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UNIDAD DIDÁCTICA 2

CURSO AUTOPROTECCIÓN: HERRAMIENTAS DE APOYO PSICOLÓGICO ANTE SITUACIONES DE CRISIS


CURSO AUTOPROTECCIÓN: HERRAMIENTAS DE APOYO PSICOLÓGICO ANTE SITUACIONES DE CRISIS

UNIDAD DIDÁCTICA 2

2. LAS EMOCIONES ¿QUÉ SON Y CÓMO INFLUYEN EN


NOSOTROS?
2.1 ¿Qué es una emoción?
2.2 Diferencia entre emoción y sentimiento
2.3 Diferencia entre emoción y estado de ánimo
2.4 ¿Cómo se clasifican las emociones?
2.5 Función y anatomía de las emociones
2.6 Expresiones faciales de las emociones
2.7 ¿Qué es la Inteligencia emocional?
2.8 Autoconciencia emocional
2.9 Autoconocimiento y autonomía emocional.

2. LAS EMOCIONES ¿QUÉ SON Y CÓMO INFLUYEN EN


NOSOTROS?

Comprender y trabajar las emociones resulta indispensable en muchos


aspectos de nuestra vida cotidiana, y más aún en la situación actual
derivada de la pandemia por COVID-19.
Las emociones y su influencia en el comportamiento de las personas son un
elemento clave en la mayoría de situaciones que se presentan en el trabajo
cotidiano.

"Casi todo el mundo piensa que sabe qué es una emoción hasta que intenta
definirla. En ese momento prácticamente nadie afirma poder entenderla."
Wenger, Jones y Jones, Physiological Psychology, 1962

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2.1 ¿Qué es una emoción?

Definir qué es una emoción resulta una tarea compleja y de difícil consenso.
La vivencia personal de las emociones es tan variable, tan personal y está
tan influída culturalmente que hablar de emociones y comprender lo que el
otro quiere decir siempre resulta muy complicado.
Una de las ideas aceptadas por todos los teóricos es que las emociones son
parte fundamental del ser humano, y que influyen, de una manera u otra, en
nuestro comportamiento.
Hay muchas definiciones sobre lo que es una emoción, una de las más
completas es la que ofrecieron autores como Hockenbury y Hockenbury en
2007: “Una emoción es un estado psicológico complejo que implica tres
componentes distintos: una experiencia subjetiva, una respuesta fisiológica,
y una respuesta conductual o expresiva”

- La experiencia subjetiva: aunque los expertos creen que hay una serie de
emociones básicas universales que son experimentadas por personas de
todo el mundo independientemente de su origen o de su cultura, los
investigadores también creen que la experiencia de la emoción puede ser
muy subjetiva. No siempre experimentamos formas puras de cada emoción,
ni las mismas emociones se manifiestan ante acontecimientos de la vida
similares.
Durante esta crisis de la COVID-19 no todos/as hemos experimentado las
mismas emociones, ni todas las emociones que hemos vivido han sido
iguales en cada uno/a de nosotros/as. La experiencia, en parte, ha sido
subjetiva.
- La respuesta fisiológica: si alguna vez has sentido un nudo en la garganta,
fuertes palpitaciones en el corazón, sudoración en las manos, respiración
rápida, sabrás que las emociones pueden causar reacciones fisiológicas
importantes.
Muchas de las reacciones físicas que se experimentan durante una emoción,
son controladas por el sistema nervioso simpático, una rama del sistema
nervioso autónomo que controla las respuestas involuntarias del cuerpo.
Los escáneres cerebrales han demostrado que la amígdala, parte del
sistema límbico, juega un papel importante en la respuesta fisiológica, y en
particular en el miedo.
- La respuesta conductual: este último componente de la emoción es, tal vez,
con el que más familiarizados estamos, por ser la expresión real de la
emoción.
Por tanto, el elemento que define realmente lo que es una emoción es el
hecho de que, por una parte, se trata de una experiencia subjetiva y, por
otra, prepara para la acción.

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Otra forma de definirla sería:” Una emoción es una respuesta adaptativa del
organismo que va acompañada de reacciones fisiológicas, que influyen de
alguna forma en la conducta y en el pensamiento y que surge por unos
estímulos externos o internos que recibe la persona”.
- Respuesta adaptativa del organismo: la emoción que genera nuestro
organismo, y que en una primera instancia no podemos controlar, está
respondiendo directamente a las demandas que se están percibiendo de la
situación. El objetivo es adaptar al individuo lo mejor posible a la realidad.
- Reacciones fisiológicas: prácticamente toda vivencia emocional lleva
asociada una respuesta fisiológica. Puede ser más intensa o más suave,
más controlable o menos, pero nuestro organismo va a avisarnos con la
herramienta más directa que tiene: lo fisiológico.
Ejemplos: tensión muscular al sentir miedo, sudor y temblores ante la
ansiedad, malestar digestivo al sentir asco...etc. Estas reacciones
fisiológicas son heterogéneas o diferentes según circunstancias o personas.
- Influencia en la conducta y el pensamiento: uno de los conceptos más
extendidos en el estudio de las emociones es el triángulo de emoción,
conducta y pensamiento. Estos tres elementos se encuentran íntimamente
relacionados, interactúan y se influyen mutuamente en todas las situaciones.
La conducta se refiere a lo que hacemos y decimos, al comportamiento que
realizamos. El pensamiento, al razonamiento que llevamos a cabo ante las
situaciones, incluyendo la toma de decisiones. Y la emoción, a las
respuestas de nuestro organismo influidas por la conducta, el pensamiento y
la realidad a la que nos enfrentamos.
- Estímulos externos e internos: el estímulo, la situación, que desencadena
el proceso emocional, puede venir tanto de fuera del individuo como desde
dentro.

Se trata de un proceso multidimensional y, por tanto, los elementos


constitutivos de una emoción son:
1. Una situación o estímulo que reúne ciertas características o cierto
potencial para generar tal emoción.
2. Alguien que percibe esa situación, la procesa y reacciona ante ella.
3. El significado que el sujeto concede a dicha situación: etiquetado.
4. La experiencia emocional que el sujeto siente ante esa situación.
5. La reacción corporal o fisiológica (cambios en el ritmo cardíaco o
respiratorio, aumento de sudoración, cambios en la tensión muscular,
sequedad en la boca, presión sanguínea).
6. La expresión motora-observable (expresiones faciales, tono y volumen de
voz, movimientos del cuerpo, sonrisa, llanto).

Nuestra capacidad para comprender con precisión estas expresiones


emocionales está ligada a lo que llamamos inteligencia emocional

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(reconocer,
reconocer, entender y manejar nuestras propias emociones; reconocer,
entender e influir en las emociones de los demás) y estas expresiones
juegan un papel importante en nuestro lenguaje corporal en general.
Muchas de estas expresiones son universales, como la sonrisa para indicar
felicidad o placer, o el ceño fruncido para expresar tristeza o enfado.
Pero las normas culturales juegan un papel importante en la forma de
expresar e interpretar emociones.
Con todo lo anterior podemos decir que una emoción es un proceso que se
activa cuando el organismo detecta algún peligro, amenaza o desequilibrio
desequilibri
con el fin de poner en marcha los recursos a su alcance para controlar la
situación (Fernández-- Abascal y Palmero, 1999). Por lo tanto, las emociones
son mecanismos que nos ayudan a reaccionar con rapidez ante
acontecimientos inesperados que funcionan de manera automática, son
impulsos para actuar. Cada emoción prepara al organismo para una clase
distinta de respuesta; por ejemplo, el miedo provoca un aumento del latido
cardiaco que hace que llegue más sangre a los músculos favoreciendo la
respuesta de huida.

Cada persona experimenta una emoción de forma particular, dependiendo


de sus experiencias anteriores, su aprendizaje y de la situación concreta.
Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que
desencadenan las emociones son innatas, mie mientras
ntras que otras pueden
adquirirse. Unas se aprenden por experiencia directa, como el miedo o la ira,
pero la mayoría de las veces se aprende por observación de las personas de
nuestro entorno.

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2.2 Diferencia entre emoción y sentimiento

Existen dos tipos de emociones: las emociones instintivas y las emociones


reactivas. Las primeras son lo que conocemos por emoción en sí; las más
puras, involuntarias y primarias, mientras que las emociones reactivas son lo
que llamamos sentimientos. Es importante saber que tanto emociones
instintivas como reactivas forman un todo, son un conjunto que nace en el
mismo punto de la mente - el subconsciente - por lo que parten de la misma
zona del cerebro, pero que sin embargo no son lo mismo. A partir de aquí las
analizaremos de manera individual, con los términos habituales: emoción,
por una parte; y sentimiento, por otra.
En primer lugar, tenemos que diferenciar los sentimientos de las emociones.
Aunque en muchas ocasiones se utilizan estos dos términos de forma
indistinta vamos a ver la definición de cada uno de ellos:
Una emoción es un conjunto de respuestas neuroquímicas y hormonales
que nos predisponen a reaccionar de cierta manera ante un estímulo
externo.
- Son procesos fisiológicos primarios, instintivos e involuntarios.
- Sirven para la supervivencia.
- Facilitan el aprendizaje.
- No se procesan.
- Pueden aparecer sin que realmente se noten o se producen antes de que
la mente consciente haya tenido tiempo de registrar qué ha motivado la
emoción
- Son temporales.
Una vez entendido que las emociones, por decirlo de manera sencilla, es
aquello que sentimos en el primer instante sin pensarlo y sin poder
controlarlo, vamos a ir un poco más allá.
¿Qué ocurre si a las emociones les añadimos el pensamiento? Es decir,
¿qué ocurre si pensamos las emociones, si hacemos que intervenga
nuestra parte racional?
La respuesta es sencilla: aparecen los sentimientos (emociones reactivas).
Se forman en los circuitos neuronales, y son el resultado de la suma:
emoción más pensamiento.
Un sentimiento es la suma de emoción más pensamiento, por lo que su
base es cognitiva con un componente subjetivo, es decir, los sentimientos
se deben a las evaluaciones, interpretaciones y atribuciones que hacemos
de nuestros sucesos internos y externos.
Se podría decir que los sentimientos son “la expresión mental de las
emociones”.
Una emoción se transforma en sentimiento en la medida que uno toma
consciencia de ella, por tanto, se da cuando etiquetamos una emoción de
manera subconsciente y emitimos un juicio acerca de ella. La emoción es

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codificada en el cerebro y la persona es capaz de identificar la emoción


específica que experimenta: alegría, tristeza, rabia...
Cuando ponemos nombre a esas emociones, podemos descubrir el
sentimiento que presentamos en ese momento.
Conocer la diferencia entre emociones y sentimientos, nos ayudará a
comprender mejor nuestras reacciones y comportamientos, permitiéndonos
regular nuestras respuestas afectivas para lograr un mayor bienestar.

Algunas diferencias:

EMOCIÓN SENTIMIENTO

Respuesta biológica ante Respuesta psicológica ante la


estímulos sensoriales. Precede al emoción. Posterior a la emoción
sentimiento

Puede ser fácilmente observada No es fácilmente observado por


por otros otros

Intensa. Menos intenso.

De corta duración De más larga duración

Reacción física Reacción mental

Estímulo externo Experiencia vital y percepción de


la realidad

Aunque actuemos guiándonos por las emociones que estamos


experimentando en un momento dado, en realidad también estamos
reaccionando a un proceso mental complejo que ha ocurrido en un segundo
plano: la interpretación cognitiva que hemos hecho del evento.
Lo cierto es que no reaccionamos ante la realidad, sino ante el significado
que le conferimos a esa realidad. Por tanto, las emociones no son
simplemente reacciones ante el medio sino también ante la valoración que
hacemos de lo que nos está sucediendo.
La mayoría de los problemas de salud emocional de larga duración se deben
al pensamiento irracional, es decir, la tendencia de sacar conclusiones,
sobre todo negativas, sobre unos hechos.
Si cambiamos la evaluación, interpretación y atribución de nuestros sucesos
internos y externos, también estaremos cambiando nuestros sentimientos
sobre los hechos.

"Si las emociones se representan en el teatro del cuerpo, los sentimientos se


representan en el teatro de la mente."( Antonio Damásio)

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2.3 Diferencia entre emoción y estado de ánimo

Una emoción es normalmente bastante corta, al mismo tiempo que intensa.


Las emociones son también propensas a tener una causa definida e
identificable.
Por su parte, un estado de ánimo es por lo general mucho más suave que
una emoción, pero de mayor duración. En muchos casos, puede ser difícil
identificar la causa específica de un estado de ánimo.
Es también menos específico que una emoción, es decir, que no depende
tanto de un hecho en concreto para ponerse en marcha, sino que es una
forma de sentir o de estar que se prolonga y a la que, a veces, no podemos
encontrar causa inmediata, pues muchas veces dependen más de los
procesos cognitivos y emocionales personales de cada individuo.
Otra característica utilizada para argumentar la diferencia entre los estados
de ánimo y las emociones es la expresión facial. Los estados de ánimo no
poseen su propia expresión facial, mientras que las emociones básicas
sí, estas últimas son genéticas y universales y la codificación facial de la ira,
la sorpresa, el miedo, la tristeza, el asco o la felicidad sigue un patrón único
en cada una de ellas en todos los seres humanos (y algunos animales).
Podemos captar un estado de ánimo irritable si vemos en una persona
expresiones faciales de ira constantemente (ceño fruncido, apertura de
fosas nasales, tensión muscular en la mandíbula…) pero no hay una
expresión propia del estado de irritabilidad en sí misma, ni de ningún otro
estado anímico o trastorno afectivo.
Las dimensiones que diferencian a los tres conceptos: emoción, sentimiento
y estado de ánimo son, la intensidad y la duración, y nos dan las claves para
identificarlas.
A las de mayor intensidad y menor duración las llamamos emociones, a las
de menor intensidad, pero mayor duración las llamamos estados de ánimo, y
a las intermedias, sentimientos.

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Cada vez somos más conscientes de que el ser humano se mueve por
impulsos emocionales. Las emociones son el motor de la vida, las que nos
empujan a hacer y deshacer.
Sin embargo, las emociones son sólo una de las dimensiones de nuestro
interior, de nuestra mente, junto con la cognición (pensamientos) y la volición
(voluntad). Estas tres dimensiones de nuestra mente (voluntad,
pensamientos y emociones) actúan juntas, por lo que no puedes, por
ejemplo, pensar sin experimentar algún tipo de emoción (aunque sea de
intensidad leve). Pero lo más importante es que, para el buen
funcionamiento de nuestra psique, así como para que podamos disfrutar de
un sentido de satisfacción interna, estas dimensiones deben mantener una
jerarquía determinada. La voluntad debería de estar en primer lugar, ésta
debería ser la que decidiera en qué quiere enfocar los pensamientos y los
pensamientos ser los que condicionen las emociones que se quieren
experimentar.

¿Cuándo se convierten una emoción, un sentimiento y un estado de ánimo


en trastorno?

Las emociones cuando no son patológicas, nos sirven de guía para tomar
decisiones en nuestra vida y adaptarnos a los sucesos vitales de forma
flexible. Sin embargo, cuando estas emociones son extremas, las respuestas
son desproporcionadas, las decisiones dependen mucho del estado
emocional del momento y, con frecuencia, de las mismas se derivan
consecuencias negativas para el individuo.
Podemos experimentar los sentimientos con tanta intensidad que pueden
tornarse autodestructivos. Precisamente por eso, es necesario aprender a
canalizarlos o exteriorizarlos de la manera correcta, para no llegar a
hacernos daño en exceso ni a nosotros mismos, ni a los demás.
Las emociones, de todos modos, son inconscientes por lo que se escapan
de nuestro autocontrol: “las emociones nos alegran la vida o nos la hacen
imposible sin que la decisión de que surja la hayamos tomado
voluntariamente”. Son involuntarias y rápidas, pero no los sentimientos. El
sentimiento se puede controlar, en cierta manera. Somos responsables de
cómo nos sentimos porque gracias a la consciencia, encargada de que
pensemos esa emoción, podemos influir sobre el sentimiento. El sentimiento
se crea cuando reflexionamos y nos hacemos conscientes de qué estamos
sintiendo. Por lo tanto, cómo nos sintamos al respecto, dependerá de cómo
reflexionemos sobre ello. Es importante nivelar la importancia que le
otorgamos a un suceso. Este dominio de este proceso requiere fuerza de
voluntad.

“Si estás angustiado por algo externo, el malestar no es debido a la cosa


misma, sino a tu valoración de ella, y eso es algo que puedes revocar en
cualquier momento”

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2.4 ¿Cómo se clasifican las emociones?

Hay un número de diferentes teorías de la emoción que intentan identificar y


clasificar la experiencia emocional humana.
Fue durante la década de 1970 cuando el psicólogo Paul Eckman identificó 6
emociones básicas que son universales a lo largo de las culturas humanas:
miedo, asco, enfado/ira, sorpresa, felicidad y tristeza.
En 1999 se amplió esta lista para incluir una serie de emociones básicas
como la vergüenza, la excitación, el desprecio, el orgullo, la satisfacción y la
diversión.
Los autores que defienden la existencia de emociones básicas universales
parten de los planteamientos evolutivos de Darwin y señalan que se trata de
reacciones afectivas innatas, distintas entre ellas, presentes en todos los
seres humanos y que se expresan de forma característica (Tomkins, 1962,
1963; Ekman, 1984; Izard, 1977). Estos investigadores han realizado
diversas clasificaciones de las emociones, pero la mayoría de ellos coinciden
en señalar la existencia de ocho emociones básicas. Estas a su vez se
dividen en emociones básicas primarias –alegría, tristeza, enfado y miedo- y
emociones básicas secundarias – asco, sorpresa, vergüenza y afecto.

- La sorpresa -
La sorpresa se puede definir como una reacción causada por algo imprevisto,
novedoso o extraño. Es decir, cuando aparece un estímulo que el sujeto no
contemplaba en sus previsiones o esquemas. La vivencia subjetiva que la
acompaña es una sensación de incertidumbre junto a un estado en el que la
persona tiene la sensación de tener la mente en blanco.
Respecto a las reacciones fisiológicas, nos encontramos con una
desaceleración de la frecuencia cardíaca y un aumento del tono muscular y la
amplitud respiratoria. Además, aparece un tono de voz alto, junto a
vocalizaciones espontáneas.

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La función de la sorpresa es vaciar la memoria de trabajo de toda actividad


residual para hacer frente al estímulo imprevisto. Por lo tanto, este estado
activa los procesos atencionales, junto con la conducta de exploración y la
curiosidad. Esta emoción es frecuentemente seguida por otra emoción que
va a depender de la cualidad del estímulo imprevisto, mostrando así su
positividad (alegría) o negatividad (ira).

- El asco -
El asco es una de las emociones básicas que se conocen desde los trabajos
de Charles Darwin acerca de la emoción animal. Esta se caracteriza por una
sensación de repulsión o evitación ante la posibilidad, real o imaginaria, de
ingerir una sustancia nociva, que tenga propiedades contaminantes. La
sensación subjetiva es un gran desagrado y de una marcada aversión al
estímulo elicitador.
Los efectos fisiológicos centrales son la aparición de diversos malestares
gastrointestinales acompañados de náuseas. Además, observamos un
aumento general de la activación; visible a través del aumento de la
frecuencia cardíaca y respiratoria, conductancia de la piel y tensión muscular.
La función adaptativa que cumple el asco es rechazar todos aquellos
estímulos que puedan provocar una intoxicación. Las náuseas y el malestar
contribuyen a evitar cualquier ingestión dañina para el cuerpo. Además, con
el tiempo, esta emoción se ha tomado también un carácter social,
rechazando aquellos estímulos sociales tóxicos para nosotros.
Asimismo, estudios como el realizado por Valerie Curtis, doctora del London
School, y publicados en la revista Biological Sciencies nos explica que el
asco es una de las emociones más importantes en el ser humano y
que evolucionó para facilitar la prevención de enfermedades infecciosas.

- La alegría -
La alegría es, de todas las emociones básicas, quizás la más positiva: está
asociada de manera directa con el placer y la felicidad. Esta aparece, por
ejemplo, en respuesta a la resolución de alguna meta personal o ante la
atenuación de un estado de malestar. Debido a la forma que tenemos de
manifestarla, puede parecer que no cumple ninguna función para nuestra
supervivencia más allá de ser un mero reflejo de nuestro estado interno.
Sin embargo, la alegría es uno de los sistemas que tiene el cuerpo para
incentivar la acción. Además, sirve de recompensa para aquellas conductas
beneficiosas para uno mismo. Cuando realizamos una acción que satisface
una meta, es cuando se dispara la alegría, y gracias a ello esa conducta se
repetirá para volver a vivir esa sensación de placer. Es quizás el reforzador
más natural con el que contamos.
A nivel fisiológico nos encontramos con un aumento de la tasa cardíaca y un
mayor ritmo respiratorio. Además, en la química cerebral nos encontramos
con una mayor liberación de endorfinas y dopamina.

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- La tristeza –
Dentro de las emociones básicas, la tristeza es la que encarna una mayor
negatividad. Esta emoción se caracteriza por un decaimiento del estado de
ánimo y una reducción significativa en su nivel de actividad cognitiva y
conductual. A pesar de la mala fama que tiene esta emoción, cumple
funciones, igual o más importantes incluso que el resto de emociones
básicas.
La función de la tristeza es actuar en situaciones donde el sujeto se
encuentra impotente o no puede llevar a cabo ninguna actuación directa para
solucionar aquello que le apena, como el fallecimiento de un ser querido. Por
ello la tristeza baja el nivel de actividad, con el objetivo de economizar
recursos y evitar que hagamos esfuerzos innecesarios.
Además, actúa de manera auto-protectora, generando un filtro perceptivo que
centra la atención en uno mismo en lugar del estímulo dañino. Y lo más
importante, instiga a la búsqueda de apoyo social que te facilite la huida de la
situación depresora.

- La ira -
La ira es el sentimiento que emerge cuando la persona se ve sometida a
situaciones que le producen frustración o que le resultan aversivas. La
vivencia que surge de la misma se categoriza como desagradable, junto a
una sensación de tensión que nos anima a actuar. Es una emoción
polifacética y en muchos casos ambigua, debido a que dependiendo de la
situación puede verse más o menos justificada o con un objeto más o menos
identificado.
A nivel fisiológico, vemos en el cuerpo un aumento excesivo de la activación
y una preparación para la acción. Observamos un aumento de la actividad
cardíaca, el tono muscular y la amplitud respiratoria. Además, de un aumento
significativo de la adrenalina en sangre, que a su vez aumentará la tensión
cognitiva.
La ira tiene una función evolutiva clara, nos dota de los recursos necesarios
para hacer frente a una situación frustrante. Cuando tenemos que hacer
frente a un peligro o superar un reto, ese gasto de recursos para aumentar la
activación nos ayuda a lograr el éxito. Si, aun así, tras la aparición de la ira no
se consigue el objetivo, es cuando aparecerá la tristeza; para solventar el
problema a través de otras herramientas.

- El miedo -
El miedo es la emoción más estudiada en los animales y en el ser humano.
Es un estado emocional negativo o aversivo con una activación muy elevada
que incita la evitación y el escape de situaciones peligrosas. La vivencia de la
misma es una sensación de gran tensión junto a una preocupación por la
propia seguridad y salud.
Los correlatos fisiológicos nos muestran una elevación rápida de la activación
y una preparación para la huida. La actividad cardíaca se dispara y la

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actividad respiratoria se acelera, produciendo una respiración superficial e


irregular.
El miedo es un legado evolutivo que tiene un valor de supervivencia obvio.
Esta emoción nos es útil para preparar el cuerpo y producir conductas de
huida o afrontamiento ante estímulos potencialmente peligrosos. Además,
facilita el aprendizaje de nuevas respuestas que apartan a la persona del
peligro.

En la década de 1980, otro autor, Robert Plutchik introdujo otro sistema de


clasificación de la emoción conocida como la “rueda de las emociones”.
Este modelo demuestra cómo las diferentes emociones pueden ser
combinadas o mezcladas entre sí.
Plutchik sugiere que hay ocho dimensiones emocionales primarias y
contrapuestas: alegría frente a tristeza, ira frente a miedo, confianza frente a
disgusto y sorpresa frente a anticipación.
Estas emociones pueden combinarse en una gran variedad de formas.

¿En qué consiste la rueda de las emociones?


La rueda de las emociones es un recurso gráfico en forma de flor con ocho
pétalos de diferentes colores, también existe el modelo cónico, que muestra
e identifica las diferentes emociones y las relaciones que se establecen entre
ellas. ¿Cómo funciona la rueda de las emociones? La teoría de la rueda de
las emociones se basa en los criterios de tipología, antagonismo e
intensidad:

La tipología
Las emociones se dividen en emociones básicas y compuestas:
Las emociones básicas se sitúan en el núcleo central de todo el círculo, en la
segunda circunferencia y son: alegría, confianza, miedo, sorpresa, tristeza,
aversión, ira y anticipación.
El resto de emociones que aparecen son clasificadas como emociones
compuestas o secundarias.

Antagonismo
Las emociones se encuentran situadas dependiendo de su grado de similitud
y discrepancia; aquellas más similares están cercanas y las más
antagónicas están en situación de oposición. De esta manera se crean
cuatro ejes de oposición:
Alegría – tristeza
Anticipación – sorpresa
Asco – confianza
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Ira – miedo

Intensidad
Hace referencia al eje vertical de la rueda. Las emociones básicas presentan
diferentes niveles de intensidad, lo que se ve reflejado en la fuerza de los
colores de esta ruleta. Por ello, cuanto más cercana sea la emoción al
núcleo será de mayor intensidad, y cuanto más lejana de menor. Cuanto
más intensa sea la emoción, es más probable que la persona actúe de forma
consonante a ella. Por ejemplo, respecto al miedo, el terror es más intenso y
el temor menos.

¿Para qué sirve la rueda de las emociones?

La rueda de las emociones es un recurso sumamente valioso, que puede ser


útil para diferentes propósitos y en diversas áreas de la psicología:

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a) Facilita la clasificación de las emociones de una manera relativamente


sencilla y visual, simplificando un tema sumamente complejo.
b) Posibilita la identificación de las emociones de forma más precisa y
clara.
c) Estimula la comprensión de las relaciones e interrelaciones entre los
diferentes estados emocionales, el entendimiento de que las
emociones no se presentan de manera aislada y un estímulo puede
desencadenar una variedad de reacciones emocionales de diferentes
intensidades.
d) Promueve la empatía y comprensión de las emociones ajenas.
e) Fomenta la detección de eventos desencadenantes de las emociones.
f) Ayuda en la expresión emocional debido a que facilita la atención e
identificación de las emociones propias.
g) Aumenta la capacidad de gestión y manejo de las emociones debido
a la comprensión emocional.
h) Puede ser de gran utilidad desde la psicología educativa y la
educación emocional, como herramienta de aprendizaje. Es muy útil
la rueda de las emociones para trabajar con niños y niñas.
i) Desde la psicología clínica y la terapia como recurso de
autoconocimiento y herramienta de adquisición de recursos propios
de autorregulación.

- Aquí trataremos una clasificación útil, ya que ninguna plasmará al 100% cómo
se agrupan y se relacionan entre sí las emociones. -

1. Emociones primarias o básicas


Las emociones primarias también se conocen como emociones básicas, y son
las emociones que experimentamos en respuesta a un estímulo. Para Paul
Ekman, las emociones básicas son 6: tristeza, felicidad, sorpresa,
asco, miedo e ira. Todas ellas constituyen procesos de adaptación y, en teoría,
existen en todos los seres humanos, independientemente de la cultura en la
que se hayan desarrollado.
Sin embargo, otros investigadores concluyen que no son seis las emociones
básicas, sino que son cuatro.
2. Emociones secundarias
Las emociones secundarias son un grupo de emociones que siguen a las
anteriores. Por ejemplo, cuando experimentamos la emoción básica de miedo
después podemos sentir las emociones secundarias de amenaza o enfado. Las
emociones secundarias son causadas por normas sociales y por normas
morales.
3. Emociones positivas
Dependiendo del grado en que las emociones afectan al comportamiento de la
persona, éstas pueden ser o bien positivas o bien negativas. Las emociones

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positivas también se conocen como emociones saludables, porque afectan


positivamente al bienestar del individuo que las siente. Favorecen la manera de
pensar, de razonar y de actuar de las personas. Por ejemplo, la alegría, la
satisfacción, la gratitud nos provocan una actitud positiva frente a la vida y nos
hacen sentir experiencias que nos ayudan a sentirnos bien.
4. Emociones negativas
Las emociones negativas son opuestas a las emociones positivas,
porque afectan negativamente al bienestar de las personas. También se
conocen como emociones tóxicas, y suelen provocar el deseo de evitarlas o
evadirlas. El miedo o la tristeza son algunos ejemplos.
5. Emociones ambiguas
Las emociones ambiguas se conocen también como emociones neutras,
puesto que no provocan ni emociones negativas ni positivas, ni saludables ni
no saludables. Por ejemplo, la sorpresa no nos hace sentir ni bien ni mal.
6. Emociones estáticas
Son aquellas que se producen gracias a distintas manifestaciones artísticas,
como, por ejemplo: la música o la pintura.
Así, al escuchar una canción podemos sentirnos muy felices o muy tristes, pero
esa sensación sería cualitativamente diferente a la felicidad o la tristeza que se
experimenta ante cualquier otra experiencia, ya que se vive en un contexto
artístico, mediado por símbolos y atribuciones sobre las intenciones del autor.
7. Emociones sociales
Las emociones sociales no se refieren a las emociones culturalmente
aprendidas, sino que es necesario que haya otra persona presente o de lo
contrario no pueden aflorar. Por ejemplo, la venganza, la gratitud, el orgullo o la
admiración, son emociones que sentimos respecto a otros individuos.
8. Emociones instrumentales
Las emociones instrumentales son aquellas que tienen como fin u objetivo la
manipulación o el propósito de lograr algo. Son complicadas de reconocer
porque puede parecer que sean naturales. Sin embargo, son emociones
forzadas y esconden una intención.
9. ¿Existen emociones buenas y malas?
El miedo, la ansiedad, el enfado, la frustración, el desánimo, la culpa, la
tristeza, la motivación, la satisfacción…. son algunas de las emociones que
pueden acompañarte en tu día a día ante esta situación, a modo de montaña
rusa, a veces arriba y otras muy abajo. Date permiso para poder sentirlas,
todas ellas, no hay emociones malas o buenas, todas nos aportan
información y por tanto son iguales de válidas e importantes.
Ahora bien, las emociones negativas hacen que nuestro estado de ánimo
cambie, afectando no sólo a nuestras relaciones personales/afectivas y
laborales, sino que también afecta a nuestro nivel de motivación,
concentración, atención, desempeño, percepción de autovalía…,

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2.5 Función y Anatomía de las Emociones

FUNCIONES DE LAS EMOCIONES

Todas las emociones tienen alguna función que les confieren utilidad,
independientemente de la cualidad hedónica (agrado-desagrado) que generen.
Incluso las emociones más desagradables tienen funciones importantes en la
adaptación social y el ajuste personal.
Hay que precisar que la funcionalidad de las emociones está estrechamente
relacionada con el control de éstas, es decir, para que una determinada
emoción pueda cumplir sus funciones, se tiene que manifestar en un contexto
apropiado y con la intensidad necesaria.
Las emociones tienen tres funciones principales:
1. Función adaptativa de las emociones
Supone que las emociones funcionan tanto como facilitadoras de la respuesta
apropiada ante las exigencias ambientales, como inductoras de la expresión de
la reacción afectiva a otros individuos.
Así, por ejemplo, según la primera de estas funciones el miedo favorecería la
huida o la inmovilidad corporal defensiva y según la segunda función
adaptativa, la expresión de miedo podría ser útil para apaciguar una reacción
intensa por parte de un agresor.
Esta función está especialmente delimitada en el caso de las emociones
primarias y es más evidente en los primeros años.
2. Función social de las emociones
La expresión de las emociones permite predecir a las demás personas el
comportamiento que vamos a desarrollar y a nosotros el suyo, lo que tiene un

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indudable valor para las relaciones interpersonales y para la adaptación al


entorno social.
La emoción es visible y por medio de ella realizamos intercambio informativo
con nuestros interlocutores. Las principales señales de comunicación del
estado emocional a los demás son la expresión facial y los movimientos de la
postura, juntamente con la expresión verbal.
En otras palabras, las reacciones emocionales expresan nuestro estado
afectivo, pero también regulan la manera en que los demás reaccionan ante
nosotros. Igualmente, la propia represión de las emociones también tiene una
evidente función adaptativa, por cuanto que es socialmente necesaria la
inhibición de ciertas reacciones emocionales que podrían alterar
las relaciones interpersonales.
3. Función motivacional de las emociones
La relación entre motivación y emoción es íntima: toda conducta motivada
produce una reacción emocional y a su vez la emoción facilita la aparición de
unas conductas motivadas y no otras.
La relación entre motivación y emoción no se limita al hecho de que en toda
conducta motivada se producen reacciones emocionales, sino que una
emoción puede determinar la aparición de la propia conducta motivada, dirigirla
hacia determinado objetivo y hacer que se ejecute con intensidad.
Esta función no depende del tipo de emoción sino de la dimensión de agrado-
desagrado de la emoción y de la intensidad de la reacción emotiva. Por
ejemplo, la tristeza (emoción) nos llevaría a realizar una determinada conducta,
fundamentalmente de supervivencia (conducta motivada) y que, dependiendo
no de la emoción sino de su intensidad y agrado/ desagrado puede hacer que
la persona llore a solas o que busque compañía.

JERARQUÍA DE LAS EMOCIONES

Ya se ha dicho anteriormente, que la emoción es un proceso psicológico que


nos prepara para adaptarnos y responder al entorno. Su función principal es la
adaptación que es la clave para entender la máxima premisa de cualquier
organismo vivo: la supervivencia.
Como si fuera un sistema de alarma, nos señala las cosas que son peligrosas o
aversivas, y que por lo tanto debemos evitar, y las cosas que son agradables o
apetitivas, y a las que por lo tanto debemos acercarnos. Las emociones
positivas son las que producen agrado y son motores de atracción; las
negativas son las que producen desagrado, y son motores de rechazo.
Las emociones negativas están estrechamente vinculadas a la supervivencia.
Quizá por eso su incidencia en las personas es mucho más potente que las
emociones positivas. El efecto de las emociones negativas es superior (en
algunos experimentos hasta 5 veces) en el estado de ánimo de los

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trabajadores que las positivas, aunque los eventos positivos ocurren con una
incidencia mucho mayor (de 3 a 5 veces más).
Por su parte, las emociones positivas benefician los estados de ánimo y
aumentan el rendimiento en el trabajo. El reconocimiento, por ejemplo, produce
en el que lo recibe emociones positivas que aumentan su eficiencia, su
autoestima y su predisposición al esfuerzo y al cambio. Es además
tremendamente contagioso, existiendo innumerables investigaciones que
prueban su utilidad.

EVALUACIÓN DE LAS EMOCIONES

Todos nosotros/as hemos experimentado momentos en los que, aún en contra


de nuestros mejores propósitos, hemos sentido rabia y nos hemos enfurecido
con los que convivimos, hemos tenido miedo, sentido envidia o nos hemos
sentido intensamente vulnerables o celosos. También hemos sentido
repugnancia o enfado ante la mínima provocación.
Cuando estos estados emocionales son crónicos, se enraízan en procesos
internos complejos basados en historias de aprendizaje, en las que la
expresión de la emoción y su regulación adaptativa no se logró completar
plenamente.
Para trabajar con las emociones necesitamos distinguir la naturaleza concreta
de la emoción evocada. Esto requiere evaluar los diferentes estados y
procesos emocionales.
En primer lugar, hay que establecer una distinción que resulta fundamental
sobre la naturaleza de la emoción. Necesitamos determinar si está relacionada
con el entorno o con el sí-mismo (interior).
Algunas emociones aportan el significado que las cosas tienen en el mundo,
ofrecen información sobre ellas en relación con nuestro bienestar.

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Sin embargo, otras emociones son únicamente internas y se refieren a la


experiencia de sí-mismo. La función de estas emociones es alterar al sí-mismo
y a sus metas.

ANATOMÍA DE LAS EMOCIONES

El sistema límbico, comúnmente conocido como cerebro emocional, tiene un


papel fundamental en la aparición de los estados emocionales. Es aquí donde
las emociones tienen su base neurológica. No obstante, los procesos límbicos
impactan en áreas como la memorización y el aprendizaje. Según Jeremy
Bentham, el sistema límbico es el que determina qué merece ser aprendido en
función de las sensaciones placenteras o dolorosas que se deriven de la
experiencia.
El sistema límbico no constituye una región anatómica dentro del encéfalo, si
no que se compone de una red de neuronas distribuidas por el cerebro. Existen
zonas en las que el sistema límbico actúa de una forma más específica.
Vamos a ver algunas de ellas:

La amígdala

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La amígdala tiene una gran importancia en el procesamiento emocional, en la


anatomía de las emociones. Este núcleo cerebral juega un papel central en las
reacciones emocionales básicas. Se sitúa al lado de cada hipocampo: hay una
en cada hemisferio. Esta zona está relacionada con la respuesta emocional
aprendida por lo que es una de las zonas involucradas en el aprendizaje
emocional.
La amígdala es el principal núcleo cerebral relacionado e implic
implicado en las
respuestas de miedo,, tanto innatas como aprendidas.
“La amígdala revisa constantemente toda la información que llega al cerebro a
través de los distintos sentidos con el fin de detectar rápidamente cualquier
cosa que pueda influir en nuestra sup
supervivencia”,
ervivencia”, explica Feinstein (2010).
“Una vez que detecta el peligro, la amígdala orquesta una respuesta rápida de
todo el cuerpo que nos empuja a alejarnos de la amenaza, lo cual aumenta
nuestras posibilidades de supervivencia”. Feinstein (2010)
El hipocampo
El hipocampo está implicado en procesos mentales relacionados con la
memoria,, tanto en la memorización de experiencias e informaciones abstractas
como en la recuperación de recuerdos.
La corteza prefrontal
La evidencia científica muestra que las estructuras prefrontales son las
principales encargadas de organizar el comportamiento y la toma de
decisiones. Estas estructuras se encargan del control de la regulación
emocional, la comprensión de situaciones complejas y el comportamiento
social adaptativo.

En condiciones normales ambos hemisferios cerebrales trabajan de forma


complementaria en la regulación y control de las emociones. Sin embargo,
investigaciones como la de Canli y cols. (Canli, et al., 1998) sugirieron que
cada hemisferio muestra una vinculación diferencial con las reacciones
emocionales de valencia positiva y negativa:
Hemisferio derecho: Es dominante en el control del tono emocional, con un
mayor procesamiento de las emociones negativas (ej., el miedo o la ira).
Muestra mayor vinculación
ción con aspectos automáticos relacionados con la
supervivencia inmediata. Promueve conductas de alejamiento, timidez,
depresión, etc.
Hemisferio izquierdo: Es dominante en la interpretación de las emociones
positivas. Realiza el control cognitivo de los e
estados
stados emocionales a través del
lenguaje. Favorece conductas de aproximación, control, vigilancia y superación
de estados disfóricos y media en las respuestas del sistema inmunitario.

Los Hemisferios Cerebrales

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La corteza cerebral juega un papel muy importante en la anatomía de las


emociones:
- Expresión de las emociones.
- Interpretación de las emociones.
- Regulación y monitorización de las respuestas emocionales.
- Experiencia consciente de éstas (los sentimientos).
Se ha sugerido la especial implicación del hemisferio derecho en el
procesamiento emocional, frente al hemisferio izquierdo, más racional.
Las emociones y sentimientos se exteriorizan en nuestra faz desde un punto de
vista anatómico. Existe una evidente conexión entre la esencia del ser humano,
su forma de sentirse y cómo ello se resuelve externamente en la cara.

2.6 Expresiones faciales de las emociones

¿Alguna vez has pensado en todo lo que una persona puede transmitir solo
con su expresión facial? Una sonrisa puede transmitir aprobación o felicidad.
Cuando una persona tiene el ceño fruncido puede ser señal de desaprobación
o infelicidad. En algunos casos, las expresiones faciales también pueden
revelar los verdaderos sentimientos sobre una situación particular, aunque no
vayan acordes con las palabras… Aunque digas que te sientes bien, tu cara
puede mostrar todo lo contrario.
Definimos expresión como la manifestación externa de lo que uno piensa o
siente. Esta expresión es una herramienta de comunicación por muchas veces
revelar ciertos sentimientos, los exterioricemos verbalmente o no, por lo que
ayuda a que los demás nos entiendan y nos comprendan y, por tanto, a una
comunicación honesta.
Observaremos el exterior como consecuencia del movimiento interior: lo que
expresamos remite a lo que sentimos.
Al pretender captar lo expresivo, necesitamos estudiar qué rasgos faciales
atribuimos a esos estados de ánimo. Para ello hablamos de fisonomía, es
decir, del aspecto particular del rostro de una persona, que la caracteriza.
Es en las facciones y en el comportamiento de las mismas donde encontramos
la conexión.
Según en nuestro interior aniden determinados pensamientos, así nuestras
facciones se mostrarán al respecto.
Es por ello que decimos que existen rasgos permanentes y rasgos variables o
inmediatos. Los primeros vienen dados por herencia cultural, por lo que no
otorgan información emocional; y los segundos ocurren por un comportamiento
por parte del sujeto, es decir, las expresiones.
El rostro es el reflejo del paso de nuestra vida y de las experiencias en las que
a lo largo del tiempo nos hemos visto involucrados.

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Son las expresiones y los gestos los que nos revelan el estado emocional del
individuo.
“La cara es el medio idóneo para comunicarnos sin palabras, una cara es más
comunicativa que cualquier palabra”
Existen muchos elementos que en el rostro nos pueden dar información sobre
el estado emocional de un individuo, ya sea la fisonómica, los gestos o las
expresiones.

"MIRZA-SCHAFFY dice:
En todo rostro humano - está escrita una vida con toda claridad, - sus odios,
sus amores, su ser más oculto - salen aquí a la luz, mas no todos lo saben leer,
- ni lo comprenden todos." Fritz Lange, El lenguaje del rostro, 1965

La expresión facial es, junto con la mirada, el medio más rico e importante para
expresar emociones y estados de ánimo. A través del conocimiento y de la
observación de las expresiones faciales, es decir, la cara en movimiento,
podemos conseguir una mejor comprensión de lo que nos comunican los
demás.

También hacemos juicios sobre la personalidad y otros rasgos de la gente en


función de lo que vemos en sus caras. Por ejemplo, a las personas con
facciones atractivas se les suele atribuir determinadas cualidades que pueden
o no poseer en realidad.

Las expresiones faciales también afectan a la persona que nos está mirando
alterando su conducta. Si observamos a alguien que llora nosotros nos
ponemos tristes o serios. Incluso podemos llegar a llorar como esa persona.
Por otro lado, se suelen identificar bastante bien la ira, la alegría y la tristeza de
las personas que observamos. Se identifican peor el miedo, la sorpresa y la
aversión.

- Componentes conductuales -
Las emociones poseen unos componentes conductuales particulares, que son
la manera en que éstas se muestran externamente. En cierta medida son
controlables, basados en el aprendizaje familiar y cultural de cada grupo:
- Expresiones faciales.
- Acciones y gestos.
- Distancia entre personas.

- Componentes no lingüísticos de la expresión verbal (comunicación no verbal)


Los otros componentes de las emociones son fisiológicos e involuntarios,
iguales para todos:
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- Temblor.
- Sonrojarse
- Sudoración
- Respiración agitada
- Dilatación pupilar
- Aumento del ritmo cardíaco

Tipos de expresiones faciales

Hay 6 expresiones faciales principales:

- Las sonrisas, ligeras, normales, amplias. Se suelen emplear como gesto de


saludo, para expresar diversos grados de placer, regocijo, alegría, felicidad.
Incluso los niños ciegos de nacimiento sonríen cuando algo les agrada. Las
sonrisas también se pueden utilizar para enmascarar otras emociones:
Sonreír para ocultar decepción.
Sonreír como respuesta de sumisión.
Sonreír para hacer que las situaciones de tensión sean más llevaderas.
Sonreír para atraer la sonrisa de los demás.
Sonreír para relajar la tensión.
Sonreír para ocultar miedo

-La tristeza, la decepción y la depresión. Se distinguen por falta de expresión


y por rasgos como: inclinación descendente de las comisuras de la boca,
mirada baja y decaimiento general de las facciones. Normalmente estas
emociones están acompañadas por un bajo volumen de la voz o una forma de
hablar más lenta. Aunque en la mayoría de las ocasiones no se distinguen muy
bien una de otra, hay otros factores corporales que nos dan la seguridad de
conocer la emoción que se expresa:

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TRISTEZA:
Cejas ligeramente inclinadas hacia las orejas formando un semiarco.
Hombros regularmente decaídos.
Inclinación de las comisuras de los labios.
Manos juntas y boca abajo.
DECEPCIÓN:
Cejas parcialmente inclinadas
Mirada retraída, y hacia abajo, (por lo regular hacia la izquierda)
Hombros ligeramente caídos y con las manos a los costados del cuerpo.
DEPRESIÓN:
Cejas normalmente inclinadas
Inclinación de las comisuras ligeramente descendente.
Hombros totalmente caídos.
Piernas paralelas.
Pero hay que recordar que cada emoción es diferente conforme a cada
individuo. No todos demuestran las mismas facciones.

- La ira.
Suele estar caracterizada por: mirada fija hacia la causa de la ofensa, boca
cerrada y dientes fuertemente apretados, ojos y cejas ligeramente inclinados
para expresar enfado. Las manos cerradas haciendo presión y conteniendo el
sentimiento, también puede verse en una situación de ira.

-El miedo.
No tiene una única forma de expresión que revele su presencia. Puede ponerse
de manifiesto a través de unos ojos muy abiertos, por la boca abierta o por un
temblor generalizado que afecta a la cara y al resto del cuerpo.

-El interés.
A menudo se detecta por lo que se denomina “cabeza de pájaro”, es decir, la
cabeza se inclina un determinado ángulo hacia el sujeto de interés. Otros
rasgos son: ojos más abiertos de lo normal y boca ligeramente abierta.
Cuanto más conscientes seamos de estas dificultades del lenguaje corporal,
sin palabras, mejor podremos utilizarlo.

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EXPRESIÓN FACIAL

EL IMPACTO DE LAS EMOCIONES EN EL CUERPO

Ya hemos dicho anteriormente que las emociones son reacciones


conductuales, fisiológicas y subjetivas, activadas por una información del
mundo externo y/o interno del individuo.
Estas reacciones pueden ser de rechazo, si vivimos esos estímulos como
peligrosos o displacenteros, o bien de atracción, si los vivenciamos como
atractivos o placenteros.

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Podríamos decir que son un sistema de señales que nos impulsan a realizar
cambios para emprender alguna acción.
La función fundamental que se les atribuye es la de la supervivencia, ya que
nos empujan a evitar o luchar contra situaciones nocivas o aproximarnos a
estímulos placenteros.
Las emociones ponen en alerta al organismo para que funcione como un todo y
pueda responder a los retos de la vida activando múltiples respuestas
cardiovasculares, esqueletomusculares, neuroendocrinas y del sistema
nervioso autónomo.
Cuando experimentamos una emoción se evidencian diferentes cambios
corporales, teniendo en cuenta que algunos de estos cambios son comunes a
varias emociones diferentes.
Somos capaces de ubicar en diferentes áreas de la anatomía corporal las
variaciones en el estado emocional.

Mapa Corporal de las Emociones

La mayoría de las emociones básicas están asociadas con sensaciones de alta


actividad en la zona alta del pecho, que corresponde a cambios en la
respiración y ritmo cardiaco.
Emociones básicas como el enfado, el miedo, la tristeza y la sorpresa; y otras
emociones más complejas, como la ansiedad, la vergüenza o la envidia, se
localizan en la cabeza y en la parte superior del cuerpo, cerca de los órganos
vitales.

Casi todas las emociones generan cambios en el área de la cabeza, lo que


sugiere la importancia de la zona de la cara (activación de la musculatura
facial, cambios en la sonrisa, lacrimación, o la temperatura de la piel).

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El mapa corporal de las emociones es universal pero la expresión varía según


la cultura. La reacción corporal de las emociones es universal, sin embargo, en
la expresión emocional sí que influye la cultura donde hemos nacido y de la
que formamos parte. También interviene la personalidad y el contexto en el que
hayamos crecido.

El papel que juega el cuerpo en el proceso emocional, nos puede ayudar a


entender los cambios en los estados de ánimo, así como servir de
biomarcadores de los trastornos emocionales.

“Tu cuerpo responde a tus emociones, pues por mucho que lo intentes evitar,
emoción, pensamiento y cuerpo van unidos”

Si expresas tus emociones ayudas a tu salud mental. Ahora que ya se conoce,


en qué partes del cuerpo es más probable que sientas tus emociones, es
importante aprender a expresarlas de forma sana. De esta forma, podrás
aprender a poner límites, mejorarás tu autoestima y ayudarás a tu cuerpo a
estar equilibrado y sano.
El mapa corporal de las emociones te puede ayudar a comprender que las
emociones están ubicadas en partes específicas de tu cuerpo.
Reconocer tus sensaciones físicas te permite conocerte mejor a ti mismo y
también a tus sentimientos más profundos.

Cuando la emoción no se expresa, el cuerpo duele. Nadie puede negar, a estas


alturas, que cuando las emociones negativas se nos ponen de manifiesto
nuestro cuerpo, a nivel físico, se resiente.

Los órganos que se suelen ver afectados cuando no hemos solucionado


emocionalmente algo que nos preocupa, son:
-Hígado: se le vincula con la ira, enfado y agresividad.
-Corazón e Intestino Delgado: relacionado con la euforia, histeria, excitación,
hipersensibilidad y nerviosismo.
-Estómago, Bazo y Páncreas: se ven alterados por desequilibrios emocionales
como la ansiedad, la duda, el escepticismo y los celos.
-Pulmón e Intestino Grueso: guardan relación con las dificultades para
comunicarse cuando uno quiere imponer su palabra, el exceso de autoridad y
el dominio sobre los demás.
-Riñón y Vejiga: vinculados al miedo, la falta de autoestima, la timidez y la
desesperanza.

Emociones y órganos van de la mano, por ello es tan importante hacerle caso a
la expresión de las primeras para evitar disfunciones en los segundos.

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2.7 ¿Qué es la Inteligencia Emocional?

Inteligencia emocional y social; empatía

El concepto como tal de inteligencia emocional ronda el año 1990, gracias a


John Mayer (1953-) y Peter Salovey (1958-), psicólogos norteamericanos.
Lo definen como la capacidad de identificar lo que la gente siente gracias a los
rostros, las voces, las expresiones, y así tener la habilidad de comprender y
manejar las emociones. En otras palabras, inteligencia emocional es saber
gestionar los sentimientos gracias a la razón y la observación.

La inteligencia emocional es directamente proporcional al manejo de las


emociones, es decir, cuanta más alta inteligencia emocional, se producirá una
mejor dirección de las emociones, y más sencillo será identificarlas, ayudando
por tanto a ser conscientes de cómo estas emociones están influyendo en el
comportamiento. Además, ser muy emocionalmente inteligente permite también
por estos motivos controlar los impulsos y adaptarse fácilmente según las
circunstancias.
Es una manera de saber reaccionar de manera calmada, donde la razón es
líder y no los impulsos, donde sentimos una especie de paz interior y alegría
por evitar los altibajos emocionales y, sobre todo, por evitar que las emociones
negativas prevalezcan.
En resumen, inteligencia emocional consiste en darnos cuenta de nuestras
emociones y sentimientos, para tratar de entender la interacción humana, y
poder guiarlos en nuestro beneficio.
De la misma manera que se reconoce el CI (cociente intelectual), se puede
reconocer la Inteligencia Emocional. Se trata de conectar las emociones con
uno mismo. Saber qué es lo que siento, poder verme a mí y ver a los demás de
forma positiva y objetiva. La Inteligencia Emocional es la capacidad de
interactuar con el mundo de forma receptiva y adecuada.

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Características básicas y propias de la persona emocionalmente inteligente:


• Poseer suficiente grado de autoestima.
• Ser personas positivas
• Saber dar y recibir
• Empatía (entender los sentimientos de los otros)
• Reconocer los propios sentimientos
• Ser capaz de expresar los sentimientos positivos como los negativos
• Ser capaz también de controlar estos sentimientos
• Motivación, ilusión, interés
• Tener valores alternativos
• Superación de las dificultades y de las frustraciones
• Encontrar equilibrio entre exigencia y tolerancia.

Daniel Goleman, explica que la Inteligencia Emocional es el conjunto de


habilidades que sirven para expresar y controlar los sentimientos de la manera
más adecuada en el terreno personal y social. Incluye, por tanto, un buen
manejo de los sentimientos, motivación, perseverancia, empatía o agilidad
mental. Justo las cualidades que configuran un carácter con una buena
adaptación social.

Por otra parte, la inteligencia social es nuestra capacidad de relacionarnos con


los demás. Nos permite entender qué sienten los demás, capacidad en la que
interviene la empatía. Conlleva un alto nivel de liderazgo, y el poder de analizar
el lenguaje no verbal de las personas, por lo tanto, leer entre líneas e
interpretar situaciones sociales. Optimiza nuestra relación con la gente.

Es importante entonces, para comprendernos mejor a nosotros mismos y saber


tratar con los demás, reconocer lo que nos pasa, analizar qué es lo que
estamos sintiendo. Este proceso puede llevarnos hasta el origen de ese
sentimiento y, si llegamos al inicio, a la raíz de la sensación, tendremos el
poder de controlar su expresión y actuar, aunque no podamos evitar lo que
sentimos.
Es necesario entender nuestras propias emociones para poder manejarlas, y
que no ocurra, al contrario. Sin empatía, no hay inteligencia emocional ni social.
En ningún momento, se habla de reprimir las emociones, ya que eso puede
tener como consecuencia el efecto contrario e intensificar el sentimiento, pero
sí de saber administrarlas.
La medida en que dejemos que un sentimiento negativo se apodere de nuestra
mente, dependerá en gran parte de nosotros.

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Además, el observar a otras personas comportándose emocionalmente hace


que nuestro cerebro reaccione como cuando esa emoción es propia. La
empatía, de la que se encargan las neuronas espejo, hace que seamos
capaces de entender los sentimientos ajenos. Es la capacidad de, a través de
estímulos de otras personas a los que somos sensibles - tales como las caras,
las voces, las palabras que escuchamos - ponernos en el lugar del otro,
sentimentalmente hablando. Es en el momento en que apreciamos las
expresiones faciales consecuentes cuando podemos intentar saber qué pueden
estar sintiendo, y la amígdala se encargará de informarnos si le resulta sincero
o no.
Se trata de prestar atención al emisor. Recordemos que los sentimientos, al
contrario que las emociones básicas, no son universales, por lo que es
importante ser conscientes de que no todos sentimos lo mismo ante una
determinada situación, por lo que no todos reaccionaríamos de la misma
manera: saber entenderlo y analizarlo optimiza la comunicación entre
individuos.

Reflexión final
Todas las personas nacemos con unas características especiales y diferentes,
pero muchas veces la manera que tenemos de comportarnos o de enfrentarnos
a los retos de la vida, son aprendidos. Desde pequeños, podemos ver como
para un niño no está tan bien visto llorar y expresar sus emociones como en
una niña. Además, a los varones se les exige ser más valientes, seguros de sí
mismos.
Quererse a uno mismo, ser más generoso con los demás o aceptar los
fracasos, no siempre depende de lo que hemos heredado. Por lo que hemos de
ser capaces de seguir aprendiendo y mejorando nuestras actitudes día a día.
Aprender a ser más inteligentes emocionalmente, en definitiva, a ser más
felices.
Una alta IE implica tener facilidad para tomar conciencia de nuestras
emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y
frustraciones que soportamos en el trabajo, acentuar nuestra capacidad de
trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social, lo cual nos brindará
más posibilidades de desarrollo personal.
Las personas que poseen una elevada IE suelen ser socialmente equilibradas,
extrovertidas, alegres, poco predispuestas a la timidez y a darle vueltas a sus
preocupaciones. Demuestran estar dotadas de una notable capacidad para
comprometerse con las causas y las personas, suelen adoptar
responsabilidades, mantienen una visión ética de la vida, son afables y
cariñosas en sus relaciones. Su vida emocional es rica y apropiada, se sienten
a gusto consigo mismas, con sus semejantes y con el entorno social en el que
viven, además tienen visión positiva de ellas mismas y superan mucho antes y
mejor los reveses de la vida.

En conclusión, hemos comprendido los conceptos de emoción y sentimiento,


su funcionamiento, y cómo se exteriorizan tanto en expresiones faciales y

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corporales como a través de respuestas fisiológicas. Para que emoción y


sentimiento nos beneficien en la medida de lo posible, es aconsejable una alta
inteligencia tanto emocional como social, pudiendo así, entre otras cosas,
empatizar con los demás y comunicarnos de manera óptima.

CINCO PASOS PARA ALIARTE CON TUS EMOCIONES

1. Sé consciente de la importancia de tus emociones. El ignorar la potencia que


tienen en ti no te va a ayudar, más bien todo lo contrario.
2. Reconoce cuáles son los estados emocionales más comunes que sueles
experimentar y de qué modos te suelen llevar a actuar (tanto positivamente –en
dirección a tus metas- como negativamente –porque te frenan para actuar
como deseas).
3. Sé sincero contigo mismo respecto a las decisiones que has tomado y qué
las ha impulsado, y sé consciente de los argumentos que estás utilizando para
ello (tus racionalizaciones).
4. Piensa más fríamente cuál debería haber sido tu comportamiento, así como
tus reflexiones interiores (argumentos más coherentes en favor de conseguir el
comportamiento que deseabas) en esa circunstancia.
5. Razona y actúa en consecuencia: tanto en futuras ocasiones como en la que
ya ha pasado (quizá tengas que rectificar en algún aspecto en relación al
comportamiento pasado: pedir perdón a alguien, aceptar tu equivocación,
emprender una acción de enmienda, etc.; pues hazlo).

2.8 Autoconciencia emocional

Todos/as hemos pasado por algún episodio, en el que nuestra atención es


secuestrada por el malestar que sentimos, por nuestras sensaciones, por
nuestros pensamientos, esos mismos pensamientos que se repiten en bucle y
de los que no somos capaces de salir. Y todos/as sabemos que cuando esto
ocurre, es difícil seguir enfocados en lo que estábamos haciendo.
La autoconciencia emocional es un proceso complejo que requiere
de dedicarse un tiempo a sí mismo, de escucharse y comprenderse.
No se trata de saber identificar nuestra última reacción emocional, por ejemplo,
saber que estoy enfadado o me siento triste, sino de detenerse y observar que
esconde esa emoción. Quizás puedes sentirte triste por no haber conseguido lo
que querías, pero detrás de la tristeza puede haber rabia, culpa o envidia.
Solamente mirando hacia tu interior de forma consciente podrás identificar,
someter a juicio y modificar tus percepciones, tus pensamientos e incluso tu
forma de interaccionar con los demás. Si dedicas tiempo a conocerte a ti

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mismo podrás percatarte de como expresas y gestionas tus emociones y de las


consecuencias de estas.

También tendrás más facilidades para poder comprender los sentimientos, las
emociones y el comportamiento de las personas que te rodean.

La autoconciencia emocional implica conocer nuestros valores y actuar en


consecuencia con ellos. ¿Y si se actúa reiteradamente de forma contrapuesta a
los valores y pensamientos?
Experimentaríamos lo que se conoce cómo disonancia cognitiva, cuando no
hay coherencia entre lo que piensas, expresas que vas a hacer y terminas
haciendo. El resultado es un conflicto interno que genera malestar y un
desgaste a nivel emocional. Por ello, es importante saber identificar los valores
y evaluar el lugar que le estamos dando a cada uno.
Siempre y cuando nuestros valores sean congruentes estaremos en sintonía
con lo que sentimos y exteriorizamos a los demás.

En resumen, sabrás que tienes conciencia emocional si:

1. Eres capaz de identificar qué emociones experimentas y por qué.


2. Entiendes cómo interactúan tus pensamientos, tus emociones y tu
comportamiento.
3. Reconoces cómo esas sensaciones afectan a tu desempeño emocional,
laboral o social.
4. Identificas tus fortalezas y debilidades.
5. Conoces tus valores y te guías por ellos.
6. Tienes claridad sobre tus metas y objetivos.

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Cómo decía Shakespeare: “de todos los conocimientos posibles, el más sabio y
útil es conocerse a sí mismo” y sin duda, cultivar la autoconciencia repercutirá
sobre una mayor estabilidad y salud mental.

2.9 Autoconocimiento y Autonomía emocional

AUTOCONOCIMIENTO

La solución es conocerte a ti mismo


mismo/a.
Al no saber interpretar adecuadamente las señales que nuestro cuerpo nos da,
nos asustamos, nos ponemos nerviosos, y hasta nos bloqueamos, impidiendo
o dificultando afrontar la situación de forma adecuada.
Nuestro cuerpo y nuestra mente intentan afrontar las situaciones desconocidas
de la mejor
or manera posible. A veces de forma adecuada y otras veces de
forma errónea. Por eso es importante entender los esfuerzos de nuestro cuerpo
por adaptarse a este tipo de situaciones complejas.

AUTONOMÍA EMOCIONAL

Tiene relación con la autogestión emociona


emocional.l. Una persona que es autónoma
emocionalmente, es una persona que sabe gestionar sus emociones y además
se siente segura con las decisiones que toma.
Básicamente, la autonomía emocional es la capacidad de sentir, pensar, tomar
tus propias decisiones y sent
sentirte
irte satisfecho/a de estas decisiones.
Sería totalmente lo contrario a la dependencia emocional.
El primer paso para conseguir esta autonomía emocional es la autoconsciencia
emocional, el autoconocimiento. Esto implica tomar consciencia de tus propias
emociones y de la de los demás, incluso desarrollar la capacidad que tenemos
todos/as de percibir el clima emocional de un contexto o de un espacio.

Es importante permitirte percibir, identificar y poner nombre a las emociones


emociones.

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CURSO AUTOPROTECCIÓN: HERRAMIENTAS DE APOYO PSICOLÓGICO ANTE SITUACIONES DE CRISIS

Existen 7 micro-competencias para desarrollar la autonomía personal:


1. Autoestima: tener una imagen positiva de ti mismo/a, una relación sana
contigo mismo/a. También se incluyen aquí la autoconfianza y la auto-
aceptación.
Aceptarte tal y como eres y confiar en ti, en que tienes los recursos necesarios
para superar cualquier situación.
2. Automotivación: Capacidad de involucrarte emocionalmente en cualquier
área de tu vida
3. Autoeficacia emocional: Tener la percepción de ti mismo/a de que eres
capaz de sentir las emociones que tú quieres, de crear el estado emocional que
deseas. Esto significa que, independientemente de lo que sientas, puedas
regularte, gestionarte y transformar estas emociones que quizá no quieres y
crear un nuevo estado emocional positivo que te ayude.
4. Responsabilidad: no somos responsables de lo que sentimos, pero sí de
cómo gestionamos eso que estamos sintiendo.
Significa tener la capacidad de responder de tus propios actos.
5. Resiliencia: capacidad de afrontar situaciones adversas complicadas con el
mayor éxito.
6. Actitud positiva: pase lo que pase, cueste lo que cueste, tener la capacidad
de mantener una actitud positiva ante la vida. Tener responsabilidad y ser
proactivo/a en tu vida.
7. Análisis crítico de las normas sociales y culturales.

“La autonomía emocional y la madurez van de la mano, al igual que la emoción


y el comportamiento.”

ACTIVIDAD UNIDAD DIDÁCTICA 2: MICRO-COMPETENCIAS EMOCIONALES

¿Cuál de estas competencias aún no tienes desarrollada?


¿Sientes que hay alguna que ya dominas?
¿En cuál de ellas te enfocarás a partir de ahora?

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