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ÍNDICE
1. Preámbulo necesario
4. BIBLIOGRAFÍA
1. Preámbulo necesario
Son muchos los autores que han intentado definir la lengua desde que Ferdinand
de Saussure destacó el carácter de ésta como sistema de signos: Hjemslev, Chomsky,
Coseriu, etc. Todos hallan diferencias y perspectivas diversas en la definición de ésta.
Sea como fuere, lo que hay que tener claro es que desde una perspectiva comunicativa,
el lenguaje puede verse como un entramado de códigos culturales cuyo significado se
construye a partir del uso que los interlocutores hacen en sus actos de interacción
cotidiana. En este tema se estudiarían los procesos de comunicación entre interlocutores
que comparten un sistema de códigos determinado a través del cual construyen el
conocimiento que es para lo que realmente sirve el lenguaje. La semiología intentaría
leer todos los códigos culturales como sistema de signos. Estos códigos serían múltiples
y se renovarían en situaciones culturales concretas.
Por otro lado, existe una segunda acepción del habla del lenguaje que se conoce
como sistema de comunicación. Para que exista una verdadera comunicación han de
darse necesariamente los siguientes factores: un emisor ha de emitir un mensaje, a
través de un canal, en forma de una señal, o signo, que un receptor pueda percibir,
descifrar e interpretar. Para ello es necesario que ambos compartan el mismo código en
que se cifra el mensaje y que éste remita a un determinado referente. Para que se dé un
bucle de retroalimentación, o feedback, el receptor ha de ser capaz de asumir las
funciones de emisor y, al mismo tiempo, el anterior emisor puede pasar a receptor. De
este modo la comunicación no presupone un sujeto activo frente a otro pasivo, pues
mientras que el emisor emite, el receptor decodifica y es, a su vez, emisor potencial.
Para Hymes, los rasgos del contexto de situación que pueden ser relevantes para
identificar el tipo de acto comunicativo, dentro de un enfoque pragmático son:
Umberto Eco llega a firmar que, de hecho, toda cultura se ha de estudiar como
un fenómeno de comunicación, de modo que la semiología será la ciencia que estudie
todos los procesos culturales en tanto procesos de comunicación.
2.- CLASES DE RASGOS CONSTITUTIVOS DE LA COMUNICACIÓN NO
VERBAL.
→ Paralenguaje. Son señales vocales establecidas en torno al habla común; serían las
cualidades de la voz, las vocalizaciones, etc.
→ Proxémica. Distancia de las personas mientras interactúan entre sí. Difiere de unas
culturas a otras. Hall notaba que la distancia social entre la gente está generalmente
correlacionada con la distancia física y describía cuatro diferentes tipos de distancia:
Lyons estima que aún existe una falta de precisión en la línea divisoria trazada
entre lo verbal y lo no verbal y, por ello, distingue entre la comunicación vocal y la no
vocal.
– La página: en la primera página del periódico y de cada sección se ubican las noticias
a las que hay que conceder una mayor importancia.
– Más destacadas son también las páginas impares: es una manera de “manipular” según
el orden de colocación de la noticia.
– La noticia colocada en la parte superior de la página es, a su vez, más importante.
– El número de columnas que a una noticia se dedique.
– El tamaño y tipo de letra.
– La noticia ilustrada con fotografías.
**Por otro lado, existen códigos verboicónicos aplicados por los medios de
comunicación para masas a la difusión de mensajes a gran escala. Estos códigos generan
esquemas de conducta rígidos en los receptores de tal forma que estos realicen acciones
colectivas sin planteárselas críticamente.
Lomas afirma que "la significación derivada de las estrategias persuasivas de los
medios de comunicación de masas se sustenta con frecuencia en discursos logoicónicos
que tienen en la imagen un recurso estilístico determinante". La imagen se convierte, en
consecuencia, en la herramienta más importante para la televisión y la publicidad. Las
imágenes serían según el mismo autor, "artefactos culturales que invitan a confundir las
imágenes de la realidad con la realidad misma". Es por ello que su efectividad es muy
alta y que por ello serán objeto de especial estudio.
De entre las distintas funciones que surgen entre lenguaje verbal y no verbal, la
más importante, por lo frecuente, es la función de anclaje, que encontramos sobre todo
en la publicidad. Ante el posible despliegue de connotaciones que tanto el lenguaje
verbal como el no verbal pueden ofrecer, uno de ellos (verbal o no verbal) actúa como
anclaje, de tal forma que cierra las posibles lecturas limitando el espectro de
significados. Si el lenguaje verbal posibilita distintas interpretaciones, las imágenes se
encargan de centrar el significado y viceversa.
Todos estos recursos son artificios semióticos sutiles para orientar
persuasivamente la información. En los medios de comunicación que se sirven de lo
visual destaca la imagen, el signo icónico, como soporte informativo. Ésta se dirige más
a la afectividad de los receptores que a la razón; invoca un pensamiento mágico antes
que un pensamiento lógico. Es una invitación a comprar algo, a crear adeptos, o un
motivo de goce estético. En fin, constituye la imagen un procedimiento excelente dada
su capacidad persuasiva y motivadora.
Es el emisor en realidad, como podrá suponerse, el que controla el código; no en
vano, se adelanta a las representaciones mentales del receptor. En este sentido, el
publicista, el especialista en marketing o el ideólogo de un periódico analizan con
detenimiento todos los elementos constitutivos de la imagen antes de ofrecerla a los
receptores: consumidores, compradores o lectores. Ahora bien, el creador de estas
imágenes se forja una concepción de “hombre universal” que no existe realmente. Esta
tendencia a la nivelación de los receptores, a la alienación, los convierte, como decía
McLuhan, en “tribu”.
Todo este proceso se consigue gracias a la “potencia hipnótica” de la imagen;
tanto es así que en ocasiones el receptor puede quedarse totalmente indefenso. En una
sociedad de consumo como la actual recibimos constantemente influencias a través de
nuestra percepción subliminal***. La percepción de este tipo nos permite captar
elementos codificados por debajo del umbral de sensibilidad necesario para que lo
percibido llegue a la conciencia.
Como indica Font, “una fanática religiosidad de lo visual caracteriza el entorno,
un vicio de poseer lo que vemos (voyeurismo que dicen los franceses) se apodera del
hombre en un intento por alcanzar lo real de forma imaginaria, como si se tratara de una
magia de aprehensión”. Análogamente al modo como el hombre del Paleolítico creía
dominar el objeto representado en sus pinturas o captar sus cualidades, el hombre actual
acumula imágenes de lo que es y de lo que no es, de lo deseado y lo inalcanzable. Aquí
queda resumido el poder icónico de los medios de comunicación.
Como conclusión, huelga decir que conocemos el mundo a través de la imagen,
esto es, conocemos la realidad a través de la representación. Es la imagen la que se
encarga de cubrir las distancias, las ausencias y los desconocimientos. Se ha constituido
en el universal de la era tecnológica, en el soporte más desarrollado de la masificación
dentro de las sociedades neocapitalistas. Vivimos una auténtica inflación ambiental de
imágenes.
Como ejemplos de la aludida inflación, podemos comentar que un cartel
permanece en la visión varias décimas de segundo y que en un trayecto cotidiano de
duración normal retenemos una veintena de carteles. Si repasamos un periódico o
revista durante veinte minutos, habremos acumulado información sobre un número
variable de imágenes que oscila de veinte a doscientas.
4. BIBLIOGRAFÍA