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AÑO DEL BICENTENARIO DEL PERÚ: 200 AÑOS DE INDEPENDENCIA

UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLARREAL


FACULTAD: DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA

ARBITRAJE

CURSO : DERECHO PROCESAL CIVIL 1

DOCENTE : JORGE ARTURO ANDUJAR MORENO

ALUMNO : AGURTO MEDINA NICOLE JAZMIN

CICLO : IV

LIMA – PERÚ

2021

1
DEDICATORIA

Dedico el presente trabajo a Dios que


siempre me guía por el camino del bien
y a mis padres ya que sin su apoyo y
amor no seria alguien en esta vida.

A ellos mi eterna gratitud

2
INTRODUCCIÓN

El presente trabajo trata sobre el arbitraje que es una solución alternativa de


conflictos mediante el cual las partes acuerdan someter su controversia a un
tribunal arbitral compuesto por lo general 1 o 3 árbitros. El árbitro emite una
sentencia que es vinculante para las partes sujeto al cumplimiento de ciertas
condiciones. Por lo tanto, el arbitraje permite resolver una disputa, al no recurrir
a los tribunales del Estado sino a una jurisdicción arbitral, confiando la disputa
a una o más personas elegidas por las partes. Es por lo tanto un modo de
solución extrajudicial de conflictos.

Dicho arbitraje la cual consiste en aplicar de forma neutral acciones legales


en litigios o problemas jurídicos entre entidades o personas naturales, también
mencionaremos sobre la ley de conciliación la cual es un procedimiento
extrajudicial en problemas familiares, laborales o de otra índole en la cual se
busca una solución rápida a su problema evitando un proceso judicial.

Espero que este trabajo sea de su agrado y comprensión

La Autora

3
ÍNDICE

DEDICATORIA.....................................................................................................2
INTRODUCCIÓN..................................................................................................3
ÍNDICE..................................................................................................................4
CAPITULO I..........................................................................................................5
MARCO TEÓRICO...............................................................................................5
COMENTARIOS O PROPÓSITOS DEL DECRETO LEGISLATIVO N° 1071
QUE NORMA EL ARBITRAJE.............................................................................5
1.1. Arbitraje......................................................................................................5
1.1.1. Objetivo del Arbitraje..............................................................................7
1.1.2. Naturaleza jurídica.................................................................................8
1.2. Antecedentes del arbitraje.........................................................................9
1.2.1. Origen y evolución del arbitraje.............................................................9
1.3. Decreto Legislativo N° 1071 Ley del arbitraje.........................................13
1.3.1. Las modificaciones establecidas por el Decreto Legislativo N° 1231. 14
1.4 Generalidades del proceso arbitral..........................................................15
1.4.1. Competencia del tribunal.....................................................................15
1.4.2. Estructura del arbitraje Internacional...................................................17
1.5. Principios y derechos de la función jurisdiccional...................................18
1.5.1. Principio de confidencialidad................................................................18
1.5.2. Principio de no intervención judicial.....................................................18
1.5.2. Independencia......................................................................................19
1.5.3. Autonomía y competencia....................................................................21
1.5.4. No interferencia....................................................................................23
1.6. Aspecto positivo y negativo.....................................................................26
1.6.1 Aspectos Positivos...............................................................................26
1.6.2. Aspectos negativos..............................................................................26
1.7. Jurisprudencia..........................................................................................27
1.8. El convenio arbitral..................................................................................30
CONCLUSIONES...............................................................................................39
BIBLIOGRAFÍA...................................................................................................40
ANEXOS.............................................................................................................43

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CAPITULO I

MARCO TEÓRICO

COMENTARIOS O PROPÓSITOS DEL DECRETO LEGISLATIVO N° 1071


QUE NORMA EL ARBITRAJE

1.1. Arbitraje

Arbitraje es un término que está asociado a la capacidad o el acto de


arbitrar. Este verbo, que proviene del latín arbitrāre, se refiere por su
parte a conceder o sugerir arbitrios.

Cuando está dicho de una persona, el arbitrio nombra al procedimiento


que se desarrolla en libertad; dicho de un tercero, se trata de solucionar
un litigio entre varias partes.

En el campo del
derecho, el arbitraje es
una alternativa para
resolver conflictos de
intereses sin que sea
necesario llegar a la
jurisdicción habitual. Las
partes en conflicto
deciden elegir a un tercero que goce de independencia (el árbitro), quien
se encargará de solucionar el litigio y de pronunciar lo que se conoce
como el laudo arbitral. Para esto, deberá actuar con equidad y respetar
la legislación acordada por las partes.

En este campo hay que subrayar que básicamente se establecen dos


tipos claramente diferenciados de arbitraje. Así, en primer lugar, estaría

5
el conocido como independiente, que es aquel en el que las partes que
están en conflicto son las que eligen al árbitro o árbitros que van a actuar
en el proceso y también son las que determinan las reglas a seguir.

En segundo lugar, está el llamado arbitraje institucional. Como su propio


nombre indica, en él es una institución concreta la que determina tanto
las citadas reglas como la persona que se encargará de ejercer como
árbitro.

En la economía y las finanzas, el arbitraje supone buscar un beneficio en


la diferencia de precios que existe entre varios mercados. Para esto, se
realizan operaciones complementarias que posibilitan la capitalización
de los distintos precios. Mediante el arbitraje, los involucrados acceden a
un beneficio instantáneo.

En este sentido, la entidad encargada del arbitraje recibe el nombre de


arbitrageur y suele tratarse de una firma de inversión o un banco.

En la literatura, encontramos diferentes definiciones que han esgrimido


los estudiosos, acerca del arbitraje; así tenemos que:

El arbitraje, según Diez


Picazo, es "aquella
institución consistente en
que dos o más personas
pacten entre Si que un
tercero resuelva un litigio ya
surgido o que pueda surgir
entre ellas, excluyendo que los tribunales conozcan del mismo".

Para Gómez Colomer arbitraje "es una institución jurídica


heterocompositiva, en virtud del cual una tercera persona, objetiva e

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imparcial, nombrada por las partes mediando convenio, resuelve en
base a una potestad especifica el conflicto intersubjetivo de intereses
jurídicos, en caso de ser la materia susceptible de disposición por las
personas afectadas por la discrepancia".

La "American Arbitration Associaton, define al arbitraje como "la remisión


de una disputa a una o ms personas imparciales para una determinación
final y obligatoria".

1.1.1. Objetivo del Arbitraje

Todo acto jurídico tiene un objetivo. En el procedimiento arbitral, en el


cual dos partes suscriben un contrato y acuerdan la sumisión de sus
conflictos actuales o futuros al conocimiento de los árbitros, según
Fernando Cantuarias (1994), los interesados esperan tres cosas
básicamente:

 Que surgida la controversia el acuerdo de arbitraje pueda ser


ejecutado y por tanto el conflicto no termine en manos del Poder
Judicial.

 Que el procedimiento arbitral se rija en el acuerdo de las partes o


que, en todo caso, la ley que lo regule sea lo suficientemente flexible
como para que se acomode a sus necesidades; y

 Que el laudo arbitral pueda ser ejecutado contra el perdedor en caso


de incumplimiento.

Pues, de nada servirá si las partes pactaron someterse a un arbitraje, si


las disposiciones que rigen el procedimiento arbitral no hacen sencillo su
desarrollo de acuerdo a lo anhelado por las partes contratantes, o que

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una vez dictado el laudo arbitral, éste no pueda ejecutar contra el
perdedor en caso de incumplimiento.

1.1.2. Naturaleza jurídica

En cuanto a la naturaleza jurídica del arbitraje podemos señalar que


doctrinariamente existen tres teorías, estas a saber son:

 La Teoría Contractualista:

Considera que el arbitraje al nacer de la voluntad de las partes tiene


un origen eminentemente consensual lo cual permite que surja esta
institución jurídica y por tanto llegue a desarrollarse.

Así mismo, consideran que en el arbitraje no existe de manera


alguna ejercicio de función jurisdiccional. Ello por cuanto los árbitros
en si no disponen de dicha potestad y que (mica y exclusivamente
aquella es una característica exclusiva de los Tribunales de justicia.

Sin duda los árbitros al momento de emitir su fallo denominado


"laudo arbitral", están administrando justicia, sin embargo, dicho
laudo puede ser revocado posteriormente por un Tribunal.

 La Teoría Jurisdiccionalista:

Considera que el arbitraje es en si una institución de naturaleza


jurisdiccional, debido a que si bien es cierto los árbitros ejercen su
función como tal porque las partes así lo han expresamente
convenido en la cláusula arbitral, no menos cierto es que ejercen
dicha función jurisdiccional porque así lo establece la ley y por tanto,
es la propia ley, la que le confiere al "laudo arbitral" los mismos
efectos de una sentencia emitida por un Tribunal de justicia.

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 La Teoría Mixta:
La cual considera al arbitraje como institución jurídica en su origen,
de naturaleza contractual, consensual; sin embargo, eminentemente
jurisdiccional en sus efectos. Es por ello que se sostiene que el
arbitraje es un equivalente jurisdiccional.

1.2. Antecedentes del arbitraje

1.2.1. Origen y evolución del arbitraje

Históricamente el arbitraje no nació como una alternativa a la facultad


jurisdiccional del Estado Moderno de Derecho. Por el contrario, nació
mucho antes que esta y constituye en realidad un antecedente al mismo,
por lo que el arbitraje es en realidad parte de la historia inicial del
proceso. Nació si se quiere como un proceso anterior o proto-proceso.

Sin embargo, pese a haber sido el antecedente fáctico del proceso, hoy
es una fórmula procesal artesanal remanente, de marcados y perfiles
propios en un ámbito especifico del Derecho Procesal, pero que se sirve
—qué duda cabe— de la Teoría General del Proceso.

Nace como una fase anterior al desarrollo del proceso jurisdiccional.


Este se volvió una tarea exclusiva y excluyente del Estado luego de la
formación del Estado- Nación o Estado Derecho a fines del siglo XVIII,
de modo que el Estado se convirtió en el exclusivo arbiter de los
conflictos sociales e individuales de sus ciudadanos.

Es común en la doctrina singular situar los orígenes del arbitraje como


institución en el derecho romano. Posteriormente se consolidó como
institución a lo largo de la Edad Media y será reconocido en distintos

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cuerpos legales como el Fuero Juzgo en 1241 y posteriormente en las
Partidas elaboradas durante el reinado de Alfonso X.

En 1812, con la promulgación de la Constitución de Cádiz, el arbitraje


adquirirá rango constitucional, toda vez que su artículo 280 estableció
que «No se podrá privar a ningún español del derecho de terminar sus
diferencias por medio de jueces árbitros, elegidos por las partes»
(Merchán Álvarez 1981: 38).

El Breviario de Alarico nos presenta una regulación muy fragmentaria


que refleja determinados aspectos característicos de la institución en el
Derecho romano postclasico, donde predominan claramente los rasgos
jurídico-privados sobre los jurisdiccionales.

Por ello, los árbitros elegidos por las partes sólo podían emitir una
decisión que carecía de fuerza ejecutoria, es decir, no constituía res
iudicata.

Esto, lógicamente, no entorpecía la facultad que tenían las partes de


estipular una pena contra el litigante que no quisiere someterse al
dictamen de los árbitros y el correspondiente ejercicio de la acción ex
stipulatu para reclamar la pena.

Una excepción a este principio general parece constituirla el arbitraje


especial del obispo, episcopalis audientia, en el que esta muy
acentuada la naturaleza judicial del mismo.

Además, de estos cuerpos normativos se deduce una considerable


equiparación entre la figura del arbitro y la figura del juez. Así podemos
afirmar que los árbitros, en líneas generales, son considerados por el
legislador como unos jueces más.

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De este modo, en el Fuero Real sólo tienen capacidad para juzgar los
alcaldes, al margen de que hubieran sido puestos por el Rey o por
avenencia de las partes.

En el Espéculo y las Partidas, junto a los jueces puestos por el Rey (de
los que se realiza una larga enumeración) hay otros que son puestos por
las partes. Por eso cuando el maestro Jacobo en su Doctrinal nos habla
«De los jueces ordinarios en cuantas maneras son de juzgadores,
afirmando que son tres los jueces maneras de: La primera es de
ordinarios en la segunda de los delegados en la tercera de los árbitros
(1, 2, único); y de avenencias» (1,4,1) (Ureña y Bonilla 1924: 185).

En el Liber Iudiciorum no existe una regulación especifica, pero se


puede extraer un sistema de arbitraje de las normas del libro II, titulo I,
dedicadas a De iudicis et iudicalis, el cual se conserva en su
traducción romance o FueroJuzgo con leves modificaciones.

La exaltación del individualismo decimonónico se manifestó en la


Constitución de Cádiz, la que consideró al arbitraje como un derecho
fundamental, elevado a rango constitucional. Pero, además, modificó
puntos tan neurálgicos de la institución como los que se refieren al valor
y apelación de las sentencias arbitrales.

Desde fines del siglo XX, luego de la regulación del arbitraje en la mayor
parte de las legislaciones del mundo, se concibe a esta institución como
el proceso ideal, en donde los particulares son protagonistas de la
dirección y administración de su propia justicia.

El arbitraje se configura como un juicio de conocimiento en donde jueces


particulares, a través de un laudo, resuelven una determinada
controversia con toda la amplitud de validez intrínseca y extrínseca de
una sentencia judicial (Del Águila 2011: 17).

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De este modo, podemos afirmar que el arbitraje es cronológicamente
anterior a las formas estatales de la administración de justicia. La
practica de someter el conflicto a otra persona, aceptando de manera
adelantada y obligatoria la decisión, es anterior a la existencia de la
administración judicial estatal. Fue con posterioridad, con el
perfeccionamiento de la organización de la sociedad, que se permitió a
la institución.

Por tanto, a la luz de lo expuesto, podemos afirmar con plena convicción


que el arbitraje no nace propiamente de un contrato o convenio que lo
viabilice o que le de materialidad o le de concreción.

Nace, en verdad, del conflicto (y de las legitimas pretensiones de los


contendores) y de la necesidad de mantener una solución pacifica a las
controversias de los ciudadanos y sus empresas fuera del ámbito judicial
ordinario, pero siempre con la tutela y anuencia del Estado de derecho
que le otorga su autoridad de cosa juzgada.

El convenio arbitral, o el contrato de arbitraje, serán tan sólo una


consecuencia de la existencia o previsión del conflicto en las relaciones
humanas y sociales de los ciudadanos y sus empresas y de la
normatividad prevista o permita por el estado. Desde ese punto de vista,
comparte el mismo origen, racionalidad y finalidad que el proceso judicial
jurisdiccional reservado para la actividad jurisdiccional del Estado.

Su diferenciación está marcada par la mayor cercanía de las partes al


manejo del esquema procesal del arbitraje, su mayor disponibilidad, lo
que es aportado par las propias reglas, principios y postulados de la
Teoría del Proceso.

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Y, finalmente, la voluntad consensuada en el querer arbitrar, lo que no
existe ni se requiere en el proceso jurisdiccional del Estado, en donde la
comparecencia en el proceso sea siempre compulsiva.

1.3. Decreto Legislativo N° 1071 Ley del arbitraje

La actual Ley de Arbitraje (Quiroga, 2017), aprobada mediante Decreto


Legislativo N° 1071 y vigente desde el 1 de septiembre de 2008, derogó
por completo la Ley N° 26572.

Esta norma reforzó el carácter autónomo del arbitraje, tanto de la


jurisdicción ordinaria, como de las reglas procesales comunes,
protegiéndolo de intervenciones judiciales innecesarias y reconociéndolo
como una institución que tiene sus propios principios y reglas (Castillo
Freyre y otros 2014 Pág.: 35).

Esta es la norma legal que rige hasta la fecha, con algunos cambios
menores de último momento, como se explicará más adelante.

Los artículos de esta ley refuerzan la competencia de los árbitros,


consagran el recurso de anulación —para evitar el uso de recursos
anteriores al laudo, que pretendieran evadir la obligación de someterse a
arbitraje y a la competencia de los árbitros— y buscan restringir la
intervención judicial en determinados supuestos para facilitar el
desarrollo del arbitraje.

De manera concluyente, se ha señalado que la mayoría de los cambios


contenidos en el Decreto Legislativo N° 1071 obedecen al tránsito de
una ley dualista a una ley monista, que regirá tanto para el arbitraje
internacional como para el arbitraje nacional.

13
Según la exposición de motivos de la Ley, esto estandariza el
tratamiento arbitral peruano acercándolo a los estándares
internacionales (Castillo Freyre y otros 2014b: 35), con el propósito de
dotar a las instituciones de mayores instrumentos de control en su
conformación, desarrollo y resultados; con la finalidad de procurar evitar
su ilegal manipulación o uso indebido en desmedro jurídico y público de
la institución arbitral. Dentro de ese péndulo legislativo que tanto
caracteriza a la legislación sobre el arbitraje, este Decreto Legislativo ha
sufrido algunas modificaciones como a continuación desarrollamos.

1.3.1. Las modificaciones establecidas por el Decreto Legislativo N° 1231

La actual Ley de Arbitraje ha sufrido recientemente algunas


modificaciones menores a través del Decreto Legislativo N° 1231,
publicado el 26 de setiembre de 2015. De este modo, se modificó el
artículo 20, referente a la capacidad del árbitro, y el artículo 28, sobre los
motivos de abstención y de recusación de éstos.

Básicamente, ante la evidencia del ingreso de la corrupción al interior de


algunos procesos arbitrales, —su grosera y evidente manipulación a
partir de algunas de sus características (confidencialidad, limitación de
control jurisdiccional, etc.) para obtener ilícitos resultados y la utilización
de sus postulados limitados y blindados al proceso judicial para facilitar
su mal utilización— se ha tratado ahora de reforzar las seguridades para
que esto no suceda, básicamente a partir de la mayor responsabilidad
personal, legal y hasta penal de los que ejercen la función de árbitros.

No necesariamente esto va a mejorar. Como siempre ocurre con las


normas coyunturales, se cae en el riesgo de ir de un extremo al otro, sin
lograr una solución eficaz.

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De este modo, se incorpora también la posibilidad de inscribir en los
Registros Públicos el proceso arbitral y su resultado. Esto permite
romper parcialmente la regla de su confidencialidad para evitar que la
misma sea mal utilizada, entre otras disposiciones complementarias y
finales.

Entre estas destaca la regulación de la necesaria publicidad de los


laudos arbitrales donde el Estado haya sido parte de un proceso arbitral,
flexibilizando la regla general de la confidencialidad inter partes por
razones de notorio interés público evitando que esa confidencialidad sea
caldo de cultivo de su mal utilización con fines ilícitos en perjuicio del
Estado o de terceros.

1.4 Generalidades del proceso arbitral.

1.4.1. Competencia del tribunal.

El tribunal de arbitramento ostenta la facultad para decidir sobre su


competencia. La facultad de un tribunal arbitral de fijar su competencia
tiene dos vertientes una positiva y otra negativa.

La vertientes positiva del principio Competence-competence tiene su


punto de partida en el artículo V.3 del Convenio Europeo sobre Arbitraje
Comercial Internacional firmado en Ginebra en 1961, el cual establece:

“3. A reserva de que se pueda ulteriormente apelar conforme a la “lex


fori” contra el indicado laudo del tribunal de árbitro ante un tribunal
estatal competente, el tribunal de arbitraje cuya competencia fuese
impugnada no deberá renunciar al conocimiento del asunto y tendrá la
facultad de fallar sobre su propia competencia y sobre la existencia o
validez del acuerdo o compromiso arbitral o del contrato transacción u
operación de la cual forma parte dicho acuerdo o compromiso.”

15
El efecto negativo también ha sido regulado por el Convenio Europeo en
el articulo VI. 3 en los siguientes términos:

“3. Si una de las partes en un acuerdo o compromiso arbitral hubiere ya


incoado un procedimiento arbitral antes de recurrirse ante un tribunal
judicial, en tal caso el tribunal judicial de uno de los Estados
contratantes, al cual se haya dirigido posteriormente otra de las partes
con una demanda o pretensión referente al mismo objeto o diferencia
entre las mismas partes o a la cuestión de la inexistencia, nulidad o
caducidad del acuerdo o compromiso arbitral, deberá diferir toda
resolución sobre la competencia del tribunal arbitral hasta el momento en
que éste dicte su laudo sobre el fondo del asunto, siempre que el tribunal
estatal no tenga motivos suficientemente graves para desviarse de esta
norma.1”

Respecto a la jurisdicción arbitral el Tribunal Constitucional Peruano se


ha pronunciado que, En materia arbitral se observa la plena vigencia del
principio de la “kompetenz-kompetenz” “competencia sobre las
competencias” que faculta a los árbitros a decidir acerca de las materias
de su competencia, y que garantiza la competencia de los árbitros para
conocer y resolver, en todo momento, las cuestiones controvertidas que
se promuevan durante el proceso arbitral, incluida las pretensiones
vinculadas a la validez y eficacia del convenio (Scott, 2007).

De lo mencionado por el TC se debe precisar que solamente cuando se


cuestiona la validez del contrato original o principal sin cuestionar la
validez del convenio arbitral el Tribunal Arbitral podrá resolver, en tal
sentido cuando la parte ataca la validez del contrato principal y del
convenio arbitral con la misma base (como en los casos de falta de

1
Convención de Washington sobre Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones entre Estados y Nacionales de
otros Estados de 1965 y el artículo 81.1 de la Convención de Viena de 1981 sobre los Contratos de Compraventa
Internacional de Mercaderías

16
representación) ya no será factible que el Tribunal Arbitral resuelve sino
en la vía jurisdiccional ordinaria (Poudret, 2009).

1.4.2. Estructura del arbitraje Internacional

La estructura del arbitraje puede variar, sin embargo la necesidad de


aplicar principios derivados de diversas ramas jurídicas, explica que el
arbitraje se estructura en forma compuesta de cuarto cuerpos que son:
Un acuerdo, un procedimiento, un laudo y una ejecución.

Los cuerpos no son constantes en la práctica, pero es indispensable en


la teoría para delimitar la institución y distinguirla de otras figuras
limítrofes. Corrientemente se altera la composición o se busca disminuir
su número para favorecer el cumplimiento espontáneo del laudo.

Existentes comunes denominadores aplicables indistintamente para


todos los tribunales internacionales. Con mayor o menor regulación, en
el arbitraje internacional de manera similar al nacional, el proceso de
arbitraje se podría dividir a grandes rasgos en cuatro etapas (Rodriguez,
2004):

 La introductoria:
La demanda, su contestación y la respectiva reconvención, si a ello
hubiera lugar. En la gran mayoría de casos esta es realizada por los
árbitros.

 La probatoria:

 La alegatoria:
Acá se dan los alegatos de conclusión.

17
 La decisoria:
A la decisión de los árbitros internacionales se le puede decir
indistintamente laudo o sentencia internacional y su carácter en
definitivo pues contra ella sólo proceden recursos por violaciones
graves del debido proceso y por delito.

1.5. Principios y derechos de la función jurisdiccional

1.5.1. Principio de confidencialidad.

La confidencialidad resulta un lugar común en que la confidencialidad es


uno de los rasgos más útiles del arbitraje. (Loquin, 2006)

1.5.2. Principio de no intervención judicial

El primer inciso del artículo 3 de la Ley de Arbitraje establece que en los


asuntos que se rijan por ese precepto, «no intervendrá la autoridad
judicial, salvo en los casos en que esta norma así lo disponga» (Castillo
Freyre, 2014).

De este modo, salvo disposición distinta de la propia Ley de Arbitraje o


pacto en contrario de las partes, al existir un convenio arbitral o durante
el desarrollo de un proceso arbitral, ningún órgano jurisdiccional o
administrativo puede admitir a trámite proceso, procedimiento,
pretensión, acción o recurso que, de cualquier manera, impida el inicio
del arbitraje o que lo suspenda.

El Tribunal Constitucional ha subrayado que los tribunales arbitrales,


dentro del ámbito de su competencia, se encuentran facultados para
desestimar cualquier intervención y/o injerencia de terceros, incluidas las
de las autoridades administrativas y/o judiciales, destinadas a avocarse
a materias sometidas a arbitraje, en mérito a la existencia de un acuerdo

18
arbitral y a la decisión voluntaria de las partes, reiterando la protección
del arbitraje por el principio de no interferencia, consagrado en el artículo
139 de nuestra Constitución Política (Castillo Freyre, 2014).

Es decir, el Tribunal Constitucional ha subrayado la plena vigencia del


principio kompetenz-kompetenz, previsto en el artículo 39 de la
derogada Ley General de Arbitraje y en el artículo 41 de la actual Ley de
Arbitraje, el mismo que faculta a los árbitros a decidir acerca de las
materias de su competencia a efectos de evitar que una de las partes,
que no desea someterse al pacto de arbitraje, mediante un
cuestionamiento de las decisiones arbitrales, pretenda convocar la
participación de jueces mediante la interposición de cualquier acción de
naturaleza civil, constitucional o penal.

En consecuencia, el Tribunal Constitucional, con acertado criterio ha


reconocido la plena y absoluta competencia de los árbitros para conocer
y resolver las controversias sometidas a su fuero, con independencia de
la judicatura ordinaria. Es más, tratándose de materias de su
competencia, el control judicial en materia arbitral debe ser ejercido ex
post, es decir, a posteriori2, mediante los recursos de apelación (si se
hubiera pactado) y anulación del laudo; en tanto, el control constitucional
deberá realizarse de conformidad con el artículo 5, numeral 4 Del Código
Procesal Constitucional, no siendo procedentes los procesos
constitucionales, cuando no se hubieran agotado las vías previas.

1.5.2. Independencia

El inciso 2 del artículo 3 de la ley de arbitraje señala que "El tribunal


arbitral tiene plena independencia y no está sometido a orden,

2
La jurisdicción del arbitraje y su plena y absoluta competencia para conocer y resolver las controversias sometidas
al fuero arbitral, sobre materias de carácter disponible, con independencia jurisdiccional y, por tanto, sin intervención
de ninguna autoridad, administrativa o judicial ordinaria. El control judicial, conforme a la ley, debe ser ejercido ex
post, es decir, a posteriori (Exp. Nº 61672005,08/07/05, P,FJ. 14, PV.)

19
disposición o autoridad que menoscabe sus atribuciones (Castillo Freyre,
2014).

Al respecto el Tribunal Constitucional se ha pronunciado estableciendo


que El reconocimiento de la jurisdicción arbitral comporta la aplicación a
los tribunales arbitrales de las normas constitucionales y, en particular,
de las prescripciones del artículo 139 de la de Constitución, relacionadas
a los principios y derechos de la función jurisdiccional.

Por ello, el Tribunal considera y reitera la protección de la jurisdicción


arbitral, en el ámbito de sus competencias, por el principio de “no
interferencia” referido en el inciso 2) del artículo constitucional antes
citado, que prevé que ninguna autoridad puede avocarse a causas
pendientes ante el órgano jurisdiccional, ni interferir en el ejercicio de sus
funciones. Los tribunales arbitrales, por consiguiente, dentro del ámbito
de su competencia, se encuentran facultados para desestimar cualquier
intervención y/o injerencia de terceros, incluida autoridades
administrativas y/o judiciales, destinada a avocarse a materias
sometidas a arbitraje, en mérito a la existencia de un acuerdo arbitral y la
decisión voluntaria de las partes3.

Sobre la independencia TC ha señalado que […] el principio de


independencia […] debe entenderse desde tres perspectivas a saber:

a. Como garantía del órgano que administra justicia(independencia


orgánica), por sujeción al respecto al principio de separación de
poderes.

b. Como garantía operativa para la actuación del árbitro (independencia


funcional), por conexión de los principios de reserva y exclusividad de
su jurisdicción.

3
Exp. Nº 6167-2005-PHC/TC, 28/02/06, P,FJ. 12

20
c. Como capacidad subjetiva

De lo establecido por el Tribunal constitucional se arriba a que los


Tribunales arbitrales tienen plena independencia, y en mérito a su
reconocimiento de órgano jurisdiccional de excepción son aplicables los
principios de independencia4 el cual excluye toda interferencia externa.

1.5.3. Autonomía y competencia

El inciso 3 del artículo 3 de la Ley de Arbitraje señala que el Tribunal


arbitral tiene plenas atribuciones para iniciar y continuar con el trámite de
las actuaciones arbitrales, decidir acerca de su propia competencia y
dictar el laudo.

La autonomía es entendida como <<el respeto, al interior del propio


órgano, del desarrollo de sus funciones, de modo que sus decisiones
sean imparciales y más aún se logre mantener esa imagen de
imparcialidad frente a la opinión pública. Esta autonomía debe ser
entendida desde una doble perspectiva:

a) Como garantía de la administración de justicia;

b) Como atributo del propio “árbitro”.

Es en este último plano donde se sientan las bases para poder hablar de
una independencia institucional que garantice la correcta administración
de justicia, pues supone que el árbitro se encuentre y se sienta sujeto
únicamente al imperio de la ley y la Constitución antes que a cualquier
fuerza o influencia política»5.

4
Sentencia del Tribunal Constitucional emitida el 9 de junio de 2004 a través del expediene N° 0023-2003-AI-TC.
5
Sentencia del Tribunal Constitucional contenida en el expediente n.° 2465-2004-AA-TC.

21
De otro lado, el propio inciso 3 subraya la plena vigencia del principio
kompetenz- kompetenz, el mismo que faculta a los árbitros a decidir
acerca de las materias de su competencia, a efectos de evitar que una
de las partes, que no desea someterse al pacto de arbitraje, mediante un
cuestionamiento de las decisiones arbitrales, pretenda convocar la
participación de jueces mediante la interposición de cualquier acción de
naturaleza civil, constitucional o penal (Castillo Freyre, 2014).

En mismo sentido el artículo 41 párrafo 1° 6 resalta que el tribunal arbitral


es el único competente para decidir sobre su propia competencia, es
decir está facultado para realizar todas las actuaciones concernientes al
arbitraje, declarar en qué casos son viales o no los cuestionamientos
que se susciten respecto a la validez o invalidez del laudo arbitral.

Si bien la misma ley faculta a los tribunales arbitrales fijar su


competencia en virtud del principio de kompetenz-kompetenz, “sin
embargo podría existir algún proceso civil sobre materia conexa a
aquélla que se venga discutiendo en el plano arbitral (Castillo Freyre,
2014)”.

La Ley de Arbitraje en su inciso 3 del artículo 3 establece que el tribunal


arbitral tiene plenas atribuciones para dictar el laudo. Respecto a ello
Mario Castillo Freyre refiere “Lo que se busca es desterrar ciertas
prácticas —acciones de garantía y medidas cautelares— a las cuales
también se solía recurrir, a efectos de interrumpir el proceso y evitar que
el tribunal laude. Es decir, que a pesar de que se había desarrollado
todo el proceso, se evitaba poner fin al mismo.” (Castillo Freyre, 2014)

6
Artículo 41.- Competencia para decidir la competencia del tribunal arbitral. 1. El tribunal arbitral es el único
competente para decidir sobre su propia competencia, incluso sobre las excepciones u objeciones al arbitraje relativas
a la inexistencia, nulidad, anulabilidad, invalidez o ineficacia del convenio arbitral o por no estar pactado el arbitraje
para resolver la materia controvertida o cualesquiera otras cuya estimación impida entrar en el fondo de la
controversia. Se encuentran comprendidas en este ámbito las excepciones por prescripción, caducidad, cosa juzgada y
cualquier otra que tenga por objeto impedir la continuación de las actuaciones arbitrales.

22
1.5.4. No interferencia

El inciso 4 de este artículo 3 de la Ley de Arbitraje, subraya que ninguna


actuación ni mandato fuera de las actuaciones arbitrales, podrá dejar sin
efecto las decisiones del tribunal arbitral, a excepción del control judicial
posterior, mediante recurso de anulación del laudo contemplado en la
propia Ley.

Es importante también señalar que la norma agrega en su parte final que


esta disposición está sujeta a responsabilidad. Es evidente que la Ley
alude a la responsabilidad de las autoridades judiciales o de cualquier
otra que quiera interferir en el desarrollo de un proceso arbitral, salvo
que sea el control ex post a través del recurso de anulación.

Dentro de tal orden de ideas, queda claro que la anulación de laudo es la


única vía. Naturalmente, se ha discutido mucho acerca de la posibilidad
de interponer acción de amparo en el Tribunal Constitucional, con
respecto a la resolución que deniega anular un laudo.

Respecto a ello el Tribunal Constitucional ha dejado establecido de


modo muy claro que el recurso de anulación no es una vía previa al
amparo, sino una vía específica e idónea para proteger cualquier
derecho.

Por ello, en el fundamento 20 de la sentencia recaída en el Expediente


n.° 0142-2011-AA/TC, el Colegiado establece las siguientes reglas:

a. El recurso de anulación y de apelación para aquellos procesos


sujetos a la derogada Ley n.° 26572, constituyen vías
procedimentales específicas, igualmente satisfactorias para la
protección de derechos constitucionales, que determinan la

23
improcedencia del amparo, salvo las excepciones establecidas en la
propia sentencia.

b. No procede el amparo para la protección de derechos


constitucionales aun cuando éstos constituyan parte del debido
proceso o de la tutela procesal efectiva.

c. No procede el amparo para cuestionar la falta de convenio arbitral.

d. No procede el amparo cuando las materias sobre las que ha de


decidirse tienen que ver con derechos fundamentales de carácter
indisponible o que no se encuentran sujetas a posibilidad de
negociación alguna.

e. Si se interpone demanda de amparo, desconociendo las referidas


reglas, no se suspenden ni interrumpen los plazos para interponer los
recursos de anulación y/o apelación según corresponda.

f. Contra lo resuelto por el Poder Judicial en materia de impugnación de


laudos arbitrales sólo podrá interponerse proceso de amparo contra
resoluciones judiciales, conforme a las reglas del artículo 4 del
Código Procesal Constitucional y su desarrollo jurisprudencial.

De esta última regla impuesta por el Tribunal Constitucional si se puede


interponer un amparo, pero este amparo será un control ex post a los
mecanismos de impugnación recogidos en el Decreto Legislativo N°
1071.

En efecto, esta última regla permitiría que aquella parte renuente al


cumplimiento del laudo y que acudió a la «vía específica e idónea del
recurso de anulación», pueda acudir al proceso de amparo. Obviamente,
el amparo no lo interpondrá en contra del laudo (respetando así, las

24
reglas establecidas en este precedente), pero sí lo hará en contra de la
resolución judicial que resuelva en última instancia el recurso de
anulación.

Es decir, en los hechos, seguirán siendo tres las etapas para resolver
una controversia: la arbitral, la judicial comercial (vía recurso de
anulación) y la judicial constitucional (vía el amparo en contra de la
resolución judicial).

Por su parte, en el fundamento 21 del precedente bajo comentario,


también se establecen tres reglas de procedencia de un amparo arbitral;
a saber:

a. Cuando se invoca la vulneración directa o frontal de los precedentes


vinculantes establecidos por el Tribunal Constitucional.

b. Cuando en el laudo arbitral se ha ejercido control difuso sobre una


norma declarada constitucional por el Tribunal Constitucional o el
Poder Judicial, según corresponda, invocándose la contravención al
artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional 7.

c. Cuando el amparo sea interpuesto por un tercero que no forma parte


del convenio arbitral y se sustente en la afectación directa y
manifiesta de sus derechos constitucionales a consecuencia del
laudo pronunciado en dicho arbitraje, salvo que dicho tercero esté
comprendido en el supuesto del artículo 14 del Decreto Legislativo N°
1071.

7
Artículo Vl.- «Control Difuso e Interpretación Constitucional
Cuando exista incompatibilidad entre una norma constitucional y otra de inferior jerarquía, el Juez debe preferir la
primera, siempre que ello sea relevante para resolver la controversia y no sea posible obtener una interpretación
conforme a la Constitución.
Los Jueces no pueden dejar de aplicar una norma cuya constitucionalidad haya sido confirmada en un proceso de
inconstitucionalidad o en un proceso de acción popular. […]».

25
1.6. Aspecto positivo y negativo

1.6.1 Aspectos Positivos

a. La aplicación del Principio de confidencialidad que permite a que se


evite dar información a terceros durante el proceso del arbitraje

b. La no intervención judicial salvo la norma asi disponga para evitar


parcializacion dentro del convenio arbitral o durante el desarrollo de
un proceso arbitral

c. La independencia del tribunal arbitral en el proceso de arbitraje


conllevando a que se proteja la integridad y normas constitucionales
y el ámbito de sus competencias garantizando la administración de
justicia la separación de poderes y la capacidad subjetiva dentro del
proceso arbitral

d. El respeto de las partes que realizan el proceso arbitral siendo


imparcial en la solución de la controversia.

e. Autonomía del tribunal arbitral

1.6.2. Aspectos negativos

 Problemas de omisión de información

 Burocracia en el proceso arbitral

 Falta de predisposición de información por parte de uno de los


demandantes para un arbitraje imparcial.

26
 Medidas cautelares que interrumpe el proceso y evitar que el tribunal
laude

1.7. Jurisprudencia

EXP. N ° 01742-2013-PA/TC
LIMA
FERNANDO IKEDA MATSUKAWA
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 16 días de mes de mayo de 2014, la Sala Primera del


Tribunal Constitucional pronuncia la siguiente sentencia con el voto en
mayoría de los magistrados Vergara Gotelli y Alvarez Miranda, y d voto
dirimente del magistrado Calle Hayen, llamado a componer la discordia
suscitada por el voto del magistrado Urviola Hani
ASUNTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Fernando Ikeda


Matsukawa, contra la resolución de fojas 1806, su fecha 21 de
noviembre de 2012 expedida por la Tercera Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de Lima.

ANTECEDENTES
Con fecha 20 de octubre de 2011 el recurrente interpone demanda de
amparo contra la Titular de la Vigésimo Segunda Fiscalía Provincial en lo
Penal de Lima, y el procurador encargado de los asuntos judiciales del
Ministerio Publico, solicitando que se declarar la nulidad e ineficacia de
los actuados durante la investigación preliminar de la denuncia de parte
formulada por la empresa Corporación Ganadera S.A. en contra suya y
otros (Carpeta Fiscal N.° 394-2011), asimismo solicita que se ordene
que la emplazada se abstenga de realizar actos o diligencias que
interfieran con el desarrollo del arbitraje N.° 2050-077-2011, seguido por

27
la empresa San Fernando S.A. y la citada Corporación Ganadera S.A.
ante la Cámara de Comercio de Lima.

Refiere que entre San Fernando S.A. y la Corporación Ganadera S.A.


existieron desentendimientos respecto a las reglas de aplicación del
reparto de utilidades entre as partes contratantes, así como de propio
monto de las utilidades distribuidas y cobradas por Corporacion
Ganadora, razón por la que San Fernando S.A. decidió s meter todas las
controversias a arbitraje conforme lo especifica el contrato que tienen
vigente.

En tal sentido San Fernando S.A. (antes Molinos Mayo S.A.) y


Corporación Ganadera S.A. con fecha 22 de junio de 2011, sometieron a
arbitraje sus diferencias generadas por la ejecución de un contrato de
asociación en participación, buscando específicamente que se determine
su vigencia y la subsistencia de obligaciones entre las partes, as como la
determinación de la regla aplicable para determinar la percepción de as
utilidades. Made que encontrándose este proceso en tramite, la
Corporación mencionada formuló denuncia penal contra los Directores,
Gerentes y varios funcionarios de San Fernando S.A. (incluido el
amparista) por la supuesta comisión de los delitos de estafa, fraude en la
administración de persona jurídica y contra la fe pública, en su agravio,
los mismos que supuestamente se cometieron documentalmente.

Aduce que las actuaciones fiscales interfieren con la tramitación del


arbitraje, porque la emplazada investiga sobre hechos y materias que
son objeto del proceso de arbitraje, como es el determinar si existe
caducidad en el derecho de rendición de cuentas, reparto de utilidades,
reglas aplicables al reparto; incursión en mora y otros, lo que evidencia
la trasgresión de la prohibición constitucional del avocamiento indebido y
la vulneración al debido proceso.

28
La magistrada emplazada contesta la demanda alegando que no vulneró
derecho constitucional alguno. Aduce que se avocó a conocer la
denuncia que formula la corporación Ganadera S.A por los delitos contra
el patrimonio (estafa) fraude en la administración de persona jurídica y
contra la fe pública (falsedad genérica), en cumplimiento de as
facultades que la Constitución le otorga al Ministerio Público entidad que
integra con la Fiscal Provincial.

Finalmente aduce, que la investigación preparatoria cuestionada es


conforme a su Ley Orgánica, y tiene por objeto verificar la comisión del
ilícito y recabar la prueba. Finalmente alega que los bienes jurídicos
tutelados por el derecho penal son diferentes a las que tutela el arbitraje,
que se caracteriza por ser eminentemente patrimonial.

El procurador Público encargado de los asuntos del poder Judicial, se


apersona a la instancia y deduce las excepciones de litispendencia y de
falta de agotamiento de la vía administrativa. Asimismo contesta la
demanda, solicitando que la demanda sea declarada improcedente, toda
vez, que alegando la afectación de derechos constitucionales lo que
pretende es cuestionar fallos judiciales adversos al amparista.

La Corporación Ganadera S.A. se apersona al amparó y solicita su


inclusión procesal como litis consorte, aduciendo que tiene legitimidad
para integrar la relación procesal, porque le asiste interés jurídicamente
relevante en el resultado del amparo, toda vez, que afronta un proceso
arbitral con la amparista.

El Quinto Juzgado Constitucional de Lima. con fecha 1 de siembre de 20


l l, declaró fundada la solicitud de intromisión procesal, incorporando a
Corporación Ganadera S.A en calidad de litis consorte facultativo de la
demandada (ff. 382/383) posteriormente, la citada Corporación
Ganadera S.A, absuelve traslado y contestando la demanda alega que

29
no existe avocamiento indebido dada que expresamente solicitó que el
Tribunal Arbitral se inhiba de conocer la pretensión de caducidad del
derecho de rendición de cuentas, materia respecto de la cual formula
denuncia penal.

El Quinto Juzgado Constitucional de Lima, con fecha 14 de marzo de


2012, declara saneado el proceso de amparo (ff 1071/1075). Luego. con
fecha 4 de abril de 2012, declaró fundada la demanda por considerar
que el avocamiento de la magistrado emplazada y el subsecuente inicio
de la investigación preparatoria, así como as actuaciones del
Representante del Ministerio Público efectuadas durante ésta,
particularmente, sus solicitudes referidas a los balances, liquidaciones,
estados de cuenta, entre otros; terminaron por interferir con lo resuelto
(parcialmente) por el Tribunal Arbitral, evidenciándose, la vulneración de
la garantía constitucional reclamada. Conforme lo establece el articulo
2.° del Código Procesal Constitucional.

A su turno, la Tercera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima,


revocó la apelada y reformándola la declaro infundada la demanda, por
estimar que de los autos no se acredita el avocamiento indebido de la
fiscal emplazada que sustenta el amparo, toda vez, que la investigación
preliminar versa sobre materias distintas a aquellas que son objeto de
proceso arbitral, tanto más, si la capacidad concedida a los
Representantes del Ministerio Público es eminentemente postulatoria.

1.8. El convenio arbitral

El artículo 1326 del Decreto Legislativo que Norma el Arbitraje refuerza


(decimos que refuerza. pues ya la anterior LGA apostaba por el
antiformalismo del convenio arbitral, como también por el de la laxitud de
su forma escrita, en el contexto de los nuevos medios de comunicación)
el carácter antiformalista del convenio arbitral, al establecer claramente

30
el carácter ad probationem de la exigencia de su forma escrita, acorde al
contexto de los nuevos medios de comunicación. Lo cual queda eviden-
ciado al entender "que el convenio arbitral consta por escrito cuando se
cursa

Una comunicación electrónica y la información en ella consignada es


accesible para su ulterior consulta" (artículo 13, inciso 4, DLA).

En el DLA, los requisitos formales del convenio arbitral ceden frente a la


voluntad de las partes, o lo que es lo mismo, éstos se aligeran a causa
del principio de favor negocio asumido por aquél. En tal sentido, se
considera "que el convenio arbitral es escrito cuando esté consignado en
un intercambio de escritos de demanda y contestación en los que la
existencia de un acuerdo sea afirmada por una parte sin ser negada por
la otra" (artículo 13, inciso 5. DLA).

De otro lado, en lo relativo a los tipos de formalización del convenio


arbitral, no existe una concepción modal unívoca en nuestro DLA, pu-
diéndose más bien observar —principalmente— las siguientes modali-
dades:

 Convenio arbitral adhesivo: es aquel que viene formalizado como


cláusula —general de contratación o no— incorporada a un contrato
de adhesión.

 Convenio arbitral unidocumental: es aquel formalizado en un único


documento, sea como acuerdo independiente o como cláusula
incorporada a un contrato principal.

 Convenio arbitral por referencia: es aquel que no consta en el


documento contractual principal, sino en un documento separado,

31
pero se entiende incorporado al contenido del primero por la
referencia que en él se hace al segundo.

Finalmente, el artículo 14 del DLA establece un ámbito de aplicación


subjetivo del convenio arbitral más amplio que el recogido por la previa
LGA, al precisarnos que éste "se extiende a aquellos cuyo consenti-
miento de someterse a arbitraje, según la buena fe, se determina por su
participación activa y de manera determinante en la negociación,
celebración, ejecución o terminación del contrato que comprende el
convenio arbitral o al que el convenio esté relacionado" y "a quienes
pretendan derivar derechos o beneficios del contrato, según sus térmi-
nos". Lo cual abre además una interesante puerta a la figura de la in -
tervención de terceros en el arbitraje, como también a aquella del litis-
consorcio.

1.8.1. El número de árbitros

Para ser árbitro el DLA —artículos .1932 y 2033— requiere, en modo


positivo, que el sujeto sea tina persona física y en número fijado por las
partes siempre en caso de órgano arbitral colegiado. Sin embargo, a di-
ferencia de la anterior LGA, el DLA no exige preceptivamente la
imparidad —sino facultativamente—, lo cual puede generar graves
problemas operativos en la deliberación y decisión del tribunal arbitral.

Hubiese sido deseable que el DLA opte por la fórmula integra del artículo
12 de la LAE el cual nos señala que "Las partes podrán fijar libremente
el número de árbitros siempre que sea impar'.

1.8.2. La capacidad del árbitro

EL DLA asocia la figura del árbitro inhabilis al régimen de incompatibi-


lidades que surjan de las normas respectivas a las que pueda estar so-

32
metido el árbitro en el ejercicio de su oficio público (artículo 21, DLA).
Optándose así por un criterio de remisión y de carácter abierto, distinto
al del viejo artículo 26. LGA, que asumía una regulación directa y de ca-
rácter cerrado.

1.8.3. El árbitro de derecho

Asimismo, el artículo 22 DLA, permite en el arbitraje de derecho —y


nacional— que las partes puedan designar a un no abogado, a diferen-
cia de la anterior LGA la cual exigía ineludiblemente tal condición. En
tanto, en el arbitraje internacional —curiosamente— no viene requerida
tal exigencia para ser árbitro "en ningún caso".

Además, nos señala el DLA, de forma adecuada, que cuando venga


exigida la condición de abogado "no se requerirá ser abogado en
ejercicio ni pertenecer a una asociación o gremio de abogados nacional
o extranjera".

1.8.4. Designación del árbitro

En el caso de que los árbitros designados de parte o la institución arbitral


o el tercero a quien se hubiese encargado no lleven a cabo la
nominación del tercer árbitro, procede residualmente el recurso a lo que
podemos denominar como designación cameral (que sustituye a la vieja
designación judicial de la LOA), la cual importa un procedimiento llevado
a cabo por una Cámara de Comercio —del lugar del arbitraje o del de
celebración del convenio arbitral—, destinado a satisfacer una petición
fundada en la falta de acuerdo en cuanto a la designación de los
árbitros.

Asimismo, la Cámara de Comercio encargada de la designación deberá


tomar en cuenta las cualidades requeridas por las partes, como la

33
conveniencia de que el tercer árbitro tenga una nacionalidad distinta a la
de éstas.

Por otra parte, el artículo 23, inciso c. del DLA, regula —por primera vez
— el tema de la designación de árbitros en el caso de arbitraje
multiparte. En tal forma, nos señala que los demandantes deberán
designar a un árbitro como también los demandados, y si éstos o
aquéllos no se ponen de acuerdo en la designación. entonces —acorde
al artículo 23, inciso d, del DLA— será hecha por la Cámara de
Comercio del lugar del arbitraje o del de celebración del convenio
arbitral. Observándose así que el DLA opta por dejar en manos de las
Cámaras de Comercio la designación —residual— de todos los árbitros.

1.8.5. Renuncia y remoción del árbitro

El artículo 30 del DLA regula los supuestos en que es posible la renuncia


del árbitro, el cual procede por voluntad propia a su remoción del
proceso arbitral. Estos casos aluden a las figuras, antes vistas de árbitro
inhabilis y árbitro suspectus (impedido de derecho), así como también
recogen los supuestos de árbitro impeditus (impedido de hecho) esto es,
aquel que por causas de hecho o de derecho se encuentra impedido de
ejercer sus funciones como árbitro.

Asimismo, en los casos antes vistos, si las partes lo acuerdan pueden


remover al árbitro del proceso, el cual por virtud de esta voluntad cesará
en su cargo (artículo 30, inciso 1, DLA) facultad plenamente coherente
con la autonomía de voluntad de las partes. la cual no existía en la ante-
rior LGA.

1.8.6. Competencia de la competencia


El artículo 41. DLA, señala —peligrosa e impropiamente"— que el
"tribunal arbitral es el único competente para decidir sobre su propia

34
competencia...-, acercándose así a la noción de kompetenz-kompetenz
de la terminología jurídica alemana» pero alejándose de la noción glo-
balmente aceptada del principio de competencia de la competencia. Se-
gún la cual éste principio permite evitar que una parte, limitándose a in-
vocar la incompetencia del órgano arbitral pueda retrasar o interrumpir el
desarrollo del arbitraje, al otorgar a los árbitros el poder de decidir "pri-
mero" sobre su propia competencia si bien su decisión será aún posible
de ser sometida al control de los jueces estatales, particularmente, con
motivo del recurso de anulación (artículo 63, DLA).

1.8.7. La tutela cautelar arbitral

El DLA distingue los momentos en que deben ser solicitadas las me-
didas cautelares, según se insten iniciado ya el arbitraje o con anteriori-
dad a este momento. En tales supuestos se requerirá del auxilio del ór-
gano jurisdiccional, bien para el dictado y/o ejecución de la medida
cautelar.

En tal forma, podemos observar que la intervención judicial en materia


cautelar arbitral, se presenta en los siguientes supuestos:

1. Tutela cautelar ante causam arbitratum


La solicitud de la medida cautelar con anterioridad al inicio del
arbitraje se plantea ante el juez subespecializado en lo comercial
o, en su defecto, ante el juez especializado en lo civil, del lugar
donde la medida deba ser ejecutada o bien aquél donde deba
producir su eficacia. Asimismo, fija el requisito temporal de diez
días en orden a proceder al inicio del arbitraje.

Adicionalmente, al determinar como plazo de caducidad de la


medida los noventa días posteriores a su dictado se establece un
régimen temporal de permanencia de la medida cautelar adoptada

35
ante causam más beneficioso que aquel judicial en el que el plazo
inexorable de los diez días puede ser determinante.

2. Tutela cautelar intra causam arbitratum


La solicitud de una medida cautelar encontrándose pendiente el
arbitraje se lleva a cabo frente al órgano arbitral, el cual —a
solicitud de parte— adoptará la medida más adecuada para
asegurar la eficacia futura del laudo arbitral a pronunciarse,
requiriendo para su ejecución el auxilio de la jurisdicción estática.

De otro lado, el DLA establece que la tutela cautelar intra causam


en su cauce adjetivo se rige —como regla general— por el
principio de audita altera pars, es decir el tribunal arbitral "antes
de resolver, pondrá en conocimiento la solicitud a la otra parte".56
Si bien se podrá optar por el principio opuesto —inaudita altera
pars— cuando el solicitante -justifique la necesidad de no hacerlo
[poner en conocimiento a la otra parte] para garantizar que la
eficacia de la medida no se frustre.

1.8.8. El laudo arbitral

A diferencia de la LGA que reconocía sólo al laudo final, el DLA reco-


noce en su artículo 54, salvo acuerdo distinto de las partes, dos tipos de
laudos: el parcial y el definitivo.% En tal forma, el tribunal arbitral puede
decidir la controversia "en un solo laudo o en tantos laudos parciales
como estime necesarios, los cuales pueden versar sobre una parte del
fondo de la controversia o sobre otros tenias, como la competencia de
los árbitros o las medidas cautelares.

Por ejemplo, se podría decidir primero si existe responsabilidad


extracontractual del demandado, y sólo después decidir. de ser el caso.
el monto indemnizatorio. Asimismo, el laudo parcial es, para todo efecto

36
resolutivo, un laudo definitivo, el cual al adquirir firmeza resultará
invariable (artículo 59, inciso 2, DLA).

Respecto a la forma del laudo. el DLA acoge un canon antiformalista, al


asumir el carácter ad probationem de la exigencia de su forma escrita,
acorde al contexto de los nuevos medios de comunicación. Lo cual que-
da evidenciado por su articulo 55, inciso 2. el cual nos señala que "se
entenderá que el laudo consta por escrito cuando de su contenido y fir-
mas quede constancia y sean accesibles para su ulterior consulta en
soporte electrónico óptico o de otro tipo.

Finalmente. el DLA acoge una nueva modalidad de saneamiento del


laudo, por la cual "cualquiera de las partes puede solicitar la exclusión
del laudo de algún extremo que hubiera sido objeto de pronunciamiento,
sin que estuviera sometido a conocimiento y decisión del tribunal arbitral
o que no sea susceptible de arbitraje", recogiendo además figuras ya re-
guladas por la LGA, nominadas ahora rectificación, interpretación e inte-
gración (artículo 58, DLA).

1.8.9. Conservación del expediente arbitral

El artículo 61 del DLA —siguiendo al articulo 38, inciso 3, de la LAE—


establece el plazo subsidiario de tres meses, desde la culminación de las
actuaciones arbitrales, para el cese de la obligación del tribunal arbitral
de conservar el expediente de arbitraje. Asimismo, en este lapso las
partes pueden solicitar la devolución de los documentos presentados o
bien la remisión del expediente a una institución arbitral o cámara de
comercio para efectos de su custodia.

1.8.10. Los recursos


El DLA regula al recurso de reconsideración, ahora posible de ser
planteado a iniciativa de parte o ex oficio (artículo 49 DLA), y al recurso

37
de anulación, eliminando así el inoperativo recurso de apelación estable-
cido por la LGA.

Ahora respecto al recurso de anulación se presenta la novedad de que


pueden ser objeto de éste, tanto el laudo parcial como definitivo, pues el
artículo 62, inciso 1, DLA nos señala que "Contra el laudo sólo podrá
interponerse recurso de anulación..." Asimismo, ello generará
interesantes alcances vinculados a las consecuencias de la anulación
cuando existan varios laudos al interior del mismo arbitraje.

Por otra parte. de ser anulado el laudo —parcial o totalmente— procede


plantear el recurso de casación. el cual, a diferencia de la vieja LGA,
viene precisado en su finalidad por la Segunda Disposición Modificatoria
del DLA, la cual nos señala que "En los casos previstos en la Ley
General de Arbitraje. el recurso de casación tiene por finalidad la revisión
de las resoluciones de las Cortes Superiores. para una correcta
aplicación de las causales de anulación del laudo arbitral...'.

1.8.11. La ejecución del laudo

Si bien el DLA alude tanto a "ejecución arbitrar' (artículo 67) como ju-
dicial (artículo 68) del laudo consideramos, por las mismas razones an-
tes expuestas en materia cautelar que la ejecución del laudo —técnica-
mente— posee un carácter sólo judicial, y ello sin entrar al análisis de la
responsabilidad que generaría para los árbitros la denominada
"ejecución arbitral". Es más, el propio artículo 68, inciso 1 del DLA nos
insinúa tal único camino al señalarnos que el interesado "podrá solicitar
la ejecución del laudo ante la autoridad judicial competente
acompañando copia de éste y de sus rectificaciones, interpretaciones,
integraciones y exclusiones y. en su caso, de las [frustradas]
actuaciones de ejecución efectuada por el tribunal arbitral".

38
CONCLUSIONES

Cuando el arbitraje se llama fuera de la corte de un litigio de forma ordenada


proceso de mediación o resolución vinculante. Básicamente, para distinguir
entre los muchos lugares posibles y, a veces prescritos procedimientos antes
con voluntarios árbitros / jueces o reconocidos públicas mediadores ocuparon
de arbitraje o estatales oficinas de conciliación y arbitraje ley puramente
privada por una empresa privada de arbitraje en el contrato solicitada por las
partes. Una posición intermedia toma el procedimiento en público.Órganos de
arbitraje creados por asociaciones o asociaciones para disputas entre
miembros o ciertas disputas específicas de la industria.

El arbitraje es una figura judicial fascinante. Teniendo una raíz común con el
proceso judicial (el conflicto), la realidad del arbitraje y del proceso judicial se
dan hoy planos diferentes, respecto de diferentes pretensiones, pero
proyectados hacia un fin común (la solución del conflicto), bajo una misma
plantilla o esquema procesal, lo que demuestra que tienen una misma
naturaleza o raíz jurídica. Esto resalta más en la hora actual de crisis
generalizada y globalizada de la administración de justicia que ofrece el
Estado.

El arbitraje es el embrión de proceso judicial jurisdiccional que ha subsistido


hasta la fecha a pesar de la vigencia del proceso judicial por muy diversas
razones y finalidades que son también comunes a las del proceso judicial y que
el mismo proceso judicial alienta y estimula. El arbitraje comparte la misma
naturaleza jurídica del proceso judicial. Ambos tienen una misma finalidad y
repiten, en mayor o menor grado, el mismo método. Además, ambos se sirven
del proceso, y su teoría general, para lograr su realidad. Sus diferencias,
basadas en su origen y algunas particularidades, no le quitan la esencia de su
naturaleza jurídica.

39
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ANEXOS

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