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Doctrina de la Biblia
Capítulo 30
La regeneración
“No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3.7).
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3/2/2020 La regeneración en el cristianismo | Capítulo 30 - Doctrina de la Biblia
Lo que la regeneración es
1. Nacer de nuevo
“El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3.3). “Siendo
renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios”
(1 Pedro 1.23). La vida que recibimos al nacer de nuevo es la vida triunfante de
Cristo que vence el pecado, el mundo y la muerte. Es una vida incorruptible que
verá el reino de Dios.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5.17). La vida nueva no resulta de
nuestros esfuerzos para reformarnos, sino resulta de una obra creadora de Dios en
nosotros. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras”
(Efesios 2.10). Observe que las buenas obras de Dios serán evidentes en la persona
regenerada. La vida después que el pecador se arrepiente y se reconcilia con Dios se
describe como una “vida nueva” (Romanos 6.4).
“Habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el
cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento
pleno” (Colosenses 3.9–10). El hombre nuevo no nace hasta que el viejo sea
crucificado (Romanos 6.6).
“Pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio” (1 Corintios 4.15).
“El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad” (Santiago 1.18). El
tema principal en estos dos versículos es que la nueva creación es engendrada por la
palabra de Dios.
4. Ser lavado
“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo” (Tito 3.5).
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“Para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo
huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro
1.4). Pablo ofrece la misma idea cuando habla de “Cristo en vosotros, la esperanza
de gloria” (Colosenses 1.27). Cada persona nacida de Dios tiene la naturaleza divina
en sí misma, porque “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Romanos
8.9).
Ezequiel predijo lo que iba a pasar cuando dio la promesa de Dios: “Os daré corazón
nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el
corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” (Ezequiel 36.26). Con este
corazón nuevo nuestra mirada está puesta en “las cosas de arriba” (Colosenses 3.1).
Mientras que cuando uno todavía vive según el corazón de piedra la mirada está
puesta en las cosas terrenales (Colosenses 3.5).
Lo que la regeneración no es
1. Sólo reformarse
La convicción es una señal de que el Espíritu Santo está obrando, pero el hombre
llega a ser una nueva criatura solamente cuando se rinde a Dios y le permite obrar
el milagro de gracia en su corazón.
Hay personas que se consideran “buena gente” y están tan seguras de que jamás
han hecho alguna cosa muy mala. Pero si se examinaran honestamente en el espejo
del evangelio (2 Corintios 3.18) se verían como pobres pecadores, engañados por su
propia justicia.
Todas las cosas mencionadas aquí son buenas en su propio lugar, pero no ocupan
ningún lugar como substituto para la salvación.
La obra de la regeneración
1. Es la obra de Dios
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen algo que ver con esta obra (Juan 1.13;
3.6; Tito 3.5; 1 Pedro 1.3; 1 Juan 2.29). Es el “lavamiento de la regeneración” lo
que nos trae la salvación; las obras no la pueden traer. Dios nos salvó, “no por obras
de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia” (Tito 3.5). No
somos nacidos por obras, sino nacidos de Dios, “porque Dios es el que en vosotros
produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2.13).
El evangelio de Cristo, dice la Biblia que “es poder de Dios para salvación” (Romanos
1.16). En otras palabras, somos engendrados por el evangelio. En el nuevo
nacimiento la palabra de Dios es la semilla; el corazón humano es la tierra; el
predicador es el sembrador que siembra la semilla en la tierra (Hechos 16.14); el
Espíritu da vida a la semilla en el corazón que la recibe; la nueva naturaleza nace de
la divina palabra; el creyente es nacido de nuevo, creado de nuevo y ha pasado de
muerte a vida.
La salvación es completamente la obra de Dios. Pero Dios usa a hombres para traer
las buenas nuevas de salvación a otros hombres. Además, Dios no salva a nadie en
contra de su propia voluntad. De cierto, Dios toca a los hombres con el poder de la
convicción del Espíritu Santo, pero el hombre no recibe la nueva creación hasta que
responda de corazón: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hechos 9.6). El hombre
tiene que tener fe para recibir la regeneración (Juan 1.12; Gálatas 3.26).
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Cuando aquellas madres trajeron a sus niños a Jesús, él bendijo a los niños,
diciendo: “...de los tales es el reino de los cielos” (Mateo 19.14). Los infantes que
aún no son responsables por sus actos están bajo la sangre del Señor y son
candidatos aptos para el cielo hasta que lleguen a la edad cuando el pecado revive y
entonces ellos mueren (Romanos 7.9). De manera que cuando esto sucede ellos
deben experimentar el nuevo nacimiento para entrar al reino de Dios.
Para probar esto, nos referimos a las escrituras ya citadas de las cuales las más
directas son Juan 3.3, 5, 7.
Evidencias de la regeneración
La Biblia ofrece evidencias por las cuales podemos saber si somos regenerados o no.
A continuación presentamos algunas:
1. La justicia
“Todo el que hace justicia es nacido de él” (1 Juan 2.29). “Dios no hace acepción de
personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia”
(Hechos 10.34–35). La justicia de Cristo, dada a los hombres, se manifiesta en una
vida justa, porque “los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”
(Romanos 6.2). Es imposible ser justo por dentro sin manifestarlo por fuera (Mateo
5.14–16).
“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado” (1 Juan 3.9). La Biblia
habla acerca de las flaquezas de la carne, pero no ofrece excusas en cuanto a pecar
voluntariamente. (Lea Romanos 8.1; Efesios 2.1–12; Tito 3.3–7; 1 Juan 1.4–7;
Hebreos 10.26–27.) “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus
pasiones y deseos” (Gálatas 5.24). Los que son nacidos de Dios no practican pecado,
no porque nunca yerran, sino porque no pecan voluntariamente. Si un hijo de Dios
yerra y cae en pecado, en cuanto se da cuenta que ha pecado, él se arrepiente y
confiesa ese pecado. Por eso no se le inculpa el pecado (Salmo 32.2; Romanos 4.8).
“Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo” (1 Juan 5.4). Los hijos de Dios
aman las cosas que Dios ama y aborrecen las cosas que él aborrece. Este amor y ese
odio son evidencias de la regeneración en la vida del cristiano. Por tanto, “si alguno
ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Juan 2.15). Todo aquel que de
todo corazón ama lo que es bueno entonces aborrece en absoluto lo que es malo.
Esta es una de las evidencias fundamentales que demuestra que alguien es hijo de
Dios.
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“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel
que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca” (1 Juan 5.18). Para
el que es nacido de Dios el mandamiento “aborreced lo malo” le es tan importante
como “seguid lo bueno” (Romanos 12.9). El hijo de Dios, que está lleno del Espíritu
Santo, puede decir como dijo el salmista: “He aborrecido todo camino de mentira”
(Salmo 119.104).
4. La obediencia
5. El amor
“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los
hermanos” (1 Juan 3.14). Por esta misma razón Dios dice que “el que no ama a su
hermano, permanece en muerte” (1 Juan 3.14). “Amados, amémonos unos a otros;
porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
El que no ama, no ha conocido a Dios” (1 Juan 4.7–8).
6. La fe
“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios” (1 Juan 5.1). La
prueba verdadera de la fe, como la del amor, se halla al creer toda la palabra de
Dios y obedecerla. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1.12).
Introducción
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La doctrina de Dios
5 Dios el hijo
7 El hombre
14 La Biblia
15 El hogar
16 La iglesia
17 El gobierno civil
19 Los ángeles
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20 El diablo, Satanás
21 Satanás y su dominio
22 El pecado
23 La incredulidad
La doctrina de la salvación
24 La expiación
25 La redención
26 La fe
27 El arrepentimiento
28 La justificación
29 La conversión
30 La regeneración
31 La adopción
32 La santificación
La doctrina de la iglesia
33 La iglesia cristiana
35 La congregación
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37 El bautismo
38 La santa cena
43 El matrimonio
La vida cristiana
44 El servicio cristiano
45 La oración
46 La obediencia
47 La adoración
48 La abnegación
50 La no resistencia
51 El juramento
52 El amor
53 La pureza
54 La humildad
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57 La resurrección
58 El juicio
59 El infierno
60 El cielo
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