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Resumen
Palabras claves
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Doctor en Sociología de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Magíster en Dirección Universitaria.
Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Profesor de la Maestría y del Doctorado en Educación en la
Universidad Pedagógica Nacional. Profesor de la Especialización en teorías, métodos y técnicas de investigación
social. Investigador del CIUP. Miembro de los Comités editoriales de las Revistas: Colombiana de Sociología
(Universidad Nacional) y Pedagogía y Saberes ( UPN). E-mail: losavila@yahoo.fr
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1- El propósito de este trabajo
“El vínculo entre injusticia social e injusticia cognitiva será una de las ideas que más
resistencia encontrará en la universidad, toda vez que esta fue históricamente el
gran agente del epistemicidio cometido contra los saberes locales, legos, indígenas,
populares, en nombre de la ciencia moderna” ( De Sousa Santos, La universidad del
Siglo XXI, pg 67).
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Ver Avila Penagos Rafael (compilador), La investigación acción pedagógica. Experiencias y lecciones. Ediciones
Antropos, Bogotá, 2003.
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3, en un sector de Bogotá (Colombia) con la aprobación y colaboración de sus
directivos. Seis maestras y su directora constituyeron el Grupo de Referencia con el
cual interactuamos, desde el comienzo hasta el final del Proyecto, durante los años
2003 y 20043.
El primer obstáculo con el que hay que lidiar para montar una experimentación como la
que hicimos es el pre-supuesto de la racionalidad técnica. El modelo dominante de los
procesos de formación profesional, no solo en educación, sino en todas las otras
profesiones, parte del supuesto de que la práctica profesional es el resultado de una
apropiación de conocimientos provenientes de diferentes disciplinas que, en un
segundo momento, se “aplican” a la comprensión y solución de los problemas propios de
cada campo de acción. La destreza profesional resulta, entonces, de un aprendizaje
prolongado de esta “importación” de conocimientos disciplinarios y de un paciente
ejercicio de entrenamiento en su “aplicación” a los problemas específicos de cada
práctica profesional.
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Nos referimos al Proyecto DSI-020-03, “Las prácticas pedagógicas en la formación de lectores y escritores”,
diseñado y ejecutado por nuestro equipo desde el Centro de Investigaciones de la Universidad Pedagógica Nacional
(CIUP) en Bogotá, Colombia. Equipo responsable del Proyecto: Rafael Ávila Penagos (investigador principal). Daniel
Torres Ardila (coinvestigador). Milena Barrios Martínez y María Claudia Soler (asistentes de investigación). Mauricio
Pérez Abril (asesor). Gloria Lara Vargas (auxiliar de videograbación).
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Ver Donald Schon, La formación de profesionales reflexivos, Ed. Paidós, Barcelona, 1992
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de los educadores abunda en saberes implícitos que pueden ser explicitados mediante
una reflexión colectiva de los pares. Fue así como propuse montar una modalidad de la
IAPE, inspirada en una racionalidad diferente: la constructivista, a la manera de una
hipótesis que debía ser sometida a experimentación colectiva.
En tal sentido, el experimento estuvo orientado e inspirado, desde sus comienzos, por
la epistemología y por la lógica constructivista del conocimiento y de los lazos
sociales. Del conocimiento porque se trataba de producir conocimiento a partir de y
sobre las prácticas de enseñanza de los maestros. Y de los lazos sociales porque se
trataba de construir un equipo para construir conocimiento, y de generar condiciones
de reflexividad para aprender a mirar-se y observar-se 6.
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La expresión “interlocución crítica entre pares” fue acuñada por Fabio Jurado (1999) para referirse al “atreverse
a socializar la experiencia con una actitud dispuesta a remover, si es el caso, dispositivos que pueden no haber sido
los más apropiados en la descripción analítica”.
6
Sobre la epistemología de las prácticas de observación que nos inspira ver: Ávila Penagos Rafael, La observación
una palabra para desbaratar y re-significar. Hacia una epistemología de la observación. En Rev. Pedagogía y
Saberes, No. 20, UPN, Bogotá, 2004, pgs. 97-106. Ver también mi artículo: Epistemología de las prácticas de
observación, en “La investigación en las ciencias sociales. Técnicas de recolección de información”, Páramo Pablo
(compilador), Universidad Piloto de Colombia, Bogotá, 2008.
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permanente construcción y re-construcción. En otras palabras: son el resultado de
sucesivas aproximaciones que implican reiterativos enfoques y re-enfoques de la
mirada, también en construcción.
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Entendemos el “escuchar” como el comprender de la tradición hermenéutica, con la connotación del “escuchar” en
la escuela de biólogos como Maturana y Varela.
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estaban llenos de buenas intenciones, pero una barrera, no desvelada aún, bloqueaba
nuestra comunicación.
Fue muy lentamente que comenzamos a entender que el Colegio Fundación Santa
María había adoptado una pauta teórico-metodológica para orientar sus procesos de
formación: el marco teórico de La Enseñanza para la Comprensión, y que las palabras
más frecuentes en su conversación eran las “piezas” de ese sistema teórico. Nos
pusimos entonces una doble tarea: comprender la enseñanza para la comprensión, y
hacer comprender el “dispositivo pedagógico” que nosotros llevábamos para
ofrecerles. Dicho de otra manera: o les ayudábamos a comprender nuestro lenguaje,
y nos esforzábamos por comprender el suyo, o corríamos el riesgo de perecer en el
intento. Exactamente lo mismo que es preciso hacer cuando uno se ve expuesto a una
experiencia inter-cultural.
En coherencia con sus respectivas posiciones, los dos paradigmas tienen diferentes
concepciones del aprendizaje. El paradigma representacional lo concibe como una
construcción de representaciones adecuadas para la acción (constructivismo de las
representaciones), mientras el paradigma de la EPC lo concibe como una construcción
de un repertorio de capacidades para el desempeño flexible (constructivismo de las
competencias). Para la construcción de ese repertorio propone un marco didáctico,
estructurado alrededor de cuatro elementos: a- los tópicos generativos (lo que vale la
pena aprender) b- las metas de comprensión (los logros a los que apunta el trabajo del
maestro) c- los desempeños de comprensión propiamente dichos, procedimentalmente
distribuidos, para el aprendizaje, en cuatro fases: exploración, investigación guiada,
profundización, síntesis; y finalmente d- la evaluación diagnóstica de los niveles de
dominio de los desempeños8, de acuerdo con unos parámetros que oscilan entre el
nivel del novato y el nivel de la maestría.
Bien distinto, y para otros propósitos, era (es) el dispositivo pedagógico que nosotros
traíamos para ofrecerle a las maestras. Era (es) una modalidad de la Investigación
Acción Pedagógica que una maestra del Proyecto anterior había bautizado como
“Aluna”9. Un experimento de trabajo colectivo y, por ende, interactivo, cuyo propósito
central es lograr que los maestros aprendan a observar sus propias prácticas
(observación de segundo orden) y tomen conciencia de las concepciones teóricas que
orientan o subyacen a sus procedimientos didácticos, con el fin de plantearse
alternativas de mejoramiento.
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Ver David Perkins, ¿Qué es la comprensión? En Martha Stone (compiladora) La enseñanza para la comprensión,
Ediciones Paidós, Barcelona, 1999, pgs. 69-92.
9
Ver Avila Penagos Rafael (compilador) Aluna: una experiencia de formación de maestros para la investigación. En
La Investigación-Acción Pedagógica, experiencias y lecciones, ya citada. Y Avila Penagos Rafael, La produccción
de conocimiento en la investigación acción pedagógica (IAPE). Balance de una experimentación. En Educaçao e
Pesquisa, Revista da Facultade de Educaçao da Universidade de Sao Paulo (Brasil), Volume 31, número 3, 2005, pgs.
503-519.
8
En conclusión, aprendimos que se trataba de dos lenguajes académicos, diferentes
entre sí, que habían construido dos herramientas de trabajo, también diferentes
entre sí, diseñadas para propósitos diferentes pero, a la postre, complementarios.
La primera (la EPC) es un lenguaje y una herramienta para mejorar los procesos de
enseñanza de los maestros. La segunda (IAPE) es un lenguaje y una herramienta para
generar, entre los maestros, el hábito de la reflexión sobre sus propias prácticas .
Bourdieu diría: el hábito de la objetivación del sujeto de la práctica (pedagógica).
Para superar el bloqueo de la comunicación, cada una de las partes debía esforzarse
por comprender el lenguaje de los otros.
7- ¿Ajuste o innovación?
Decíamos que se introdujo una variación. ¿Cuál? La que aparece en el número 8
(ocho) de la secuencia. La idea surgió como resultado de las prácticas de
observación de las videograbaciones. Al intercambiar nuestras interpretaciones,
los investigadores entendimos que había una veta significativa sin explorar ni
explotar: las maneras como las maestras conducían sus conversaciones sobre sus
prácticas profesionales. Los indicadores de los registros eran elocuentes. Era
necesario conducir a las maestras a centrar su atención sobre ese tópico. Lo
veíamos como parte del trabajo que nos habíamos propuesto, se trataba de crear
una nueva condición para auto-observarse. El dispositivo debía ser capaz de
visibilizar ese aspecto de la interlocución.
Disponíamos de dos magníficos soportes: el registro de la interlocución sobre el
diseño, y el registro de la interlocución sobre los “papers”. Sugerimos entonces un
procedimiento en dos momentos: primero sentarse a observar los registros,
centrando la atención sobre las maneras de conversar, y dejando de lado los
temas sobre los que se había conversado. Bastaba mirar y escuchar las
grabaciones. Y segundo: expresar lo que oían y veían, manifestando los
sentimientos que surgían y apostando una valoración de los hechos. En otras
palabras: estábamos invitándolos, en un primer momento, a focalizar su atención
sobre sus maneras de conversar y, en un segundo momento, a conversar sobre sus
maneras de conversar. Todo apuntaba, obviamente, a buscar las maneras de
civilizar las prácticas de conversación entre pares que tienen una comunidad de
práctica profesional.
El ajuste se convirtió en innovación. Habíamos accedido a una de las claves para
construir la reflexividad de los maestros, y para re-construir su manera de mirar
y de mirar-se. Se trataba, nada más y nada menos, que de convertir el lenguaje en
parte del problema que es preciso comprender y resolver, cuando de examinar las
prácticas se trata. Ya lo habíamos dicho, pero no sobra repetirlo: “No es posible
objetivar el sujeto de la práctica, sin objetivar el lenguaje del sujeto” (Ávila
10
2005: 506). La manera de nombrar y de nombrar-se no es, no puede ser
indiferente a la estructura de su práctica.
El uso de la cámara para la grabación, que es audio y video al mismo tiempo, fue
un recurso clave y una herramienta fundamental para el registro de la
información, y para el análisis posterior, tanto de las prácticas pedagógicas de los
maestros como de las interlocuciones realizadas entre éstos en torno a los
problemas del diseño o del desempeño en aula. El material audiovisual obtenido
pasa a ser ordenado y archivado para que, tanto los maestros como el equipo
directivo puedan recuperar, en cualquier momento del proceso, sus experiencias
de reflexión e interlocución, las cuales constituyen el punto de partida empírico y
el referente común para el análisis y la interpretación.
La función del video, en cambio, es la de sacar la clase del escenario del aula,
para llevarla, en primera instancia, a un ámbito de reflexión individual, en donde
el maestro pueda verse a sí mismo desde afuera, en condiciones diferentes, y
retroceder la película cuantas veces sea necesario para mirar-se, una y otra vez.
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Y en segunda instancia, la lleva a un ámbito de reflexión colectiva, en donde el
maestro, junto con sus colegas, pueden observar lo que él ha hecho y formularle
las observaciones y sugerencias que consideran convenientes. Se puede, entonces
considerar el video como una objetivación de la práctica pedagógica con esa
doble función.
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No sobraría mencionar que el camarógrafo despliega su subjetividad cuando escoge los ángulos desde donde
registra las imágenes. Aunque también es cierto que estaba sometido a un conjunto de parámetros
previamente fijados para su trabajo.
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Es posible entender el video como un texto más complejo que el escrito, porque
combina la imagen auditiva con la visual, y porque está abierto a la posibilidad de
lecturas múltiples. Diferentes actores, desde diferentes puntos de vista, pueden:
“retroceder la película” para verla cuantas veces sea necesario, cambiar el centro
de atención en cada oportunidad, fragmentar el texto (video) en múltiples partes
para detallar y hacer una lectura más fina de una escena particular, etc.
“Es útil porque, como profesora, veo los errores que he cometido y lo positivo de
la clase [...] cómo me desempeño y poder corregir los errores, retomar los
aciertos para continuar. Se analizan los momentos de la clase para saber si lo
planeado se está cumpliendo” (M2).
[El video] es de gran importancia porque me muestra qué cambios puedo y debo
hacerle a mis actividades” (M3).
“Me da margen para darme cuenta que debo estar pendiente de todos y de cada
uno, tanto del que trabaja rápido como del que tiene dificultad” (M3).
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“Una autocrítica constructiva [...] y una forma para ver debilidades y fortalezas”
(M6).
No es, sin embargo, una herramienta metodológica que pueda ser transferida a otros
contextos, mediante la copia, la aplicación o la re-plicación rígidas, sin el beneficio de
la imaginación. Es, más bien, una especie de partitura metodológica, susceptible de
variaciones, ad-aptaciones y re-invenciones que, como todas las partituras, no
pueden ponerse en ejecución sin la mediación de un intérprete cualificado. Si es
partitura, contiene las instrucciones suficientes para ser legible y comunicable. Es
posible, entonces, volver a ponerla en escena como una obra de arte, cuantas veces se
quiera, a condición de encontrar el intérprete capaz de re-crearla, re-presentarla y
re-posicionarla en un nuevo contexto.
Pero los dos impactos culturales más importantes que registra este balance, y que
definitivamente hacen de esta propuesta metodológica una innovación estratégica
para el futuro de la institución escolar, son los siguientes:
i) que logra sacar la práctica pedagógica del aula (un escenario individual y privado) y
la lleva a un escenario colectivo y público de discusión, para hacer de ella un ejercicio
profesional cooperativo y responsable, de cara a una sociedad que exige
transparencia y rendición de cuentas (accountability). Es el carácter cooperativo y
público del ejercicio profesional el que puede llevar a potenciar la dimensión solidaria
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del gremio y su responsabilidad política como fuerza capaz de contribuir a una
reforma intelectual y moral de la sociedad. Un magisterio fragmentado y una
práctica pedagógica encerrada en el aula es la mejor de las fórmulas para des-activar
el potencial contra-hegemónico de un gremio como el de los educadores. Y
ii) que logra derrumbar los muros epistémicos y emocionales, cuidadosa pero
arbitrariamente construidos, entre la universidad y la escuela para mantener
marginados y excluidos los saberes que construyen los maestros en la institución
escolar. Y comienza a construir los puentes necesarios para romper ese aislamiento.
Sobre la necesidad de crear puentes entre las universidades y las escuelas reales nos
pronunciamos ya en el proyecto de investigación sobre los Proyectos educativos
institucionales (PEI), en 1999, en donde dijimos literalmente, en sus conclusiones:
Para lograr este propósito voy a cambiar de punto de vista. Es decir: voy a ubicar mi
vista en otro punto. En lugar de mirarla desde una perspectiva investigativa, voy a
trasladarme a una perspectiva pedagógica . Dicho de otro modo: en lugar de
conceptualizarla como una modalidad de producción de conocimiento, voy a
conceptualizarla como una modalidad de producción de la subjetividad. Me ubico
entonces, en una perspectiva teórica, de inspiración foucaultiana, para re-construir mi
mirada de la IAPE. En vez de mirarla como un lugar cultural en donde acontece una
práctica investigativa, quiero ahora mirarla como un lugar cultural en donde acontece
una práctica pedagógica.
A este lugar cultural voy a llamarlo un “dispositivo pedagógico”. Entiendo por tal
“cualquier lugar (cultural) en que se constituye o se transforma la experiencia de sí.
Cualquier lugar (cultural) en el que se aprenden o se modifican las relaciones que el
sujeto establece consigo mismo” (Larrosa 1995: 291).
Las prácticas escriturales no son un ejercicio para escribir sobre cualquier cosa, son
para escribir sobre sus prácticas. Son para narrar-se para contar-se, para decir-se,
para expresar-se, para exponer-se.
Las prácticas de observación no son para observar cualquier cosa, son para observar
sus propias prácticas, su propia actuación, su propio lenguaje, su propio cuerpo, etc.
Son para observar-se, para ver-se, para mirar-se.
Las prácticas de interlocución no son para conversar sobre cualquier tema, son para
conversar sobre sus prácticas de aula, su manera de interactuar con los estudiantes,
sus maneras de conversar entre pares, etc. No son solamente para formular críticas,
y ni siquiera solamente para recibir críticas, son para criticar-se, auto-criticar-se,
juzgar-se, valorar-se. Sobre todo cuando conversan sobre sus maneras de conversar.
Todas ellas, como el espejo que le hace dar vuelta a la luz, y nos devuelve un reflejo
objetivado (una objetivación) de nuestro cuerpo, nos devuelven formas diferentes de
objetivación que nos ponen por delante ( ob-iacere) las maneras de escribir, las
maneras de actuar y las maneras de conversar, con el propósito siempre práctico de
re-formarlas o trans-formarlas, a la luz de un determinado “arbitrario cultural”,
elegido entre muchos, pero siempre ubicado y posicionado en un campo, siempre
conflictivo, de luchas culturales.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Entiendo por reflexividad la propiedad de hacer reflejar, o reflectar es decir: de hacer cambiar de
dirección la luz y devolver la imagen, o una objetivación de la imagen.
19
acción pedagógica (IAPE). Balance de una experimentación. En Educaçao e
Pesquisa, Revista da Facultade de Educaçao da Universidade de Sao Paulo (Brasil),
Volume 31, número 3, 2005, pgs. 503-519.
DE SOUSA SANTOS B. (2006) La Universidad del siglo XXI, Casa de las Américas,
La Habana.
FERREIRO, Emilia; GÓMEZ, Palacio. (Comp.) Nuevas perspectivas sobre los procesos
de lectura y escritura. México, Siglo XXI, 2000.