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FESP 11.

Gestión y promoción de las intervenciones sobre los determinantes sociales de la salud


Descripción de la función
Esta función abarca el conjunto de iniciativas intersectoriales que están enfocadas en abordar
factores estructurales de tipo socioeconómico que afectan la salud, aunque gran parte de estos
no se encuentren bajo el control directo del sector de la salud. Si bien el propio sistema de salud
es un determinante importante, otros determinantes, como la calidad de la educación, la fortaleza
del mercado laboral, la seguridad del ambiente laboral y la calidad de los vecindarios, deben ser
abordados de forma intersectorial (54, 229-233). El papel principal de las autoridades de salud
para el ejercicio de esta función es actuar como socios en el desarrollo y la implementación de las
iniciativas (234). En estos casos, se busca promover una gobernanza de salud en todas las políticas.
Situación de la función
El estatus socioeconómico, el nivel de educación, las condiciones responsables del aumento de
la violencia, la discriminación y el racismo estructural y las características del vecindario, entre
otros, son determinantes críticos de la salud y las inequidades en relación con la salud. Las
mejoras en el entorno económico, físico, social y de servicios de una comunidad pueden ayudar a
garantizar oportunidades para la salud y apoyar conductas saludables. Sin embargo, el papel de
las autoridades de salud y de la salud pública en el abordaje de estos determinantes no está bien
definido (183). Los organismos de salud rara vez tienen el mandato, la autoridad o la capacidad
organizativa para realizar cambios en las políticas, los sistemas y el medioambiente que puedan
promover una vida saludable. Esa responsabilidad recae en los organismos de vivienda,
transporte,
educación, calidad del aire, parques, justicia penal, agricultura, energía y empleo, entre otras (84).
Mecanismos para fortalecer la función
Las soluciones a los problemas mencionados requieren de esfuerzos de colaboración entre
distintos sectores a nivel local, estatal, regional y nacional, incluidos los organismos
gubernamentales, el sector privado y las organizaciones comunitarias. La colaboración entre
sectores también puede materializarse a través del análisis del impacto en la salud, la promoción
de mejoras mediante la identificación de oportunidades para compartir recursos y reducir
ineficiencias en el uso de los recursos del Estado, o la promoción de las innovaciones
intersectoriales. Las autoridades de salud deben extender el alcance de sus responsabilidades para
garantizar que los tomadores de decisiones en otros sectores económicos y sociales distintos del
de la salud reconozcan las implicaciones de sus decisiones para la salud pública.
Las autoridades de salud pueden sugerir formas de ajustar las políticas y los programas para que
tengan efectos más positivos para la salud, o recomendar modificaciones para reducir los daños
evitables a través de la evaluación del impacto sobre la salud y la equidad en relación con la salud.
También pueden participar en el desarrollo de políticas estatales o en la realización de
intervenciones efectivas y pertinentes en relación con la realidad social y cultural de quienes las
necesitan, además de intervenir en la educación y movilización de la comunidad (183). Es posible
reconocer diferentes tipos de influencia.
Existen mecanismos intersectoriales que se originan desde otros sectores hacia el sector de la
salud a partir de acciones directas sobre condiciones sociales, económicas y ambientales que
afectan la salud, pero también iniciativas impulsadas desde el sector de la salud para incidir de
manera directa e indirecta sobre políticas, programas e intervenciones de otros sectores sociales
que tienen un impacto en la salud y la calidad de vida de la población (235). Esta última opción se
ubica en la estrategia de salud en todas las políticas, en donde las autoridades de salud asumen el
liderazgo para dar visibilidad a dichos problemas e impulsar y fortalecer la voluntad política, o bien
participan de la regulación de aquellos factores que inciden sobre la salud de la población. El
establecimiento de dichas alianzas colaborativas de coordinación, cooperación e integración, así
como de regulación intersectorial, representa experiencias efectivas para abordar los
determinantes sociales de la salud (190, 236, 237). La coordinación intersectorial entre las
autoridades de salud con instituciones de otros sectores procura un abordaje integral e integrado
de los problemas sociales de la población (33). En términos meso y macro, existen numerosas y
heterogéneas experiencias intersectoriales en la coordinación entre las políticas de salud y otras
políticas sociales a nivel nacional, y sobre todo a todo nivel de los gobiernos locales (78, 236). Este
tipo de iniciativas intersectoriales incluye estructuras de gobernanza intersectoriales que buscan
coordinar diferentes jurisdicciones ministeriales (finanzas, vivienda, desarrollo social, cultura,
seguridad y salud) para mejorar la efectividad de sus políticas e intervenciones, así como los
distintos niveles administrativos en la formulación e implementación de políticas e intervenciones.
Las experiencias en torno a la promoción de una gobernanza de salud en todas las políticas
demuestran que el éxito de estas iniciativas depende de distintos elementos. En primer lugar, es
necesaria la acción conjunta de los organismos del Estado, con amplia participación del sector
de la salud, en la formulación de políticas sociales con un abordaje integral e integrado sobre las
necesidades sociales de la población, con metas y objetivos compartidos, y el fomento holístico
del desarrollo humano con un enfoque de equidad y desarrollo sostenible, sin interferencia
de intereses comerciales. Para ello es fundamental contar con un liderazgo colectivo, fuerte y
visionario, que incluya al sector de la salud, con compromiso con el abordaje intersectorial al más
alto nivel de gobierno, apoyado por un marco legal y con una priorización explícita del desarrollo
humano, la salud, la equidad y la sostenibilidad como responsabilidad central y objetivos del
Estado (41,84).
El involucramiento decidido y efectivo de la comunidad y de distintos actores clave es también
importante para dar legitimidad y asegurar el éxito de cualquier iniciativa de coordinación
intersectorial, dado que estos ofrecen información acerca de las barreras y las oportunidades
para la salud, incluidos los posibles escenarios en los cuales los diferentes organismos y
políticas del Estado pueden impedir o promover la salud (84). Ejemplos de tales actores son
los miembros de la comunidad, los expertos políticos, la sociedad civil organizada, el sector
privado (tomando en consideración potenciales o reales conflictos de interés), los organismos
nacionales y subnacionales, y los gobiernos locales y regionales. Cabe resaltar la importancia y
el aporte fundamental de los actores comunitarios para el entendimiento del impacto en la salud
y la equidad de cualquier intervención y las posibles soluciones para mejorar ese impacto. Estos
actores comunitarios son también socios fundamentales para movilizar la comunidad durante la
implementación de intervenciones intersectoriales.
También es necesario institucionalizar la coordinación intersectorial dentro de las estructuras y
los procesos del gobierno, y asegurar la coherencia entre las políticas de cada sector del gobierno
con potencial influencia en la salud (por ejemplo, los impuestos), de tal forma que la salud, la
equidad y la sostenibilidad se tomen en cuenta desde los estadios tempranos del desarrollo de los
programas y la planificación y la formulación de políticas. Esto representa un cambio fundamental
en las funciones del gobierno, con implicaciones en el desarrollo de capacidades (infraestructura,
personal, presupuesto, políticas y procedimientos) para habilitar estructuras organizacionales
con fondos permanentes y adecuados, idealmente ubicadas en los niveles más altos de decisión,
así como recursos y capacidad organizacional para la colaboración.
Los mecanismos de coordinación entre diferentes políticas sociales también requieren una
lógica territorial, tanto en la formulación como en la implementación de las políticas sociales del
Estado y el funcionamiento de las estructuras organizacionales de las diferentes jurisdicciones,
con la priorización de grupos poblacionales en condiciones de vulnerabilidad, como aquellos
en situación de exclusión social, los desempleados o quienes están en condiciones precarias e
informales de trabajo, las minorías étnicas, la población LGBTI, los desplazados, los refugiados
y los migrantes (238-240).

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