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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
1. CLIMAS
1.1. ELEMENTOS Y FACTORES CLIMÁTICOS
1.2. Elementos climáticos
1.2.1. Temperatura
1.2.2. Presión atmosférica
1.2.3. Vientos
1.2.4. Humedad y precipitaciones
2. ZONAS BIOCLIMÁTICAS. CLASIFICACIÓN DE KÖPPEN Y MARTONNE
3. ZONAS FRÍAS
3.1. Climas polares (EF, ET)
3.2. Climas subárticos (Dwd, Dfc)
4. ZONA TEMPLADA
4.1. Húmedos de fachada occidental (Cfc, Cfb)
4.2. Húmedos de fachada oriental (Cfa)
4.3. Mediterráneos (Csa, Csb)
4.4. Continentales de fachada occidental y oriental (Dwa, Dfb)
5. ZONA ÁRIDA
5.1. Desiertos cálidos (BW wh, BS wh)
5.2. Desiertos templados-fríos (BW sk, BS sk)
5.3. Desiertos costeros (BW n-n’)
6. ZONA CÁLIDA (Af, Am, Aw)
7. CLIMAS DE MONTAÑA (Cfb, BS sk, Cw)
8. EL TIEMPO Y EL CLIMA COMO CONDICIONANTES DE LAS ACTIVIDADES
HUMANAS
INTRODUCCIÓN
Podemos definir sucintamente el clima como los valores meteorológicos medios de cualquier lugar
de la superficie terrestre. Esta definición sirve como base a la climatología analítica, la cual perfila
caracterizaciones a partir de la yuxtaposición de estos valores. Estos valores pueden ser la
temperatura, los vientos, la humedad y la presión, a merced de cuya interacción entendemos la
dinámica atmosférica.
El presente tema puede dividirse en tres bloques: en el primero delimitaremos los factores
atmosféricos que dan lugar a un clima. En el segundo explicaremos la distribución de los distintos
climas en los distintos lugares de la superficie terrestre, así como su interacción con la biocenosis.
Por último, hablaremos de la influencia del clima en el desarrollo de las actividades humanas.
1.2.1. Temperatura
Definimos la temperatura como la cantidad de calor que hay en el aire en un momento y lugar
determinado, la cual representamos sobre un mapa en isotermas. A continuación veremos cuáles son
los principales factores que le afectan.
En primer lugar, la altitud. Si tenemos en cuenta la temperatura del aire en reposo, tenemos el
gradiente térmico, que suele ser de 0’6ºC cada 100 metros (a veces el aire seco acentúa esta
relación, encontrándonos con un gradiente adiabático; y viceversa con el aire húmedo, resultando
un gradiente pseudoadiabático). Aparte del gradiente térmico, en relación a la altura ocurren otros
fenómenos que condicionan la temperatura: los relacionados con las distintas vertientes
montañosas, sobre todo el latitudes medias. La diferencia de exposición a los rayos solares y a los
vientos dominantes configura zonas de solana y umbría, de barlovento y sotavento. En las vertientes
de sotavento se produce el efecto Foëhn, por el cual se disipa la nubosidad y nos encontramos con
zonas donde predomina el aire seco y los gradientes térmicos se acentúan (Desierto de Tabernas).
Otro factor importante es la cantidad de luz solar reflejada por la atmósfera y la superficie terrestre,
reteniendo mayor temperatura en aquellas zonas donde hay menor reflexión. Es por ello que hemos
de considerar la latitud: a mayor oblicuidad dan los rayos de sol, mayor es la reflexión y viceversa.
En resultado a esto, se han dividido las distintas latitudes en zonas térmicas. Las cálidas tienen una
menor amplitud térmica, mientras que en las frías la AT es mucho mayor.
Tampoco la acumulación de calor es la misma en toda la Tierra. El suelo es un mal conductor del
calor, por lo que acumula calorías durante el día y se enfría durante la noche o el invierno. Lo
contrario sucede en la superficie marina, que conduce bien el calor y suaviza la temperatura del aire
circundante. El mayor o menor índice de refracción de las superficies se denomina efecto albedo, y
va desde el 90% de la nieve al 1% de algunos bosques.
Otros factores que condicionan la temperatura son la influencia de las corrientes marinas, la
penetración de masas de aire de otras latitudes o la injerencia en altura de fenómenos como las
DANAS o la circulación de los alisios.
En definitiva, podemos hablar de cinturones de presión generales que circundan la Tierra desde
el Ecuador hasta los Polos. Así, en el Ecuador tenemos bajas presiones ecuatoriales; en los trópicos
las altas presiones subtropicales; el cinturón de bajas presiones de las latitudes templadas y, por
último, los anticiclones polares.
Dentro de estos cinturones de presión nos encontramos con centros de acción que pueden ser
térmicos y dinámicos. Los térmicos se forman por las causas susodichas, una baja constante
provoca un anticiclón térmico y viceversa. Hay que decir que cuando los centros de acción son
térmicos en superficie, en altura crean el centro de acción opuesto.
Los centros de acción dinámicos se forman, aparte de por la temperatura, por otros fenómenos
como la advección, es decir, la convergencia y divergencia de las masas de aire en
desplazamiento horizontal. Esto es común en las zonas templadas donde existe una mayor
amplitud térmica y por lo tanto mayor diferencia y yuxtaposición de masas de aire diferentes, algo
que no ocurre en las zonas ecuatoriales. La continuidad de las altas temperaturas y la escasa
amplitud térmica provoca fenómenos de termoconvección, por lo que la zona se denomina
“chimenea ecuatorial”.
Debemos entender los centros de acción como masas de aire que en el plano horizontal poseen
cualidades homogeneas de presión y temperatura. Las zonas limítrofes entre masas de aire se
denominan frentes. Estos frentes se desplazan de acuerdo al movimiento de las masas de aire,
tomando las características superficiales de las zonas por las que van pasando. Es por ello que los
frentes se asocian a inestabilidad térmica.
Los frentes ocupan centenares o miles de km², y en su trayectoria toman rasgos de zonas oceánicas
o continentales que van a determinar su carácter. También es importante su orientación, de ahí el
contraste entre las fachadas orientales y occidentales de los continentes.
1.2.3. Vientos
Básicamente el viento es la circulación de aire de las zonas de altas presiones a las de bajas
presiones. Fruto de la rotación y el magnetismo terrestre, hemos de tener en cuenta dos efectos:
primero, el efecto Coriolis, por el que los fluidos se desvían hacia la derecha en el hemisferio norte
y a la izquierda en el sur; efecto mayor en los polos y menor en el ecuador. Segundo, el torbellino
absoluto: explica el movimiento del aire en sentido giratorio en una masa de aire mayor, como los
centros de acción.
Fruto de esta dinámica, un mapa esquemático de la circulación atmosférica general en superficie
nos ofrece el siguiente panorama. Dividiendo la Tierra en seis hemisferios (polos, zona templada,
trópico, ecuador, trópico, zona templada y polos) nos encontramos con una alternancia de altas y
bajas presiones en estos hemisferios. En los polos dominan las altas presiones, para bajar a las bajas
presiones de las latitudes templadas, los anticiclones tropicales y la continua baja ecuatorial.
Esto nos da un Hemisferio Norte dominado por la circulación de los vientos del Oeste. En los
trópicos dominan los alisios (del noreste en el norte, del sureste en el sur) y en el Ecuador un
cinturón propio de vientos y calmas. Allá donde se convergen las A polares con las B templadas
surge el Frente Polar en ambos hemisferios. Una variedad estacional importante es el monzón,
fruto de las potentes depresiones térmicas del Índico y el Pacífico.
En altura la dinámica es distinta. Casi la totalidad de las zonas están dominadas por la circulación
de los vientos del Oeste, excepto el Ecuador, donde dominan los del Este. Es importante señalar
el surgimiento entre los 35-45º, fruto de la convergencia de la Tropopausa polar con la tropical, de
la corriente en chorro o jet stream, vientos del Oeste muy rápidos.
Aparte de en la meteorología y en el clima, los vientos ejercen una enorme influencia sobre las
masas marinas, siendo resultado de los flujos anticiclónicos las corrientes superficiales. Existen
frías (Labrador, Groenlandia, Humboldt…) y cálidas (Corriente del Golfo, de Capricornio…). Estas
corrientes marinas influyen a su vez en los climas zonales, ya que son las principales responsables
de arrastrar masas de aire frío o cálido (y por tanto general centros de acción térmicos) y de acelerar
o retrasar las precipitaciones.
Si combinamos estacionalmente todos los factores que dan lugar a las precipitaciones o a su
ausencia (estabilizadores o dinamizadores marinos como las corrientes, posición de los principales
frentes, corrientes aéreas dominantes… etc) tenemos el régimen de precipitaciones. El régimen
generalmente se mide de manera anual, y partiendo de él establecemos el régimen mediterráneo, el
oceánico de fachada atlántica, el ecuatorial… etc, que posteriormente veremos de manera
pormenorizada.
La distribución global del régimen de precipitaciones está ligado, entre otros factores, a la
circulación general atmosférica de la que hemos hablado anteriormente. En general, podemos
señalar el cinturón de continuas precipitaciones que es el Ecuador, alimentado tanto por los
alisios como por los chorros de aire caliente que continuamente están ascendiendo. En las latitudes
medias las precipitaciones son provocadas por las ascendencia de aire acaecidas en el frente polar
y las áreas del viento del oeste.
Por el efecto contrario, es decir, por el movimiento descendente del aire en lugares anticiclónicos,
se producen cinturones secos en las latitudes 30 NyS (desierto del Sahara, Arabia, Kalahari…),
tan solo suavizados por el influjo de corrientes marinas frías.
2. CLASIFICACIONES CLIMÁTICAS
Vistos los elementos que condicionan el clima, la convergencia de los mismos nos lleva a realizar
una clasificación global de los climas de la Tierra. Para explicar las distintas zonas bioclimáticas y
sus distintos climas recurriremos a la clasificación climática de Köppen y Geiger de 1936 en
relación a la bioclimática de Martonne de 1921. La clasificación de Köppen se establece con una o
dos letras mayúsculas iniciales (E, A, C, D, B) que indican la catalogación general del clima,
seguida de una o dos letras minúsculas (w, m, s, f…) relativas a las temperaturas y al régimen de
precipitaciones. La relacionaremos con la clasificación de Martonne que simplemente da el nombre
al clima con el gentilicio del lugar más característico.
Para la clasificación introducimos el concepto de zona bioclimática, haciendo referencia a grandes
espacios geográficos en los que confluyen aspectos geomorfológicos, climáticos y bióticos,
afectados por la misma dinámica atmosférica y con subtipos o dominios dependientes dentro de
ella. Hemos clasificado cada tipo de clima en una zona bioclimática fría (60-75º), templada (35-
60º), zona árida, zona cálida (23º) y dominio de montaña.
Estas zonas bioclimáticas acogen la mayor diversidad del planeta. Pero como generalidades
podemos decir que son zonas bajo la influencia de la advección del Oeste, a 60-35º Norte y Sur, en
la zona donde se produce el intercambio de energía entre las masas de aire polares y subtropicales.
Son las zonas con más contrastes anuales del planeta en lo térmico y lo pluviométrico, es decir, de
marcada estacionalidad. Esta estacionalidad se explica por la presencia de los centros de acción
dinámicos que experimentan desplazamientos según la época del año, así como la influencia de la
dinámica de altura (vaguadas del jet stream), también en movimiento y configurando los distintos
climas zonales. El resto de características de cada clima van a estar regidas por la latitud (cercanía o
lejanía del polo o los trópicos) o por la influencia ejercida por las masas marinas cercanas.
5. ZONA ÁRIDA
7. CLIMAS DE MONTAÑA
Sin embargo, las repercusiones socioeconómicas del clima no entran en la palestra política hasta
finales del siglo pasado, cuando tras décadas de estudios se alcanza cierto consenso internacional (al
menos en Occidente) de la realidad del calentamiento global y su catalogación como amenaza a la
seguridad internacional (1988). Se acepta que una subida paulatina de la TM global podría tener
efectos catastróficos, y que este calentamiento está causado por la emisión humana de gases de
efecto invernadero como el metano, el CO2 y los Clorofluorocarburos (CFC). El efecto invernadero
viene dado por la capacidad de estas moléculas para reflectar la radiación infrarroja, presentes en la
atmósfera con unos valores insólitos en la historia.
No se debe confundir calentamiento global con cambio climático. El primero hace referencia al
efecto de los gases de efecto invernadero en la atmósfera y el segundo abarca más cuestiones.
Ciertamente se han sucedido varios cambios climáticos a lo largo de la historia de manera natural,
pero todo indica que el presente tiene un origen antrópico. Recientemente se ha demostrado que hay
más causas detrás de la subida de la TM global, entre ellas la desaparición de la biodiversidad
natural, el derretimiento paulatino del permafrost y la reducción de microfauna marina.
En cualquier caso, la lucha contra el calentamiento global se ha convertido en el desafío más
importante de nuestro tiempo, siendo a comienzos de este siglo cuando los gobiernos han empezado
a proyectar políticas públicas de reducción de emisiones. Pero esto también es un problema
geopolítico.
En el Occidente desarrollado hay cierta disparidad. Si bien la urgencia de tomar acciones a gran
escala contra el calentamiento global es prácticamente un consenso en Europa, en EEUU y
Sudamérica existen divergencias entre grupos políticos y megacorporaciones. Las posturas en estos
casos van desde el escepticismo hasta el negacionismo, posturas también presentes en países
emergentes (China, Taiwán, Singapur…) o países en vías de desarrollo, que ven en las políticas
climáticas obstáculos a su desarrollo o a su influencia mundial.