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Historia y Filosofía de la Física Fecha: 14/Mar/2021

Reporte No. 3 Sebastián Kelly Cisneros

Descripción y comentarios de la lectura.

La lectura de esta semana se centró en el capítulo tercero y cuarto del libro de Samir Okasha llamado “una
brevísima introducción a la filosofía”.

Abordaré brevemente los puntos más relevantes de cada capítulo, empezando por el capítulo tres.

En 1950, Cari Hempel propuso lo que llamó la ley de cobertura. El propósito de esta es explicar la
naturaleza del conocimiento científico. Esta explicación surge de responder el porqué de la generación de
conocimiento. Sintetizadamente, las explicaciones científicas se cimientan sobre preguntas que buscan la
explicación del porqué. Estas explicaciones se caracterizan de una estructura lógica de un argumento y de
la relación entre las premisas y la conclusión.

Este modelo dio una solución amplia al debate del capítulo anterior. Primero, las premisas deben conllevar
la conclusión, es decir, el argumento debe ser deductivo. Segundo, todas las premisas deben ser
verdaderas. Tercero, las premisas deben construir al menos una ley general. De manera esquemática, el
modelo de Hempel puede describirse como que las Leyes generales y hechos particulares (explanans)
conducen a explicar un fenómeno (explanandum).

La ley de cobertura de Hempel recibe este nombre debido a que, según en ella, la esencia de la explicación
es mostrar que el fenómeno por explicar utiliza leyes generales de la naturaleza. Referente a este
concepto, Okasha menciona el ejemplo de Newton al explicar por qué los planetas giran en órbitas
elípticas alrededor del sol. Argumentando que ese es un ejemplo donde se ajusta la ley de cobertura, sin
embargo, hay ocasiones donde la ley de Hempel no se ajusta el conocimiento científico.

Consecuente de su modelo, Hempel derivó una relación entre explicación y predicción. Él argumentaba
que ambos conceptos eran los lados de una misma moneda. Siempre que se explica un fenómeno a través
de la ley de cobertura, las leyes y hechos particulares citados dan base para poder predecir la ocurrencia
del fenómeno si no se conociera. Entonces, según Hempel, cada teoría científica era una predicción en
potencia, e inversamente, una predicción confiable es una explicación potencial. Así, la explicación y la
predicción son estructuralmente simétricas. Esta relación creo que es completamente cierta, pero, si
Hempel percibía esto, creo que él ya sabía los huecos que tendría su modelo. Y, de hecho, Okasha describe
los problemas.

Según lo que documenta el autor, el modelo de ley se cobertura tiene muchos contraargumentos, de los
cuales se les puede clasificar de dos tipos: hay explicaciones científicas genuinas que no se ajustan al
modelo, lo cual sugiere que el modelo de Hempel es demasiado estricto. Por otro lado, hay casos que se
ajustan perfectamente al mencionado modelo, pero intuitivamente no cuentan como explicaciones
científicas genuinas. En este caso se piensa que este modelo es demasiado amplio. El autor Okasha se
centra en los contraejemplos del segundo tipo. Que, de hecho, creo que son los que atentan más
sólidamente en contra del modelo.

A continuación, Okasha aborda dos problemáticas del tipo mencionado anteriormente: el problema de la
simetría y el problema de la irrelevancia. El primero de estos señala que el modelo de la ley de cobertura
de Hempel carece de simetría. Para esto, el autor se apoya en el ejemplo de una palmera que proyecta su

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sombra en la arena de la playa; en este ejemplo, se puede explicar por qué la sombra existe y tiene cierta
longitud si se conoce la longitud de la palmera y el ángulo en el que está el sol en ese momento, sin
embargo, no puede aplicarse al revés, es decir, explicar que la longitud de la palmera es tal partiendo de
la longitud de la sombra porque la sombra no es la razón de la existencia de la palmera. La causa de la
sombra es la palmera, pero la causa de la palmera no es la sombra. En el segundo problema mencionado
trata de que una explicación debe contener información que sea relevante para la ocurrencia del
fenómeno. Para este problema utiliza un ejemplo donde se plantea un escenario donde hay puras mujeres
embarazadas y un hombre no embarazado, entonces un niño le pregunta el doctor que por qué el hombre
no está embarazado, y el doctor le contesta que la razón de esto es porque el hombre toma pastillas
anticonceptivas. Sin embargo, la respuesta no es satisfactoria para uno porque sabemos que eso es
irrelevante, porque la razón por la que no se puede embarazar es porque es hombre. En el modelo de
Hempel no existe tal criterio, por lo que éste representa un hueco muy grande. Más para el conocimiento
científico que funciona desde principio con filtros de datos relevantes para la ocurrencia del fenómeno, o
sea, se referencia en la causalidad, tema que el autor trata seguido de este.

Es entonces cuando se introduce al término de causalidad como la pieza faltante al modelo de la ley de
cobertura de Hempel, o más bien como una sustitución a ese modelo (sustituyendo por descripciones
basadas en la causalidad). En realidad, lo que el autor señala principalmente es que los conceptos de
explicación y causalidad están estrechamente relacionados, es debido a eso que muchos filósofos
abandonaron el modelo de la ley de cobertura. Se puede decir que básicamente la idea es que explicar un
fenómeno es decir qué lo causó.

En general, hay ciertos puntos donde la ley de cobertura y las descripciones causales son convergen,
porque a menudo explicar un fenómeno es simplemente decir qué lo causó. No obstante, la mayoría de
los casos son divergentes, y en la mayoría de estos casos, la explicación causal sale con más puntos a favor
ya que evade problemas que a la ley de cobertura la atrapan. El autor señala que tanto los problemas de
simetría y de irrelevancia, son cubiertos por las descripciones causales, lo cual justifica su gran preferencia
por la mayoría de los filósofos.

Es entonces cuando el autor menciona que en realidad Hempel pertenece a la postura filosófica de los
empiristas, quienes son muy recelosos del concepto de causalidad. De hecho, David Hume, quien fue una
destacada figura de esta escuela, argumentaba que es imposible experimentar las relaciones
conceptuales. Por lo tanto, Hume señalaba que la causalidad es producto de la imaginación. Él admitía
que existían ciertas relaciones consecuentes de ciertas acciones, sin embargo, en estas relaciones no cabe
el concepto de causalidad. El autor señala un ejemplo donde los vasos que se arrojan a la pared se rompen.
Entonces, Hume argumentaba que es imposible encontrar un lazo causal entre una acción y otra. Lo único
que nosotros vemos es un vaso lanzado que se rompe un momento después. No experimentamos una
conexión causal entre el primer acontecimiento y el segundo. Por lo tanto, Hume llega a la conclusión de
que la causalidad es una ficción.

Lo que establece Hume, que bien no es del todo bien recibido por todos los empiristas, si deja a considerar
que la causalidad es un concepto que se debe de tratar con mucha cautela. Lo que hace que sea muy
delicado actuar en nombre de ese concepto. Sin embargo, es un hecho que la descripción basada en la
causalidad se ajusta muy bien a la mayoría de las explicaciones científicas. No obstante, existen
explicaciones científicas genuinas que no se adaptan a el principio de causalidad. Entonces lo que sugieren
es que las descripciones de la explicación basadas en la causalidad no pueden ser toda la historia, y

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ciertamente lo es porque los principios de una investigación no siempre están basados en conseguir una
explicación o razón por la cual pasa un fenómeno, y aún así sigue siendo ciencia.

El siguiente punto que el autor menciona es que si la ciencia lo puede explicar todo. De esta parte me
gustaría extraer la siguiente idea: “para explicar algo, necesitamos invocar algo más ¿Qué explica el
segundo elemento?” Esta idea plantea el conocimiento científico como una cadena infinita de
explicaciones utilizadas para explicar algo. Sin embargo, el inicio de esta cadena no está clara y es la parte
donde se dice que el conocimiento científico no puede acceder del todo. Por ejemplo, algo que la ciencia
no puede explicar es la consciencia, lo que está detrás de cada idea científica. Sin embargo, hay filósofos
y científicos que aseguran que esta consciencia sí se llegará a poder explicar. En fin, el autor sugiere que
sólo el tiempo nos dirá cuál es el límite de los conocimientos científicos.

Otro punto muy relevante que el autor menciona al final de este capítulo es el concepto de “reducción”
de las ciencias. Esto es, si en la biología se estudias las células, estas son hechas finalmente de átomos,
conceptos con los que se trabaja la física. Lo mismo pasa con la economía, estudia el flujo económico a
través de la sociedad, que a su vez está compuesta de individuos, y a su vez estos están compuestos de
células, las cuales (como se mencionó) se componen de partículas elementales. Entonces, ¿es correcto
decir que todas las ciencias se reducen a la física? He ahí el problema que se plantea.

¿Significa que la física puede incluir a todas las ciencias de alto nivel? De hecho, ¿si existiera una física
completa que lo abarque todo, las demás ciencias ya no serían necesarias? Se menciona que la mayoría
de los filósofos rechazan esta idea. Intentar de definir leyes de la biología a partir de la física no tiene
sentido, lo mismo para cualquier otra ciencia. Entonces se plantea que, ciencias como la biología y la
economía están lejos a ser reducibles a la física, y son más bien autónomas.

La respuesta a el por qué las ciencias no son reducibles a la física se designa a la idea de la múltiple
realización. El autor menciona un ejemplo donde se tiene una colección de ceniceros; cada uno está hecho
de diferente materia, y cada uno tiene diferente composición, por lo tanto, no hay un concepto definido
de cenicero. Si bien puede estar hecho de barro, de porcelana, de metal, etc. Es por eso que no puede ser
posible encontrar un concepto universal para un cenicero.

Esta explicación es la que usan los filósofos para mencionar por qué no son reducibles las ciencias. Y de
hecho, el concepto de “célula” no puede definirse en términos de la física fundamental. El vocabulario de
la biología celular y el de la física no se corresponden en la forma debida. Es por eso que la biología celular
no es reducible a la física. Y aunque esta idea no es aceptada por todos los filósofos, si explica bien la
autonomía de las ciencias de alto nivel.

El siguiente capítulo, el cuarto, trata el tema del realismo contra el antirrealismo. El realismo dice que el
mundo físico existe con independencia del pensamiento y percepción humanos. Por otro lado, el
antirrealismo dice que el mundo físico es, en cierta forma dependiente de la actividad consciente de los
seres humanos. Sin embargo, este debate es muy amplio y le corresponde más bien al área de la
metafísica. Más bien, los conceptos que se utilizan son el realismo científico y el antirrealismo o
instrumentalismo.

El realismo científico (mencionado en el texto como “realismo” a secas) dice que el propósito de la ciencia
es proporcionar una descripción verdadera del mundo. Mientras que los antirrealistas dicen que el
objetivo de la ciencia es proporcionar una descripción verdadera de una parte del mundo, la parte
“observable”. De hecho, el realismo intenta interpretar todas las teorías científicas como intentos de

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descubrir la realidad, mientras que el antirrealismo dice que esta interpretación científica es inapropiada
para las teorías que hablan de entidades y procesos no observables.

En si los antirrealistas dicen que las teorías sobre las no observables son ficciones convenientes que nos
ayudan a explicar lo observable. Esto es porque según ellos, no se puede conocer lo inobservable de la
realidad porque está más allá de la comprensión humana, por lo tanto, los límites del conocimiento están
establecidos por los límites de la observación. Argumento que los realistas no aceptan del todo, de hecho,
un argumento a favor de estos es el argumento de los “no milagros”. Los realistas dicen que no puede ser
un milagro que las teorías de lo no observable siempre se adecúen a la realidad (como la teoría del átomo
o la de las partículas de gases). A lo que los antirrealistas responden que ha existido teorías que en su
tiempo fueron exitosas y hoy en día han sido rechazadas (como la teoría del éter). Aquí surge un gran
conflicto porque, por ejemplo, es difícil de imaginarse que la teoría del átomo sea incorrecta cuando ya
lleva años alimentando a teorías que se han adecuado a la realidad e incluso ha habido aplicaciones útiles
(como la de la física de la materia condensada, que ha abierto camino a varios avances de la ciencia de los
materiales). Al cuestionamiento de que, si la teoría del átomo es correcta o no, muchos realistas
mantienen una postura agnóstica, ya que no pueden justificar lo que no pueden ver, pero el
funcionamiento de la teoría es innegable, por lo tanto, se mantienen en esa postura. A lo que los
antirrealistas responden que en realidad no saben si la teoría del átomo es correcta, ya que no la pueden
comprobar mediante observables directas.

Los realistas argumentan que el éxito de una teoría es la evidencia de que lo que ésta dice del mundo no
observable es una aproximación a la verdad. Entonces, los realistas antes de definir que pueden llegar a
la verdad definitiva de interpretación de la realidad, dicen que pueden llegar a una aproximación muy
acertada de la realidad. En contraste, los antirrealistas dicen que no debemos suponer que las teorías
científicas modernas se aproximan a un curso de acción correcto sólo porque gozan de un cierto éxito
empírico. El éxito empírico lo definen como la predicción de nuevos fenómenos observables desconocidos
hasta ese momento. Se entiende la postura de ambos argumentos, de hecho, en cada versión, cada lado
se defiende muy bien. Sin embargo, es un hecho que debemos tener mucha cautela al suponer que
nuestras teorías científicas actuales son verdaderas si importar cuán bien se les ajustan a los datos
obtenidos. De hecho, muchas teorías revolucionarias surgen de probar los errores de las teorías actuales,
no obstante, esto no creo que quiera decir que los antirrealistas están en lo correcto.

Ahora bien, los argumentos de ambas teorías recaen en el concepto de lo observable y lo no observable,
pero ¿qué es lo que realmente distingue a estos dos conceptos? Porque puede llegar a ser muy subjetivo,
ya que, por ejemplo, no se puede observar un electrón, pero si se puede observar la consecuencia de su
campo eléctrico, entonces, ¿el electrón es observable o no? De hecho, Grover Maxwell planteó un
interesante problema a los antirrealistas, donde plantea que si utilizar aparatos para detectar partículas
es observarlos. Y ciertamente este argumento se refuerza con el hecho de que en ocasiones los científicos
hablan de “observar” partículas con ayuda de aparatos sofisticados. Más adelante, Van Fraassen, defiende
que los argumentos de Maxwell solo sacan a relucir lo vago que es el concepto de “observable”.
Finalmente, se dice que la diferencia entre lo observable y lo no observable es irrelevante. Sin embargo,
la vaguedad de este término se respalda en establecer un límite en la precisión con la que se plantea dicha
vaguedad.

El autor del texto conduce lo dicho con anterioridad a introducir el argumento de la subdeterminación.
Esta dice que varias teorías se pueden ajustar a los datos obtenidos. Entonces, la subdeterminación lleva

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a la conclusión antirrealista de que el agnosticismo es la actitud correcta para abordad planteamientos
acerca de la región inobservable de la realidad. Por fin, un punto donde coinciden ambas posturas.

Reflexión explícita sobre las preguntas.

De las seis preguntas disponibles escogí las preguntas 3 y 4, las cuales las abordé a la vez, ya que mi
respuesta abarca tanto de una respuesta como de la otra. Las preguntas son:

• ¿Las construcciones teóricas son un acercamiento a la realidad o son sólo útiles para predecir?
• Nuestras teorías científicas sobre el mundo ¿Representan a la realidad o a nuestro conocimiento
y nuestro modo de conocer?

En el sentido de mi respuesta a la pregunta 3, me pongo muy de lado de los realistas. Entonces yo creo
que las teorías científicas son muy aproximadas a la realidad. Aquí me gustaría complementar esta
respuesta con una idea: (que creo que va ligada a la pregunta 4) creo que la naturaleza del conocimiento
científico va muy ligada a la forma de interpretar esta realidad. Me explico... Si bien, empíricamente,
sabemos que un cuaderno es un cuaderno porque el conjunto de características que lo conforman (su
color, forma, textura que sentimos, etc...) pero en sí no se conoce el concepto de cuaderno en sí. Nosotros
como sociedad llegamos a un acuerdo de nombrar ese conjunto de experiencias como un cuaderno. Una
idea parecida es a la que me refiero cuando está ligada nuestra forma de conocer la realidad. Llegamos a
un acuerdo social de lo que son las cosas, y también, la física, química, biología, etc.

En conclusión, yo creo que las construcciones teóricas son un acercamiento a la realidad que
interpretamos desde el concepto que la sociedad designó a algún fenómeno en cuestión.

En realidad, mi argumento se basa mucho en el concepto que entendemos como “verdad”. Entonces, yo
creo que esas teorías científicas nacidas de las construcciones acercadas a la realidad van muy de la mano
con cómo entendemos la realidad. Por lo tanto, creo que las teorías científicas representan a nuestro
modo de conocer, el cual definimos socialmente como verdad.

Opinión personal y reflexiva.

En lo personal, como mencioné en mis respuestas a las preguntas, yo adopto más una postura del lado de
los realistas, y me muestro agnóstico a le explicación de lo no observable. Porque, a fin de cuentas,
nuestros sentidos son limitados, sí, pero nuestro razonamiento no. Y yo creo que la forma de crear
conocimiento científico utiliza tanto la experiencia como la razón. No es como que todos los científicos
que se declaran empíricos siempre hayan aplicado su corriente en su trayectoria. La misma historia con
los científicos identificados como racionales.

A fin de cuentas, para construir un conocimiento científico, tal y como menciona Okasha, se tiene que
partir de una relación causal de los hechos que se quieren estudiar. De todos esos hechos se puede tener
algún hecho que no sea observable, por lo que se tendrá que utilizar una teoría que describa eso
inobservable para poder crear la explicación del fenómeno observable.

Al principio yo siempre tuve la idea de que tanto el empirismo como el racionalismo se necesitan uno al
otro para poder crear un conocimiento que sea socialmente aceptado (ya que la ciencia es una práctica
social). Pero al leer estos capítulos hacen que refuerce mi creencia a respecto al conocimiento científico,
llegando a la reflexión que mencioné anteriormente.

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