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El interior de su cabeza se siente como uno de los peores días de resaca que te puedas

imaginar, es consciente de que está sentada sin ninguna ropa, tapada solo por una pequeña
manta de color gris dentro de lo que parece ser un despacho de la guardia forestal, lo intuye
por el logo del uniforme que llevan los hombres delante suyo y eso es lo único que sabe
porque

no recuerda nada.

Uno de los guardas se mueve torpemente por el despacho tratando de encontrar algo con lo
que abrigar a la misteriosa mujer desnuda que ha aparecido en frente de la cabaña de
vigilancia.

- Oiga, aquí. Míreme señorita.

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- Déjalo Matt. ¿No ves que está en shock?- Dice ásperamente otro guarda.

-¿Es usted Emily Roy?.- Pregunta Matt haciendo caso omiso a su compañero .

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- No puede ser, con estas temperaturas tan bajas lo más seguro es que haya muerto de
hipotermia .- Insiste el otro guarda.

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La mujer se inquieta tras escuchar el nombre y como si se hubiera despertado algo dentro
de ella, comienza a hiperventilar y a tirarse del pelo. Matt se levanta inmediatamente para
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detenerla, a la vez que su compañero regresa con una manta más grande.

- Tiene que ser ella. Encaja con la descripción, la pobre está traumada, no me quiero
imaginar por lo que ha tenido que pasar para llegar aquí- Dice angustiado Matt.
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- Escúchame, la búsqueda de Emily Roy y Liam Wilson lleva suspendida un par de
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semanas, hasta que deje de nevar. Matt, ya no se les busca a ellos, sino a sus cuerpos.
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-Ella está aquí,viva y puede que Wilson también lo esté, aunque no por mucho tiempo si no
conseguimos que hable.- Contesta Matt.

Liam
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Liam

Liam

Oír ese nombre provocó que el dolor dentro de la cabeza de Emily aumentará furiosamente,
las sílabas resuenan en sus tímpanos y de repente

Recuerda algo.

Recuerda perderse en el inmenso bosque junto a él, recuerda sentir miedo, angustia,
desolación. Recuerda sentir hambre.
Michael Leblanc...

Michael Leblanc es su novio, ambos pensaron que era buena idea alquilar una cabaña en
Los Grandes Lagos por las vacaciones de Navidad. Todo iba según lo planeado hasta
que....

¿Hasta que?

Perdió a Michael entre el tumulto de árboles y parajes nevados. Se alejaron mucho de la


cabaña esa vez, hasta tal punto de encontrase incapaces de regresar otra vez.

Cuando por fin encontró a Michael ya era de noche y la temperatura era inferior a los ()
centígrados, estaba malherido. Se había caído y golpeado fuertemente la cabeza, con la
mala suerte de caer sobre unas ramas en punta que le habían abierto una preocupante

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herida en el muslo derecho.

A partir de ahí, sus recuerdos comienzan a volverse difusos de nuevo. Incapaz de averiguar

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qué pasó a continuación.

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- Señorita, ¿Esta aquí? Holaa.- Declan chasquea los dedos, tratando de captar su atención.

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Su mirada sigue pérdida, su mente sigue nublada. Divaga por el interior del despacho, se
fija en una ventana, es de noche. Sus muslos y brazos siguen temblando. Oh dios mío, sus
muslos. Están manchados de sangre.
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Sus brazos también.
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Entonces, algo adentro de su mente se desbloquea y recuerda el resto de la historia.
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A duras penas consiguieron refugiarse en una cueva no demasiado lejos de donde estaban,
vendó la herida de Michael con lo que pudo y así aguantó hasta el tercer día cuando
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finalmente falleció. Ella Lloró desconsoladamente su perdida y por más que gritara no había
nadie que la pudiese escuchar.

Perdida en el monte, así fue como moriría. No supo que la mataría antes el frío o el hambre
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puzante en la boca de su estómago que aumentaba a pasos agigantados.


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Los dias pasaron y no se podía explicar cómo todavía seguía con vida, tal vez era el
hambre lo que la mantenía, no era capaz de librarse de esa sensación que amenazaba con
poner arder su estómago de un momento a otro. El cuerpo de Michael había sido
malamente enterrado con unas pequeñas rocas cerca de la cueva donde se refugiaron. Esa
fue la única despedida que le pudo dar aquel que fue su amor.

‌ a no diferenciaba cuando estaba dormida o despierta. El cansancio era tal que apenas
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podia mantener los ojos abiertos por más de tres segundos, le costaba respirar con
normalidad y no tenía fuerzas para continuar andando. Dándose por vencida, se apoyó en
una gran piedra esperando impacientemente la hora de su muerte. No tardaría mucho en
reunirse con Michael.
Entonces le vio, era él claramente enfrente de sus ojos. Pensó que iría hacia donde estaba
o que tal vez ya había muerto y Michael venía en busca de su alma para ir juntos a donde
sea que las almas vayan.

Pero no, Michael pasó de largo y siguió caminando. Con una fuerza repentina se incorporó
para ir tras el. Aunque gritaba su nombre, el otro no se detenía y cada vez iba más rápido,
como si le urgiese llegar algún lugar. Terminó por perderle de vista entre los árboles, ahora
sí que estaba perdida.

En medio de su desolación consiguió visualizar un pequeño bulto rojo que resaltaba entre la
blancura de la nieve. Cuando se acercó, comprobó que era una manzana de un tono rojizo
como la sangre. El espíritu de Michael vinó para salvarle la vida ofreciéndole una manzana
como alimento.

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Sin pensárselo más le hincó el diente a la apetitosa manzana, el bocado le supo
increíblemente delicioso. Cómo si hubiese descubierto un sabor nuevo, continuo devorando

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la manzana a mordiscos hambrientos e insaciables.

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Así era su hambre, insaciable.

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Cuando hubo terminado de comersela, le entró un dolor horroroso de tripa. Tanto que le
provocó unas irremediables ganas de vomitarlo todo. Ahí es cuando pudo visualizar con
claridad la escena que tenía delante.
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Un escalofrío recorrió todo su cuerpo.
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La manzana, no se trataba de una manzana. Era la herida abierta en el muslo del cuerpo
sin vida de Michael. Se había estado comiendo su carne a bocados uno detrás de otro, sin
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parar. Inevitablemente vomitó.


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Eso era lo último que Ellie Dunn recordaba antes de perder la consciencia.

Rompió a terriblemente a llorar en medio de aquel despacho perteneciente a la cabaña de


la guardia forestal.
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- Declan, parece que vuelve a estar en sí- Dijo el guarda.

- ¿Creéis que ahora hablará?

- Cuando se calme, si. ¿Por dónde van las ambulancias?.- Preguntó preocupado Declan

- Deberían estar llegando, a esta mujer hay que hospitalizarla de inmediato.

De los lloros, pasó a los gritos a pleno pulmón. Empezó gritando el nombre de Michael,
ahora apenas se la entendía lo que decía. Aquellos gritos desgarradores le estaban
poniendo la piel de gallina a los guardas forestales que la custodiaban en espera de la
ambulancia.
-Tenemos que hacerla callar, o se va a dañar seriamente las cuerdas vocales.- comentó un
guardas nerviosamente.

-¡No podemos hacer nada! Cualquiera se acerca a ella en este estado.

Entonces los gritos cesaron de repente. Un silencio sepulcral fue seguido de una leve risa
por parte de la mujer que se terminó convirtiendo en una risa enferma, sonora y
escalofriante.

-¿De qué coño se está riendo ahora la loca esta?.- Soltó Declan.

-No lo sé, joder no lo sé. Hacer que se calle de una puta vez.- Bramó el guarda a la derecha
de Declan.

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Todos y cada uno de ellos se quedaron congelados al ver como la mujer se tiraba al suelo y
comenzaba a patalear gritando agónicamente. El aura dentro de la habitación se volvió

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sombría e increíblemente aterradora.

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El cuerpo de la mujer comenzó a estirarse asquerosamente hasta perder la forma,

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adoptando una parecida a la de una alimaña. Sus manos se convirtieron en afiladas garras,
la piel de su rostro se había estirado tanto que se partió, dejando una calavera semejante a
la de un venado al descubierto. Unos cuernos enormes le comenzaron a crecer desde la
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base del cráneo al mismo tiempo que sus piernas se estiraban y arrugaban hasta
convertirse en unas horripilantes patas de animal.

El sonido de los huesos crujiendo era espantoso, hasta que por fin se terminó de constituir
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el nuevo ser. Revelandose como una tenebrosa criatura de unos 4 metros de alto,
esquelética y con un aguijón en la punta de la cola huesuda que le había crecido de la nada.
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Su mandíbula estaba desencajada y sus ojos permanecían huecos haciendo que la


oscuridad que desprendían sus cuencas fuera abrumadora.
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Los guardas comenzaron a correr sin mirar atrás.

Pero no, esta vez el wendigo no les dejaría huir.


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