Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Orar es a la vida cristiana como el respirar a la vida física. Así como nadie
puede vivir sin respirar, así tampoco un creyente puede vivir sin orar. Un
hombre sin oración es un hombre sin Dios. En el Salmo 14 el salmista
describe a los impíos como aquellos que no invocan a Dios. Así como un
niño respira desde el momento en que nace, así también el cristiano ora.
No obstante, no debemos pensar por esto que el orar sea una tarea sencilla.
Cuando un creyente se dispone a orar una tremenda lucha comienza a
librarse de inmediato en su interior, y continuará librándose hasta que
termine de orar. ¿Por qué es esto así? Porque el pecado aún mora en
nosotros, y continuamente nos empuja lejos de Dios.
Y como ningún otro deber nos acerca más a Dios que la oración, ninguno
encontrará más resistencia que éste. El pecado es tan terrible que nos
persigue hasta las puertas mismas del cielo, como nos advierte el Señor en
Mateo 6:5-6:
“Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas; porque a ellos les
gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las
calles, para ser vistos por los hombres. En verdad les digo que ya han
recibido su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y
cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu
Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”.
Esa es una imagen más vívida y más terrible de los efectos del pecado en el
hombre. Ese hombre ha venido a adorar a Dios, y si se descuida el pecado
lo moverá a adorarse a sí mismo. Así de monstruoso es el pecado.
El Señor Jesucristo nos está advirtiendo en este pasaje que al venir delante
de la presencia de Dios debemos cuidarnos de la hipocresía. Cuidarnos de
centrar la atención en nosotros mismos en vez de centrarla en Aquel a
quien oramos. Ese es el peligro que Cristo denuncia aquí.
El pecado nos perseguirá hasta las puertas mismas del cielo. Así que no te
sorprendas por las luchas que experimentas en tu vida de oración. No sólo
durante el ejercicio de ese deber piadoso, sino también en el momento en
que te dispones hacerlo.
Sugel Michelén (MTS) es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Ha sido por más
35 años uno de los pastores de Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo, en República Dominicana,
donde tiene la responsabilidad de predicar regularmente la Palabra de Dios. Es autor de varios
libros, incluyendo De parte de Dios y delante de Dios y El cuerpo de Cristo. El pastor Michelén y su
esposa Gloria tienen 3 hijos y 5 nietos. Puedes seguirlo en Twitter.
El orgullo no es algo que se debe tomar a la ligera. Es algo que debe ser
identicado y castigado. Es decir, nosotros como cristianos debemos ser
conscientes de nuestra susceptibilidad al orgullo, buscar en nuestros
corazones algún rastro de él, y trabajar activamente para eliminarlo a
través del arrepentimiento y la fe en Cristo.
Erik Raymond es el pastor principal de la Iglesia Bíblica Emaús en Omaha, Ne. Él y su esposa Christie tienen seis
hijos. Puedes seguirlo en Twitter .