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La paternidad y la maternidad responsables a la luz de la

Gaudium et spes y de la Humanae Vitae


San Juan Pablo II
Audiencia miércoles 1 de agosto de 1984.

1. Hemos elegido para hoy el tema de la "paternidad y maternidad responsables", a la luz


de la Constitución Gaudium et spes y de la Encíclica Humanae vitae.
La Constitución Conciliar, al afrontar el tema, se limita a recordar las premisas
fundamentales; el documento pontificio, en cambio, va más allá, dando a estas premisas
unos contenidos más concretos.
El texto conciliar dice así: "...Cuando se trata, pues, de conjugar el amor conyugal con la
responsable transmisión de la vida, la índole moral de la conducta no depende solamente de
la sincera intención y apreciación de los motivos, sino que debe determinarse con criterios
objetivos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos, criterios que mantienen
íntegro el sentido de la mutua entrega y de la humana procreación, entretejidos con el amor
verdadero; esto es imposible sin cultivar sinceramente la virtud de la castidad conyugal"
(Gaudium et spes, 51).
Y el Concilio añade: "Fundados en estos principios, no es lícito a los hijos de la Iglesia ir
por caminos que el Magisterio, al explicar la ley divina, reprueba sobre la regulación de la
natalidad" (Gaudium et spes, 51).
2. Antes del pasaje citado (cf. Gaudium et spes, 50), el Concilio enseña que los cónyuges
"con responsabilidad humana y cristiana cumplirán su misión y, con dócil reverencia hacia
Dios" (Gaudium et spes, 50). Lo cual quiere decir que: "De común acuerdo y común
esfuerzo, se formarán un juicio recto, atendiendo tanto a su propio bien personal como al
bien de los hijos, ya nacidos o todavía por venir, discerniendo las circunstancias de los
tiempos y del estado de vida, tanto materiales como espirituales; y, finalmente, teniendo en
cuenta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la propia Iglesia"
(Gaudium et spes, 50).
Al llegar a este punto siguen palabras particularmente importantes para determinar, con
mayor precisión, el carácter moral de la "paternidad y maternidad responsables". Leemos:
"Este juicio, en último término, deben formarlo ante Dios los esposos personalmente"
(Gaudium et spes, 50).
Y continuando: "En su modo de obrar, los esposos cristianos sean conscientes de que no
pueden proceder a su antojo, sino que siempre deben regirse por la conciencia, la cual ha de
ajustarse a la ley divina misma, dóciles al Magisterio de la Iglesia, que interpreta
auténticamente esa ley a la luz del Evangelio. Dicha ley divina muestra el pleno sentido del
amor conyugal, lo protege e impulsa a la perfección genuinamente humana del mismo"
(Gaudium et spes, 50).
3. La Constitución conciliar, limitándose a recordar las premisas esenciales para una
"paternidad y maternidad responsables", las pone de relieve de manera totalmente unívoca,
precisando los elementos constitutivos de semejante paternidad y maternidad, es decir: el
juicio maduro de la conciencia personal en su relación con la ley divina, auténticamente
interpretada por el Magisterio de la Iglesia.
4. La Encíclica Humanae vitae, basándose en las mismas premisas, avanza algo más,
ofreciendo indicaciones concretas. Ello se ve, sobre todo, en el modo de definir la
"paternidad responsable" (Humanae vitae, 10). Pablo VI trata de precisar este concepto,
encareciendo los diversos aspectos y excluyendo, de antemano, su reducción a uno de los
aspectos "parciales", como hacen quienes hablan, exclusivamente, del control de la
natalidad. En efecto, desde el principio, Pablo VI se ve guiado, en su argumentación, por
una concepción integral del hombre (cf. Humanae vitae, 7) y del amor conyugal
(cf. Humanae vitae, 8, 9).
5. Se puede hablar de responsabilidad en el ejercicio de la función paterna y materna, bajo
distintos aspectos. Así, escribe él: "En relación a los procesos biológicos, paternidad
responsable significa conocimiento y respeto de sus funciones; la inteligencia descubre, en
el poder de dar la vida, leyes biológicas que forman parte de la persona humana" (Humanae
vitae, 10). Cuando se trata, luego, de la dimensión sicológica de "las tendencias del instinto
y de las pasiones, la paternidad responsable comporta el dominio necesario que sobre
aquellas han de ejercer la razón y la voluntad" (Humanae vitae, 10).
Supuestos los antedichos aspectos intra-personales y añadiendo a ellos "las condiciones
económicas y sociales", es necesario reconocer que "la paternidad responsable se pone en
práctica, ya sea con la deliberación ponderada y generosa de tener una familia numerosa, ya
sea con la decisión, tomada por graves motivos y en el respeto de la ley moral, de evitar un
nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido" (Humanae vitae, 10).
Se sigue de ello que en la concepción de la "paternidad responsable" está contenida la
disposición no solamente a evitar "un nuevo nacimiento", sino también a hacer crecer la
familia según los criterios de la prudencia.
Bajo esta luz desde la cual es necesario examinar y decidir la cuestión de la "paternidad
responsable", queda siempre como central "el orden moral objetivo, establecido por Dios,
cuyo fiel intérprete es la recta conciencia" (Humanae vitae, 10).
6. Los esposos, dentro de este ámbito, cumplen "plenamente sus deberes para con Dios,
para consigo mismos, para con la familia y la sociedad, en una justa jerarquía de valores"
(Humanae vitae, 10). No se puede, por tanto, hablar aquí de "proceder según el propio
antojo". Al contrario, los cónyuges deben "conformar su conducta a la intención creadora
de Dios" (Humanae vitae, 10).
Partiendo de este principio, la Encíclica fundamenta su argumentación sobre "la estructura
íntima del acto conyugal" y sobre "la inseparable conexión entre los dos significados del
acto conyugal" (cf. Humanae vitae, 12); todo lo cual ha sido ya tratado anteriormente. El
relativo principio de la moral conyugal resulta ser, por lo tanto, la fidelidad al plan divino,
manifestado en la "estructura íntima del acto conyugal" y en "el inseparable nexo entre los
dos significados del acto conyugal".

A CINCUENTA AÑOS DE DISTANCIA (2018)


Como se sabe, diversas conferencias episcopales trataron en su momento de explicar estos
puntos a los fieles, subrayando siempre la necesidad de procurar formar una conciencia
recta y verdadera.1
Algún teólogo cercano confesaba su aceptación religiosa y leal de la encíclica, sin ocultar
las graves e insolubles dificultades con que tropezaba en ese intento2.

1
Cf. La obra de E. PASCUAL VIDAL (ed.), Repercusión mundial de la “Humanae vitae”, San Cugat del
Vallés 1969.
Pasados los años son muchos los que entienden que la encíclica no puede reducirse a una
prohibición de los medios “artificiales” de regulación de la natalidad. Con relación a los
conflictos de conciencia que han surgido a propósito de este tema, es oportuno recordar un
dato que ha pasado casi inadvertido. Un artículo publicado en L’0sservatore Romano y
referido a esta encíclica, afirmaba que “cuando se trata de juzgar el comportamiento moral
subjetivo en su imprescindible referencia a la norma que prohíbe el desorden intrínseco de
la anticoncepción, es del todo legítimo tomar en consideración los diversos factores y
aspectos del obrar concreto de la persona; no solo sus intenciones y motivaciones, sino
también las diversas circunstancias de la vida que pueden afectar el conocimiento y la libre
voluntad”3.
Por otra parte, sería interesante analizar las siete referencias a la encíclica Humanae vitae
que incluye el papa san Juan Pablo II en su exhortación apostólica Familiaris consortio. En
ellas subraya especialmente la dignidad personal de los esposos, su responsabilidad humana
y las virtudes que acompañan a los que han sido llamado por Dios “al” matrimonio y “en
el” matrimonio.
Por su parte, en el mensaje dirigido al congreso internacional sobre la Humanae vitae, el
papa Benedicto XVI se refería directamente al n. 17 de la encíclica y escribía:
“La posibilidad de procrear una nueva vida humana está incluida en la donación integral de
los cónyuges. En efecto, si toda forma de amor tiende a difundir la plenitud de la que vive,
el amor conyugal tiene un modo propio de comunicarse: engendrar hijos. Así, no sólo se
asemeja, sino que también participa en el amor de Dios, que quiere comunicarse llamando a
la vida a las personas humanas. Excluir esta dimensión comunicativa mediante una acción
que tienda a impedir la procreación significa negar la verdad íntima del amor esponsal, con
el que se comunica el don divino”4.

También en su encíclica Caritas in veritate, el mismo papa Benedicto XVI se refería a


aquella encíclica de Pablo VI: “La encíclica Humanae vitae subraya el sentido unitivo y
procreador a la vez de la sexualidad, poniendo, así como fundamento de la sociedad la
pareja de los esposos, hombre y mujer, que se acogen recíprocamente en la distinción y en
la complementariedad; una pareja, pues, abierta a la vida”(#15).
Finalmente, en su exhortación apostólica Amoris laetitia, el papa Francisco ha introducido
una referencia explícita a la encíclica Humanae vitae, en la que el beato Pablo VI,
siguiendo las huellas del Concilio Vaticano II, profundizó la doctrina sobre el matrimonio y
la familia y puso de relieve el vínculo íntimo entre amor conyugal y procreación (AL 68).
A los cincuenta años de la publicación, este puede ser un momento para reflexionar hasta
qué punto la doctrina sobre el amor y sobre la vida humana, expuesta por Pablo VI en la
encíclica Humanae vitae ha anticipado estas observaciones sobre la intimidad conyugal.
En el seno del Instituto Pablo VI, de Brescia, he insistido en varias ocasiones en la
necesidad de dedicar un mayor esfuerzo para promover el estudio de las circunstancias que
llevaron a la publicación de la encíclica. Es de desear que lo antes posible se liberen los

2
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, “El teólogo ante la Humanae vitae”, en Meditación teológica desde
España, Ed. Sígueme, Salamanca 1972, 333.
3
“La norma morale di Humanae vitae e il compito pastorale”, en L’Osservatore Romano (16.2.1989) 1.
4
BENEDICTO XVI, Mensaje a un congreso internacional con ocasión del 40° aniversario de la «Humanae
vitae» (2.10.2008).
archivos que pueden contribuir a esclarecer algunas de las graves dificultades encontradas
tanto en su redacción como en su recepción.

Preguntas a responder:
1. ¿Qué se entiende por paternidad responsable?
2. ¿Qué elementos morales implicarían para tener o no tener un hijo?
3. ¿Qué “métodos” son lícitos, según el magisterio de la Iglesia, para espaciar un
embarazo y cuál es su argumentación antropológica?
4. ¿Qué diferencia existe entre “paternidad responsable” y “planificación familiar”?
5. Según su experiencia pastoral, en los matrimonios cristianos ¿Se ha asumido el
valor de la paternidad responsable? ¿Qué desafíos comporta este tema en la vida
matrimonial?

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