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El seguimiento de Jesús

Isabel corpas y Jaime Pérez, nos expresan cómo conciben el término de seguimiento, que en el
Antiguo Testamento se refiere a seguir, acompañar, hacer un camino con, ir con y es seguir a
Cristo. se refiere a una actitud interior, no relacionada con lo material, sino con lo interno y no con
lo externo, más bien una espiritualidad que nos invita a construir el reino de Dios, nos cuestiona
por tanto hacia dónde estamos situados en el mundo y finalmente en la revelación de Dios
Salvador cómo testimonio de nuestra propia vida.

En el concepto de “ir tras”, más bien se refiere a la adhesión en la fe y en la búsqueda de la propia


presencia de Dios, como en el Antiguo Testamento, donde Yahvé saca de la esclavitud de los
egipcios a su pueblo y hace una alianza. Entonces referirnos al camino es ir tras y nos lleva a la
acción de caminar en progresión y siempre con un sentido de andar, “un significado de vivir”.

En el Antiguo Testamento lo vemos cuando el pueblo marcha peregrino junto con Dios, es el signo
especial de la Promesa de compañía, que tiene Yahvé para conducirlos y nos lleva a la idea de
caminar, es ir, venir, circular, dar, andar, pasear, pero siempre bajo la figura de Dios y Bajo con su
protección.

Pero también nos explica la temática de un seguimiento, en el Nuevo Testamento la palabra seguir
y caminar como vemos en los evangelios sinópticos, se refiere al aspecto vocacional, que por una
parte lleva a la disposición previa, hacia una elección y por otra unas condiciones propias del
seguimiento, que equivalen a un compartir, “es destino de servicio”.

Y se pueden ver en los tres momentos de la anunciación de la pasión en Cristo en dónde la


primera nos invita a compartir su destino como siervos , en un segundo anuncio es reconocerse
necesitado de la salvación a diferencia de lo que observamos en el Antiguo en el Nuevo
Testamento, donde los fariseos consideran que con actitudes, ritos externos y prácticas religiosas
tienen méritos delante de Dios, dejándonos claro entonces la disposición para poder acoger el
reino, y en un tercer momento una actitud de servidor, es decir solo sirviendo se puede seguir a
Jesús trayéndolos entonces tres aspectos importantes el compartir, disposición, y servicio.

Pero hablando también de estas características, encontramos en primer lugar la identidad entre
discípulo y Seguidores del camino, considerando que el camino se refiere al estilo de vida que
caracteriza a esta comunidad cristiana y por tanto los discípulos son de Jesús, es un recorrer y
seguír un camino que se identifica como comunidad eclesial naciente con la doctrina cristiana y
por última instancia con el propio Jesús.

El cuerpo Místico de Cristo descrito por San Pablo, nos lleva a un primer término, la imitación, no
en el sentido de copia, sino como una inserción de nosotros como creyentes y en la misión de
Cristo a través del Sacramento del bautismo, nos hace miembros en el cuerpo de la iglesia,
trayendo consigo una imitación desde el aspecto de anunciar con el testimonio de nuestra propia
vida acogiendo el ejemplo entonces de San Pablo, donde no se refiere a una imitación tratando de
ser Cristo.

Ni buscando propios intereses, sino la gloria de Dios, que es procurar el bien de todos, es así que
San Pablo los invita al igual que a los fieles de Filipos a tener un mismo sentimiento como el que
tuvo Cristo, en participar como siervo para tomar parte en su exaltación como Dios y que nos
ubica en imitar el amor de Dios, que es vivir el amor desde el sacrificio cómo lo hizo Jesucristo, es
decir Construir la iglesia a través de una vida en obras, que sean presentes y que actúen dejando
una huella en este transcurso del caminar.

Nos lleva al concepto de seguir y creer en dónde, seguir se refiere a la actitud de la fe, que nos
acoge y nos da esa salud, es un seguir con Jesucristo emigrando de este mundo para entrar en el
amor de Dios, es un caminar en la luz, es por ello que vocación cristiana implica del conocimiento
de Jesús con una autenticidad del reconocimiento de Cristo como señor en la humanidad.

convirtiéndose en un camino que nos lleva en una peregrinación constante que finaliza, con la
entrada del reino, entonces la vocación es el seguimiento y por tanto la respuesta de fe, es un
proceso y una experiencia que nos ponen en camino para el encuentro con la persona de Cristo y
no solo por signos y prodigios hechos por él.

La condición para ir tras Jesús auténticamente es seguirlo, pero hay que considerar los dos tipos
de visión que se tiene del seguimiento de Jesús, el primera por parte de Juan y la segunda desde el
aspecto sinóptico.

En la primera es considerado como un objeto de la promesa divina de Dios y en la segunda es una


tarea y por tanto una experiencia, en contexto de San Pablo podría decirse que entonces el
seguimiento a Jesús, es seguir las huellas de Cristo, hacerse un servidor, y en una reflexión Paulina
se consideraría como una imitación.

En San Pablo se consideraría que no significa ser una copia sino más bien es aceptar
conformándose a Cristo, en este sentido encontramos también un análisis del seguimiento de
Jesús desde un aspecto auténtico, ser discípulo y seguidor del maestro, dejando las pesadas cargas
de conceptos religiosos y leyes que nos alejan de un verdadero Dios, de un camino en comunidad,
y de la verdadera vocación que tiene nuestra iglesia, la santidad que no es más que una perfección
de la caridad.

Incluso el compartir el destino de la cruz es ya un regalo, por ello el martirio en la iglesia antigua lo
considera una recompensa, pues el seguimiento de Jesús implica aceptar la invitación de ser
discípulo, dejando cargas innecesarias que son aparente felicidad muy lejos de ser un auténtico
seguidos.

Es así que la iglesia como madre atravez de Jesús siendo el camino cos conduce bajo la protección
del espíritu santo para volver al padre y por tanto nos regalo dones carismas y frutos que harán un
seguimiento más auténtico por la vida.

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