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EL CARÁCTER

ESQUIZOIDE

Guy Tonella
Traducción de MºCarmen Trecu

I – DESCRIPCION GENERAL

Lowen trató primero sobre el carácter esquizóide en su libro : “El lenguaje del Cuerpo” ,
1958, (Ed. Franc. Tchou, 1977), luego, en detalle en : “La traición al cuerpo”, 1967 (Ed.
Franc. Tchou, 1967), y por fin de forma sistematizada en : “Bioenergética”, 1975 (Ed
franc. 1976).

1 – El problema de identidad

Este tipo de personalidad se pregunta : “¿Quién soy yo?”; y además : “¿Qué hago yo en
este mundo?”, y en el fondo : “¿Cuál es el sentido de mi vida?”. Estas preguntas
traducen un muy débil percepción de sí mismo, y una pérdida de sentido de su relación
con el mundo. Es el fenómeno de despersonalización, que implica una pérdida de la
percepción del cuerpo, con sensaciones asociadas de extrañeza y de irrealidad. “Denota,
dice Lowen, una escisión bajo el nombre de problema esquizóide; sostiene todo
problema de identidad”. (CB p.10)
En efecto, la percepción de la identidad nace de una impresión de contacto con su
propio cuerpo: impresiones tónicas, sensaciones, emociones. Rado (1956) lo explica así:
“La consciencia propioceptiva es la fuente interna fundamental del lenguaje y del
pensamiento”. El esquizóide sabe que tiene un cuerpo, pero no lo percibe y no se
identifica con él. Por este hecho, tiene la impresión de falta de contacto vivo consigo
mismo, con el mundo y con el prójimo. El mecanismo profundo que conduce a la
despersonalización descansa sobre la contracción de los tejidos conjuntivos y sobre la
inhibición de la respiración y de los movimientos.
Esta pérdida de identidad de sí mismo, de significación personal, es reemplazada por
una imagen de sí mismo y una construcción imaginaria del mundo y de su relación con
el mundo.

2 – Imagen abstracta frente a realidad vivida

El problema esquizóide presenta efectivamente una disociación entre la representación y


la realidad. Normalmente, una representación obtiene su realidad de su asociación con
la emoción o a la sensación. Es la producción finalizada del continuo tónico-sensorio-
emocional. Pero, cuando esta asociación se rompe, la representación se despega del
cuerpo, ya no es la prolongación, y la imagen se convierte en abstracta : se convierte en
pura abstracción o producción idealizada, disociada de la percepción corporal.
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El cuerpo es entonces relegado a una función de instrumento funcional ( y ya no


subjetivante) puesto al servicio de la voluntad mental y de la representación : las
vivencias corporales ya no constituyen los contenidos de la representación ; a la inversa,
el cuerpo debe conformarse con las construcciones mentales abstractas.
En este sentido, la representación se convierte pensamiento abstracto y la imagen se
convierte en imaginería o ensoñación, sustituyéndose a la actividad sensorio-perceptiva
y a la acción, buscando compensar la pérdida de realidad. Una pseudo-impresión de
vitalidad puede ser entonces producida por una hiperactividad mental.

3 – El yo y el cuerpo

“El yo neurótico domina el cuerpo, el yo esquizóide lo niega, mientras que el yo


esquizofrénico se disocia de él” (CB p.15). Lo que es negado, o de lo que se disocia,
concierne la experiencia emocional : el miedo, el pánico, el terror, los impulsos
destructivos. El yo se disocia del cuerpo o niega las emociones insoportables con el
fin de preservarse. Se distancia igualmente del mundo, puesto que el hecho de ir hacia
el mundo le inspira inmediatamente una vaga impresión de terror. El yo se distancia del
cuerpo, se distancia del entorno y mantiene así a distancia lo que podría hacerle perder
el control sobre este terror y sobre estos impulsos destructivos.
Por fin, y lo que establece un círculo vicioso, el terror se relaciona con la pérdida de
control, puesto que la pérdida de control supondría la aparición de los impulsos
reprimidos : el terror engendra el control que engendra el terror. Son los dos planos
superpuestos, pasado y actual, del terror, que se autoalimentan mutuamente para
mantener la negación y/o la disociación del yo con el cuerpo.

4 – El cuerpo

La hostilidad parental, consciente pero sobre todo inconsciente, ha debido ser tan fuerte
o permanente para inspirar el terror, que el bebé ha reprimido totalmente sus impulsos
agresivos y odiosos, de protesta y de revuelta. “La inhibición de la agresividad, la
reducción de las actividades y la necesidad de guardar el control imponen al organismo
una rigidez que limita la seguridad de los movimientos. Los impulsos son retenidos y,
poco apoco, su cantidad disminuye. El esquizóide ha reprimido sus deseos porque tenía
miedo, y llega a no saber lo que desea. La negación del placer le lleva al rechazo de su
cuerpo. Para llegar a sobrevivir frente al terror, “ahoga” su cuerpo limitando su
respiración y su motilidad”. (CB pp. 47-48)

II – ETIOLOGIA

“Es la ausencia de una intimidad física generadora de placer entre la madre y el


niño lo que constituye el trauma fundamental de la personalidad esquizóide”.
(p.113)

El niño siente primero la ausencia de contacto físico tierno y erótico como un abandono.
Luego su insistencia por sus gestos, sus gritos y sus lloros para obtener despierta en los
padres una reacción hostil que él siente entonces como un rechazo.
El niño aprende muy rápido a suprimir su sensibilidad y sus necesidades y deseos de
contacto. El hecho de evitar la intimidad le servirá entonces de defensa contra el
miedo al abandono y el terror del rechazo, reprimidos o negados.
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El rechazo materno crea terror y desesperación ; el odio contenido en el rechazo


materno provoca que impulsos destructivos y asesinos en el niño. Y el hecho de estar
sentado sobre este volcán alimenta el terror. “El miedo de los impulsos destructivos y
asesinos contenidos en la personalidad constituyen el terror esquizóide. La
respuesta a este terror es la rabia esquizóide”. (CB pp. 141-142)

- el deseo del niño ambivalente hacia la madre


Parece que las madres que incitan a sus niños a convertirse en esquizóides tienen un
problema con la sexualidad y que ellas rechazan a los hombres y su sexualidad. De
hecho, más profundamente, ellas rechazan su cuerpo y su sexualidad : desean al niño y
no lo desean. Es esta realidad la que el feto sentirá probablemente en el útero de su
madre, puesto que feto, útero y sexualidad forman una unidad indisociable. “En efecto,
dice Lowen, una mujer que tiene miedo de sus sexualidad y que es hostil a los hombres
engrosa su pelvis para reducir la ansiedad ligada a las emociones sexuales ... Resulta de
ello un estado de tensión de la pelvis y del abdomen que tiene una efecto desfavorable
sobre el útero ... La personalidad esquizóide nace en un útero frío (CB p. 199).

- la vergüenza de la madre ante la intimidad física


Habitualmente, cada contacto de la madre con su niño es una ocasión para él de hacer
una experiencia del placer de la intimidad física o bien de ser rechazada o excluido por
la vergüenza y el temor de la intimidad física.
El carácter de la intimidad física entre la madre y el niño refleja los sentimientos que
tiene la madre hacia la intimidad sexual, y más generalmente, el contacto sensual. Si
ella considera desagradable el acto sexual, todo contacto físico íntimo está tintado de
esta impresión de desagrado. Si una mujer tiene vergüenza de su cuerpo, no puede
ofrecerlo con placer al niño que alimenta o con el que juega. Si la parte inferior de su
propio cuerpo le repugna, sentirá una cierta repulsión a sostener esta parte del cuerpo
del niño.
Cuando la madre tiene miedo a la intimidad, el niño lo siente como un rechazo ; si ella
tiene vergüenza de la intimidad, el niño desarrollará una impresión de vergüenza hacia
su propio cuerpo.

- la necesidad de la madre de ser perfecta


Cuando una madre tiene necesidad de ser perfecta, exige tener un niño perfecto, a
imagen de su necesidad narcisista. Un niño imperfecto haría fracasar la ilusión de su
perfección. Las imperfecciones naturales del niño llevan a su madre a negar que él tenga
la competencia de desarrollar su propia personalidad y autorregularse : ella le obliga
entonces a someterse a sus principios. Como el niño continua mostrándose imperfecto,
es censurado puesto que su madre lo percibe como una táctica de obstrucción por su
parte. Su irritación aumenta y ella se vuelve contar él con rabia y hostilidad, lista para
destruir toda oposición del niño, lo que el niño experimenta con terror y percibe como
rechazo por parte de su madre.
Solo más tarde, en la adolescencia, este niño convertido en adolescente intentará
expresar su rebelión. Pero tiene demasiado débil conciencia de su identidad y su
capacidad de experimentar sensaciones y sentimientos falla : su rebelión no tiene
dirección, encuentra la desesperación y se desarrolla de forma esquizóide, prefiriendo la
disociación para con su cuerpo, sensaciones y emociones.
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III – ESTRUCTURACION DEL CARÁCTER

A – CONFLICTO DOMINANTE

Está ligado a un muy fuerte núcleo de terror, vivido desde los primeros meses de vida,
que se trata de eliminar de la consciencia para evitar el sumergimiento del yo y la
locura. Controlar este terror, constituye la lucha sin cuartel que comporta la
personalidad esquizóide, puesto que este terror a menudo inconsciente o mal definido
le hiela hasta los huesos y le paraliza ; pero su control por negación constituye una
bomba de relojería.
“Cuando el paciente consigue liberarse de la influencia de este terror, algunos de sus
componentes aparecen. Son el miedo de ser abandonado, el miedo de ser destruido, el
miedo a destruir a alguien”. (CB p.46)

B - ORGANIZACIÓN DEFENSIVA

Estas experiencias de terror y de rabia odiosa hacia la madre intervienen desde el


principio de la vida, es decir durante el estadio inicial del desarrollo (estadio oral). La
organización del yo es entonces bipolar, fundada bien sobre el estado hipertónico, o
bien sobre el estado hipotónico, según los momentos, es decir, sobre una bipolaridad
fisiológica normal.
En presencia de una madre no integrada, en lucha con sus propios conflictos
emocionales no resueltos (sentimientos de rechazo por su propia madre, reacciones
odiosas, represión de la sensualidad y de la sexualidad, vergüenza hacia la intimidad,
etc...), el bebé vive el cuerpo hipertenso de su madre como un obstáculo a su propio
abandono hipotónico : en tales brazos, no puede dejarse ir en plena seguridad y
abandonar su propia tonicidad. Se mantiene entonces en estado de hipertensión vigilante
y reactiva. La polaridad fisiológica normal y adaptativa inicial se transforma en
división: el yo va a mantenerse en esta organización no-integrada, con de un lado lo
“bueno” (las buenas experiencias) y de un lado lo “malo” (las malas experiencias). El
bebé se fija en esta organización convertida en defensiva, condiciones de aparición
ulterior del carácter esquizóide.
Por otra parte, en esta época, la continuidad tónico-sensorio-emocional-representativa se
presenta bajo una forma poco diferenciada: las experiencias corporales quedan
amalgamadas y se presentan bajo la forma de estados corporales globales. Estos estados
no dan lugar a representaciones imaginadas precisas : constituyen más una memoria
corporal que psíquica. En este sentido, quedarán disociadas de los contenidos psíquicos
(representaciones) ulteriores, y estarán más disponibles a la presentación actuada que a
la representación hablada. Se ve aquí que la no integración psicocorporal normal del
bebé se fijó en un modo de funcionamiento patógeno bajo la forma de disociación.

C – CONSECUENCIAS ENERGÉTICAS

¿Cómo se manifiesta normalmente la sensación de vitalidad?


Se pone fundamentalmente en juego un proceso energético que se manifiesta por la
activación del proceso de excitación, su intensidad y su regulación. Estos movimientos
energéticos son fuente para el sí mismo emergente de impresiones vitales o estados
vitales.
Stern describe estas impresiones en términos de “afectos de vitalidad” (1985) cuando
busca describir lo que deben experimentar los bebés, y más allá, todo ser humano. Los
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afectos de vitalidad son experiencias de despertar o de activación, de modificaciones


dinámicas del estado corporal ( en sus propios tejidos), de formaciones de impulsos y de
preparación a patrones de acción. Los afectos de vitalidad aseguran la sensación de
continuidad de la existencia vital.

En el estado esquizóide, los tejidos en los cuales circula la energía (tejidos conjuntivos e
intersticiales) están en estado de tensión : las funciones de pulsación y de vibración
están profundamente perturbados. Si estos tejidos no se relajan, así como las fascias y la
musculatura, la sensación de existir continua fallando. Solo cuando estas tensiones
comienzan a ser resueltas, especialmente por un trabajo de estiramiento, la personalidad
esquizóide comenzará a “sentirse vivir”, a “sentir la vida circular el él”. Físicamente y
emocionalmente, se describe como saliendo de una sensación de parálisis interna : cesa
por fin de luchar contra el mecanismo de “lisis”, de disolución de su ser, controlada
desde siempre (y probablemente desde la vida intra-uterina) por la tensión de los tejidos
elementales.

Con motivo de la fuerte tensión de los tejidos conjuntivos e intersticiales en el estado


esquizóide, la formación de impulsos es débil y esporádica y no llega a la periferia del
cuerpo, que queda por tanto poco cargada. Las membranas superficiales son entonces
más permeables a los estímulos externos, lo que explica la hipersensibilidad de los
esquizóides (y esquizofrénicos).

Normalmente, los impulsos se organizan según los esquemas de expresiones y de


acciones que canalizan y dirigen hacia el mundo exterior. El esquizóide experimenta
dificultad de poder reunir e integrar sus impulsos y sus sensaciones para orientarlas
hacia actividades orientadas hacia una meta; el impulso caótico queda bloqueado en el
interior del cuerpo o sobreexcita los órganos y puede provocar sensaciones
experimentadas como extrañas y amenazantes.

La musculatura voluntaria está hipertensa y espástica. Estas tensiones tienen una doble
función: la de defenderse contra el terror reduciendo las sensaciones por la contractura
muscular, y la de asegurarse la cohesión del cuerpo y su integridad, evitando su
derrumbamiento que haría temer el vacío interior que dejaría.

La sexualidad genital puede ser compulsiva. En efecto, cuando la tensión sexual genital
no está integrada en el conjunto de las sensaciones sexuales afectando a todo el cuerpo,
es vivida como una fuerza extraña e inquietante que hay que eliminar descargándola. Es
por tanto descargada, sin participación emocional, favoreciendo los comportamientos de
promiscuidad sexual compulsivos. Esto se encuentra en ciertos ambientes homosexuales
y heterosexuales, y denota una escisión entre sexualidad y genitalidad.

En resumen:
- la energía se retira de la periferia, es decir de los órganos y partes del cuerpo
que establecen un contacto con el mundo exterior (ojos, cara, manos, pies,
órganos genitales);
- la energía se fija en el centro del organismo.
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D – CONSECUENCIAS FISICAS

1 – la máscara esquizóide

El primer rasgo del rostro esquizóide que choca es la mirada muy particular : mirada
“vacía”, “ausente”, “apagada”, “sin expresión”, “perdida en lo vago”. Pero puede ser
también una mirada fijada en una expresión estupefacta o en una expresión de miedo, o,
si el sujeto comporta fuertes tendencias paranóides, estar tintada de odio asesino.
Sin embargo, el sujeto no establece directamente un contacto por la mirada. No da la
impresión de mirarte y esto es inquietante. O bien, si lo hace, la impresión sentida es
que su mirada no te llega, que no tiene “ese carácter táctil de la visión cercana” (Ortega
y Gasset, 1956): él te mira sin emoción, o más aún, él te ve pero no te mira.
“Si el esquizóide es incapaz de fijar su mirada, es a causa de su ansiedad en relación de
las emociones que podrían transparentarse en su mirada ... esto le haría tomar
conciencia de sus emociones” (CB p.66). La falta de expresión de la mirada, así como la
falta de reacciones físicas, forma parte de la defensa esquizóide contra la emoción.
Así como la mirada, la cara falta de expresión: tiene un carácter de máscara fijada que
describe “la estupefacción del payaso, la inocencia y la ingenuidad del niño, el aire
apagado del que está de vuelta de todo, la arrogancia del aristócrata. Su característica es
una sonrisa fijada, típico por : su carácter inmutable, su falta de propósito, su ausencia
de relación con una sensación de placer” (CB p.67). Pero detrás de esa sonrisa fijada de
la mirada apagada, se puede discernir una expresión de muerte, una cabeza de muerte:
“se podría decir que el esquizóide está “mortalmente aterrado” ” añade Lowen. Esta
máscara constituye su armadura contra su terror y su odio, y contra su expresión
mortuoria subyacente. Es una armadura que le sirve también para suprimir todo deseo,
para no ser así vulnerable al rechazo que teme tanto.
La contracción de la mandíbula es otra característica de la cara esquizóide. Participa
por supuesto en el control emocional, en sus raíces más orales (tanto a nivel de los
impulsos de chupar y mamar como a nivel de los impulsos de morder y destruir) ;
permite también impedir que se manifieste todo sentimiento de terror en la mirada y
retiene fuertemente los impulsos de llorar y gemir que comienzan por un mohín del
mentón.

2 – la falta de alineamiento de la cabeza con el resto del cuerpo


La cabeza forma un ángulo con el resto del cuerpo, inclinada a la derecha o a la
izquierda. Indica una cierta disociación de la cabeza para con el cuerpo. Esta posición
permite no mirar los objetos exteriores más que con un solo ojo, el mejor, evitando así
la convergencia y la acomodación. En el fondo, es decir en el pasado, el bebé evitó
ejercer su convergencia y su acomodación para evitar ver claramente el objeto de su
terror: su madre.

3 – una constitución asténica e hipertensa


El cuerpo es alargado y delgado, con una musculatura insuficientemente desarrollada.
Esta indica sin embargo una muy fuerte rigidez por hipertonicidad de los músculos
alargados:
-tensión de los músculos para-vertebrales, especialmente al nivel de las inserciones
occipitales (segmento ocular);
-tensión a nivel escapular: el cuello y los hombros están rígidos, en una actitud de
desafío que diría: “estoy por encima de esto”, el “esto” significa el cuerpo, las
sensaciones y los deseos, los placeres físicos de la existencia;
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-la parte superior del cuerpo está relativamente poco desarrollada muscularmente. El
tórax tiene tendencia a ser estrecho y contraído;
-el diafragma está en tensión crónica, produciendo un estrechamiento marcado a
nivel de la cintura, y dando la impresión de que el cuerpo está dividido en dos mitades.
Es frecuente que el sujeto intente disociar la parte alta de su cuerpo con la cual se
identifica, de la parte baja (la sexualidad) que está reprimida o negada;
-el mantenimiento de la pelvis inclinada hacia delante. Lowen (CB p.72) ilustra
clínicamente esta fijación infantil en la mujer: “En la pubertad, la pelvis efectúa una
rotación hacia abajo y hacia atrás que coloca la vagina entre los muslos. En ella, ... su
pelvis había quedado en posición hacia delante como tienen las niñas”;
-las piernas están hipertensas y se mantienen rígidas. Las rodillas están anquilosadas
y la articulación encerrada. Los tobillos están igualmente encerrados y rígidos. Los pies
pueden presentar signos de infantilismo: pies vueltos hacia el interior (como durante el
estadio de la más tierna infancia), lo que exagera el arco normal; pies anormalmente
pequeños; pies poco tonificados con derrumbamiento de la bóveda de la planta.

4 – una cierta displasia


Esto significa que las diferentes partes del cuerpo no están armoniosamente
proporcionadas. La parte alta del cuerpo puede ser por ejemplo asténica, mientras que la
parte baja es atlética.
“Se encuentran igualmente en la mujer rasgos virilóides tales como la estrechez de las
caderas, la delgadez de los muslos y una distribución masculina del pelo púbico. En el
hombre, las tendencias femeninóides se caracterizan por una pelvis llena y redonda, un
monte de Venus abultado, una distribución femenina del pelo púbico, en triángulo
invertido”. (CB p.72)
Sin embargo, cuando la constitución asténica domina (cuerpo largo y delgado), la
inmadurez del desarrollo atenúa las diferencias sexuales entre hombre y mujer: la cadera
es delgada, como las de los chicos y las chicas pre-púberes, los hombros estrechos, y la
musculatura insuficientemente desarrollada. Los músculos son alargados y fibrosos.

En resumen:
-los tejidos conjuntivos e intersticiales están en estado de contracción, lo que afecta
la formación de los impulsos;
-las zonas de tensión muscular más fuerte están en la base del cráneo (nivel sub-
occipital profundo) y a nivel del diafragma, lo que afecta la continuidad psicocorporal y
la coordinación motriz;
-tensiones peri-articulares afectan a las articulaciones de los hombros-brazos, de la
pelvis, de las piernas, lo que afecta la movilidad escapular y pélvica, y conlleva un
defecto de enraizamiento por falta de sensación de contacto con el suelo.

El aspecto general y la postura están afectadas:


- el cuerpo es más bien estrecho y contraído
- la dinámica de vida está marcada en los extremos: bien por la rigidez
hipertónica con hipermotricidad sin contenido afectivo, o bien por hipotonía
con marcada apatía
- falta de coordinación parte alta/ parte baja del cuerpo
- falta de coordinación derecha/izquierda
- los movimientos son mecánicos
- la respiración está bloqueada y a veces imperceptible
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E – CONSECUENCIAS PSICOLOGICAS

1 – los esquemas comportamentales típicos


Los esquemas comportamentales de la personalidad esquizóide, resumidos por Weiner
(1958) y citados por Lowen (CB p.38) son los siguientes:
- El hecho de evitar toda relación intima con el prójimo, reservándose, gusto de
la soledad, timidez, sentimientos de inferioridad;
- La incapacidad de expresar directamente hostilidad o sentimientos agresivos
– sensibilidad a la crítica, desconfianza, necesidad de aprobación, tendencias
a negar o a deformar;
- Una actitud autista – introversión, vida imaginaria demasiado intensa;
- La incapacidad de concentrarse, la impresión de estar despegado de la
realidad;
- Explosiones histéricas, causadas o no por provocaciones aparentes, tales
como alaridos, vociferios, gritos de cólera;
- La incapacidad de sentir emociones, en particular el placer, y la ausencia de
reacciones emocionales hacia el prójimo, o reacciones exageradas de
sobreexcitación, y manías.

2 – la imagen del cuerpo


La imagen de su cuerpo tal como se la representa un esquizóide es reveladora de sus
comportamientos típicos, lo que es comprensible ya que tanto la imagen del cuerpo
como los comportamientos efectivos están construidos a partir de las experiencias
tónico-sensorio-emocionales del niño, especialmente a través de los contactos físicos
experimentados en sus relaciones con los padres.
La imagen del cuerpo así construida es un referente interno para la realización de las
acciones motrices: permite visualizar las diferentes secuencias de movimiento
implicadas en cada acción. Permite igualmente localizar las sensaciones corporales y, de
esta forma, reajustar las actitudes y acciones.
Siendo la imagen del cuerpo igualmente construida a partir de las vivencias
emocionales, la elección de las situaciones y de las actividades que implican el cuerpo
está en función de la imagen que se tiene: elección de actividades que incluyen o
excluyen la agresividad, la sensualidad etc...
Los dibujos de la imagen de su cuerpo realizados por pacientes esquizóides tienen
ciertas características comunes : “los personajes están poco vivos, a menudo grotescos,
estilizados o esbozados. Hacen pensar en estatuas, payasos, muñecas, espectros, zombis
o espantapájaros”. (CB p.81)

3 – el desapego y la soledad
El desapego y la no-implicación constituyen defensas contra el terror : mantenerse
apartados de las relaciones emocionales para evitar la sensación de terror y la irrupción
de impulsos reprimidos.
Sin embargo, este desapego y esta soledad disminuyen su contacto con la realidad ,
debilitan su yo, y socavan la conciencia de su identidad. Las satisfacciones emocionales
y las fuentes de placer se agotan.
Todos estos elementos que se manifiestan en un comportamiento rígido, contribuyen a
crear un vacío interior que amenaza con destruir la estructura defensiva y llevar a una
descompensación, depresiva y/o esquizofrénica.
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4 – los “pseudo-contactos”
Los “pseudo-contactos” por medio de los cuales los intercambios emocionales son
evitados o “como-si”, así como los intercambios alrededor de intelectualizaciones sirven
también de defensa contra el terror. Si el comportamiento exterior puede parecer
normal, la personalidad esquizóide juega de hecho un papel. La razón inconsciente de
este juego reside en la necesidad de ofrecer a los otros una personalidad, de asegurarse
uno mismo a partir de una pseudo-identidad y de dar aparentemente una significación a
su vida. En esto, el esquizóide tiene necesidad de contactos con los otros, que le
estimulan a mantener esta fachada: tiene miedo de estar solo y consecuentemente
confrontado con su terror.
Finalmente, el esquizóide es colocado en esta contradicción de la necesidad y del miedo
a la soledad. Esta necesidad es defensiva, pero puede revelarse peligrosa incluso aunque
estaba destinada a ser aseguradora. Así, “aunque él sea capaz de reaccionar, comenta
Lowen, sus actos y su comportamiento tienen un carácter extraño, el de un autómata y
el de un ser que atraviesa los riesgos de la existencia sin dar la impresión de vivir”. (CB
p.48)
Con todo, el esquizóide puede ser altruista y dedicarse a grandes causas: como no llega
a percibir su propia identidad, puede buscar justificar su existencia en grandes causas
sociales. Su sensibilidad es un sentimentalismo hacia los otros (los despojados y los
oprimidos), despegado de sí mismo y de su cuerpo: está ligada a las teorías, a los ideales
y a los dogmas.

- La voluntad de vivir
El esquizóide es intensamente voluntarioso. Es obstinado y cada uno de sus actos es
forzado y premeditado. Como no vive a partir a partir de sus sensaciones y emociones,
en la búsqueda de un placer o de una satisfacción, sino porque funciona a partir de los
pensamientos idealizados y/o racionalizados, debe continuamente actuar a partir de la
voluntad.
Normalmente, el espíritu y el cuerpo deben su cohesión a la función integrativa del
placer. Freud había señalado ya la función esencial y primaria del principio de placer.
Ya que el esquizóide no ha vivido bajo el primado del principio del placer, sino bajo el
del principio del terror, no tiene por tanto más que su voluntad para crear el vínculo
entre el espíritu y el cuerpo. Su existencia no está regida por el principio de vivir, sino
por la voluntad de vivir.

- La evitación del conflicto edípico o las esperas inconscientes


La organización esquizóide implica precozmente la negación del cuerpo, el
ahogamiento de las sensaciones corporales y de las emociones, y de la sexualidad en
general, y así los sentimientos hacia los padres siguen la misma suerte, especialmente
el amor hacia la madre y el temor hacia el padre, a la entrada del estadio genital. Las
percepciones físicas de la excitación genital están disociadas de la sexualidad, y los
miembros de la familia están aislados unos de otros. El niño ha crecido solo y en un
sentimiento de soledad, continua aislándose y aislando sus percepciones de unos y
otros, especialmente de su padre y de su madre. La función de placer que no ha sido
desarrollada en su relación de niño con su madre, continua queriendo ignorar la realidad
de placer compartido. El mismo sentimiento de terror que animaba la relación de
intimidad dual, con su madre, anima la relación triangular, con el padre y la madre: se
convierte en terror al incesto.
El deseo incestuoso debe ser negado, y la excitación genital disociada de la sensibilidad
sensorial y emocional. Ahí reside la defensa del esquizóide contra las angustias
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edípicas, puesto que : “el acto sexual, cuando se separa de la sensibilidad física, no
evoca el conflicto edípico porque el cuerpo funciona mecánicamente”. (CB p.101). El
terror arcaico a la intimidad corporal (con el cuerpo de la madre) se prolonga, con
las nuevas aportaciones del conflicto edípico, por el terror a la intimidad sexual
genital incestuosa. “La fatalidad que rodea al esquizóide, es la amenaza de ser
abandonado o destruido por haber violada el tabú del incesto. Para evitar esta fatalidad,
reprime sus emociones sexuales y abandona su cuerpo”. (CB p.101).
Sin embargo, a un nivel inconsciente, la espera es grande, puesto que : “cuando las
necesidades de intimidad, de contacto físico, y de gratificación oral de un niño no se
satisfacen a lo largo de los primeros años de su vida, estas se transfieren sobre las
percepciones sexuales que se desarrollan en el periodo pre-edípico. Esto explica porque
el conflicto edípico toma tal intensidad en estos niños. El apego sexual hacia el padre de
sexo opuesto se carga del deseo infantil no satisfecho de intimidad y de gratificación
oral. Este apego sobrecargado crea un peligro real de incesto, al menos en lo que
concierne las impresiones del niño”. (CB p.114)
Estas condiciones provocan un desplazamiento de la boca hacia los órganos genitales,
pero también una confusión en la no distinción de los deseos (orales o genitales). Esta
confusión puede llevar al niño a aceptar una intimidad sexual que prohibe el más fuerte
de los tabús – el tabú del incesto - ; ella puede llevar al adulto a una actividad sexual
genital compulsiva de promiscuidad sexual como tentativa de satisfacción desplazada de
contactos corporales orales. Estas tentativas fracasan a menudo porque el estadio
esquizóide no permite el abandono a la vida emocional y disocia sexualidad (en su
función de placer) y genitalidad (en su función de descarga).

En resumen, el carácter esquizóide:


- tiene una percepción de sí mismo débil, luchando contra la sensación de
disociación
- presenta una escisión del funcionamiento unitario de la personalidad
(escisión entre emociones, pensamientos y acciones)
- la identidad del sí mismo tiende más a la identificación con la imagen de sí
mismo que a la identificación con el cuerpo
- está más en contacto con los pensamientos abstractos que con las sensaciones
concretas de sí mismo
- se pregunta quién es / no se siente vivo
- tiene una fuerte tendencia a evitar las relaciones intimas y emocionales
- funciona por la voluntad de vivir.

IV – SINTOMATOLOGIA

1 – La adolescencia perturbada
La adolescencia y el final de la adolescencia son periodos críticos para el carácter
esquizóide. Los fuertes impulsos sexuales genitales y las fuertes emociones
correspondientes pueden a menudo provocar el derrumbamiento del sistema defensivo
adaptativo que el sujeto pudo mantener hasta el presente. Los problemas que aparecen
pueden ser del orden del fracaso escolar, del aislamiento o a la inversa de la
delincuencia, la depresión escondida o manifiesta, tentativa de suicidio o la toma de
sustitutivos excitantes (droga, alcohol ...).
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2 – La andropausia y la menopausia
Son periodos de reacondicionamiento de la identidad, tanto en el plano físico, como
emocional y psicológico. Por estas razones, el carácter esquizóide puede ser
profundamente afectado y su sistema defensivo destruido: las tensiones emocionales
sumergen el sistema defensivo y el terror aparece.

3 – Problemas psicomotores
Tales que: mala estructuración espacio / tiempo y problemas del ritmo ; mala
coordinación motriz.

4 – La depresión
Una forma de descompensación de las defensas esquizóides puede ser la depresión: “las
situaciones emocionales que el esquizóide no consigue asumir pueden provocar una
depresión” (CB p.59)

5 – La hipocondría
Es un síntoma frecuente en sujetos de fuertes tendencias esquizóides. Está ligada a una
imagen del cuerpo defectuosa que no permite interpretar correctamente las sensaciones
corporales: las sensaciones físicas dan entonces la impresión de ser extrañas y
angustiosas, a veces terroríficas: una tensión diafragmática se convierte en síntoma
cardiaco, un dolor de garganta, riesgo de cáncer, etc...

V – ORIENTACIONES TERAPÉUTICAS

1 – Estrategia terapéutica

a) Establecimiento de una relación terapéutica por experiencias de entonamiento


afectivo : comprender el terror y la aprensión del rechazo, comprender el miedo a
ser sumergido y desintegrarse si la experiencia emocional es demasiado fuerte,
comprender la necesidad de contacto y de amor, comprender el odio asesino sub-
yacente.
Recordemos que el paciente esquizóide creció en un entorno desprovisto de amor
auténtico e inicialmente incondicional. A la inversa, ha vivido frialdad y distancia
en sus interrelaciones. Espera, por tanto, para fundir su desconfianza inicial, que el
terapeuta le proporciona la prueba vivida de su disposición calurosa auténtica y de
su capacidad de comprensión real de su problemática , incluyendo la disposición
frecuente del paciente esquizóide a la preocupación de orden espiritual, nacida de
su gran sensibilidad.

b) Volver a dar acceso a las experiencias corporales (energéticas, sensoriales,


emocionales) y a las experiencias motrices (movimientos expresivos y de acción)
permitiendo salir de la escisión cuerpo/pensamiento/acción.
Recordemos que esta escisión entre esfera corporal, esfera mental y esfera motriz es
la consecuencia del proceso de rechazo infantil, conllevando una desesperación del
que el paciente se defiende disociándose de su cuerpo. Esta disociación del cuerpo
(y esta distancia establecida en relación a la desesperación) permitió la elaboración
de una ilusión (ilusión de ser amado por el padre rechazante, o por los dos, o , más
tarde, por un sustituto del padre).
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“Mientras que la escisión de la personalidad persiste, no se puede impedir este


vaivén entre ilusión y desesperación. Solo la identificación del sí mismo con el
cuerpo permite reunificarse. Esta identificación disminuye la desesperación y pone
en evidencia la ilusión. Cuando la ilusión se viene abajo, la desesperación sub-
yacente se revela y abre la vía a la reconstrucción de la situación infantil. Es en ese
estadio cuando se pueden revivir las experiencias traumáticas infantiles y liberarse
de ellas” (CB p. 123).

c) Reestablecer la función agresiva (y la liberación de los sentimientos hostiles


reprimidos o negados) permitiendo la afirmación de sí mismo y la afirmación del
derecho de satisfacer sus necesidades fundamentales (auto-seguridad, auto-
confianza, auto-estima).
Recordemos que los sentimientos hostiles en relación a la madre rechazante, y a
veces incluso toda la función agresiva, han sido reprimidos, secuestrados en el
cuerpo disociado de la personalidad. Cuando la ilusión de ser amado, construida por
el Yo, se destruye, los sentimientos hostiles y destructivos secuestrados hasta
entonces en el cuerpo son liberados y sumerge el Yo considerablemente debilitado.
Estos sentimientos surgen, destruyendo todo lo que la ilusión tenía que realizar
como meta. Es necesario canalizar estas fuerzas destructivas con el fin de que ellas
no generen el miedo a la locura hasta el punto de recrear de nuevo mecanismos
disociativos protectores. Ayudar a expresar estos sentimientos hostiles consiste en
reabrir el camino de la expresión agresiva, según la intensidad que el cuerpo y el
psiquismo puedan tolerar. Se trata de reaprender poco a poco a liberar la función
agresiva, sin miedo al rechazo, dándole poco a poco la intensidad necesaria para que
los sentimientos destructivos y asesinos puedan ser reconocidos y expresarse sin
temor a la explosión o a la fragmentación.

2 – Ejercicios bioenergéticos

a) despertar de las sensaciones por estiramiento, la respiración y el movimiento y


trabajo de enraizamiento del cuerpo (grounding)
b) relajamiento de las tensiones musculares que participan en la disociación cuerpo/
espíritu (tensiones de la nuca y en general del segmento ocular), tensiones del
diafragma
c) relajamiento de las tensiones musculares en general (mandíbulas, cuello, para-
vertebrales, cintura escapular, pelvis) y relajamiento de las tensiones ligamentosas
peri-articulares
d) trabajo progresivo que lleve al contacto corporal (holding, handling)
e) trabajo corporal expresivo (cara y cuerpo) que lleve a la expresión de los
sentimientos (necesidad de amor, desesperación, terror, odio ...)
f) carga dinámica progresiva del conjunto del cuerpo y descarga progresiva del
conjunto del cuerpo con participación emocional (trabajo sobre la unidad cuerpo/
Yo/ acción y trabajo sobre la capacidad de formar impulsos, de contenerlos y luego
expresarlos con cada vez más intensidad sin perder su integración y sin perder el
contacto interpersonal).
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3 – La relación terapéutica

a) las resistencias
La primera resistencia puede ser una resistencia a utilizar al terapeuta en su función
materna reaseguradora, con el fin de no reactivar el terror ligado a la dependencia
materna vivida durante la historia infantil. La imagen materna puede entonces ser
transformada en la de una pareja sexual : la reunión conseguida con una pareja sexual
tiene el sentido de reproducir la relación con una madre amante, sin tener que afrontar el
terror subyacente (CB p. 169). El terapeuta puede entonces ser objeto de fuertes deseos
amorosos y sexuales.
Otra resistencia concierne los fuertes sentimientos hostiles subyacentes y reactivos al
terror infantil vivido: son los deseos de destruir, de matar, de aniquilar.

b) la transferencia
Si el carácter esquizóide presenta de entrada una actitud fría y distante ligada a su terror
subyacente de la relación, experimenta de hecho un fuerte deseo de entablar una
relación próxima y amante de la que tiene profundamente necesidad y que le ha faltado,
de niño. Esta necesidad pone al terapeuta en posición de figura materna. “El terapeuta
debe establecer su contacto con el paciente como la madre lo hace con su niño, es decir,
por la mediación del cuerpo. Si el terapeuta toca al paciente con sus manos calientes y
tiernas, establece un contacto más profundo que el que podría hacer con palabras o
miradas”. (CB p.254)

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