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Implica ponernos los lentes de género, y dejar de ver a las mujeres y hombres,
como ese cuerpo unísono de un solo color que no se distingue entre sí y
empezar a distinguir a unas y otras, en sus especificidades; implica identificar:
Derecho a: Porque…
Derecho a: Porque…
La segregación ocupacional
La mayor carga de cuidado para las mujeres
Condiciones discriminantes: en tiempo, ingresos, ascensos, beneficios,
derechos, etc.
Si hacemos una revisión, por ejemplo, del uso del tiempo (ENUT, 2019), las
mujeres dedican 32.7 horas a la semana a labores reproductivas del cuidado,
mientras los hombres solo el 14.8, de horas, es decir una importante brecha
estructural de 17.9 horas de diferencia. Lo que significa que la carga de cuidado
para la reproducción de la fuerza laboral de las familias recae - conforme la
organización de género- básicamente en las mujeres. Ello tiene un impacto
decisivo en la inserción laboral de las mujeres, al limitarlas en tiempo y
oportunidades para capacitación o dedicación a sus trabajos o profesiones.
Los estereotipos sobre las víctimas y los victimarios juegan un papel clave en
los ambientes permisibles al hs y as, los cuales llegan a amparar prejuicios para
juzgar formas de comportarse, vestimenta e incluso las relaciones que de
forma previa o reciente establecen entre mujeres y hombres.
CLAVE 4. CONTEXTO PERSONAL Y
SUBJETIVO DE QUIENES PADECEN HS Y AS
Factores de vulnerabilidad
Elecciones personales
Circunstancias económicas
Una última clave deriva en un análisis del contexto personal y subjetivo de las
personas que padecen estas conductas y en ocasiones tienen que ver con
factores de vulnerabilidad, como alguna discapacidad, condición de etnicidad
o elecciones personales, que inciden en la manera de actuar o los recursos con
los que cuentan las personas para afrontar la situación. Asimismo, las
situaciones económicas implican exigencias o desafíos que pueden dificultar
la capacidad de respuesta.