas esas labores tienen un valor incalculable y todas el mismo.

La vida desordenada

Muchas personas dicen: "No tengo tiempo para orar", "no tengo tiempo para mis hijos",
y en su vida reina el desorden.
(Filipenses 3, 12 - 16) San Pablo nos dice que estamos en una carrera y no hay tiempo
que perder.
Ordena tu vida, no debes perder el tiempo. En el desorden de todo tipo se cuela el
diablo. Dios es orden y paz, el diablo es caos y desorden.
Planifícate el día según tu escala de valores. Aparta tiempo para las cosas que
consideres indispensables: oración, familia,... y el resto del tiempo repártelo entre tus distintas
labores y necesidades. Esto no significa que debas cerrar la posibilidad a los regalos
inesperados de Dios, al revés, déjate guiar por el Espíritu Santo, El no hará sino perfeccionar tu
planificación, poniendo allí donde falta y eliminando excesos, y nunca te quitará cosas
esenciales.

Imagínate una casa,... en esta casa hay un montón de cosas valiosas y bonitas,... pero
también hay un gran desorden,... todo está revuelto,... cuando buscas algo nunca lo
encuentras,... ¿qué sensación tienes al ver esta casa?,... ¿no desearías ordenarlo todo para
luego poderlo disfrutar?.
Repite esta experiencia imaginativa pero con tu vida. Intenta tomar conciencia de
cuantas cosas, cuantos talentos y capacidades, se están perdiendo en el desorden de tu vida.
¿Deseas ordenarla para poder disfrutar y ayudar a otros?. Si tu respuesta es positiva no lo
dudes, empieza hoy, pídele a Dios la gracia del orden y haz tu planificación.

La vida sobrecargada

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LOS ENEMIGOS DEL CRECIMIENTO PERSONAL Y COMUNITARIO:
LAS ENFERMEDADES DEL CRISTIANO

El sobrecargarnos es malo hasta cuando lo hacemos con las labores de Dios, y peor si
lo que nos satura son otras cosas. La expresión "me he quemado" es muy común entre los
colaboradores en actividades apostólicas, y lo que expresa es que ha habido una sobrecarga
con trabajos de modo que la persona se ha ido desgastando al no tener tiempos para reponer
fuerzas.
Todos necesitamos ese tiempo de reposición: ese rato de oración diaria, esa convivencia
o retiro en el que no hacemos nada, ese compartir con alguien nuestros problemas dejando en
ese momento mi labor de guía que en muchas ocasiones ejerzo, etc. Debemos tener tiempos de
relajación, momentos para la oración y otros sin ninguna actividad prevista: para hacer lo que
nos apetezca.
Leyendo Hechos de los Apóstoles, capítulo 6, versículo 2 vemos que los Apóstoles sabían
que ellos no podían hacerlo todo, y rápido empezaron a delegar cosas. Nosotros también
debemos saber delegar labores, de esta manera no nos sobrecargaremos, lo que hagamos lo
haremos bien, y ayudaremos al crecimiento del hermano que asume esa función, ya que el
servicio es fundamental para el crecimiento cristiano.
En especial el TIEMPO DE ORACIÓN es FUNDAMENTAL para los seguidores de
Cristo (Lc 5, 15 - 16). Pase lo que pase debemos sacar un tiempo para acudir a la Fuente de
Agua Viva, Cristo Jesús nuestro Rey. No hay excusas: ¡CRISTIANO QUE NO ORA, NI ES
CRISTIANO, NI ES NA¡. Hay una ley de la Física que dice: "La energía no se crea ni se
destruye, sólo se transforma"; esta misma ley es aplicable al Amor: "El Amor no se crea ni se
destruye, sólo se transmite, y la única fuente de Amor es Dios".

Hay un libro del autor Michael Ende titulado "Momo", y que también se podría haber
titulado "Los ladrones de tiempo", que a través de una historia imaginaria intenta decir a los
hombres que no vale la pena vivir la vida corriendo, sin pararse a meditar en lo que se está
haciendo, sin disfrutar de cada momento, de cada actividad, de cada trabajo. Yo creo que
nosotros debemos recoger este mensaje y llevarlo a nuestra vida: tenemos que disfrutar de cada
actividad que realicemos, ya que todas son regalos del Señor, y más si es una labor para la
construcción del Reino de Dios. Por ello debemos vivir sin sobrecarga, sabiendo decir SI y NO
a las distintas actividades, y delegando labores cuando sea necesario.

La pereza

La pereza consiste en que yo no hago lo que tengo que hacer dejándome dominar por
una desgana. Esta es una tendencia de la carne propiciada por el diablo, y lo que tengo que
hacer es el Plan de Dios.
Es infame que viendo las necesidades del mundo nos tumbemos, dejándonos dominar
por la desgana. Hay mucho que hacer: todo un universo que cambiar, miles de hermanos a los
que dar amor, un montón de facetas de nuestra vida que sanar y purificar; y por ello debemos
expulsar la pereza de nuestra vida. Pidamos a Dios fuerzas y sometamos nuestra tendencia
perezosa.
La Palabra de Dios también habla sobre la pereza, y el PEREZOSO es comparado con
una BOLA DE MIERDA (Eclesiástico 22, 1 - 2).

Hay algunos que dicen que en el purgatorio sólo queda una persona, uno cuya única
falta es la pereza. La razón según los que cuentan esta historia es que Dios es tan bueno, tan
bueno, que un día decidió que iba a perdonar a todos los que estaban en el purgatorio para que
pudieran entrar en el cielo. La idea se le ocurrió a las cinco de la mañana, pero por su mucho
Amor decidió hacerlo inmediatamente. Y nada, dicho y hecho, mando un enorme autocar para

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LAS ENFERMEDADES DEL CRISTIANO

que recogiera a todos los habitantes del purgatorio y los trajera al cielo.
El autocar llegó al purgatorio a la cinco y un segundo, por el mucho Amor de Dios, y los
ángeles llamaron de uno en uno a todos los habitantes del purgatorio para que subiesen al
vehículo. Llamaron siete veces a cada uno, y al final sólo faltaba uno, nuestro amigo el
perezoso. Este estaba en la cama, no le apetecía levantarse, y se negó a ir. De este modo el
autocar fue al cielo con una plaza vacante.
Al rato el perezoso se dio cuenta de su error y pretendió correr para coger el autocar,
pero llegó tarde y por eso desde entonces es el único habitante del purgatorio.

CONCLUSION

Nosotros siendo hijos amados de Dios y conociendo la existencia de estos ataques,


debemos mantenernos firmes en las enseñanzas de Cristo pidiendo al Espíritu Santo que nos
fortalezca, y utilizando las armas que nos da Dios (Efesios 6, 10 - 18).
Si nos dejamos llevar seremos colaboradores del demonio, y esto mostrará en el fondo
nuestra falta de Amor, y entonces nada nos aprovechará (1 Cor 13, 1 - 7). Seremos hipócritas y
Jesús es claro y duro con ellos (Mt 23, 27 - 33); seremos injustos y perderemos el Reino de los
Cielos (1 Cor 6, 7 - 8).
Lo que hoy pide Dios de nosotros es un cambio sincero, un ser "calientes" para el Reino
de los Cielos en todos los aspectos de nuestro ser.
No temamos por haber caído antes ya que Dios es perdón (Jer 31, 33 - 34). Tomemos la
decisión de la conversión no confiando en nuestras propias fuerzas sino en Dios, nuestra Fuerza
(Habacuc 3, 19).
Cambiemos interiormente, con limpieza de corazón, para ser bienaventurados
(Evangelio de San Mateo 5, 8). El Espíritu Santo vendrá en nuestra ayuda derramando sobre
nosotros sus siete dones (Ga 5, 22 - 23):
- Caridad / Amor.
- Gozo.
- Paz.
- Longanimidad / Grandeza de ánimo ante las adversidades.
- Afabilidad / Dulzura en el trato.
- Bondad / Inclinación a hacer el bien.
- Fe.
- Mansedumbre / Suavidad / Benignidad de carácter.
- Templanza / Dominio de los apetitos y pasiones /
Moderación / Sobriedad / Continencia.

Todos estos dones son regalos que Jesucristo ganó para nosotros y nos ayudarán a
vencer las tentaciones del mal.
Al decir un sí sincero a Cristo el diablo huirá y nuestra comunidad dará fruto en
abundancia.

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