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La reciente vacancia del presidente Martín Vizcarra hizo a los jóvenes protestar y
originó protestas que terminaron en muerte en vista del rechazo hacia el presidente
encargado Manuel Merino. Desorden, caos e inestabilidad son solo algunos de los
adjetivos que describían nuestra realidad nacional.
Mucho se habló sobre la definición de este inciso, pero poco se logró establecer su
verdadero significado, para lo que se necesita quizás echar un vistazo a sus
antecedentes.
Este tema es de gran interés para todos como ciudadanos, pues el futuro del país es
nuestro también. Esta no es solo una historia que nuestros padres nos contaron, esta
inestabilidad democrática la estamos presenciando en carne propia, y es nuestro
deber como generación, hacer un correcto análisis de la situación y aportar a la
sociedad con posibles soluciones o enmiendas, de esa manera interrumpir el círculo
vicioso de conflictos entre poderes que no hacen más que frenar el desarrollo y el
crecimiento.
Nuestra Constitución Política del Perú expone explícitamente que: “La Presidencia de
la República vaca por su permanente incapacidad moral o física, declarada por el
Congreso” (1993, art. 113, inc. 2). Cabe recalcar que, de todas las causales, es la
única que desencadena confusión y carece de objetividad.
Lo más sensato parecería ser que, para lograr definir este término y finalmente llenar
ese vacío, nos guiemos de su concepción histórica, que es muchísimo más imparcial
que el significado que se le da ahora, pero es obvio que para su interpretación
interviene más que simple lingüística y se anteponen mucho los intereses
particulares de cada político. De no ser así, también se podría inferir que
simplemente los congresistas no sabían algo tan elemental como el origen y la
inspiración recibida de Francia, de lo cual surge la conclusión de que realmente no
son gente intelectualmente capacitada para ocupar un cargo en el que hay mucho en
juego.
Respecto a ello, concordamos con la opinión de Aníbal Quiroga cuando dice que “La
incapacidad moral es un proceso jurídico constitucionalmente indeterminado" y
que "es absolutamente subjetivo", de este modo, se vaca a un presidente siempre
que el Congreso quiera y lo decida (Quiroga, citado por Patiño, 2017, párr.5).
En adición a ello, resulta ser que el doble sentido de esta causal no solo es deficiente
por su imprecisión, también es incompatible con el principio de legalidad, al no
tipificar qué conductas constituyen la incapacidad moral, y contradice nuestro
sistema de gobierno presidencialista.
Así, por un lado, el sistema presidencialista se caracteriza por su rigidez, esto es que
el periodo presidencial no debe ser interrumpido bajo ningún motivo, salvo aquellos
criterios objetivos establecidos en los artículos 113 y 117 de la Constitución. Sin
embargo, la causal de vacancia por incapacidad del presidente de la República
rompe con dicha fisonomía, puesto que, al ser aceptada, el presidente estaría
terminando su periodo de mandato presidencial antes del periodo establecido
constitucionalmente en el artículo 112. (Castro y Guevara, 2020, párr.16)
Ahora bien, no se puede discutir un artículo de la Carta Magna sin tener en cuenta lo
que dice al respecto nuestro máximo y supremo organismo intérprete de la
Constitución: el Tribunal Constitucional.
Como dice una frase popular que resonó mucho en los últimos meses: “Perú, país
donde es más fácil vacar a un presidente que sentenciar a un delincuente”. Y es que
expresa una verdad que es fácil de percibir. Nosotros, haciendo uso de nuestro
derecho a sufragio, escogemos al Primer Mandatario, y el Congreso se encarga de
destituirlo. Facultades que se le otorgan al Legislativo de buena fe, que son usadas
no a favor de la población, sino en beneficio propio, permitiendo que en nuestro
Estado social y democrático de derecho se desencadenen conductas inaceptables.
Permitimos que nos gobiernen de una manera donde somos nosotros quienes
sedemos sin que los mandatarios sientan remordimiento alguno, son como “animales
hambrientos de poder” que justifican todos sus actos porque los respalda la
constitución, haciéndola ver como una arma para cometer perjurio de manera legal.
Todo esto genera duda entre nosotros, saber si este problema es de ahora o ya
viene con una trayectoria previa.
Se puede observar que luego de este recorrido histórico, los motivos y supuestos de
la vacante presidencial estipulados en nuestro texto constitucional son básicamente
los mismos en todos los aspectos, sin variante alguna. Entonces, podemos entender
que el “problema” que nos hemos planteado no viene de ahora, esto ya ha sido
trascendental en nuestra historia constitucional, no podemos decir quiénes son los
culpables, no tenemos el derecho de señalar a nadie porque no hay sustentos que
protejan lo que alegamos. Habría que mirar años atrás para identificar los factores
que influyeron en esta forma que vivimos.
Las causales de vacancia presidencial tienen como base común al que enuncia las
situaciones de hecho que ocurren o se presentan en la realidad y que desencadenan
una consecuencia que no requiere mayor controversia o dilucidación, dando a
entender que la razón por la cual están actuando o tomando una decisión que puede
afectarnos a todos, está respaldada legítimamente por la que nos regimos, la
constitución.
“La vacancia, censura, juicio político, incapacidad moral, mal desempeño, gobierno
inestable, etc., es una herramienta política en los dos modelos de gobierno. En el
presidencialismo paraguayo se hizo con éxito, con el presidente Lugo. En el
parlamentarismo español, sin éxito, con el presidente Pedro Sánchez (aunque éste
sucede a Mariano Rajoy luego que el parlamento aprobara su vacancia). Es por eso
que, lo que ocurre en el Perú, no es relevante el fondo penal, sino la credibilidad
política. Es allí donde la correlación de poderes debe enfocarse para tomar una
decisión en cualquier sentido constitucionalmente válidas: la vacancia, o en su
defecto, el rechazo de la misma.” Gutiérrez (2020)
Lo que da a entender el autor es que por más que haya diversas ramas involucradas
que traten de llegar al fondo del problema, buscando la legitimidad del asunto, no
bastará si es que el poder constituyente (el pueblo) no respalda esta decisión, de
nada sirve inventar pretextos si los que deben ejercer las normas que ellos crean no
las van a ejecutar. “Con la fuerza se vence, mas no se convence”. Enriquez (2020)
El primer presidente que fue vacado en el Perú, fue José de la Riva Agüero, en 1823.
“En este caso, la consolidación de la independencia estaba todavía muy fresca y las
pugnas políticas por posturas diferentes motivaron que el Congreso pidiera su
vacancia por incapacidad moral”. De la Riva Agüero intentó hacer frente a esta
decisión y empezar una guerra civil, pero antes de que pudiera ejecutar su plan, fue
apresado y enviado al destierro en Guayaquil. También se aplicó la causal de
incapacidad moral. (Díaz, 2017, párrafo 1)
Podemos entender que en toda la historia ha habido distintos casos de vacancia por
incapacidad moral, unos más justificados que otros; pero nunca una en la que se
esté totalmente de acuerdo, entender las razones que nos plantean parece ser el
dilema del cual nunca se hallará respuesta, al menos no por el momento. Sin
embargo somos nosotros los encargados de conocer las normas que ejercemos día.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Meza, Y. (2020, diciembre). Vacancia por “incapacidad moral” a la luz del Derecho
Francés. La ley. Recuperado de https://laley.pe/art/10110/vacancia-por-incapacidad-
moral-a-la-luz-del-derecho-frances