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VIDA ETERNA
Si la parusía impone un término a la historia llevándola a su plenitud y la nueva creación es el
marco de una nueva humanidad surgida de la resurrección de los muertos ¿Cuál es concreto el
contenido vivencial de esa existencia transfigurada.
Historia de la doctrina
Antiguo testamento: en efecto estrictamente hablando para el israelita la vida es la existencia
colmada por las bendiciones de Yhwh. Esta esperanza inflama el deseo mosaico de ver la gloria de
Yhwh (ex 33, 18,20) ella provoca el gozo que da al salmista la certeza de poder disfrutar más allá
de la muerte (sal 16, 11, 73,.23-26)
Nuevo Testamento: en su predicación Jesús usa una serie de imágenes muy sugestiva para hablar
la fase futura del reino de Dios a los mercaderes se les habla de la perla fina, a los pescadores de la
red repleta, a los campesinos de la mies abundantes.
La reflexión teológica posterior: la tradición y la fe eclesial van desarrollando estos temas que
paulatinamente asumirá el magisterio. Los padres de la iglesia los símbolos de fe y los diversos
documentos eclesiales irán profundizando la esperanza cristiana de la vida eterna siempre con una
acentuada índole cristológica.
Uno de los elementos en que la tradición insiste más reiteradamente es el del cielo como sociedad la
vida eterna se define como el gozo de la sociedad fraterna (Beda) el reino perpetuo de la ciudad de
Dios (San Agustín). Una de las declaraciones magisteriales más importantes al respecto es la
constitución dogmática de Benedicto XII Bebedictus Deus, que se refiere a la escatología
individual.
Sistematización teológica
La cuestión hermenéutica: es cuanto a la interpretación de estas imágenes símbolos hemos de
decir que el criterio fundamental de la bienaventuranza eterna es determinado cristológicamente el
cielo no es un lugar a-histórico al cual se entra sino que Jesucristo ha dado al ser humano un lugar
en el mismo ser de Dios.
Los símbolos de fe prefieren la categoría vida a otras porque ella es precisamente el primero de los
contenidos de la idea de salvación. La vida es la condición de posibilidades de toda propuesta
salvífica coherente: sin ella los demás componentes de la oferta de salvación quedan sometidos a la
caducidad o caen en el vacío.
Visión divinización en el ser con Cristo: la muerte, en efecto, es una de las dimensiones de la
fragilidad humana, la más importante. Pero no la única: también somos limitados en otras muchas
cosas: mediocridad, inteligencia, belleza, libertad
• Si la vida eterna ha de ser no perdición sino salvación tiene que importar además de la
superación de la muerte una transformación ontológica es decir un cambio en el modo de ser. El
hombre supera su naturaleza humana para participar de la naturaleza divina de Dios.
Inmovilismo o progreso: en consecuencia, el cielo cristiano no tiene nada que ver con la propensión
platónica al éxtasis inmovilista es decir con la idea de estar inmóviles y en éxtasis ante Dios
• Ahora bien en el cielo esta dinámica no será un esfuerzo de superación personal o de
alcanzar nuestra propia plenitud, puesto que esta dinámica interna llega a su plenitud en nuestra
configuración con cristo, que precisamente se alcanzara en la vida eterna, donde cada instante será
un instante de plenitud y cada plenitud será un nuevo comienzo
Mundanidad del hombre divinizado: en la vida eterna, la nueva creación será el lugar connatural de
la nueva humanidad. Si ya ahora el hombre puede, a pesar de su fragilidad y pecado, cooperar en la
creación del mundo, en la nueva creación la acción humana será pura creatividad que transfigura, y
no degrada, lo que toca.
Entonces el cielo ¿es un lugar? Si antes se hablaba de un lugar ubicado espacial y temporalmente,
ahora parece caerse en pura situación o estado. Algunos indican que no es ni un mero lugar ni un
puro estado
El cielo ¿una proyección? Ciertamente el cielo no es una proyección ilusoria o un opio del pueblo
como decía marx. Es una meta cristiana, un proyecto de vida imprescindible para la esperanza de
todo cristiano. Para el cristiano esa novedad no es una ilusión