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Derecho de Integración

Universidad Católica Los Ángeles de Chimbote.

SEGUNDA SESIÓN
HISTORIA; METODO Y FUENTES DEL DERECHO DE
INTEGRACIÓN – PRIMERA PARTE

1. Historia del Derecho de Integración.

1.1. Primera Guerra Mundial.

1.1.1. Conflictos de fondo y las rivalidades entre las


potencias.
Con el ascenso al trono alemán en 1890 de Guillermo II1 y
destitución de Otto Von Bismarck2 como canciller, la política exterior
alemana inició el proceso que finalmente llevó a la I Guerra Mundial.
Guillermo II dejo de lado el sistema de alianzas construido por
Bismarck, -conocidos como los sistemas bismarckianos-, que había
garantizado la paz en Europa durante casi veinte años e impulsó
una política alemana de hegemonía mundial, la Weltpolitik3.

Para comprender el camino que llevó a la I Guerra Mundial es


necesario que reparemos en otras transformaciones de fondo que
van jugar un papel decisivo el mundo que transitaba del siglo XIX al
XX:

•El ascenso de las potencias extraeuropeas, Estados Unidos y


Japón, supuso el paso de un concierto europeo a un
concierto mundial de potencias. Dos guerras en el tránsito
de siglo ejemplifican esta transformación: la guerra
hispano-norteamericana de 1898 y la guerra ruso-japonesa
de 19054.
•El cambio tecnológico propiciado por la Segunda Revolución
Industrial trajo consigo un cambio en la correlación de
fuerzas entre las potencias. La cada vez más poderosa

1 Guillermo II, Kaiser de Alemania (1859-1941). Emperador de Alemania en 1888, destituyó a Bismarck en 1890
e inició una política internacional que buscaba convertir a Alemania en la potencia hegemónica (Weltpolitik). En
1908 sufrió problemas mentales y, en adelante, su posición tuvo menor peso en la toma de decisiones en
Berlín. No obstante, apoyó a Von Tirpitz en su política de rearme naval que llevó a Gran Bretaña a firmar la
Entente Cordiale con Francia, y a su canciller Bethmann Hollweg cuando este animó a Austria-Hungría a
responder duramente tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo. El 9 de noviembre de
1918 abdicó y huyó a Holanda donde murió en 1941.
2 Otto von Bismarck (1815-1898) Nacido en el seno de una familia terrateniente prusiana, en 1862 accedió al
cargo de canciller de Prusia. Desde este cargo dirigió el proceso de unificación alemán, que culminó con la
guerra franco-prusiana de 1870 que dio paso a la constitución del Reich alemán en 1871.
3 Se denomina weltpolitik a la nueva política mundial iniciada por el Káiser Guillermo II al acceder al trono en
1890. La weltpolitik de Guillermo II tuvo como consecuencia la formación de alianzas para hacer frente a la
creciente agresividad germana. La alianza franco-rusa de 1903 fue su primera concreción. La Entente Cordiale
franco-británica de 1904 y el acuerdo anglo-ruso de 1907 terminaron por configurar la Triple Entente, alianza
formada ante todo para hacer frente a la política de hegemonía mundial de Alemania.
4 Desde fines del siglo XIX, el Lejano Oriente se había convertido en uno de los grandes centros de tensión
entre las potencias. Teniendo la debilitada China como principal zona de ambición, las potencias europeas,
especialmente Gran Bretaña y Rusia, y las nuevas potencias extraeuropeas, Japón y EE.UU. aspiraban a
extender su ámbito de influencia. La agresividad rusa llevó a la firma de la alianza británico-japonesa en 1902.
Esta alianza preparó el terreno para un enfrentamiento largamente esperado la guerra entre Japón y Rusia. La
victoria japonesa fue total tanto en tierra como en el mar, y sin necesidad de acudir a la ayuda británica. La
principal consecuencia de la derrota rusa fue que el gobierno de San Petersburgo giró su atención hacia los
Balcanes, agudizando el conflicto con Austria-Hungría que está en el origen de la primera guerra mundial.
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Alemania desafió la ya larga hegemonía británica, este


desafío se concretó en dos terrenos:

a. Rivalidad en el terreno económico, comercial y financiero.


En 1896, se publica en Gran Bretaña el libro "Made in Germany"
de Ernest E. Williams, que supuso una verdadera señal de alerta
ante la creciente competencia de la economía germana. El
colonialismo y el imperialismo agudizaron las tensiones económicas.
Las potencias imperialistas tendieron a establecer economías
cerradas con sus colonias, lo que llevó primero a una feroz lucha por
territorios y, posteriormente, cuando el reparto estaba
prácticamente hecho, a una guerra de aranceles. El proteccionismo
fue otro elemento que enrareció las relaciones internacionales.

b. Rivalidad en el terreno industrial.


La Weltpolitik necesitaba de una armada poderosa. Las leyes
navales alemanas de 1898 y 1900 significaron un claro desafío a la
hegemonía naval británica. El gobierno de Londres respondió en
1907 con la construcción de un nuevo tipo de acorazado, el
Dreadnought5. La respuesta germana no se hizo esperar. Las
potencias se lanzaron a una verdadera carrera de armamentos
navales.

El colonialismo exacerbó la pugna entre las potencias industriales


europeas en busca de territorios y mercados. El imperialismo
provocó que los roces entre las potencias desbordaran el marco
europeo y tuvieran lugar prácticamente en cualquier parte del
globo. La creciente competencia entre las potencias, genera otras
rivalidades, esencialmente de tipo territorial, que están en el origen
de la Gran Guerra:

Rivalidad franco-germana, ineludible desde la anexión de


Alsacia-Lorena6 por Alemania en 1870. La creciente debilidad
turca y el nacionalismo eslavo anti-Habsburgo incrementaron
de manera significativa la rivalidad entre Rusia y Austria-
Hungría por la hegemonía en los Balcanes

1.1.2. Formación de bloques enfrentados.


5 Para hacer frente al desafío naval alemán, Gran Bretaña botó en 1907 un nuevo tipo de buque acorazado, el
Dreadnought, que revolucionó la industria naval de guerra. Por su velocidad y por su poder de fuego ningún
acorazado de la época podía medirse a él. Sin embargo, a partir de su botadura las potencias se lanzaron a
construir nuevos barcos siguiendo el modelo del Dreadnought. Los nuevos acorazados aumentaron su tamaño,
su velocidad y la potencia y el número de cañones. Se entabló una verdadera "carrera naval" que hizo que a
fines de la Gran Guerra fuera un modelo totalmente obsoleto.
6 Alsacia perteneció a Francia de 1648 a 1697 y Lorena estuvo bajo la influencia francesa desde el siglo XVI y
perteneció al país desde el XVII. Tras la revolución francesa de 1789, los alsacianos, mayoritariamente de habla
alemana y religión protestante, optaron por pertenecer a Francia. Tras la guerra franco-prusiana de 1870, los
dos territorios pasaron a pertenecer al Reich alemán. La política arbitraria alemana y los intentos de
"germanización" forzosa hicieron que la mayor parte de la población aceptara de buen grado el retorno a
Francia tras el fin de la primera guerra mundial. Sin embargo, las actitudes centralistas tendentes a eliminar los
rasgos culturales diferenciadores de estas regiones crearon descontento contra Francia. De 1940 a 1945, tras la
invasión nazi, volvieron a manos alemanas, para ser definitivamente francesas tras la derrota de Hitler. Hoy son
zonas muy desarrolladas económicamente y no hay problemas significativos de tipo nacionalista. Estrasburgo,
la capital de Alsacia y sede del Parlamento europeo, se ha convertido en un símbolo de la unidad europea y de
la amistad franco-alemana.
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Bismarck había construido una compleja red de tratados


internacionales cuyo elemento clave era la Triple Alianza o Tríplice
(1882) que ligaba a Alemania con Austria-Hungría e Italia. El
principal objetivo del canciller alemán era el mantenimiento de un
status quo que él consideraba beneficioso para Alemania. El
delicado edificio diplomático construido por Bismarck se vino abajo
con la nueva Weltpolitik. Esta nueva actitud de Alemania, ambiciosa
y agresiva, desencadenó un proceso de competencia y desconfianza
del que nacieron dos bloques de potencias:

•El primer resultado de la política del nuevo Káiser fue lo que más
temió Bismarck, el fin del aislamiento de Francia. En 1893, se
firmó la Alianza franco-rusa, acuerdo que suponía un
compromiso de ayuda militar en caso de guerra contra
Alemania.
•En 1905, ante la sorpresa mundial Rusia es derrotada en la
guerra que le enfrentó contra Japón. Este fracaso hizo que
Rusia abandonara sus ambiciones en el Extremo Oriente y
centrase su atención en los Balcanes, lo que llevó
inevitablemente al choque con Austria-Hungría.
•Empujadas por la creciente agresividad y ambición colonial de
Alemania, Francia y Gran Bretaña pusieron fin a sus
diferencias coloniales y firmaron la Entente Cordiale7 en 1904.
•Por último, animadas por Francia y tras resolver sus problemas
en Asia Central (Persia, Afganistán), en 1907 se firmó el
Acuerdo anglo-ruso. Se ponían así las bases de la denominada
Triple Entente entre Francia, Gran Bretaña y Rusia.
•En definitiva, en los años previos al conflicto se había
configurado dos grandes alianzas en torno a las que van a
pivotar los bloques enfrentados en la Gran Guerra: la Triple
Entente y la Triple Alianza8.
1.1.3. Las crisis que precedieron al conflicto.
En un contexto de creciente enfrentamiento entre las potencias, en
la década anterior a la guerra tuvieron lugar cuatro crisis
internacionales que marcaron la evolución hacia el conflicto
generalizado:

1.1.3.1. Primera crisis marroquí (1905-1906)

7 Gracias a su hegemonía económica, naval y colonial, Gran Bretaña se había mantenido durante décadas en lo
que se denominó el "espléndido aislamiento". Sin embargo, la Weltpolitik alemana supuso un desafío de tal
nivel que forzó a Londres a buscar alianzas con otras potencias. Por otro lado, el ministro de asuntos exteriores
francés Delcassé inició una activa campaña en pro de una alianza franco-británica. La firma del entendimiento
cordial entre ambas potencias suponía un acercamiento basado en la solución de sus disputas coloniales que a
punto habían estado de llevar a ambos países a la guerra con el incidente de Fachoda en 1898. La agresividad
germana había llevado a Londres y a París a la alianza.
8 Alianza principal del complejo sistema diseñado por Bismarck. Tras optar por Austria-Hungría, ante la
imposibilidad de mantener a la vez una alianza con Viena y San Petersburgo, enfrentadas en los Balcanes.
Bismarck encontró en Italia el esperado aliado contra Francia. Por un lado, Bismarck consideraba su principal
objetivo diplomático mantener el aislamiento de Francia, por otro lado, Italia pensaba que con su adhesión a la
Tríplice y su asociación a Alemania era el mejor camino para acceder al rango de gran potencia. Italia estaba
descontenta por la actitud francesa ante sus aspiraciones coloniales en Túnez. Los tres países acordaron
apoyarse mutuamente en caso de ser atacados por Francia o por Rusia. El tratado fue reafirmado varias veces
hasta 1913, aunque la posición italiana, como se vio al comenzar la guerra, era cada vez más incómoda.
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Guillermo II, aprovechando una visita a Tánger, proclamó que


Alemania no permitiría que Marruecos pasara a ser dominado
por una única potencia. Esta advertencia iba claramente
dirigida a Francia, cada vez más presente en el reino
norteafricano. Este desafío precipitó la convocatoria de la
Conferencia de Algeciras (1906), a la que fueron convocadas
todas las potencias europeas. Alemania quedó aislada y
Francia recibió el apoyo británico.

La principal consecuencia fue la ratificación de la buena salud


de la Entente Cordiale, lo que aprovechó Francia para propiciar
el acercamiento entre Gran Bretaña y Rusia. La creciente
agresividad germana disipó las diferencias entre Londres y
San Petersburgo. En 1907 se firmó el Acuerdo anglo-ruso,9
nacía así la Triple Entente.

1.1.3.2. La anexión austriaca de Bosnia-Herzegovina


(1908).
Aprovechando la revolución de los Jóvenes Turcos en Turquía,
Austria-Hungría se anexionó Bosnia. Alemania apoyó a su
aliado y Rusia se vio forzada a ceder ante la agresión
austriaca. Ni Francia ni Gran Bretaña se mostraron dispuestas
a apoyar a Rusia en un eventual conflicto. La única buena
noticia para San Petersburgo fue que, aprovechando la
debilidad turca, Bulgaria proclamó su independencia plena,
rompiendo los lazos teóricos que aún la unían a Turquía.

1.1.3.3. El incidente de Agadir en Marruecos (1911).


El envío de un buque cañonero alemán a Agadir en un claro
desafío a Francia provocó una grave crisis que concluyó con la
firma de un acuerdo franco-alemán por el que Alemania daba
manos libres a Francia en Marruecos a cambio de una parte
importante del Congo francés. Mientras la tensión
internacional se agudizaba, la alianza franco-británica10 salió
fortalecida al apoyar Londres resueltamente al gobierno de
París.

1.1.3.4. Las Guerras Balcánicas (1912-1913).


Dos sucesivas guerras de los estados balcánicos, la primera
contra Turquía y la segunda interna entre ellos (Serbia y
Grecia y Montenegro contra Bulgaria) concluyeron con el
Tratado de Bucarest (1913). Las guerras balcánicas provocaron
un vuelco en la situación en la zona:

9 Presionados por Francia, aliada de ambas potencias, y recelosas ante la creciente agresividad alemana
(primera crisis marroquí), Gran Bretaña y Rusia van a liquidar sus históricas diferencias coloniales. El acuerdo
de 1907 reparte las áreas de influencia entre ambos países en Asia Central. Aunque no se firma una alianza en
firme, se ponen las bases de uno de los bandos de la guerra. En Alemania, la sensación de "cerco " va en
aumento.
10 Ver pie de pagina 10.
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•Turquía quedó reducida en los Balcanes a la región en torno a


Estambul.
•Serbia (aliada de Rusia y defensora de los derechos de los
eslavos en el imperio austro-húngaro) se consolidó como el
principal estado de la región.
•Austria-Hungría, alarmada por el fortalecimiento serbio, llegó
a la conclusión de que solo una guerra preventiva impediría
que Serbia encabezara un levantamiento general de los
eslavos en el Imperio de los Habsburgo, alentado por la
gran potencia eslava, Rusia.
•Alemania estaba resuelta a apoyar a su aliado austro-
húngaro en caso de conflicto.
•Rusia estaba decidida a intervenir en el caso de que Austria-
Hungría atacase a Serbia. Francia, a su vez, era mucho más
proclive a apoyar a Rusia en caso de guerra que en 1908.

1.1.4. El atentado a Sarajevo en el verano de 1914. La Crisis


Definitiva.
El 28 de junio de 1914, asesinan al Archiduque Francisco Fernando,
sobrino del Emperador Francisco José I11 y heredero al trono austro-
húngaro, en Sarajevo (Bosnia). Un activista serbobosnio, Gavrilo
Princip, miembro de la organización nacionalista serbia "La Mano
Negra", fue el autor del magnicidio. Este atentado desencadenó una
fatal serie de acontecimientos que desembocó en la guerra. Las
potencias cumplieron fielmente sus alianzas. He aquí resumida la
sucesión de hechos que llevó a la guerra:

•28 junio Atentado de Sarajevo.


•23 julio Tras asegurarse el apoyo alemán, Austria-Hungría lanza
un ultimátum a Serbia.
•28 julio Austria-Hungría declara la guerra a Serbia.
•30 julio Rusia inicia la movilización general.
•1 agosto Alemania declara la guerra a Rusia. Francia inicia la
movilización general.
•3 agosto Alemania declara la guerra a Francia.
•4 agosto Alemania invade Bélgica, lo que provoca que el Reino
Unido le declare la guerra.

1.1.5. La Guerra 1914-1918.

Bandos enfrentados

AÑOS ENTENTES O ALIADOS IMPERIOS


CENTRALES
11 Francisco José I. Emperador de Austria y Rey de Hungría. 1830-1916.- Accedió al trono durante la Revolución
de 1848, lo que influyo decisivamente en la formación de su pensamiento conservador antidemocrático.
Opuestos a las demandas nacionalistas, su actitud cerrada promovió la extensión de los nacionalismos en su
imperio. A la muerte de su hijo y de mujer Isabel de Baviera, su sobrino Francisco Fernando, archiduque de
Austria quedo como único heredero al trono. Este último fue asesinado en el atentado de sarajevo.
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Agosto Francia; Reino Unido; Servia Alemania, Austria-


1914 y Bélgica Hungría
1914 Japón Turquía
1915 Italia Bélgica
1916 Rumania
1917 Estados Unidos y Grecia
1918 Abandono de Rusia. Paz de
Brest-Litovsk

1.1.5.1. Guerra de Movimientos. 1914.


En los inicios del conflicto, nadie esperaba una guerra que se
extendería durante más de cuatro años. Los ingenuos
soldados que iban al frente aún sonreían y los estados
mayores tenían unos planes basados en la derrota rápida del
enemigo.

Frente Occidental.
Plan Schliffen12: ataque alemán contra Francia a través de la
neutral Bélgica. Moltke dirige las tropas germanas. El ejército
francés, al mando de Joffre13, consigue frenar el ataque
alemán en la batalla del Marne. (Noviembre 1914).
Estabilización de los frentes: se inicia la guerra de trincheras.

Frente Oriental.
Tras un inicial avance ruso, los alemanes se imponen, aunque
no de forma definitiva, en la batalla de Tannenberg (Agosto
1914). Avances rusos ante Austria-Hungría. Las tropas austro-
húngaras fracasan en su ataque a Serbia.

Otros frentes.
Japón entra en guerra el 20 de agosto y se anexiona Tsingao
(posesión alemana en China). En adelante, se desvincula
prácticamente de la guerra. Turquía entra en guerra en
noviembre.

1.1.5.2. Guerra de Posiciones. 1915-1916.


El enfrentamiento entre grandes potencias industriales llevó a
la guerra a un nivel de violencia y horror nunca antes
contemplado. La invención de nuevas armas, las granadas, los
lanzallamas, los tanques, el gas incrementó el horror y las
masacres, pero, sin embargo, llevó en el frente occidental a un
empate táctico. Los ejércitos se atrincheraron a lo largo de
cientos y cientos de kilómetros. La guerra de trincheras se
convirtió en un martirio para millones de hombres durante
varios años.

12 Alfred Von Schlieffen 1833-1913.- Jefe del Estado Mayor alemán en 1891. Su principal preocupación fue
como enfrentar una posible guerra en dos frentes contra Rusia y Francia. En 1895 presentó su plan, el Plan
Schlieffen, que fue aplicado por el ejército alemán en los primeros días de la guerra.
13 Joseph Joffre 1852-1931.- Jefe de Estado Mayor en 1911, diseñó con Foch el Plan XVII para el caso de una
eventual guerra con Alemania. La esencia del plan era un ataque por Alsacia y Lorena.
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Frente Occidental.
Estabilización de los frentes. Los sucesivos intentos de romper
el frente se saldan en sangrientas carnicerías que apenas
significan avances de pocos kilómetros. Es la guerra de
trincheras. Italia entra en guerra junto a los Aliados14, tras
firmar el secreto Tratado de Londres (1915) Se abre el frente
alpino entre Italia y Austria-Hungría. En abril de 1915, los
alemanes usan en Ypres (Bélgica) por primera vez gases
tóxicos. La guerra química15 ha comenzado. Falkenhayn16
ensaya la guerra de desgaste en Verdún17 (1916). El resultado
son más de 600.00 bajas sin avances significativos. Los
aliados contraatacaron en el Somme con idénticos resultados.
La batalla naval de Jutlandia18 reafirma el bloqueo naval de
Alemania. Los germanos inician la Guerra Submarina19. El
hundimiento del crucero de lujo Lusitania hace plantearse a
los EE.UU. la intervención.

Frente Oriental.
Avances alemanes bajo la dirección de Hindemburg20.
Alemania ocupa la Polonia rusa y Lituania.

Austria-Hungría conquista Serbia y recupera Galitzia.

14 El bando de los Aliados o Entente se configuró a partir de la Triple Entente. Cuando en el verano de 1914,
Serbia y Bélgica son atacadas por los Imperios Centrales estos dos países se incorporaron a los Aliados. Su
rápida condición de países invadidos hizo que su aportación fuera escasa. En agosto, Japón declaró la guerra a
Alemania, se anexionó sus escasas posesiones orientales y, en adelante, apenas participó en el conflicto. Tras
firmar el Tratado de Londres, Italia se incorporó a los aliados en mayo de 1915. En agosto de 1916, Rumania se
unió a la Entente, aunque fue rápidamente invadida por los Imperios Centrales. En abril de 1917, Estados
Unidos declara la guerra a Alemania como respuesta a la guerra submarina a ultranza. La aportación rusa a los
Aliados disminuyó drásticamente desde febrero de 1917, cuando se inició la revolución. El ascenso de los
bolcheviques al poder precipitó el armisticio en diciembre de ese año y la salida definitiva de Rusia de la guerra
en marzo de 1918, tras la firma del Tratado de Brest-Litovsk. A lo largo del conflicto otros estados se unieron a
los Aliados. Ejemplos significativos son Portugal (1916), Grecia y China (1917)
15 El empleo de sustancias tóxicas en la guerra había sido prohibido por la Conferencia de la Haya en 1899, sin
embargo, cuando los frentes se estabilizaron, los alemanes, que tenían una industria química muy desarrollada,
pensaron en este tipo de armas como una solución para acabar con la guerra de trincheras. A las 4 de la tarde
del 22 de abril de 1915 en el frente de Ypres en Bélgica, aprovechando el viento favorable, los alemanes
abrieron botellas de cloro y una nube tóxica se dirigió hacia las líneas francesas. La sorpresa y el pánico fueron
totales. Tras sucesivos ataques, los alemanes consiguieron en unos días avanzar 16 kilómetros.
16 Erich Von Falkenhayn. 1861-1922.- Ministro de Guerra alemán en 1913, sustituyó a Moltke como Jefe del
Estado Mayor alemán. Enfrentado a Hindemburg al defender la necesidad de concentrar todos los esfuerzos
bélicos en el frente occidental, llevó a la práctica su teoría de la guerra de desgaste en la batalla de Verdún en
1916. Se trataba de concentrar todo el peso de su ejército en esa ciudad para conseguir que los franceses
concentraran todas sus tropas y derrotarlas mediante la superioridad numérica alemana.
17 El 21 de febrero de 1916, un millón de soldados alemanes ponían en práctica la táctica de la "guerra de
desgaste" ideada por Falkenhayn, y atacaban la fortificada plaza de Verdún.
18 Ante la superioridad naval británica, la flota alemana eludió durante largo tiempo el combate y permaneció
en sus puertos. El ascenso al mando de su flota del almirante Reinhardt von Scheer, más agresivo que su
antecesor, propició que por primera vez la flota alemana saliera al Mar del Norte. La batalla duró dos días y
técnicamente no hubo un vencedor.
19 Cuando se inicio el conflicto los submarinos no habían sido utilizados como armas de guerra. La superioridad
en el mar de los británicos forzó a la flota alemana a intentar este nuevo tipo de guerra.
20 Paul Ludwing Von Hindemburg.- Tras sus grandes éxitos en el frente oriental (batalla de Tannenberg, 1914),
fue nombrado en 1916, con Ludendorff, jefe del Estado Mayor alemán. Ejerció en adelante prácticamente una
dictadura en Alemania. Promovió la guerra submarina a ultranza que precipitaría la entrada de EE.UU. en la
guerra y propició la caída de Bethmann-Hollweg en 1917. Tras negociar la Paz de Brest-Litovsk con Rusia, lanzó
diversas ofensivas en la primavera de 1918 en el frente occidental. Su fracaso y la consiguiente contraofensiva
de la Entente precipitaron la firma del armisticio. En 1925 volvió a la política y fue elegido presidente de la
República de Weimar. En 1933, nombró canciller a Hitler.
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Bulgaria entra en guerra junto a los Imperios Centrales en


octubre de 1915.

Rumania se une en 1916 a la Entente y es rápidamente


derrotada.

Desembarco francés en Grecia (1915.

Otros Frentes.
Pequeños avances del ejército turco en el Cáucaso frente a
los rusos. Los británicos inician su avance desde Egipto,
capturando Palestina. Sangriento fracaso del desembarco
británico en Gallipoli21, Turquía.

1.1.6. Crisis definitiva de Guerra. 1917


Las escaramuzas vividas a partir de 1914, el enorme costo de vidas
en los frentes, las penurias de la población civil y la conciencia de
que la guerra no iba a concluir pronto extendieron el desánimo en
todos los países en conflicto. Hechos como la oleada de huelgas en
Gran Bretaña en 1916, motines en el ejército francés en 1917,
aumento de las demandas nacionalistas en Austria-Hungría son solo
algunos acontencimientos por enumerar. Sin embargo, dos
acontecimientos claves van a decidir el signo de la guerra: la
revolución soviética en Rusia y la entrada de Estados Unidos en el
conflicto.

Frente Occidental.
Enero: Alemania reanuda la guerra submarina. Ante las pérdidas
económicas y humanas norteamericanas Thomas Woodrow Wilson22.
Presidente de los Estados Unidos decide entrar en guerra. Ello
ocurre en abril de 1917. El descontento se extiende entre los
contendientes. Motínes en el ejército francés son duramente
reprimidos. Derrota italiana en Caporetto23 (octubre 1917).

Frente Oriente.

21 A propuesta del entonces Primer Lord del Almirantazgo, Winston Churchill, los británicos idearon esta
campaña como medio de distraer la atención de los imperios centrales del frente occidental, atacando al
presuntamente más débil aliado turco.
22 Thomas Woodrow Wilson 1856-1924.- Nominado como candidato demócrata a las elecciones presidenciales
de 1912, impulsó un programa reformista conocido como Nueva Libertad. EE.UU. se declaró neutral al estallar
la guerra en 1914, pero paulatinamente se volcó a favor de la Entente a la que ayudó con numerosos créditos.
La guerra submarina a ultranza de Alemania y el hundimiento de barcos norteamericanos precipitó la entrada
en guerra de la potencia americana en abril de 1917. El 8 de enero de 1914, Wilson presentó al Congreso su
célebre Discurso de los 14 puntos. Figura clave en la Conferencia de Paz de París en 1919, impulsó la creación
de la Sociedad de Naciones y trató de reorganizar el mapa europeo siguiendo el principio de las nacionalidades.
La mayoría republicana en el Senado frenó la adhesión norteamericana a la Sociedad de Naciones y la firma del
Tratado de Versalles. Wilson se lanzó a una gira por todo el país para convencer a la opinión pública de su
posición contraria al aislacionismo. Durante la gira sufrió una embolia en septiembre de 1919, falleciendo a los
pocos años.
23 Aprovechando la situación victoriosa en el frente oriental, los alemanes ayudaron a las tropas austro-
húngaras en un ataque contra las líneas italianas. Los italianos, tomados por sorpresa, retrocedieron en retirada
hasta que consiguieron restaurar las líneas en torno al río Piave, al norte de Venecia. El ejército italiano perdió
gran cantidad de material, 300.000 hombres fueron hechos prisioneros y más de 50.000 perdieron la vida. El
desastre de Caporetto propició el ascenso de Orlando a la jefatura del gobierno italiano.
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Revolución rusa (febrero-octubre 1917). Rusia firma el armisticio en


diciembre. Moderados avances de los Imperios Centrales. Grecia
entra en guerra junto a la Entente.

Otros frentes.
Las tropas británicas avanzan por el Oriente Medio (Bagdad,
Jerusalén).

1.1.7. El Desenlace. 1918.


Al abandonar Rusia revolucionaria la guerra, permite a Alemania
concentrar todas sus fuerzas en el frente occidental. El verano de
1918 fue testigo de los últimos y desesperados ataques germanos.
Sin embargo, sus aliados estaban al borde de la extenuación militar
y económica. La llegada de las tropas norteamericanas desequilibró
definitivamente la balanza en favor de la Entente. Ante estos hechos
el Presidente Thomas Woodrow Wilson, pronuncia el discurso de los
14 puntos24 proponiendo las condiciones necesarias para la paz
(enero 1918). Ademas de estos hechos suceden otros como son:

•Llegada masiva de tropas norteamericanas, propicia la


contraofensiva definitiva de la Entente bajo el mando de
Foch25 (julio-septiembre)

•Hindemburg y Ludendorff comunican al Kaiser Guillermo II la


imposibilidad de continuar la guerra.

•Victoria italiana en Vittorio Veneto26 (octubre)

•Austria-Hungría firma el armisticio (3 noviembre)

24 Discurso pronunciado por el presidente Wilson el 8 de enero de 1918 ante el Congreso norteamericano.
Wilson proclama el fin de la época de las conquistas y de la diplomacia secreta, y propone la construcción de un
nuevo mundo basado en la justicia, en los derechos de los gobernados, y en la seguridad de las naciones. Los
grandes principios se concretan en catorce puntos que establecen principios generales (tratados conocidos por
el público, libertad de navegación, supresión de las barreras económicas...) y hacen propuestas concretas
territoriales sobre Rusia, Francia, Bélgica, Italia, Austria-Hungría, los Balcanes, el Imperio Turco o Polonia. El
punto decimocuarto proponía la clave de la construcción diplomática de Wilson: la constitución de una
Sociedad de Naciones que garantizara la paz en un futuro. Los catorce puntos suponían una propuesta más
benevolente que los objetivos de guerra diseñados por los gobiernos de los países de la Entente. Este es el
motivo por el que Alemania y Austria-Hungría, ante la irreversible derrota que se cernía sobre los Imperios
Centrales, se dirigieron a Wilson a principios de octubre de 1918 para abrir negociaciones tomando como base
la propuesta del presidente norteamericano. La firma del armisticio se hará, en principio, tomando como base
los catorce puntos. Las negociaciones de paz entre los vencedores, esencialmente la postura de dureza
francesa, hará que los tratados de paz difirieran en algunos aspectos importantes de la propuesta wilsoniana.
25 Ferdinan Foch 1851-1929.- Participó de forma destacada en las batallas del Marne (1914) y el Somme (1916).
En 1918 fue nombrado Comandante Supremo de las fuerzas de la Entente y dirigió la ofensiva final contra
Alemania. Participó en las negociaciones de la Paz de Versalles. Abogó por la división de Alemania para
deshacer la reunificación del Reich en 1871. Igualmente exigió la ocupación completa de Renania por las tropas
de la Entente.
26 Necesitado de una victoria para poder negociar en las inminentes negociaciones de paz, el primer ministro
Orlando presionó al comandante en jefe del ejército italiano Díaz para que atacase las debilitadas líneas austro-
húngaras. Con el apoyo de tropas francesas y británicas, Díaz atacó el 23 de octubre, el frente austro-húngaro
se desplomó y el 2 de noviembre los italianos habían hecho más de 300.000 prisioneros. El 3 de noviembre
Austria-Hungría firmó el armisticio de Villa Giusti en Padua.
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La conciencia de la derrota provoca la revolución en Alemania. El


Kaiser abdica y huye a Holanda. Se proclama la República (9
noviembre). Alemania firma el armisticio (11 noviembre 1918).

Frente Oriental.
El estallido de la guerra civil en Rusia27 fuerza a la delegación rusa a
firmar el Tratado de Brest-Litovsk (3 marzo 1918). La Rusia soviética
abandona el conflicto y cede grandes territorios a los Imperios
Centrales. Tras el ataque francés desde Grecia, Bulgaria firma el
armisticio (septiembre).

Otros Frente
Tras sus fracasadas ofensivas en Oriente Medio y la llegada de tropas
británicas a la Anatolia, Turquía firma el armisticio (30 octubre).

El 11 de Noviembre de 1918 la mayor tragedia que la humanidad había


vivido hasta aquel momento concluía. Millones de muertos, heridos,
inválidos... Millones en pérdidas económicas. Rencor, dolor, desolación.
Se trataba de construir un nuevo mundo que hiciera que la Gran
Guerra, como se proclamaba en aquel momento, fuera "la guerra que
pusiera fin a todas las guerras".

1.2. Los Tratados de Paz. Término del Conflicto.

1.2.1. La Conferencia de París. 1919


El 18 de enero de 1919, los representantes de los países vencedores
se reunieron en la denominada Conferencia de París28, bajo la
dirección del Comité de los Cuatro: el presidente estadounidense
Wilson, el premier británico Lloyd George29, el primer ministro
27 El gobierno bolchevique había firmado el armisticio con los Imperios Centrales el 15 de diciembre de 1917.
Siete días más tarde se iniciaron las negociaciones en las que Trotski y la delegación soviética trataron de
maniobrar contra las duras exigencias territoriales alemanas. A la vez había surgido por las zonas periféricas
del Imperio ruso una amplia y heterogénea oposición que, apoyada por las potencias de la Entente, trataba de
derrumbar al gobierno bolchevique. Pronto formaría el Ejército Blanco que se iba a enfrentar al Ejército Rojo
creado en enero de 1918. La necesidad de hacer frente a la guerra civil llevó a Lenin a decidirse a firmar las
duras condiciones exigidas por las Potencias Centrales. Cuando los austro-alemanes lanzaron una ofensiva
general en febrero y el frente ruso se colapsó, la delegación soviética se apresuró a firmar el durísimo Tratado
de Brest-Litovsk en marzo de 1918. Lenin optaba por centrar todas sus fuerzas en el conflicto interno, lo que
permitió a Alemania y a Austria-Hungría obtener grandes, aunque efímeras, ganancias territoriales.
Posteriormente, la guerra civil se confundirá con la intervención de las potencias aliadas en favor del Ejército
Blanco y la guerra ruso-polaca (19120-1921). Para 1921, el gobierno bolchevique controlaba prácticamente el
territorio del nuevo país que en 1922 recibirá el nombre de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
28 Francia insistió en que París fuera la sede de la Conferencia de Paz que debía poner fin a la Gran Guerra. Sin
embargo, tras ser retaguardia inmediata durante cuatro años, la capital francesa no estaba en condiciones de
proporcionar la infraestructura necesaria para un evento que debía reunir a miles de personas. Wilson llegó en
diciembre de 1918 y la conferencia se abrió en enero de 1919. Participaron 32 estados, aunque la voz cantante
la llevaron los cuatro grandes: Wilson, Clemenceau, Lloyd George y Orlando. Los vencidos no fueron
escuchados y simplemente se les presentó los tratados para firmarlos. Tras largos debates entre los
vencedores, finalmente se firmaron los cinco tratados que conforman la Paz de París: Tratado de Versalles con
Alemania (28 de junio de 1919); Tratado de Saint-Germain con Austria (10 de septiembre de 1919); Tratado de
Trianon con Hungría (4 de junio de 1920); Tratado de Sèvres con Turquía (10 de agosto de 1920), esta paz fue
rechazada por los turcos quienes, tras su victoriosa guerra contra los griegos, firmaron el Tratado de Lausana
(23 de julio de 1923); Tratado de Neuilly con Bulgaria (27 de noviembre de 1920) ; y El Pacto de la Sociedad de
Naciones se repetía en cada uno de los tratados.
29 Frank Lloyd George.1863-1945.- Nacido en Manchester e hijo de un director de escuela. Se unió muy joven al
Partido Liberal (Whigh) y a los 27 años fue elegido para la Cámara de los Comunes. Desde muy pronto militó en
el ala más radical del partido. Lideró el país como Primer Ministro desde 1916 a 1922. Brillante dirigente del
país en la fase final de la guerra, fue uno de los protagonistas del Tratado de Versalles, donde defendió una
politica más conciliadora con Alemania.
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francés Clemenceau30 y Orlando, el jefe del ejecutivo italiano. Son


los tres primeros, sin embargo, los que realmente dirigieron unas
negociaciones a las que los países derrotados no pudieron asistir.

El 4 de octubre de 1918, los alemanes habían pedido un armisticio


basado en las propuestas recogidas en los "Catorce puntos" de
Wilson. La realidad de la derrota fue, sin embargo, más dura. Los
países vencedores llegaron a París con ideas diferentes y
compromisos, a veces secretos, adquiridos durante la guerra.

En definitiva, podríamos hablar, simplificando, de que Clemenceau


personificó la postura de mayor dureza con Alemania ("Alemania
pagará"), los países anglosajones, sin querer dejar de castigar a
Alemania, optaron por una actitud más conciliadora, e Italia,
infructuosamente, aspiró a compensaciones territoriales que
finalmente no va a conseguir.

Los representantes de los derrotados no fueron invitados a la


Conferencia de Paz. Los acuerdos duramente negociados entre los
vencedores y concretados en los diversos tratados de paz, les
fueron presentados como un hecho consumado al que simplemente
deberían plegarse. Los alemanes, representantes de la recién nacida
república de Weimar, firmaron el 28 de junio de 1919 tras ser
amenazados con una invasión total de su país. En Alemania se
hablaba del Diktat, de la imposición, de Versalles.

1.2.1.1. Tratado de Versalles con Alemania.


El Tratado de Versalles supuso que Alemania se
comprometiera perder los siguientes territorios:

Cláusulas: Territoriales.
•Francia recupera Alsacia y Lorena.
•Eupen y Malmedy pasan a manos de Bélgica.
•El pasillo polaco (Posnania y otras regiones) y el sur de la Alta
Silesia se anexionan a la recién nacida Polonia. Esto
significaba el aislamiento territorial del resto de Prusia
Oriental.
•Danzig y Memel, poblaciones germanas del Báltico, fueron
declaradas ciudades libres.
•Dinamarca se anexiona el norte de Schleswig-Holstein.

El conjunto de las pérdidas territoriales de Alemania ascendió a


76.000 kilómetros cuadrados (13% de su territorio), donde vivían
6.5 millones de habitantes (10% de su población).
30 George Clemenceau 1841-1929.- Conocido como "El Tigre" por su agresiva oratoria- a liderar la derecha
nacionalista. Primer ministro de 1907 a 1912 su política se caracterizó por la hostilidad hacia los socialistas y el
movimiento obrero. Nombrado de nuevo primer ministro en 1917, consiguió que los británicos aceptaran a Foch
como general en jefe de las tropas de la Entente. En Versalles, representó la postura dura contra Alemania,
chocó con Wilson por lo que no consiguió introducir todas sus propuestas. En 1920 fue derrotado en las
elecciones. Mantuvo hasta el final de sus días que Alemania había sido tratado de forma demasiado
benevolente.
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La cuenca carbonífera del Sarre pasa a ser administrada por la


Sociedad de Naciones31 y explotada económicamente por Francia
durante 15 años.

Alemania pierde todas sus colonias, que son repartidas como


mandatos de la Sociedad de Naciones32 entre el Imperio Británico y
Francia. Bélgica y Japón se anexionaron territorios muy pequeños.

Cláusulas: Militares.
•Drástica limitación de la Armada (el grueso de la Armada de
guerra fue confiscado y confinado en la base británica de
Scapa Flow) y el Ejército (100.000 efectivos, no tanques,
aviones, artillería pesada...)
•Desmilitarización de Renania (zona occidental y franja de 50 km.
al este del Rin).
•Ocupación temporal de la orilla occidental del Rin. Las tropas
aliadas se retirarían escalonadamente en plazos que
concluirían en 1935.

Cláusulas de Reparación.
•Como responsable de una guerra iniciada por su agresión,
Alemania quedó obligada a pagar reparaciones o
indemnizaciones de guerra a los vencedores.
•Conferencia de Spa (1920) fija el porcentaje que recibiría cada
país del total: Francia 52%, Gran Bretaña 22%, Italia 10%,
Bélgica 8%.
•En la Conferencia de Londres (1920) se fija el monto total de las
reparaciones: 140.000 millones de marcos-oro, una enorme
cantidad.

Otras cláusulas.
•Alemania reconoce su responsabilidad por la guerra y todos los
daños que trajo consigo. Fue la agresión alemana la que
desencadenó el conflicto.
•Prohibición de ingreso en la Sociedad de Naciones.

31 Organismo internacional, compuesto originariamente por cuarenta y cinco países, creado por la Conferencia
de París el 24 de abril de 1919. El Pacto de la Sociedad de Naciones se anexó a todos los demás tratados. Su
gran objetivo era hacer posible una seguridad colectiva que garantizase la integridad de todos los estados,
fuertes y débiles, el arbitraje de los conflictos internacionales y el desarme. Fue el elemento clave de la
propuesta del presidente Wilson. La Sociedad de Naciones tuvo a su cargo la administración de los mandatos
coloniales, de la ciudad de Danzig y de la región del Sarre, e intervino felizmente en algunas disputas
territoriales. Su apogeo vino en el período 1924-1929 (Tratado de Locarno, Pacto Briand-Kellog) Los años treinta
marcaron su fracaso definitivo.
32 Solución jurídica diseñada para el reparto de los imperios coloniales alemán y turco tras la primera guerra
mundial. El sistema de mandatos se concretaba en que la Sociedad de Naciones confería mandatos a los
países que heredaban las colonias despojadas a Alemania y Turquía. Teóricamente, estos mandatos limitaban la
soberanía de los nuevos propietarios, obligándoles a informar cada año a la Sociedad de Naciones sobre las
medidas adoptadas con el objetivo de preparar a las poblaciones administradas para la independencia. En la
práctica, no fueron muy diferentes de las colonias tradicionales. Francia y el Imperio Británico fueron los más
favorecidos en el reparto colonial; Bélgica y Japón accedieron a pequeños territorios. Italia fue totalmente
excluida lo que engendró un gran descontento en el país.
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•Prohibición del Anschluss33 (unión Alemania y Austria)

El Tratado de Versallles tiene como anexo el Pacto de la Sociedad de


Naciones.

1.2.1.2. Tratado Saint – Germain - Austria.


Este tratado supuso:
•Fin del Imperio Austro-Húngaro, de su ruptura nacen
nuevos estados como Austria, Hungría y
Checoslovaquia, a lo que se une cesiones de territorio a
Italia y a las recién nacidas Polonia y Yugoslavia.
•Pago de reparaciones.
•Limitaciones en el ejército.
•Prohibición del Anschluss con Alemania.

1.2.1.3. Tratado Trianon con Austria.


•Fin del Imperio Austro-Húngaro, de su ruptura nacen
nuevos estados como Austria, Hungría y
Checoslovaquia, a lo que se une cesiones de territorio a
Italia y a las recién nacidas Polonia y Yugoslavia.
•Pago de reparaciones
•Limitaciones en el ejército.
•Importantes minorías húngaras (3 millones, un tercio de la
población total) quedan fuera del estado húngaro, en
Eslovaquia, Rumania (Transilvania) y Yugoslavia.

1.2.1.3. Tratado de Neuilley con Bulgaria.


•Pérdidas territoriales en beneficio de Rumania, Grecia y
Yugoslavia
•Pago de reparaciones.
•Limitaciones en el ejército.

1.2.1.4. Tratado de Sévres con Turquía.


•Reparto de las posesiones del Oriente Medio entre Francia
(Siria, Líbano) y Gran Bretaña (Palestina, Irak) en la forma
de mandatos de la Sociedad de Naciones.
•Las fuertes pérdidas territoriales en Anatolia y Tracia
estipuladas en Sèvres son anuladas en el tratado de
Lausana (1923) tras la victoria turca en su guerra contra
Grecia (1919-1922). Turquía quedó reducida a la península
de Anatolia en Asia y a la región en torno a Estambul en
Europa.

1.1.3. El Problema Soviético.

33 Unión política de Austria y Alemania. Ignorando el principio de las nacionalidades, el Tratado de Versalles
prohibió explícitamente la unión política de Austria, la zona poblada por población germana del Imperio de los
Habsburgo, y Alemania. En 1938, la población austriaca voto mayoritariamente en referéndum su unión con
Alemania. Hitler, con el propósito de romper la paz contenida en el Tratado de Versalles, propicia el referéndum.
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La Paz de Brest-Litovsk34 (marzo 1918) supuso la salida de la


guerra de la Rusia soviética y la pérdida de gran cantidad de
territorios en beneficio de los Imperios Centrales. Lenin se apresuró
a firmar una paz tan dura para centrar al Ejército Rojo en la guerra
civil iniciada en Rusia. Los países de la Entente apoyaron, primero
con tropas y luego con armas y dinero, al Ejército Blanco en su lucha
contra el gobierno bolchevique.

Aprovechando la situación creada por la revolución, la derrota


ante los Imperios Centrales, la guerra civil rusa, y la posterior
victoria de la Entente, diversos territorios del antiguo imperio ruso
zarista alcanzaron su independencia, tal es así que de la Rusia
zarista de desprenden:

•Finlandia, en diciembre de 1917.


•Los países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, a lo largo de
1918.
•Polonia y la Rusia soviética se enfrentaron en una guerra que
concluyó con el Tratado de Riga (marzo 1921). Este tratado
supuso importantes pérdidas territoriales en beneficio del
nuevo estado polaco.
•Rumania se anexionó Besarabia.

1.4. El Aislamiento de los Estados Unidos.


Thomas Woodrow Wilson puso toda su influencia en la
constitución de la Sociedad de Naciones. Un elemento clave de la
nueva sociedad era el principio de la seguridad colectiva, por el
cual EE.UU. y los demás países miembros quedaban
comprometidos en la defensa de la seguridad de los demás
miembros de la Sociedad.

Wilson, presidente del partido demócrata, se encontró con un


Senado, que debía ratificar los tratados de paz y el pacto de la
Sociedad de Naciones, dominado por el partido republicano. Los
republicanos optaron por introducir importantes enmiendas al Pacto
de la Sociedad de Naciones, esencialmente dirigidas a limitar el
principio de la seguridad colectiva. La negativa de Wilson a negociar
llevo a que el problema se solucionara en las elecciones de 1920.

En las elecciones de 1920 Wilson es derrotado, quedándose


con el triunfo el Harding. Este hecho hizo que el gobierno
norteamericano no firmara ni los Tratados de Paz ni el Pacto de la
Sociedad de Naciones. Posteriormente, en 1921, firmó tratados por
separado con Alemania, Austria y Hungría.

34Lenin, para poder hacer frente al Ejército Blanco en la guerra civil, tuvo que ordenar la aceptación de las
durísimas condiciones alemanas. La derrota alemana en noviembre anuló este tratado, creándose una situación
de vacío en toda la antigua franja occidental del imperio zarista. Finalmente los bolcheviques consiguieron
recuperar alguno de los territorios a los que habían tenido que renunciar en Brest-Litovsk. Ucrania es el mejor
ejemplo. No obstante, la Rusia soviética tuvo que aceptar importantes pérdidas territoriales y el papel de
"paria" en el concierto internacional.
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1.5. Conclusión. Malos Tratados de Paz.


Los Tratados firmados tras la Conferencia de París no contribuyeron
en absoluto a estabilizar la paz europea y mundial. Cuando los
estudiosos realizan las causas aque dieron paso a la II Guerra
Mundial nos encontramos con que los errores cometidos en los
tratados que pusieron fin a la I Guerra Mundial fueron claves a la
hora de desencadenar de nuevo los horrores de un conflicto mundial
apenas veinte años después de la conclusión de la "guerra que
pondría fin a todas las guerras". Las estudiosos situan los problemas
en los países siguientes y sus posiciones luego del periodo de
entreguerras.

1.5.1. Alemania.
Alemania había aceptado el armisticio tomando como base los
"catorce puntos" de Wilson. Sin embargo, se encontró con que
no se le permitió participar en la Conferencia de Paz y se la
trató duramente en la Paz de Versalles (El "diktat" de
Versalles). La postura "dura" de Clemenceau se había
impuesto.

El ser declarada "responsable del conflicto", las pérdidas


territoriales en el Este y las enormes reparaciones de guerra a
las que se vió obligada fueron las cláusulas especialmente
inaceptables para los alemanes.

Sin embargo, excepto algunas zonas de Renania


temporalmente y la cuenca del Sarre, Alemania no fue
ocupada militarmente y su poderío económico no sufrió una
merma sustancial. La gran contradicción fue que el Tratado de
Versalles trataba de imponer una paz muy dura a un estado
que aún era muy poderoso; de ahí que Hitler más tarde diría
que la primera gran guerra había sido pérdida en el campo de
la diplomacia más no en el campo militar.

En estas condiciones, agravadas por las dificultades de la


posguerra, las posiciones "revanchistas" contra el Tratado de
Versalles pronto se extendieron en Alemania. La falsa noción
histórica de haber perdido la guerra no en el frente de batalla
sino por "la puñalada por la espalda" de los demócratas,
socialistas, judíos... que habían protagonizado la revolución
de noviembre de 1918 se propagó entre los ámbitos
ideológicos de la derecha alemana.

1.5.2. Italia.
Tras la firma de los tratados de paz en Italia se repetía la frase
"Hemos ganado la guerra, pero hemos perdido la paz". Así se
resumía la generalizada sensación italiana de haber sido
menospreciados en París y haber conseguido pocos beneficios
tras haber perdido 460.000 vidas humanas durante el
conflicto.
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La no anexión de territorios en Dalmacia debido a la aplicación


del principio de las nacionalidades en la nueva Yugoslavia y
las exiguas conquistas coloniales causadas por el egoísmo
franco-británico, hicieron que las anexiones del Trentino-Alto
Adigio y la península de Istría (9.000 kilómetros cuadrados)
parecieran muy poco a muchos italianos.

1.5.3. Europa central y oriental.


La aplicación del principio de las nacionalidades a una
realidad tan compleja étnica y lingüísticamente como la de
esta zona provocó una intrincada labor de diseño de fronteras
tratando de separar lo que a menudo era inseparable. Las
minorías nacionales fueron la regla en los nuevos estados
surgidos en la región. La zona estaba llena de focos de
conflicto.

1.5.4. Francia.
Pese a imponer duras condiciones a Alemania, Francia no
conseguirá que los países anglosajones se comprometieran a
un pacto que garantizase su apoyo ante un eventual ataque
alemán. La negativa norteamericana a firmar los tratados
impidió esta aspiración francesa. La fragilidad de la posición
francesa quedó clara en cuanto Hitler reinició el rearme
alemán en la década de los treinta. Clemenceau había
conseguido un tratado muy duro con Alemania, sin embargo,
no había conseguido una situación de fuerza que permitiera su
aplicación.

1.5.5. Estados Unidos.


La hegemonía de los republicanos durante los años veinte
marcó una clara tendencia aislacionista. La negativa a entrar
en la Sociedad de Naciones llevó a un desentendimiento de
los asuntos políticos europeos enormemente nocivo para la
estabilidad mundial ya que EE.UU. era ya la primera potencia
mundial. No obstante, en el terreno económico los
norteamericanos no optaron por el aislamiento. Su negativa a
condonar las deudas de los aliados de la Entente, en el lado
negativo, o su intervención para solucionar el problema de las
indemnizaciones de guerra de Alemania con el Plan Dawes de
1924, en el positivo, muestran como el aislacionismo no se dio
en las cuestiones económicas.

1.5.6. URSS.
Tras intervenir directamente y ayudar al Ejército Blanco
durante la guerra civil, las potencias vencedoras optaron por
establecer lo que se denominó cordón sanitario en torno a la
URSS comunista. Establecimiento de una serie de estados
antisoviéticos que cercaran al nuevo estado soviético. Se
trataba de impedir la expansión del comunismo y debilitar a la
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URSS. La U.R.S.S. fue aislada y no se le permitió el ingreso en


la Sociedad de Naciones. Otra gran potencia que quedaba
fuera del concierto de naciones diseñado en París en 1919.

Al término de la Primera Guerra Mundial, se tiene los


siguientes resultas a efectos de evaluar el orden político y
económico vigente:

•Una Alemania, descontenta a la luz del análisis de los


tratados de paz. La prohibición de anexarse a Austria,
conocida como la Prohibición del Anschluss.
•El Aislamiento de los Estados Unidos, a raiz de la asunción
al poder y la hegemonia de los repúblicanos en la
decada del 20.
•La Sociedad de Naciones como la primera institución
supranacional, encargada se supervigilar el orden social
y la paz mundial.
•La depresión económica del 29 que propicio la creación de
la conferencia Bretton Woods, serviria para la
composición del Fondo Monetario Internacional.
•La consolidación de Stalin en el Poder y la culminación del
régimen zarista.
•La insatisfacción Italiana por el vejamen del cual se sentia
objeto en la reunión de París.
• El nacimiento de nuevas Estados, propiciado por la
ruptura del Imperio Austro-Húngaro. Estados como
Austria, Hungría y Checoslovaquia, a lo que se une
cesiones de territorio a Italia y a las recién nacidas
Polonia y Yugoslavia.

Es de notar pues que, en el marco del derecho internacional,


en el marco de la economía mundial, las condiciones estaban
dadas para la ocurrencia luego de la segunda gran guerra.

2. Acontecimiento entre Guerras.

2.1. Surgimiento del Fascismo.


Conocido como el pensamiento político liderado por Benito
Mussolini35, en la Italia de la posguerra mundial primera. El fascismo
encuentra, en la burguesía italiana el modo de operar y conservar el
poder, aunque en sus inicios fue al igual que el nacismo un
movimiento de masas obreras y de ex combatientes.

2.1.1. Condiciones sociales y políticas


El fascismo emerge en un contexto en donde:

35 Hijo de un anarquista revolucionario llamado Alessandro Mussolini y de Rosa Maltoni, maestra de escuela,
Benito Mussolini nace en Dovia, fracción de Predappio en la Romaña, el 29 de julio de 1883.
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•Hay un elevado índice de desempleo;


•Una profunda desazón de los ex-combatientes de la primera
gran guerra.
•Un gobierno liberal corrompido presidido por el octogenario
Giolitti.
•Una burguesía industrial que pugnaba por desplazar a las
antiguas fuerzas feudales y latifundistas que se oponían a
cualquier tipo de cambio.

2.1.2. Condiciones económicas.


Las condiciones económicas que surgieron como consecuencia
de la guerra crearon dos fenómenos paralelos:

•Una industria pesada que se benefició con la producción de


armamentos al punto de asfixiar a las medianas y
pequeñas empresas, favoreciendo la concentración de
capitales en las manos de los banqueros y grandes
industrias como la Fiat.
•El nacimiento de una nueva clase dirigencial compuesta por
este selecto grupo de grandes empresarios y banqueros,
llamada a reemplazar a la antigua y desacreditada clase de
dirigentes políticos. Unas pocas familias económicamente
poderosas obtuvieron el poder y con él manejaron y
manejan todavía a los hombres políticos que pasaron a ser
sirvientes fantoches de sus intereses sectarios. Esta nueva
clase dirigente encontraría en el fascismo su mejor aliado,
de la misma forma que más tarde los industriales alemanes
se servirían del nazismo para consolidar sus imperios
económicos.

Mussolini después de haber pasado las penurias de la vida en


el frente de combate (resultó seriamente herido durante el
conflicto), padeció la misma frustración y enojo ante la
actitud sumisa del gobierno liberal italiano ante los gobiernos
aliados. Es que Italia, a pesar de haber formado parte de las
potencias vencedoras, recibió el trato de un país derrotado y
fue obligada a pagar cuantiosas sumas en calidad de
reparaciones de guerra.

Si a eso le sumamos el descanto ideológico que para un


socialista como Mussolini significó la revolución rusa, el cóctel
no podía ser otro que la ruptura con el socialismo. La
revolución rusa, que al principio parecía enarbolar los ideales
socialistas del colectivismo y de los soldados unidos al pueblo
trabajador, pronto reveló su lado oscuro con una serie de
hipocresías que partirían el corazón de cualquier buen
socialista, aún el de un duro como Mussolini. En Rusia el
patrón autoritario y la burguesía zarista eran reemplazados
por una burguesía estatal y autoritaria que para peor se
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componía de los mismos funcionarios zaristas, primero


echados y luego vueltos a llamar, dado que eran los únicos
que conocían el funcionamiento interno del estado.

Ante el fracaso de la experiencia bolchevique, Mussolini al


igual que Stalin36 madura la idea de un socialismo nacionalista
distinto del socialismo tradicional porque para poder modificar
el mundo comprende que primero hay que modificar la
realidad del propio país. Si se quiere era un socialismo
pragmático como alternativa al socialismo utópico, brillante en
el plano abstracto, pero que siempre estaba destinado a fallar
en el terreno de los hechos.

2.2. El Nazismo en Alemania.


El nacismo, doctrina política pensada y encabezada por Adolf
Hitler37. Hitler consideraba a los alemanes una raza árida, nacida
para gobernar. Al igual que el fascismo, tuvo en el movimiento
obrero la fuerza suficiente que lo encumbraría al poder y que fue a
la vez capaz de desatar el más grande genocidio que la historia a
conocido. Terminada la primera guerra mundial, el hambre y las
privaciones estaban a la orden del día en toda Europa y
especialmente en Alemania donde la situación social era caótica. Al
bloqueo impuesto por los aliados tras el armisticio se le agregaban
las reparaciones territoriales y económicas exigidas por el tratado
de Versalles.

La pérdida de Alsacia y Lorena le significó a Alemania una merma en


su producción de hierro en el orden del 75% con respecto a sus
niveles de 1914. Francia también se apoderó de las minas del Sarre
y Polonia se adueñó de la parte meridional de Silesia, región
industrial y minera. A estas graves mutilaciones territoriales, se le
sumaba la pérdida de sus colonias en África, Asia y Oceanía
quedando su economía seriamente comprometida. Las duras penas
económicas impuestas en el Tratado de Versalles en concepto de
reparaciones de guerra ascendía a unos 132,000 millones de marcos
oro y la inflación degeneró en una hiperinflación desenfrenada hacia
1923. En medio del caos económico y político de la posguerra, los
movimientos revolucionarios anárquicos y comunistas se
propagaban como hongos por todo el país con líderes como Rosa
Luxemburgo y Karl Liebkncdt. El resentimiento y la humillación de
los excombatientes, sumado a la creciente preocupación de la clase
media y alta por el fenómeno revolucionario de índole comunista,
abonaron el terreno para un nacionalista mesiánico llamado Adolf
Hitler.

36 Nació en el pueblo de Gori, en Georgia, el 21 de diciembre de 1879 en el seno de una familia de humildes
agricultores. Se crió en la más absoluta miseria y con un padre alcohólico que practicaba boxeo golpeando a su
mujer y a su hijo.
37 Nace en Braunau (Austria) el 20 de abril de 1889 en el seno de una familia de clase media. Su padre fue Alois
Hitler, un funcionario de aduanas aficionado al alcohol y a las mujeres, y dueño de un carácter irascible que
más tarde heredaría su hijo Adolf.
19
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Con el argumento de que Alemania había perdido la guerra no en el


campo de batalla sino en el campo de la diplomacia y
especialmente por culpa de los dirigentes judíos y marxistas de la
República de Weimar, Hitler supo aglutinar en sus filas no sólo a los
movimientos de ultraderecha sino también a la burguesía y
aristocracia alemana que temían al comunismo más que a
cualquier otro fenómeno. El nacionalsocialismo era visto como una
garantía contra el comunismo y su temida prédica de la distribución
de los bienes. No por caso fueron los grandes industriales, que eran
quienes más tenían para perder, el principal sustento económico de
Hitler financiando su campaña electoral, poniendo los medios de
prensa a su disposición (Hitler pudo tener incluso su propio diario) y
facilitándole el acceso a los círculos de poder. En 1919, Hitler se
unió al Partido Obrero Alemán (DAP) y dos años más tarde ya era su
jefe indiscutido. En 1920 Hitler estableció un programa partidario de
25 puntos, entre los que se destacaban:

•La abolición de los tratados de Versalles y Saint-Germain;


•La unión de todos los alemanes en una gran Alemania;
•La necesidad de rearme;
•El racismo antisemita; y
•El principio del espacio vital (Lebensraum), es decir, el
“derecho” de los alemanes a conquistar todo el territorio
extranjero que necesitasen para su expansión demográfica.

A estos principios nacionalistas e imperialistas, se sumaban


otros principios socialistas, como:
•La nacionalización de las grandes empresas;
•El reparto de los beneficios de la gran industria; y
•Una reforma agrícola radical para atraer a los sectores más
humildes de la población.

Una vez en el poder, Hitler cumplió al pie de la letra sus


enunciados imperialistas y racistas pero hizo caso omiso de los
postulados socialistas.

2.3. Puntos comunes entre el fascismo y el nacismo.


Una vez más la aristocracia y los grandes industriales fueron los
únicos beneficiarios de una política que llevó a Alemania a la ruina.

•El nacionalsocialismo al igual que el fascismo en Italia, se


presentaron como movimientos populares de extracción
obrera;
•Ambos, tanto fascismo como nacismo una vez en el poder
sirvieron a los intereses de sus mecenas políticos;
•Ambas concepciones acentuaron aún más las diferencias de
clases entre ricos y pobres.

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Los sindicatos únicos se revelaron una farsa al servicio de los


grandes patrones y las leyes sociales y de trabajo fueron dictadas
en función del interés de los empresarios antes que del interés de
los trabajadores. En cuanto al racismo, Hitler se limitó a ofrecerlo a
una sociedad históricamente xenófoba como un aliciente más
dentro de sus propuestas políticas. Cuando se hace referencia al
racismo nazi se tendría que hablar más bien del racismo alemán
intrínsecamente arraigado en su historia.

A mediados del siglo XIX el poeta judío alemán Heinrich Heine,


haciendo referencia al antisemitismo de su época profetizó que un
pueblo que quema libros a la larga quemará también a la
humanidad. Lutero, Federico el Grande, Wagner y otras grandes
personalidades alemanas auspiciaron el exterminio del pueblo judío
entendiendo por judío lo no alemán, es decir, los extranjeros en
patria y fuera de ella.

El mérito de Hitler fue saber encauzar ese perverso sentimiento


alemán dándole forma al holocausto más sangriento de la historia
del hombre y en apenas doce años. La complicidad del pueblo
alemán en el genocidio tomó la forma de una colaboración abierta y
activa que por momentos superaba el fanatismo propio de los nazis.
Cientos de miles de alemanes que jamás se alistaron en el partido
nazi, delataban a los judíos prófugos ante las autoridades, destruían
sus negocios con la complicidad del poder policial y colaboraron en
los campos de exterminio realizando las más diversas tareas de
barbarie. Después de la guerra, los alemanes lavaron sus culpas
atribuyéndole un poder sobrenatural a la propaganda de Goebbels y
a las SS que numéricamente hablando no representaban ni el 1%
del ejército regular. La complejidad del sistema de exterminio que
implantó el gobierno alemán con el gran número de campos de
concentración que se establecieron en Alemania y fuera de ella
jamás hubiese podido funcionar con el sólo personal de las SS.

En 1923 Hitler acompañado de glorias de la primera guerra mundial


como el general Ludendorff y el as de la aviación Hermann Goering
fracasó en su intento por conquistar el poder, en un golpe armado
que tuvo lugar en Munich. A raíz del intento de golpe, Hitler y sus
grupos de colaboradores fueron encarcelados en Landsberg pero
antes de cumplir el año ya estarían de nuevo en libertad. Estando
en prisión Hitler escribió su libro “Mein Kampf” que pronto se
convertiría en la Biblia del nacional socialismo. Allí Hitler exponía
claramente sus ambiciones territoriales en el Este e incluso hace
referencia a la solución final para el problema judío. Si los dirigentes
políticos de la época hubiesen leído con atención ese libro muchos
de los males posteriores podían haberse evitado. Algunos por
omisión y otros en connivencia con las ideas de Hitler, permitieron
que el fenómeno nazi creciera y se consolidara como una fuerza de
hecho. El 30 de enero de 1933, a los 43 años de edad Hitler se
convertía en el canciller más joven de Alemania. Sin embargo, Hitler
21
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que vivía convencido de que iba a morir antes de los 55 años,


lamentó hasta el final de sus días no haber asumido el poder en
1923.

Esta “demora” de 10 años lo obligaba a acelerar sus tiempos y en


este punto se hallan muchas de las respuestas concernientes a sus
doce años de gobierno. En apenas seis años transformó a Alemania
en una potencia mundial y necesitó de otros seis años para causar
una guerra mundial, un genocidio racial en gran escala y la
destrucción total de su país cambiando para siempre el mapa
político internacional.

2.4. El Tratado de Versalles, el motivo perfecto para la


guerra.
Los Alemanes de la mano de Hitler se convencieron que los
estipulado en este tratado era abiertamente injusto para sus
intereses. Las causas que originaron la segunda guerra mundial
tienen su origen en el famoso Tratado de Versalles, firmado el día 28
de junio de 1919. Alemania perdió, aproximadamente, un octavo de
su territorio continental, unos 6.500.000 habitantes de su población
y sus posesiones coloniales, pero el Estado alemán no quedó
desmantelado ni el país desmembrado. Para garantizar que
Alemania no representaría jamás un peligro de guerra, su ejército
quedó reducido a 100.000 hombres, su flota en 15.000 unidades y
quedó prohibido el reclutamiento militar. La escuadra alemana fue
reducida a media docena de acorazados y cruceros y una docena de
destructores y lanchas torpederas. Las duras condiciones
económicas de la posguerra abrumaron al pueblo alemán que veía
como el dinero se evadía del país a la par de una inflación
galopante. El desempleo era excesivo y para 1923, un alemán de
cada cuatro se hallaba sin trabajo. Los soldados que retornaban del
frente después de cuatro años de penurias vividas en las trincheras,
se vieron anonadados y enfurecidos, resultando elementos propicios
para los movimientos nacionalistas.

Cuando el gobierno alemán solicitó una moratoria para satisfacer


sus reparaciones, los gobiernos de Francia, Bélgica e Italia
respondieron enviando tropas para ocupar la zona del Rin en enero
de 1923. Estas humillaciones despertaron la furia nacionalista
germana, que se dirigió contra los aliados y contra su propia
República de Weimar.

2.5. El Pacto de Munich.


El 29 de septiembre de 1938 tuvo lugar en Munich una conferencia
entre Inglaterra, Italia, Francia y Alemania para tratar el "problema"
checoslovaco. La conferencia se hizo a instancias de Mussolini
aunque más tarde se comprobó que se trató de un plan orquestado
por Berlín. Hasta el memorándum que presentó Mussolini durante la
conferencia como suyo fue escrito por los alemanes.

22
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Hitler requería una aprobación formal de sus planes antes de


proceder a la invasión, que realizaría de todas formas. En la estación
de Kufstein, Mussolini trató de persuadir a Hitler de que concediese
alguna posibilidad para la paz. Mussolini sabía mejor que nadie que
su país no estaba preparado para una guerra y la belicosidad de
Hitler lo tenía intranquilo. Hitler buscaba cualquier pretexto para
desencadenar una guerra pero la mansedumbre de los dirigentes de
occidente, al concederle todo cuanto pedía, postergaban sus deseos
aventureros. Munich no fue la excepción y en esta conferencia Hitler
obtuvo todo lo que había solicitado previamente. Un Mussolini cada
vez más temeroso de su aliado alemán, un Chamberlain
increíblemente ingenuo y un híbrido Daladier le dieron forma a un
pacto vergonzoso que entregaba Checoslovaquia a las fauces de
Hitler.

Durante la conferencia Hitler casi no pronunció palabra, acaso por


su desconocimiento de otro idioma que no fuera el alemán,
dejándole la iniciativa a su amigo italiano. Mussolini haciendo gala
de su dominio de los idiomas fue la verdadera estrella de la
conferencia. Con su pose napoleónica, traducía del alemán al inglés
y del inglés o alemán al francés maravillando a sus colegas
Chamberlain y Daladier. Hitler, mientras tanto, se regocijaba de sus
éxitos diplomáticos que le habían permitido conquistar Austria y
ahora Checoslovaquia sin necesidad de disparar un solo tiro. El 1 de
octubre los alemanes entraban en Checoslovaquia con Hitler
saludando desde su Mercedes descapotable y todo terreno. Poco
después Checoslovaquia dejaba de existir, y como dijo Hitler, había
sido borrada del mapa.

2.5. Cronología de la Segunda Guerra Mundial.

1939
Fecha : Acontecimientos
1 Septiembre : Alemania invade Polonia.
3 Septiembre : Francia y Gran Bretaña declaran
la guerra a Alemania.
17 Septiembre : La URSS invade Polonia por el
Este.

1940
Fecha : Acontecimientos
9 Abril : Alemania ocupa Dinamarca e
invade Noruega.
10 Mayo : Alemania invade Bélgica, Holanda y
Luxemburgo.
10 Junio : Italia declara la guerra a Francia y Gran
Bretaña.
14 Junio : Los alemanes entran en París.
16 Junio : Formación del gobierno del Mariscal
Pétain en Francia.
23
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10 Julio : Inicio de la Batalla de Inglaterra.


27 Septiembre : Alemania, Italia y Japón firman el
Pacto Tripartito.
7 Octubre : Los alemanes entran en Rumania.

1941
Fecha : Acontecimientos
6 Abril : Ataque alemán en Yugoslavia y
Grecia.
20 Mayo : Lanzamiento en paracaídas de tropas
alemanas en Creta.
22 Junio : El Ejército alemán entra en la URSS.
25 Noviembre : Los tanques alemanes llegan a
las inmediaciones de
Moscú.
5 Agosto : Embargo económico de Estados
Unidos contra Japón
7 Diciembre : Ataque aéreo japonés contra
Pearl Harbor.

1942
Fecha : Acontecimientos
4 Mayo : Comienza la Batalla del Mar del
Coral.
4 Junio : Batalla de Midway.
23 Octubre : Batalla de El Alamein.
23 Noviembre : El 6º Ejército alemán queda
cercado en Stalingrado.

1943
Fecha : Acontecimientos
28 Enero : Los britanicos capturan Tripoli.
2 Febrero : Capitulación del general alemán Von
Paulus en Stalingrado.
10 Julio : Desembarco de tropas
norteamericanas en Sicilia.
12 Julio : Gran batalla de carros de
combate en Kursk.
8 Septiembre : Italia se rinde.
28 Noviembre : Roosevelt, Churchill y Stalin se
reúnen en Teherán

1944
Fecha : Acontecimientos
22 Enero : Desembarco aliado en Anzio.
5 junio : Los aliados entran en Roma.
6 Junio : Desembarco de Normandía
20 Julio : Atentado contra Hitler.
25 Agosto : Los aliados liberan París.
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4 Agosto : Los aliados liberan Amberes y


Bruselas.
12 Septiembre : Tropas norteamericanas entran
en Alemania.
16 Diciembre : Ofensiva alemana en las
Ardenas.

1945
Fecha : Acontecimientos
11 Febrero : Conferencia de Yalta.
10 Febrero : Desembarco norteamericano en Iwo
Jima.
20 Abril : Los aliados entran en Nuremberg
(Alemania).
23 Abril : Los rusos entran en Berlín.
30 Abril : Suicidio de Hitler en su bunker de
Berlín.
7 Mayo : Alemania firma la rendición.
6 y 9 Agosto : Bombas atómicas lanzadas en
Hiroshima y Nagasaki.
14 Agosto : Rendición de Japón.

3. Fuentes del Derecho de Integración.


El derecho de la integración tiene sus propias fuentes entre las cuales
podemos citar a los tratados, motivo por el cual es claro que debemos
estudiar los mismos para tener enfoques completos del tema materia de
investigación y así tener mayores elementos de juicio o mayores
conocimientos del derecho de la integración que es materia del presente
trabajo de investigación.

3.1. Tratados.
Los tratados son acuerdos entre sujetos de derecho internacional,
importando por tanto, definir èstos ùltimos que son estados u
organismos internacionales como por ejemplo la ONU y la OEA entre
otros. Los sujetos de derecho internacional se dividen en:

1. Sujetos de derecho internacional con base territorial.


2. Sujetos de derecho internacional sin base territorial.

Los primeros son los estados y los segundos son los organismos
internacionales como por ejemplo la ONU, OEA, OIT, UNESCO, OMS,
FAO, ONUDI, FMI y las organizaciones no gubernamentales
internacionales, por lo tanto es claro que èstas ùltimas son
nacionales e internacionales, siendo por tanto, nacionales las que se
desenvuelven y tienen oficinas en un solo estado, mientras que las
internacionales las que se desenvuelven y tienen oficinas en varios
estados, en tal sentido si una ong queda ubicada en Perù y tiene
sucursales en el extranjero es claro que es un sujeto de derecho

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internacional por abarcar a varios estados o sujetos de derecho


internacional con base territorial.

Existen diversas clasificaciones de los tratados, siendo la primera la


que clasifica a los mismos en bilaterales y multilaterales. Los
tratados bilaterales son los celebrados entre dos partes y los
tratados multilaterales son los celebrados entre tres o más partes.
Guillermo CABANELLAS, precisa sobre el término jurídico “tratado”
lo siguiente:

Como obra, la que versa sobre una ciencia o arte, que considera
amplia y sistemáticamente. Convenio, contrato. En amplios textos
legales, división principal que equivale a la de libros, como adopta el
Código de Justicia Militar español. Por antonomasia, convención
internacional, suscrita por dos o más príncipes o gobiernos.

1. Doctrina. Para Lorimer, los tratados constituyen una declaración


hecha por dos o más Estados, de una relación jurídica existente
entre ellos; declaración que se obligan a cumplir y respetar como si
fuera verdadero Derecho positivo.

2. En Derecho de Gentes. En Derecho Internacional, por tratado


se entiende, en sentido amplio, todo acuerdo entre varios Estados
concerniente a asuntos políticos o económicos, sea cualquiera la
forma, y la importancia. Pero, estrictamente, se entiende por tratado
el acuerdo solemne sobre un conjunto de problemas o asuntos de
importancia considerable; y que se contrapone a las declaraciones,
notas, protocolos y otras fuentes de convenciones de trascendencia
menor.

3. Clases y régimen. En las voces que a ésta siguen se consideran


las especies principales de tratados y los de mayor interés, suscritos
en el curso de los tiempos como efecto casi siempre de las guerras,
para consagrar la victoria de uno de los bandos y con la ilusión, en
todo caso frustrada, de perpetuar el triunfo y de asentar una paz
duradera. La firma de los tratados, que se analiza más
extensamente en el artículo Tratado internacional, es atribución del
soberano, encarne tal potestad en un monarca, en un gobierno o en
el Parlamento que se reserve autorizar la paz, la guerra y las
alianzas. La violación de los tratados por los ciudadanos particulares
entraña delito; cuando la infracción es de los gobernantes, existe
impunidad, aun a costa de los riesgos probables de un conflicto
bélico.

4. Esquema constitucional. En la Consto Arg. de 1853 se declara


competencia del Congreso aprobar o desechar los tratados
concluidos con las demás naciones y los concordados con la Silla
Apostólica (art. 67, inc. 19). Por su parte, el jefe del Estado
"concluye y firma tratados de paz, de comercio, de navegación, de
alianza, de límites y de neutralidad, concordatos y otras
26
Derecho de Integración
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negociaciones requeridas para el mantenimiento de buenas


relaciones con las potencias extranjeras" (art. 86, inc.14). Dentro de
la estructura federal, las provincias pueden celebrar tratados
parciales (que quizás deba entenderse como limitados a dos de
ellas, para evitar posibles divisiones nacionales) con fines de
administración, justicia, intereses económicos y trabajos de utilidad
común, con conocimiento del Congreso federal (art.107). Por el
contrario, no pueden celebrar tratados parciales de carácter político
(art. 108).

5. Complementos. Concordato, Convenio internacional,


Convenios de la O.I.T., Denuncia de tratado, "Foedus", Garantías de
tratado, Organización del Tratado del Atlántico Norte, Ratificación de
los tratados y Recomendaciones de la O.I.T.

4. El nuevo Orden Económico y Político de posguerras

4.1. Estructura Geopolítico.


Al término de la segunda guerra, a diferencia de la primera, nace lo
que en Derecho Económico Internacional hemos denominado el
Nuevo Orden. Si algún rasgo distinguió la primera guerra mundial de
la segunda conflagración mundial fue la aparición de un nuevo
orden político.

La configuración de ese nuevo orden político sucede en aquellas


regiones en que las potencias agresoras, al final derrotadas38,
consiguieron durante algún tiempo imponer su dominio.

En 1914-1918, no se puede decir que quedara presagiada una


nueva configuración de la vida política en las naciones ocupadas o
derrotadas. Pero, por el contrario, ahora la ideología del nazismo
empezó a dejar entrever el grado de su ruptura con respecto al
pasado y las consecuencias que una potencial victoria final suya
podría tener para los vencidos.

De todos modos, no se puede decir que la victoria del Eje hasta


1943 supusiera una neta y radical configuración de un "Nuevo
Orden" completamente distinto. En realidad, las acciones de Hitler
no modificaron de una forma tan decisiva las fronteras europeas.
Sus anexiones fueron escasas y poco significativas en cuanto a
kilómetros cuadrados, reduciéndose en realidad a rectificar algunas
de las consecuencias más hirientes de la derrota alemana de 1918,
en zonas como las fronteras con Bélgica, Francia y Polonia. No
obstante, al mismo tiempo, el Führer39 siempre dejó bien claro que
esa "Gran Europa", que utilizaba como señuelo en su propaganda,
estaría absolutamente dominada por Alemania.

38 Entre ellas Alemania y Japón.


39 Apelativo con el Hitler se hacía llamar. Si Mussolini era el Duce, Hitler era el Fuhrer.
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Pero como la victoria de ésta no era por el momento total y


definitiva, el "Nuevo Orden" se caracterizó, de momento, por la
pluralidad de configuraciones y también por el carácter precario de
la mismas, quedando sometido por tanto a muy frecuentes cambios.

En ocasiones, Hitler dejó bien claros sus principios racistas y, por


tanto, trató de manera diferenciada a unos países y otros, de
acuerdo con este tipo de criterio. Pero, al mismo tiempo y por
razones de conveniencia temporal, muy a menudo se apoyó en
regímenes que se diferenciaban bastante del III Reich. Como
veremos, con mucha frecuencia se sirvió de grupos políticos de
derecha autoritaria anticomunista, porque para él resultaba más
rentable apoyarse en autoridades legales o, por lo menos,
aceptadas por buena parte de la población de los países afectados,
que en regímenes que mantuvieran una absoluta identidad
ideológica con él. Hay que tener en cuenta, a este respecto, que
para Hitler el nacionalsocialismo era una doctrina exclusiva de
Alemania y su raza.

De ahí que hubiera Estados convertidos en protectorados, como si


eso quisiera decir que sus habitantes eran considerados inferiores, y
otros dominados de forma directa o indirecta, de acuerdo con las
conveniencias y el momento de la guerra. Sin embargo, Hitler actuó
con un criterio que partía de la pura y simple explotación del
vencido, sea quien fuera, lo que unido al ideario racista hacía prever
un siniestro futuro. La explotación se hizo patente en la Europa del
Este, en especial en la URSS, donde las tierras del Estado fueron
consideradas propiedad de Alemania y algunos de los generales se
dispusieron a disfrutar enormes latifundios de su propiedad, en los
que los habitantes indígenas trabajarían como esclavos. El III
Reich40, además, se benefició de la importación de mano de obra
extranjera, mal pagada o reducida a una condición servil. En 1944,
siete millones de trabajadores extranjeros residían en Alemania,
dedicados a incrementar la producción en las industrias bélicas o en
actividades cuyo funcionamiento podía ser beneficioso para el
esfuerzo económico general alemán. De los países que, "por causas
raciales", fueron considerados como asimilables a Alemania, el caso
más evidente fue el de Austria que, durante la guerra, acentuó su
proceso de germanización. Algunos nazis austríacos desempeñaron
importantes papeles en la estructura política del Reich.

El destino de Dinamarca, Noruega y Holanda hubiera sido muy


probablemente idéntico al de Austria si Hitler llega a ganar en la
guerra pero, por el momento, no se optó por una misma solución.
Dinamarca fue ocupada sin derramamiento de sangre y los
alemanes no se molestaron en cambiar sus instituciones, hasta el
punto de que en 1943 se realizaron unas elecciones, en las que, por
cierto, el partido nazi apenas obtuvo un 2% del total de los votos.
Sin embargo, apenas se ocultó que sería anexionada en un futuro y,
40 Así se le conocia a la Alemania de Hitler.
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a partir del verano del citado año, pasó de una administración


dirigida por el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán a la
administración militar. En Noruega y en Holanda hubo
colaboracionistas locales (Quisling en el primer caso y Mussert en el
segundo). Pero, a pesar de que el primero -cuyo nombre se
identificó en adelante con ese fenómeno político- había contribuido
a la conquista del país, resultó preterido respecto de la pura
ocupación militar. En Bélgica, es probable que Hitler pensara
también en una asimilación.

La ocupación, bajo el mando de un general muy benevolente que


acabó conspirando contra el dictador, no supuso la desaparición de
la Monarquía. El rey no participó en actos oficiales y, durante algún
tiempo, mantuvo su popularidad hasta que se casó con la hija de un
nacionalista flamenco. Fueron los grupos de esta significación
quienes más colaboracionistas se mostraron con respecto al
ocupante alemán. En las antípodas de estos países estaban los
considerados inferiores. Si el Protectorado de Bohemia-Moravia tuvo
una cierta autonomía, en Polonia, reducida a una mínima expresión,
se manifestó una decidida voluntad de llevar a la población a unas
condiciones de vida infrahumanas, con unos abastecimientos
mínimos, prohibición de matrimonio hasta los 28 años y también de
estudios para ejercer profesiones liberales.

El destino de las zonas ocupadas de la Unión Soviética fue todavía


peor, tal como se ha apuntado. El caso de los aliados balcánicos y
centroeuropeos del Reich fue distinto. En estos países existían
fórmulas muy conservadoras o autoritarias que eran compatibles
con la existencia de minoritarios movimientos fascistas. Muy a
menudo, estas dos fórmulas no sólo resultaron incompatibles entre
sí, sino que dirimieron sus discrepancias por medio de la violencia.
Así, en Rumania, los militares se deshicieron de su enemiga la
Guardia de Hierro fascista de Horia Sima, por procedimientos
represivos que provocaron dos millares de muertos. Lo característico
de Hitler es que, en un primer momento, prefirió contar con los
sectores más conservadores que con los más fascistas.

Así, pudo colaborar con Hungría, un régimen político muy particular


que mantuvo a su frente a un regente, Horthy, a pesar de que no
existía una monarquía y que conservó ciertas formas de
parlamentarismo en el seno de la Europa fascista. Por otro lado,
Hungría no se identificó por completo con la Alemania nazi: nunca le
declaró la guerra a Polonia, aunque sí a la URSS (Bulgaria, en
cambio, nunca estuvo en guerra con el gran vecino eslavo). En
general, este tipo de regímenes acentuó su apariencia fascista a
partir del momento de máximo esplendor alemán (1941), para luego
tratar de desengancharse de un III Reich en declive. En Hungría,
esta tendencia produjo la reacción contraria y el país acabó cayendo
bajo el radicalizado poder de Szalasi, el líder local del fascismo, y su
partido de los Cruces Flechadas. El caso de la Yugoslavia ocupada
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fue un tanto especial dentro de este conjunto, ya que fue


desmembrada entre un Estado -Croacia- situado bajo la órbita
italiana, que se extendió por toda la costa dálmata, y una Serbia
administrada por el mando militar alemán.

La Grecia también ocupada, por su parte, sufrió amputaciones


territoriales y firmó un armisticio pero tanto su Gobierno legítimo
como su rey huyeron al exilio. De entre todos los países afectados
por la expansión alemana, el caso más singular fue, sin duda, el de
Francia. Su peculiaridad reside en que fue dividida en dos: una zona
de ocupación militar y otra, relativamente autónoma, con capital en
Vichy, en la que los gobernantes no pudieron ser asimilados, en un
primer momento, al nazismo. Pétain, un héroe nacional, supuso un
caso de colaboración pero no, como Quisling, de colaboracionismo.
En un principio, casi todas las autoridades de la República francesa
aceptaron la derrota e incluso el Parlamento concedió plenos
poderes al mariscal (sólo un prefecto hubo de ser sustituido). Para
Pétain, 1940 era una reedición de la derrota de 1870 y Francia debía
someterse a una prolongada cura moral. Los colaboradores de
Pétain fueron, como él, oportunistas carentes de principios -como
Laval o Darlan- que se sustituyeron en el poder pero cuyo programa
no varió en exceso. Con el paso del tiempo, el régimen de Pétain
adoptó un tono cada vez más tradicionalista y conservador. La
extrema derecha juzgó que la derrota había constituido "una divina
sorpresa" (Maurras) de la que podía surgir la renovación total, pero
nunca hubo un partido único sino, a lo sumo, una Legión formada
por los excombatientes.

La prehistoria de la tecnocracia francesa o de la intervención del


Estado en determinadas materias sociales hay que situarla en esta
Francia. Curiosamente, los núcleos más fascistas de la política
francesa (Déat, Doriot...) no residieron en Vichy, sino en París, donde
también se mantuvo la embajada alemana. Núcleos estos que
nunca fueron muy influyentes, porque a Hitle de momento le
interesaba la conservación del derrotado y sojuzgado Estado Libre
Francés. En resumen, como puede comprobarse, el panorama de la
Europa dominada por Hitler fue un tanto caleidoscópico, aunque
esta situación es muy probable que no estuviera destinada a durar.
Aun así, el dominio alemán establecía una indudable homogeneidad
que también se aprecia en la existencia, en grado muy variable, de
movimientos de resistencia desparramados por toda la geografía
europea. La guerra mundial fue una guerra civil europea en donde, a
la existencia de una nacionalidad identificativa de la postura propia,
se sumaba, además, la existencia de una ideología o incluso una
religión que podía parecer contradictoria con ella. Ese tipo de
enfrentamiento tuvo un componente de brutalidad hasta el
exterminio en el seno de comunidades nacionales, rasgo que no se
había manifestado durante la Gran Guerra. Si la espectacularidad de
las victorias alemanas convirtió a antiguos socialistas -como el belga
Henri de Man- en colaboracionistas con el vencedor, hubo también
30
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movimientos de resistencia, muy variables en el tiempo y el espacio.


En el caso de Francia, a la interpretación de Pétain se le contrapuso
la de De Gaulle, para quien la guerra era mundial y 1940 no
significaba otra cosa que una batalla más. De Gaulle, que en
ocasiones justificó la postura de Pétain, acabó juzgando que "la
vejez -la de su antagonista- es un naufragio". A menudo maltratado
por los anglosajones (de Roosevelt dijo tener que soportar "un
huracán de sarcasmos") incluso ni siquiera fue informado del
desembarco en el Norte de África.

Pero con su tenacidad consiguió conquistar para Francia un puesto


de primera importancia en las relaciones internacionales de la
posguerra. En Francia, sin embargo, la resistencia armada no fue
nunca decisiva para la liberación en contra del ocupante alemán;
incluso en un principio el propio De Gaulle vetó el empleo de la
violencia. Si la Resistencia proporcionó mucha información a los
aliados, sólo en 1943 tuvo unos efectivos armados de unas 150.000
personas, pero apenas causó un 2% de las bajas alemanas. La
ferocidad de verdadera Guerra Civil que existió se demuestra, sin
embargo, por el hecho de que unas 10.000 personas fueron
ejecutadas sumariamente tras el desembarco aliado. De los países
occidentales de Europa, el país en el que la guerra tuvo un mayor
carácter de conflicto civil fue quizá Italia, donde el proceso de la
liberación tuvo una mayor duración y el régimen fascista conservó
el control de buena parte de la población. Las unidades militares y
policiales fascistas agruparon, hacia el final de la guerra, a 380.000
combatientes. Casi la mitad de los italianos muertos en la guerra lo
fueron después del armisticio del verano de 1943. De ellos, unos
45.000 fueron partisanos y a ellos hay que añadir otros 10.000
civiles muertos en actos de represalia. Sin embargo, la guerra civil y
la resistencia armada fueron mucho más importantes y tempranas
en el Este de Europa. En la Unión Soviética, los partisanos pudieron
contar con un cuarto de millón de efectivos, que motivaron
desplazamientos de unidades alemanas enteras, aunque sólo
consiguieron, de vez en cuando, cortar las comunicaciones.

En Grecia, hubo pronto dos decenas de millares de combatientes,


pero fue en Yugoslavia donde la lucha adquirió un tono más bárbaro.
Los "ustachis" de Ante Pavelic, el líder fascista croata, llevaron a
cabo la expulsión sistemática de la población musulmana y serbia.
En Serbia, mientras tanto, existía una resistencia, envuelta a su vez
en una guerra civil, entre partisanos comunistas, dirigidos por Tito, y
los "chetniks" del dirigente monárquico Mihailovic. La cifra de
muertos se aproximó, al final de la guerra, a los dos millones de
personas, lo que se explica no por las grandes batallas -que no
existieron- sino por la ferocidad de los combatientes que emplearon
los campos de concentración de forma parecida a como lo hicieron
los alemanes. El vencedor, Tito, fue también el único ejemplo de una
revolución autóctona, no introducida en el Este de Europa por la
fuerza de las armas soviéticas. Si el "Nuevo Orden" se caracterizó
31
Derecho de Integración
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en Europa por su pluralidad, la llamada "Esfera de Coprosperidad"


que Japón intentó establecer sobre el Extremo Oriente también tuvo
idénticos rasgos. Aunque los japoneses propulsaron con entusiasmo
un antioccidentalismo exacerbado, en realidad explotaron hasta el
extremo los recursos de los países que ocuparon. Sin embargo, al
menos durante algún tiempo, lograron en varios lugares el apoyo de
algunos líderes de la independencia frente a las tradicionales
potencias coloniales. Éste fue el caso de Sukarno, dirigente
independentista indonesio. También Chandra Bose, uno de los
cabecillas independentistas de la India, fue colaborador de los
japoneses. En una reunión celebrada en Tokio a fines de 1943, Bose
declaró que la derrota del Japón supondría la dilación durante un
siglo de la independencia de su país, cuando, en realidad, esto se
produjo apenas dos años después. Lo cierto es, por tanto, que la
conmoción creada por la ruptura del viejo orden colonial fue tan
espectacular que nunca pudo ser reconstruido, ni siquiera tras la
victoria aliada.

4.2. El esfuerzo económico y la producción.


Adam Smith41 había escrito que en otros tiempos hubiera podido
suceder que pueblos bárbaros se impusieran por la fuerza a pueblos
civilizados, pero eso era ya imposible en el mundo moderno. Esta
frase tuvo su aplicación a la guerra mundial: antes de ella -y
también en su transcurso- todos los beligerantes se dieron cuenta
de que el resultado de la misma dependía en un elevadísimo
porcentaje de su capacidad productiva. A fin de cuentas, la "Guerra
relámpago", estrategia fundamental de Alemania, se basaba en la
necesidad de obtener un triunfo rápido ante la superioridad material
adversaria. En los años precedentes, Hitler había conseguido
multiplicar su poder presionando a países débiles, pero ahora, a la
altura de 1939, debía obtener una victoria rápida que le permitiera
el acceso a las materias primas de las que carecía. En este sentido,
el Eje resultaba una alianza muy peculiar, con muchos motivos para
ser considerada como quebradiza. Italia sólo podía proporcionar
alimentos y, por ejemplo, en el momento de estallar la guerra
apenas si disponía de petróleo para un mes. La debilidad japonesa
también era manifiesta:

41 Tras estudiar Filosofía moral, pronto se inclina por la economía política, formándose en las universidades de
Glasgow y Orford. En la de Edimburgo enseña Retórica y Literatura a partir de 1748, entablando una amistad
con Hume que resultará fundamental para su pensamiento. Durante trece años ejercerá la docencia en Filosofía
moral en la Universidad de Glasgow, publicando en 1759 su primer escrito ("Teoría de los sentimientos
morales"). Viaja a Francia en 1764, donde conocerá a los intelectuales fisiócratas y su doctrina. Tras regresar a
Escocia, se dedica durante diez años a escribir su magna obra "Investigación sobre la naturaleza y causa de la
riqueza de las naciones", publicada al fin en 1776. Un año más tarde ejercerá de comisionado de Aduanas
(1777). A partir de 1787 será rector de la Universidad de Glasgow. Smith aporta grandes novedades teóricas
para comprender el mundo de la naciente economía capitalista. Son suyos conceptos como la división del
trabajo, del que partirán la especialización y el trabajo en serie, valor de uso y valor de cambio, o la
catalogación del trabajo como un valor mercantil. Su análisis del progreso económico muestra una vertiente
optimista. El mayor valor de su obra es el método de análisis propuesto, basado en leyes propuestas a partir de
la observación de comportamientos y hechos. Su pensamiento contribuye al abandono de los postulados
mercantilistas, partidarios a ultranza del proteccionismo y el comercio como actividad principal, en favor de una
economía de corte abierto y liberal.

32
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•Dos tercios de su petróleo procedía nada menos que de su


adversario principal, Estados Unidos; y
•Tenía problemas graves para mantener el nivel alimenticio de su
propia población.

Los aliados estaban en mucha mejor situación a medio plazo. Podían


confiar en que su mayor capacidad tecnológica -sólo la de Alemania
era comparable o superior- acabara imponiéndose y tenían la
seguridad de que su volumen productivo, reconvertido hacia la
guerra, acabaría dándoles la victoria. A este respecto, conviene
recalcar la importancia decisiva de los Estados Unidos, como
"arsenal de la democracia" primero y como beligerante después. En
cualquier materia estratégica superaban holgadamente en
producción a todas las demás naciones en guerra y solamente
carecían de una materia prima fundamental: el caucho. Cada día
que la guerra transcurría, por tanto, aumentaban las esperanzas
bélicas de los aliados y disminuían las del Eje. En el año 1941 la
producción de los dos bloques era relativamente semejante, pero en
1944 los aliados triplicaban a su adversario. Pero si aquéllos habían
pensado que la pura superioridad económica les daría la victoria, no
tuvieron en cuenta la capacidad de adaptación del enemigo, al
menos a corto plazo. A la hora de examinar la manera en que cada
uno de los contendientes abordó el incremento de la producción
para atender a las necesidades bélicas, conviene agrupar los cinco
principales beligerantes en tres grupos.

En primer lugar, deben ser examinadas las dos mayores potencias


del Eje. Tanto en el caso de Alemania como en el de Japón, las
victorias iniciales contribuyen a explicar que la movilización de los
recursos económicos fuera tardía e insuficiente. En Alemania, los
dirigentes políticos no estuvieron dispuestos a imponer grandes
sacrificios a la población, por lo que mantuvieron el nivel de
consumo previo y en plena guerra el porcentaje de la producción
dedicada a fines estrictamente bélicos siguió siendo relativamente
reducida durante bastante tiempo: en 1941, sólo se dedicaba el
16% mientras que en 1944 llegó al 40%. El momento del cambio
llegó en 1943, a partir de las primeras derrotas ante la Unión
Soviética. La economía alemana mantuvo un régimen mixto, en el
que los intereses privados y los del Estado nazi se involucraban de
forma íntima a partir de su sumisión a las directivas del Führer.

Los responsables del aparato productivo, Todt y Speer,


sucesivamente, obtuvieron unos resultados muy aceptables de la
explotación de los recursos propios y de los países vencidos hasta
que la superioridad aliada se hizo abrumadora. La calidad de la
producción bélica alemana fue siempre notable, pero no ha de darse
por supuesto que siempre estuviera por delante de la de otros
países; en cambio, las armas secretas resultan ser el mejor
exponente de su capacidad técnica. A pesar de esa superioridad
33
Derecho de Integración
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técnica, la Alemania nazi practicó un sistema de puro y simple


expolio de los países derrotados y ocupados. Francia, por ejemplo,
debió hacerse cargo de los gastos de la ocupación pagando
cantidades muy importantes, con una cotización del marco
netamente favorable a los alemanes. Se ha calculado que entre la
mitad y el 60% del presupuesto francés estaba dedicado a ese
propósito, con una tendencia creciente a medida que fue pasando el
tiempo. En otros países, los gastos de ocupación representaron
porcentualmente cantidades inferiores. La explotación de los
vencidos -también a través de mano de obra forzada o voluntaria-
tuvo a menudo consecuencias graves asimismo de cara al futuro,
porque el saqueo significaba ausencia posterior de incentivos
económicos. Así, la producción agrícola francesa disminuyó en una
quinta parte.

En el momento de máximo esplendor de la potencia del Reich, en el


Viejo Continente todos los países, incluidos los neutrales, fueron
obligados a desempeñar un papel para satisfacer las necesidades de
Hitler. Como consecuencia de ello, la producción húngara de
petróleo se multiplicó por veinte y en Noruega se planeó una
importante industria de aluminio en beneficio de Alemania. Por su
parte, tanto la economía sueca como la suiza, englobadas en el área
geográfica de la hegemonía alemana, dedicaron a ella sus recursos.
Alemania y Turquía, firman un acuerdo secreto para conseguir que la
segunda aprovisionara de cromo a la primera. Tras el aplastamiento
de Polonia, el Reich obtuvo un millón de toneladas anuales de
petróleo soviético e importantes cantidades de manganeso y cromo
de la misma procedencia. Cobrando la deuda que Franco contrajo
con Alemania durante la Guerra Civil española, Berlín obtuvo de
España materias primas alimenticias y minerales. En la fase final de
la guerra, tanto allí como en Portugal debió competir con precios de
libre mercado para la obtención de un importante mineral de interés
estratégico, el wolframio, que vio multiplicar sus precios por cinco.

En cuanto a Japón, se demostró económicamente mucho más


vulnerable desde fecha muy temprana. Sus sesenta millones de
habitantes no podían ser alimentados con los recursos del
archipiélago, de modo que una parte de las razones de la ofensiva
en contra del Ejército chino deben explicarse por la necesidad de
lograr aprovisionamientos alimenticios. En cuanto al resto de las
materias primas, la ocupación de Filipinas, las colonias holandesas e
Indochina podía haber supuesto la solución para la industria
japonesa; ése había sido el motivo de la expansión imperialista
nipona. Sin embargo, a partir de 1943 la acción de los submarinos y
la Aviación norteamericanos reduciría de forma considerable la
relación comercial con la llamada "Área de Coprosperidad". Al final
de la guerra, Japón no conservaba más allá de una quinta o sexta
parte de su Flota mercante. En el caso de los aliados anglosajones,
el esfuerzo productivo, realizado de forma voluntaria, impuso
cambios en la forma de dirigir la política económica y obligó a
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Derecho de Integración
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sacrificios muy importantes, pero trajo como consecuencia un


importante incremento en la producción. Gran Bretaña fue quien
resistió, inicialmente en solitario, al III Reich a base de austeridad y
sacrificios. La intervención del Estado se hizo a través de hombres
de empresa, como Beaverbrook, y supuso a la vez un
perfeccionamiento de los métodos estadísticos y una multiplicación
de la burocracia (el número de empleados en el Ministerio de
Abastecimientos se multiplicó por diez durante los años de la
guerra).
Los problemas alimenticios pudieron ser paliados gracias al
incremento en el área cultivada y se impusieron políticas
corporativistas, de las que fue principal artífice Bevin, el líder
laborista. Al mismo tiempo, algunos países del Imperio
incrementaron de modo muy considerable su productividad
industrial -Canadá- o agrícola -Nueva Zelanda. Sin embargo, el
incremento de la producción norteamericana resultó muy superior al
del Imperio británico. También en este caso hay que hacer mención
de los sacrificios de la población, sobre todo en los horarios de
trabajo, porque también los salarios se incrementaron. Lo más
relevante respecto del esfuerzo bélico norteamericano fue el
incremento en el volumen total de producción, que llegó a ser de un
15% anual. Al final de la guerra, los Estados Unidos, que
representaban antes de ella el 60% de la producción mundial,
habían llegado a los dos tercios. Los norteamericanos produjeron
durante la guerra, a pesar de haber entrado en ella tardíamente,
300.000 aviones y 87.000 carros. Para que se tenga idea de lo que
esas cifras significan, baste decir que la Alemania que pareció
dominar el mundo fabricó sólo un tercio de los aviones y la mitad de
los carros que produjeron los norteamericanos. La URSS fabricó
136.000 aviones y 102.000 carros, quedando, por tanto, más
cercana a los Estados Unidos que Alemania. En este caso, sin
embargo, los sacrificios fueron mucho mayores, porque estas cifras
de producción se lograron en un momento en que la mitad del país y
de los recursos estaba en manos del enemigo. La renta nacional
soviética no sólo no creció durante el período bélico, sino que se
redujo como consecuencia de las destrucciones: el índice 100 de
antes de la guerra era tan sólo 88 en 1945. Se ha llegado a decir
que los salarios reales quedaron reducidos al final de la guerra a tan
sólo menos de la mitad de antes de ella. Nada mide mejor el nivel
de esfuerzo y padecimiento del pueblo soviético que esa especie de
"segunda revolución" experimentada como consecuencia del
transporte masivo de la industria hacia el Este, en especial a los
Urales. Pero otro segmento de la población mundial estaba
destinado a ser destinatario aún de mayores padecimientos aun
durante estos años.

4.3. Consecuencia de la Guerra.


La rendición de Japón, inició una nueva etapa. En 1945, el mundo
tenía abiertas graves heridas, la posición de cada uno de los
principales componentes de la comunidad internacional era distinta
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Derecho de Integración
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y ésta pretendía organizarse de acuerdo con reglas nuevas. La cifra


de muertos como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial no
puede determinarse de forma absolutamente precisa pero es muy
posible que llegase a alcanzar los sesenta millones de personas, al
menos cuatro veces más que el número de muertos producidos
durante el conflicto de 1914-1918. Como es lógico, este balance
debe ponerse en relación con la potencia destructiva de las armas y
el carácter de guerra total que tuvo desde el mismo momento de su
iniciación o en un momento inmediatamente posterior. Si se
examinan esas cifras contabilizándolas por naciones, el resultado
puede parecer algo sorprendente porque alguno de los vencedores
cuenta entre quienes más padecieron en el conflicto. La cifra de
ciudadanos de la URSS muertos como consecuencia de la guerra se
eleva a veinte millones de personas (y quizá incluso un 25% más)
de los que tan sólo un tercio serían militares. Porcentualmente, esa
cifra supondría al menos el 10% del total de los habitantes de la
URSS, pero en el caso de Polonia los seis millones de muertos
representan todavía una cifra muy superior, el 15%. En esos
porcentajes se incluye la población judía de ambos países. El tercer
lugar en el grado de sufrimiento producido por la guerra
corresponde a Yugoslavia, cuyo número de muertos (de un millón y
medio a dos) derivó de la existencia de una guerra civil en la que el
componente étnico jugó un papel primordial. Estos tres países
pueden ser considerados entre aquellos que resultaron vencedores
en la guerra. Los demás que se alinearon en ese mismo bando
tuvieron un número mucho más reducido de muertos. Francia,
ocupada en su totalidad por los alemanes, experimentó 600.000
muertos, mientras que Gran Bretaña sufrió 500.000 pérdidas. La
gran diferencia respecto a los padecimientos de la Primera Guerra
Mundial de estos dos países radica en el número de muertos civiles.
Gran Bretaña, que no los tuvo en 1914-1918, ahora, en cambio,
padeció unos 60.000 como consecuencia de los bombardeos. Del
conjunto de los aliados, los Estados Unidos resultaron ser los
mejores parados, con 300.000 muertos, todos ellos militares. De los
países vencidos en la contienda, el mayor número de muertos le
correspondió a Alemania, con algo menos de cinco millones. El peso
del Ejército en este número de bajas se aprecia en el hecho de que
existió durante mucho tiempo un mayor número de mujeres que
hombres en Alemania (todavía en 1960 existían 126 mujeres por
cada 100 hombres).

Dos millones de japoneses murieron como consecuencia de la


guerra, una cifra inferior también en términos porcentuales. La
población civil japonesa tan sólo padeció la guerra en los meses
finales de la misma. Las muertes producidas por la guerra
constituyen tan sólo una parte de sus consecuencias. Como
resultado de la misma hubo, principalmente en Europa, treinta
millones de desplazados, un tercio de los cuales fueron alemanes
que sufrieron de forma directa las consecuencias de la doctrina que
les había llevado a lanzarse a una nueva expansión hacia el Este.
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Quienes habían expulsado a la población autóctona -por ejemplo, en


los Sudetes checos- se vieron, a su vez, obligados a emigrar ahora.
También una cifra elevada de japoneses pasó por idéntica
experiencia. Ambos países descubrieron en la posguerra que podían
lograr un lugar mucho más confortable en el mundo de la posguerra
renunciando a la expansión territorial e intentando un desarrollo
económico que resultaría espectacular en ambos casos. Sin
embargo, por el momento la situación en que se encontraron esos
dos países no tenía nada de reconfortante porque la destrucción
padecida fue muy superior a la que sufrieron los beligerantes
durante la Primera Guerra Mundial. En Alemania, el nivel de
producción industrial se retrotrajo a las cifras de 1860, mientras que
en el Ruhr, la zona más castigada, quedó limitada al 12% de las
cifras de la etapa prebélica. Japón sólo se vio afectado de manera
decisiva por la guerra en su fase final pero la producción se redujo
en un tercio. La Flota mercante quedó reducida a una dieciseisava
parte del tonelaje de 1941. Un cuarenta por ciento de la superficie
urbana quedó destruido, como consecuencia de los bombardeos
norteamericanos, especialmente destructivos cuando las bombas se
empleaban ante una frágil arquitectura como la existente en el
archipiélago. Pero las consecuencias de la guerra no fueron crueles
solamente para los vencidos, sino también para los vencedores y
ello en los más diversos terrenos.

Francia, primero derrotada y luego vencedora, pudo considerar


arruinadas aquellas instituciones que durante muchos años no sólo
ella sino la totalidad del mundo había podido considerar como la
ejemplificación señera de la libertad política. Al concluir la guerra,
había muerto la Tercera República, cuyas instituciones necesitaban
transfigurarse por completo para adaptarse a la realidad de un
mundo nuevo. Gran Bretaña había sido quien, con su decisión
durante el verano de 1940, consiguió detener el avance nazi en el
momento mismo en que todo el mundo la consideraba derrotada.
Nunca, sin embargo, recuperaría ni tan siquiera la sombra de su
poder de otros tiempos. En los instantes finales de la guerra estaba
en la ruina: su deuda equivalía al triple de la renta nacional anual y
por vez primera en mucho tiempo carecía de partidas invisibles con
las que compensar una balanza comercial deficitaria porque las
había liquidado en los años precedentes. Poco tiempo pasaría hasta
que se hiciera patente de forma abrumadora la necesidad de
considerar inevitable la liquidación del Imperio. Frente a la
decadencia de estas dos potencias europeas, dos gigantes estaban
destinados a dominar el mundo de la posguerra. Los Estados Unidos
no representaban más que un 7% de la superficie del globo, pero
producían tanto como el resto en conjunto. Incluso en aquellos
sectores en los que con el paso del tiempo se demostraría su
debilidad relativa -como el petrolífero- el porcentaje de su
producción se acercaba a un tercio de la mundial. De este modo, el
mundo posterior a 1945 tenía que ser el de la hegemonía
norteamericana. También fue el mundo de la hegemonía soviética,
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Derecho de Integración
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aunque ésta en realidad fue mucho más aparente que real. En


efecto, por grandes que fueran los temores a su expansión, lo cierto
es que la URSS había padecido mucho más que el resto de los
vencedores.

Por otro lado, en esta guerra, la Unión Soviética perdió el monopolio


de su condición de única potencia revolucionaria del mundo: aunque
eso de momento pudo parecer no tan grave. Con el transcurso del
tiempo, China -y, en menor grado, Yugoslavia- se convertirían en
rivales, más que en colaboradores. La URSS, cuyo protagonismo en
la guerra fue decisivo, salió de ella con una convicción en su
capacidad de liderazgo e incluso con el convencimiento de que
podría llegar a superar a su adversario capitalista. Sólo con el
transcurso del tiempo acabaría descubriendo que podía competir en
el terreno militar, pero que era incapaz de hacerlo en otros campos
a la larga mucho más decisivos, como el económico y el tecnológico.
Por último, hay que tratar de los cambios territoriales que tuvieron
lugar en el mundo como resultado de la guerra. Este conflicto, en
efecto, supuso escasas modificaciones de las fronteras, en
comparación con los de otros tiempos, aunque tuviera una
repercusión mucho más duradera en la configuración global del
mundo. La última de las reuniones de los grandes líderes mundiales
aliados tuvo lugar en Potsdam, durante la segunda quincena de julio
de 1945, cuando estaba reciente la derrota de Alemania pero
todavía se pensaba que la japonesa podía resultar remota. Estuvo
presente Truman, sustituyendo a su predecesor Roosevelt, y, a la
mitad de la conferencia, debió retirarse Churchill a quien, por
decisión del elector británico, le era negado el poder de moldear el
futuro, después de haber tenido tan decisivo protagonismo durante
toda la contienda. Ya se ha mencionado la relevancia de esta
reunión en lo que respecta a la intervención soviética contra Japón y
al descubrimiento de la bomba atómica por los norteamericanos,
que Stalin conocía ya. Pero Potsdam supuso también una solución a
la cuestión decisiva para la posguerra, la de Alemania, que, sujeta a
un tratado de paz posterior, quedó contenida en una fórmula
definitiva. En efecto, se acordó hacer retroceder su frontera oriental
hasta la línea marcada por los ríos Oder y Neisse y se toleró en la
práctica que los soviéticos empezaran a aplicar, por su cuenta y
riesgo, un plan de reparaciones sobre la parte que le había
correspondido.

Lo primero supuso una emigración masiva hacia Occidente de


millones de alemanes y ello, a su vez, trajo como consecuencia que
se abandonara cualquier veleidad de convertir a Alemania en un
país exclusivamente rural. El mantenimiento de la industria
resultaba imprescindible para la subsistencia de la población, por
mucho que la solución citada pudiese resultar tentadora. Por otro
lado, los soviéticos se apoderaron de las fábricas de su zona de
ocupación en el Este de Alemania y, en muchos casos, las
trasladaron a su propio país. La ausencia de sintonía entre las
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Derecho de Integración
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potencias democráticas y los soviéticos hizo imposible un acuerdo


definitivo en éste y otros muchos puntos, por lo que los acuerdos
sólo pudieron ser parciales, provisionales o incompletos. Se previó la
existencia de una conferencia de ministros de Asuntos Exteriores,
que se reunió en Moscú en 1945 y en Nueva York en 1946. En la
capital francesa se suscribieron los tratados de paz relativos al Este
de Europa e Italia, mientras que hubo que esperar hasta 1951 para
que en San Francisco se firmaran los relativos al Japón, momento en
que ya no estuvieron presentes los nuevos países comunistas. Los
cambios territoriales en la Europa Oriental resultaron relativamente
modestos, aunque ratificaron e incrementaron las ventajas que la
Unión Soviética había logrado por los acuerdos con Hitler de 1939.
Baste decir que la URSS obtuvo el Norte de la Prusia Oriental -que le
proporcionaba una salida al Báltico-, la Carelia finlandesa, la zona de
Petsamo -que le aportaba una frontera con Noruega- y una base
temporal (Porkkala) en territorio finés. Además, los soviéticos se
anexionaron Rutenia, el extremo oriental de Checoslovaquia. En
cuanto a Italia, perdió sus colonias, que se independizaron -Libia,
Somalia- o fueron incorporadas a otros países: Eritrea, a Abisinia; las
islas del Dodecaneso, a Grecia. En el resto del mundo, los cambios
fueron también, en apariencia, pequeños. En el Medio Oriente, por
ejemplo, Líbano y Siria lograron su independencia, mientras que la
llegada de oleadas de inmigrantes judíos askenazis, procedentes de
Europa del Este, tuvo como consecuencia que el Estado de Israel
tuviera una condición mucho más beligerante que antes respecto a
la población palestina. Lo decisivo, de todos los modos, fue el
impulso inicial dado a la descolonización, movimiento un tanto
contradictorio por el momento, pues a las promesas de japoneses y
norteamericanos de independencia para las colonias se sumó, en
esta circunstancia, la victoria de las potencias colonizadoras. De ahí
que, por ejemplo, Filipinas consiguiera la independencia y que, por
el contrario, los norteamericanos, después de haber apoyado la de
Indochina, acabaran por apoyar el mantenimiento de la presencia
francesa en aquellas tierras. Japón volvió a sus fronteras de
mediados del siglo XIX, cediendo Formosa, Corea, Manchuria y las
islas del Pacífico. Pero, mucho más importantes que estas nuevas
fronteras territoriales, fueron las consecuencias de la división
ideológica del mundo en dos partes enfrentadas.

4.4. La Guerra Fría.

4.4.1. Inicio de la Guerra Fría.


Al término de la II Guerra Mundial, las discrepancias entre los aliados
se hace notorio. Sin embargo, a partir de 1945 el escenario
internacional revistió una especial significación porque las
discrepancias que envolvieron a las superpotencias resulta,
imposible de superar a pesar de que se hubiera combatido codo con
codo en los años previos. Incluso cuando los aliados habían
conseguido ponerse de acuerdo en los términos respecto a sus
objetivos de guerra -cosa que no siempre sucedió- acabó por
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Derecho de Integración
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descubrirse que las palabras no significaban lo mismo. El


resquebrajamiento, al final absoluto y total. Como en una tragedia
en la que todos los acontecimientos parecen dirigirse a un final
conflictivo, también en este caso se acabaron enfrentando dos
universalismos paralelos y excluyentes que distaban
diametralmente en sus concepciones del hombre y de la vida. Otra
guerra mundial era improbable porque la bomba nuclear la
convertía en tal, pero la verdadera paz era imposible por la distancia
ideológica entre las dos superpotencias42. La "guerra fría43" -otra
denominación contradictoria- no produjo el holocausto atómico pero,
hasta que concluyó, en 1991, presenció enfrentamientos que
causaron 21 millones de muertos y despliegues de tropas
norteamericanas cada 18 meses. Esa peculiar situación constituyó
el rasgo más destacado de la nueva era.

4.4.2. El Nacimiento de la Organización de las Naciones


Unidas44.
Desde el Derecho Internacional y las relaciones internacionales el
mundo surgido de la Segunda Guerra Mundial fue muy distinto. La
superpotencias europeas de las preguerras sucumbieron para dar
paso a dos ejes dominantes; ejes extraeropeos: los Estados Unidos y
la URSS. Recuerdese que hasta entonces, el predominio había sido
de potencias europeas de tamaño medio como Alemania, Francia o
Gran Bretaña, mientras que ahora se enfrentaron Estados gigantes.
El resultado de la guerra tuvo como consecuencia que los países
europeos perdieran el prestigio y la influencia en los países
colonizados y eso concluyó por modificar el panorama. Pero un
rasgo fundamental del nuevo mundo surgido de la guerra mundial,
no es sólo el hecho de que fuera dominado por esas superpotencias
sino la realidad de que la paz entre ellas resultó desde un principio
fallida. Los aliados hubieran querido perpetuar la solidaridad entre
las "Naciones Unidas", denominación ya utilizada durante el
conflicto, y establecer un nuevo sistema de relaciones
internacionales. Para ello un elemento esencial era la creación de
una nueva organización mundial que aprovechara la experiencia de
la Sociedad de Naciones y fuera capaz de superar sus
inconvenientes.

Desde el momento de la elaboración de la Carta del Atlántico,


en agosto de 1941, se había pretendido establecer los nuevos
principios del orden internacional. Los expertos reunidos en
Dumbarton Oaks, en otoño de 1944, establecieron los
principios de la ONU. En Yalta, a comienzos de 1945, se
plantearon y resolvieron cuestiones espinosas como las
42 Notese en este punto que la lucha no es convencional, sino ideológica, por un lado el bloque comunista
sovietico y los demócratas liderados por los Estados Unidos; cada cual con una idea o concepción distinta del
funcinamiento del Estado.
43 El intelectual francés de la época, Raymond Aron, al describirlo fue titulando sus artículos, en primer lugar "El
fin de las ilusiones" y luego "El gran cisma". Después describiría de forma magistral su peculiaridad: se trataba
de una "paz belicosa", términos aparentemente incompatibles, pero también explicables.
44 Esta institución tiene como antecedente a la Sociedad de Naciones; organismo que fuera creado por el
Tratado de Versalles celebrado el 28 de junio de 1919.
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relativas a la representación de la URSS. Los soviéticos


argumentando que el imperio británico era una unidad
política, reclamaban quince puestos en la Asamblea, logrando
tres, para la Federación rusa, Ukrania y Bielorrusia,
respectivamente. Llegados a este acuerdo los grandes
decidieron reunir una conferencia constitutiva de la nueva
organización en San Francisco, entre abril y junio de ese
mismo año. La carta fundacional fue suscrita por cincuenta
Estados el 25 de ese último mes. En Yalta los tres grandes, por
influencia principalmente norteamericana, habían decidido los
procedimientos que serían aplicados para evitar los
inconvenientes que en su momento tuvo la Sociedad de
Naciones, de los cuales el principal fue el principio de
unanimidad en las decisiones45.

La nueva organización dispondría, en consecuencia, de un


directorio de grandes potencias, miembros permanentes del
Consejo de Seguridad, que disponían del derecho de veto a los
que habría que sumar miembros no permanentes elegidos por
dos años hasta completar once miembros en 1946 y quince a
partir de 1966. Su papel tenía que ser decisivo en las
cuestiones relativas a la paz y la seguridad al tener capacidad
para tomar resoluciones que impondrían obligaciones a los
Estados. Por su parte, la Asamblea venía a ser la encarnación
de la Democracia a escala universal y entre los Estados.
Aparte de admitir a nuevos miembros y elegir a los no
permanentes del Consejo de Seguridad, la Asamblea no podía
tomar otras decisiones que las de carácter muy general,
llamadas "recomendaciones", que debían ser aprobadas por
dos tercios de los miembros presentes y votantes.Empero, en
la práctica, las Asambleas de la ONU se convirtieron en
grandes foros internacionales. El secretario general -el primero
fue el noruego Trygve Lye, elegido por acuerdo entre
soviéticos y norteamericanos- también desempeñó un papel
creciente en el escenario internacional. La ONU, en fin, vio
cómo se incorporaba a su organización una serie de
organismos e instituciones especializados respecto a los
cuales el secretario general ejerció una función coordinadora.
Toda esta arquitectura organizativa pronto se demostró
impotente para encauzar la situación internacional por la
incapacidad de entenderse las grandes potencias. Ya en enero
de 1946 los países anglosajones se quejaron ante el Consejo
de Seguridad de la ocupación del Azerbaiyán iraní por parte de
la URSS.

45 Es necesario recordar en este extremo, la influencia que comienza a tener los Estados Unidos en política
internacional, recuerde que culminada la primera guerra mundial el congreso norteamericano desconoció el
tratado que formó la Sociedad de Naciones. Ese fue uno de los puntos que contribuyeron a la desaparición de
esta organización. Sin embargo, para la formación de la Organización de las Naciones Unidad el papel de los
Estados Unidos fue decisivo.
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En la comisión de energía atómica de la ONU los Estados


Unidos presentaron el llamado Plan Baruch que supuso remitir
a un organismo internacional el desarrollo de la energía
nuclear prohibiendo su uso bélico. Acheson, el secretario de
Estado norteamericano, llegó a decir que si no existía acuerdo
con la URSS en este punto a lo máximo que podría llegarse es
a una "tregua armada". Pero los soviéticos rechazaron el plan
mientras que un clima crecientemente enrarecido por el
descubrimiento del espionaje mutuo hacía crecer las
dificultades entre ambas superpotencias. En realidad la
dificultad de comprensión entre esas dos grandes potencias
venía de antes y se había hecho manifiesta a lo largo de las
grandes cumbres que habían tenido lugar en el transcurso de
la guerra. En esas reuniones se tomaron decisiones que
afectaron al futuro destino del mundo. Lo que ahora nos
interesa es recalcar las diferencias de criterio. Roosevelt, que
partió para Yalta tan sólo dos días después de la inauguración
de su tercera presidencia, parecía haber estado angustiado
por la necesidad de construir un nuevo orden internacional;
como Moisés, llegó hasta la tierra prometida pero no pudo
entrar en ella.

Churchill y Stalin se ocupaban de cuestiones mucho más


prosaicas y concretas. El primero se quejó de que se
pretendiera en tan sólo unas horas resolver la cuestión
alemana y, por tanto, el destino de millones de seres
humanos. Cuando tuvo lugar la reunión de Postdam, en julio
de 1945, ya había motivos muy importantes de desconfianza
entre las dos grandes superpotencias. No versaban sobre
áreas de influencia sino acerca de la forma de ejercer esa
influencia. Así las cosas las superpotencias comienzan su
juego de ajedrez. En el Este de Europa se produce la toma del
poder por parte de los comunistas en Rumania y en Polonia.
Los partidarios del Gobierno exiliado en Londres durante toda
la Guerra Mundial fueron detenidos como supuestos
colaboracionistas con los alemanes. Por su parte, los aliados
habían admitido, con duras quejas por parte de los soviéticos,
la rendición de ejércitos alemanes en el Este, e incluso habían
mantenido conversaciones con militares alemanes en Berna,
incrementando de forma exponencial la habitual tendencia de
Stalin a la susceptibilidad. Mientras que Churchill, deprimido y
derrotado en las elecciones, desapareció del panorama,
Truman, poco ducho en política exterior y con tendencia a la
elementalidad, representó un talante distinto al de Roosevelt,
no dudando en revelar la existencia de la bomba atómica con
lo que esgrimía un arma que bien podía ser utilizada contra el
antiguo aliado. Stalin estaba informado de su existencia y, por
tanto, en nada se vio afectado por la noticia.

42
Derecho de Integración
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La conferencia estuvo mucho mejor organizada que Yalta y


duró más, pero su resultado fue acogido con escepticismo por
una opinión que la había seguido puntualmente porque, en la
práctica, fue seguida día a día por la prensa. Con esos
antecedentes, condenada al mal funcionamiento, la
organización internacional destinada a resguardar la paz, a lo
largo de 1946 y 1947 se fue convirtiendo en cada vez más
inevitable el camino hacia el enfrentamiento en el panorama
internacional de las dos superpotencias. En Moscú tuvo lugar
una conferencia de ministros de Asuntos Exteriores de los
grandes en que quedó prevista la celebración de una reunión
en París de 21 de los países vencedores en la guerra con cinco
de los vencidos. Molotov aceptó esta decisión, gracias a que
los aliados, por su parte, toleraron que los cambios
introducidos en la composición de los Gobiernos de Bulgaria y
Rumania fuera mínima. En esta segunda ocasión, en la capital
francesa los acuerdos de paz se cerraron con dificultades
importantes -febrero de 1947- pero la posibilidad de algo
parecido con respecto a Alemania y al Japón quedó en la
lejanía de un horizonte remoto. Italia perdió sus conquistas de
la era fascista que se convirtieron en países independientes
(Albania y Etiopía) o pasaron a Grecia (Rodas y el Dodecaneso)
pero se plantearon conflictos respecto a las restantes colonias
y también en relación con Trieste, largo tiempo disputada con
los yugoslavos (hasta 1954).

Rumania perdió Besarabia y Bukovina pero incorporó


Transilvania; Bulgaria mantuvo sus fronteras aunque recuperó
pérdidas territoriales anteriores y la gran perjudicada por el
acuerdo en el centro de Europa fue Hungría quien cedió,
aparte de Transilvania, zonas menos importantes a la URSS y a
Checoslovaquia. Finlandia, además de sus cesiones
territoriales a la URSS, tuvo que pagar fuertes reparaciones.
En cambio, no se llegó a ningún acuerdo principalmente sobre
Alemania, problema mucho más importante que el de Japón,
en donde en la práctica no había más que una ocupación
norteamericana y no de otros países. Para esta última se había
pensado en una ocupación sometida a una autoridad
compartida entre los aliados pero, para que pudiera existir,
resultaba imprescindible un acuerdo político esencial que
estuvo siempre muy lejano de plasmarse en la realidad. Stalin,
que había defendido en un principio la idea de trocear
Alemania, la abandonó.

Fue tan sólo Francia quien se mantuvo en una posición


parcialmente identificada con esta idea reclamando el control
del Sarre y la internacionalización del Ruhr. Ambas potencias
reclamaron el estricto cumplimiento de un programa de
reparaciones, la primera por el procedimiento de desmontar
las fábricas alemanas, y la segunda por el de compensar sus
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pérdidas a base de carbón. Pero, de cualquier modo, la


cuestión alemana no sólo no quedó resuelta sino que no
llegaría a estarlo de forma definitiva hasta 1989. En realidad,
cuando los mencionados acuerdos de París fueron suscritos,
ya el clima internacional se había deteriorado gravemente. A
lo largo de 1946 se produjeron escaramuzas en la ONU.
Incluso cuando había coincidencia -como, por ejemplo, a la
hora de condenar al régimen español-, en realidad cada uno
de los dos bloques estaba defendiendo posiciones divergentes
(la URSS deseaba desestabilizar la retaguardia occidental y los
anglosajones una transición pacífica a una Monarquía liberal).
En marzo de 1946, en un discurso en Fulton, Estados Unidos,
Churchill denunció que sobre el viejo continente se había
desplegado una especie de telón de acero desde Stettin, en el
Báltico, hasta Trieste en el Adriático. El dirigente británico no
creía que la URSS quisiera la guerra pero sí los frutos de la
misma y una expansión ilimitada de su poder y de su doctrina.
Por su parte, George Kennan, el embajador norteamericano en
Moscú, por las mismas fechas proponía a las autoridades de
su país "contener con paciencia, firmeza y vigilancia" las
tendencias soviéticas a la expansión.

El primero proporcionó la retórica a una interpretación que


examinaremos de manera detallada más adelante. Se ha
escrito que el espíritu de Yalta había sido sustituido a estas
alturas por el de Riga (es decir, el de los diplomáticos
norteamericanos que, como Kennan, habían aprendido ruso en
la capital de Letonia). El de la población del Mar Negro había
conseguido hacer compatible un cierto wilsonismo idealista,
deseoso de establecer un nuevo orden internacional en que la
URSS jugara un papel importante con el prosaico respeto a las
áreas de influencia, incluso aquéllas construidas por el puro
uso de la fuerza. En cambio, para los diplomáticos de la capital
letona, la propia existencia de la URSS como Estado
revolucionario mundial resultaba un peligro de tal
envergadura que resultaba inaceptable para las potencias
democráticas. Pero, en realidad, el cambio de clima, aunque
muy súbito en Occidente, se debió principalmente a un
descubrimiento de la actitud soviética que pudo presentarse
como una revelación y dar lugar a exageraciones y
desmesuras pero que respondía a una visión radicalmente
nueva de la realidad soviética, poco clara cuando la URSS
aparecía como un aliado contra el Eje. La primera causa de la
guerra fría fue, por tanto, la división ideológica del mundo. El
año 1947 fue decisivo y terrible en la configuración del mundo
internacional de la posguerra. El origen de la expresión
"guerra fría" se suele atribuir al periodista norteamericano
Walter Lippmann pero algún especialista -Fontaine- ha llegado
a rastrear su origen nada menos que en las coplas del infante

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Don Juan Manuel que la habría empleado para describir un


conflicto que se desarrolló sin, al mismo tiempo, declararse.

Esta tensión permanente e irresoluble pero, al mismo tiempo,


no destinada a producir una nueva conflagración mundial
confrontó, aunque de manera muy cambiante de acuerdo con
el transcurso del tiempo, a las dos grandes superpotencias. De
entrada el lenguaje empleado por los dirigentes no pudo ser
más dramático. De la URSS dijo el presidente Truman que no
entendía otro lenguaje que el del número de las divisiones de
las cuales el otro disponía. La sustitución del secretario de
Estado Byrnes, todavía deseoso de negociar con la URSS por
el general Marshall, antiguo comandante militar de las fuerzas
americanas en China en enero de 1947, supuso un giro
decisivo en la política exterior norteamericana. Truman llegó a
decir que desde los tiempos del antagonismo en Roma y
Cartago no había existido un grado tal de polarización del
poder sobre la Tierra. Ya en 1948 se multiplicaron los
conflictos que en ocasiones pudieron adquirir un tono violento
aunque tan sólo en la periferia.

4.4.3. Histeria Anticomunista.


Un aspecto de primera importancia para comprender los
Estados Unidos de fines de los cuarenta y los cincuenta es el
fenómeno de la histeria anticomunista46. Además, nació, en
realidad, antes del final del conflicto e incluso del estallido de
la Guerra Mundial. La HUAC -"House on Unamerican Activities
Comittee"-, es decir, el comité parlamentario para perseguir
las actividades "antiamericanas"- fue establecido en 1938 y en
1940 se aprobó la Smith Act persecutoria de los defensores
del comunismo; éstos eran los momentos en los que el
comunismo soviético parecía un aliado firme de los nazis. Sin
embargo, fue en la posguerra cuando todas esas actitudes se
demostraron más peligrosas en la vida política y cultural
norteamericanas, porque tanto el FBI como la CIA, organismos
que en teoría debían servir para la defensa de las libertades
personales, fueron empleados en sentido contrario de lo que
debía ser su propósito auténtico. Edgar Hoover, que estuvo al
frente del primer organismo casi medio siglo, se caracterizó
por el empleo de procedimientos carentes de todo tipo de
escrúpulos. Obseso del orden y la rutina, apasionado por los
rumores insignificantes, sobre todo si se referían a la vida
sexual de los presuntos subversivos, fue utilizado
sucesivamente por todos los presidentes norteamericanos.
Truman, el primero de ellos, llegó a pensar que "esto debe
acabar" pero acabó por utilizar estos servicios. El temor al
peligro comunista no hizo otra cosa que crecer a partir de
mediados de los años cuarenta y estaba ya consolidado en
1949, cuando la Administración tomó la decisión de construir
46 No fue un fenómeno nuevo, pues ya había existido tras la Primera Guerra Mundial, en 1919-1920.
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la bomba de hidrógeno y llegar a una nueva política general


con respecto a la URSS. Una serie de incidentes, que tenían un
aparente fundamento pero que en realidad fueron muy
exagerados, contribuyeron a una histeria anticomunista que
se trasladó al conjunto de la sociedad norteamericana. Ya en
1945 se planteó el asunto del periódico Amerasia, partidario
de los comunistas chinos, al que se descubrió que poseía
documentación secreta. Vinieron a continuación los
interrogatorios públicos realizados por la HUAC a todo tipo de
personas conocidas, principalmente relacionadas con el
mundo cultural y cinematográfico. Las comparecencias les
parecieron a muchos de quienes las sufrieron una especie de
sucesión de llaves de judo: si, por ejemplo, los interrogados
recurrían a la quinta enmienda de la Constitución para no
responder acerca de lo que no eran más que sus relaciones
personales con otros miembros de su profesión, ésa, para
quienes preguntaban, era la señal de que algo tenían que
ocultar y, por lo tanto, entraban en las listas negras que les
impedían en muchos casos trabajar. En 1947 se produjo una
agresión en toda regla a Hollywood.

Hubo personas que colaboraron con todo entusiasmo con el


fervor persecutorio anticomunista como Gary Cooper, Walt
Disney o el, por entonces, actor Ronald Reagan. Otras se
negaron a responder y lograron el apoyo de artistas como
Lauren Bacall, Kathreen Hepburn o Danny Kaye. Algunas
figuras del espectáculo como Frank Sinatra o Judy Garland
protestaron en contra de esos furores inquisitoriales. Pero
quienes se habían negado a responder, junto con otras 240
personas, fueron puestos en listas negras y sufrieron en mayor
o menor grado en sus carreras profesionales el hecho de
haber tenido amistades supuestamente poco recomendables,
aunque la mayoría de ellos no tenían nada de comunistas.
Figuraron entre los presuntos subversivos personas como los
actores Edward G. Robinson y Orson Welles, el director de
orquesta sinfónica Leonard Bernstein y el cantante de música
"folk" Pete Seeger. Desde 1948 hubo también expulsiones de
comunistas de sus puestos en todos los grados de la
enseñanza; aunque sería exagerado decir que hubo un
auténtico terror por este motivo, se puede calcular que unos
600 profesores perdieron sus puestos. Sobre el creciente
anticomunismo de la sociedad norteamericana da cuenta el
hecho de que, en 1947, el 61% de los electores era partidario
de la ilegalización del partido comunista pero, sobre todo, la
realidad de que auténticas fortunas individuales en el campo
político fueran conseguidas a base de esgrimir un
anticomunismo. Este fue el caso de Mc Carran, uno de los más
conspicuos defensores del régimen de Franco en el Congreso
norteamericano. También Richard Nixon, el futuro presidente,
se inició en la política norteamericana con esta actitud,
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identificando incluso el antiamericanismo con la propensión de


que el Estado se entrometiera excesivamente en la vida de los
ciudadanos, de modo que una actitud muy característica del
partido demócrata podía ser asimilada a una peligrosa deriva
hacia el comunismo. Nixon, por ejemplo, jugó un papel
importante en el caso de un funcionario prestigioso, Algernon
Hiss, denunciado por un antiguo comunista Whittaker
Chambers. Ambos personajes eran la antítesis y todo parecía
favorecer al primero desde el punto de vista de su fiabilidad,
pero acabó siendo condenado por perjurio a tres años de
cárcel, aunque nunca reconociera sus culpas. Casos como éste
fomentaron la histeria anticomunista porque dieron la
sensación de que existía una conspiratoria penetración de
espías en los niveles más altos de la Administración
norteamericana gracias a una fuerza poderosa y tentacular. La
verdad distaba mucho de esta descripción. En 1949 el partido
comunista era, en realidad, una fuerza despreciable y ni
siquiera recibía ayuda alguna de la URSS. Los dirigentes
comunistas fueron finalmente procesados en 1951 cuando su
influencia había quedado reducida a la nada. En 1956 había
5.000 comunistas en Estados Unidos y el número de agentes
del FBI infiltrados en su interior era tan grande que, si hubiera
querido, el propio Edgar Hoover hubiera podido convertirse en
su presidente. A estas alturas había pasado ya el momento
peor de la histeria anticomunista pero todavía no había
desaparecido por completo del horizonte quien quedó
principalmente identificado con ella, el senador por Wisconsin,
Joe Mc Carthy. En realidad Mc Carthy fue un tardío llegado a
este fenómeno pero también quien más se benefició de él. En
febrero de 1950, Mc Carthy denunció doscientos supuestos
casos de comunistas infiltrados que trabajarían en el
Departamento de Estado. Era, en realidad, un mentiroso
patológico dispuesto a inventarse un pasado de héroe de
guerra del que carecía y fabular conspiraciones de las que
nunca ofreció pruebas. Bebedor, con un escaso balance
positivo en su trayectoria en el Senado, necesitaba buenos
argumentos para ser reelegido. Su estrategia consistió
siempre en argumentar a base de documentos que no
revelaba porque decía que eran secretos.

Nunca identificó a un solo subversivo y, además, éstos en


realidad no le interesaban sino para armar ruido. Sus
adversarios reales eran personas pertenecientes al
"stablishment" liberal de la costa Este, como Dean Acheson,
de quien abominaba de sus pantalones a rayas y su acento
inglés. Pronto logró un apoyo populista entre quienes
pertenecían a medios sindicales y culturales muy distintos y
veían en Washington una administración lejana y prepotente.
Lo que más llama la atención de Mc Carthy es el éxito que
logró pese a la endeblez de sus argumentos. Una encuesta
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aseguró, a comienzos de los cincuenta, que el 84% de los


norteamericanos le había oído y el 39% pensaba que sus
denuncias tenían al menos una parte de razón. Sin duda, tuvo
el apoyo de Taft, la figura más prominente de los republicanos
conservadores, pero también el futuro presidente Kennedy
pensó que podía haber algo de verdad en sus acusaciones.
Sólo en 1954, durante algunos meses, las encuestas
parecieron probar que una mayoría de los norteamericanos
consideraba que podía tener razón. Pero a estas alturas ya
unas decenas de miles de personas habían perdido sus
puestos de trabajo, unos centenares fueron encarcelados,
unos ciento cincuenta fueron deportados y dos -los Rosenberg,
acusados de ser espías a favor de la Unión Soviética- fueron
ejecutados, con motivos o sin ellos. Lo peor, sin embargo, del
ambiente creado por la histeria anticomunista fue que
revolucionó el debate político e impidió la difusión e incluso la
subsistencia de cualquier causa progresista que pudiera ser
acusada, por remotamente que fuera, de tener que ver con el
comunismo. Como es lógico, la histeria anticomunista tuvo un
inevitable impacto en el mundo de la cultura.

Hannah Arendt, en “Los orígenes del totalitarismo” (1951),


estableció una fundamentada identificación entre el nazismo y
el comunismo mientras que en la película La invasión de los
ladrones de cuerpos (1956) se establecía una metáfora de los
temores anticomunistas a través de unos seres extraños y
perversos de los que se temía que llegaran a apoderarse del
mundo. En la alta cultura de estos años un tema recurrente
fue el enfrentamiento del individuo contra el sistema, como se
demuestra en la obra de Tenessee Williams o en Arthur Miller,
pero también en los personajes cinematográficos de actores
como Bogart y Dean. Los años de la posguerra fueron también
un período de un extraordinario desarrollo de la educación en
todos los niveles. Además, el liderazgo norteamericano en
muchas parcelas de la vida social se transmitió también al
mundo de la cultura. En los quince años posteriores a la
Guerra Mundial el número de orquestas sinfónicas se duplicó.
Jackson Pollock, la figura más significada del expresionismo
abstracto, se convirtió en una especie de héroe nacional y
Nueva York en la capital de las artes plásticas
contemporáneas, sustituyendo al París de otros tiempos. No
obstante, fue la cultura popular aquel terreno en el que la
primacía norteamericana resultó más evidente y abrumadora.
La temprana difusión de la televisión convirtió a una de sus
actrices, Lucille Ball, en personaje tan popular como para
competir en audiencia pública con Eisenhower el día en que
éste tomó posesión.

4.4.4. La URSS a finales del Estalinismo.

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Cualquier aproximación a lo que significó el final de la


Segunda Guerra Mundial para la URSS debe partir de la
constatación de hasta qué punto se había producido un
cambio en ella como consecuencia de su participación en el
conflicto. El hecho resulta especialmente significativo,
teniendo en cuenta el punto de vista de su localización en el
sistema de relaciones internacionales. Cuando la guerra de
1939 estalló, la URSS era una de las siete grandes potencias
del mundo; en 1945, era una de las dos superpotencias que
dominaban el globo. Antes de la guerra no tenía amigos ni
aliados, sino que era una especie de paria en la escena
internacional. Incluso se podía pensar que el régimen no
perduraría después de una crisis como la de las purgas de los
años treinta, de la que podía pensarse que había supuesto la
liquidación de una buena parte de su clase dirigente. Después
de la guerra, sin embargo, no sólo fue patente el hecho de que
iba a perdurar, sino que sus adversarios la temieron como una
superpotencia que ponía en peligro la estabilidad del mundo.
La guerra constituyó la gran prueba para medir el vigor del
sistema político porque, antes de 1939, Stalin y los suyos eran
perfectamente conscientes de que la revolución tan sólo se
había impuesto gracias a la derrota militar durante la anterior
Guerra Mundial.

Hasta los años treinta, en realidad el dirigente soviético nunca


se interesó por la política exterior; desde 1945, en cambio, no
pudo dejar de hacerlo. En definitiva, todos estos datos revelan
que la Segunda Guerra Mundial marcó un giro decisivo en la
Historia de la URSS. Pero, como es lógico, permaneció una
constante, que fue el sistema soviético tal y como había sido
moldeado por Stalin durante los años veinte y treinta. Durante
esas décadas, gradualmente había transformado las legiones
de revolucionarios en un ejército de burócratas que había
impuesto un rígido esquema ideológico sobre el conjunto del
país, sin detenerse en el hecho de que la imposición de esa
doctrina podía suponer -como realmente sucedió- la supresión
de millones de seres humanos. A través de la presión
producida por un terror constante, una presión totalitaria
sobre el conjunto de la sociedad y una seudocultura
instrumentalizada por la política, Stalin creó una especie de fe
irracional, casi religiosa en su persona y en el sistema. La
propaganda le presentó como el alumno más distinguido de
Lenin, algo que nunca fue. Aunque muy pronto desempeñó un
papel creciente en la vida soviética, lo cierto es que en el
comienzo de la etapa revolucionaria ni siquiera había sido un
personaje decisivo. Con el paso del tiempo, sin embargo, llevó
a cabo una conversión del leninismo en una fórmula
cuasirreligiosa, simplificada en forma de catecismo. Se sintió
obligado, en consecuencia, a elaborar estudios teóricos sobre
los aspectos más variados, aunque de ellos lo que tiene un
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cierto interés apenas es un centenar y medio de páginas. Al


mismo tiempo, no cabe la menor duda de que el estalinismo
fue una simplificación del leninismo, pero en éste ya había
todos los componentes de un ideario totalitario. Como Hitler,
Stalin no fue propiamente un teórico, sino una persona capaz
de reducir una teoría a unas cuantas ideas elementales,
capaces de recibir el apoyo de las masas. Mérito indudable de
Stalin fue haberse adaptado a las circunstancias creadas por
la Guerra Mundial.

Cuando se produjo la invasión alemana, Stalin fue el primer


sorprendido: su reacción ha sido descrita, muy justamente,
por Kruschov como dominada por la parálisis, de la misma
forma que un conejo atacado por una boa. Su radical
imprevisión costó a los soviéticos un número de bajas superior
al de los efectivos de la totalidad del Ejército alemán del Este.
En los meses iniciales del conflicto, estuvo muy próximo al
desastre militar absoluto. En los cinco primeros, la URSS
estuvo a punto de desaparecer y algo así pudo suceder incluso
hasta la batalla de Stalingrado, que constituyó el verdadero
punto de inflexión del conflicto. Pero Stalin acertó, no
obstante, en la forma de presentar la guerra ante su propio
país, planteándola como una reedición de la resistencia a la
invasión napoleónica de 1812 y excitando los sentimientos
nacionalistas de la población. Incluso llegó a modificar de
forma sustancial las relaciones con la Iglesia ortodoxa rusa: de
los 163 obispos existentes antes de la revolución, sólo
quedaban siete, tras el terror y las activas campañas de
propaganda antirreligiosa lanzadas por el poder. Pero el
dictador consiguió no sólo la colaboración de los dirigentes
religiosos sobrevivientes, sino incluso la excomunión de
quienes colaboraran con el adversario alemán. Los valores
militares -y los correspondientes uniformes- aparecieron en
primerísima fila en las ceremonias del régimen, hasta el punto
que Stalin asumió la condición de mariscal y recibió el título de
"generalísimo".

Desde el punto de vista cultural y propagandístico, se


promovió una literatura patriótica muy prosaica, pero también
muy efectiva. Pero no sólo gracias a la excitación de los
sentimientos patrióticos rusos consiguió Stalin la victoria, sino
que a ella contribuyó también de una manera decisiva una
combinación entre la transformación, en sentido de aparente
moderación, de los principios rectores del régimen y el más
crudo terror tanto en la retaguardia como en la línea de
combate. La guerra se ganó, en efecto, en gran parte gracias
a una moderación de los principios revolucionarios. El
responsable de la agricultura, Voznezenski, promovió
concesiones a los campesinos que permitieron aliviar las
dificultades del aprovisionamiento. Al mismo tiempo, sin
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embargo, Stalin empleó idénticos procedimientos a los que le


habían servido para decapitar la oficialidad del Ejército poco
antes de la guerra. Solamente entre los años 1941 y 1942,
157.593 soldados soviéticos (el equivalente a seis divisiones)
fueron condenados a muerte por haber eludido la resistencia
ante el invasor alemán. No sólo sucedió así en el frente:
durante las semanas en que el Ejército alemán pareció poder
conquistar Moscú, se realizaron centenares de ejecuciones en
retaguardia. Otro aspecto del terror consistió en los traslados
-incluso de más de medio millón de personas a la vez-
decididos en ocasiones en una única sesión, en la que
solamente se tomaba nota del número de las personas y las
nacionalidades afectadas. En 1941, primero, y en 1943-4
después, Stalin ordenó la deportación hacia el Este de nada
menos que ocho nacionalidades enteras que tenían su propia
organización administrativa en el seno de la URSS. Ya antes
había empleado medidas como éstas, pero nunca lo había
hecho a tan gran escala.

El territorio que estas naciones ocupaban en el espacio de la


URSS era semejante al de Albania y Checoslovaquia juntas
(más de ciento cincuenta mil kilómetros cuadrados) y el
número de personas trasladadas llegó a alcanzar la cifra de un
millón y medio, de las que murió un tercio; pero alguna de
estas naciones, como los tártaros de Crimea, llegó a perder la
mitad de sus efectivos humanos. En realidad, sobre estas
naciones sólo pendía la sospecha de una posible carencia de
fidelidad a la URSS que no parece haber estado justificada
sino en algún caso muy concreto, como el de los alemanes del
Volga. De estas deportaciones masivas sólo llegó a tenerse
noticia al final de los años cincuenta, cuando cinco de estos
pueblos fueron rehabilitados. Desde un punto de vista militar,
no cabe atribuir a Stalin de forma directa una responsabilidad
en el desarrollo de las operaciones que se pusieron en
marcha. No fue nunca un líder militar sino un político que
tomaba decisiones militares con una radical ausencia de
preocupación por las bajas que pudieran producirse. Así se
explican esos ataques frontales y masivos que hubieran sido
inconcebibles en otros Ejércitos. El soviético acostumbró a
realizar operaciones complejas en todo un grupo de frente
sometidas a un proyecto único y coordinadas de acuerdo con
un objetivo final pero, en general, se trató de propuestas
surgidas de su Estado Mayor y no concebidas por Stalin. Éste,
tan sólo en 1943 se desplazó a la línea del frente. En general,
fue siempre muy remiso a viajar a un lugar lejano a su
residencia habitual (o a emplear el avión para hacerlo). De ahí
la dificultad que tuvieron los dirigentes aliados para reunirse
con él.

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Otro factor decisivo en la victoria de la URSS en la guerra


radica en la actitud de su adversario. El peligro para el sistema
soviético todavía hubiera sido mayor, en el caso de que Hitler
hubiera optado por una política más adecuada para fomentar
la fragmentación de la URSS, pero el Führer, que consideraba
simplemente como "subhombres" a los eslavos, no pasó de
considerar a Rusia como un país merecedor tan sólo de
esclavitud, en el que únicamente los señores alemanes
estarían capacitados para disponer de armas. Hubiera bastado
con aprovechar la tendencia a la fragmentación de la URSS
para que la situación le hubiera resultado mucho más
favorable. Aun así, el Ejército alemán contó con un millón de
combatientes reclutados entre disidentes políticos o
nacionales. Los aliados aceptaron al final del conflicto que
esos combatientes al lado de los alemanes fueran obligados a
reintegrarse a la URSS, con las previsibles consecuencias en
forma de fusilamientos masivos que les esperaban. Menos
aceptable aún resulta el hecho de que dos millones de civiles
se vieran obligados a seguirlos; se ha calculado que tan sólo
una quinta parte de ellos no sufrió sanciones tras su regreso.
En el momento de la victoria, no obstante, el terror no parecía
tan omnipresente como en el pasado. Nunca desde la
revolución, el poder soviético tuvo a su favor tantas
adhesiones como después de la Segunda Guerra Mundial,
principalmente por el aflojamiento de las medidas
colectivizadoras y la exaltación de los ideales patrióticos. En
1945, el pueblo soviético esperaba un cambio total en lo
político y también en lo material como consecuencia de la
victoria. En esa fecha, en efecto, el régimen hubiera podido
llevar a cabo una especie de reconciliación civil con el
conjunto de la sociedad, tras el enfrentamiento que él mismo
había provocado en los años veinte y treinta; a fin de cuentas,
la victoria había sido la consecuencia de un gran esfuerzo
colectivo. Así lo explicó buen número de personalidades
independientes del poder político: según el escritor Pasternak,
los soviéticos vivieron la Guerra Mundial como un presagio de
liberación y el físico Sajarov ha escrito que "pensamos todos
que el mundo de la posguerra sería soportable y humano".
Pero, en realidad, lo que se produjo fue un restablecimiento de
la situación previa, si bien con especiales características
debidas a las circunstancias.

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