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Filosofía: Tema 2
Filosofía: Tema 2
Feed-back o retroalimentación
Canal o medio de
transmisión
Ruidos
o interferencias
El emisor actúa como la fuente de información que selecciona el mensaje deseado entre una serie de
posibles mensajes que transmite mediante señales a través de un canal. La comunicación no es nunca
directa y, por tanto, el mensaje ha de ser cifrado y después descifrado. El cifrado recibe el nombre de
codificación porque el emisor ha de elegir el código más adecuado para el mensaje que se quiere
transmitir, código que debe ser aceptado por los actores de la comunicación. Los lenguajes naturales
(los distintos idiomas) son códigos.
En el curso de la comunicación, el mensaje puede ir cambiando de forma y tales cambios pueden
ejecutarse por los distintos transmisores.
El receptor puede considerarse como el mecanismo inverso del transmisor pues transforma o
La línea divisoria en la evolución de la comunicación se halla entre el hombre y los restantes seres
vivos. Las diferentes especies animales utilizan complejos sistemas de señales que les sirven para
comunicarse. No obstante podemos señalar las siguientes diferencias entre los sistemas de
comunicación animal y la comunicación humana:
• En términos generales puede decirse que mientras los sistemas de comunicación animal son
innatos, el lenguaje humano es adquirido.
• Los lenguajes espontáneamente utilizados por los animales suelen poseer un carácter mímico
mientras que el habla humana posee siempre un carácter articulado. El lenguaje articulado humano
no sólo comporta numerosos fonemas sino también la capacidad de combinar de forma innovadora
dichos fonemas.
• Los estoicos ya señalaron en la antigüedad el carácter concreto y situacional de la
comunicación animal frente al carácter simbólico y abstracto del lenguaje humano. La palabra no es
sólo una señal compleja, sino un símbolo que forma parte de un sistema complejo que abarca desde la
capacidad representacional hasta la proyección hacia el futuro.
• Por último suele destacarse la recursividad heurística (interpretativa) propia de la
comunicación humana frente a la recursividad mecánica que presentan las conductas animales. Como
señala Chomsky cualquier persona puede formar una frase que nadie haya empleado antes; tal
creatividad aparece desde muy temprano como una característica diferenciadora de los seres humanos.
• La sintaxis que estudia la forma en que se combinan y relacionan los signos para formar
secuencias mayores y la función que desempeñan dentro de estas.
• La semántica, por su parte, se centra en los significados, se preocupa por estudiar las
relaciones entre los signos y lo que representan.
• La pragmática, por último, analiza cuáles son los usos de los signos y las relaciones que
existen entre ellos y los usuarios de un sistema de comunicación.
Los elementos que constituyen toda comunicación entre dos o más personas son:
Jakobson distingue seis funciones (las tres primeras coinciden con las que señala Bühler):
• Función expresiva.
• Función conativa (apelativa).
• Función denotativa, cognitiva o referencial (parcialmente representativa).
• Función fática o de contacto que asegura en todo momento el buen funcionamiento del contacto
entre el emisor y el receptor.
• Función poética o literaria, mediante la que el lenguaje alcanza la dimensión estética.
• Función metalingüística, mediante la cual se puede hablar del lenguaje mismo.
Charles W. Morris concibe el lenguaje como un conjunto de signos cuya consideración global
correspondería a la Semiótica. Señala tres funciones del lenguaje:
Función o relación semántica, según la cual los signos aparecen vinculados a sus objetos
(significado y referencias). Esta relación puede llamarse, según Morris, “dimensión semántica
de la semiosis”. Designar y denotar son conceptos que pertenecen a esta dimensión. La
principal distinción, dentro de este plano, tiene lugar entre significados y denotados que se
corresponde con la establecida por Gottlob Frege (en su libro “La Conceptografía”) entre
Tema 2. El lenguaje. Pá gina 4
Sinn (sentido) y Bedeutung (referencia).
Dimensión pragmática, en la que los signos se estudian en su relación con los sujetos que los
utilizan. Expresar es un concepto pragmático. El contexto pragmático es el más fundamental para
Morris. Todo signo se considera como una entidad perteneciente a una conducta global de un
organismo viviente en la relación que mantiene con su medio natural y social.
La función sintáctica que trata de las diversas relaciones que los signos mantienen entre sí. La
Sintaxis es la parte de la Semiótica que considera este contexto.
En su famosa obra titulada “Teoría del Lenguaje” parte Bühler de su triángulo semiótico.
Emisión
Representación
S
SIGNO
Apelación
Expresión Codificación o cifrado
Fuente de
Recepción
emisión.
El primer lado nos manifiesta al signo en su condición de síntoma, es decir, nos pone en presencia de
la función expresiva del lenguaje. El segundo lado nos determina el signo como señal, es decir, nos
manifiesta la función apelativa del lenguaje. El lado tercero nos conduce a la función representativa
del lenguaje y en su contexto los signos serán ahora llamados símbolos.
3) LA ADQUISICIÓN DE LA LENGUA.
Cuando hablamos del lenguaje nos estamos refiriendo de forma genérica a la capacidad lingüística que
tenemos los seres humanos.
En cambio llamamos lengua al sistema concreto de símbolos lingüísticos que emplea una persona para
comunicarse.
Existen muchas lenguas distintas o lenguajes naturales (español, francés, inglés…) pero la capacidad
de usar el lenguaje es única y común para todos los seres humanos.
En sus primeros años de vida, los niños comienzan a entender su lengua materna y a comunicarse con
ella de una forma gradual y espontánea.
Existen diferentes teorías acerca de la adquisición del lenguaje en los seres humanos.
Los conductistas, por ejemplo, insisten en la importancia del aprendizaje para la adquisición de un
idioma; dicho aprendizaje se llevaría a cabo mediante un sistema de castigos y recompensas. El
conductismo, sin embargo, ha sido criticado ya que no puede explicar por qué resulta tan importante
que el aprendizaje de la lengua se produzca en los primeros años de vida. La dificultad para aprender
4) LENGUAJE Y PENSAMIENTO.
La relación entre el lenguaje y el pensamiento suscita interesantes preguntas filosóficas que han sido
respondidas de muy diversas formas a lo largo del tiempo.
Platón, por ejemplo, creía que el pensamiento era una conversación que cada uno mantiene consigo
mismo. Así necesitaríamos las palabras para poder pensar, porque sin el lenguaje no seríamos capaces
de llevar a cabo ese diálogo interior con nuestra propia conciencia.
Otros filósofos, en contra de Platón, consideran que hay formas del pensamiento que pueden llevarse a
cabo sin la ayuda del lenguaje.
Considerando el destacado papel que el lenguaje desempeña en nuestra vida, los filósofos se han
cuestionado si las palabras que usamos condicionan nuestro modo de ver el mundo. Algunos autores
creen que la lengua que hablamos condiciona decisivamente el modo en que percibimos el mundo que
nos rodea. Esta teoría, denominada relativismo lingüístico, ha sido defendida, entre otros, por los
lingüistas Edward Sapir y Benjamin Lee Whorf. Las cosas que forman parte de nuestro mundo
son aquellas que podemos nombrar y clasificar con palabras. Según estos autores algunos grupos
humanos en la Amazonía disponen de un lenguaje con múltiples palabras distintas para describir
distintas tonalidades del color verde; por ello los nativos viven en una realidad distinta, mucho más
rica y compleja que la que nosotros seríamos capaces de captar. Las interpretaciones más extremas de
esta teoría podrían hacernos pensar que cada lengua refleja una visión única e intransferible y así cada
grupo humano viviría en un mundo distinto, descrito por un lenguaje diferente, que haría muy difícil,
sino imposible, la comunicación entre distintos grupos humanos. Por otro lado, la experiencia
demuestra que los seres humanos pueden comunicarse entre sí aunque hablen distintos idiomas.
La teoría estructuralista del lenguaje está estrechamente ligada a la figura del suizo Ferdinand de
Saussure. En 1917 se publicó su “Curso de lingüística general”, una obra en la que se proponía
analizar el lenguaje tratándolo como un sistema. Esta obra permitió establecer por primera vez la
diferencia entre significante y significado en el signo lingüístico.
Durante el siglo XIX y hasta comienzos del siglo XX, los estudios del lenguaje solían interesarse por el
modo en que las palabras habían evolucionado a lo largo de la historia. Este enfoque diacrónico puede
ser muy útil para analizar las relaciones entre los distintos idiomas o la forma en que los términos van
cambiando con el tiempo. Sin embargo Saussure estaba también interesado en una perspectiva
sincrónca del lenguaje, es decir, prestó especial atención al modo en que funciona una lengua en un
momento concreto.
Según Saussure, una lengua está formada por un conjunto de signos que se relacionan entre sí
según ciertas reglas determinadas. Este sistema de elementos y de reglas de combinación es lo
que actualmente denominamos estructura de la lengua. De acuerdo con su teoría, los elementos del
Desde una perspectiva distinta a la elegida por Saussure, Ludwig Wittgenstein, uno de los pensadores
más influyentes del siglo XX, abordó el problema de la relación entre el lenguaje, el pensamiento y el
mundo.
En una primera etapa Wittgenstein publicó un libro que tuvo una repercusión enorme, El “Tractatus
lógico-philosophicus”, en el que defendía la idea de que el lenguaje es una especie de imagen de los
hechos que se producen en la realidad. Sin embargo, algunos años después, Wittgenstein elaboró una
teoría del lenguaje completamente diferente en su obra titulada “Investigaciones Filosóficas”. Por este
motivo, al analizar las importantes teorías de este filósofo, se suele hacer una distinción entre el primer
Wittgenstein y el segundo Wittgenstein.
El Tractatus se proponía aclarar los límites del pensamiento estableciendo qué cosas se pueden pensar
con sentido. Según el primer Wittgenstein para que una afirmación tenga sentido han de cumplirse dos
condiciones: no debe ser contradictoria y tiene que respetar las reglas de la lógica. Una afirmación será
verdadera si lo que describe se da en la realidad, y falsa en caso contrario. Así pues, según el Tractatus,
solo tienen significado las afirmaciones cuya verdad o falsedad pueda comprobarse.
El Tractatus establece una distinción entre los hechos y las cosas. Un hecho es un estado de cosas, una
configuración que relaciona varias cosas entre sí. Así, por ejemplo, una mesa o un libro son cosas. En
cambio “el libro está sobre la mesa” es un hecho. Esta distinción sirve a Wittgenstein para afirmar que
“el mundo consiste en el conjunto de todos los hechos”.
Para Wittgenstein existe una única forma lógica de la realidad (“form der Abbildung”) que es idéntica,
común al lenguaje, el pensamiento y el mundo. Ello permite que el lenguaje sea una figura o imagen de
los hechos que sirve para representarlos del mismo modo que un mapa sirve como modelo de un
territorio.
Para que este proceso de figuración pueda funcionar, debe existir una correspondencia entre el mundo
y el lenguaje. Esta relación se basa en que los hechos, el lenguaje y el pensamiento comparten la
misma lógica (la misma “forma lógica”).
De acuerdo con el Tractatus, el lenguaje está formado por frases que afirman o niegan algo. Las
afirmaciones que se refieren a hechos básicos o simples se denominan proposiciones elementales. Esta
La publicación del Tractatus tuvo un impacto extraordinario en la filosofía del siglo XX. La conexión
que ofrece entre lenguaje, pensamiento y realidad a través de la forma lógica influyó decisivamente en
el pensamiento contemporáneo.
En concreto la corriente conocida como neopositivismo se apoyó decididamente en las ideas del
Tractatus, sobre todo en aquellas que trataban de delimitar lo que tiene sentido decir y lo que carece de
significado. El neopositivismo recogió la identificación que realiza Wittgenstein entre ciencia natural y
el conjunto de todas las afirmaciones que tienen significado porque pueden contrastarse empíricamente
Llevando esta teoría hasta sus últimas consecuencias, los neopositivistas sostuvieron que las frases de
ámbitos como la religión o la filosofía no tienen ningún valor porque carecen de significado.
Wittgenstein revisaría su teoría del lenguaje haciendo una crítica radical de las ideas expuestas en el
Tractatus. En sus “Investigaciones Filosóficas” explica cuál es el error fundamental del Tractatus. En
esa obra se consideraba que el lenguaje tiene una única función que consiste en representar la realidad.
Pero con el lenguaje hacemos muchas más cosas que designar cosas o hablar de los hechos.
Para el segundo Wittgenstein el lenguaje es un conjunto de actividades con muchos usos distintos. La
pregunta que hay que plantear no es qué significan las palabras, sino cómo las usamos. Por ejemplo, las
podemos usar para saludar, suplicar, agradecer, ordenar etc.
Wittgenstein denomina “juegos del lenguaje” a estas distintas actividades. En realidad estos juegos no
tienen entre sí ningún elemento común. Como mucho podemos encontrar entre ellos cierta semejanza,
como un “aire de familia”. Hablar un lenguaje forma parte de nuestra forma de vida, por lo que en la
práctica empleamos estos distintos juegos de lenguaje como una caja de herramientas que usamos de
una manera u otra según las circunstancias.
La idea básica del segundo Wittgenstein es que el significado de las palabras está asociado al uso que
hacemos de ellas.
Una misma palabra puede significar cosas distintas dependiendo del juego de lenguaje en el que la
usemos. Wittgenstein rechazará ahora la teoría atómica del lenguaje. A la luz de este nuevo enfoque no
existen hechos atómicos, porque lo que es básico o complejo depende de la situación.
En las “Investigaciones Filosóficas” Wittgenstein propone asignar un nuevo papel a la filosofía. Su
función ya no será determinar qué es lo que puede o no puede decirse, como se proponía en el
Tractatus, sino analizar cuáles son los usos del lenguaje. Así podremos señalar los malentendidos que
se producen cuando confundimos un juego lingüístico con otro distinto. Esto es lo que sucede tan a
menudo con la metafísica, la ética o la religión. Para el segundo Wittgenstein, en estos campos lo que
ocurre es que alguien emplea el lenguaje propio de un juego lingüístico para desarrollar otro juego
lingüístico completamente distinto. El origen de la confusión que a veces produce la filosofía se debe a
los embrollos causados por malos usos lingüísticos, que debemos esforzarnos en detectar y aclarar.
Las ideas aportadas por el Wittgenstein de las “Investigaciones Filosóficas” tuvieron una enorme
influencia en la filosofía de su tiempo. Basándose en esas ideas un grupo de autores empezó a estudiar
el lenguaje desde un punto de vista pragmático. De este modo surgió una destacada corriente de
pensamiento denominada filosofía analítica.
Los filósofos analíticos prestan especial atención al modo en que usamos el lenguaje en la práctica. Las
aportaciones de la filosofía analítica han sido fundamentales para el desarrollo del pensamiento en la
segunda mitad del siglo XX, y, todavía hoy en día sigue siendo una corriente muy significativa en el
ámbito académico.
Todo razonamiento consta de cierto número de oraciones, colocadas de tal modo que podamos decir
que una de ellas –a la que denominamos “conclusión”- se sigue o deriva lógicamente de las demás –a
las que llamamos “premisas”-. Generalmente se trata de proposiciones, es decir, de oraciones enuncia-
tivas que podemos considerar como verdaderas o falsas; pero también puede tratarse de prescripciones,
es decir, oraciones que expresan mandatos o consejos; las proposiciones se utilizan para el llamado ra-
zonamiento teórico y las prescripciones para el razonamiento práctico. Este último tipo de razonamien-
to es propio de la ética y el derecho, mientras que el razonamiento teórico se utiliza en las ciencias en
general. En este tema nos ocuparemos únicamente del razonamiento teórico.
La lógica formal se ocupa únicamente de determinar si la conclusión se sigue necesariamente de las
premisas o no. Desde este punto de vista, un razonamiento es válido sólo cuando su conclusión es
consecuencia lógica de sus premisas. Un razonamiento es inválido cuando la conclusión no se sigue
de las premisas.
Es preciso distinguir claramente entre la verdad de la conclusión, que es cuestión del contenido o
“mensaje” que tiene determinada proposición y la validez del razonamiento, cuestión de la forma o
estructura abstracta del mismo.
Podemos centrarnos en el estudio de las diferentes formas que pueden tener los razonamientos,
prescindiendo totalmente del contenido o materia de que se trate, y éste es, precisamente, el enfoque
que adopta la lógica formal: analiza los distintos esquemas argumentativos y establece cuándo
son válidos o inválidos. La lógica formal es, desde este punto de vista, la teoría que se ocupa de la
forma de la argumentación.
La lógica como ciencia dio sus primeros pasos con Aristóteles, que ya la concibió claramente como
saber formal; posteriormente los estoicos la ampliaron en algunos temas fundamentales, y más tarde
los lógicos de la Edad Media y principios de la Edad Moderna sistematizaron la lógica aristotélica y
estoica, culminando así la construcción de la llamada “lógica tradicional” que permaneció práctica-
mente sin novedades hasta mediados del siglo XIX. De hecho Kant escribió en 1787 que la lógica era
una ciencia ya acabada y cerrada. Este tipo de lógica utilizaba ciertas letras con valor simbólico para
representar las partes variables de los esquemas argumentativos, es decir, nombres y otros designado-
res.
Sin embargo, la llamada lógica moderna ha encontrado el modo de simbolizar también las partes
constantes de tales esquemas, como conjunciones, negaciones, partículas condicionales, etc.
La lógica moderna tiene precedentes en las obras de autores como R. Llull y Leibniz, pero su naci-
miento suele situarse en las obras de George Boole y de Gottlob Frege.
La lógica moderna se caracteriza por una mayor simbolización de sus expresiones, de tal modo que,
sin dejar de ser una ciencia formal, se ha convertido además en una ciencia formalizada. Esto signi-
fica que sus distintas ramas se expresan en forma de sistemas formales, es decir, de sistemas de signos
y de reglas exactamente definidos que permiten realizar operaciones de modo riguroso.
Puede decirse que la lógica moderna es consecuencia de una matematización de la lógica tradicional.
De esta manera, la lógica tradicional ha evolucionado hasta quedar definitivamente englobada en la ló-
gica moderna, también llamada lógica simbólica o lógica matemática.
En este apartado nos interesa examinar dos cosas: cómo se construye el lenguaje de la lógica proposi-
cional y cómo se formalizan en él los enunciados de los lenguajes naturales (el español es uno de
ellos).
Tabla de símbolos:
Los elementos primitivos de la lógica proposicional son:
Las variables proposicionales: signos que sirven para simbolizar un enunciado cualquiera
y que son las letras minúsculas del abecedario, a partir de la p: “p”, “q”, “r”, “s”, “t”, etc.
Las constantes enunciativas que designan individuos o nombres propios (a, b, c…).
En lógica de predicados se utlizan los cuantificadores: el generalizador o universal y el
particularizador o existencial.
Los conectores o conectivas: que son símbolos que se utilizan para establecer conexiones
entre enunciados, se denominan constantes porque su sentido es fijo. Estos símbolos :
MONÁDICAS ¬ (NEGADOR)
(CONJUNTOR)
(DISYUNTOR)
DIÁDICAS (IMPLICADOR)
(COIMPLICADOR) o
BICONDICIONAL.
Negador: , colocado delante de la variable u operación a la que afecta, se lee “no”, no es el caso.
Conjuntor: , corresponde a la conjunción copulativa del lenguaje ordinario, “y”, se coloca entre dos va -
riables, por ejemplo p q, se lee “p y q”.
Disyunción:, equivale a la disyunción o del lenguaje ordinario, se coloca entre dos variables, de manera
que p q, se lee “p o q”, “o bien p o bien q”.
Condicional o implicación:, colocado entre variables, p q , se lee “si p, entonces q”. En la implicación
podemos diferenciar entre el antecedente y el consecuente.
Bicondicional o coimplicador: , se lee “si y sólo si ...” o “únicamente si... entonces”, y como en los casos
anteriores se coloca entre las variables a las que afecta. Así, p q se leerá “sí y sólo si p, entonces q”.
Los símbolos auxiliares ( o símbolos no lógicos): son símbolos que permiten agrupar y establecer un orden
dentro de las operaciones. Básicamente utilizan los paréntesis ( ); los corchetes [ ]; las llaves { }.
Norma fundamental sobre el uso de paréntesis:
Se utiliza en los casos que nos interese señalar la dominancia del conector, o bien porque los conectores po-
sean la misma dominancia (como en el caso del conjuntor y del disyuntor) o bien porque el sentido de la expresión
requiere la alteración de la dominancia de las conectivas fuertes (implicación y coimplicador). Por ejemplo: ante la
imprecisión de m n p