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Medite en estas cosas: “Todo lo que es puro”.

El cuarto punto para meditar mencionado en Filipenses 4:8 es la pureza. ¿Cómo podemos centrarnos en
la pureza cuando la “caja de pandora” de la impureza está constantemente a nuestro alcance?
En esta serie hemos explorado cómo meditar en lo verdadero, en lo honesto y en lo justo, lo cual
fortalece y protege nuestra mente de las muchas influencias negativas y peligrosas que constantemente
bombardean nuestra salud moral y espiritual.

El siguiente concepto que el apóstol Pablo agrega a la lista de Filipenses 4:8 es la pureza. Qué gran
desafío es meditar en lo puro cuando:

Las películas, los programas de televisión, los videojuegos y las novelas ofrecen entretenimiento
excitante e impuro en cada momento.
La pureza en sí misma es a menudo objeto de burlas y reproches por ser vista como ingenua y poco
realista o francamente mojigata.
Jesús dijo que los puros de corazón “verán a Dios” (Mateo 5:8). ¡Esa es una buena razón para aspirar a
ser puro!

Veamos más de cerca el concepto de pureza.

¿Qué significa puro?


La concordancia de Thayer y Strong describe la palabra griega traducida como “puro” de esta manera:
limpio, inocente, modesto, casto y sagrado. Entonces, esto implica que la pureza es estar limpio o estar
libre de maldad, como las manos que acaban de lavarse completamente después de estar con suciedad.

Dios dice: “Consérvate puro” (1 Timoteo 5:22). Podemos hacer esto evitando el pecado y todo lo que lo
acompaña. Cuando nos equivocamos y hacemos lo que es impuro, debemos esforzarnos por limpiarnos
mediante el arrepentimiento y el cambio (2 Corintios 7:11).

La pureza es tratar de ser sencillo ante lo que es malo, pero sabio con respecto a lo que es bueno.Puede
ser instructivo pensar en la pureza de un niño pequeño que aprende sobre el mundo. La inocencia que
poseen los niños es hermosa de ver, pero es fugaz, ¿no es así? Más pronto de lo que cualquier padre
quiere, esa inocencia se ve empañada por cosas malas, como advertencias sobre depredadores, lenguaje
obsceno que escuchan de un amigo o una película, o imágenes e ideas inapropiadas en la industria del
entretenimiento.

La pureza es tratar de ser sencillo ante lo que es malo, pero sabio con respecto a lo que es bueno
(Romanos 16:19). La ignorancia consciente, el elegir permanecer ignorante del mal, no es enterrar la
cabeza en la arena; en realidad puede ser una forma de mantenerse puro.

Como se discutió en publicaciones anteriores de esta serie, sin conocer la verdad justa y noble de Dios,
no tendríamos idea de lo que es puro y lo que es impuro. Al usar el estándar de pureza de Dios (porque
Él es puro, 1 Juan 3:3), podemos evitar dañar nuestras vidas a través de pensamientos, palabras y
acciones impuros.

Veamos algunas formas de pensar y de hablar acerca de lo que es puro.

1. Pensar lo que es puro


Para pensar lo que es puro, esfuércese por evitar:
La gran mayoría del entretenimiento que se produce actualmente. Al elegir qué permitir entrar en
nuestras mentes, puede ser muy frustrante tratar de encontrar medios de entretenimiento que tengan
“más bien que mal”. Existe, pero es raro.

Si tratamos de no poner nada malo delante de nuestros ojos (Salmo 101:3) para mantener nuestras
mentes puras, tenemos que ser muy cuidadosos con lo que vemos. Para hacer esto, podemos consultar
reseñas de películas en Internet o programas de televisión antes de verlos (y antes de permitir que
nuestros hijos los vean). No siempre se puede juzgar únicamente por la calificación. Padres, recuerden
también que algunos dibujos animados son muy subidos de tono e impuros, así que no asuma que algo
está bien porque es infantil.

En cuanto a la literatura, no deberíamos dejarla pasar sólo porque no utiliza imágenes para retratar
ideas impuras. La literatura impura puede crear imaginaciones impuras en nuestras mentes, que pueden
ser tan peligrosas como las imágenes mismas.
Los esfuerzos implacables de la sociedad para sexualizar todo y hacer que parezca normal. Para poder
meditar en lo que es puro, tenemos que huir de la inmoralidad sexual siempre que aparezca (1 Corintios
6:18-20).

Algunas cosas a tener en cuenta son: las portadas de revistas con celebridades semidesnudas que
afectan nuestras ideas de la imagen corporal, las películas y programas de televisión que cada vez más
superan los límites de lo inmoral, los videojuegos clasificados con M, salas de chat en internet llenas de
posibles depredadores al acecho, vallas publicitarias y tiendas de lencería que sexualizan a mujeres y
hombres jóvenes, etcétera.

A menos que nos esforcemos continuamente por mantenernos sexualmente puros, nuestras mentes se
confundirán acerca de nuestra imagen corporal y comenzaremos a tratar al sexo opuesto como objetos,
en lugar de seres humanos creados a la imagen de Dios.
Para pensar lo que es puro, esfuércese por abrazar:
La “leche pura” de la Palabra de Dios (1 Pedro 2:2), que da vida y enriquece nuestra mente. ¿Quiere
saber cómo amar a los demás y no pensar en ellos como objetos sexuales para nuestra diversión? Lea la
Palabra de Dios. ¿Quiere saber el verdadero costo de la violencia, sexo, embriaguez y codicia que
aparecen en todos los medios de comunicación modernos? Lea la Palabra de Dios. ¿Quiere mantenerse
puro en un mundo que constantemente nos tienta a hacer el mal? Lea la Palabra de Dios.
Una intención pura al consumir medios de comunicación. Hay varias cosas puras que podemos obtener
de los medios de entretenimiento. Aquí hay algunas preguntas a considerar en una evaluación de estos
medios:
¿Estoy aprendiendo algo al ver esto?
¿Estoy siendo estimulado para hacer buenas obras al leer esto?
¿Me estoy riendo o alegrando con una conciencia pura al escuchar o ver esto?
2. Hablar lo que es puro
Para hablar lo que es puro, evite:
El lenguaje obsceno, incluidos los chistes o comentarios obscenos, racistas o violentos (Efesios 5:4).
Nuestra forma de hablar debe ser con gracia y sazonada con sal, tacto y gentileza (Colosenses 4:6). No
hay mayor indicador de nuestro corazón que la forma en que decimos las cosas, ya que la boca habla lo
que verdaderamente está en el corazón (Lucas 6:45). Para cambiar nuestra forma de hablar para mejor,
primero debemos trabajar para cambiar nuestra mente para mejor.
Las conversaciones con volteretas, mentiras, verdades a medias, sarcasmo amargo, críticas constantes,
chismes, etcétera. Nuestro discurso puede estar contaminado por lo que decimos y por cómo lo
decimos.
Para hablar lo que es puro, abrace:
Considerar detenidamente las palabras que salen de nuestra boca, si son puras o no. Seremos juzgados
por nuestras palabras (Mateo 12:37), por eso debemos tener cuidado con lo que decimos y cómo lo
decimos. Piense en el concepto de purificar el agua al hablar: ¿las palabras que salen de nuestra boca
son sucias y llenas de contaminantes, o son claras? La Palabra de Dios y la influencia de su Espíritu
pueden servir como filtro para purificar nuestras palabras.
Ser considerado un anticuado. Es mejor destacarse en el trabajo por ser la única persona que no usa
blasfemias. Sea de las personas que salen de la habitación cuando una conversación se convierte en una
fábrica de chismes. Sea diferente y no se ría ni participe cuando se cuenten chistes racistas u obscenos.
No ceda cuando alguien le diga: “¡Vamos, no es para tanto!”. Es mejor ser considerado anticuado que
ser considerado impuro por Dios.
Haga lo que es puro
Cometeremos errores porque somos humanos. Pero si nos esforzamos por ser puros, nos
arrepentiremos y trataremos de cambiar. No continuaremos viviendo cómodamente en la impureza.
Queremos ser esa agua clara y limpia que sale del filtro, no el agua sucia que entra en él. El
arrepentimiento y el cambio, poco a poco, nos ayudan a ser limpios, claros y puros.

Medite en lo que es puro


Tratar de ser puros en una sociedad que celebra y fomenta la impureza es un desafío, pero las
recompensas para nuestra salud mental y espiritual no tienen precio. Debemos esforzarnos por pensar
en cosas hermosas y puras para que nuestra forma de vivir coincida con nuestros pensamientos.

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