Manacled Tomo 3 MC

Advertencia
Esta obra es oscura, violación y las

relaciones sexuales no consensuadas
son un aspecto constante e importante
de la trama, también hay muertes de
personajes, trauma psicológico,
descripciones de la violencia en el
campo de batalla y referencias a
tortura. Leer a discreción es
recomendable.
Fandom: Harry Potter
Pairing: Draco Malfoy x Hermione Granger,

Dramione.
Fanfic inspirado en la novela de Jk Rowling
Traducción: blaisemalfoyy
Edición y correción: Cazz_Hime
Manacled: The Reckoning by SenLinYu

2
Nota del autor:
Los personajes de esta obra no son míos,

pertenecen a JK Rowling, quien puede que
no sea yo. La inspiración inicial de esta
trama se produjo al ver el primer episodio de
The Handmaid´s Tale, en homenaje hay
elementos que se mantienen a lo largo de la
historia. El título High Reeve se extrajo de
la historia de Lady of Clunn, “Uncoffined”.
Esta historia difiere del canón, se sitúa
después de la conclusión de Harry Potter y la
Orden del Fénix.
Trabajo alfa/beta de Jamethial y Pidanka.

Todos los errores restantes son mi trabajo
original.

3
Resumen:
Harry Potter está muerto. Después

de la guerra, para fortalecer el
poder del mundo mágico,
Voldemort realiza un esfuerzo de
repoblación. Hermione Granger
tiene un secreto de La Orden,
perdido pero oculto en su mente,
por lo que es enviada como una
subrogada esclavizada al High
Reeve hasta que su mente pueda
romperse.

4
5
6
7
Capítulo 1
Junio 2005
R ecuperar la consciencia fue como golpearse contra el

suelo después de una interminable caída. La cabeza de
Hermione punzaba; un dolor agonizante y sangrante, como si
le hubieran arrancado la mente y la hubieran hecho pedazos.
Trató de levantarse de donde estaba acostada, pero su cuerpo
no podía moverse apropiadamente. Los movimientos eran
bruscos y le temblaban las manos. Apenas si podía ver. Intentó
levantarse, pero el brazo le tembló y no pudo soportar su peso.
Se esforzó por respirar, su corazón estaba acelerado, con un
doloroso y rápido tamborileo en el pecho. Estiró la mano
temblorosamente en la oscuridad tratando de orientarse. Algo
le tocó el hombro, gritó y se giró.
Draco estaba de pie a su lado, su pálido cabello era visible en la
oscuridad. Se alejó de golpe, pero después se quedó inmóvil y
lo miró fijamente. Tenía el corazón en la garganta, lo estudió
con los ojos muy abiertos. Era mayor, su rostro era el mismo,
pero sus ojos habían envejecido, como si hubieran pasado
décadas desde la última vez que lo había visto, su expresión
estaba cerrada, pero su mirada era familiar e intensa mientras
permanecía de pie junto a su cama.
—Sigues vivo —dijo tenía la garganta seca y la voz se le quebró
con alivio— Pensé que habías muerto.

8
Comenzó a estirarse instintivamente hacia él. Estaba vivo.
Seguía con vida. Lo había mantenido con vida. Los ojos de
Draco se abrieron de par en par.
“Ginny. Ella fue el primer cuerpo que trajeron de vuelta”
La mano de Hermione se congeló. Todo la golpeó. Esposada*.

Encarcelada en la Mansión Malfoy para que la embarazaran. Él
era el High Reeve. El terror emergió de su interior, se le heló la
sangre. Sentía que había sido golpeada con tanta brutalidad que
moriría de ello. Jadeó de manera entrecortada y alejó la mano
rápidamente. Le tembló la mandíbula y se apartó de él con
manos temblorosas hasta que llegó al otro lado de la cama. Se
deslizó fuera del colchón y se arrodilló en el suelo, mirándolo
fijamente desde el otro lado de la cama mientras luchaba por
respirar. Intentando asimilar todo. Era Draco. Seguía con vida.
Pero la había lastimado. La había violado. Le había dicho que
no la quería; que no podía esperar para matarla. Se sentía como
un animal herido y atropellado en la autopista, desconcertada,
moribunda, tratando inútilmente de encontrar una manera de
escapar y esconderse. Quería una esquina oscura en la cual
acurrucarse, donde las cosas dejaran de doler.
¿Qué había pasado? Mientras intentaba pensar, un dolor
agonizante le enveneno el cerebro tan abruptamente que su
visión desapareció. Un gemido angustiado se escapó de entre
sus dientes. Hundió el rostro entre las manos mientras luchaba
por mantenerse consciente y trataba de recordar a través del
dolor cegador en su cabeza.
“Seamos claros, Sangre Sucia. No te quiero. Nunca te

quise. No soy tu amigo. No hay nada que pueda brindarme
más felicidad que terminar contigo”
Había matado a Ginny. Había matado a todos. Levantó la

mirada y comenzó́ a respirar cada vez más y más rápido mientras
lo observaba detenidamente, intentando comprender.
*Nota al pie: referencia al título de la novela Manacled que en inglés significa estar
atado de manos con esposas o grilletes.
9
“¿Sigues siendo virgen, Sangre Sucia? ¿Es algo que siquiera
recuerdas?”
La sensación de sus faldas siendo levantadas, exponiéndola

mientras permanecía inclinada sobre una mesa, agarrándose
fuertemente a ella, tratando de no temblar ni hacer ningún
ruido. La había arrastrado frente a Voldemort y la había
mantenido en su lugar mientras le hacían trizas la mente y
después la había dejado tirada en el suelo en un charco de
sangre podrida de unicornio.
Hermione no dejaba de observarlo. Había un dolor desgarrador
en su pecho… en su corazón, como si una cuchilla estuviera
cortándola mientras luchaba por respirar. El pecho se le
contrajo bruscamente y un sollozo desgarrado y jadeante se le
escapó mientras todas las lagunas e inconsistencias se
fusionaron en una sola espeluznante narración. El corazón le
latía cada vez más y más rápido. Hermione presionó las manos
sobre su boca y cerró los ojos con fuerza. Sus débiles sollozos
cortaban el silencio. Seguía temblando mientras trataba de
pensar.
“Voy a cuidar de ti. Siempre voy a cuidar de ti.”
El dolor en su mente era cada vez más cegador, como si el

pasado y el presente convergieran y se desgarraran mutuamente.
Se agarró la cabeza, sentía que su cerebro estaba en llamas, que
se le abría el cráneo, la presión en su cabeza se intensificaba cada
vez más y más hasta que se dejó caer y gritó. Gritó hasta que
estaba jadeando y luego apretó los dientes para evitar
hiperventilar. Miró nuevamente a través de la cama. Draco se
había ido.
Se hundió en el suelo, presionando una mano contra el pecho.
Quizá ni siquiera había estado ahí. Pudo simplemente haberlo
alucinado. Tal vez había alucinado todo. Quizás estaba muerto,
y ella seguía en su celda soñando con él. Sólo estaba alucinando
que de alguna manera lo había encontrado en la oscuridad. No.

10
Era real. Estaba segura de que todo era real. Porque era peor
que cualquier cosa que pudiera haber soñado.
“Seamos claros, Sangre Sucia. No te quiero. Nunca te

quise”
No podía entenderlo. Algunas partes tenían sentido, pero

otras… Una mano la tomó del hombro y se sobresaltó
violentamente. Draco había caminado alrededor de la cama y
estaba arrodillado junto a ella. La estudió, y sus ojos brillaron
mientras su expresión se tensaba.
—Estas recordando ahora, ¿no es así?
Asintió levemente y levanto la mano para tomarlo de la
muñeca, en verdad estaba ahí. Podía sentir sus huesos bajo la
punta de sus dedos.
—Grang…
Hermione enterró el rostro en el edredón de la cama y sollozó
de alivio. El dolor en su cabeza era tan intenso que sentía como
si se le estuviera fracturando el cráneo. Apretó los dientes
mientras intentaba no gritar nuevamente.
—Oh Dios… —se obligó a decir las palabras.
Todo su cuerpo estaba temblando. Un pensamiento la golpeó y
se quedó quieta, apretándolo con más fuerza.
—El horrocrux… el que Umbridge estaba usando… ¿ese fuiste…
fuiste tú?
Hubo un silencio.
—Así es.
Le temblaron los labios y cerró los ojos con fuerza:
—¿Ese fue… ese era el último?
—Lo era.
Asintió, y su mano vacía sufrió un espasmo; agarró la tela de su
túnica y trató de encontrarle sentido a todo. Si él estaba ahí, no
estaba muerto. Pero… si no estaba muerto, eso significaba que
nunca había ido por ella. Esperó. Y esperó. Y esperó. Y él nunca
llegó.
“No te quiero. Nunca te quise.”

11
Ginny. Su agarre en la muñeca de él se soltó, y su mano cayó al
suelo mientras la devastación ahogaba su alivio.
—¿Por qué mataste a Ginny…? —se le quebró la voz.
—Ginny está viva.
Se volteó y lo observó fijamente.
—Hannah vió su cuerpo. Todos en Hogwarts lo vieron. Vold-
Voldemort dijo que tú la mataste. Tú-tú me dijiste que la habías
matado.
—Ginny está viva —la miró a los ojos— Estaba embarazada,
¿recuerdas? Su hijo nació el 20 de octubre de 2003. Me dijeron
que fue un recién nacido excepcionalmente difícil. Lo nombró
James Sirius Potter. Tú eres su madrina.
Hermione sollozó débilmente y Draco continuó:
—Ya tiene un año y medio. Vas a conocerlo pronto. Están
esperándote. Le prometiste a Potter que cuidarías de ellos.
Tienes que resistir y recuperarte para que puedas irte.
Su corazón se elevó, con un destello de esperanza en la
oscuridad y el frío.
“Eres consciente sobre qué tan precaria es. He

realizado considerables gastos y esfuerzos para
mantener su entorno”
Dejó caer la cabeza, torciendo la boca mientras temblaba y

miraba hacia otro lado.
—No te creo.
Él no respondió.
—No comprendo —volvió a cerrar los ojos con fuerza mientras
intentaba concentrarse a través del dolor— No entiendo qué
pasó. No puedo recordar con claridad —abrió los ojos y lo
estudió en la oscuridad— Pero… te recuerdo a ti.
Era Draco. Estaba tan cerca. La estaba mirando como solía
hacerlo. Quería aferrarse a él y hundirse entre sus brazos, contra
su pecho, sentir el latido de su corazón. Sus manos tuvieron un
espasmo. No podía. Había matado a todos. Los había asesinado
o ejecutado a todos. Sintió que se derrumbaba bajo el renovado

12
terror y la devastación de todo ello. La expresión de Draco
vaciló, y su boca se torció antes de hablar.
—¿Qué… es lo que recuerdas sobre mí?
—Tú… —estudió su rostro.
Le resultaba familiar y desconocido al mismo tiempo, como
esculpido a semejanza de la persona que había conocido. Sus
dedos se crisparon mientras luchaba contra el deseo de
alcanzarlo y al menos tocarlo. Sólo para saber si aún se sentía
familiar bajo la yema de sus dedos. Estaba vivo. Había estado
tan segura que había muerto, de que tenía que haber fallecido.
Pero no estaba muerto; podía ver su pulso en la base de su
garganta.
—Espiabas para La Orden. Cuando te hirieron, yo te curé. Tú…
Pasó saliva y bajó la mirada hacia sus muñecas y ropa escarlata
mientras trataba de recordar con claridad:
—Tú solías llamarme… y…
Sintió un dolor lacerante en la cabeza, dio un grito agonizante
y se desplomó.
Parpadeó, intentando recordar lo que había estado diciendo.

Su lengua se sentía dormida y no se movía correctamente, como
si hubiera sido entumecida. Se sacudió y trató de mover la
mandíbula, pero le temblaba tan violentamente que sus dientes
emitieron un sonoro chasquido. El brazo y pierna izquierdos
cedieron y comenzó a caer hacia un costado. Draco la atrapó.
—¿Dra...?
Su pecho sufrió espasmos mientras luchaba por respirar, y él la
apretó firmemente contra su pecho. Él no le dijo nada, en vez
de eso, le agarró la mandíbula, le abrió la boca y rápidamente
vertió una opción en su boca antes de taparle la boca y nariz con
la mano. Trató de alejarse, presa del pánico, no sabía lo que
estaba pasando, sus pulmones parecían a punto explotar
mientras luchaba por respirar, su cuerpo seguía sacudiéndose
por voluntad propia. Su lengua entumecida no podía saborear
la poción que él había puesto en su boca. Se suponía que no
debía tomar cosas si no sabía lo que eran.

13
—Granger —su voz era calmada y cercana a su oído— Necesitas
tomarla. Estas teniendo una convulsión. La poción la detendrá,
pero tardará en hacer efecto si no puedes beberla.
La garganta de Hermione se contrajo repetidamente y su brazo
sufrió espasmos, pero Draco se negó a aflojar su agarre. Después
de varios intentos, consiguió tragar, su cuerpo entero se quedó
flácido como si no tuviera huesos. Draco la sujetó con suavidad,
Hermione bajó la cabeza y la apoyó en su pecho. Lo sintió
suspirar, y su mano le acarició el cabello hacia atrás, le rozó la
mejilla con el pulgar mientras le sujetaba el cuerpo con el otro
brazo. Sus manos eran cálidas, seguía oliendo a lo mismo, y eso
hizo que le dieran ganas de llorar.
Después de un momento, él se movió y la levantó, ella podía
sentir sus huesos, sobresaliendo a través de su piel mientras la
levantaba y la colocaba de nuevo sobre la cama. No lograba
hacer funcionar su boca, lo observó detenidamente, intentando
asimilar cada detalle. Él deslizó una mano debajo de su cabeza
y la estudió cuidadosamente. De cerca, a pesar de la poca luz,
podía ver que estaba visiblemente exhausto, tenía la piel pálida,
casi gris; tenía la boca y los ojos tensos, sus pupilas estaban
firmemente contraídas, y su mirada seguía recorriéndola como
si quisiera asegurarse que no estaba dejando pasar nada por
alto. Su expresión estaba cuidadosamente cerrada.
—Estuviste inconsciente durante casi una semana —dijo después
de un minuto— Tuviste una convulsión y perdiste el
conocimiento. Los sanadores no estaban seguros… de que
despertarías. Las convulsiones… —notó cómo se le contraía la
garganta mientras pasaba saliva y dejaba de mirarla a los ojos:
—Son frecuentes cuando se trata de daños neurológicos
causados por una actividad mágica concentrada. Tuviste…
varios mientras estabas inconsciente, pero afortunadamente
ninguno te causó daños permanentes… ni a ti ni a tu bebé.
Hermione dejó de respirar, sus ojos se abrieron de par en par.
El bebé. Había olvidado que estaba embarazada. Estaba
embarazada de su heredero. Para el programa de reproducción.
Para obligarla a recuperar sus recuerdos. Había algo que faltaba,
pero el dolor aún eclipsaba todo. Trató de pensar, pero
14
acercarse a sus recuerdos era desgarrador. No podía recordar…
su pecho comenzó a tener espasmos.
—No comprendo —se obligó a decir— ¿Qué pasó? ¿Por qué… por
qué…
Trató de respirar y emitió un sonido jadeante al fondo de la
garganta. Su pecho comenzó a sacudirse cada vez más y más
rápido. Los dedos de Draco bajo su cabeza se tensaron en su
pelo, su expresión era abierta mientras la observaba, con la cara
a escasos centímetros de la suya.
—Grang… Hermione, necesitas respirar lentamente.
Hiperventilar mientras estás embarazada puede aumentar el
riesgo de que sufras otro ataque —sus ojos eran suplicantes— Por
favor, respira, Granger.
Hermione sollozó levemente y asintió.
Inhala contando hasta cuatro. Exhala, lentamente a la cuenta de seis.
Estudió su rostro, sentía una desesperación voraz al mirarle,
pero también un creciente dolor. No sabía cómo conciliar a la
persona que conocía con la persona que la había encarcelado
durante seis meses. A medida que su respiración se ralentizaba,
las lágrimas empezaron a deslizarse en frías estelas por sus
sienes. Draco apartó la mirada de su rostro, retiró la mano y se
enderezó, la volteó a ver, vacilante, con la mano cerrada en un
puño a su costado.
—Lo siento. Severus y yo pensamos que te sacaríamos antes de
febrero. No pensé que estarías aquí tanto tiempo.
Se mordió el labio y trató de pensar qué preguntarle.
¿Qué pasó? ¿Por qué no llegaste? ¿Por qué me lastimaste? ¿Por qué me
violaste? ¿Por qué te convertiste en el High Reeve?
—¿Por qué… —sollozó por lo bajo— ¿Por qué mataste a todo el
mundo?
Sus ojos parpadearon y su mandíbula tuvo un espasmo mientras
se enderezaba y apartaba la mirada de ella.
—Estaba tratando de encontrarte.
Su corazón se detuvo con una mezcla de terror y alivio.
—¿Tú… me buscaste? —le temblaba la voz.
Volvió a mirarla:

15
—Por supuesto que te busqué. Te busqué por todas partes.
¿Creíste que te había dejado ahí?
Parpadeó y trató de recordar claramente, estirándose al fondo
de su mente y aferrándose a los recuerdos que podía sentir ahí.
—Cuando no llegaste, pensé que quizás…
Mientras recorría su memoria, el dolor en su cabeza se agudizó
de repente y su visión vaciló. Se mordió el labio e intentó no
desmayarse.
—Pensé que habías muerto.
Le ardían los ojos, su voz tembló y se desvaneció. Levantó el
brazo y miró al brazalete envuelto alrededor de su muñeca.
—Yo… perdí mi oclumancia cuando mi magia fue suprimida.
Dijeron que Voldemort iba a interrogarme. Temía que si
pensaba en ti… podría encontrarte en mi mente. Estaba
tratando de protegerte. Pero… —su voz se hizo más pequeña— a
veces pensaba que, si resistía, eventualmente llegarías. Después,
cuando no lo hiciste, pensé que habías muerto.
Draco se veía como si ella lo hubiera destripado, su mano se
crispó y se acercó a ella.
“¿Te apetece una salida, Sangre Sucia?... El Señor

Oscuro está ansioso por verte.” La agarró por el brazo
antes de que pudiera retroceder.
El terror visceral del recuerdo se la tragó, se le cortó la

respiración y se puso tensa cuando él se acercó. La mano de
Draco se cerró y cayó a su costado mientras apartaba la mirada.
—Te busqué en cuanto regresé y descubrí que habías
desaparecido. La Alcaide… Umbridge no te registró como
prisionera en Hogwarts. No había registros de ti más que el
papeleo de transferencia de cuando fuiste capturada. Severus y
yo presentamos solicitudes para tratar de encontrarte,
intentando localizarte, pero cada vez que lo hacíamos nos
decían que no había ningún archivo o registro de un prisionero
con ese nombre o número. Simplemente te desvaneciste. Todos
en la celebración de Hogwarts estaban borrachos o
conmocionados, había muy pocos recuerdos claros de que
16
estuvieras ahí. Me ofrecí como voluntario para rastrear a todos
los desaparecidos con la esperanza de que me diera la
oportunidad de encontrarte —los músculos de su mandíbula se
tensaron— Tuve que traerlos a todos de vuelta. Si fallaba,
habrían reasignado el trabajo a alguien más —levanto la mirada
al techo; su expresión era inexpresiva— Intenté de todo para
encontrarte. Busqué en las prisiones. Revise todos los bloques
de celdas existentes en Hogwarts. Revisé todos los expedientes
de prisioneros. Hice un hechizo de rastreo genético. Encontró
a tus tíos y primos. Lo seguí hasta Australia y encontré a tus
padres donde los habías escondido.
Hermione se estremeció y lo miró con los ojos muy abiertos.
Draco bajo la mirada y sus labios se afinaron al ver su expresión.
—Todos están bien. No los lastimé —inclinó ligeramente la
cabeza hacia un lado y apretó la mandíbula al tragar saliva:
—Incluso traté de usar la adivinación varias veces, pero… —
movió la mano despectivamente— nada. No se me ocurrió que
fuera porque estabas encarcelada sin luz ni sonido. Asumí que
donde quiera que estuvieras era completamente indetectable.
Viajé por toda Europa. Mortífagos y aliados con ciertas…
reputaciones. Había pasado algunas veces antes. Cuando no
pude encontrarte en ningún lado, supuse que eso era lo que te
había pasado. Pensé que debía ser por eso que habías
desaparecido —apartó la mirada nuevamente— Severus y yo
hicimos todo lo que se nos ocurrió, menos mencionarte como
persona de interés para el mismísimo Señor Tenebroso. Pensé
que mientras el Señor Tenebroso estuviera preocupado por su
obsesión con la inmortalidad, tendría más posibilidades de
encontrarte y llevarte lejos. Después, cuando se habló de usar a
las prisioneras como subrogadas para un programa de crianza,
Montague fue con el Señor Tenebroso y propuso que tú fueras
el rostro del programa de repoblación, carnada para cualquier
aliado restante de la Resistencia, y una burla final a Potter, todo
en uno. Te había estado buscando desde que obtuvo su Marca,
y yo… lo dejé; pensé que, en algún momento, podría encontrar
algo que yo estaba pasando por alto. Sin embargo, seguías sin
existir en el sistema penitenciario. No fue hasta que el Señor
17
Tenebroso te reclamó personalmente que Umbridge admitió
que te había tenido todo ese tiempo.
Hermione no sabía qué decir.
—Yo… —Draco comenzó a hablar nuevamente, su mandíbula
tembló visiblemente y después se trabó y no dijo nada más.
Hubo un largo silencio.
—¿Por qué no asumiste que estaba muerta? —Hermione
finalmente logró preguntar.
La comisura de sus labios se crispó, y Draco levantó la mano
derecha hacia su campo visual. El anillo de ónix se veía
tenuemente en la escasa luz. Hermione observó durante varios
segundos antes de mirar confundida hacia sus propias manos.
No había nada ahí, pero tenía la certeza de que, de alguna
manera, debía haberlo. Mientras observaba, el dedo índice de
su mano izquierda se distorsionó y brilló, el anillo negro se hizo
repentinamente visible. Se le hizo un nudo en la garganta y
tragó saliva varias veces antes de poder hablar.
—Yo… olvidé que estaba ahí.
—Después de que te maldijeran y casi murieras yendo a Surrey,
agregué un monitor de firma de vida a tu anillo. Quería agregar
un rastro, pero son detectables, y podría haber sido
interceptado. Pensé que, con un hechizo básico, al menos sabría
si habías muerto. Así que… sabía que estabas con vida.
Dejó caer la mano:
—Aunque sí se detuvo en un momento dado, inmediatamente
después de que mandé una señal. Pensé que había causado que,
quien fuera que te tuviera, lo hubiera notado. Cuando se volvió
a activar varios días después, creí que no podía arriesgarme a
hacer señales de nuevo. No estaba seguro si eras tú la que lo
seguía usando, pero pensé que significaba que podrías seguir
con vida. Así que seguí buscando.
Apartó la mirada, y el movimiento hizo que la mirada de
Hermione se alejara del anillo que llevaba en la mano, lucía
devastado, como un arma que había sido afilada en exceso.
Había un exceso de precisión mortal en él que ella pudo ver de
repente. Los dedos de Draco tuvieron espasmos y él cerró su
mano.
18
—Te hubiera sacado antes, pero Severus ya estaba en Rumania
cuando te transfirieron a la Mansión. Se suponía que sólo
serían tres meses, pero el Señor Tenebroso sigue extendiendo la
asignación allá. Mientras se demandará que fueras llevada ante
el Señor Oscuro para que examinara tus recuerdos… habían…
no podía hacer nada que pudiera indicar… algo.
A Hermione se le cayó el estómago como si la cama se hubiera
desvanecido debajo de ella. Por supuesto. Voldemort lo había
observado todo. Todas sus interacciones con Draco. Había sido
abierta y sádicamente curioso en sus brutales exámenes
bimensuales de su mente. Draco había estado actuando para
Voldemort a través de los ojos de Hermione. El percatarse se
sintió como si su tenue control sobre la realidad se hubiera
invertido bruscamente y estuviera en caída libre.
¿Qué era real entonces? ¿Algo de ello? Nada de ello.
Trató de pensar, pero aún era difícil concentrarse a través del
dolor de su mente. Apenas podía mantener los ojos abiertos.
Estaba exhausta y demasiado hambrienta. No podía recordar la
última vez que había comido. Le dolía la cabeza con una presión
tan intensa que esperaba encontrar sangre brotando de sus ojos
y nariz. Quería cerrar los ojos, pero le aterraba la idea de que, si
perdía el conocimiento, todo se le escaparía y olvidaría.
El pasado se desvanecería en la oscuridad, Draco se esfumaría
y, cuando despertara, sería Malfoy nuevamente. Pero nunca
hubo dos personas. Sólo había sido una. Draco estaba
enterrado en algún lugar debajo de todas las capas de frialdad.
No sabía qué se suponía que debía pasar. No sabía qué
significaba nada de eso. Incluso si él estuviera actuando, no
todos los demás lo estaban haciendo. Todas las historias sobre
él en “El Profeta”, y de las otras mujeres en el programa de
crianza antes de que Hermione fuera enviada a la Mansión
Malfoy.
—Hannah dijo que colgaste el cuerpo de Ginny en el Gran
Salón…
—No era Ginny —su voz era firme— Cuando no pude
encontrarte en Hogwarts… al principio pensé que podía haber
ocurrido un error y no eras tú quien había sido capturada y
19
transferida. Te busqué entre los escombros de Sussex —bajó la
mirada— Había una bruja que sobrevivió a la explosión. Había
avanzado más allá de las barreras y hacia el Bosque de Ashdown,
una de los únicos sobrevivientes. Estaba casi muerta por la
experimentación y la explosión. Pero tenía el cabello rojo.
Cuando llevé el cuerpo de vuelta a Hogwarts, los prisioneros
asumieron que era Ginny con Spattergroit. Nadie la había visto
en meses, supusieron que la desfiguración se debía a la
enfermedad.
El corazón le dio un vuelco y sintió casi miedo de respirar.
—McGonagall... Nev…
La expresión de Draco se tensó, su mandíbula tuvo un espasmo
y después se asentó.
—No pude esconderlos, incluso si Severus hubiera estado
dispuesto a considerar la idea. Después de lo que habían hecho
los Crouch para sacar a Barty Jr. de Azkaban, el Señor
Tenebroso exigió que se examinara exhaustivamente cada
cuerpo en busca de interferencias. Todos fueron verificados.
Desvió la mirada:
—Lo hice rápido con ellos.
Una gélida sensación de desesperación la invadió. Se hizo un
ovillo de costado. Podía sentir cómo se desvanecía con
cansancio doloroso.
—Duérmete, te contaré todo lo que quieras saber mañana.
Se obligó a mantener los ojos abiertos.
—¿Pero, y si olvido de nuevo? —su voz era pequeña… infantil y
casi temblaba de miedo.
Él no dijo nada. Ella quería acercarse a él y volver a asegurarse
que en verdad estaba ahí. Real. Cálido. Palpable. Su mano se
movió un poco, pero la poción la había dejado casi paralizada.
—¿Vol… volverás a ser como eras si te olvido?
—Mientras estés embarazada, estás a salvo. No importa si
recuerdas, Severus y yo te sacaremos.
—¿Entonces qué?
Draco no dijo nada. La habitación parecía más oscura. Apenas
podía distinguir la silueta de Draco.
—¿Después qué pasa? —se forzó a decir.
20
—Después irás a cuidar de Ginny como le prometiste a Potter
que lo harías.
Ésa no era la pregunta que se había hecho, pero no tenía la
fuerza para preguntar de nuevo.
Cuando despertó nuevamente, Draco se había ido. El dolor de

cabeza se había calmado un poco. Topsy apareció con sopa y
pociones, que suplicó a Hermione intentara mantener dentro.
Hermione tomó una poción nutricional de olor nauseabundo
y se mantuvo rígida mientras su cuerpo convulsionaba y trataba
de regresarla. Cuando su garganta dejó de contraerse, observó a
Topsy.
—Te conocía.
Sintió como si le clavaran un clavo en la base del cráneo. Se
sacudió. Se estremeció.
—Te he visto antes ¿verdad?
Topsy asintió tímidamente.
—El Maestro está diciendo que usted estar no debería forzando
los recuerdos.
Hermione apoyó la barbilla en su hombro. Su ausencia la
arañaba.
—¿Cuándo regresa?
—Ha estado estando en esta habitación desde usted ha tenido el
primer ataque. Él está teniendo muchas cosas que está
necesitando hacer ahora.
Hermione pasó saliva y sus dedos tuvieron espasmos
repetidamente. Podía sentir a su pecho apretándose. ¿Y si no
regresaba? ¿Y si moría? ¿Qué haría si moría? Podía sentir que le
temblaban las manos. Cerró los ojos con fuerza tratando de
enfocarse en otra cosa.
—¿Se atrasó con sus ejecuciones? —se obligó a preguntar con voz
seca.
La pregunta era sarcástica, pero Topsy asintió seriamente.
Hermione exhaló lentamente y se puso en posición fetal. Topsy
se desvaneció unos segundos después. Hermione pasó el día
repitiendo los últimos seis meses. Tomando nota de todos los

21
detalles que había pasado por alto. Los rasgos familiares y cosas
que había olvidado de Draco.
Él la había conocido. La conocía cuando llegó. Cuando había
estado planeando matarlo. Cuando la había violado. No era de
extrañar que él no hubiera querido que ella lo mirara cuando
ocurrió. Ella estaba embarazada, de su heredero. Su bebé. Su
bebé. La había violado y ahora estaba embarazada.
Cuando pensó en eso, su estómago se retorció y se le contrajo
la garganta y vomitó violentamente a lado de la cama. Se dejó
caer y se cubrió el rostro con las manos mientras trataba de no
llorar o hiperventilar. Topsy apareció para desvanecer el desastre
y le dió a Hermione un vaso de agua. Hermione trató de dejar
de pensar en ello. Intentó enfocarse sólo en Draco y no pensar
en el hecho de que había sido violada, que estaba embarazada,
que Draco no se refería al bebé como si fuera suyo y ella no
sabía lo que eso significaba. Él no estaba ahí para preguntar,
aunque pensara que podría manejar la conversación,
sencillamente intento no pensar en ello.
En su lugar trató de desenredar a Draco. Sabía que lo conocía,
como si hubiera sido incrustado en su interior. Pero no podía
evocar recuerdos concretos, era más bien un sentimiento
general de conocerlo. Instintivamente, lo conocía. Recordaba
su aspecto, su forma de moverse, cómo se restringía a sí mismo,
cómo los colores de sus ojos delataban sus emociones
cuidadosamente escondidas.
Cuando trató de acercarse más al pasado, antes de su
encarcelamiento, provocó que un dolor agonizante comenzara
a sangrar a través de la base de su cráneo hasta que tuvo miedo
de que ella misma causaría otro ataque si continuaba. No podía
pensar en ello. Simplemente tenía que aceptar que estaba ahí.
Estaba tumbada en la cama, tratando de reconciliarse con la
versión de Hermione que se había desvanecido en la oscuridad
de Hogwarts. Alguien que había luchado. Que había arrasado
medio laboratorio. Que había quemado Dementores y
apuñalado a Graham Montague con un juego de cuchillos
envenenado. Alguien de quien Draco había estado enamorado.

22
Alguien por quien él habría ido hasta el fin del mundo para
protegerla.
Ya no sabía si esa persona seguía existiendo. Si él esperaba que
esa versión de sí misma regresara junto con sus recuerdos.
Sentía como si aquella Hermione hubiera muerto junto con
todo el resto de La Orden del Fénix. Todo lo que quedaba era
una sombra.
Era tarde por la noche y no había luna cuando el aire en su

habitación se agitó. Se volteó y miró cuidadosamente hacia la
oscuridad, después de un momento, Draco apareció, estaba
usando su uniforme de Mortífago. Podía sentir la Magia Oscura
casi derramándose de él. La visión y la sensación le oprimieron
el pecho. Su expresión era intensa. Y fría.
—¿Estás enojado conmigo por algo? —le preguntó después de
varios minutos.
Él se quedó inmóvil por un momento y después parpadeó.
—No.
Agitó la varita y un candelabro de la pared emitió una tenue luz
amarilla. Inclinó la cabeza hacia un lado hasta que su cuello
crujió fuertemente, después se quitó su túnica exterior y la
colocó en el respaldo de la silla. La armadura que llevaba sujeta
al torso brillaba bajo la luz. Hermione lo estudió, tratando de
descifrar qué había de diferente en él.
—Parece como si estuvieras enojado conmigo. Siento que sé que
lo estás, pero… no puedo recordar por qué.
Apartó la mirada de ella, mirando a través de la habitación.
—Ya no importa. Está en el pasado —su voz era familiar.
Cortante.
—Si el pasado no importa, ¿por qué me buscaste?
Volteó a mirarla nuevamente.
—¿Recuerdas por qué fuiste capturada?
Asintió:
—Hice estallar Sussex.
—¿Recuerdas por qué?
Arqueó las cejas y trató de pensar en la respuesta sin intentar
acercarse a sus recuerdos ocluidos.
23
—Fue por ti, ¿no es así?
Él asintió levemente. Ella cerró los ojos.
—Cuando dormías, solía prometerte que cuidaría de ti. Que
siempre cuidaría de ti.
Él rió levemente; parecía más una burla:
—De hecho, eso era lo que yo decía.
La comisura de los labios de Hermione se curvó hacia arriba,
pero el centro su pecho dolía
—Siempre te lo decía de vuelta. Quizás sólo no lo sabías.
Quería acercarse a él, pero cuando abrió los ojos, se había
alejado de ella. Estaba observando el retrato a través de la
habitación. No dijo nada como respuesta.
—¿Cuál es el plan? —preguntó finalmente— ¿Cuál es la estrategia
detrás de todo esto? ¿Puedes decirme, ahora que estoy… —su
lengua se torció mientras se obligaba a decir la siguiente
palabra— embarazada?
Draco se encogió de hombros y miró alrededor de la habitación.
—Es el plan de Severus. Cuando el Señor Tenebroso se dio
cuenta de que le faltaban varios horrocruxes después de la Batalla
Final, le entregó gran parte de las maniobras políticas a Severus.
Ha estado socavando y desestabilizando el régimen desde que
cayó La Orden. La situación en todo el continente es precaria.
La mala salud del Señor Oscuro le ha hecho incumplir la
mayoría de sus promesas y compromisos adquiridos durante la
guerra con los seres oscuros y los países aliados. Apenas si
mantiene su dominio. MACUSA ha comenzado a presionar a
la Confederación Internacional, están señalando su intención
de intervenir si las cosas en Europa continúan deteriorándose.
Ya está arreglado; el régimen colapsará pronto, y cuando lo
haga, la Confederación Internacional intervendrá para
restaurar el orden.
—¿Han encontrado una manera de vencer a Voldemort?
Su boca se curvó en una leve sonrisa, sus ojos eran de un
plateado pálido mientras la observaba fijamente y asentía.
—Lo hicimos. Estamos esperando el momento ideal.
Probablemente será después del segundo aniversario de la
Batalla de Hogwarts.
24
Había una sensación de certeza en su voz. Hermione sintió que
se animaba, mientras trataba de calcular exactamente cómo
podrían hacerlo, repasando todo lo que había leído en los
periódicos, tratando de adivinar.
—¿Qué…
—Estarás fuera de Europa antes de que comience —dijo con voz
firme, interumpiéndola— Sólo necesitas estar lo
suficientemente bien de salud para viajar. Así que… come. Eso
sería más útil que cualquier otra cosa.
Se encogió internamente de decepción, pero una vez que él se
fue, arrugó las cejas y miró fijamente en la oscuridad,
intentando reconstruirlo todo; dándole vueltas a Draco una y
otra vez en su mente.
Al día siguiente el dolor era peor; no podía soportar tener

ninguna clase de luz en la habitación. No podía retener nada en
su interior. Draco había vuelto a desaparecer. Trató de estar
calmada, pero cuando Topsy no le dijo cuándo volvería o qué
estaba haciendo, comenzó a entrar en pánico. Si él nunca
volvía, nunca podría volver a hablar con él. Nunca lo tocaría.
Habían cosas que necesitaba decirle, sólo que aún no estaba
segura de cómo decírselas. ¿Y si él moría? ¿Y si se lesionaba y no
podía sanarlo porque ya no tenía magia?
Siguió hiperventilando y tuvo varios pequeños ataques. Topsy
aparecía instantáneamente cada vez con una poción en la mano.
Después de la sexta convulsión, Hermione sentía demasiado
dolor como para hacer otra cosa que quedarse tumbada en la
cama, apenas consciente de lo que pasaba más que el dolor
agonizante en su cabeza. Se quedó acostada de costado mientras
las horas pasaban lentamente y deseaba perder el conocimiento
para no sentir absolutamente nada.
El colchón se hundió y una mano fría le apartó los rizos pegados
a su piel febril y le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja.
Un minuto después levantaron su mano izquierda y unos dedos
largos se entrelazaron con los suyos. Sintió el pulgar de Draco
rozarle los nudillos y deslizarse hacia el anillo que aún llevaba.
La mandíbula de Hermione tembló, y le ardían los ojos a pesar
25
de tenerlos cerrados. Apretó su mano entre las suyas con tanta
fuerza como pudo. Él no dijo nada, pero se quedó mientras
estuvo consciente. Cuando despertó nuevamente, él seguía ahí,
sentado en la habitación a oscuras, tomándola de la mano, sus
dedos tenían espasmos ocasionalmente.
Durante los siguientes días, el dolor en su cabeza disminuyó

gradualmente; lo suficiente como para poder soportarlo.
Comenzó a comer, a sentarse en la cama, a repasar su “Guía de
Embarazo” y a leer “El Profeta”. A medida que el dolor se
desvanecía, su memoria mejoraba. El panorama general seguía
siendo vago e indistinto, pero ciertos momentos volvían
repentinamente a ella con una claridad sorprendente, como si
los estuviera reviviendo.
“No eres reemplazable. No se te requiere que hagas tu

muerte conveniente. Tienes permitido ser
importante para las personas. La razón por la que
hice ese maldito Juramento fue para mantenerte con
vida. Para mantenerte a salvo.”
Mientras se recuperaba, Draco se alejó. Al principio pensó que

se lo estaba imaginando. A medida que sus recuerdos de él
mejoraban, pensó que quizás era simplemente el contraste de
su pasado lo que le hacía parecer más distante. Pero mientras
los días pasaban, se dió cuenta, con el corazón encogido, que él
se estaba alejando cada vez más y más. Cuando había estado casi
catatónica por el dolor, se sentaba a su lado, acariciándole el
cabello y tomando sus manos, tratando de sanar los espasmos
en sus dedos. Pero a medida que comenzaba a estar más
despierta y empezaba a intentar hablarle más, la tocaba menos.
Se movío a través de la cama hasta sentarse a observarla desde
la orilla. Permanecía de pie junto a la ventana, juntaba las
manos detrás de la espalda cuando le hablaba. Respondía de
manera cortante cuando le hacía preguntas. Aún seguía ahí,
pero cada vez más y más lejos.

26
Cuando levantaba la mirada y lo encontraba observándola,
apartaba la mirada, con su expresión resignada. Y amargada. No
sabía por dónde comenzar. Trató de recordar cómo había sido
antes. Lo había memorizado, pero no a sí misma. ¿Antes
hablaba diferente? No podía recordar cómo había sido esa
persona. Había sido parlanchina. La gente siempre le había
dicho que hablaba demasiado. No se le ocurría nada de lo que
pudiera hablar. ¿Qué podía decir sobre algo? ¿Se suponía que
tenía que decirle qué tipos de flores habían florecido en la finca?
¿O sobre cómo construir una torre de cartas? ¿O preguntarle si
sabía cómo hacer una grulla de papel porque ya no podía
recordarlo?
Todo era trivial. Todo lo que importaba se sentía demasiado
devastador para expresarlo con palabras. Temía que, si
comenzaba, empezaría a hiperventilar y tendría otro ataque. Y
si Draco pensaba que la había molestado, quizás no iría a verla
y se quedaría sola otra vez. En su celda había pensado que había
resistido, pero a la fría luz del día descubrió que no había sido
así. Se había roto. Sólo quedaban pedazos de ella. Estaba
sentada en la cama y lo observaba nerviosamente, mientras él
permanecía de pie junto a la ventana, mirando el laberinto de
setos. Seguía separando los labios para hablar y luego dudaba.
Se miró las manos y volvió a intentarlo.
—¿Cómo… has estado? —preguntó.
Era una pregunta estúpida, se enrojeció y se arrepintió en el
momento en el que la dijo. Él ni siquiera volteó a verla.
—Estoy bien.
Pasó saliva y sintió como si su corazón se estuviera rompiendo.
Enderezó la sábana y cepilló varias arrugas de la colcha. Él
estaba parado demasiado lejos y no sabía qué decirle.
—Así que… —dijo finalmente— ahora estás casado.
Sus hombros se pusieron rígidos, pero no respondió durante
varios segundos. Cuando volteó y la miró, su expresión era una
máscara.
—Dos años este octubre.
Intentó mirarle a los ojos, pero al cabo de un momento bajó la
vista hacia su regazo. Sentía como si tuviera un abismo en el
27
pecho. No creía que hubiera existido ningún tipo de
compromiso de su parte. Que ella recordara, lo que hubieran
sido nunca se había definido. No era como si hubiera pensado
que se casaría con ella. Pero estaba casado, y se sentía
significativo para ella incluso si no podía explicar por qué. ¿Por
qué, a la luz de todo lo demás, sentía como si eso importara en
absoluto? Había tenido que violarla treinta veces. Era su
prisionera. Estaba embarazada de su heredero. Pero estaba en
la cama obsesionándose sobre el hecho de que estaba casado,
porque todo lo demás se sentía imposible para siquiera poder
tratar de asimilarlo. Se había casado tres meses después de la
Batalla Final. Tenía una esposa. La delicada, bonita, infiel e
inestable Astoria.
—Se me ordenó casarme. Si no hubiera sido Astoria, hubiera
sido alguien más —dijo con una voz inexpresiva.
Era un hecho.
“Se me ordenó casarme con ella, así que me casé con

ella.”
Hermione se mordió la parte interior del labio inferior y asintió,

aún mirando hacia su regazo. Un matrimonio arreglado por
Voldemort para el esfuerzo de repoblación de posguerra. Para
hacer un espectáculo de los Mortífagos y distraer la atención de
la salud desvaneciente de Voldemort. Entendía el contexto. No
sabía qué decir al respecto. No sabía qué decir sobre nada.
Quería que el pasado se desvaneciera para poder acercarse a
Draco sin sentir que le destrozaban el corazón. Quería tocarlo.
Besarlo. Sentir sus manos acariciándola. Recordar lo qué se
sentía ser querida y sentirse cálida. Saber si él aún susurraría
“mía” contra su piel.
Pero se sentía destrozada. Ya no era la persona que él solía besar.
Temía que si él la tocaba y no era lo mismo, envenenaría todos
los recuerdos pasados, y después no habría nada a qué aferrarse.
Él tampoco era el mismo, sus ojos estaban llenos de culpa y furia
amarga. Estaba enojado con ella, lo escondía, pero podía
sentirlo en la boca del estómago. No parecía tener la intención
28
de perdonarla por lo que fuera que había hecho. Después de un
minuto Hermione levantó la mirada.
—¿Le hiciste algo para dejarla estéril?
Una sonrisa cruel se formó en la orilla de su boca.
—Lo hubiera hecho, pero no fue necesario. Los Greengrass no
revelaron que eran portadores de una maldición de sangre. Le
requeriría un esfuerzo considerable concebir, y la Mansión tuvo
algunos efectos secundarios desafortunados. No se le ocurrió
que algunas habitaciones están cerradas por una razón, o que
debía restaurar las barreras existentes después de haber
desmantelado la mansión para redecorarla.
Entonces la expresión de desprecio se desvaneció, su expresión
se volvió reservada, y apartó la mirada de ella:
—Nunca creí que llegaría tan lejos como para atacarte.
Hermione se miró las muñecas. El cobre de las esposas aún era
tan brillante como cuando habían sido puestas por primera vez
alrededor de sus muñecas. Propiedad del High Revee.
Giró el metal para que las palabras grabadas dejaran de ser
visibles y volvió a levantar la vista.
—¿Serás tú quien me lleve con Ginny?
Negó con la cabeza.
—Severus. Hay restricciones con mi habilidad para viajar
actualmente. El sentimentalismo difícilmente es una razón para
poner en peligro una casa segura. Él te llevará… o en realidad
tú lo llevarás contigo… para asegurar que no viole los términos
de su Juramento Inquebrantable.
Hermione arqueó las cejas.
—¿Su Juramento Inquebrantable?
Los ojos de Draco brillaron y su boca formó en una firme línea.
—Al final de la guerra, hizo uno conmigo, jurando que no
interferiría con mi protección hacia ti ni te llevaría a ningún
sitio donde pudieras estar en peligro. Se suponía que aseguraría
que saldrías de Europa sana y salva, pero terminó sin importar.
Fuiste por tu cuenta y te capturaron de todas formas —apartó la
mirada— El viaje debería de ser seguro, pero es mejor hacer
planes de contingencia siempre que sea posible.

29
Hermione retorció la tela de la sábana de algodón que estaba
entre sus dedos.
—¿Te veré después?
Draco arqueó una ceja y su boca se curvó lentamente en una
sonrisa felina.
—Ginny no se preocupa particularmente por mí.
Hermione sólo siguió estudiándolo. Él se encogió de hombros.
—Dependerá de cómo vayán las cosas. Con suerte tampoco
estaré en Europa durante mucho después de eso.
—Oh.
Hablar con él era agotador. Se sentía como si hubiera
innumerables detalles de los que debía tomar nota, cosas que
debía entender, que él le estaba diciendo, pero ya no sabía cómo
interpretarlas correctamente.
Se supone que debemos escapar juntos. Tú lo prometiste.
—¿Vendrás… eventualmente? —su voz era esperanzada.
Si tenían tiempo, ellos podrían recoger los pedazos. Podría
encontrarlo debajo de la máscara del High Reeve. Quizás,
lentamente, podría encontrar una manera de convertirse en
Hermione una vez más. Para él, trataría de encontrar a esa
persona de nuevo. Entonces tal vez dejaría de permanecer tan
lejos. Sus ojos de mercurio brillaron por un momento, y la
comisura de su boca se levantó; la sombra de una sonrisa:
—Si eso es lo que quieres.
Se sentía como una mentira.
Poco más de una semana después de que recobrara el

conocimiento, se levantó de la cama y se dirigió lentamente al
pasillo para tomar una ducha. Topsy y el retrato siguieron cada
uno de sus pasos. Hermione se sentó en el piso de la regadera,
con la cabeza apoyada sobre sus rodillas mientras el agua corría
sobre ella. Las manos y piernas le temblaban de cansancio.
Cuando salió de la ducha, sólo envolvió una toalla alrededor
suyo y después colapsó en la cama de la habitación contigua.
Cuando se despertó, Draco estaba sentado en la silla de a lado,
leyendo. Lo observó durante varios minutos antes de que él

30
levantara la mirada y notara que estaba despierta. Su expresión
se abrió por un instante mientras se miraban a los ojos, y pudo
sentir el calor que le recorría la espina dorsal. Luego se cerró.
Cerró el libro de golpe y se desvaneció.
—¿Quieres cambiar de habitación?
Se ciñó la toalla con más firmeza.
—Sólo estaba demasiado cansada para caminar de regreso.
La miró por un momento.
—Puedes cambiar de habitación. Sólo necesitaré unos días para
poner las barreras aquí.
—Astoria podría notarlo.
Su labio se curvó:
—Ya no tiene permitido estar en esta ala de la casa. Incluso si lo
tuviera, estará en Francia durante el próximo mes, comprando
un nuevo guardarropa.
Escuchar que Astoria no estaba al acecho en la mansión desató
una tensión ansiosa en la boca del estómago de Hermione. Miró
fijamente hacia el dosel en lo alto.
—No hay necesidad.
Por el rabillo del ojo vio que Draco se movía y su expresión se
endurecía. Había algo que le estaba tratando de comunicar,
pero estaba demasiado cansada para intentar adivinar lo qué
era. Le dolía demasiado la cabeza, y su cuerpo entero estaba en
agonía por el esfuerzo de caminar por el pasillo. Vió alrededor
de la habitación y miró el retrato. La bruja rubia que estaba
enmarcada estaba recogiendo flores en un jardín de estilo
Impresionista.
—¿Esa es tu madre?
El retrato se quedó quieto y levantó la mirada.
—¿Por qué lo preguntas? —la voz de Draco era sospechosamente
despreocupada.
Hermione se encogió de hombros.
—Tienes su boca. Es diferente a las características de los Malfoy
que tu padre y la mayoría de los retratos tienen.
—Hizo que la pintaran para hacerle compañía a mi padre
cuando dejó Hogwarts. Se graduó un año antes que ella —dijo
Draco, mirando a través de la habitación y hacia el retrato:
31
—Debido a las circunstancias de su muerte, ninguno de los
retratos posteriores despertó —apartó la mirada— Deberías
dormir en tu habitación. Es más seguro allá —pareció dudar por
un momento— ¿Puedes caminar?
Hermione lo observó detenidamente, preguntándose qué haría
si decía que no. ¿La levitaría? ¿La cargaría en brazos? ¿Le diría
que durmiera en el piso? Parpadeó. No. Eso era antes; cuando
llegó por primera vez.
—Puedo caminar.
Se levantó y se dió cuenta de que había olvidado traer túnicas
nuevas y sólo tenía una toalla. La agarró con fuerza y evitó mirar
a Draco mientras se levantaba de la cama. Cuando miró por
encima del hombro, descubrió que él estaba mirando fijamente
hacia otro lado y sosteniendo su capa hacia ella. Miró por un
momento antes de tomarla y ponérsela sobre los hombros. La
toalla cayó al suelo, pero no trató de levantarla. Los elfos
domésticos la desvanecerían del suelo con la misma facilidad
que la cama. Si se arrodillaba, temía que su atrofia muscular
hiciera que se quedara allí.
Caminó hacia la puerta sin mirar a Draco, con la tela
arrastrándose en el piso de madera. Draco estaba a sólo unos
pasos detrás de ella, podía sentirlo, pero sus pasos eran
silenciosos, y ese hecho la puso nerviosa.
—¿Qué tipo de protecciones tienes en mi cuarto?
Podía sentir la manera en la que Draco se quedaba frío con la
pregunta.
—Sólo algunas.
Mentira.
“Tienes bastantes barreras en esta habitación,

Malfoy.”
Recordó cómo él había estado afuera de su habitación

inmediatamente después de la fiesta de Año Nuevo y la envió a
la cama.

32
“Con todas las barreras que Malfoy agregó a tu nueva
ala en la mansión, temía que nunca te vería de
nuevo.”
La explosión necesaria para que Astoria pudiera atravesar la

puerta. Su prisa por llevarla de vuelta a su habitación después
de que intentara tirarse por el balcón. Cómo había insistido en
ir a su habitación cuando era fértil. Siempre era un alivio
intenso cuando regresaba. Siempre había sido capaz de
mantener la calma y la lucidez en su habitación, hasta que había
quedado embarazada y su ansiedad finalmente excedía
cualquier encantamiento que él hubiera invocado.
“He hecho un gasto y un esfuerzo considerables para

mantener su entorno.”
Probablemente había sido honesto con Stroud. Trató de

caminar rápidamente. Sólo eran cuatro puertas por el pasillo
hasta su habitación, pero sentía como si sus piernas estuvieran
al borde de rendirse mientras pasaba por la segunda puerta. Se
tambaleó. Draco la atrapó instantáneamente del codo izquierdo
y se quedó paralizada. Su estómago cayó tan bruscamente que
jadeó y sintió que el pecho se le contraía hasta que no pudo
respirar. Se acercó desesperadamente a la pared hasta que sus
dedos la rozaron, presionó su cuerpo firmemente contra ella y
luchó por inhalar. La mano de Draco se alejó como si se hubiera
quemado y el corazón de Hermione se hizo añicos. De repente
sintió la cruda y cruel realidad de todo, y fue como si la
aplastaran hasta la muerte.
—Yo sólo… —su voz tembló y después se quebró— No sé cómo
hacer esto. No sé cómo estar bien con lo que pasó. No sé cómo
tratar de asimilarlo —sus hombros estaban temblando y
presionó la frente contra la pared— No sé cómo se supone que
arreglemos esto. Draco, ¿por qué nos ha pasado esto? ¿Cómo es
que alguna vez estará bien?
Le temblaba la voz, sollozó levemente y después estalló en
llanto, deslizándose por la pared hasta el suelo.
33
—No sé cómo hacer esto.
Siguió repitiéndolo una y otra vez mientras se presionaba contra
la pared y lloraba.

34
35
Capítulo 2
Junio 2005
Presionó las manos sobre su boca mientras seguía llorando y

llorando. Draco no la tocó. Cuando sus sollozos finalmente se
detuvieron, se sentó desplomada contra la pared, con los
hombros aún temblorosos. Lo escuchó inhalar lentamente.
—No necesitas hacer nada. No estoy esperando nada de ti.
Finalmente dijo con una voz silenciosa:
—No me acercaré de nuevo. Espera aquí, llamaré a Topsy.
Se apartó y se volteó, pero la mano de Hermione salió disparada
y le agarró el dobladillo de la túnica.
—No. No, no te vayas —su mano tembló, pero no lo soltó— No
te vayas. No quiero que te vayas.
Se quedó a su lado mientras enredaba los dedos en la tela y
seguía recargada contra la pared. Tardó media hora en poder
levantarse y caminar el resto del trayecto hacia su habitación.
Pausó en la puerta, con el pecho aún espasmódico.
—¿Cuántas barreras?
Se quedó callado durante varios segundos.
—Alrededor de ochenta por el momento.
Cruzó la habitación y se dejó caer en la cama, enterrando el
rostro en la tela de su capa. Olía a él. A cedro, musgo de roble
y papiro. Él le subió la sábana por encima del hombro, ella
agarró la mano de Draco y la apretó, su piel era tan cálida como
la recordaba. Apretó su mano contra su propia mandíbula, con
los ojos firmemente cerrados y la mantuvo agarrada durante
varios minutos. Lo dejó ir lentamente.

36
—Tienes que venir a verme para que sepa que estás bien. De lo
contrario… me preocuparé.
Al día siguiente, Topsy llevó una poción fortalecedora.
Hermione caminó lentamente por su habitación y después
hacia el pasillo, arrastrando los dedos por la pared. La cabeza le
dolía menos de lo que había dolido en un mes, y sus recuerdos
de Draco se estaban volviendo más claros. Aún se sentían
distantes, como si los estuviera viendo a través de un telescopio
en el fondo de su mente. Las lagunas en su memoria se cerraban
lentamente.
Recordó el Juramento Inquebrantable de Severus y cómo había
sido capaz de engañar a Draco para que se marchara el tiempo
suficiente para que ella pudiera ir a Sussex. Estaba cada vez más
claro por qué había estado tan paranoico inspeccionando todos
sus recuerdos y asegurándose que sabía con exhaustivo detalle
exactamente qué planes tenía ella. Lo había engañado una vez;
como Severus había dicho, Draco no pensaba en volver a
confiar en ella. Percatarse de ello se sintió como un peso
adicional en su pecho. No estaba usando legeremancia con ella,
pero aún revisaba su mente usando las esposas. La mantenía
bajo supervisión constante. Seguía mintiéndole.
Lo había sospechado durante días, pero ahora que era capaz de
pensar coherentemente, estaba segura. Pensó que era
parcialmente para mantenerla calmada y en parte para
controlarla. Lo meditó, tratando de detectar los agujeros en la
nueva narrativa, cuidadosamente elaborada, que él había
comenzado a proporcionarle desde que recuperó la consciencia.
¿Dónde estaban las lagunas? ¿Cuáles eran las inconsistencias? Se
sentó en el último escalón del rellano de la escalera, perdida en
sus pensamientos.
Escuchó pasos, pasos intencionalmente audibles, y levantó la
mirada mientras Draco doblaba la esquina, su expresión estaba
cuidadosamente cerrada. Lo observó cuidadosamente. Usaba
una túnica de mago, toda negra. Desde que había llegado a la
mansión nunca lo había visto en otra cosa que no fuera negro.
Parecía como si esperara que le tomaran una foto. Desde que
su identidad se había revelado y anunciado como el High Reeve,
37
los periódicos se habían vuelto rabiosos en su curiosidad y
cobertura de él. El protegido de Voldemort. Hacía apariciones
en el Ministerio, en recaudaciones de fondos, en el extranjero...
Viajaba frecuentemente, viajes cortos, normalmente menos de
un día, con una gran escolta. Draco se paró en el rellano,
mirándola.
Se había puesto la capa de él alrededor de los hombros antes de
aventurarse por el pasillo, y los ojos de Draco parpadearon
cuando lo notó. La miró fijamente durante varios segundos,
como si la estuviera rememorando. Lo estudió de la misma
manera, tratando de comprender la nueva versión de él.
—Pensé que habías salido —dijo cuando el silencio se volvió
opresivo.
—Mis planes hasta el mediodía fueron cancelados.
La estaba estudiando cuidadosamente, con los ojos moviéndose
hacia sus manos y pies.
—¿Tienes fuerza suficiente para caminar? Quería enseñarte algo.
Hermione pasó saliva.
—¿Qué tan lejos está?
—El lado más cercano del ala principal.
Hermione vaciló y después se puso de pie, su curiosidad había
despertado.
—Creo que puedo caminar hasta allá.
Mantuvo una distancia concienzuda con ella mientras
caminaban lentamente por la mansión. Debió haber sido una
caminata de tan sólo diez minutos, pero les tomó más de media
hora. Hizo un trabajo convincente al caminar a una velocidad
glacial y no dijo nada cuando ella tuvo que pausar en el camino
y se hundió contra la pared cuando los pasillos crecían y se
volvían más largos. Lo estudió durante todo el camino, notando
el filo, la precisión. Era sumamente meticuloso como no lo
había sido antes. Eran sus runas, se dió cuenta con un lento
terror. Lo habían esculpido. Lo habían triturado, sepultado y
reducido hasta que no había nada que interfiriera con ellas.
Sin vacilar, astuto, infalible, despiadado e inflexible; impulsado al

éxito.
38
Había pasado dieciséis meses tratando de encontrarla. La había
buscado a través de Europa, todo el camino hasta Australia.
Había usado rastros genéticos, repetidamente, a pesar de que
tuvieran suficiente Magia Oscura como para matar a magos
ocasionalmente. Había sabido que estaba en alguna parte. Se
había permitido desaparecer en el proceso. Ella y Draco pararon
frente a unas puertas familiares. Unas puertas que siempre
habían estado cerradas para Hermione desde que había llegado
a la mansión. Hubo una sensación de aleteo en su pecho
cuando reconoció dónde estaban. Su garganta se apretó y miró
hacia abajo, mordiéndose el labio.
—Ya no puedo tocar tus libros; están hechizados —dijo.
—Hice que los elfos restauraran todos.
Hermione levantó la mirada rápidamente. Él estaba mirando a
las puertas.
—Tenía la intención de traerte antes, pero estabas postrada en
cama.
—Astoria…
—Yo lidiaré con ella si es que regresa. Puedes venir aquí tanto
como quieras o puedes llevarte los libros a tu habitación o algún
otro sitio si lo prefieres. Los elfos los transportarán.
Abrió la puerta de la biblioteca y dió un paso hacia atrás para
dejarla entrar. Hermione se asomó al interior, dando un paso
vacilante hacia adelante hasta situarse en el umbral puerta, y
respiró lenta y profundamente mientras lo asimilaba. Era la
misma. La misma biblioteca que había visitado dos años atrás,
repleta de libros que ansiaba leer. Había estado tan aburrida
durante tanto tiempo, y aquí estaba, y podía tocarlos, leerlos…
Avanzó ansiosamente... hacia la cavernosa habitación.
Se le erizó el vello de la nuca, lo que hizo que mirara hacia
arriba. El techo estaba envuelto en oscuridad. Estaba tan alto
que no podía distinguirlo. Mientras trataba de verlo, se le hizo
un nudo en la garganta y le temblaron los dedos. Se sentía como
si se estuviera encogiendo. La habitación era enorme, el techo,
las paredes y los estantes volviéndose cada vez más y más altos...
Ella era pequeña, y la habitación era demasiado grande. Estaba
embarazada. No era capaz de usar magia y no tenía permitido
39
defenderse. No podía entrar en pánico, o podría lastimar al
bebé. El pecho se le contrajo dolorosamente, como si unas
bandas de hierro estuvieran alrededor de sus costillas y la
aplastaran. Inhaló muy despacio por la nariz. Sólo era una
biblioteca. Ya había estado allí antes con Draco. Topsy estaría
cerca.
—Tengo que irme ahora.
La voz de Draco cortó sus pensamientos. La había estado
observando parado en la puerta durante varios minutos, miró a
través de la biblioteca.
—No tienes que preocuparte. Le volví a poner barreras a la
habitación, y la finca no dejará que nadie más entre cuando yo
no esté.
Hermione vaciló por un momento más y después se alejó de la
puerta.
—Quizás… podamos regresar después.
Draco la observó detenidamente, sus ojos recorriéndola
rapidamente catalogándola. Hermione extendió la mano y
apoyó las yemas de los dedos sobre la pared, sintiendo el tapiz
mientras se humedecía los labios nerviosamente. Ladeo la
cabeza con un movimiento rápido.
—El… el techo es demasiado alto. Me había olvidado… que el
techo estaba demasiado alto. No había notado eso… antes.
Bajó la mirada hacia sus zapatos y sus dedos se agitaron,
causando que sus uñas rasgaran audiblemente la pared.
—Podría… yo no… —sus palabras se atascaron mientras trataba
de articularlas.
Los ojos de Draco parpadearon y su mano se acercó a ella.
—Hermione…
Su garganta y pecho se contrajeron, y tuvo espasmos,
acercándose más a la pared. La mano de Draco cayó. Hermione
presionó el hombro derecho contra la pared y después cruzó la
mano izquierda para también apoyarla sobre la pared, dejando
caer la barbilla.
—Sé que tener miedo porque una habitación tiene el techo alto
es ilógico —le temblaba la voz— Lo estoy intentando. Lo sé. Lo
sé… estoy tratando.. estoy tratando… pero…
40
Draco se alejó. El estómago de Hermione se hundió y sus dedos
temblaron contra la pared nuevamente.
Demasiado lejos.
Demasiado cerca.
Demasiado lejos.
Draco miró hacia el suelo, cerca de sus pies.
—No se te requiere que hagas algo que no quieras. Me debí
haber dado cuenta que el techo podría ser un problema.
Cuando regrese, podemos acomodar una habitación más
pequeña con los libros que quieras. Si hay libros o temas que
quieras hoy, los elfos domésticos pueden llevartelos; todos los
que quieras. Te acompañaré de regreso.
Las piernas le temblaban de cansancio.
—No. Deberías irte. Me estoy cansando. Llegarás tarde si me
acompañas todo el camino der regreso.
Él exhaló, asintiendo levemente.
—De acuerdo —comenzó a darse la vuelta.
Hermione extendió la mano hacia él y después la alejó.
—Draco…
Se detuvo y volteó a verla nuevamente. Ella pasó saliva y logró
sonreír ligeramente.
—Ten cuidado, Draco. No mueras.
Se quedó inmóvil, hubo una pausa mientras se miraban el uno
al otro. Entonces, la comisura de su boca esbozo el fantasma de
una sonrisa.
—Claro.
La observó durante un momento más y después se desvaneció
silenciosamente.
Hermione se puso de pie, recorriendo con los dedos la tenue
textura del papel tapiz del pasillo. Se sentía tan cansada que
estuvo tentada a deslizarse por la pared y acostarse en el piso.
Inhaló profundamente y cuadró los hombros antes de darse la
vuelta lentamente para regresar al Ala Norte, dándole vueltas a
todo en la cabeza.
Era pasado el anochecer. Hermione estaba sentada en su silla,

mirando por la ventana y estudiando el laberinto de setos,
41
cuando sintió que el aire se movía. Se volteó y encontró a Draco
parado junto a la puerta.
—No pediste ningún libro —la estaba estudiando
cuidadosamente.
Negó con la cabeza.
—He estado pensando.
Vió como sus ojos brillaron y su expresión se volvía más
reservada.
—Cuando pienso en ello, hay cosas que no tienen sentido para
mí.
—No todos tenemos tu deslumbrante intelecto —su tono era
ligero.
No se había movido de la puerta. Hermione estudió el espacio
entre ellos y se mordió el labio mientras dudaba.
—Hoy, no dijiste que siempre vendrías por mí. Solías decírmelo
antes de irte. Siempre que…
Bajó la mirada y se rodeó los dedos con el dobladillo de la capa
para que no se crisparan visiblemente. Frunció el entrecejo,
tratando de evocar un recuerdo claro de aquello, pero no lo
consiguió. Un dolor sangrante comenzó a esparcirse en la base
de su cabeza. Se rindió y volvió a mirar a Draco.
—Creo… creo que recuerdo eso. Siempre que tenías que irte,
prometías que vendrías por mí. ¿No es… así?
Draco se congeló por un microsegundo. Después parpadeó, y
su boca se torció en una amarga sonrisa mientras apartaba la
mirada.
—Bueno…. pensé que era una promesa sin sentido a estas
alturas.
Se le hizo un nudo en la garganta y su mano empezó a moverse
hacia él.
—Buscaste en todas partes. Eso no fue tu culpa.
Soltó una carcajada breve y ladradora y dio un paso atrás como
si lo hubieran golpeado. El abrupto sonido hizo que Hermione
se sobresaltara. La observó fijamente por un momento, y
después sus cejas se arquearon hacia arriba.
—Claro —dijo lentamente— En todas partes. Busqué en todas
partes —giró la mandíbula como si estuviera sintiendo la forma
42
de la palabra dentro de su boca— Excepto el único lugar que
importaba… donde estabas tú… pero en todas partes,
claramente. Supongo que merezco crédito por mi esfuerzo,
aunque sólo sea por eso.
Había algo cruelmente familiar en la intensidad implacable con
la que hablaba. Se le revolvió el estómago.
“Pobre pequeña sanadora, sin nadie a quien cuidar.

Nadie que te necesite. O que te quiera.”
No podía recordar cuándo lo había dicho ¿era un recuerdo de

la guerra? No, después… en la Mansión. Draco soltó otra
carcajada que la sacó de su ensoñación. Lo observó fijamente.
Su expresión estaba torcida.
—…no fue mi culpa? —estaba diciendo.
Las palabras estaban tan cortadas que parecía que estuvieran
mordiendo el final de cada una de ellas.
—¿Así es como debería de pensar sobre todo esto? ¿Que nada es
nunca mi culpa? Ni lo de mi madre. Ni Dumbledore… o en
realidad nadie a quien he matado. Si lo racionalizo lo suficiente,
no tuve elección en nada de esto, ¿verdad? ¿Qué hay sobre ti?
¿Lo que te pasó tampoco es mi culpa? ¿Debería culparte a ti
entonces? ¿O al Señor Tenebroso? ¿O quizás al mundo en
general?
Estaba respirando entre dientes, las palabras se derramaban de
él. Luego pareció contenerse abruptamente. Cerró la boca de
golpe y se quedó mirándola durante varios segundos.
“Si Potter no hubiera importado, tú tampoco lo

hubieras hecho.”
Hermione parpadeó para evitar el recuerdo, con el corazón aún

en la garganta cuando trató de pasar saliva. Draco hizo una
mueca de burla y se puso una pálida mano sobre el corazón.
—¿Abrazar el eterno victimismo de alguna manera me haría
sentir mejor? —su voz, debajo del cáustico tono de sarcasmo,
estaba vibrando con furia reprimida.
43
Hermione seguía mirando hacia su regazo, respirando
lentamente entre dientes apretados. Sus dedos seguían
intentando tener espasmos nerviosamente, su cuerpo entero
estaba tenso mientras trataba de mantener la concentración.
Habían tantas cosas en las que se esforzaba por no pensar o
entrar en pánico al respecto, era como tratar de mantener su
rostro por encima de la superficie antes de ahogarse en el
pantano de su mente.
Sus recuerdos no regresaban con ningún tipo de orden
establecido. Tenía cientos de recuerdos de Draco, pero no sabía
exactamente en qué orden debían ir. Eran borrones distantes y
después destellos de claridad; cosas que sabía pero que no podía
unir a nada suficientemente coherente. Instintivamente, estaba
segura de que había algo más ocurriendo y que Draco se lo
estaba ocultando; algo que él no quería que ella supiera. Si tan
sólo lo conociera mejor… si tan sólo pudiera recordarlo con
mayor claridad… sabría lo que era, pero no podía entenderlo
con suficiente claridad.
—Ese no es mi punto. Aún no… estoy tratando de hablar de
eso—dijo finalmente después de pasar varios segundos tratando
de enfocarse— la parte que no comprendo es si ahora que todos
los de La Orden están muertos, y tú no puedes matar a
Voldemort, ¿cómo exactamente vas a derrotarlo y causar el
colapso del régimen? Eso no tiene sentido para mí —levantó la
mirada— No estarás planeando en que yo lo mate, ¿o sí?
Draco la observó fijamente y ni siquiera se dignó a responder a
la pregunta. Hermione asintió para sí misma y bajo la mirada.
—Si tú y Severus removieran mis esposas, Voldemort lo sabría.
Incluso si no supiera que Severus fue quien te ayudó, eres
responsable de mí. Sí escapo, la culpa recaerá sobre ti. No hay
manera de que me vaya de Europa sin que Voldemort se dé
cuenta que tú lo traicionaste.
Draco no dijo nada. Hermione volteó a verlo fijamente, una
sensación de frío se apoderaba de ella a medida que las piezas
de información que había reunido a lo largo de los meses
finalmente encajaban en su lugar.

44
—Ese es el plan. Voldemort depende de ti. Tú eres el eje, lo que
estabiliza el régimen. Por eso es que te expusiste como el High
Reeve, para que no pudiera tratar de reemplazarte con alguien
más —se le secó la boca y tragó saliva, con los dedos enredados
en la tela de la capa— Entonces, ¿has… has encontrado una
manera de remover tu Marca Tenebrosa?
Draco se quedó inmóvil junto a la puerta mientras su boca se
curvaba en una sonrisa.
—Por supuesto. Una vez que te quitemos las esposas, seré capaz
de removerla.
Le recordó a la Fiesta de Año Nuevo. Cada movimiento estaba
tan perfectamente practicado. A pesar de lo mucho que lo había
odiado, aun así, lo había observado; se había fijado en detalles
cuyo significado se le habían escapado. Ahora, fusionados con
sus conocimientos pasado sobre él, podía ver los destellos del
Draco que había debajo. La persona a la que había conocido,
enterrada bajo sus runas. Casi se había desvanecido, pero aún
quedaban rastros de él.
Movió la cabeza hacía un costado:
—¿Cómo?
Él se encogió de hombros.
—Severus descubrió algo. Trabajó con Dolohov durante años.
Hubo una pausa antinaturalmente larga.
—Estás mintiendo —dijo finalmente.
Ladeó la cabeza y la estudió. Su intensidad helada y burlona
afloró de repente.
—¿De verdad? ¿Crees que aún me conoces lo suficiente como
para saberlo?
A la defensiva. Siempre era más cruel cuando era vulnerable. La
esquina de la boca de Hermione se levantó con tristeza.
—Sí —su corazón se sentía como plomo en el pecho— Solías ser
más honesto… conmigo.
La boca se le torció en una sonrisa salvaje:
—Sí, lo era.
Hermione trató de respirar y se encontró ahogada en un dolor
crudo. Había un mar a su alrededor, y Draco estaba de pie a

45
cinco metros de distancia. Su corazón latía cada vez más y más
rápido. Inhaló lentamente y lo miró a los ojos.
“La fanfarria está en la luz, pero la ejecución está en

la oscuridad”
—Me estás mintiendo. No vas a remover tu Marca Tenebrosa.

Ni siquiera tienes la intención de intentarlo. Estás planeando
morir. Te expusiste como el High Reeve para que cuando
Voldemort te mate por dejarme escapar, el régimen se
desestabilice y colapse.
Draco estuvo de pie observándola por un momento antes de
que sus labios se curvaran en una sonrisa tan amarga como el
veneno. Suspiró, y la máscara cayó.
—Esperaba que la biblioteca te entretuviera por lo menos
durante una semana —se veía decepcionado y cansado.
Hermione esperó a que dijera algo más, pero no lo hizo.
—¿Ese es tu plan? —su voz temblaba de incredulidad— ¿Dos años
y tu plan sigue siendo esconderme en algún lugar, que te maten
por traidor, y pensar que yo… yo estaré bien con ello?
Draco permaneció en silencio durante varios segundos, después
rió levemente. Ella sintió la risa en los huesos.
—¿También tienes una mejor solución esta vez? —su tono era
helado— Después de todo, aún no han ocurrido todos los
horrores que he imaginado. Perderte y pasar dieciséis meses
tratando de encontrarte sin éxito. Encontrarte torturada y rota.
Mantenerte como prisionera en esta casa. Violarte —su voz se
estaba volviendo cruda por el dolor y la rabia— Tener que
sostenerte con mis manos, y sentirte en mi cabeza cuando tu
mente estaba siendo destrozada. Encontrar a alguien violándote
en mi jardín…
—No lo hizo —Hermione dijo rápidamente, con el pecho
contraído— No lo hizo. Llegaste a tiempo.
Los ojos de Draco se inundaron de alivio, pero su boca se perfiló
en una sonrisa afilada como una navaja.
—Bueno, queda eso —soltó una breve carcajada y miró al suelo.

46
—¿Dónde estaba? Ah sí. Encontrarte con un ojo casi arrancado
porque mi esposa había tenido la intención de dejarte ciega.
Encontrarte apaleándote contra una ventana. Observar cómo te
pudrías porque te había embarazado. Llegar para verte colapsar
y enterarme que el daño de tu oclumancia y la magia fetal era
tan severa que era posible que nunca despertaras… que pude
haberte matado.
Se había puesto blanco. Sus labios se afinaron al torcérsele la
boca y luego se curvó en una mueca:
—¿Eso no es suficiente? Hay, sin duda, profundidades aún
inexploradas en la miseria potencial entre nosotros.
¿Deberíamos esforzarnos por explorarlas todas? —soltó un fuerte
suspiro y su expresión se cerró de nuevo.
—Si removiera tus esposas, en vez de llevarte a un lugar seguro,
podría ponerte una varita en la mano y aparecerte, embarazada,
en el Salón del Señor Tenebroso. Han pasado dos años desde
que usaste magia, apenas puedes subir las escaleras y sigues sin
comer siquiera un poco, pero olvídate de todo eso.
Seguramente pelear por el bien mayor cuenta para algo en este
punto.
Hermione se estremeció. La expresión de Draco bien podría
haber sido tallada en mármol.
—Si te llevara allí, habría una pequeña posibilidad de que, si yo
te estuviera protegiendo, o Severus y yo lo estuviéramos
haciendo, podrías ser capaz de matar al Señor Tenebroso antes
de que convocara a otros Mortífagos. En tal caso, todos
moriríamos inmediatamente porque el monstruo paranoico
tiene el castillo maldito para que colapse después de su muerte;
uno de sus innumerables mecanismos de seguridad —dejó caer
su cabeza hacia atrás— O, lo que es más probable, fallaríamos en
el intento de matarlo, porque ya lo he intentado docenas de
veces, y no importa a quien envíe o qué método usen, los
intentos siempre fracasan. En tal caso tendría la opción de
matarte yo mismo o ver cómo te capturaban de nuevo y
pondrían esposas alrededor de nuestras muñecas. ¿Supones que
nos mataría rápidamente?

47
Hermione negó con la cabeza, su garganta estaba demasiado
apretada para respirar.
—No —los ojos de Draco eran de hielo, aunque su expresión
permanecía cuidadosamente contenida— Él lo haría durar. Lo
he visto hacerlo… cuando quiere hacer de un ejemplo a alguien.
Lo ha alargado durante semanas en ocasiones. Lleva sanadores
para mantenerlos con vida hasta que termina.
Ella podía ver el terror en sus ojos. Él apartó la mirada hacia el
retrato de Narcissa, sus ojos no se detuvieron; su mirada siguió
moviéndose, tenía la mirada casi perdida en la pared del fondo.
—Él te mataría primero. Para entonces ya tendría nuestra
historia; estoy seguro de que usaría mi mente como referencia.
He tenido más de dos años para imaginar todas las cosas que
podrían pasarte. Todas las cosas que pensé que te habían estado
pasando —su voz estaba casi muerta— Estoy seguro de que se
empeñaría en hacerlas todas.
Los bordes de la habitación se estaban volviendo borrosos,
Hermione trató de pasar saliva, pero la garganta no le
funcionaba. Él suspiró levemente y puso su mano contra el
marco de la puerta.
—Esto no es una nueva oportunidad para que tú y tu
obstinación de Gryffindor traten de salvar a todo el mundo—
suspiró— Créeme, escaparía contigo si pudiera. Siempre lo
habría hecho… —su voz se desvaneció por un momento:
—Eso nunca fue una opción, ¿verdad? “Ayudar a La Orden a
derrotar al Señor Tenebroso lo mejor que pueda” Moody no incluyó
una fecha de caducidad o alguna excepción al respecto.
Esbozó una sonrisa amarga por un momento antes de volver a
enfriarse:
—El Señor Tenebroso está con tiempo prestado. No tiene
esperanzas de vivir más que unos pocos años. El Mundo Mágico
está suficientemente desilusionado con su ideología y reinado,
particularmente ahora con el espectáculo que ha hecho del
programa de repoblación. Cuando las cosas se desestabilicen, el
régimen caerá, y la Confederación Internacional intervendrá y
se atribuirá el mérito como suele hacer.
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro mientras la miraba.
48
—Dentro de unos años, puede que consigas ese mundo que
querías. Eso… puedo intentar darte.
—¡No! —lo dijo forzosamente.
Los ojos de Draco eran plateados y brillaban mientras la
observaba fijamente.
—Tú siempre dijiste que no podías escogerme por encima de
todos los demás. Estoy encadenado a un barco que se hunde.
No puedes esperar que te lleve conmigo.
—¡Estaba mintiendo...!
Le temblaban las manos y se sostenía tan rigidamente que había
empezado a mecerse mientras intentaba respirar y no echarse a
llorar.
—No iba a… Draco…
Dejó caer la cabeza y presionó la mano contra su esternón
mientras se obligaba a inhalar, jadeando entrecortadamente. El
aire le quemaba los pulmones y siguió jadeando una y otra y
otra vez, cada vez más y más rápido. La dura expresión de Draco
se desvaneció y cruzó la habitación, se arrodilló frente a ella,
vacilante, como si se estuviera acercando a un animal
asustadizo, extendió las manos y las apoyó suavemente sobre sus
hombros.
—Granger, respira. Respira. Tienes que respirar —su expresión
era abierta y suplicante.
Ella sollozó levemente y dejó caer la cabeza hasta que sus frentes
se tocaron.
—Respira, por favor, respira —le seguía diciendo.
El calor de sus manos se hundió a través de su ropa y en su piel
mientras ella cerraba los ojos y se obligaba a respirar lentamente
hasta que su pecho dejó de tener espasmos.
—Draco… tiene que haber otra manera —se estiró, con manos
temblorosas, y tocó su rostro— Necesito que vivas. Eres mío.
Dijimos que escaparíamos juntos. ¿Recuerdas? A algún sitio
donde nadie nos encontraría.
La expresión de Draco se congeló y miró hacia abajo,
parpadeando repetidamente, antes de reír de manera vacía bajo
su aliento, sus manos se deslizaron lejos de sus hombros y le
inclinó la cara para mirarla a los ojos.
49
—Trataría de hacer todo lo que me pidieras si pudiera.
La forma melancólica en que lo dijo la hirió profundamente.
—Entonces por favor... —le recorrió los pómulos con la punta de
sus dedos y capturó la curva de su mandíbula. Su rostro estaba
a sólo un suspiro del suyo.
—Draco… tiene que haber otra manera. Podemos encontrarla.
Yo puedo… ahora que recuerdo… te ayudaré —la voz de
Hermione era baja y temblorosa— Lo sé… no soy la que solía
ser, pero me lo prometiste… te necesito. Necesito que vivas.
Incluso en Hogwarts… cuando pensé que debías estar muerto…
seguía aguantando porque nunca me iría sin ti. Nunca te dejaré
atrás. Tienes que encontrar otra manera.
Él exhaló levemente y la acercó, presionando sus labios contra
su frente.
—Granger… Granger, este ha sido el plan desde que el Señor
Tenebroso te asignó a mí.
Hermione se quedó mirando horrorizada mientras él
continuaba.
—Si te hubiera encontrado, quizás hubiera logrado hacer algo
más, pero una vez que te convertiste en una persona de interés
para el Señor Tenebroso y quería que te asignaran a Severus o
a mí, no había ningún medio para sacarte que no implicara
comprometer a uno de los dos. Severus no podía llevarte a
Rumania sin violar los términos de su Juramento. Tenía que ser
yo.
—No...
Pasó los pulgares por las mejillas de Hermione.
—No puedo matar al Señor Tenebroso; Severus y yo lo hemos
intentado. No puedo escapar contigo, incluso si removiera mi
Marca. Esto es derrotar al Señor Oscuro lo mejor que puedo.
Te sacará de aquí. Estarás a salvo después de esto.
Hermione agarró sus manos.
—No quiero estar a salvo. Quiero que estés vivo. Haz un nuevo
plan.
Él suspiró y la miró a los ojos.

50
—Lo que fuera que yo quisiera si salvaba a Ginny. Granger, tú
lo prometiste. Quiero que vivas, deja este mundo atrás y vive.
Eso es lo que siempre quise para ti. Tú tienes promesas que
mantener. Tienes que cuidar de Ginny. Le juraste a Potter que
lo harías.
—Prometí cuidar de ti primero. Siempre. Te lo prometí siempre
—dijo ferozmente.
Su voz estaba temblando y no podía dejar de llorar. Podía sentir
las lágrimas acumulándose contra los dedos de Draco.
—Ni siquiera ibas a decírmelo, ¿verdad? Dijiste febrero. Ibas a
mandarme lejos y ni siquiera te habría recordado. No lo hubiera
sabido hasta que fuera demasiado tarde…. Y la semana pasada,
dijiste que te vería de nuevo.
La esquina de la boca de Draco se torció.
—Se supone que debo mantenerte tranquila, y no confío en ti,
ni siquiera sin magia —su voz se tensó— la última vez que fui
honesto contigo, desapareciste y nunca regresaste.
Ella se encogió y su respiración se detuvo de nuevo.
—Traté de regresar —obligó a las palabras a salir— Traté… traté
de… traté…
El agarre de Draco se apretó.
—Respira. Respira. No tienes que decírmelo, lo sé. Leí el
reporte. Arrasaste con la mitad de Sussex y mataste a casi todos
dentro de las barreras. Eliminaste a casi toda la población de
Dementores de Gran Bretaña. Mataste a quince hombres lobo,
veinte vampiros y media docena de arpías. Después de que
perdiste tu varita, mataste a otro hombre lobo, a una arpía y
apuñalaste a Montague dos veces antes de que lograra aturdirte.
Sé que lo intentaste.
—Entonces… tú también tienes que intentarlo.
—Granger, lo he intentado. Esto es lo mejor que puedo hacer—
suspiró— Ahora tenemos una gran despedida frente a
nosotros… no quiero pelear contigo.
Ella negó con la cabeza.
—Déjame tratar de encontrar otra manera. Puedo… investigar.
Quizás puedo encontrar una manera de quitarte la Marca
Tenebrosa. Por favor… déjame intentarlo.
51
Draco pausó durante varios segundos y la miró fijamente.
Después de un momento, él asintió resignadamente.
—Te proporcionaré lo que sea que quieras para investigar bajo
dos condiciones: Una, si tus ataques de pánico incrementan por
ello, te detendrás, y dos, cuando Severus llegue, sin importar
que tan cerca creas estar de encontrar algo, te detendrás y te irás
sin que me hagas obligarte. No tratarás de engañarme o
manipularme, dirás adiós y te irás —la miró fijamente, con ojos
intensos y exigentes mientras hablaba— ¿De acuerdo?
Hermione presionó sus labios y pasó saliva.
—Lo prometo —dijo finalmente.
Ella extendió la mano y las yemas de sus dedos recorrieron
suavemente su rostro. Observó cómo sus ojos pasaban de
azogue a gris antes de que él bajara la mirada, apretando la
mandíbula contra su mano.
—Ya no me mientas más, Draco —su voz era suplicante mientras
lo acercaba más y lo presionaba contra su frente, respirándolo,
sintiéndolo cerca de ella otra vez.
—Por favor no me mientas.
Él soltó otra carcajada vacía.
—No lo haré.

52
53
Capítulo 3
Junio 2005
Draco se puso de pie, alejando las manos y retrocedió hasta estar

a casi metro y medio de distancia. Totalmente fuera del alcance
de su brazo. De repente parecía inseguro, como si ya no supiera
cómo interactuar con ella. Sus manos a sus costados se abrían y
cerraban mientras vacilaba y apartaba la mirada de ella. La pena
y el dolor entre ellos se habían asentado nuevamente, arrasando
como un maremoto. Dolía mirarlo, desearlo, ansiarlo como si
fuera oxígeno, pero no sabía cómo reconciliar todo lo que
existía entre ellos ahora.
—Deberías dormir —dijo después de un momento, bajando la
mirada y acomodándose la túnica— Mañana te traeré los libros
que quieras.
Hermione lo observó, dudando e inhalando rápidamente.
—¿Quieres quedarte? —forzó la pregunta antes de que pudiera
reconsiderarla.
Draco la miró fijamente con su expresión en blanco, y el
corazón de Hermione comenzó a latir fuerte y dolorosamente
en su pecho. Los ojos de él se desenfocaron y después se
aclararon.
—No quieres que lo haga —dijo después de estudiarla durante
un segundo más, con la comisura de su boca torciéndose— No
trates de forzarte a hacer algo porque te sientes obligada de
alguna manera —se giró sobre sus talones y se dirigió hacia la
puerta.
—No —dijo, poniéndose de pie, con la voz aguda— No te vayas.

54
Él se quedó inmóvil. Ella pasó saliva, con un nudo en la
garganta.
—Quiero que te quedes. En verdad. Es sólo que… a veces… a
veces —tropezó con las palabras al intentar explicarse— Mis
recuerdos están desordenados, no siempre puedo recordar...
Tragó saliva:
—Quédate. Quiero que lo hagas. No quiero estar sola —se acercó
cuidadosamente hacia él— ¿Lo harás?
Sus dedos temblaron al rozar el dorso de la mano de Draco.
Medio temiendo que él retrocediera bruscamente o la
empujara, pasó saliva y se acercó más, estudiando su rostro. Su
expresión era una máscara. Bajo la mirada y entrelazó sus dedos
con los de él. Apenas si respiraba, y su mano comenzó a temblar
visiblemente. Todo irá bien. Sólo respira y todo irá bien.
Obediente
Callada.
Sin resistencia.
Cerró los ojos e inhaló rápida y cortamente, el sonido llenó sus

oídos.
—Hermione.
La voz de Draco hizo que abriera los ojos instantaneamente y
miró hacia arriba. La estaba observando con expresión cerrada:
—No hagas esto —le agarró la muñeca con cuidado y le soltó la
mano, apretando los dedos un momento— Vendré a verte
mañana.
—No —volvió a agarrarle la mano— No. No te vayas. No quiero
que te vayas. Yo sólo… yo sólo —le temblaba tanto la mandíbula
que le costaba hablar— Yo no… —tragó saliva y levantó la mirada
para verlo— Sólo quiero tomar tu mano. No quiero… no puedo
decir que no si tú… por las…
Los ojos de Draco parpadearon y su mano se apartó de la de ella
contrayéndose, Hermione bajo la mirada a sus manos,
apretándolas con fuerza.
—Sólo quédate —dijo, inhalando bruscamente— Quiero saber
que no estás… en otra parte.
55
A Hermione se le aceleró el corazón hasta que la sangre le rugió
en los oídos, pero se enderezó y se obligó a caminar hacia la
cama. Cruzó por su mente que quizás debió haber accedido a
tener una habitación diferente. Entonces no sería la misma
cama. Se armó de valor, alejando el pensamiento. Seguiría
siendo una cama. Aún estaría acostada sobre ella y confiaría en
que él no la lastimaría. Confiaba en él. Sabía que confiaba en
él. Siempre.*
Se acostó en la orilla de la cama y se acurrucó de lado,
mirándolo fijamente. Él se sentó lentamente del otro lado y
lucía tan incómodo que parecía estar al borde de aparecer fuera
de la habitación. Ella extendió la mano hacia él. Los dedos de
Draco se crisparon antes de extender la mano y entrelazar sus
dedos con los suyos, se recargó contra la cabecera, no parecía
tener ninguna intención de dormir. Lo estudió, recorriendo su
rostro con la mirada, intentando memorizarlo de nuevo.
Cuanto más claramente lo recordaba, se volvían más evidentes
las formas en las que había cambiado. Parecía desgastado,
visiblemente triturado hasta el punto de notarse en sus
facciones.
Los dedos de él tuvieron un espasmo en su mano, tenía
temblores que no parecían el típico daño muscular por el
cruciatus. Se sentían psicosomáticos, la consecuencia a largo
plazo del cruciatus. Se había abusado tanto de la tortura en él
que los efectos se habían vuelto permanentes. Voldemort lo
había castigado repetidamente por su fracaso a la hora de
atrapar al último miembro de La Orden; la persona responsable
de destruir el guardapelo que Umbridge había usado. A
Hermione se le cerró la garganta y le agarró la mano con más
fuerza.
—Tú… — se le entrecortó la voz— destruiste el horrocrux de la
manera en la que lo hiciste porque esperabas que eso obligara a
Voldemort a convocar a Severus en febrero. ¿No es así?
La miró fijamente y después apartó la mirada, moviendo
ligeramente la barbilla en señal de confirmación.
*Nota al pie: referencia al diálogo de Snape en “Harry Potter y Las reliquias de la

muerte” capítulo 33.
56
Tuvo una sensación de vacío en el pecho al recordar todas las
veces que notó que había sido torturado. Todas esas veces que
se dijo a sí misma que no le importaba, que se lo merecía.
Diariamente, durante más de un mes.
—Lo siento mucho, Draco.
Él se puso rígido, como si las palabras lo hubieran golpeado, y
estuvo a punto de apartar su mano.
—No te disculpes conmigo. No tienes que disculparte por
nada.—Dijo las palabras bruscamente como si estuviera al borde
de decirlas con desprecio.
Hermione lo observó en silencio hasta que él apartó la mirada
de ella.
—Estás enojado conmigo, ¿no es así? —finalmente preguntó.
Draco miró al otro lado de la habitación, con expresión
indescifrable.
—Eso no significa que tengas motivos para disculparte conmigo.
Hermione lo estudió.
—¿Por qué no?
—Porque… —parpadeó— yo tengo que disculparme primero, y
yo… —miró hacia el dosel sobre la cama— y yo…
—Draco...
—Maldita sea, Granger —su voz sonaba rasgada, y se pasó una
mano por el pelo— No tienes idea de cuánto deseaba que nunca
recordaras nada una vez que llegaras aquí. Lo que no haría para
regresar y hacerlo correctamente. Si no te hubiera dicho que
había estropeado mi cobertura… si hubiera mentido y no
hubiera tratado de despedirme, nada de esto te hubiera
pasado...
A Hermione se le hizo un nudo en la garganta.
—Me habría matado si me enviabas lejos y me hubiera enterado
después que habías muerto porque te pedí que salvaras a Ginny.
Nunca lo habría superado. Jamás. Lo haría todo de nuevo. Cada
segundo. Lo haría todo de nuevo para salvarte.
Se hizo un silencio estrepitoso. Draco la observó
detenidamente, una mezcla de furia y conmoción recorrían su
rostro.

57
—No me salvaste —dijo cuando finalmente parecía capaz de
hablar— sólo nos pusiste en un infierno durante dos años.
Fue como recibir un puñetazo, sintió que palidecía y que la
sangre se le iba de la cabeza, todo su cuerpo se encogió. Draco
le agarró la mano con más fuerza, con una expresión de
arrepentimiento instantáneo.
—Espera… yo no…
Ella agachó la cabeza e intentó respirar.
—Traté de regresar —le temblaba la voz— en verdad lo intenté.
—Lo sé. No me refería…
Ella apartó la mirada.
—No debiste haber asumido que estaba dispuesta a perderte.
¿Creíste que no sentía las cosas tanto como tú? ¿Qué me
importaba menos porque tenía otras obligaciones? No debiste
haber pensado que me importaba menos, hice todo lo que pude
para mantenerte a salvo. No sabes todas las cosas que hice para
mantenerte a salvo.
—Yo sólo…
—Te lo prometí… cada vez que me preguntabas, te prometí que
sería tuya para siempre. No hay excepciones o fechas de
caducidad en para siempre.
Un dolor aplastante en la cabeza la despertó a la mañana

siguiente. Sus dedos seguían entrelazados con los de Draco en
el centro de la cama. Él estaba dormido, pero sus facciones
estaban tensas. Encontrarlo en la cama con ella era familiar. No
había recuerdos contradictorios al verlo dormir. Cuando él
estaba cerca, se sentía como deslizarse al pasado. El tocarlo era
tan natural e instintivo como respirar, estar cerca de él. Sentía
como si no pudiera estar lo suficientemente cerca de él. Eran
principalmente las distancias intermedias en las que se
encontraba abruptamente de vuelta en un momento en el que
él se cernía sobre ella y la obligaba a entrar en su mente; cuando
se había acercado a ella y la había agarrado por el brazo mientras
la aparecía; cuando había dicho algo tan cruel que la había
tomado por sorpresa.

58
Pero cuando estaba cerca, era Draco. Era suyo. Había sido
vulnerable con ella. La amaba, incluso cuando nunca esperó
nada más de ellos, nada más que estar condenados. La había
amado de igual manera. Tenía frío y quería acercarse, pero
temía que él despertara si ella se movía. Se quedó donde estaba
y lo miró.
—Voy a cuidar de ti —articuló las palabras silenciosamente— voy
a encontrar una manera de cuidar de ti.
Sintió el instante en el que él despertó. La tensión se disparó
por todo su cuerpo tan pronto como estuvo consciente. Sus ojos
se abrieron rápidamente y la miró fijamente, sus ojos se
entrecerraron inmediatamente.
—¿Estás bien?
Hermione se encogió de hombros
—Mi cabeza. Siempre es peor después de un buen día.
Él le soltó la mano y le tocó la frente.
—Tienes fiebre de nuevo.
Ella no hizo el esfuerzo de mover la cabeza en señal de
confirmación.
—¿Puedes comer?
A Hermione se le revolvió el estómago de pensarlo.
—Quizás más tarde.
Draco fruncio las cejas y parecía estar visiblemente preocupado.
—Se me requiere estar en Bélgica hoy. Regresaré mañana.
Quédate en cama —se puso de pie, aún estudiándola.
Hermione se movió y levantó la cabeza.
—Dijiste que me traerías libros.
Hubo un destello de irritación en sus ojos, sus labios se
afinaron.
—Mañana.
—No. Dijiste que hoy. Aún puedo leer —intentó sentarse— si no,
sólo me quedaré aquí acostada, preocupándome.
Él suspiró entre dientes.
—Bien. Deja de levantarte. Haré que Topsy te traiga libros,
plumas y pergaminos después de que hayas comido.

59
Hermione se acostó nuevamente y apretó más los brazos contra
su cuerpo mientras se acurrucaba, intentando sentir más calor.
Pasó saliva.
—Sólo… necesito los libros. No puedo tocar plumas, así que…
no me sirve de mucho el pergamino.
Los músculos de la mandíbula de Draco se tensaron.
—Claro —dijo mientras le daba la vuelta a la cama— entonces
sólo los libros.
Él conjuró una manta más y se la puso por encima.
—Dile a Topsy si necesitas algo. Regresaré mañana.
—Ten cuidado, Draco. No... no… —su voz se desvaneció y se
quedó callada— Tienes que regresar —finalmente dijo.
—Lo haré.
Una vez que se fue, Hermione se desplomó más lánguidamente

en la cama. Sentía como si su cráneo se fuera a abrir. Sentía
unas náuseas miserables, pero Draco había dicho que Topsy no
le llevaría libros hasta que comiera. No sabía si contaría si
vomitaba todo. Al mediodía, había logrado retener una poción
y una pequeña taza de consomé. Topsy le llevó una pila de libros
y un fólder de páginas escritas a mano que Hermione reconoció
como la escritura de Draco; todas sus notas de sus intentos de
remover la Marca Tenebrosa.
Topsy le ayudó a Hermione con almohadas para que pudiera
ponerse de costado y leer. Hermione trató de revisar las notas
clínicamente y no pensar en el hecho que Draco había estado
experimentado con sujetos involuntarios que habían muerto en
el proceso. Todos eran Mortífagos y varios habían ayudado a
torturar a Narcissa.
Draco había sido minucioso. Su investigación y análisis habían
sido exhaustivos. Tuvo que haber aprendido una cantidad
considerable de biología mágica y teoría de la curación, en
adición a su investigación sobre maldiciones. Lo había
intentado un total de nueve veces. Dos veces más desde que
había terminado la guerra. Hermione sabía por sus
investigaciones que Voldemort había sido un estudiante
brillante en Hogwarts. Cuando creó la Marca Tenebrosa, había
60
invertido una gran cantidad de tiempo y esfuerzo para
convertirla en un collar ineludible para atar al cuello de sus
seguidores. No era particularmente elaborada; era simple,
directa y letal.
En el reverso del fólder había un conjunto de notas con letra
afilada y puntiaguda. Se dio cuenta de que Severus también
había analizado la Marca. Hermione leyó las notas dos veces y
después se puso en posición fetal, agarrándose la cabeza
palpitante, y tratando de pensar, intentado analizar. Siguió
rechinando los dientes mientras luchaba contra el dolor.
Eventualmente se desmayó.
Cuando se despertó nuevamente, Draco estaba sentado en la

orilla de la cama, tenía la guía de embarazo abierta, hojeando
las páginas. Lo observó por un momento.
—Estás de vuelta.
Cerró el libro inmediatamente y la volteó a ver. Su dolor de
cabeza se había desvanecido de nuevo en algo menos
debilitante. Se sentó cuidadosamente y levantó el fólder.
—Leí tus notas, pero los libros aún no. Tengo algunos títulos
que podrían ser útiles.
—Muy bien —su boca se torció mientras la observaba.
Ella alisó las hojas y arregló la esquina de una que había sido
doblada.
—Parte de la maldición interfiere con la coagulación de la
sangre. Es una maldición tipo hemofilia que puede tener efectos
secundarios a largo plazo. Necesitaré crear una poción; una
variación de lo que se usa para contrarrestar las mordeduras de
vampiro. Requerirá una redosificación regular, pero una vez
que Voldemort muera, puede que no tengas que seguir
tomándola —se mordió el labio— no solucionaría el problema
inmediato de conseguir cerrar la herida. Probaste todos los
métodos normales, incluso los viejos métodos usados por los
muggles como cauterizar y… verter alquitrán, pero, apenas
comencé. Encontraré algo.
Draco asintió y apartó la mirada.

61
La conversación se había estancado dolorosamente. Draco no
quería hablar acerca de sus intentos con mayor detalle que las
notas que le había proporcionado. Estaba distraído y seguía
mirando el reloj. Su expresión estaba apropiadamente
comprometida, pero sus ojos estaban planos mientras ella
mencionaba las teorías que quería explorar. Se dio cuenta,
mientras lo observaba, que la estaba complaciendo. Los apuntes
y los libros eran para apaciguarla. Eran la biblioteca. Algo para
distraerla mientras él seguía con sus propios planes. Dejó de
hablar y se quedó mirando su regazo. Hubo una larga pausa, y
él se puso de pie.
—Haré que te envien los libros que mencionaste hoy mismo.
Mientras se iba, se detuvo repentinamente y volteó. Se quedó
observándola, y su boca se movió ligeramente varias veces antes
de hablar.
—Granger… tú no…
Se detuvo, y ella notó cómo cerraba la mano en un puño a su
costado antes de que desapareciera detrás de su espalda,
presionó los labios en una fina línea y parpadeó antes de mirar
más allá de ella.
—Nunca imaginé que quedarías embarazada.
Estaba casi inexpresivo mientras hablaba, pero su manzana de
Adán se hundió brevemente:
—Puedo enviarte una poción para que puedas… resolverlo una
vez que estés fuera de Europa. Sólo dime… —se interrumpió y
bajó la mirada, acomodando la mandíbula— No, olvida eso, no
hay necesidad. La enviaré. No hay razón para que me digas lo
que decidas hacer.
Se giró sobre sus talones y se marchó antes de que pudiera
hablar. Hermione se quedó acostada en cama, pasándose los
dedos por el vientre. Si buscaba, podía sentir la pequeña pero
firme hinchazón inicial de su útero justo por encima de la
pelvis. No se le había ocurrido abortar si escapaba, o que sería
la suposición con la que Draco estaría contando. Hubiera
saltado por la ventana o se hubiera envenenado para evitar que
un bebé naciera en la Mansión Malfoy y quedara bajo el

62
cuidado de Astoria, pero no se le había ocurrido abortar si
escapaba.
Era un bebé. Para Hermione, había sido un bebé desde el
momento en el que Stroud había anunciado que Hermione
estaba embarazada. No un feto. No un heredero. Era un bebé,
y uno del cual ya se sentía intensamente protectora. Cuando
había visto la revoloteante luz del latido, había sentido como si
le hubieran robado el corazón. Pero Draco estaba asumiendo
que no lo conservaría una vez que tuviera la opción. La había
violado. Estaba embarazada. Esperaba que ella quisiera abortar
tan pronto como fuera libre. Suponía que él se quedaría atrás
para morir, y ella se iría y trataría de olvidar todo lo que había
pasado al eliminarlo.
Topsy llegó por la tarde con una pila de libros, varios de ellos
completamente nuevos.
—¿Draco está aquí? —Hermione preguntó mientras volteaba uno
de los libros entre sus manos.
—Él está acaba de regresar.
—¿Puedes decirle que lo quiero ver?
Topsy hizo una reverencia y desapareció con un pop. Hermione
se acercó al retrato en la pared. Narcissa Malfoy miró fijamente
a Hermione.
Hermione sólo había visto a Narcissa una vez, en la Copa
Mundial de Quidditch hacía más de una década. Narcissa tenía
dieciséis años en la pintura, la misma edad que Draco tenía
cuando recibió la Marca Tenebrosa.
—Quiero salvar a tu hijo —dijo Hermione— Pero no sé cómo
hacerlo.
Narcissa no dijo nada, sólo se quedó sentada en su silla,
estudiando a Hermione en silencio. Eventualmente, Hermione
se dio por venciada y se dio la vuelta. Estaba revisando los libros
que Topsy le había llevado cuando la puerta se abrió. Draco
estaba en el umbral. Hermione cerró el libro. Se le hizo un nudo
en la garganta. Siempre estaba parado demasiado lejos y cada
centímetro del espacio se sentía pesado.
—El retrato de tu madre no me quiere hablar.
63
Draco volteó a ver. El retrato se puso de pie, mirando a Draco
por un momento antes de voltearse y desaparecer del marco.
—No eres tú. No habla con nadie más que conmigo. Mi padre
ha pasado horas rogándole que se dignara siquiera a mirarlo. El
cuadro solía estar en el salón del Ala Sur. El retrato vió todo lo
que le pasó a mi madre. Después de eso dejó de hablar durante
mucho tiempo. Cuando mi madre fue liberada, se llevó el
retrato a sus habitaciones —sus ojos eran planos e
indescifrables— solía ponerse frente a él durante horas, tocando
la mano del retrato sobre el lienzo, como si estuvieran tratando
de llegar una a la otra.
Hermione se quedó mirando al marco vacío. La influencia de
Voldemort era como veneno en la familia Malfoy. Como si se
hubiera incrustrado no sólo en los brazos de Draco y Lucius,
sino también en el tejido de su legado. Había destruido a
Narcissa y corrompido su hogar. Incluso el retrato, una sombra
del recuerdo de Narcissa, estaba callado y lleno de cicatrices.
Draco volteó a ver a Hermione.
—Ella pidió observarte. Quería asegurarse de que estuvieras bien
mientras estuvieras aquí.
Hermione forzó una débil sonrisa antes de mirar hacia abajo,
dudando durante varios segundos. Se llevó las manos al
estómago mientras levantaba la vista.
—Quería hablar contigo sobre lo que dijiste antes, antes de que
te fueras.
La expresión de Draco se cerró instantáneamente, y su mirada
se afiló como una daga. El pecho de Hermione se tensó. De
repente, Draco se cernía sobre ella, con la misma expresión fría
en su rostro.
¿Quieres que te mire, Granger? Bien. Estoy mirando.

Es encantador, debo decir, ver toda la culpa en tus
ojos. Sabes, solía pensar que las circunstancias de mi
servidumbre hacia el Señor Tenebroso eran la
esclavitud más cruel que alguien pudiera concebir.
Pero admito que palidece un poco a tu lado.”

64
Su corazón se detuvo y parpadeó repetidamente tratando de
volver a enfocarse en el presente.
—¿Puedes acercarte? —tenía la boca seca— es más fácil hablar
contigo cuando no estás tan lejos.
Él se acercó y el corazón de Hermione se aceleró con cada paso.
La expresión de Draco era cautelosa. Ella se mordió el labio,
levantó la mirada cuando estaba de pie a medio metro de
distancia. Si lo tocaba, no parecería tan frío. No parecía que
quisiera que lo tocara. Se obligó a no vacilar al respecto,
levantando la barbilla, mirándolo a los ojos.
—No me había dado cuenta de que esperabas que interrumpiera
el embarazo si escapaba. Entiendo por qué pensarías que yo
podría… antes, pero no es así. No lo haría.
La expresión de Draco no cambió, sus ojos ni siquiera
parpadearon con una ligera reacción.
—Podrías cambiar de opinión una vez que seas libre.
Hermione negó con la cabeza.
—No lo haré.
Sus ojos permanecían inexpresivos, pero podía ver la tensión en
sus comisuras. Se enderezó de tal forma que se cernió sobre ella
y sintió como si la estrangularan. Su labio se curvó mientras que
sus dientes brillaban.
—No hay razón para que te comprometas conmigo respecto a lo
que harás una vez que seas libre. Haz lo que quieras.
Hermione tensó la mandíbula.
—Me comprometeré. Y por eso es que no la usaré. Quiero que
sepas que no lo haré. Siempre me arrepentiría. Siempre…
siempre me preguntaría si el bebé habría tenido tus ojos. Cada
invierno me preguntaría qué edad tendría y qué estaría
haciendo. Trataría de adivinar qué tipo de varita hubiera
obtenido y qué asignaturas le hubieran gustado, y si hubiera
sido un oclumante natural como tú y yo —hablaba de prisa
porque la garganta se le estaba volviendo espesa, sus pómulos
estaban comenzando a doler— me preguntaría si le gustaría leer.
Si hubiera tenido el cabello como el mío. Si tú… si tú mueres….
me gustaría contarle todo sobre ti. Todo sobre ti. Yo… yo nunca
he podido decirle a nadie sobre ti —su pecho tuvo un espasmo.
65
—La gente debería saber cómo eres.
Draco se burló en el fondo de su garganta y miró hacia el techo:
—¿Cómo soy? ¿Cómo crees que soy exactamente? —rió
levemente— tienes la oportunidad de tener una nueva vida. No
arrastres mi recuerdo contigo.
Hermione negó con la cabeza. Volteó a verla fijamente, con
dureza.
—¿Quieres ir por la vida con el bastardo de un Mortífago
encadenado a ti? El mundo entero sabe que estás aquí y lo que
te hice en esta casa. Fue publicado extensivamente, como
podrás recordar. No importa qué color de ojos tenga, ni cuántos
años tenga, será el hijo de un asesino, concebido porque yo… te
violé mientras eras mi prisionera y todos sabrán eso. Todo el
mundo.
El pecho de Draco se sacudió mientras hablaba y apartaba la
mirada de ella.
—Déjalo todo atrás, Granger —inhaló— ten hijos con alguien
más algún día.
Hermione lo observó detenidamente.
—¿Eso es lo que crees que voy a hacer? Escapar y esconderme, ¿y
fingir que fuiste un monstruo del que tuve suerte de poder
escapar?
La miró directamente, con expresión ilegible.
—No sería una mentira.
Hermione se encontró con sus ojos plateados y vio en ellos una
resignación plana y vacía.
“Te odio. Te considero en parte responsable de todas

las personas que han muerto hasta ahora en esta
guerra y de todas las personas que morirán. No
necesitas convencerme que eres un monstruo, ya lo
sé.”
Su garganta se cerró tanto que le era difícil poder pasar saliva

mientras se acercaba a él.
—Draco, no eres un monstruo. No tenías otra opción. ¿Creías
que seguiría odiándote cuando lo recordara?
66
Se acercó y le cogió el rostro con ambas manos:
—Incluso antes de que recordara, eras lo único que me hacía
sentir segura —lo miró fijamente a los ojos— Te dejé una nota.
¿Recibiste mi nota? Te amo.
Él se estremeció como si lo hubieran golpeado, y ella sintió su
mandíbula temblar contra sus manos. Comenzó a negar con la
cabeza, y lo detuvo, acercándolo más.
—Te amo —lo dijo con más firmeza, con la voz temblorosa por
la intensidad— Te amo. Siempre te amaré. Siempre. Hasta que
no quede nada de mí.
Se puso de puntillas, inclinó la barbilla hacia adelante, y lo besó.
Se quedó helado cuando sus labios tocaron los suyos.
—Te amo. Te amo. Te amo —dijo las palabras contra su boca.
Sus dedos se deslizaron a lo largo de la curva de su mandíbula
mientras sus labios seguían moviéndose contra los de él. Seguía
sin moverse. Se presionó más contra él.
Entonces él se estremecio, levantó la mano para cogerle la cara
y la atrajo hacia sí, enredó los dedos en su cabello y sus palmas
acunaron sus mejillas. Su boca estaba ardiendo. La besó y la
besó. La besó como si se estuviera muriendo de hambre, como
si se estuviera ahogando. Su lengua, sus dientes y sus labios se
presionaron contra los de ella. Su boca rozó la de él y lo
mordisqueó. Su lengua se movió contra su labio interior y se
deslizó contra la de ella. Era como si estuviera tratando de
verterse en ella o consumirla.
Los dedos de Draco se deslizaron a lo largo de sus orejas y sus
pulgares acariciaron los arcos de sus pómulos. Ella le envolvió
el cuello con los brazos mientras se encontraba con cada
movimiento de sus labios. Él jadeó de manera irregular contra
su boca, y ella sintió cómo se estremecía. La besó hasta que ella
pudo sentir la desesperación en su sangre. Después se alejó,
descansando su frente contra la suya, le temblaban las manos
mientras la sostenía.
—Lo siento… lo siento… lo siento tanto. Lamento todo lo que
te hice —Draco tenía la voz ronca y rota—Te amo. Te fuiste, y
nunca te lo había dicho.

67
Hermione le pedía que se quedara cada noche. Nunca hacían
nada más que besarse. Las manos de Draco rara vez se movían
por debajo de sus hombros cuando la besaba. Ella se envolvía
en sus brazos y se quedaba dormida escuchándolo respirar.
Durante el día él se iba a “trabajar”, y ella hacía investigaciones,
le daba a Topsy listas cada vez más y más largas de los libros que
quería. Rompe maldiciones. Artes Oscuras. Maldiciones letales.
Enciclopedias de pociones e índices de ingredientes. Análisis de
maldiciones. Libros de medicina Muggles.
Esperaba que, si rompía la maldición, sería capaz de borrar la
Marca. Pero después de realizar cuatro diferentes simulaciones
mentales del procedimiento, llegó a la conclusión de que era
imposible. La maldición en la Marca no era dérmica, era como
sus runas, incluso si cortaba todo el tejido muscular del
antebrazo y removía y volvía a crecer sus huesos, suponiendo
que pudiera mantener su mano en estasis lo bastante integra
como para preservar el tejido y los nervios hasta por veinticuatro
horas, la Marca Tenebrosa simplemente volvería a crecer juntos
con los huesos, el músculo y la piel.
Draco estimaba que tendrían algunas horas como máximo una
vez que le quitaran las esposas. Era posible que Voldemort lo
supiera inmediatamente; estaba intensamente interesado en
Hermione. Si Hermione intentaba que Draco huyera con ella,
no habría tiempo para un procedimiento de curación
elaborado. Tendría que removerla rápidamente. Tendría que
cortarse el brazo izquierdo, justo por debajo del codo.
El pensamiento le produjo un doloroso nudo en el estómago y
pidió más información sobre técnicas de amputación. Ni
siquiera estaba segura si la amputación tendría éxito. La herida
estaba maldita para que no sanara; emparejada con hemorragia
mágicamente acelerada, el resultado era rápidamente letal. No
era como la muerte gradual de la maldición que Dumbledore
había recibido en la mano. El daño se negaba a ser contenido o
desacelerado, mágicamente o de otra manera. Torniquetes.
Escencia de Dittany. Cauterización. Hechizos curativos. Severus
y Draco habían intentado sin éxito detener la hemorragia.

68
Era como si la maldición se empeñara en expulsar forzosamente
toda la sangre del cuerpo. Seguía reduciendo y reduciendo las
opciones. Cada día se sentía como si apretarán un tornillo más.
Sus dolores de cabeza habían dejado de ser debilitantes, pero
fueron reemplazados por una ansiedad creciente. La fecha en la
pared se sentía como una constante sentencia de muerte.
Investigaba hasta que no podía ver lo suficiente como para leer.
Era la única manera en la que sabía cómo sentirse útil. Sentirse
útil era todo lo que hacía.
Sabía que Draco la estaba haciendo sentir como si estuviera
contribuyendo. La dejaba intentarlo, para que sintiera que
había hecho algo. Era sólo un desahogo, como hacer
abdominales en su habitación o buscar en la mansión desde el
desván hasta los calabozos con la esperanza de encontrar un
arma. Era algo que hacer. Algo con lo que podía ocuparse.
Cuando Draco estaba con ella, la trataba como si todo fuera
una despedida. La miraba como si estuviera diciendo adiós. La
tocaba como si se estuviera despidiendo. Le rodeaba los
hombros con los brazos y apoyaba la cabeza en la suya, y ella
podía sentirlo.
Una mañana regresó de ducharse y encontró que todos sus

libros habían desaparecido. Topsy estaba de pie junto a la cama.
—La Sanadora está viniendo este día, el Señor dice que los libros
se necesitan estar lejos.
Hermione asintió de manera resignada, y se acercó a echar un
vistazo por la ventana. Era verano, exuberante y hermoso. Hacía
más de un mes que no salía. Era un gran esfuerzo salir; recorrer
el camino al exterior, tratando de mantener la calma bajo del
cielo abierto. Sería un desperdicio de tiempo y energía que
podría dedicar a encontrar una manera de remover la Marca de
Draco. Se oyó un suave crujido, miró por encima del hombro y
descubrió que Draco había aparecido.
—Stroud llegará pronto.
Hermione asintió.
—Topsy lo mencionó.

69
Él se acercó y se quedó de pie, mirando por la ventana junto a
ella.
—¿Cuándo fue la última vez que saliste?
Hermione seguía mirando el laberinto. Estiró la mano y apoyó
el dedo en la reja de la ventana.
—No lo recuerdo. A principios de mayo.
—Deberías.
Sus dedos se deslizaron lejos del cristal y cayeron a su costado.
—Está demasiado abierto. No quiero.
Draco estaba callado.
—El aire fresco sería bueno para ti. Podría ayudarte a comer más.
Hermione miró hacia abajo.
—No tengo tiempo.
—Lee abajo, siéntate a lado de una ventana abierta. Siempre
solías ir afuera.
Su mandíbula amenazó con temblar, la tensó y se encogió de
hombros.
—Bueno… —su voz era cuidadosa— era diferente en ese entonces.
—No estoy hablando de hace años. Solías salir a la finca. Solías
salir de esta habitación. Ahora apenas si haces eso.
Se encogió de hombros y siguió mirando por la ventana.
—No tenía más qué hacer.
Él suspiró profundamente.
—Granger… ¿por qué no quieres salir?
Hermione estuvo callada por un momento, apoyó la punta del
dedo contra el cristal y dibujó a Kenaz en busca de
conocimiento, creatividad e inspiración. Nunca imaginó
cuánto podría extrañar escribir, cómo había dado por sentada
la capacidad de poner sus pensamientos en un papel para
organizarlos y después regresar a ellos. Extrañaba escribir casi
tanto como extrañaba leer. A menudo se encontraba dibujando
en las ventanas tratando de procesar todo lo que se le
acumulaba en la cabeza. A lado de Kenaz dibujó a Sowilo, para
el éxito y la plenitud, y a Dagaz para el descubrimiento, el poder
de cambiar, y la esperanza. Después suspiró y dibujó a Isa por
encima de todas ellas y dio golpecitos antes de mirar hacia
abajo.
70
—Me siento más segura… más calmada…. en esta habitación.
Aún hay muchas cosas que estoy procesando, y me… me afecta
más cuando estoy en otras partes de la casa —pasó saliva y su
hombro tuvo un espasmo— Podría entrar en pánico y entonces
no me dejarás investigar más.
Draco se quedó quieto.
—Granger… —su voz se desvaneció brevemente— No… no te
quedes en una jaula por mí culpa.
Hermione lo volteó a ver rápidamente.
—No lo hago. Yo sólo… no me quiero arriesgar. Hay cosas más
importantes que ir afuera.
Draco comenzó a contestar, pero se detuvo, su expresión se
volvió fría.
—Stroud está aquí.
Hermione sintió que se le hundía el estómago.
—Muy bien.
Se retiró para traer a Stroud y Hermione se sentó al borde de la
cama, deseando desacelerar los latidos de su corazón. La puerta
se abrió y la sanadora entró, Draco estaba a sólo unos pasos
detrás de ella, con su máscara de indiferencia completamente
en su lugar.
—Esta vez estás consciente —dijo Stroud, mirando a Hermione
mientras conjuraba una mesa en el centro de la habitación.
El estómago de Hermione se torció mientras se ponía de pie y
se acercaba lentamente, sentándose en la orilla antes de que se
lo ordenaran.
Draco y ella habían discutido la eventualidad de la llegada de
Stroud, pero el hecho de estar preparada no hizo que el corazón
le latiera menos dolorosamente en el pecho. Stroud sacudió la
varita y realizó varios diagnósticos.
—Bueno, ya no estás en coma ni al borde de la inanición. Te
habría visitado antes para este examen, pero el High Reeve
temía que estuvieras demasiado delicada. Entrarás en el
segundo trimestre esta semana —Stroud miró a Hermione con
ojo crítico— tienes un aspecto bastante enfermizo. Aún deberías
salir al aire libre por lo menos una hora. No querrás perjudicar
al niño descuidando tu salud.
71
El pecho de Hermione se apretó y sus dedos se deslizaron de
manera protectora hacia su estómago. Stroud agitó la varita y el
orbe brillante apareció. Más grande, del tamaño del puño de
Hermione aproximadamente. La luz rápida y aleteante llenó la
habitación como una estrella. Hermione lo miró fijamente y se
olvidó de respirar. Stroud inspeccionó el orbe y realizó varios
hechizos antes de anotar en su expediente.
—Aún es saludable. No parece que el coma o las convulsiones
hayan causado ningún daño en el desarrollo.
Stroud conjuro otro diagnóstico, y mientras se manifestaba, se
le desencajó la cara.
—Mujer. Que lástima.

72
73
Capítulo 4
Junio 2005
Hermione sintió como si tuviera el corazón en la garganta. Era

una niña. Una pequeña niña. Hizo el embarazo tan real que
resultaba desconcertante. Stroud siguió inspeccionando el
diagnóstico y suspiró.
—Bueno, no era lo que esperábamos —desvaneció la lectura con
un movimiento de su varita— Es desafortunado, hemos tenido
algunos abortos inesperados después de enterarnos que varias
subrogadas tendrían niñas —sus ojos se deslizaron más allá de
Hermione, hacia Draco— por supuesto, eso no será una
preocupación aquí, dado que el embarazo es principalmente un
mecanismo para recuperar su memoria. En su caso, High Reeve,
siempre existe la posibilidad con la siguiente subrogada… para
buscar el verdadero heredero.
Hermione sintió como su sangre se enfriaba, se le hizo un nudo
en la garganta y apartó la vista de Stroud, sus ojos se movieron
directamente a Draco. Él estaba observando al orbe brillante
como si no pudiera apartar la mirada, pero su postura cambió
ligeramente. Hermione deseó poder tocarlo, sostener su mano.
Parecía un momento que debían estar compartiendo. Estaba
embarazada de una niña, pero sentía que la única reacción que
podía tener era sentarse en silencio, apartar la mirada y
preguntarse cómo habría sido en otras circunstancias. Draco
apenas reconocía el embarazo más allá de cómo afectaba la
salud de Hermione. A pesar de su repetida insistencia en que
no tendría un aborto, se rehusaba a considerarlo como algo que
tuviera que ver con él. Era el embarazo de ella, el bebé de ella.
74
Cuando trataba de hablar al respecto, se volvía cortante y si
insistía, se excusaba y se marchaba.
Él parpadeó y los músculos de su mandíbula se tensaron cuando
se contuvo y apartó la mirada, mirando fijamente por la
ventana. Hermione levantó la mirada mientras Stroud
continuaba realizando hechizos y haciendo notas. Stroud
realizó otro hechizo y una proyección del cerebro de Hermione
apareció. Los recuerdos de Hermione brillaban en el mismo
tono dorado que el orbe. Todas las pequeñas luces brillantes
esparcidas por su cerebro habían cambiado de color y algunas
parecían haberse fracturado. Había astillas de luz corriendo a lo
largo de lo que parecían ser las vías neuronales.
—Qué interesante —dijo Stroud mientras lo manipulaba— ¿Qué
dijeron los sanadores mentales cuando vieron la evolución?
Draco apartó la mirada de la ventana y observó la proyección.
Sus fosas nasales se inflaron como si oliera algo asqueroso.
—Que debía mantenerse calmada si alguna vez despertaba, para
prevenir que tuviera más convulsiones y así evitar daño cerebral
permanente y pérdida de memoria —dijo con desprecio a
Stroud— Deberías estar agradecida que tú método de
recuperación forzada no la mató. No imagino que el Señor
Tenebroso se hubiera tomado bien la noticia.
Stroud se dobló ligeramente y parecía estar nerviosa.
—Dije, cuando lo propuse, que era teórico —Stroud dijo, con
voz rígida— Se lo dejé bastante claro al Señor Tenebroso. ¿Ha
mostrado señales de haber recuperado más recuerdos?
—No —dijo Draco, curvando el labio al mirar burlonamente a
Hermione, y luego se centró en Stroud, con mirada intensa:
—La única diferencia perceptible en su comportamiento desde
el embarazo es que está más inestable y apenas puede salir de su
habitación.
Stroud suspiró y prosiguió, manipulando la proyección.
—Es una lástima que no podamos dosificarla con veritaserum.
¿Cuánto tiempo dijo el sanador mental que no debíamos usar
magia en su cerebro?
—Mientras los niveles mágicos permanezcan críticamente
elevados, debe evitarse cualquier cosa que irrumpa en el cerebro
75
mágicamente, con la excepción de los anticonvulsivos. Él
estimó que sería seguro intentar mi legeremancia a principios
del tercer trimestre, asumiendo que sus niveles de estrés
disminuyan al punto en el que su ansiedad deje de ser un
desencadenante de sus ataques.
Los ojos de Draco se entrecerraron, y se veía impasible, su mano
estaba cerca de su varita. Stroud presionó los labios.
—Es una espera desafortunadamente larga. ¿Le informó usted
que los recuerdos eran urgentes?
Draco hizo un gesto despectivo con la mano.
—Has visto los reportes; basado en el análisis del sanador
mental, mientras más crucial sea la información, más protegida
estará. Intentar extraerla prematuramente podría tener como
resultado recuperar nada más que información no esencial. Los
recuerdos no son discretos; se superponen asociativamente. Los
recuerdos que más ansia el Señor Tenebroso no serán los
primeros que se recuperen, sino los últimos.
Stroud hurgó en la proyección del cerebro de Hermione una
vez más antes de desvanecerla.
—Bueno, ahora que está llegando al fin del primer trimestre,
debería empezar a comer y a recuperarse físicamente. Puede que
no sea una preocupación para usted, dado que el bebé no será
el heredero, pero los niveles elevados de cortisol pueden afectar
a un bebé. Con las restricciones que las subrogadas tienen en
su comportamiento, el estrés se puede manifestar de maneras
inusuales si no se atiende. Hacer ejercicio es una manera crucial
de canalizarlo. Debería ordenarle que haga ejercicio tan pronto
como parezca estar lo suficientemente estable para manejarlo.
Draco hizo un breve e indiferente gesto de reconocimiento.
Acompañó a Stroud a la salida unos minutos después.
Hermione se acercó y presionó la oreja contra la puerta. Podía
escuchar la voz de Stroud alejándose por el pasillo.
—Si no quiere quedarse con la niña, el laboratorio se la llevará
inmediatamente después del parto. El Señor Tenebroso
comprende que no todos quieren la obligación de múltiples
hijos. Las que tengan buen potencial serán criadas para
contribuir a la siguiente fase del programa, y las demás serán
76
útiles sujetos de laboratorio. Todavía se sabe muy poco sobre el
desarrollo mágico temprano...
La lengua de Hermione se hizo espesa en su boca, y su estómago
se retorció tan violentamente que estuvo a punto de vomitar en
medio del piso. Caminó temblorosamente y se sentó en el borde
de su cama. Draco nunca dejaría que eso pasara. Nunca dejaría
que eso le pasara ni a ella, ni a su bebé. Pero eso no salvaría a
las demás subrogadas o a sus bebés. Cerró los ojos. Esperaba
que Draco regresara pronto para poder pedirle sus libros de
vuelta. De lo contrario, lo único que podía hacer era
preocuparse, preocuparse y preocuparse. Era imposible hacer
algo más que preocuparse y después preocuparse por el hecho
de estar preocupada. El cortisol elevado podría afectar al bebé.
Mantén la calma, de otra forma podría tener otra convulsión.
Entonces Draco podría impedir que siguiera investigando.
Entonces… trató de no pensar en ello.
Revisó mentalmente hechizos de curación y desarrolló pociones
teóricas para contrarrestar la hemofilia y detener hemorragias.
Había pasado casi una hora hasta que Draco apareció
nuevamente. Tan pronto como lo vió, su mente regresó
inmediatamente a la visita médica.
Iba a ser una niña. Ahora que conocía el género, podía
imaginarla con más claridad. Antes, había sido más abstracto,
un bebé. Ahora era una niña. Una niña. Había retratos de los
niños Malfoy en la mansión, siempre rubios y con los ojos
grises... y hombres. El linaje de los Malfoy era
predominantemente… masculino.
Hermione no podía pensar en ningún retrato con alguna
descendiente Malfoy. Un heredero, y ocasionalmente un
repuesto. Hermione no sabía si se trataba de una anomalía
genética o, más probablemente, de un proceso de selección;
quizás los Malfoy no conservaban tradicionalmente los
embarazos femeninos. Draco se detuvo a medio metro de
distancia de ella y permaneció de pie. Parecía sólo parcialmente
presente, como si su mente estuviera en otra parte. Las manos
de Hermione estaban sobre su estómago, y lo observó
cuidadosamente.
77
—Así que… es una niña —ella dijo.
Su expresión se cerró instantáneamente y asintió levemente. La
boca de Hermione se crispó.
—No sabía que los Malfoy tenían niñas.
—No —dijo él encogiéndose de hombros.
Hermione sintió como si tuviera una piedra alojada en la
garganta.
—¿Te moles… te molesta entonces? ¿Que no es un niño?
Draco parpadeó y pareció despertar repentinamente de donde
había estado su mente.
—¿Qué? No —la observó fijamente— el género nunca me ha
importado.
La sensación en su garganta fue reemplazada por una pesadez
en su pecho. Hermione asintió.
—De acuerdo. Sólo me preguntaba.
Draco la miró.
—Es un encantamiento sobre el linaje con la intención de
mantener intacto el patrimonio. Los Malfoy requieren un
vínculo matrimonial para producir un heredero con una bruja.
—Oh —fue lo único que se le ocurrió decir.
Después de varios segundos agregó:
—Stroud no lo sabe —sacudió la cabeza, bajó la mirada, y parecía
estar estudiando el brillo de sus zapatos— nunca me pareció
digno de mencionar, dado que la necesidad de un heredero
hacía que mis esfuerzos parecieran serios.
Hermione apartó la mirada. Casarse. Tener hijos. Envejecer con
alguien. Había habido un momento en el que se había
resignado al hecho de que nunca tendría nada de esas cosas. Se
había dicho así misma que habría cosas más importantes con
las que podría consolarse; Harry y Ron aún seguirían con vida,
Voldemort sería derrotado, el mundo sería mejor. Ese
sentimiento sería suficiente para llenar el vacío. Pero Harry y
Ron no estaban vivos. Voldemort no había sido vencido. El
mundo se sentía tan roto que no sabía cómo podría mejorar.
Ahora sentía la pérdida de las cosas simples.
—¿Puedo tener mis libros de regreso antes de que te vayas? —le
preguntó, mirándolo nuevamente.
78
—Haré que Topsy los traiga.
Ella bajó la mirada hacia sus zapatos.
—Trataré de salir a caminar de nuevo. Stroud tenía razón, es
importante para el bebé, así que debería hacerlo —levantó la
mirada y esbozo una pequeña sonrisa.
Draco la miró fijamente, y eventualmente su sonrisa se
desvaneció, desvió la mirada hacia la ventana. Estaba tan…
abierto. Sus dedos tuvieron un espasmo y los deslizó detrás de
su espalda.
—Iré contigo. No tienes que ir sola —extendió su mano y ella la
tomó.
Salieron y caminaron lentamente por un sendero bordeado de
árboles frutales, con los dedos entrelazados. Las flores se habían
marchitado y habían sido reemplazadas por hojas; su camino
estaba cubierto por las ramas arqueadas.
—Solía trepar estos árboles cuando era niño —Draco dijo
abruptamente.
Hermione lo miró sorprendida. Antes siempre había estado
callado durante las caminatas. No le resultaba familiar que
hiciera platica. Él se quedó mirando el sendero, con expresión
distante.
—Me decían que no los trepara, pero cuando terminaba con mis
lecciones del día, venía a intentarlo —miró hacia un manzano
nudoso que había cerca de ellos— Me quedé atorado en ese
árbol. Me parecía enorme en esos tiempos. Topsy trató de
bajarme, pero yo no la dejaba. Me senté en esa rama, gritándole
a mi madre durante una hora antes de que regresara a casa del
Callejón Diagon.
Hermione estudió la rama que estaba a unos metros del suelo,
y su boca mostró una leve sonrisa. Draco se volteó.
—Si vamos por este camino y cortamos a través del campo, hay
un estanque donde solía atrapar ranas. Normalmente hay patos
y garzas ahí. Me regalaron una red para mi quinto cumpleaños
y solía intentar atrapar todo lo que me encontraba. Eran para
mi zoológico. Solía decir que iba a ser un magizoologista cuando
creciera. Tenía muy claro que un día viajaría a África en una
expedición. Mi padre estaba horrorizado.
79
Draco no mostraba expresión alguna mientras hablaba.
Hermione sintió una creciente inquietud.
—Era el terror de las hadas y de los gnomos —agregó al cabo de
un minuto— Una vez me mordió un gnomo, intentando
desenterrarlo. Había sangre por todas partes —soltó una risa
vacía— a mi madre le aterrorizaba que yo terminara con una
cicatriz.
Comenzó a caminar despacio por el sendero, aun sosteniendo
la mano de Hermione:
—Siempre me gustó volar. A pesar de las objeciones de mi
madre, mi padre me regaló una escoba de juguete cuando tenía
dos años. Theodore Nott y yo solíamos competir a través de
toda la finca. Casi me rompí el brazo chocando con el lateral de
la mansión cuando tenía ocho años —estuvo callado hasta que
llegaron al final de los árboles.
—Topsy irá contigo. Ha cuidado de varios bebés. Casi me crió
durante mis primeros años cuando mi madre no estaba bien.
También ayudó a Ginny con James —volteó a ver a Hermione:
—Ya está arreglado… su propiedad pasará a ser tuya. Es una
buena elfa. Sabrá cualquier historia que quieras saber sobre mí.
Hermione dejó de caminar al darse cuenta de lo que estaba
haciendo. Intentaba darle lo que quería. Para él, aceptar que
tendría un hijo significaba reconocer que no lo conocería. Le
estaba contando historias para que pudiera contarle a su hija
sobre cómo había sido antes del colegio, antes de la guerra.
Estaba haciendo preparativos. Él miró a través del campo.
—La magia en la finca permanecerá dormida a menos que mi
padre produzca un nuevo heredero —dijo un momento
después— asumiendo que no lo haga, la mansión reconocerá y
aceptará a una descendiente… si ella quiere reclamarla. Hay
documentos que haré que te lleves, para que hagas una
reclamación formal de la finca si quieres legitimarlo. Pero no
hay razón para que tú regreses, hay bóvedas a tu nombre y otros
bienes que he transferido que serían más fáciles de liquidar.
Los hombros de Hermione comenzaron a temblar. Draco la
observó, sus ojos eran de un gris tormentoso e intenso mientras
estudiaba su rostro.
80
—Te he traído demasiado lejos. Estás cansada. Regresemos.
Hermione seguía sin moverse, sentía un nudo en la garganta y
sus piernas amenazaban con traicionarla, tenía mil cosas que
quería decir y no sabía cómo comunicar ninguna de ellas. Él se
acercó un poco más.
—¿Puedes caminar de regreso?
Ella consiguió negar con la cabeza infinitesimalmente. Él se
acercó más, moviéndose lentamente y observando su reacción,
deslizó el brazo izquierdo alrededor de su cintura y la levantó en
brazos, cargándola de vuelta a la mansión. Hermione le
envolvió el cuello con los brazos y enterró el rostro en su pecho
mientras comenzaba a llorar. Lloró en sus brazos todo el camino
hasta su habitación.
Aquella noche, la cabeza de Hermione descansaba sobre el

pecho de Draco mientras estaba acostada en la cama y observaba
cómo se movía el reloj. Draco tenía una mano sobre su cabeza,
entrelazada en su cabello, mientras que con la otra mano
trazaba patrones a lo largo de su brazo sobre la túnica. Se
incorporó y dirigió su mirada a él, la volteó a ver, con expresión
cautelosa.
Extendió la mano, apoyando la mano en su pecho, se inclinó y
lo besó, cerró sus ojos y memorizó la sensación de sus labios
encontrándose, cómo sus narices se rozaban, la débil barba de
su mandíbula bajo sus dedos mientras presionaba la mano
contra su rostro. Profundizó el beso, perdiéndose en la
sensación de él. Podía oler el penetrante aroma del aceite de
cedro en su ropa y el musgo de roble y el papiro en su piel.
La mano de Draco le acarició el cuello y se estremeció contra él,
presionándose más cerca y enredando los dedos en su cabello.
Los besos eran lentos, profundos y tan familiares. Conocía esto.
Aquel calor en el abdomen, la sensación punzante en el pecho
y la vibración en las venas. Era lo más íntimo y atesorado que
había conocido nunca. Lo había escondido donde no pudieran
llevárselo, lo había enterrado hasta perderlo dentro de su propia
mente. Quería recuperarlo.

81
La mano de Hermione presionada contra el pecho de Draco
comenzó a deslizarse, bajando por su torso. La mano de él se
cerró alrededor de la suya y la detuvo. Cuando trató de
liberarse, dejó de besarla.
—¿Qué estás haciendo?
Hermione se sentó y volteó a verlo, respirando hondo.
—Quiero intentar tener sexo contigo —observó sus ojos mientras
lo decía.
Los iris de él se oscurecieron mientras sus córneas
resplandecían, pero su expresión se tornó dura y cerrada.
—No. Eso no va a pasar.
Hermione bajó la mirada hacia donde estaba su mano sobre la
suya.
—No quiero que la última vez que tuve sexo contigo sea cuando
estabas… —su boca se torció́— cuando fue… forzado.
Draco permaneció en silencio por un momento.
—No.
Los dedos de Hermione temblaron, y alejó la mano de donde
él la había detenido, asintiendo brevemente.
—Está bien.
Ella se acostó y apoyó la cabeza en su hombro, apretando la cara
contra el calor que su cuerpo irradiaba a través de su camisa.
No dijeron nada durante varios minutos.
—¿Por qué? —él preguntó finalmente.
—Ya te lo dije.
—Siempre tienes más razones que una.
Se quedó callada y se presionó más contra su costado.
—No puedo recordar cómo se sentía tener sexo antes —dijo
finalmente— Sé que estuvimos juntos, pero está demasiado
lejos, como algo en la distancia, algo de lo cual no puedo
distinguir los detalles. Cuando trato de recordar… sólo… sólo
recuerdo cómo era aquí, cuando tenías que hacerlo cada mes.
Así que pensé… —hizo una pausa y guardó silencio unos
instantes.
Había tantas maneras de que saliera mal. No sería de la misma
forma en la que había sido en el pasado, estaría manchado y
perjudicado por todo lo que sucedió. Podría entrar en pánico o
82
darse cuenta de que, una vez que llegaran a cierto punto, sería
incapaz de acobardarse o pedirle que fuera más lento o
detenerse. Podría tener una convulsión. Podría destruir el frágil
refugio que encontraron el uno en el otro, la sensación de
seguridad que encontró en él. Podría envenenar el pasado. Se
acurrucó más contra él.
—Olvídalo.
Draco no dijo nada. Se quedó dormida escuchando el latido de
su corazón.
Sin embargo, después de esa conversación, la forma en que la
besaba era diferente, sus manos se demoraban más tiempo, sus
besos no eran sólo una adoración abrasadora, sino algo más.
Algo más hambriento. Algo que ella podía sentir en su sangre.
Cuando regresó después de dos días de ausencia, sus caricias
parecían fuego. Con las manos de él enredadas en su cabello,
ella atrajo la mano izquierda de Draco hacia abajo, a lo largo de
su cuello hasta la base de su garganta y después más allá al resto
de su cuerpo. Lo sintió inhalar tan profundamente entre sus
dientes que el aire le rozó la piel. Ella emitió un gemido
estremecedor.
—Dime que me detenga —le dijo, con la boca caliente contra su
cuello— Dime que me detenga.
Enredó los dedos en su túnica y tiró de él.
—No te detengas, no quiero que te detengas.
Los dientes de Draco se arrastraron por su piel mientras le
mordisqueaba la garganta. Hermione levantó la mano de él
hacía los botones de su vestido y él empezó a desabrocharlos,
sus dedos le rozaron la piel desnuda y le besó los hombros con
la boca abierta. Esto era bueno. Era familiar. Él solía tocarla así.
Podía recordarlo. La besó en el esternón hasta que Hermione
inclinó su cabeza hacia atrás jadeando. Las manos de Draco se
deslizaron por sus hombros y subieron por su columna
vertebral.
Las manos de Hermione siguieron la curva de su mandíbula y
bajaron por sus hombros, tratando de tocarlo por completo. La
sensación de tocarlo estaba enterrada en su interior… una
latente sensación física de familiaridad que hizo que su corazón
83
se acelerara al despertar. Atrajo su boca hacia la suya y lo besó
más profundamente.
—Te amo —dijo contra sus labios— Te amo. Desearía habértelo
dicho miles de veces —comenzó a desabotonarle la camisa y a
quitársela, pasándole las manos por la piel.
—Dime que pare, y me detendré —dijo contra sus labios.
—No te detengas —el corazón le latía con fuerza en el pecho,
cerró los ojos y se concentró en la sensación. El peso, la calidez
y la sensación de su piel contra la suya. Inspiró contra su
hombro y recorrió con los dedos las cicatrices de su espalda.
—Cierra los ojos.
Sintió que se le caía la ropa y un calor abrasador la recorrió. Su
mano le rozó el pecho, se sentía diferente. Altamente sensible,
como si su tacto hubiera hecho correr electricidad a través de
su cuerpo. No creía haberlo sentido así antes. Se estremeció al
contacto y emitió un leve jadeo. Le pasó el pulgar por el pezón
y todo su cuerpo se estremeció. Sintió su boca en el interior de
su pecho derecho.
Dientes.
Se puso rígida. Como si la sumergieran en agua helada y, de

repente, el calor desapareciera. No podía…
Rocas afiladas, frías y pequeñas.
Quería que se detuviera. Trató de respirar, pero sus pulmones

se rehusaban a expandirse. Sólo respira, y todo se desvanecerá. Se le
cerró la garganta. Sus dedos tuvieron espasmos contra los
hombros de Draco. No podía respirar. Los recuerdos la
invadían a toda velocidad.
“Sólo cierra tus ojos.” Mejor que Lucius. Mejor que

Lucius. Sólo quería que se detuviera.
Trató de parpadear para alejarlo todo, pero no desapareció.

—Para —se obligó a decir la palabra.
84
Draco se quedó quieto al instante y comenzó a alejarse. Soltó
un sollozo seco y le rodeó los hombros fuertemente con los
brazos, enterrando la cara contra su garganta mientras luchaba
por respirar y deseaba que el corazón dejara de latirle
dolorosamente en el pecho. Deja de temblar. Deja de temblar.
Draco estaba sentado inmóvil, sin tocarla. Ni siquiera podía
sentirlo respirar. Inhaló varias veces lentamente y levantó la
cabeza temblorosamente para verlo.
—Yo sólo… —se le encogió el pecho— fue demasiado por un
momento. Creo… que estaré mejor ahora que sé que puedo
decir alto. Estuvo bien —sus dedos se apretaron contra él—estaba
bien… hasta que dejó de estarlo…
Pasó saliva con fuerza. Draco asintió, sus pupilas se contrajeron
hasta que sus ojos parecían de hielo, su expresión estaba tensa
e inexpresiva mientras la observaba. Parecía ser algo que ella
podía destrozar con las manos. Si arruinaba esto, podría estar
destruyendo lo último bueno que él tenía. Deslizó la mano por
la curva de su mandíbula y sintió su pulso en la hendidura
detrás del hueso mientras presionaba la frente en la suya. Se
dijo a sí misma que no iba a llorar. No iba a llorar. Sólo
necesitaban más tiempo.
Fue hacia la biblioteca. Lo había evitado, pero los elfos tenían

una capacidad limitada para hacer referencias cruzadas para ella
cuando desconocía todos los potenciales recursos que podía
haber allí. Topsy se movía inquieta a su lado mientras
Hermione se paraba en la puerta, vacilante y tratando de no
levantar la vista.
—Quiero empezar en la sección de Artes Oscuras.
—¿Qué partes?
—Todo. Quiero ver todos los títulos de los libros.
Hermione mantuvo los ojos enfocados en el suelo o en los
estantes mientras caminaba por la biblioteca. Concéntrate en los
libros. Concéntrate en las palabras. Tenía que salvar a Draco. No
importaba si no podía ver el techo. Solo tenía que respirar. A
veces, repetirse el recordatorio así misma funcionaba. Otras
veces no.
85
Se despertó, aturdida, en su habitación y cada músculo en su
cuerpo le ardía. Draco estaba sentado a su lado, sosteniéndole
las manos entre las suyas. Lo observó desconcertada, tratando
de recordar cómo había llegado hasta ahí.
—Tuviste un ataque en la biblioteca —dijo, inexpresivo— tuviste
un ataque de pánico, Topsy no pudo calmarte y tuviste una
convulsión. Una grave, incluso con la interferencia de la poción
anti-convulsiones. Estaba en Austria.
Hermione no dijo nada. Sentía la garganta como si la hubiera
dejado en carne viva de tanto gritar. Draco miró hacia la
ventana por un momento y después suspiró. Comenzó a
masajearle el centro de la palma de la mano sin siquiera mirarla,
dándole golpecitos con la varita en los puntos de presión hasta
que los músculos se relajaron y sus dedos se desplegaron.
—No puedes tenerlo todo, Granger. Hay un punto en el que
tienes que darte cuenta de que no vas a tener todo lo que
quieres, y tienes que elegir y dejar que sea suficiente para ti.
Las manos de Draco dejaron de moverse y se quedó mirando
por la ventana durante un minuto. Pasó saliva lentamente y
volteó a verla.
—El sanador mental dijo que, si volvías a tener un ataque así,
podrías causarte daños cerebrales irreversibles y probablemente
abortar.
Hermione apretó los labios y apartó la mano, haciéndose un
ovillo alrededor del estómago.
—No puedo dejarte atrás —dijo, con voz gruesa.
Sintió que la cama se movía y Draco le apartó el pelo de la cara,
colocándole un rizo detrás de la oreja mientras se inclinaba
sobre ella. Suspiró levemente mientras su mano se deslizaba por
su cabello y se apoyaba en su hombro.
—Tendrás otras personas a las que cuidar. Le prometiste a Potter
que cuidarías de Ginny y James. Tienes una bebé que te
necesita, y lo sabes.
Hermione presionó la mano contra su estómago y sollozó
levemente.

86
—No quiero elegir —su voz era áspera y le dolía hablar— siempre
tengo que elegir, y nunca puedo elegirte a ti. Estoy demasiado
cansada de nunca poder elegirte.
Le apretó el hombro antes de que su mano se deslizara hacia la
de ella y empezara a masajearla para deshacer los nudos rígidos
que tenía.
—No estás eligiendo. Tú prometiste… lo que yo quisiera,
prometiste eso. No… no te rompas tratando de salvarme.
Quiero eso más que cualquier otra cosa. Escapa de este mundo
jodido. Déjame sacarte, Granger. Hazme saber que estás a salvo,
lejos de todo esto. Dile a nuestra hija que las salvé a las dos.
Eso... es lo que quiero.
Se incorporó torpemente; sus brazos no cooperaban, pero se
obligó a levantarse y tomó la mano de Draco con fuerza.
—Draco… estoy muy cerca. Dame más tiempo, y encontraré una
manera de remover la Marca. Estoy segura de que hay una
manera. Por favor… no me obligues a dejar de intentarlo.
Draco se recargó en la cabecera y la miró fijamente, sus ojos
brillaron.
—Nunca he conocido a nadie tan malo cumpliendo promesas
como tú. Tú eres… probablemente… la peor persona que he
conocido para cumplir promesas.
La garganta de Hermione se apretó, pero levantó la barbilla y lo
miró fijamente.
—Guardo las que importan.
Draco arqueó una ceja.
—No. Lo que haces son promesas conflictivas y después escoges
mantener las que te ayudan a obtener lo que quieres. He
reflexionado sobre su metodología... —su voz era ligera. Después
la ligereza se desvaneció y apartó la mirada— por eso parece que
nunca cumples ninguna de las promesas que me importan—.
Hermione bajó la mirada.
—Draco…
—Hermione.
Volteó a verlo. Seguía usando su nombre raras veces. La
observó, su expresión era sería y cansada.

87
—Te importa esta bebé. Ella era todo lo que te importaba antes
de que tus recuerdos regresaran. En lo único que solías pensar
era en protegerla, cada minuto del día. Ahora… estás tan
preocupada en tratar de salvarme, que te estás permitiendo
olvidar que ella te necesita, que ella depende de ti. No puedo
protegerla de ti. Ponerte en peligro para tratar de salvarme es
arriesgarla a ella.
A Hermione le tembló la mandíbula y bajó la mirada.
—Estoy demasiado cerca, Draco. Sólo me falta una pieza.
Draco emitió un agudo suspiro.
—Granger, si tienes un aborto, el Señor Tenebroso hará que te
lleve para examinar tu mente —su voz era llana y directa, y ella
se estremeció al oír las palabras— tú prometiste… si te estresaba,
prometiste que te detendrías. ¿Cuántos ataques de pánico has
tenido desde que comenzaste a ir a la biblioteca por tu cuenta?
Ella rechinó los dientes, apretando la mandíbula.
—Es una estupidez. Es estúpido que no desaparezca. Estoy tan
cerca... estoy casi segura de que puedo resolverlo, pero cuanto
más intento encajar las piezas, peor me encuentro. Pero estoy
tan cerca... ¿Y si espero y no lo averiguo hasta que sea demasiado
tarde? —el pecho le empezó a dar espasmos y se apretó la mano
contra el esternón.
Draco la agarró por los hombros, con expresión dura.
—Déjalo ir —sus dientes brillaron mientras hablaba— nunca debí
ser alguien a quien se suponía debías salvar.
Hermione negó con la cabeza obstinadamente.
—¿Qué se supone que haga si me haces parar?
El labio de Draco se curvó como si quisiera gruñirle. Ella no
parpadeó. Sus manos se apartaron de los hombros de ella, y dio
un suspiro exasperado.
—Bien —dijo con voz resignada— puedes seguir investigando en
tu habitación. Pero si quieres ir a la biblioteca, tendrás que
esperar e irás conmigo. Haré que Topsy te detenga si tratas de
ir sola ¿entendido?
Hermione asintió́ levemente.

88
Permanecía en su habitación la mayor parte del tiempo.
Siempre que tenía tiempo, Draco la llevaba a pasear afuera y
luego a la biblioteca, quedándose a su lado y observando cómo
se pasaba horas hojeando. Se lanzaba hechizos analíticos en el
brazo para que ella los estudiara y le escribía apuntes.
Estaba esperando frente a las puertas de la biblioteca a que
Draco regresara en la noche cuando escuchó dos crujidos
sucesivos de aparición en el vestíbulo al final del pasillo.
Inmediatamente se le encogió el estómago. Nadie debería haber
podido entrar en la finca a menos que Draco lo permitiera. Si
Draco traía a alguien sin avisar, lo más probable era que se
tratara de Severus, lo que significaba que se le había acabado el
tiempo. O bien Draco había muerto y las protecciones de la
finca se habían derrumbado. Con el corazón en la garganta, se
encogió entre las sombras y se esforzó por oír.
—Ha habido una notable disminución en tu rendimiento
últimamente. El Señor Tenebroso desea transferir la tarea a
alguien con métodos menos convencionales.
El espeluznante murmullo de Lucius Malfoy flotó por el pasillo.
Hermione se quedó helada de terror.
—Un asunto menos que atender. No me falta la atención
últimamente —escuchó a Draco decir con voz fría.
En la silenciosa casa vacía, las voces llenaban el vestíbulo y
rebotaban por el pasillo. Podía oír cada palabra con claridad.
—Desde luego que no. Parece que no puedo levantar un
periódico sin encontrar tu rostro esparcido en él. Mi hijo, el
infame High Reeve.
Draco no contestó.
—Debo admitir que aspiraba ver a mi heredero alcanzar algo más
que una reputación internacional como asesino de masas. Es
una pena que no pudieras mantener tu anonimato. Eres más
un perro de caza que un protegido.
Hermione podía escuchar el desdén en el tono de Lucius.
Hermione comenzó a moverse lentamente por el pasillo,
manteniendo los dedos presionados contra la pared.
—Porqué, padre, pensé que había heredado mi excepcional
talento para el asesinato de ti. Yo soy, después de todo, el
89
humilde sirviente del Señor Tenebroso, como mi padre y su
padre antes de él —la voz de Draco era sarcástica, pero
Hermione podía escuchar la tensión escondida en su tono, la
reserva.
—Hay un arte en las contribuciones que hicimos mi padre y yo.
Usar Maldiciones Imperdonables es meramente derramar un
exceso de emociones. La agonía está destinada a ser una forma
de arte. No hay arte en el servicio que prestas al Señor Oscuro.
Has permitido que te usen como un arma sin filo. De todas las
habilidades que pudiste haber cultivado... tus elecciones me
parecen… decepcionantes.
Había un pasadizo escondido en la pared cercana. Si Hermione
tan sólo pudiera alcanzarlo podría esconderse. Esperaría hasta
que Draco llegara por ella.
—También hay menos sangre en mi ropa —escuchó a Draco
decir con un tono despectivo.
—¿Crees que el Señor Tenebroso alcanzó la grandeza
simplemente por la cantidad de Maldiciones Asesinas que
podía realizar? ¿Crees que tal habilidad lanzó a Gellert
Grindelwald a la infamia? La grandeza es algo más que mero
poder bruto. Requiere impulso, astucia y una visión
inspiradora. Eres un tonto al pensar que tu fama como verdugo
te da verdadera importancia. No tienes seguidores. Nadie te es
leal. El miedo no es suficiente; el Señor Tenebroso aprendió esa
dolorosa lección durante la Primera Guerra Mágica. La clave
para su éxito fue su habilidad de expandir su visión cuando
regresó al poder. Un verdugo es poco más que un pie de página.
El Señor Tenebroso te dio la oportunidad de apresar al último
miembro de La Orden. Te hubiera inmortalizado en la historia,
pero después de cuatro meses…
La tabla del suelo bajo el pie de Hermione rechinó y la voz de
Lucius se detuvo. Hermione se quedó helada, con el corazón en
la garganta.
—¿Hay alguien aquí, Draco?

90
91
Capítulo 5
Junio 2005
Hermione se quedó boquiabierta cuando la silueta de Lucius

llenó la entrada del pasillo, sus ojos recorrieron las paredes y se
posaron donde Hermione estaba escondida, la observó durante
un momento antes de acercarse lentamente. Draco apareció
junto a su padre.
No arruines tu cobertura. No arruines tu cobertura, Draco.
Hermione repitió el pensamiento en su cabeza como un mantra
mientras Lucius se acercaba a ella. Lucius se sentía como un
dragón en piel humana, caminaba por el pasillo hacia
Hermione con un ritmo indirecto y sinuoso, como una
serpiente; como si la desafiara a correr; sus ojos brillaban y
centelleaban mientras se acercaba.
—¿Recuerdas el programa de repoblación? Estoy obligado a
mantener una subrogada. ¿No mencioné mi inminente
paternidad?
La expresión de Draco era fría pero concentrada mientras
miraba a Hermione. Movió la cabeza débilmente, como si le
estuviera advirtiendo que no se moviera.
—Aahh sí. La Sangre Sucia sobre la que escribió “El Profeta”.
Me había olvidado de que estaba aquí.
Se paró a unos pocos centímetros de Hermione mientras la
miraba. La Magia Oscura colgaba de él como una capa y causaba
que su estómago se retorciera mientras sudaba frío, se presionó
más contra la pared. Lucius le empujó la cabeza hacia atrás con
la varita hasta que sus ojos se encontraron con los de él, tenía
las pupilas dilatadas; sólo un fragmento de plata los rodeaba.
92
—Un pequeño ratón atrapado en un nido de serpientes.
Hermione sintió como su túnica se movía mientras la mano de
Lucius se deslizaba ligeramente a través de su cuerpo.
—¿Disfrutas de ella, Draco? ¿Te atrae su vulgaridad? Imagino que
después de tantos años de estar prohibido, debe ser una
novedad explorar la suciedad de una Sangre Sucia. Eso
explicaría por qué tu esposa ha estado vagando tan lejos de su
lecho matrimonial. ¿Tu pequeño juguete te hace ansiar cosas
que una esposa de sangre pura no podría permitirse?
La voz de Lucius se convirtió en un ronroneo depredador
mientras se acercaba a Hermione. Olía a cardamomo y cuero,
pero estaba enmascarado bajo el fétido olor cobrizo de la sangre
vieja. La lengua de Hermione se cuajó en su boca y su garganta
se contrajo mientras intentaba pasar saliva.
—Veamos qué atributos tienes para mantener a mi hijo en
Inglaterra mientras su esposa se entretiene en Francia.
No arruines tu cobertura. No arruines tu cobertura.
Sintió cómo se desabrochaban los botones que cubrían su
busto. Se estremeció imperceptiblemente y casi se le escapó un
pequeño gemido, pero lo contuvo. Sus ojos buscaron a Draco,
tratando de advertirle. Estaba congelado detrás de su padre, con
los ojos ardiendo de rabia.
No... no... no...
La mano de Lucius se cerró en torno a su garganta y soltó una
risa baja y temblorosa. No fue corta. La risa siguió y siguió en
lugar de detenerse. Cada vez que Hermione pensaba que iba a
detenerse, continuaba con su sonido leve, implacable y sin
gracia. Todavía tenía los dedos alrededor de su cuello como si
fuera a rompérselo, y ella sentía cada vibración.
—Por qué, Draco... —finalmente dijo, mirando por encima de su
hombro— está apegada a ti.
La expresión de Draco se curvó al instante en una sonrisa cruel
y regodeante al encontrarse con la mirada de Lucius.
—Sí, así es.
Pasó por delante de Lucius, cogió a Hermione del brazo y tiró
con fuerza de ella para zafarla del agarre de su padre. Draco la
miró rápidamente antes de voltear a ver a su padre nuevamente.
93
—Las torturas anteriores la dejaron inestable y le causaron una
pérdida de memoria bastante extensa. El Señor Tenebroso tiene
un interés particular en la información que cree que ella posee.
Quiere mantenerla a salvo aquí en la mansión hasta que pueda
extraerla —sonrió ligeramente— sólo pasaron unos meses y se ha
encariñado con su captor. Soy todo lo que tiene en el mundo.
Volteó a ver intensamente a Hermione y sonrió burlonamente:
—¿No es así, Sangre Sucia?
Hermione no necesitó fingir el temblor de su mandíbula ni la
velocidad creciente a la que su pecho empezaba a contraerse
mientras asentía con la cabeza. Le temblaba la mano al
levantarla y se cerró el vestido. Draco volteó a verla, su boca se
torció con despreció.
—Cálmate y respira. Mi padre difícilmente va a gastar su tiempo
en voltear a ver a alguien como tú.
Lucius la observaba con ávida diversión. Se obligó a sí misma a
recordarlo al encontrarse con la mirada despiadada de Draco y
sintió que se encogía por dentro.
—Normalmente se queda en su habitación, sólo sale a su
caminata diaria. Debe de haber estado suspirando por mí para
haber caminado tan lejos.
Los labios de Draco se curvaron, su expresión se volvió fría
mientras miraba a su padre.
—El Señor Tenebroso no quiere que nadie la moleste, a pesar
de lo divertido que pueda ser. Hay reglas estrictas en cuanto a
las subrogadas. Mantenerla y recuperar los recuerdos que perdió
se considera primordial. Tendrás que perdonarme; tengo que
llevarla a su habitación para asegurarme de que no tenga un
colapso mental por el camino.
Draco comenzó a llevar a Hermione por el pasillo pero después
pausó y volteó a ver a Lucius.
—Tu ala de la mansión se ha conservado. Creo que Astoria la
redecoró el año pasado.Ven, Sangre Sucia.
Arrastró a Hermione con fuerza por el pasillo, moviéndose de
manera tan rápida que apenas podía mantenerse en pie
mientras se apretaba el vestido y trataba de respirar, miró por
encima del hombro y vio a Lucius observándolos partir, con una
94
expresión ilegible en el rostro. Tan pronto como llegaron al Ala
Norte, Draco se detuvo y la envolvió firmemente entre sus
brazos.
—Perdón. Pérdoname —levantó su rostro para poder mirarla. Su
mano era cálida contra su piel mientras estudiaba su rostro,
apartándole el pelo de los ojos— llegó sin avisar. ¿Estás bien? Lo
siento mucho.
—Estoy bien… estoy bien…
Hermione se obligó a decir mientras su pecho seguía dando
espasmos y luchaba por no empezar a llorar.
—Sólo temía que él hiciera algo y arruinaras tu cobertura.
La mano de Draco se deslizó posesivamente a través de su
cabello, en la base de la cabeza, y tiró de ella para acercarla.
—No se acercará a ti. Lo mataré si alguna vez vuelve a tocarte.
Le diré al Señor Tenebroso que enloqueció, y que no tuve
opción.
Hermione enterró la cara en la túnica de Draco y cerró los ojos
con fuerza. Lo había estado haciendo tan bien. Había
mantenido la calma, hacía días que no entraba en pánico, pero
ahora se sentía como si le hubieran pateado violentamente las
piernas. Draco emitió un agudo suspiro de enfado.
—De todas las veces que el Señor Tenebroso pudo haberlo
llamado.
Hermione pasó saliva y levantó la mirada.
—Está aquí para rastrear a la persona responsable por destruir el
horrocrux, ¿no es así? El último miembro de La Orden. Eso fue
lo que dijo.
Draco estuvo callado durante varios segundos mientras la
miraba a los ojos.
—Así es —finalmente dijo, bajando ligeramente la mandíbula.
Extendió suavemente la mano y le volvió a abrochar el vestido:
—El Señor Tenebroso se ha decepcionado por mi fracaso en
capturar al responsable. Ha llamado a mi padre a Inglaterra para
reasignarle la tarea.
A Hermione se le secó la garganta.
—¿Qué… qué significa eso?

95
La comisura de sus labios se torció, sus dedos se alzaron y
pasaron como fantasmas por la mejilla de ella.
—No me imagino que encuentre nada antes de que te vayas.
Apenas importará después de eso. Te quedarás en tu
habitación; no será por mucho tiempo.
Hermione se estremeció y sacudió la cabeza.
—Tengo que buscar unas cosas en la biblioteca. Te estaba
esperando porque tenía una idea…
—Hermione —la interrumpió con voz firme y su mano se alejó:
—Mi padre estará viviendo en la mansión en el futuro
inmediato. Apenas es una coincidencia el que haya sido
llamado ahora que el Señor Tenebroso ya no puede usar tus
recuerdos. Te acompañaré en tus caminatas, puedo decir que es
algo médicamente necesario. Sin embargo, mi padre es
inestable e impredecible. No es confiable ni se espera que siga
las órdenes del Señor Tenebroso de forma fiable cuando se le
mete una idea en la cabeza. Todo lo que él vea, el Señor
Tenebroso lo verá.
Hermione pasó saliva y trató de hablar. Draco suspiró y dejó
caer los hombros.
—Lo siento. En verdad lo siento. Te traeré libros. Sé que eso no
es lo que quieres. Si pudiera hacer algo mejor, lo haría —se
quedó mirando el pasillo un momento— Ahora te llevaré a tu
habitación. Después debería irme. No puede parecer que estoy
pasando el tiempo contigo.
Hermione sentía el corazón de plomo mientras lo seguía por los
pasillos y observaba cómo él inspeccionaba y probaba las
barreras de su habitación durante varios minutos antes de
marcharse. La presencia de Lucius en la mansión se sentía como
veneno en el aire. Narcissa estaba pálida y asustadiza en su
retrato, pero continuó vigilando constantemente a Hermione.
Topsy apareció en al anochecer, con las manos cubiertas de
quemaduras y la frente amoratada, con la piel partida en
algunos lugares.
—¿Qué pasó? —Hermione preguntó horrorizada, mientras
tomaba ligeramente las pequeñas y arrugadas manos entre las
suyas, y observaba el daño.
96
Topsy alejó las manos y las escondió detrás de su espalda.
—El Señor Lucius no le está gustando la redecoración nueva de
Ala Sur. Está ordenando a todos los elfos ser castigados —dijo
Topsy, apartando los ojos.
—Pero-pero él ya no es tu amo. Ahora Draco es el Señor de la
finca.
Topsy miró a Hermione con sus enormes ojos.
—Elfos están atados a la magia. El Señor Lucius aún es Malfoy.
Hermione dejó escapar un fuerte suspiro.
—Pero Draco lo sustituye. Si Draco dice que no, la ley más alta
de un elfo doméstico es la orden de su amo, no deberías tener
que castigarte si Draco dice que no. ¿Por qué no les dijo que no
lo hicieran?
Topsy se movió y frotó un pie contra su pierna.
—Los elfos domésticos no deben hacer nada que haga que el
Maestro Lucius piense que al Maestro Draco no le gusta ser un
Mortífago. El Maestro Draco siempre debe ser un hijo muy leal
al Maestro Lucius, a quien le gusta mucho ser un Mortífago.
Eso es lo más importante.
—¿Qué fue lo que te hizo? —dijo Hermione, moviendo las manos
de Topsy hacia ella. Estaban llenas de ampollas y en carne viva.
—Topsy debe planchar sus manos por un minuto cada una y
golpearse diez veces con una cubeta —el hombro huesudo de
Topsy tuvo un espasmo— Topsy está bien. El amo Lucius nunca
le gustan los elfos, Topsy está acostumbrada de años atrás.
Hermione sentía la garganta espesa y los ojos le ardían mientras
pasaba saliva.
—Desearía poder curarte —su boca se torció— solía ser
sanadora… cuando tenía magia. ¿Tienes pociones? Tengo un
poco de esencia de Murtlap. No es mucho, pero aliviará las
quemaduras y ayudará con los moretones.
Topsy palmó gentilmente la mejilla de Hermione.
—Los elfos están teniendo pociones, pero si las estamos usando
muy pronto, el Amo Lucius quiere castigarnos otra vez.

97
Draco estaba visiblemente tenso y pálido cuando llegó a su
habitación esa noche. Él caminó rápidamente a través de la
habitación, sostuvo su rostro entre las manos y estudió sus ojos
como solía hacerlo durante la guerra.
—Le dejé en claro que estás embarazada y que el Señor
Tenebroso lo está usando como un mecanismo para recuperar
tus recuerdos —dijo después de un minuto— no me imagino que
dudaría en lastimarte a pesar de las reglas respecto a las
subrogadas, pero espero que el interés específico del Señor
Tenebroso en el embarazo sea suficiente.
Hermione movió la mano a la mejilla de Draco, estaba
preocupantemente frío al tacto.
—¿Qué hiciste, Draco?
Él se quitó su mano de encima.
—Añadí algunas barreras más. Quiero saber si trata de acceder
al Ala Norte. Levantaría sospecha si lo dejara fuera por
completo, pero puedo retrasarlo lo suficiente como para llegar
aquí primero.
—Usaste magia de sangre, ¿verdad? Parece que estás a punto de
desmayarte —lo jaló hacia la cama— Siéntate. ¡Topsy! Necesito
una poción regeneradora de sangre. Estoy segura de que la
tienes —presionó su dedo contra su pulso— Y una poción
fortalecedora.
Sacó la varita de la funda en su brazo y la deslizó en su mano:
—Haz un diagnóstico para mí. Necesito saber cuánta sangre
usaste.
Él movió su varita y ella estudió los resultados cuidadosamente.
Cuando Topsy reaparecio, Hermione le pidió varias pociones
restaurativas. Lo observó cuidadosamente mientras se tomaba
las pociones y el color volvía lentamente a sus facciones.
Presionó la mano contra su mejilla y sintió cómo el calor volvía
a penetrar en su piel, al tiempo que le apoyaba los labios en la
frente.
—No saldré de mi habitación sin ti. No necesitas preocuparte.
Él dejó caer los hombros por el cansancio y asintió levemente.
Draco llegó después del almuerzo para su caminata diaria.

98
Mientras estaban en la puerta de su habitación, miró la mano
de Draco.
—Supongo que ya no deberíamos tocarnos. Sólo caminar, como
solíamos hacerlo el invierno pasado.
Él asintió, su expresión era tensa. Caminaron por el jardín de
rosas. Los capullos estaban empezando a florecer. Mientras
caminaban por el costado de la mansión, ambos se quedaron
congelados. Había un amplio rastro de sangre, que salía de las
puertas de hierro de la finca; la grava blanca estaba empapada
de ella. Lucius estaba de pie frente a la puerta principal de la
mansión con un centauro a sus pies. El centauro había sido
golpeado en el torso con la maldición de necrosis; la
putrefacción se estaba esparciendo lentamente por su estómago.
Los tendones en cada pierna habían sido dañados brutalmente.
El centauro estaba gimiendo silenciosamente y seguía tratando
de levantarse, con la piel gris por la pérdida de sangre. El
centauro intentó levantarse de rodillas y se desplomó
pesadamente en el suelo con un gemido agónico. Lucius estaba
vestido de cuero y estaba empapado de sangre. Su pálido cabello
estaba teñido de rojo.
—Ah, Draco... esperaba que estuvieras aquí. Guarda a tu Sangre
Sucia. Si pudieras cambiar las barreras para permitirme llevar a
mis cautivos directamente hacia mi ala, sería útil. Entonces no
me vería obligado a arrastrarlos por todo la finca.
—¿Estás armando un zoológico, padre?
Draco estaba observando la escena con una expresión
cuidadosamente cerrada. Lucius resopló.
—Esta bestia vino del Bosque Prohibido. Estoy seguro de que
sabe algo de la procedencia de esa flecha, o si no lo sabe, puede
decirme quien sí.
El pecho de Hermione se contrajo dolorosamente mientras
Lucius continuaba:
—Desafortunadamente, son criaturas tan poco cooperativas,
que supongo que el proceso requerirá… persuasión.
Draco suspiró y arqueó una ceja.
—Hay prisiones en donde podrías interrogarlos. Eso evita que la
grava se manche de sangre.
99
—Ah sí —dijo Lucius, moviendo la varita en círculos perezosos,
su voz se volvió vagamente cantarina— las prisiones. Las
prisiones llenas de guardias y Mortífagos ambiciosos, ansiosos
por ver a nuestra familia derrocada. Esas prisiones. Quizás si
fueras más cuidadoso, ya habrías capturado a nuestra presa ¿Por
qué debería usar una prisión cuando tengo mi propio ala
redecorada de la mansión? No. La mansión quedará bien. Ha
pasado bastante tiempo desde que he estado en casa. Ahora,
Draco, quizás podrías ser tan amable de transportar mi proyecto
el resto del camino. A menos que prefieras que también lo
arrastre por los pasillos.
Hubo una pausa mientras Draco se interponía entre Hermione
y su padre.
—Topsy —Draco llamó, con voz firme.
Topsy apareció ante Draco con un pop. Sus moretones se
habían vuelto amarillos y verdes.
—Lleva a la Sangre Sucia de vuelta a su habitación y asegurate
de que se quede ahí —Draco desabotonó los puños de sus
mangas y los enrolló— tengo asuntos más importantes que
atender.
Topsy asintió y tomó la mano de Hermione, alejándola
rápidamente. Hermione miró por encima del hombro y vio a
Draco caminar hacia su padre, con la varita colgando de la
punta de los dedos. Hermione había estado en su habitación
durante sólo media hora cuando los gritos comenzaron. Incluso
desde el otro extremo de la mansión, el sonido era audible. Una
agonía inhumana reverberaba por toda la casa como si
emergiera de las paredes. Narcissa se sobresaltó violentamente,
poniéndose de pie, con la cara grisácea y un grito ahogado de
horror. Era el primer sonido que Hermione había escuchado
procedente del retrato.
—Es… es un centauro —dijo Hermione— Lucius lo atrapó.
Narcissa observó a Hermione por un momento y luego se dejó
caer en su silla, con las manos en el regazo. Los gritos siguieron
y siguieron. Hermione apartó la mirada e intentó tragar, pero
su saliva era amarga.

100
Le temblaban las manos mientras intentaba pasar la página del
libro. Las palabras se ondulaban ante sus ojos. Se preguntó si
era la maldición desolladora. La manera en la que los gritos
seguían y seguían le recordaron a Colin. El libro se deslizó de
sus dedos y cayó al piso. Apenas se dio cuenta. Deseó poder
tener su oclumancia. O al menos la capacidad de reorganizar su
mente para que todas las muertes no estuvieran tan a la vista.
Presionó las manos sobre sus ojos y trató de aclarar su mente.
Toda la sangre. Había demasiada sangre. Y piel. Y músculos.
Eventualmente órganos. Capa tras capa. Hasta los huesos.
Quería acurrucarse en la esquina de la habitación, para
esconderse del sonido y del conocimiento de lo qué estaba
ocurriendo, de saber que no podía hacer nada al respecto. Si
trataba de hacer algo, si intentaba ir a suplicarle a Draco que se
detuviera, lo pondría en riesgo, a ella, a su hija, a Severus, a
Ginny, a James. Miró a través de la habitación hacia la esquina,
tratando de no escuchar los gritos que no cesaban.
Mientras lo hacía, volteó la mirada hacia el retrato. La expresión
de Narcissa seguía estremeciéndose, como si intentara no llorar
mientras permanecía estoicamente sentada en su silla.
Hermione se detuvo y dudó un momento antes de acercarse al
retrato. Hermione extendió la mano, sus dedos temblaron
mientras se posaban sobre el lienzo. Narcissa volteó a ver a
Hermione con expresión rígida, arrugó la nariz, curvó los labios
defensivamente mientras se alejaba sentada en la silla.
Hermione esperó. Entonces los ojos azules de Narcissa
parpadearon y su boca se torció mientras le temblaba la
mandíbula. Se acercó al borde de su silla y extendió la mano
hasta que sus dedos pintados se apoyaron en el lienzo debajo
los de Hermione. Hermione permaneció de pie junto al retrato
hasta que los gritos se detuvieron.
Una vez que la mansión quedó en silencio, la mano de
Hermione se apartó del marco y se dio la vuelta. Su estómago
se sentía tan torcido que era como si estuviera siendo
estrangulada por dentro. Se dirigió aturdida hacia su cama y
permaneció de pie junto a ella durante varios minutos. Aún oía
los gritos, como si los tuviera tatuados en los tímpanos.
101
Se acurrucó fuertemente en la esquina entre la cama y la pared
y miró fijamente al suelo con la exprensión en blanco. Parpadeó
y encontró a Draco arrodillado frente a ella, su expresión era
vacilante y preocupada, tenía las cejas fruncidas mientras la
estudiaba, la boca en una firme línea. Llevaba otra ropa y se
notaba que se había duchado. Tenía el cabello cepillado hacia
atrás y aún estaba húmedo. Lo observó en silencio, sin saber
qué decir.
Su expresión se volvió cada vez más extraña al mirarla a los ojos.
No extendió la mano hacia ella. No habló. Simplemente se
miraron y sintieron el peso de todo aquello. Parecía estar
esperando a que ella iniciara algo, a que le tendiera la mano o
apartara la mirada.
—¿Dijo algo que pudiera incriminarte? —Hermione finalmente
preguntó.
Los ojos de Draco parpadearon y observó cómo se le
blanqueaban los nudillos.
—No. Ya cubrí mis rastros.
La boca de Hermione se torció, y asintió levemente.
“Todo lo que haces también está en mi mente. Cada

hechizo”
—Es tarde. ¿Comerás esta noche? —Draco preguntó

estudiándola.
Hermione miró el reloj. Había sido la primera hora de la tarde
cuando Draco la había sacado fuera, ahora eran las siete. Había
perdido todo el día. No había hecho ningún avance en su
investigación. Ni siquiera había hecho una lluvia de ideas. Se
había quedado horrorizada frente a un retrato y había
escuchado cómo torturaban a un centauro hasta la muerte.
Nunca lograba hacer algo. Ni antes de recuperar la memoria. Ni
después. Era una sombra de la persona que había sido antes.
Como el retrato de Narcissa que colgaba de la pared, no era más
que la sombra cicatrizada de alguien a quien Draco había
amado. Le temblaba la mandíbula.
—Hermione...
102
Volteó a ver a Draco, su expresión estaba devastada mientras la
observaba. Empezó a acercarse a ella, pero se detuvo y retiró la
mano.
—¿Quieres comer?
Ella presionó los labios y negó con la cabeza. Los ojos de Draco
brillaron, pero no parecía estar sorprendido, se levantó,
apartando la mirada de ella.
—Te enviaré una dosis de Dreamless Sleep. Mi padre me espera
para ir a cenar esta noche. Avisa a Topsy si necesitas algo.
Eso fue todo lo que dijo antes de irse. Debería investigar más.
Era lo que debería hacer. No se movió. Topsy apareció con un
frasco de Dreamless Sleep que colocó junto a Hermione sin decir
palabra. Hermione aún estaba sentada en la orilla de la cama
cuando el reloj al final del pasillo dio la medianoche y Draco
apareció silenciosamente en la habitación.
—Sigues despierta.
—Quería saber cuando volverías —se puso de pie.
Se acercó y enterró la cara en su túnica. Faltaba poco más de
una semana para el aniversario de la Batalla de Hogwarts. Él
puso su mano de manera tentativa sobre su cabeza. Volteó a
verlo, observando cómo sus ojos plateados brillaban en la tenue
luz. Se obligó a esbozar una débil sonrisa.
—Ven a la cama. Está fría sin ti.
—Se espera que Severus llegue en los próximos seis días —Draco
dijo mientras caminaban por el laberinto de setos.
Hermione sintió cómo se le hundía el estómago.
—Oh.
No sabía qué decir. Caminó a ciegas hasta que llegó a un
callejón sin salida y luego se quedó mirando la pared de tejo,
pasando saliva y tratando de pensar en algo que decir.
Finalmente se volteó y miró a Draco, estaba de pie detrás de
ella.
—¿Puedo ir a la biblioteca una vez más? Sólo una vez. Quiero
investigar una vez más.
Draco la observó por un momento y después asintió.

103
—Mi padre se fue por el día. Te llevaré.
Sintió sus ojos clavados en ella mientras deambulaba de un
pasillo a otro, como si su mirada fuera demasiado pesada.
Volteó a verlo mientras sacaba del estante una enciclopedia de
fórmulas de aritmancia del siglo XV, y sus dedos temblaron
contra el lomo al ver su expresión. Anhelante. Para él, les estaba
robando tiempo. Si no encontraba nada, todo era una pérdida
de tiempo. Todo el tiempo que podría haber pasado con él. La
mandíbula de Hermione tembló. Bajó la mirada y se mordió el
labio mientras deslizaba la enciclopedia de la estantería, así
como los cuatro libros que había junto a ella, añadiéndolos a
una pila.
—Estos también.
—Encontré lo que me faltaba para quitarte la Marca Tenebrosa.

Hermione dijo cuando Draco entró por la puerta de su
habitación después del almuerzo al día siguiente. Estaba sentada
en la orilla de la cama, no tenía nada en las manos y no había
tocado su comida. Él se detuvo en la puerta.
—¿Oh?
A Hermione se le crisparon las comisuras de los labios y se miró
las manos.
—Lo calculé con aritmancia. Incluso hice que Topsy anotara
todos los números por mí… para asegurarme que lo había
calculado correctamente —su voz sonaba vacía. Miró hacia
abajo, y su mandíbula tembló antes de que se obligara a ver a
Draco— Lágrimas de Fénix. Sería capaz de removerla si tuviera
un frasco de lágrimas de Fénix.
También podría haber dicho que necesitaba la Luna. Draco se
quedó mirándola durante un minuto antes de parpadear. Los
Fénix rara vez lloraban. Cuando lo hacían, siempre era sobre
una herida, no ponían sus lágrimas dentro de un frasco para ser
preservadas o usadas en una poción. Tratar de comprar lágrimas
de Fénix costaría una fortuna, y era probable que el vendedor
las rebajara con sangre de unicornio. Podría llevar años
encontrar a un vendedor con lágrimas de Fénix verdaderas.

104
Tragó saliva y se movió inquieta, enrollando la tela de la túnica
entre los dedos.
—Quizás… si comienzo de nuevo, pueda encontrar algo. Puedo
haberlo visto desde un mal ángulo... —tuvo un espasmo y le
tembló el hombro— O… una bomba. Podría construir una
bomba… como las que usé en Sussex —se agarró el labio inferior
entre los dientes y lo royó— creo… que recuerdo la mayor parte
del proceso. Si me traes un análisis de las barreras en el castillo
de Voldemort, podría ser capaz de diseñar una bomba para
ellas. Podríamos hacer que todo explote.
La expresión de Draco estaba cerrada, pero su mirada era
furiosamente paciente mientras caminaba hacia ella.
—¿Puedes construir una bomba sin magia?
Hermione pasó saliva y se le torció la boca.
—N-no... Pero… podría decirte cómo…
—¿Puedes usar los materiales de manera segura estando
embarazada?
Le tembló la mandíbula y se dio cuenta de que era una idea que
probablemente él ya había considerado y descartado en algún
momento anterior.
—No. Pero podrías poner escudos alrededor de mí, eso
amortiguaría los efectos y yo podría enseñarte las técnicas de
antemano. Podríamos trabajar juntos…
Draco le tomó la mano derecha y la presionó contra su mano
izquierda, su dedo pulgar e índice tuvieron un leve espasmo.
Toda la mano de Hermione se estremeció contra la suya.
—¿Quién de las dos tiene las manos lo suficientemente firmes
como para construir una bomba?
Hermione alejó la mano, cerrándola en un puño tan apretado
que podía sentir sus huesos metacarpianos debajo de la punta
de los dedos. Podía sentir cómo la sangre se drenaba de su
cabeza y sentía que podía caerse de la cama. Presionó la otra
mano firmemente en el colchón para estabilizarse.
—Tal vez puedo…
—Hermione, estoy cansado.
Volteó a verlo y lo vió en sus ojos. La guerra se lo había comido;
restaba ya tan poco de él. Los fantasmas en sus ojos, la guerra,
105
eran casi todo lo que había. Los otros Mortífagos se habían
retirado de la guerra después de la Batalla de Hogwarts, pero
Draco no había tenido la posibilidad, nunca se había permitido
ese lujo. Había continuado, porque no podía encontrarla,
porque había hecho un juramento para vencer a Voldemort.
Su mejor esfuerzo para derrotar a Voldemort. Lo mejor de él.
Siempre lo mejor de él. Día tras día. Sólo quería un punto final
hacia el cual mirar.
—Draco... yo…
Él tomó sus manos entre las suyas y pasó le pasó el pulgar sobre
el anillo.
—Me gustaría despedirme antes de que te vayas.
Se le hizo un nudo en la garganta mientras lo miraba fijamente.
Le temblaba visiblemente la mandíbula, y él nadó en sus ojos
cuando asintió lentamente y enterró la cara contra su pecho. Él
envolvió sus brazos alrededor de sus hombros y suspiró. Ella
envolvió sus brazos alrededor de él, pero su mente estaba
acelerada. En cuanto se fue, volvió a investigar. Pidió más libros
a los elfos domésticos.
Cuando volvió por la tarde-noche, los había guardado todos.
No lo mencionó. Sabía que él lo sabía de todas formas. Lo besó.
Lo empujó hacia la cama y deslizó la pierna hasta colocarse
sobre su regazo, con los dedos enredados en su pelo mientras le
acariciaba los labios con los suyos. Le quitó su túnica de los
hombros y le desabotonó la camisa, pasando los dedos por sus
clavículas y siguiéndola con los labios. Sus manos se deslizaban
a través de sus brazos, guió las manos de Draco hasta su cintura
y movió su boca nuevamente hacia la suya.
Sus manos la agarraron. Le presionó la costilla inferior con el
pulgar y la arqueó contra su pecho. Levantó la otra mano y la
rodeó por el cuello, acercándola demasiado y echándole la
cabeza hacia atrás mientras profundizaba el beso. Ella comenzó
a desabrocharse el vestido, le temblaban las manos y sus dedos
se enredaban con los botones. Él retrocedió y trató de cerrar las
manos sobre las suyas. Ella las soltó de un tirón.
—Quiero esto —dijo con una voz tensa y temblorosa— Quiero
esto. Quiero esto en nuestros términos antes de que me vaya.
106
Le tembló la voz:
—Esto era nuestro... —pasó saliva y parpadeó con fuerza antes de
mirar sus ojos plateados— Era nuestro.
Crispó los hombros, el vestido se deslizó y se le enredó en la
cintura. Le rodeó el cuello con los brazos, tiró de él y volvió a
besarlo. Permaneció a horcajadas sobre él mientras avanzaban,
a medida que la temperatura aumentaba y el mundo a su
alrededor se desdibujaba. No había nada más que Draco, sus
manos y sus ojos, el latido de su corazón. Volvió a explorar su
cuerpo. Era diferente, se sentía dañado entre sus manos. Tenía
cicatrices que ella no reconocía, y sus dedos a veces tenían
espasmos cuando la acercaba y le recorría la piel con las manos.
Se recostó contra la longitud de su cuerpo, saboreando su calor
mientras la mano de él recorría la curva de su columna
vertebral. Él mordisqueó a lo largo de su hombro hasta que
emitió un gemido bajo y su cuerpo se estremeció contra el de
él. Lo besó en la garganta y a lo largo de las clavículas y observó
cómo reaccionaba, cómo se tensaba y se le entrecortaba la
respiración, cómo sus dedos se retorcían en su cabello y se
deslizaban posesivamente por su garganta.
Mía.
Ella podía sentirlo en su tacto, pero él no lo decía.
Mía.
Los ojos de Draco no eran como los de un lobo. Eran los de un
dragón, mortíferos y posesivos. La observaba como si ella fuera
todo lo que importaba en el mundo. Hacía que le hirviera la
sangre. Los muslos de Hermione se sujetaron a sus caderas
mientras se sentaba a horcajadas sobre él y se movía. Lo miró a
los ojos. Su corazón latía con fuerza en su pecho y su pulso se
aceleraba, y sabía que él podía sentirlo. Movió las manos de
Draco hacia sus caderas mientras bajaba lentamente. Los ojos
de Draco se ennegrecieron, y su mandíbula se tensó mientras
siseaba levemente entre dientes, pero no la apresuró mientras
se detenía, se adaptaba a la sensación y hacía rodar las caderas
hacia delante.
Era familiar, tanto en el buen sentido como en el malo. Sobre
la mesa, había intentado no prestar atención, ni en cómo se
107
sentía, ni en cómo la tocaba por dentro, ni a la sensación o el
movimiento, había alejado su mente y se había concentrado en
el roce de la mesa contra sus caderas, el reloj, la textura de la
madera bajo las yemas de sus dedos. Poesía. Pociones.
Cualquier otra cosa. Siempre se había tratado de
experimentarlo lo menos posible. Ahora quería darse cuenta de
cómo era. Estaban conectados. Él estaba dentro y debajo de ella,
sus manos guiaban su cadera mientras se movía junto a él. Era
agradable. Estaba segura de que se habían sentido así cuando
tenían íntimidad.
El calor de su tacto era como un incendio. No era demasiado
rápido ni excesivo para ella. Iba tan lento como ella lo
necesitaba. Solía ser lento. Recordaba eso. Lento e íntimo
mientras susurraba contra su piel. La veneración ardiente de su
tacto cuando le hacía el amor. Eso es lo que había sido. Hacer
el amor. Eso era lo que habían tenido. Los ojos de Hermione
ardían y dejó caer la cabeza hacia adelante mientras sus
hombros temblaban.
—Te amo —tomó la mano de Draco con tanta fuerza que dolía:
—Quería demostrártelo mi vida entera.

108
109
Capítulo 6
Junio 2005
Severus ya viene. Severus ya viene.

Hermione sintió como si se estuviera convirtiendo en plomo.
Sentía un dolor constante en el pecho y una piedra parecía estar
alojada en su garganta; la sentía cada vez que pasaba saliva. Una
sensación palpable de terror y desesperación se esparcía
alrededor y a través de ella. Como si se estuviera ahogando con
la marea creciente; el agua le había llegado al rostro,
deslizándose lentamente a través de su piel, elevándose un poco
más cada minuto. Estaba atrapada en aquel lugar y no podía
hacer nada más que permanecer sentada, sintiendo como el
agua se apoderaba de ella. Quería recuperar su oclumancia.
Ahora que recordaba haberla tenido, sentía su pérdida. La
muerte y mutilación, a todos a los que había visto morir, en el
primer plano de su mente. No siempre había sido de esa
manera. Solía haber espacio para la agonía emocional, pero ya
no más. Pronto Draco sería una persona más que moriría
porque ella no pudo salvarlo. No creía que su oclumancia fuera
capaz de desvanecer el dolor.
Si pudiera ocluir tan sólo un poco, pensaba que podría ser capaz
de decir todo lo que necesitaba decir, preguntarle a Draco lo
que quería saber. En cambio, cada vez que trataba de abordar el
tema, se le quebraba la voz, le empezaban a temblar los hombros
y empezaba a llorar y luego a hiperventilar. Draco la dejaba
llorar estoicamente y luego la envolvía entre sus brazos y la
calmaba cuando comenzaba a respirar con dificultad. Ella se
alejaba bruscamente enfadada. Quería gritarle a Draco.
110
Deja de aceptarlo. Deja de resignarte. Me estás rompiendo el corazón.
Deja de actuar como si estuviera bien. No está bien. Nunca va a estar
bien. Deja de resignarte.
Era fácil enfadarse con él… por lo menos ella seguía
intentándolo. Él sólo le seguía la corriente. Finalmente se
derrumbo y se enfureció con hasta que tuvo un ataque de
pánico.
Sus planes eran estúpidos y egoístas. No era justo que él muriera, y a
ella le tocara vivir con todo. Si le hubiera dejado ayudarlo a rescatar a
Ginny, probablemente nada de esto hubiera pasado. Debió haberlos
dejado trabajar juntos. Si no hubiera sido tan controlador y no hubiera
tratado de hacer todo por su cuenta… todo podría haber sido diferente.
Él solo se quedó ahí de pie sin hablar mientras se desahogaba.
Hasta que comenzó a hiperventilar y colapsó en el suelo con los
brazos envueltos de manera protectora alrededor de su
estómago. Él la tranquilizó, trazando círculos en su espalda
mientras lloraba y trataba de quitárselo de encima.
—No me hagas esto, Draco. No hagas esto. No.. no… no… no...
Después de eso, fue convocado, y se quedó hirviendo, enfurecida

y obsesionándose, dándose cuenta que lo estaba haciendo a
propósito. Podía leer sus pensamientos. Sabía cómo se
inclinaba su mente. Antes del ataque de Montague, había
hecho todo lo posible para fastidiarla y hacer que lo odiara. Le
había dado un objetivo, algo en lo que concentrarse, una forma
de canalizar su estrés. Si estaba enojada con él, era menos
autodestructiva. Su rabia amortiguaba su culpa. Entonces
marcharse le resultaría más fácil. No quería ser controlada.
Después de eso, se tragó su furia. No quería perder el tiempo
que tenía enojadándose. Pero cuando estaba sola, quería gritar
y romper todo lo que estuviera a su paso. Las esposas le
impedían físicamente hacer algo más que llorar. Estaba
ardiendo de rabia, devastación y culpa sin capacidad alguna de
canalizarlo. Sentía como si la envenenaran por dentro, como si
las emociones corroyeran la sangre en sus venas. Siguió
obsesivamente revisando todas las pilas de libros que cubrían el
suelo de más de la mitad de su habitación. Si los leía suficientes
111
veces, tal vez tendría un gran avance, tal vez podría ver algo que
había pasado por alto antes.
Cuando Draco la visitaba, trataba de ignorar el hecho de que se
marcharía. Tenía una inusual disponibilidad en vísperas del
aniversario de la Batalla de Hogwarts. Lucius era el responsable
de la "cacería", y las ejecuciones se habían suspendido hasta la
celebración del aniversario. Draco pudo pasar la mayor parte de
su tiempo con ella. Hermione se volcaba en él. Quería cada
detalle de él.
Hicieron el amor varias veces. Después de la primera vez, fue
más fácil. Confiaba en que podía hacerlo, que podía detenerse
si necesitaba hacerlo. Podía comunicarle físicamente aquellas
cosas que le costaba verbalizar sin terminar llorando. Se
aferraba a él y deseaba nunca dejarlo ir. Él la sostenía entre sus
brazos y la besaba a lo largo de todo el cuerpo. La tocaba y
enredaba los dedos en su cabello. Le recorría el cuello y los
hombros como si estuviera midiendo y memorizando la manera
en la que encajaba en sus manos. Se empujaba en su interior, y
ella lo miraba a los ojos, observando cómo brillaban y
cambiaban de color al dilatarse las pupilas.
Mía. Mía. Mía.
Lo sentía como un latido.
Mío.
Para tenerte y protegerte...
Atraía sus labios desesperadamente contra los suyos,
envolviendo los brazos alrededor de sus hombros, enredando
los dedos en su cabello, absorbiendo la sensación de estar con
él, el ritmo de los latidos de su corazón junto a los suyos.
En lo bueno y en lo mano…
En la salud y en la enfermedad...
Recorría sus runas con los dedos, sintiendo la implacable magia
que allí residía. Besaba cada una de sus cicatrices, y él besaba las
suyas. Entrelazaban sus manos, rozaban sus narices y se
susurraban el uno al otro. Tomaban cada momento
lentamente. Apenas les sobraba tiempo; no querían
desperdiciarlo al apresurarse. Al finalizar, Hermione se

112
acurrucaba envuelta en sus brazos, con la espalda apoyada
contra su pecho.
En casa. Así es como se siente un hogar.
Le tomó la mano izquierda y la presionó contra el bulto en la
parte inferior de su pelvis.
—Es ella. Yo… —su garganta se apretó— probablemente sea capaz
de sentir sus movimientos a partir del próximo mes. El libro
dice que se siente como un revoloteo al principio.
Los dedos de Draco tuvieron un espasmo en su mano y
presionó un beso sobre su hombro desnudo. Bajó la mirada,
estudiando la mano de él bajo la suya mientras se extendía a lo
largo de su vientre.
—Se llama vivificación… cuando sientes a un bebé moverse por
primera vez.
Después del almuerzo, Draco la condujo más allá de los setos

que se extendían a lo largo del Ala Sur de la mansión. Mientras
caminaban alrededor del invernadero, Hermione se detuvo
sorprendida. Había un establo de caballos alados en la finca de
los Malfoy. Se quedó de pie sin palabras frente a las puertas y
los contempló a todos; enormes Abraxans, Granians y Aethonans.
Todos la observaban a ella y a Draco a través de los establos
enrejados. Pisotearon sus cascos y sacudieron la cabeza,
relinchando mientras Hermione se aventuró a avanzar. Levantó
la mano, y un delicado Granian agitó sus alas ahumadas y metió
la nariz entre los barrotes, acariciando con el hocico la palma
de la mano de Hermione.
—No sabía que tenías caballos —dijo mientras le acariciaba el
hocico y le rascaba las orejas— pensé que había explorado la
mayor parte de la finca cercana a la mansión. No sé cómo no
me fijé en los establos.
Draco estaba inusualmente callado. Se volteó para mirarlo.
Tenía una expresión indescifrable en el rostro mientras la
estudiaba, ladeó la cabeza y pareció dudar durante varios
segundos.

113
—Sí sabías acerca de ellos —bajó la mirada— solías venir aquí a
diario durante el invierno. Dejaste de hacerlo a finales de
febrero.
Hermione observó a Draco, con los dedos rozando el cuello del
Granian. El caballo estuvo a punto de derribarla cuando le
acarició la túnica. Se dio la vuelta y rascó el remolino de la frente
del caballo mientras intentaba asimilar la información, abrió la
boca, pero no le salieron palabras. Pasó saliva y aclaró su
garganta varias veces.
—Oh.
Consiguió decir finalmente con voz ligera después de
permanecer de pie y acariciando la crin del graniano para que
quedara lisa. La nariz y los ojos le ardían por el polvo y el aroma
dulzón y enfermizo del heno. Después de un minuto asintió:
—Tiene sentido —asintió nuevamente y se aclaró la garganta:
—Creo que perdí algunos recuerdos… creo que fue durante mi
primera convulsión —siguió mimando al caballo sin mirar a
Draco— es-es tan interesante cómo funciona la memoria.
Probablemente hay muchas cosas que ni siquiera sé que no
puedo recordar...es…—le costaba pensar qué decir después:
—Debe ser muy raro observarlo—.
—No creo que haya sido tu ataque — dijo Draco desde detrás de
ella— es algo que hace el Señor Tenebroso. Una técnica de
legeremancia, supongo que se podría decir. Destroza los
recuerdos. Ha hablado sobre el método en el pasado. Pequeñas
piezas de memorias; las toma y las destroza. Él… disfruta
sentiendo la angustia mental que experimentan las víctimas
cuando pierden los recuerdos —hubo una pausa— Venir aquí
solía hacerte feliz, así que te lo arrebató.
Draco invocó varias manzana de un bote cercano y cortó un
pedazo, entregándoselo a Hermione. Hermione lo puso en la
palma de su mano y lo sostuvo hacia adelante. El hocico del
Granian le rozó la piel y le hizo cosquillas mientras resoplaba y
comía.
—¿Habían otras cosas? —preguntó— ¿Otras cosas que no
recuerdo haber olvidado?

114
—Tenías un recuerdo sobre tu padre. Te dijo que doblaras mil
grullas para pedir un deseo. Eso era todo lo que yo sabía.
Hermione se quedó quieta, sintiéndose fría mientras lo
asimilaba.
—Me preguntaba… por qué las había hecho.
Varios caballos más sacaron sus cabezas a través de los barrotes
de los establos y las sacudieron arriba y abajo hasta que
Hermione se movió de un caballo a otro, acariciándoles las
narices mientras los sobornaba para que se quedaran quietos
con rebanadas de manzana. Podía sentir a Draco observándola,
y se le hizo un nudo en el estómago mientras intentaba calcular
por qué la había llevado allí.
—Entonces… ¿por qué necesito saber acerca de los caballos?
Preguntó mientras le rascaba las orejas a un Abraxan que tenía
la cabeza del tamaño de un elefante. Draco le entregó otra
rebanada de manzana antes de responder.
—Con los recursos suficientes, los trasladores y las apariciones
dejan firmas rastreables. La aparición y las escobas no van lo
suficientemente lejos, lo suficientemente rápido. Los Granians
vuelan mucho más rápido que cualquier otra criatura mágica.
Volarás a caballo desde la Mansión hasta Dinamarca. Hay una
casa segura ahí con un traslador internacional; te llevará hasta
Ginny.
Hermione asintió nuevamente, alejándose de los caballos y
pasando junto a Draco sin decir una palabra. Por supuesto, sólo
era un paso más encaminando su partida. Parecía que todo lo
que hacía no era más que una fase adicional en su proceso de
despedida. Se dirigían de vuelta a la mansión cuando Draco se
puso rígido y se quedó inmóvil, su expresión tenía una mezcla
de incredulidad y furia. Hermione volteó a verlo
nerviosamente. Lucius…
—Astoria acaba de aparecer en el vestíbulo.
Una fría sensación se apoderó de Hermione. Comparada con
Lucius, Astoria era un inconveniente menor, pero la
combinación de ambos era terriblemente inoportuno. Draco
resopló en tono de burla y miró hacia el cielo:
—¿Por qué será que nunca nada sale mal a medias?
115
Permaneció varios segundos con los ojos desenfocados. Cuando
se aclararon, resopló enfadado.
—Ahora hay otra persona con la que tengo que lidiar —su mano
izquierda se desvió hacia la funda de su varita mientras
caminaba hacia la mansión, la grava crujía ruidosamente bajo
sus zapatos.
Hermione lo siguió, y un presentimiento se apoderó de ella
cuando se le ocurrió que Draco probablemente había estado
esperando tener que matar a Lucius desde que había regresado,
y ahora Astoria también estaba en esa lista. En el caso de
Astoria, no era sorprendente. Pero Draco había protegido a su
padre durante años, Hermione estaba segura de ello. Habría
sido mucho más fácil para Draco haber orquestado la muerte
de Lucius en algún momento que explicar la constante
imprevisibilidad de su padre. Draco se detuvó en los jardines de
rosas con una expresión de desprecio.
—Se dirige hacia la terraza para reunirse con nosotros —giró el
cuello para que tronara, enderezándose mientras su expresión
se convertía en una de indolente maldad.
Dobló la esquina de la mansión y Hermione le siguió unos
pasos atrás servilmente. Astoria los esperaba con las manos en
las caderas. La comisura de la boca de Astoria se torció hacia
arriba mientras miraba a Draco y Hermione desde los escalones,
levantó un hombro delgado.
—¿Cómo he podido adivinar que los encontraría juntos aquí
fuera?
—Me imagino que le preguntaste a un elfo doméstico —dijo
Draco mientras ascendía los escalones y la observaba
fríamente— pensé que estabas pasando el verano en Francia,
Astoria. ¿Te desterraron?
Los labios de Astoria se curvaron de modo que sus dientes se
mostraron brevemente mientras levantaba la barbilla.
—Estoy aquí para la celebración. Serás el invitado de honor. ¿Te
das cuenta de cuánta gente hablará si tu esposa no asiste
contigo?
Draco arqueó las cejas con escepticismo y Astoria volteó a ver a
Hermione.
116
—¿Qué? ¿Ibas a llevarla a ella? ¿La ibas a sentar en tu regazo y
toquetearla públicamente como lo hace Amycus con la suya?
Volteó los ojos:
—No. Ese difícilmente es tu estilo. No puedes mantenerla
debajo de una montaña de barreras si la dejas salir en público.
Astoria sacudió la cabeza:
—No se me requiere pedir permiso para regresar a mi propia
casa. Estoy aquí para aparecer junto a mi amado esposo. La
gente empieza a hablar.
La expresión de Astoria era cada vez más contraída y sus labios
se fruncieron brevemente mientras miraba resentida a Draco.
—No es como que prestes atención, pero sí hablan bastante de
ti —su voz era sacarina— me encuentro incapaz de hacer algo más
que responder las interminables preguntas sobre ti cuando
salgo. Todos quieren saber cuándo me visitarás —soltó una
carcajada que sonó como si un cristal se estuviera rompiendo:
—Adrian bromeó en una fiesta diciendo que te habías quedado
aquí en Inglaterra porque tu lado paternal estaba empezando a
salir, y entonces toda la sala se echó a reír porque todo el mundo
sabe que lo único que haces es matar cosas.
La boca de Draco se curvó en la esquina.
—Bueno… estaré bastante ocupado la mayor parte del tiempo.
Pasarás la mayor parte del evento con mi padre. No creo que
ustedes dos se conozcan.
La frágil expresión de Astoria se onduló cuando un destello de
incertidumbre apareció en su rostro.
—¿De verdad? ¿Lucius? ¿Ha regresado a Inglaterra? —luego su
expresión se agudizo y miró con despreció a Hermione— ¿Es por
ella?
Draco siguió la mirada de su esposa y observó a Hermione con
ojos endurecidos.
—Difícilmente. El Señor Oscuro lo ha llamado para que asuma
algunas de mis obligaciones ahora que mi nuevo estatus me
exige tanto tiempo —la boca de Draco se torció en una sonrisa
burlona— ahora es un poco excéntrico, mi padre, pero los dos
comparten ciertos intereses; quizás le agrades.

117
Se encogió de hombros y miró a Astoria una vez más antes de
llamar a Hermione para que subiera los escalones con un rápido
movimiento de la mano:
—Quítate del camino, Astoria, si es que te es posible.
Comenzó a caminar hacia la puerta y Hermione lo siguió,
tratando de no hacer contacto visual con Astoria. Mientras
Hermione pasaba, Astoria habló en voz baja:
—Va a matarte.
Hermione se paralizó brevemente y Astoria continuó:
—¿No lo sabías? Estás muerta… tan pronto como ese bebé salga
de ti. El Señor Tenebroso quiere tu cadáver. Espero que haga
algo asqueroso con él.
—Astoria, ¿acaso no te dije algo hace unos meses sobre hablar
con la Sangre Sucia? —Draco se acercó peligrosamente desde la
puerta.
Astoria palideció y dió un paso hacia atrás.
—Sangre Sucia —la voz de Draco era filosa como un cuchillo:
—Ven antes de que te arrastre.
Hermione continuó caminando hacia Draco, sintiendo los ojos
de Astoria en la espalda. Cuando entraron en su habitación,
Hermione respiró hondo y se giró, cruzando los brazos con
fuerza alrededor de sí misma.
—Dime todo el plan. Necesito saber… necesito que me digas el
plan completo.
Draco cerró la puerta firmemente y se quedó de pie frente a ella.
La miraba con ojos calculadores. Después de un momento bajó
la mirada y se enderezó las mangas:
—Asumiendo que Severus no llegue tarde, te irás antes de la
celebración del aniversario. Se desestabilizarán las cosas más
rápidamente si no aparezco durante el evento. Pretende ser una
demostración de fuerza; al Señor Tenebroso le costará excusar
mi ausencia —movió la mano despectivamente— pero… eso no
viene al caso. Una vez que te quitemos las esposas, tú y Severus
volarán inmediatamente a Dinamarca. Él conoce la ubicación
de la casa segura. Cuando hayas usado el transportador, él
regresará. Si las cosas salen de acuerdo al plan, su desaparición

118
habrá pasado desapercibida y permanecerá en su puesto tanto
como pueda.
Hermione tembló.
—¿Qué hay de ti? —sentía como si la estuvieran aplastando hasta
morir— Después de que me vaya… ¿Qué pasará exactamente
contigo?
La boca de Draco se curvó con una leve sonrisa.
—Me aseguraré de que nadie se dé cuenta de que Severus ha
desaparecido durante medio día. Daré la impresión de haber
intentado huir contigo y dejaré que encuentren a otro
Mortífago, que se supondrá que es el segundo implicado.
Suspiró:
—Se suponía que sería Montague, dada su conocida fascinación
por ti. Pero ahora tengo otras opciones en mente —se encogió
de hombros— de todas formas es un detalle sin importancia.
—¿Qué pasará contigo? —Hermione dijo nuevamente.
La miró a los ojos con seriedad.
—No seré capturado, si eso es lo que te preocupa. Tengo
demasiada información para arriesgarme a un interrogatorio.
Miró hacia abajo y parecía estar inspeccionando el brillo en la
punta de sus zapatos:
—No te preocupes. Será rápido —la miró con una leve sonrisa:
—Soy bastante bueno en hacerlo rápido.
Hermione torció la boca, se volteó y caminó hacia la ventana.
Pensaba que se le habían acabado las lágrimas durante su
encarcelamiento debajo de Hogwarts, pero ahora se encontraba
luchando constantemente contra ellas. Podía sentirlo caminar
hacia ella hasta que su túnica rozó con la suya. Presionó la mano
contra la ventana y observó desesperadamente a través de la
finca. Era una jaula. El cielo abierto y las colinas ondulantes
eran sólo una ilusión de libertada. En todo el tiempo que lo
había conocido y sido su prisionera, él había estado más
encadenado que ella.
—No quiero que mueras, Draco.
La mano izquierda de Draco se deslizó alrededor de su cintura
y la puso sobre su vientre. Hermione presionó los labios, pero
aún le temblaba la mandíbula.
119
—Draco… —torció la boca, y sintió los pómulos hundidos y
doloridos. Tenía una sensación de desesperación en el pecho.
Dejó caer la frente contra el frío cristal:
—No… no… no quiero que mueras...
—Lo sé —deslizó el otro brazo alrededor de sus hombros y ella
presionó su mejilla contra su mano.
Ella apretó la mano que tenía él sobre su abdomen, y se
quedaron en silencio hasta que Draco suspiró y se enderezó.
—Tengo que irme. Con Astoria aquí también… no vale la pena
el riesgo adicional.
Hermione miró hacia el suelo y asintió. Se le hizo un nudo en
la garganta por la culpa. Habían tenido menos de un mes y se
lo había pasado investigando. Ahora, el poco tiempo que les
quedaba se había acortado. Él alejó las manos y ella lo sintió
desvanecerse.
Aún así llegó esa noche. Después de que las luces en la mansión
se apagaron, apareció en su habitación.
—Bueno, mi padre y Astoria ya se conocieron —rodó la
mandíbula mientras se quitaba la túnica de gala— A él le agrada
incluso menos de lo que esperaba. Supongo que sería más
desafortunado si parecieran agradarse, pero el antagonismo
durante la cena fue tedioso en cuestión de segundos —la esquina
de su boca se curvó hacia arriba por un momento antes de que
su expresión se cerrara nuevamente.
—¿Puedes estar aquí ahora? —preguntó después de un momento.
Él asintió.
—Sabré si se acercan a mi puerta. Es más probable que sea mi
padre buscando un compañero para beber que Astoria
esperando compartir mi cama —se sentó en la orilla del colchón.
A Hermione se le apretó el pecho y bajó la vista a sus manos. El
regreso de Astoria a la mansión puso cierto énfasis en la
presencia de Draco junto a Hermione en la cama. Estaba
casado. Tenía una esposa. Sin embargo, estaba en la cama de
Hermione porque era… su amante. O esclava sexual. Esa era la
función prevista, como subrogada y esclava sexual. Eliminando
su encarcelamiento, seguía siendo categóricamente su amante.
120
Levantó la mirada para encontrar a Draco estudiándola y se
obligó a sonreír.
—No, supongo que no lo hará.
Durmieron frente a frente. La sostuvo casi aplastándola contra
su pecho y podía sentir el latido de su corazón contra su mejilla.
Draco se incorporó en mitad de la noche.
—Mi padre está deambulando por la mansión —fue todo lo que
dijo antes de desaparecer sin un sólo ruido.
No volvió a aparecer hasta después del almuerzo para “pasear” a

Hermione. Estaba visiblemente tenso y no hizo ningún esfuerzo
en conversar mientras caminaban por los jardines. Mientras
caminaban entre las rosas florecientes, Hermione sintió una
sensación adicional de terror asentada en la parte inferior del
estómago. Él no dejaba de escudriñar a su alrededor y de
observar a la mansión, como si esperara que emanara una
explosión en cualquier momento.
—¡Draco! —la voz aguda de Astoria cortó el aire.
La comisura de los labios de Draco se levantó brevemente
mientras se giraba para encontrarse con su esposa acercándose.
Astoria tenía la cara pálida, pero los huecos en sus mejillas
estaban manchados de rojo. Irrumpió a través de las jardineras.
Estaba impecablemente ataviada con túnicas de color verde
pálido salpicadas de detalles escarlata. A medida que se
acercaba, Hermione notó que sus zapatos también tenían rojo
escarlata sobre ellos.
—Draco… Draco… esto es… ¡Inaceptable! —Astoria parecía estar
al borde de las lágrimas y casi sin palabras— Intolerable.
Obsceno. Ni siquiera sé…
Cuando estaba a unos metros de distancia, Hermione se dio
cuenta que la túnica de Astoria no tenía detalles rojos, estaba
salpicada y manchada. Como si se hubiera metido en un charco
de sangre.
—¿Qué pasa, Astoria? —Draco preguntó alargando las palabras.
Astoria se quedó de pie frente a Draco durante varios segundos,
tragando saliva visiblemente, se miró la túnica y volvió a mirarlo
a él.
121
—Tu padre tiene que irse. No puede quedarse aquí —se
atraganto— él… él… él… —se señalo a sí misma— todo el
vestíbulo está cubierto de sangre. Habían cosas colgando del
candelabro… intestinos, creo. Están en los retratos y en todas
las orquídeas que traje desde Francia, ¡y en mis túnicas nuevas!
El salón entero está arruinado. Se suponía que la Señora
Thicknesse vendría a tomar el té con sus hijas y otras señoras
más para planear la celebración… ahora voy a tener que
cancelarla porque la mayor parte de la casa está llena de sangre,
y Bobbin dice que hay cadáveres amontonados junto a la
puerta. Haz que se vaya.
Hermione apenas si había estado en las otras alas de la mansión
desde la llegada de Lucius; no tenía idea de si lo que decía
Astoria era verdad o si estaba exagerando. Hermione estaba
segura de que Draco había agregado barreras a su habitación a
partir del día que Lucius trajo al centauro, ya no podía escuchar
sonidos a través de la puerta o las ventanas. Había visto marcas
de sangre en el exterior de vez en cuando, cuando Draco y ella
paseaban, pero una vez dentro de las paredes de su dormitorio,
casi no se daba cuenta del mundo exterior. Draco suspiró y se
acomodó la túnica.
—Astoria, es tradición que viva en la finca. Tiene un ala privada
de la mansión.
Astoria levantó las manos.
—¡No está usando su ala! Está usando las puertas principales y
la entrada principal. Hay sangre por toda la grava. Hice que los
elfos la reemplazaran toda esta mañana, y ya está empapada de
nuevo. La mansión parece un matadero.
Draco asintió, con expresión indiferente.
—Estoy consciente de la condición de la mansión. Hay razones
por las que no te pedí que regresaras para la celebración. Si
insistes en asistir, hay otras propiedades en Inglaterra que
puedes ocupar durante los siguientes días.
Astoria miró fijamente a Draco, con los ojos muy abiertos e
incrédulos.
—¿Sabes cuánta gente hablará si recibo invitados en otro lugar
que no sea la Mansión Malfoy?
122
Draco enarcó una ceja y la miró a los ojos fríamente.
—Yo no te pedí que vinieras, Astoria. Él está en Inglaterra bajo
las órdenes del Señor Tenebroso. Tú estás aquí por capricho.
¿Esperas que me someta a tus preferencias?
Astoria comenzó a responder, pero antes de que pudiera
hablar…
—¿Qué es esto? Toda mi familia reunida en un solo lugar. Qué
alegría —Lucius parecía haberse materializado de la nada.
Astoria se encogió hacia Draco, quien se apartó de ella para
colocarse entre la línea de visión de su padre y Hermione. El
movimiento fue sútil, como si simplemente se hubiera girado
para ver a Lucius, pero Hermione quedó casi oculta después de
que él cambiara su postura.
—Padre, Astoria está consternada por la condición del vestíbulo.
—¿De verdad? —Lucius arrulló la palabra como si le estuviera
hablando a un niño pequeño— pensé que era una mejora
considerable sobre el minimalismo estéril al que parece tan
aficionada.
Astoria era visible a la derecha de Draco y Hermione la vio
palidecer, mientras sus manos se movieron defensivamente
hacia su estómago y luego se detuvieron, para cerrarlas en puños
a sus costados.
—Quiero que se vaya —dijo con voz cortante, le temblaban los
pendientes, pero levantó la barbilla— quiero que se vaya de la
finca.
Lucius arqueó una ceja y dirigió su mirada a Astoria con un
gesto de menosprecio.
—Por supuesto. ¿Quieres desterrarme de mi propiedad?
—No es su propiedad, es de Draco. Es mía. Yo soy la Señora de
la Mansión, y usted es un huésped que abusó de su alojamiento.
—¿Tú era la Señora de esta mansión? —ronroneó Lucius en voz
baja— Mi esposa era la Señora de la Mansión Malfoy; no estoy
seguro de que la magia pueda tolerar un reemplazo tan
inadecuado.
Astoria se sonrojó, los huecos en sus mejillas se tiñeron de
escarlata mientras sus dientes destellaban furiosos.

123
—No importa lo que usted piense. El Señor Tenebroso me
eligió. Draco se casó conmigo. Yo soy la Señora de la Mansión
Malfoy. Usted no es quién decide. He hecho todo lo que se me
ha ordenado. He vivido, sola, en esta horrible casa, cumplí con
cada rol que se esperaba de mí, hice todo lo que se me ordenó,
nunca me quejé… incluso cuando me dieron por hecho, me
pusieron a un lado y me ignoraron —Astoria sonaba al borde de
las lágrimas— aún así seguí desempeñando mi papel sin una
queja porque…
—Te gustaría continuar, ¿verdad? —Lucius dijo con desprecio a
Astoria— Quizás te prestaríamos más atención si fueras más
callada. No he escuchado ni un sólo sonido por parte de la
Sangre Sucia desde que llegué.
La mano de Draco se movió infinitesimalmente hacia
Hermione.
—¡Fuera de esta finca! —Astoria casi gritó— Fuera ¡Fuera de aquí!
Fuera…
Una fina línea escarlata, parecida al corte de una navaja,
floreció repentinamente sobre la pálida piel del cuello de
Astoria. Hermione la observó, con los ojos abiertos de par en
par por el horror. De la garganta de Astoria salió una especie de
sonido jadeante y burbujeante mientras la cabeza se le caía de
los hombros y el cuerpo se hundía en el suelo. Lucius miró el
cadáver fresco a sus pies y arqueó las cejas con aprobación.
—Estás mucho más tranquila ahora —dijo, inclinándose y
ladeando la cabeza para mirar la cara de Astoria que yacía en la
grava blanca. Su expresión se había vuelto inerte e inexpresiva.
Lucius agitó un dedo hacia ella.
—Quédate así y, con el tiempo, tal vez mi opinión sobre ti
mejore.
Hermione miró alrededor de Draco en estado de shock. Lucius
se enderezó, suspirando e inclinando la cabeza hacia atrás a la
luz del sol.
—La propiedad ya se siente mejor. Mi padre solía decir que no
hay nada como la sangre fresca para fertilizar las rosas.
—Mataste a mi esposa, Padre —dijo Draco.
No podía verle la cara, pero su voz era incrédula.
124
—Estoy consciente —Lucius resopló y volteó a ver a Draco por el
rabillo del ojo— No te molestes en tratar de convencerme que
la extrañarás. Era insípida e indiscreta. Ahora puedes casarte
con una mujer capaz de producir un heredero. ¿Te conté sobre
la encantadora joven bruja que conocí en Bulgaria el invierno
pasado? Sangre Pura. Sólo tiene dieciséis años, pero será mayor
de edad una vez que el periodo obligatorio de luto haya
terminado. Entonces ya no estaremos obligados a ensuciar
nuestra línea haciendo desfilar a las sangre sucia por la mansión
como una fila de prostitutas.
Los dedos de Draco se crisparon y sus hombros se pusieron
rígidos.
—Te das cuenta de que necesitaría permiso para volverme a
casar.
—Por supuesto. Algo que se obtiene con más facilidad cuando
no tienes una esposa y una subrogada a la mano. En seis meses,
cuando el Señor Tenebroso obtenga la información que desea
y la Sangre Sucia esté muerta, las cosas serán diferentes. Alguien
tiene que preocuparse por el futuro, dado que tú te niegas a
hacerlo.
Draco negó con la cabeza y se pasó una mano por el cabello.
—No puedes esperar que esto quede impune. El Señor
Tenebroso exige que él apruebe personalmente el asesinato de
cualquier miembro de los Veintiocho Sagrados antes de su
ejecución.
La sangre de Astoria se escurría por el suelo hacia los zapatos de
Draco, agitó la varita y la desvaneció. Lucius hizo girar
perezosamente la varita entre los dedos.
—Dudo que el Señor Tenebroso se moleste por la pérdida de
una bruja infértil, independientemente de su linaje. Tu valor y
el mío siguen siendo considerablemente mayor que el de ella.
Cuando se entere de lo incesante que era su parloteo, espero
salir sin un castigo tan severo.
Lucius se arrodilló y levantó la cabeza de Astoria del suelo antes
de engancharse al brazo su cadáver.
—No te preocupes. Le aseguraré al Señor Tenebroso que estás
profundamente apenado por mi impulsividad. Puedes esperar
125
otra cosa, pero te aconsejo que esperes mi regreso dentro de una
hora. Si sigues siendo mi obediente hijo, tal vez seas tan amable
de tenerme preparada una poción para aliviar el dolor.
Sin decir otra palabra, Lucius desapareció, llevándose a Astoria
con él. Draco se quedó de pie observando la grava manchada
de sangre durante varios segundos antes de voltear a ver a
Hermione, tenia la expresión enmascarada. Hermione lo miró
fijamente durante varios segundos, estudiando sus ojos.
Empezaba a dolerle el pecho. Respiró hondo antes de hablar.
—Tú planeaste esto.
No reaccionó por un momento, pero la comisura de su labio se
curvó hacia arriba.
—Qué astuta.
Hermione no le devolvió la sonrisa. Después de un momento,
sus ojos relampaguearon, su expresión se endureció mientras
apartaba la mirada.
—¿Qué esperabas, Granger? Es imposible que estes
sorprendida—resopló en son de burla, y sus fosas nasales se
expandieron— te atacó, trató de sacarte los ojos.
Le dolía la garganta y se estremeció al recordar la sensación de
la varita de Astoria clavándose en su globo ocular y su terror
absoluto cuando pensó que se quedaría ciega.
—No lo he olvidado.
Draco soltó una breve carcajada.
—La hubiera matado antes, pero desviaba las sospechas tener
una esposa bonita en la mansión. Vivir aquí solo contigo
durante tantos meses podría haber llamado la atención. Esa fue
la única razón por la que la dejé vivir.
—Odio cuando matas personas por mí culpa —dijo, girando
bruscamente sobre la grava para que se hundiera bajo sus pies.
Se quedó mirando el suelo manchado de sangre, con la boca
torcida— lo odio. Siempre lo he odiado. Hay mucho más en ti,
pero a veces siento que todo lo que hago es sacar lo peor de ti.
Nunca hubieras llegado tan lejos de no ser por mí culpa. Tú no
serías así. Yo te hice esto.
Draco se quedó callado durante varios segundos y suspiró:
—Tienes razón. No creo que lo haría.
126
Hermione se apretó la mano contra el esternón. Sentía la cabeza
ligera y hueca, y le dolía el pecho como si la hubieran golpeado,
como si los huesos estuvieran destrozados y los fragmentos la
estuvieran cortando lentamente hasta matarla.
—Solía tener tantos sueños para nosotros —dijo, con voz ronca:
—Cuando me preocupaba por ti, cuando hacía cosas que no
quería hacer, cuando la guerra pesaba tanto que creía que
finalmente me derrumbaría, me decía a mí misma: algún día vas
a escapar con él. Irás a algún lugar tranquilo. No pedirás mucho,
sólo tú y él y eso será suficiente. Eso es lo que solía decirme,
quería ver cómo serías lejos de la guerra. Pensé… quizás lo
descubriríamos juntos. Quienes podríamos ser sin la guerra.
Sonrió amargamente:
—Supongo que al final, sólo soy como Harry y Ron, esperaba
que el universo cediera eventualmente un poco. Pensé que nos
habíamos ganado el uno al otro. Creía que ambos habíamos
sufrido lo suficiente como para que por fin nos tuvieramos el
uno al otro.
Draco estaba callado. Ella miró hacia la mansión.
—Quiero regresar a mi habitación ahora. Apenas me queda
tiempo, no quiero pasarlo en este jardín de rosas pisando la
sangre de tu esposa.
Comenzó a caminar hacia la casa y se quedó congelada, con la
garganta cerrada cuando se dio cuenta que ya no podía ver más
a Draco. Se volteó bruscamente hacia atrás y se quedó de pie,
observándolo fijamente durante varios segundos mientras su
pecho se estremecía. Se sentía vacía. Se había desmoronado
completamente y ahora todo lo que le quedaba era un cascarón.
—¿Cómo se supone que voy a hacer esto sin ti? —le temblaba la
voz, levantó las manos y después las dejó caer sin fuerza a sus
costados— Ni siquiera puedo salir por mi cuenta. ¿Qué sentido
tiene que me escape? Podría tener un ataque si tengo que ir sin
ti.
La expresión de Draco era cautelosa, pero sus ojos brillaron y la
línea de su boca se tensó.
—Tendrás tu oclumancia de vuelta, eso debería ayudar.
Hermione lo miró fijamente. Él apartó la mirada.
127
—Tendré dosis de Dreamless Sleep que puedes tomar, si es
necesario. Severus es consciente de tu agorafobia, y ha planeado
de acuerdo a eso. Compartirán un caballo. Él es alguien en
quien confiabas.
Hermione soltó un suspiro agudo y furioso.
—¿Por qué estás tan resignado a morir? Incluso al principio,
cuando hiciste tu oferta a La Orden, siempre estuviste
planeando morir como si no le importara a nadie. ¿Por qué
sigues siendo así? Ahora… —se le quebró la voz— cuando sí
importas.
Draco suspiró y su boca se torció brevemente cuando la miró a
los ojos. Apretó la mandíbula y miró hacia otro lado, con los
labios temblando.
—No tenía a nadie, Granger. Después de que mi madre murió,
no tenía a nadie. Mi vida se hizo añicos cuando regresé a casa
después del quinto año. Todo lo que hice después de eso fue
tratar de no perder las piezas que me quedaban. Una vez que
ella murió… no importaba. La venganza fue todo lo que pude
hacer para compensarlo, y no le importaba a nadie —miró hacia
abajo— hasta que llegaste tú.
Sonaba casi amargo. La miró a los ojos y caminó por la grava
manchada de sangre hacia ella.
—No hice planes para después de la guerra. Potter nunca iba a
ganar, siempre lo supe. Enamorarme de ti no cambió eso…
sólo… sólo —soltó un suspiró agudo y miró hacia abajo, su voz
se volvió más silenciosa— sólo empeoró el hecho de saberlo.
Se le hundió la garganta al tragar saliva y mirarla fijamente, y su
boca se curvó en una sonrisa melancólica:
—Me… me encantaba cómo creías en el futuro, incluso cuando
no esperabas formar parte de él. Cómo insistías en que de algún
modo desafiaríamos lo inevitable. Ustedes los Gryffindors son
tan idealistas… nunca entendí el atractivo de eso hasta que
llegaste tú —extendió la mano y atrapó un rizo con los dedos:
—La forma en que pensabas que siempre estaríamos juntos, y
hablabas de huir casi hasta el final. Habría hecho cualquier cosa
para darte lo que querías, pero… —soltó una breve carcajada y
sacudió la cabeza mientras apartaba la mano de ella— no sé
128
cómo hacerlo. No es por falta de intentos, Granger. Me he
quedado sin ideas.
Hermione respiró hondo. El calor del verano había mezclado el
aroma cobrizo de la sangre con el dulce olor a miel de las
florecidas rosas. Cuando el olor la golpeó, se le trabó la lengua
y una oleada de náuseas le subió por la garganta. Se apretó la
nariz con el dorso de la mano y se dio la vuelta.
—Quiero regresar adentro —dijo después de ahuyentar las ganas
de vomitar.
Draco la cogió de la mano y se dejó guiar dulcemente hasta la
mansión. Poco después de que llegaran a su habitación, Draco
fue convocado. Conjuró su túnica de Mortífago y se desvaneció
sin decir una palabra.
No regresó durante horas. Algo estaba mal. Hermione llamó a

Topsy, quien apareció y le informó que Lucius tampoco había
regresado. Hermione se paseó por su habitación revisando las
posibilidades: Voldemort estaba molesto por la muerte de
Astoria, Voldemort había usado legeremancia en Lucius y notó
algo había traicionado a Draco, algo más había salido mal y
Hermione era demasiado inconsciente para adivinar. Se quedó
rondando la puerta, pero no tenía sentido salir. No había nada
que pudiera hacer. Siguió esperando. Estaba de pie junto a la
ventana cuando sintió un cosquilleo en la nuca. Se volteó.
Draco estaba de pie en medio de la habitación, quitándose la
máscara. Tenía una expresión indescifrable sobre su rostro,
como si estuviera conmocionado y devastado. Su cabello, su
piel, y sus ojos resaltaban fuertemente en la oscura habitación
dándole un aspecto casi luminoso. La miró fijamente durante
varios segundos.
—El Señor Tenebroso acaba de recibir la noticia… Rumania ha
terminado su alianza con el Señor Tenebroso. Han derrocado
al gobierno y matado a los emisarios del Señor Tenebroso,
incluyendo a Severus.

129
Capítulo 7
Junio 2005
Draco apartó la mirada y sacudió la cabeza.

—¿Para qué sirve saber usar legeremancia si no la usas para evitar
que alguien te mate? —resopló en tono de burla, con un sonido
áspero y furioso en el fondo de su garganta— sobrevivió como
espía durante dos Guerras Mágicas sólo para ser asesinado por
un aquelarre de vampiros insurgentes.
Hermione podía sentir la furia helada comenzando a emanar
de él. Pasó saliva. La noticia se sentía como una contusión.
Después de días de temer la llegada de Severus, de considerarlo
como una conclusión inevitable, su repentina ausencia se sintió
como un cambio sísmico. Todo había volado por los aires y no
se sabía cómo iba a aterrizar.
—¿Se confirmó que está muerto? Pudo haber escapado.
Draco volteó a verla y asintió levemente.
—Está confirmado. Enviaron los cuerpos de regreso con un
mensaje: “La sangre de los siervos del Señor Tenebroso alimentarán la
revolución” Su cadáver fue drenado. Confirmé personalmente
que era él —Draco exhaló con fuerza y comenzó a quitarse la
túnica de Mortífago— Se espera que el resto de Europa del Este
haga lo mismo en los próximos días. Es…
Draco resopló:
—Es el colapso que habíamos orquestado, solo confiabámos en
que esperarían hasta julio. Severus decía que tenía todo bajo
control —dijo con desprecio— Maldito idiota.
Las últimas palabras las dijo con un desprecio a medias.
Hermione pasó saliva y se obligó a respirar. Sentía en el
130
estómago un peso tan doloroso que quería inclinarse y vomitar.
Iba a morir. Ella, el bebé y Draco iban a morir. Severus había
sido la pieza vital. Había sido su última esperanza. Había
pensado que quizás él le ayudaría a encontrar la manera de
salvar a Draco. Le había dicho antes de ir a Sussex que
necesitaba que Draco viviera. Debió haber sabido que no se iría
volando tranquilamente mientras Draco se quedaba para
suicidarse. Había ensayado mentalmente un discurso
suplicándole:
—Te lo dije, necesito a Draco. Haré lo que sea. Lo que sea necesario.
Lo que tú quieras. Por favor, ayúdame. Por favor, ayúdame. Si lo
pierdo, moriré con el corazón roto. Haré lo que me pidas si me ayudas
a salvarlo.
Se había aferrado a la idea de que Severus podría tener ideas
que ella y Draco no habían considerado. Sin él, sintió que el
último pequeño rayo de esperanza se desvanecía
repentinamente. Era como si un agujero negro se hubiera
abierto bajo sus pies, tragándose no sólo su desesperada
esperanza de que Draco sobreviviera, si no también a ella y al
bebé.
Draco parecía estar al borde del colapso. Inhaló con fuerza entre
los dientes y se pasó una mano por el pelo antes de patear la
túnica por la habitación. La mano de Hermione tuvo un
espasmo mientras se acercaba a él, sentía como si estuviera a
punto de desmayarse. Extendió la mano y le tocó ligeramente el
brazo. La miró fijamente, se veía sumamente cansado.
—Está-está bien, Draco —dijo mirándolo a los ojos. Su voz
amenazaba con temblar, pero se obligó mantenerla firme— está
bien —volvió a decir.
No te hagas más daño.
Su pecho se estremeció y sus dedos se aferraron a su manga:
—Hiciste todo lo que pudiste. Más de lo que nadie debería
haberte pedido.
Preferiría morir en tus brazos.
Draco volteó a verla por un momento antes de entrecerrar los
ojos.
—Aún así te irás.
131
Hermione lo miró incrédula.
Él levantó la mano y sus dedos le rozaron la mejilla:
—Aún puedo sacarte de aquí. Severus era la opción más segura,
pero hay otras opciones. No era mi intención que pensaras que
ahora no podrías escapar.
Hermione seguía agarrando la manga con fuerza. Él puso su
mano sobre la suya.
—No será tan sencillo. Es más largo, y será un viaje más difícil
para ti —su expresión era de preocupación— especialmente
estando embarazada. Ginny regresará a Inglaterra y te llevará
con ella.
Antes de que Hermione pudiera reaccionar, gritó:
—¡Topsy!
Topsy apareció instantáneamente en la habitación.
—Topsy, Severus está muerto —dijo con naturalidad.
La furia se había ido, ahora estaba sereno y decidido, de vuelta
a la misión. Una opción había sido eliminada. Pasó a la
siguiente. Sin vacilar. Inflexible. Impulsado al éxito. Severus había
sido un mecanismo para obtener lo que quería.
—Granger saldrá de Europa por la ruta que Kreacher y yo
establecimos durante primavera. Tú y Kreacher se irán esta
noche a la casa segura de Ginny. Cuando lleguen, cuidarás de
James mientras Kreacher trae a Ginny de vuelta. Todo lo que
necesitas para el viaje está en la casa segura de Whitecroft.
Mandaré un mensaje, para que te esté esperando.
Topsy levantó la mirada hacia Draco y cruzó los brazos
obstinadamente.
—Si Topsy se va, ¿quién estará cuidando de la Señorita?
Draco lo consideró por un momento.
—Bobbin. Bobbin cuidará de ella mientras tú estás con James.
Topsy negó con la cabeza:
—La Señorita ni siquiera está conociendo a Bobbin, ella sólo
está conociendo a Topsy. Bobbin conoce a los bebés, Bobbin
no está sabiendo nada de brujas embarazadas. Topsy se quedará.

132
Draco soltó un largo suspiro de sufrimiento mientras miraba a
Topsy, cuya barbilla sólo le llegaba un poco más arriba de las
rodillas.
—Bobbin podría cuidar a James a corto plazo, pero si el escape
no sale como lo planeado, tú tendrás que cuidar de él en el
futuro inmediato. Bobbin no es capaz de eso.
Topsy comenzó a abrir la boca, pero Draco arqueó una ceja
señalando y continuó:
—Soy consciente de que no es lo ideal, pero Ginny confía en
que puedes cuidar de James. No puedo permitir que se resista
o se retrase porque mandé a un elfo que no conoce.
—Pero…
La expresión de Draco se volvió gélida.
—Topsy, no te llamé para consultarlo contigo. Irás a cuidar de
James. Es una orden. Si todo va bien, volverás a ver a Granger
dentro de un mes. Ahora vete.
Topsy se quedó de pie por un momento mientras volteaba a ver
a Draco, después parpadeó y sus enormes ojos se llenaron de
lágrimas.
—¿Y Topsy cuándo volverá a ver al Amo Draco?
Draco la miró fijamente por un momento, y su garganta se
hundió mientras apretaba los labios en una línea plana.
—No hagas esto, Topsy. Este siempre ha sido el plan.
Topsy negó con la cabeza y dio un pequeño pisotón.
—Usted no estás ni siquiera diciendo adiós. Usted estás sólo
mandando a Topsy lejos —una enorme lágrima se deslizó por la
nariz de Topsy y salpicó el suelo— Topsy iba a quedarse hasta el
final. Usted lo prometió.
Draco la miró, sus ojos parpadearon un momento antes de
volverse de piedra y su expresión se endureció.
—Ahora ya no es una opción. Topsy tienes una orden de tu amo.
Topsy no se movió, seguía mirando fijamente a Draco, y varias
lágrimas más cayeron al suelo.
—Topsy, vete ahora —su voz era fría y firme, y Hermione sintió
la magia en el aire.
Los ojos de Topsy se abrieron con horror, mientras se acercaba
a él.
133
—¡No! Por favor. Amo Draco… —se desvaneció antes de terminar
de hablar.
Draco se quedó mirando al espacio vacío por un momento
antes de voltear, suspiró y de repente parecía tan exhausto que
Hermione pensó que podría caerse de espaldas. Estaba perdida.
La expresión de horror desesperado de Topsy se le quedó
grabada en los ojos.
—Debiste haberla dejado decir adiós —finalmente dijo.
Draco asintió con pesadez.
—No sé cómo hacerlo —suspiró y rodó la mandíbula— puedes
decirle que lo siento cuando la veas de nuevo.
Pareció dar el asunto por terminado. Hermione sintió una
creciente especie de rabia histérica.
—Ayudó a criarte. Si pensaba que iba a estar contigo hasta el fin,
por lo menos debiste haberle dado la oportunidad de
despedirse. No puedes… no puedes usar a la gente como si
fueran herramientas para conseguir lo que quieres y obligarlos
alejarse si sus emociones te incomodan.
Draco la miró bruscamente, con visible irritación en sus ojos
plateados.
—Toda mi vida está compuesta de secuelas emocionales—parecía
salvaje— A veces… no tengo la capacidad para soportar más.
Hermione presionó los labios pero se torcieron un poco.
—¿Eso es lo que me vas a hacer a mí también… cuando sea mi
turno de marcharme?
Los ojos de Draco relampaguearon:
—No. Aunque sería apropiado. Nunca fuimos muy dados a las
despedidas, según recuerdo.
Hermione bajó la mirada y jugueteó con las manos.
—Debiste haberle permitido decir adiós. Unos minutos más no
hubieran hecho daño. Ahora se va a sentir…
—¡Sé lo que se siente al perder a alguien sin despedirse, Granger!
Tenía los nudillos blancos y la mandíbula tensa mientras gruñía
las palabras con desprecio.
Fue como recibir una patada en el estómago. Se sintió palidecer.
Los ojos de Draco ardían mientras la observaba con toda su

134
amarga rabia. Después parpadeó, y las emociones se
desvanecieron detrás de sus muros de oclumancia.
—Perdón. Lo siento. Sólo… dile que lo siento —dijo con voz
entrecortada.
Hermione pasó saliva amargamente mientras asentía. Se miró
las manos, intentando pensar en algo más de lo que hablar.
—No sabía que estabas en contacto con Ginny —finalmente dijo.
Draco se encogió de hombros y pareció aliviado por el cambio
de tema.
—No mucho. Solía visitarla de vez en cuando, sobre todo para
asegurarme de que no había tratado de escapar —arqueó una
ceja— trató de cortarme el cuello con un cuchillo para carne
cuando le dije que La Orden había perdido.
Le dirigió a Hermione una mirada mordaz:
—Sorprendentemente, fue bastante difícil hacerle creer que la
mantenía encerrada en una casa segura para su protección.
Hermione apartó la mirada. No había considerado qué tan
tensa debió haber sido la situación para Draco al ser quien le
informaba a Ginny que la guerra se había perdido y que toda su
familia había sido asesinada. O cómo se las habría arreglado
para convencerla de que era digno de confianza.
—Una vez que el Señor Tenebroso ya no me permitió salir de
Inglaterra sin permiso, utilizamos principalmente un
pergamino con un amuleto proteico para comunicarnos
ocasionalmente. Topsy estuvo con ella, ayudándola a cuidar de
James hasta que te asignaron a mí. Ginny sabía que por fin te
había encontrado y que el plan era que te reunieras con ella. Le
enviaba actualizaciones de vez en cuando sobre tu pérdida de
memoria y tu estado de salud, para que supiera qué esperar. Así
que... sabe que estás embarazada.
Draco bajó la mirada y se enderezó las mancuernillas de la
camisa. Hermione lo estudió por un momento.
—¿Qué?
Draco levantó la mirada y su expresión se cerró.
—Bueno, fue informada del contexto en el que te enviaban aquí
a la mansión, desafortunadamente ella-ella asumió que yo tenía
más habilidad para subvertir instrucciones y protegerte que yo.
135
—Sólo se dio cuenta de que no era así cuando le avisé que
estabas embarazada —su mandíbula se tensó ligeramente— Basta
decir que la tolerancia a regañadientes que había desarrollado
hasta ese momento se ha ido para siempre —se aclaró la
garganta— no había anticipado que el Señor Tenebroso se
enterara de ti cuando intentaba sacarte de Europa. Aparte de la
casa segura de Dinamarca, la mayoría de las rutas de escape no
eran viables. Usé a Kreacher para establecer una ruta con
translatores secundaria que Ginny pudiera utilizar, pero no se
completó hasta finales de abril —ladeó la cabeza— los aviones
Muggles fueron una idea que tuve, pero el Primer Ministro
Muggle ha estado colaborando estrechamente con el Ministerio.
Usar poción Multijugos para que parecieras Muggle era una
opción, pero no una vez que estuvieras embarazada, y habrían
variables que no sería capaz de controlar en el Mundo Muggle...
De repente pareció darse cuenta de que estaba divagando y se
interrumpió:
—Así que… los trasladores fueron lo mejor que pude hacer.
Hermione lo miró fijamente.
“Tengo que decir, terminaste costándome bastante

caro, Granger”
Había una razón por la que los trasladores internacionales

estaban restringidos. El desplazamiento de un traslador
intercontinental podría arrojar a un mago al espacio exterior si
se calculaba incorrectamente. Para la creación de trasladores
intercontinentales se necesitaban conocimientos muy
elaborados y especializados, hasta el punto de que la mayoría
eran patrocinados y propiedad del gobierno para que resultaran
asequibles. Hermione lo sabía porque La Orden había
perseguido la idea de obtener un traslador para Australia o
Canadá para poder evacuar a los niños y refugiados. Comprado
legalmente, habría costado una octava parte de la bóveda de
Harry. En el mercado negro, el precio hubiera sido fácilmente
el doble o triple.
—No será tan indetectable como la ruta de Severus.
136
Draco estaba diciendo. Había cogido su mano entre las suyas, y
uno de sus dedos se deslizó por el interior de su muñeca y
sacudió la esposa que se encontraba ahí:
—Deberías aprovechar el tiempo extra para ganar más peso y
aumentar tu resistencia.
Hermione frunció el ceño mientras volteaba a verlo.
—¿Cómo removerás las esposas sin Severus?
Draco soltó una risa seca:
—Removerlas nunca fue un verdadero obstáculo. La dificultad
siempre ha sido sacarte de manera segura de Europa
inmediatamente después. Hay muchos Mortífagos dispuestos a
hacer lo que se les diga una vez que encuentras el punto de
presión correcto.
Hermione asintió rígidamente.
—¿Cuánto tiempo será… hasta que llegue Ginny?
Draco frunció el ceño y luego levantó una ceja mientras
calculaba.
—Los elfos tendrán que aparecer hasta la casa segura en una serie
de saltos, ya que no pueden usar trasladores. Toma más de una
semana aparecer a la casa segura. Kreacher acompañará a Ginny
y le mostrará la ruta. Es una serie de trasladores escondidos en
vez de uno. El margen de error es menor cuando se reduce la
distancia. Probablemente llegará en tres semanas, dependiendo
de cómo se las arregle con los trasladores.
Más tiempo, susurró el corazón desesperado y codicioso de
Hermione, pero en el instante en que se le ocurrió, la culpa la
golpeó. Ahora que ya no le temía principalmente, la realidad de
la muerte de Severus la estaba invadiendo lentamente. Severus,
su mentor. Su colega. Una de las pocas personas que
consideraba que realmente la conocía. Había estado
encadenado a la guerra incluso durante más tiempo que
Hermione y Draco. A menudo se preguntaba a qué se debía su
cambio de lealtad. Lo que fuera que había sido, el secreto murió
con él. Draco caminó y se dejó caer en la silla.
—¿Tú… conocías bien a Severus? —le preguntó.
Él volteó a verla, sus ojos eran de un gris gélido, pero una fina
sonrisa jugueteaba en la comisura de sus labios:
137
—No. No le caía bien.
Hermione miró hacia abajo.
—Lo siento.
—Cuando estaba dándome órdenes, se pasaba la mayor parte
del tiempo diciéndome que no merecía que alguien como tú se
preocupara por mí; que tú valías diez veces más que yo —arqueó
una ceja— cuando no era Severus quien lo decía, era Ginny;
aunque decía siempre un número más alto.
La disponibilidad de Draco terminó abruptamente con la

muerte de Severus. Lo llamaron de nuevo en menos de una
hora después. Hermione no lo vio hasta que llegó brevemente
la tarde siguiente para presentarle a Hermione el reemplazo de
Topsy. Bobbin era una elfa más joven. Hermione no estaba
segura de la edad de ninguno de los elfos, pero Topsy había sido
fácilmente mayor que Kreacher, y Bobbin parecía tener más o
menos la edad que había tenido Dobby. Mientras Hermione la
estudiaba, se dio cuenta que ya la había visto antes. Bobbin era
la elfa que Astoria había enviado cuando Hermione llegó por
primera vez a la mansión. Bobbin hizo una leve reverencia:
—Bobbin hará su mejor esfuerzo.
—Dile a Bobbin lo que quieras. Es consciente de las restricciones
que tienes.
La mente de Draco estaba claramente en otro lugar. Se fue sin
decir una palabra. Hermione no volvió a ver a Draco durante
más de un día. Se obligó a comer aunque eso empeoraba sus
náuseas por estrés. Comenzó a ejercitarse de nuevo. Un viaje
más largo y difícil. Múltiples trasladores mientras estaba
embarazada. La guía de embarazo había incluido una larga
sección explicando los riesgos del transporte por
desplazamiento durante el embarazo. Los trasladores eran
preferibles en comparación a la aparición, pero cualquiera de las
dos formas solían enfermar violentamente a las brujas y podían
provocar contracciones o un parto prematuro. Una poción
para asentar el estómago y una dosis de Calming Draught de

138
antemano eran muy recomendadas si el uso de un traslador era
necesario.
Hermione no tenía idea de cómo lograría usar trasladores. En
el peor de los casos, usar trasladores repetidamente podría hacer
que entrara en labor de parto de manera prematura. Si perdía
al bebé en el proceso de escapar sin Draco, pensaba que
probablemente moriría. Podría ser diferente si fuera menos
frágil físicamente. Comenzó con desplantes y abdominales
básicos. No podía levantarse del suelo para hacer una lagartija,
pero se obligó a empezar a hacer repeticiones regulares de todo
lo que podía.
Tres semanas. Tenía tres semanas para idear algo mejor que el
nuevo plan de Draco. Sólo necesitaba remover su Marca
Tenebrosa. Si lograba quitársela, tendrían a su disposición
numerosos métodos de escape. Si mataban a Voldemort, la
Marca Tenebrosa se desvanecería. Potencialmente, también
sería el único mecanismo existente para quitar las esposas. Las
esposas necesitaban las Marcas Tenebrosas para activar el
mecanismo de liberación; sin Mortífagos marcados, todos los
esposados tendrían que esperar años hasta que se inventara una
forma de anular o recrear la Marca Tenebrosa de Voldemort.
Aunque podría salvar a Draco. Sin embargo, Hermione no
tenía idea de cómo hablar de ello. Draco se rehusaba a discutir
ideas que la pusiera en peligro o corriera el riesgo de que
descubrieran su tapadera antes de que le quitaran las esposas.
Ni siquiera sabía dónde estaba el castillo de Voldemort. Si tan
sólo pudiera quitarle la marca a Draco.
Llegó la celebración del aniversario y la mansión permaneció en

silencio. Hermione se pasó el día leyendo, mordiéndose las uñas
y haciendo repeticiones de ejercicios cuando se sentía tan
ansiosa que creía que iba a entrar en pánico. Draco se había
marchado la tarde anterior y no había regresado, eso era todo
lo que Bobbin sabía. Lucius había regresado a la mansión,
aparentemente sin repercusiones por haber asesinado a Astoria.
Hermione lo supo porque a primera hora de la mañana lo vio

139
parado en el sendero frente a su ventana, mirando hacia el ala
norte, ella se escabulló rápidamente fuera de su vista.
El día del aniversario transcurrió sin acontecimientos para
Hermione. Su habitación le parecía claustrofóbica, como si
fuera a asfixiarse mientras esperaba allí. Era medianoche
cuando Draco apareció abruptamente en la habitación continua
a su puerta. Atravesó la habitación y casi se desplomó sobre ella
mientras le rodeaba la cintura con los brazos y dejaba caer la
frente sobre su hombro. La espalda de Hermione se arqueó
ligeramente mientras lo sostenía. La Magia Oscura que colgaba
de él era casi suficiente para provocarle arcadas.
—¿Estás bien? ¿Qué pasa? ¿Te pasó algo? —preguntó, con voz
frenética mientras le pasaba los dedos por encima tratando de
encontrar alguna herida.
—Sssstoybien —su voz sonaba distorsionada contra su túnica:
—Sólo estoy cansado —levantó la cabeza y se enderezó mientras
la observaba— Ha sido un día muy largo.
—Siéntate.
Lo jaló hacia la cama, y él se sentó pesadamente en la orilla. Lo
estudió, se veía agotado
—¿Qué pasó?
La miró fijamente, con expresión cansada pero con una especie
de frío triunfo en los ojos.
—El Señor Tenebroso no se tomó de buena manera las noticias
respecto a Rumania y se sobreexigió ayer. No pudo asistir a la
celebración de hoy.
Draco inclinó la cabeza hacia un lado y la comisura de sus labios
se torció en una mueca de satisfacción:
—Hay sangre en el agua y los tiburones pueden olerla. Si alguien
tenía dudas de que es débil… ahora está casi confirmado. Se
enfrenta al final… incluso él lo sabe.
Hermione lo estudió. La luz en su habitación era tenue, pero
lucía espantosamente pálido, como si le hubieran drenado de
color.
—¿Pero…?
Él se encogió de hombros.

140
—Bueno… yo soy su supuesto sucesor. Tuve que desempeñar
ambos papales en su ausencia —el triunfo en su expresión se
desvaneció hasta ser simplemente cansancio— fueron unas
cuantas Maldiciones Asesinas, más de las que esperaba.
De repente parecía joven. Un destello de vulnerabilidad infantil
apareció por un momento.
—No lo sé… —dejó de hablar y guardó silencio durante varios
segundos— Estaré bien. Sólo estoy cansado —dijo finalmente.
Hermione enredó los dedos en su cabello.
—Oh, Draco.
A veces se preguntaba si llegaría un punto en que el Corazón de
Isis terminaría fallando. Seguramente no podría funcionar
indefinidamente. Ya estaba absorbiendo la Magia Oscura que
debería estar filtrándose de las runas de Draco, eso combinado
con todo lo demás que Draco hacía regularmente… Hermione
eliminó el pensamiento. Él tenía un destino mucho más
inmediato del que escapar antes de que tuviera que preocuparse
de que la corrosión de la Magia Oscura lo matara. Le rozó la
mejilla con los dedos. Tenía la piel helada. A la luz de la luna,
con el pelo, la piel y los ojos pálidos, casi parecía un fantasma
al que se aferraba. No tenía magia. No tenía hechizos ni
curaciones que ofrecerle.
—Ve a dormir. Deberías dormir. Te sentirás mejor si puedes
descansar.
Él asintió y se desplomó. Le pasó las manos por el cabello,
retorciéndolo entre sus dedos y observando cómo se deslizaba.
Le recorrió los nudillos y después frotó sus manos contra las
suyas, tratando de impartirle algo de calor dondequiera que se
le hubiera escapado. Las manos le daban espasmos de vez en
cuando mientras se movía en el sueño.
Tenía unos dedos demasiado largos. En otra vida, pudo haber
sido un sanador o un músico. Habría tenido las manos perfectas
para ello. Sólo otra cosa más que Voldemort había arruinado.
Se sentó a su lado observándolo dormir, sintiendo cómo se iba
calentando poco a poco. Se despertó bruscamente, apartando
los dedos de los de ella y agarrándose el antebrazo izquierdo con

141
fuerza mientras se incorporaba. Le dio un beso en la frente y se
marchó sin decir palabra.
Hermione no volvió a verlo hasta dos días después. Leyó el
resumen de “El Profeta” sobre la celebración del aniversario.
Como era de esperar, la ausencia de Voldemort apenas si se
mencionó y se justificó en gran medida. Se dedicó más tiempo
a la ausencia de Astoria. Draco había matado a setenta y cinco
prisioneros en el transcurso del día. Discursos y espectáculos, y
luego fue convocado a matar a los traidores y a los resistentes.
Había ocurrido en tres grupos. Veinticinco prisioneros
alineados para que los ejecutara. Otra vez. Y otra vez. Era una
cantidad increíble de Maldiciones Asesinas. La revolución en
Rumania fue descartada como un levantamiento local menor,
sin relación alguna con el régimen de Voldemort.
Hermione leyó el periódico dos veces y después siguió con sus
libros, de vuelta a las repeticiones de sus ejercicios. Mientras se
obligaba a hacer una cantidad insoportable de abdominales en
el suelo, refinaba y perfeccionaba la teoría de la poción hasta
que quedó impecable. En otra vida, si hubiera podido
convertirse en investigadora, inventar la teoría hubiera sido un
distinguible éxito. Al igual que los doce usos de la sangre de
dragón, aunque cuatro de ellos fueran totalmente teóricos, la
profundización en el conocimiento de la teoría mágica habría
sido notable por derecho propio. Pero a Hermione no le
interesaba una poción teórica. Necesitaba una real, con
ingredientes que pudiera conseguir realmente. No tenía idea de
cómo obtener lágrimas de fénix.
Fawkes se había desvanecido después del funeral de
Dumbledore en Hogwarts y nunca se le volvió a ver. Los fénix
ni siquiera eran nativos de Europa. Los únicos dos fénix
domesticados conocidos en el último siglo eran Fawkes y Sparky,
la mascota del equipo de Quidditch de Nueva Zelanda. La
domesticación había sido más común hace algunos cientos de
años, pero cualquiera que fuera el arte de ganarse la lealtad de
un fénix de forma fiable, se había perdido en la historia.
Se tumbó en medio del suelo, jadeando y pensando mientras
recuperaba el aliento. Le ardían los abdominales y las piernas.
142
Si Draco trataba de escapar con ella, serían rastreados.
Voldemort podría encontrarlo usando la Marca Tenebrosa. Les
perseguirían de refugio en refugio, y el viaje sería cada vez más
y más difícil para ella a medida que avanzara el embarazo.
Suponiendo que al final no sufriera un aborto por el estrés de
vivir huyendo, tiempo después habría un bebé con el que
tratarían de escapar.
No había ningún lugar al que pudieran escapar. Habían pocos
países Mágicos lo suficientemente poderosos como para
disuadir a Voldemort de la persecución, y que no arrestarían
inmediatamente a Draco. Draco podría estar atrapado, pero era
uno de los Magos Oscuros más peligrosos de la historia, y ese
hecho se había enfatizado fuertemente en los últimos meses.
Era como Lucius había dicho. Draco era el perro de caza de
Voldemort. Podría utilizar mejor a Draco si no tuviera tanto
miedo de que Draco usurpara su lugar.
—¿Por qué ya no puedes viajar solo? ¿Por qué tú lo tienes
restringido y los demás no? —le había preguntado a Draco
durante uno de los días previos al asesinato de Severus.
Él suspiró y apartó la mirada.
—El Señor Tenebroso comenzó a recibir reportes de que estaba
visitando en privado los hogares de Mortífagos y aliados
poderosos. Supuso que estaba tratando de conseguir apoyo para
derrocarlo. Salir de Gran Bretaña de nuevo sin permiso
explícito sería una evidente traición, sin excepción.
“Viajé por toda Europa. Mortífagos y aliados con

cierta… reputación...”
Se le había hecho un nudo en la garganta:

—Fue porque me estabas buscando.
Él se limito a asentir.
Sus intentos de aferrarse el uno al otro habían esculpido su
esperanza de escapar en un pedazo tan pequeño que a veces se
preguntaba si estaba imaginando su existencia. No. Podía
salvarlo, estaba segura de que había una manera de hacerlo, sólo
necesitaba descubrir cuál era. Nunca había sido una buena
143
jugadora de ajedrez. Incluso cuando había podido usar
oclumancia, nunca había sido capaz de mantenerse indiferente
al momento de usar a las personas. Ahí era donde ella y Draco
se diferenciaban. Si quería salvar a Draco, necesitaba ser más
despiadada. Tan despiadada como él.
Volvió a hundirse en sus pensamientos, paseándose en lentos
círculos y patrones geométricos por su habitación, hasta que
sintió una sensación casi indescriptible en el vientre. De alguna
forma, no era una sensación real, sino el sentimiento de que
algo había ocurrido. Un aleteo. Se quedó inmóvil y se miró
hacia el estómago. Empezaba a notarse una pequeña hinchazón
entre los huesos de la cadera.
A veces casi olvidaba que estaba embarazada. El hecho se sentía
demasiado abrumador como para procesarlo a la luz de todas
sus demás preocupaciones inmediatas. Cuando se centraba en
el futuro inmediato, un embarazo le parecía más un diagnóstico
médico del que tenía que rendir cuentas, más que tener un
bebé. Nunca había planeado tener hijos. Cuando estaba en el
colegio, la maternidad había sido un objetivo eventual tan
alejado del presente que apenas lo había contemplado. Hijos,
algún día; después de graduarse, tener un trabajo y encontrar a
alguien a quien considerar su pareja.
Después la guerra llegó, y tener hijos entonces se sintió como
algo casi criminal para Hermione. Ginny había visto a James
como una promesa y un rayo de esperanza, pero para
Hermione, un hijo en una guerra era alguien vulnerable;
alguien completamente indefenso para protegerse a sí mismo
del dolor incalculable que existía. Egoísta. No valía la pena el
riesgo. Casarse. Tener hijos.
Había dejado de esperar tener alguna de esas cosas años atrás,
cuando comenzó a usar en secreto cada vez más y más Magia
Oscura. Había sofocado la idea con frialdad cuando dio su
palabra de ser el premio de guerra voluntario de un Mortífago.
Era poco más que una fantasía cuando se convirtió en cómplice
de los crímenes de guerra y acabó ofreciéndose eventualmente
como voluntaria para coordinarlos y dirigirlos. Hablaba en serio

144
cuando le contó a Draco acerca del mundo que deseaba pero
nunca había esperado ser parte de él.
No tenía ni idea de cómo ser madre. Ninguna de las decisiones
que había tomado en su vida había contemplado la idea de
tener hijos. No estaba segura si querer tener un hijo era sólo su
egoísmo desesperado acercándose.
“Pobre pequeña sanadora, sin nadie a quien cuidar.

Nadie que te necesite. O que te quiera. No soportas
estar sola. No sabes cómo funcionar. Tú necesitas a
alguien a quien amar; harías lo que fuera por la gente
que te deja amarles”
Le temblaba la mandíbula mientras miraba hacia abajo. Quizá

Draco tenía razón. Tal vez ella era así. Siempre se había apegado
obstinadamente a aquellos que creía que podían necesitarla. Tal
vez sólo quería quedarse con el bebé para no estar sola. Presionó
los dedos contra el abdomen y se quedó de pie inmóvil durante
varios segundos hasta que sintió otro aleteo; rápido como el
latido de un corazón y después desaparecio de nuevo.
—Cuidaré de ti —susurró— haré todo lo que pueda para ser una
buena madre. Hay una poción que puedo hacer cuando seas
mayor. Entonces-entonces podré salir contigo de vez en cuando.
No estarás atrapada conmigo. Cuando crezcas y quieras irte, te
dejaré ir, lo prometo.
La perilla de la puerta se movió abruptamente y después se
quedo quieta. Hermione se sobresaltó violentamente y después
se puso de pie, presionando las manos contra el pecho mientras
el corazón le latía con fuerza, mirando fijamente hacia la puerta.
No ocurrió nada más. Esperó y esperó, pero su mundo se había
quedado en silencio de nuevo. Cruzó la habitación de puntillas
y presionó la oreja contra la puerta. Silencio. No podía escuchar
el más leve sonido a través de la puerta, pero sabía que Draco la
había protegido. Alguien podría estar gritando del otro lado, y
no lo sabría. La puerta no volvió a moverse mientras presionaba
las manos contra la madera y se esforzaba por escuchar algo.

145
Podía ser Lucius. Era posible que no estuviera dispuesto a
esperar seis meses para que Draco volviera a casarse y esperaba
que, matando a la “zorra Sangre Sucia”, pudiera acelerar el
proceso. Hermione se alejó nerviosamente de la puerta pero
después vaciló. La manera en la que la puerta había temblado,
era casi como si alguien se hubiera caído contra ella. Se mordió
el labio y dió un paso hacia atrás, presionando la oreja más cerca
de la rendija entre la puerta y el marco.
No debería.
No debería.
Draco le diría que no lo hiciera. Su mano se envolvió
lentamente alrededor de la perilla, y la giró tan silenciosamente
como pudo, abriendo la puerta. Se asomó y su corazón se
detuvó. Draco estaba acostado boca abajo en el piso. Abrió la
puerta de golpe, miró rápidamente a lo largo del pasillo y se
arrodilló, arrastrándolo hasta su habitación. Pateó la puerta
para que se cerrara, mientras lo giraba boca arriba y presionaba
los dedos contra su pulso. Estaba inconsciente. Estaba helado.
Estaba entrando en estado de shock. Su túnica brillaba y olía a
putrefacción. Tenía manchas plateadas oscurecidas en la cara.
Aún respiraba. Le revisó los ojos y encontró que sus pupilas
estaban dilatadas de manera desigual. Le pasó las manos por los
hombros y le tocó suavemente la cara.
—¿Draco? Draco... ¿qué te pasó?
Comenzó a murmurar hechizos en voz baja. Ardía
desesperadamente por recuperar su magia. Las esposas
alrededor de sus muñecas se calentaron mientras se enojaba por
su impotencia, arrodillándose sobre él, tratando de adivinar lo
que le habían hecho. Le pasó los dedos por los brazos y manos
y sintió los nudos rígidos y desgarres causados por el cruciatus.
Podía sentir cómo se le aceleraba el corazón, golpeándole el
pecho.
—¡Bobbin! —llamó brucamente.
La elfa apareció en la habitación y chilló de horror cuando sus
ojos se posaron en Draco.
—¿Quién es el sanador de Draco? —Hermione preguntó.
La elfa miró confundida a Hermione.
146
—¿A quién llama cuando regresa herido?
Bobbin se miró las manos.
—Bobbin no lo está sabiendo. Bobbin está casi siempre siendo
en la cocinas y limpiando. El Maestro no está llamando a
Bobbin cuando le lastiman. Sólo Topsy o Kreacher.
Hermione miró hacia abajo frustrada y después inhaló
profundamente antes de volver a levantar la vista.
—¿Sabes dónde guarda sus suministros médicos? ¿Pociones
curativas y cosas así?
Bobbin se iluminó y asintió con entusiasmo.
—Bien —Hermione dijo con voz tensa— entonces tráeme
pociones para aliviar el dolor. De todas las variedades que
tengas. Y cualquier otro suplemento médico al que tengas
acceso. Tráelos todos aquí para que sepa qué tengo para
trabajar.
Bobbin se desvaneció con un fuerte crujido y Draco se
estremeció. Hermione volteó a verlo. Estaba mirándola
aturdido, sus ojos estaban desenfocados, sin señales de
conocimiento.
—¿Draco?
Él parpadeó.
—¿Granger?
Parecía completamente desconcertado.
—Draco… —lo tocó gentilmente en la mejilla y mantuvo la voz
firme. Calmada— ¿Qué fue lo que te hizo? ¿Durante cuánto
tiempo te hizo crucio?
Él enarcó las cejas y entrecerró los ojos.
—¿Dónde estamos? —siguió parpadeando como si estuviera
tratando de ver en la oscuridad.
La garganta de Hermione se apretó.
—Estamos… estamos en mi habitación. Creo que debiste haber
aparecido y te desmayaste justo afuera de mi puerta.
Su expresión se torció. Tenía las pupilas dilatadas. Negó con la
cabeza y un quejido leve se escapó de sus labios.
—No era mi intención venir aquí.
Los ojos de Hermione comenzaron a arder, y le rozó
ligeramente la frente con la punta de los dedos.
147
—Lo sé… —su voz se detuvo ligeramente.
Draco se estremeció al escucharla, y sus cejas se entrelazaron:
—¿Estás bien? No puedo… ¿estás respirando? —se estiró a ciegas
hacia la dirección de la voz de Hermione, y su mano le rozó la
mejilla.
Hermione atrapó su mano con la suya y presionó su cara contra
la mano de Draco, besándola.
—Estoy bien. Soy sanadora, ¿recuerdas? No es la primera vez que
colapsas en mis brazos —aclaró su garganta y se obligó a hablar
con firmeza— Ahora, necesito que contestes mis preguntas.
Draco, ¿qué te hizo? Dime, ¿qué fue lo que te hizo?
Draco estuvo callado por un momento y después suspiró:
—Dice que yo tengo la culpa de que se extienda la insurgencia;
si fuera más competente, la estaría conteniendo. Decidió que
yo debía ofrecer una prueba de lealtad. Unas horas de
legeremancia y luego… se le ocurrió que soy un oclumante.
Resopló:
—Hizo que alguien me hiciera crucio mientras volvía a
comprobarlo —pasó saliva— afortunadamente, ya estaba cansado
para ese entonces. No duró tanto la segunda vez —una sonrisa
retorcida se dibujó en sus labios— como recompensa por seguir
demostrando mi lealtad, me ha dado el resto de la semana libre,
así que.. por lo menos tengo eso.
Su intento de sonar tranquilizador y sarcástico lo empeoró. Las
manos de Hermione comenzaron a temblar mientras trataba de
eliminar una sensación de histeria.
Sólo respira. Sólo respira. No puedes entrar en pánico ahora mismo, se
lastimará más si cree que estás teniendo un ataque.
Draco entrecerró los ojos y movió la cabeza, como si estuviera
tratando de mirar alrededor de la habitación.
—Aún no es de noche, ¿o sí? Creo que no puedo ver —se apretó
los ojos con el dorso de la mano— eso es nuevo.
Hermione comenzó a revisar la túnica de Draco, quemándose
las puntas de los dedos mientras seguía sacando docenas de
armas ocultas en los bolsillos de su túnica. Finalmente, su mano
se cerró alrededor de un estuche de cuero familiar, y lo sacó.
Abrió el botiquín de curación y sacó rápidamente el frasco de
148
Calming Draught. Mordisqueó el corcho con los dientes para
retirarlo e inclinó la cabeza de Draco sobre su regazo mientras
le acercaba el frasco a los labios.
—Draught of Peace. Disminuirá tu ritmo cardíaco y calmará los
espasmos musculares.
Esperó, pasándole los dedos por el cabello y hablándole para
que se mantuviera calmado y lúcido. Sintió que la poción surtía
efecto mientras su cuerpo se relajaba sobre su regazo. Levantó
el brazo derecho de Draco y sacó su varita, deslizándole la
empuñadura en la mano izquierda y sosteniéndola en su lugar
para que sus dedos con espasmos no la dejaran caer.
—Draco —mantuvo su voz cuidadosamente firme— necesito que
realices un diagnóstico por mí. ¿Puedes intentarlo? Te ayudaré
con el movimiento de la varita, pero tiene que ser tu magia.
El diagnóstico estaba dirigido hacia su cerebro y sistema
nervioso, y fueron necesarios seis intentos antes de que el
hechizo se mantuviera. Lo estudió en silencio durante varios
minutos.
—La legeremancia tensó tus nervios ópticos, es por eso que tus
ojos no están funcionando. No es permanente. Sólo necesitas
descansar para que se cure. El-el daño en los nervios por la
tortura es… —le tembló la mandíbula y pasó saliva— en verdad
no debería seguir torturándote.
Draco resopló y trató de responder, pero su cuerpo entero se
estremeció con un espasmos. No hizo ningún sonido, pero
presionó los labios con tanta fuerza que se le pusieron blancos.
Hubo un crujido y Bobbin apareció, rodeada de pociones y
suministros médicos. Hermione miró a la elfa.
—¿Puedes levitarlo a la cama por mí? Es muy pesado para que yo
lo cargue. Y quítale la ropa, su túnica está asquerosa.
—Bobbin puede.
La elfa chasqueó los dedos e hizo flotar a Draco
cuidadosamente hacia la cama. Hermione se acercó y comenzó
a revisar todos los suministros. Todos estaban etiquetados,
muchos de ellos con una letra afilada y puntiaguda que sabía
pertenecía a Severus. Seleccionó cuatro pociones y caminó de
vuelta a Draco. Bobbin le había quitado la ropa, había limpiado
149
la cara de Draco y lo había cubierto con la sábana. Hermione se
inclinó sobre él, estudiando sus ojos y tomando nota de todos
los síntomas físicos que podía detectar. Estaba espantosamente
pálido y su pecho seguía temblando mientras trataba de respirar
de una manera que no fuera dolorosa. Le apoyó una mano en
la frente.
—Debiste haber tomado una poción analgésica —dijo después de
un momento— fuiste tú quien me dijo que no me apareciera
después de una sesión de legeremancia sin antes tomar una
poción analgésica. Tú siempre tenías una para mí.
La comisura de los labios de Draco se crispó. Ella miró hacia
abajo y destapó uno de los frascos que había traído,
poniéndoselo en la mano, él se lo bebió con una mueca. Le
entregó la siguiente poción.
—Debí de haber incluido una en tu botiquín de sanación. Me
quede sin espacio. Debí haber puesto una poción para el dolor
en vez de Escencia de Murtlap.
Draco parpadeó y se dio cuenta de que estaba tratando de forzar
la vista para centrarse en ella mientras le entregaba la tercera
poción, le tomó la mano vacía y la apretó contra su mejilla.
—Ya sabes cómo me veo, descansa los ojos. Te dolerá menos la
cabeza si los mantienes cerrados.
Él los entrecerró obstinadamente, tratando de distinguir su
rostro por un instante más antes de obedecer. Lo observó
mientras algunas de las líneas de tensión alrededor de sus ojos
y boca se desvanecieron lentamente y su respiración se estabilizó
gradualmente. Cuando estuvo segura de que las pociones
habían surtido efecto, continuó:
—¿Quién es tu sanador? ¿Quién te trata después de que él te
tortura? Necesitas llamarle. No vas a ser capaz de moverte
durante semanas sin algún tratamiento.
El rostro de Draco se mantuvo neutral, pero sus dedos se
crisparon. Hermione sintió que se le oprimía el pecho después
de que no contestara durante varios segundos.
—Draco…

150
—Lidio con eso yo mismo, a menos que sea de vida o muerte—
dijo finalmente, las palabras fueron tan bajas que casi las dijo
bajo su aliento. No abrió los ojos.
—Severus solía ayudar ocasionalmente… cuando era algo que no
sabía cómo tratar… pero todo lo demás… es mi trabajo.
Hermione lo observó horrorizada. Draco abrió un ojo y lo
entrecerró observándola antes de resoplar, arqueó una ceja y
cerró el ojo nuevamente, su expresión se endureció.
—Recordarás que una vez pusiste una piedra bastante rara en mi
corazón. Puede que no aparezca en los diagnósticos, pero tengo
que evitar a los sanadores tanto como pueda. Si el Señor
Tenebroso comenzara a recibir reportes repitiendo que estoy
físicamente impecable a pesar de haber tenido Runas Oscuras
grabadas en mi espalda durante tres años, tendría más que unas
cuantas preguntas. Probablemente terminaría con el corazón
extirpado. Cuando es algo que pone en peligro mi vida, llamo
a un sanador y uso obliviate después en ellos, pero la mitad de
los sanadores en Inglaterra estarían locos a estas alturas si le
llamara y borrara la memoria cada vez que me hacen crucio.
Hermione sintió como si la hubiera desollado.
—No.. no me había dado cuenta.
—Está bien. Granger —no abrió los ojos pero le hizo un gesto
con la mano que tenía libre para calmarla. La esquina de sus
labios se levantó— me han dicho varias veces ya que tengo un
talento natural para la sanación.
Le seguía temblando la mandíbula y apretó los dientes un
momento antes de deslizar la varita entre sus dedos.
—¿Puedes… puedes hacer el hechizo para mí entonces?
Murmuró los hechizos mientras ella guiaba sus dedos,
golpeteando sobre los puntos de presión de la mano derecha y
subiendo por el antebrazo, sus dedos se agitaron repetidamente
mientras ella le ayudaba a enviar las suaves vibraciones a los
músculos contraídos, aliviando la tensión. Al cabo de varios
minutos, sus dedos se abrieron y ella dejó la varita a un lado. Le
cogió la mano derecha y empezó a intentar arreglar el daño. Los
dedos se le empezaron a acalambrar, pero lo ignoró y siguió

151
trabajando hasta que la mano de Draco dejó de crisparse y se
quedó inmóvil.
Levantó la última poción que había llevado y vertió una
pequeña cantidad del bálsamo en la palma de su mano.
Comenzando por la yema del pulgar, empezó a frotarla
suavemente, bajando hasta la muñeca y el antebrazo y luego
subiendo hasta los hombros. La poción era cálida y le producía
un cosquilleo en la piel mientras la masajeaba en la piel de
Draco, intentando reparar todos los nudos rígidos y los
músculos desgarrados.
Cuando levantó la mirada después de terminar con ambos
brazos, Draco estaba dormido, con las cejas fuertemente
fruncidas. Lo estudió por varios segundos antes de estirarse y
rozarlo ligeramente con la yema del dedo entre los ojos,
intentando disipar la tensión. Sin Draco para realizar los
hechizos, tratar de masajear los nudos y los tremores tomaba
más tiempo. Continuó de todas formas.
Sin él despierto, podía llorar tranquilamente mientras
trabajaba. Durmió durante casi cuarenta y ocho horas.
Hermione se quedó con él la mayor parte del tiempo. La
expresión de Draco se relajaba cuando ella estaba en la cama a
su lado, hablándole en voz baja de cualquier cosa que le llegaba
a la mente, pasándole los dedos por el cabello y trabajando en
el daño muscular. Casi agotó toda su reserva de pociones
estimulantes. Cuando se sentía demasiado inquieta para
sentarse a su lado, paseaba tranquilamente.
A la mañana siguiente miró por la ventana y vio a Lucius
caminando a lo largo del ala norte como si intentara medirla en
pasos. Levantó la vista y sus ojos se encontraron. A Hermione
se le heló la sangre. Lo miró sólo unos instantes antes de
desaparecer de su vista.
Cada vez que Draco despertaba, Hermione le revisaba los ojos
y le hacía realizar hechizos básicos de curación. Siguió
dormitando hasta que Bobbin llegó para informar que Lucius
estaba en la puerta de Draco y amenazaba con derribarla si no
veía a Draco. Draco se obligó a levantarse.

152
—¿Cuánto tiempo he estado aquí? Sólo me dieron tres días
libres. Bobbin, tráeme un juego completo de túnicas.
Hermione trató de detenerlo.
—Draco, espera. Tus ojos aún no se recuperan. Aún tienes
medio día. Necesitas descansar tanto como sea posible.
Él puso los ojos en blanco y se levantó rígidamente mientras
Bobbin volvía a aparecer con un montón de túnicas.
—Para eso guardo los analgésicos.
Se vistió y se dirigió hacia todas las pociones que había traído
Bobbin. Entrecerró los ojos mientras las sostenía a unos
centímetros de la cara, tratando de leer las etiquetas. Bebió
cinco de ellas en rápida sucesión, ignorando las objeciones de
Hermione de que ciertos tipos de analgésicos no debían
combinarse, rodó los ojos:
—Soy experto en analgésicos. Casi puedo garantizar que no será
lo que me mate —parpadeó repetidamente y sacudió la cabeza.
Hermione se dio cuenta de que todavía no podía ver
apropiadamente.
—Ten cuidado, Draco.
Él sonrió brevemente cuando la miró a los ojos.
—Estaré bien.
Hermione logró percatarse de la expresión tensa y nerviosa de
su rostro una fracción de segundo antes de que apareciera.
Bobbin llegó unas horas después y se llevó todos los suministros
médicos.
—El Amo Draco estaba bien —dijo evitando los ojos de
Hermione— sólo quería el inventario de las pociones que
Hermione había usado.
Hermione se quedó sola para entretenerse en su jaula,
preocupada y preguntándose qué estaría ocurriendo más allá de
la puerta de su habitación.

153
Capítulo 8
Julio 2005
Bobbin le llevó avena para desayunar la mañana siguiente.

Hermione no tenía ganas de comer e ignoró la bandeja mientras
caminaba por la habitación. Draco no había vuelto desde que
se había ido a ver a su padre. Estaba harta de esperar. No iba a
quedarse sentada impotente en su dormitorio esperando a que
Ginny viniera y Draco muriera. Se acercó a la puerta y la abrió
de golpe.
—¡No lo hagas! —una voz aguda gritó.
Hermione sintió que se le salía el alma, se volteó y decubrió que
Narcissa había saltado de la silla y parecía a punto de intentar
salirse del cuadro. Hermione miró a través de la habitación
hacia Narcissa con los ojos muy abiertos, con la mano contra el
pecho. Sentía el corazón saltando en su boca. Narcissa le
devolvió la mirada.
—No puedes salir. Draco no está en la finca —su voz era aguda y
autoritaria.
Hermione había pensado que de algún modo sonaría más rota.
Inhaló profundamente y miró a Narcissa con desconfianza.
—¿Lo puedes asegurar?
Narcissa asintió levemente.
—La magia de la propiedad lo sabe.
Hermione cerró la puerta lentamente y caminó hacia el retrato.
Estudió a Narcissa, tomando nota de los rasgos que Draco había
heredado. La misma boca. Los mismos gestos. En el colegio,
había pensado que Draco era igual a su padre, pero ahora veía
154
cómo Narcissa brillaba sutilmente a través de los rasgos y
facciones de los Malfoy que tenía Draco.
—Quiero salvar a tu hijo —dijo Hermione.
Narcissa frunció la boca fuertemente y enarcó una ceja.
—No puedes. Si de verdad creyeras que puedes hacerlo, no
estarías paseando por la habitación como un nundu enjaulado.
Hermione no parpadeó.
—Draco morirá si no hago algo.
La expresión de Narcissa se fracturó brevemente luego se
suavizó y desvió la mirada.
—Hay cosas peores que la muerte —alisó la empuñadura de su
manga— No sabes cómo era mi hijo cuando desapareciste. No
tienes ni idea.
Era extraño ver a una adolescente referirse a un hombre casi
una década mayor que ella como su hijo.
—Yo lo salvé.
—No habrías tenido que hacerlo si te hubieras marchado antes
como él te suplicó que lo hicieras. Habían otras personas que te
importaban más que hacer lo que él te pedía —dijo Narcissa,
con voz fría.
Hermione se dio cuenta de que Narcissa era demasiado jóven.
Los retratos no evolucionaban ni maduraban, se quedaban de
la manera que eran las personas cuando se les retrataba. El
hecho de que la imagen de Narcissa mostrara señales de algún
trauma mostraba cuán profundo había sido.
Fundamentalmente, aún era Narcissa Black, con dieciséis años
y llena de arrogancia romántica.
—¿Por qué Narcissa no escapó cuando Draco se lo pidió? ¿Por
Lucius?
El retrato de Narcissa se puso rígido.
—No. Lucius es... él-él... —su máscara se desmoronó— Él me.. la
amaba… más que a nada. Quería irse… después del Torneo de
los Tres Magos… pero Lucius juró que Draco no tendría que
tomar la Marca. Cuando lo arrestaron, ella estaba segura de que
el Señor Tenebroso vendría por Draco. Iba a llevárselo una vez
que volviera a casa del colegio. Pero... el Señor Tenebroso llegó
primero. Entonces... entonces… después…
155
—Ella se quedó para mantenerlo con vida —dijo Hermione:
—Draco hubiera dejado de intentarlo una vez que supiera que
ella estaba a salvo. Hubiera estado muerto en cuestión de
semanas.
Narcissa apartó la mirada, pero asintió levemente. Hermione se
acercó aún más.
—Quiero salvar a Draco. Si se lo dijeras a Lucius… si lo supiera…
—Eso está fuera de la discusión —Narcissa dijo con una voz
afilada como navaja.
Hermione miró sorprendida los ojos brillantes y furiosos de
Narcissa. Poco a poco se dio cuenta de que el retrato de Narcissa
quería a Lucius mucho más de lo que amaba a Draco. La
Narcissa del retrato no era madre. Era una bruja adolescente
comprometida con un mago que la adoraba. Podría llamar a
Draco su hijo y cuidar de Hermione, pero fundamentalmente,
siempre elegiría a Lucius primero. Dejaría morir a Draco si con
eso protegía a Lucius del conocimiento de lo que había pasado.
Hermione dejó caer los hombros.
—Narcissa...
—Ella no quería que él se enterara. No sabes a lo que se sometió
para asegurarse de que no se enterara. ¿Pensabas que el
síndrome de abstinencia de esa poción era difícil después de tres
dosis? La tomó más de una docena de veces… sólo para poder
verlo.
La voz de Narcissa temblaba con una furiosa intensidad:
—Draco solía suplicarle que no lo hiciera.
Hermione se acercó un poco más, sus dedos flotaban a sólo un
suspiro de distancia del lienzo:
—Si lo hubiera dejado para proteger a Draco, le habría dicho
que intentara salvar a Draco*.
La expresión de Narcissa era gélida como el hielo, mientras se
encontraba sentada en su silla.
—¿Qué cambiaría con el hecho de que Lucius lo supiera?
Hermione bajó la mirada.
—No lo sé. Sólo creo que él…
—Si intervienes y las cosas salen mal, todo por lo que Draco tuvo
que pasar para protegerte será en vano. Hay peores cosas que
*Nota al pie: se refiere a si Narcissa hubiera dejado a Lucius atrás.
156
morir. Cualquiera en esta familia puede decírtelo —se rehusó a
seguir hablando con Hermione.
Hermione se volteó de mala gana y caminó hacia la bandeja del
desayuno. El hechizo de calentamiento había desaparecido y la
avena estaba fría y poco apetitosa. Hermione consideró saltarse
el desayuno, pero necesitaba recuperar su peso. No iba a ganar
músculo si se saltaba comidas. Suspiró y sin mucho entusiasmo,
tomó la pequeña jarra de crema y la vertió en el tazón,
alcanzando la cuchara.
Mientras sus dedos tomaban el mango de la cuchara, sintió un
fuerte tirón detrás del ombligo, era como ser invertido y
empujado a través de un tubo. La habitación desapareció y ella
reapareció en el aire, cayendo hacia adelante y golpeándose la
cabeza contra el suelo mientras se le revolvía el estomago.
Estuvo a punto de vomitar, mientras se agarraba
protectoramente el abdomen contraído con una mano y trataba
de orientarse. Jadeó irregularmente varias veces mientras
respiraba. Todo daba vueltas y le dolía la frente donde se había
golpeado. Se obligó a levantarse temblorosamente. Lucius
estaba sentado a varios metros de distancia, reclinado en una
silla alta, con una taza de té en la mano.
—Ah. Ahí estás.
Hermione lo miró horrorizada con la mirada en blanco
mientras observaba el resto de su entorno. Lucius la había
transportado a través de la mansión hasta el salón del Ala Sur.
Dejó la taza de té sobre su platillo y se sentó hacia adelante,
observándola.
—Tengo algunas preguntas para ti, Sangre Sucia.
Se movió hacia atrás y su mano se clavó ligeramente al piso. La
liberó y después se dio cuenta de que el piso estaba pegajoso. El
suelo estaba empapado de sangre fresca, secándose. La cuchara
que la había traído yacía en el suelo a unos metros de distancia.
Su corazón se detuvo, se estiró rapidamente y trató de agarrarla,
desapareció justo antes de que sus dedos la alcanzaran.
—¿Tratas de irte tan pronto? ¿Después de todo el esfuerzo de
traerte hasta aquí? Me ofendes, Sangre Sucia —Lucius arrastró
las palabras, haciendo girar la varita entre los dedos.
157
Lo miró fijamente, obligándose a respirar con firmeza. Sólo
necesitaba mantener la calma y ganar tiempo hasta que Draco
llegara.
Draco, tu padre me tiene. Ala Sur.
Concentró su mente en ese pensamiento.
—¿Sabías.. —Lucius se quitó los puños de la camisa de las
manos— que eres intrigantemente difícil de acceder? Debo
felicitar a mi hijo por su ingenio. Desde mi regreso, el Ala Norte
de la mansión se ha vuelto desconcertante. Entro a los pasillos
y me encuentro caminando en círculos y olvidando qué puertas
llevan a dónde. Antes de que recupere la orientación, he vuelto
al ala principal o he recordado algo que quería hacer pero que
había olvidado. O aparece Draco pidiéndome ayuda con un
asunto.
Hermione se humedeció los labios nerviosamente y no
contestó.
—¿Has notado el fenómeno? —Lucius preguntó, con voz
cantarina. Estaba jugando con el mango de su varita.
—No salgo de mi habitación… por mi cuenta —dijo, evitando
mirarlo a los ojos.
Había una sensación punzante en su espalda baja y un dolor
agudo en su vientre. Se le hizo un nudo en la garganta y casi le
temblaron los hombros mientras se sentaba rígidamente,
tratando de ignorarlo.
—No. No parece que lo hagas —el labio de Lucius se curvó:
—Entonces estoy seguro de que no sabes que mi hijo estaba…
Lucius parpadeó:
—Se lesionó hace algunos días.
Hermione ni siquiera respiró. Lucius ladeó la cabeza y arqueó
una ceja.
—Te he estado investigando recientemente. La pequeña
sanadora que atraparon destrozando Sussex.
Hermione se estremeció y sintió que se encogía internamente
mientras Lucius continuaba:
—Estuve en Sussex después de su destrucción. Vi cómo sacaban
los cadáveres de entre los escombros. El veneno utilizado para
asegurarse de que cualquiera que escapara del radio de la
158
explosión muriera fue un invento fascinante. Ingerido, mata sin
dolor en cuestión de segundos, pero inhalado es más lento... y
más desordenado.
Hermione pasó saliva. Lucius notó su reacción y movió la
cabeza hacia el otro lado.
—¿Qué clase de sanadora puede construir una bomba capaz de
matar a casi mil personas en cuestión de minutos?
Se inclinó hacia adelante en su silla, arrastrando los ojos sobre
ella tan lentamente que casi podía sentir su mirada sobre la piel.
—¿Se pretende que crea que una pequeña sanadora Sangre
Sucia, tan insignificante que apenas hay registros con su
nombre incluido, fue la única responsable de uno de los ataques
más devastadores que sufrió el Señor Tenebroso?
Hermione no dijo nada, obligándose a mantener una expresión
neutra mientras procesaba la revelación. Habían cientos,
posiblemente miles de registros de La Orden con su nombre en
ellos. De la cueva en la playa. En Grimmauld Place. Había
dirigido el equipo de reconocimiento y la prisión de La Orden
después de la muerte de Kingsley. Los registros clasificados de
La Orden lo reflejaban. A menos que de alguna manera
hubieran desaparecido. Lucius se reclinó, resoplando y
sacándola de su ensoñación.
—No fuiste tú. Fuiste un señuelo. Un peón de sacrificio para
proteger al último miembro de La Orden.
Ella parpadeó, había asumido que curar a Draco habría sido lo
que había levantado las sospechas de Lucius, en de lugar eso, la
había traído con una equivocada teoría conspiratoria. Lo
observó, tratando de calcular su curso de acción. Los ojos de
Lucius se entrecerraron mientras la miraba fijamente.
—Conoces la identidad del último miembro de La Orden, el
responsable de explotar Sussex y de asesinar a la Alcaide en
febrero —volvió a inclinarse hacia ella nuevamente, con sus ojos
plateados brillando.
Hermione evitó su mirada.
—No lo recuerdo. No recuerdo nada sobre un último miembro
de La Orden.

159
—Ah sí... —Lucius hizo un chasquido desconcertante con la
boca— esos recuerdos que perdiste y que te hacen tan
importante ahora.
Hermione miró subrepticiamente hacia la puerta.
—Mi hijo está resignado a esperar hasta que tus recuerdos
puedan ser extraídos de manera segura. No quiere que nada le
pase a su pequeña Sangre Sucia a menos que los sanadores
mentales lo aprueben —Lucius suspiró y se volvió a hundir en la
silla, con el labio torcido— es jóven e ingenuo. Ha tenido éxito
durante una guerra y ahora piensa que siendo cuidadoso y
siguiendo órdenes es el camino seguro al éxito. Yo serví durante
ambas guerras. La victoria se puede arrebatar en cualquier
momento. El triunfo se vuelve cenizas en un instante. Un error
o un cálculo mal hecho y todo puede esfumarse...
Su voz se desvaneció y se quedó sentado moviendo la varita
entre los dedos con la mente ausente. Hubo un largo silencio.
Hermione comenzó a calcular qué tan rápido podía llegar a la
puerta si necesitaba salir corriendo.
—¿Estás esperando a alguien? —el ronroneo de Lucius estuvo
repentinamente cerca.
Cuando miró hacia atrás, se había levantado de la silla y estaba
a escasos centímetros de ella, con la mirada burlona.
—¿A mi hijo, tal vez? —se arrodilló frente a ella.
—¿Esperas que Draco aparezca y te salve? —sonrió y miró a su
alrededor— esta habitación es única. Hay una cantidad inusual
de magia concentrada aquí que afecta las líneas ley de la finca.
No puedes aparecer aquí, y dada la inconveniente tarea de
acceder a ti, pensé en devolverle el favor a mi hijo —levanto la
mano y la tomó por la barbilla ligeramente con la punta de los
dedos— odiaría verlo ser castigado teniendo que lastimarte.
A Hermione se le cerró la garganta y se estremeció cuando se
inclinó hacia ella. Su agarre se apretó con más fuerza:
—No querrías eso, ¿o sí? Creo que le tienes cariño. Te saca a
pasear por nuestra propiedad y lo esperas como una pequeña
mascota obediente. Puede que disfrute menos de ti si me piden
sacarte la información. Eras una sanadora; ¿sabes cuántas
terminaciones nerviosas tiene cada una de la punta de tus
160
dedos? Dime ahora quién es el último miembro de La Orden y
no te haré daño.
—No lo sé —Hermione trató de liberar su rostro, pero Lucius le
hundió los dedos debajo de la mandíbula, agarrándole el hueso
dolorosamente— No lo sé. Aún… no lo recuerdo.
La acercó más hasta que sus rostros casi se tocaron. Le brillaban
los ojos y se burló con maldad, como si le estuviera enseñando
los dientes.
—No te creo.
Hermione comenzó a temblar incontrolablemente.
—No soy un tonto. Había un espía entre los Mortífagos en el
año previo a la derrota de la Resistencia. Incluso el Señor
Oscuro sospechaba que uno de sus sirvientes más leales lo había
traicionado. Es la pieza que sigue sin aparecer. Las huellas están
esparcidas a través de la guerra. Los precisos ataques inusuales
en nuestras prisiones. Las masacres y actos de sabotaje tan poco
característicos de La Orden del Fénix. Esa persona destruyó
Sussex y desapareció después de la Batalla Final sólo para
emerger unos meses después de que tú lo hiciste —movió la
cabeza de Hermione hacia atrás con tanta fuerza que le era
difícil respirar— puede que tu obediencia haya adormecido a mi
hijo en una falsa sensación de seguridad, pero a mí no me has
engañado. No estás rota… estás al acecho.
La empujó hacia atrás, y su cabeza se estrelló contra el suelo de
piedra cuando la inmovilizó contra el piso debajo de él.
—Esta es tu última oportunidad, Sangre Sucia. Si deseas salir de
esta habitación intacta, dime quién es el espía.
El rostro de Lucius estaba a centímetros del suyo, y podía sentir
el calor de su aliento esparcido por todo su rostro y oler el
aroma tánico de té.
—No lo sé. No lo recuerdo —le temblaba la voz mientras
intentaba apartar la mirada. Su ritmo cardíaco se aceleraba con
un terror constante.
No entres en pánico. No entres en pánico. Respira.
—Malfoy trató de sacar los recuerdos. También el Señor
Tenebroso. No sé quién es —se mordió el labio e intentó no
tener un ataque de pánico mientras Lucius se arrodillaba sobre
161
ella. La mano de Lucius le recorrió el cuerpo, y no pudo
reprimir un escalofrío de repulsión cuando se detuvo sobre el
pequeño bulto de su vientre, sus dedos se movieron como si la
estuviera acariciando.
—¿No se supone que este embarazo tuyo cambiará eso? Por eso
es que estás aquí, como el juguete de mi hijo. Escuché sobre tu
coma. Seguramente ahora ya recuerdas algo.
—Yo no… yo no.
La agarró del cuello.
—No te creo, Sangre Sucia. Por qué no vemos —le sostuvo la
mandíbula firmemente y la miró a los ojos.
Hermione los cerró con fuerza.
—¡No! Por favor no… por favor no. Magia invasiva… aborto no
deseado —se atoró con las palabras.
Lucius se rió mientras le apretaba aún más la garganta.
—¿Esperas que me importe la hija ilegítima de una puta Sangre
Sucia? ¿Creíste que mi hijo tiene la intención de quedárselo?
Hermione sacudió la cabeza con violencia, intentando apartar
la mano de él.
—El Señor Tenebroso… la magia invasiva podría causarle daño
a los recuerdos… matarte. Draco mató a Montague por eso…
sólo…
Lucius le sonrió.
—Pareces sospechosamente preocupada por mi longevidad —le
agarró la mandíbula y la obligó a levantar la cara hacia él— abre
los ojos, Sangre Sucia, o te cortaré los párpados.
El corazón de Hermione latía tan rápido que se había
convertido en una dolorosa sensación punzante en su pecho.
Serás obediente.
Sintió que se aflojaba cuando se le abrieron los ojos.
No lastimarás a nadie.

162
Sus uñas clavadas en la muñeca de Lucius se soltaron. Lucius
sonrió satisfecho cuando sus ojos grises se encontraron con los
suyos.
Harás de todo lo posible para producir hijos sanos.
Se quedó paralizada.
Todo.
Todo lo posible para producir hijos sanos. Haría todo. Podía

hacer todo. Se enfocó en el pensamiento y golpeó la frente
contra el rostro de Lucius. Sintió cómo se le rompía la nariz
mientras se alejaba, pateándolo salvajemente mientras se
liberaba y se apresuraba por llegar a la puerta. Unos dedos
huesudos se envolvieron alrededor de su tobillo y la jalaron,
tirándola al suelo y arrastrándola por el piso. Trató de patear
para liberarse mientras Lucius la arrastraba debajo de su cuerpo.
Le clavó el codo en el plexo solar mientras intentaba zafarse de
su agarre. Le rasguñó el rostro, apuntando a los ojos. Su agarre
se aflojó mientras se alejaba para evitar sus uñas. Se apartó y le
clavó el talón en la garganta antes de lanzarse de nuevo hacia la
puerta.
Llega a la puerta. Llega a la puerta.
Chocó contra la pesada madera y agarró la perilla. Trató de
girarla, pero no cedía. Un dolor punzante se extendió por su
mano y brazo mientras intentaba hacerla girar. Finalmente
lanzó un grito de agonía y apartó la mano. Se miró los dedos y
vio que la carne estaba quemada y calcinada hasta los huesos.
La perilla estaba al rojo vivo. Lucius se rió, con la misma risa
desconcertante e interminable que había tenido mientras
observaba a Ron morir. Las vibraciones se movieron a través de
sus venas como si fueran hielo. Se volvió lentamente para
encontrarlo de pie al otro lado de la habitación, sonriendo
mientras la sangre le corría por la cara, llenándole la boca y
filtrándose alrededor de sus dientes. Levantó una mano pálida
hacia su cuello y tosió.
163
—Disfruté eso. ¿Creíste que ibas a escapar, ratoncito? —rió
levemente— morirás en esta casa. Igual que muchos miembros
de La Orden antes que tú. No queda nadie para salvarte.
Hermione se quedó de pie mirándolo fijamente. Las
quemaduras en su mano palpitaban dolorosamente con cada
latido de su acelerado corazón. Mientras permanecia de pie
junto a la puerta, un lento presentimiento se apoderó de ella.
Draco no llegaría a tiempo. No lo haría. Habían agotado toda
su suerte sobreviviendo tanto tiempo. Lucius no era Astoria.
Secuestrar a Hermione de su habitación había sido
premeditado y planeado específicamente para frustrar a Draco.
Se quedó estudiando a Lucius hasta que él movió la varita hacia
ella.
Hermione sintió que su magia se apoderaba de ella y la
arrastraba hacia delante. Cuando lo alcanzó, él la esquivó y se
golpeó contra los barrotes de la jaula al centro de la habitación.
Una barra la golpeó en la frente, y el impacto le hizo perder la
vista. Se desplomó y sacudió la cabeza, tratando de despejarse
mientras luchaba por pensar. Sintió un aleteo en el vientre y se
le hizo un nudo en la garganta mientras le temblaban los
hombros. Se presionó el abdomen protectoramente con la
mano herida.
—Por favor, Lucius… no quieres hacer esto.
Los dedos de Lucius se clavaron en su hombro mientras la
volteaba hacia él. Tenía la cara ensangrentada y había cortes en
la frente donde casi le había arrancado los ojos. ¿Podría correr
de nuevo? ¿Tenía algún sentido intentarlo? Sus piernas se
rindieron abruptamente y se deslizó por los barrotes hacia el
suelo.
—No hagas esto, Lucius. No quieres saberlo.
Lucius se arrodilló y le movió la cabeza hacia atrás. Miró
fijamente a los fríos ojos plateados. Eran iguales a los de Draco.
Nunca se había fijado en eso. Lucius arqueó una ceja.
—Se me ha ordenado que encuentre al último miembro de La
Orden, y lo haré. Esta no es una tarea en la que tengo permitido
fallar.

164
Hermione miró a Lucius aturdida, había manchas acribillando
su visión y un detalle que se sentía fuera de su alcance. Una
llave. Estudió su rostro, buscando a Draco en él, sus ojos eran
tan similares; tenían la misma desesperación en ellos. Lucius se
veía desesperado. Hermione abrió sus ojos de par en par.
Voldemort aspiraba a la inmortalidad. No tenía ninguna
intención de tener un sucesor, sólo le importaba el poder
mientras él lo controlara. Dejaría que el Mundo Mágico se
quemara hasta las cenizas antes de dejar que alguien más
gobernara.
—Va a matar a Draco si fallas, ¿no es así? —sintió que los dedos
de él se estremecían casi imperceptiblemente— la lesión de la
semana pasada… no fue una prueba, fue tu castigo. ¿Fuiste tú
quién tuvo que hacerle crucio?
Los ojos de Lucius parpadearon antes de volverse fríos. Cuando
Hermione lo vió, movió la cabeza hacia atrás y soltó una
carcajada ahogada. Por supuesto, debió haberlo sabido que
tendrían la misma manera de mostrar las cosas. Le sostuvo la
mirada y se inclinó hacia delante.
—Soy el último miembro de La Orden. El último —dijo después
de un momento— Todos los demás han muerto. Soy todo lo
que queda.
Los ojos de Lucius se entrecerraron.
—Hice estallar Sussex —continuó mirándolo a los fríos ojos:
—Harry-Harry estaba muerto. Todos estaban muertos o habían
sido capturados, no había nadie que me detuviera. Creé la
alquimia y diseñé las dos bombas de La Orden. El veneno que
encontraste tan interesante, también lo inventé. Sangre de
Thestral. Acónito. Veneno de áspid. Arsénico. Pez globo. Raíces
de cicuta de agua. Piel de tritón. Era mía —inhaló
profundamente— aunque tienes razón… había un espía entre
los Mortífagos durante el último año de la guerra. Yo era su
contacto.
Hubo un destello de triunfo en los ojos de Lucius. Hermione
quería escupirle.
—Pero no salvarás a Draco encontrándolo.

165
Estudió su rostro ensangrentado y escuchó su risa mientras Ron
moría gritando. Se inclinó mas cerca, el tono de su voz
disminuyó hasta ser un susurro:
—El espía que asesinó a Umbridge y destruyó el guardapelo es
tu hijo.
La expresión de Lucius se quedó en blanco por un momento
antes de transformarse en una mueca enfurecida. La tomó del
cuello, la empujó hacia adelante, la estampo de nuevo contra
los barrotes de la jaula.
—Mi hijo nunca se volvería un aliado de La Orden.
Hermione se atragantó pero no dejó de mirarlo a los ojos.
—Él… odia a Voldemort —logró decir— siempre lo ha… odiado.
¿Por qué crees que hay una jaula en tu salón? Voldemort
mantuvo a tu esposa allí dentro.
Lucius se sacudió como si lo hubiera golpeado.
—¡Estás mintiendo! —le apretó aún más la garganta.
Hermione jadeó mientras luchaba por repirar. Sus dedos
presionaban brutalmente el esófago y la piel de su rostro se
tensó por la presión.
—Voldemort… la torturó… en esta habitación. Por eso es que
Draco obtuvo la marca y mató a… Dumbledore...
Apenas pudo decir las palabras. Le arañó la mano, tratando de
liberarse. Los pulmones le comenzaron a dar espasmos y
arderle.
—¿Esperas que te crea?
La soltó y ella jadeó desesperadamente en busca de aire,
arrastrándolo hasta sus pulmones ardientes mientras colapsaba
contra la jaula. Su varita golpeó peligrosamente cerca de su cara,
y gruñó:
—¡Legeremens!
Lucius no era un legeremante, su magia para invadir mentes era
débil. Era como si le desgarraran la mente bruscamente con un
palo desafilado. Si hubiera tenido magia, nunca habría podido
penetrar en su mente. No tenía magia. Él forzó su entrada. No
había precisión. Simplemente aplastó su conciencia debajo de
la suya mientras cavaba su entrada. No se enfocó en recuerdos

166
individuales, solo se abría camino a través de ellos hasta que
chocaba con uno.
Draco...
Sus dedos recorriéndole la columna mientras la besaba por los

hombros y cuello. Su otra mano enredada en su cabello,
sosteniéndola cerca de modo que su piel desnuda se apretaba
abrasadoramente contra la suya.
“Te amo. Te amo. Voy a cuidar de ti.” Él murmuró las

palabras contra su piel.
Hermione trató de alejar el recuerdo pero no podía conjurar

magia. Podía sentir a las esposas comenzando a arder alrededor
de sus muñecas.
Draco la presionó contra la cabecera, envolviendo

sus piernas alrededor de su cintura mientras se
empujaba en su interior. La inconfundible
devastadora adoración en su rostro mientras la
besaba. Ella enredaba los dedos en su cabello y lo
besaba de vuelta mientras sus caderas se tocaban.
Podía sentir la furia horrorizada de Lucius. No sabía cómo

mostrarle los recuerdos correctos. Ni siquiera estaba del todo
segura de dónde estaban. Le destrozaría la mente en pedazos
mucho antes de encontrarlos por sí mismo.
Estaba observando el rostro de Draco.

“Encontré lo que me faltaba para quitarte la Marca
Tenebrosa”
“¿Oh?”
“Lágrimas de Fénix. Sería capaz de removerla si
tuviera un frasco de lágrimas de Fénix”
Se obligó a concentrase a través del dolor.

167
Narcissa.
Tenía que enseñarle lo que le había ocurrido a Narcissa.
Narcissa. Narcissa.
El retrato de Narcissa apareció.

“Ella no quería que él se enterara. No sabes a lo que se
sometió para asegurarse de que no se enterara.
¿Pensabas que el síndrome de abstinencia de esa
poción era difícil después de tres dosis? La tomó más
de una docena de veces… sólo para poder verlo. Draco
solía suplicarle que no lo hiciera”
Lucius dejó de abrirse paso brutalmente en su mente y pareció

congelarse durante varios segundos. Hermione aprovechó el
breve respiro para buscar entre sus recuerdos los correctos.
Había un dolor punzante en la parte posterior de su cabeza,
como si un bisturí se estuviera hundiendo lentamente en la base
de su cráneo. Narcissa. Narcissa. Necesitaba recuerdos de Draco
hablando sobre Narcissa.
El rostro furioso de Draco apareció, y la observó.

“Después de que tú y tus amigos mandaran a mi
padre a Azkabán, el Señor Tenebroso fue a mi casa. Ni
siquiera había regresado del colegio. Cuando llegué,
él estaba esperándome. Tenía a mi madre en una
jaula, en nuestro salón. La había estado torturando
durante casi dos semanas”
Lucius se estremeció. Podía sentir su creciente horror.
“Ella-ella nunca se recuperó. Los temblores... nunca

pararon, no después de tantos cruciatus. Ni siquiera
sé qué más le hizo... antes de que yo llegara... —se le
quebró la voz. Se apartó el pelo de la cara y parecía
estar luchando por respirar— Durante todo el
verano... no pude... no podía hacer nada más que
decirle que lo sentía”
168
Draco respiraba tan rápido que las manos le estaban
temblando, y siguió hablando, las palabras
simplemente se derramaban de él. “Mi madre... ella-
ella nunca fue muy fuerte. Esutvo a punto de morir
cuando estaba embarazada de mí y nunca se
recuperó. Ella... siempre fue frágil después de eso. Mi
padre siempre decía que teníamos que cuidarla. Me
hizo jurarlo, una y otra vez mientras crecía, que
siempre cuidaría de ella. Cuando el Señor Tenebroso
por fin abandonó la Mansión, intenté llevármela
lejos; a algún lugar donde nunca más podría
encontrarla o hacerle daño de nuevo. Pero no quiso
irse... no quiso irse ningún lado sin mí”
Él presionó las palmas de sus manos contra los ojos.

“Estaba tratando de cuidarla. Estaba tratando de
mantenerla a salvo. Estaba tratando de encontrar
una manera de escapar... y entonces... murió
incinerada en la Mansión Lestrange...”
Lucius vaciló por un momento. Hermione pensó que quizás se

retiraría de su mente. Buscó más profundo en sus recuerdos
enterrados. Su mente estaba retrocediendo. Podía sentir un
dolor agonizante y desgarrador que comenzaba a irradiarse
desde la parte posterior de su cabeza. Habían gritos rodeándola.
Su propia voz.
Sonaba más jóven de lo que ella recordaba.
“¿T-tu padre lo sabía?”

Draco tragó saliva.
“No —desvió la mirada— Mi padre... él-él era
demasiado protector con mi madre. Si lo hubiera
sabido...”

169
Draco se quedó callado por un momento. “La
Oclumancia no es un talento que él tenga. No en el
nivel en el que lo hubiera necesitado. Se habría vuelto
vengativo y nos habría condenado a todos. Mi madre
insistió en que le ocultáramos su condición. Había
una poción recetada por un sanador mental danés;
enmascaraba la mayoría de sus síntomas. Prevenía
que tuviera ataques de pánico cuando se le requería
hacer apariciones. La tomaba cuando mi padre la
visitaba. El Señor Tenebroso mantenía a mi padre
mayormente en Francia y Bélgica después de su
liberación. Él supuso que era fría y distante porque lo
culpaba de que yo hubiera tomado la Marca
Tenebrosa”
El recuerdo cambió.
Ella y Draco estaban juntos en la cama, los brazos de

Draco estaban envueltos posesivamente a su
alrededor mientras ella apoyaba la cabeza sobre su
pecho.
“Voy a cuidar de ti. Te lo juro, Hermione. Siempre voy
a cuidar de ti.”
“Cuéntame sobre tu madre, Draco. Cuéntame todo lo
que nunca pudiste contarle a nadie.”
...
“Nunca había visto a alguien ser torturado antes—

dijo por fin sin voltear a verla “Ella fue... la primera
persona que ví ser torturada. Él...” Hermione sintió
que se le desencajaba la mandíbula mientras
dudaba. “Experimentó con ella y dejó... que otros
Mortífagos aportaran ideas sobre qué hacerle. Para
castigar a los Malfoy.”

170
Lucius siguió presionándo cada vez más y más profundamente
en su mente. Los recuerdos comenzaron a volverse sombríos,
como si se estuvieran derritiendo, quebrándose en pedazos y
desvaneciéndose. Los gritos continuaron. Una y otra vez.
Hermione sintió que se desvanecía. Todo tembló, y el peso de
la mente de Lucius dentro de la suya desapareció
repentinamente. Sentía punzadas en los brazos y la pierna
derecha. Se desplomó contra la jaula, jadeando mientras se
obligaba a permanecer consciente. La habitación apareció,
nadando ante su visión, lentamente. El aire era denso y
brumoso cargado de polvo y humo.
Lucius se había ido. Hermione miró hacia abajo confundida.
Habían pequeñas astillas de escombros enterradas en sus
brazos, un zumbido agudo y metálico le llenaba los oídos y no
parecía detenerse. Entrecerró los ojos y tosió el intentar
respirar. Trató de levantarse, pero la habitación se tambaleó y
se enrojeció cuando se inclinó hacia delante. Se hundió hacia
atrás y un sollozo ahogado se formó en su garganta mientras
luchaba por pensar.
Necesitaba... ¿Qué era? Necesitaba... El salón. Necesitaba salir del
salón. Llega a la puerta. Llega a la puerta. ¿Dónde estaba la puerta?
Miró desconcertada a su alrededor. Había destellos de luz que
no podía distinguir claramente. La pared donde debería haber
estado la puerta había desaparecido. En su lugar había un
agujero cavernoso, como si la pared hubiera sido destrozada.
Tenía que atravesarlo antes de que Lucius regresara. Intentó
levantarse temblorosamente. La cabeza le latía tan
dolorosamente que la habitación se tambaleaba y estuvo a
punto de desmayarse. Su pierna no se movía, miró hacia abajo
y se dio cuenta de que tenía un trozo de madera enterrado en
la pantorrilla.
La habitación se distorsionaba frente a ella. Había ruido, pero
no podía descifrar qué era por el zumbido. Las luces seguían
parpadeando. Parpadeó y trató de levantar la mirada para ver
qué era, pero todo se ondulaba y oscurecía. Se volvió a recargar.
Se levantaría en un momento. Sólo necesitaba recuperar el
aliento. Si su cabeza se despejaba un poco, sería más fácil
171
moverse.
Se estiró y se tocó el rostro con manos temblorosas, sus dedos
se mancharon de sangre... Los barrotes en su espalda,
temblaron abruptamente y la espantaron. Unas manos la
tomaron de los hombros y la levantaron del lugar donde estaba
descansando. Rubio.Trató de alejarse.
—Por favor… no… no.
La tumbaron boca arriba, piel y cabello pálidos llenaron su
visión.
—Dios… Hermione… lo siento mucho. Resiste. Tienes que
aguantar —la voz se alargaba y distorsionaba.
Entrecerró los ojos.
—¿Draco?
Estaba tan pálido que pensó que podría ser un fantasma.
—Viniste... —se estiró y lo tocó. En verdad estaba ahí— Supongo
que siempre lo haces…
Estaba inclinado sobre ella, murmurando rápidamente
hechizos de sanación.
—Lo siento. No puedo darte calmantes para el dolor —dijo, le
temblaba la voz —Resiste por mí. Ahora estás a salvo. Te sacaré
de aquí. Lo siento… mucho.
Sintió que le sacaba el pedazo de madera de la pierna. El dolor
se esparció como el fuego y lanzó un grito desgarrado. La
inesperada agonía adicional aclaró su mente, atravesando el
dolor aturdido. Lucius la había secuestrado, se había
introducido a la fuerza en su mente. Dio un fuerte grito
ahogado y su pecho empezó a dar espasmos.
—Oh dios. Oh dios. Oh dios, Draco. Usó legeremancia y un
traslador. ¿La bebé está bien? ¿La lastimó?
Draco estaba lanzando varios hechizos sobre su mano herida,
ella cerró los dedos sobre la varita y la movió hacia su estómago.
—Revisa cómo está la bebé —dijo con voz temblorosa— creo que
pudo haberla lastimado.
No podía respirar mientras Draco dudaba y después realizaba el
hechizo. La brillante luz dorada llenó la habitación mientras el
orbe aparecía, aún aleteándo sin cesar. Hermione lo contempló
durante varios segundos antes de estallar en lágrimas. Se obligó
172
a sentarse. La habitación comenzó a dar vueltas, pero se obligó
a concentrarse, agarrando la camisa de Draco con fuerza y
mirándolo a los ojos.
—Lo sabe… lo siento. Tu padre lo sabe. Le dije lo que le pasó a
tu madre —tuvo que acercarse para poder ver los detalles de su
rostro.
Draco se congeló y parpadeó.
—Está bien. No importa —dijo después de un momento. Le rozó
el cabello con el suyo y le besó la frente. Deslizó una mano por
detrás de su cintura y por debajo de sus piernas y la levantó.
—Te llevaré de vuelta a tu habitación y terminaré de sanarte.
Después lidiaré con todo aquí.
Él se puso de pie. Hermione podía sentir que estaba temblando.
Estaba demasiado pálido; podría estar sangrando de algún lado.
No estaba segura. Miró aturdida alrededor de la habitación. El
suelo estaba cubierto de escombros, y la pared entera donde
había estado la puerta había desaparecido. Lucius estaba
inmóvil, desplomado en la jaula del centro de la habitación.
Tenía las muñecas encadenadas a los barrotes en ambos lados
opuestos de la jaula. Para evitar que tocara su Marca Tenebrosa,
en el suelo se acumula la sangre de una herida que tenía en el
costado. Draco notó lo que estaba observando.
—Fue la manera más rápida de lidiar con él.
Lucius se removió, e inclinó la cabeza hacia atrás mientras
miraba a Draco y Hermione fijamente. Su cabello había caído
sobre su rostro, pero sus ojos brillaban de rabia.
—¿Por qué no me contaste lo que le ocurrió a tu madre?
Preguntó, con un largo gruñido en la voz. Hermione sintió que
los dedos de Draco se crispaban contra su columna, exhaló
levemente:
—¿Qué hubieras hecho que no la hubiera matado antes?
Lucius se movió, las cadenas de metal chocaron contra los
barrotes. Sacudió la cabeza para poder ver con más claridad.
—Debiste habérmelo dicho. ¡Era mía!
Draco observó fríamente a su padre.
—Sí. Lo era. Y te encargaste de que todos lo supieran, ¿no es así?
Incluso el Señor Tenebroso. Nunca la dejaste ir. Ni cuando te
173
suplicó que escapáramos después de mi cuarto año. La amaste
hasta llevarla a la tumba.
Lucius palideció a través de la sangre que le oscurecía el rostro.
Draco rió de manera amarga.
—Siempre me desconcertó que creyeras que el Señor Tenebroso
me había utilizado para castigarte cuando la tenía a ella.
Supongo que nunca fuiste tan creativo como el Señor Oscuro.
Lucius no dijo nada durante unos instantes, después ladeó la
cabeza.
—¿Y ahora qué estás haciendo? ¿La Sangre Sucia abrió sus
piernas para consolarte y te imaginas salvándola en su lugar?
Draco no dijo nada. Lucius se inclinó hacia adelante.
—No sobrevivirás. Si escapa, el Señor Tenebroso te hará
responsable.
Draco resopló.
—No imagino que haya muchas circunstancias en las que
sobreviva a los próximos meses incluso si ella se queda.
—Lo sabías.
Draco asintió con una fría sonrisa.
—La información es mi especialidad, Padre.
Exteriormente estaba calmado, pero Hermione podía sentir
cómo le temblaba todo el cuerpo. Lucius se movió hacia
adelante y estudió a Draco como si lo estuviera reevaluando, sus
ojos estaban ardiendo.
—¿Y qué pretendes hacer conmigo?
—¿Qué crees? Te volviste loco y casi comprometes mi misión. En
el proceso de recuperar a la Sangre Sucia, tuve que matarte.
Tengo recuerdos que lo corroboran.
Lucius asintió, no parecía estar sorprendido.
—Quiero ver a Narcissa.
Draco dudó y después asintió.
—Imagino que hablará contigo ahora. Haré que los elfos traigan
su retrato. Tienes hasta que regrese.
Lucius permaneció en silencio. Draco se volteó hacia la puerta.
Hermione apoyó la frente en su hombro mientras se abría paso
entre los escombros. Echó la cabeza hacia atrás.
174
—Sólo un poco más, Granger. Mantente consciente por mí.
Sintió otro dolor agudo en la parte inferior del vientre y se
agarró con fuerza a su túnica. Estaban a punto de salir del salón
cuando Lucius volvió a hablar.
—¿Qué harías si me ofrezco a salvarte, Draco?
Draco apenas reaccionó, siguió caminando sin responder.
Hermione levantó la cabeza y miró a Lucius por encima del
hombro, tenía la cabeza echada hacia atrás, y la miraba
fijamente a través de la habitación, con los ojos brillando.
—Lágrimas de Fénix, ¿no es así? —sus labios se separaron en una
leve sonrisa, revelando sus dientes manchados de sangre:
—¿Cuántas necesitas?

175
Capítulo 9
Julio 2005
Una advertencia del autor:

Este capítulo contiene una escena que contiene
procedimiento médico y gore. Se incluyeron asteriscos para
indicar el principio y el fin de la sección.
Draco siguió sin detenerse, pero Hermione le apretó el brazo e

intentó deslizarse hacia abajo. Observó a Lucius, con el corazón
en la garganta. Draco hizo una pausa.
—Granger, no lo hagas.
—Draco… si tiene lágrimas de Fénix…
Lo obligó a bajarla, agarrándose con fuerza a su brazo para
poder mantenerse erguida mientras miraba a Lucius con los
ojos muy abiertos. La sangre se le estaba secando y
endureciendo sobre el rostro. Tuvo que entrecerrar los ojos para
poder verlo con claridad desde el otro extremo de la habitación.
—Necesitaría quince lágrimas.
Lucius ladeó la cabeza, pensativo.
—¿Cuántas lágrimas serían en medio frasco?
Hermione pasó saliva, y su corazón se desplomó con una
decepción tan aguda que era físicamente dolorosa.
—Depende si es un frasco estándar. Un frasco moderno sólo
tiene alrededor de doce gotas.
Lucius arqueó las cejas.
—¿Y si fuera un frasco más antiguo, del siglo XV?
Hermione soltó un pequeño grito ahogado y se tambaleó
ligeramente.

176
—Eran más grandes en ese entonces. ¿En… verdad tienes
lágrimas de Fénix?
Lucius sonrió cruelmente.
—¿Qué harías? ¿Qué me darías si las tuviera?
Draco resopló con desagrado.
—No pierdas tu tiempo con él, Granger. La única razón por la
que siquiera le importa es porque no he producido un
heredero.
La levantó y se alejó rápidamente. Hermione apoyó la cabeza
sobre el hombro de Draco mientras la cargaba alrededor de la
casa. Sentía la cabeza fracturada, pero se obligó a concentrarse
a través del dolor. Cuando pasaron por la puerta de su
habitación, él gritó:
—¡Bobbin! —lo pronunció con un gruñido.
Bobbin apareció instantáneamente y comenzó a denigrarse en el
suelo.
—¡Amo Draco! Amo Draco, Bobbin en verdad lo está sintiendo
mucho. Bobbin no está sabiendo cómo el Amo Lucius está
llevando a la Señorita de su habitación.
—Fue la cuchara en la charola del desayuno. Era un traslador—
dijo Hermione.
Sintió una sensación de arrastre en la nuca, como si estuviera
cayendo hacia atrás. Bobbin lanzó un sollozo de desesperación
y comenzó a golpearse la cabeza contra el suelo repetidamente.
El sonido hizo que Hermione se estremeciera.
—Deja de lastimarte —la voz de Draco era fría como el hielo:
—Tráeme todos los suministros de curación, y envía a dos elfos
para que transporten el retrato de mi madre al salón del Ala
Sur. Después desaparece de mi vista.
Se detuvó frente al retrato en la habitación de Hermione:
—Padre desea verte, Madre. Si deseas hablar con él, esta es tu
última oportunidad.
Se dio la vuelta antes de que el retrato pudiera contestar y cargó
a Hermione hacia la cama. Parecía que sólo había pasado un
momento, pero de repente estaba en la cama, con ropa limpia
y con los suministros médicos esparcidos a su lado. Draco estaba
mojando varios trapos con Escencia de Dittany y envolviéndolos
177
alrededor de su mano y pierna antes de levantar la mirada. El
horror estaba escrito en su rostro, sus ojos parpadearon y su
expresión se cerró en el instante en que sus ojos se encontraron.
—Lo siento... temía que la explosión pudiera matarte, o hubiera
llegado antes. Lo siento mucho.
Hermione sacudió la cabeza desdeñosamente, intentando
despejarla y mantenerse concentrada.
—Draco... puede que tenga lágrimas de Fénix.
Su expresión se tensó brevemente:
—Granger, no.
Sacudió la varita, pero sus dedos tuvieron un espasmo
repentino a medio hechizo. La varita emitió una llama azul que
se apagó después de un momento. Su expresión se onduló y
desencajó la mandíbula mientras movía cuidadosamente la
varita nuevamente y realizaba un diagnóstico sobre su cerebro.
La proyección del cerebro apareció. Las luces fracturadas que
brillaban intensamente en su cerebro todavía estaban allí, pero
varias luces habían perdido el brillo dorado y se habían vuelto
rojas como la sangre. Diminutos hilos de color escarlata, como
rayos fractales, se ramificaban a través de varias secciones de su
cerebro. Draco se puso gris al verlo.
—Necesito… necesito llamar a un sanador mental.
Se levantó para irse, pero Hermione lo tomó de la muñeca y lo
hizo retroceder.
—No. Draco, espera… tu padre dijo que tiene lágrimas de Fénix.
Tienes que averiguar qué es lo que quiere a cambio de ellas.
Draco liberó la muñeca de un jalón, su expresión era firme.
—Granger… no tiene sentido averiguarlo.
Hermione lo observó incrédula.
—¿Qué… a qué te refieres con que no tiene sentido? Podría
quitarte la Marca —su pecho se sacudió y volvió a tomarlo de la
mano— tienes que averiguarlo… tienes que preguntar… por
favor, Draco… por favor… —sus pulmones comenzaron a tener
espasmos mientras suplicaba.
La observó durante varios segundos y suspiró, dejándose caer
en la orilla de la cama. Envolvió sus hombros con los brazos

178
hasta que su respiración se calmó. Se enderezó y se miró las
manos.
—Granger —pausó por un momento— soy un duelista arruinado
ahora.
Hermione observó sus dedos mientras el dedo índice tenía
espasmos y el pulgar se movía bruscamente. Cerró las manos en
puños:
—Hace una semana pudo haber sido diferente. Pero ahora…
Levantó la mano derecha, el dedo anular seguía con espasmos.
—Ahora no. La única razón por la que gané contra mi padre hoy
fue porque no quería matarme en realidad.
—Draco.
La interrumpió con voz tensa.
—No puedo vencer al Señor Tenebroso por ti, Granger. Sé que
quieres salvar a todos, pero no puedo matarlo… incluso si me
quitaras la Marca. Si voy y lo intento, fracasaré, y
probablemente me tomen preso —seguía sin mirarla— si me
interrogan.
Miró hacia abajo, y pudo ver la tensión rígida en su mandíbula
y hombros:
—Incluso si me borras la memoria antes de que me vaya,
eventualmente se enteraría de ti, Ginny y James, y de la
ubicación aproximada de la casa segura. Yo… —su boca se
torció— Yo…
—Draco…
Su voz se entrecortó y vaciló mientras le tomaba la cara entre
sus manos y lo giraba para que verlo a los ojos:
—Draco, no voy a remover tu Marca para que puedas morir en
una pelea con Voldemort. Voy a cuidar de ti. Voy a salvarte —le
temblaban los brazos, pero no lo soltó— puedo salvarte si me lo
permites. Déjame quitarte tu Marca y escapemos. Escapa
conmigo como siempre dijimos que lo haríamos.
La observó fijamente por un momento, y la esquina de su boca
se curvó con nostalgia.
—Hice un Juramento Inquebrantable, Granger. No hay…
—Sé lo de tu Juramento. Me lo hiciste a mi.

179
Lo interrumpió, mirandolo intensamente a los ojos plateados,
apretando su mano derecha con tanta fuerza entre la suyas que
casi podía sentir la magia entre ellos
—Draco Malfoy, has hecho todo lo posible para ayudar a La
Orden del Fénix a derrotar a Voldemort. Soy el último
miembro de La Orden. Considero tu Juramento
Inquebrantable complido con creces —acercó su rostro hasta
que pudo presionar su frente contra la suya— has hecho más de
lo que nadie debería haberte pedido. Déjame salvarte ahora.
Por favor, toma el riesgo de creer que puedo hacerlo.
Draco permaneció inmóvil durante varios segundos. Podía
sentirlo vacilar. Entonces asintió levemente.
Lucius estaba arrodillado en la jaula, inclinándose tanto como

podía físicamente hacia el retrato que tenía delante, su
expresión mientras lo observaba era hambrienta. Posesiva.
Voraz. Estaba llorando. Hermione podía ver cómo le temblaba
el cuerpo entero. Levantó la mirada y vió que ella y Draco
estaban en la puerta, se alejó instantáneamente, y su expresión
se cerró. La habitación había sido despejada y limpiada de la
mayor parte de los escombros y la sangre, Hermione caminó
lentamente por la habitación hasta situarse a pocos metros de
la jaula, aún le dolía tanto la cabeza que parecía que se hubiera
fracturado el cráneo, había tomado varias pociones
fortalecedoras para poder caminar con seguridad, pero su visión
seguía siendo ligeramente borrosa.
Draco había querido llamar a un sanador, pero ella se había
rehusado, si querían que su escape funcionara, el ataque de
Lucius debía ser recluído. La boca de Lucius se curvó en una
sonrisa espantosa mientras los observaba.
—Vaya, vaya, es mi hijo, que viene desde el más allá,
acompañado de la puta Sangre Sucia que lo sedujo.
—¡Lucius! —la voz de Narcissa era aguda.
Se estremeció visiblemente, como si lo hubieran golpeado. Las
emociones se mostraron rápidamente a través de su rostro.
Conmoción. Culpa. Remordimiento. Volvió a mirar al retrato.

180
—Cissa…
Narcissa había perdido su anterior apariencia de compostura,
se veía destrozada.
—Ella es todo lo que tiene —dijo Narcissa.
La expresión de Lucius se agrió con una desaprobación apenas
disimulada, pero asintió a regañadientes antes de volver a
levantar la mirada. La boca de Hermione tuvo un espasmo y se
acercó, estudiándolo. Estaba cubierto de cortadas producidas
por las astillas de la madera, con la mejilla abierta y sangrando
a través de la mandíbula y garganta. La lesión en su costado
había dejado de sangrar. Estaba herido y sufría bastante más
dolor físico del que aparentaba, pero no había nada
preocupantemente letal. Ella se alejó nuevamente.
—¿Cómo es que tienes lágrimas de Fénix?
Lucius la observó y arqueó una ceja:
—La Familia Malfoy ha estado en Inglaterra durante casi mil
años. Se nos regaló un frasco en el siglo XV a cambio de…
ciertos servicios prestados. Sólo debe usarse para preservar la
línea familiar. Se transmite de padre a hijo cuando nace un
nuevo heredero.
—¿En serio? —la voz de Draco era fría y escéptica— ¿Tienes un
frasco de lágrimas de Fénix que nunca se te ocurrió mencionar,
sin ningún registro?
La expresión de Lucius se volvió altiva.
—Sólo debe utilizarse para preservar el linaje. ¿Tienes un
heredero, Draco? No. No lo tienes —su tono era vicioso y lleno
de burla— El frasco está guardado en un cofre que contiene la
sangre de cada generación. Si tuvieras un heredero, su sangre se
añadiría al nacer, y a partir de ese momento, a menos que
murieras, sólo tú, su padre, podría abrir el cofre. Cuando él
tuviera un hijo por su cuenta, el cofre pasaría a ser de su
posesión.
Draco miró hacia el retrato.
—¿Tú… sabías sobre esto, madre?
Narcissa negó con la cabeza y los hombros de Draco cayeron
como si hubiera estado preparado para su respuesta, tragó saliva
y asintió bruscamente.
181
—¿Dónde está? ¿En una bóveda adicional en Gringotts?
—Debería estar en mi habitación en este momento —Lucius dijo
con una voz sosa, se recargó lánguidamente en la jaula.
Draco parpadeó.
—¿Ha existido un frasco de lágrimas de Fénix en la finca todo
este tiempo?
—No —dijo Lucius volteando los ojos— es para preservar la línea
familiar. Lo guardo conmigo.
Draco observó a Lucius durante varios segundos.
—¿Qué quieres por él? ¿Qué esperas a cambio?
Lucius soltó una risa baja e interminable hasta que Hermione
sintió ganas de golpearlo. Inclinó la cabeza en un ángulo
antinatural para que su cabello cayera lejos de los ojos.
—¿Por qué, Draco, por qué crees que necesitaría sobornarlos
para salvar a mi propio hijo?
Draco resopló. Algo brilló brevemente en los ojos de Lucius, y
se enderezó.
—Te salvaré, Draco, porque eres mi hijo y heredero, sin pedirte
nada a cambio —los ojos de Lucius se desviaron de su hijo.
—¿Qué quieres de mí? —Hermione preguntó.
Lucius enarcó una ceja.
—Diez minutos. A solas.
—Por supuesto que no —dijo Draco con voz fría.
Lucius puso los ojos en blanco y movió una mano encadenada.
—¿Qué posible beneficio obtendría al dañarla en este momento?
—¿Qué beneficio has obtenido alguna vez? —Draco se veía feroz
mientras miraba a su padre con desprecio— No voy a dejarla sola
contigo. Preferiría morir.
Lucius se estremeció. Hermione apoyó la mano sobre el brazo
de Draco.
—Estaré bien, Draco.
No lo creía del todo, pero ya no le importaba. Estaba dispuesta
a arriesgarlo todo si significaba que con ello obtendría lágrimas
de Fénix.
—Granger…
Ella deslizó la mano hasta la de él y lo miró a los ojos.
—Sólo diez minutos.
182
Draco no se movió. No vaciló. Ella le apretó la mano.
—Por favor, Draco. Me dijiste que me dejarías salvarte.
La estudió, con expresión cautelosa, sus ojos plateados eran
como espejos al punto en el que se podía ver a sí misma en ellos.
Sus ojos y lo rojo de su ropa. Estaba más pálida de lo que
recordaba.
—Por favor, Draco…
Él asintió de mala gana.
—Estaré junto a la puerta.
Antes de marcharse, caminó hacia su padre y comenzó a
revisarle la túnica, confiscando varias armas y una variedad de
objetos que Hermione no podía identificar. Lucius tenía tres
varitas adicionales escondidas en la ropa, una lata que contenía
fibra de corazón de dragón, y un conjunto completo de
instrumentos de tortura encogidos al tamaño de un libro de
bolsillo. Draco conjuró varios hechizos de detección y parecía
encontrar algo nuevo con cada uno de ellos.
—Ni siquiera tengo uso de mis manos, no veo cómo o por qué
esperas que la asesine —Lucius dijo con un tono malhumorado
mientras Draco extraía la última varita.
Draco se limitó a esconderlo todo en sus propios bolsillos con
una mueca de desprecio, en absoluto silencio y luego lanzó un
descuidado hechizo tergeo sobre Lucius mientras se enderezaba.
Lucius siseó cuando la sangre fue bruscamente limpiada de su
rostro. Draco miró a su padre por un momento.
—Diez minutos. Prenderé fuego al retrato de madre ante tus ojos
si intentas siquiera tocar a Hermione.
Una furia helada brilló en los ojos de Lucius mientras Draco se
alejaba. Hermione y Lucius se miraron fijamente el uno al otro.
Él no dijo nada; se limitó a estudiarla, sus ojos plateados eran
intensos, como si estuviera sopesando y midiendo quién era
ella. Después de un minuto, ella habló.
—Si esperas que prometa que lo deje y desaparezca una vez que
él esté lejos y a salvo, la respuesta es no.
Él parpadeó y se inclinó hacia adelante.
—¿Qué pretendes hacer con mi hijo?
Bajó la mirada y lo observo detenidamente.
183
—Pretendo salvarlo.
—Después, ¿qué?
Hermione movio un hombro.
—Después… vivimos. No hay planes después de eso. Todo lo
demás es polvo. Lo que queda de nosotros es todo lo que hay.
Se burló de ella, el sonido retumbó en sus pulmones y tosió,
enrojeciéndose los labios.
—Ustedes son tontos si creen que pueden escapar y desaparecer.
El Señor Tenebroso nunca lo dejará ir. Serán perseguidos. A
menos que él tenga algo de poder que pueda mantener,
ninguno de ustedes sobrevivirá. Si quieres mantenerte a salvo y
que te cuiden, tendrás que renunciar a tu idea romántica. Hay
una familia en Bul…
—Draco hizo un Juramento Inquebrantable con La Orden para
nunca reclamar el poder de Voldemort o convertirse en Señor
Oscuro.
Lucius se sumió en un silencio atónito durante varios segundos.
—Él. Hizo. ¿Qué? —su voz era mortal.
La comisura de los labios de Hermione amenazó con crisparse,
pero se obligó a seguir mirándolo impasible.
—La Orden temía que Draco nos estuviera usando para
favorecer su propia ambición. Para probar su lealtad, juró hacer
todo lo posible por derrotar a Voldemort y que, tras la derrota
del Señor Tenebroso, nunca tomaría el poder ni se convertiría
en un Señor Oscuro.
Se arrodilló para que su rostro estuviera cerca del de Lucius:
—Estás en lo correcto, sí planea salvarme. Desde el momento en
el que llegué, todo lo que ha hecho ha sido para protegerme y
con el propósito de llevarme a algún lugar seguro antes de que
cometa suicidio, para que nadie pueda encontrarme jamás. Ese
es su plan. Esa es su idea de cuidar de mí. Pero yo quiero
salvarlo. Yo también le hice promesas. Haré lo que sea para
salvarlo.
La expresión de Lucius se volvió burlona.
—Excepto renunciar a él.

184
Bajó la mirada por un momento antes de encontrarse
nuevamente con sus ojos:
—Excepto eso —su garganta se apretó mientras pasaba saliva.
—Soy… más egoísta que él.
—¿Y cómo te imaginas salvándolo? —Lucius preguntó con voz
fría— ¿Me enviarás a mí a asesinar al Señor Tenebroso para
vengar a mi esposa y salvar a mi heredero? —lo dijo con
sarcasmo, pero le brillaban los ojos.
Hermione lo observó con calma.
—No. Hay demasiado margen de error. Incluso si pudieras,
asesinar a Voldemort no protegería a Draco de todos los demás
que lo quieren muerto. Después de que me ayudes a remover la
Marca Tenebrosa de Draco, necesito que te mates.
Lucius soltó una risa que sonaba húmeda.
—Me preguntaba cuándo saldrían a la luz tus verdaderos colores.
Quizás sí hiciste estallar Sussex —movió la cabeza hacia atrás.
—¿Por qué debo considerar dejar a mi hijo en tus manos por el
resto de su vida como si fuera algo mejor que su muerte?
La estaba provocando, quería que suplicara, podía verlo en sus
ojos. La puta Sangre Sucia que sedujo a su hijo, así era como la
veía. Una insignificante fuente de consuelo a la que Draco se
había apegado mientras estaba de luto por su madre. En otra
vida, en un conjunto de circunstancias ligeramente distintas,
Draco habría caminado con gusto por encima de su cadáver. Se
le hizo un nudo en la garganta y se obligó a continuar
respirando. La única manera de mantener a Draco con vida era
convenciendo a Lucius de que aceptara sus términos
voluntariamente. Haría que Lucius aceptara. Salvaría a Draco,
miró hacia el retrato.
—Se parece a Narcissa, ¿no crees? Al principio no lo veía, pero
ahora no puedo mirarla sin notarlo. Debió haber sido difícil
cuando estuvo enferma y después de su muerte, verla siempre.
Volvió a mirar a Lucius:
—Pero… todo se está desvaneciendo ahora, ¿no es así? Ya no es
el mismo de antes. Esta guerra lo ha destrozado casi por
completo. Y ahora Voldemort lo está destruyendo a propósito.

185
La boca de Lucius se endureció en firme línea. Hermione le
sostuvo la mirada y dejó que su desesperación se reflejara en su
rostro. Mirar a Lucius era como rozar la salvación con la punta
de los dedos, pero descubrir que no estaba lo suficientemente
cerca como para tomarla por completo. Su corazón se sentía
como un pájaro revoloteando, enjaulado dentro de su pecho,
golpeándose hasta morir mientras seguía luchando por escapar.
Los labios de Hermione tuvieron un espasmo.
—Voldemort lo matará. Incluso si Draco no fuera un espía,
incluso si fuera el Mortífago más leal que jamás hubiese
existido, Voldemort aún así lo torturaría y lo mataría
eventualmente, sólo para asegurarse de que no haya nadie que
pueda superarlo. Las lágrimas de Fénix no revierten una
Maldición Asesina. No revierten el daño cerebral y nervioso del
cruciatus —tocó los barrotes de la jaula con la punta de los
dedos— Estoy segura de que te diste cuenta que se convirtió en
espía para vengar a Narcissa. Sabía que probablemente no
ganaríamos. Estaba seguro de que sería asesinado por eso, pero
lo hizo de todas formas. Era su penitencia… porque siempre
había prometido cuidar de ella. Nunca… —su voz se fracturó.
—Nunca ha esperado tener una vida fuera de esta guerra. Ni
cuando estaba tratando de proteger a Narcissa, ni ahora
conmigo. Siempre ha asumido que será lo último que haga.
Hermione se movió hacia adelante.
—He intentado todo lo posible por encontrar una manera de
salvarlo. He tenido tantas ideas pero nunca tuve las piezas que
necesitaba para hacerlas funcionar. Si en verdad tienes lágrimas
de Fénix, puedo salvarle la vida, pero sólo si me ayudas. Si
salvarlo es suficiente para ti —envolvió los dedos alrededor del
barrote— No puedo prometer dejarlo porque ya le di mi palabra
de que nunca lo haré. Pero puedo prometerte esto: una vez que
sea libre, si alguna vez quiere dejarme… lo dejaré ir.
Lucius se acercó hasta que sus rostros quedaron a escasos
centímetros. Sus ojos plateados eran crueles y ardientes.
—Júralo por tu magia.
Su boca se crispó y sus dedos sufrieron un espasmo al agarrar el
frío acero, no se dió tiempo para dudarlo:
186
—Lo juro por mi magia. Si Draco alguna vez quiere dejarme, lo
dejaré ir. Tienes mi palabra.
Lucius la observó un momento más y después suspiró y se
inclinó hacia atrás.
—El cofre está en mi armario. Mi varita abrirá la puerta. Lo
abriré una vez que lo traigan y podrás ver si hay lágrimas
suficientes —miró nuevamente al retrato y pareció olvidarse por
completo de Hermione.
Estudió la adoración desesperada y hambrienta en su rostro por
un momento antes de ponerse de pie lentamente. No era de
extrañar que Draco nunca hubiera pensado que su padre
tuviera espacio para cuidar a nadie más que a su madre. Caminó
inestable por la habitación. Todo le dolía. Incluso los latidos de
su corazón eran dolorosos. La habitación era tan
antinaturalmente fría. Draco la observó acercarse desde el
marco de la puerta, con los ojos preocupados. Ella le dedicó una
leve sonrisa.
—Dice que puedes usar su varita para abrir la puerta de su
armario. El cofre está ahí, dijo que lo abriría.
Draco la alejó del salón.
—Te voy a llevar de vuelta a tu habitación.
Hermione apenas si había asentido cuando volvió a cargarla.
—Puedo caminar —dijo tratando de bajarse— aún te estás
recuperando.
—Tú deberías estar en cama —Draco dijo con voz fría.
Hermione estaba demasiado cansada para discutir, hundió el
rostro en su túnica y se medio durmió mientras la cargaba por
la mansión. Debería haber estado maniática por la adrenalina,
pero en vez de eso estaba cansada. Estaba demasiado cansada.
—Él sí te ama —dijo mientras se acercaban a su habitación— sólo
no creo que sepa cómo verte sin ver a tu madre.
—Lo sé —la puso sobre la cama— Descansa, Granger. Si regreso
y estás leyendo, llamaré a un sanador mental, no me importa
cuál sea tu plan.
Asintió cooperativamente. Le dolía tanto la cabeza que no se
creía capaz de leer. Sentía que se iba a desmayar.

187
—Si hay lágrimas, los elfos tienen una lista de los ingredientes
que necesito para la poción y todos los suministros. Los necesito
todos, de la mejor calidad posible. Hay que reponer todo tu
inventario médico. Dile a Ginny que no venga y corta los lazos
de sangre que tienes con la finca. Tienen que romperse o…
—Ya lo explicaste antes, Granger. Deja de hablar y descansa.
Se acurruco sobre su estomago, él le subió el edredón por
encima del hombro y ella le cogió la mano, apretándola con
desesperación.
—Draco… tienes que ayudarme para que esto funcione. No creo
que… —su voz se detuvo y dudó— ¿Lo prometes?
Draco guardó silencio por un momento.
—Me encargaré de todo.
Era de noche cuando Draco la despertó. Había media docena

de diagnósticos conjurados a su alrededor que él estaba
estudiando. Su mano y su pierna habían sanado por completo
y la bebé seguía siendo una brillante luz dorada. La luz hizo que
le doliera la cabeza.
—Necesito llamar a un sanador mental —dijo Draco cuando ella
se incorporó haciendo muecas de dolor.
—No. No vale la pena arriesgarse. Estoy bien. Sólo es un dolor
de cabeza. No estoy teniendo un ataque. Está bien,
probablemente los recuerdos ahora están… un poco turbios. No
es como si un sanador realmente pudiera hacer algo al respecto.
El daño ya está hecho.
La expresión de Draco se endureció. Volteó a verlo con el
corazón latiándole rápidamente en el pecho.
—¿Las tienes? ¿En verdad son lágrimas de Fénix?
Draco sacó un frasco de líquido plateado de su túnica y se lo
entregó.
—Hay un hechizo analítico, para confirmar que en verdad son
lágrimas —dijo, con la voz tensa y nerviosa mientras lo giraba en
la mano.

188
—Puede que no funcionen. Si en verdad son tan viejas. No hay
ninguna investigación sobre cómo preservarlas más allá de unos
pocos años —añadió.
Draco realizó el hechizo. La visión de Hermione se volvió doble,
pero entrecerró los ojos y lo estudió cuidadosamente. Era un
frasco de lágrimas puras. La lectura era perfecta; la eficiencia
aún era exacta. Habían sido preservadas perfectamente. Había
suficientes. Sólo con ver el tamaño irregular del frasco supo que
había al menos quince lágrimas. Se quedó mirando el frasco
durante unos segundos, intentando asimilar la realidad de lo
que tenía entre las manos. Se le revolvió el estómago y se quedó
sin aliento. Podía hacerlo. Draco iba a vivir. Iba a salvarlo.
—Tendremos hacer todo en el salón —dijo finalmente— Ya hay
tanta magia ahí que las nuevas firmas de hechizos se perderán.
¿Todo está listo? ¿Contactaste a Ginny?
Draco asintió lentamente.
—Está al tanto de lo que vamos a intentar. Los elfos lo tienen
todo prepardo. Mi-mi madre tiene la intención de quedarse. No
quiere dejar a mi padre.
Hermione estudió su rostro un momento antes de ponerse en
pie y tenderle la mano. La habitación se tambaleó. Draco la
atrapó por el codo, ella se sujetó de su túnica hasta que volvió a
orientarse. Respiró hondo antes de forzar una sonrisa.
—Nunca comí mi desayuno. Debería tomar algunas pociones.
Su estómago se rebeló, pero se obligó a no vomitar la poción
fortalecedora y una poción nutricional el tiempo suficiente para
que su cuerpo las absorbiera. Dejó de sentir la cabeza agrietada
y hueca. Volvió a levantarse y caminó lentamente por la
habitación. Aún le dolía la pantorrilla, pero la mano estaba
completamente curada. Dobló y desplegó los dedos para
comprobar su destreza. Una dosis de Calming Draught le
ayudaría a controlar los temblores una vez que comenzara a
trabajar con hechizos. Su visión dejó de duplicarse lentamente.
Mientras las luces no fueran demasiado brillantes, estaría bien.
Draco se quedó de pie observándola, con la expresión cerrada,
pero los ojos pensativos y preocupados.
—Granger, tú…
189
—Vamos a hacer esto, Draco —dijo interrumpiéndolo— Si fuera
yo, ¿siquiera sería una pregunta?
Él negó con la cabeza de mala gana.
—Puedo hacerlo. Estaré bien. Una vez que escapemos, podré
recuperarme tanto tiempo como lo necesite. Después de
salvarte —caminó hacia la puerta y la atravesó sin vacilar.
Lucius aún estaba en la jaula en el salón. El estómago de
Hermione dió vueltas mientras entraba a la habitación por
tercera vez aquel día.
—Bobbin —dijo Draco, su tono aún era cruel.
La elfa apareció en la entrada del salón.
—Trae todo aquí, y prepara al caballo.
Hermione se mordió nerviosamente el labio.
—Una vez que me quiten las esposas, ¿cuánto tiempo a salvo
crees que tendremos hasta que lo noten?
—Dudo que tengan más de media hora —dijo Lucius.
Hermione asintió.
—Eso fue más o menos lo que pensé. Así que, veinte minutos
para remover la Marca Tenebrosa y después unos minutos extra
para irnos. Podría-podría tomar más de veinte minutos, pero
ese es el mejor tiempo que he conseguido en la práctica.
Necesitamos hacer tanto como sea posible antes de que me
quiten las esposas. Tendremos que preparar la poción antes.
Miró a Lucius:
—Para que esto funcione, todos tienen que creer que Draco ha
muerto, que todos morimos. ¿Puedes hacer eso?
La fulminó con la mirada.
—Fácilmente. Asumiendo que me devulevan mi varita.
Ella asintió y se dio la vuelta. Los elfos habían traído una larga
mesa que se extendía casi a lo largo de toda la habitación. En
una mitad, esparcidos, había suministros para pociones. Del
otro lado; suministros de curación: vendas, docenas de frascos
de poción regeneradora de sangre, Escencia de Dittany,
analgésicos extremadamente costosos y varios carretes de seda
de acromántula. Hermione lo acomodó todo cuidadosamente.
Había una mesa más pequeña cerca, con un montón de varitas
y un bolso. El corazón de Hermione se sobresaltó. Su bolso. Se
190
estiró y lo abrió, aún contenía todos sus suministros de alquimia
y pociones, así como una gran variedad de pociones curativas y
suministros.
—Lo guardaste —dijo mientras sus dedos pasaban por la tela.
—Fue útil —Draco dijo con voz seca.
La miró intensamente mientras inspeccionaba el contenido.
Había un conjunto de ropa de viaje, con unos pantalones de
montar ajustados con botones para acomodar su estómago.
Draco conjuró un biombo y ella casi se arrancó la túnica de
subrogada, dejándola amontonada en el suelo mientras se ponía
la ropa nueva. Junto a su capa había un abrigo de gambesón
acolchado y sus botas estaban colgadas en el respaldo de una
silla, junto a un par de guantes de cuero brillosos. La pesada
capa negra de Draco colgaba a su lado. Se amarró las botas y
volteó a ver a Draco.
—¿Tienes todo? ¿Estás listo?
Él asintió y ella se puso de pie.
—No vas a estar en condiciones de guiar un caballo. No hasta
que pase el efecto de algunas de pociones. ¿A dónde debería
llevar al caballo hasta que estés lúcido?
La expresión de Draco se volvió más tensa de lo que ya estaba.
—Sabe el camino. Sólo dile que vaya a casa. Su pareja está en la
casa segura. No volará a ningún otro lugar.
Hermione asintió, con los dedos crispados por el nerviosismo.
No había montado a caballo desde que voló en un Thestral hasta
el Ministerio de Magia en su quinto año de colegio. Se armó de
valor, se rehusó a tener un ataque de pánico. Volteó
nuevamente hacia la mesa y puso el caldero plateado sobre el
atril.
—Necesito que realices los hechizos por mí, Draco —su corazón
estaba acelerado, pero hacer una poción se sentía tan natural
como respirar.
Comenzó con aceite de cedro blanco, calentándolo gentilmente
mientras agregaba raíces de valeriana machacadas. Cuando se
volvió aromático, vertió aguamiel lentamente por los costados
del caldero hasta que se llenó hasta la mitad.

191
—Necesito la flama más intensa que puedas conjurar ahora —le
dijo a Draco mientras se giraba para inspeccionar las hojas de
Dittany que los elfos domésticos habían picado y puesto en
estasis.
Utilizó una cuchara para desplazar las hojas picadas y verificó
que cada pieza fuera quirúrgicamente precisa y uniforme. El
caldero estaba hirviendo casi violentamente mientras la base se
reducía a jarabe. Se dispuso a moler la ortiga seca y la milenrama
hasta convertirlas en un polvo fino. Le zumbaban ligeramente
los oídos, parpadeó y sacudió la cabeza mientras se concentraba
en el mortero y el pilón que tenía en las manos. Aplastó media
docena de alas de hada en otro mortero hasta que brillaron
como polvo de plata y luego tamizó todos los polvo en conjunto.
Sumergió una varilla agitadora de cobre en la poción, y cuando
la retiró, contó hasta tres antes de que una gota espesa se
acumulara y cayera de nuevo en el caldero.
—Enfríalo a temperatura ambiente tan rápido como puedas—
dijo con voz firme.
En el instante en el que la superficie del líquido se quedó
quieta, vertió los polvos por la superficie en una lenta figura de
ocho. Cuenta hasta diez. Colocó treinta pétalos de rosa en la
superficie sobre el polvo que estaba comenzando a cristalizarse.
Draco retiró el estasis y ella agregó una capa uniforme de Dittany
encima. La poción permaneció inmóvil durante varios
segundos antes de que toda la superficie se volviera translúcida.
Hermione agregó geranio aplastado inmediatamente y revolvió
rápidamente con una varilla de ceniza, dejando caer tentáculos
de Murtlap encurtidos en cada cuarta rotación. La poción se
volvió de un color azul brillante.
—Ponlo a fuego lento. Apenas debe moverse.
Usó un cuentagotas para medir cuidadosamente las lágrimas.
Quince. Exactamente quince. Quedaban dos gotas más en el
frasco. Miró la poción hirviendo a fuego lento. Parecía
impecable. Exactamente como debía. Sus manos temblaron
ligeramente.
—Draco, necesito una dosis de Calming Draught.

192
Se la entregó sin decir una palabra. Se la tomó de un solo trago,
sus manos dejaron de temblar. Agregó las lágrimas. Incluso con
la poción calmante, sentía el corazón en la garganta. Cuando se
agregó la última lágrima, se quedó congelada mientras
observaba. Las lágrimas plateadas se deslizaron debajo de la
superficie, luminosas, como si fueran estrellas fugaces cayendo.
Lentamente se tornaron rojo sangre. El color se esparció por el
resto de la poción y se mantuvó.
—Frasco grande.
Un cucharón de plata, espolvoreado con cuerno de unicornio
en polvo, transfirió la poción a un frasco de cristal. Hermione
lo tapó y suspiró lentamente.
—Eso es todo.
—¿Eso remueve la Marca Tenebrosa? —Lucius dijo, mirando con
curiosidad la poción que tenía entre las manos.
Volteó a verlo y se le retorció el estómago.
—No. Esto impide que la maldición lo mate después de que
cortarle el brazo.
Lucius la observó sin comprender antes de que su expresión se
volviera asesina.
—¿Pretendes mutilar a mi hijo? —se abalanzó contra los barrotes
de la jaula mientras la miraba con desprecio— ¿afirmabas ser una
sanadora ingeniosa y cortarle el brazo es lo mejor que puedes
hacer?
El corazón de Hermione latía dolorosamente en su pecho
mientras agarraba el frasco y lo observaba detenidamente, una
ráfaga de calor estalló en la boca de su estómago.
—Habrás notado que no tengo magia en este momento. Han
pasado dos años desde la última vez que realicé un hechizo, y
en cuanto me quiten las esposas, estaré contra tiempo. Tendré
veinte minutos para realizar un procedimiento que debería de
tomar una hora con un equipo quirúrgico. Ni siquiera tendré
mi propia varita —sus manos comenzaron a temblar
violentamente, dejó la poción sobre la mesa— si tuviera una
mejor idea, la pondría a prueba. ¿Crees… que quiero cortarle el
brazo…? —su voz estaba vibrando.

193
Quería gritarle, se dio la vuelta y se presionó las manos contra
el esternón, tratando de respirar. Nunca había amputado a
nadie cuyas extremidades no estuvieran completamente
destruídas. Las lágrimas de Fénix habían sido la pieza faltante,
una casi imposible de conseguir. Se había sentido tan aliviada
de tenerlas que no había procesado del todo la realidad, estaba
a punto de cortarle el brazo a Draco. Sintió como si estuviera a
punto de vomitar violentamente. Podía escuchar vagamente a
Draco diciéndole algo a su padre, su garganta se estaba
cerrando, atravesó la habitación dando tumbos hasta la pared
del fondo y se apretó contra ella mientras luchaba por respirar.
Ahogó un sollozo con las manos y se quedó de pie temblando.
Sintió que las yemas de unos dedos le rozaban ligeramente el
hombro y se estremeció cuando la culpa casi la destrozó.
—Lo siento tanto, Draco. Lo siento. Lo siento. Lo siento
muchísimo —su voz se quebró mientras se giraba para mirarlo.
—Te juro que si hubiera otra manera lo suficientemente rápida,
la haría. Lo siento demasiado… —su voz se cortó mientras
sollozaba— tienes unas manos tan hermosas. Siempre pensé
que… tenías manos muy bonitas...
Draco le sostuvo el rostro entre las manos y ella le tomó las
muñecas con fuerza mientras se ponía a llorar durante varios
minutos. Él le envolvió los hombros con sus brazos y ella
sollozó, tratando de memorizarlo.
—Granger, siempre supuse que si lograba escapar, perdería la
mano —dijo en voz baja, dejando caer la cabeza contra la suya y
poniéndole un rizo detrás de la oreja— si hubiera podido
hacerlo, me la habría cortado yo mismo hace años.
Ella se tragó un sollozo y asintió.
—Lo sé. Es sólo que… en verdad intenté encontrar otra forma.
De verdad. No quiero que pienses que lo haría si tuviera otra
opción —se limpió las lágrimas, inhalando profundamente
mientras se daba la vuelta.
Se obligó a no mirar a Lucius mientras se acercaba y revisaba los
suministros médicos, meticulosamentos colocados en el orden
en que los necesitaba. Repasó el procedimiento mentalmente,

194
verificando que tenía todo lo necesario. Las esposas la estaban
quemando alrededor de las muñecas.
—Estoy lista —se volteó para ver a Draco y Lucius, extendiendo
las manos.
El rostro de Draco no tenía expresión alguna, pero sus ojos eran
plata fundida, metió la mano a la túnica y sacó la varita de
Lucius; la extendió lentamente hacia su padre, con una
expresión cada vez más amenzadora.
—Si tú…
—Si la lastimo, indudablemente blasfemarás contra la memoria
de tu madre, me torturarás horriblemente y todos moriremos
espantosamente. Lo sé, Draco —dijo Lucius, arrebatándole la
varita— ¿No deberías estar más concentrado en tu propio
bienestar y tu inminente mutilación? ¿No pudiste enamorarte
de una sanadora más competente?
Draco se limitó a mirarlo con desprecio antes de voltear a ver a
Hermione, le tomó las manos gentilmente entre las suyas y le
presionó las muñecas por dentro.
—Sostén las esposas así.
Al ver los dedos de él rodeándole las muñecas, le ardieron los
ojos, pero parpadeó para eliminar las lágrimas. Draco volteó a
verla.
—¿Lista?
Asintió sin decir palabra. Draco y Lucius se miraron
mutuamente y extendieron las varitas.
—Morsmordre.
Las Marcas Tenebrosas se deslizaron desde sus varitas, pero en
vez de viajar hacia arriba, la niebla verde rodeó las esposas de
Hermione y desapareció debajo del brillante cobre. Hubo una
breve pausa. Se escuchó un chasquido silencioso y las esposas
se soltaron, cayendo al suelo. Hermione dio un grito ahogado y
estuvo a punto de caerse al sentir que su magia volvía rugiendo
hacia ella. Era como si cada célula de su cuerpo estuviera
brillando y las compulsiones se liberaran de su conciencia. Se
sentía drogada. No se había dado cuenta cómo se había
adaptado a la falta de magia hasta que regresó como una
maremoto.
195
Se sentía eufórica. Tenía magia. Podía lanzar, conjurar y realizar
hechizos. Doblegaría el mundo a su voluntad. Crear y formar,
disolver y destruir, y... salvar a Draco. Se concentró a través de
la euforia que corría por sus venas. Recurrió a su magia, y ésta
no se desvaneció, ni desapareció, ni se tornó contra ella. Lo
empujó hacia adentro, lo atrajo hacia su mente y cerró de golpe
los muros de oclumancia en su lugar. Bloqueando todo. Fría.
Tan claro como el agua.
Levantó una de las varitas y la agitó. Fue como empujar algo por
un canal obstruido. La varita emitió algunas chispas poco
entusiastas. Probó con la siguiente, tratando de encontrar una
que se sintiera adecuada. Una varita que respondiera y estuviera
en sintonía con ella. Nada. Nada. Muy poco. Sus hombros se
pusieron cada vez más y más tensos mientras comenzaba a
quedarse sin opciones. Draco incluso le entregó la varita de
Lucius para que lo intentara. Se le revolvió el estómago de
miedo. Empezó a levantar la última varita y luego dudó,
volteando a ver a Draco.
—Esta era tu vieja varita, la que usabas en el colegio.
—Lo era. Espino y pelo de unicornio. No se cambian hacia las
Artes Oscuras.
Cuando sus dedos se deslizaron alrededor del mango, sintió que
su magia se agitaba, calentando las yemas de sus dedos. La
levantó y la agitó en el aire. La habitación se llenó de luces.
Sentía un escozor en los dedos, el deseo de experimentar;
arrojar algo superfluo o transfigurar algunos viales de la mesa.
Ignoró la tentación. Ya había perdido tres minutos buscando
una varita. Conjuró un reloj de arena de veinte minutos y lo
volteó, iniciando la cuenta regresiva.
—Acuéstate sobre la mesa —le instruyó a Draco con voz firme.
Agitó la varita e invocó varios frascos, sintió una oleada a través
de todo su cuerpo, pero se obligó a ignorarla.
—Toma todos estos. Después voy a aturdirte.
—No —dijo Draco con voz ronca mientras se tomaba la ración
de pociones.
Hermione no lo vió mientras conjuraba las vendas y le cortaba
toda la manga de la camisa.
196
—Draco, no quiero que veas cómo te corto el brazo.
—Dudo que pueda ser más traumático que cualquier cosa que
no haya experimentado hasta ahora —dijo entre dientes— No te
atrevas a aturdirme, Granger.
Volteó a verlo por un momento y descubrió que era casi gris y
que sus ojos ardían con determinación. Y terror. Nueve
intentos. Había visto a nueve Mortífagos morir intentando
quitarles sus Marcas Tenebrosas. Si lo aturdía y las cosas salían
mal, no despertaría, simplemente moriría. Esto sería el adiós.
Ella apretó los labios en una línea plana e invocó una poción
adicional.
—Bien. Toma esto, entonces.
Mientras las pociones se activaban, le tomó la mano izquierda y
usó la punta de la varita para trazar varias líneas brillantes sobre
su piel alrededor de la circunferencia del antebrazo, tratando de
salvar a toda costa la mayor parte del brazo y evitando al mismo
tiempo cuidadosamente la Marca Tenebrosa grabada a fuego en
su piel. Después le anestesió el brazo desde el hombro hasta
abajo.
—¿Estás segura de que no hay otra manera de quitarle la Marca?
La voz viciosa y condescendiente de Lucius interrumpió su
concentración:
—¿Cuánta investigación en realidad…
Draco silenció a su padre con un brusco movimiento de su
varita, que aún tenía en la mano derecha. Hermione lanzaba
hechizos más rápido de lo que jamás había hecho en su vida.
Conocía su salud y sus signos vitales íntimamente. Conjuró más
de una docena de diagnósticos y hechizos monitores alrededor
de él. Su ritmo cardíaco era elevado, pero disminuía a medida
que las pociones hacían efecto. Uno de los diagnósticos se
volvió azul, indicando que todas las pociones se habían
integrado completamente. Se llevó la mano izquierda de Draco
a los labios, la apretó y la besó una vez antes de mirarlo a los
ojos.
—Te amo. Te amo —susurró— Esto funcionará, lo juro —luego le
sujetó el brazo a la mesa y lo inmovilizó.

197
**********************************************************
Comenzó con el proceso de ligar internamente y luego
cauterizar las venas y arterias del antebrazo. Cuantos menos
lugares pudieran sangrar cuando ella empezara a cortar, menor
sería el riesgo. La maldición estaba diseñada para obligarlo a
morir desangrado; cualquier oportunidad de pérdida de sangre
aumentaba el riesgo, incluso con las lágrimas de Fénix. Cuando
el diagnóstico mostró que el flujo sanguíneo del antebrazo se
había detenido por completo, respiró lentamente y pasó la
varita por una de las líneas que había dibujado en la piel. Draco
se sacudió involuntariamente mientras ligaba y cercenaba los
nervios de su brazo. No se permitió levantar la vista. Inclinó la
varita en una aguda diagonal y comenzó a cortarle la piel y
músculos hasta el hueso. Percibió vagamente el sollozo de
Narcissa. Siguió trabajando.
Draco dio un grito ahogado y de repente, había sangre por todas
partes; las venas y arterias cauterizadas comenzaron a abrirse por
sí solas. Los hechizos de diagnósticos comenzaron a parpadear
y a adquirir peligrosas tonalidades de advertencia. El ritmo
cardíaco de Draco se elevó drásticamente. Le lanzó un poderoso
hechizo de estasis en el brazo y tomó la poción de lágrimas de
Fénix. Inclinó la cabeza de Draco hacia arriba y vertió el
contenido por su garganta, lanzando un hechizo para impedir
que su cuerpo lo regurgitara. Podía sentirlo temblar a pesar de
la inmovilización. Lo miró a los ojos mientras su varita giraba
rápidamente entre sus dedos y le lanzaba un hechizo tras otro.
—Resiste. Quédate conmigo. Voy a salvarte. Confía en mí. No
vas a morir.
Los ojos de él se clavaron en su rostro mientras lanzaba hechizos
sobre su corazón para estabilizarlo y ralentizarlo hasta que la
poción hiciera efecto. Le tocó la mejilla mientras estudiaba los
diagnósticos.
—Tú, nuestro bebé y yo. Todos vamos a ser libres. Voy a salvarte.
Nos iremos tan lejos que nunca nadie podrá encontrarnos. Sólo
tienes que resistir.
Los diagnósticos se estabilizaron y lo dosificó inmediatamente
con un frasco de poción regeneradora de sangre.
198
Hermione ni siquiera tuvo tiempo de sentir alivio. Comenzó a
cauterizar nuevamente todas las venas y arterias laceradas tan
rápido como podía.
—Draco, no mires —dijo con una voz tan tensa como la cuerda
de un arco.
No tuvo tiempo de comprobarlo. Se volteó, murmuró un
hechizo y le cortó el radio y cúbito. Le había amputado el brazo.
La mano le tembló ligeramente, contrarrestó el encantamiento
adhesivo alejando clínicamente la extremidad amputada,
cubriéndola con un paño. Podía sentir cómo se le acababa el
tiempo.
Alisó los huesos, perforó varios agujeros diminutos y luego lavó
toda la zona con Esencia de Dittany antes de invocar un carrete
de seda de acromántula y suturar rápidamente los tendones a los
huesos. Había visualizado, practicado y repasado el
procedimiento mil veces en su habitación, el orden preciso de
cada movimiento. Una vez que completó la miodesis, comenzó
a suturar rapidamente con la varita capa tras capa de puntos.
Eran más rápidos de realizar y más tolerables que los hechizos
que había utilizado con sus runas. Sus dedos se crisparon y no
tuvo tiempo de arreglar los puntos torcidos. Se le estaba
acabando el tiempo. Puntada tras puntada, capa tras capa hasta
que el tejido fascial se unió limpiamente.
**********************************************************
—Férula —dijo, arrastrando la varita sobre su piel. Los vendajes
le rodeaban firmemente el brazo hasta casi el hombro.
—Listo —dijo, alejándose y dándose un momento para respirar
de manera entrecortada.
Tenía gotas de sudor en la cara. Aún jadeaba de alivio cuando
contrarrestó la inmovilización de Draco. Él apenas si estaba
consciente. Ella comenzó a inspeccionar cuidadosamente todos
los diagnósticos y hechizos de monitorización que lo rodeaban
mientras la arena del reloj se acababa. Estaba estable, aunque
drenado física y mágicamente, aún habían rastros de la
maldición, pero los aspectos más mortíferos habían sido
contrarrestados. Le dió una poción destinada a contrarrestar la
199
antitoxina de un vampiro y mejoró su recuento de plaquetas en
la sangre. Lucius golpeó las cadenas fuertemente contra los
borrotes de la jaula. Hermione se volteó rápidamente y
contrarrestó el hechizo silenciador que Draco había usado en
él.
—Espero que hayas terminado. Se te acabó el tiempo. Me están
llamando —dijo con voz tensa.
El estómago de Hermione se hundió y asintió. Se puso la túnica,
la capa y los guantes y, con un movimiento de su varita, lanzó
un hechizo sobre Draco para hacerlo más ligero. Lo envolvió
firmemente con su túnica y capa, murmurando encantamientos
calentadores, y le puso un guante de piel de dragón en la mano
que le quedaba antes de agarrarle el brazo derecho y tirárselo
por encima del hombro para ayudarlo a levantarse. Levantó la
varita de Lucius de la mesa y la sostuvo hacia él.
—¿Puedes hacerlo? ¿Lo harás?
La miró con desprecio mientras le arrebataba la varita de la
mano.
—Sal de mi casa, Sangre Sucia.
Hermione metió todos los suministros y varitas adicionales en
su bolso y se la colgó del hombro, dándose la vuelta y medio
cargando a Draco por la habitación hacia la puerta.
—Draco... —Lucius habló cuando ya casi habían salido de la
habitación.
Hermione dudó entre detenerse o continuar. Draco se
estremeció. Pasó saliva y se detuvo, volteándolo de nuevo.
Lucius los miraba desde el extremo opuesto de la habitación
con la misma expresión hambrienta con la que había mirado a
Narcissa.
—Padre. Madre —Draco dijo, con una voz débil y forzada.
Lucius apoyó una mano en los barrotes de la jaula.
—Estaba orgulloso de ti.
Draco guardo silencio por un momento.
—Claro... —dijo, la palabra fue poco más que un susurro.
Narcissa miró fijamente a Hermione:
—Sálvalo.

200
Hermione asintió:
—Sí.
Lucius miró a Draco un momento más antes de que sus ojos se
dirigieran hacia Hermione.
—Sácalo.
Hermione sujetó con fuerza a Draco y salió rápidamente por las
puertas del Ala Sur. Bobbin y otros elfos domésticos más
estaban parados afuera, sosteniendo las riendas del Granian.
Estaba ensillado y pateando la grava con impaciencia, haciendo
cabriolas mientras esperaba en las puertas. Los elfos ayudaron a
Draco a subir a la silla y Hermione montó detrás de él. Ella bajó
la mirada hacia Bobbin.
—Saca a todos los elfos de la mansión. No dejes que ninguno de
los Mortífagos los encuentre. No le digas a nadie nunca lo que
pasó.
Bobbin asintió. Hermione tomó las riendas e inhaló
profundamente antes de agitar las muñecas y patear.
—¡Llévanos a casa! —gritó cada palabra.
El Granian avanzó como un caballo de carreras al salir de la
puerta principal. Sus músculos de vuelo se tensaron con fuerza
mientras galopaba a lo largo de la mansión y saltaba
poderosamente, con las alas extendidas. Las plumas grises
ahumadas batieron con seguridad contra el viento, y se elevaron
en el aire. El Granian voló en círculos, llevándolos cada vez más
y más alto a medida que ganaba altitud. El viento silbaba a su
alrededor mientras atravesaban las barreras de la finca.
Se escuchó un rugido desde abajo que sacudió el aire.
Hermione volteó a ver por encima del hombro cuando el techo
de la Mansión Malfoy estallaba en llamas. Un enorme dragón
de Fuego Maligno se alzaba, gritando con una rabia desgarradora
mientras destrozaba el edificio.

201
Capítulo 10
El aire estaba frío y el viento era constante mientras el Granian
atravesaba a toda velocidad Inglaterra y el Mar del Norte. El
caballo se movía imposiblemente rápido por el aire, más rápido
que un Thestral, más rápido de lo que Hermione creía posible
que cualquier animal pudiera movierse. Agarró a Draco con
fuerza hasta que le dolieron las manos.
—No mueras, Draco. Resiste.
Siguió susurrando hechizos diagnósticos y verificando que la
maldición no hubiera evolucionado, que no había acumulación
de líquidos, asegurándose de que el ritmo cardíaco se
mantuviera estable. Iban tan rápido y tan alto que el suelo se
veía borroso. Se rehusaba a mirar hacia abajo. No podía
desmayarse.
—No mueras, Draco —dijo una y otra vez mientras hundía el
rostro contra su espalda.
La cabeza le palpitaba. El caballo seguía volando, sin cesar. Hora
tras hora. La sensación de caída libre hizo que el estómago de
Hermione se retorciera mientras el graniano tocaba el suelo
rápidamente. Tenía las alas desplegadas, levantándose del suelo
en largos saltos mientras frenaba. Hermione levantó la cabeza y
observó aturdida. Era de noche, y sólo la luna creciente
iluminaba el cielo. El caballo había aterrizado en un campo
abierto. Apretó la mano de Draco mientras el Granian galopaba
hasta detenerse.
—Draco... Draco, hemos aterrizado. No sé cómo encontrar la
casa segura —lo sacudió gentilmente hasta que lo sintió
reaccionar— Draco. Creo que estamos aquí.
202
203
Él levantó la cabeza lentamente.
—Nix…
Se escuchó un crujido y una diminuto elfo doméstico de
aspecto ancestral apareció.
—Amo Draco, Nix no lo esperaba —dijo el elfo, su voz chirriaba
por la edad. Draco lo miró y finalmente asintió lentamente.
—Toma al caballo.
Hermione dejó que las riendas se deslizaran de entre sus dedos.
Comenzó a moverse para desmontar, pero su pierna en el
estribo no la sostuvo. Comenzó a caerse del caballo. Draco pasó
abruptamente de apenas estar lúcido a completamente
despierto, su mano derecha salió disparada y la agarró de la
capa.
—¡Nix!
Hermione sintió cómo fue atrapada mágicamente y la mano de
Draco la soltó. La levitaron gentilmente hacia el suelo y se
acostó en el pasto, demasiado exhausta para moverse. Miró
hacia el cielo. Las estrellas eran brillantes y estaban
parpadeando a lo lejos.
Un momento después, Draco elevó la pierna por encima de la
silla de montar y se bajó del Granian, dejándose caer
pesadamente junto al caballo. Le acarició el cuello por un
momento antes de voltear y arrodillarse a lado de Hermione.
Estaba tan pálido como la luz de la luna, y su expresión era
aturdida pero preocupada mientras la observaba
cuidadosamente, se quitó el guante con los dientes y presionó
la mano contra la mejilla de Hermione. Ella se obligó a
dedicarle una débil sonrisa.
—Lo hicimos, Draco.
La comisura de la boca de él se curvó y su mano se deslizó hacia
abajo para coger la suya. Ella se puso de pie, lenta e
inestablemente, y se recargaron el uno en el otro mientras
avanzaban. Draco se detuvo y extendió la mano. Se oyó un
chasquido, y un rayo de luz pálida apareció cuando una puerta
se abrió. Ni siquiera se molestaron en quitarse las capas;
simplemente colapsaron en la cama y durmieron. Hermione le
apretaba la mano con fuerza entre las suyas. La barbilla de
204
Draco le rozaba contra la frente y ella enterró el rostro contra
su pecho, respirándolo.
Era casi de noche al día siguiente cuando se despertó, el dolor
de cabeza seguía sintiéndose aplastante, constante, en el fondo
de su mente. Parpadeó para alejarló, mirando cuidadosamente
a su alrededor. Estaban en una pequeña cabaña con tejado a
dos agua, de estructura en A. Olía a madera en bruto y estaba
casi sin amueblar. Una estufa. La cama y una mesita. Una llave
de latón brillante colgaba de un gancho en la pared. Había
cortinas de encaje con ojales colgando de las ventanas, y la luz
del sol caía a raudales sobre ellos, donde yacían acurrucados en
la cama. No había una mansión fría y estéril. No había una
sigilosa sensación de Magia Oscura en las paredes y el suelo. Sin
esposas. Sin compulsiones. Estaban a salvo. Libres. Muy lejos
de la guerra.
Estudió a Draco, con el corazón en la garganta, mientras lo
asimilaba todo. Era demasiado bueno para ser verdad. Tenía
que serlo. Las cosas en su vida nunca eran así de bonitas. Alejó
una mano de Draco para poder buscar la varita de unicornio en
el forro de su capa, mientras sus dedos se envolvieron alrededor
de ella, Draco se movió y volteó a verlo para encontrarlo
mirándola fijamente. Agarró la varita fuertemente mientras lo
miraba. Su pulso estaba acelerándose y casi podía escuchar la
sangre rugiendo en sus oídos. Se sentía como si el movimiento
o sonido incorrectos pudieran romperlo todo. La calidez y la
seguridad se desvanecerían y estaría nuevamente sola como una
sombra en la oscura, fría mansión o tragada por la oscuridad
bajo Hogwarts.
—Siento como si esto se fuera a destruir de alguna manera —dijo
finalmente, estirándose y pasándole los dedos por el cabello,
tratando de hacerse creer que él en verdad estaba ahí.
Que la calidez, la luz y la sensación de seguridad eran reales. Él
asintió lentamente. Mientras lo estudiaba, pudo ver la tensión
alrededor de sus ojos y la forma en la que se le tensaba la
mandíbula. Le desabrochó la capa y se la quitó suavemente del
hombro izquierdo para poder verle el brazo vendado.
—Te está doliendo, ¿verdad?
205
Él negó con la cabeza.
—Está bien.
Se le hizo un nudo en la garganta. Se incorporó rápidamente, y
el mundo iluminado por el sol nadó en su visión mientras
parpadeaba rápidamente, sacando la varita de unicornio de su
capa.
—No mientas, no puedo cuidarte apropiadamente si estás
mintiendo.
Ignoró su dolor de cabeza y se quitó la capa y abrigo para poder
mover los brazos con mayor facilidad. Había una bandeja de
comida en la mesita junto a ellos. Draco se sentó, y pinchó una
salchicha quemada con un tenedor y comenzó a mordisquearla
mientras Hermione realizaba rápidamente hechizos de
diagnóstico sobre él. Revisó su corazón y otros signos vitales.
Examinó las lecturas de su sangre. Realizó un complejo
diagnóstico en el brazo izquierdo e inspeccionó
cuidadosamente cada vena, arteria y nervio principal. Pasó
varios minutos extrayendo el líquido acumulado. Extendió la
mano y agarró la correa de su bolso, arrastrándolo hacia sí antes
de recordar que podía utilizar hechizos de invocación. Rebuscó
en su contenido hasta encontrar todas las pociones que
necesitaba. Destapó y sostuvo una poción hacia él.
—Este es antiveneno que contrarresta el adelgazamiento de la
sangre. Espero que no sea un efecto a largo plazo, pero por si
acaso, deberías tomar esto cada doce horas.
Mientras se lo tomaba, ella miró por la ventana, contemplando
el campo vacío. La cabeza le palpitaba y el estómago empezaba
a retorcérsele y a hacérsele un nudo hasta que pensó que podría
vomitar. Apartó los ojos de la ventana y sacó un cabestrillo del
bolso. Se lo puso en el regazo y le aplicó con cuidado una serie
de encantamientos amortiguadores antes de volverse hacia
Draco, que se había dado por vencido con la salchicha. Deslizó
la capa y túnica de sus hombros y lo ayudó a ponerse el
cabestrillo, acomodándolo de forma segura y firme contra su
torso.
—Voy a hacerte una prótesis —dijo con voz brillante mientras
abrochaba uno de los broches.
206
—Ya tengo algunas ideas. Hice un poco de investigación antes.
Ya que es tu brazo y mano, pensé… que podía ser con un núcleo
de varita en el antebrazo… podrías realizar magia sin tu varita
con él, si es que puedo descifrarlo.
Sacó rápidamente varios frascos de analgésico y abrió uno para
Draco. Mientras él se lo tomaba, ella miró por la ventana
nuevamente.
—Deberías comer —dijo él— Una de las salchichas no está
completamente quemada. También hay… chícharos, creo.
Hermione sacudió la cabeza sin apartar la mirada de la ventana.
—No tengo mucha hambre.
Tomó el frasco vacío que tenía él y destapó la siguiente poción
para entregársela antes de volver a mirar por la ventana. Había
prados de hierba salvaje salpicados de flores silvestres hasta
donde alcanzaba la vista. El mango de la varita era suave y cálido
bajo las yemas de sus dedos. La agarró con fuerza hasta que
sintía la madera fuertemente en los huesos de la mano.
—Granger, ¿estás bien?
Volteó a verlo rápidamente.
—Claro. Estoy bien. Sólo no tengo hambre.
Se volteó nuevamente hacia la ventana, moviéndose al pie de la
cama y empujando las cortinas a un lado para ver su entorno
con más claridad. Hubo un largo y pesado silencio que ignoró
hasta que sintió que podría romperse debajo de él. Se giró y
encontró a Draco mirándola fijamente. Se humedeció los labios
y acercó la varita.
—¿Qué-qué tipo de protección tiene esta casa segura? No he…
no he combatido en duelo desde que fui capturada… debería...
Su pecho estaba comenzando a oprimirse dolorosamente:
—Debí haber practicado. No lo pensé… —respiró
entrecortadamente y volvió a apartar la mirada.
La vista empezaba a nublársele y el corazón le latía
dolorosamente contra las costillas. Necesitaba mantener la
calma. Ocluirlo todo y concentrarse. Tenía un trabajo. Cómo
se sentía no importaba. Tenía un trabajo.
—Granger, —Draco se estiró y puso su mano sobre la varita— la
casa segura es segura, y hay un traslador ahí en la pared —señaló
207
hacia la llave de latón— si la tocamos, recorreremos medio
mundo. No tienes que preocuparte.
Se le hizo un nudo en la garganta y el corazón se le aceleró.
—¿Y si alguien nos encuentra, Draco? ¿Y si no funcionó y ya te
están buscando, pero no lo sabemos? Prometí que cuidaría de
ti. Estás herido... ya estabas lastimado y te corté el brazo...
Su voz se quebró, y agarró la varita con más fuerza:
—¿Y si alguien nos encuentra? Se va a desmoronar. Siempre se
viene abajo.
Comenzó a respirar rápidamente y presionó su mano contra el
esternón, aún agarrando la varita con fuerza.
No podía entrar en pánico. No podía entrar en pánico. Necesitaba…
había barreras protectoras que podía añadir. No podía usar
Magia Oscura, podría lastimar al bebé. Pero si alguien llegaba y
tenía que escoger… le empezaron a arder los pulmones.
—Hermione… Hermione, tienes que respirar.
Draco se había bajado de la cama y estaba a su lado,
arrancándole con firmeza la varita de la mano. Que le quitara
la varita la hizo sentir histérica, la agarró con fuerza.
—¡No… no me la quites! —sintió como si la estuvieran
estrangulando.
Él la dejó sobre la mesa, donde aún estaba a su alcance y
presionó su mano contra el rostro de Hermione, para
convencerla de que lo mirara. La acercó suavemente hasta que
su frente se apoyó en la suya mientras seguía jadeando y
luchando por respirar.
—Vamos, has llegado tan lejos, no entres en pánico. Protegerme
no es tu trabajo. La casa segura tiene hechizos protectores, y no
estaremos aquí por mucho tiempo. No soy un duelista del todo
abismal con la mano derecha.
Se obligó a respirar profundamente. Él presionó los labios
contra su frente.
—Así es. Sólo respira. Tú nos trajiste aquí. Prometiste que te
detendrías y recuperarías una vez que escapáramos, ¿recuerdas?
No soy yo quien está ignorando una lesión cerebral. Ya hiciste
tu parte.

208
Le agarró la muñeca con una mano temblorosa:
—Draco…. algo saldrá mal. Siempre sale mal. Siempre es cuando
estamos tan cerca que todo sale mal.
—Lo sé —dijo, enredando la mano en su cabello, acercándola:
—Pero no todo recae en ti. Confié en ti y nos trajiste aquí. Es tu
turno de confiar en mí. Estamos a salvo aquí, Hermione. Tienes
permitido sentirte a salvo ahora.
Negó con la cabeza, su esternón se sentía como si se estuviera
fracturando.
—No puedo. Creo que no se cómo hacerlo —su piel estaba
dolorosamente fría, y su cuerpo entero comenzó a temblar
incontrolablemente.
Draco suspiró y la acercó más.
—Aquí no hay barreras como las que tenía en tu habitación.
Probablemente estás acostumbrada a que estén ahí para sentirte
tranquila.
Se quedó sentada sin moverse por un momento, absorbiéndolo,
antes de emitir un sonido ahogado mientras estallaba en llanto.
Fue como una presa rompiéndose. Una vez que comenzó, no
pudo detenerse, siguió llorando, llorando y llorando sobre el
hombro de Draco. Sintió como si estuviera de luto por su vida
entera.
No trató de hacer que se detuviera, sólo la dejó llorar hasta que
los sollozos se calmaron lentamente y se desplomó contra él,
sintiéndose vacía. Era como si hubiera arrancado sus emociones
de raíz y todo lo que quedaba era un cascarón. Su pecho seguía
temblando mientras se inclinaba en él. Sentía la cabeza ligera,
pero le palpitaba como si tuviera un gong dentro, vibrando y
resonando dolorosamente en su cráneo. Cuando volvió a
respirar con normalidad, Draco se metió una mano en al
bolsillo y sacó una Poción de Dreamless Sleep.
—Es tu turno de descansar, Granger. Tómala.
Se alejó, negando con la cabeza mientras volteaba a ver
nuevamente por la ventana, con los dedos acercándose a la
varita.
—Draco, si algo sale mal…

209
Su expresión era de frío granito:
—Yo lidiaré con eso. Ve a dormir.
—Pero si…
—Granger, si fuera yo, hubieras vertido la poción en mi garganta
sin siquiera preguntar.
Su boca tuvo un espasmo mientras tomaba el frasco, lanzó una
última mirada hacia la ventana mientras sacaba el corcho y se la
tomaba. Su corazón aún seguía latiendo con fuerza, pero podía
sentir la mano de Draco, cálida sobre su hombro mientras se
recostaba. Todo se desvaneció.
Se despertó a la mitad de la noche, Draco estaba de pie frente a
la ventana. La luz de la luna se reflejaba en su pelo y dibujaba
su silueta en plata. Tenía la mirada fija en el campo, con la varita
colgando de la punta de los dedos. Se sentó y él volteó para
verla. Ella miró más allá de él, estirándose por su varita.
—¿Está todo…?
—Todo está bien —se alejó de la ventana, pausando por un
momento para encontrar un bolsillo accesible para su varita, la
deslizó dentro de un bolsillo interior y se pasó la mano por la
túnica como si se estuviera limpiando algo antes de encoger los
hombros torpemente para acomodarla, se sentó en la orilla de
la cama junto a ella.
Sentía la cabeza pesada, pero el dolor se había desplazado a un
lugar más profundo en su mente. Él se recostó contra la
cabecera, ella apoyó la cabeza en su pecho, escuchando los
latidos de su corazón y sintiendo cómo sus dedos trazaban
patrones y runas protectoras a lo largo de su brazo.
Cuando abrió los ojos a la mañana siguiente, el mundo era

dorado. La luz del Sol era un torrente que entraba por la
ventana, calentando la cama. Draco estaba dormido a su lado.
Su dolor de cabeza por fin se había reducido a un leve latido.
Rodó sobre su estómago y se estiró, deslizando las manos por
las sábanas, y enterró la cara en una almohada, deleitándose con
el calor y el sonido de los pájaros cantando fuera. Era libre. En
algún lugar con rayos de sol, magia y alguien que no le haría
daño, mantuvo los ojos cerrados y trató de ahogarse en la
210
sensación. Estuvo tumbada boca abajo sólo un momento antes
de que un pie indignado le pinchara bruscamente la vejiga
desde dentro. Se acurrucó de lado, observando a Draco.
El cabello le había caído sobre la cara, era como si estuviera en
un sueño. Se estiró tentativamente y usó la punta de los dedos
para tomar los mechones de cabello plateado y apartarlos.
Quería memorizarlo nuevamente. En la luz dorada, ya no
parecía algo esculpido por la guerra. Sus rasgos eran más suaves
cuando su expresión estaba relajada. Recorrió con la mirada el
arco de sus pómulos, sus labios, las líneas precisas de su
mandíbula y su pálida garganta que desaparecía entre las
sombras de su ropa. Podría haber sido una obra de arte. Quería
contener la respiración y hacer que el momento durara para
siempre. Deslizó los dedos por la concha de su oreja para
acariciar su cabello.
Él abrio los ojos, grises como una tormenta. Observó cómo la
luz los llenaba mientras la miraba. La forma en la que la miraba
hizo que el resto del mundo se desvaneciera. La mirada de
Draco era tan posesiva y voraz como ella se sentía. Se acercó más
y lo besó; sus labios se movieron contra los suyos y su mano se
deslizó hacia su cuello.
Después de un minuto, se alejó con nostalgia:
—Necesito revisarte el brazo.
Suspiró, pero se sentó sin quejarse cuando ella comenzó a
realizar hechizos, verificando que todo seguía sanando
correctamente. Volvió a vendarle el brazo al terminar, cuando
estaba poniéndole el cabestrillo, la punta de sus dedos rozaron
la pálida piel de su garganta. Se detuvieron por un momento.
Volteó a verlo y descubrió que sus ojos estaban oscuros e
intensos mientras la observaba. Él extendió lentamente la mano
y le entrelazó suavemente los dedos en el pelo. A ella se le cortó
la respiración y se le aceleró el pulso. Su tacto era seguridad. Su
hogar.
—Te amo —dijo después de un momento.
Los labios de Hermione se curvaron lentamente en una leve
sonrisa.
—Yo también te amo.
211
Le pasó los dedos lentamente por el cabello:
—Nunca imaginé que te diría eso sin una Marca Tenebrosa
impregnada en mí.
La mandíbula de Hermione tembló, levantó la mano hacia el
rostro de Draco, pasando la punta de los dedos ligeramente por
su mandíbula, sintiendo la tenue barba bajo las yemas de los
dedos.
—El universo finalmente nos dio algo.
Él soltó una carcajada y sus dedos entrelazados en su cabello se
tensaron posesivamente. Ella se acercó más y se inclinó hacia
adelante hasta que sus labios apenas se tocaron.
—Te amo. Mientras exista la más pequeña fracción de mí, te
amaré. Siempre —susurró contra su boca.
Él cerró el infinitesimal espacio que los separaba. Hermione
cerró los ojos y envolvió los brazos alrededor de su cuello,
profundizando el beso. La mano de Draco abandonó su pelo y
la agarró por la cintura, acercándola hasta que sus cuerpos se
presionaron el uno al otro.
Mío. Mío. Mío.
Se sentía hambrienta de él. Quería atesorarlo dentro de su
corazón y enterrarlo allí. El tiempo siempre se les acababa. Las
cosas siempre se desmoronaban, y lo que habían arrebatado era
todo lo que tenían. Habían sobrevivido de momentos que
robaron durante la guerra. Sentía como si se hubiera muerto de
hambre queriéndolo. No iba a dejarlo ir. No iba a dejar que las
cosas se desmoronaran esta vez. Su corazón comenzó a latir
dolorosamente.
No puedo perderlo. No puedo perderlo.
La garganta y el pecho empezaron a oprimírsele. Cerró los ojos
con fuerza y reprimió el terror todo lo que pudo, tan lejos como
podía, tratando de amurallarlo antes de que se la tragara por
completo. No iba a dejarse llevar por el pánico. Se obligó a
respirar, un jadeo ahogado contra sus labios. Le pasó los dedos
por el cuello y lo agarró de los hombros con fuerza mientras se
obligaba a ocluirlo todo y seguir besándolo. Después apartó sus
labios para poder observalo, bajando la mano para tomar la
suya:
212
—Voy a cuidar de ti —le sostuvo la mano con más fuerza y la
presionó contra su pecho— soy tuya, durante el tiempo que me
quieras.
La mano de Draco se deslizó hasta acunarle el rostro, la observó
detenidamente, con sus ojos plateados e intensos.
—Siempre. Por el resto de mi vida.
Se volcó en él hasta que en su mente no hubo espacio para nada
más. Volvió a besarlo hasta quedarse sin aliento. Podía besarlo
sin que significara un adiós, sin preguntarse si volvería a verlo.
Podía estar con él sólo porque podía, porque era suyo.
—Te amo —siguió diciendolo contra sus labios— Te amo.
Siempre te amaré.
Podía decirlo tantas veces como quisiera. Todos los días por el
resto de su vida. Podía decirlo una y otra vez. Sollozó levemente
contra sus labios. Draco se alejó, estudiándola, con expresión
tensa. Ella le apretó los hombros con más fuerza mientras lo
miraba a los ojos.
—Estoy feliz. No creí que volvería a ser feliz en mi vida, pero creo
que así es como se siente ser feliz. Sobrevivimos, Draco. Te
salvé. No creí que lo haríamos, pero sobrevivimos.
La boca de Draco se curvó en una lenta sonrisa. Hicieron el
amor. Lentamente. Usando todo el tiempo que tenían.
Hermione se sentó a horcajadas sobre él, marcando el ritmo,
observándolo. El Sol brillaba afuera, y podía sentirlo en su piel
mientras miraba hacia abajo y entrelazaban los dedos,
inclinando las caderas contra las de él. Podía ver como la luz se
atrapaba en su cabello, sus ojos brillaban como plata fundida.
Su mundo era cálido. Y se volvió aún más cálido cuando él se
levantó, apretando sus caderas contra las suyas mientras la
besaba. Su mano le recorrió la columna vertebral, agarrándola.
Sentía su ardor en el alma. Le rodeó los hombros con los brazos
y le recorrió las runas con los dedos mientras se movían juntos.
—Deberíamos tomar el traslador pronto —dijo cuando estaban
acostados juntos en la cama al terminar— estoy seguro de que la
comida de Nix califica como un peligro para la salud. Apenas
me dí cuenta que los hechizos básicos para cocinar son algo que
nunca me molesté en aprender.
213
Hermione echó un vistazo y sus ojos se posaron en varias
tostadas quemadas, untadas generosamente con mermelada.
Draco recogió la rebanada menos quemada y se la ofreció.
—Es un elfo de establo. No creo que haya cocinado antes en su
vida.
Hermione mordisqueó vacilante una esquina y descubrió que
la tostada era de pan de centeno con alcaravea que chocaba
intensamente con la mermelada de fresa. Se atragantó y Draco
le dirigió una mirada baja, como si se estuviera disculpando. Él
miró alrededor de la habitación.
—Esta sólo es una casa segura temporal. No hice nada más que
ponerle barreras —volteó a verla— ¿puedes trasladarte?
El estómago de Hermione se desplomó, y sus manos se
arrastraron protectoramente hacia su estómago. Los ojos de
Draco las siguieron.
—No lo sé —miró hacia el bulto en su estómago, pasándose las
manos nerviosamente por encima— la última vez… no tomé
Calming Draught de antemano. No me lo esperaba. Fue-fue
difícil de manejar.
La expresión de Draco se tensó, y algo indescifrable brilló en
sus ojos. Ella se obligó a sonreír.
—Pero si hacemos las cosas correctamente… si estoy preparada
para ello, y es sólo una vez… creo que estaré bien.
Él permaneció en silencio por varios segundos.
—No tenemos que irnos. Podríamos quedarnos aquí. Le haré
saber a Ginny que no puedes viajar de manera segura.
Volvió a mirarse el estómago:
—Aunque aquí no es muy seguro ¿verdad? Seguimos en Europa.
Dinamarca tiene un tratado con Voldemort; los términos del
armisticio los obligan a entregar a los fugitivos. Incluso si no lo
hicieran, nunca te protegerían —inhaló profundamente y
levantó la vista— Estaré bien. Quizás… sólo un día más, entonces
nos iremos.
La expresión de Draco se había cerrado; miró el estómago de
Hermione por un momento más antes de asentir.
Se puso de pie y tomó una ducha, aún tenía polvo en el cabello
por la explosión en la mansión, y sus rizos estaban demasiado
214
enredados. Pasó diez minutos desenredándolos a mano antes
de recordar que tenía una varita nuevamente. Lo secó y lo
trenzó holgadamente en una larga trenza. Mientras estaba
atándolo, el dolor de cabeza había vuelto. Le taladró la parte
posterior del cráneo hasta que apenas pudo mantenerse en pie.
Volvió a ponerse la camisa y ropa interior, se tomó una poción
nutritiva y se acurrucó en la cama sobre el vientre en un
miserable montoncito, volviéndose a quedar dormida.
Cuando se despertó a la mañana siguiente, había un

diagnóstico cerebral sobre su cabeza. Draco estaba
observándolo con una expresión tensa mientras manipulaba la
lectura. Fue como sumergirse en agua fría. El calor se
desvaneció y se quedó congelada un momento, contemplando
todos los fractales escarlata, como hilos, que se ramificaban a
través de su cerebro. Levantó la mano y le apartó la varita. El
diagnóstico desapareció. Miró hacia la ventana. Hubo un largo
silencio.
—Hermione, ¿qué ocurrió? ¿Qué fue lo que te hizo? ¿Vas a
decirme?
Permanecio callada durante varios minutos, pasando saliva
fuertemente antes de hablar.
—No estoy completamente segura. No sabía cómo usar
legeremancia, así que simplemente aplastó las cosas que se
interponían en su camino. Incluso ahora que recupere mi
oclumancia… hay ciertos puntos en mis recuerdos a los que
no… ya no puedo alcanzarlos. Se… siente como un edificio con
algunas partes colapsadas. Siento que si me acerco o lo
perturbo… podría derrumbarse por completo —presionó los
labios— algunas de las cosas que comencé a recordar de nuevo…
no sé si seguiré recordándolas después de un tiempo. Cada vez
que me despierto, siento como si se hubieran desvanecido. Los
detalles están desapareciendo.
Los dedos de Draco le rozaron levemente la mejilla.
—¿Qué… —su voz era tensa— ¿qué es lo que no recuerdas? ¿Qué
se está desvaneciendo?
Hermione guardó silencio.
215
—Todas las veces que me hablaste sobre tu madre. Ahora hay
lagunas en esos recuerdos.
Draco dio un fuerte suspiró de alivio.
—Está bien. Está bien. No necesitas recordar eso.
Hermione se quedo mirando por la ventana y volvió a pasar
saliva:
—No está bien. Esos eran importantes. Eran importantes para
mí, que me contaras, que por fin comprendiera lo que te pasó.
Temo que mi memoria se desmorone algún día. Como si
hubiera grietas por todas partes ahora, y algún día algo la
empujará mal, y todo se romperá. ¿Y si te olvido de nuevo?
No podía ocultar su creciente pánico:
—Todo ese tiempo en la mansión, sentí como si me hubieran
arrancado el corazón del pecho. Estabas justo ahí… y yo no sabía
que te estaba buscando.
La calidez y la tranquilidad de la cabaña le parecieron
repentinamente burlonas. Como si todo fuera una ensoñación
a la que se estaba aferrando. Él le giró la cara para que sus ojos
se encontraran.
—No sería lo mismo.
Asintió, pero su boca se torció.
—Lo sé. Eso lo sé racionalmente. Pero… —bajó la mirada
mientras su voz comenzaba a temblar— no sé cómo creerlo. En
cuanto comienzo a pensar, mi corazón empieza a acelerarse, y
no puedo respirar. Incluso cuando trato de ocluirlo, es como si
mi cuerpo no dejara de entrar en pánico. Debería sentirme
aliviada, pero estoy igual de aterrada de perderte a como lo
estaba en la mansión. Siento que aún sigo sosteniéndome con
la punta de los dedos. Cada segundo se siente sólo a instantes
de que todo se desmorone y se convierta en una pesadilla otra
vez.
Inhaló de manera entrecortada y se incorporó, presionando la
mano contra su esternón mientras se obligaba a respirar
lentamente. Se miró las muñecas:
—Yo-yo pensé que todo se arreglaría una vez que me quitaran
las esposas y escapáramos. Pensé que estaría mejor… como solía
estarlo… —su voz se desvaneció.
216
“Debes saber que estás llegando al punto en el que el
daño se está volviendo irreversible.”
Permaneció inmóvil mientras lo recordaba. Siempre había sido

una ilusión pensar que sus esposas eran la clave de todo. Que
alguna versión anterior de Hermione Granger estaba
esperando, lista para salir en el momento en el que su magia
fuera desbloqueada y recuperara su oclumancia. La revelación
fue como extender la mano y tocar la superficie de un lago, ver
cómo el reflejo dorado del sol se distorsionaba y ondulaba,
mostrando toda la oscuridad que aún acechaba debajo. Eso
revelaba lo que realmente había. La oscuridad se mete en tu
alma. Mente o cuerpo, la Magia Oscura exige un precio. Sabía
que pagaría por todo eventualmente.
Draco la tomó de la mano, pasándole el pulgar por las muñecas
desnudas.
—Todo es nuevo. Dale tiempo.
Lo miró fijamente y asintió levemente con nostalgia, al
estudiarlo, se dio cuenta que había una tensión dolorosa en su
rostro. Apartó de su conciencia la pesadez que sentía en el
pecho, tapándolo, y se sentó, alcanzando su varita. Abrió el
bolso y se estiró por una de las pociones para el dolor. Se le
congeló la mano al darse cuenta de que su inventario de
pociones estaba mal. Contó los viales y se dio cuenta de que le
faltaban media docena de Pociones Regeneradora de Sangre. Se
quedó mirando durante unos segundos antes de invocar la
túnica de Draco de donde estaba colgada al pie de la cama y
hundir la cara en ella. Olía a Magia Oscura. Mientras estaba
sentada absorbiéndolo, se dio cuenta de que se había sentido
dramáticamente más calmada desde que la había dosificado con
Dreamless Sleep. Volteó a ver a Draco, con furia desatada como
una explosión.
—No debiste usar magia de sangre. Tu sangre es delgada ahora.
Podrías desangrarte hasta morir si no tienes cuidado. No hay
razón para que agregues tantos encantamientos a una casa

217
segura en la que ni siquiera nos quedaremos tanto tiempo. Fue
estúpido.
Draco sólo la observó mientras comenzaba a lanzar hechizos
rápidamente sobre él.
—Te ayudó a sentirte mejor.
Lo fulminó con la mirada.
—Lesionarte y ponerte en peligro para que yo me sienta mejor
no me hace sentir mejor.
No dijo nada más mientras lo revisaba y lo dosificaba con varias
pociones. Le removió las vendas del brazo para poder
cambiárselas y comprobar cómo estaba sanando el brazo. La piel
se estaba uniendo con suavidad, y la masajeó gentilmente con
Esencia de Dittany. Tomó su mano entre las suyas y comenzó a
tratar sus tremores durante varios minutos en silencio.
—No te lastimes por mí, Draco —dijo finalmente con voz rígida:
—Deja de hacerte daño. Estoy harta de que esa sea la forma en
la que nos cuidamos el uno al otro. No tienes ni idea de lo
mucho que odio cuando te lastimas por mí. Tú odias cuando
yo me lastimo. A mí me pasa lo mismo contigo.
Seguía sin decir nada, tampoco parecía arrepentido. Mientras
seguía trabajando en su mano, apareció una bandeja con más
comida incomible. Ambos tomaron pociones nutricionales en
su lugar. Los suministros de Hermione empezaban a escasear.
Hizo un cuidadoso inventario de todo lo que le quedaba,
calculando mentalmente cuántos días más podrían quedarse si
así lo decidían.
—Podría preparar más si queremos quedarnos más tiempo —dijo
volteando a ver a Draco.
—Lo que tú quieras —le sonrió, pero se había vestido y se había
puesto la capa mientras estaba haciendo el inventario.
Al observarlo, notó que sus ojos se desviaban hacia la ventana
sutilmente.
—Deberíamos irnos —se echó el bolso al hombro y metió el resto
de sus pertenencias en él— Estoy segura… estoy segura de que
todo estará bien. Sólo será una vez.
Sacó un frasco de Calming Draught y lo observó durante varios
segundos antes de tomarlo. Entrelazó los dedos firmemente con
218
los de Draco e inhaló profundamente, obligándose a ocluir la
ansiedad que la invadía como un maremoto antes de que la
poción se activara. Apretó la mano de Draco, pasándole el
pulgar por los nudillos y deteniéndose en el anillo que llevaba.
Volteó a verlo y esbozó una sonrisa tentativa antes de estirar la
mano y agarrar la llave de latón que colgaba de la pared. Sintió
un fuerte tirón detrás del ombligo. La levantaron fuertemente,
tirando de Draco con ella.
Trató de mantenerse de pie mientras aterrizaban, pero se
tambaleó hacia adelante y tropezó, dando arcadas. Soltó la
mano de Draco y se presionó el estómago con la palma de la
mano mientras se contraía.
—Oh Dios.
Se quejó mientras se levantaba e intentaba respirar. Sintió la
mano de Draco en la parte baja de su espalda mientras cerraba
los ojos y se obligaba a inhalar lentamente. Lentamente. La
rigidez de su abdomen se desvaneció gradualmente. Podía oler
la tierra y los helechos. Abrió los ojos y se dió cuenta de que
estaban arrodillados en un bosque.
—¿Hemos llegado?
Se oyó un sonido de deslizamiento y un crujido de madera
contra madera. Hermione miró por encima del hombro. Detrás
de ellos había una gran casa de madera. Ginny estaba en la
puerta, mirándolos fijamente, agarrando con fuerza una varita
en la mano.

219
Capítulo 11
—¡Hermione! —Ginny jadeó diciendo el nombre, y bajó varios
escalones a trompicones, arrastrando a Hermione a sus brazos
y abrazándola con ferocidad— Oh por Dios. Dios mío.
Hermione.
Las manos de Ginny recorrían a Hermione, tocándole el rostro
y los hombros como si no pudiera creer que Hermione fuera
real. Hermione se sentía casi incrédula mientras observaba
fijamente a Ginny. Ginny se veía igual, como si los dos últimos
años hubieran pasado por alto. Su cabello rojo resplandeciente,
sus ojos y sonrisa familiar cubiertos de lágrimas mientras se
arrodillaba, sollozando y abrazando a Hermione. La cicatriz aún
le recorría el costado del rostro. Hermione comenzó a llorar
mientras levantaba las manos y agarraba los hombros de Ginny.
—Ginny… Oh Ginny.
Se arrodillaron en el suelo, aferrándose la una a la otra y
sollozando durante varios minutos. Ginny se sentó,
limpiándose las lágrimas mientras estudiaba a Hermione.
—Pensé que nunca volvería a ver a nadie. Mírate. Oh Dios, estás
tan delgada.
Los ojos de Ginny estudiaron el cuerpo de Hermione,
deteniéndose en su estómago y la miró congelada por un
momento. El feliz alivio se desvaneció del rostro de Ginny,
parecía como si la hubieran destripado. Sujetó los hombros de
Hermione y miró hacia abajo.
—Oh, oh Dios, lo siento tanto. De verdad, lo siento… lo siento
tanto.
Ginny levantó rápidamente la cabeza y observó a Draco con un
inconfundible odio.
—Aléjate de ella. No tienes ningún derecho a tocarla nunca…
220
Se abalanzó sobre Draco como si pretendiara estrangularlo.
Hermione logró tomar los hombros de Ginny para detenerla.
—Ginny.
—¡Suéltame! —Ginny intentó apartar las manos de Hermione:
—¡Dijo que le importabas! Seguía viniendo aquí, diciendo que
todo era por ti, y luego —la voz de Ginny temblaba con una
devastadora furia— ¡te violó hasta dejarte embarazada!
La garganta de Hermione se cerró y se colocó de forma
protectora delante de Draco.
—Ginny… él no tenía opción. No lo lastimes.
Ginny miró a Draco más allá de Hermione, pero dejó de
abalanzarse. Levantó la mano y agarró la muñeca de Hermione.
Hermione escuchó a Draco suspirar.
—Está bien, Granger. Ve adentro y descansa. Necesito revisar las
barreras.
Lo sintió levantarse, antes de que Hermione pudiera ponerse
de pie, Ginny se puso de pie rápidamente y abofeteó
bruscamente a Draco. Draco no se inmoutó y Ginny volvió a
abofetearlo violentamente.
—Deberías estar muerto —Ginny dijo con frialdad— no mereces
respirar cerca de ella. Nada de lo que hagas compensará lo que
has hecho.
—¡Ginny, detente! —Hermione se obligó a ponerse de pie:
—Cállate. Cállate. Yo fui quien lo salvó. Yo lo traje aquí. Él
nunca pidió o esperó sobrevivir. Si quieres enojarte con alguien
al respecto, debería ser conmigo —apretó la muñeca de Draco y
se puso de pie cerca de él para protegerlo— déjalo en paz. Lo
digo en serio. Si alguna vez vuelves a ponerle una mano
encima…
La expresión de Ginny se desgarró mientras levantaba las
manos en señal de rendición.
—Bien —dijo con voz forzada, su expresión se volvió lentamente
inexpresiva mientras miraba a Hermione y a Draco.
Hermione observó a Ginny por un momento más antes de
voltear a ver a Draco, su expresión estaba cerrada. Había una
huella escarlata en cada una de sus mejillas. Hermione sacó su

221
varita y murmuró un hechizo para curarlas y le acarició el
pómulo mientras las marcas se desvanecían lentamente.
—Está bien, Granger. Deberías ir adentro.
Hermione se acercó más a él.
—Iré contigo. Puedes… mostrarme dónde están.
Él negó con la cabeza.
—Necesito aparecer. Ve adentro. Deberías ver la casa —su boca se
curvó en una ligera sonrisa— Creo que te gustará. Volveré
dentro de media hora.
Hermione asintió a regañadientes, pero no lo soltó.
—Vamos —Draco la sacó de la maleza en la que habían aterrizado
y la llevó a un sendero empedrado.
Estaban en un bosque. Había imponentes árboles en lo alto del
camino, y la casa era un edificio grande, elegante, de estilo
arquitectónico asiático, cubierto de ventanas enrejadas.
Ascendieron varios escalones de piedra hasta la casa. Había una
terraza de madera sin barandilla a varios metros del suelo que
parecía rodear toda la casa. Mientras caminaban por la veranda,
Ginny pasó delante de Draco y Hermione y deslizó una puerta
de madera, de estilo japonés, para abrirla. El piso era liso, de
madera pulida y entraron a un estrecho pasillo. Había luz
brillando, filtrándose por las paredes. Hermione entró, pero
Draco se detuvo en el umbral y sacó la varita, inspeccionando y
revisando varias barreras puestas dentro de las paredes del
edificio. Después de varios minutos, sacudió la varita y volteó a
ver a Hermione y a Ginny, quienes lo observaban en silencio.
—Weasley, está cansada. Mantenla tranquila, asegúrate de que
descanse. Regresaré en media hora —sus ojos se clavaron en
Hermione— ¿estarás bien con Ginny?
Hermione sonrió nerviosamente y asintió. La observó durante
un momento más y se desvaneció sin hacer ruido. Hermione
estudió el espacio vacío durante varios segundos antes de
voltear a ver a Ginny vacilante. El reencuentro estaba más
teñido de dolor de lo que esperaba. Por supuesto que no sería
sencillo, pero de algún modo no había esperado que fuera tan
inmediatamente complicado. No había pensado que se sentiría

222
obligada a legitimar algo tan intensamente personal como su
relación con Draco.
—No debiste haberlo golpeado.
Ginny la observó cuidadosamente, con una decepcionada
resignación escrita en su rostro.
—Podrías tener algo mucho mejor que él, Hermione.
Hermione resopló, con el estómago revuelto.
—No me importa lo que pienses. Te salvó la vida. Yo nunca
habría podido salvarte sola.
Hermione podía ver una docena de objeciones en la expresión
de Ginny, pero ella suspiró y cerró los ojos.
—Bien —Ginny delizó la puerta para cerrarla— si eso es lo que
quieres, no diré nada más. Yo sólo… Hermione… —se le
entrecortó la voz, y después dudó por un momento— No
importa.
Hubo un largo e incómodo silencio. Hermione miró
lentamente hacia arriba y abajo por el pasillo.
—¿Dónde estamos?
Ginny miró a su alrededor.
—Estamos en la parte superior de la casa, o ¿te refieres a dónde
está la casa? —se encogió de hombros y se acomodó el cabello
detrás de la oreja— en realidad no lo sé. Malfoy dice que estamos
en algún lugar del Este de Asia, pero eso podría ser una
completa mentira. Estamos en una isla… en algún lugar. Toma
alrededor de medio día cruzarla a pie. Jamás he salido de aquí.
Ni siquiera estoy segura de cómo salir de aquí. Los elfos van por
proviciones cada cierto tiempo, pero no aceptan órdenes mías.
La luz que entraba por las paredes cambió y Hermione se dio
cuenta de que podía ver las sombras de los árboles a través de
ellas. Estiró la mano y tocó una pared con celosías, y descubrió
que estaba cubierta de papel.
—Toma un tiempo acostumbrarse —Ginny dijo mientras
observaba a Hermione— la mayoría de las paredes se deslizan,
así que puedes ordenar la casa y habitaciones para que queden
abiertas, o seccionarlas. Malfoy… dijo que no te gusta que esté
demasiado abierto, así que hice que los elfos cerraran todas las
paredes.
223
Ginny deslizó un segundo par de puertas de madera que
estaban frente a las puertas por las que habían entrado.
Revelaba una habitación con una gran ventana circular que
tenía vista hacia la cima de los árboles y el océano a lo lejos. Los
muebles le recordaban a Hermione a la Mansión Malfoy, sillas
y sillones victorianos.
La mano de Hermione se deslizó lentamente hacia su bolsillo y
tomó la varita con fuerza mientras miraba fijamente por la
ventana. Se obligó a dar unos pasos vacilantes y luego se quedó
inmóvil, intentando asimilarlo. Estaba segura de que el edificio
ya estaba encantado para tranquilizarla o Draco no se habría
marchado tan rápido. Aun así, quería que Draco estuviera allí,
a su lado, donde supiera que estaba a salvo.
Nunca iban a regresar. Él nunca iba a regresar.
Cerró los ojos con fuerza y se tranquilizó reafirmándolo. Si
pudiera verlo, se sentiría más convencida de ello. Se sentiría más
segura de que no era un hermoso sueño que se convertiría en
polvo en el momento en que realmente se permitiera creerlo.
Debería estar con Draco, podría volver a usar magia de sangre.
No sabía si se había llevado una poción regeneradora de sangre.
En cambio, estaba con Ginny, cuyos ojos cafés se mostraban en
conflicto, con tristeza mientras observaba a Hermione, inmóvil
en el umbral de la puerta. Hermione apretó los labios y se obligó
a concentrare de nuevo, tratando de pensar en algo que decir.
—¿Dónde está James? Es… James, ¿cierto?
Ginny esbozó una sonrisa vacilante.
—Sí. James. Está tomando una siesta. Duerme algunas horas
todas las tardes. Te llevaría para que lo vieras, pero es una
pesadilla cuando se trata de dormir y si despierta, sería una
pésima presentación —Ginny se estiró lentamente y tocó el
brazo de Hermione— Vamos a tu habitación. Estás demasiado
delgada. Deberías comer algo y después acostarte.
Hermione asintió lentamente y apartó la mirada del mar
abierto.
—La casa se expande —Ginny deslizó una mano en la de
Hermione y la apretó.

224
—No es mágica, más alla de las protecciones, así que no tienes
que preocuparte de que los pasillos se reacomoden ellos mismos
o algo por el estilo. Pero hay una enorme red de magia
protectora aquí. Pensé que Grimmauld Place tenía muchas
barreras, pero este lugar deja a Grimmauld Place por los suelos
en cuanto a paranoia se refiere. Malfoy está absolutamente loco
al respecto. Cada vez que venía, pasaba por lo menos una hora
agregando más barreras.
La casa estaba situada contra una gran colina boscosa. El
traslador los había dejado cerca de la cima de la colina, y el resto
de la casa fluía en una vaga forma de U, bajando por encima de
las rocas y alrededor de los árboles, como si hubiera sido
encajada allí como una pieza de rompecabezas. No era un solo
edificio, sino docenas que estaban unidos por los tejados y
puentes que conectaban con la veranda de cada edificio. En el
centro había un enorme y frondoso jardín. Ginny señalaba a
objetos a lo largo del camino.
—Ese de ahí es mi huerto —dijo Ginny— recibe la mejor luz de
Sol. Solía tener rosas, pero me estaba muriendo de
aburrimiento y los elfos las movieron de lugar para que yo
pudiera tener algo que hacer. En realidad… me he convertido
en toda una cocinera, como mamá. Harry solía cocinar
también. A veces me llevaba el desayuno, sabes...
La voz de Ginny se desvaneció, y se quedó de pie en la encima
de una escalera con puente lunar que daba a un estanque con
grandes peces koi nadando dentro:
—Dios… daría lo que fuera por tener una foto —miró hacia
Hermione y sonrió con melancolía— es tan raro tener por fin a
alguien con quien hablar que no sea un elfo doméstico. De
todas formas, tus habitaciones están todas aquí, de este lado de
la casa, y James y yo estamos cruzando el jardín, en esas
habitaciones —Ginny apuntó hacia la izquierda, deslizó dos
puertas y dió un paso hacia atrás.
Se abrió una habitación aproximadamente del mismo tamaño
del dormitorio de Hermione en la mansión. Las paredes
estaban repletas de libros hasta el techo. En una esquina había
un sillón orejero y en otra un escritorio arquimesa.
225
Había miles de libros. Las estanterías estaban todas llenas a
pesar del evidente uso de encantamientos de expansión, y había
cajas y pilas de más libros cubriendo la mayor parte del suelo.
Hermione atravesó la puerta y se dio la vuelta, absorbiéndolo
todo.
—Malfoy trajo todo esto —Ginny dijo detrás de ella— supongo
que probablemente es obvio.
Habían puertas en tres de las paredes. Hermione abrió una y
echó un vistazo para encontrar un laboratorio de alquimia y
pociones, repleto de calderos, tarros y jarras de materiales,
canastas para recolectar ingredientes que colgaban de ganchos
a lo lejos. Sus dedos tuvieron un espasmo contra la puerta de
madera y se le hizo un nudo en la garganta mientras la deslizaba
para cerrarla.
—Nos visitaba, verificaba que James y yo no estuviéramos
muertos, agregaba barreras y después pasaba la mayor parte de
su tiempo aquí. Venía bastante… por lo menos al principio,
pero cada vez menos a medida que pasaba el tiempo. A veces
traía las cosas más raras, siempre se excusaba diciendo que
necesitarías cosas para mantenerte ocupada. Las cosas para
jardinería en realidad también eran para ti. Espero que no te
moleste que las haya robado.
Hermione negó con la cabeza mientras abría otro par de puertas
y se encontraba con una sala de estar con más estantes llenos de
libros. Había ventanas con cortinas. Hermione apartó
lentamente una y se sintió aliviada al no encontrar otra vista del
océano desde el acantilado. La ventana daba a un bosquecillo
de bambú. Hermione observó por unos instantes antes de
volver a bajar la cortina.
Había otro gran conjunto de puertas en el otro extremo de la
sala de estar. La pared y las puertas estaban pintadas con un
bosque envuelto en niebla. Hermione abrió las puertas y
encontró una alcoba. La habitación estaba oscura, con cortinas
colgando de la mayoría de las paredes. Había un pequeño
tocador y un espejo. Hermione miró su reflejo y descubrió que
parecía un ciervo asustado. Demasiado delgada.

226
Todavía llevaba la misma ropa que se había puesto al cortarle el
brazo a Draco y escapar. Había estado tan desesperada de
arrancarse el uniforme de sustituta, pero al mirar su reflejo,
sintió el mismo deseo de quemar la ropa de montar. Tenía que
haber ropa nueva ahí. Algo más que ponerse. Algo que no
estuviera empapado en una pesadilla. Miró hacia el tocador y
después miró hacia Ginny. La expresión de Ginny seguía tensa,
sus dedos se habían levantado y jugueteaban con las puntas de
su pelo. Echó un vistazo a las habitaciones, parecía incómoda
estando de pie en ellas.
—No sabía si querrías estar aquí, o conmigo y con James. No
necesitas estar aquí en lo absoluto. Sólo quería asegurarme de
que supieras que tienes espacio y privacidad si lo deseas. Yo…
La voz de Ginny se desvaneció, e inhaló profundamente:
—Me alegro mucho de que finalmente estés aquí.
Hermione asintió lentamente. Echó un vistazo a la habitación.
—No. Esto es agradable. Aún estoy… acostumbrándome a las
cosas. Ha pasado tanto tiempo desde que… —pasó saliva y pasó
los dedos por el edredón de lino de la cama— creo que algo de
espacio será lo mejor.
Ginny asintió, pero sus ojos se llenaron de dolor.
—Pero pasarás tiempo con nosotros de vez en cuando… ¿verdad?
James nunca ha visto a otros humanos que no seamos Malfoy y
yo. Le he contado tantas historias sobre ti, Harry y Ron...
—Por supuesto. Sólo me refiero a que…
Hermione no sabía cómo explicárselo a Ginny:
—Nada de esto se siente real todavía —se le oprimió el pecho.
—Fue una apuesta arriesgada. Aún no sabemos si funcionó por
completo —buscó su varita en el bolsillo.
Quince minutos más y Draco estaría de vuelta. Ginny ladeó la
cabeza.
—¿Me preguntaba sobre eso? ¿Cómo se supone que funciona
exactamente? Malfoy dijo que estaban intentando escapar
cortándole la Marca Tenebrosa y usando a Lucius. Pero…
Malfoy regresará eventualmente, porque hizo un Juramento
Inquebrantable de derrotar a Voldemort, ¿cierto?

227
Hermione se puso tan rígida que pensó que se le partiría la
columna vertebral.
—No. No puede regresar. Él nunca va a regresar. Va a quedarse
aquí ahora, conmigo —Hermione dijo con voz firme.
La expresión de Ginny se volvió de absoluta consternación
durante una fracción de segundo antes de enmascararla. La
garganta de Hermione se apretó mientras observaba fríamente
a Ginny.
—Su juramento fue dar lo mejor de sí para ayudar a La Orden a
vencer a Voldemort. Ya hizo su mejor esfuerzo. Ha hecho
suficiente. Voldemort lo torturó tanto que apenas y puede
combatir. No hay… no hay nada más que pueda hacer.
Se agarró al respaldo de una silla hasta que los nudillos se le
pusieron blancos.
—Ha dado lo mejor de sí —dijo nuevamente— Lo complió. Ha
hecho todo lo que podía. Cualquier otra cosa… —se le cerró la
garganta— Ha completado su Juramento. Así que… lo que
hicimos fue fingir su muerte. Después de que le quité la Marca
Tenebrosa a Draco, Lucius quemó la mansión con Fuego
Maligno. Esperamos que todos asuman que Draco y yo morimos
en el incendio. Europa es inestable. Si todos piensan que el
High Reeve murió, la Confederación Intencional quizás decida
finalmente intervenir.
Hubo un breve silencio.
—Pero... Voldemort no estará muerto —Ginny dijo levemente.
Gentilmente. Como si estuviera dándole la noticia a Hermione.
Hermione sintió calor encenderse en la boca de su estómago.
Quería explotar.
—No —la voz de Hermione estaba tan tensa que vibraba— Pero
no hace falta asesinarlo: con derrotarlo debería ser suficiente.
Puede morir por su propia cuenta. O alguien más puede hacer
algo para variar —inhaló profundamente de manera
entrecortada y se obligó a continuar— Si Draco fuera capaz de
matarlo antes de que la Confederación Internacional
interviniera, las Marcas Tenebrosas desaparecerían. Ninguno
de los miembros de la Resistencia que son subrogadas o están
encarcelados podrían ser capaces de quitarse las esposas a
228
menos de que encontraran una manera de falsificar la firma
mágica de Voldemort.
Había una sensación ardiente recorriéndole los músculos del
trapecio. Deslizó una mano en el bolsillo y apretó su varita. La
vieja varita de Draco.
—Draco no está en condiciones o posición de hacer nada más.
Ha hecho lo mejor que pudo. Es el turno de alguien más para
hacer algo. Perder al High Reeve es uno de los golpes más
perjudiciales que Voldemort podría recibir. Si la Confederación
Internacional piensa que Draco es una amenaza, podrían
demorar la intervención. Aparentar su muerte es lo mejor que
puede hacer.
—¿Y eso… funciona para el Juramento?
Hermione asintió espasmódicamente, y sus dedos se agitaron
alrededor de la varita.
—Creo que si. Yo creé el Juramento con él. Está definido por mi
intención, y siempre había tenido la intención de salvarlo, así
que debería ser suficiente. Y si no funcionara… —se le
entrecortó la voz cuando el corazón comenzó a latirle con
fuerza— Si no lo hiciera… yo… voy a…
Su voz se detuvo mientras su pecho se contraía tan
dolorosamente que sintió como si le partieran el esternón por
la mitad. Sus ojos se abrieron de par en par. Su mandíbula
comenzó a temblar:
—Voy a… —su voz se desvaneció. Inhaló de manera vacía— Voy
a...
Ginny la miró desconcertada y luego una horrorizada revelación
apareció en su rostro, cruzó rápidamente la habitación y tocó a
Hermione en el hombro.
—¿Hermione? Hermione, oh Dios. Esa fue una pregunta
estúpida. Vamos, respira. No debí haber preguntado. Por favor,
respira ¿qué hago? ¿Qué te ayuda? Tengo una dosis de Draught
of Peace.
No entres en pánico. No entres en pánico.
Hermione negó con la cabeza y se obligó a seguir respirando.
Ginny la guió hacia una silla y envolvió los brazos firmemente
alrededor de los hombros de Hermione.
229
—Estás a salvo aquí. Estás a salvo. No necesitas entrar en pánico.
¿Puedes usar oclumancia? Tienes magia ahora, ¿la oclumancia
ayuda?
Hermione asintió y trató de contener el pánico, en la parte
posterior de su mente, pero era como tratar de agarrar docenas
de anguilas que se escurrían por otras partes de su mente. Cerró
los ojos con fuerza y se concentró en un solo objetivo.
Respira. Respira. Respira. No tengas un ataque. No puedes tener una
convulsión.
—Llama a Draco —logró decir mientras se obligaba a inhalar
dolorosamente.
—¿Cómo debería… oh claro. ¡Expecto Patronum!
Hermione abrió los ojos brevemente para ver aparecer la yegua
plateada de Ginny.
—Ve a buscar a Malfoy. Dile que Hermione está teniendo un
ataque de pánico.
La yegua salió corriendo y Ginny volteó hacia Hermione.
—Oh Hermione, estás bien. Has sido muy valiente. Cruzaste
todo el camino hasta aquí. Estás a salvo ahora. Estoy segura de
que todo funcionó. Nadie va a regresar. Tú y Malfoy están a
salvo aquí. Lograste llegar aquí. Estás a salvo. Sólo tienes que
respirar.
Hermione siguió obligándose a respirar, jadeando de manera
entrecortada hasta que de repente, su cara se hundió en una
tela que olía a bosque. Se aferró a Draco y sintió como su mano
le recorría el cabello hasta la espalda.
—Hermione… vamos, respira por mí —dijo gentilmente mientras
la acercaba a su pecho y la sostenía firmemente. Después su
tono se afiló como una navaja:
—¿Qué hiciste? Te dije que la mantuvieras calmada.
—Lo siento… no sabía…
Hermione enredó los dedos en la túnica de Draco y levantó la
cabeza, acercándolo y mirándolo fijamente a los ojos.
—Draco-Draco… si no funcionó…. si aún no eres libre de
nuestro Juramento Inquebrantable… yo-yo prometí…
—Si no funciona —la interrumpió— estaré contigo hasta el final.
Que es todo lo que siempre quise.
230
Ella sacudió violentamente la cabeza y sostuvo el rostro de
Draco.
—No-No. Aún podría salvarte. Podría ir…
—No irás a ninguna parte. Has terminado —dijo y sus ojos se
volvieron de acero— Te quedarás aquí y cuidarás de nuestra hija
como dijiste que lo harías. Ese fue tu trato de hace dos años.
Salvé a Ginny por ti, y tú me diste tu palabra de que te
detendrías. Lo que fuera que yo quisiera. Prometiste que te irías
y nunca regresarías. Tomaste un extremadamente largo desvío,
pero ahora te hare cumplir esa promesa.
Volvió a sacudir la cabeza:
—Draco…
Él suspiró con fuerza y su expresión cambió de implacable a
suplicante. Le apreó la mandíbula con la mano:
—No es tu trabajo seguir rompiéndote en pedazos para salvar a
todos. ¿Te has visto, Granger? Apenas si queda algo de ti —sus
ojos estaban extremadamente abiertos mientras la observaba
intensamente— Vivir no vale la pena para mí si tú eres quien
paga el precio por ello.
Su boca se torció:
—Pero… te necesito, Draco… no puedo —le temblaba la voz.
Él presionó la frente contra la suya, su mano acunaba su cuello.
—Y yo te necesito a ti también.
Hermione sollozó de manera entrecortada y envolvió los brazos
alrededor de su cuello.
—Si no funcionó, ya pensaremos en otra cosa —él dijo en voz
baja, con la boca cerca del oído de Hermione— Pero bajo
ninguna circunstancia, volverás a entrar en otra misión suicida
para intentar salvarme. Vamos, respira despacio. No estoy
muerto, estoy aquí contigo. Estás a salvo.
Hermione jadeó de manera temblorosa.
—¿Y si algo salió mal? ¿Qué haremos?
Le pasó el pulgar por la mejilla:
—Lo resolveremos.
—No puedes morir. No mueras, Draco —siguió diciéndolo una
y otra vez bajo su aliento.
—¿Necesitas que haga algo? —Ginny revoloteaba cerca de ellos.
231
—Lo siento. No sabía que la perturbaría —dijo ella.
—Necesita comer. Apenas si ha comido en días. Eso sería útil—
la voz de Draco era helada.
—Oh dios, ella no dijo… iré por comida ahora.
Hubo un sonido de deslizamiento y un firme chasquido
mientras Ginny se marchaba. Hermione se sentó, sosteniendo
a Draco firmemente durante varios minutos más mientras su
corazón dejaba de palpitar lentamente.
—Lo siento. Estaba bien, y después…
—Está bien —le acarició el cabello— de todas formas ya estaba
regresando. Debí haberme quedado. Pensé que tú y Ginny se
llevarían mejor sin mí aquí.
Hermione esbozó una sonrisa melancólica.
—Ha pasado demasiado tiempo desde que vi a alguien conocido.
Me olvidé… de todo lo que hay.
Draco suspiró profundamente y sus dedos se crisparon.
—No tienes que verla. Puede quedarse en su lado de la casa.
—No. —negó con la cabeza y se enderezó para poder verlo:
—Quiero verla. Sólo… pensé que sería más sencillo. Supongo
que nada nunca es sencillo para nosotros. Sólo tenía curiosidad
acerca de cómo escapamos y hablar al respecto me hizo pensar
en cómo aún podría salir mal. Me sentí abrumada… pero seguí
respirando, normalmente no puedo. Esta vez me obligué a
seguir respirando hasta que regresaste. No fue su culpa. Ella no
sabía que preguntar me alteraría. Ni siquiera yo lo sabía —las
yemas de sus dedos le rozaron la mejilla— no debió haberte
golpeado; eso es lo que molesta.
Él resopló.
—Me atacó con un cuchillo la primera vez que viné a revisar
cómo estaba. Abofetearme no es nada —hubo una pausa y un
ligero brillo entró en sus ojos— Creo recordar que me
abofeteaste una vez.
Hermione lo observó por un momento y después la esquina de
su boca se curvó hacia arriba mientras el calor subía a sus
mejillas. Apartó la mirada, echando un vistazo a través de la
habitación.
—Dijo que tú decoraste estas habitaciones.
232
Él asintió.
—Son encantadoras.
Él hizo una mueca de desaprobación.
—Se ha llenado demasiado. Me dejé llevar comprando libros.
Ella sonrió y lo miró de reojo.
—Por eso es que son encantadoras.
Draco se rió. Pensó que podría ser la primera risa genuina que
había escuchado de él. Sólo duró un momento. Hermione
sintió que las comisuras de sus ojos se arrugaban mientras lo
miraba fijamente.
—Y me hiciste un laboratorio.
La comisura de sus labios se curvó y enarcó una ceja:
—Bueno, te estoy jubilando de la sanación. Pensé que era
momento de que dedicaras una rama de la magia que te gusta.
La sonrisa que jugueteaba en su boca se desvaneció y miró hacia
su regazo:
—No-no odio la sanación. Sólo fue… traumática… por la guerra.
La ciencia detrás de ella era lo que me interesaba.
La observó, con mirada escéptica.
—¿Alguna vez pensaste en la sanación como carrera antes de
darte cuenta de que la Resistencia necesitaba sanadores?
—Bueno, —jugueteó con el dobladillo de blusa— sólo habían
algunas opciones disponibles para cualquiera.
—Y por completa coincidencia terminaste en la que nadie más
quería —su voz era sarcástica.
Una gran bandeja de comida apareció, con platos llenos de
vegetales, pastel de carne y riñón, puré de papa y empanadas de
manzana. Comida reconfortante. Draco hizo un sonido de
consternación mientras miraba la comida.
—Weasley sigue entrometiéndose en la cocina.
Hermione lo ignoró y les sirvió a ambos platos llenos de más
comida de la que cualquiera de los dos podía comer. Draco
siguió murmurando quejas bajo su aliento mientras Hermione
se atiborraba. No podía recordar cuándo había comido tanto.
Todo tenía un sabor tan familiar. Comidas que había comido
mientras crecía. Cenas en la Madriguera durante los veranos
antes de que comenzaran las clases en el colegio.
233
La reminiscencia casi la hizo llorar. A pesar de todas sus quejas
sobre el desperdicio del entrenamiento de los elfos en comida
gourmet francesa, Draco no estaba dispuesto a saltarse la
comida. Volteó a verla una vez que finalmente comenzó a
comer más despacio.
—Deberías acostarte una vez que termines de comer.
—No. Quiero conocer a James.
—Puedes conocerlo mañana. No va a ir a ninguna parte.
—Quiero conocerlo hoy. Se suponía que debía cuidarlo, pero ya
casi tiene dos años y ni siquiera lo conozco.
Draco la observó mientras lo miraba fijamente a los ojos y se
obligaba obstinadamente a comer una cucharada entera de
empanada de manzana. Él suspiró irritado.
—Bien. Llamaré a un elfo y haré que le diga a Ginny que lo
traiga.
Hermione asintió y bajó el plato.
—¿Hay otra ropa aquí para mí? ¿O… sólo trajiste libros?
Sus ojos se entrecerraron y la comisura de su boca se contrajo.
—Hay ropa. No estoy seguro de cuánta se adapta al embarazo. Si
nada te queda, Ginny tiene algunas prendas que podrían
funcionar.
Hermione asintió y fue a explorar el clóset. Había una gran
cantidad de ropa, al igual que parecía haber cantidades
irracionales de cualquier otra cosa. Los cajones del clóset
parecían no tener fin mientras los abría. Habían algunas
túnicas, pero la mayoría de la ropa era Muggle. Hermione revisó
hasta que encontró una sudadera y pantalón que le quedaban
sin la necesidad de encantamientos de ajuste.
James tenía el pelo rojo caoba oscuro que permanecía

despeinado, con las puntas hacia arriba y unos ojos
sorprendentemente verdes. Aparte del pelo, se veía exactamente
igual a Harry. Hermione lo observó detenidamente, sintió que
le aplastaban el corazón. Sus ojos verdes esmeralda la
estudiaban con suspicacia mientras se aferraba con fuerza a

234
Ginny. Los mismos ojos. La misma boca. Harry. Era Harry una
vez más.
—James, ella es tu madrina, tía Hermione. Recuerdas, ¿te conté
sobre ella? Era la mejor amiga de tu papá en el colegio. Le
encantan los libros, igual que a ti, pero no las escobas —Ginny
le habló suavemente al oído, acariciándolo cariñosamente con
la nariz— Y ese es Malfoy con ella. Lo conociste cuando estabas
gateando. Recuerdas, vivimos en su casa. Él es quien envía a los
elfos a vernos.
James se inclinó más cerca de Ginny, enterrando la cara contra
la garganta de su madre y mirando tímidamente a Hermione y
Draco.
—Hola, James —dijo Hermione una vez que encontró su voz:
—Te conocí un poco antes de que nacieras. Estoy muy contenta
de por fin conocerte.
James resopló y se cubrió el rostro con una mano.
—Nunca ha visto a ningún humano en persona aparte de mí y
Malfoy —dijo Ginny, recargando la cabeza contra la de James:
—Pero… si la forma en la que es con los elfos significa algo, una
vez que supere su timidez, nunca te dejará sola de nuevo. James,
¿puedes decir “tía Hermione”?
—No —su era aguda y obstinada.
—¿Quieres decir hola?
—No.
Ginny suspiró y le picó las costillas.
—Niño maleducado.
James hundió el rostro con más determinación en el hombro
de Ginny y se echo a reir.
—Está bien —dijo Hermione, con voz gruesa, sintiéndose
abrumada con sólo mirarlo— se parece demasiado a Harry.
Ginny asintió con una sonrisa tensa y presionó un beso en el
cabello de James.
—Realmente se parece. Me deja atónita a veces. Hace gestos en
ocasiones y me golpean como una bludger, y por un momento
me olvido de que lo estoy mirando a él porque… es Harry.
Luego vuelve a ser James otra vez —soltó una carcajada— Cuando
nació, tenía el cabello y los ojos castaños, pero después su suave
235
cabello de bebé se le cayó y salió este desastre de cabello rojo y
sus ojos se volvieron verdes. No se me ocurrió que pudiera ser
pelirrojo. Pero la mamá de Harry también lo era, así que
supongo que había suficiente gen rojo en la sopa para que se
volviera pelirrojo.
James levantó la cabeza abruptamente y observó a Hermione.
—Main-y —la señaló— Main-y.
—Hermione —Ginny dijo lentamente, enfatizando las
consonantes.
James negó con la cabeza.
—Main-y.
—Yo tampoco podía decirlo cuando era pequeña —dijo
Hermione con una sonrisa.
—Es un muy buen niño —Ginny lo cambió al otro lado de su
cadera— No duerme mucho, y tuvimos cólicos al principio. Pero
ahora es bastante feliz. Aunque, desde que comenzó a caminar,
ha sido mucho más travieso. Agarra todo lo que pueda
alcanzar…
Hermione asintió automáticamente sin dejar de ver a James. No
estaba segura de cómo interactuar con un bebé. Estaba tan
acostumbrada a pensar en ellos en abstracto. Que finalmente
conocer a uno que hablaba y tenía opiniones sobre las cosas
hacía sentir a Hermione a la deriva. No podía recordar cuándo
había sido la última vez que había visto o cargado a un niño.
Probablemente había sido cuando ayudó a transportar a los
huérfanos durante la guerra. De repente, el mundo en el que
vivía Ginny parecía extraterrestre.
Hermione había olvidado lo expresivas que podían ser las
personas. Que no necesitaba leer esencialmente a la gente por
el brillo de sus ojos y lo que no decían. Bebés, cólicos,
indicadores del crecimiento. Si ella y Draco fueran realmente
libres, ese sería el tipo de mundo del que formarían parte. Si
había funcionado. Si estaban a salvo. Si Draco era libre. El
pecho de Hermione se apretó y asintió nuevamente a lo que
fuera que Ginny estuviera diciendo. La cabeza comenzaba a
punzarle.

236
—Ginny, Granger necesita descansar ahora —interrumpió de
pronto la fría voz de Draco.
Hermione parpadeó. La expresión de Ginny se congeló y luego
decayó.
—Perdón. Me dejé llevar. —Se obligó a sonreír nuevamente— De
todas formas James necesita almorzar. Descansa. Los elfos
llevarán más comida. Si-si necesitas algo, estamos aquí.
Los ojos y boca de Ginny estaban tensos mientras volvía a
colocar a James sobre el otro extremo de su cadera y se daba la
vuelta, regresando a su ala de la casa. Hermione los vio
marcharse.
—Está tan sola, Draco. Pudiste haber dejado que me contara
más sobre James.
—Necesitas descansar. Tienes años para conocerlo.
Hermione quería discutir, pero se sentía lista para quedarse
dormida de pie. Se acostó en la cama y cerró los ojos. Draco se
sentó a su lado, sosteniéndole la mano de la misma forma que
lo había hecho durante sus náuseas matutinas, con el pulgar
recorriéndole los nudillos. Estaba comenzando a quedarse
dormida cuando sintió cómo su mano se posaba suavemente en
la cama. El colchón se movió.
Observó a través de sus pestañas cómo la miraba por un
momento más y giraba lentamente, apoyando la mano contra la
pared como si estuviera palpando algo en su interior, sacó su
varita y comenzó a murmurar hechizos. Hermione lo observó
mientras añadía encantamiento tras encantamiento a la
habitación. Algunos eran hechizos simples e inofensivos y otros
eran elaborados encantamientos mágicos. Se estremeció
cuando sacó un cuchillo de la túnica y sujetó el mango entre los
dientes mientras se cortaba la mano y utilizaba la sangre para
dibujar runas escarlatas en las paredes. Los símbolos brillaron
mientras seguía agregando más y más hasta que finalmente se
desvanecieron en la pared y desaparecieron.
Sacó un frasco de la Poción para Regeneradora de Sangre y se
lo tomó antes de sacar otro frasco de Esencia de Dittany, que
usó para cerrar la herida. Se observó la mano cubierta de sangre
y se la limpió en la túnica antes de lanzarse un hechizo para
237
limpiar la ropa. Puso la mano contra la pared nuevamente. Sus
hombros se desplomaron por un momento antes de
enderezarlos y dirigirse hacia la puerta.
—¿Draco?
Él se quedó congelado y lentamente volteó hacia ella, con la
expresión cerrada. Se limitó a estudiarlo durante varios
segundos, su corazón se sentía como una pesa de plomo.
—¿Estamos a salvo aquí, Draco?
—Sí —dijo inmediatamente.
Se sentó y la expresión de Draco se tensó.
—¿De verdad?
Él se quedó de pie frente a la puerta, con la varita en la mano.
—Es seguro aquí. Tienes mi palabra.
Ella asintió.
—Si tú lo dices, te creo.
Él asintió de igual manera. Ella se humedeció los labios.
—¿Entonces necesitas seguir añadiendo barreras? Si estamos a
salvo.
Se quedó observándola, evidentemente inseguro de cómo
responder.
Le dedico una débil sonrisa, mientras una palpitante sensación
de dolor se tragaba su pecho:
—Se supone que podemos descansar ahora. No se supone que
sigas… portándote como un soldado, como si siguiéramos
encadenados a la guerra.
Seguía de pie junto a la puerta. Lo estudió con tristeza al darse
cuenta de la diferencia entre ellos; él nunca había soñado con
lo que haría o sería después de la guerra. A diferencia de ella,
tenía tan pocas expectativas que no podía decepcionarse.
Tampoco tenía idea de qué hacer aparte de continuar con lo
que siempre había hecho. Extendió la mano hacia él.
—Quédate conmigo. Se supone que esta es la parte en la que
logramos descansar.
Siguió de pie junto a la puerta, sus ojos parpadeaban hacia la
siguiente habitación.
—Si hay algo que necesitas hacer, te esperaré.

238
Vió cómo su mano se crispaba antes de que apretara la varita
en un puño, sus ojos se tornaron repentinamente infantiles e
inseguros. No tenía ni idea de cómo hacer otra cosa que no
fuera ser un soldado. Volvió a mirar hacia la habitación
continua. Se estiró hacia él.
—Quédate aquí, Draco. Se supone que tú también tienes que
descansar.
Asintió lentamente pero no se movió de donde estaba, en el
umbral de la puerta. Hermione se levantó y se acercó. Lo miró
a los ojos mientras deslizaba la varita fuera de su mano,
poniéndola en el tocador. Le quitó la túnica de los hombros y
le pasó las manos sobre la camisa y pantalones, encontrando la
multitud de bolsillos escondidos, sacando varitas y armas extra.
No estaba segura si había traído consigo alguna pertenencia que
no fueran armas.
Draco hizo una mueca de desaprobación mientras removía todo
y lo apilaba en el tocador. Hizo una pausa y lo miró a los ojos.
—Estamos a salvo, ¿verdad?
Él pasó saliva y asintió lentamente. Lo tomó de la mano.
—Enconces suéltalo.
Lo observó mientras se acostaban frente a frente en la cama. Los
ojos de Draco seguían desviándose hacia las armas que le había
quitado.
—¿Qué querías ser… antes de que te obligaran a convertirte en
Mortífago? ¿Qué hubieras hecho si la guerra no hubiera
ocurrido?
La miró inexpresivo.
—Era el heredero Malfoy. Si no me hubiera convertido en
Mortífago, sólo hubiera sido el heredero Malfoy. Mi padre tenía
aspiraciones políticas para mí… hubiera sido un político.
—Oh... Bueno, ¿cuál era tu materia favorita en el colegio?
De alguna manera, nunca le había hecho esa pregunta antes, y
no estaba segura de que pudiera adivinar la respuesta. Sólo se
conocían a través de las facetas pulidas por la guerra.
Permaneció en silencio durante varios segundos y parecía estar
tratando de recordar.
—Me gustaba Encantamientos.
239
La comisura de los labios de Hermione se curvó hacia arriba.
—Debí haberlo adivinado. Recuerdo que se te daban bien.
Podrías retomarlo. La alquimia usa mucho los encantamientos.
Quizás podríamos trabajar juntos en proyectos algún día.
La comisura de la boca de Draco se encogió.
—Quizás.
Se veía cansado, Hermione se acurrucó contra él, y él enredó la
mano en su cabello, acercándola más.
—¿Estamos seguros aquí? —preguntó de nuevo, pasándole los
dedos por la solapa de la camisa— No estás… no estás
diciéndome que lo estamos sólo para mantenerme tranquila
¿verdad?
Draco se alejó un poco y la miró
—Estamos a salvo, Hermione.
La sensación punzante en su pecho se desvaneció.
—Muy bien, entonces —inhaló profundamente y cerró los ojos.
Cuando se despertó horas después, él también estaba dormido.

Era como si nueve años de agotamiento finalmente se hubieran
elevado y se lo hubieran tragado. Durmió durante días, casi
insensible. Hermione podía quitarle la venda del brazo y
curarlo, ni siquiera se estremecía. Durmió con él durante la
primera semana. No había pensado que estuviera lo
suficientemente cansada como para dormir durante días
seguidos, pero era como si una tensión despiadada que ni
siquiera había percibido finalmente se hubiera aliviado por
primera vez, y el sueño era más reparador de lo que había sido
en toda su vida. Sus dolores de cabeza fueron disminuyendo en
gran medida.
Encontró un poco de pergamino y pluma, y escribió
cuidadosamente todo lo que podía recordar de los recuerdos
que se desvanecían, y cuando los repasó varios días después,
muchos de los detalles le resultaban desconocidos. Pero su
mente parecía haber encontrado un equilibrio precario.
Draco continuó durmiendo sin parar durante la siguiente
semana. Se levantaba brevemente para comer, revisar las
barreras y después volvía a colapsar sobre la cama, abrazando
240
con fuerza a Hermione. A veces se preocupaba de pudiera estar
enfermo como para dormir tanto. Lo revisaba con diagnósticos
para asegurarse que todo estaba bien. Él no dormía si ella se
iba. Trataba de deslizarse silenciosamente hacia la habitación
contigua para explorar los estantes de libros, pero aparecía en la
puerta a los dos minutos, con varita en mano. Tomaba varios
libros de los estantes y regresaba a la cama.
—Ya puedo levantarme ahora —dijo él, aún de pie frente a la
puerta.
—No. Debería seguir descansando —dijo acostándose
suavemente— Sólo quería leer un poco.
Se quedó dormido nuevamente en cuestión de minutos.
Entrelazó los dedos entre los suyos mientras leía.
Había estado durmiendo durante nueve días cuando se oyeron

unos ligeros golpecitos en la puerta. Ginny deslizó la puerta
para abrirla ligeramente y se asomó:
—James está durmiendo la siesta. ¿Puedo pasar?
Hermione cerró el libro y asintió. Se habían estado mandando
varias notas con los elfos domésticos, pero no había visto a
Ginny más allá de unos minutos desde el día que llegaron.
Ginny se abrió paso a través de las habitaciones cuidadosamente
hasta el dormitorio y después se detuvo, mirando a Draco
durante varios segundos antes de apartar la mirada y conjurar
una pequeña silla.
Permanecieron sentadas mirándose durante varios minutos.
Había una ligera confusión en los ojos de Ginny mientras
estudiaba a Hermione. Hermione agarró la mano de Draco
mientras esperaba a que Ginny dijera algo. Ginny les observó
fijamente las manos y después apartó la mirada, moviéndose
incómoda.
—Yo no… no me imaginé qué tan intensos serían ustedes el uno
con el otro. Es decir, sabía que Malfoy era intenso, pero
supongo que no esperaba que tú… que no sólo fuera Malfoy…
que ustedes dos son… de esa manera.
Hermione podía ver la preocupación en los ojos de Ginny. No
dijo nada. Ginny tenía una varita en la mano, y seguía
241
pasándola de una mano a la otra. Cuando se dio cuenta de que
estaba jugando con la varita, se detuvo y se miró las manos por
un momento.
—Sabes, no me dió una varita durante el primer año.
Hermione no sabía qué decir, pasó los dedos por la portada del
libro.
—Probablemente fue lo mejor —dijo Ginny, torciendo la boca
con ironía— De todas formas traté de asesinarlo una docena de
veces. Lo último que recordaba era ser drogada con algo en una
mesa de laboratorio y después desperté aquí, sola. La primera
vez que vino, me dijo que todos estaban muertos excepto tú, y
le lancé un cuchillo de carne. Después me contó lo que habías
estado haciendo durante la guerra… que tú —la expresión de
Ginny se torció levemente— habías estado con él… no le creí en
absoluto. Digo… había pensado que podías haber tenido
alguien con quien estar, pero no… con Malfoy. Pero cuando
dijo cómo había pasado… sí sonaba como tú... —la voz de Ginny
se desvaneció, bajó la mirada y se aclaró la garganta.
—Pero era Malfoy. Mató a Dumbledore. Su padre… —su mano
rozó la rasgada cicatriz de su mejilla— Los Malfoy siempre han
odiado a los nacidos de Muggles. Y después Malfoy seguía
insistiendo en que te traería aquí, pero no lo hacía. Así que,
asumí que era un truco. Pensé que Voldemort estaba tratando
de hacerle algo a James una vez que naciera.
—Lo siento —fue lo único que se le ocurrió decir a Hermione.
Ginny se removió.
—Traté… de suicidarme. Estuve muy cerca de lograrlo varias
veces —evitó los ojos de Hermione y jugueteó con las puntas de
su cabello— Malfoy llegaba cada dos días al principio, traía ropa
y proviciones, y después aparecía con todos los libros y cosas de
aquí… diciendo que necesitarías algo qué hacer una vez que te
encontrara.
Los dedos de Hermione entrelazados con los de Draco, tuvieron
un espasmo. Ginny volvió a mirarles las manos antes de volver
a mirar hacia su varita.
—El día que dí a luz… casi asfixio a James. Tenía tanto miedo de
que Malfoy aparecería y se lo llevara a Voldemort.
242
—Llegó unas horas después con traje de boda. Estaba tan
aliviado de que yo seguiera con vida. Creo que fue la primera
vez que ví una verdadera emoción en su rostro. Aparentemente,
estaba seguro de que iba a morir durante el parto… no es que
pareciera preocuparse por nosotros realmente, sino más bien
James y yo éramos prioridades en una lista. Pero… estaba
menos… contenido ese día. Estaba tan enojada con él. Le
pregunté si había llegado tarde porque se había casado contigo,
dado que supuestamente le importabas tanto —Ginny inhaló
rápidamente— No creía que le importara un carajo lo que yo
pudiera decir sobre él. Ya le había dicho todo para ese
momento. Pero cuando le pregunté si se había casado contigo,
se puso pálido y dijo que no, que fue alguien más. No vino tan
seguido después de eso.
Ginny observó cuidadosamente a Draco.
—Era como ver a alguien morir de hambre. Traía cosas que
obviamente debían ser para ti, pero se detuvo… no sé cómo
describirlo. Ya no actuaba como si estuvieras bien una vez que
llegaras. Ahí fue cuando comenzó a obsesionarse tanto con las
barreras.
Hermione bajó la mirada, con un nudo en el estómago.
—La última vez que lo ví fue el verano pasado. Dijo, que todos
los viajes que había realizado, habían hecho sospechar a
Voldemort y ya no se le permitía salir de Inglaterra. Dijo, que si
te encontraba, Snape te traería aquí y me recordó que tú eras la
única razón por la que yo seguía viva, después me amenazó con
matarme si no juraba que cuidaría de ti. Ahí fue cuando me dio
una varita. No volví a verlo hasta que los dos llegaron aquí la
semana pasada.
Ginny miró hacia abajo y retorció la varita entre las manos.
—Una vez que volví a tener varita. Hice una Red Mágica
Inalámbrica como Fred y George solían hacerla, y comencé a
obtener el periódico. Llega con semanas de retraso, pero
finalmente comencé a enterarme de lo que estaba pasando. Sa-
sabía que tenía que ser malo, pero… nunca pensé…
Ginny arrugo la cara, como si no pudiera mirar a Hermione a
los ojos.
243
—Lo siento mucho. De verdad lo siento muchísimo.
Hermione no estaba segura de por qué Ginny se estaba
disculpando. Bajó la mirada hacia el libro que tenía sobre el
regazo.
—No fue tu culpa. Sólo habías sido parte de La Orden por unos
meses antes de que te embarazaras. No es como si hubieras
podido cambiar algo.
Ginny se mordió el labio y miró hacia abajo.
—Sabía que veías la guerra de forma diferente a como la veían
Harry y Ron, pero… no me di cuenta hasta que me enteré de lo
que habías hecho. No creo que nadie se diera cuenta de que tan
diferente la veías para que estuvieras dispuesta a... a…
Hermione se limitó a observar a Ginny, sintiéndose de repente
demasiado cansada para tener la conversación.
—Nunca le pediría a alguien hacer algo que yo no estuviera
dispuesta a hacer primero. Pensé que todos ustedes sabían eso
sobre mí.
Ginny palideció, su piel se volvió tan profundamente blanca
que provocó que su cicatriz destacara violentamente contra sus
facciones.
—Lo sé. Eso lo sé. Es sólo que… creía en Harry. Creía en lo que
decía sobre la guerra, sobre el poder del amor. En los campos
de batalla, veías lo peor de la gente, pero también veías lo mejor.
Pensé que tal vez no lograbas ver eso desde el ala del hospital,
pero estabas en lo correcto… siempre estabas en lo correcto, y
eso debió de hacer que lo pasaras peor que nadie… porque te
quedaste con nosotros todo el tiempo sabiéndolo.
El pecho de Hermione se apretó, era como si Ginny hubiera
tocado una agonía que había olvidado que aún arrastraba.
Apretó los labios y sujetó con fuerza la mano de Draco. Habían
lágrimas silenciosas deslizándose por el rostro de Ginny.
—Lamento no haber querido creerte. Nunca debiste haber
hecho lo que hiciste.
Hermione comenzó a responder, pero Ginny continuó:
—No quiero que sientas que necesitas perdonar algo. Lo que
pasó… todo lo que pasó… no necesitas estar bien con eso. No
deberías obligarte a estar bien con ello. Mereces estar enojada.
244
—No-no sientas que necesitas superarlo todo. No quiero que te
sientas atrapada por el resto de tu vida porque la gente te obligó
a hacerles promesas.
Hemione se pusó rígida mientras jalaba la mano de Draco
contra sí misma. Ginny bajó los ojos y su boca se tensó al verlo.
—No sólo me refiero a Malfoy. Sé que le prometiste a Harry que
cuidarías de James y de mí. Quiero que sepas que no tienes que
hacerlo. Has hecho más de lo que nadie debería haberte pedido.
Estabas en lo correcto, es tiempo de que alguien más haga algo.
Ya no deberías ser tú. Te mereces tomar verdaderas decisiones.
Eso es lo que es ser libre. Así que no-no pases el resto de tu vida
encadenada a viejas promesas. A nadie. Ni a Harry ni a mí… ni
a Malfoy.
Ginny se levantó bruscamente.
—Sólo necesitaba decir todo eso. Necesitaba decirlo por lo
menos una vez. Tú…
Ginny observó a Hermione, con los ojos llenos de dolor
mientras miraba la innegable hinchazón del estómago de
Hermione.
—Me alegro mucho de que hayas escapado. Mereces ser libre
ahora. Realmente libre. No solamente como otras personas te
permitan serlo.
Los dedos de Ginny se acercaron a su cara y le rozaron
rápidamente las mejillas mientras salía de la habitación.
Hermione se quedó mirando la mano de Draco entrelazada con
la suya durante un momento antes de mirarlo a la cara.
—Puedes dejar de fingir estar dormido.
Los ojos plateados de Draco se abrieron y la observó
detenidamente, su expresión era reservada. La comisura de los
labios de Hermione se curvó hacia arriba mientras lo notaba.
—No me tomé la molestia de salvarte por una vieja promesa, si
es lo que te estás preguntando. Después de todo, ¿no fuiste tú
quien dijo que hago promesas contradictorias sólo para poder
hacer lo que yo quiero?
—Grang…
—Dijimos siempre, ¿no es así? —pregunto con voz tensa.

245
—Siempre. Si no quieres esa promesa completa, te la daré por
partes —sostuvo su mano con más fuerza— Todos los días. Te
escojeré a ti.
Se giró para mirarlo más de cerca, entrelazando los dedos y
pasando las yemas por las crestas de sus nudillos. Sus dedos se
detuvieron en el anillo de ónix y lo miró fijamente, recordando
su pasado. Dolor cegador y ardiente devoción en partes iguales.
—Estoy segura de que tendremos días buenos y malos —dijo
después de un minuto— Prob-probablemente hay demasiadas
cosas como para dejarlo todo en el pasado. Pero si decides
quedarte conmigo, y yo elijo quedarme contigo… todos los
días… pienso que somos lo suficientemente fuertes para
superarlo un día a la vez —lo miró a los ojos— ¿No lo crees?
La estudió cuidadosamente por un momento y asintió.
Al día siguiente, el desayuno apareció con un ejemplar de dos

semanas atrás de “El Profeta” en la bandeja. En la portada se
mostraba una foto de las ruinas de la Mansión Malfoy.
Hermione lo quitó de la bandeja y se quedó mirándolo, con el
corazón latiéndole fuertemente.
“EL HIGH REEVE ASESINADO EN

ACCIDENTE DE FUEGO MALIGNO”
Lo desdobló con manos temblorosas, para poder leer el
resumen debajo del doblez.
“Draco Malfoy asesinado por su padre en un

impactante caso de suicidio-asesinato en la Mansión
Malfoy”
Miró a Draco, jadeando de alivio.

—Funcionó, Draco. Eres libre.

246
247
Epílogo1
EL HIGH REEVE ASESINADO EN
ACCIDENTE DE FUEGO MALIGNO
DRACO MALFOY ASESINADO POR SU PADRE
EN UN IMPACTANTE CASO DE SUICIDIO-
ASESINATO EN LA MANSIÓN MALFOY.
Se sospecha que Draco Malfoy, una figura prominente en

el gobierno del Señor Tenebroso, y su padre, un viudo,
murieron en el incendio de una casa. Los Aurores siguen
investigando el caso. La declaración oficial del
Departamento de Seguridad Mágica es que la causa del
incendio se mantiene desconocida, pero los oficiales que
hablan extraoficialmente han confirmado que el fuego
posee todos los signos de haber sido fuego maligno que
fue intencionalmente provocado y sostenido. Las fotos de
las ruinas de la Mansión Malfoy son casi idénticas a las
del incendio de la Mansión Lestrange de varios años
atrás.
“Todos sabían que Lucius estaba obsesionado con aquel incendio,”

dice una fuente anónima, “obtuvo todos los registros y archivos,
volvió a visitar las ruinas Lestrange docenas de veces. Es casi
innegable que el fuego fue una recreación. Es tan trágico: nunca
superó la muerte de Narcissa.”

248
Amigos cercanos de la familia dicen que Lucius abandonó
la mayoría de sus obligaciones después de la muerte de
su esposa, cediendo el título y el patrimonio a Draco,
quien en aquel entonces tenía veinte años. Lucius rara
vez había regresado a Inglaterra durante los años
siguientes, pero durante su visita más reciente, su
comportamiento había sido notablemente errático.
Los Aurores confirman extraoficialmente que Lucius es
por el momento sospechoso en varios casos de personas
desaparecidas, incluyendo a Astoria Malfoy, quien
desapareció menos de veinticuatro horas después de
regresar de unas vacaciones de verano en Francia.
Habían rumores persistentes de la tensión entre padre e
hijo. Aunque aparentemente cordiales, rara vez se les
veía juntos, y Lucius no regresó de su puesto en el
extranjero para la boda de Draco en 2003.
Se espera que el título y las responsabilidades del High
Reeve sean transferidos a otro Mortífago durante el
transcurso de la siguiente semana. Hay varios Generales
bajo consideración. Sin embargo, hasta el momento de la
impresión, no hay ningún anuncio oficial del Señor
Oscuro respecto a un sucesor o acerca de las muerte de
Draco y Lucius.
La pérdida de un linaje familiar tan antiguo y distinguido
como la Familia Malfoy es un golpe devastador para el
Mundo Mágico. Draco era el último tanto de la familia
Malfoy como de la familia Black. Una sanadora del
Programa de Repoblación ha confirmado que la
subrogada de Draco Malfoy también murió en el incendio.
Estaba embarazada de cuatro meses de un heredero
Malfoy.
Después de dos semanas durmiendo, Draco y Hermione

finalmente emergieron. Draco fue inmediatamente a revisar
todas las barreras de la isla. Cuando regresó, le dió a Hermione
un recorrido completo por la casa. Ella le apretó la mano
cuando entraron a los jardines. Doblaron una esquina y
encontraron a Ginny observando a James intentando escalar
una pagoda*. Hermione esbozó una sonrisa tensa cuando los
vió.
*Nota al pie: edificio de origen asiático de varios niveles de altura separados por cornisas.
249
—Dios, están despiertos. No estaba segura de cuándo
terminarían de hibernar —miró a Draco— Hay alguien que ha
estado esperando para verte. ¡Topsy!
Hubo un pop inmediato cuando Topsy se materializó. Se quedó
de pie observando a Draco por un momento, con las manos
entrelazadas y sus enormes ojos brillando. Después caminó
hacia adelante y pateó a Draco.
—¡Topsy ha estado demasiado enojada con usted! —dijo
mientras los dedos de su pie chocaba contra la espinilla— Topsy
nunca ha estado tan enojada en su vida —rodeó la piernas de
Draco con los brazos y comenzó a llorar— Envió a Topsy lejos
sin adios. ¡Topsy pensó que estaría muerto!
Hundió el rostro en la ropa de Draco y aulló llorando durante
varios minutos hasta que Draco se agachó incómodamente y le
dio unas palmaditas en la cabeza. Ginny le dirigió una mirada
mordaz.
—Cuando llegó y descubrió que los dos estaban aquí, se rehusó
a creerlo hasta que fue a ver por sí misma, y entoces se pasó
llorando el resto del día. No puedo creer que la hayas enviado
aquí así.
Cuando Topsy finalmente soltó a Draco, se acercó para coger a
James en brazos y se lo llevó, aún llorando. Hermione, Draco y
Ginny se quedaron mirándose los unos a los otros en un
silencio incómodo. Ginny jugueteó con las puntas de su cabello
y luego su cabeza dio una pequeña sacudida mientras cuadraba
los hombros.
—Creo que deberíamos planear cenar todos juntos casi todos los
días. No tiene que ser todos los días de la semana, pero creo
que deberían ser la mayoría. El resto del tiempo, podemos
tener… nuestra privacidad, pero deberíamos cenar juntos.
Estudió las reacciones de Draco y Hermione. Draco no dijo
nada.
—La cena estaría bien —dijo Hermione— Esa es una buena idea.
La expresión de Ginny se inundió con alivio.
—Bien. Excelente. Em. Se lo diré a los elfos y los veré en la cena
entonces.

250
Ginny se dio la vuelta y se apresuró a entrar. Hermione la vio
alejarse y se dio cuenta, demasiado tarde, de que Ginny
probablemente se detendría y regresaría si la llamaba. Abrió la
boca, pero Ginny ya había desaparecido por la puerta.
Hermione y Draco se quedaron en el jardín durante varios
minutos en silencio. No sabía qué se suponía que tenían que
hacer. Parecía surrealista. Habían escapado de una realidad,
caído en otra y sólo se quedaron ahí, para encontrar su camino.
No se sentía como un sueño. Era real. Podía oler la sal en el
aire, escuchar a las hojas moverse con el viento y al agua caer.
Podía oler alcanfor y agujas de pino. La mano de Draco era
cálida y estaba entrelazada con la suya. Y aún así, había una
ligera paranoia de la que no podía librarse. Tenía que haber algo
acechando, algo esperando, algo que iba a salir mal. La ruina
inevitable estaba sobre sus cabezas como la espada de
Damocles*.
La isla parecía haber estado construida sobre una fínisima capa
de hielo. Si Hermione pisaba mal o se olvidaba de ser cuidadosa
por un momento, se resquebrajaría, y volvería a sumergirse en
el mundo negro y frío del cual apenas había escapado,
arrastrando a Draco y a todos los demás con ella. Cada paso.
Cada respiro. Debía ser con cuidado. Tener demasiado
cuidado.
Siempre pierdes las cosas que amas. Siempre.
Le empezó a temblar la mandíbula. Quería volver a entrar; se
sentía más segura dentro. ¿Dónde estaba su varita?
—Nunca hice planes para nada de esto— dijo Draco— Estar aquí.
Hermione levantó la mirada hacía él, sobresaltada de su
ensoñación. Estaba mirando hacia el océano como si le
resultara díficil creer que estaba ahí. Le resultaba todo tan difícil
de creer al igual que ella. El mundo nunca fue amable con ellos.
Sin embargo, cuando volteó a verla, se dio cuenta de que la
tensión que siempre lo había rodeado, estaba ausente, por
primera vez en su vida. Aún estaba al borde, tenso; seguía
cargando dos varitas, varios cuchillos y un artefacto oscuro, pero
faltaba el temple amurallado al que Hermione estaba
acostumbrada.
*Nota al pie: referente al mito griego de Damocles, la espada simboliza una amenaza
constante. Manacled: The Reckoning by SenLinYu
251
Ya no se sostenía como si estuviera esperando constantemente
ser golpeado con algo inesperado. Era la expresión que solía
poner cuando se encontraban en Whitecroft; cuando podía
darse cuenta, mientras él aparecía en la habitación, que se había
preparado mentalmente para verla herida. Desde que había
llegado a la mansión, se dio cuenta de que él siempre había
tenido esa expresión. Ahora, por primera vez, se había
desvanecido. Por lo menos el hielo delgado era algo en lo que
ponerse de pie.
—¿Qué quieres que haga ahora? —él preguntó.
Hermione parpadeó.
—Lo que tú quieras. Ahora puedes hacer lo que tú quieras.
Él miró a su alrededor.
—No creo recordar cómo hacer eso.
Hermione sonrió débilmente:
—Yo tampoco —miró alrededor y le apretó la mano con fuerza:
—Descubriremos cómo es juntos. No tenemos por qué
apresurarnos. Tenemos el resto de nuestras vidas para
averiguarlo.
Una vez que no estuvo preocupada por despertar a Draco,

Hermione se puso a trabajar en su laboratorio. Le tomó una
semana construir una prótesis básica. La amputación se había
curado perfectamente, pero su sangre seguía siendo
permanentemente delgada a menos que tomara regularmente
una poción para eso. Él se sentó en la orilla de la mesa del
laboratorio mientras ella le colocaba cuidadosamente la base del
prostético en el antebrazo.
—Es la primera prótesis no es gran cosa —dijo mientras
murmuraba los hechizos— soló conectará con los nervios
principales, así que sólo tendrás una leve sensación del
movimiento y tacto. No serás capaz de hacer nada que requiera
movimientos precisos, pero ayudará a mantener las estructuras
neurales mientras hago algo mejor. Si esperas demasiado, es
difícil recuperar el rango completo de movimiento con una
próstesis, ya que no puedes sentirlo con claridad.

252
Deslizó el brazo metálico sobre la base. Hubo un ligero
chasquido mientras las dos piezas encajaban. Dio unos
golpecitos con la varita en los dedos metálicos y se oyó un
zumbido mientras comenzaban a moverse de forma
involuntaria. Pasó varios minutos comprobando que todo
estaba conectado y estudiando los diagnósticos para verificar
que lo había ajustado todo a la perfección. Draco se la pasó
afirmando que todo estaba bien hasta que se desmayó. Volteó
a ver a Draco con una expresión nerviosa.
—Esto va a doler bastante, pero sólo por una fracción de
segundo y sólo esta vez. A menos que rompas la base de la
prótesis, no tendré que volver hacer esto nunca más. Estoy
conectando los nervios. Si no lo hago cuando puedes sentirlo,
la conexión no se integrara correctamente.
Él apretó la mandíbula.
—Sólo hazlo.
—Amalgamare.
Draco gritó entre dientes cuando los nervios de su brazo se
unieron a los nervios mágicos de la prótesis. Un escalofrío
recorrió su cuerpo entero, incluyendo el prostético. Los dedos
de metal sufrieron un espasmo con un chasquido audible.
—Perdón. Lo siento.
Negó firmemente con la cabeza y levantó su brazo para
observarlo.
—Está bien.
Le apoyó la mano en el frío metal
—¿Puedes sentir mi tacto?
Draco se quedó callado por un minuto.
—Sé que hay contacto, es una vaga sensación de presión, pero
sin ninguna sensación de textura o temperatura o qué tanto me
estás tocando.
Hermione pasó la mano desde el antebrazo hasta los dedos.
—Eso es todo lo que podrás sentir con esto— lo miró
seriamente— Tendrás que tener cuidado. Ya que no puedes
sentirlo, no siempre sabrás cuánta presión estás usando.
Sentirás la tentación de compensar la falta de información
sensorial haciendo las cosas con más brusquedad para poder
253
sentirlas. Hice la mano quebradiza para que, si superas cierto
umbral de fuerza, sean los mecanismos internos los que se
rompan y no… otra cosa.
La expresión de Draco se tensó, y la miró con dureza. Hermione
comenzó a pasar la varita y los dedos por la prótesis,
comprobando los hechizos en su interior. Draco trató de alejar
el brazo. Ella cerró la mano alrededor de la muñeca para
detenerlo y él la jaló con más fuerza. Entonces levantó la mirada
y lo miró a los ojos, la mirada en su rostro era de preocupación.
Ella apartó la varita.
—Draco, no vas a lastimarme. Mira —tocó un panel en el interior
de la muñeca y lo abrió, revelando los mecanismos dentro:
—¿Ves dónde se conectan los tendones ahí? Las piezas
conectando a cada uno están hechas con la intención de
romperse. Si trataras de usar la presión suficiente para romper
un hueso, esta pieza se rompería. Podrías abollar una pieza de
fruta, pero no serías capaz de romper una varita por la mitad. Si
estos se rompen, la parte de la mano a los que están conectados
quedará inmovil —cerró el panel nuevamente— No me
lastimarás. Sólo quería explicarte por qué probablemente se
romperá mucho al principio. Es una parte del diseño. Tardarás
tiempo en averiguar cuándo estás aplicando la fuerza adecuada.
También te enseñaré cómo arreglarlo tú mismo. Todo es parte
del proceso.
Pasó varios minutos lanzando hechizos y probándolos antes de
que diera un paso hacia atrás.
—¿Puedes juntar el pulgar y tu dedo índice?
Draco se quedó mirando la mano durante varios segundos. Sus
ojos se entrecerraron cuando la mano se quedó quieta. Después
de un minuto, el pulgar se movió levemente. Se veía frustrado
y molesto.
—Sé que estoy conectado a ella, pero no sé cómo hacer que haga
algo.
—Está bien. Toma tiempo acostumbrarse. Sólo tendrás que
practicar. Cierra los ojos y dime si puedes saber cuál dedo estoy
tocando.

254
Tenían demasiado tiempo. Exploraron la isla. Draco le enseñó
los senderos y los viejos caminos cubiertos de musgo que
serpenteaban a lo largo del bosque. Bajaron a la playa rocosa y
Hermione se quedó de pie al borde del agua contemplando el
vasto océano que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Se
sentía como si fueran las únicas personas en la Tierra.
Escondidos en un mundo lejos de la guerra.
Hermione fue en busca de ingredientes. Draco, en algún
momento, había comprado libros acerca de la vegetación
mágica y comestible de la zona. La isla estaba en algún lugar de
la costa de Japón. Draco, y a veces Ginny y James, iban con ella
mientras vagaba por los bosques y campo abierto recogiendo
ingredientes para crear su armario de provisiones.
Dormían. Se iban a la cama temprano y dormían hasta tarde, a
veces ni siquiera salían de la cama hasta después de mediodía.
Se sentaban en el jardín y Hermione nunca sabía qué decir,
tenían tanto tiempo que nunca se sentía segura de cuándo era
el momento correcto para decir algo. A veces sólo quería existir
fingiendo que su vida había empezado pocos días después de
que llegaran a la isla. No quería recordar el pasado. Estaba harta
de vivir su vida en una eterna cuenta regresiva.
Era tanto el tiempo que Hermione no sabía qué hacer con él.
Eventualmente, comenzó a resultar antinatural, a ser una
especie de detonante para la ansiedad. Una fría sensación de
terror se desplegaba en la boca del estómago de Hermione
cuando intentaba relajarse durante demasiado tiempo. Era peor
cuando Draco no estaba, lo que ocurría dos veces al día, cuando
se iba a comprobar las barreras de la isla.
Visitaba a Ginny y a James durante media hora por su cuenta,
pero cuando las visitas se prolongaban más de una hora,
empezaba a ponerse tensa por la incomodidad. Las horas vacías
se sentían como todos los días inútiles y venenosos en la
Mansión Malfoy. No podía desconectar su mente. James era tan
parecido a Harry, pero cuando no lo era, era un bebé, y las
manos de Hermione recorrían nerviosamente su estómago
mientras lo veía interactuar con Ginny.
255
James hablaba constantemente. Usaba el temperamento de
Ginny como un referente el cual reflejaba constantemente.
Ginny era madre instintivamente. Inmediatamente se daba
cuenta de lo que James necesitaba y parecía comprender con
fluidez las confusas palabras que salían rápidamente, y a veces
con lágrimas en los ojos, de su boca. Hermione estaba sentada
en la veranda de la casa observando mientras James se deslizaba
en una diminuta escoba que flotaba a treinta centímetros del
piso. Ginny miró a Hermione y notó la expresión de tensión en
su rostro.
—Topsy, ¿podrías llevar a James a la playa?
Ginny se sentó a lado de Hermione y, tras un momento de
vacilación, alargó la mano y tocó ligeramente la mano de
Hermione donde ésta había rodeado inconscientemente su
estómago con los brazos. Ginny no dijo nada, no hizo
preguntas. Hermione había notado que Ginny muy raras veces
hacía preguntas cuando Draco no estaba presente.
—No sé cómo ser madre, Ginny —dijo Hermione después de
varios segundos.
La comisura de los labios Ginny se levantaron y soltó una
pequeña carcajada.
—Has sido “madre” de prácticamente todas las personas de las
que has sido amiga. Harry y Ron hubieran muerto en su primer
año de no haber sido por ti.
Hermione pasó saliva.
—No es lo mismo. Ni siquiera sé cómo interactuar con James.
Puedo leerle un libro, pero no sé cómo adivinar cuando está
triste, enfadado o entender lo que está diciendo. No puedo
saber cuándo está cansado. No sé cómo leer a los niños. ¿Y si
no puedo averiguarlo?
—Bueno, no empiezan siendo niños de dos años. Llegas a
conocerlos. Al principio sólo quieren dormir, comer y que los
abracen. Si no es nada de esas cosas, probablemente sea un
cambio de pañal. Se llega a los dos años un día a la vez. No te
preocupes, yo estaré aquí. Y Topsy sabe todo acerca de bebés.
Probablemente podría criar un orfanato por si misma —se
inclinó ligeramente hacia atrás, sobre sus manos— cuando James
256
nació, no quería soltarlo de mis brazos, pero no sabía nada
acerca de bebés, salvo lo que había leído. Nunca conocí a
ningún bebé mientras crecía. La lactancia sonaba fácil cuando
leí el capítulo del libro, pero cuando lo intenté, James se retorcía
y gritaba. No sabía cómo hacer para que se agarrara y se quedara
pegado, y tenía miedo de lastimarlo si lo agarraba demasiado
fuerte. Empecé a llorar y James gritaba cada vez más fuerte.
Topsy había estado aquí un mes, pero no confiaba en ninguno
de los elfos de Malfoy. Estuve al borde de la histeria antes de
que consiguiera convencerme de que la dejara ayudarme a
cuidar a James. Tú no vas a estar sola.
Hermione observó a Ginny por un momento.
—Lo siento. No puedo imaginar lo que debió haber sido estar
aquí sola durante tanto tiempo.
Ginny se limitó a soltar una carcajada apretada y apartó la
mirada.
—Creo que fue mucho mejor que donde tú o cualquier otra
persona estuvo todo ese tiempo. Realmente no tengo de qué
quejarme.
—Aún así.
Ginny asintió, y su expresión se llenó de dolor mientras miraba
a través del jardín.
—A veces… pienso en todo el tiempo que pasé ocultando el
embarazo, y siento como un pozo en el pecho en el cual
terminaré cayendo algún día. A veces desearía haber muerto
con ellos. Se siente tan mal estar viva cuando nadie más lo está.
—No digas eso —dijo Hermione, su voz era tensa y aguda— No
deberías de pensar así. A Harry le importaba que estuvieras viva
y a salvo más que cualquier otra cosa.
Ginny bajó la mirada.
—Lo sé. Lo sé… no estoy… sólo se siente así a veces, ¿sabes? Que
sólo estoy viva porque hice algo egoísta y le mentí a todos. Mi
mamá se habría emocionado tanto. Siempre dijo que sería la
mejor abuela del mundo. Ella ni siquiera lo supo.
—Si alguien se hubiera enterado acerca de tu embarazo,
Voldemort te hubiera buscado. Draco no habría sido capaz de

257
hacer pasar el cuerpo de otra persona por el tuyo. Tú y James
están vivos porque se ocultó.
Ginny aún parecía desconsolada, golpeada por la culpa y el
duelo, pero asintió lentamente.
—Harry dijo —Hermione vaciló y sintió una oleada de culpa por
no habérselo dicho antes a Ginny— Antes de que me hiciera
prometerle que los cuidaría a ambos… me pidió que te dijera
que estaría pensando en ti hasta el fin.
Ginny estuvo callada durante varios segundos antes de que su
boca se curvara en una firme y melancólica sonrisa.
—Estoy muy contenta de que le hayas dicho acerca de James. Me
alegro de que al menos lo supiera.
Hermione se estiró y tomó la mano de Ginny. Se sentaron en
silencio durante varios minutos, compartiendo el peso de todo
lo que habían perdido.
Hermione se enterraba en el laboratorio cuando no podía con

tanto exceso de tiempo. Si estaba siendo productiva, se sentía
capaz de respirar. Era agradable poder ser creativa sin sentir que
el tiempo que pasaba ahí era una cuenta regresiva para salvar la
vida de alguien más. Había innumerables cosas que podía hacer.
Draco había traído suficientes libros y materiales para
mantenerla ocupada durante años.
Draco, sin embargo, flotaba. Revisaba las barreras
obsesivamente. Leía. Practicaba usando su mano prostética. Le
tomó dos semanas dejar de romper los mecanismo internos,
pero en el proceso descubrió cómo hacer con ella bastante más
cosas de lo que Hermione había esperado. Luego se sentaba en
el laboratorio a ver trabajar a Hermione durante horas y horas.
No se relacionaba con Ginny ni con James a menos que
Hermione lo presionara.
Hermione lo dejó en paz al respecto. Si no quería hacer nada
más por el resto de su vida, tenía todo el derecho de hacerlo. Le
gustaba tenerlo cerca. Si no podía verlo, se le quedaba un nudo
al fondo de la mente, y no se podía concentrar durante mucho
tiempo antes de ir a buscarlo y asegurarse de que estaba bien.

258
Cuando él estaba ahí, podía relajarse y enfocarse. Levantaba la
mirada de una poción o de estar trabajando en su nueva protésis
y lo encontraba simplemente observándola con una
desenmascarada expresión de posesividad que la hacía
estremecerse y sentir fuego en las venas. Se dio cuenta de que él
había suprimido la tendencia en la mansión. Había sido
enterrada debajo de todo lo demás, ahogada por su propia
convicción de que nunca lo perdonaría, de que él moriría.
Pero a medida que las semanas se convertían en meses, la
posesividad de Draco se reafirmaba. Era adictivo, llegar a
saborear algo de lo que nunca había tenido más que pequeños
fragmentos. Dejaba de hacer lo que estaba haciendo y se
ahogaba en él. Besándolo, quitándole la ropa y sosteniéndolo
en sus brazos, sintiéndolo con vida. Ambos estaban vivos.
Habían sobrevivido, y se tenían el uno al otro. Él deslizaba la
mano por su garganta, besándole el esternón y lo escuchaba
susurrar “mía” contra su piel.
—Soy tuya, Draco. Siempre seré tuya —le decía, como siempre se
lo había dicho.
Pero había grietas en los bordes de su conciencia. A veces,
cuando apartaba la mirada de Draco, Hermione descubría la
expresión tensa de Ginny mientras los observaba. Hermione se
rehusaba a notarlo.
La única cosa externa que le interesaba a Draco era estar al tanto
de las noticias sobre Europa. Los elfos traían una torre de
periódicos cada semana: europeos, asiáticos, norte y
sudamericanos, oceánicos. Cualquier periódico del Mundo
Mágico que estuviera traducido al inglés, los elfos tenían las
órdenes de comprarlo y regresar con él. Leídos colectivamente,
era posible obtener un relato vagamente exacto de los eventos
actuales. Hasta ahí llegaban los intereses de Draco.
Hermione ocupaba el centro de su universo y, ahora que estaba
a salvo, su desenfrenada atención no tenía nada más con lo que
obsesionarse. Todo menos Hermione era superfluo. Pensó que
sería una fase. Había pensado que una vez que tuvieran más
tiempo, dejaría que su enfoque se ampliara, pero gradualmente
comenzó a sospechar que probablemente no sería el caso.
259
No tenía ninguna inclinación o intención de tomar interés en
cualquier otra cosa. Ginny, James, la alquimia; todo era sólo
para complacerla. Incluso su bebé, en ciertos aspectos. Se
interesaba por el embarazo porque era de Hermione, porque a
ella le importaba; pero cuando no estaba recordándole que "su
hija" necesitaba que Hermione respirara o que Hermione tenía
que mantenerse a salvo por "su hija", su preocupación se
apagaba. Quizás simplemente palidecía en contraste con la
intensidad abrasadora que Hermione recibía. Se intensificaba
ante la angustia de Draco por su lesión cerebral, a menudo se
despertaba y se encontraba con un diagnóstico colgando sobre
su cabeza, Draco mirándola con expresión tensa. Ella le
apartaba la varita.
—No lo hagas. No hay nada que podamos hacer.
El daño era como fisuras que se arrastraban en su memoria; el
rojo se mezclaba con las luces doradas aún dispersas alrededor
de la mente de Hermione. En el transcurso del primer mes, la
luz dorada empezó a cristalizarse alrededor de las fisuras rojas
de un modo similar a la forma en que la propia magia de
Hermione había enterrado sus recuerdos. Ni Draco ni
Hermione sabían con certeza por qué ocurría o qué significaba.
En septiembre, Hermione descubrió que no podía acceder a los
recuerdos aunque lo intentara. En lugar de ser algo precario a
lo que sentía que no debía acercarse, se encontró
completamente incapaz de acceder a ellos, como si una vez más
le hubieran bloqueado el acceso a los rincones de su propia
mente.
Recordaba que la madre de Draco había sido torturada y que él
se había convertido en Mortífago para protegerla, pero no podía
recordar cómo lo había aprendido. El conocimiento general
estaba tan profundamente integrado en su percepción de Draco
que lo recordaba incluso sin tener los recuerdos. Ni siquiera
estaba segura de ser plenamente consciente de que le faltaban
recuerdos excepto por el hecho de que no podía recordar el
nombre de la madre de Draco. Era desconcertantemente
arbitrario. Sabía lo de su madre, pero siempre se quedaba en

260
blanco sobre cuál había sido su nombre de una forma que la
hacía extrañamente consciente de su pérdida de memoria.
Hermione sabía que lo había sabido. Lo encontraba escrito en
pedazos de pergamino y entre las hojas de los libros que estaba
leyendo y en los cajones de su vestidor. “La madre de Draco se
llamaba Narcissa”, escrito en su propia escritura. Pero en cuanto
dejaba de pensar activamente en ello, el detalle volvía a
desaparecer. Dondequiera que su mente guardara ese
conocimiento, era incapaz de acceder a él. Una conversación
con Ginny o unas horas en su laboratorio y desaparecía hasta
que tropezaba con otro trozo de pergamino que le recordaba
que “la madre de Draco se llamaba Narcissa”.
Durante varias semanas llevó un diario que revisaba y que
llenaba con más información cada hora. Descubrió que una vez
que la información dejaba de estar activamente en el primer
plano de su mente, desaparecía en lugares de su mente a las que
no podía llegar. El resto de sus recuerdos de la guerra volvían
cada vez con más claridad, pero todo lo relacionado con la
madre de Draco seguía siendo vago. Sabía que Draco era
consciente de que ella nunca recordaba el nombre de su madre.
Cuándo le contaba algo sobre su infancia, siempre especificaba
“Mi madre, Narcissa”, de una forma que era obviamente
habitual.
La pérdida de memoria parecía contenida y restringida a la
información de su madre. Todo lo demás estaba precariamente
intacto. Ella y Draco armaron juntos un libro incluyendo los
detalles de todas las cosas que no recordaba para que pudiera
repasarlas. Era casi inútil porque sólo en cuestión de horas
dejaba de recordarlas de nuevo. Podía recordar que iba a olvidar
cosas, pero no sabía cuáles eran. Sin embargo, le tranquilizaba
saber que podría encontrar la información cuando la necesitara.
Trataba de no pensar en ello la mayor parte del tiempo. Habían
bastantes cosas que podía hacer que no requerían recordar esos
detalles en particular.
Tenía a Draco. Él estaba con vida y no lo estaría si ella aún
tuviera todos su recuerdos. Habría renunciado a muchos más

261
que unos pocos recuerdos para comprar su vida. Ese hecho no
consolaba a Draco.
Estaban acostados en la cama, Hermione intentaba encontrar

un lugar donde él pudiera sentir las patadas de la bebé. Presionó
la mano de Draco contra la parte superior de su vientre, y hubo
un ligero movimiento repentino contra sus dedos. Lo miró a los
ojos, con las comisuras de sus parpados arrugadas.
—¿Sentiste eso?
Él asintió, guió la mano de Draco cerca de sus costillas.
—Su cabeza está aquí ahora, y sus pies están por mi pelvis,
pateándome la vejiga toda la noche.
La esquina de la boca de Draco se crispó, pero después su pulgar
le rozó la angosta cicatriz que se extendía entre sus costillas, y su
atención se desvió del bebé. Ella envolvió los dedos alrededor
de su mano.
—Draco… —su voz era nerviosa y su garganta se tensaba mientras
hablaba.
Volteó a verla instantáneamente, sus ojos plateados eran
intensos, llenos de la misma adoración desesperada y posesiva
que había visto en los ojos de Lucius. Ella pasó saliva.
—Draco, tienes que preocuparte por ella.
La miró inexpresivo, sin comprender. El corazón de Hermione
se le encogió en el pecho.
—No-no puedes ser igual que tu padre.
La expresión de Draco se cerró en un instante, y ella le apretó
la mano con más fuerza.
—Tiene que importarte —dijo con fiereza— de la forma en que
eres, tienes que decidir que te importa porque si no lo haces,
no lo harás y ella lo sabrá.
Los ojos de Draco brillaron con algo indescifrable. Se sentó y
siguió mirándolo fijamente a los ojos.
—Tiene que ser alguien que decidas que te importa. Alguien que
te preocupa. Yo no… —se le hizo un nudo en la garganta— No
sé cómo-cómo seré en el futuro. Si algo sale mal… tienes que ser
tú quien la ame por mí… —su voz se quebró ligeramente.

262
—Se la forma en la que yo la hubiera amado. Tiene que ser
importante para ti.
Draco se había puesto pálido, pero asintió lentamente.
—Está bien —respondió.
—Prométemelo.
—Te lo prometo.
Hermione asintió.
—Muy bien.
Después de meses de revoluciones ocurriendo en países

controlados por Mortífagos, la Confederación Internacional
anunció su intención de “intervenir” en la situación europea en
octubre de 2005. La inestabilidad de Europa amenazaba el
Estatuto Internacional del Secreto y ponía en riesgo a la
comunidad mágica mundial.
Voldemort apenas tenía las tropas necesarias para intentar
siquiera una aparente resistencia. El ejército de Mortífagos
siempre había dependido fuertemente del apoyo de los Seres
Oscuros, y con las alianzas de Voldemort hechas trizas, apenas
si tenía un ejército que organizar. Incluso los Mortífagos no
confiaban en su capacidad para ganar otra guerra. El Ministro
Thicknesse ofrecía débiles discursos sobre la soberanía
británica, pero a pesar de la obediente propaganda de “El
Profeta”, el mundo mágico estaba cansado de la guerra y ya no
le tenía miedo a Voldemort. Había demasiado descontento y
muy pocos Mortífagos. Sin Draco como el High Reeve, no había
nadie más que pudiera inspirar el mismo terror.
La Confederación Internacional desembarcó en Dinamarca a
finales de octubre y descendió desde el Norte de Europa en una
curva hacia Gran Bretaña. Ver cómo el Frente de Liberación de
la Confederación Internacional aplastaba eficazmente al
régimen de Voldemort tenía toda la sensación de
reivindicación, pero también había un profundo sentimiento
de traición al ver lo diferentes que podrían haber sido las cosas
si la Confederación Internacional hubiera estado dispuesta a
ayudar a la Resistencia durante la guerra.

263
Una nauseabunda sensación de dolor y rabia brotaba del pecho
de Hermione cada vez que pensaba en ello. No habría existido
la necesidad de un Frente de Liberación si MACUSA y la
Confederación Internacional no hubieran dejado que la
Resistencia fuera aniquilada, encarcelada y violada durante
varios años. Harry y Ron, y todos los demás podrían haber
estado con vida en ese momento. Cada vez que recibían los
periódicos, leerlos era un torrente tanto de alivio como de dolor
venenoso.
Hermione dedicaba la mayor parte de su tiempo a crear una

mejor prótesis para Draco. Era como construir un
rompecabezas, con varios millares de piezas. Tuvo que fabricar
ella misma todos los componentes y encajarlos de manera que
no interfirieran con los demás elementos. La terminó en
noviembre. Draco la estudió mientras ella le quitaba la prótesis
de metal y luego encajaba la nueva prótesis en su lugar. Draco
siseó y después se estremeció cuando todos los nervios se
conectaron al nuevo prostético.
—¿Cómo lo…?
Recorrió con los dedos la placa de porcelana, una sonrisa
jugueteando en su boca:
—¿Entonces puedes sentirlo?
Él asintió, abrió y cerró los dedos. Había un zumbido metálico
casi imperceptible en el interior. Hermione sostuvo la prótesis
entre las manos, pasando los pulgares por la palma y
observando cómo los dedos se crispaban en respuesta.
—¿Ves los remolinos? La porcelana está entrelazada con hilos de
plata. Un aspecto sensorial sobre el revestimiento metálico
habría tenido problemas con la varianza e interferido con los
otros componentes, pero al usar hilos de plata, podía unirlos a
través del revestimiento externo de la mano y el brazo como si
fueran nervios de verdad. Están concentrados en los dedos.
Le acarició los dedos hasta la punta y él los curvó con precisión
para atrapar los suyos.
— Así que deberías ser capaz de sentir la mayoría de las cosas
ahora. Los mecanismos internos de esta son más fuertes que los
264
anteriores. Mi plan es mejorarlos cada semana, más o menos, a
medida que te adaptes.
—Ingenioso. Aunque… —levantó un lápiz y lo giró entre los
dedos antes de rotar la muñeca y observar cómo se movía la
mano— pudiste haberme dado una mano de plata. Habría sido
más rápido.
Hermione le dirigió una mirada incrédula.
—¿De verdad crees que iba a darte una mano que te chupara
lentamente tu fuerza vital? Ya tienes suficiente Magia Oscura
siendo extraída constantemente de tus runas, no necesitas una
mano de plata haciendo lo mismo. Incluso si hubiera sido más
rápido, son increíblemente desconfiables, las he investigado,
hay casos en los que han estrangulado…
Draco soltó una risita en voz baja, y Hermione se detuvo y lo
miró un momento antes de poner los ojos en blanco.
—Tienes un sentido del humor espantoso —golpeó con la varita
la punta de un dedo de porcelana, dándole una pequeña
descarga eléctrica.
Él se quejó con sorpresa y acunó su nueva mano contra el
pecho. Hermione lo miró severamente mientras guardaba varias
herramientas y después sacaba una pluma de ganso.
—Ahora, hay que probarla seriamente, intenta un hechizo.
Draco se estiró por su varita, pero Hermione lo detuvo con una
sonrisa maliciosa.
—No. No con tu varita, sólo así.
Extendió la mano izquierda mostrándole cómo, señalando con
el dedo índice haciendo la mímica del movimiento de
Wingardium Leviosa. Draco la observó sorprendido y bajó la vista
hacia la prótesis.
—Dijiste el mes pasado que no funcionaría.
Le sonrió y se colocó un rizo detrás de la oreja:
—Lo dije. Después lo descifré. Aunque, nunca nadie había
incorporado una varita en una prótesis, así que tendremos que
revisarla con regularidad para asegurarnos de que los
componentes están aislados de manera segura. Inténtalo. No
funcionó muy bien conmigo, pero usé una de tus varitas, así
que era difícil saberlo.
265
Extendió la mano izquierda hacia la mesa.
—Wingardium Leviosa.
La pluma se levantó de la mesa y flotó fácilmente por el aire.
Draco miró hacia la mano nuevamente y después hacia
Hermione, con los ojos brillando.
—Eso es… ¿Cómo lograste que esto funcionara?
A Hermione se le hizo un nudo en la garganta levemente,
levantó la mirada hacia su juego de destornilladores, mientras
los enderezaba.
—Oh… bueno, en realidad usé mi investigación sobre la
deconstruicción de las esposas.
Volteó a ver a Draco y descubrió que se había quedado inmóvil,
como si lo hubieran congelado. Se aclaró la garganta.
—Sussex tenía un montón de investigaciones realmente
excepcionales sobre alquimia y el núcleo de las varitas, ya sabes,
la forma en que despojaban y canalizaban la magia, así que...
Levantó la barbilla y se encontró con sus ojos:
—Tomé los fundamentos de lo que desarrollaron y los utilicé
para hacer algo que no fuera horrible.
Se quedó observándola durante varios segundos y después bajó
la mirada hacia la prótesis. Hermione se miró las muñecas
desnudas.
—Las peores cosas siempre han sido creadas durante las guerras;
es de la misma manera en el mundo Muggle. Nunca hay forma
de volver a meterlas en la caja de Pandora una vez que las
sueltan. En unos años, estoy segura… que todos los gobiernos
Mágicos del mundo utilizarán esposas para suprimir la magia de
los prisioneros. Pensé que debería usarse para crear algo que
también ayude a la gente —le sonrió levemente y tomó su varita.
—Quizás algún día pueda enviar algunos de los diseños a algún
hospital. Asumiendo que no todos los que fueron mutilados
durante la guerra hayan muerto durante el encarcelamiento,
hay mucha gente que se podría beneficiarse de mejores prótesis
mágicas.
Volteó a ver a Draco de nuevo, quien seguía de pie donde se
había congelado.

266
267
Entonces caminó hacia ella y, vacilante, le sostuvo el rostro
entre las manos, levantándolo y acunándolo en sus palmas
cómo solía hacerlo. Le pasó los pulgares ligeramente por el arco
de sus pómulos; uno era más frío al tacto que el otro. Ella tuvo
un escalofrío. Él presionó los labios contra su frente.
—Eres mucho mejor que cualquiera —dijo silenciosamente, las
palabras rozaron contra su piel— este mundo no te merece en
absoluto.
Nevó en Diciembre. Era hermoso. Cubría su mundo de blanco

y Hermione se sentaba junto a Draco escuchando el sonido de
la nieve al caer. Hermione se sentía tan grande como una casa
y los ocho meses de embarazo le daban ganas de hibernar, pero
Draco la sacaba de la cama y la obligaba a salir de todas formas.
—Está frío. Caminar hace que me duelan los pies y la espalda—
dijo quejándose mientras él la envolvía con bufandas.
—Yo te cargaré.
Resopló:
—Claro que no, te romperás la espalda. Peso lo mismo que un
erumpent.
—Reforzaré mi mano para que no se rompa —dijo con una
sonrisa burlona.
Hermione jadeó indignada y sus ojos se abrieron de par en par:
—Eres terrible.
—Me dijiste que te obligará a salir todos los días aunque no
quisieras.
Hermione frunció el ceño y se puso su capa.
—No esperaba que eso significara que interrumpieras mi siesta.
—Traté de esperar, pero era interminable.
Hermione inhaló y lo dejó ponerle y atarle las botas.
Caminaron cuidadosamente por los senderos despejados. El
cielo, los árboles y el piso relucían blancos con la nieve recién
caída.
—Ya casi es Navidad —su aliento se elevó como una nube
mientras hablaba.
Draco asintió.

268
—No sabía que estaría tan cansada de estar embarazada, pero es
difícil imaginar que tendremos un bebé pronto —volteó a ver a
Draco— será diferente una vez que haya tres de nosotros.
Draco volvió a asentir brevemente. Hermione le apretó la
mano.
—Ojalá no herede nuestra terquedad combinada.
Draco resopló.
—Si fuera alguien de apuestas, diría que las probabilidades están
fuertemente en nuestra contra.
Hermione sonrió.
—Probablemente.
La bebé resulto en realidad muy necia. La fecha de parto de
Hermione llegó y pasó sin nada más que una contracción de
Braxton Hicks. Hermione pasó de hibernar a subir
determinadamente todas las escaleras de la casa y escalar los
caminos más empinados de la isla con la esperanza de que así
ocurriera algo. Cualquier cosa. Estaba embarazada de casi
cuarenta y un semanas y estaba segura de que no soportaría estar
embarazada ni un día más cuando finalmente tuvo una
contracción. Después otra. Las contracciones sucedieron a
intervalos irregulares durante dos días, antes de producirse
gradualmente cada ocho o diez minutos y mantenerse así.
Topsy se quedaba con ella, balanceándose con entusiasmo
sobre los dedos de los pies mientras miraba a Hermione con
complicidad. Ginny entregó a James a una elfa doméstica y les
sirvió té a todos. Hermione intentaba leer sin tener esperanzas
de que las contracciones dejaran de pasar cada ocho minutos.
Eran tan intensas que no podía ignorarlas. Draco parecía estar
a punto de morir de estrés crónico. Se tensaba cada vez que
Hermione se movía o inhalaba profundamente cuando una
contracción alcanzaba su punto máximo. No le quitaba los ojos
de encima. Hermione y Ginny realizaban diagnósticos cada
hora para ver si había dilatado por completo, sólo para
descubrir que de alguna manera, aún no lo hacía. Finalmente,
Hermione se puso de pie con un suspiro de desesperación.
Ginny y Draco se levantaron rápidamente.

269
Se pusó la capa y metió los pies en las botas antes de lanzar un
hechizo para atarlas:
—Voy a dar otro paseo. A lo mejor así por fin induzco el parto.
Si eso no funciona…
Volteó a ver a Draco, pero no mencionó las otras opciones que
estaba considerando. Ginny asintió con la boca torcida.
—Iré a ver cómo está James. Puedes enviarme un mensaje
cuando me necesiten de vuelta.
Draco abrió la boca pero después la cerró sin hacer un solo
sonido, le tendio un brazo a Hermione y dejó que lo guiara por
todas las escaleras que ella quisó. Se paró en lo alto de un
puente, agarrándole la mano con fuerza mientras intentaba
reprimir un gemido y respirar entre una contracción.
—Granger… podría ir a buscar una partera.
—Por supuesto que no —Hermione dijo entre dientes mientras
se doblaba a la mitad— Ginny y yo podemos arreglárnoslas. No
quiero que te arriesgues… y no voy a dejar que traigas a nadie
aquí y después lo mates para cubrir tus huellas.
Draco se quedó callado, culpable. Hermine suspiró levemente.
—No haremos eso de nuevo. Estamos a salvo. Estamos aquí. No
te atrevas.
—Odio esto.
—Lo sé.
—Me duele.
—Sí.
—Estoy cansada. He estado pujando durante horas.
—Lo sé.
—Deja de darme la razón.
Draco permaneció callado durante un largo rato después de eso.
Hermione no estaba segura de si le estaba rompiendo la mano
a él o él a ella. Ginny estaba entre las piernas de Hermione a
lado de Topsy.
—Hermione, ¿estás segura de que no quieres un espejo para que
puedas ver?

270
—No quiero —Hermione dijo firmemente mientras recuperaba
el aliento antes de que otra contracción la recorriera. Se curvó
enérgicamente hacia delante con un gemido.
—Buen trabajo. La cabeza salió. Una más para que salgan los
hombros —Ginny volteó a ver a Draco— ¿Quieres atraparla?
Draco se limitó a mirar fijamente a Ginny hasta que ésta volvió
a bajar la vista entre las piernas de Hermione. Hermione apretó
la mandibula y cerró los ojos con fuerza. Volvió a curvarse,
concentrando todo su cuerpo y su mente en sacar al bebé.
—Muy bien. Muy bien. ¡Sí! Los hombros están fuera, sólo respira
ahora. No empujes.
Hubo un gemido maullando y de repente un bulto húmedo y
retorciéndose fue depositado sobre el pecho desnudo de
Hermione. Hermione dio un pequeño grito ahogado mientras
el diminuto rostro arrugado de su hija se acurrucaba contra su
esternón. La cabeza de la bebé estaba cubierta de rizos oscuros
mojados. Su cansanció fue olvidado inmediatamente.
Las manos de Hermione estaban temblando mientras envolvía
los brazos alrededor del cuerpo manchado de vérnix de la bebé
y ponía los dedos sobre su cabeza empapada. La bebé levantó la
vista hacia el rostro de Hermione, su boca se torció mientras un
gemido vibrante emergía con fuerza de su boca. Hermione se
quedó sin palabras. Ginny y Topsy estaban hablando, pero
Hermione no les prestó atención. La bebé frunció sus pequeñas
cejas y abrió los ojos brevemente, eran tan plateados como una
tormenta de rayos, de luz. Hermione soltó un sollozo y la
sostuvo con más fuerza.
—Draco… tiene tus ojos.

271
Epílogo 2
Hermione estaba sentada en la cama, contando los dedos de su
hija, observando las diminutas uñas rosadas y trazando con los
dedos el perfil arrugado. La bebé había sido pesada, examinada
por completo con hechizos diagnósticos y después Topsy la
envolvió hábilmente. El cabello castaño enmarañado estaba
comenzando a secarse y a erizarse en pequeños mechones sobre
su cabeza.
—Creo que va a terminar con mi cabello, pobrecita. Aunque
igual podría volverse platinado a los seis meses —dijo Hermione.
Levantó la mirada, sonriendo, y descubrió que Draco estaba de
pie cerca de la pared, parecía a punto de desaparecer de la
habitación. Hermione se quedó quieta y lo observó confundida.
Había estado a su lado durante el parto hasta que le entregaron
a la bebé. No estaba segura de cuándo se había alejado. Ginny
y Topsy salieron discretamente de la habitación. Hermione
registró vagamente el sonido de la puerta cerrándose mientras
estudiaba a Draco. Se había puesto pálido y su expresión lucía
más devastadora que nada, sus dedos seguían teniendo
espasmos.
—Draco... ven a verla.
Él pasó saliva.
—Granger.
—Es tu hija.
Sus manos tuvieron un espasmo y pudo ver cómo se le tensaba
la mandíbula.
—Lo sé —sus dientes brillaron mientras hablaba entre ellos:
—Recuerdo cómo ocurrió.
272
La sonrisa en el rostro de Hermione se desvaneció y se
sobresaltó, abrazando más a la bebé. Fue como si la abofetearan
o la sumergieran en agua helada. La felicidad se evaporó como
si hubiera sido una ilusión. Un sueño en el que se había
escondido. Pasó saliva y miró hacia la bebé entre sus brazos. El
silencio en la habitación era tan pesado, que se sentía como si
la estuvieran aplastando. Habían ciertas heridas que nunca se
desvanecerían completamente. Que probablemente nunca lo
harían.
—Creo que debería irme —Draco dijo finalmente.
—Ven aquí —dijo con voz firme, volteando a verlo de nuevo.
Se veía desesperado mientras la observaba y estaba tan pálido
que parecía que le hubieran arrancado el corazón y se estuviera
desangrando frente a ella. No hacía ningún movimiento para
acercarse.
—Draco, ven aquí —dijo nuevamente.
Dudó por un momento antes de moverse hacia adelante
lentamente. Hermione liberó el brazo izquierdo y le tomó la
mano, acercándolo hasta que estaba sentado en el borde de la
cama junto a ella. Inhaló profundamente mientras trataba de
decidir qué hacer. Creía que él se había acostumbrado a la idea
del bebé, que habían conseguido reconciliar lo que había
pasado antes de que ella recuperara la memoria. No había
querido violarla. Nunca lo habría hecho si hubiera habido otra
forma de salvarla. Nunca esperó que lo perdonara. Quizás él
aún no lo hacía. Le tomó la mano con más fuerza. No parecía
dispuesto a tener ningún tipo de proximidad física con
Hermione o su hija. La boca de Hermione estaba seca.
—Tú-tú prometiste que te importaría. Si tú… si tú —su
mandíbula comenzó a temblar— Si ibas a marcharte después de
que naciera… debiste habérmelo dicho. Esto era un nuevo
comienzo. Los tres juntos. ¿Recuerdas? Lo dejamos todo atrás...
todo… para que pudiéramos estar juntos. Ni siquiera la has
mirado.
Cambió a la bebé de sitio para mostrarle mejor la cara, pero
Draco se puso rígido y apartó la mirada. Era como si la
atravesaran con una navaja, el rechazo era físicamente doloroso.
273
—Mira —su voz era feroz— Tienes que mirarla.
Draco bajó la mirada de mala gana.
—Sólo es una bebé. No va a lastimarte y tú no la vas a lastimar.
Sólo mírala.
Draco levantó la cabeza bruscamente y soltó una risa corta y
desgarrada mientras intentaba liberar la mano. Hermione se
negó a soltarlo. Su expresión era tensa, como si quisiera estar
en cualquier otra parte, en cualquier otro lugar del mundo
menos donde estaba.
—Granger… —dijo con una voz tan tensa que estaba temblando:
—Lo único que hago es matar cosas.
Hermione lo observó fijamente y después le tomó la mano con
más fuerza.
—No —dijo rotundamente— eso es una mentira. Tú me salvaste.
Salvaste a Ginny y a James. Pudiste haber sido un sanador.
Puedes ser un buen padre, lo sé. Puede-puede que nunca sea
natural para ninguno de los dos, pero ambos daremos lo mejor.
Tú…
—Hermione… —soltó un suspiró agudo como si lo estuvieran
pateando. Su voz era cruda y seguía sin mirarla— Granger…
Trató de soltar su mano nuevamente:
—Granger, yo he-he matado a niños antes. El último… infante
que toqué, le lancé la Maldición Asesina después de haber
ejecutado a su madre.
Hermione se quedó paralizada, observando su rostro. En algún
momento había sabido que era probable que él hubiera matado
niños, pero se había disociado del conocimiento. Lo había
ignorado. Magos y Muggles. Amigos y extraños. Hombres y
mujeres... y niños. Lo sabía todo, pero también lo había
olvidado. Después recordó el tono práctico de Stroud cuando
le había ofrecido a Draco deshacerse de una hija no deseada:
“Las que tengan buen potencial serán criadas para

contribuir en la siguiente fase del programa, y las
demás serán útiles sujetos de laboratorio. Aún se sabe
muy poco acerca de el desarrollo temprano mágico...”

274
Pasó saliva, tratando de encontrar su voz.
—No tenías opción. No la tenías. No tuviste elección —volteó a
ver a su hija— Ahora estamos comenzando de nuevo. Va a crecer
lejos de la guerra, y… nosotros vamos a dejarlo todo atrás.
Vamos a cuidar de ella y mantenerla a salvo. Los dos. Los dos
vamos a cuidar de ella.
Hermione se grió hacia Draco de modo que la bebé estuviera
entre los brazos de ambos. Los ojos plateados de su hija
volteaban a verlos, su cabello se había secado en una aureola de
rizos marrones alrededor de su cabeza. Tenía la cara rosada y
todavía se veía ligeramente aplastada. Sus dos manos se habían
escapado de su envoltura y estaban cerca de su cara. Se estaba
chupando agresivamente los nudillos de su mano derecha. Era
la cosa más encantadora que Hermione jamás había visto.
—Vela, Draco. Es nuestra. Es toda nuestra. No vas a lastimarla.
El se quedó observando a su hija durante varios segundos,
cuando se movió, Hermione se dio cuenta de que había dejado
de respirar, los dedos le temblaron cuando comenzó a extender
la mano, vaciló y luego apenas si rozó la mano de la bebé, como
si esperara que su tacto la envenenara o rompiera. La diminuta
mano se cerró reflexivamente alrededor de su dedo,
agarrándolo con fuerza. Draco se congeló al instante. Hermione
lo observó y reconoció la expresión en sus ojos mientras
observaba a la personita que se aferraba tenazmente a él.
Posesiva y adoradora.
Aurore Rose Malfoy era, de acuerdo a Ginny, la bebé más dócil

que había nacido nunca. En apariencia, era una réplica casi
perfecta de Hermione, excepto por sus asombrosamente
brillantes ojos plateados y la boca de Draco. Dormía de
maravilla y rara vez lloraba. Podía pasar horas acostada en los
brazos de su complaciente padre, descansando sobre su pecho
mientras él observaba a Hermione trabajar en el laboratorio.
Aurore miraba con ojos de lechuza las imágenes de las
enciclopedias de herbología y se sentaba muy seria mientras se
rascaba las encías en los dedos protésicos de su padre. Era una

275
bebé callada y solemne que hacía juego con la seriedad de sus
padres, pero sus ojos tenían fuego.
Hermione solía cargarla en un rebozo, arropada contra su
pecho, donde podía rodear con los brazos el pequeño cuerpo
de Aurore con fuerza y protección cada vez que se sentía
nerviosa porque el bosque estaba demasiado silencioso o el cielo
demasiado amplio. Una vez que Aurore pudo sentarse con
seguridad, pasaba la mitad del día sentada en los hombros de
Draco, cabalgando mientras él revisaba las barreras cercanas a
la casa.
Draco y Aurore.
Draco hablaba con Aurore más que con nadie, ni siquiera con
Hermione. Le hacía monólogos sobre cualquier cosa, sobre los
árboles, y los muebles, sobre todas las tiendas en donde había
comprado libros para Hermione, sobre cómo sería el clima, y
sobre el significado de todos los colores y matices de los
hechizos analíticos. Aurore lo escuchaba atentamente y se
inquietaba cuando él se distraía o se quedaba callado durante
mucho tiempo. A pesar de la oposición filosófica de Hermione
al colecho, Aurore dormía en medio de la cama entre Draco y
Hermione. No era porque Aurore necesitara a sus padres para
poder dormir, sino porque ellos la necesitaban a ella. Hermione
se quedaba dormida regularmente en el suelo, junto a la cuna
de Aurore, sosteniéndole la mano. Draco se levantaba varias
docenas de veces por la noche para asegurarse de que Aurore
seguía respirando.
Aurore apenas tocó el suelo durante su primer año de vida.
Cuando Hermione o Draco la dejaban en el piso, Topsy aparecía
instantáneamente y se la llevaba corriendo, o Ginny se la llevaba
para que jugara con James. Aurore se sentaba con Hermione,
metiendo plumas para escribir en su boca y descubriendo qué
tipo de sonidos podía hacer si golpeaba la colección de calderos
de Hermione con varillas de madera.

276
277
Cuando aprendió a caminar, seguía a las personas como una
pequeña sombra, observando a Ginny en la cocina y en los
jardines, a Hermione en su laboratorio, y a Draco en su ruta
diaria revisando las barreras. Sólo necesitaba que le dijeran las
reglas una vez y después las seguía a la perfección.
Hubiera sido casi angelical, de no ser por la influencia de James
Potter. De James, Aurore aprendió a montar, alrededor de la
casa, en una escoba de juguete a una velocidad tan vertiginosa
que Draco se ponía blanco; a trepar por las colinas y los árboles,
a rasparse las rodillas y rasgarse la ropa, y a hacer sopas y pasteles
de lodo en el arroyo. También aprendió a luchar, para el eterno
disgusto de Draco.
Hermione se despertaba a menudo a mitad de la noche para
encontrar un rostro diminuto y serio, observándola
intensamente, tan cerca que sus narices casi se tocaban. Hubiera
sido casi aterrador si no hubiera sido una ocurrencia regular
desde que Aurore había sido trasladada a su propia cama.
—Mami, ¿puedo abrazarte?
Aurore siempre le preguntaba a Hermione porque la única regla
que Draco había logrado hacer cumplir era que Aurore ya no
podía dormir con ellos.
—No despiertes a tu padre —susurraba Hermione, recostándose
contra el pecho de Draco para hacer más espacio.
Aurore se trepaba a la cama, acurrucándose firmemente en los
brazos de Hermione, con las manos apoyadas en su cuello.
Volvía a dormirse en segundos. Hermione rozaba sus narices y
cerraba los ojos.
—Hay reglas, Granger —Draco murmuró entre su cabello.
Hermione agachó la cabeza hacia adelante.
—Pensé que esa era mi línea. Además, no quería despertarte.
—Me desperté en cuanto se abrió la puerta —el tono de Draco
estaba descontento— mientras sepa que vas a decir que sí, va a
seguir viniendo todas las noches.
Hermione abrazó a Aurore con más fuerza.
—No va a querer abrazarme por siempre.

278
Draco se movió y deslizó una mano alrededor de la cadera de
Hermione.
—Llevas diciendo eso más de un año.
Hermione hundió la nariz en el cabello de Aurore. Olía a
musgo y corteza de árbol.
—Bueno, ha sido verdad todo el tiempo. Crecerá algún día.
Nunca sabré cuándo será la última vez que pregunte.
Draco suspiró, su mano se deslizó posesivamente alrededor de
la cintura de Hermione, sosteniéndola con tanta firmeza como
ella sostenía a Aurore.
La vida en la isla era idílica, como sacada de un cuento de hadas.

Gradualmente, duró lo suficiente como para que Hermione
comenzara a confiar tímidamente en ella. La única alteración
en su mundo oculto era la llegada regular de las noticias, que
Draco, Hermione y Ginny leían por la noche, cuando James y
Aurore estaban en la cama. Los ataques de pánico de Hermione
comenzaron a convertirse en cosa del pasado lentamente.
Cuando Aurore dejó la leche materna, Draco y Hermione
glamourizaron* sus apariencias y, con mucha precaución,
salieron de la isla para poder llevar a Hermione con un sanador
mental y descubrir qué le había sucedido a su cerebro. De
acuerdo con el sanador mental, había tanta actividad mágica
anómala en la mente de Hermione que era difícil determinar
todo lo que había ocurrido. La estructura de la memoria se
mantenía tan precariamente que había poco que hacer al
respecto. El sanador recomendó encarecidamente que viviera
en un ambiente poco estresante y con la menor interferencia
mágica en su cerebro como fuera posible por el resto de su vida.
Había algunas pociones ligeras que podía tomar para la
ansiedad, pero había demasiadas fuentes conflictivas de Magia
presentes permanentemente como para que hubiera soluciones
fáciles. El daño había sido exacerbado por su constante uso de
Magia Oscura antes de su lesión. Draco permaneció en silencio
bastante tiempo durante su viaje de regreso.
*Nota al pie: referente a los hechizos de glamour para cambiar la apariencia física del
mago o bruja.
279
—El Corazón de Isis generalmente funciona por proximidad,
¿no es así? —le preguntó finalmente.
Hermione estaba observando a través de la ventana del tren, y
cerró los ojos, encogiéndose. Esta era una conversación que
había esperado nunca tener con él, con la esperanza de que
fuera un detalle que pasara por alto.
Después de un minuto, asintió lentamente.
—Sí. Para cantidades mínimas de Magia Oscura, la proximidad
temporal es suficiente.
—¿Y para cantidades más grandes? Digamos… lanzar hechizos
repetidamente para analizar y deconstruir Magia Oscura e
incluso realizar las maldiciones uno mismo para determinar un
método de reversión, ¿cuánta Magia Oscura sería suficiente, en
tu experta opinión? —su voz era engañosamente casual.
Hermione se inclinó hacia un lado, tratando de alejarse,
cruzando los pies mientras seguía mirando por la ventana.
—Dependería.
Hubo una pesada pausa, y Hermione miró hacia abajo,
ajustándose el dobladillo de la blusa para que se quedara recta.
Podía sentir la mirada de Draco clavada en ella. Se aclaró la
garganta.
—Podría acumularse rápidamente si un individuo estuviera
requerido a hacerlo frecuentemente porque habían demasiadas
maldiciones nuevas que requerían análisis y no tenían el tiempo
ni los recursos para realizar rituales de purificación con
regularidad.
Podía ver a Draco asentir desde su visión periférica.
—¿Dónde guardabas el Corazón de Isis antes de que lo usaras en
mí?
La garganta de Hermione se tensó.
—A veces debajo de mi cama, pero… normalmente lo llevaba en
una cadena alrededor del cuello. Estaba… —pasó saliva— estaba
escondido dentro de un amuleto protector que solía usar.
—¿Qué le pasó al amuleto?

280
281
—Bueno —sacudió el hombro, con voz despectiva— tuve que
romperlo, para poder acceder al corazón. Así que después,
deseché los pedazos.
Draco se quedó callado durante varios minutos.
—Desearía que me hubieras dicho —dijo finalmente, con la voz
apagada.
Hermione esbozó una sonrisa meláncolica.
—A ninguno de los dos se nos daba bien pedir ayuda. No creo
que ninguno de los dos tomaramos muchas decisiones con la
expectativa de que sobreviviríamos a la guerra lo suficiente para
lamentarlas.
Hermione se volteó para verlo, tenía la mirada perdida en el
compartimento del tren. Era la expresión que ponía cuando
estaba repitiendo el pasado, tratando de averiguar que podría
haber hecho diferente. Se estiró y lo tomó de la mano,
entrelazando sus dedos.
—Si pudiera cambiar el pasado, te salvaría siempre.
La expresión de Draco no se iluminó o cambió. Ella se apoyó
en su hombro y cerró los ojos.
—Hay que amarnos para siempre, Draco.
Sintió que le daba un beso en la cabeza.
—De acuerdo.
Hermione rompió una jarrón de poción cuando un grito

desgarrador atravesó la casa, seguido de otro. Toda la guerra se
abalanzó sobre ella como un torrente al escuchar aquel
espeluznante sonido. Cogió su varita y un cuchillo cercano y
corrió por la casa, casi chocando contra Draco y Ginny cuando
todos irrumpieron en la habitación, con las varitas
desenfundadas, y encontraron a Aurore con James
inmovilizado debajo de ella mientras lo golpeaba en la cabeza
con un libro de tapa dura mientras gritaba con rabia
incandescente.
A Hermione casi se le doblaron las rodillas del susto y el alivio
mientras bajaba el cuchillo, poniéndolo en un estante y cruzaba
la habitación tambaleándose. Su pecho se estemecía mientras

282
luchaba por respirar. Aurore golpeó a James en la cabeza una
última vez mientras Hermione la arrastraba lejos y la ponía en
una esquina mientras Ginny levantaba a un lloroso James y lo
abrazaba.
—¿Qué. Pasó? —la voz de Draco era mortal.
—¡Lo rompió! —Aurore estaba gritando, con el rostro pálido de
rabia— ¡rompió mi libro nuevo!
Hermione y Draco se congelaron y se miraron fijamente el uno
al otro, con los ojos muy abiertos llenos de incredulidad. Draco
estaba tan pálido como Aurore, y los dedos le daban espasmos
alrededor de la varita.
—¡Sólo estaba tratando de ver! ¡Aurore no me quería dejar ver!
James gritó al otro lado de la habitación entre lágrimas,
mientras Ginny intentaba comprobar si tenía moretones.
—¡Le dije que compartiera y no me hizo caso!
Aurore volvió a gritar con furia.
—¡Era mío! —se dio la vuelta y se resguardó en los brazos de
Hermione— Maaamaaaaá, rompió mi libro. ¡Mi libro nuevo!
¡Rompió la página con los ca-ca-caballos!
Hermione la abrazó y se obligó a dejar de temblar de terror.
Abrazó a Aurore con más fuerza, hundiendo el rostro entre los
rizos enmarañados, mientras seguía luchando por respirar con
calma.
—Lo sé. Lo sé —acarició la cabeza de Aurore a través de su espeso
y rizado cabello— pero no le pegamos a las personas, ni con
nuestras manos ni con un libro.
—¡Él rompió mi libro! —la rabia de Aurore se había
transformado en desesperación, e irrumpió en llanto.
—¡SÓLO QUERÍA VERLO! —James gritó a través de la
habitación.
—¡Era mío!
—¡Aurore! —dijo Hermione, afilando la voz a medida que se le
pasaba el susto— ¡No pegamos! No tienes permitido golpear;
conoces esa regla. ¿Qué es más importante, la gente o las cosas?
Los ojos grises de Aurore se abrieron de par en par, bajó la
cabeza y estudió sus pies.
—Las personas —dijo con voz renuente.
283
—Sí. Las personas —Hermione se obligó a respirar
profundamente— Las personas siempre son más importantes.
Un libro se puede arreglar o remplazar, pero las personas no
son reemplazables. No las podemos recuperar una vez que las
perdemos. Nunca las lastimamos. Si algo nos molesta, usamos
nuestras palabras, no nuestros cuerpos. Estoy… muy, muy
decepcionada en este momento.
La cara de Aurore se arrugó, echó la cabeza hacia atrás y gritó.
Hermione levantó a Aurore y la abrazó mientras cruzaba la
habitación para ver cómo estaba James. El rostro de James
estaba enterrado en el hombro de Ginny.
—¿Está bien?
Ginny asintió.
—Ni siquiera un moretón. Creo que está en shock más que nada
porque fue Aurore quien perdió el control.
Hermione suspiró aliviada.
—Yo estoy en shock.
Ginny rió nerviosamente, pero sus ojos se veían tan tensos
como Hermione aún se sentía.
—Bueno, me alegra saber que no soy la única con un hijo
travieso. Estaba comenzando a preocuparme de que fuera mi
crianza.
Hermione soltó una rígida y aliviada risa, sacudiéndo la cabeza.
—Creo que es tiempo de una siesta y después una seria
conversación. Aurore, ¿quieres pedirle perdón a James por
haberlo golpeado?
Aurore miró a través de su pelo enmarañado.
—Era mi libro —dijo con voz temblorosa.
Hermione se encogió de hombros, haciendo una mueca de
disgusto.
—Bueno. Tendremos que disculparnos un poco más tarde. Lo
siento mucho, James.
El rostro de James seguía hundido en el hombro de Ginny, y no
respondió. Cuando Aurore estaba durmiendo en su habitación,
Hermione se volteó y colapsó en los brazos de Draco.
—Pensé que alguien nos había encontrado —dijo, con la voz
temblorosa— Cuando la escuché gritar, pensé… pensé qué había
284
sido maldecida. Pensé que en el momento en el que cruzara esa
puerta la iba a encontrar muriendo.
Draco la sostuvo firmemente, sus manos seguían teniendo
espasmos. Lo sintió asentir, apoyando su cabeza contra la suya.
Hermione soltó un sollozo y trató de serenarse. Podía oír los
latidos de su corazón, que se aceleraban al mismo ritmo que los
suyos.
—No me había dado cuenta de que seguía esperando —dijo
después de que permanecieran en silencio durante varios
minutos— Todo sigue ahí. Tomé un cuchillo. No me detuve a
pensar, sólo tomé un cuchillo y corrí.
El Frente de Liberación había llegado a Gran Bretaña unos días

antes del tercer cumpleaños de James, pero pasó casi un año
antes de que la última fortaleza de Voldemort fuera derribada.
Thicknesse y la mayoría de los funcionarios del Ministerio
fueron arrestados, junto con todos los Mortífagos marcados. A
cambio de una sentencia más indulgente, varios Mortífagos
cooperaron al remover las esposas de los prisioneros liberados
en Hogwarts y todas las subrogadas en el Programa de
Repoblación.
Voldemort en ningún momento apareció. Se escondió en su
castillo, y tras docenas de intentos fallidos de atacarlo, el Frente
de Liberación lo dejó ahí. Estaba bajo fuerte vigilancia y se
expresó la esperanza de que simplemente muriera; su fortaleza
eventualmente se convertiría en su sarcófago. Como
Grindelwald, los periódicos dijeron repetidamente, como si con
ello se pusiera fin al tema. Algunos juicios y condenas
ocurrieron rápidamente. El régimen de Mortífagos tenía
registros detallados que documentaban sus atrocidades. De
acuerdo a “El Fantasma de Nueva York”:
“después de la muerte de Antonin Dolohov en la

Explosión del Laboratorio de Sussex, el Mortífago
Severus Snape tuvo una gran influencia en los registros
y estructura del régimen de los Mortífagos. La causa de
la explosión nunca fue confirmada oficialmente, y la

285
mayoría de los registros del laboratorio fueron
destruidos. Según Snape, el accidente, que asesinó a
cientos de las mentes más preciadas de Europa, podría
haberse prevenido con una supervisión más
cohesionada. A partir de entonces, a las prisiones y
laboratorios se les exigió mantener registros detallados
en una ubicación externa, con meticulosos detalles y las
firmas de cualquier implicado, creando un rastro de
papel cristalino que enumeraba a todos los involucrados
y hacía innegable quién era el responsable en cada rama.
Snape fue asesinado en un golpe de estado en Rumania
en el verano de 2005 y nunca se dió cuenta de que sus
exigentes requerimientos de posguerra construyeron
casos legales contra cientos de sus colegas y compañeros
Mortífagos. ”
Otros aspectos del régimen eran más desordenados y

horripilantes y, a medida que surgían, comenzó el cambio
político. La Confederación Internacional no podía negar su
conocimiento del Programa de Repoblación, pero afirmaba
desconocer por completo las circunstancias. El Jefe Supremo
dio un discurso insistiendo que la Confederación Internacional
había sido informada que la participación como subrogada era
voluntaria, y que si hubieran sabido que las prisioneras estaban
siendo usadas como ratas de laboratorio, violadas y
embarazadas a la fuerza, hubieran intervenido años antes.
La Sanadora Stroud había huído de Europa y desaparecido
mucho antes de que los juicios del Programa de Repoblación
comenzaran. Hermione tenía que tomar pociones ansiolíticas
para poder leer acerca de todo sin hiperventilar. Sabía que había
sido horrible, pero leer los testimonios en los juicios que
empezaron, era tan devastador que sentía que podría romperse
bajo la culpa. Todas las subrogadas sobrevivientes fueron
llevadas a testificar.
Hannah Abbott era una sombra, encogiéndose de miedo en el
banquillo de los testigos y ocultando el lado izquierdo de la cara
cuando le hacían preguntas sobre las compulsiones y lo que le
habían hecho. Debido a la escasa virilidad de la mayoría de los

286
Mortífagos, muchas subrogadas habían sido fuertemente
dosificadas con pociones de fertilidad, dando lugar a partos
múltiples. Parvati Patil fue llevada a la corte, evidentemente
embarazada y con dos hijos, que apenas caminaban, aferrados a
su túnica.
Cuando las subrogadas concebían fetos que mostraban poco
potencial mágico, se abortaban los embarazos y después se
reanudaban los intentos inmediatamente con pociones de
fertilidad más nocivas, con el fin de “controlar” los resultados.
Muchas de las subrogadas habían quedado infértiles con graves
daños internos. Aquellas que se mantenían fértiles, se les daba
seis semanas para recuperarse tras el parto antes de volver al
programa para tener otro bebé. Angelina Johnson tenía una
andrajosa manta vacía que sostenía en sus brazos y se rehusaba
a soltar.
Para la indignación de Hermione, la Confederación
Internacional se veía conflictuada ante la situación, sin saber
que hacer. Se estaban realizando esfuerzos para reestructurar el
Ministerio de Magia en algo más democrático, lo que dejaría
menos espacio para que alguien como Voldemort se deslizara
entre bastidores y comenzara a controlarlo, pero a pesar de su
horror acerca de los testimonios de los juicios, la sociedad
Mágica Inglesa estaba demasiado apegada a su “aristocracia” de
sangre pura. Voldemort ni siquiera había sido un sangre pura,
decía una editorial. Sería una monstruosidad que las antiguas
familias británicas pagaran el precio. Lo importante era resolver
las cosas en los tribunales, hacer las reparaciones necesarias y
seguir adelante. Hermione encontró que su boca se curvaba en
un gruñido, y dejó el periódico para forzarse conscientemente a
respirar.
Todos los niños y embarazos del programa de repoblación,
estaban emparentados con algunas de las familias mágicas más
antiguas de Inglaterra, la mayoría de los cuales ahora tenían
padres cumpliendo múltiples condenas a cadenas perpetuas.
¿Quién debería criar a los niños? ¿Qué debería hacerse con las
subrogadas? Los editoriales opinaban al respecto sin cesar.
Algunas de las mujeres no querían saber nada de los niños que
287
se habían visto obligadas a procrear, unas querían abortar,
mientras otras eran ferozmente protectoras acerca de sus
embarazos y se rehusaban a dejar que sus hijos fueran separados
de sus brazos. Después de casi tres años de vivir con
compulsiones, muchas de las subrogadas las habían
internalizado tan profundamente que fluctuaban entre la
sumisión compulsiva y la rebeldía viciosa.
Los tribunales empezaron a inclinarse en favor de las familias
Mágicas, quienes parecían muy interesados en mantener su
linaje y que sus herederos crecieran adecuadamente. Sus
abogados argumentaban que las subrogadas eran demasiado
inestables; lo mejor para todos sería retirar a los niños, ofrecer
una compensación económica a los vientres de alquiler y dejar
que todo el mundo "siguiera adelante".
—Voy a regresar —Ginny dijo abruptamente después de leer el
periódico más reciente sobre los juicios del Programa de
Repoblación— He pensando en ello durante varios meses ya, y
creo que debo hacerlo.
Hermione y Draco se quedaron callados. Ginny bajo la mirada
hacia el periódico entre sus manos, con los nudillos blancos.
—Están tratando de borrarlo todo. Con juicios y dinero, y
llevándose a los niños, entregándolos a las familias antiguas con
exactamente la misma ideología que empezó la guerra. Actúan
como si una vez que todo haya sido dictaminado, todo será
mejor. Arrasarán y enterrarán todo y se pintarán a sí mismos
como los salvadores de Inglaterra, y dejarán que todo lo que
pasó y todos los que murieron simplemente desaparezcan. No
les importan los sobrevivientes. Ni siquiera están hablando
sobre las personas que murieron. Es como si estuvieran
intentando arreglarlo todo lo más rápido posible para poder
fingir que nunca ocurrió y que no son colaboradores.
Ginny suspiró enojada y volteó a ver a Hermione.
—Voy a matarlo. Voy a matar a Voldemort. No merece morir
por su cuenta en algún castillo. Después de que ese bastardo
esté muerto, voy a asegurarme de que nadie nunca olvide a las
personas que murieron luchando.

288
Pasó saliva, su rostro estaba gris:
—Así que necesito que cuiden de James para que pueda volver.
Hermione sintió cómo se helaba.
—Y… —Ginny dudó e inhaló inestablemente— necesito que
ambos me ayuden a prepararme. Esa bomba que hiciste para
Hogwarts, necesito saber cómo hacerla. Necesito practicar
combate. Han pasado años desde que me batí en duelo. Voy…
voy a tratar de irme después del quinto cumpleaños de James.
Los ojos de Ginny estaban comenzando a llenarse de lágrimas:
—De esa manera tendré algo de tiempo para despedirme, en
caso… en caso de que no vuelva.
—Ginny...
—Tengo que hacerlo —Ginny dijo firmemente— Siempre le
cuento a James sobre cómo su papá y toda su familia fueron
héroes que siempre lucharon para proteger a la gente. No puedo
seguir mirando a unos ojos como los de Harry, diciendo eso, y
no hacer otra cosa más que vivir en esta isla el resto de mi vida.
James no puede vivir en esta isla por el resto de su vida. Tiene
que ir al colegio en Hogwarts y ver el mundo que su padre
murió para proteger…
La voz de Ginny se detuvo y se limpió las lágrimas.
—Aún no he hecho mi parte. Esta es mi parte. Llevo pensando
en ello desde que el Frente de Liberación llegó a Inglaterra, pero
me repetía a mí misma que dejaría que la Confederación
Internacional se encargara. Pero lo están haciendo todo mal. Ya
no puedo sentarme a leer sobre ello.
Hermione se estiro a través de la mesa, tratando de agarrarle la
mano.
—Ginny. Ginny, si haces esto, podrías morir. No-no dejes
huérfano a James.
Ginny miró fijamente a Hermione a través de la mesa.
—No creo que pueda seguir viviendo conmigo misma si no lo
hago —dijo con voz firme. Su rostro se torció— Tú te sientes
culpable por estar aquí, y te vendiste para intentar ganar la
guerra. Estuviste encarcelada en un agujero en algún lugar de
Hogwarts mientras yo estaba aquí jugando al jardín; fuiste
violada y estuviste a punto de morir más veces de las que
289
probablemente sepa mientras yo estaba enseñándome a hacer
pasteles de carne; y te sientes culpable por estár aquí, a pesar de
que un sanador mental dijo que volver probablemente te
mataría —Ginny miró hacia abajo y pasó saliva— Quedarme por
James es sólo una excusa para mí, sé que estará a salvo contigo.
Hermione asintió.
Hermione recopiló a regañadientes toda su investigación sobre

la fabricación de bombas. Había tenido tiempo para
perfeccionarlo. Había refinado el análisis y la técnica como un
rompecabezas mental. No había planeado compartirlo ni volver
a usarlo de nuevo. Draco le enseñó a Ginny a batirse en duelo.
Era más inclemente entrenándola a ella de lo que había sido
entrenando a Hermione, y era mucho más exigente. Hermione
no se había dado cuenta de cuánto tiempo y consideración
Draco había invertido en trazar estrategias y determinando la
mejor forma de matar a Voldemort. Hermione los observó
entrenar y se dio cuenta con horror de que si sus temblores
psicosomáticos no siguieran manifestándose gravemente bajo
severo estrés, probablemente habría regresado para intentar
matar a Voldemort después de que Hermione creara su segunda
prótesis. Hermione le enseñó a Ginny todas las técnicas básicas
que se involucraban al diseñar una bomba. Draco le
proporcionó a Hermione toda la información que logró
recordar sobre el funcionamiento de los encantamientos del
castillo. Ginny echó un vistazo a toda la investigación y después
a Hermione.
—Deberías poner tu nombre en esto. Va a ser obvio que no se
me ha ocurrido a mí. Incluso si quieres que la gente piense que
estás muerta, deberías llevarte el crédito por haberlo inventado.
Hermione esbozó una tensa sonrisa y miró hacia abajo.
—No quiero hacerlo, Ginny. No quiero que nadie comience a
investigarme. Si preguntan, diles que era información de La
Orden que tomaste cuando escapaste y no sabes quién la
desarrolló.

290
Para el cumpleaños de James, Ginny se fue de viaje al interior
del continente con Draco y James. Volvieron con un cachorro
de patas largas llamado Canuto.
—Tengo que irme de viaje, pero tú tienes que quedarte aquí y
ayudar al tío Draco a mantener la isla a salvo —Ginny le dijo a
James— Canuto te ayudará a ser valiente como un Gryffindor,
¿no es así?
James asintió seriamente. A Ginny le brillaban los ojos llenos
de lágrimas.
—Voy a escribirte…. todos los días. Los elfos traerán grandes
bultos de cartas mías, y la Tía Hermione te las leerá todas, y
quizás te ayude a escribirme algunas. Tendrás que obedecer a la
Tía Hermione y al Tío Draco, ¿está bien? Y cuida mucho de
Aurore… es tu mejor amiga. Tienen que mantenerse unidos.
¿De acuerdo? Eso es lo que hacen los mejores amigos.
Ginny partió en noviembre de 2008, dejando a Hermione y a

Draco con dos niños que educar. La ausencia de Ginny tuvo un
efecto profundamente aleccionador en James. A pesar de los
esfuerzos por ocultar la sombra de la guerra de James y Aurore,
los niños tenían una innegable conciencia sobre el precario y
anómalo mundo en el que vivían.
Después de que Ginny se fue, James se volvió más serio. Seguía
a Draco alrededor de toda la casa cuando revisaba las barreras.
Aurore se convirtió en la traviesa. Draco agregó una habitación
adicional a su ala de la casa para que James no estuviera solo en
la otra parte de la casa. Hermione arropó a James la primera
noche tras la partida de Ginny, con Canuto en la cama a su
lado.
—Draco y yo estamos al final del pasillo.
James estaba sentado en la cama, con los brazos fuertemente
envueltos alrededor de Canuto.
—Soy un Gryffindor como Mamá y Papá, así que soy valiente—
dijo James con voz temblorosa.

291
Hermione sintió un dolor lacerante en el corazón. Envolvió los
brazos alrededor de James, besándole la parte superior de la
cabeza a través de su alborotado pelo rojo.
—Yo también era una Gryffindor, ¿sabes? —dijo con voz ronca:
—Nosotros los Gryffindor necesitamos muchos abrazos para ser
muy valientes, así que nos tendremos que dar todos los abrazos
de Gryffindor hasta que llegue tu mamá. Si necesitas alguno
extra, estoy al final del pasillo.
Hermione se despertó a mitad de la noche cuando Aurore no
apareció, pidiendo acurrucarse. Draco se incorporó cuando
Hermione lo hizo. Buscaron en la habitación de Aurore y la
encontraron vacía. Deslizaron la puerta de la habitación de
James rápidamente y encontraron a ambos niños acurrucados
con Canuto entre ellos. Draco observó con los ojos
entrecerrados durante unos instantes antes de acercarse y
llevarse a Aurore de vuelta a su habitación.
A la mañana siguiente, Aurore dormía de nuevo en la
habitación de James.
Lord Voldemort murió en enero de 2009, una semana después

del tercer cumpleaños de Aurore. De acuerdo a los periódicos,
su castillo había sido invadido por un equipo élite de aurores
de la MACUSA acompañados de Ginny Weasley, la última
sobreviviente de La Orden del Fénix. Usaron un nuevo tipo de
magia avanzada para romper las barreras. El castillo fue
entonces minuciosamente deconstruido para desenterrar a
Voldemort de su escondite y sacar su cuerpo putrefacto a la luz
del día.
La mayoría de los aurores fueron asesinados en el proceso, y
Ginny estuvo a punto de morir. El auror que dirigía el ataque
ordenó que todos retrocedieran, pero Ginny se rehusó. Entró y
lanzó su primera y última Maldición Asesina. En los periódicos
alrededor del mundo aparecía una fotografía de Ginevra
Weasley emergiendo de los escombros del castillo, con el rostro
sucio y manchado de sangre. La brutal cicatriz de su rostro era
lo primero que se distinguía claramente en la foto.

292
293
Movía la cabeza hacia atrás, con una expresión que tenía una
mezcla de cansancio y frío triunfo mientras aparecía a la vista,
arrastrando tras de sí el cadáver de Voldemort.
No se podía negar el heroísmo de Ginny, a pesar de las
preguntas sobre dónde se había escondido durante los últimos
años. Ginny era bastante hermética; había estado recluida por
una enfermedad y una familia de magos la había escondido.
Había regresado cuando se dio cuenta de que el Frente de
Liberación no tenía la intención de asesinar a Voldemort. No
quería ser tratada como una heroína; sólo quería que
recordaran a su familia y a sus amigos. Los esfuerzos de
reconstrucción lentamente pasaron de las firmes líneas sobre
"seguir adelante" a la conmemoración de los caídos: la
Resistencia, los miembros de La Orden, las subrogadas.
Ginny Weasley permaneció inquebrantable ante su solidaridad
con las subrogadas. No le importaba lo antiguas que fueran las
familias mágicas ni cuáles eran sus tradiciones. Los ideales
“sangre pura” de las antiguas familias mágicas que no se
molestaban en denunciar las atrocidades que se cometían frente
a ellos habían permitido la guerra. No merecían criar a otra
generación con la misma ideología que había dado lugar a la
Guerra Mágica.
Los tribunales decidieron provisionalmente conceder la
custodia a las madres que lo desearan. Los títulos y propiedades
de las familias fueron arrebatados de los padres, y se concendió
a las subrogadas el control de las fincas hasta que sus hijos
fueran mayores de edad. A las subrogadas que no querían la
custodia de los niños, se les entregaba una “compensación” y
los niños se asignaban a casas de adopción u orfanatos, creados
específicamente para criarlos y a fin de que eventualmente
tomaran el título de su familia.
Se había hablado de demoler Hogwarts y construir una nueva
escuela de magia, pero Ginny se negó a escuchar al respecto.
Había sido el primer hogar de Harry Potter y el lugar de
nacimiento del Ejército de Dumbledore. Hogwarts sería
reconstruido; tendría clases en las que se enseñaría lo que había
sucedido para que las atrocidades de la Guerra Mágica nunca
294
pasarán de nuevo y nunca se olvidaran. Cuando hubo rumores
sobre la maldición que existía sobre la posición del maestro de
Defensa Contra las Artes Oscuras de Hogwarts, Ginny anunció su
intención de convertirse en la profesora.
En la isla, la vida se adaptó a la ausencia de Ginny. James y

Aurore se volvieron intensamente unidos hasta el punto en el
que Draco y Hermione solían lanzarse miradas de preocupación
cuando los observaban.
—No va soportarlo.
Hermione dijo mientras observaba a Aurore y a James
caminando por la playa. Canuto corría por toda la costa,
ladrando locamente a las gaviotas.
—Es demasiado posesiva. No sé si sea mejor o peor prepararla
para ello.
Draco asintió lentamente, su mano estaba agarrando la de
Hermione, pero sus ojos estaban observando intensamente a
Aurore mientras corría por la arena persiguiendo a James,
arrastrando un largo trozo de alga tras de sí.
Ginny regresó antes del sexto cumpleaños de James. El
reencuentro fue alegre. Había traído viejas fotos que habían
sido recuperadas, fotos de Harry, Ron y Hermione en el colegio.
James se alegró muchísimo de ver a su madre, pero Ginny no
estaba ahí para quedarse. Iba a llevarse a James de vuelta a Gran
Bretaña. Iban a vivir en la villa reconstruida de Hogsmeade y
ayudar en la reconstrucción antes de que se reabriera el colegio
Hogwarts el año entrante.
—Regresa conmigo, Hermione —dijo Ginny mientras Draco
estaba revisando las barreras— Deberías regresar. Todo lo que
estoy diciendo y haciendo son ideas tuyas, todas. Sólo las estoy
repitiendo. Serías mejor que yo en esto. Todas las formas en las
que solías querer cambiar el mundo mágico… podrías hacer la
mayoría de ellas si regresaras. La gente debería saber que tú eres
la razón por la fue posible matar a Voldemort.
El pecho de Hermione se apretó, pero se obligó a reír
levemente.

295
—Creo que tú y Draco tuvieron algo que ver también. ¿Cómo
exactamente funcionaría eso? ¿Me llevaría a Aurore conmigo y
la dejaría ahí mientras trato de limpiar el nombre de Draco, o
simplemente los dejaría a los dos atrás?
La expresión de Ginny se volvió rígida y apartó la mirada.
—No puedes limpiar su nombre. Sé que piensas que es un héroe
trágico, pero no es así cómo todos los demás lo verán, incluso
si explicas por qué hizo lo que hizo. He trabajado con aurores y
abogados. He visto los registros. Hermione, ¿sabes a cuánta
gente ha matado? Las listas son tan largas…
—Lo sé —Hermione la interrumpió.
Ginny cruzó los brazos con fuerza.
—Él es como Voldemort cuando éramos niños. La gente susurra
cuando dice High Reeve. Nadie ni siquiera dice Malfoy si
pueden evitarlo. Su firma está en todos los registros de los
juicios. No es como si Voldemort hubiera firmado algo. Por la
manera en la que aparecen los registros del régimen, uno
pensaría que él era quien estaba realmente en el poder después
de la guerra. De todo lo que pasó, al menos estaba informado.
El estómago de Hermione se retorció, pero su mandíbula se
puso tensa.
—Es difícil desestabilizar un régimen sin estar informado —dijo
con voz seca.
Ginny suspiró de manera resignada y volvió a apartar la mirada.
Hermione la miró por el rabillo del ojo.
—No voy a dejarlo, Ginny. No hay ninguna versión de mí
sobreviviendo a la guerra sin Draco. Creer en la otra persona es
la única razón por la que ambos sobrevivimos. Estoy demasiado
cansada para intentar reconstruir el mundo mágico basándome
en una mentira sobre cómo logré sobrevivir.
Ginny observó detenidamente a Hermione, y sus labios se
movieron ligeramente como si estuviera debatiendo algo.
—Hermione… —inhaló profundamente y se puso derecha.
—Hermione, sé que dije que no diría nada más, pero tengo que
decir todo esto por lo menos una vez antes de que me vaya y te
deje aquí.

296
Pasó saliva con fuerza. Su cicatriz se había enrojecido y resaltaba
con toda su crudeza, como lo hacía siempre que estaba
enfadada:
—Tú eres toda la familia que me queda aparte de James. Eres
más importante para mí que casi cualquier otra persona en el
mundo. Te debo mi vida y te amo, y Harry y Ron te amaban;
así que tengo que decir esto una vez. Sé que amas a Draco. Es
sólo que… no creo que te des cuenta de que tan
inhumanamente frío es con cualquiera que no seas tú y Aurore.
El resto del mundo podría arder, y a él apenas si le importaría.
No es como si hubiera sido un hechizo simple para asesinar a
todas esas personas. Tienes que intencionar la Maldición
Asesina…
—Sé cómo es, Ginny —Hermione la interrumpió— Es la razón
por la que tú y yo estamos vivas.
La frustración apareció en el rostro de Ginny y empezó a abrir
la boca de nuevo. Hermione la miró fijamente.
—¿En qué pensabas… cuándo usaste la Maldición Asesina
contra Voldemort? —Hermione preguntó.
La boca de Ginny se cerró de golpe y se pusó rígida mientras
observaba a Hermione, con los ojos muy abiertos. Luego apretó
los labios con fuerza hasta que su expresión se torció y se llenó
de angustia.
—Oh Dios. Fue Harry —dijo finalmente, con la voz desgarrada
por el dolor, y los nudillos blancos mientras apretaba las manos
en puños temblorosos.
—Estaba pensando en todo lo que le hizo a Harry.
Hermione asintió, sin sorprenderse. Miró hacia el anillo de
ónix que llevaba en la mano durante varios segundos antes de
hablar.
—El amor no siempre es tan puro o hermoso como a la gente le
gusta creer. A veces hay oscuridad en él. Draco y yo vamos de la
mano. Yo lo convertí en lo que es. Sabía lo que significaban sus
runas cuando lo salvé. Si él es un monstruo, entonces yo soy su
creadora. ¿Cuál creías que era la fuente de toda su ira?

297
Cuando Aurore se dio cuenta de que Ginny iba a llevarse a
James, inicialmente no comprendía y luego, cuando se
preparaban para irse, estaba histérica.
—¡Es mío! ¡Es mío! ¡Es mi mejor amigo! ¡No te lo puedes llevar!
No quería que Draco ni Hermione la consolaran. Se aferró a
James y se negó a soltarlo. James estaba en un doloroso conflicto
por marcharse, aunque no soltaba la mano de Ginny ni por un
momento.
—Puede venir con nosotros, yo cuidaré de ella.
—No. No. Aurore tiene que quedarse aquí conmigo y su padre
hasta que sea mayor —dijo Hermione mientras trataba que
Aurore soltara a James.
—¡Yo también quiero ir! —Aurore dijo mientras Hermione
despegaba sus dedos de la túnica de James— Yo también quiero
vivir en Inglaterra ¿por qué no podemos ir nosotros también?
—Lo siento, Aurore, no podemos.
—¿Por qué?
Aurore colapsó en el suelo y trató de gatear hacia James antes
de que Hermione pudiera levantarla. Hermione la levantó del
suelo y la sostuvo con fuerza.
—No es seguro para nosotros ir allí. Por eso vivimos en esta isla
en vez de en la ciudad con tiendas, ¿recuerdas? Mamá tendría
dolores de cabeza allá, y los sanadores le dijeron a Mamá que
no fuera a lugares que le dieran dolores de cabeza.
—Pero James es mi mejor amigo. Nos quedamos juntos. Se
supone que eso hacen los mejores amigos —Aurore sollozó en el
hombro de Hermione.
Draco se quedó observando, mirándose completamente
perdido; sus dedos tenían espasmos. James soltó la mano de
Ginny y se acercó a Aurore.
—Rory, tienes que quedarte con tu mamá y papá. No es seguro
en Inglaterra
—Yo puedo ir. También soy una Gryffindor —Aurore dijo con
la voz quebrada.
Draco hizo un gesto de disgusto.
—Sí —dijo James lentamente y su expresión se llenó de dolor.

298
—Pero no puedes venir porque tienes que cuidar a Canuto. No
es seguro allá para un cachorro. No viene cuando se lo
ordenamos y ladra demasiado.
Aurore levantó la cabeza del hombro de Hermione.
—¿De verdad? —dijo con voz temblorosa.
—Sí —James asintió con seriedad— No es seguro para un
cachorro. Tienes que cuidar de él. Al tío Draco no le agrada y
la tía Miney no sale mucho. Necesita que lo paseen todos los
días, así que tú tienes que hacerlo.
James estaba agarrando la correa de Canuto con fuerza.
—Aunque sigue siendo mi perro.
Aurore asintió lentamente y James le dió la correa de Canuto.
Después de que Ginny y James usaran el traslador, Aurore se
sentó en la veranda, abrazando a Canuto y llorando.
Cuatro años después.
Aurore entró corriendo al laboratorio y se subió al regazo de

Hermione, con un pedazo de papel agarrado entre los dedos.
—Mami. Mami mira. Papá me llevó al mercado, y ahí había una
señora… tenía estos en listones y me regaló una.
Aurore desplegó los dedos y en la palma de la mano tenía una
pequeña y arrugada grulla de origami. Hermione jadeó
levemente y su corazón se contrajo mientras la observaba.
—Oh, Aurore, es encantadora.
—Dijo que si hago mil, tendría un deseo.
Aurore observó la grulla con sus ojos plateados encendidos,
luego la luz se desvaneció mientras se desanimaba.
—Pero… los deseos son sólo imaginarios.
—¿Qué desearías?
Hermione preguntó, aunque estaba segura de que ya sabía la
respuesta. Aurore miró a Hermione vacilante.
—Desearía que pudiéramos ir a Inglaterra.
Hermione presionó los labios en una sonrisa tensa.
—Eso sería divertido, ¿no es así?

299
Aurore asintió y miró con nostalgia a la grulla que estaba
sosteniendo. Había perdido casi toda su alegría después de que
James se fue. Draco y Hermione habían intentado devolverle la
chispa. Draco la llevaba al interior del continente a visitar
parques infantiles y mercados, Hermione incluso iba con ellos
en algunas ocasiones. Aurore no quería ser amiga de otros
niños. Habían demasiados obstáculos.
En el mundo Muggle, le habían advertido que no hiciera
ninguna referencia a la magia. En el mundo mágico, Draco y
Hermione le habían advertido muy cuidadosamente que no
podía decirle a nadie los nombres de sus padres, dónde vivían,
ni mencionar cómo Draco y Hermione habían alterado sus
apariencias. Las reglas estresaban a Aurore. Como resultado, no
jugaba. Permanecía en silencio a cierta distancia, observando a
los otros niños jugar con una expresión de anhelo, pero
declinando todas las invitaciones a participar, incluso cuando
Draco y Hermione le rogaban que lo hiciera. Después de cuatro
años, James seguía siendo el único amigo del que hablaba.
—Mamá... ¿cuando crezca puedo ir a Hogwarts?
El estómago de Hermione se retorció, y parpadeó a través del
dolor de cabeza que ya había estado tratando de ignorar.
—¿Pensé que ibas a ir a la escuela en Nueva Zelanda? Para que
tu padre y yo podamos visitarte y puedas regresar a casa en las
vacaciones.
—¿No pueden visitarme en Hogwarts?
La mandíbula de Hermione se tensó mientras pensaba en la
Torre de Astronomía con los cuerpos de los Weasley colgando
bajo el cadáver de Harry; en el sinuoso pasillo por el que la
habían arrastrado antes de encerrarla; en sentarse en el Gran
Comedor mientras la entrenaban para ser una subrogada.
—Tendría… probablemente tendría dolores de cabeza si te
visitara en Hogwarts. Unas… cosas demasiado tristes me
pasaron ahí, y pensaría en todas ellas si estuviera allá.
Aurore se quedó callada.
—Supongo que Nueva Zelanda tiene un buen colegio —dijo
después de un minuto, levantando la grulla y alisando
gentilmente algunas arrugas.
300
301
Hermione podía escuchar el deseo en su voz. Extendió la mano,
enderezó las alas y acomodó al pájaro de origami para que se
mantuviera de pie.
—¿Sabías que? Una vez hice mil grullas.
Aurore volteó a verla por encima del hombro.
—¿Obtuviste tu deseo?
Hermione asintió y sonrió levemente.
—Creo que sí.
—¿Qué deseaste?
—Bueno… —a Hermione se le hizo un nudo en la garganta,
levantó la mano para acomodar los rizos de Aurore.
—No recuerdo exactamente cómo era mi deseo, pero creo que
te pedí a ti. Creo… que deseaba estar en un lugar con la gente
que amo; donde ya no me sintiera sola. Hubo un tiempo en el
que estuve demasiado sola. Y ahora siempre te tengo a ti y a tu
padre. Así que se cumplió mi deseo.
Los ojos de Aurore se iluminaron.
—¿Me puedes enseñar como hacer una grulla?
Hermione se quedó quieta por un momento, con el corazón
latiéndole dolorosamente.
—No. Lo siento, ya no puedo recordar cómo hacerlas. Traté de
recordar de nuevo, pero siempre se me olvida.
—¿Por qué?
Hermione presionó los labios y pasó saliva.
—Bueno cuando estaba embarazada de ti, me lastimé la cabeza.
Me lastimé por dentro. Podría haber sido una lesión muy, muy
mala. Lo suficientemente mala como que no pudiera ser capaz
de recordar muchas cosas. Por mucho tiempo, pensamos que
eventualmente comenzaría a olvidar más y más cosas. Pero…
Una sonrisa apareció en los labios de Hermione.
—Aunque aún no habías nacido, usaste tu magia y la envolviste
alrededor de las partes de mi cerebro que estaban lastimadas
para que no olvidara más cosas. Pero las partes de mi mente que
están envueltas en tu magia; ahora ya no puedo alcanzarlas.
Están encerradas fuertemente para que no puedan romperse.
Eso significa que si me dices ciertas cosas o trato de aprenderlas,
las olvido de nuevo.
302
—¿Mi magia te curó?
Los ojos de Aurore estaban abiertos de par en par. Hermione
asintió.
—Sí. Se llama magi-microquimerismo fetomaternal. Así es como
lo llaman los sanadores. Es muy, muy raro. Mientras tenga
mucho cuidado y no haga cosas que me hagan respirar rápido
o me den dolores de cabeza, los sanadores creen que seguiré
recordando la mayoría de las cosas hasta que crezcas y tengas tus
propios hijos.
—Quizás puedas tener otro bebé para arreglarte el cerebro si
empiezas a olvidar.
Hermione le dedicó una sonrisa tensa.
—Los sanadores dijeron que no más bebés para mí. Sólo tú.
Draco apareció en el umbral de la puerta con su cabello aún
castaño y las fracciones suavizadas por los hechizos. Hermione
se puso rígida al verlo.
—Mamá me estaba diciendo cómo mi magia arregló su cerebro—
dijo Aurore.
Los ojos plateados de Draco parpadearon y asintió brevemente.
Hermione besó la frente de Aurore.
—Cariño, ¿puedes ir a preguntarle a Topsy qué hay para cenar?
Tu padre y yo necesitamos hablar.
Aurore levantó su grulla y se escabulló. Mientras los pasos se
desvanecían en la distancia, la sonrisa en el rostro de Hermione
desapareció. Draco la observó cuidadosamente y levantó una
ceja.
—¿Qué pasa?
Hermione tragó saliva y sintió como si tuviera una piedra en la
garganta. Metió la mano bajo un montón de papeles y sacó un
periódico mágico.
CRIMINAL DE GUERRA ENCONTRADA

AHOGADA
Los ojos de Draco brillaron por una fracción de segundo

mientras lo leía.

303
—Encontraron a Stroud ahogada en las costas de Brasil —dijo
Hermione en voz baja. Sus dedos tuvieron un espasmo contra
el periódico— Fue encontrada en una morgue Muggle. La causa
oficial de la muerte es un ataque al corazón mientras nadaba.
Hubo un breve silencio.
—Lástima que alguien no la mató —Draco dijo fríamente
mientras agitaba su mano prostética y murmuraba “finite” para
poder quitar los hechizos de glamour de su pelo y rostro.
—Alguien lo hizo —dijo Hermione con una voz que era casi un
siseo.
Draco sólo observó a Hermione sin expresión alguna.
—No lo hagas. No te atrevas a mentirme —el corazón estaba
comenzando a latirle dolorosamente en el pecho.
Draco bajó la mirada y suspiró bajo su aliento. En una fracción
de segundo, la aspereza de él resurgió como una cuchilla afilada.
La versión de sí mismo que lucía tan perfectamente en la isla
siempre que Aurore podía verlo, la suavidad, las pequeñas
sonrisas torcidas y los monólogos tranquilos. Todo se
desvaneció como si fuera un disfraz que usaba. La personalidad
perfecta e infalibe del padre que quería ser. Ahora era real de
nuevo. Tan frío, brillante y filoso como una navaja de acero.
Hermione lo miró fijamente, sintiendo como si hubiera un
abismo en su interior.
—Dijimos que habíamos terminado.
—No —dijo cruzando los brazos y arqueando una ceja— Tú dijiste
que habíamos terminado, y yo no discutí contigo.
A Hermione le tembló la mandíbula y bajó la mirada.
—Pudieron haberte atrapado. Si te hubieran atrapado, te
habrían asesinado.
La cabeza le palpitaba y el esternón le dolía como si la hubiera
partido por la mitad.
—Soy bastante difícil de matar. Considerablemente más difícil
de matar que una sanadora de mediana edad —sus ojos eran
hielo.
—¿Qué hiciste? —lo miró a los ojos— ¿Cruciatus hasta que se
ahogó?

304
La comisura de su boca tuvo un espasmo mientras apartaba la
mirada:
—Astuta como siempre.
Hermione no dijo nada más. Seguía mirándolo fijamente,
esperando que volteara a verla.
—Merecía morir —finalmente dijo, mirando fijamente hacia la
ventana—Tenías que haber sabido que iba a matarla en cuanto
se supo que había huido. Sabías que la encontraría.
Hermione trató de pasar saliva. Le temblaban los hombros
mientras se esforzaba por mantenerse rígida.
—Me mentiste. Me mentiste. Ocultaste lo que estabas haciendo.
Dijiste que tenías que ir a Canadá para lidiar con una
transferencia financiera. Ahora... cada vez que te vayas, me
preguntaré qué es lo que estás haciendo en realidad, y me
preocuparé de que nunca vuelvas —se le quebró la voz.
La expresión de Draco se agitó y extendió la mano hacia ella.
Hermione se levantó bruscamente para evitar su contacto,
apretándose la mano contra el esternón.
—¿Esto no es suficiente para ti? ¿Tener una vida es tan
insatisfactorio que la venganza vale todo ese riesgo? —sus ojos
estaban ardiendo— dentro de unos años, tendremos que
decírselo a Aurore. Va a ir al colegio y va a aprender sobre la
guerra en sus clases, incapaz de decir nada. Van a hablar sobre
ti. Le van a contar todas las cosas que hiciste.
Draco apretó la mandíbula. Hermione inhaló de manera
entrecortada.
—Va a destrozar su mundo entero… incluso si lo escucha
primero de ti. No podemos tener todas las cosas que queremos
en esta vida, Draco. Tú fuiste quien me lo dijo. Dijiste, “hubo
un momento en que tuve que darme cuenta de que no iba a
conseguir todo lo que quería, y que tenía que elegir algo y dejar
que fuera suficiente”. Yo te elegí a ti. Siempre. Siempre te elegiré
a ti.
Sus pulmones comenzaron a tener espasmos tan violentos que
causó un leve gemido en su garganta, se tapó la boca con las
manos. Draco se estremeció visiblemente y trató de volver a
acercarse. Hermione lo fulminó con la mirada.
305
—Si esto ya no es lo que quieres elegir, me lo debes a mí, al
menos dímelo primero.
—Granger, no fue así —dijo, con voz tensa mientras se acercaba
a ella lentamente.
Dió un paso atrás:
—¿De verdad? ¿Te la encontraste por casualidad mientras estabas
a un continente de donde dijiste que estarías? La has estado
buscando todo este tiempo, ¿verdad?
Él asintió a regañadientes, pero sus ojos seguían sin disculparse.
—Ella merecía morir después de lo que te hizo. No podía dejarla
una vez que supe dónde se estaba escondiendo.
Hermione torció la boca y apartó la mirada.
—Entonces no debiste haber buscado. Debiste haberla dejado
en paz —sollozó en silencio— La peor parte es… estoy tan
contenta de que esté muerta. Me alegró de que sufriera. Sólo
no quería que fueras tú… ¿por qué siempre eres tú?
Draco dió dos pasos rápidos y la tomó del brazo antes de que
pudiera retroceder. Hermione dudó por un momento antes de
hundirse entre sus brazos.
—La odiaba. La odiaba demasiado. La odiaba.
—Lo sé —dijo, acunándole el rostro entre las manos y
presionando sus frentes mientras ella trataba de respirar— Lo sé.
Hermione sollozó levemente.
—Lo juro, he terminado. Por favor respira —la sostuvo
firmemente entre sus brazos— No habrá nadie más.
Diez años después.
Hermione estaba de pie en la Estación Central de Wellington

mirando cómo se apagaban las llamas verdes de una gran
chimenea.
—Ahora sólo somos nosotros dos —dijo con una voz
melancólica.
Draco permaneció en silencio a su lado. Su mano se deslizó
alrededor de su cintura, cálida y posesiva. Ella apoyó la cabeza
contra su hombro.

306
—Te das cuenta de por qué se va, ¿no es así?
Hubo una pausa antes de que Draco suspirara con dolor.
—Sí…
Una sonrisa jugueteó en la comisura de los labios de Hermione.
—Supongo que era casi inevitable.
Volteó a ver a Draco, quien seguía observando fijamente a la
chimenea; en su rostro se dibujaba una expresión de amargura
y resignación a la vez, bajó la vista y se encontró con su mirada.
Sus rasgos estaban ocultos tras hechizos de glamour, pero sus
ojos siempre eran los mismos. No importaba cuánto tiempo los
estudiara, siempre parecía haber matices en la forma en que
cambiaban el color que aún no había descubierto. Sentía las
cosas con tanta intensidad, pero en privado. Eran parecidos en
ese aspecto. Mientras volteaba a verla, sus ojos eran de plata
fundida.
El mundo a su alrededor se desvaneció. Los latidos de su
corazón se aceleraron.
—¿Qué hacemos ahora?
La comisura de los labios de Draco se curvaron en una sonrisa
que siempre había sido sólo para ella.
—Lo que tú quieras, durante todo el tiempo que quieras.

307
Epílogo 3
Agosto 2024
Una chimenea de la Red Flu internacional del Ministerio de

Magia Británico se incendió, cobrando vida de repente, y una
joven apareció en su interior, con una pequeña maleta en la
mano. Sus grandes ojos plateados se abrieron de par en par
mientras las llamas verdes se desvanecían, y salió de la
chimenea, contemplando el alto techo abovedado del Atrio del
Ministerio antes de mirar a la multitud de magos y brujas
moviéndose en multitud.
—¡Aurore! —gritó una voz.
Varias personas se voltearon para ver a Ginny Weasley cruzando
a toda prisa la sala junto a su hijo, James Potter, unos cuantos
pasos detrás de ella. Ginny aplastó a la joven con un abrazo que
duró varios minutos antes de dar un paso hacia atrás y estudiar
a Aurore.
—Mírate. ¡Mírate! Han pasado tantos años. Temía no poder
reconocerte, pero te pareces demasiado a tu madre —dijo
Ginny, parecía estar al borde de las lágrimas.
Aurore sonrió.
—Sí —dijo con una voz que insinuaba un ligero acento
neozelandés— Padre siempre dice eso.
Ginny sacudió la cabeza con incredulidad.
—Sigo sin creer que por fin te hayan dejado venir. Estaba segura
de que te quedarías en Nueva Zelanda o quizás acabarías en
Australia. Tu mamá escribió que te llovían las ofertas por todos
lados después de que aprobaras todos los exámenes…

308
Las mejillas de Aurore se enrojecieron y miró incómodamente
hacia sus zapatos. Ginny se rió.
—No te sonrojes. Todos sabíamos que eras brillante. Pero aquí
estás, en Inglaterra, después de todos estos años.
Aurore esbozó una sonrisa que no recordaba en nada a su
madre.
—Bueno, sabían que siempre había querido visitarlos, pero
descubrir que había aplicado y obtenido una oferta de
Gringotts fue una sorpresa para ellos.
Ginny se echó hacia atrás y agarró a James, acercándolo a la
conversación. Aurore y James se miraron a los ojos por un
momento antes de apartar la mirada.
—Aún así me gustaría que hubieras ido a Hogwarts, como James.
Intenté convencer a tu madre de que te dejara, pero Nueva
Zelanda era lo más lejos que tus padres consideraron dejarte ir
cuando tenías once años. Sé que los dos se escriben
constantemente, pero tus cualidades para los estudiosos no se
contagiaron intercontinentalmente. Seguro que te acuerdas de
cómo James apenas si logró pasar los TIMOs que necesitaba
para convertirse en auror. Casi me muero de vergüenza.
Profesora de DCAO, y mi propio hijo apenas obtuvo un A*.
James se puso completamente rojo y se pasó una mano
incómodamente por su cabello salvajemente alborotado.
—¡Mamá! Me tomé en serio mis calificaciones en los ÉXTASIS.
No puedes seguir mencionando algo de hace cuatro años.
Ginny resopló de manera indignada.
—Lo mencionaré tanto como quiera. No podía ver a nadie a los
ojos en la sala de profesores durante el primer mes de tu sexto
año.
James parecía querer que la tierra se lo tragara. Ginny rió,
aparentemente ajena a los magos y brujas que escuchaban a
hurtadillas a su alrededor en el Atrio.
—Bueno, quizá puedas hacerle entrar en razón ahora que estás
en Inglaterra. Es igual que como Harry solía ser… siempre tiene
que ser el héroe, incluso en los simulacros de entrenamiento.
*Nota al pie: en países de habla inglesa el sistema de calificaciones se da por medio de
letras, A siendo el equivalente numérico de un 10 o 100.

309
Los ojos de Ginny se empañaron brevemente antes de
parpadear y soltar otra carcajada:
—Le vendría bien un amigo sensato y pragmático en lugar de
otro Gryffindor como yo. Siempre me debato entre el orgullo y
una Carta Vociferadora.
Los pómulos de las mejillas de James se tiñeron de escarlata.
Aurore sonrió torpe y tensamente, al asintir con la cabeza. Una
bruja mayor que estaba cerca, se aclaró la garganta. Ginny
volteó.
—Ginny, no te he visto desde el memorial del mes pasado.
¿Cómo estás, querida?
Ginny esbozó una finjida sonrisa tensa.
—Señora Tutley, estoy bien… disfrutando del verano antes de
que comiencen las clases. Estamos esperando un primer año
más numeroso este septiembre, y James está terminando su
segundo año de entrenamiento para convertirse en auror.
La señora Tutley asintió, pareciendo totalmente desinteresada
por la respuesta de Ginny mientras estudiaba a Aurore a través
de las gafas.
—Qué encantadora. ¿Quién es tu nueva amiga?
Ginny volteó a ver.
—Oh... Ella es Aurore Black. James y yo conocimos a su familia
cuando estuvimos en el extranjero. Acaba de obtener un
empleo en Gringotts, así que estará quedándose con nosotros
hasta que se acomode.
—¿Aurore Black? —los ojos de la Señora Tutley se abrieron de
par en par y observó con más cuidado a Aurore— ¿Relacionada
con la Ancestral Casa de los Black?
—Emigraron durante la Primera Guerra —dijo Ginny levemente.
Los ojos de la señora Tutley se hicieron más redondos, y dijo en
un susurro dramático:
—¿Regulus?
Ginny frunció una ceja y esbozó una sonrisa sin compromiso.
—Me gustaría poder hablar, pero de verdad tenemos que irnos.
Aurore sólo tiene unos días antes de su primer día de trabajo, y
le prometí que le daría un recorrido por el Callejón Diagon en
cuanto llegara. James, sé un caballero y toma la bolsa de Aurore.
310
Habían demasiadas miradas curiosas que seguieron al grupo
hasta los elevadores. Mientras las puertas se cerraban, los
murmullos comenzaron. Ginny Weasley siempre había sido
intensamente reservada en las entrevistas sobre quién la había
escondido, y protegido a James después de la muerte de Harry
Potter. La llegada de una amiga de la familia procedente de
Oceanía provocaría un revuelo en los periódicos.
Una Black. Por supuesto. Harry Potter había sido el ahijado de
un Black. En retrospectiva, era obvio que una rama de la
antigua y solitaria familia habría estado dispuesta a extender la
protección al hijo de Harry Potter, incluso si se hubieran
mostrado reacios a unirse a la guerra en sí. Ahora que la
agitación de la reconstrucción estaba llegando a su fin, no era
de extrañar que apareciera un heredero para reclamar el antiguo
sillón familiar.
Hubo varias lechuzas enviadas a la escuela de brujería y
hechicería de Nueva Zelanda, haciendo preguntas casuales
sobre una recién graduada. Aurore lucía aparentemente ajena a
la atención mientras caminaba por el Callejón Diagon. Ginny
Weasley estaba actuando como una alegre guía turística
mientras James iba en la retaguardia, alternando entre mirar a
su amiga de la infancia y lanzar sonrisas descaradas a cualquiera
que sorprendiera mirando abiertamente. Ginny estaba
señalando un nuevo restaurante cuando una mujer de mediana
edad chocó contra Aurore y se quedó paralizada, estirándose y
agarrando con fuerza el brazo de Aurore.
—¡Herm…!
Aurore se volteó para mirar a la extraña. La mujer se
interrumpió, alejando la mano y presionándola contra su pecho
por un momento. Tenía varios dedos prostéticos de porcelana.
—No. No, por supuesto que no. Lo siento. No lo eres. Por un
momento me recordaste a alguien que conocía.
Ginny volteó y un destello de algo se mostró en sus ojos.
—Angelina —dijo con voz suave tras un momento de vacilación
—Ella es Aurore Black, viví con su familia después de la muerte
de Harry, cuando estaba embarazada de James.

311
Angelina observó a Aurore por un momento más antes de mirar
a Ginny, con los hombros caídos. Miró a Aurore nuevamente.
—Oh. Encantada de conocerte —su voz era melancólica— Espero
no haberte espantado al agarrarte así. Sólo estaba sorprendida.
Se parece un poco a Hermione, ¿no lo crees?
La expresión de Aurore estaba inexpresiva; volteó a ver a Ginny.
Ginny observó a Aurore como si estuviera tratando de ver a qué
se refería Angelina.
—Oh, sí. Creo que es su boca, ¿quizás? —Ginny miró a Angelina
y luego de nuevo hacia Aurore con expresión seria— Hermione
Granger. Era una amiga nuestra del colegio. Murió en 2005,
durante el encarcelamiento de posguerra, antes de la
Liberación.
—Oh —Aurore dijo antes de ver a Angelina— Siento su pérdida.
Angelina observó a Aurore por un momento más antes de
asentir y alejarse. Ginny los guió hasta Flourish y Blotts.
—Esta —dijo en voz baja— era la tienda favorita de tu mamá.
—Por supuesto —dijo Aurore, con los ojos brillando.
La librería estaba tranquila. El ajetreo del regreso a clases aún
no estaba en su máximo esplendor, y los compradores estaban
serenos y hojeaban tranquilamente en silencio. Había una gran
exhibición de grandes libros gruesos justo en la entrada.
“La Historia Completa de la Segunda Guerra Mágica” por Orpheus
Bagshot.
Aurore se detuvo por un momento observando los libros antes
de estirarse y tomar un ejemplar.
—Acaba de salir a la venta esta semana —dijo un servicial
trabajador que estaba cerca, mirando el libro que tenía en las
manos.
—No reconocí el título, pensé que debía serlo.
Aurore abrió el libro para hojear el índice de capítulos.
—Oh. No eres de por aquí, ¿verdad? Ni sudáfricana o
australiana. ¿Eres de Nueva Zelanda? —dijo el empleado,
observando a Aurore con gran interés.
—Fui a la escuela allá —Aurore dijo con un tono vago mientras
pasaba los dedos por los títulos de los capítulos. Su dedo índice
pausó brevemente en el camino.
312
—Bueno, si quieres una historia sobre la guerra, este es…
definitivamente, la mejor que hay. Lo leí en una sentada, sin
dormir. Era un auténtico zombi en el trabajo al día siguiente,
pero valió la pena. Orpheus es brillante con las palabras… está
relacionado con Bathilda Bagshot quien escribió Historia de la
Magia e Historia de Hogwarts.
Aurore arqueó una ceja y asintió. El empleado pareció tomarlo
como una señal de aliento y se acercó.
—Dedicó más de diez años trabajando en él. Obtuvo un permiso
especial por parte del Ministerio para tener acceso a todos los
registros de la guerra, incluso a las transcripciones de los juicios
de guerra que aún no eran públicos. Es un material
espeluznante. No recomendaría leer algunas secciones si no
tienes estómago fuerte. Pero… si quieres saber lo que pasó. Este
es el libro que te lo dirá. Todo está ahí. Todo lo que la gente
debería saber.
—¿Lo sabes? —Aurore preguntó.
El empleado parecía inseguro.
—¿Sabes todo lo que la gente debería saber sobre la guerra?—
Aurore dijo clarificando.
El trabajador lucía incómodo.
—Bueno… para mí es difícil no hacerlo. Nací en 2005, uno de…
esa generación. Los juicios duraron años mientras trataban de
descifrar qué hacer con todos nosotros.
—Lo siento.
El joven se aclaró la garganta.
—En fin. Leer eso… ayuda a ponerlo todo en perspectiva.
Aurore miró hacia el libro que tenía entre las manos.
—Lo revisaré. Crecí fuera de Europa, pero escuchamos historias.
Es imposible no oírlas.
El trabajador asintió. Aurore guardó el libro bajo el brazo y se
adentró en la librería.
Una vez que encontró un pasillo vacío, abrió el libro
rápidamente en el índice y lo recorrío con el dedo hasta que
encontró el título del capítulo que buscaba. Página 186. Pasó
las páginas:

313
Draco Malfoy, conocido por el mundo como el High
Reeve, es el más infame asesino en masa de toda la
historia Mágica. La persona más joven en unirse a
las filas de Lord Valdemort, sólo tenía dieciséis años
cuando asesinó al celebré Brujo Albus Dumbledore.
Malfoy dedicó su vida a ascender de rango dentro
del ejército de Mortífagos. No sólo fue el Mortífago
más joven en iniciarse, sino también el más joven en
alcanzar el rango de General durante la guerra.
Poseía lo que era ampliamente considerado un
dominio innatural de las Artes Oscuras. Existe un
cierto debate entre los investigadores sobre los
medios que pudo haber usado para obtenerla.
En adición al asesinato de Albus Dumbledore,
algunas de sus acciones más notables fueron la
Masacre de Surrey, que provocó la muerte de
Kingsley Shacklebolt, el líder de La Orden del Fénix
en ese tiempo, y la captura coordinada de todas las
casas de hospicio de La Orden durante la Batalla de
Hogwarts.
Mientras muchos Mortífagos se retiraron después de
la guerra, el ascenso de Malfoy apenas estaba
comenzando. Se implicó fuertemente en la captura e
interrogatorio de todos los miembros restantes de la
Resistencia, utilizando lo que se convirtió en su
maldición distintiva para matarlos en lugar de
permitir su encarcelamiento. Su uso agresivo de la
Maldición Asesina fue clave para lograr su estatus
como el High Reeve y su eventual reconocimiento
como el sucesor de Lord Voldemort.
Muchos creen que si Draco Malfoy no hubiera sido
asesinado en el incendio de la Mansión Malfoy, el
régimen de Mortífagos podría haber durado varías
décadas más. La salud de Lord Voldemort era tan
precaria en aquel tiempo que muchos pensaban que
le entregaría el control a Malfoy antes del fin de año.

314
315
El erudito en Artes Oscuras Eustace Sederis escribió
en su libro Malfoy: Una Biografía del High Reeve de
Europa: “Draco Malfoy era un monstruo en la piel de
un hombre. Puede no haberse parecido a Lord
Voldemort en apariencia, pero su legado habría sido
idéntico. Para realizar tantas Maldiciones Asesinas
consecutivas, una persona debe carecer por
completo de empatía y prácticamente de alma.
Sus primeros años.
Draco Malfoy fue el hijo único de...
Se esuchó un sonido detrás de Aurore e inmediatamente cerró

el libro y se volteó. James estaba de pie al principio del pasillo,
con una leve sonrisa pícara en el rostro. Lo estudió por un
momento antes de sonreír. James Potter nunca había sido tan
esquelético como su padre, y dos años de entrenamiento como
auror lo habían convertido en un hombre de hombros anchos.
Tenía el comienzo de una barba rojiza oscura a lo largo de la
mandíbula y el pelo erizado, lo bastante largo como para
colgarle sobre los ojos.
—Hey —dijo, seguía cargando su maleta.
A Aurore se le dibujó una sonrisa en la comisura de los labios,
enarcó una ceja aristocrática, sus ojos grises lo miraron con
frialdad.
—Hey, tú.
Apoyó la mano en un estante sobre la cabeza de Aurore, de
modo que se cernía ligeramente sobre ella. Los ojos de Aurore
brillaron. Él la miró fijamente.
—¿Ya te estás escondiendo de Mamá?
La sonrisa se desvaneció y Aurore bajó la mirada.
—No. Sólo tenía curiosidad sobre el nuevo libro. Pensé en
buscar la sección sobre el High Reeve.
La sonrisa que acechaba en los ojos de James desapareció.
—No lo hagas. Nunca dirán cómo fue.
Aurore se encogió de hombros.
316
—Lo sé. De algún modo… siento que necesito saber lo que todos
dicen de todas formas, pero siempre dicen lo mismo. Citó esa
frase de Sederis, sobre que el High Reeve no tenía alma.
Volvió a encogerse de hombros con una indiferencia casi
convincente mientras levantaba la mirada:
—¿Cuáles crees que sean las probabilidades de que mamá esté
siquiera en el índice?
James le puso una mano sobre la muñeca.
—No lo hagas.
Aurore no lo escuchó. Se dio la vuelta, poniendo el libro sobre
la orilla del librero mientras lo abría para revisar el índice,
recorriéndolo con el dedo hasta que se detuvo bajo un nombre.
Suspiró levemente.
—Mira...
Pasó rápidamente las páginas del libro y finalmente se detuvo
en una página que contenía una foto satinada en el capítulo
dedicado a Harry Potter. Había una fotografía en movimiento
con un pie de foto debajo. Aurore y James observaron la
fotografía.
Harry Potter, Hermione Granger, y Ron Weasley estaban
sentados juntos en un sillón. Todos se veían desanimados y
cansados. Los brazos de Harry y Ron rodeaban los hombros de
Hermione mientras volteaban la cabeza para observar a la
cámara y sonreían a medias, con ojos felices. Hermione estaba
sentada en el centro, tan dolorosamente delgada que se le veían
las clavículas a través del suéter verde que llevaba. Su cabello
estaba amarrado en dos trenzas ajustadas, que estaban sujetas a
un grueso nudo en la base de su cabeza. En su rostro se veían
unos grandes ojos devastados y agarraba a ambos chicos a su
lado con fuerza. Justo antes de que la foto se repitiera, las
esquinas de su boca se levantaban y formaban una triste y
forzada sonrisa.
Aurore la estudió durante varios minutos en silencio antes de
estirarse y tocar gentilmente la fotografía.
—Nunca había visto una foto suya de la guerra. Tu mamá envió
algunas del colegio, pero no había ninguna después de su cuarto
año.
317
James no dijo nada, pero cuando Aurore seguió observando la
foto sin moverse, apoyó una mano vacilante sobre su hombro.
Ella levantó la mirada y lo miró a los ojos antes de sonreír
tristemente, pareciéndose a la chica en la fotografía. Volvió a
bajar la mirada y sus dedos recorrieron las palabras de la
descripción de la fotografía como si quisiera borrarlas.
—Algún día... algún día alguien debería aclarar las cosas —dijo
en voz baja.
James se aclaró la garganta y se movió.
—Sabes que Mamá se ofreció a hacerlo. Quería contar lo que les
había pasado, sólo hasta el momento del incendio. Tu mamá y
tu papá, no quieren que lo haga.
Aurore asintió lentamente, con los ojos aún anclados a la foto
mientras se reproducía una y otra vez.
—Sé que no lo quieren. Lo entiendo. En verdad que lo hago. Si
viviera todo lo que ellos vivieron… sólo desearía dejarlo todo
atrás. No tiene sentido tratar de explicar algo como eso; nadie
va a querer entenderlo… Pero…
La mandíbula de Aurore tembló ligeramente:
—Ella no merece ser olvidada de esta manera. No debería ser
una nota al pie de una fotografía. Esta no debería ser la única
aparición que tiene. Merece su propio capítulo. Se merece un
maldito libro entero —su voz tembló— Y Papá no se merece que
lo comparen con Voldemort ni que lo traten como una especie
de psicópata desalmado que quería hacer todo eso…
Presionó las palmas de sus manos contra sus ojos un momento
y respiro hondo.
—Perdón. Siempre creo que puedo soportar todo esto… y
después me siento tan… enojada que siento que voy a vomitar.
Suspiró y parpadeó rápidamente. Después de un minuto,
exhaló pesadamente y le dedicó una sonrisa tensa a James.
—Por lo menos te tengo a ti, y a la Tía Ginny. Mamá dice que
siempre puedo hablar con ella o con Papá, pero…
Su boca se torció
—En realidad no se acuerda de todo. Tiene que tomar pociones
antes de, y si empiezo a llorar, le cuesta trabajo respirar y aprieta
la mano de Papá hasta que se pone pálida. Y Papá siempre
318
parece como si preferiría ser asesinado, y como si esperara que
nunca le volviera hablar de nuevo.
Sus nudillos se estaban poniendo blancos mientras agarraba el
libro y finalmente lo dejó a un lado.
—No sé qué haría sin ti y la tía Ginny; sin poder escribirte de
todo. Me sentía tan sola en el colegio, ya sabes, teniendo que
dar todas las respuestas incorrectas porque podría perder a mis
padres si daba las correctas. Y siempre sintiendo que por muy
cerca que estuviera de alguien, nunca me conocerían de verdad
ni sabrían nada de lo que realmente me importa. Tú eres la
única persona que me conoce.
James le sonrió, con sus ojos verdes brillantes y profundos.
—Siempre me tendrás a mí.
Aurore asintió y después de un momento le devolvió la sonrisa
lentamente. Hubo una pausa mientras se miraban el uno al
otro, como si acabaran de darse cuenta de que estaban solos en
un pasillo vacío. Aurore contuvo la respiración levemente, y un
leve rubor apareció en sus mejillas. Los ojos de James se
oscurecieron, se movió hacia adelante, aproximándose, y
comenzó a acercarse más. El timbre de la puerta sonó con
fuerza. James se enderezó, retiró la mano y se la pasó por el pelo
varias veces mientras se aclaraba la garganta y miraba a su
alrededor.
—Sabes, Mamá probablemente aparecerá en cualquier
momento si no regresamos. Pero… eh, deberíamos hablar más…
sobre… —su rostro se estaba volviendo espectacularmente rojo:
—Ya sabes… si quieres.
Aurore se quedó paralizada por un momento.
—Si, claro. Deberíamos —asintió repetidamente y pasó
rápidamente junto a él por el pasillo.
Se apresuraron para volver al frente de la librería, dejando el
libro de historia detrás, aún abierto en la página de la fotografía.
La descripción decía:

319
“El Trío de Hogwarts, Navidad de 2002. Harry Potter
con sus amigos Ron Weasley, (Véase: Weasley, Ron,
capítulo 7) y la bruja nacida de Muggles, Hermione
Granger. Granger abandonó Inglaterra al comienzo
de la Segunda Guerra Mágica para estudiar
sanación en el extranjero. Sobrevivió a la guerra,
pero murió durante el encarcelamiento mientras era
subrogada en el Programa de Rebroblación. Era un
miembro no activo de la Orden del Fénix y no peleó.”
320
321
Índice
Capítulo 1___________________________8
Capítulo 2__________________________36
Capítulo 3__________________________54
Capítulo 4__________________________74
Capítulo 5__________________________92
Capítulo 6_________________________110
Capítulo 7_________________________130
Capítulo 8_________________________154
Capítulo 9_________________________176
Capítulo 10________________________202
Capítulo 11________________________220
Epílogo 1__________________________248
Epílogo 2__________________________272
Epílogo 3__________________________308

322
323

Manacled Tomo 3 MC

Cargado por

Información del documento

Derechos de autor

Formatos disponibles

Compartir este documento

Compartir o incrustar documentos

Opciones para compartir

¿Le pareció útil este documento?

¿Este contenido es inapropiado?

Copyright:

Formatos disponibles

Manacled Tomo 3 MC

Cargado por

Copyright:

Formatos disponibles

Advertencia

Esta obra es oscura, violación y las

Fandom: Harry Potter

Pairing: Draco Malfoy x Hermione Granger,

Fanfic inspirado en la novela de Jk Rowling

Edición y correción: Cazz_Hime

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

Los personajes de esta obra no son míos,

Trabajo alfa/beta de Jamethial y Pidanka.

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

Harry Potter está muerto. Después

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

R ecuperar la consciencia fue como golpearse contra el

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

“Ginny. Ella fue el primer cuerpo que trajeron de vuelta”

La mano de Hermione se congeló. Todo la golpeó. Esposada*.

“Seamos claros, Sangre Sucia. No te quiero. Nunca te

Había matado a Ginny. Había matado a todos. Levantó la

La sensación de sus faldas siendo levantadas, exponiéndola

“Voy a cuidar de ti. Siempre voy a cuidar de ti.”

El dolor en su mente era cada vez más cegador, como si el

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

“Seamos claros, Sangre Sucia. No te quiero. Nunca te

No podía entenderlo. Algunas partes tenían sentido, pero

“No te quiero. Nunca te quise.”

“Eres consciente sobre qué tan precaria es. He

Dejó caer la cabeza, torciendo la boca mientras temblaba y

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

Parpadeó, intentando recordar lo que había estado diciendo.

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

“¿Te apetece una salida, Sangre Sucia?... El Señor

El terror visceral del recuerdo se la tragó, se le cortó la

Cuando despertó nuevamente, Draco se había ido. El dolor de

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

Era tarde por la noche y no había luna cuando el aire en su

Al día siguiente el dolor era peor; no podía soportar tener

Durante los siguientes días, el dolor en su cabeza disminuyó

“No eres reemplazable. No se te requiere que hagas tu

Mientras se recuperaba, Draco se alejó. Al principio pensó que

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

“Se me ordenó casarme con ella, así que me casé con

Hermione se mordió la parte interior del labio inferior y asintió,

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

Poco más de una semana después de que recobrara el

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

“Tienes bastantes barreras en esta habitación,

Recordó cómo él había estado afuera de su habitación

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

La explosión necesaria para que Astoria pudiera atravesar la

“He hecho un gasto y un esfuerzo considerables para

Probablemente había sido honesto con Stroud. Trató de

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

Presionó las manos sobre su boca mientras seguía llorando y

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

Sin vacilar, astuto, infalible, despiadado e inflexible; impulsado al

Era pasado el anochecer. Hermione estaba sentada en su silla,

“Pobre pequeña sanadora, sin nadie a quien cuidar.

No podía recordar cuándo lo había dicho ¿era un recuerdo de

“Si Potter no hubiera importado, tú tampoco lo

Hermione parpadeó para evitar el recuerdo, con el corazón aún

Manacled: The Reckoning by SenLinYu

Manacled: The Reckoning by SenLinYu