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EL TIEMPO Y EL CLIMA
COMO CONDICIONANTES DE LAS ACTIVIDADES HUMANAS
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
1. FACTORES Y ELEMENTOS CLIMÁTICOS
1.1. Factores y elementos
1.2. Temperatura
1.3. Presión
1.4. Vientos
1.5. Humedad y precipitaciones
2. CLASIFICACIONES BIOCLIMÁTICAS
3. ZONAS BIOCLIMÁTICAS
3.1. Zona polar
3.2. Zona templada
3.3. Zona árida
3.4. Zona cálida
3.5. Dominio de montaña
4. EL TIEMPO Y EL CLIMA COMO CONDICIONANTES DE LAS ACTIVIDADES
HUMANAS
INTRODUCCIÓN
En primer lugar cabe hacer una distinción entre tiempo y clima. El tiempo (meteorología) alude al
estado de la atmósfera en un momento y lugar determinado. La meteorología elabora mapas
sinópticos de grandes áreas de la Tierra, ya sea en altura o superficie, realizando previsiones y/o
explicaciones atendiendo a variables atmosféricas observables.
El clima resulta de la sucesión meteorológica de 30 a 50 años elaborando perfiles, tipologías y
predicciones a largo plazo.
Son las variables que condicionan la fisionomía de los climas. Los elementos son las variables
medibles de la meteorología inmediata: temperatura, humedad y precipitación, vientos, etc. Los
factores son aquellas variables que condicionan los elementos y pueden ser de orden astronómico:
solares, inclinación del eje de la Tierra, circulación general atmosférica, etc; o geográficos: latitud,
relieve, exposición a corrientes marinas o centros de acción dinámicos, etc.
1.2. Temperatura
1.3. Presión
Se define como el peso de una columna de aire desde la superficie terrestre hasta el límite de la
atmósfera, tomando como referencia el mercurio la presión normal es de 1013 mb (por encima es
un Anticiclón – A en adelante – y por debajo una Borrasca – B en adelante). Se puede representar en
superficie, mediante isobaras que unen puntos de misma presión, o en altura, mediante la cantidad
de trabajo necesaria para elevar una columna de aire a 300, 500 o 750 hPa (altitud geopotencial).
Puede hablarse de cinturones de presión general en la Tierra si la dividimos en 6 hemisferios. En los
polos poseen A constantes, B árticas, A subtropicales, B ecuatoriales, etc. Es en este contexto donde
se forman los centros de acción dinámicos por convergencia y divergencia de masas de aire en
desplazamiento horizontal. Los térmicos tienen su propia casuística.
En los límites de estos centros de acción se dan los frentes, que toman los rasgos superficiales de las
zonas por las que van pasando y se relacionan con la inestabilidad meteorológica.
El resultado es la clasificación de las distintas masas de aire en función de su temperatura, región
manantial y área de influencia. Cálidas, húmedas, frías, secas, polares, subtropicales… etc.
1.4. Vientos
Son la circulación de las zonas de A a B. En superficie dominan los siguientes vientos: viento ártico
que canaliza aire polar constantemente hacia latitudes inferiores, viento del Oeste en zonas
templadas, viento alisio del Este en los subtrópicos y cinturón ecuatorial propio de calmas y
tormentas. Teniendo en cuenta el efecto Coriollis y el fenómeno del torbellino absoluto, la imagen
es la de vientos oblicuos contrapuestos de manera alterna en 6 hemisferios imaginarios con las
direcciones antes mencionadas. Sin olvidar tampoco vientos estacionales de gran calibre como el
monzón.
En altura, en cambio, dominan los vientos del W y los del E solo en el Ecuador. Fruto de la
convergencia de la tropopausa polar y subtropical se forma el Jet Stream (vientos del W
especialmente violentos) a 35-45º en grandes hemisferios, principal responsable del intercambio
latitudinal de grandes masas de aire.
La humedad es la cantidad de agua en cualquier estado que contiene el aire y puede medirse en
humedad absoluta, relativa, potencial, etc. Los factores clave son la condensación y la temperatura
del aire. El aire frío admite menor cantidad de humedad y al ascender en altura el agua alcanza el
punto de rocío y se precipita por gravedad. Así, el ciclo presenta estos pasos: evaporación,
ascensión en altura, saturación, condensación y precipitación.
Las precipitaciones se dan por varias razones y pueden ser de varios tipos: frontales (frentes
anteriormente mencionados, contacto de masas de aire que obligan a la más cálida a ascender),
termoconvectivas (propias del estío y de latitudes ecuatoriales por calentamiento del aire) y
orográficas (efecto Foëhn).
La sucesión de precipitaciones o de ausencia de ellas en el tiempo da el régimen de precipitaciones
imprescindible para elaborar tipologías climáticas
2. CLASIFICACIONES CLIMÁTICAS
Para nuestra clasificación de los principales climas de la Tierra elegiremos una síntesis entre la
clasificación taxonómica de Köppen y Geiger (1936) y la genética de Martonne (1921) que además
tiene en cuenta la biocenosis propia de cada clima. El resultado es el concepto de zona bioclimática,
es decir, aquella área de la Tierra donde confluyen factores geográficos, geológicos, climáticos y
bióticos afectados por la misma dinámica atmosférica.
La clasificación de Martonne es más intuitiva ya que consiste en una toponimia, pero en la de
Köppen se ha de tener en cuenta que usamos una primera letra mayúscula (A, B, C, D…) y una o
dos letras minúsculas (sa, fb…) relativas a las temperaturas y el régimen pluviométrico de acuerdo a
las iniciales en alemán. Csa por ejemplo sería clima mediterráneo cálido con aridez estival, siendo
el equivalente el Portugués-Heleno de Martonne.
El resultado son cinco grandes zonas según latitud: fría (60-75º), templada (35-60º), árida (30º),
cálida (0-23º) y azonal de montaña.
3. ZONAS CLIMÁTICAS
Los más diversos debido a los intercambios de energía entre las masas polares y subtropicales.
Tienen influencia de los centros de acción dimámicos estacionales y de las variaciones latitudinales
del Jet Stream en altura. El resto de rasgos están condicionados por la latitud, altura, corrientes
marinas, etc.
En primer lugar mencionar los climas húmedos. Reciben pluviometría anual de más de 800 mm por
exposición a las borrascas oceánicas polares. En la fachada occidental tenemos el Cfb (Bretón-
Lorenés, “oceánico”) y el Cfc (Patagónico), con bajas amplitudes térmicas y fitocenosis caducifolia
sobre suelos podzólicos ricos en humus.
En la fachada oriental destaca el Cfa (Danubiense), extendido en grandes áreas por toda Eurasia y
en zonas locales de Norteamérica. Presenta una mayor calidez por exposición a los anticiclones
subtropicales del estío que junto con unos suelos lateríticos permiten la coexistencia de especies de
filiación templada con subtropicales.
Los climas con aridez estival (Mediterráneos) presentan inmensas variaciones pero tienen tendencia
cálida, lluvias mediocres y más de dos meses de aridez estival por incidencia anticiclónica
subtropical. Los paradigmas son el Csa (dominante en la Península) y el Csb (Californiano, algo
más fresco). La fitocenosis está representada por plantas perennifolias más o menos xeromorfas,
edafología variada pero dominan suelos ácidos tipo ránker, poco evolucionados. Las formaciones
vegetales son dependientes de la litología según sea caliza, silícea o arcillosa.
Existen otro tipo de climas llamados continentales de fachada oriental, siendo la variedad de nuevo
enorme a lo largo de Eurasia y América. Tienen tendencia fría, con inviernos anticiclónicos y
rigurosos, y veranos sujetos a borrascas occidentales y precipitaciones termoconvectivas. Destaca el
Dwa (Manchur) y el Dfb (Ruso-polaco).
En los desiertos subtropicales se dan los climas BW (sahariano, aralés, peruano…) y BS (sirio,
senegalés…). La evaporación es mayor que la transpiración llegando en BW a precipitaciones
irrelevantes. En BW se da una ausencia casi total de vegetación y de suelo propiamente dicho
(Horizonte edáfico C) con flujos de agua anecdóticos. En BS la vegetación alcanza el grado
máximo de xeromorfia, con horizonte edáfico AC y flujos de agua endorreicos, con algún aporte
pluviométrico estacional.
En las latitudes templadas aparecen desiertos continentales por la misma continentalidad o por la
orografía: BW sk turcomano, BS sk tibetano o de Tabernas, etc. También se dan desiertos costeros
con humedad ambiental cuando se combinan A oceánicos con corrientes marinas frías que
estabilizan el aire como la de las Canarias (costa de Marruecos) o Humboldt (Atacama).
Corresponde a las zonas bajo la influencia de la célula de Hadley (23º) con pluviosidad superior a
los 1000 mm. El clima ecuatorial paradigmático (Af, Guineano) cuenta con más de 2000 mm
anuales por encontrarse todo el año bien bajo la influencia de la vaguada ecuatorial o del monzón o
los alisios. Presenta suelos ferralíticos lavados y rojizos con exuberante masa herbácea y arbórea.
Al salir del vergel ecuatorial tanto por longitud como por latitud (inversión de los alisios, A
subtropicales…) disminuye la pluviometría y se da la estacionalidad y el dominio de sabana (Aw,
sudanés) de valores más o menos ecuatoriales. Aparecen varios dominios de transición, con suelos
lateríticos, praderas de gramíneas y árboles espaciados.
El clima Am (bengalí) es por su parte la variante monzónica del clima subecuatorial.
Los llamamos climas azonales por dar valores impropios de la latitud, condicionados más por la
altitud y las disimetrías orográficas: gradiente térmico, pluviometría y humedad en laderas de
barlovento y sotavento, solana y umbría, etc.
En función de la latitud los climas azonales pueden presentar valores de latitudes superiores. Por
ejemplo de Cfb a ET a partir de los 1500 metros, o de Csa a Csb (atlásico) como ocurre en las
montañas mediterráneas.
Por tanto, la biocenosis aparece con tipologías escalonadas en pisos en función de las preferencias
de calor y humedad de cada especie.
Desde los años 70 comienza a hablarse de manipulación del clima mediante diversas técnicas:
cañones granífugos, siembra de nubes, dispersión de aerosoles estratosféricos como el yoduro de
plata o el hielo seco. Aunque la eficacia de estas técnicas es variable, se usan ampliamente en la
agricultura a gran escala y aeropuertos, por ejemplo. Está nominalmente prohibido su uso bélico
desde 1978 según una resolución de la ONU.
Sin embargo las repercusiones socioeconómicas del clima no suben a la palestra política hasta 1988
cuando se cataloga como “amenaza para la seguridad internacional”, al amparo de cierto consenso
entre los científicos de Occidente en la Conferencia de Toronto. Se acepta que la subida paulatina de
la TM global podría tener efectos catastróficos, y que el calentamiento está causado por la emisión
humana de gases de efecto invernadero como el CO2, el metano y los CFC. El efecto invernadero
viene dado por la capacidad de estas moléculas para reflectar la radiación infrarroja, presentes en la
atmósfera en una concentración insólita.
Según el 6º informe vigente del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), aunque
algunos de sus escenarios pueden contradecirse, se espera de aquí a fin de siglo una subida de la
temperatura media mundial de entre 1’4º y 4,8ºC, un cambio del régimen de precipitaciones, un
aumento de la intensidad y recurrencia de ciertas catástrofes naturales, la expansión de los desiertos
subtropicales y el retroceso de las zonas polares con la previsible subida del nivel del mar.
Según el acuerdo de París de 2015 los líderes de 195 países acuerdan regular el mercado de
emisiones de carbono, un Fondo Verde del Clima y apoyo a los países en vías de desarrollo para su
transición a un nuevo modelo energético. Se plantea frenar el calentamiento a solo 1,5º C con vistas
a 2050.
CONCLUSIÓN
No deja de resultar irónico que en pos de superar las rigurosas limitaciones del clima con técnicas
cada vez más refinadas, sea ahora el mismo clima el que se ha catalogado como “amenaza a la
seguridad internacional” o más recientemente como “amenaza existencial”. Si el modelo de
desarrollo sostenible basado en energías renovables y reducción de los estándares de vida no
funciona para regular el termostato terrestre, habrá que discutir las implicaciones éticas y
ambientales del uso de la geoingeniería.