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Herbert Simona (1945), ganador en 1978 del Premio Nobel de Economía por las
"Investigaciones pioneras sobre el proceso de toma de decisiones dentro de las
organizaciones", afirma que "la dirección debe incluir principios de organización que
aseguren una toma de decisiones correcta, de la misma manera que debe incluir
principios
que aseguren una acción efectiva. Todo comportamiento implica una selección,
consciente o inconsciente, de determinadas acciones, entre todas las que son físicamente
posibles, para el que actúa y para aquellas personas sobre las cuales éste ejerce
influencia o autoridad. [...] La decisión o elección es el proceso mediante el cual una de
estas alternativas de comportamiento para cada momento es elegida para ser realizada.
La serie de tales decisiones, que determina el comportamiento a lo largo de un período,
puede llamarse estrategia".
El proceso de toma de decisiones por parte del personal de una institución educativa
constituye un continuo en el que se desarrolla la vida institucional. Es así, por ejemplo,
que un docente puede decidir suspender el recreo a sus alumnos por mala conducta o
un directivo puede decidir realizar una reunión con los padres frente a un problema.
Pero ¿cómo podemos saber si la decisión tomada es la más apropiada entre un
sinnúmero de posibles alternativas y cuáles son las consecuencias que puede producir
cada una de las mismas?
Quizás el docente podría haber permitido el recreo a sus alumnos y sancionarlos de otra
manera o el directivo esperar una semana y convocar en forma individual a quienes
plantearon el problema. En todos los ejemplos existe una variedad de caminos posibles
o alternativas que el responsable de tomar decisiones define siguiendo un proceso que
le permite elegir cuál, entre todas, es la que llevará a cabo.
Como afirma Simón (1973) "cada decisión comprende la selección de una meta y un
comportamiento relacionado con la misma; esta meta puede a su vez ser un medio para
una finalidad algo más lejana, y así hasta que se llega a un objetivo relativamente
último. Cuando las decisiones lleven a la selección de finalidades últimas, las
llamaremos juicios de valor; cuando impliquen el logro de tales finalidades, las
llamaremos juicios de hecho". Esto es claro cuando un directivo debe definir objetivos
de logro con sus docentes (juicio de valor) y a la vez decidir cuál es la forma de
evaluación del cumplimiento de esos objetivos (juicio de hecho).
Agrega Simón (1973) que "el comportamiento es finalista en cuanto se guía por metas y
objetivos generales y es racional en cuanto exige alternativas que llevan al
cumplimiento de las metas previamente seleccionadas. En un aspecto importante, toda
decisión encierra una
transacción".
Vale la pena hacer una reflexión sobre estas ideas que le valieron a su autor el Premio
Nobel. En primer lugar, las transformaciones que está sufriendo el ámbito educativo,
desde la aplicación de la reforma educativa hasta las problemáticas sociales que
impactan necesariamente sobre las escuelas, implican una toma de decisiones de
importancia estructural que necesitan del consejo y, en la medida de lo posible, del
consenso de los actores implicados.
En segundo lugar, la velocidad de los cambios en el "afuera" a menudo no acompañan
los tiempos del "adentro", por lo cual la toma de decisiones puede ser la correcta pero
no se ajusta al tiempo requerido para implementar esa decisión. Hoy, la correlación
entre la decisión correcta y el tiempo apropiado para su implementación es decisiva. En
tal sentido,
podemos definir tres tipos de decisiones en función de las actitudes del responsable de
tomarlas:
a) Decisiones proactivas: aquellas que se toman anticipando los cambios.
b) Decisiones reactivas: aquellas que se toman reaccionando ante el cambio.
c) Decisiones pasivas: aquellas que se toman negando los cambios, o no se toman.
Esta clasificación es interesante para que los directivos realicen una autoevaluación en
función del cúmulo de decisiones que pasan cada día por sus manos.
El hecho y el valor, afirma Simón (1973), están relacionados con los medios y los fines;
"en el proceso de decisión resultan elegidas las alternativas que se consideran medios
adecuados para alcanzar los fines que se desean. Sin embargo, los fines mismos son, con
frecuencia, simples instrumentos para conseguir objetivos más definitivos".
El mismo autor insiste en que la jerarquía de medios y fines es una característica del
comportamiento de la organización. Esto significaría que, en las instituciones
educativas, el proceso de toma de decisiones debería relacionarse con los principios
fundacionales o el ideario institucional como finalidad última. Pero, a menudo, a la hora
de tomar las decisiones, prima el criterio individual olvidando el marco de los valores
institucionales.
En efecto, cuando preguntamos a algunos directivos o docentes si conocen el ideario
institucional, es decir, si recuerdan el contenido global de los principios esenciales sobre
los cuales una institución apoya su existencia e identidad, a menudo las respuestas son
vagas o generales. En consecuencia, si las decisiones tomadas responden a lineamientos
personales lejanos del espíritu institucional, hay una incoherencia grave.
Es fundamental que cada institución educativa comunique en todo sentido su ideario o
principios fundacionales, vertical y horizontalmente, pues debe ser el espíritu que
inspire y defina el marco del proceso de toma de decisiones, asegurando una coherencia
de criterio y un ejercicio profesional de dicho proceso.
a) Valores personales. Incluye los valores que tiene la persona que debe decidir y la
identificación de estos valores con el ideario.
b) Perfil personal. Es el perfil psicológico del responsable de tomar decisiones y cómo es
su
comportamiento en situaciones normales y de presión.
c) Responsabilidad. La responsabilidad es la capacidad de asumir las consecuencias de
la decisión que se debe tomar.
d) Compromiso. Significa estar convencido de que la decisión a ser tomada es la mejor
alternativa para la institución.
El problema se plantea cuando hay conflicto de intereses personales e institucionales.
En la toma grupal de decisiones, la autoridad para decidir se comparte entre los
miembros del grupo. Es así como en el desarrollo del PEI, es el plenario pedagógico el
que define los lineamientos del proyecto en el marco de los objetivos fundacionales y el
ideario. Sin embargo, en ocasiones, la responsabilidad es compartida pero la autoridad
es retenida por la dirección.
Cabe recordar que en una toma de decisiones grupal aparece el principio de sinergia
que demuestra que el resultado de un trabajo en equipo es mayor que si las decisiones
se hubieran tomado en forma individual. Para ello, las decisiones deben ser
consensuadas.
En las instituciones educativas el proceso de toma de decisiones que se basa en la
eficacia corresponde a un plano pedagógico, cuando se basa en la eficiencia, involucra
al plano económico y administrativo, cuando se orienta en la efectividad, se vincula al
plano comunitario y si busca la trascendencia, se relaciona con el plano de la cultura
institucional y los valores.
EN SÍNTESIS