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Como todos, su amiga estaba en su departamento cuidando de Tiana mientras ella hacía las
compras del mes.
Aún tenía las ojeras de hace cuatro días, así que si, recién despertaba e incluso se hallaba algo
aturdida.
Fue una salida de compras tranquila, no había nada fuera de lo normal, sin embargo, para su
mala suerte, su bolso había quedado en el taxi que la recogió en la entrada de aquel
supermercado.
No obstante, un golpe en la cabeza fue suficiente para dejarla desmayada sobre aquel asiento
trasero.
Quizás no había pasado mucho, pero aun así la luz blanca de aquella habitación empezó a
molestarle los ojos.
━Fucking hell.
“Esas no son palabras para una señorita educada como tú”
Incluso cuando quiso moverse notó casi de inmediato que sus pies estaban atados, por lo que
al moverse hacia delante, había tropezado por repentino salto. Suspiró con pesar mientras
rodaba hacía un lado sobre el suelo, si antes estaba aturdida por haberse levantado ahora se
encontraba peor por el golpe.
Carajo, le dolió.
━ ¿Por qué estoy atada cuando es obvio que no puedo escapar?
“No somos tontos, chica.”
━Pues lo son, si tanto esfuerzo pusieron en seguirme, debieron saber mi
condición física.
El hombre guardó silencio, ella tuvo un punto a su favor y casi de inmediato lo vio sacar aquel
cuchillo táctico que todos los soldados tenían. Su respiración se detuvo por un momento, hasta
que observó como éste mismo cortaba las cuerdas que ataban sus muñecas.
“Habla ya”
Exigió con ese tonto tono autoritario que tenía, demandando con al parecer poca paciencia.
Rosaline simplemente acarició sus muñecas una vez que miró caer la cuerda al suelo, ella
suspiró, con la mirada clavada en el hombre.
Estaba más que claro que no iba a obtener ninguna palabra de ella.
23:40 pm.
No quería moverse, la silla era capaz de romperse porque la madera era vieja y crujía con
cualquier movimiento.
Rosaline tragó saliva, nerviosa. No hallaba mucho escape, pues estaba aquel hombre alto con
una cicatriz en el pómulo izquierdo y dos más.
Pero eso le dio un premio. Dos bofetadas en ambas mejillas, su labio inferior se abrió por los
impactos de los golpes, y un fino hilo de sangre se deslizaba por su mentón.
“La próxima vez no será solo una bofetada.” El hombre se dio la vuelta, dándole la
espalda a Rosaline, y conectó un usb a un televisor ya encendido. Sin embargo, parecía que
había un video.
“Bienvenida, señorita Knox. Sabemos quién eres y de quién eres hija.”
Eso solo aumentó su ansiedad, tras ver como aquel hombre le daba play al video, su corazón
se estrujo.
Sus manos reposaban tranquilamente sobre sus muslos, viendo aquel inicio del interrogatorio
de su padre.
Todo era muy gráfico, tanto a tal punto que su estómago se revolvió, era un mar de lágrimas,
quería evitar llorar pero no podía.
Quizás fue una hora la que paso viendo todo, hasta ya notar que su padre no se movía de
aquella silla.
“Y él murió, ahí mismo. En esa misma silla.” Sonriente señaló aquel hombre. No,
solo sentía ira, molestia, enfado o con cualquier nombre que tuviera esa emoción que la hacía
estallar.
En silencio se colocó de pie, no sin antes sacar aquel cuchillo que tenía escondido en una de
sus botas.
Con todo su peso, empujó al hombre hacía la pared, ante la sorpresiva mirada de quienes lo
rodeaban.
Aun así había algo que evitaba que cortara la garganta de él. Por supuesto, era él quien
sostenía su diestra para no morir.
“You've gone too far.”
―I? What have I done but what was expected of me? Forever upholding the
kingdom, the family, the law. While you flout all to do as you please.
El hombre parecía que hizo una seña con su mano libre a sus hombres para que no se
acercaran.
―Where is duty? Where is sacrifice? It's trampled under your pretty foot
again.
Las lágrimas ya caían por las mejillas hinchadas de la chica, lagrimas que solo expresaban
enojo, ira, resentimiento.
―And now you, you think you have the right to show me my father's death.
“Exhausting, wasn't it? Hiding beneath the cloak of your own righteousness.
But now they see you as you are.”
Bastó con un solo empujón del hombre para apartarla, pero la chica no perdió oportunidad y
balanceó el cuchillo hacía el antebrazo ajeno, cortándolo, y viendo como la sangre brotaba.
“Buenas noches.”
Y otra vez, la oscuridad se hizo presente.
12:30 pm.
Su cuerpo ya empezaba a sentir demasiado dolor, no había analgésico presente para poder
aliviarla. Y lo único que en su mente repetía eran las últimas palabras de su padre agonizante
por aquella golpiza.
“Por favor.” Y así era un bucle; cada pensamiento llegaba al mismo punto, ¿debía rendirse y
morir? ¿Valdría la pena el silencio?
Con fuerza se abrazó a sí misma, sin embargo tuvo que ahogar un quejido por el dolor en su
costilla del lado izquierdo.
Esperaba que Enid fuese lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de lo que
ocurría, e informar a Laswell lo más pronto posible.
Se suponía también que a su edad debía estar en el campo, quizás como agente pero
destacaba como alguien en el servicio de inteligencia, a tal punto que la colocaron como pupilo
de la mismísima Kate Laswell.
―Vaya manera de acabar con una corta carrera.
Quiso reír, conocía su cuerpo, y si contraía alguna gripe sería fatal para
ella, por eso no era asignada a ciertos lugares.
Incluso el sonido crujiente de los escalones de madera ya no la aterraban,
solo quedaba a la espera y cuando era obligada a dejar aquella destartalada
cama con ese colchón viejo y sucio, simplemente iba sin oponer resistencia.
Y era la misma rutina, como no hablaba venían los golpes, aun así estos
parecían diferentes, una especie de látigo golpeó su espalda. Una, dos, tres
hasta cinco veces, incluso a veces una pausa de 1 minuto.
Duró lo suficiente hasta que colapsó del dolor, su rostro pegado al suelo,
jadeante.
Con la poca fuerza que le quedaba apoyo ambas manos sobre el suelo y se
levantó, reincorporándose.
¿Quería llorar? Sí.
¿Podía? No.
Sentía escocer su espalda, incluso sentía que algo líquido se deslizaba por
ella.
Tampoco hubo mucho caso, como no había hablado otra vez fue arrojada al mismo
sitio, y no le habían dado tanta atención a las heridas que tenía en espalda.
Poco y nada había dormido, unos estruendos habían hecho que se alarmara.
Todos estaban frenéticos, hasta quizás era una buena idea escapar. Pero ¿con
que dinero? Sus cosas fueron confiscadas, sin embargo había logrado
levantarse de la cama pese al dolor que la invadía.
Para su sorpresa estaba siendo custodiada en esa situación, esto era una
maldita broma.
Aunque por suerte solo era uno pero estaba armado.
“Ni lo pienses.”
―Abatido.
Quizás en fondo, era un alivio ver caer de un disparo limpio a ese mercenario. Tanto que su
cuerpo por fin había liberado toda la tensión de aquellos tres días.
Dos días.
Nuevo departamento de Rosaline y Enid.
Cerca de la base.
Cuando llegó busco la sección que recordaba en donde estaba tallado el nombre
de su padre.
Al encontrarla, para extrañeza de la gente, ella solo permaneció quieta, con
los ojos fijos en la inscripción.
Pasados unos treinta minutos, fue a su segundo destino.
El cementerio local.
Ingreso aquel lugar ante la extraña mirada de los jardineros. Había comprado
un ramo de tulipanes y jazmines. Una vez había logrado escuchar que a su
madre le gustaban los jazmines y a su padre los tulipanes.
Y ella ahí estaba llevando flores para dos personas.
Bueno, una técnicamente.
Siendo sincera hace años Rosaline sabía que la tumba de su padre estaba
vacía, lo escuchó de su tío a escondidas, que nunca pudieron recuperar el
cuerpo porque lo habían quemado.
Solo visitaba una tumba simbólica, para que tuviera un lugar al que
descansar.
Al llegar al pie de ambas, Rosaline deposito cada ramo en su respectivo
lugar, cuando terminó, volvió a su lugar.
―Nunca te conocí, pero por papá siempre supe que me esperabas con ansias.
Comenzó a hablar, tras eso miró la lápida de su padre.
―Empezaba a olvidarte, por un principio pensé que fue un milagro verte pero
fue el infierno mismo. Muchas veces en mi cabeza se repite como tu corazón
deja de funcionar por la golpiza.
Hizo un breve silencio, ahora desplegando su paraguas, la nieve empezaba a
caer con cierta intensidad.
Su cuerpo temblaba, no por el frio, por la rabia.
―Prefería haberte olvidado.
Finalizo mientras tragaba el nudo de su garganta.
Estaba a punto de llorar.
―Por lo menos estoy viva, ¿no?
Con esa pregunta al aire se fue del lugar, a un paso tranquilo, disfrutando
de ese silencio que le daba aquel sitio.
Mierda.
Un suspiro se escapó de los labios de la chica, sus ojos escocían por golpe
de realidad, era todo tan…abrumador.
Ya había olvidado cuantas veces tuvo que contar lo sucedido. No había nada
nuevo, todo lo había entregado la Compañía Shadow. Incluso Laswell tuvo que
parar el interrogatorio por su estado, alegando que era suficiente que se
seguiría en otro momento, con otras pruebas y pistas.
Quizás si debía sentirse como una rotunda basura, pero estaba cansada su
cabeza estaba a punto de explotar y empezaba a sentirse mareada.
Su único enfoque en aquel momento era salir de aquella sala que le parecía un
infierno. Sin embargo, al casi ir por la mitad de aquel pasillo que conectaba
con las demás salas, su caminar se tambaleó, provocó que Rosaline optara por
sujetarse de la pared para no caer de rodillas al suelo.
Tal vez se había reincorporado muy rápido al trabajo.
Aun así su suerte no fue tan buena, la documentación sobre lo que le había
sucedido cayó al suelo, con un par de papeles fuera de aquella carpeta
amarilla.
Birthday.
08 a.m.
Miércoles, 08 de marzo.
Sábado.
Reino unido, Londres 02:53.
Corea del Sur, Seúl 11:53.
Aquella canción tan pegadiza resonaba por su cuarto mientras esperaba a que
la llamada de Skype fuese atendida.
Dio un sorbo a su bebida carbonatada sabor naranja.
Realmente era tarde ya pero era algo que tenía que haber hecho desde hace
mucho tiempo, después de todo siempre había respetado el acuerdo verbal con
su tía.
Todos los sábados, habría un video llamado para hablar entre todos.
Las yemas de sus dedos golpearon con impaciencia su escritorio, y se detuvo
cuando su primo fue quien atendió.
“Oh...disculpa, debe ser tarde por allá.”
Un poco, recién había terminado de estudiar.
“¿Cómo te encuentras? Papá se enteró y...”Jason bajó más la voz. “No le ha
dicho nada a mi mamá.”
Rosaline asintió y suspiró.
―Estoy bien, no ha pasado a mayores.
“Te conozco más que a mi hija.”
La chica rubia se encogió de hombros.
“¿Duermes bien?”
“Si no hay novio, podrás casarte con alguien luego de conocerlo aquí.”
― ¡Tía!
“Tía nada, tu madre ya estaba casada a tu edad.”
“Mamá, es joven, no la presiones.”
Aunque su primo intentó ayudarla, él solo recibió una mirada de molestia.
“Tú, no la defiendas.”
El chico levantó ambas manos y lo vio desaparecer del lugar.
Rosaline resopló, cerrando los ojos por un momento.
“Práctica más tu coreano, en tus vacaciones debes venir con nosotros, ¿sí?”
La chica rubia asintió, y con rapidez cambio de tema.
Mejor otra cosa que su tía intentando emparejarla con alguien desconocido.
Dios, la llamada se había alargado demasiado y ella lamentaba eso porque
simplemente quería dormir, por supuesto siempre hacía tiempo hasta que el
reloj marcase las 05 a.m. cuando no tomaba las pastillas para dormir.
Miró un punto fijo en la pantalla apagada de su computadora, por supuesto si
repetía todo lo sucedido en su mente, la venganza no era algo que pudiese
permitirse, simplemente seguiría con su vida.
Tomó una respiración mientras se colocaba de pie e iba hacía la cama. Podía
sentir el cansancio, por supuesto pero en el fondo tenía miedo.
Viejas costumbres retomaban su vida y no quería, quería seguir, quería
avanzar. Pero ¿cómo podía hacerlo cuando ni siquiera podía conciliar el
sueño? ¿Cómo podía pensar en ser feliz cuando el miedo acechaba su espalda?
Sus miedos más atroces salían a flote, y eso que por un momento pensó que
estaba a salvo.
El comienzo de todo.
Rose y Joseph quizás eran la pareja más armoniosa que todo el mundo conocía.
Y lo eran, no había nada que pudiera quebrar tal armonía. Como toda pareja,
tenían sus altibajos, pero como decía Jessica Murray, la hermana mayor de
Rose, que ambos eran una pareja hecha en el cielo.
Incluso con la frágil salud de la mujer, el embarazo fue bien recibido.
Día ansiado, meses estresantes y un esposo que vivía prácticamente preocupado
por su esposa, la cual siempre terminaba cada frase con un: “Estoy bien,
exageras.”
Sí, fue un embarazo tranquilo y sin incomodidades externas. Pero el día del
parto no fue así, el quirófano era un caos, demasiado esfuerzo hicieron que
el corazón de la mujer no pudiera resistir por mucho tiempo.
Quizás solo fueron un par de minutos, pero quizás los suficientes como para
ver el rostro de aquel pequeño ser que tanto ansiaba conocer.
Joseph sujetaba con fuerza la mano de su mujer, temeroso a pesar de ser
alguien que estaba en constante contacto con el desconocido.
Rose le dedicó una última sonrisa, entre suplicas la mujer no hizo caso, solo
cerró los ojos, quería descansar.
Las lágrimas silenciosa se resbalaban por las mejillas del hombre mientras
que con su brazo derecho acunaba a su recién nacida. Y ni siquiera se opuso
cuando lo llevaron a la salida de aquella sala.
Rosaline creció como una niña amada por toda su familia, ella creció con los
límites bien marcados.
Muchos decían que su vida había sido como las rosas, y si, las rosas también
tienen espinas.
“No pongas esa cara, no iremos a un funeral.” Comentó su primo, quien era
un año mayor que ella, mientras se arreglaba la corbata.
“Mi dulce y tierno niño.” Murmuró Jessica y luego la vio suspirar.
“Rosie, cielo. Ven.”
Le hizo caso y vio como arreglaba las pequeñas arrugas del vestido.
Un funeral largo, mucho llanto por los caídos, pero ella...nada. Quizás en el
fondo lo sabía, que él había muerto. Porque siendo realista, nadie volvía
después de un año.
La única vez que Rosaline había presentado un problema fue cuando encontró un
dejara solo.
el animal.
La única reacción que tuvo Rosie fue cuando se fue para encarar a la chica,
que era un poco más alta que ella. Sin embargo, no era tan tonta para
Aun así, sin previo aviso, había agarrado el cabello de la niña y golpeado su
cabello.
Eso sí, ambas chicas estaban a la par de tener problemas, aunque a Rosaline
sancionar severamente.
Quizás era una anécdota graciosa para aquel amigo que había hecho cuando era
veía.
Solo había una razón para dejar Escocia y sus dos mejores amigos.
Bueno, ella no había podido ver al niño por un tiempo desde que ingresó al
Y su tía solo consiguió que su estado de ánimo empeorara diciendo que ella
Tal vez Rosie estaba siendo demasiado sensible, o tal vez no. Solo le dolía
Contra todo lo que sentía, y pensaba. Ella solo tenía una meta, ser alguien
así?
Todos la elogiaban, todos decían que era la hija que siempre soñaron tener.
Como tuvo razón, nunca dio descanso a su mente, nunca... se permitió ser como
es.
Podía contar con los dedos de las manos cuando era feliz.
Un padre muerto, una madre que nunca llegó a conocer. Y aunque era muy
querida por sus tíos y abuelos, solo quería a su propio hogar, a los suyos.
Pero todo cambia y con ello había demostrado poder vivir sola, con ese
feliz.
She approached the mirror in her room, her eyes went to her
hair.
It didn't bother her but it was weird to see herself with her hair
hanging over her shoulders.