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EL PAPEL DEL APEGO EN EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD

JOHN BOWLBY

La teoría del apego fue formulada para explicar ciertas pautas de conducta
características no solo de los bebes y los niños sino también de los
adolescentes y los adultos, que fue anteriormente conceptualizada en términos
de dependencia y sobredependencia.

La teoría del apego constata lo siguente:

a) El status primario y la función biológica de los lazos emocionales íntimos


entre los individuos, cuya formación y conservación se supone que están
controladas por un sistema cibernético situado dentro del sistema
nervioso central, utilizando modelos operantes del si-mismo y de la
figura de apego en la relación mutua
b) La poderosa influencia que ejerce en el desarrollo de un niño el modo en
que es tratado por sus padres, especialmente por la figura materna
c) Los actuales conocimientos sobre el desarrollo del bebe y el niño exigen
que una teoría de los caminos del desarrollo reemplace a las teorías que
recurren a las bases especificas del desarrollo, en las que se afirma que
una persona puede quedar fijada y/o a las que puede regresar.

La teoría del apego considera la tendencia a establecer lazos emocionales


íntimos con individuos determinados como un componente básico de la
naturaleza humana, presente en forma embrionaria en el neonato y que
prosigue a lo largo de la vida adulta, hasta a vejez. Durante la infancia, los
lazos se establecen con los padres (o los padres sustitutos), a los que se
recurre en busca de protección, consuelo y apoyo. Durante la adolescencia
sana y la vida adulta, estos lazos persisten, pero son complementados por
nuevos lazos, generalmente de naturaleza heterosexual.

Inicialmente, los únicos medios de comunicación entre el niño y la madre se


dan a través de la expresión emocional y de la conducta que la acompaña.
Aunque posteriormente complementada por el dialogo, la comunicación
mediada emocionalmente persiste, sin embargo, como la característica
principal de las relaciones íntimas a lo largo de la vida.

La capacidad de establecer lazos emocionales íntimos con otros individuos es


considerada como un rasgo importante del funcionamiento efectivo de la
personalidad y de la salud mental.

La exploración del entorno, incluyendo el juego y las diversas actividades con


los compañeros, es un componente básico antitético de la conducta del apego.
Cuando un individuo (de cualquier edad) se siente seguro, es probable que
explore lejos de su figura de apego. Cuando esta alarmado, ansioso, cansado o
enfermo siente la necesidad de la proximidad. Siempre que sepa que el padre
es accesible y que responderá cuando recurra al, el niño sano se sentirá
seguro para explorar.

Desde el momento del nacimiento el niño muestra una capacidad embrionaria


para establecer una interacción social y siente placer al hacerlo. Además, en el
plazo de unos días es capaz de distinguir entre la figura de la madre y otros
mediante el olor de ella y al oír tu voz, y también por el modo en que ella lo
sostiene en sus brazos. El discernimiento visual no es seguro hasta el segundo
trimestre. Inicialmente, el llanto es el único medio del que dispone para señalar
su necesidad de cuidados, y el contento el único medio del que dispone para
señalar que ha quedado satisfecho. De todos modos, durante el segundo mes,
su sonrisa actúa enérgicamente para alentar a la madre en su servicio, y su
repertorio de comunicaciones emocionales que se extiende rápidamente.

El papel que tienen los padres de un niño en el modo en que este se desarrolla
es de suma importancia en la teoría del apego. Actualmente existen pruebas
impresionantes de que la pauta de apego que un individuo desarrolla durante
los años de inmadurez está profundamente influida por el modo en que sus
padres (u otras figuras de paternidad) lo tratan.

Existen tres pautas principales de apego, descritas en primer lugar por


Ainsworth y sus colegas en 1971:

1. En primer lugar, la pauta del apego seguro, en la que el individuo confía


en que sus padres (o figuras parentales) serán accesibles, sensibles y
colaboradores si él se encuentra en una situación adversa o
atemorizante. Con esta seguridad, se atreve a hacer sus exploraciones
del mundo. Esta pauta es favorecida por el progenitor cuando se
muestra fácilmente accesible y sensible a las señales de su hijo y
amorosamente sensible cuando este busca protección y consuelo.
2. La segunda pauta es la del apego ansioso resistente en el cual el
individuo esta inseguro de si su progenitor será accesible o sensible o si
lo ayudara cuando lo necesite. A causa de esta incertidumbre siempre
tiene tendencia a la separación ansiosa, es propenso al aferramiento y
se muestra ansioso ante la exploración del mundo. Esta pauta se ve
favorecida cuando el progenitor se muestra accesible y colaborador en
algunas ocasiones pero no en otras, y por las separaciones y por las
amenazas de abandono utilizadas como medio de control.
3. Una tercera pauta es la del apego ansioso elusivo, en el que el individuo
no confía en que cuando busque cuidados recibirá una respuesta
servicial sino que, por el contrario, espera ser desairado. Esta pauta, en
la que el conflicto está más oculto, es el resultado del constante rechazo
de la madre cuando el individuo se acerca a ella en busca de consuelo y
protección. Los casos más extremos son consecuencia de los rechazos
repetidos.
Los estudios eventuales muestran que cada pauta de apego, una vez
desarrollada, tiende a persistir. Uno de los motivos es que el modo en que un
progenitor trata a un niño, sea para bien o para mal, tiende a permanecer
invariable.

Un niño ansioso ambivalente es propenso a las quejas y al aferramiento;


mientras que un ansioso elusivo mantiene las distancias y es propenso a
tiranizar a otros niños.

Aunque por estas razones las pautas- una vez formadas- tienden a persistir, en
modo alguno ocurre necesariamente así. Las pruebas demuestran que durante
los dos o tres primeros años, la pauta de apego es una característica de la
relación y que si los padres tratan al niño de un modo distinto, la pauta
cambiara de acuerdo con ello.

Como resultado de las entrevistas con las madres de los niños de un estudio,
Main descubrió una marcada relación entre el modo en que la madre describe
sus relaciones con sus padres durante la infancia y la pauta de apego que su
hijo tiene con ella. Mientras que la madre de un bebe seguro es capaz de
hablar libremente y con ternura de su infancia, la madre de un bebe inseguro
no lo es.

Al nivel más simple, se descubrió que probablemente, la madre de un niño


seguro afirme haber tenido una infancia razonablemente feliz y se muestre
capaz de hablar de ella fácil y detalladamente, dando el debido lugar a los
acontecimientos desdichados que puedan haber ocurrido, lo mismo que a los
acontecimientos dichosos. En contraste, probablemente la madre de un niño
inseguro responderá a las preguntas de una de las dos maneras distintas. Una
de ellas, mostrada por las madres de los niños ansiosos resistentes, consiste
en describir una relación difícil y desdichada con su propia madre, por la cual
aún se siente claramente perturbada y con la que todavía esta mentalmente
implicada y, en caso de que su madre aun viviera, es evidente que estaría
implicada ella también en la realidad. La otra- que es la que muestran las
madres de niños ansiosos elusivos- consiste en afirmar de manera
generalizada y como una cuestión de hecho que tuvo una infancia feliz; pero no
solo es incapaz de proporcionar algún detalle para sustentarlo, sino que puede
mencionar episodios que señalan lo contrario.

Todas las variables del modelo tradicional que recurre a fases del desarrollo
están basadas en el supuesto de que, en alguna fase del desarrollo normal, el
niño muestra rasgos psicológicos que en un individuo mayor serían
considerados signos de patología. Así, podría considerarse que un adulto
crónicamente ansioso y aferrado ha quedado fijado o ha regresado a una fase
supuesta de oralidad o de simbiosis; mientras que en el caso de un individuo
profundamente introvertido podría considerarse que ha regresado a una
supuesta fase de autismo o narcisismo.

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