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ESQUIZOIDE
Guy Tonella
Traducción de MºCarmen Trecu
I – DESCRIPCION GENERAL
Lowen trató primero sobre el carácter esquizóide en su libro : “El lenguaje del Cuerpo” ,
1958, (Ed. Franc. Tchou, 1977), luego, en detalle en : “La traición al cuerpo”, 1967 (Ed.
Franc. Tchou, 1967), y por fin de forma sistematizada en : “Bioenergética”, 1975 (Ed
franc. 1976).
1 – El problema de identidad
Este tipo de personalidad se pregunta : “¿Quién soy yo?”; y además : “¿Qué hago yo en
este mundo?”, y en el fondo : “¿Cuál es el sentido de mi vida?”. Estas preguntas
traducen un muy débil percepción de sí mismo, y una pérdida de sentido de su relación
con el mundo. Es el fenómeno de despersonalización, que implica una pérdida de la
percepción del cuerpo, con sensaciones asociadas de extrañeza y de irrealidad. “Denota,
dice Lowen, una escisión bajo el nombre de problema esquizóide; sostiene todo
problema de identidad”. (CB p.10)
En efecto, la percepción de la identidad nace de una impresión de contacto con su
propio cuerpo: impresiones tónicas, sensaciones, emociones. Rado (1956) lo explica así:
“La consciencia propioceptiva es la fuente interna fundamental del lenguaje y del
pensamiento”. El esquizóide sabe que tiene un cuerpo, pero no lo percibe y no se
identifica con él. Por este hecho, tiene la impresión de falta de contacto vivo consigo
mismo, con el mundo y con el prójimo. El mecanismo profundo que conduce a la
despersonalización descansa sobre la contracción de los tejidos conjuntivos y sobre la
inhibición de la respiración y de los movimientos.
Esta pérdida de identidad de sí mismo, de significación personal, es reemplazada por
una imagen de sí mismo y una construcción imaginaria del mundo y de su relación con
el mundo.
3 – El yo y el cuerpo
4 – El cuerpo
La hostilidad parental, consciente pero sobre todo inconsciente, ha debido ser tan fuerte
o permanente para inspirar el terror, que el bebé ha reprimido totalmente sus impulsos
agresivos y odiosos, de protesta y de revuelta. “La inhibición de la agresividad, la
reducción de las actividades y la necesidad de guardar el control imponen al organismo
una rigidez que limita la seguridad de los movimientos. Los impulsos son retenidos y,
poco apoco, su cantidad disminuye. El esquizóide ha reprimido sus deseos porque tenía
miedo, y llega a no saber lo que desea. La negación del placer le lleva al rechazo de su
cuerpo. Para llegar a sobrevivir frente al terror, “ahoga” su cuerpo limitando su
respiración y su motilidad”. (CB pp. 47-48)
II – ETIOLOGIA
El niño siente primero la ausencia de contacto físico tierno y erótico como un abandono.
Luego su insistencia por sus gestos, sus gritos y sus lloros para obtener despierta en los
padres una reacción hostil que él siente entonces como un rechazo.
El niño aprende muy rápido a suprimir su sensibilidad y sus necesidades y deseos de
contacto. El hecho de evitar la intimidad le servirá entonces de defensa contra el
miedo al abandono y el terror del rechazo, reprimidos o negados.
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A – CONFLICTO DOMINANTE
Está ligado a un muy fuerte núcleo de terror, vivido desde los primeros meses de vida,
que se trata de eliminar de la consciencia para evitar el sumergimiento del yo y la
locura. Controlar este terror, constituye la lucha sin cuartel que comporta la
personalidad esquizóide, puesto que este terror a menudo inconsciente o mal definido
le hiela hasta los huesos y le paraliza ; pero su control por negación constituye una
bomba de relojería.
“Cuando el paciente consigue liberarse de la influencia de este terror, algunos de sus
componentes aparecen. Son el miedo de ser abandonado, el miedo de ser destruido, el
miedo a destruir a alguien”. (CB p.46)
B - ORGANIZACIÓN DEFENSIVA
C – CONSECUENCIAS ENERGÉTICAS
En el estado esquizóide, los tejidos en los cuales circula la energía (tejidos conjuntivos e
intersticiales) están en estado de tensión : las funciones de pulsación y de vibración
están profundamente perturbados. Si estos tejidos no se relajan, así como las fascias y la
musculatura, la sensación de existir continua fallando. Solo cuando estas tensiones
comienzan a ser resueltas, especialmente por un trabajo de estiramiento, la personalidad
esquizóide comenzará a “sentirse vivir”, a “sentir la vida circular el él”. Físicamente y
emocionalmente, se describe como saliendo de una sensación de parálisis interna : cesa
por fin de luchar contra el mecanismo de “lisis”, de disolución de su ser, controlada
desde siempre (y probablemente desde la vida intra-uterina) por la tensión de los tejidos
elementales.
La musculatura voluntaria está hipertensa y espástica. Estas tensiones tienen una doble
función: la de defenderse contra el terror reduciendo las sensaciones por la contractura
muscular, y la de asegurarse la cohesión del cuerpo y su integridad, evitando su
derrumbamiento que haría temer el vacío interior que dejaría.
La sexualidad genital puede ser compulsiva. En efecto, cuando la tensión sexual genital
no está integrada en el conjunto de las sensaciones sexuales afectando a todo el cuerpo,
es vivida como una fuerza extraña e inquietante que hay que eliminar descargándola. Es
por tanto descargada, sin participación emocional, favoreciendo los comportamientos de
promiscuidad sexual compulsivos. Esto se encuentra en ciertos ambientes homosexuales
y heterosexuales, y denota una escisión entre sexualidad y genitalidad.
En resumen:
- la energía se retira de la periferia, es decir de los órganos y partes del cuerpo
que establecen un contacto con el mundo exterior (ojos, cara, manos, pies,
órganos genitales);
- la energía se fija en el centro del organismo.
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D – CONSECUENCIAS FISICAS
1 – la máscara esquizóide
El primer rasgo del rostro esquizóide que choca es la mirada muy particular : mirada
“vacía”, “ausente”, “apagada”, “sin expresión”, “perdida en lo vago”. Pero puede ser
también una mirada fijada en una expresión estupefacta o en una expresión de miedo, o,
si el sujeto comporta fuertes tendencias paranóides, estar tintada de odio asesino.
Sin embargo, el sujeto no establece directamente un contacto por la mirada. No da la
impresión de mirarte y esto es inquietante. O bien, si lo hace, la impresión sentida es
que su mirada no te llega, que no tiene “ese carácter táctil de la visión cercana” (Ortega
y Gasset, 1956): él te mira sin emoción, o más aún, él te ve pero no te mira.
“Si el esquizóide es incapaz de fijar su mirada, es a causa de su ansiedad en relación de
las emociones que podrían transparentarse en su mirada ... esto le haría tomar
conciencia de sus emociones” (CB p.66). La falta de expresión de la mirada, así como la
falta de reacciones físicas, forma parte de la defensa esquizóide contra la emoción.
Así como la mirada, la cara falta de expresión: tiene un carácter de máscara fijada que
describe “la estupefacción del payaso, la inocencia y la ingenuidad del niño, el aire
apagado del que está de vuelta de todo, la arrogancia del aristócrata. Su característica es
una sonrisa fijada, típico por : su carácter inmutable, su falta de propósito, su ausencia
de relación con una sensación de placer” (CB p.67). Pero detrás de esa sonrisa fijada de
la mirada apagada, se puede discernir una expresión de muerte, una cabeza de muerte:
“se podría decir que el esquizóide está “mortalmente aterrado” ” añade Lowen. Esta
máscara constituye su armadura contra su terror y su odio, y contra su expresión
mortuoria subyacente. Es una armadura que le sirve también para suprimir todo deseo,
para no ser así vulnerable al rechazo que teme tanto.
La contracción de la mandíbula es otra característica de la cara esquizóide. Participa
por supuesto en el control emocional, en sus raíces más orales (tanto a nivel de los
impulsos de chupar y mamar como a nivel de los impulsos de morder y destruir) ;
permite también impedir que se manifieste todo sentimiento de terror en la mirada y
retiene fuertemente los impulsos de llorar y gemir que comienzan por un mohín del
mentón.
-la parte superior del cuerpo está relativamente poco desarrollada muscularmente. El
tórax tiene tendencia a ser estrecho y contraído;
-el diafragma está en tensión crónica, produciendo un estrechamiento marcado a
nivel de la cintura, y dando la impresión de que el cuerpo está dividido en dos mitades.
Es frecuente que el sujeto intente disociar la parte alta de su cuerpo con la cual se
identifica, de la parte baja (la sexualidad) que está reprimida o negada;
-el mantenimiento de la pelvis inclinada hacia delante. Lowen (CB p.72) ilustra
clínicamente esta fijación infantil en la mujer: “En la pubertad, la pelvis efectúa una
rotación hacia abajo y hacia atrás que coloca la vagina entre los muslos. En ella, ... su
pelvis había quedado en posición hacia delante como tienen las niñas”;
-las piernas están hipertensas y se mantienen rígidas. Las rodillas están anquilosadas
y la articulación encerrada. Los tobillos están igualmente encerrados y rígidos. Los pies
pueden presentar signos de infantilismo: pies vueltos hacia el interior (como durante el
estadio de la más tierna infancia), lo que exagera el arco normal; pies anormalmente
pequeños; pies poco tonificados con derrumbamiento de la bóveda de la planta.
En resumen:
-los tejidos conjuntivos e intersticiales están en estado de contracción, lo que afecta
la formación de los impulsos;
-las zonas de tensión muscular más fuerte están en la base del cráneo (nivel sub-
occipital profundo) y a nivel del diafragma, lo que afecta la continuidad psicocorporal y
la coordinación motriz;
-tensiones peri-articulares afectan a las articulaciones de los hombros-brazos, de la
pelvis, de las piernas, lo que afecta la movilidad escapular y pélvica, y conlleva un
defecto de enraizamiento por falta de sensación de contacto con el suelo.
E – CONSECUENCIAS PSICOLOGICAS
3 – el desapego y la soledad
El desapego y la no-implicación constituyen defensas contra el terror : mantenerse
apartados de las relaciones emocionales para evitar la sensación de terror y la irrupción
de impulsos reprimidos.
Sin embargo, este desapego y esta soledad disminuyen su contacto con la realidad ,
debilitan su yo, y socavan la conciencia de su identidad. Las satisfacciones emocionales
y las fuentes de placer se agotan.
Todos estos elementos que se manifiestan en un comportamiento rígido, contribuyen a
crear un vacío interior que amenaza con destruir la estructura defensiva y llevar a una
descompensación, depresiva y/o esquizofrénica.
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4 – los “pseudo-contactos”
Los “pseudo-contactos” por medio de los cuales los intercambios emocionales son
evitados o “como-si”, así como los intercambios alrededor de intelectualizaciones sirven
también de defensa contra el terror. Si el comportamiento exterior puede parecer
normal, la personalidad esquizóide juega de hecho un papel. La razón inconsciente de
este juego reside en la necesidad de ofrecer a los otros una personalidad, de asegurarse
uno mismo a partir de una pseudo-identidad y de dar aparentemente una significación a
su vida. En esto, el esquizóide tiene necesidad de contactos con los otros, que le
estimulan a mantener esta fachada: tiene miedo de estar solo y consecuentemente
confrontado con su terror.
Finalmente, el esquizóide es colocado en esta contradicción de la necesidad y del miedo
a la soledad. Esta necesidad es defensiva, pero puede revelarse peligrosa incluso aunque
estaba destinada a ser aseguradora. Así, “aunque él sea capaz de reaccionar, comenta
Lowen, sus actos y su comportamiento tienen un carácter extraño, el de un autómata y
el de un ser que atraviesa los riesgos de la existencia sin dar la impresión de vivir”. (CB
p.48)
Con todo, el esquizóide puede ser altruista y dedicarse a grandes causas: como no llega
a percibir su propia identidad, puede buscar justificar su existencia en grandes causas
sociales. Su sensibilidad es un sentimentalismo hacia los otros (los despojados y los
oprimidos), despegado de sí mismo y de su cuerpo: está ligada a las teorías, a los ideales
y a los dogmas.
- La voluntad de vivir
El esquizóide es intensamente voluntarioso. Es obstinado y cada uno de sus actos es
forzado y premeditado. Como no vive a partir a partir de sus sensaciones y emociones,
en la búsqueda de un placer o de una satisfacción, sino porque funciona a partir de los
pensamientos idealizados y/o racionalizados, debe continuamente actuar a partir de la
voluntad.
Normalmente, el espíritu y el cuerpo deben su cohesión a la función integrativa del
placer. Freud había señalado ya la función esencial y primaria del principio de placer.
Ya que el esquizóide no ha vivido bajo el primado del principio del placer, sino bajo el
del principio del terror, no tiene por tanto más que su voluntad para crear el vínculo
entre el espíritu y el cuerpo. Su existencia no está regida por el principio de vivir, sino
por la voluntad de vivir.
edípicas, puesto que : “el acto sexual, cuando se separa de la sensibilidad física, no
evoca el conflicto edípico porque el cuerpo funciona mecánicamente”. (CB p.101). El
terror arcaico a la intimidad corporal (con el cuerpo de la madre) se prolonga, con
las nuevas aportaciones del conflicto edípico, por el terror a la intimidad sexual
genital incestuosa. “La fatalidad que rodea al esquizóide, es la amenaza de ser
abandonado o destruido por haber violada el tabú del incesto. Para evitar esta fatalidad,
reprime sus emociones sexuales y abandona su cuerpo”. (CB p.101).
Sin embargo, a un nivel inconsciente, la espera es grande, puesto que : “cuando las
necesidades de intimidad, de contacto físico, y de gratificación oral de un niño no se
satisfacen a lo largo de los primeros años de su vida, estas se transfieren sobre las
percepciones sexuales que se desarrollan en el periodo pre-edípico. Esto explica porque
el conflicto edípico toma tal intensidad en estos niños. El apego sexual hacia el padre de
sexo opuesto se carga del deseo infantil no satisfecho de intimidad y de gratificación
oral. Este apego sobrecargado crea un peligro real de incesto, al menos en lo que
concierne las impresiones del niño”. (CB p.114)
Estas condiciones provocan un desplazamiento de la boca hacia los órganos genitales,
pero también una confusión en la no distinción de los deseos (orales o genitales). Esta
confusión puede llevar al niño a aceptar una intimidad sexual que prohibe el más fuerte
de los tabús – el tabú del incesto - ; ella puede llevar al adulto a una actividad sexual
genital compulsiva de promiscuidad sexual como tentativa de satisfacción desplazada de
contactos corporales orales. Estas tentativas fracasan a menudo porque el estadio
esquizóide no permite el abandono a la vida emocional y disocia sexualidad (en su
función de placer) y genitalidad (en su función de descarga).
IV – SINTOMATOLOGIA
1 – La adolescencia perturbada
La adolescencia y el final de la adolescencia son periodos críticos para el carácter
esquizóide. Los fuertes impulsos sexuales genitales y las fuertes emociones
correspondientes pueden a menudo provocar el derrumbamiento del sistema defensivo
adaptativo que el sujeto pudo mantener hasta el presente. Los problemas que aparecen
pueden ser del orden del fracaso escolar, del aislamiento o a la inversa de la
delincuencia, la depresión escondida o manifiesta, tentativa de suicidio o la toma de
sustitutivos excitantes (droga, alcohol ...).
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2 – La andropausia y la menopausia
Son periodos de reacondicionamiento de la identidad, tanto en el plano físico, como
emocional y psicológico. Por estas razones, el carácter esquizóide puede ser
profundamente afectado y su sistema defensivo destruido: las tensiones emocionales
sumergen el sistema defensivo y el terror aparece.
3 – Problemas psicomotores
Tales que: mala estructuración espacio / tiempo y problemas del ritmo ; mala
coordinación motriz.
4 – La depresión
Una forma de descompensación de las defensas esquizóides puede ser la depresión: “las
situaciones emocionales que el esquizóide no consigue asumir pueden provocar una
depresión” (CB p.59)
5 – La hipocondría
Es un síntoma frecuente en sujetos de fuertes tendencias esquizóides. Está ligada a una
imagen del cuerpo defectuosa que no permite interpretar correctamente las sensaciones
corporales: las sensaciones físicas dan entonces la impresión de ser extrañas y
angustiosas, a veces terroríficas: una tensión diafragmática se convierte en síntoma
cardiaco, un dolor de garganta, riesgo de cáncer, etc...
V – ORIENTACIONES TERAPÉUTICAS
1 – Estrategia terapéutica
2 – Ejercicios bioenergéticos
3 – La relación terapéutica
a) las resistencias
La primera resistencia puede ser una resistencia a utilizar al terapeuta en su función
materna reaseguradora, con el fin de no reactivar el terror ligado a la dependencia
materna vivida durante la historia infantil. La imagen materna puede entonces ser
transformada en la de una pareja sexual : la reunión conseguida con una pareja sexual
tiene el sentido de reproducir la relación con una madre amante, sin tener que afrontar el
terror subyacente (CB p. 169). El terapeuta puede entonces ser objeto de fuertes deseos
amorosos y sexuales.
Otra resistencia concierne los fuertes sentimientos hostiles subyacentes y reactivos al
terror infantil vivido: son los deseos de destruir, de matar, de aniquilar.
b) la transferencia
Si el carácter esquizóide presenta de entrada una actitud fría y distante ligada a su terror
subyacente de la relación, experimenta de hecho un fuerte deseo de entablar una
relación próxima y amante de la que tiene profundamente necesidad y que le ha faltado,
de niño. Esta necesidad pone al terapeuta en posición de figura materna. “El terapeuta
debe establecer su contacto con el paciente como la madre lo hace con su niño, es decir,
por la mediación del cuerpo. Si el terapeuta toca al paciente con sus manos calientes y
tiernas, establece un contacto más profundo que el que podría hacer con palabras o
miradas”. (CB p.254)