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¿Es posible ser idólatra sin darse

cuenta?
Los nicolaítas, igual que los adoradores de Baal en tiempos de Elías,
pretendían mezclar la fe en Cristo con la idolatría del sistema en que
vivían. La peor idolatría es la idolatría implícita, invisible e inadvertida.
Es muy posible ser "cristiano" e idólatra sin darse cuenta.

¿Es posible ser idólatra sin darse cuenta?

Apocalipsis 13.

El mundo entero, fascinado, iba tras la bestia

y adoraba al dragón...

También adoraban a la bestia y decían,

"¿Quién como la bestia?

Quién puede combatirla?"...

A la bestia le adorarán todos los habitantes de la tierra...

(Apocalipsis 13:3-4,8)

   Ha quedado bien claro sobre la marcha de la exposición de este capítulo, cuál es su tema central
y su propósito pastoral. Su tema central es la idolatría, sobre todo el culto al emperador y al
imperio. Su mensaje pastoral consiste en advertir a los creyentes, sobre todo los nicolaítas, que
acomodarse a esas prácticas es idolatría, totalmente inaceptable para los que saben que Jesucristo
es el único Señor.

   Nos resulta muy difícil imaginar que la idolatría puede ser un problema para nosotros hoy. Los
nicolaítas tampoco veían ningún peligro, pero Juan les avisó que en realidad era al diablo mismo,
la antigua serpiente, a quien estaban adorando. ¿Puede ese mensaje decirnos algo a nosotros en el
siglo XXI?

   El profeta Oseas denuncia, con mucha ironía, la idolatría de Samaria, por haber puesto su
esperanza en Egipto y Asiria (Os 7:8-16). Añade dos veces, "pero él ni cuenta se da" (7:9) y la
tercera vez, "pero él no se vuelve al Señor" (7:10). Claro, si no se da cuenta de su idolatría, ¿cómo
va a volver al Señor? En tiempos de Juan, los nicolaítas eran idólatras por rendir culto al imperio,
"pero ellos ni cuenta se daban" tampoco. Y entonces, viene la pregunta bien difícil: ¿Podría haber
idólatras hoy, hasta "evangélicos", de quienes el profeta tendría que decir igualmente, "pero ellos
ni cuenta se dan"?
   La idolatría no consiste únicamente ni principalmente en la veneración de imágenes, ni tampoco
requiere renunciar abiertamente al Dios verdadero. Para ser idólatra basta tener otros valores
supremos al lado de Yahvé.

El AT habla de "ir tras dioses extraños", los ídolos de los pueblos vecinos , pero también denuncia
una idolatría más sutil. Según los autores bíblicos, idolatría es también poner su confianza en algo
o alguien que no es Dios (Job 31:24-25; Isa 20.5; 30.12).

Es idolatría, por ejemplo, esperar la salvación de las riquezas y "poner el corazón en ellas" (Salmo
62:5,8,10; cf. Sal 52.9). Idolatría también es gloriarse en la propia sabiduría, el poder o las riquezas
en vez de gloriarse en Dios (Jer 9:23-24; cf. 22:15-16). "La idolatría consiste en caminar no hacia
Dios sino detrás de un fetiche" (Jue 2:12; Ez 33:31).

   El primer mandamiento tiene un sentido muy profundo en cuanto al culto que hemos de rendir a
Yahvé y no a nada ni a nadie más que a él. Los ídolos son hechos por los humanos y cargados aquí
y allá por la gente; ni caminan ni hablan (Isa 44:9-20; Jer 10:1-16;cf. Sal 115:4-8;  Sab 13:10-14:11;
15.14-17). Las imágenes fueron hechas por seres humanos, pero Yahvé es quien los  creó a ellos
con sus propias manos y a su propia imagen. Los ídolos ofrecen beneficios pero no pueden exigir
nada. La imagen está a la disposición y servicio del ser humano. Pero Yahvé es soberano, no está
disponible para nuestros deseos ni está sujeto a las órdenes de nadie. Por eso acierta Caravias al
comentar que el deuteronomista recuerda a los israelitas que cuando Dios se reveló a ellos,

"ustedes oían el rumor de las palabras y no veían figura alguna; sólo oían una voz” (Dt 4:12) ... La
imagen no exige nada al hombre. La palabra, en cambio, es comunicación y exigencia. El Dios de la
Biblia, percibido esencialmente como exigencia de justicia, deja de ser Dios en el momento en que,
objetivado en una representación cualquiera, deja de interpelar. Dios interpela, exigiendo siempre
más; el ídolo pide siempre menos: justifica cualquier tipo de medianía, injusticia o desamor. Por
ello la presencia de Dios se manifiesta principalmente a través de la Palabra; en cambio, las
actitudes idolátricas se manifiestan especialmente a través de imágenes. Lo que se pretende, pues,
con la prohibición de imágenes de Dios es cortar la tentación continua de querer achicar o
manipular a Dios.

Esa tradición yahvista-profética y anti-idolátrica, partiendo del encuentro de Moisés con el


indefinible "Yo soy el que soy", reapareció con Elías y los demás profetas hebreos, y sigue, con
mucho énfasis, hasta el libro de Apocalipsis.

   La idolatría de Israel, en tiempos de Elías y Eliseo, no comenzó con una decisión de rechazar a
Yahvé a favor de Baal, sino con el intento de achicar y manipular a Yahvé por medio de una
paulatina "baalización del Yahvismo". No consistió en adorar a Baal en lugar de Yahvé, sino adorar
a Baal al lado de Yahvé y además de Yahvé. Poco a poco penetró sutilmente la idea de que no
había problema en adorar a ambos dioses, y ambos estarían contentos, para asegurar mejor la
prosperidad de la nación. El mismo rey Acab, y su reina Jezabel, creían en Yahvé y dieron nombres
yahvistas a sus hijos. Sólo pensaban "suplementar" la fe de Moises, del "Yo soy el que soy", con
otro culto más, el de Baal, y pronto el pueblo de Dios se llenó de "yahvistas baalizados". Pero como
Yahvé es un esposo muy celoso por su esposa (Israel), esa infidelidad provoca su ira. "El celo de
Yahvé consiste", escribe von Rad, "en que él quiere ser el único Dios de Israel y no está dispuesto a
compartir su derecho a la reverencia y al amor con ninguna otra potencia divina".

   En esa coyuntara, cuando Israel prosperaba y Acab ganaba grandes victorias militares, aparece
un desconocido del otro lado del río Jordán, que se llamaba Elías. Este profeta rechaza
enérgicamente esa idolatría de doble culto como "claudicar entre dos pensamientos" (1 R 18:21
RVR). En seguida Elías plantea una opción totalmente excluyente: "Si Yahvé es Dios, síganlo; o si
Baal, síganlo a él": ¡cualquier de los dos, pero no ambos! En eso estuvo la radicalidad, desconocida
en el ambiente, del plantamiento de Elías: Yahvé se niega a ser una mitad de cualquier fórmula de
"esto, y también aquello". Elías fue anticipado por Josué, quien en el pacto de Siquén exhortó al
pueblo, "si a ustedes les parece mal servir a Yahvé, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir ...
Por mi parte, mi familia y yo serviremos a Yahvé" (Jos 24:15). La misma disyuntiva ineludible está
detrás de la exigencia de Jesús, "O Dios o Mamón, pero no ambos" (Mat 6:24) y la condena de los
nicolaítas en el Apocalipsis (Ap 2:6,15: O Cristo es kurios, o César es kurios, pero no ambos).

   Después, los profetas escritores añadirán una dimensión totalmente nueva a la polémica contra
la idolatría: condenan lo que podríamos llamar "idolatría sin ídolos", o "idolatría implícita". En sus
escritos, los profetas denuncian lo que el escritor Sicre llama "idolatría secular", que no tiene que
ver con cultos y rituales sino con un estilo de vida que pone a otras cosas encima de Dios. Por eso,
en los libros proféticos, el tema de la idolatría casi siempre va en estrecha relación con el pecado
social. Las dos formas de idolatría oculta que más denuncian los profetas son la divinización del
poder y la divinización de la riqueza.

La idolatría como culto al poder: "El poder, según la Biblia", escribe Caravias: "también puede ser
un ídolo. Se trata del poder considerado como un valor absoluto, ante el que se depositan todas
las esperanzas, ya sea el poder de las grandes potencias o simplemente el poder nacional, regional
o aun el local y familiar."

Mientras en toda la tradición extra-bíblica la autoridad estatal se trataba como sagrada, en la


tradición profética judía se ve como una tentación idolátrica. Eso puede considerarse la primera
vez en la historia humana en que se atreve a cuestionar y relativizar el poder de las autoridades. Si
el pueblo de Dios confía en su propio poder, o se gloría en él, no está confiando en Dios y
gloriándose en Dios (Jer 9:23-24; cf. Am 2:24).

   Al denunciar el culto al emperador, Juan se identifica con una larga tradición judía de denuncia
profética contra la idolatría del poder absoluto. En el año 6 d.C. Judas el Galileo sublevó al pueblo
cuando Judea fue convertida en provincia romana y se preparó un censo con fines de cobrar
impuestos (Jos GJ 2:118,433; 7:253-57; Ant 18:4-10,23-25,102). Judas se opuso a dicho censo
porque la tierra pertenecía sólo a Dios y no a los romanos, y porque someterse a César y cooperar
con el imperio violaba el primer mandamiento de "no tener otros señores ante mí".

Posteriormente, a inicios de la guerra judía (66-70 d.C.), la "cuarta filosofía" (¿esenios?), según
Josefo, pregonaban la consigna, "Ningún señor excepto Dios" (GJ 18.23)[17]. David Rhoads
comenta: "Este principio representó una interpretación novedosa del primer mandamiento que
clasificaba a toda colaboración con César y los romanos como lealtad idólatra a un señor que no
era Dios" (Anchor VI:1046a). Josefo acusa a esta secta de incendiar a las masas y llevar al pueblo
judío a la ruina  "por causa de lo novedoso de esta filosofía antes desconocida" (Ant 18.9).

   Este tema es central al argumento de todo el Apocalipsis y especialmente del capítulo 13, como
es también de crucial importancia para nuestro mundo actual, por lo que merece un análisis más
extenso.

2)  Trasfondo: la teología bíblica del poder. Esta enseñanza bíblica es tan amplia, que sólo
tocaremos algunos aspectos de la enseñanza antiguotestamentario que orienta al mensaje
profético. Las escrituras hebreas, desde sus inicios, condenan la prepotencia de "Babel" (Gn 11;
Babilonia) y exaltan la gracia y poder de Dios por medio de la debilidad de Abraham y Sara (Gn
12). En el relato de la torre de Babel, escuchamos ecos de la severa critica profética del poder. En la
historia de los patriarcas nace la teología bíblica del poder, como teología de la gracia. Lo mismo
se destaca en los relatos del éxodo: Israel no fue liberado por sus propias fuerzas sino por la mano
poderosa y el brazo extendido de Yahvé (Ex 3:19, Dios los liberará "por la fuerza"; Ex 15:6-7,13,16;
Dt 4:34,38 "gran despliegue de fuerza y poder ... que desalojó a naciones más grandes y más
fuertes que tú"). A fin de cuentas, todo poder es de Dios, y toda la gloria ha de ser para él.

   Según esta teología del poder, la autoridad de los gobernantes es delegada, derivada y relativa.
Por eso Israel no coronaba a sus reyes, sino los ungía en nombre de Yahvé. Todas la victorias del
rey eran logradas por el poder de Dios: "El es quien pone los pueblos a mis pies" (Sal 144:2). Sólo
Yahvé es la fortaleza de su pueblo (Sal 28:8; cf. 68:34-35), y sólo él puede ser la ayuda de ellos en
todo tiempo (Sal 28:7; 30:10; 37:40; 46:1,5; Isa 41.10).

Tan importante era esta convicción, que se plasmaba en nombres compuestos por YeZeR ("ayuda")
junto con "El" o "Yah" (p.ej., Eliezer, Azarel, Azriel, Azariah). La misma raíz aparece en la piedra que
colocó Samuel, AeBeN HâYâZeR (Ebenezer: piedra de ayuda, 1 Sm 7:12), interpreteda después
como "Hasta aquí nos ayudó Yahvé" (RVR; NBE).

E. Laarman, un pastor reformado de Grand Rapids, Michigan, analiza muy bien la crítica
antiguotestamentaria al poder.

Primero, poseer poder fácilmente debilita la confianza en Dios y su poder, como en el caso del
rey Uzías(2 Cr 26:7,15-16; cf. Dt 8:17-18; 1 Sm 2:9 "¡Nadie triunfa por sus propias fuerzas").
Segundo, el poder tiende a volverse injusto y oprimir a los pobres (Sal 10:2,9-11; Ecl 4:1; Job
35:9); con el poder viene la tentación de abrasarlo. En tercer lugar, el encanto y el impacto del
poder fácilmente le da al poder una prioridad sobre otras virtudes, que no debe tener. "Mejor es
la sabiduría que la fuerza... Mejor es la sabiduría que las armas de guerra" (Ecl 9:16,18 RVR, BJ; cf
Sal 147:10-11; Prv 16:32; Jer 9:23-24).

   Dios es el único dador de poder, tanto a los reyes de su pueblo como a los de otros pueblos, y
cualquier gobernante, de la nación que sea, que llega a creerse dueño de su propio poder, con esa
soberbia ofende a Dios y termina abusando del pueblo. Del rey Uzías de Jerusalén nos dice el
cronista, "con la poderosa ayuda de Dios, Uzzías llegó a ser muy poderoso" (26:15),[22] pero
"cuando aumentó su poder, Uzzías se volvió arrogante" (2 Cr 26:7,15-16) y Dios castigó esa
presunción con la lepra (26:19-20).

El mismo principio se aplica al poder de los reyes gentiles (Isa 10:5-14; Ez 28:2-5). Dios envió a
Asiria "contra una nación impía ... un pueblo que me enfurece" (Israel), pero en vez de servir a Dios
con el poder que les había dado, los asirios dijeron, "Esto lo hizo el poder de mi mano, porque soy
inteligente" (Isa 10:5-14). Del rey de Tiro, en el apogeo de su poder, dice Ezequiel, "En la intimidad
de tu arrogancia dijiste, 'Yo soy un dios' ... sentado en un trono de dioses.

Pero", responde el profeta, "tu no eres un dios, aunque te creas que lo eres. ¡Tu eres un simple
mortal". He aquí la tentación luciférica escondida como serpiente dentro de las entrañas del poder,
la seducción del poder sobre Luzbel (Babilonia; Isa 14:12-15).

   Un ejemplo dramático de este concepto de poder es la historia de Gedeón. Frente a las tropas
multitudinarias de los madianitas, Gedeón tenía sólo 32 mil hombres. Pero Yahvé le dijo, "Tienes
demasiada gente para que yo entregue a Madián en tus manos" (Jue 7:2). Entonces, "a fin de que
Israel no vaya a jactarse contra mí y diga que su propia fuerza lo ha liberado", Dios le ordenó
despedir a todos los temerosos. Se fueron 22,000 soldados y quedaban 10,000. "Pero Yahvé le dijo
a Gedeón, 'Todavía hay demasiada gente'", y por la famosa prueba de "lamer el agua con la
lengua, como los perros" (7:5), Gedeón redujo el contingente a sólo 300 soldados, frente a los
madianitas que eran numerosos como langostas, con incontables camellos (7:12), y esa noche Dios
entregó a los madianitas en manos de Gedeón (7:9). Es típico del pensamiento hebreo concebir el
poder de Dios en proporción inversa a la fuerza humana (cf. 2 Cor 12:7-9).
   La misma actitud hacia el poder se expresa en el mensaje que el ángel reveló a Zacarías para
Zorobabel y Josué, gobernador y sacerdote respectivamente del pueblo que regresó del cautiverio
en Babilonia:

No será por la fuerza

ni por ningún poder,

sino por mi Espíritu

-- dice Yahvé

Todopoderoso --.

¿Quién te crees tú,

     gigantesca montaña?

¡Ante Zorobabel sólo eres

     una llanura ...

   A partir de esta teología del poder, un profeta como Miqueas hace una crítica acerba de los
gobernantes y su abuso de poder:

¡Ay de los que sólo piensan en el mal,

y aun acostados hacen planes malvados.

En cuanto amanece, los llevan a cabo

porque tienen el poder en sus manos (Miq 2:1).

   Frente a la absolutización de las autoridades que solía caracterizar las sociedades


contemporáneas, en Israel había mucha criticidad ante las autoridades. "El Deuteronomio", señala
Caravias, "desconfía sistemáticamente de la monarquía, pues ve en ella el doble peligro de idolatría
y la opresión consiguiente del pueblo".

El AT prohíbe a los reyes acumular poder y riquezas (Dt 17:14-20) y condena los abusos de los
gobernantes incumplidos e injustos (1 R 21:16; 2 R 21:1-11,16). Sobre el peligro de la
absolutización del poder político, Sicre comenta con mucha percepción que "esta idolatría de los
políticos daña los intereses de los ciudadanos bajo capo de un futuro mejor y más seguro... La
seguridad de un régimen se compra al precio de la inseguridad del pueblo".

   Esta teología se resume muy concienzudamente en la fórmula clásica, "Tuyo es el poder" (Mt
6:13; 1 Cr 29:11; cf. Ap 4:11; 5:12; 19:1; 1 Tm 1:17) y se expresa con majestuoso dramatismo en la
visión apocalíptica del gran trono supremo rodeado de veinticuatro tronos súbditos (Ap 4-5).

3)  La idolatría como confianza en las superpotencias de turno. Un aspecto de esta teología
del poder, muy enfático en los profetas hebreos, es el rechazo tajante de toda alianza con
cualquier potencia extranjera. Precisamente porque todo poder pertenece a Yahvé, y Yahvé es la
única ayuda de su pueblo, ir a buscar otras ayudas es traicionar a Yahvé.
Entre los temas más enfáticos y repetitivos de los profetas preexílicos, es la denuncia de esas
alianzas como una divinización del poder de las superpotencias en lugar del poder de Dios. Isaías
20:5-6 describe el resultado:

Los que confían en Etiopía y se enorgullecen de Egipto quedarán aterrados y avergonzados. En


aquel día los habitantes de esta costa dirán: Fíjense, ahí tienen a los que eran nuestra esperanza,
¡aquellos a quienes acudíamos en busca de ayuda, para que nos libraran del rey de Asiria! Y ahora,
¿cómo podremos escapar?

   Más adelante, el profeta vuelve a condenar las alianzas internacionales y las identifica como
idolatría:

¡Ay de los que descienden a Egipto en busca de ayuda, [cf. 30:1-5]

de los que se apoyan en la caballería,

de los que conf'ían en la multitud de sus carros de guerra

y en la gran fuerza de sus jinetes,

pero no toman en cuenta al Santo de Israel,

ni buscan al Señor! ...

Los egipcios en cambio son hombres y no dioses,

sus caballos son carne y no espíritu. (Isa 31:1,3)

   Oseas se empeña especialmente en denunciar las esperanza que Israel (reino del norte)
depositaba en Asiria para defenderlos contra Egipto (8:8-10; cf. 12:1). Para este profeta, al "recurrir
a Asiria" (5:13) Israel estaba "empeñado en seguir a los ídolos" (5:11 cf. Lxx). Creían que Asiria
podría curar sus heridas (5:13), cosa que sólo Dios puede hacer (6:1; 7:1; 14:4 hebr; supra n.4). Sicre
observa acertadamente que aquí "los imperios han ocupado de nuevo el puesto de Dios"
(1979:43). Yahvé llama a Israel a arrepentirse y reconocer que "Asiria no podrá salvarnos... Nunca
más llamaremos 'dios nuestro' a cosas hechas por nuestras manos" (14:1-3).

   Jeremías también acusa a esas alianzas de poner a las superpotencias contemporáneas en el


lugar de Dios. "¿Qué sacas con ir a Egipto", pregunta a Israel, "a beber agua del Nilo? ¿Qué sacas
con ir a Asiria a beber aguas del Éufrates?" (2:18), cuando sólo Dios es "fuente de agua viva" (2:13).
Esas alianzas, que son "cisternas rotas" (2:13), constituyen una infidelidad que Dios castigará
(2:19,36-37; cf. 17:5-8). Ezequiel 23 describe esa misma idolatría con un relato muy dramático de la
prostitución de dos hermanas, Aholá (la mayor; Israel) y Aholibá (la menor; Judá), por causa de las
alianzas que buscaron con otras naciones (los asirios, 23:5,12; los babilonios 23:14-17) en vez de
permanecer fieles a Yahvé.

4) La idolatría como confianza en las armas y el poderío militar. Obviamente, el elemento
central de la "fornicación" idólatra de Israel con las superpotencias era su confianza en las armas y
los pertrechos de guerra de esos aliados. El cronista relata que al principio el rey Uzías "se empeñó
en buscar a Yahvé"; "Mientras Uzías buscó a Dios, Dios le dio prosperidad" (2 Cr 26:5) y "Dios le
ayudó en su guerra contra los filisteos, contra los árabes...y contra los meunitas" (26:7). Uzías "llegó
a tener tanto poder que su fama se difundió hasta la frontera de Egipto" (26:8). Logró fortificar
bien a Jerusalén con torres (26:9-10) y contaba con un ejército grande y bien organizado (26:11-
13), armado hasta los dientes (26:14). Hasta inventaron unas máquinas de guerra para disparar
flechas y piedras (26:15). Pero esa carrera armamentista y militarista fue la ruina de Uzías. Como ya
hemos visto, Uzías se sentía dueño de todo ese poder y se enorgulleció de haberlo alcanzado.
"Cuando aumentó su poder,", nos dice el texto bíblico, "Uzzías se volvió arrogante" (2 Cr 26:7,15-
16; cf Os. 7:15-16)y Dios le tuvo que castigar con lepra (26:19). ¡Cuán actual parece todo ese relato
hoy! 

   Las fuertes denuncias de Oseas contra las alianzas se concentra también en el aspecto militar de
esa idolatría. Las alianzas que el profeta condena eran sobre todo pactos de ayuda militar mutua,
en busca de una salvación de las amenazas de otras potencias (una especie de OTAN oriental). Por
eso, Yahvé llama a Israel a arrepentirse de haber "montado caballos de guerra" (Os 14:3;
probablemente, haber montado sus esperanzas en recursos militares). En la figura del caballo,
Oseas y otros profetas sintetizan toda la confianza en armas; el caballo era sobre todo un símbolo
de fuerza física y de poderío militar (Job 39:19; 2 R 2:12; 13:14; Is 30:12; Jer 8:16; 12:5), a menudo
asociado también con carros de guerra (Ex 15:1,4-5; Is 31.1; Jer 4:13).

   El mismo tema aparece, con más detalle, en Isaías. “Pobres de aquellos que bajan a Egipto ...
Pues confían en la caballería, en los carros de guerra, que son numerosos, y en los jinetes porque
son valientes” (Is 31:1), porque “el egipcio es un hombre y no un dios, y sus caballos son carne y no
espíritu" (31:3). En cambio, el pueblo de Dios ha de encontrar su fuerza y salvación en Yahvé, no en
los instrumentos de guerra (Is 30:15-16): los caballos no servirán ni para huir (30:16). Ezquiel es aun
más mordaz. Aholá y Aholibá se dejaron manosear los pechos por "guerreros ... oficiales y hábiles
jinetes con corceles" (23:3,8,12,21,23) y con carros y carretas, cascos y escudos (23:24).
Enloquecidas por el erotismo de la superpotencia de sus amantes (23:20), las dos hermanas se
prostituyeron en repetidos proyectos políticos y militares (23:5-10; 16-21). Al fin los amantes se
cansaron de ellas (23:10,22,25-26) y cayó sobre ellas el juicio de Dios (23:10,22,27). Las mismas
fuerzas armadas y pertrechos de guerra de que se habian enamorado, ahora vienen contra ellas
para destuirlas (23:22-24).

   Esta antítesis radical entre fe en Yahvé y confianza en la fuerza de las armas se expresa también 
en varios salmos:

Unos confían en sus carros de guerra,

y otros confían en sus corceles,

pero nosotros confiamos en el nombre de Yahvé nuestro Dios (20:7).

Vana esperanza de victoria es el caballo,

a pesar de su mucha fuerza no puede salvar.

Pero Yahvé cuida de los que le temen,

de los que esperan en su gran amor;

él los libra de la muerte,

y en épocas de hambre los mantiene con vida (33:17-18)

Yahvé no se deleita en los bríos del caballo,

ni se complace en la agilidad del hombre,


sino que se complace en los que le temen,

en los que confían en su gran amor (147:10-11)

   ¿Habrá naciones hoy, hasta "cristianas", que han depositado su fe y esperanza en las armas más
que en Dios? ¿Qué dirían los profetas?

5) La idolatría como culto a las riquezas: Las escrituras hebreas nos plantean una teología básica
de los bienes materiales, bastante parecida a su teología del poder, vista anteriormente. El
principio básico y punto de partida es que el universo entero pertenece a Yahvé, Creador de todo y
su único dueño.

De Yahvé es la tierra y todo cuanto hay en ella, 

el mundo y cuantos lo habitan;

porque él la afirmó sobre los mares,

lo estableció sobre los ríos (Sal 24:1-2).

La tierra no se venderá a perpetuidad,

porque la tierra es mía

y ustedes no son aquí más que forasteros y huéspedes (Lev 25:23).

   Al contrario de cualquier idea de propiedad privada, el concepto bíblico ve la propiedad y todas


las posesiones del ser humano como "préstamo" y tenencia delegada con responsabilidad al
verdadero dueño, Dios.[30] Ningún ser humano es "dueño" de nada, sino sólo mayordomo. Aun la
inteligencia y las fuerzas para acumular bienes son regalos del Creador. "No se te ocurra pensar,
Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos. Recuerda a Yahvé tu Dios, porque
es él quien te da el poder para producir esa riqueza" (Dt 8:17-18; cf. 1 Cr 29:12; Jer 9:23-24). El rico
no debe confiar en su riqueza ni en sus propios poderes, sino sólo en Dios:

¿Acaso he puesto en el oro mi confianza,

o le he dicho al oro puro, En ti confío'?

¿Me he ufanado de mi gran fortuna,

de las riquezas amasadas con mis manos? (Job 31:24-25)

   A partir de estos presupuestos, los profetas hebreos van más allá de la denuncia de abusos de
los ricos contra los pobres, a realizar una crítica más profunda de las riquezas en sí. El proceso
comenzó con el profeta Amós, con denuncias fuertemente concentradas en las injusticias
económicas. Muy consciente de la desigual distribución de los bienes, y con un agudo ojo para las
realidades socio-económicas, Amós condenó con mucho detalle los lujos ostentosos de los
privilegiados. Los ricos comen corderos selectos y terneros engordados (6:4) y beben vino en
tazones (6:6; 5:11; cf.; 2:12). Sus mujeres ("vacas de Basán") dicen a sus esposos, "¡Traígannos de
beber" (4:1). Se perfuman con las esencias más finas y, como les sobra tiempo libre, se entretienen
con improvisar canciones e inventrar instrumentos musicales (6:6). Se recuestan en divanes de
Damasco (3:12) y duermen en camas incrustadas de marfil (6:4; 3:12).
   Lo que provocó la cólera más encendida de Amós eran los lujosos edificios de Samaria, y aun de
otras ciudades (Sicre 1979:112).[32] El profeta anuncia el castigo divino sobre "la casa de invierno y
el chalet de verano" de los ricos, y sobre sus "casas adornadas de marfil" (3:15) y "casas de piedra
labrada" (5:11). Pero lo más detestable para Amós eran los palacios (o mansiones). Amós utiliza la
palabra AaRMeNôT (palacios) nada menos que 13 veces, más de un tercio de lo que aparece en el
AT (33 veces).[33] Todos los siete oráculos contra las naciones (Am 1:3-2:5) terminan con la misma
sentencia de juicio: el fuego consumirá sus palacios (1:4,7,10,12,14, 2:2). En la frase más tajante que
se puede imaginar sobre este tema, Amós transmite la ira de Dios: "yo aborrezco sus palacios"
(6:8-11), igual que odia sus hipócritas solemnidades religiosas (5:21). En 3:14 Amós vincula este
culto al lujo directamente con la idolatría ("los altares de Betel"), lo que Sicre clasifica como "la
intuición genial de Amós" (1979:112).

   Lo más oprobioso de la conducta de estos ricos fue que vivían "tranquilos en Sión" (6:1) frente a
la desigualdad, la injusticia y el sufrimiento ajeno. Disfrutan sus lujos "sin afligirse por la ruina de
José" (6:6). Como élite privilegiada, son una verdadera "sociedad de consumo" que viven "el
banquete de los holgazanes" (6:7). Viven para llenar sus mansiones de lujos para todo el futuro,
pero más bien están llenándolas de violencia, rapiñas, despojos y finalmente, condenación (3:9-11;
Sicre 1979:111). Desprecian sin escrúpulo alguno a la imagen del Creador, cuando venden al ser
humano como mercancía (2:6-7; 8:5-6). Por eso, sus ceremonias religiosas son una abominación
ante Dios (5:21-24; cf. 4:4-5; 5:4-5).

   Sicre (1979:110) resume bien el grave pecado de esta élite de Samaria: aunque no ha negado a
Dios explícitamente, "se lo ha expulsado de la vida diaria, no se lo tiene en cuenta", y de eso tiene
la culpa "el dinero, que acapara por completo el corazón del hombre". Según la crítica profética de
Amós, "el lujo, la abundancia, la posibilidad de enriquecerse, es la única meta de la clase
dominante de Samaria" (1979:110). En otras palabras: ¡el culto al dinero! Los demás profetas
refuerzan esta denuncia del materialismo consumista. Cuánto más prosperaba Israel, denuncia
Oseas, más se llenaba de ídolos (Os 10:1; cf. Is 2:7-8), que eran sobre todo "los ídolos seculares":
agua, pan, lana, lino, aceite, y demás bienes materiales. Según la "teología de la prosperidad" de
ellos, "la orientación fundamental de la vida, el único punto de apoyo, la única meta", eran las
riquezas; eran su verdadero dios (Sicre 1979:101c). Los ricos, según Miqueas, no sólo cometen
crímenes sino también, "para colmo, se apoyan en Yahvé, diciendo: `¿No está Yahvé entre
nosotros?'" (Miq 3:11; cf. 2:1-5).

   El profeta Isaías, con palabras tan pertinentes hoy como en el siglo ocho a.C., relaciona los tres
temas que hemos visto: riqueza, poder e idolatría:

Su tierra está llena de plata y oro,

sus tesoros no tienen fin [Produco Bruto Interno].

También está su tierra llena de caballos [armas],

y sus carros [tanques] son innumerables.

Además su tierra está llena de ídolos [ideología],

y se han arrodillado ante la obra de sus manos

y ante lo que fabricaron sus dedos (Is 2:7-8).

   En la misma línea de pensamiento, Jeremías plantea la disyuntiva radical entre la confianza en la


sabiduría, la valentía y la riqueza y el conocimiento de Yahvé (9:23-24):
¡Ay del que edifica su casa

y sus habitaciones superiores

violentando la justicia y el derecho! ...

¿Acaso eres rey

sólo para acaparar mucho cedro?

Tu padre [Josías] no sólo comía y bebía,

sino que practicaba el derecho y la justicia ...

¿Acaso no es esto conocerme?

     -- afirma Yahvé --

Pero tus ojos y tu corazón

sólo buscan ganancias deshonestas [cf. Ezq 33:31; 22:13],

sólo buscan derramar sangre inocente

y practicar la opresión  y la violencia (Jer 22:13,15-17).[34]

   Jesús, el profeta por excelencia, retoma y radicaliza todo este mensaje antiguotestamentario,
especialmente en términos de la disyuntiva radical que planteó Elías ("o Yahvé o Baal, pero no
ambos", 1 R 18:21,39):

Nadie puede servir a dos señores,

pues menospreciará a uno y amará al otro,

o querrá mucho a uno y despreciará al otro.

No se puede servir a la vez a Dios

y a las riquezas (mamôna; Mt 6:24; Lc 16:13).

Un dicho similar que aparece en el Evangelio de Tomás lo expresa muy vívidamente: "No es
posible que un hombre monte dos caballos o tense dos arcos". Al aludir casi verbalmente a una de
las exigencias más tajantes del AT, la de Elías, Jesús da a entender que, en su propio tiempo, la
tentación a divinizar las riquezas era tan peligrosa, y tan blasfema, como había sido el culto a Baal
en tiempos de Elías.

   La palabra mamônas no aparece en el griego clásico ni en la LXX, y sólo tres veces en el NT (Mt


6:24; Lc 16:9,11). Hay algún consenso en que se relaciona con el verbo AâMaN (estar firme,
duradero). En tal caso, el sentido base sería "aquello en lo que se puede confiar"

Colin Brown añade una segunda dimensión, "lo que le es confiado a uno" . En ambos casos,
"Mamón" se derivaría de la misma raíz que "Amén". (¡Interesante! El adorador del dinero dice
"Amén" a los bienes materiales; el creyente fiel dice el "Amén" de su entrega incondicional sólo a
Dios).

   Sabemos que en la antigüedad, algunos esclavos de hecho pertenecían a dos amos, y la tradición
hebrea definía las condiciones de obediencia en tales circunstancias (StrB I:433-434). Pero implícita
en las palabras de Jesús está la exigencia de una entrega total e incondicional, sea a Mamón (como
de hecho la exige) o a Dios, pero nunca a ambos.

Eso lo confirman los tres verbos claves del texto: servir (douleuô), odiar/amar (miseô/agapaô), ser
leal/despreciar (antéjomai/katafroneô), los que en el contexto implican una opción exclusiva.
"Servir" aquí (douleúô) tiene el significado básico de "ser esclavo de" (doulos), "una persona que
está completamente supeditada a un superior".

En el binomio amar/odiar, el sentido de miseô (odiar), más que "aborrecer" significa "amar menos"


o "no amar" (Gn 29:30-31; Dt 21:15-17; Ecl 3:8; cf. Lc 14:26 con Mt 10:37). Igualmente, con dos
amos será inevitable adherirse a uno (antejomai; Tito 1:9) pero despreciar (katafroneô; 1 Co 11:22;
Ro 2:4cf. Heb 12:2), traicionar (Prv 25:9; Os 6:7; Hab 1.5; 2.5; Sof 3.4), defraudar (Jer 2:36) y
desobedecer  (2 P 2:10) al otro. Con el mismo verbo, 1 Tm 6:2 exhorta a los esclavos a no faltar
respeto (mê katafroneitôsan) a sus amos creyentes.

   De Tuya resume fielmente el sentido de todo este texto: "El corazón ha de estar totalizado en
Dios". Si Dios no es todo en nuestra vida, Dios no es nada, porque no sería Dios. Fitzmyer
comentando Lucas 16:13, acierta al afirmar, "Este dicho de Jesús plantea muy radicalmente la
actitud hacia el dinero: ¡o Dios o Mamón! ¿Cuál de esos dos va a gobernar mi vida? Nadie puede
servir a ambos. La búsqueda de la riqueza me reduce al esclavo de ella y no puedo servir realmente
a Dios. Así el Mamón termina siendo el dios a quien sirvo".

   Jesús intensificó y radicalizó toda la crítica profética del culto a los bienes materiales e hizo
explícita su idolatría. Es sorprendente la centralidad de temas económicos en la enseñanza de Jesús
y la severidad de su condena de la obsesión con los bienes materiales (que hoy llamaríamos
materialismo consumista).

Mateo 6 y Lucas 16 se concentran especialmente en la problemática ética de las riquezas. Según


Lucas 6:20, Jesús dijo, "¡Ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido su consuelo!"; dijo que la
seducción de las riquezas no dejan crecer la semilla del evangelio (Mt 3:22) y, con humor irónico,
dijo, "¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! En realidad, le resulta más fácil a un
camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios" (Lc 18:24-25).

¿Por qué dedicó Jesús tanta atención a los temas económicos, y sobre todo, por qué escogió el
culto a Mamón como la forma de idolatría que más quería denunciar?[40] Sus ataques a la avaricia
idólatra son mucho más severos que su condena de los pecados sexuales, la mentira, la borrachera
y otros pecados que consideramos escandalosos y que de hecho son también esclavizantes. Es
obvio que Jesús conocía toda la corrupción económica de la sociedad judía en que vivía y la pasión
ciega de muchos por alcanzar riquezas. Jesús veía esa codicia de ganancias como la tentación más
sutil y peligrosa de su época, y por eso concentró su denuncia en esa idolatría.

   Por algo también Jesús escogió el término "Mamón" como objeto de esta idolatría, y no sólo "el
dinero" o "las riquezas". Leif Vaage plantea esta interesante pregunta, y sugiere que con ese
término poco usual "se hace referencia a todo poder económico que produzca la muerte,
dondequiera que sea, en vez de la vida".

Fitzmyer, en su comentario sobre Lucas 16, propone que el interés de Jesús no se limitaba al
dinero como tal, sino en lo que el dinero hace a la gente y como afecta la vida de ricos y pobres
(1981 I:250). El uso del nombre simbólico en vez de la designación literal destaca su fuerza como
poder maligno sobre los seres humanos, que rivaliza con Dios como objeto supremo de adoración.

   ¿Existe hoy esa misma tentación de ser idólatra sin darnos cuenta? Claude Tresmontant, en su
libro La doctrina de Yeshúa de Nazaret (p.60), alega que sí: "para la inmensa mayoría de los
hombres, la riqueza es objeto de un culto idólatra, en lo más secreto de sus corazones. La
acumulación de riquezas es un esfuerzo por escapar a la angustia de la muerte, a la angustia de la
inestabilidad y de la inseguridad, de la dependencia, un esfuerzo por asegurarse contra el riesgo,
una búsqueda de consistencia" En otras palabras, avaricia y consumismo son idolatría.

Orígenes, el antiguo padre de la iglesia, captó con profunda percepción la esencia de esta idolatría:
"Dios sabe muy bien", escribió, "qué es lo que uno ama con todo su corazón y alma y fuerza; eso
para esa persona es Dios. Que cada uno de nosotros se examine ahora, y silenciosamente en su
propio corazón decida cuál es la llama de amor que principalmente y sobre todo está encendida
dentro de su ser".

Es posible aun que el verdadero Dios sea uno entre esos "amores", hasta el mayor entre varios
rivales, como era Yahvé junto con Baal para Acab y Jezabel. Esa es la idolatría más común. Pero
Yahvé, el verdadero Dios, es celoso y no tolera rivales. Por eso Elías escandaliza al pueblo de Israel
con su radical demanda de una lealtad exclusiva: o Yahvé o Baal, pero jamás los dos (1 R
18:21,24,36-37).

   Ya en el siglo XVI, Martín Lutero, en su Catecismo Mayor, puso el dedo en la llaga:

"Muchas personas creen que tienen a Dios y todo lo que necesitan, cuando tienen dinero y
propiedad; en ellos confían, de ellos se jactan, tan inflexiblemente y con tanta seguridad, que no se
preocupan por nadie más. Fíjense, una persona tal tiene también su dios-- se llama Mamón, es
decir, dinero y posesiones; sobre ellos pone todo su corazón. Es el ídolo más común sobre la faz de
la tierra. Quien tiene dinero y posesiones, se siente en total seguridad, está feliz y sin ningún
temor, como si estuviera sentado en el mismo paraíso. A la inversa, quien no tiene nada, duda y se
deprime, como si no conociera ningún dios... De modo que si alguien se jacta de mucha erudición,
sabiduría, poder, prestigio, familia y honor, y confía en esas cosas, esa persona también tiene su
dios, pero no el único Dios veradero."

   ¿Cuántos "buenos cristianos" hoy depositan su confianza en el dinero, y tienen su corazón


puesto en las riquezas? Hoy tendríamos que hablar de una "mamonización del evangelio" (Mat
6:24), en que los buenos cristianos asisten a los cultos y cantan los coritos, pero durante la semana
rinden culto al dinero y al poder.

[1]Contextualización redactada para Tomo III del comentario del Apocalipsis.

[2] Podemos entender que el futuro de "adorarán" signifique "seguirán adorando", ya que va


acompañado con verbos en pasado y presente. Es muy poco probable que Juan de repente haya
comenzado a hablar del futuro remoto.

[3] Los nicolaítas creían en Jesús y jamás se hubieran considerado idólatras sólo por rendir culto
también a César. Ellos se hubieran llamado "cristianos más realistas y razonables, no-fanáticos" o
hasta "cristianos patrióticos". Sicre (1979:145) comenta que ningún judío de los tiempos de los
profetas (siglo VIII-VI) se hubiera confesado idólatra, pero "Lo importante no es lo que ellos
piensan sino el juicio de Dios".

[4] De hecho, cuánto más inconsciente la idolatría, y más invisible, más peligrosa es; Satanás sabe
bien disfrazase de ángel de luz.
[5] El Catecismo de Heidelberg pregunta "¿Qué es la idolatría?", y responde: "Es imaginar o poseer,
en lugar del único Dios verdadero, revelado en su Palabra, o al lado de Él, otra cosa en que poner
nuestra confianza" (Pregunta 95).

[6] Job 32:24-25: "¿Acaso he puesto en el oro mi confianza, o he dicho al oro puro, 'En ti confío'?
¿Me he ufanado de mi gran fortuna, de las riquezas amasadas con mis manos?" En seguida, Job
relaciona esa confianza en las riquezas con la idolatría (32:26-28). Los pasajes de Isaías interpretan
la confianza en potencias extranjeras (20:5, Egipto y Nubia; Asiria, Os 5:13) y en la fuerza y las
armas (30:12) como idolatría. Oseas 14:1-4 denuncia como idolatría la confianza en Asiria y en las
armas, porque desplaza la confianza en Dios, y concluye, "Nunca más llamaremos 'dios nuestro' a
cosas hechas por nuestras manos". Todo el tema está magistralmente expuesto por Gutiérrez
(1989:111-132). Cualquier "entrega total y cotidiana a quien se considera el absoluto de nuestras
vidas" es idolatría (p.123).

[7]  Sobre este texto comenta Gutiérrez, "'Gloriarse' es poner su seguridad y su orgullo en esos
ídolos eventuales: el saber, el valor militar y la riqueza" (Gutierrez, El Dios de la vida 1989:113).

[8] ) Según Oseas 5:13-6:2, fue idolatría de parte de Israel esperar que Asiria sanara sus llagas y
heridas, cuando sólo Dios los puede curar (6:1; 7:1; 14:4, todos con el mismo verbo
hebreo, RâFâA). Para los profetas, es idolatría confiar en cualquier otro poder para resolver los
problemas nacionales y personales.

[9] El primer mandamiento reza, "No tendrás otros dioses además de mí" (Ex 20:3 NVI). La frase
"ante mí" (Hebr. YaL-PâNaYâ, "ante mi rostro") no significa "antes de mí, mayor que yo" sino "al
lado mío".

[10] Bien comentó Charnock en el siglo XVII, "pretender adorar a Dios y buscar sólo mi ventaja
propia es burlarme de Dios en vez de adorarlo. Cuando creemos que nosotros debemos ser
satisfechos y no Dios ser glorificado, ponemos a Dios por debajo de nosotros mismos e
imaginamos que él debe someter su propio honor a las ventajas nuestras" (The Existence and
Attributes of God, Grand Rapids: Baker Books, 1996, p.241).

[11] Algunos manuscritos de Qumran denuncian "los ídolos del corazón" (1QS 2.11; CD 20.9).
Muchos pasajes de los profetas aluden a la idolatría sin nombrarla. Un claro ejemplo es Isaías 20:1-
6, contra las alianzas con Egipto y Etiopía: "Y los que confían en Etiopía y se enorgullecen de Egipto
quedarán aterrados y avergonzados. En aquel día los habitantes de esta costa dirán: Fíjense, ahí
tienen a los que eran nuestra esperanza, ¡aquellos a quienes acudíamos en busca de ayuda, para
que nos libraran del rey de Asiria" (20:5-6).

[12] Sicre (1979:43) comenta sobre Os 5:12-15: "Precisamente la originalidad de este texto radica
en que nos presenta una forma de idolatría 'secular'. Ya no entran en juego los 'dioses del cielo',
sino 'los dioses de la tierra'". Sicre observa también que los profetas hablaron de la idolatría
indirectamente, bajo otros temas, porque no conocían la palabra "idolatría" (Sicre 1979:18). Sicre lo
llama también "idolatría política" (p.56, sobre Isa 30:1-5). Para captar estos mensajes anti-
idolátricas, es necesario sensibilizarnos a este lenguaje indirecto de sub-códigos referentes al tema.

[13] Este es el plan del libro de Sicre: La divinización de las grandes potencias (pp. 23-100) y "la
divinización de los bienes terrenos" (pp. 101-170). Mientras Sicre se limita a los profetas
preexílicos, Caravias aplica el mismo esquema a toda la Biblia (incluso los libros deuterocanónicos).

[14] Cf. también Dagoberto Ramírez, "_La idolatría del poder",  RIBLA #4 1989:109-126._

[15] En 44 d.C. todo Israel, incluso Galilea, fue convertido en provincia romana.
[16] Protestas parecidas fueron promovidos por un tal Simón en Perea y por Atronges en Judea.

[17] Los "cristianos confesantes" bajo Adolfo Hitler (Niemoeller, Bonhoeffer, Barth y otros)
afirmaron el mismo principio en su Confesión de Barmen (1934), que sólo Jesucristo puede ser el
Señor de nuestra conciencia.

[18] Sobre la comprensión bíblica del poder político, cf. Stam (2004B:109-132).

[19] Es significativo que Dios le comisiona a Elías a ungir a un rey pagano (Jazael de Siria), a un rey
de Israel (Jehú) y a un profeta (Eliseo; 1 R 19:15). Según Jer 27:6-7, fue Dios quien entregó a
Nabucodonosor todas las naciones de su imperio; cf. Isa 45:1 para Ciro). Para los hebreos, sus
autoridades eran básicamente mediadores religiosos con la misión de hacer de Israel un reino de
sacerdotes y una nación santa (Léon Dufour 1973:37)

[20] En Génesis 49:25, Yahvé se llama "el Dios de tu padre, que te ayuda" (el "Dios ayudador"). Sal
124:8 afirma que "Nuestra ayuda está en el nombre de Yahvé". Cf. 1Cr 5.20; Is 44.2vs Lam4.17).Los
rollos de Qumran hablan unas treinta veces de Dios como ayudador.

[21]  Uzías es llamado también Azarías (2 R 14:21; 15.1-8, 17-27, 1 Cr 3:12).

[22] Amós y Oséas profetizaban durante el reinado de Uzías, e Isaías recibió su majestuosa visión
de Yahvé "el año que murió el rey Uzías" (Is 6:1).

[23] Eric Fromm observa que "los ídolos de hoy son los líderes, las instituciones -- especialmente el
Estado -- la nación, la producción, la ley y el orden y toda obra fabricada por el hombre" (La
revolución de la libertad, México D.F. 1970, citado en Sicre p.17-18).

[24] Sobre el sentido teológico de "ayuda" véase Botterweck XI:12-18 y NIDOTT III:378. Debe
notarse que esta actitud tan "cerrada" va contra el sentido común. Cualquier nación debe tener el
pleno derecho de buscar las alianzas necesarias para su defensa propia, y cuánto más "ayuda",
mejor debe ser. Pero aquí no se trata de prudencia y cálculos militares sino de fidelidad radical a
Yahvé. Según Sicre (1979:53), comentando Isa 20:1-6, lo que era simplemente un error de cálculo
para los filisteos (Askalón, Ecron), para el pueblo de Dios era idolatría. Por eso dice Isaías que en
esas alianzas, "caerá el ayudador ('ozer) y caerá el ayudado ('azur Isa 31:3 RVR).

[25] Como ya hemos señalado, expresiones como "confiar", "enorgullecerse" y "acudir en busca de


ayuda" tienen claras connotaciones de idolatría.

[26] Sicre (1979:58), citando a Huber, comenta que en su lenguaje sobre esas alianzas, Isaías "ha
elegido las palabras para cualificar teológicamente esta política ... mediante términos que indican
la actitud que sólo puede adoptarse ante Yahvé... Egipto ha ocupado el lugar de Dios."

[27] Muchas traducciones reproducen los nombres como "Oholá" y "Oholibá". Schökel apunta que
este capítulo no denuncia la adoración de dioses ajenos sino "la política cambiante y acomodaticia
de pactos con la potencia de turno". Según Dt 22:21 el castigo de tal conducta debía ser la muerte,
lo que subraya "la total indignidad de las jóvenes" ((Ezequiel, Madrid: Cristiandad, 1971, p.151). El
profeta condena la política internacional de las dos naciones con el lenguaje más ofensivo posible.

[28] Llama la atención que Ezequiel, en su libro tan lleno de lenguaje agresivo, utiliza los términos
más violentos y ofensivos (y crudos) para describir las abominables alianzas político-militares de
Israel y Judá.
[29] Esta misma verdad reaparece en el bloque textual del Pentecostés, que "ninguno decía ser
suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común" (Hch 4:32 RVR).

[30] Pablo VI lo expresó muy bien cuando dijo que toda propiedad privada lleva una hipoteca
social.

[31] Cf. 1Qp Hab 8:8-13; 1 En 46:7; 94:8; TJudá 19:1 (cf 17:1; 18:2-6); Filón de spec.leg I:23-25; Sicre
1979:102-103.

[32] La palabra AaRMeNôT puede significar "fortaleza, alcázar" (NVI), pero también "palacio"


(mansión, residencia lujosa; BJ, NBE, DHH, RVR; Sicre), que cuadra mejor con el contexto.

[33] En lenguaje novotestamentario, Sicre describe los palacios de Samaria como " el santuario
supremo de Mammón" y agrega, "Al dinero se le puede dar culto en cualquier lugar: en los
tribunales de justicia, en el mercado, incluso en el templo y junto a los altares yahvistas (cf. 2:8).
Pero el palacio es su residencia habitual, el sitio donde se hace más presente y palpable este nuevo
rival de Dios" (1979:112).

[34] Todos los ídolos tienen algo de Moloc y chupan la sangre de sus víctimas. Eso se ve hoy en las
grandes guerras internacionales, cuyo motivo principal suele ser la ganancia (petróleo, comercio,
hegemonía del mercado). La disposición de matar a víctimas inocentes es una marca evidente de
idolatría. "El dios de la idolatría es un dios asesino. Mucha es la sangre que se derrama por afán de
lucro" (Gutiérrez 1989:117). Es aun peor cuando tales homicidios se justifican en el nombre de
Dios, o de la justicia y la democracia (Is 8:20).

[35] Despues aparece en 2 Clem 6:1 y Mishná, Abot 2:12, con el significado de "dinero", y en el
Talmúd.

[36] BalzSch (I:11061-2) menciona que en el mundo griego el término era humillante, pero en la
Biblia "Ser elegido por Dios, tener la posibilidad de servirle, no humilla a nadie". En servirle a Dos
está nuestra verdadera libertad.

[37] Traducción un poco libre, pero fiel, del original inglés.

[38] Véase "Jesús-economista en el evangelio de Mateo" por Leif E. Vaage en RIBLA #27 1997: 112-
129. Debe mencionarse también la aguda crítica del pecado económico que ofrece el Apocalipsis
(Stam 2005:326-340).

[39] La figura ridícula de pasar un camello por el ojo de una aguda debe entenderse como una
simpática hipérbole; ¡imaginar un camello, con todo y joroba, tratando de pasar por donde sólo
con dificultad se logra meter un hilo fino! La expresión no tiene nada que ver con una supuesta
puerta pequeña en el muro de Jerusalén, de la que no hay evidencias confiables.

[40] Cf. Sicre 1979:164. Dos veces las epístolas paulinas identifican la avaricia (Ef 5:5; Col
3:5: pleonexia, deseo de tener más) como idolatría. Los avaros aparecen también en las listas de los
que quedan excluídos de la comunidad (1 Co 5:11; 6:10) y la avaricia entre las obras de la
naturaleza pecaminosa (Ro 1:29; cf. 2 P 2:3,14; 2 Tm 3:2 filárguroi). Según 1 Timoteo 6:10, "el amor
al dinero (filarguria) es la raíz de toda clase de males" (cf. 6:17). Cf. Stg 5:1-5; TJudá 19:1.

[41] El Testamento de Judá advierte en el mismo sentido, "Hijos míos, el amor al dinero lleva a la
idolatría; porque el dinero los lleva por mal camino y hace que consideren dioses a los que no lo
son" (19.1).
[42] Leif Vaage, RIBLA #27 1997:116.

[43] Tresmontant, Barcelona: 1973, citado por Sicre 1979:104.

[44] Orígenes, "Homilía sobre el libro de los Jueces", citado en Christian Century 9.4.97, p. 371).

[45] Unser Glaube: Die Bekenntnisschriften der evangelisch-lutherischen Kirche (Gütersloh:


Gütersloher Verlagshaus 1987 pp 596-597).

[46] En el Apocalipsis tales personas se llaman "nicolaítas" por querer rendir culto a Cristo y a la vez
al emperador, una especie de "imperialización" del evangelio.

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