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objeciones a las teorías, que hemos expuesto, constituyen para algunos
ellos una importante razón para intentar una vía diferente .
Hasta ahora hemos expuesto teorías que sitúan las explicaciones en
relación con aquello a lo que se refieren (causas de fenómenos). En
resumen: por su contenido. Una alternativa prometedora y que ha gozado
o
de gran predicamento, sobre todo en estos últimos decenios, ha consistid
en centrarse en la estructura lógica de las teorías. Una de las razones para
mirar en esta dirección la sugería la conclusión del capítulo IV: i nuestras
observaciones dependen siempre en parte de la previa aceptación de
muchos supuestos y si estos supuestos encajan en redes a las que llamamos
teorias, la explicación de las observaciones tendrá que depender de la
fiabilidad de estas redes. Una característica importante de estas redes es
el modo en que sus elementos se relacionan lógicamente entre sí y cómo
se relacionan lógicamente con las leyes experimentales y con las observa-
ciones. Es probable, en consecuencia, que la estructura lógica de una red
teórica nos diga algo sobre su idoneidad.
La estructura lógica de las explicaciones parece también importante
cuando consideramos aquello para lo que nos gustaría que nos sirviesen
és tas. Cuando se da explicación a un fenómeno solemos contar con que
aprenderemos algo que antes no sabíamos respecto a la relación que existe
entre el fenómeno en cuestión y cualquier otra cosa: leyes, otros fenóme-
nos. Supongamos, por ejemplo, que queremos una explicación de la
aparición de un arco iris. Es de suponer que decir que se trata de un arco
multicolor que aparece en el cielo no equivale a explicarlo. En ese sentido,
puede decirse que ya sabemos todos de qué se trata. Lo que esperaríamos
aprender es qué clase de cosa es, y también querriamos llegar a saber lo
bastante sobre la manera en que esa clase de ente se comporta, de manera
que fuéramos capaces de predecir cuándo va a aparecer de nuevo, o al menos
cuándo es probable que aparezca. Esperaríamos aprender (lo que nos
recuerda lo expuesto sobre la causalidad) qué es lo que hace que se
produzca el arco iris. Pues bien: ¿qué clase de información nos sería útil
al respecto? Supongamos que nos dicen que el arco iris es un espectro de
refracción que se produce cuando los rayos luminosos procedentes del sol
se reflejan y se separan por la presencia de gotitas de agua en la atmósfera.
Esta explicación nos ofrece, al parecer, tres trozos de información: 1) nos
dice lo que es el arco iris (un fenómeno de refraccion); 2) señala una serie
de condiciones que deben darse para que se produzca el fenómeno en
cuestión (gotitas de agua, rayos de luz), y 3) parece remitirnos implícita-
mente a una ley (las gotitas influyen en la luz en una serie de maneras
generales). Además, todos estos elementos parecen innecesarios si han de
EL MODELO DE LA LEY DE COBERTURA 105
metro consta de un tubo de vidrio parcialmente lleno de mercurio, y que dicho tubo
se sumerge en agua caliente. La segunda clase de afirmaciones expresa determinadas
leyes generales. En nuestro caso, se cuentan entre ellas las leyes de la expansión
térmica del mercurio y del vidrio y la constatación de que la conductividad térmica
del vidrio es reducida. Los dos conjuntos de afirmaciones, si se formulan de manera
adecuada y completa, explican el fenómeno a considerar: implican las consecuencias
de que el mercurio primero descenderá y luego subirá. Así pues, el acontecimiento
del que estamos tratando se explica al incluirlo dentro de leyes generales, es decir,
mostrando que se ha producido de acuerdo con dichas leyes, en virtud de darse
determinadas condiciones antecedentes específicas.
Vamos a considerar otro ejemplo. Para un observador que va en una barca de .
remos, la parte del remo que está debajo del agua parece doblarse hacia arriba. El
fenómeno se explica por medio de leyes generales —principalmente por la ley de la
refracción y aquella que establece que el agua es un medio más denso, desde el punto
de vista óptico, que el aire— y haciendo referencia a determinadas condiciones
antecedentes: en especial los hechos de que parte del remo está en el aire y otra parte
dentro del agua, y que el remo es prácticamente un trozo de madera recto. En
consecuencia, una vez más, se interpreta que la pregunta «¿por qué ocurre este
fenómeno?» significa: «¿según qué leyes generales y en virtud de qué condiciones
antecedentes se produce el fenómeno en cuestión?».
Hasta ahora nos hemos limitado a considerar exclusivamente acontecimientos
singulares que se producen en un tiempo y lugar determinados. Pero la pregunta
«¿por qué?» puede hacerse asimismo en relación con las leyes generales. Así, en
relación con el último ejemplo, cabría que preguntáramos: ¿por qué la propagación
de la luz obedece a la ley de la refracción? La respuesta de la física clásica recurre
a la teoría ondulatoria de la luz, es decir, afirmando que la propagación de la luz
es un fenómeno ondulatorio de un determinado tipo general, y que todos los
fenómenos ondulatorios de ese tipo siguen la ley de la refracción. Es decir, que la
explicación de una regularidad general consiste en incluirla dentro de otra regula-
ridad más amplia, que obedece a una ley más general. De modo semejante, la validez
de la ley de la caída libre de los cuerpos cerca de la superficie terrestre, formulada
por Galileo, puede explicarse deduciéndola de un conjunto de leyes más amplias,
a saber: las leyes de Newtan referentes al movimiento y su ley de la gravitación, junto
con algunas constataciones sobre delerminados hechos, como el de la masa y el radio
de la Tierra.
3. El esquema básico de la explicación científica. Vamos a extraer ahora
algunas características generales de la explicación cientifica a partir de los casos que
acabamos de utilizar como ejemplos. Dividimos una explicación en dos elementos
constitutivos principales: el explanandum y el explanans. Entendemos por
explanandum la oración que describe el fenómeno que ha de explicarse (no el
108 LA EXPLICACIÓN
fenómeno mismo), y por explanans la clase de las oraciones que se aducen para
dar cuenta del fenómeno. Tal como hemos observado anteriormente, el explanans
cae dentro de dos subclases: una de ellas contiene determinadas oraciones G, C,...,
Cy que expresan determinadas condiciones antecedentes; la otra es un conjunto de
oraciones Ly, Lo,..., L, que representan leyes generales.
Para que una explicación propuesta sea sólida, sus elementos constituyentes han
de satisfacer determinadas condiciones de adecuación, que cabe dividir en condicio-
nes lógicas y empíricas. Para la exposición que sigue, bastará con formular estos
requisitos de una manera ligeramente más vaga; en la parte III presentaremos un
análisis más riguroso y una reformulacion más precisa de estos criterios.
I. Condiciones lógicas de la adecuación
(R4) - Las oraciones que constituyen el explanans deben ser verdad. Es evidente
que, en una explicación sólida, las afirmaciones que cons uyen el explanans
han de satisfacer una serie de condiciones de corrección fáctica. Pero podría
resultar más adecuado estipular que el explanans debe verse confirmado en
EL MODELO DE LA LEY DE COBERTURA 109
sumo grado mediante todas las pruebas pertinentes de que se disponga, más
que ser verdadero. Pero esta condicion nos lleva, sin embargo, a consecuen-
cias embarazosas. Supongamos que un determinado fenómeno se hubiera
explicado en una etapa anterior de la ciencia por medio de un explanans
que se hallara firmemente sustentado por las pruebas de las que se dispusiera
a la sazón, pero cuya confirmación se hubiera visto negada en sumo grado
por hallazgos empíricos más recientes. En tal caso, habríamos de decir que,
originalmente, la forma en que se daba cuenta del fenómeno era una
explicación correcta, pero que dejó de serlo más tarde, al descubrirse pruebas
en contrario. Esto no parece estar de acuerdo con el sano uso común, que
mos lleva a decir que, sobre la base de la limitada evidencia inicial, la verdad
del explanans y, en consecuencia, la solidez de la explicación, habían
resultado bastante probables, pero que las pruebas de mayor amplitud de las
que en la actualidad se dispone hacen altamente probable que el explanans
mo fuese cierto, y que, por tanto, la forma en que se daba cuenta del fenómeno
en cuestión no era una explicación correcta, ni nunca lo había sido. (Deberá
¡lamarse la atención sobre un punto, y ponerse un ejemplo al respecto, en
relación con los requisitos de la verdad de las leyes...)
Algunas de las características de una explicación que se han indicado hasta
ahora pueden resumirse en el siguiente esquema:
Exposiciones
de condiciones
antecedentes
Explanans
Leyes Generales
Deducción lógica
E Descripción del
fenómeno empírico ) Explanandum
a explicar
Observemos al respecto que este mismo análisis formal, incluidas sus cuatro
condiciones necesarias, se aplica a la predicción científica tanto como a la explica-
ción. La diferencia entre una y otra es de carácter pragmático. Si se da E, es decir,
si sabemos que se ha producido el fenómeno que E describe y se nos proporciona a
continuación un adecuado conjunto de afirmaciones Gy, Coy..., Gy Lty La»--., Ly
hablamos de una explicación del fenómeno. Si se dan estas últimas afirmaciones,
y se deriva E con anterioridad a que se produzca el fenómeno que describe, hablamos
de predicción. Podremos decir, en consecuencia, que una explicación no es totalmente
110 LA EXPLICACIÓN
* Norwood Russell Hanson sugiere las complejidades y posible futilidad de una tarea
semejante, en su libro Patterns of Discovery (Cambridge, Inglaterra: Cambridge University
Press, 1958).
116 LA EXPLICACIÓN
5 Mario Bunge, Causality (Nueva York: World Publishing Co., 1963), p. 289.
* Michael Scriven, «Explanations, Predictions, and Laws», en Saientific Explanation, Space,
and Time, vol. 3, Minnesota Studies in the Philosophy of Science, ed. Herbert Feigl y Grover
Maxwell (Minneapolis: University of Minnesota Press, 1962). Hemos omitido las notas de
pie de página y las referencias del texto de Scriven y hemos numerado los párrafos para
mayor facilidad cuando nos referimos a ellos retrospectivamente en el texto. Los números
de las páginas se dan al final de cada extracto.
EL MODELO DE LA LEY DE COBERTURA 117
[1] - Otra observación común en la literatura es que las explicaciones son algo más
que descripciones. Hempel y Oppenheim la formulan de la siguiente manera: «...
sobre todo, la investigación científica en sus distintas ramas se esfuerza por ir más
allá de una mera descripción de su objeto de estudio aportando una explicación de
los fenómenos que investiga». Pero si pasamos a examinar los ejemplos de explica-
ciones que ellos mismos ponen, nos encontramos con lo que parecen ser, simplemente,
descripciones complejas. De ese modo, nos ofrecen una explicación del hecho de que
cuando «un termómetro de mercurio se sumerge rápidamente en agua caliente, se
produce un descenso momentáneo de la columna de mercurio, seguido de un rápido
ascenso». Y la explicación consiste en la siguiente exposición: «El aumento de
temperatura sólo afecta al principio al tubo de vidrio del termómetro: se dilata y
proporciona así un espacio mayor para el mercurio que hay en su interior, cuya
superficie desciende en consecuencia. Pero, tan pronto como, debido a la conducción
del calor, el aumento de temperatura llega hasta el mercurio, este último se dilata,
y dado que su coeficiente de dilatación es considerablemente mayor que el del vidrio,
se produce un ascenso del nivel del mercurio».
[2] - Sin duda ésta trata de ser una descripción narrativa de lo que ocurre
exactamente. La única característica que podría sugerir una diferencia respecto a
una «mera descripción» es el uso de palabras tales como «así», «pero», «dado que».
Éstas son reminiscencias de una argumentación o demostración, explican en parte,
a mi entender, el análisis que proponen Hempel, Oppenheim y otros. Pero no fornan
parte de un argumento o demostración aquí, simplemente de una explicación, y esas
palabras, o sus equivalentes, se dan en algunas de las descripciones más simples.
«Las cortinas tiraron el jarrón» es una descripción que contiene una cadena causal
3, estilo aparte, muy bien podría expresarse así: «Las cortinas rozaron el jarrón,
haciéndolo así caer» (0 «... teniendo como consecuencia que cayera»). El hecho de
que se trata de una exposición explicativa no constituye así pues, en modo alguno,
razón para decir que no es una exposición descriptiva (es decir: una «narración
histórica»). De hecho, si no fuera descriptiva de lo que ha pasado, dificilmente podría
ser explicativa. La cuestión a la que tenemos que responder es cómo y cuándo
determinadas descripciones se consideran explicaciones. La explicación de cómo los
procesos de fusión permiten al sol mantener su producción de calor consiste exac-
tamente en describir esos procesos y sus productos. Explicar consiste por tanto,
algunas veces, simplemente en ofrecer la descripción correcta. ¿Y a qué se considera
la descripción correcta? A título provisional consideraremos la vaga hipótesis de
que la descripción correcta es aquella que cubre una determinada laguna en
la comprensión de la persona o personas a las que se dirige la explicación
(bp. 174-175).
118 LA EXPLICACIÓN
[6] - Noes posible afirmar que sólo pueden ofrecerse explicaciones de acontecimientos
que ocurren o han ocurrido realmente. Es posible ofrecerlas también para hechos que
se producirán en el futuro (Scheffler), para acontecimientos de ficción, para aconte-
cimientos que se sabe que no ocurren, y también para acontecimientos de los que
emóneamente se cree que ocurren, así como para algunas leyes, estados y relaciones
atemporales. Dando por supuesto que el análisis de Hempel y Oppenheim sea co-
mecto en otros aspectos, se sigue de lo expuesto que, en tales casos, algunas de las
proposiciones que componen la explicación misma no pueden ser verdaderas, al
contrario de lo que ocurre con una de sus condiciones explícitas. Sin embargo, la
razón que dan para esta condición es muy plausible, y resulta de interés ver si puede
ofrecerse una explicación más general en la que pueda contenerse su postura. Los
citados autores afirman que «podría resultar más adecuado estipular que la
[explicacion] se ha visto confirmada en sumo grado por todas las pruebas perti-
nentes, que estipular que debería ser cierta. Sin embargo, esta estipulación conduce
a consecuencias embarazosas. Supongamos que un determinado fenómeno se hu-
biera explicado en una etapa anterior de la ciencia por medio de una [explicación]
que se hallara firmemente sustentada por las pruebas de las que se dispusiera a la
sazón, pero cuya confirmación se hubiera visto negada en sumo grado por hallazgos
empíricos más recientes. En tal caso, habríamos de decir que, originalmente, la
forma en que se daba cuenta del fenómeno era una explicación correcta, pero que
dejó de serlo más tarde, al descubrirse pruebas en contrario. Esto no parece estar de
acuerdo con el sano uso común, que nos lleva a decir... la forma en que se daba
cuenta del fenómeno en cuestión no era una explicación corvecta, ni nunca lo había
sido».
120 LA EXPLICACIÓN
[9] No es cierto en absoluto que las razones que tenemos para pensar que una
simple afirmación descriptiva es cierta formen parte de la propia afirmación. Nadie
piensa que un análisis más completo de «Gandhi murió a manos de un asesino
en 1953» debería incluir: «He leído sobre la muerte de Gandhi en un periódico que
no es del todo digno de crédito», o «estaba allí en aquel momento y vi cómo sucedía.
Era la única vez que estuve allá, y era mi último permiso sabático, así que no puedo
EL MODELO DE LA LEY DE COBERTURA 121
confundirme respecto a la fecha», etc. ¿Por qué, entonces, hemos de suponer que las
razones que tenemos para [creemos justificados al proponer] una explicación
determinada del hundimiento de un puente, tales como los resultados de los ensayos
a que hemos sometido muestras del metal, o nuestro conocimiento sobre el comporta-
miento de los metales y lo que cuentan los testigos oculares, son parte de la expli-
cación? Podrían de hecho haberse presentado como parte de una justificación de [la
afirmación de que lo que se ha presentado es] la explicación. Pero seguramente una
explicación no tiene por qué contener las pruebas en las que se basa. Sin embargo,
el modelo deductivo de la explicación exige que en una explicación se incluyan lo
que a menudo no son más que las razones de la explicación (pp. 196-197).
[10] - Cuando decimos que una explicación perfecta de un acontecimiento, como
por ejemplo, del hundimiento de un puente, puede limitarse a ser una afirmación
relativa a otro acontecimiento, p. ej. la explosión de una bomba, ¿no seria plausible
decir que la explicación sólo puede serlo si damos por supuesta la verdad de algunas
leyes que establecen el nexo entre los dos hechos? Después de todo, uno de los
acontecimientos es explicación del otro, no porque se haya producido con anterio-
ridad, sino porque ha sido su causa. En tal caso, una exposición completa de la
explicación haría explícitas esas leyes esenciales que se dan por supuestas.
[11] El principal punto débil de esta argumentación es la última oración.
Podemos crear de nuevo la dificultad diciendo que, si la integridad requiere, no la
mera existencia de todas las razones necesarias, sino su cita, no existen en absoluto
las explicaciones completas. Pues, de la misma manera en que la afirmación acerca
de la bomba no podía ser una explicación del hundimiento del puente, a menos que
existiera alguna relación entre los dos acontecimientos, no podría ser tampoco una
explicación a menos que fuese verdad. Así, si hemos de incluir una exposición de
las leyes pertinentes para justificar nuestra creencia en el nexo, es decir, en la solidez
de la explicación, tendremos que incluir también una exposición de los datos
pertinentes para justificar nuestra creencia en la afirmación de que había estallado
una bomba, afirmación de la que también depende la solidez de la explicación (pp.
197-198).
[12] - Quizá la razón más importante que tengan Hempel y Oppenheim para
insistir en que se incluyan las leyes en la explicación es lo que yo considero su creencia
(en el momento en que escribieron el artículo en cuestión) de que sólo si se tenían
esas leyes in mente podían tenerse fundamentos racionales para proponer una
explicación. Esto es sencillamente falso, como puede verse inmediatamente conside-
rando el ejemplo de una simple explicación física de la que podemos tener total
certeza. Si quiere usted alcanzar un cigarrillo y al hacerlo vuelca el tintero que se
derrama cayendo la tinta al suelo, estará usted en inmejorable posición para explicar
a su mujer cómo ha aparecido la mancha de tinta en la alfombra, es decir, cómo
122 LA EXPLICACION
[17] - Está claro asimismo que poner en cuestión una explicación no es lo mismo
que rechazarla porque a su vez no ha sido explicada, aunque incluya tal rechazo.
La justificación de su tipo implica algo más que mostrar la pertinencia del asunto
del que trata, es decir, pertinencia temática y ontológica: implica demostrar la
conveniencia del nivel intelectual y lógico de su contenido. Una explicación propues-
ta puede resultar inapropiada porque interviene en ella un tipo de informaciones
verdaderas procedentes del campo correcto, tales como generalizaciones triviales del
tipo de acontecimiento que quiere explicarse, que cumplen los requisitos del modelo
deductivo pero no consiguen otra cosa que generalizar la perplejidad. No podemos
explicar por qué se ha hundido este puente concreto con esta tormenta apelando a
una ley según la cual todos los puentes de ese mismo diseño y situados en puntos
semejantes se hunden con tormentas de esa fuerza (no se cita que sólo ha habido
dos casos semejantes pero que han constituido pruebas independientes de la ley). Esto
podría tener el efecto deseable de hacer que el jefe de mantenimiento se sienta
responsable, pero no explica por qué este puente (o cualquiera, de los otros puentes
del mismo diseño) fallan con tales tormentas. Puede deberse al excesivo viento
transversal, a que el oleaje afecta a la cimentación o a la parte inferior de las vigas,
a la resonancia, etc.
124 LA EXPLICACIÓN
EL ANÁLISIS ALTERNATIVO
Lecturas complementarias