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LUCIO PÉREZ, MANUEL JESÚS

ACTIVIDAD APLICATIVA 1.
APRENDIZAJE Y DESARROLLO DE LA
PERSONALIDAD

Descripción:

DEBATE Y REFLEXIÓN SOBRE LA RELEVANCIA Y LOS CAMBIOS DE LA


ADOLESCENCIA COMO ETAPA FUNDAMENTAL EN EL DESARROLLO DE
LA PERSONALIDAD E IDENTIDAD DEL SER HUMANO.
DEBATE Y REFLEXIÓN SOBRE LA RELEVANCIA Y LOS CAMBIOS DE LA
ADOLESCENCIA COMO ETAPA FUNDAMENTAL EN EL DESARROLLO DE
LA PERSONALIDAD E IDENTIDAD DEL SER HUMANO

“A veces me pregunto en dónde estoy; Si pudiera haber llegado a un lugar mejor; Si la


realidad refleja lo que alguna vez soñé cuando era niño ;Si esta vida era para mí ;Si
tomé el vuelo indicado para ser feliz; Si la decisión correcta ;fue la que me puso en este
camino; El tiempo corre tras de mí; Y ya no vuelven los momentos que viví; Quisiera
volver a ser libre; Con la oportunidad de equivocarme una y mil veces ; Quiero volver a
esos momentos donde no importaba nada; A aquellos días que soñar no me costaba; A
esos lugares que me encanta recordar ;Quiero volver a esos momentos donde todo era
posible; Donde había días de sol y menos días grises; Poder volver a esos años otra vez;
Cuando tenía 16”
Este fragmento de la canción “Cuando tenía 16” del autor Luís Fonsi, resume los
temores y anhelos que se producen en la adolescencia, siendo la forma que tiene cada
uno de afrontarlos y superarlos lo que les convertirán en los adultos que serán en el
futuro.
En el video titulado “La adolescencia nos hizo humanos” enmarcado dentro del
programa televisivo “Redes” hemos podido ver en sus entrevistas las inquietudes y
miedos que afectan a los adolescentes durante esta etapa. La necesidad de
independencia, la desvinculación de los padres, sustituyéndolos en cierto modo por el
grupo de amigos, el temor al rechazo y la soledad, asumir nuevos retos y riesgos, la
toma de decisiones y la necesidad de equivocarse influyen de manera notable en el
resultado de la identidad y personalidad que se llegará a obtener.
Se define “personalidad” como un patrón de comportamiento, pensamiento y emoción
relativamente estable en el tiempo y a través de las diferentes situaciones que vivimos.
Dicho patrón explica cómo percibimos la realidad, los juicios que nos hacemos de
ella o la manera con el que interactuamos con el medio, siendo en parte heredada y en
parte adquirida y posteriormente moldeada mediante la experiencia vital.
Debido a que nace en gran parte del conjunto de experiencias que vivimos a lo largo de
nuestra vida se considera que la personalidad como tal no está plena configurada hasta
la edad adulta, habiendo un largo proceso de desarrollo hasta que llega a estabilizarse (si
bien puede sufrir variaciones posteriores, no son frecuentes ni tienden a ser marcadas).
Otros autores definen la personalidad como la organización más o menos estable y
duradera del carácter, temperamento, intelecto y físico de una persona que determina su
adaptación al ambiente, “el andamiaje que nos hace únicos, la estructura en la que se
ensambla una persona” el modo en que funcionamos o nos estropeamos.
Dependiendo de nuestra personalidad reaccionaremos de un modo u otro ante
determinadas situaciones y lo haremos igual siempre que se repitan las cosas.
La adolescencia constituye una etapa de rápidos y profundos cambios en el desarrollo
del individuo, tanto físicos como en la forma de pensar. Si hacemos analogía con la
construcción de un edificio, durante la etapa de la infancia se construirían los cimientos
y en la adolescencia se desarrollarían la mayor parte de los capítulos del mismo,
estructura, cerramientos, cubiertas, aislamientos, distribuciones interiores e
instalaciones, quedando para la edad adulta algunos acabados.
Por lo tanto, entiendo que más que los cambios que se producen, son los factores
genéticos y ambientales en los que se desarrolla el periodo de la adolescencia, lo que
producirá una u otra característica de la personalidad futura.
Tal y como postulaban Erikson y Freud, los problemas de la vida adulta provienen de
conflictos no resueltos en la adolescencia y niñez. Sin embargo, muchos de esos
conflictos aparecen como producto de su interacción con un entorno poco propicio para
un desarrollo adecuado. En la mayoría de las ocasiones son circunstancias familiares,
económicas… las que, junto a la falta de madurez para valorar ciertos riesgos
circundantes, dificultan la evolución del adolescente hacia una adultez plena o
satisfactoria.
Partiendo de mi experiencia personal, de adolescente en los años 80, y centrándome en
mi relación paterna filial, intentaré analizar que episodios o circunstancias de mi
adolescencia han podido influir en mi personalidad y que me han convertido en el padre
que soy ahora y la manera de interactuar con mis hijos.
En mi caso particular, soy el mayor de dos hermanos con una figura materna
sobreprotectora, con un control restrictivo o coercitivo, con lo que podríamos
denominar un estilo autoritario. En dicha figura materna caía el peso del día a día en la
educación y las decisiones, puesto que si bien la figura paterna se le supone una mayor
capacidad intelectual y de gestión, la no disponibilidad de tiempo debido a la actividad
laboral, hacía que delegase y refrendase la mayor parte de las decisiones tomadas por la
figura materna. Si añadimos mis características tanto físicas como mentales (delgadez,
presencia de acné, timidez, introvertido…) se podría pensar que el resultado iba a ser
una personalidad con poca seguridad y confianza en sí mismo y poco equilibrado
emocionalmente.
Sin embargo, si bien puede haber quedado algún rastro o duda en mi desarrollo
personal, soy una persona acostumbrada a tomar decisiones y asumirlas con errores y
aciertos, tenaz y capaz de superar obstáculos.
En lo que hace a la relación con mis hijos (adolescente una de 16 años y preadolescente
uno de 11 años), si bien el ser sobreprotector al igual que mi madre está latente, se
mantiene en modo oculto, consiguiendo que mis hijos realicen actividades que a mí me
hubieran resultado imposibles, superando mis miedos o temores a que les ocurra
cualquier percance.
Encuentro rasgos en mí de padre tipo 1, de estructura de participación democrática,
receptivo y exigente, ejerciendo control moderado, flexible y razonable. También esto
me lleva en muchas ocasiones a ser excesivamente permisivo a sabiendas, por intentar
alejarme de la figura de mis padres y de su manera de actuar conmigo, con la esperanza
de que mis hijos no sufran en cierta manera los traumas o frustraciones que me pudieron
a ocasionar durante la adolescencia.
Esto me hace pensar que no podemos aplicar generalidades ni aventurar en que se
convertirán en el futuro, analizando solamente las circunstancias en las que se producen
los cambios, ya que cada individuo es único y puede reaccionar de muy diversas y
distintas maneras ante los retos y situaciones que se van a producir en el futuro de los
adolescentes.
Según las tipologías de estilos parentales de Baumrind, entiendo que yo tendría que ser
un padre con un estilo autoritario, poco receptivo y muy exigente, lo que se aleja
bastante de la realidad.

Bibliografia:
Enciclopedia de Psicología de Josep María Farré Martí (Instituto Dexus)
Las cinco etapas del desarrollo de la personalidad de Oscar Castillero Mimenza
Las claves de la personalidad de Jorge Alcalde
El desarrollo de la personalidad en la adolescencia de Yolanda Beal Velazquez.
Cuando tenía 16 de Luís Fonsi.

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