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indios, protectora de los valores que había en sus culturas, promotoras de humanidad frente a los
abusos de colonizadores a veces sin escrúpulos” (Discurso inaugural del Papa Juan Pablo II en la IV
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo, No. 4). Gracias a la
intervención de los Obispos Africanos en el Concilio Ecuménico Vaticano II, se llegó a señalar en el
Documento de las Misiones “Ad gentes divinitus” que, por la actividad misionera, el Evangelio
anunciado, ha de encarnar en cada cultura.
Hacer presente a Cristo, autor de la salvación, es la tarea de la actividad misionera y ésta la lleva a
cabo por la palabra de la predicación y por la celebración de los sacramentos, cuyo centro y cima
es la santísima Eucaristía. (A.G. 9 § 2).
Los diáconos “reciben la imposición de las manos ‘no en orden al sacerdocio, sino en orden al
ministerio’. Así confortados con la gracia sacramental, en comunión con el Obispo y su presbiterio,
sirven al pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad. Es oficio propio
de diácono, según le fuere asignado por la autoridad competente, administrar solamente el
Bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la
Iglesia, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al
pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentos, presidir el rito de los
funerales y sepultura” (L.G. 29
La urgencia de este paso está abundantemente requerida por 500 años de acción evangelizadora;
por el mensaje guadalupano que pide se construya la Iglesia al lado de los indios vencidos, siendo
Santa María de Guadalupe un ejemplo de evangelización perfectamente inculturada (Santo
Domingo. Juan Pablo II: Discurso inaugural n. 24 § 2); pero además por la actual emergencia de los
indios en el Continente como sujetos de su historia, como lo aseguró el Papa Juan Pablo II en mayo
de 1993 en Yucatán. En estas circunstancias, si el avance de la acción pastoral indígena retarda
todavía más su meta de llegar a la firme plantación de las Iglesias Autóctonas en el Continente, no
se dará la unidad de las comunidades indígenas en torno al cristianismo, donde se vive una
dicotomía (entre la propia cultura aún sobreviviente y la cultura occidental impuesta como
vehículo de expresión de la fe); sino que se dará, y ya se está dando, una vuelta a la religión
prehispánica, en la que hay unidad entre la religión precolombina y cultura, plateándose después
de 500 años la necesidad de un diálogo interreligioso entre las religiones indígenas y el
cristianismo, que no se dio en tiempos de la conquista.
INDICE
PRESENTACIÓN
DECRETO
I. HISTORIA DEL DIACONADO INDÍGENA PERMANENTE
EN LA DIÓCESIS DE SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS
A) Antecedentes
B) El Movimiento Catequístico impulsado por el Obispo
Primera Etapa: 1960-1968
Segunda Etapa: 1968-1974
C) Surgimiento del Proceso Diaconal
Tercera Etapa: 1974-1981
D) El Diaconado Indígena Permanente
Cuarta Etapa: 1981-1994
II. EL DIÁCONO INDÍGENA PERMANENTE
Y SU MINISTERIO
1. Importancia de conocer la realidad social
A) Realidad social
2. Los Diáconos Indígenas Permanentes viven en la pobreza
3. El Diácono Indígena Permanente, servidor de un pueblo pobre
4. Situación educativa y de salud de las comunidades indígenas
5. Derechos de las comunidades indígenas
6. Servicio de fe en un México de contrastes
7. El actual sistema neoliberal
8 Despertar político del país
9. Emergencia de los pueblos indígenas
B) Realidad eclesial
10. El caminar de nuestra Iglesia
11. Fray Bartolomé de las Casas
12. Las reuniones pastorales centroamericanas
13. La Región Pastoral del Pacífico Sur
14. Esperiencias renuentes al cambio
15. Hacia una teología encarnada
16. La Iglesia Autóctona
17. El Diácono Indígena viene de la iglesia autóctona
18. El Diácono Indígena impulsor de la iglesia autóctona
19. El Diaconado dentro del sistema de cargos indígenas
20. El lugar de la mujer en el ministerio diaconal
21. Cultura, Iglesia y fe
22.Los jóvenes
23. Identidad cultural y apertura a la cultura de la modernidad
24. El Diácono Indígena Permanente y el Ecumenismo
25. El Diácono Indígena Permanente ante las Iglesias protestantes
III. SENTIDO TEOLÓGICO DEL DIACONADO INDÍGENA PERMANENTE
Sin embargo, la evangelización en América y en Chiapa siguió después otros caminos muy
diferentes a éstos que proponía Fr. Bartolomé. Dentro del Pueblo de Dios hubo dos sociedades,
una sobreponiéndose a la otra. A pesar de que en el siglo XVII los indígenas llegaron a ejercer
diferentes ministerios: como el de Maestro de Capilla, Organista, Maestro de primeras letras,
Encargado del reloj, Sacristán, Acólito, Cantor, etc., las puertas de las órdenes sagradas
permanecieron cerradas para ellos. En la práctica, su Bautismo no era reconocido de la misma
manera que el de los españoles o criollos.
En 1821 México declara la Independencia. Sin embargo, la situación de los indígenas empeoró
pues perdieron sus tierras comunales y pasaron a ser peones acasillados. Aunque hubo
excepciones, como la del presidente Juárez, que era zapoteca, los criollos y mestizos ocuparon
siempre todos los puestos en el gobierno civil y eclesiástico. Los indígenas siguieron explotados y
marginados en las
serranías y abruptas cañadas.
6. Cuando en 1859 fueron expulsados todos los religiosos, quedando vacantes durante casi 100
años una tercera parte de las parroquias de Chiapas, o cuando Mons. Anaya en 1939 contaba con
sólo 13
sacerdotes para todo el estado, nunca se pensó en los indígenas para acceder al sacerdocio.
7. Sin embargo, en ese mismo tiempo, se dieron algunos pasos significativos encaminados a la
pastoral del pueblo indígena y mestizo. Ya trabajaban entre nosotros las Franciscanas de la
Inmaculada en labores asistenciales como hospitales y asilos. Mons. Lucio Torreblanca, (1943-
1958), queriendo mejorar la catequesis rural, apoyó al P. Teodosio Martínez en su iniciativa de
atender a las comunidades indígenas. Llamó también a los Misioneros del Espíritu Santo para que
se hicieran cargo de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en Tuxtla Gutiérrez. Aprobó la
congregación
de las Misioneras Seglares Diocesanas, promovió la llegada de las Hermanas Violetas, de las
Misioneras Guadalupanas, de las Pasionistas y otras
8. En la nueva misión de Tenejapa se organizó el movimiento catequístico con dos finalidades: 1)
Atender a la población indígena dispersa por la sierra; iniciando así el proceso de atención a la
periferia que rompía el centralismo parroquial y el control que ejercía la gente de poder; y 2)
Catequizar en la lengua indígena; con lo que se intentaba superar el racismo dominante.
9. Por ese tiempo (1958) se creó, tomando territorio diocesano, la Diócesis de Tapachula. Nuevas
fuerzas y proyectos de evangelización llegaron para mejorar la atención pastoral de la Región
Costera y de la Sierra Madre.
10. En diciembre de 1958 los Jesuitas inauguraron la Misión de Bachajón. La Misión ha
desempeñado, junto a otras órdenes y congregaciones religiosas, un papel clave en el desarrollo
del
proceso diaconal de la Diócesis
B. EL MOVIMIENTO CATEQUÍSTICO
IMPULSADO POR EL OBISPO
Primera Etapa: de 1960 a 1968
11. Ya desde años anteriores eran significativos varios movimientos eclesiales: litúrgico, bíblico,
misionero, ecuménico y catequético. Estas experiencias pastorales que se daban en varias partes
del mundo fueron recogidas con claridad y espíritu de renovación en las enseñanzas del Concilio
Ecuménico Vaticano II. Para nuestro proceso diocesano han sido de especial relevancia varios
documentos de ese Concilio, como por ejemplo las Constituciones Lumen gentium (sobre la
Iglesia), la Dei Verbum (sobre la Revelación divina) y la Gaudium et spes (sobre la Iglesia en el
mundo
contemporáneo). De manera muy importante ha influido en la pastoral de nuestra Iglesia el
decreto Ad gntes (sobre la actividad misionera de la Iglesia). Mons. Samuel Ruiz García tuvo la
gracia de estar presente en las cuatro sesiones conciliares (1962-1965).
12. Después de un diálogo con el entonces delegado Apostólico, Mons. Luigi Raimondi, el Obispo
de la Diócesis, Mons. Samuel Ruiz García, promovió en 1962 dos escuelas catequéticas: una para
mujeres, confiada a las Hermanas del Divino Pastor; y otra para varones, confiada a los Hermanos
Maristas. Entonces el reto más importante que él asumió para toda la Diócesis, era lograr una
catequesis integral que no se redujera únicamente a la religión, sino que alcanzara a influenciar
toda la vida de las personas y de las comunidades.
13. El elemento central de la catequesis ha sido siempre la Palabra de Dios. Algunos factores que
hicieron que la lectura y la reflexión comunitaria de la Biblia pasaran a ser la piedra angular del
proceso catequístico diocesano fueron la visión que Mons. Samuel Ruiz García adquirió en el
Pontificio Instituto Bíblico de Roma, el valioso movimiento mundial en torno a la Biblia, la
influencia del trabajo pastoral que realizaba la Diócesis de Huehuetenango (Guatemala), así como
la predicación de los hermanos Presbiterianos.
14. Los frutos de esta etapa se dieron sobre todo en los campos religioso y cultural, tales como: los
equipos coordinados de catequistas, que recibieron una formación lo más completa posible; la
castellanización y alfabetización; una formación ética de acuerdo a la época; mejoras en el cultivo
del café y de la soya; diversos talleres, cursos de primeros auxilios y enfermería, la formación de
nuevos poblados, etc.
15. El influjo de estas escuelas catequéticas fue notable. En ellas llegaron a formarse catequistas
de Tecpatán y de otras parroquias que entonces formaban parte de nuestra Diócesis. Su influencia
se
extendió hasta los triquis de Oaxaca y los misquitos de Nicaragua; y se intercambiaron materiales
con las Diócesis guatemaltecas de Huehuetenango y Quetzaltenango.
16. En 1963 los Dominicos llegaron a fundar la Misión de Ocosingo. A ellos les tocó sobre todo la
apertura de la frontera agrícola hacia la Selva Lacandona. Fue como una explosión que dispersó a
la gente en cientos de ejidos nuevos en una amplísima zona. Por todas partes brotaban
comunidades que iban acompañadas por sus catequistas y sus ancianos o principales. Por la
evangelización, el tiempo de las fincas, en que los indios eran “mozos” (siervos casi esclavos),
empezaba a quedar atrás. Fue la experiencia de lo que las personas de Iglesia llamaron el “Exodo”
chiapaneco a la selva.
17. Por otra parte, para la atención pastoral de la parte oeste de Chiapas, erigida también en
territorio desmembrado de nuestra Diócesis, desde 1965 se puso en marcha la nueva Diócesis de
Tuxtla Gutiérrez. Así nuestra Diócesis dejó de llamarse Diócesis de Chiapas, y recibió el título de
Diócesis de San Cristóbal de las Casas. Desde entonces ha tenido población mayoritariamente
indígena. Dadas las dificultades en la evangelización, la escasez de agentes de pastoral y las
difíciles comunicaciones, se consideró a nuestra Iglesia Local como una Diócesis en estado de
misión.
18. En 1968 Mons. Samuel Ruiz García participó en la Conferencia Episcopal Latinoamericana de
Medellín (Colombia), con una ponencia sobre La Dimensión Misionera de la Iglesia. Las
conclusiones de Medellín vinieron a ser muy importantes en el proceso eclesial latinoamericano,
pues mediante sus reflexiones de fe y orientaciones pastorales, quisieron hacer nuestro el
abundante legado de enseñanzas del Concilio Ecuménico Vaticano II.
19. El Obispo de nuestra Diócesis también estuvo al frente de la Comisión Episcopal para la
Pastoral Indígena de la Conferencia del Episcopado Mexicano; y fue Presidente del Departamento
de Misiones en el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Impulsó varios encuentros
misioneros como los de Asunción (Paraguay), Iquitos (Perú) y Xicotepec (México), que buscaron
una
nueva actitud y una nueva metodología en la evangelización y en la pastoral de los indígenas. Todo
ello incidió positivamente en el movimiento catequístico y ministerial de la Diócesis.
20. El contacto directo y vivencial con las comunidades, fundamentado y animado por la lectura
del Evangelio que inspira a todas las dimensiones de la vida, llevó a los agentes de pastoral a
comprender la terrible situación socioeconómica y la marginación en que vivían los indígenas.
Entendieron, por la fe, que esa era una situación no querida por Dios.
21. Tanto los agentes de pastoral como las comunidades percibieron claramente la esencia misma
del Evangelio; Dios asume como propia la causa de los pobres. Esto se constata claramente en el
Plan de Dios desde la creación, por la que hizo Él todas las cosas, cuando
sólo existía el caos; y su acción liberadora se continúa a través del Mensaje de salvación: en el
momento histórico de los Jueces, los Profetas y, sobre todo, en la experiencia misma de la
encarnación de Jesucristo, el Redentor, así como la tenemos en los Evangelios y en la vida de la
Iglesia Primitiva, que nos narran los Hechos de los Apóstoles.
22. Esta visión integral de la Palabra de Dios los llevó a compromisos por encontrar caminos
integrales de liberación, que encaminaran al Cielo nuevo y la Tierra nueva.6
El cambio de las estructuras injustas, como lo pedían los obispos de la Iglesia reunidos en el
Concilio
Vaticano II7, el Papa Paulo VI en su exhortación Evangelii Nuntiandi,8y como lo señala también la
Iglesia en gran parte de su Magisterio posterior, debía hacerse desde el interior de las mismas
Comunidades9. Sólo así la liberación evangélica sería eficaz. Todas éstas son exigencias de una fe
integral que se quería vivir en todos los niveles de la vida personal y social.
26. En algunas partes de la zona tseltal (y desde allí se propagaría a otras regiones de la Diócesis),
se propuso un nuevo método, llamado Tijwanej, que orientó mejor el rumbo del proceso
evangelizador. En dicho método, a través de preguntas sobre la realidad y sobre la Palabra de
Dios, se pide la palabra de toda la comunidad; luego, se recoge esa palabra comunitaria y se
devuelve como alimento para el pueblo. Con este método se quería evitar que los catequistas
fueran meros repetidores de una instrucción o mensaje, y que la Palabra de Dios no permaneciera
ajena a su realidad.
30. Después, durante la evaluación que el Obispo y los agentes de pastoral hicieron del Congreso,
se manifestó esta inquietud: Los indígenas han reflexionado sobre su situación de opresión en el
campo sociopolítico; pero no han dicho en qué y cómo nosotros, como Iglesia, también los hemos
estado oprimiendo. Para poder responder a esta preocupación, se inició en las comunidades un
nuevo proceso de reflexión que llevó varios meses, hasta mediados de 1975
32. El principal continuó diciendo que, además del Bautismo y de la Confirmación, nunca se les
había dado el Sacramento del Orden para servir completa la vida de fe. El clero mestizo y
extranjero sí recibía el Sacerdocio; y a los indígenas, se los dejaba inmaduros para afrontar solos la
evangelización de sus pueblos
33. La primera Asamblea Diocesana (en 1975) aceptó como algo imprescindible la Opción por los
Pobres, quienes en Chiapas tenían sobre todo rasgos campesinos y rasgos indígenas.
34. Mons. Samuel Ruiz García, como Obispo de nuestra Iglesia Local, aprobó la búsqueda de
nuevos ministerios que estuvieran de acuerdo a la realidad que vivimos; en especial quiso que se
reflexionara en lo que se refiere al Sacramento del Orden. En comunidades de la zona tseltal y
tsotsil se eligieron candidatos que, luego de un período de tres a cinco años de capacitación y
prueba, pudieran ser ordenados como Diáconos.
35. Ciertamente, para la formación de los futuros pastores de la Diócesis contábamos con el
Seminario; pero, en muchas cosas, la formación que éste proporcionaba resultaba ajena al mundo
indígena y campesino mayense, en el que un servidor de la comunidad se considera maduro
solamente si sabe trabajar con sus manos la santa tierra y tiene su propia familia.
36. Pronto surgieron cuestionamientos serios respecto de las Órdenes para los indígenas: ¿Cómo
evitar en los indígenas no sólo una occidentalización inapropiada de los ministerios ordenados,
sino también cómo superar la tentación de clericalizar el proceso? ¿Cómo lograr que no se llegara
a un ministerio vertical y asfixiante?
39. Sin embargo, Mons. Samuel Ruiz García aprobó los nombramientos de “Prediáconos” y de
Tuhuneles, con la idea expresa de evaluar y confirmar dichos procesos al cabo de algunos años de
experiencia. En 1975 se tuvieron las primeras celebraciones en que se instituyeron Prediáconos.
42. También se fue viendo, en ambos procesos, la necesidad de tomar en cuenta más
formalmente a las esposas de estos servidores, en lo que toca a su responsabilidad y participación
en el trabajo ministerial.
45. Con el Diaconado Indígena Permanente se avanzó en la consolidación de la Iglesia Local, así
como en las posibilidades de una Evangelización más encarnada y comprometida, que fuera
conduciendo hacia una Iglesia Autóctona.
50. El apoyo que daba la Diócesis a los campesinos pobres, su denuncia contra la tortura y la
injusticia, la presencia internacional debida a la solidaridad con los refugiados, pronto tuvo un
costo: Campañas de difamación, cooptación de catequistas, amenazas contra agentes de pastoral,
intimidaciones serias contra los Prediáconos y Tuhuneles, quemas de casas, expulsión de algunas
religiosas y sacerdotes extranjeros, como el P. Marcelo Rotsaert de nacionalidad belga, los
encarcelamientos del P. Aurelio Zapata Escobar en 1983 y del P. Joel Padrón González en 1991.
También hubo presiones para que renunciara el Obispo diocesano.
52. La opresión en que viven las comunidades: la pobreza, el hambre, la falta de servicios y
oportunidades, el problema de la tierra, y otros que no encontraban su solución justa, ocasionaron
que las comunidades llegaran al límite de gritar: “¡Basta!”. Surgió así en nuestra sociedad el
levantamiento indígena de 1994. A partir de enero de 1994, todo el proceso pastoral diocesano se
encuentra afectado ante la realidad de un enfrentamiento entre el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional y el Gobierno.
57. Importancia de conocer la realidad social El Diácono Indígena Permanente y su esposa, han de
conocer bien el contexto social y eclesial en el que se desenvuelve tanto su propia vida, como la de
las comunidades con quienes conviven y a quienes sirven con su ministerio.
61. Derechos de las comunidades indígenas. Esto está exigiendo en la vida y servicios de los
Diáconos Indígenas y sus esposas una gran capacidad de discernimiento. Ellos y ellas están
llamados a ser, en medio de este pueblo que busca mayor justicia y dignidad, promotores
primarios de los derechos de las comunidades, factores de unidad, de reconciliación, de consuelo y
de paz verdadera, actuando siempre a la luz de la Palabra de Dios.
64. Despertar político del país, Para el Diácono Indígena Permanente es parte de su ministerio
animar y apoyar todas las acciones que llevan a la consolidación de la sociedad civil para el logro
de una sociedad donde se respete la dignidad de las personas y de los pueblos. Estas son parte de
las tareas que la Iglesia ha llamado Pastoral Social.
67. Fray Bartolomé de las Casas Quiso Dios que el primer Obispo de nuestra Diócesis fuera un
dominico santo, Fray Bartolomé de las Casas, que tomó la causa de los pueblos indígenas y sus
culturas como elementos esenciales de su evangelización. Esta actitud de evangelización y pastoral
integral, marcó para siempre a nuestra Diócesis, de tal manera que muchos Obispos han caminado
siguiendo sus huellas. Así, jTatic Samuel heredó e impulsó una evangelización que al mismo
tiempo que anuncia la Buena Nueva a todo el pueblo, denuncia las injusticias que contradicen el
Evangelio. Fray Bartolomé es uno de los ejemplos de santidad y de eficacia pastoral que nunca
deben perder de vista el Diácono Indígena Permanente y su esposa.
71. Hacia una teología encarnada De la misma manera, llamaron a los cristianos del continente a
promover acompañar la reflexión teológica de los pueblos indígenas17. Por ello, el Diácono
Indígena Permanente realizará sus servicios de modo que esta teología india crezca, madure y se
difunda.
72. Iglesia Autóctona, Esta inquietud la asumió nuestra Diócesis, y empezó a realizarla inicialmente
con la participación en el ministerio de la catequesis de centenares de catequistas indígenas que
empezaron a proponer la fe en su propia lengua y con sus propios símbolos, haciendo que se
hiciera más clara la idea de que la Iglesia y sus estructuras podían y debían ser cada vez más
propias y encarnadas en las culturas indígenas de la Diócesis. Los Diáconos Indígenas Permanentes
deberán incluir en su ministerio el deseo y el compromiso por la realización de la Iglesia
autóctona.
76. El lugar de la mujer en el ministerio diaconal La Iglesia quiere que el Diácono Permanente sea
preferentemente casado, sin excluir a los que se mantienen célibes. Esto indica claramente que el
Diácono Indígena Permanente, por historia, cultura y tradición, asume su ministerio acompañado
de su esposa, de tal manera que la santidad de su matrimonio fortalece su ministerio y da
testimonio ante los demás del amor de Cristo por la comunidad que, por su ejemplo, los nombró
para el Diaconado.
78. Los jóvenes, El Diácono Indígena Permanente deberá tener especial atención a estos jóvenes,
invitarlos a asumir compromisos nuevos y esforzados; de modo que con su vigor juvenil aporten
formas que sirvan para el respeto y relación digna entre las culturas. Al mismo tiempo, les
mostrarán de la mejor manera los valores culturales y de fe que son propios de las tradiciones
indígenas, de manera que también ellos, jóvenes, encuentren motivos para seguir permaneciendo
como miembros activos de sus comunidades sociales y de fe.
79. Identidad cultural y apertura a la cultura de la modernidad, Por ello, casi siempre, los indígenas
custodian celosamente sus tradiciones y las viven con entusiasmo y alegría. Así conservan su
identidad y el sentido religioso que le dan a sus vidas. Es muy importante que el Diácono Indígena
Permanente trabaje por conservar esta identidad. Al mismo tiempo, con mucha atención, deberá
reflexionar sobre la cultura de la modernidad, de modo que, con agilidad y destreza, las
comunidades se puedan relacionar con ella sin perder los propios valores culturales y religiosos.
81. El Diácono Indígena Permanente ante las Iglesias protestantes, Su principal preocupación no
será intentar oponerse a estas formas religiosas, sino mostrar el compromiso integral que viven los
católicos y dar testimonio claro de lo que creen
82. Cada vez más, la Iglesia va tomando conciencia de que la revelación de Dios no se debe limitar
a su manifestación en la Biblia. Dios se ha revelado y se sigue revelando en la historia humana
mediante los signos de los tiempos, y también se nos revela mediante su acción operante en los
pueblos y culturas diferentes24 que forman el nuevo y único pueblo de Dios.
83. La presencia de Dios, que ha ido acompañando a todos los pueblos, se ha expresado en
valores, tradiciones y concepciones que le dan sentido y respuesta a los enigmas de la vida
humana. A esta revelación de Dios en las culturas, desde el tiempo de losprimeros Padres, la
Iglesia la llamó semillas de la Palabra de Dios. 27 De aquí la imperiosa necesidad que tenemos de
abrirnos, como Iglesia, a ese paso de Dios por las culturas de los pueblos.
84. El Diácono Indígena Permanente, como miembro y partícipe de la vida de su pueblo, al mismo
tiempo que descubre con alegría la presencia de Cristo en sus tradiciones y cultura, ha de
esforzarse por examinar estas riquezas a la luz evangélica, considerando que, como obras
humanas que son, requieren también de ser liberadas, de modo que resplandezca en ellas cada
vez más claramente el señorío de Dios Salvador.
85. El mundo indígena, con sus tradiciones, sus concepciones y valores, muestra toda una
cosmovisión propia y original. En ella están presentes tanto elementos provenientes de sus
antiguas culturas como también elementos recibidos por los misioneros durante la primera
Evangelización y por la pastoral en tiempos de la Colonia.
86. Captar en todo su significado las semillas de la Palabra que se encuentran diseminadas en tales
culturas no es tarea fácil. El proceso de inserción de la Iglesia en las culturas de los pueblos, tal
como lo declara Juan Pablo II en su Encíclica Redemptoris missio, es un proceso lento y arduo,
pero también profundo y global; ya que No se trata de una mera adaptación externa...sino de
llevar el Evangelio al corazón de las culturas.
87. Tomar en cuenta la revelación de Dios en las culturas es igualmente un proceso difícil, pero
también urgente para la Iglesia.
88. Por otra parte, es preciso reconocer que las culturas indígenas vienen a enriquecer a la Iglesia.
90. los Diáconos Indígenas Permanentes, ejercen en ella servicios en favor del nuevo Pueblo de
Dios, para cumplir su misión evangelizadora deben descubrir, discernir y proclamar la revelación
de Dios que aparece en la historia que vivimos.
102.El Diaconado Indígena converge con el sistema de cargos de las comunidades, esto lo sitúa
íntimamente dentro de la organización básica de su pueblo. Al mismo tiempo, dicha organización
ancestral ha de ser su primer apoyo y energía para el cumplimiento de su ministerio eclesial. El
servicio es la mayor energía para el ministerio del Diaconado Indígena.
106. Para la construcción de la Iglesia Autóctona, el Diácono Indígena Permanente, deberá tener
como interlocutor tanto al Obispo y a los Agentes de Pastoral, como a las mismas comunidades
indígenas a las que sirve, consideradas como pueblos. A su vez el Diácono aportará a la Iglesia
Universal lo que escucha y vive en su pueblo, recibiendo de la Iglesia esa vivencia y fidelidad que
ha recibido del Evangelio. De esta manera, tanto el Diácono Indígena Permanente como las
comunidades, siendo sujetos de su propia historia y experiencia de fe, harán del Evangelio una
verdadera Buena Noticia para los pueblos indígenas.
113.El ministerio ordenado del Diaconado Indígena ha de ser configurado, bajo la inspiración del
Espíritu Santo y el acompañamiento pastoral del Obispo, dentro de la estructura de los demás
ministerios eclesiales y de los servicios de la tradición indígena, en orden a la construcción y
consolidación de la Iglesia Autóctona.
121. El Diácono Indígena Permanente y su esposa han de ser portadores de un mensaje de Buena
Nueva para la comunidad. Este servicio pastoral lo realizan desde su ministerio; sin embargo, es
necesario notar que tiene mayor peso el testimonio de vida que dan como pareja. Por ello, es
importante que el Diácono Indígena Permanente y su esposa configuren su vida en orden a este
testimonio.
Elección Personal 123. Como sucede en la tradición bíblica, entre los indígenas muchas veces
quien va a recibir el Diaconado Permanente recibe en sueños la señal de que ha sido invitado a
servir a la comunidad con este ministerio.
Confirmación Eclesial 128. Mediante una solicitud escrita, la comunidad y la zona pastoral
presentan sus Candidatos al Diaconado ante los Agentes de Pastoral y ante el Obispo.
PERÍODO DE PRUEBA 129. Es muy importante que los Candidatos al Diaconado y sus esposas
pasen por un período de prueba. Así, tanto la comunidad indígena, como los servidores de zona,
los agentes de pastoral y el Obispo van observando el comportamiento, desarrollo y madurez del
Candidato al Diaconado
131. Es muy importante, en este período de verificación, que la comunidad evalúe a los
Candidatos al Diaconado; y que éstos y sus esposas reciban animación, consejo y corrección
fraterna.
134. La esposa del Candidato al Diaconado tendrá una verdadera y efectiva participación tanto en
la formación como en la realización del ministerio
136. El Diácono Indígena Permanente, en caso de quedar viudo, para poder seguir ejerciendo su
ministerio, no podrá casarse nuevamente puesto que ha recibido el Sacramento del Orden63. La
comunidad tiene siempre el deber de considerar esta situación, y colaborar de modo que la familia
sea atendida debidamente, de modo que no se vea afectado el ministerio en su integralidad. Si
posteriormente a su viudez el Diácono Indígena Permanente decide casarse nuevamente, tendrá
que dejar de ejercer el ministerio del Diaconado, pudiendo apoyar a la comunidad con cualquier
otro servicio.
SERVICIO GENEROSO 138.El ministerio del Diaconado es un regalo de Dios a la comunidad; por
este motivo, es gratuito el servicio que el Diácono y su esposa proporcionan a la comunidad. Por lo
tanto, el Diácono y su familia vivirán de su trabajo, y no de su ministerio.
142. La vida del Diácono Indígena será una donación a la comunidad animándola a la unidad, a la
reconciliación, a la búsqueda de la justicia, a la promoción de la solidaridad con los más pobres, a
la vivencia de los valores de su cultura y al fortalecimiento de la identidad de su pueblo como
parte de su ministerio de servicio a la comunidad.
147.La formación integral del Diácono Indígena Permanente contará con un programa propio,
aprobado por el Obispo, que tomará en cuenta tanto las necesidades históricas, como las sociales,
culturales, religiosas y eclesiales.
PARTICIPACIÓN EN LA SOCIEDAD. 150. Los pueblos indígenas por cultura no separan fe y vida,
porque la fe se proyecta en la vida, y la vida diaria retroalimenta la fe. Es muy importante que el
Diácono Indígena Permanente en su ministerio no rompa con esta forma de concebir el
compromiso cristiano; por lo tanto, desde su ministerio, junto con la comunidad, procurará buscar
mejores condiciones de vida en todos los aspectos68. Así reflejará que su trabajo integra fe y vida.
151. Para que el Diácono Indígena Permanente en su ministerio pueda continuar con el espíritu
profético de anuncio y denuncia, no se ve conveniente que quienes ejercen este ministerio
acepten cargos en organizaciones políticas o en el gobierno civil de la comunidad.
156. La formación sistemática del Diácono Indígena Permanente ha de llevarse según el ritmo y
proceso de las comunidades indígenas de cada zona pastoral, de acuerdo a los planes de
formación aprobados por el Obispo, y durará ocho años: el Aspirante al Diaconado tendrá un año
de formación elemental; el que ya es Candidato al Diaconado habrá de pasar tres años de
formación básica; y para el Diácono Indígena su formación se prolongará otros cuatro años de
formación especial, en la que estará durante los primeros años de su ejercicio del Diaconado.
157. Es muy importante que todas las personas que apoyan e intervienen en la capacitación de los
Diáconos Indígenas, asuman que los pueblos indígenas discurren fundamentalmente con una
racionalidad simbólica, la cual es más rica, acumula gran número de significados en cada
significante, y ha de tener fundamentaciones que estén en continuidad con la sabiduría, tradición,
filosofía y experiencia ancestral del pueblo a que pertenecen, en relación dialogante con las bases
irrenunciables de la fe cristiana.
168. El Candidato al Diaconado Indígena Permanente debe gozar de buena salud física y psíquica,
buena fama, costumbres intachables, virtudes probadas, sentido de responsabilidad, capacidad de
liderazgo, capacidad de trabajo en equipo, recta intención y libertad .
170. El Candidato al Diaconado Indígena Permanente casado debe vivir en armonía y estabilidad
matrimonial comprobable, ser fiel a la alianza matrimonial, responsable como cónyuge y, si es el
caso, como padre de familia, recordando que por vivir en estado matrimonial tiene el deber de
trabajar en la edificación del Pueblo de Dios a través del matrimonio y de la familia.
172. El Candidato al Diaconado Indígena Permanente debe ser un hombre de Iglesia, y tendrá que
ser formado dentro de este ámbito eclesial, ya que por la recepción del sacramento entrará a
formar parte de la Jerarquía; y su ministerio se ejercerá en comunión con el Obispo y con la Iglesia
Diocesana donde estará incardinado.
173. Se debe buscar que el Candidato al Diaconado Indígena Permanente tenga capacidad para
integrarse a servicios coordinados, y para colaborar en comunión con el Obispo, con los demás
diáconos y servidores de su zona pastoral o parroquia, con el Párroco y con los demás Agentes de
Pastoral.
E. ETAPAS DE FORMACIÓN MINISTERIAL AL DIACONADO INDÍGENA PERMANENTE
a) Formación Elemental del Aspirante Elegido
175. Los Aspirantes ordinarios para ser Candidatos al Diaconado
Indígena Permanente, son los servidores de la comunidad que
tengan un servicio probado, los Catequistas y los Delegados de la
Palabra que, además de su servicio, cuentan ya con una formación
específica para el ejercicio de su ministerio pastoral.
176. La formación elemental del Aspirante a Candidato al Diaconado
Indígena Permanente, se impartirá, según cada parroquia o zona
pastoral, en un tiempo aproximado de un año, a través de los
siguientes temas:
176.1 Introducción General a la Formación Elemental
176.2 La Vocación al Diaconado
El llamado de Dios a través de la elección de las comunidades
El llamado personal
El consentimiento del Aspirante y su esposa
La palabra del Párroco y del Equipo Pastoral
La palabra de los Coordinadores de zonas pastorales
176.3 Introducción a la Biblia
Los libros de la Biblia
Cómo se escribió la Biblia
Autores de la Biblia
Contenido revelado en la Biblia
La Biblia en la vida de la comunidad cristiana
176.4 Introducción a la Eclesiología
Cristo funda la Iglesia
La Iglesia católica y las demás iglesias cristianas
Los sucesores de los apóstoles
Quiénes conforman la Iglesia Católica
Distintos niveles de la vida de la Iglesia
La Iglesia Pueblo de Dios en marcha
Las Iglesias Locales
Las Iglesias Autóctonas
176.5 Introducción a los sacramentos de la Iglesia
Introducción a los sacramentos
Sentido teológico de los sacramentos
Símbolos y signos de los sacramentos
Acuerdos y disposiciones para su administración
Bautismo: El nacimiento a la fe
Confirmación: El fortalecimiento de la fe por el Espíritu
Reconciliación: Reconciliación con Dios y entre nosotros
Reconstrucción de la fraternidad cristiana según Dios
Eucaristía: Cristo, alimento de los creyentes
Matrimonio: Signo del amor de Dios por la humanidad
Sacerdocio Cristiano: Servicio a la fe y comunión del pueblo
Unción de los enfermos: Fortaleza para la vida, y consuelo en la fe
b) Formación Básica del Candidato al Diaconado
177. La formación básica del Candidato al Diaconado Indígena
Permanente tendrá la finalidad de capacitarlo para el ejercicio de su
ministerio, con una duración de tres años, a través de los siguientes
temas:
179.8 Eclesiología
Los mandamientos de la Iglesia
El pueblo en la religiosidad popular indígena
Servicios del sacerdocio ministerial
Institución del Diaconado
El Diaconado Indígena Permanente
Papel social y ministerial de la mujer en las comunidades indígenas
Papel social y ministerial de la mujer en la Iglesia
Ministerios autóctonos eclesiales
Consolidación de la Iglesia Autóctona
179.9 Liturgia
Las ceremonias tradicionales
Análisis de las ceremonias tradicionales
Sistematización de las ceremonias tradicionales
Inculturación de la Liturgia
179.10 Pastoral
El Magisterio del Vaticano II
El Magisterio de Medellín
Fundamentos Teológicos de la Pastoral Indígena en México
El Magisterio del Pacífico Sur
El Magisterio de Puebla
El Magisterio de Santo Domingo
El Sínodo de América
El servicio episcopal de la Diócesis de Chiapas y de San Cristóbal
La inculturación del Evangelio y de la Iglesia
179.11 Teología India
Metodología teológica
El Método de la teología india
Tipología de la teología india
Textos fundantes de teología india
Producción de textos de teología india
179.12 Historia
Introducción a la historia
Los grandes momentos de la historia de México
Geografía e historia del Estado de Chiapas
Historia de la evangelización en Chiapas
c) Continuamente, el plan de Dios se nos revela en los signos de los tiempos que acontecen en la
vida de nuestras comunidades88. La conocemos como Revelación en la historia. d) Nos dice el
Concilio que antes de predicar la Buena Noticia del Evangelio, debemos descubrir la presencia de
la revelación de Dios en las culturas... a través de las Semillas del Verbo que hay plantadas en
todas ellas.
185. Los Diáconos Indígenas Permanentes están seguros que Dios derrama su Espíritu sobre toda
carne. Por lo tanto, también sus pueblos han recibido el Espíritu Santo. La manera como los
creyentes viven el Espíritu depende mucho de la realidad, de su experiencia y de su cultura.
187. Los Diáconos Indígenas Permanentes creen que Jesús les envió a su Espíritu para que fuera su
fuerza y su defensa en todo momento.
188. Las culturas de los pueblos mayas también fueron fecundadas por la presencia y la acción de
Dios, a quien sus antepasados llamaron Corazón del Cielo y Corazón de la Tierra, Creador y
Formador, Madre y Padre de la vida94. Según su tradición, al Espíritu de Dios lo encuentran en
todas partes. Él está animando y cuidando la fuerza del sol, la fuerza de la tierra, la fuerza del
agua, la fuerza de las personas. Los mayas creen que él conserva la vida, da el crecimiento y la
maduración. Él acompaña a las personas en todas sus ocupaciones y actividades: en su éxodo de
las fincas, en su camino de recuperación de la tierra, en los esfuerzos por formar comunidad, en el
servicio político. Por eso antiguamente lo representaban de muchas maneras. Los Diáconos
Indígenas Permanentes, han de sentir una gran alegría cuando profundizan esa experiencia
espiritual de sus pueblos, y comparten su riqueza con otras comunidades de fe, para el
enriquecimiento de toda la Iglesia.
189. Los pueblos indígenas son pueblos de oración. En su oración le hablan a Dios de su pueblo y
Dios les habla de lo que quiere para su pueblo. Para hablar con Dios en la oración, necesitan la
fuerza del Espíritu:
190. Muchos pueblos indígenas dedican gran parte de su tiempo también a la contemplación.
191. Las comunidades indígenas se alegran cuando descubren a Dios en los juegos y sonrisas de
sus niños. No hay como contemplar a Dios en el corazón de los hermanos y de las hermanas95. Les
estremece cuando ven cómo Dios se asienta en el centro de su historia, en la construcción y en las
esperanzas de la comunidad, en los compromisos que hacen para hacer que su vida sea más digna.
El Espíritu de Dios los lleva por donde quiere.
193. Las culturas y tradiciones religiosas indígenas enseñan que todos los que llegan a este mundo
aceptan un compromiso con Dios. Este compromiso lo pueden cumplir porque Él mismo los
fortalece con su Espíritu. Toda persona nace para orientar, para aconsejar, para iluminar; no para
crear problemas, ni para confundir. Nacen para respetar a Dios, para honrarlo, para agradecerle,
para amarlo; no viven para sentirse más que Él o para pensar que son más que los demás. Esta
tradición indígena, que tiene muchos siglos, aparece claramente en el Libro de la Comunidad, el
Popol Wuj.
194. Según la Palabra Antigua de los pueblos indígenas, las personas brotan para estar alegres y
gozar de todo lo que Dios les ha dado. Dicen los principales de las comunidades que todos tienen
la responsabilidad de hacer cosas bellas, cuidando de todo y proponiendo cosas nuevas. Nacen
para construir un mundo humano. De allí que en el trabajo como Diáconos Indígenas Permanentes
tienen que avivar el Espíritu en la comunidad para que el pueblo pueda cumplir estas tareas que
ayudan al mundo y a la vida de creyentes. Con la fuerza del Espíritu pueden realizar todo esto
según su tradición y de acuerdo con la fe.
195. Los antepasados mayas creían que Hun-Ah-Puh, “uno-Dios-es”, llama a todas las personas a
ocupar un lugar y un tiempo en esta tierra. Los pueblos mayas acostumbran organizar el tiempo en
sus diferentes calendarios; también saben convertir diversos sitios en Lugares Sagrados. El Espíritu
de Dios los sigue llamando a realizar su trabajo como servicio en bien de la comunidad, y lograr así
que allí en donde viven sea también un lugar sagrado, porque en él buscan su gracia.
197. El Diácono Indígena, al realizar su ministerio, responde al Espíritu que se hace Jícara Azul,
Jícara Verde, Corazón del Cielo y Corazón de la Tierra.
199. Esa experiencia de servicio como la de Jesús, también la tienen desde muy antiguo los
pueblos con culturas indígenas. En las comunidades, quien recibe un cargo no es para dominar, ni
para alzarse ante la comunidad; lo recibe para servir.
201. Para servir mejor a la comunidad, el Diácono Indígena y su esposa siempre deben tomar en
cuenta la situación concreta de las comunidades en las que realizan su ministerio. Todas esas
circunstancias les servirán para construir su oración; y también las reflexionarán constantemente,
con el fin de encontrar en ellas las luces del Espíritu Santo que necesitan para realizar eficazmente
su trabajo con fe.
MARÍA, MUJER DIGNA, AL SERVICIO DE DIOS Y DE SU PUEBLO 202. Las culturas mayas le dan
mucha participación a la mujer en todos los campos de la vida. En las pinturas mayas vemos
mujeres que sanan, mujeres que cantan, mujeres que gobiernan. En la ciudad antigua de Palenque
los hombres políticos aparecen junto con una mujer.
210. El Diácono Indígena y su esposa, al aceptar dar su servicio a la comunidad, reciben del Espíritu
Santo un carisma especial. Este carisma, que contiene muchos dones, se los confía el Espíritu para
el bien del pueblo. A través del servicio, Él es quien los impulsa a vivir la fe, el amor y la unidad al
interior de la comunidad.
218. El Diácono Indígena y su esposa, para recibir el cargo del Diaconado, han de prepararse según
la tradición de su cultura. Por varios días hagan ayuno de alimentos y de compañía; busquen
tiempo y lugares para la oración y la contemplación; tomen en cuenta las palabras de consejo que
les dan las personas sabias de la comunidad que por mucho tiempo han cargado la vida del
pueblo, y que les hablan sobre lo que Dios; busquen en la Palabra de Dios a qué los llama él en
estos momentos; hagan y participen en varios ritos y ceremonias propias. Júntense con otros
Diáconos y sus esposas para compartir su fe, e intercambiar sobre sus vocaciones, carismas y
sobre los llamados que Dios les hace y los dones que les entrega para esta Iglesia de San Cristóbal
de las Casas y para toda la Iglesia. En todo esto hay una gran fortaleza espiritual.
220. El Candidato al Diaconado Indígena Permanente deberá reunir las debidas cualidades de:
Tener fe íntegra, estar movido por recta intención, poseer sabiduría para guiar y orientar a la
comunidad, tener buenas costumbres y virtudes, gozar de buena fama en su comunidad, tener
salud física y psicológica119 y tener las cualidades propias para el ministerio a juicio del Ordinario.
Tener las cualidades que las comunidades indígenas consideren necesarias según la propia
cultura.
222. El Candidato al Diaconado Indígena Permanente debe cumplir las prescripciones diocesanas:
Haber servido como Catequista por un período no menor a cinco años. Haber realizado el
período de prueba llamado Candidato al Diaconado Indígena Permanente por un mínimo de tres
años.
223. El Aspirante a Diácono Indígena Permanente deberá ser escogido por la comunidad. Las
comunidades, en comunión con los Agentes de Pastoral, y según la costumbre indígena de cada
lugar, escoge a sus Candidatos al Diaconado Indígena Permanentes para iniciar un proceso de
preparación y prueba y, llegado su momento, presentarlos ante el Obispo.
224. En los lugares donde sea necesario, los Candidatos al Diaconado Indígena Permanente
podrán, de manera extraordinaria, ser ministros del Bautismo y testigos del Matrimonio, lo cual
debe expresarse en el rito de admisión y constar por la autorización del Obispo Diocesano.
225. El Candidato al Diaconado Indígena Permanente deberá haber recibido la formación y
capacitación según las normas y tiempos propuestos por el Equipo Pastoral y aprobados por el
Obispo, según las normas de este Directorio.
B. PRESCRIPCIONES PARA EL EJERCICIO DEL MINISTERIO 230. El Diácono Indígena siempre ejercerá
su ministerio en coordinación con los demás Diáconos, con los demás Ministros y Catequistas, con
el Párroco y/o con el Equipo Pastoral del lugar, y, en su caso con el Consejo Parroquial. Los
Diáconos Indígenas Permanentes ejercen su ministerio en tres servicios principales a la
comunidad: La Palabra, La Liturgia y la Caridad, siempre en comunión con el Obispo y su
Presbiterio.
231. El Diácono Indígena Permanente en nuestra Diócesis usará como vestidura propia de su
ministerio la estola cruzada, pendiente del hombro derecho.
232. El Candidato al Diaconado Indígena Permanente, para las celebraciones, usará un símbolo
propio de la cultura que se haya acordado con la comunidad, según la costumbre propia de la
región, y que lo distinga del Diácono. a) El ministerio de la Palabra Divina
233. Al Diácono Indígena le corresponde leer, enseñar e ilustrar la Sagrada Escritura a la
Comunidad Cristiana; procurando en todo momento la encarnación del Evangelio en su cultura,
según el Magisterio de la Iglesia .
234. En donde existe la tradición de que otros ministros tengan como servicio específico la lectura
y comentario de la Palabra Divina, conviene que el Diácono Indígena Permanente les delegue esta
función, en virtud de los principios eclesiales de la comunión y participación. 235. En el Ministerio
de la Palabra, el Diácono ha de proponer íntegramente el Misterio de Cristo, que se debe fundar
en la Sagrada Escritura, en la Tradición Eclesial, en la Liturgia, en el Magisterio y en la vida de la
Iglesia, y en la cultura e historia de su Pueblo.
236. La homilía conserva su importancia como parte de la Liturgia de la Palabra, y está reservada al
Sacerdote y al Diácono. Sin embargo, en las celebraciones comunitarias de la Palabra divina, se
conservará la costumbre de que ésta sea comentada también por la asamblea de los fieles.
237. El Ministerio de la Palabra debe estar respaldado por la fe de la comunidad y la del Diácono
Indígena Permanente, lo cual se manifiesta también en la promoción de la justicia y la caridad
cristianas .
238. El Diácono Indígena tiene la facultad de predicar donde ejerce su ministerio. Esta facultad le
puede ser ampliada, restringida o quitada126. Apoyado en la práctica pastoral de la Diócesis, el
Catequista Indígena, o el Delegado de la Palabra, presidirán regularmente las reuniones
dominicales sin celebración de la Eucaristía, según las normas particulares de la Diócesis. A él
corresponde el Ministerio de la Palabra127. Elabórense guiones indicativos para esas
celebraciones. b) El ministerio de la santificación
240. Las traducciones de los libros litúrgicos a los diferentes idiomas de la región han de mantener
tanto la unidad de sentido que se observa en los rituales de cada sacramento, cuanto el sentido
propio que se tiene en la cultura.
241. Las modificaciones en los símbolos sacramentales que según sus culturas se consideren
adecuadas al lenguaje verbal, simbólico, ritual y no verbal de las comunidades indígenas, deberán
ser estimuladas, impulsadas y aprobadas por el Obispo. Cuídese celosamente la unidad, armonía y
convergencia de todas las celebraciones, buscando la unidad en la diversidad.
242. El Bautismo. El Diácono Indígena es ministro ordinario del Bautismo129. Por eso, es
conveniente que exista un número proporcionado de ellos, para que puedan atender las
necesidades pastorales en todos los sitios donde lo requieran, a fin de favorecer la adecuada
iniciación cristiana en las comunidades indígenas.130
243. La Distribución de la Eucaristía. El Diácono es también ministro ordinario para la distribución
de la Sagrada Eucaristía, de la exposición del Santísimo Sacramento y de la bendición eucarística .
244. El matrimonio. Aunque el Párroco es el testigo autorizado para la celebración del matrimonio,
el Diácono puede ser delegado para asistir este sacramento en nombre de la Iglesia
246. En peligro de muerte, el Diácono Indígena Permanente puede dispensar de la forma canónica
del Matrimonio (ante un ministro autorizado por la Iglesia y ante dos testigos) y de todos los
impedimentos de derecho eclesiástico. Estas dispensas no las concederá a quien tiene el
sacramento del presbiterado.
247. El consuelo a los enfermos. El sacramento de la Unción de los Enfermos queda reservado a
los presbíteros. En efecto, la Unción de los Enfermos lleva consigo la absolución de los pecados
que requiere de la ordenación sacerdotal.
248. El Diácono Indígena Permanente es ministro ordinario de la animación de enfermos para los
cuales se implora la salud por medio de la Palabra, la oración y demás signos sensibles, según la
cultura. También son ministros ordinarios del consuelo de enfermos graves, que en ocasiones
toma el significado de la última despedida.
249. Los sacramentales. Por otros variados medios realiza la Iglesia la función de Santificar, ya sea
con oraciones, ya sea con prácticas propias de la religiosidad popular y con obras de penitencia y
caridad, que contribuyen al crecimiento del Reino de Dios. Puede el Diácono Indígena realizar las
bendiciones, la celebración de las exequias, así como presidir los ritos fúnebres.
c) El ministerio de la Caridad 250. Como agente activo de la pastoral, el Diácono Indígena puede
ser miembro de los Consejos de Pastoral, y está llamado a fomentar y respetar los ministerios no
ordenados y a promover y sostener las actividades apostólicas de otros ministerios diocesanos.
251. El Diácono Indígena Permanente debe sentirse impulsado a sostener las actividades
apostólicas de los laicos en el servicio al Reino de Dios; debe ejercer así una función misionera en
orden a la liberación integral de la persona humana; y de esta manera contribuir a concientizar al
Pueblo de Dios en las tareas promocionales que la fe cristiana exige a quienes conviven en una
comunidad civil y eclesial137 .
252. Los Diáconos Indígenas Permanentes están llamados a fomentar y apoyar en la comunidad la
obra y oficios pastorales de la caridad, de la administración y de servicio a la sociedad, siempre en
comunión con el Obispo y su Presbiterio .
253. La participación del Diácono Indígena Permanente en la Jerarquía de la Iglesia como grado
propio y permanente no ha de convertirse en la aspiración a privilegios y beneficios personales. La
esposa también debe vivir en austeridad, impulsando a su esposo a mantenerse en este ministerio
dentro del espíritu de servicio.
255. Para mostrar la universalidad de la Iglesia y fortalecer su unidad, se promoverán las visitas
entre las comunidades con ocasión de cursos, encuentros o fiestas. De esta manera los Diáconos
Indígenas podrán intercambiar su experiencia y dar solemnidad a las celebraciones en ambiente
de comunión eclesial.
256. Para que el Diácono Indígena Permanente pueda ejercer su ministerio en otras comunidades
o zonas pastorales, deberá contar con la invitación escrita de esas comunidades, con el permiso de
las comunidades donde originalmente fue nombrado, y con la autorización del Párroco y/o del
Equipo Pastoral. Cuando se trate de comunidades de diferentes parroquias, deberá contar,
además con la autorización de los dos Párrocos o Equipos Pastorales, y la del Obispo. Para ejercer
el ministerio en otra Diócesis deberá contar, además, con licencia especial de su Ordinario y con la
autorización del Obispo de dicha Diócesis.
258. Para que el Diácono Indígena Permanente y su esposa ejerzan adecuadamente su ministerio
deberán buscarse los medios y mecanismos locales y diocesanos necesarios para que reciban una
constante formación, se evalúe el ejercicio de su ministerio y se mantengan en comunión con el
Obispo y su Presbiterio, la Parroquia y las comunidades que la conforman.
259. La tradición de las comunidades indígenas otorga a los ancianos de la comunidad un papel de
autoridad moral en la vida de sus miembros. Por lo tanto, los Diáconos Indígenas Permanentes
deberán contar con ancianos que los auxilien y aconsejen en su tarea. En los lugares donde no
existan posibilidades para hacerlo, búsquese a personas cuya experiencia y autoridad moral en la
comunidad les capacite para dicho ministerio.
260. En los Consejos Parroquiales de Pastoral deberá incluirse al menos a un Diácono Indígena y su
esposa.
261. Los Diáconos Indígenas Permanentes deben estar representados en las estructuras pastorales
de las zonas o parroquias. Entre sus tareas deberá agregarse la evaluación y animación al
Diaconado.
262. Para la construcción de la Iglesia Autóctona, en los planes de formación que deberán ser
propuestos por los Equipos Pastorales y aprobados por el Obispo, según las normas de este
Directorio, es necesario incluir elementos que ayuden a los Diáconos Indígenas Permanentes a un
mejor y más eficaz servicio en la Encarnación del Evangelio en las culturas propias, que faciliten el
uso de la lengua, símbolos propios y sentido de la vida de acuerdo a sus culturas. C.
DISPOSICIONES SOBRE LA VIDA DE LOS DIÁCONOS INDÍGENAS a) Testimonio de servicio en la vida
matrimonial
266. Para fortalecer su corazón en el servicio, y como ayuda para su santificación, el Diácono
Indígena y su esposa, asistan a las reuniones y encuentros que con este fin se organicen en sus
parroquias y en la Diócesis.143 b) Estatuto económico de los diáconos indígenas
267. Sin menoscabo de lo prescrito en el canon 281-3 del Codex Iuris Canonici, respecto de la
retribución a los Diáconos Permanentes, es costumbre inveterada en nuestra Diócesis, y muy
concorde con la práctica de los servicios entre los pueblos indígenas, que el Diácono Indígena
Permanente, fiel al mandato que el Señor hizo a la humanidad desde el principio, viva de su
trabajo144. Como sucede con todos los servicios y ministerios propios de las comunidades, no
espera un pago por sus servicios pastorales. Su ministerio lo ejerce basado en la donación de la
gracia y el servicio al Reino de Dios que inauguró nuestro señor Jesucristo.
268. Los Diáconos Indígenas Permanentes no podrán recurrir a estipendios por los servicios que
otorgan, de lo contrario le restarían sentido de donación a su ministerio. Los estipendios por los
sacramentos se regirán según las normas que establezca el Obispo diocesano.
269. En los lugares en los que los Diáconos indígenas permanentes no son numerosos y tienen que
dedicar mucho más tiempo a su ministerio, si las circunstancias indican que es necesario apoyar al
Diácono en sus necesidades durante el tiempo en que se solicitan sus servicios pastorales, serán
las mismas comunidades que solicitan su ministerio, quienes se preocuparán por solidarizarse en
esas necesidades
270. Es sumamente recomendable que se promuevan vocaciones para que haya suficientes
Diáconos en las comunidades. Así mismo se recomienda que los Diáconos Indígenas Permanentes
no tengan muchas comisiones.
271. Es recomendable que las zonas pastorales procuren constituir cajas en donde se colecten
ofrendas y cooperaciones. La coordinación velará porque los Diáconos, para su ministerio o su
capacitación, puedan recibir de allí los pasajes y alimentación necesarios.
272. El Diácono Indígena Permanente y su esposa encuentran gran alegría y satisfacción en poder
compartir en el servicio a las comunidades las gracias, habilidades, capacitación, destreza y vida
que Dios les ha dado. De este modo se realiza en ellos lo que decía el Señor: Me envió para
anunciar la buena nueva a los pobres . Así, se podrá decir de ellos y de aquellos a quienes sirven, lo
que se declaraba de los primeros cristianos: Vean cuánto se aman.