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En Cristo brilla
la esperanza de nuestra feliz resurrección;
y así, aunque la certeza de morir nos entristece,
nos consuela la promesa de la futura inmortalidad.
Porque la vida de los que en Ti creemos, Señor,
no termina, se transforma;
y al deshacerse nuestra morada terrenal,
adquirimos una mansión eterna en el cielo
Prefacio de Difuntos.
LECCIÓN 1: INTRODUCCIÓN
El título de esta introducción no es de quien escribe. La frase “Y usted… ¿sabe cómo va a pasar
su eternidad”? la encontré escrita, tal cual, sobre el costado de una camioneta estacionada al
lado de la carretera. Estaba apenas comenzando mi viaje y el slogan se me quedó grabado un
buen rato. Tengo que confesar que al principio me molestó. Resultaba un tanto violento
cuestionar aquello: ¿con qué derecho hacen esta pregunta? Además, ¿quién la hace,
refugiándose en el anónimo de un vehículo, sin dar la cara? ¿Por qué en un lugar y de un
modo tan inesperado? En medio del campo, una mañana cualquiera, alguien me interroga
sobre el modo en que habrá de transcurrir mi eternidad.
Quizá con esto textos se pueda tener alguna luz sobre los modos en que podría
transcurrir nuestra eternidad y la de los demás. Cómo será, cuáles son las alternativas, en
qué consiste cada una...
Pero más allá de la estructura de curso, y más allá de la palabra revelada, todo lo que
podamos decir de nuestra eternidad es una persona, una persona que ha resucitado y es
nuestro paradigma de lo que seremos.
Más allá del contenido de su palabra, Jesucristo ha cumplido con su propia persona el ciclo
completo del proyecto eterno. Verdadero hombre, ha resucitado de la muerte con su cuerpo
glorioso, y nos revela que nuestra eternidad será como la suya, pues para eso resucitó y para
eso nos incorpora a Él. El proyecto del eterno descanso –de las vacaciones interminables- no
tendrá, pues, mejor modo de explicarse que partiendo de Él.
Los Novísimos o postrimerías, llamados también Escatología (del griego: eskata = cosas
últimas y logos = tratado) es el estudio de las realidades últimas que han de suceder a la vida
terrena del hombre, a la humanidad y al mundo. Se estudian esas realidades últimas a la luz
de los datos que aporta la Revelación cristiana.
Recogiendo los datos de la Revelación se distinguen dos fases, una posterior a la vida
terrena del hombre y otra posterior a la historia misma de la humanidad y del mundo.
Ahora bien, si queremos dar una definición real del término, por escatología se entiende la
rama de la Teología Dogmática que constituye el “tratado de la consumación y plena realización
del hombre y del mundo en Cristo”.
De acuerdo a esta definición real, podemos dividir la escatología en dos grandes apartados:
la escatología del hombre y escatología del mundo. También podría decirse que hay una
escatología individual y otra general, o bien una escatología intermedia y otra consumada.
1
Conc. Vat. II; Const. past. Gaudium et spes, n. 10.
Escatología final. La que trata de las cosas posteriores a la conclusión de la historia de
la humanidad.
En resumen:
Definición. La escatología se puede definir como la reflexión
creyente acerca del contenido último de la esperanza cristiana o
quizá mejor: el tratado de la consumación y plena realización del hombre y
del mundo en Cristo.
Una escatología equilibrada tiene que incluir en primer plano las realidades últimas,
pero debe, a la vez, esforzarse por subrayar la actitud que esas realidades últimas exigen
existencialmente de nosotros, sobre todo en cuanto que son objeto de nuestra esperanza.
Cristo es ‘la realidad última’ (el novísimo) de la creatura. Vale la pena leer y releer la frase
siguiente:
Cristo es aquel donde lo finito muere y aquel por lo que para Él y en Él resucita. Los
«estados» que constituyen el más allá se definen por una diversa relación a Cristo. De este
modo, todo el tratado tiene que tener, inevitablemente, una fuerte orientación cristológica.
Cristo debe ser el centro de toda reflexión sobre la escatología.
Como ocurre a lo largo de la historia de la teología,
también en esta ciencia ha variado su planteamiento
a partir del Concilio Vaticano II2 y de otros
documentos posteriores del Magisterio3.
4
Theologie der Hoffnung, 5ª. ed. (München 1966) 146-147