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TEMA 1: LOS PUEBLOS PRERROMANOS DE LA

PENÍNSULA IBÉRICA Y LA CONQUISTA ROMANA


DE HISPANIA.
1. LOS PUEBLOS CÉLTICOS: ORIGEN Y DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL:
ORGANIZACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA; ECONOMÍA, ASPECTOS RELIGIOSOS
Y CULTURALES.
En la segunda oleada afecta a varios pueblos. Un grupos de pueblos indoeuropeos se mueven
hasta la india, se mente por ucrania y llegan desde ahí a Europa, metiéndose en alemania,
italia y norte de la península, los griegos y los celtíberos tienen una serie de características
comunes, a la península no llegan hasta 1100 o 900 a.C. Las características se manifiestan en
una lengua común, muy ricos, muy cultos por lo antiguo, con unas costumbres funerarias muy
curiosas. Sobre este sustrato se va a suscribir una cultura precelta, y en el año 750 a.C se
desarrolla una cultura celta, que se divide en varios grupos. Entre estos pueblos llegan los
celtas.

El término celtíberos agrupa a una serie de pueblos prerromanos de origen indoeuropeo


que habitaban desde finales de la Edad del Bronce (aprox. siglo XIII a. C.) hasta la
romanización de Hispania (siglo II a. C. a siglo I) en la zona de la Península Ibérica
llamada Celtiberia por las fuentes clásicas. Resulta difícil asignar territorios y fronteras
concretas a esta amalgama de pueblos debido a la escasa documentación histórica
existente y a la cantidad de hipótesis sugeridas por los restos arqueológicos encontrados,
aunque podemos afirmar con certeza que estas gentes estaban asentadas en toda la cornisa
cantábrica, Galicia y la Meseta Central hasta llegar a la Lusitania. Los expertos aseguran
que los celtíberos proceden del Cáucaso, territorio entre el Mar Negro y el Mar
Carpio, y de las estepas de Ucrania. A finales del III milenio a.C. se pondrán en
movimiento, diferenciándose dos grupos con distinto destino de migración:

- Uno de ellos emprenderá camino hacia Occidente, llegando a la Península Ibérica, la Galia,
Grecia e Italia.
- El otro marchará hacia lo que hoy es Turquía (dando lugar a la cultura hitita), el Alto Tigris,
el Alto Eúfrates y la India (indoarios).

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Las fuentes escritas y los estudios lingüísticos nos informan de la presencia de pueblos celtas
(de origen indoeuropeo) en la Península Ibérica que van a llegar mediante migración desde
el centro de Europa. Observamos una primera oleada que se va a difundir por el centro
y el norte de la Península Ibérica y por la costa de Portugal. Este movimiento, que comienza
hacia el 1100 a.C., aunque hay autores que posponen esta fecha hasta el 900 a.C., va a causar
una indoeuropeización de esa parte de la P.I. No obstante, seguirá habiendo demostraciones
del sustrato cultural precelta del lugar, el cual se manifiesta sobre todo a través de
elementos lingüísticos (antropónimos) y religiosos (como el culto a las aguas y los
bosques y rituales muy antiguos como la exposición de los cadáveres de los guerreros
muertos a los buitres para que estos transportaran su alma al Más Allá). Entre los pueblos
indoeuropeos que llegarán a la P.I. en esta oleada estarán los celtas, los cuales traerán
consigo la cultura guerrera del hierro e impondrán su poder en la zona del Valle del Ebro
(dando así nacimiento a la Celtiberia). Estas élites guerreras se van a mezclar con la
población indígena ya presente y van a formar una cultura de guerreros-pastores, la
celtibérica, que se irá extendiendo por el centro y el noroeste peninsular. Esta difusión de la
cultura celta es un proceso lento e intermitente, y no siempre comprende situaciones
violentas. De hecho, en muchas ocasiones, comunidades con un sustrato cultural
indoeuropeo común, como los lusitanos, van a adoptar las mismas costumbres que los
celtíberos.

El proceso de celtización de la P.I. tendrá como resultado una organización social basada en
el linaje, la creación de instituciones como la de la hospitalidad, la adopción de costumbres
religiosas nuevas (como la adoración a Lug), la creación de nuevos nombres ( celtius,
celtiber, topónimos que terminan en -briga como Segóbriga...). El éxito de esta celtización de
buena parte de la P.I. se sustentó en que ya existía un sustrato cultural común indoeuropeo y
un ambiente económico similar basado en un sistema ganadero, aunque también se
practicaba la agricultura. No obstante, debemos tener en cuenta que la celtización fue
limitada en galaicos, astures y cántabros.

Otro elemento característico de los celtas de la Península fue su apertura a los influjos de
otras culturas, en especial a la ibérica, adoptando de ella fundamentalmente elementos
técnicos y materiales más que cuestiones de economía o sociedad. A partir de este hecho
nace el concepto de celtíbero (que es cultural, no étnico), el cual hace referencia a esos
pueblos celtas que al llegar a la P.I. asumieron formas de vida ibéricas, combinándolas con

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sus propias costumbres celtas.

Los autores latinos y griegos suelen destacar el atraso de todos estos pueblos celtas de la
P.I., pero hay que resaltar que estos buscaron exaltar su barbarie para justificar la
conquista romana de todos ellos. Según Estrabón, galaicos, astures, cántabros y
vascones duermen en el suelo, llevan el pelo largo, realizan sacrificios humanos, beben
cerveza en lugar de vino, guisan con manteca en vez de con aceite y comen pan de bellotas
frente al del trigo. También desconocían la moneda y despeñaban o lapidaban a los
condenados a muerte. Los pueblos que se que se asentaron en la P.I. fueron:

- Los galaicos, que ocupan el noroeste de la Península y viven en castros.


- Los astures, que están en Asturias y parte de las provincias de León y Zamora.
- Los cántabros, asentados en Cantabria y el norte de Burgos y Palencia. o Los
celtíberos en el Valle Medio del Ebro y el Sistema Ibérico (Soria, Guadalajara y
Cuenca y parte de Zaragoza y Teruel). Dentro de los celtíberos los autores nos
hablan de diversos pueblos: lusones,, pelendones, berones, arévacos, belos... Los
más destacados fueron estos últimos por las guerras que llevaron a cabo contra los
romanos (sobresaliendo las ciudades arévacas de Numancia, Tiermes y Usama y los
enclaves belos de Ségeda y Contrebia Belaisca).
- Los vacceos, asentados en la zona de Zamora, León, Palencia y Valladolid y
contando con ciudades como Cauca, fuertemente influidos por la cultura
celtibérica y aliados de estas gentes. Es un pueblo agrario más pacífico que el
celtíbero que muchas veces recibió palizas de Roma por ser el socio débil de este.
- Los vetones en Ávila, Salamanca y Cáceres.
- Los carpetanos en Ciudad Real, Madrid y Toledo, con ciudades como Complutum y
Toletum.
- Los lusitanos entre el Duero y el Bajo Guadiana, con fuertes desigualdades
sociales, practicaban el bandolerismo como principal actividad económica.
- Los célticos en la zona sur portuguesa, muy implicados con los lusitanos.

⮚ Economía.

En cuanto a la economía de todos estos pueblos indoeuropeos debemos señalar que las
fuentes definen la meseta como rocosa y pobre, lo que provoca que cuenten con una base

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económica ganadera de ovejas, caballos, bueyes y cerdos (la representación de estos últimos
destaca en los verracos). Los caballos igualmente se representan en la necrópolis de
Numancia en fíbulas con jinetes a caballo y estandartes con jinetes. Muchos celtas
utilizan el bandolerismo y el mercenariado como formas de vida.

No obstante, tenemos constancia de que los romanos impusieron fuertes tributos a las
poblaciones celtas y que estas fueron capaces de asumirlos, lo que nos lleva a confirmar que
tan pobre no sería la zona central de la P.I. Por ejemplo, Tiberio Graco en el siglo II a.C.
exigió más de 2 millones de sestercios a los celtíberos, al igual que otros generales también
les impusieron pagos de kilos de plata, pudiendo estos hacerles frente con éxito.

Por otra parte, los núcleos de población con hábitat permanente nos hablan de una economía
mixta de agricultura (sobre todo con cebada y leguminosas) y de ganadería. Como
prueba de ello se conservan silos y molinos de piedra para granos entre otros. Los vacceos
por ejemplo se dedicaban fundamentalmente a la actividad cerealista desde una perspectiva
de explotación comunal. No existen pruebas arqueológicas de que estos pueblos cultivaban
vid y olivo de forma generalizada, pero sabemos que cortaban aceite y vino
entendidos como productos de lujo. Sí producían cerveza mediante el calentamiento y
posterior fermentación de la cebada. Las actividades ganaderas, por su parte, son también
muy importantes, quedando esto reflejado en los impuestos que estos pueblos pagaban a
Roma (Numancia en una ocasión tributó 3000 pieles de buey en el siglo II a.C., 900 saga -
mantos de lana- y 800 caballos). También apreciamos ese desarrollo de la ganadería en la
dieta propia de los pueblos celtibéricos, que contaba con una gran cantidad de carne y
leche. Destaca la cría del cerdo, que proporciona carne y grasa para cocinar e iluminar.

Galaicos, astures y cántabros contaban con una agricultura de susbsistencia basada en el


cereal complementada con la ganadería, la recolección de bellota, la caza y la pesca. En los
poblados gallegos han aparecido pesas de redes o grandes concheros que demuestran un
consumo de productos marítimos. Normalmente se cree que las labores agrícolas que se
realizan en los pueblos del norte están lideradas por las mujeres, lo que le da a estas un papel
social muy importante al ser ellas las que desarrollan la base de la economía. Por otra parte,
en la Lusitania encontramos una economía muy próspera, aunque ligada a una desigual
distribución de la propiedad, lo cual da como resultado una gran actuación de bandolerismo
por parte de los lusitanos. El objetivo de los romanos era terminar con este bandidaje,

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propósito que consiguieron donando tierras a la población para asentar a sus gentes y
proporcionarles un sustento fijo que no necesitara de robos.

Entre los productos de artesanía elaborados por todos estos pueblos indoeuropeos
destacan los textiles en lana y la metalurgia del bronce y del hierro en la meseta (cascos
celtibéricos, espadas de antenas atrofiadas, fíbulas braceares en hierro y bronce para
herramientas de labranza y armas…) y del oro en el norte (torque de Burela, de oro
macizo y casi dos kilos de peso). Destacan los ajuares funerarios en cerámica también.

Por último en cuanto a economía, debemos indicar que la moneda comienza a acuñarse en la
Celtiberia por influencia de Roma, autorizando esta a los celtíberos a emitir moneda para
pagarle los impuestos en torno al 170 a.C. Utilizaron para ello patrones de peso
romano.

⮚ Organización social y política.

En relación a la organización social y política de estos pueblos, observamos que


fundamentalmente hay una tradición de carácter gentilicio. Esto significa que la
sociedad estaba estructurada en unidades familiares básicas, aunque luego se agruparán
familias atendiendo a algún antepasado común. Lo que importaba aquí en definitiva era la
relación por lazos de sangre. Hoy día además sabemos que junto a ese sistema social
gentilicio los celtíberos también gozaron de instituciones de carácter político. La
médula de la sociedad era la familia nuclear (padres, hijos y sus descendientes, así
como las esposas y esposos de estos), siendo las mujeres las que por casamiento se
incorporaban a la familia del hombre. No obstante, hay algunas regiones como Cantabria
donde ocurre al contrario: el que se integra es el hombre en la familia de la mujer. Esto
ocurre porque aquí la que controla la agricultura y la propiedad de la tierra es ella, y por ende
su labor social tiene la prioridad absoluta. Cuando muere el padre del núcleo familiar
principal, se constituyen tantas familias nucleares como hijos varones tuviera este. Estos
nuevos grupos mantendrán una serie de vínculos de familia, religiosos e incluso
económicos. Todas estas familias que descienden de un tronco común son conocidas
como gentilitas o cognatio, dándose el caso de que en la primera la propiedad se transmite
por vía masculina y en la segunda por vía femenina. La pertenencia a una determinada
gentilitas suele aparecer en la epigrafía indicando tras los nombres de los familiares un

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genitivo plural que podría asimilarse a nuestro apellido actual. Tenemos constancia de
numerosos nombres de gentilitates, lo cual nos indica que había muchísimos grupos
familiares distintos y que estos no debían ser muy amplios.

Por encima de esta organización gentilicia nos vamos a encontrar a las gentes, que son ya
muestra de una organización política o cívica. Varias gentilitas forman una gens, unidad
organizativa indígena de carácter político que cuenta con una jefatura y con un lugar de
asentamiento central. Los integrantes de la gens viven generalmente en castros (lugares de
población común) o en castella (fortificaciones) en la zona galaica. A partir de los castros se
pueden ya crear comunidades urbanas o no. Si varios castros que tienen una cultura,
antepasados comunes o conciencia de misma pertenencia etnia, se unen forman una civitas,
que viene a ser el embrión de una ciudad-estado, esto es, una entidad de carácter político que
cuenta con jefaturas y asambleas que se reúnen en un castro designado como principal
para dilucidar sobre los temas que incumben a sus ciudadanos. Varias civitatis que
consideran que tienen tradiciones culturales comunes forman un pueblo, como por ejemplo el
de los astures o los cántabros, aunque la gente solía sentirse más identificado con su civitas
que con su pueblo.

La epigrafía y las fuentes escritas de historiadores griegos y romanos nos confirman


la existencia de civitates con un núcleo urbano principal que albergaba edificios
públicos, los cuales constataban la presencia de un senado y de jefes guerreros en las
comunidades indígenas. Estas mismas comunidades establecieron tratados de
hospitalidad entre ellas que hoy día se conservan, sirviendo esto para que tomaran
iniciativa en las guerras con Roma o no. Por tanto, las civitates de la Celtiberia aparecen en
las fuentes como comunidades totalmente independientes unas de otras. Muchas de estas son
anteriores a la presencia de Roma, otras se están formando cuando esta llega a la P.I. En
algunas de estas comunidades aparecen príncipes o caudillos militares que pueden recibir en
las fuentes el nombre de princeps o strategos, aunque desconocemos si estos cargos eran
temporales o vitalicios, hereditarios o electivos (siendo más lógico este último teniendo en
cuenta el gran poder que tenía la Asamblea en el mundo celta). Lo más normal es que en caso
de guerra un jefe militar fuera designado específicamente para guiar la actividad bélica.

Por otro lado encontramos los Consejos o Senados según las fuentes latinas. En la Celtiberia
aparecen formados por ancianos (presbiteroi, maiores...). En ellos participaban las

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cabezas de las principales familias, es decir, los patres familiae, que por lo general eran los
más ancianos (aunque cuando morían eran sustituidos por sus hijos primogénitos). Este
Senado aconseja al jefe militar y a la Asamblea de Guerreros sobre las principales
cuestiones que afectan a la vida de la comunidad, especialmente las relacionadas con la
guerra y con la paz. Pero la función de estos Senados es consultiva: la última decisión
siempre la tiene la Asamblea de guerreros, conformada por todas las personas capaces de
portar armas y defender la ciudad. Igualmente, entre los miembros de estos Consejos se
suele escoger a los delegados que representarán a la civitas y dialogarán con
comunidades vecinas o Roma. Estos notables son los encargados de establecer
relaciones diplomáticas y negociaciones con los gobernadores romanos, y también
Roma los utiliza para transmitir a sus comunidades las órdenes dadas por ella. Tras las
campañas militares, el botín obtenido se reparte entre el general, el Senado y la comunidad
de guerreros, hecho que muestra la gran importancia de estos tres organismos. Como
hemos esbozado antes, las decisiones que tomaban los representantes del Consejo no
tenían ninguna validez mientras no fueran asumidas por el pueblo reunido en asamblea. Esta
situación va a generar conflictos entre los maiores y la iuventus guerrera. Así los
encontramos constatados en la ciudad de Lutia o en Numancia.

Mientras esta no se rebele, Roma deja que la comunidad indígena estipendiaria (la cual le
paga un stipendium o impuesto) continúe con su organización política interna. Por esta razón
las gentes indígenas buscan por lo general pactar con Roma. No obstante, algunas
comunidades se niegan a hacerlo, lo que provoca fuertes conflictos. Por ejemplo, en
Belgeda la población estaba deseosa de entrar en guerra contra Roma. El Consejo se reunió
para decidir si esto iba o no a realizarse, pero estaba indeciso y tardaba mucho, por
lo que la Asamblea reunió leña alrededor del edificio donde se estaba celebrando la
reunión y lo quemó. Esto nos muestra arduas disputas entre los distintos órganos de gobierno
de las comunidades celtibéricas.

De todos modos, según parece deducirse de las mismas fuentes de información, estas formas
tradicionales de autogobierno irán cambiando a lo largo del siglo II a.C. Esos jefes militares
aconsejados por un Consejo van a ser sustituidos progresivamente por magistratus que
serán los que gobiernen las comunidades indígenas, siempre cuidando de rendir cuentas
de su actuación ante el Senado y la Asamblea.

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Por otra parte, esos Senados que un principio tenían solamente unas funciones consultivas se
van a convertir en los auténticos órganos de gobierno. El caudillo militar va a perder buena
parte de sus facultades, entonces.

En Contrebia Belaisca (Controbesia Belaisca II) en el 87 a.C. según nos indica una
tabla de bronce (Botorrita, Zaragoza) se nombra la existencia en la comunidad de un
praetor y cinco magistratus que gobiernan la ciudad y colaboran con el gobernador
provincial romano (este incluso le pide al Senado de Contrebia que medie un pleito judicial
relacionado con una compra de tierras por parte de la ciudad de Salduie).

En cuanto a la sociedad, el estudio de las necrópolis nos permite conocer que esta estaba
jerarquizada, presentando élites guerreras que se entierran con una gran cantidad de ajuar
cerámico y de armas. Estas élites controlan las principales actividades económicas, la
ganadería, las explotaciones mineras si las hay y el comercio con los vecinos. Los
guerreros celtibéricos aparecen representados en estelas (destacan las de Clunia) y en
cerámicas. Las fuentes los describen como hábiles con el manejo del caballo y las armas. Se
sabe también que a veces tropas celtibéricas fueron contratadas como mercenarias por los
cartagineses.

Dentro del área europea encontramos definida una serie de organismos que nos hablan del
hospitium, (hospitalidad) de la clientela y de la devotio.

El hospitium aparece reflejado en numerosas téseras de bronce. Se trata de pactos que


se firman entre comunidades o entre una comunidad y una familia y que se reflejan en
planchas de metal divididas en dos que encajan (cada parte contratante se quedará con una
mitad). Solían tomar el aspecto de animales partidos por la mitad. Los miembros del
hospitium se comprometen a acogerse y protegerse cuando los individuos de una comunidad
pasen por el territorio de la otra, siempre siendo esto un mutuo acuerdo. Los pactos
están escritos en escritura indígena celtibérica, aunque también encontramos algunos en
latín, lo que demuestra que esta institución también existe en el mundo romano. A través del
hospitium, la comunidad nombrará un hospes que se encargará de representarla y mediar en
los conflictos que surjan a partir del contrato.

Las clientelas por su parte consisten en relaciones de dependencia establecidas con los
individuos más importantes de cada comunidad. Determinadas personas de posición

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humilde buscan protección en personajes importantes, convirtiéndose así en sus clientes.
Este tipo de relación se basa en la desigualdad de riqueza. El jefe proporciona
sustento (alimento y vestido) a sus clientes a cambio de su fidelidad militar y política.

Por último, la devotio está constatada en el mundo celtibérico, el lusitano y el ibérico. Es un


sistema de clientelas llevada al último extremo: los devoti llegaban a morir si la persona a
que estaban consagrados morían antes que ellos. Se consagraban a un jefe al que tenían la
obligación de proteger en combate a cambio de que este los protegiera, los mantuviera
y les diera un estátus social superior (los devoti de este modo promocionaban socialmente,
convirtiéndose en compañeros de armas del jefe). Además, los devoti también entregaban
su vida a una divinidad para que esta salvara, si fuera necesario, a su jefe de morir. Estos iban
a la batalla y si el jefe moría podían llegar incluso a suicidarse por no haber sabido protegerlo.

Entre cántabros, astures y galaicos se ha defendido la existencia de un matriarcado. En


estas sociedades se ha dicho que la mujer y sus hermanas controlaban las decisiones
familiares. La mujer cultiva la tierra, dota a sus hermanos cuando van a casarse y se van a
unir a la mujer de otra familia, heredan e incluso acuden a la guerra para animar a sus
maridos. En estas sociedades tiene mucha importancia el tío materno, que actúa muchas
veces como jefe de la familia, aunque sea la mujer la que transmita la herencia. Esto ya
demuestra el paso progresivo de una sociedad matriarcal a otra patriarcal, que será la
que predomine en momentos más recientes. Este paso está relacionado con la
introducción del arado (el hombre al tener más fuerza podía utilizarlo mejor) y con la
participación del varón en las tareas agrícolas. De todos modos, hoy día se cree que las
sociedades celtas del norte peninsular en realidad eran patriarcales, aunque con algunos
rasgos matriarcales.

⮚ Religión.

Por encima de las diferencias existentes en todo el ámbito celta de la P.I


existen rasgos comunes. Todos estos pueblos indoeuropeos presentan un
panteón con dioses que en distintos pueblos tienen los mismos atributos y las
mismas funciones, aunque reciben nombres distintos. Estas divinidades
universales se manifiestan en numerosas divinidades locales. En la
actualidad conocemos más de 300 nombres de dioses indígenas, en su

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mayoría en la Lusitania y el noroeste peninsular, con referencia a
divinidades astrales (ténganse en cuenta las estelas cántabras con
representaciones solares), infernales, de la guerra, de la naturaleza e incluso
relacionadas con la salud.

Entre las divinidades celtibéricas destacan:

- Cosus, dios de la guerra que se puede asimilar al Marte romano. o Una


divinidad acuática vinculada a los ríos llamada Nabia (se hace
referencia a ella en la Fonte do Ídolo en Braga).
- Lugus, asimilado a Mercurio y vinculado al comercio.
- También en todo el mundo indoeuropeo tenemos el culto a las
matres, diosas madres que simbolizan la prosperidad de la tierra, la
fertilidad y la abundancia.
- En la zona de Lusitania destacan Ataecina y Endovelico. La primera es una
diosa protectora de la fertilidad, la salud y la naturaleza, aunque parece ser
que también tiene un carácter infernal porque los romanos la identificaron
con Proserpina, esposa de Plutón, dios del Inframundo. Por su parte,
Endovelico fue también un dios de la salud, protector de los bosques y la
naturaleza. Los romanos lo asimilaron a Esculapio. Tenía un gran santuario
en Portugal, donde se conservan muchas dedicatorias para pedirle salud.
También han llegado a nuestros días muchos epígrafes colocados sobre
altares dedicados a su culto y alguna que otra escultura que lo
representa. En un rito relacionado con Endovelico se practicaba la
incubatio, que consistía en que el fiel enfermo debía pasar la noche en el
templo dedicado al dios tras tomar alguna sustancia psicotrópica.
Después, los sacerdotes le interpretaban los sueños para curarle.

Aunque todos estos ritos religiosos solían darse por lo general en parajes
naturales que destacaban por su especial belleza, como cimas de
montañas, ríos o grutas, también se construyeron templos destinados al culto
a la divinidad. Entre estos últimos destacan:

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- El Santuario de Isis y Serapis de Ampurias (Gerona), donde se han
conservado inscripciones en la roca que hablan de lugares para sacrificar a las
víctimas y quemar las ofrendas. También se han encontrado aquí piletas
en las que introducían a los creyentes como símbolo de resurrección.

- El recinto cultual de Tornadizos, en Ávila, donde se han encontrado verracos.

- Estrabón nos describe la existencia de un santuario lusitano en el cabo de San


Vicente (aquel situado más al sur de toda la Península). Es un hieron
akroterion (cabo sagrado) cuyo templo no contiene imágenes de dioses, sino
piedras en el suelo que eran vueltas del revés por los visitantes en un rito
sagrado. Estos también realizaban libaciones en el lugar.

Por otra parte, los celtíberos contaban con varios de rituales religiosos:

- Danzas sagradas que nos mencionan diferentes autores clásicos, algunas de


ellas dedicadas a la luna.

- Prácticas adivinatorias por parte de los galaicos que analizaban el vuelo de


los pájaros, las vísceras de las víctimas y las llamas del fuego sagrado. Los
vascones según Suetonio también adivinaban mediante un rito que consistía en
arrojar hachas al agua y observarlas tras sacarlas.

- Libaciones y quema de ofrendas.

Las fuentes antiguas nunca hacen referencia a sacerdotes, pero sabemos que en
el mundo celta, fundamentalmente en la Galia, sí que existían, sobre todo en
santuarios dedicados a Endovelico. También participaban en santuarios como
el de Panoias, que era grande y tenía muchas estructuras que mantener.

⮚ Mundo funerario.

En cuanto al mundo funerario, la mayoría de los pueblos de origen celta


practicaban la incineración. Después de esta, los restos del difunto se

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introducían en urnas que se enterraban, se cubrían con túmulo y se señalizaban
con una estela.

Otra práctica atestiguada en vacceos y celtíberos era exponer a los guerreros


muertos a los buitres para que estos transportaran su alma a los cielos.
Esta escena aparece representada en cerámicas lusitanas. Este rito implica la
creencia en una vida después de la muerte, situándose el mundo de ultratumba
en un ámbito celeste. Cuando este ritual se dedica a los guerreros muertos en
combate indica su heroización (así lo atestiguan las esculturas de guerreros
lusitanos con caetra).

En cuanto a los verracos, que representan cerdos y ganado vacuno, todos


machos con órganos sexuales muy marcados, fueron hechos por pueblos
de origen indoeuropeo dedicados a la ganadería. En cuanto a su función, se
distinguen por una parte los verracos hechos entre el siglo IV y I a.C.,
vinculados a santuarios como ofrendas a una divinidad relacionada con la
fertilidad y la protección de la ganadería. Estas funcionan aquí como
esculturas con carácter mágico y religioso. Por otra parte, encontramos
los verracos de época altoimperial, que parece que tuvieron un carácter
funerario. Son más pequeños y aparecen en necrópolis junto a urnas cinerarias.

Poblados y casas.

Los celtíberos viven en castros o castellas situados en altura y dotados


con defensas naturales, aunque también se agruparon en protociudades
(oppida) protegidas con murallas de piedra y torres de madera. Delante de
estas podemos encontrar fosos o estructuras de piedras hincadas en el suelo en
vertical para evitar que la caballería o la infantería atacante se acercase a la
muralla como vemos en el caso de Castro de noseque de Asturias

Las casas son de planta rectangular aunque en Asturias y Cantabria son de


planta circular, adosadas entre sí o con la muralla, con un zócalo de piedra
sobre el que se construyen muros de adobe. Suelen tener dos o tres estancias.

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La primera es un pequeño vestíbulo donde se sitúa el telar (este es el lugar
donde entra más luz del exterior) y la bodega como estancia subterránea.
Después encontramos una habitación central con el hogar (aquí se duerme,
se cocina y se hace la vida de familia). Por último había un almacén en
la parte trasera. Y por último un pequeño jardín para el ganado. Se levantaban
con paredes de adobe (barro y paja). Techo de madera y en algunas ciudades
como Contrebia belaisca (oppida) cuentan con edificios públicos de carácter
político y religioso que eran vistos como grandes edificios.

Entre los galaicos, astures y cántabros, los castros son pequeños poblados
emplazados en zonas altas que cuentan también con estructuras de defensa
militar como murallas, fosos, piedras hincadas, terraplenes… aunque de menor
envergadura que la de las ciudades celtibéricas. Estos pueblos usan la casa de
planta circular hecha en piedra y con techo vegetal (la planta cuadrangular es
introducida en la P.I. de la mano de los fenicios). No cuentan con un
urbanismo ordenado. Destacamos Casto de Viladonga de Lugo. Las
viviendas a veces incorporan hornos exteriores y estructuras para el
ganado. Destacan los castros de Coaña en Asturias y el de Santa Tecla en
Pontevedra.

Los poblados ibéricos también se asientan en …

2. LOS PUEBLOS IBÉRICOS: ORIGEN Y DISTRIBUCIÓN


TERRITORIAL; ORGANIZACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA; ECONÓMICA;
ASPECTOS RELIGIOSOS Y CULTURALES.

Las fuentes griegas y latinas (Avieno, Estrabón) definen como iberos a


unos pueblos que habitaban la franja costera mediterránea de la P.I., aunque se
extendían hasta la península atlántica. Estos autores no diferencian a los iberos
porque todos hablaban una misma lengua, aunque con variantes dialectales
(escritura tartésica, meridional y levantina) y porque su cultura material es
muy homogénea, lo que demuestra que sus niveles de desarrollo técnico y
cultural son muy similares.

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Hoy día por cultura Ibérica se entiende la surgida por el contacto entre
colonizadores fenicios y griegos y los diferentes pueblos que habitaban la
costa mediterránea de la P.I. Esos colonizadores al entrar en contacto con los
indígenas van a desencadenar un procesos de aculturación sobre la población
autóctona, que asumirá aspectos de los colonizadores y los adoptarán a sus
propias costumbres conformando la nueva cultura ibérica. Esta presenta una
serie de rasgos que se repiten en toda la franja comprendida entre Cataluña y
Huelva, aunque algunos van a variar de una zona a otra porque el sustrato
cultural indígena fue diferente en el momento de la colonización. Por tanto
debemos hablar de pueblos ibéricos, no de pueblo ibérico, ya que nunca todos
constituyeron una unidad política organizada. Cronológicamente la cultura
ibérica se desarrolla entre el año 600 a.C. y mediados del siglo I a.C.,
cuando es absorbida por el proceso de romanización.

En cuanto a distribución territorial, diferentes autores latinos dan distintas


ubicaciones para los pueblos ibéricos. Esto de debe a que los límites de esos
pueblos variaron a lo largo del tiempo. Hoy día situamos:

- En la actual Barcelona encontramos a los layetanos, con importantes núcleos


de población en las actuales Bataló o Badalona.

- En Lérida se asentaron los ilergetes, entre los que destacan los caudillos
Indíbil y Mandonio, quienes en un principio combaten con los cartagineses,
luego pasan al bando romano de Publio Cornelio Escipión, y finalmente se
rebelan contra este, siendo asesinados entonces por los romanos.

- En la zona de Castellón y parte de Valencia están los edetanos, con


importantes ciudades como Liria y Arse (posteriormente Saguntum, ciudad que
fue causa de la 2ª guerra púnica en el momento en el que Aníbal la atacó).

- En el sur de Valencia, Alicante y Albacete nos encontramos con los


contestanos. Entre sus poblados están Alpuria e Ilichi, donde apareció la
dama de Elche.

- En Andalucía, Albacete y Ciudad Real se asentaron los oretanos. Entre sus

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poblaciones se encuentran las de Oretum, Castulo, Baecula, Oburco y
Porcuna.

- Los turdetanos habitaron Huelva, Sevilla y Córdoba. En estas zonas era donde
se había desarrollado la cultura tartésica en un mayor grado. Por eso el de los
oretanos es el pueblo más culto de entre los ibéricos. Sobresalen aquí las
ciudades de Urso, Carmo e Ilipa, y Corduba.

- En Sierra Morena encontramos a los túrdulos.

- Los bastetanos, con poblados como Acci, Guadix e incluso Torreparedones,


habitaron Granada, Almería y parte de Jaén y de Córdoba. Su principal ciudad
fue Basti.

- Por último, encontramos a los libio-fenicios o bastulo-fenicios, términos que


hacen referencia a la población colonial fenicia que se asentó en toda la zona
sur peninsular, influyendo notablemente a todas las comunidades indígenas
que vivían en esta zona. Tal sería esta influencia que las culturas de esta zona
terminaron adoptando esos nombres, a pesar de que la mayoría de la
población era indígena.

Organización política y social.

Desde el siglo VI a.C. en el mundo ibérico se indica un proceso de


concentración de la población en oppida, núcleos dirigidos por grupos
aristocráticos que controlan buena parte de la propiedad (tierras). Los más
importantes o fuertes van a tender a consolidarse como estados,
anexionándose núcleos de población menores y expandiéndose
territorialmente, aunque este proceso va a interrumpirse con la legada de
Roma. Las élites sociales residirían en el oppidum principal y recibirían un
tributo de parte de la población sometida a ellos. En este oppidum principal se
concentraría una parte importante de las actividades artesanales (cuyos
productos son comprados por las clases más ricas).

Las fuentes nos dicen que estas comunidades podían estar gobernadas o

15
por monarcas (regulos o reguli) o por consejos aristocráticos. Conocemos los
nombres de algunos de estos regulos: Orisos controlaba 12 ciudades; Culchas
en el 206 a.C. controlaba 28 oppida, aunque en el 127 a.C. solo aparece
controlando 17. El por qué de esto descenso puede deberse a que algunos
estados pudieron independizarse o a que Culchas fue castigado por Roma por
aliarse con los cartagineses y algunos estados le fueron arrebatados. También
sobresale Corribilo, regulo de Licabrum.

La ciudad de Sagunto por ejemplo contaba con un consejo de notables


que gobernaba la ciudad y que nombraba a un magistrado con poder político y
militar, el praetor. Cuando Aníbal impone su poder en Sagunto, quien toma la
decisión de resistir es el senado, no la asamblea como ocurría con el mundo
celtibérico. En la zona catalano levantina también existían senados.

Sabemos que Gadir en el año 206 a.C. contaba con magistrados que recibían el
nombre de sufetes y también con un tesorero que controlaba la economía.
Con ello constatamos que copió las instituciones de gobierno cartaginesas.

Como ocurrió en el mundo celta, vemos que los senados de estas


ciudades ibéricas van a convertirse en los principales órganos de gobierno. Los
jefes únicos serán sustituidos por colectivos de magistrados que conforman
senados donde estaban representadas las principales familias de la
comunidad. Incluso las fuentes nos hablan de los principes civitatum.
Deducimos entonces que en las ciudades indígenas existen unos senados
locales y que el término princeps define a los miembros de las familias más
prestigiosas dentro de cada ciudad. Estos principes eran los que tenían
más prestigio y más capacidad de influencia dentro del senado local.

Las élites controlaban la economía, se dedicaban a la defensa de la comunidad


y contaban con pequeños séquitos o guardias personales vinculados a ellos
mediante la devotio. Esos guerreros devoti pasaban a servir con perpetuidad a
su jefe y debían dar incluso su vida por él cuando fuera necesario. El jefe
a cambio les proporcionaba sustento.

Alguno de estos principes de las comunidades ibéricas van a recibir un

16
culto heroico después de su muerte, como parece deducirse de algunos grupos
escultóricos de ciertas necrópolis. Destaca el altar del Cerrillo Blanco de
Porcuna, un conjunto escultórico que hace referencia a un héroe que lucha
con una serie de fieras y animales mitológicos y que dirige a su comunidad
a la guerra. También destaca el complejo funerario heroico del Pajarillo en
Huelma, Jaén. En Azaila, Teruel, en un pequeño templo dentro de la ciudad,
encontramos de igual manera un conjunto escultórico en bronce donde se
representa a un caudillo local con su caballo siendo coronado por una Niké
(este santuario ya es urbano, no funerario).

Por debajo de estos principes existe una clase media de propietarios


conformada por artesanos y comerciantes. Estos aparecen en las necrópolis
con un ajuar compuesto por armas y cerámicas. Además de encontrarse
monedas de obkuco con arado en algunas localizaciones.

En un escalón inferior encontramos grupos inferiores con tumbas sin


ajuar. También debemos tener en cuenta que había gente que no podía
siquiera pagar su funeral y que forma parte de las llamadas “poblaciones
silenciosas” de las que no nos queda apenas constancia.

En época ibérica también existían comunidades en estado de servidumbre


comunitaria. Sus miembros no eran esclavos de un particular, sino de otra
comunidad a la que tenían que entregar una parte importante de lo que
produjeran. Se denominaban oppidanorum servi.

Conservamos una famosa inscripción epigráfica de excepcional valor


documental, el Decreto de L. Emilio Paulo sobre la Turris Lascutana, fechado a
principios del siglo II a.C., cuando la conquista romana estaba todavía
reciente. En él se recoge la orden de que los lazos de servidumbre que
unían a los lascutanos con los astienses (habitantes de Asta Regia -
Cádiz-) desaparezcan en virtud del nuevo poder romano instaurado tras la
Segunda Guerra Púnica.

Pero en la sociedad ibérica también existieron esclavos privados. Por ejemplo,


el general cartaginés Absdrúbal fue asesinado por un esclavo privado. Además,

17
sabemos que tras la captura de Sagunto por los cartagineses su población fue
entregada como esclava a los soldados que habían participado en la conquista.

⮚ Economía.

La base de la riqueza se encuentra en la tierra (agricultura, ganadería,


minería...).

Las actividades agrícolas se detectan en los pueblos ibéricos gracias a los


aperos de labranza (como hoces o arados) hallados en las excavaciones.
Además, hay escenas que reflejan su uso en cerámicas y monedas.
Principalmente se cultivaba la trilogía mediterránea. También se han hallado
útiles de pesca como anzuelos o arpones. En poblados como el de Cerro de las
Cabezas han aparecido almacenes para productos agrícolas, fundamentalmente
cereales.

En cuanto a ganadería, hay textos que nos hablan de la riqueza ganadera de la


P.I. Incluso Hércules tuvo que viajar a Hispania para realizar uno de sus 12
trabajos: robar el ganado de Gerión. Además se han recuperado muchos
animales en bronce de esta época, bocados de caballo, etc.

Por otro lado, los ibéricos llevaban a cabo actividades cinegéticas, tal y
como atestiguan algunas escenas en cerámicas.

Por último, debemos decir que la P.I. es muy rica en yacimientos metalíferos.
Encontramos plata en Río Tinto y en Sierra Morena y hierro en Almedinilla,
Munigua y Málaga.

⮚ Cultura material.

La cerámica ibérica de bandas se extiende por todo el sur peninsular, mientras


que la figura animal o humana solo aparece en el levante peninsular, en la
cerámica de pasta anaranjada. En ambas hay influjos orientales. Los tipos más
comunes son ánforas y recipientes de cereal. Hemos constatado hornos
cerámicos en Tarragona y Santiponce (Sevilla). En Cerro de las Cabezas

18
(Valdepeñas, Ciudad Real) se reconstruyó una casa de alfarero aparecida
durante la excavación.

La actividad textil se desarrolla en el núcleo familiar. Se sabe porque se


han encontrado fusayolas y pesas de telar en las viviendas.

En la zona de levante se trabajó mucho el esparto y otras fibras vegetales para


ropas sobre todo. También usaban lana debido a la cría de ovejas.

Las necrópolis nos permiten conocer el armamento que los ibéricos usaban. La
falárica es un arma arrojadiza con punta de hierro y mango de madera muy
común. También abundan cascos ibéricos (alargados -scutum- y circulares) y
falcatas (espada corta y curva). Hemos hallado igualmente soliferrum, otro
tipo de arma arrojadiza.

⮚ Comercio y moneda.

Estos pueblos ibéricos van a acuñar moneda por influencia de los


colonizadores. En primer lugar acuñan las colonias como Emporion o
Gadir. Pero rápidamente las comunidades indígenas van también a acuñar
moneda. Entre estas destacan Arse, Obulco y Castulo. En ellas aparecen
alfabetos ibéricos primero y latinos después.

⮚ Urbanismo.

Los poblados ibéricos se sitúan en lugares altos de fácil defensa y en zonas


aptas para la agricultura. Tienen murallas de amplio grosor, y a veces usan
grandes bloques de piedra sin armazón como protección. Así lo vemos en la
ciudad ibérica de Puente Tablas en Jaén con una muralla magnífica y torreones
que avanzan que indican la presencia de un poder político y militar que se
puede defender ante futuras invasiones, además de que había comunicación
visual entre ciudades o en la de Ullastre.

Estos poblados no suelen ser muy grandes. Están en lugares estratégicos como
cruces de caminos. Normalmente existe un oppidum principal que controla a

19
otros más pequeños. Emplean el OBULCO. Las casas se alinean en calles o
callejas donde pasaba el agua cuando llueve. Se alzaban sobre puntos
elevados y estratégicos para controlar las vías de comunicación, y debían estar
enlazadas visualmente unas con otras para transmitir mensajes de forma rápida
y eficaz.

Las casas se alinean a lo largo de callejuelas irregulares (su trazado lo marca el


camino que sigue el agua de lluvia cuando cae). Por tanto, no hay un urbanismo
definido. Poco a poco estos poblados se van a ir dotando de calzadas y
de una estructura urbanística más regular gracias al contacto con romanos y
fenicios.

Sobre algunos de estos recintos ibéricos hay mucho debate. Las


fuentes nos mencionan las Torres de Aníbal, en Priego de Córdoba,
aunque su origen aún es una incógnita. Se trata de dos torres, la del
Peñón del Águila y la de Hambrona, de base rectangular y construidas
con un aparejo poco trabajado, que se edificaron entre el s.V y plena
época romana, formando parte de las célebres "Torres de Anibal"
(General Cartaginés), también conocidas como "Torres de la Bética"
(nombre que recibió Andalucía bajo la dominación romana). Lo más
probable es que fueran levantadas por los íberos, aunque pudieron ser
reutilizadas, restauradas o construidas de nueva planta por cartagineses
y romanos en el transcurso de la II Guerra Púnica, o en el
enfrentamiento que mantuvieron en la Bética los partidarios de César y
Pompeyo.

Las plantas de las casas son cuadrangulares. Estas cuentan con un patio y tres
habitaciones: una para el telar, otra para la vivienda y por último otra para el
almacén. Estas construcciones para el hábitat presentan zócalo de piedra y
paredes de adobe o tapial. De pequeño tamaño (Vivir en Madrid o Barcelona
be like). Las techumbres son planas o ligeramente inclinadas, de cobertura
vegetal y madera, muro de adobe. Las viviendas raramente sobrepasan los
30 m2, lo que nos indica que son unifamiliares. Los suelos suelen ser de
piedra aprisionado y los techos con vigas de madera y cubierta vegetal. Las

20
pieles de animales se usaban como contenedores de líquidos.

Por otra parte, observamos en las ciudades ibéricas la existencia de una


arquitectura pública como podemos ver en el Templo ibérico de la Alcudia en
Elche. Lo que diferencia al poblado de la ciudad es que en esta última existen
edificios monumentales de culto como templos y residencias regias o regulos.
En las sociedades ibéricas existe un poder perfectamente jerarquizado que se
deja notar en los sistemas de defensa como las murallas. Las residencias de
los gobernantes son difícil de detectar arqueológicamente (siguen una
construcción pobre, pero albergan ajuares ricos).

También encontramos santuarios. Hay templos como el de Alcudia en


Elche. Plinio nos dice que en Saguntum había un templo dedicado a Diana. Se
han encontrado palacios pero que hay debates sobre si es palacio o santuario

Un ejemplo de arquitectura palacial ibérica, aunque hay diversas


interpretaciones sobre él, es Cancho Roano (Zalamea de la Serena,
Badajoz) que es un edificio de planta cuadrada con unos salientes laterales, está
situado sobre una terraza. Es una construcción de base ibéroca que se
desarrolla cronológicamente en época ibérica entre los siglos VI y IV a.C, al
menos al principio se creía que era tartésica pero ahora se cree que es ibérico.
Desapareció con un incendió intencionado (hecatombe). Se quemó con todo
el material dentro (aunque una habitación apareció vacía). Las
habitaciones se tapiaron y luego se quemaron. En Cancho Roano aparecen
pesas de telar, joyas, instrumentos para la fundición de metales,
armamento, aparejos de caballos y carros, altar de sacrificios... Por todo esto,
en un principio se interpretó como una residencia regia, esto es, como un
palacio de un jefe con poderes políticos y religiosos. No obstante, después
se planteó la posibilidad de que fuera un santuario que también tendría control
económico sobre la zona, también poder político y religioso.

Había una habitación central, un comedor en la zona derecha que había cosas
de marfil, muebles, revestido, fíbulas por lo que se cree que esa zona era
residencial y en la izquierda era la de almacenes donde ha aparecidos ánforas,
recipientes para cereal, y 32 moleras de grano, por lo que quien viviera aquí

21
tiene un control político y económico, además de encontrarse pesas, en la
habitación central aparecía un supuesto altar en forma de pie de toro donde se
sostenía una habitación superior en por lo que el espacio sagrado pasó a estar
en una zona más elevada, por las diferentes zonas del palacio se encontraron
elementos de guerrero, arneses de caballos y de carro, dos crisoles para fundir
metal, por lo que hay una serie de elementos que nos muestra ese control
político. Hoy día se tiende a pensar que nos encontramos ante residencias
rurales de linajes aristocráticos o como un santuario, aunque resida quien resida
en esta palacio controlaba bastante toda esta zona como la producción agrícola
y también poseía un estatus de rey. Dentro aparecieron cadáveres de seis
mujeres y un hombre. La única habitación que se vació fue la central.

Religión.

La religión ibérica es a día de hoy una incógnita, pues tenemos mucho material
arqueológico que hace referencia a ella, pero pocas obras literarias que nos
ayuden a su comprensión sobre todo de dioses y santuarios. Sabemos de la
existencia de un dios bastetano llamado Netón adorado en la ciudad de Acci. Se
testimonia el culto a una diosa madre, señora de la vida, la muerte y la
fecundidad. Representaciones de ella se piensa que pudieron ser las damas de
Baza o Elche (otros opinan que estas encarnan a sacerdotisas o mujeres de la
élite local). Son contenedores de cenizas como la de elche que tiene detrás un
hueco y la de Baza detrás en la silla. La dama de Baza tiene un pajarito en la
mano, animal que en la religión ibérica se consideraba una Epifanía de la
divinidad.

También se han encontrado representaciones de diosas curotrofas que


amamantan a niños. Son diosas de la fecundidad o relacionadas con la infancia.
También aparecen junto a pájaros, animales rampantes, flores y músicos
que simbolizan una ceremonia o ritual. Estas diosas madres aparecen en todo
el mundo mediterráneo, no solo en la P.I. Fueron asimiladas rápidamente

22
por los colonizadores, como la Tarté fenicia o la Ártemis griega.

Todas estas divinidades femeninas tienen una pareja masculina simbolizada en


la vegetación que anualmente muere y resucita. En Hispania este dios
aparece acompañado de animales rampantes. Es el despotes hippon, que está
representado en numerosos relieves controlando a los caballos sujetándole los
belfos.

También el toro se asocia a los santuarios. A veces sus estatuas llevan


signos astrales en la frente. No hay documentos escritos que lo vinculen a ritos
concretos. Hay quien dice, por paralelos en el mundo hitita, que era un dios de
la tormenta. Otros lo relacionan con la virilidad, la fecundidad y el mundo
funerario. Hay santuarios dedicados al toro en Teruel y Castulo.

También se han encontrado cuevas-santuario en las que se nos han conservado


ofrendas (estatuillas de oferentes, vasos cerámicos, restos de comidas
rituales o sacrificios, etc).

Otro lugar de culto está en las montañas, junto a bosques y manantiales, lugares
sagrados de especial belleza donde se producen epifanías. Destacan aquí el
santuario del Cigarralejo en Murcia, donde se han encontrado muchas
figurillas de équidos. Quizá aquí se adoraba a una divinidad protectora de los
caballos.

Otras veces se construyen santuarios. El más conocido de la provincia es el de


Torreparedones, un santuario extramuros de un poblado ibérico. Cuenta con
una gran cella abierta a un patio donde se da culto a una divinidad anicónica
simbolizada con una columna. Esta es de origen cartaginés y fue identificada
en época romana con Juno, la diosa del matrimonio, protectora de las
embarazadas y los partos. Abundan los exvotos de mujeres embarazadas, los
cuales han aparecido en una fosa que daba entrada al templo. Por esto
aventuramos que aquí se rendiría culto a una divinidad vinculada a la
protección de las mujeres. Además, el santuario estaba muy cercano a un
manantial de agua salutíferas. Aquí cerca aparecido un epígrafe dedicado a
Salus. Por tanto se debió dar culto también a una divinidad senadora.

23
Relacionada con ella se han hallado exvotos de pies.

⮚ Ritos funerarios.

La existencia de ritos funerarios en las sociedades ibéricas nos indica la


creencia de estas gentes en la vida después de la muerte. Son frecuentes
incluso las tumbas cenotáficas, lo cual indica que hacen rituales a la divinidad
aunque el cadáver hubiera desaparecido.

Existen muchas necrópolis, entre las que destaca la de Baza. En ellas


observamos el ritual de la cremación. También tenemos testimonios de
algunos funerales, como los de Viriato. Los difuntos eran preparados para
el funeral (se lavaban y vestían) y se quemaban en una pira junto con su
ajuar. La pira puede colocarse en la propia tumba o en quemaderos colectivos
o ustrina. Cuando se apagaba el fuego se recogían los restos de metal del ajuar
que no se habían quemado y se depositaban en una urna. A su vez, las cenizas
del difunto se recogían y se colocaban a los pies de la tumba. Después debía
celebrarse un banquete fúnebre (aparecen platos rotos sobre la capa de
arcilla que recubría la tumba). Por último, la tumba se sellaba con un túmulo.

Sabemos que a veces los iberos practicaban danzas rituales y combates


de gladiadores en honor al difunto. Algunos difuntos pudieron ser
heroizados, como demuestran algunos grupos escultóricos (como por
ejemplo el del Cerrillo Blanco de Porcuna).

La Arqueología de la Muerte ha fijado una jerarquía social a partir de la


tipología de las tumba:

1. En la cima de la pirámide social ibérica se encontraban los regulos o


aristócratas se pueden enterrar en tumbas de tolla o monumentos
turriformes con decoración escultórica o relieves como leones que protegen al
difunto (destaca el de Pozo Moro).

2. Por debajo encontramos individuos también de alto rango pero menor que
los anteriores que se enterraban en sepulturas con estelas (con muestras de

24
alfabeto ibérico) coronadas con leones o en tumbas de planta rectangular de
grandes dimensiones como la de la Dama de Baza, con techumbre de madera y
túmulo de tierra.

3. Las tumbas más frecuentes son las pertenecientes a individuos de


tercer rango. Son fosas donde se depositan las cenizas, un cuenco con los
huesos y algún vaso para ofrendas. Algunas pueden contener importantes
ajuares, otras pueden ni siquiera presentarlo.

3. LA PRESENCIA PÚNICA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: LA


POLÍTICA DE LOS BÁRQUIDAS.

Las ciudades de Fenicia van a expandirse por todo el Mediterráneo desde el año
1.000 a.C. La principal metrópoli será Tiro, aunque Sidón también tendrá
mucha relevancia.

En el siglo IX a.C. ya encontramos relaciones de fenicios con Anatolia y


Chipre y comercio en el Egeo. A inicios del VIII a.C. están ya asentados en
Cerdeña, Sicilia y en el norte de África, en Cartago, en concreto según las
fuentes desde el 814 a.C. Esta será la principal colonia fenicia, que se
convertirá en potencia hegemónica cuando las metrópolis fenicias entren en
crisis.

También desde este siglo los encontramos asentados en la Península


Ibérica. Aquí van a fundar ciudades como Gadir o Malaca, centros neurálgicos
de toda una red de factorías comerciales en la costa andaluza que usaban para
comerciar con todos los pueblos del interior peninsular. Los fenicios llegan a
la P.I. en búsqueda de metales como plata o estaño, y para conseguirlos deben
comerciar con los iberos intercambiándolos con productos que ellos tienen
(cerámicas, marfiles). Pero debemos tener claro que su primer objetivo al
llegar a la P.I. no es comerciar. En Gadir hay un gran santuario
dedicado a Melquart, un dios semita, al que los comerciantes fenicios cuando
llegan le hacen ofrendas y donde se acumula información acerca de la
actividad comercial.

25
Estos enclaves dependían de las ciudades de Fenicia, de donde se conseguían
las materias primas para comerciar. Pero los neosirios van a ocupar Sidón en el
677 a.C. y posteriormente Tiro va a caer en manos de los babilónicos en el 672
a.C. Los fenicios tras estos eventos entran en crisis y dejan de dirigir las
colonias que tenían en el Mediterráneo. Cuando las metrópolis son
conquistadas por estos imperios, las factorías quedan independientes y sin
tutela. Pero en sustitución del liderazgo de las ciudades de Fenicia va a surgir
Cartago, que va a asumir la dirección de las factorías fenicias del
Mediterráneo. También debemos recalcar que el que poderes mesopotámicos
ocupen Tiro y Sidón va a hacer que determinados grupos semitas, antes de
caer en su poder, marchen a las colonias. Con lo cual esto va a hacer que
aumente la población en las colonias y factorías fenicias, que se esforzarán
todavía más por cultivar las tierras que hay en torno a su territorio (ya no hay
solo expansión comercial, sino también agrícola).

En la P.I. los fenicios van a aparecer comerciando desde el siglo X a.C. Esta es
una etapa precolonial donde se observan viajes esporádicos con fines
comerciales. A partir del siglo VIII a.C. ya se van a crear asentamientos
estables cercanos a las zonas donde podían obtener los fenicios plata o estaño.
El más importante es Gadir, pero también sobresalen Toscanos en Málaga,
Malaca, Sexi en Almuñécar, Villaricos en Almería o Aljarque en Huelva.
Con la colonización fenicia se introducen en la P.I. nuevos cultivos como el
olivo y la vid, nuevos animales como la gallina, el alfabeto fenicio del que
derivan las lenguas ibericas, el torno en el trabajo del alfarero, el trabajo del
marfil y el bronce y el desarrollo del urbanismo. También incorporar nuevos
cultos hacia nuevas divinidades como Melquart y las diosas madres como
Astarté.

❖ La presencia griega en la Península Ibérica.

Los contactos de los griegos con la P.I. son muy antiguos. En algunos
yacimientos se han encontrado restos de cerámica micénica (s. XIII o XIV
a.C.)., aunque no sabemos si esta llega de forma directa o indirecta. Hay
relatos que nos hablan de los nostoi, los príncipes aqueos que tras la caída de

26
Troya vuelven a su tierra, como Ulises, que puede ser que pasara por la P.I.

Los rodios pudieron llegar a la P.I. en el siglo VIII a.C. para fundar Rhode
(Rosas) en Cataluña según nos cuenta Estrabón. Pero no hay ningún
testimonio que lo confirme. Esta ciudad no ha dado material más antiguo al
sigo V a.C., con lo cual hay que descartar esta posibilidad.

Desde finales del siglo VIII a.C. ya debieron existir contactos comerciales
directos entre griegos y gentes peninsulares (Heródoto dice que Samos
comerció con la P.I. en esta fecha).

Igualmente, a finales del VII o inicios del VI a.C. llegaron los foceos, que
incluso conocieron a Argantonio, tirano de tartessos. Los foceos, que se
expanden por el Mediterráneo occidental, van a fundar Massalia en el 600
a.C. Y poco tiempo después los massaliotas van a fundar Emporión en el
Golfo de de Rosas. La idea de estos es comerciar en busca de metales.
Por un lado estaban interesados en la plata de la P.I, pero también desde
Massalia en la costa mediterránea de Francia buscaban el estaño de las
Casitérides (¿Islas Británicas? ¿Bretaña francesa?). Aquí se producía
estaño, fundamental para los talleres broncistas tanto griegos como fenicios.
En su trayectoria comercial este bajaba por la Ruta de la Plata hasta Andalucía,
donde los tartessos lo vendían a los fenicios. También existió una ruta
marítima que partía de Gadir y bordeaba la costa atlántica en dirección a las
Casitérides.

Las fuentes griegas (Estrabón y fundamentalmente Avieno) hablan de ciudades


en la P.I. con nombre griego como Mainake (Málaga) o Hemeroskopion
(en la costa levantina), pero debemos tener en cuenta que estas no son
colonias griegas, sino ciudades que ya existían en la P.I. y que
recibieron esos nombres por parte de los griegos.

Pese a que desde la segunda mitad del siglo VI a.C. los cartagineses van a
intentar evitar el comercio de los griegos con los pueblos del sur
peninsular, este siguió desarrollándose. Los púnicos buscaban monopolizar el
comercio en determinadas zonas del Mediterráneo. En torno a los años 540-

27
535 a.C. se dio la batalla de Alalia (ciudad focense de Córcega), en la que
foceos y griegos se enfrentaron. Los griegos ganan pero en una victoria griego
va a seguir desarrollándose desde Massalia, Ampurias y Rosas, e incluso
encontramos gran abundancia de material cerámico griego en el sur peninsular,
el cual trajeron mediante empresas comerciales mixtas. Los griegos también
comerciaron por el Guadalquivir.

❖ La presencia púnica o cartaginesa en la Península Ibérica.

Según un texto de Justino, los cartagineses vinieron a Gadir en el siglo VI a.C.


para ayudar a sus hermanos de sangre que estaban siendo atacados por los
pueblos vecinos. Estos terminaron por hacerse con el dominio de la Península.
Prueba de este sería la batalla de Alalia o uno de los tratados romano-
cartagineses del año 509 a.C. que prohibía a los romanos y sus aliados
comerciar al oeste de Sicilia.

Desde el siglo VI y especialmente V a.C. Cartago va a revitalizar con


nuevos colonos los antiguos asentamientos fenicios que se encontraban en
decadencia en la P.I. Se ha hallado material púnico de esta fecha. La presencia
de Cartago en la P.I. les va a hacer recuperar el control del comercio del
estaño, que se vio muy afectado desde la fundación de Massalia.
Probablemente Gadir debió pedir ayuda a Cartago para restablecer el
comercio del estaño.

Cuando Cartago controle las ciudades semitas de la P.I. reorganizará el sistema


económico y planeará dos viajes:

- El de Hannón, a finales del siglo VI a.C., que va a bordear la costa africana


buscando establecer factorías y colonias para controlar el oro que llegaba
desde le interior de África y para explotar los recursos pesqueros del
Atlántico estableciendo salazones y factorías de pescado.

- El de Himilcón, a inicios del siglo V a.C., que tenía como objetivo establecer
asentamientos púnicos en la costa atlántica y reactivar el comercio del estaño
con el sur peninsular. Son numerosos los asentamientos púnicos en la costa

28
portuguesa. Poco después de este segundo periplo se detecta que los talleres de
bronce de Cartago experimentan un gran auge, al mismo tiempo que se detecta
en el siglo V a.C. una crisis económica en Massalia.

Independientemente de los objetivos de estas navegaciones, su desarrollo nos


muestra que Cartago ha asumido la dirección de todas las factorías de
Occidente que antes eran fenicias. Incluso van a establecer nuevos
asentamientos como Carteia en Algeciras.

Los púnicos van a controlar la explotación de las minas de la P.I. antes


de la Primera Guerra Púnica. También controlarán el metal que se produce
en las mismas (pudiendo ser explotadas por indígenas).

El momento en que comienza a producirse una ocupación militar cartaginesa en


la costa peninsular con el objetivo de conseguir los púnicos el comercio con los
indígenas se fecha en el siglo V o IV a.C. Existe un debate en torno a esta
cronología:

Gregorio de Frutos cree que se produjo en el siglo V a.C., argumentando una


serie de destrucciones de oppida ibéricos que se fija en esta fecha (como la de
la necrópolis del Cerrillo Blanco de Porcuna). Pero lo cierto es que estas
destrucciones pudieron ser producidas no por los cartagineses, sino por
ataques de los pueblos del interior de la Península e incluso por propias
revueltas internas. No obstante, estas hipótesis no son demasiado sensatas,
puesto que realmente eran los cartagineses los únicos que poseían los
medios adecuados para destruir las fuertes murallas ibéricas. Además estos
tenían una causa por la que atacar: los cartagineses querían controlar a la élite
ibérica para evitar que esta vendiera los metales a los griegos en lugar de a
ellos. Gregorio de Frutos piensa que los púnicos ya estarían bien
asentados en las costas andaluzas en el siglo V a.C. y desde allí controlarían el
interior de la Península, por medio de alianzas con los indígenas o
mediante la guerra.

▪ Bendala, por el contrario, considera que la presencia de ejércitos púnicos en


la Península Ibérica ya se daba desde finales del siglo IV a.C. De todas formas

29
su teoría es igualmente válida a día de hoy para un siglo u otro.

Prueba de la existencia de un dominio temprano del sur de la P.I. la tenemos en


la facilidad con la que los Bárquidas controlaron Andalucía después de
desembarcar en ella en el 237 a.C.: Amilcar llegará pronto y sin mucho
esfuerzo al Alto Valle del Guadalquivir. Esto sugiere que hubo alianzas
entre comunidades indígenas y púnicos, las cuales propiciaron que ambos
se apoyaran en la guerra contra Roma. Además, también Aníbal nada más
hacerse con el poder llegará a la mitad de la P.I. Eso quiere decir que ya
contaba con fortalezas poderosas en la zona en esta época.

Por otro lado el comercio cartaginés supone una ruptura con la fase anterior de
época fenicia y griega, puesto que hasta el siglo VI estas gentes
comerciaban en las mismas zonas de la P.I. Los púnicos van a intentar
monopolizar toda la actividad comercial, abriendo nuevos caminos de
comercio. Aparte de los productos típicos del mundo fenicio, los cartagineses
van a traer otros elementos, como navajas de afeitar, huevos de avestruz llenos
de ocre que se usan en enterramientos, amuletos de pasta vítrea y hueso que
representan a dioses egipcios como Osiris y Horus, sarcófagos
antropomorfos, puntas de flecha de pedúnculo y aleta…

Cartago también va a impulsar actividades económicas como la pesca y


la salazón. En agricultura va a aportar los sistemas de regadío y el
almacenamiento de agua en cisternas (en este aspecto destacan los Saserna,
que forman parte de un tratado de agricultura púnico que nos informa de
estos eventos). Los púnicos desarrollaron el cultivo de la vid y el olivo e
introdujeron nuevos árboles frutales como el granado.

❖ La política de los Bárquidas.

Cartago tras la Primera Guerra Púnica contra Roma (264-241 a.C.) había
perdido el control sobre Sicilia y sobre Cerdeña y por tanto necesitaba otros
territorios que le permitiesen paliar la pérdida y obtener nuevos recursos
económicos para recuperarse y para asumir los gastos de las grandes
indemnizaciones de guerra que le exigía Roma.

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La pérdida de los circuitos comerciales del Mediterráneo occidental solo podía
ser compensada con la creación de un imperio de bases comerciales y
territoriales en el norte de África y la P.I. Cartago en este momento
establecerá contactos con Gadir, Ebusus y Malaca para ello.

Según el tratado romano-cartaginés del 348 a.C. todo el sur de la P.I.


hasta Cartagena quedaba reservado para Cartago. De la zona levantino-
catalana no se indicaba nada que prohibiese a los púnicos controlarla.
Todo el territorio del sur peninsular ofrecía grandes ventajas para los
púnicos: 1) estaba lejos de los dominios romanos, por lo que no habría
competencia ni roces entre ambos pueblos; 2) el sur peninsular era muy rico
tanto a nivel agrícola como a nivel minero; 3) los cartagineses ya habían tenido
contactos previos con estas tierras; 4) la fragmentación y la debilidad política
de las comunidades indígenas permitió la expansión cartaginesa.

En la P.I. los cartagineses fundarán nuevos núcleos: Cartago para


afianzar su control sobre el Valle del Guadalquivir, Ákra Leuké en los
alrededores de Cástulo, cerca de donde morirá Amílcar en el sitio de una
ciudad indígena que las fuentes mencionan como Heliké, que hoy día se sitúa
entre las provincias de Jaén y Albacete.

Aprovechando los valles fluviales de la P.I., los cartagineses comerciaron


usaron vías como la del río Almazora en Almería. Este comercio
perjudicó al comercio massaliota. Los massaliotas entonces piden ayuda a
Roma. No obstante, esta decide que nada contradice los pactos entre
griegos y cartagineses y se decanta por no iniciar ningún conflicto. Pero
pronto encontrará otro motivo por el que dar inicio al enfrentamiento.

Cuando Amílcar muere en el 229 a.C. lo sucede su yerno Asdrúbal. Este


va a combinar la política de fuerza con otra de diplomacia, pues se casó con
una princesa ibérica. En 227 a. C., cerca de la antigua población ibérica de
Mastia, fundó la importante ciudad y base naval de Qart Hadasht, que los
romanos llamarían posteriormente Carthago Nova, la actual Cartagena, en el
levante peninsular. En esta ciudad explotaban minas de plata y desde ella se
podía entrar rápidamente en contacto con Cartago.

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En 226 a. C., ante la continua expansión del poderío púnico en Iberia,
dos importantes ciudades bajo la influencia griegas, Ampurias y Sagunto,
recurrieron a Roma, la cual, temerosa de esta expansión, trató de
delimitar el área de influencia púnica. El acuerdo, comúnmente denominado
Tratado del Ebro, limitaba la esfera de influencia púnica al Sur del río Iberus,
el río Ebro en la actualidad. Asdrúbal hubo de aceptar el acuerdo, debido a
que el dominio púnico no estaba aún lo suficientemente establecido como para
hacer peligrar la expansión púnica en un prematuro conflicto. Roma no
quería que los cartagineses accedieran al Ebro para que no se pusieran en
contacto con los celtas de la Galia y tuvieran la tentación de pactar una
colación para atacar Roma. Los romanos, para evitar estos problemas,
dejan la cuña de Cataluña vetada para los púnicos.

4. LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA.

En el 221 a.C. tras el asesinato de Asdrúbal por un esclavo, Aníbal, hijo de


Amílcar, va a asumir la jefatura del ejército cartaginés. Este realiza una
expedición por Lusitania y la Meseta que le lleva hasta Salamanca para
obtener mercenarios y botín. A su vuelta ataca la ciudad ibérica de
Saguntum, la antigua Arse. Esta era una ciudad que tradicionalmente
había mantenido buenas relaciones con los griegos y que con la
presencia púnica en un principio sus líderes quedarán divididos en dos
facciones, una pro-romana y otra pro-cartaginesa. La primera apoyada por
Roma liquidó a sus rivales. Pero los pueblos vecinos apoyaban a los
cartagineses, con lo cual se generan enfrentamientos que justificaron que
Aníbal terminara por atacar Saguntum.

A finales del 219 a.C. Roma envió a Cartago Nova una embajada para recordar
a Aníbal que debía respetar el Tratado del Ebro y no actuar contra los
saguntinos, argumentando que Sagunto estaba protegida por Roma. Aníbal no
hizo caso alegando que Sagunto molestaba a los pueblos vecinos que eran
aliados de Cartago y que la obligación de esta era defender a sus gentes.
Cartago entonces somete a Sagunto a un asedio durante ocho meses.
Sorprendentemente, Roma no ayuda en nada a Saguntum en esos ocho

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meses, y espera hasta la caída de la ciudad para enviar una nueva
embajada a Cartago exigiendo la entrega de los responsables de la caída de
Saguntum. Amenaza con que, si no le entregan a Aníbal, les declararía la
guerra a los cartagineses.

No obstante, debemos precisar que existe un debate sobre esta posibilidad de la


causa de la Segunda Guerra Púnica (218 – 201 a.C.), pues Polibio nunca nos
aclara si ese Tratado del Ebro que los cartagineses incumplieron se pactó
antes o después del comienzo del enfrentamiento.

Los romanos pensaron que el enfrentamiento tendría lugar en la


Península Ibérica. Pero Aníbal, que aunaba una extraordinaria capacidad
táctica con una visión estratégica de largo alcance, diseñó un plan más
ambicioso para el sometimiento de Roma.

Mientras el Senado romano enviaba todos sus efectivos a Hispania, Aníbal dejó
a su hermano Asdrúbal al frente de las tropas de la Península, y lanzó a su
ejército a una increíble travesía cruzando los Pirineos y los Alpes, para atacar
Roma por el Norte.

Nadie podía esperar que un ejército entero se atreviera a cruzar los


terribles pasos de alta montaña en invierno, por sendas nunca antes
transitadas. La hazaña le costó a Aníbal la pérdida de un ojo y la muerte de la
mayoría de los elefantes, pero las desprevenidas legiones romanas fueron
derrotadas por tres veces en el norte de Italia, en las batallas de Tesino, Trebia
y Trasimeno. Y así, en la primavera del año siguiente, ningún ejército se
interponía ya entre Aníbal y Roma.

Pero Aníbal no dejó desprotegida Hispania cuando marchó a Italia, dado que
era su base de tropas y de metales preciosos. Los territorios hispanos quedaron
al mando de Hannón, otro general púnico, y de un hermano de Aníbal que
también se llamaba Asdrúbal.

En el 218 a.C. el general romano Cneo Cornelio Escipión va a desembarcar con


dos legiones en Ampurias, comenzando la guerra en la P.I. Al año siguiente le

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sigue su hermano Publio Cornelio Escipión con refuerzos militares. El objetivo
de Roma es cortar las fuentes de aprovisionamiento de hombres y monedas a
Aníbal.

Las primeras campañas de los Escipiones son exitosas. Se dará una batalla
naval en el Ebro en el 216 a.C. de la que los romanos saldrán victoriosos, los
que posibilitará en parte que en el 212 a.C. liberen Sagunto. Sin embargo, en el
211 a.C. los dos ejércitos de los hermanos romanos se adentran en el Alto
Guadalquivir y son derrotados por los cartagineses en Cástulo y Lorci. Los dos
Escipiones mueren y los romanos tienen que retirarse a la línea del Ebro.

Roma comprendió que era necesario desalojar a los cartagineses de


Hispania para evitar una nueva invasión cartaginesa en Italia, por lo que envió
en el 210 a.C. a Publio Cornelio Escipión, el futuro Escipión el Africano,
quien tenía ya 24 años de edad y había destacado militarmente en la victoria
sobre los cartagineses en la Batalla de Zama. Roma, pese a su corta edad, le
concederá un imperium extraordinen a través del cual vendrá a Hispania al
frente de dos legiones.

Tras su llegada a la P.I., Escipión va a buscar consolidar las posiciones


romanas al norte del Ebro y va a intentar atraerse a las tropas indígenas,
alegando que solo quiere echar a los cartagineses y que los romanos no
tienen pretensiones territoriales en Hispania. Manipuló a los indígenas
porque necesitaba su apoyo logístico para vencer al ejército cartaginés (no
podía traer más tropas de Italia porque allí estaba Aníbal atacando con
fuerza y la defensa de la ciudad de Roma era primordial).

Finalmente, aprovechando que los cartagineses estaban diseminados por toda la


zona sudoriental de Hispania, Escipión toma Cartago Nova (actual
Cartagena), base principal de los cartagineses en Hispania, en una audaz y
brillante maniobra estratégica en el año 209 a. C., y derrota en Baecula
(Bailén / Turruñuelos o Santo Tomé, cerca de Cástulo) a Asdrúbal quien, con
los restos de su ejército, se dirigió a Italia siguiendo los pasos de su hermano
Aníbal, a fin de reunirse con él.

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La conquista de Cartago Nova por los romanos no solo implicaba apoderarse
de los arsenales cartagineses: era un puerto fundamental para Cartago,
desde donde controlaba el comercio de plata. Los cartagineses además habían
retenido en Cartagena a 300 rehenes hijos y familiares de los jefes de
diferentes tribus hispanas. Era una forma de asegurarse su fidelidad. Roma,
para ganarse el apoyo de los indígenas, va a liberar a esos rehenes. A partir de
esta actuación diferentes pueblos hispanos van a firmar pactos de amistad con
Roma, entre ellos los caudillos ilergetes Indibil y Mandonio (aunque
algunos autores defienden que este último es ausetano).

Posteriormente en la batalla de Ilipa (Alcalá Del Río / Carmona) en el 206 a.C.


los romanos van a volver a derrotar a las tropas cartaginesas con ayuda de
distintos regulos turdetanos como Culchas. Esta victoria va a permitir a
Escipión controlar todo el Alto Guadalquivir y el valle del Betis.

Así, en el 206 a.C. Roma acaba con los últimos reductos de resistencia púnica
en la Península Ibérica. En este año, la principal ciudad fenicio-púnica de
Hispania cierra las puertas a los cartagineses y los restos del ejército cartaginés
no tiene más remedio que marcharse del lugar. La guerra ha terminado en la
P.I., y terminará por completo en la batalla de Zama del 202 a.C. con la
victoria absoluta de los romanos.

Roma tras el fin del conflicto fundó Itálica para los heridos de la batalla de
Ilipa. Lo hizo porque ya entonces tenía pretensiones de quedarse en la
Península. A todos efectos se trató de una ciudad indígena habitada por
hispanos, y no conservamos aquí restos romanos de antes del final de la
República.

Roma había llegado a la P.I. con la intención de quedarse con la fuente


de riquezas de Cartago. Derrotó a los cartagineses en Italia e Hispania y no vio
la anexión de Hispania como un plan premeditado, sino más bien como una
consecuencia de la guerra. Se dio cuenta de que era un lugar pleno de riquezas
que, si era explotado por otra comunidad similar a la cartaginesa, esta podría
llegar a fortalecerse lo suficiente como para atacarla. Por tanto, decidió
apoderarse del lugar y evitar que otros aprovecharan sus recursos.

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5. PRIMERA FASE DE LA CONQUISTA ROMANA DE HISPANIA.

Tras la conquista púnica, Roma controlaba el curso bajo del valle del Ebro, una
franja costera que discurría por la costa levantina, catalana y andaluza y el valle
del Betis, junto con el distrito minero de Cástulo. El resto del territorio
peninsular va a ir siendo conquistado poco a poco. Llama la atención que, tras
la expulsión de los cartagineses, la actitud de Roma hacia los indígenas
cambia. Ya no los mira como aliados, sino como sometidos, y por ello les va a
exigir tropas e impuestos.

A partir de ahora Roma va a enviar a Hispania a dos magistrados, cada uno con
su ejército generalmente, salvo en momentos de tranquilidad. Cada uno de ellos
va a tener una legión a su mando. Esto ocurre porque desde el primer momento
Roma va a tener que hacer frente a sublevaciones de los pueblos indígenas
puesto que estos se van a encontrar con la obligación pagar impuestos y
aportar tropas auxiliares al ejército romano.

Ya en el 206 a.C., una vez se ha marchado Escipión, los ilergetes con Indibil y
Mandonio como líderes, apoyados por los ausetanos, desde Cataluña van a
rebelarse contra Roma, a pesar de que durante la Segunda Guerra Púnica la
apoyaron. La rebelión va a ser aplastada sin contemplaciones. Indibil va a
ser asesinado y Mandonio crucificado. De la forma en que aplasta Roma esta
sublevación se ve que la situación ha cambiado totalmente. Roma ya no tiene
miramientos con los indígenas y va a exigir la entrega de su jefes, que van a
ser ejecutados, además de la entrega de metales preciosos y rehenes. En los
sitios más complicados van a establecer guarniciones para evitar que este tipo
de rebeliones vuelvan a suceder.

Roma en este momento ya no tiene ningún enemigo exterior al que enfrentarse,


ha decidido quedarse en la P.I. y no va a practicar ninguna política de amistad,
en todo caso de genocidio.

En el 197 a.C. oficialmente se van a crear dos provincias en la Hispania


romana: la citerior al norte y la ulterior al sur, estando el limite entre una y otra
al sur de Cartago Nova, en Mazarrón (Murcia). Cada una de ellas va a estar

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controlada por un pretor con mando proconsular.

En ese mismo año pueblos de ambas provincias se van a sublevar contra


los romanos a causa de las exigencias de Roma de impuestos y tropas y
también a causa de que pensaban que los romanos no habían respetados
los tratados de amistad que habían firmado previamente con ellos durante la
guerra con Cartago.

En estas circunstancias, comienza un ciclo de guerras entre


conquistadores y gentes que rehúsan ser conquistadas. En Hispania
Citerior el gobernador va a ser derrotado por los indígenas. En Hispania
Ulterior la rebelión estará encabezada por una serie de regulos entre los que se
encontraba Culchas y Luxinio. A estos regulos se unen ciudades de la costa
como Malaca o Sexi. En el 197 a.C. estalla una sublevación general que
responde al incumplimiento de los tratados amistosos entre indígenas y Roma
por parte de esta última, exigiendo esta además nuevos impuestos y más
tropas a los indigenas.

Para solucionar esta revuelta, el Senado romano va a mandar en el 195 a.C. a


uno de los cónsules de Roma: a Catón el Viejo. Este era defensor de los
valores tradicionales de la República y por ello pertenecía al ala más
conservadora y militarista del Senado. Además de político fue escritor,
autor de una Historia de Roma y de un tratado de agricultura llamado De
re rustica.

Catón va a llegar a Hispania al mando de dos legiones apoyadas por


tropas auxiliares itálicas. Su objetivo era imponer la Pax Romana por las
armas, argumentando que era lícito realizar cualquier tipo de matanza para
mantener la paz. También decía que la guerra debía autoabastecerse, lo que
significaba que justificaba masacrar poblados para abastecer el ejercito
romano. También era partidario de que se explotaran los recursos agrarios
y mineros de Hispania trayendo a las sociedades de publicanos.

Sus campañas en Hispania se desarrollan entre el 195 y el 193 a.C. En primer


lugar va a someter a las tribus rebeldes del área catalana y del valle del Ebro.

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Luego va a marchar a la provincia Ulterior para pacificarla. A su regreso
va a realizar una expedición por la meseta. Su objetivo era convencer a todas
las comunidades indígenas posibles de que dejasen de apoyar a los
sublevados. Así, una vez conseguido su propósito, tras pacificar las
revueltas va a volver a Roma con un gran botín donde va a celebrar su triunfo.

Cuando se marcha Catón de Hispania Roma ya controla el valle medio e


inferior del Ebro hasta Salduie (futura Caesar Augusta, Zaragoza), la zona
catalana, toda la franja costera levantina, la costa andaluza y el valle del Betis.

En los años siguientes en un principio se van a a realizar expediciones


para controlar la zona de la Bastetania, toda la Beturia, la Carpetania y la parte
oriental de los celtíberos (lusones, belos y titios). Entre los gobernadores
que van a estar en la P.I. llevando a cabo estas labores destaca Tiberio
Sempronio Graco, que suscribió alianzas con las tribus de la Celtiberia oriental
y que va a fundar Gracurris en La Rioja como un lugar en el que asentará a
indígenas y a heridos de su ejército.

Tiberio Sempronio Graco quedó en el recuerdo de los indígenas como


un gobernante honrado que firmó pactos justos. De hecho, en las guerras
celtibéricas los celtíberos pedirán repetidamente que los pactos de Tiberio
vuelvan a estar vigentes.

5. LAS GUERRAS CELTÍBERO-LUSITANAS Y OTROS


ACONTECIMIENTOS: LA CONQUISTA DE BALEARES.

Con Tiberio Sempronio Graco va a comenzar en Hispania un periodo de


tranquilidad que va a durar hasta que en el 154 a.C. estallen las guerras
celtíbero lusitanas. A partir de entonces, Roma va a iniciar un periodo de
actividad bélica en la Hispania enfrentándose con celtíberos, vacceos y
lusitanos.

En este conflicto destaca la amplitud del teatro de operaciones, que se realizan


muy lejos de las bases romanas, estando además sometidos los romanos
a duras condiciones climáticas. La pobreza y aridez de esos espacios y la

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ferocidad y cualidades guerreras de los pueblos a los que se estaban
enfrentando hacía que ningún romano quisiera participar en estas guerras.
Roma además tendrá que efectuar un gran despliegue militar,
enfrentándose a una gran variedad de tribus indígenas independientes,
aunque muchas se unirán frente a un mismo enemigo. Ya que el terreno
ofrecía pocos recursos, las expectativas de botín eran bastante limitadas. Los
soldados romanos estaban muy demotivados con estas guerras, ninguno
quería colaborar en ellas.

Roma va a responder a la resistencia indígena con el genocidio. No va a buscar


pactar alianzas, sino que va a exigir la rendición sin condiciones de los
vencidos. Incluso algunos autores latinos critican esta actitud tachándola de
extremadamente cruel.

Dentro de estas guerras hay que hacer una diferenciación entre las lusitanas y
las celtibéricas.

⮚ Las guerras lusitanas (147-139 a.C.).

Frecuentemente los lusitanos realizaban razías contra la Turdetania y la


Carpetania para asaltar poblaciones y robar de ellas todo lo que podían. Esto
era puro bandolerismo. Los lusitanos ya desde el 190 a.C. bajaban a las
ciudades del valle del Guadalquivir y a atacaban comunidades controladas por
Roma. Muchos de ellos estaban dedicados al pastoreo y completaban esta
actividad con el pillaje. Esto era consecuencia de la desigual distribución de
la tierra que había en Lusitania. Las mejores se reservaban a unas élites
privilegiadas y mucha población carecía de recursos para sobrevivir. El
mismo suegro de Viriato era uno de esos grandes terratenientes lusitanos.
Pronto los romanos se dieron cuenta de que estos robos no iban a poder
evitarse hasta que la gente humilde no recibiera tierras cultivables con las
que poder subsistir. Algún general romano intentó por ello repartir tierras.
Pero esta actitud provocó la protesta de los terratenientes lusitanos, cosa
que no beneficiaba a Roma, que buscaba apegarse a las élites indígenas.

En el 154 a.C. los lusitanos, liderados por Púnico, derrotaron a Lucio

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Manlio Acidino, gobernador de la Citerior, y a Cayo Catinio Calpurnio,
de la Ulterior, causando 5000 bajas en los ejércitos romanos. Después de esto,
la guerra va a estallar de forma brutal tras el gobierno de Hispania Ulterior de
Servio Sulpicio Galba. Este, al llegar a la provincia en el 151 a.C., va a
reunir a los lusitanos prometiéndoles repartirles tierras. Una vez teniéndolos
a todos concentrados en el mismo lugar, va a desarmarlos y a exterminarlos en
buen número, según nos describe Apiano. A partir de aquí van a estallar con
toda su crudeza las guerras lusitanas.

Viriato fue de los pocos que consiguió escapar de esta matanza. Sabemos muy
poco de él. Las fuentes nos hablan de sus cualidades de líder, haciendo hincapié
en el mérito de haber conseguido aunar a muchas comunidades lusitanas bajo
su jefatura. Logró derrotar sistemáticamente a las tropas romanas desde el 147
a.C. hasta que fue asesinado en el 139 a.C. Va a realizar expediciones que van a
a llegar a Córdoba, a Martos y hasta la provincia de Granada. Era un
buen estratega. Mediante una táctica de retirada simulada va a lograr acorralar
a un ejercito de 18.000 soldados romanos en Erisana mandados por
Quinto Fabio Máximo Serviliano. Para liberar a esos hombres va a obligar al
general romano a que desfile en actitud de sometimiento. Para salir con vida
del asedio Máximo Serviliano firma un tratado de paz en el 140 a.C. entre
Roma y Viriato en el cual este último recibe el título de “amigo del pueblo
romano” y se le ratifican todos los territorios que había conquistado. No
obstante, nunca llegó a legalizarse porque el Senado se negó a ratificarlo.

En el 139 a.C. Roma manda a Servilio Cepión como gobernador de


Hispania Ulterior. Este reemprende la lucha contra Viriato y soborna a tres
colaboradores para que lo asesinen. Una vez que esto ocurre, se hacen unos
grandes funerales en su honor, que marcarán el final de la revuelta.

El sucesor de Viriato firma la paz con Julio Bruto, otro general romano, en el
137 a.C. Este, que conoce el problema de falta de tierras de los
lusitanos, decide asentar a los grupos de soldados lusitanos que habían firmado
la paz con Roma en Brutóbriga (Santarém, Portugal) para evitar que estos
continúen ejerciendo el bandolerismo en ciudades romanas. Pese a lo

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señalado, van a seguir estallando revueltas esporádicas en la Lusitania hasta
que se instaura el gobierno de César en el 61 a.C., el cual consigue terminar
con todo foco revolucionario anti-romano.

⮚ Las guerras celtibéricas (154-133 a.C.).

Se denominan guerras celtibéricas a los enfrentamientos bélicos


producidos entre los años 154 y 133 a. C. entre la República romana y los
distintos pueblos celtíberos que habitaban en la zona media del Ebro y la
meseta superior. Los romanos quisieron terminar con la belicosidad de los
arévacos, aunque finalmente terminaron peleando también contra vacceos y
vetones.

En el año 154 a.C., pese a los supuestos tratados con Roma que lo impedían,
los belos van a decidir ampliar la fortificación la ciudad de Segeda,
cerca de Calatayud. Su intención es concentrar a su población en Segeda,
trayéndose a vivir al oppidum principal a celtíberos de otras comunidades
cercanas. Roma intervino avisando a los belos de que esto, según los tratados
que firmaron los celtíberos con Tiberio Sempronio Graco, estaba probado.
Pero los belos argumentaron que esos tratados les prohibían construir
nuevas ciudades amuralladas, no ampliar las antiguas. Roma en este punto
decide dar comienzo al conflicto.

En el 153 a.C. Roma envió al Cónsul Nobilior al mando de 30 000 hombres. Al


enterarse los habitantes de Segeda, se refugiaron en Numancia, oppidum de la
tribu de los arévacos, donde eligieron jefe de las dos tribus, arévacos y belos, a
Caro de Segeda. Nobilior marchó por el valle del Ebro hacia Segeda,
donde destruyó la ciudad, tomo Ocilis (Medinaceli) y avanzó hacia
Numancia. En el camino, Caro logró emboscar a los romanos cuando
pasaban, causándoles 6000 bajas, pero al perseguirlos en desorden, la
caballería romana cayó sobre él, matando al mismo Caro y salvando al
ejército.

Al año siguiente, en el 152 a.C., llegó como sucesor en el mando el cónsul


Claudio Marcelo. Este va a lograr una rendición pactada con los celtíberos

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(belos, titios y arévacos) que fue aceptada por el Senado de Roma por decisión
popular. Esto ocurrió porque los romanos no querían ir a la guerra de
Numancia, sino que buscaban la paz porque temían la violencia de los
celtíberos y además sabían que estas guerras se estaban produciendo en una
zona muy pobre a nivel agrícola (recibirían poco botín) y sujeta a las
inclemencias del clima.

No obstante, a Marcelo le va a suceder en el 151 a.C. Lúculo, partidario de la


guerra, que consideraba que el pacto firmado por Marcelo había sido
vergonzoso para Roma y por eso quería reiniciar la guerra contra los
celtíberos. Además buscaba obtener botín y gloria. Lúculo no va atacar a los
celtíberos, sino a los pacíficos vacceos en las ciudades de Cauca o Pallantia,
para castigarles por su apoyo a Numancia. Mientras tanto la Celtiberia va a
permanecer tranquila. Pero a partir del 144-143 a.C. va a comenzar otro
periodo de enfrentamiento. Los celtíberos desde Numancia se van a
sublevar contra Roma, posiblemente animados por los éxitos que en esos
momentos estaba teniendo Viriato en la Lusitania. Roma va a mandar a una
serie de militares para terminar con la guerra y conquistar Numancia, pero
todos ellos van a fracasar. Muchos soldados van a morir no solo por las armas
de los celtíberos, sino por el frío típico de la llanura soriana y la enfermedad.
Aparte, el ejército romano fue humillado varias veces. Destaca el caso de
Hostilio Mancinio, que en el 135 a.C. fue cercado por los numantinos y
obligado a firmar un foedus paritario entre Roma y Numancia. Pero el Senado
romano no lo refrendó, por lo que careció de validez.

En el Senado romano en este momento dominan los partidarios de mantener


una línea dura con los pueblos conquistados. Cartago y Corinto hacía poco
habían sido asediados por Publio Cornelio Escipión el Africano Minor o el
Numantino. En esta política de dureza contra los que presentaban resistencia
en Roma se va a nombrar a Publio Cornelio Escipión en 134 a.C. al mando de
la Hispania Citerior. El reciente vencedor de Cartago va a ponerse al
frente de la provincia y los ejércitos, motivando a sus soldados (no le
permiten reclutar nuevas tropas en Italia) para vencer de una vez por
todas a los celtíberos. A su llegada a la península ibérica reorganizó y

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disciplinó a las tropas que se hallaban en las provincias, tropas totalmente
desmoralizadas por las continuas derrotas ante los enemigos. Durante el
verano, saqueó las tierras de los vacceos para que no ayudaran a los
numantinos, y en la primavera del 133 a. C. inició el definitivo asedio de
Numancia con un ejército de cerca de 60.000 hombres. Rodeó la ciudad
con siete campamentos, fosos y torres de vigilancia y cortó el Duero para que
los sitiados no pudieran recibir ayuda. Los intentos de eludir el cerco o las
peticiones de ayuda a otras ciudades de los celtíberos fueron infructuosos. La
ciudad arévaca en el 133 a.C. fue reducida por hambre y los supervivientes o se
suicidaron o fueron reducidos a la esclavitud, quedando deshabitada hasta
comienzos del Imperio. La ciudad fue arrasada y su territorio se repartió entre
sus comunidades vecinas. Su destrucción puso fin a las guerras celtíberas
y aunque hubo otras rebeliones en el siglo I a. C. (guerras sertorianas,
guerra cimbria), nunca volvieron, como pueblo, a inquietar a los romanos.

❖ Otros acontecimientos: la conquista de las Baleares.

La conquista romana de las Islas Baleares tiene lugar entre los años 123 y el
122 a.C. Estas ya contaban con fundaciones fenicias como Ebussus que van a
continuar y con mayor auge en época cartaginesa. Tenían fama en estas islas
los honderos baleáricos. Tras la derrota de Cartago en la Tercera Guerra
Púnica en el 146 a.C., Roma no había aún ocupado las islas, que se habían
convertido en un nido de piratas. No obstante, los romanos eran conscientes
de que estas eran fundamentales para asegurar las comunicaciones
marítimas en el Mediterráneo occidental.

En el 123 a.C. Roma manda a Quinto Cecilio Metelo para conquistar las
Baleares. Metelo va a acabar con los piratas, va a someter a los indígenas y va
a establecer 3.000 colonos latinos en las ciudades de Palma y Pollentia (no
sabemos si con licenciados del ejército hispano o con emigrantes civiles
procedentes de Italia).

Una vez conquistadas las Baleares, a Roma tan solo le quedará apoderarse del
noroeste peninsular (zona de cántabros, astures y galaicos) para finalizar su
conquista de Hispania, aunque esa tarea la emprenderá Augusto una vez se

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haga con el poder.

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