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El golpe militar
El diario La Prensa, vocero del sector más reaccionario, condenó las “consecuencias
fatales de una pésima política”. Las fuerzas conjuntas del Ejército, la Marina y la Ae-
ronáutica, decidieron la destitución del jefe de Estado. Frondizi buscó ayuda en el ge-
neral Aramburu, quien no se la dio y que declaró a los periodistas que “la renuncia del
Presidente no significará la quiebra del orden constitucional porque en la Constitución
están previstas todas las circunstancias de sucesión del gobierno”.
Pese a estas presiones, Frondizi respondió “No renuncio ni doy parte de enfermo, ni
me voy de viaje. Sigo siendo el Presidente”. Por ello, las Fuerzas Armadas anunciaron
el 29 de marzo de 1962 que “el presidente de la República ha sido depuesto por las
Fuerzas Armadas”. Con custodia militar lo retiraron de la residencia presidencial de
Olivos. Como Yrigoyen en 1930 y Perón en 1945, Frondizi fue detenido y trasladado a
la isla Martín García.
Sin una estrategia clara, se apresuró a jurar como Presidente ante la Suprema Corte de
Justicia de la Nación el presidente del Senado José María Guido. Es decir, las Fuerzas
Armadas organizaron un nuevo golpe de Estado, pero no ocuparon directamente la
Casa de Gobierno.
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Argentina entre los golpes militares de 1955 y 1966
La política económica
Aunque cambiaran los titulares del Poder Ejecutivo entre
1955 y 1963, la política económica desnacionalizadora,
caracterizada por la penetración de las empresas trans-
nacionales en la industria y en los servicios, no cambió su
rumbo. Federico Pinedo en apenas quince días en el mi-
nisterio de Economía sembró el caos económico con una
brusca devaluación que benefició a un corto número de
conocidos del Ministro. Luego, la presencia de Álvaro Al-
sogaray como ministro de Economía muestra la continui-
José María Guido saliendo de la
Catedral de Bs As, 1962 dad con los gobiernos anteriores de Aramburu y Frondizi.
Las medidas fueron solicitar un nuevo acuerdo stand by
con el FMI, reducir los derechos sobre las importaciones,
aumentar los impuestos al consumo y las tarifas de los
servicios públicos. Esta política era condición del FMI y
desfavorecía a nuestra economía. Las consecuencias fue-
ron, en el gobierno de Guido, la disminución del Producto
Bruto Interno en 316 millones de dólares; la reducción del
salario real (que entre 1958 y 1963 disminuyó un 35 por
ciento), el descenso del consumo de leche y carne por
habitante, y una recesión generalizada. Alsogaray dispuso
el pago del aguinaldo en cuotas, el cobro de los sueldos de
octubre a fines de noviembre y la devaluación del peso. En
diciembre fue reemplazado por otro equipo económico,
uno de cuyos integrantes era José Alfredo Martínez de
Hoz, más tarde responsable del plan económico durante
la última dictadura militar.
Azules y colorados
Los enfrentamientos entre los grupos militares azules y
colorados se fueron haciendo cada vez más duros, hasta
Álvaro Alsogaray, 1963
llegar al choque directo. Los azules –entre quienes estaba
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CAPÍTULO 3
el general Juan Carlos Onganía, jefe de Campo de Mayo– estaban preocupados por la
indisciplina del Ejército, debido a las divergencias políticas que había en su seno. Lo
apoyaban la Aeronáutica y, dentro del Ejército, la Caballería. Los colorados (“gorilas”
y golpistas) no querían la salida electoral porque desconfiaban de la capacidad de los
partidos “democráticos” para vencer al peronismo, y caían en el contrasentido de ins-
talar una dictadura para defender la “democracia”. Estaban en esta línea la Marina, y
los cuerpos de Infantería y Artillería del Ejército. Controlaban al presidente Guido, por
lo que pidieron el relevo de dos generales azules. Onganía y los azules rechazaron estas
órdenes: sus tanques salieron de Campo de Mayo hacia Capital Federal, y tomaron dos
radios. También los colorados ocuparon parques y plazas. Se produjeron combates en
el cruce de Etcheverry y en la misma ciudad de Buenos Aires, en Parque Chacabuco,
Parque Avellaneda y en la plaza de Constitución.
Triunfaron los azules y elevaron a la opinión pública su famoso Comunicado Nº 150
(redactado por el periodista Mariano Grondona para el azul Onganía) donde se esta-
blecía que las Fuerzas Armadas no debían gobernar directamente, sino que su papel
era garantizar el cumplimiento de nuestra Constitución. Juan Carlos Onganía fue de-
signado, entonces, Comandante en Jefe del Ejército. Se relevaron numerosos oficiales
colorados y se procedió a la detención del principal responsable colorado, general
Federico Toranzo Montero.
La cercanía de las elecciones hizo que en el nuevo enfrentamiento entre azules y co-
lorados (que nuevamente finalizó con la victoria azul), en su Comunicado Nº 200, los
azules ratificaran los términos del Comunicado 150, pero sosteniendo la proscripción
del peronismo. Dentro de esta línea, apoyaron la política intervencionista de Estados
Unidos contra Cuba, y se aprobó en la OEA la moción argentina de coordinar las fuerzas
armadas de toda América en el bloqueo de Cuba.
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Argentina entre los golpes militares de 1955 y 1966
Comunicado 200
[...] En cuanto al Ejército, las ideas que lo guían son las siguientes:
1º- Ratificación total del comunicado 150.
2º- Oposición terminante al retorno del régimen peronista y a la implantación de todo otro
totalitarismo o extremismo. Se considera “régimen peronista” a la estructura establecida y
al plan sistemático ejecutado por el dictador depuesto y sus personeros para provocar la
deformación del estilo de vida tradicional de nuestro pueblo [...]
3º- Firme apoyo a la salida constitucional prometida, lo que implica, entre otras cosas: Ga-
rantizar que habrá elecciones; respetar el libre juego de las agrupaciones políticas, mientras
se encuadren en las normas legales [...]
¿Qué es el vandorismo?
Extraído de ¿Quién mató a Rosendo?
de Rodolfo Walsh
El vandorismo tiene su discurso del método, que puede
condensarse en una frase: El que molesta en la fábrica,
molesta a la UOM; y el que molesta a la UOM, molesta en la
fábrica. La secretaría de organización del sindicato lleva un
prolijo fichero de “perturbadores”, permanentemente puesto
al día en los ficheros de las empresas. [...] Al despido sigue
siempre la expulsión del sindicato, o viceversa: el artículo 9
de los estatutos permite expulsar a un afiliado sin asamblea,
por simple resolución de la directiva. De este modo fueron
arrasadas a partir de 1959 las vanguardias más combati-
vas. Las denuncias rara vez llegaban a los diarios: recién
en 1967, con la aparición de fuertes listas opositoras, es
posible documentar esa interminable sangría. [...]
Ilustración de Quino
Al principio, la UOM prestaba asistencia legal a los cesantes.
Después dejó de hacerlo. [...] Hay desde luego quienes no
se conforman: protestan, agitan, piden asambleas. Actúa
entonces el segundo escalón del aparato: una buena paliza
suele disuadir al perturbador. Si aún eso no es suficiente,
o se trata de un traidor que se queda con fondos de “la
organización”, puede aparecer con un tiro en la cabeza en Actividades
un camino suburbano.
Esto no sirve cuando el rebelde tiene ciertas condiciones, a) Investiga en el libro
cuando en vez de llamarse Rodríguez (por ejemplo) se
quién era Vandor.
llama Felipe Vallese y es un luchador sin miedo. Aparece
aquí el tercer escalón: la policía. Secuestra, tortura, mata. b) ¿Cuál era la metodo-
No importa que el secuestrado en la comisaría de Villa logía que aplicaba el
Lynch dé a dos detenidos que salen en libertad el número vandorismo?
telefónico de la UOM; no importa que en efecto, llamen ahí: c) Investiga en el Nunca
“El sindicato no mueve un dedo”. No importa que todavía Más de la Conadep
haga llegar a Vandor un mensaje desesperado donde dice cómo terminó su vida
que lo están destrozando: el papelito se pierde, Vallese es el escritor y periodista
“comunista”.
Rodolfo Walsh.
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